El ministerio de música hoy: tradición, magisterio y renovación

September 23, 2017 | Autor: R. Moreno Abad | Categoría: Coros, Ministerio Pastoral, Música Litúrgica
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Descripción

El Ministerio de música hoy: tradición, magisterio y renovación R. Javier Moreno Abad

Ponencia presentada en la Jornada de encuentro y formación de Coros Parroquiales de la Archidiócesis de Toledo. Toledo, noviembre de 2014

I UNA LUZ BRILLANTE… EN VASIJAS DE BARRO Para empezar mi ponencia quiero hacer dos breves paradas históricas. En primer lugar les pido que se asomen conmigo al Libro de las Confesiones de San Agustín:

¡Cuánto lloré al oír vuestros himnos y cánticos, fuertemente conmovido por las voces de vuestra Iglesia que suavemente cantaba! Entraban aquellas voces en mis oídos, y vuestra verdad se derretía en mi corazón, y con esto se inflamaba el afecto de piedad, y corrían las lágrimas, y me iba bien con ellas.1

Agustín rememora una de las vivencias que más profundamente marcaron su vida mientras escuchaba los himnos que la comunidad de San Ambrosio entonaba en Milán. En camino hacia su conversión tuvo una experiencia directa de lo inefable, del misterio, una experiencia que fue mucho más allá de lo físico, de lo tangible. Algo en apariencia tan sencillo como escuchar música en el interior de un templo, un hecho comunicativo, una experiencia estética, Agustín entendió, en plena búsqueda de la verdad, de Dios, que podría ser uno de los instrumentos más apropiados para abrir el camino y conducir al ser humano hacia sí y hacia Dios. Vamos a continuación a la Navidad de 1886 en la Catedral de Notre Dame de París. Allí el brillante dramaturgo, poeta y diplomático Paul Claudel vivió una

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conversión radical, un hecho que le marcó toda su vida, y se produjo precisamente mientras escuchaba a la escolanía cantar durante el oficio:

Los niños del coro vestidos de blanco y los alumnos del pequeño seminario de Saint-Nicholas-du-Cardonet que les acompañaban, estaban cantando lo que después supe que era el Magnificat. Yo estaba de pie entre la muchedumbre, cerca del segundo pilar a la entrada del coro, a la derecha del lado de la sacristía. Entonces fue cuando se produjo el acontecimiento que ha dominado toda mi vida. En un instante mi corazón fue tocado y creí. Creí, con tal fuerza de adhesión, con tal agitación de todo mi ser, con una convicción tan fuerte, con tal certidumbre que no dejaba lugar a ninguna clase de duda, que después, todos los libros, todos los razonamientos, todos los avatares de mi agitada vida, no han podido sacudir mi fe, ni, a decir verdad, tocarla. (…) Las lágrimas y los sollozos acudieron a mí y el canto tan tierno del Adeste aumentaba mi emoción.2

Paul Claudel, Agustín de Hipona y tantos otros, yo mismo, que hemos vivido experiencias estéticas a través de la música que han sido capaces de tocar nuestra alma y elevarnos más allá de lo que nuestros oídos escuchaban, abriendo para nosotros las inefables puertas del Misterio, haciendo así que nuestro corazón conociese lo que tal vez la cabeza no podía comprender. Qué enorme responsabilidad, qué ministerio, qué servicio tan precioso tenemos entre manos. Ser capaces con nuestras voces y nuestros instrumentos de orar y hacer orar, de transformar, de servir de instrumento a la Providencia. La primera idea que quiero compartir con todos ustedes es esta: en vasijas de barro todos nosotros portamos una luz brillante que es capaz de ayudar a iluminar las tinieblas del corazón humano. Cantar en nuestros templos hoy, nuestro ministerio de música, debe ser ante todo consciente de esta grandeza y a la par de esta responsabilidad de la que somos depositarios y a nuestras espaldas hay una tradición de veinte siglos de música sacra.

