El mercado local de Sevilla a mediados del siglo XVI a través del tejido laboral y urbano de una collación con vocación comercial

July 24, 2017 | Autor: J. Castillo Rubio | Categoría: History, Demography, Urban History, Urban Studies
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Descripción

EL MERCADO LOCAL DE SEVILLA A MEDIADOS DEL SIGLO XVI A TRAVÉS DEL TEJIDO LABORAL Y URBANO DE UNA COLLACIÓN CON VOCACIÓN COMERCIAL The local market of Seville in the mid-sixteenth century through the labor and urban network of a commercially oriented collación

Juan Manuel Castillo Rubio Universidad de Sevilla

Resumen: A mediados del siglo XVI, Sevilla se convierte en un centro mercantil internacional, sufriendo un impacto en sus estructuras que ha sido muy estudiado desde el gran comercio, pero del que quedan por dilucidar numerosos aspectos, como los relacionados con los cambios producidos a la escala de la collación. Esto es lo que ocurre con el comercio local, en el que vamos a adentrarnos a través del análisis de una collación con vocación comercial, Santa Catalina, necesitada de la revisión del papel que tradicionalmente se le ha adjudicado, el abastecimiento local, marcado por la presencia dentro de sus límites de la alhóndiga. Y lo haremos utilizando dos padrones fiscales de 1548 y 1554 sitos en el Archivo Histórico Provincial de Sevilla, cuyos datos perfilan el vecindario al tiempo que revelan su dinámica económica, mostrándonos los aspectos clave del tejido comercial: su peso relativo en la collación, su incidencia en la trama urbana, su relación con el sector productivo-artesanal, su nivel de especialización, la influencia de la alhóndiga y la importancia de contar con una vía de acceso a la ciudad para su relación con la misma. Palabras clave: padrón, mercado, Sevilla, demografía histórica, análisis socioeconómico Abstract: In the mid-sixteenth century, Seville becomes an international trade centre, having an impact in its structure that have been studied since the big trade, but which remain to be clarified many aspects, such as the changes related to the scale of collación. This is what happens with local business, in which we will delve through the analysis of a commercial oriented collación, Santa Catalina, in need of reviewing the role that traditionally has awarded him, the local supply, marked by presence within its boundaries of the Alhóndiga building.

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And we will use two tax censuses from 1548 and 1554 kept in the Archivo Histórico Prinvincial de Sevilla, whose data outline the neighborhood while revealing its economic dynamics, showing the key aspects of the commercial fabric: its relative weight in the collación, its incidence in the urban fabric, its relationship with the productive-craft sector, level of specialization, the influence of the Alhóndiga and the importance of having a gateway to the city for its connection therewith. Keywords: census, market, Seville, historical demography, socioeconomic analysis

INTRODUCCIÓN: EL TRATO EN SANTA CATALINA

N

uestra noción de comercio es de raíz latina. El término se forma al añadir la preposición cum (“en compañía de”) al sustantivo merx, mercis (“mercancía”). De ahí commercium, cuyo significado no se limita a designar una relación de compraventa, sino que incluye “la comunicación y trato de unos con otros”1. En el siglo XVI, no obstante, el uso del vocablo comercio es poco habitual; de hecho, no aparece documentado hasta c. 1580 (si bien comerciar lo hace ya en 1544)2. Sea como fuere, para las gentes del Quinientos era una voz cuanto menos poco familiar, por lo que no debe extrañarnos que Covarrubias no la recoja en su Tesoro lexicográfico, donde sí encontramos por el contrario la mucho más cercana a la materia sustantiva original mercar: que “es comprar”3. Ésta nos señala de manera inmediata a la más habitual en la época tratar: “negociar comprando y vendiendo mercaderías”, donde hallamos de nuevo la relación entre compraventa y comunicación que ha llegado a nosotros, pues tratar también equivale a “tener conocimiento (…) y conversación” con otra persona4. Nos conviene entonces abandonar nuestros contemporáneos comercio y consumo, para introducirnos en un ámbito, el moderno, en el que el intercambio de bienes es determinado por el trato y el conocimiento entre personas y colectivos. En estas páginas no vamos a hablar (al menos no sólo) de la actividad comercial, sino que haremos lo posible por aprehender el trato de la sociedad sevillana del siglo XVI a través de la relación (comercial, productiva, habitacional) de los vecinos de una collación entre sí y con quienes los conectan con lo que sucede en el resto de la ciudad y en el mundo: los tratantes y mercaderes.

1. Entrada commercium, Raimundo De Miguel, Nuevo diccionario latino-español etimológico, Burgos, Aldecoa, 1998, p. 197. 2. Entrada comercio, Joan Coromines, Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, Madrid, Gredos, 2012, p. 141. 3. Entrada mercar, Sebastián de Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana o española, vol. II, Melchor Sánchez, Madrid, 1674, f. 108r. 4. Entrada tratar, Sebastián de Covarrubias, Tesoro de la lengua…, f. 194v.