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Con toda sinceridad me atrevo a preguntarme y a preguntarles qué nos diferencia y en qué nos parecemos a los músicos y cantores que celebraron, dieron gloria a Dios, elevaron el alma y conmovieron a tantos hermanos nuestros en el pasado. Como acabamos de recordar somos depositarios de una larguísima tradición litúrgica y musical. Debemos preguntarnos por tanto ¿cómo es hoy nuestro ministerio? ¿Cómo lo ejercemos? ¿Somos conscientes del tesoro que tenemos entre manos? ¿Estamos suficientemente formados como músicos y comprometidos con una tarea tan alta? La realidad actual en nuestro país en torno al ejercicio de nuestro precioso ministerio de música puedo asegurar por desgracia que no es en absoluto todo lo luminosa que debiera. Somos conscientes del enorme bache que atravesamos desde el postconcilio. Pero Dios sigue poniendo en nuestros templos, día tras día a personas que como Agustín o Claudel le buscan, aún sin saberlo. Y nuestras músicas pueden en cualquier momento ser auténtico instrumento transformador del corazón. La realidad de la Iglesia concreta que nos ha tocado vivir es la que tenemos que abordar y la responsabilidad que se nos ha encomendado es grande, muy grande, pero también muy hermosa. Debemos poner todo de nuestra parte para ser auténticamente instrumentos al servicio de Dios, de la sagrada liturgia, de los hombres y mujeres que le buscan.

II EL MINISTERIO DE MÚSICA. DESDE LA TRADICIÓN Y EL MAGISTERIO Me quiero detener en segundo lugar precisamente en torno a esta palabra que repito sin cesar y que está en el título de mi ponencia: ministerio. Proviene del latín ministerium que significa "servicio", y minister que significa “servidor”. Esta es la acepción que hace cobrar todo su significado religioso a este término. Podemos decir que ministerio en la Iglesia significa servicio, y es un ministro quien sirve en la misión y carisma que el Señor a través de la Iglesia le ha confiado. En la Iglesia somos reyes sirviendo 3. Recordemos: el que por encima de todos aparece como “ministro”, el mismo Cristo Jesús, que no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida por todos.4 Con toda propiedad podemos afirmar que no ejercemos un ministerio con carácter delegado. A partir del Concilio Vaticano II se afirma que los laicos realizan ministerios legítimamente litúrgicos 5. Y de manera muy clarificadora en el Catecismo de la Iglesia El Ministerio de música hoy: tradición, magisterio y renovación 3 R. Javier Moreno Abad

Católica6 se va a desarrollar todo lo referente a la naturaleza y sentido del ministerio de música, perfectamente definido y detallado.

Esta afirmación nos lleva a una conclusión necesaria: la Iglesia se preocupa, contempla y detalla el sentido, naturaleza y contenido del ministerio de música; nosotros que somos los depositarios de esta misión necesitamos conocerlo, formarnos adecuadamente y nuestra praxis debe necesariamente verse alimentada, sustentada en torno al Magisterio de la Iglesia. De hecho a lo largo del siglo XX nunca como antes en la historia, la Iglesia se ha volcado a nivel magisterial sobre esta realidad, ha concluido dotando de una enorme importancia, sentido y dignidad a la música en el contexto litúrigico, y ha explicado claramente el qué, cómo y por qué. Respondiendo a mi pregunta anterior en torno a cómo ejercemos el ministerio de música surge inevitablemente otra cuestión: ¿realmente conocemos lo que la Iglesia nos indica de manera clara en este momento histórico en torno a la música sacra?

Me parece necesario llevar a cabo recorrido, un escueto recordatorio sobre algunos de los puntos clave del Magisterio que nos permitan esclarecer y reflexionar en voz alta en torno a nuestra práctica musical habitual, en torno a nuestro ministerio. Para ello acudo e invito a acudir entre otros textos 7 al Catecismo de la Iglesia Católica, 1156 y ss., tomo como referencia el Concilio Vaticano II a través de la constitución Sacrosantum Concilium, la Instrucción Musicam Sacram 8, sin olvidar en un ámbito diferente la magnífica Carta del Santo Padre Juan Pablo II a los artistas 9, cuya lectura recomiendo vivamente: 1.- En cuanto a la importancia y sentido de la música queda claro en todos los documentos que la tradición musical de la Iglesia universal constituye un tesoro de valor inestimable que sobresale entre las demás expresiones artísticas, principalmente porque el canto sagrado, unido a las palabras, constituye una parte necesaria o integral de la Liturgia solemne 10. Primera afirmación clave: la música no es un añadido, un espectáculo, un adorno, un lujo al servicio de la liturgia. Por el contrario es parte integral de la Liturgia. En la introducción a la liturgia de las horas se nos recuerda que no ha de ser considerado el canto como un cierto adorno que se añade a la oración, El Ministerio de música hoy: tradición, magisterio y renovación 4 R. Javier Moreno Abad

como algo extrínseco, sino más bien como algo que brota de lo profundo del espíritu del que ora y alaba a Dios. Todo esto nos da una idea de la dignidad pero también de la responsabilidad que esto supone. Y en segundo lugar se afirma que existe una riqueza que no podemos ignorar ni vivir al margen de la misma: la tradición. 2.- La práctica musical en el contexto litúrgico está presidida por tres criterios principales: la belleza expresiva de la oración, la participación unánime de la asamblea en los momentos previstos y el carácter solemne de la celebración. Por tanto como parte integrante de la liturgia participan así de la finalidad de las palabras y de las acciones litúrgicas: la gloria de Dios y la santificación de los fieles 11. Esta es la finalidad última y el sentido más alto que puede cobrar la música sagrada y por tanto nuestro ministerio. 3.- También se desciende en estos documentos de manera concreta a cómo debe ser esta música: foméntese con empeño el canto religioso popular, en los ejercicios piadosos y sagrados y en las mismas acciones litúrgicas, se llega a afirmar como en el Pregón Pascual resuenen las voces de los fieles12. Pero también afirma que los textos destinados al canto sagrado deben estar de acuerdo con la doctrina católica; más aún, deben tomarse principalmente de la Sagrada Escritura y de las fuentes litúrgicas 13. No se excluye por tanto otro tipo de textos pero se afirma la prioridad de los textos inspirados y como es lógico las fuentes litúrgicas. 4.- Sin excluirse la utilización de otros instrumentos se afirma la primacía del órgano en especial en las celebraciones litúrgicas por sus especiales características y cualidades. Se abunda en la necesaria calidad y autenticidad de las interpretaciones, en la competencia y formación musical de los responsables del ministerio. En este sentido algunos liturgistas piden expresamente que se eviten las intervenciones incorrectas, faltas de la mínima calidad exigible en un contexto sagrado, llegando a afirmar: mejor que no se rompa el silencio. 5.- Bajo el concepto actual de música sagrada que lo adopta la Iglesia desde el siglo XIX, aunque es un concepto que existía anteriormente en especial en el ámbito de las Iglesias reformadas, cabrían distintas expresiones pero siempre que se ajusten a las indicaciones precisas del Magisterio. Aquí incluimos por supuesto el Gregoriano, nuestro gran tesoro olvidado, relegado y que por desgracia ocupa un lugar ínfimo, en El Ministerio de música hoy: tradición, magisterio y renovación 5 R. Javier Moreno Abad

muchas ocasiones inexistente en nuestra práctica habitual, aún siendo el canto litúrgico oficial de la Iglesia Católica, aún siendo uno de los grandes tesoros musicales de la cultura occidental y de la humanidad. Cabe también la polifonía antigua y la música polifónica moderna, y en cuarto lugar el canto popular religioso. ¿Qué debe determinar el uso de cada uno de estos elementos? los contextos. Sería un empobrecimiento enorme obviar cualquiera de estos géneros. El buen criterio del responsable del ministerio de música en coordinación y acuerdo con los presbíteros debe determinar el qué, cuándo y cómo cantar. Pensemos que más allá de la celebración eucarística hay una gran cantidad de momentos litúrgicos y paralitúrgicos en los que cabe perfectamente cada una de estas creaciones . Y nunca nos olvidemos del latín, un tesoro y una riqueza que hace de nuestra música, de nuestra oración, de nuestra liturgia algo universal.

III AGENTES Y PARTICIPACIÓN A continuación cabe preguntarse ¿quién interviene o debe intervenir musicalmente en el contexto celebrativo? ¿Quién interviene en el canto? Existe una gran confusión en este aspecto y debemos aclarar que hay diferentes agentes con papeles claramente asignados. Son tres: el oficiante-ministro, la Schola - Coro - Capilla y la asamblea. La correcta conjunción y asignación de roles de cada uno supondrá una enriquecimiento enorme en nuestras celebraciones. Teniendo en cuenta además que la música está presente no solo en la Eucaristía, repito, sino en muchos otros momentos litúrgicos y paralitúrgicos que se desarrollan en nuestras comunidades:

1.- En primer lugar nos encontramos las intervenciones del presbítero o diácono oficiante. Estas deben ser las marcadas claramente por la liturgia. Se produce en ocasiones un diálogo riquísimo, que de be ser fomentado junto con la asamblea y con la Schola. 2.- En segundo lugar están las intervenciones de la Schola, Coro o Capilla14; son agentes activos de animación musical de la liturgia: el coro, solistas e instrumentistas. Tienen un papel crucial, llevando a cabo la ejecución instrumental y vocal de aquellos elementos de mayor dificultad y belleza, la ejecución de la polifonía y del canto El Ministerio de música hoy: tradición, magisterio y renovación 6 R. Javier Moreno Abad

moderno, etc. Además animando a la asamblea en aquellos momentos que puedan ser participativos, pero en otros interviniendo en solitario. 3.- En tercer lugar nos encontramos con la asamblea participante en la celebración. La cuestión de la participación musical de la asamblea se ha elevado a un rango absoluto y esto en muchas ocasiones determina en exceso y da lugar a confusiones, creando situaciones totalmente incorrectas. Es cierto que se consagra como un valor el hecho de que existan intervenciones musicales participativas. Pero ni todas las músicas pueden ni deben ser participativas, ni mucho menos deben marcar el sentido último de nuestra tarea. Busquemos momentos litúrgicamente adecuados para la participación de la asamblea. Es preciso recordar que la escucha activa del canto del ministro o de la Schola es también una forma muy elevada de participación viviendo con unanimidad desde el corazón el canto y la música15. 4.- En ningún caso podemos convertir la sagrada liturgia en un concierto, en un espectáculo, pero tampoco en una constante y confusa intervención de todos los agentes. La música sacra debe vivirse desde las tres dimensiones interpretativas: intervenciones ministeriales, del coro y de la asamblea. Todas son importantes.

Me parecen especialmente reveladoras unas palabras que Pio X nos dejó escritas al respecto: dejemos de cantar en la misa, para cantar la misa. Y como Juan Pablo II repitió muy acertadamente: enseñemos al pueblo a cantar con santidad y belleza.

IV. RENOVACIÓN; PROPUESTAS CONCRETAS Una vez hemos reafirmado en nuestro corazón la dignidad e importancia del ministerio de música, hemos repasado por partida doble lo que el Magisterio de la Iglesia muy acertadamente nos refiere en torno al mismo, en cuarto y último lugar me atrevo de manera respetuosa y reflexiva a formularme y formular algunas propuestas y reflexiones concretas que reaviven, reactiven y renueven nuestra praxis musical; cada uno en su realidad concreta, en nuestras Parroquias y Comunidades, siendo muy conscientes de nuestras posibilidades, carencias, fortalezas y virtudes. Pero siempre pensando en glorificar a Dios con nuestra música y santificarnos y santificar a nuestros El Ministerio de música hoy: tradición, magisterio y renovación 7 R. Javier Moreno Abad

hermanos.

Realistas pero esperanzados, sabiendo que la responsabilidad que

ejercemos requiere de nuestro esfuerzo y entrega. Debemos mantenernos en movimiento, activos y atentos, a la formación constante y a un constante crecimiento. En nuestra vida cristiana y también en nuestra práctica musical.

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La primera de ellas se refiere al repertorio. En la música sagrada, concretamente en el ámbito litúrgico es constatable que hemos sufrido un menoscabo enorme desde el Concilio Vaticano II. Los padres conciliares se ocuparon con detalle y esfuerzo, dejando documentado de manera muy clara qué y cómo debía ser la realidad musical en nuestros templos. Pero lo cierto es que desde entonces y por una mala interpretación de la apertura al canto popular, la música sacra ha sufrido un notabilísimo empobrecimiento, cierta vulgarización y estatismo. Pero yo quiero traer aquí algunos signos de esperanza; desde hace años se está viviendo un proceso de renovación interesantísimo. Encontramos también nuevas propuestas, a partir de formulas musicales que son una manifestación de la vida espiritual riquísima de comunidades y autores en diálogo constante con el arte y el hombre actual pero también con la tradición. Os invito a explorar estas propuestas, algunas no son tan nuevas. Os sugiero la música del monasterio ecuménico de Taize, la comunidad del Enmanuel, la comunidad de la Conversión, las magníficas músicas que cultivan los focolares, o autores de la talla de Marco Frisina, entre muchos otros. Hoy en día con la globalización del conocimiento son infinitas las posibilidades para adquirir nuevos repertorios, renovar y abrirnos a lenguajes más acordes con la sensibilidad del hombre actual. Hay nuevas propuestas, nuevos compositores; en un mundo en constante y rápido movimiento no podemos quedarnos anclados.

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Me atrevo a sugerir el fomento de la participación de la asamblea. A algunos esta afirmación puede parecerles contradictoria con la adquisición de nuevos repertorios. Muchas veces nuestro estatismo proviene de cierta precaución y reserva ante cantos no son conocidos y por tanto la asamblea no participará. Evidentemente esta tarea es imposible si no se prepara adecuadamente y con El Ministerio de música hoy: tradición, magisterio y renovación 8 R. Javier Moreno Abad

la suficiente audacia. En especial me refiero a fomentar, preparar y ensayar pequeñas intervenciones comunes, como el salmo o partes repetitivas de determinados cantos. Eso sí, siempre ensayadas y dirigidas al menos antes de la celebración desde un lugar visible y adecuado. -

El propio magisterio sugiere que en todo momento y siempre que sea adecuado se dirija de hecho a la asamblea. Os puedo asegurar que los resultados son sorprendentes. Esto puede hacernos replantear la situación física del propio coro o de los instrumentos en nuestros templos.

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Una fórmula infalible para fomentar la participación activa es la edición e impresión de los cantos o al menos de las letras. Es un esfuerzo económico y organizativo, pero supone un añadido muy recomendable para la participación activa en cualquier comunidad.

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Os propongo también profundizar de manera sencilla en el cultivo de pequeñas piezas de canto gregoriano. Hay infinidad de materiales, tutoriales disponibles para aprenderlos de manera sencilla. En cada tiempo litúrgico podemos encontrar infinidad de momentos en los que introducir es tas piezas e incorporarlas a nuestro repertorio. No nos olvidemos de conocer y fomentar este riquísimo patrimonio del que debemos estar muy orgullosos.

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Del mismo modo sugiero incorporar en los repertorio obras en latín, enriquece enormemente la celebración, está así recomendado por el magisterio. En especial en el ordinario de la misa tiene todo el sentido y es un signo de universalidad muy notable. De manera concreta diversos compositores o la comunidad de Enmanuel han publicado en los últimos años una buena cantidad de misas sencillas con texto en latín que son fácilmente asequibles para cualquier coro.

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En cuanto a los instrumentos entiendo perfectamente las limitaciones que se pueden encontrar en cualquier parroquia, pero sugiero apertura e ingenio para contemplar otras posibilidades. Por supuesto la utilización del órgano sería algo óptimo, pero no es la única opción. Las guitarras son aceptables siempre y cuando sean tocadas con la dignidad y dominio que requiere el contexto sagrado. Además hoy en día se están recuperando otros instrumentos como El Ministerio de música hoy: tradición, magisterio y renovación 9 R. Javier Moreno Abad

por ejemplo la cítara, de muy fácil manejo y resultados en el contexto litúrgico realmente sorprendentes. Existen constantemente cursos de fo rmación en torno a este instrumento. -

En concreto para los directores, hay cursos de reciclaje, profundización y formación que empiezan desde niveles muy básicos. Sugiero este posible esfuerzo, os aseguro que merece la pena. Muy cerca de nosotros la Universidad Carlos III tiene un posgrado muy asequible al que muchos directores de coro y docentes. En el Valle de los Caídos se ofrece formación en torno al canto gregoriano, por citar otro ejemplo.

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Evitemos en todo momento el lucimiento vano. No se trata de suprimir las intervenciones de solistas, me refiero más bien a determinados excesos que no conducen nunca a la autenticidad y sentido que tiene que tener nuestra música y nuestro servicio. En el otro extremo evitemos y no permitamos las interpretaciones inadecuadas por falta de dominio y conocimiento de la voz, la falta de calidad en letras y músicas, los repertorios profanos adaptados. No olvidemos que la función principal de nuestra música es dar gloria a Dios y que actuamos siempre en un contexto sagrado.

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Con carácter prioritario invito a vivir el ministerio como una auténtica gracia. Como un medio de santificación personal. Comunitariamente rezando juntos, meditando los cantos que se comparten. Repito: rezando. Tal vez es bueno una vez al año tener un retiro espiritual para el coro, en el que se tome conciencia de la misión como coro, la responsabilidad, los talentos y la finalidad de la tarea y servicio. Una necesaria labor de interiorización que seguro redunda en frutos abundantes en la práctica musical. No olvidemos nuestra santificación y la de los fieles.

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Y por último pienso en voz alta para los párrocos y responsables de nuestras comunidades. En ocasiones una pequeña inversión en este campo puede revertir en un crecimiento enorme. Para conseguir un resultado más digno podemos pensar en invertir en formación, medios, instrumentos, o incluso en remunerar determinados trabajos, incluso profesionalizar en cierto modo algunas tareas de responsabilidad como la dirección y el acompañamiento El Ministerio de música hoy: tradición, magisterio y renovación 10 R. Javier Moreno Abad

instrumental. En muchos lugares, en otros países es norma común, y puede resultar un revulsivo enorme de calidad en nuestras comunidades.

____________________ Quiero terminar mi intervención

reconociendo desde aquí el trabajo y

dedicación de directores, cantores y músicos, llevado a cabo domingo tras domingo, semana tras semana. Cuantas horas, días y semanas de trabajo dedicadas e invertidas en las parroquias y comunidades. Solo Dios sabe en cuantas ocasiones se ha dejado a hijos, trabajo y familias para atender el ministerio. Solo Dios sabe cuanto bien se ha hecho a tantas personas con el canto y la música. Desde aquí y si se me permite en nombre de nuestra iglesia diocesana quiero decir: gracias. Por supuesto desde hoy contad conmigo personalmente y profesionalmente para todo aquello que pueda ayudar y con la Capilla Diocesana de Toledo también. Para mí ha sido un placer compartir con todos vosotros de manera fraterna estas inquietudes, en el deseo de profundizar y crecer en este servicio al que se nos ha llamado: el ministerio de música. Muchas gracias.

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NOTAS: 1

Libro IX, 6, 14. AGUSTÍN DE HIPONA, Las Confesiones (Edición crítica traducidas según la edición latina de la congragación de San Mauro, por el R. P. Fr. Eugenio Ceballos). Madrid: Espasa Calpe, 1983. 2 LESORT, Paul Andre, Paul Claudel visto por sí mismo. Madrid: Magisterio Español, 1970. 3 Cf. 1 Pe 2,9; Jn 13,14-15; Flp, 2,5-7. 4 Mt 20,28. 5 Cf. Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la Sagrada Liturgia (SC) 29. Consultada el 15 de noviembre de 2014: http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat ii_const_19631204_sacrosanctum-conciliu m_sp.html 6 1156 y ss. Catecismo de la Iglesia Católica. Madrid: San Pab lo, 2014. 7 Para cualquiera que desee formarse y profundizar en este ámbito la lista de títulos esenciales sería interminable. Me permito aludir a un texto, cita ineludible, como fue el Motu Proprio Tra le sollecitudini del Sumo Pontífice Pío X sobre la música sagrada, de donde parte la preocupaci ón contemporánea y trabajos posteriores sobre este tema. Consultado el 14 de noviembre de 2014: http://w2.vatican.va/content/pius -x/es/motu_proprio/documents/hf_p-x _motuproprio_19031122_sollecitudini.html 8 Consultada el 15 de noviembre de 2014: http://www.musicaliturgica.com/assets/plugindata/poolc/Musicam%20Sacram1967.pdf 9 Consultada el 14 de noviembre de 2014: http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/letters/1999/documents/hf_jpii_let_23041999_artists_sp.html 10 SC III, 112. 11 Cf. SC III, 112. 12 SC III, 118. 13 SC III, 121. 14 Las tres acepciones son posibles y se utilizan en los textos magisteriales. Personalmente y teniendo en cuenta el peso de la tradici ón hispana me parece que es posible y deseable proponer la recuperaci ón del término Capilla. 15 Sobre el auténtico sentido de la participaci ón me refiero necesariamente a la ponencia complementaria a la presente, pronunciada en el mismo foro por don Rubén Carrasco, Delegado Diocesano de Liturgia, bajo el título Liturgia y música: fu ente d e evangeliza ción.

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