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En esto consiste, en definitiva, la ciudad mercantil. Porque en la sociedad moderna el llamado gran comercio, el que desde Sevilla tanto se relaciona con América, no tiene ningún sentido desligado del pequeño comercio. Menos, si cabe, en un mundo en el que quienes comercian al por mayor con una ciudad se quedan a vivir en ella, procuran incorporarse a su red social y aspiran a participar de su gobierno. Estas colonias mercantiles, a menudo extranjeras, nutren a la sociedad de verdaderos especialistas: intermediadores de colectivos conocidos como tratantes, corredores (que hacen ‘correr’ la mercancía) o mercaderes (cuando su actividad está más claramente ligada a una materia, a un producto determinado). No encontraremos comerciantes en nuestros padrones. El mercado no es sino una cadena de trato, y el que trata en el siglo XVI normalmente no lo hace sólo sobre un asunto o un tipo de mercadería en particular. Va a ser más común, en cambio, que se relacione a esos especialistas con el entorno en el que desarrollan su labor: la lonja, la pescadería, etc. Y uno de estos lugares, en los que todo este mundo de intermediación adquiere forma de espacio construido, es la alhóndiga. Y la de Sevilla se halla en Santa Catalina. La alhóndiga del pan es el lugar en el que se centraliza el almacenaje y la venta de este bien de primera necesidad para la toda la ciudad. Pero es algo más que un edificio municipal: es la institución que regula y garantiza la redistribución del trigo, la cebada, la harina y el pan entre la población, especialmente durante las crisis de subsistencia. Institución que, como tal, cuenta con ordenanzas propias desde 1478, momento en el que culmina la fase de desarrollo institucional iniciada tras la conquista e impulsada especialmente en el siglo XV (tras la ampliación y reforma de la “casa de la alhóndiga” de 1402-1403). El sistema instalado entonces en la alhóndiga sevillana debió de funcionar muy bien, dada la fama adquirida por la misma en otros reinos5. A mediados del siglo XVI, probablemente la alhóndiga no sólo es “la casa diputada para que los forasteros que vienen a la comarca a vender trigo a la ciudad, lo metan allí”, sino que “también significa la que es para otras mercaderías”6. Esto nos habla de la importancia de este enclave como generador de una dinámica de trato en su entorno: la presencia constante de tratantes de trigo en la zona motivaría a pequeños vendedores y artesanos de la alimentación, y más tarde a otros comerciantes y artesanos, a instalar su negocio en las calles anexas a la alhóndiga. Así, la plaza de Santa Catalina y la calle Alhóndiga, convertidas en las vías económicamente más activas de la collación, al llegar 1548 presentan una diversidad profesional que trasciende con mucho la compraventa de pan, trigo, cebada y harina. Cuando la ciudad 5. Rowena Hernández-Múzquiz, “Pan y obras: la alhóndiga de Sevilla y las obras de 1402-1403”, Historia, Instituciones, Documentos 35 (2008), pp. 355-356. 6. Entrada alhondiga, Sebastián de Covarrubias, Tesoro de la lengua…, f. 33v.

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empieza a sentir el boom del comercio americano, Santa Catalina ya goza desde hace tiempo de una estructura comercial, artesanal y habitacional acorde con un lugar de mercado de primera categoría en Sevilla. Esto nos pone sobre la pista de cómo la cadena del intercambio, profesionalizada al nivel de los tratantes y los corredores, se transmite hacia fuera y, lo que nos interesa más ahora, hacia dentro de las ciudades, insertándose en la células mercantiles que conforman las collaciones. Se reproduce de este modo la dinámica de la ciudad mercantil en las calles de sus vecindarios, vinculándose el devenir de éstos con las tendencias de aquélla. Existe por lo tanto una relación entre la coyuntura urbana y los cambios demográficos, socioprofesionales, estamentales e, incluso, habitacionales de la collación a medio plazo. Y esto es lo que vamos a tener la oportunidad de constatar en el caso de Santa Catalina apoyándonos en dos padrones vecinales que cubren el decisivo periodo de 1548-1554. LAS FUENTES: OPORTUNIDADES Y LIMITACIONES Si consideramos nuestros padrones7 aptos para nuestros fines, se debe a que presentan ciertas peculiaridades. En primer lugar, que ambos son motivados por la recaudación de la moneda forera, correspondiéndose sus fechas con el ciclo habitual de cobro de este derecho real8. Esto, a priori, no supone un marchamo de veracidad. Antes al contrario: se ha puesto en duda la fiabilidad como fuente de estos listados de vecinos en los que nadie desea figurar, puesto que la presencia en ellos implica el abono de la tasa de turno. Hay por lo tanto un error implícito en la factura de estos documentos, cuyo alcance ignoramos, pero que, consideramos, no nos afecta demasiado, pues nuestro fin cuantitativo no es ofrecer las cifras totales de población de Santa Catalina, sino las cifras relativas de su trayectoria social, profesional y habitacional entre 1548 y 1554. De modo que lo que realmente necesitamos de nuestros padrones es que sean coherentes entre sí: que expongan el mismo tipo de información y que, de contener errores u omisiones, éstos sean de la misma naturaleza en ambos casos. La garantía de que esto se cumple proviene 7.  Padrón de vecinos de Santa Catalina, 1548, Archivo Histórico Provincial de Sevilla [AHPSe], Colección Celestino López Martínez, leg. 19883, cuaderno 94.45, f. 370-384. Padrón de vecinos de Santa Catalina, 1554, AHPSe, Colección Celestino López Martínez, sig. 19883, cuaderno 94.38, f. 987-998. 8. Pues no es exactamente un impuesto. Para conocer su significado y las implicaciones de su cobro: Ramón Carande, Carlos V y sus banqueros. II. La hacienda real de Castilla, Barcelona, Crítica, Junta de Castilla y León, 1987, pp. 356-358; Modesto Ulloa, La Hacienda Real de Castilla en el reinado de Felipe II, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1986, pp. 492-497; Miguel Á. Ladero Quesada, La Hacienda Real de Castilla 1369-1504, Madrid, Real Academia de la Historia, 2009, pp. 205 y 221.

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del hecho de que sendos documentos son obra de un mismo empadronador: Valerio Vázquez. El tal Valerio es monedero. Lo que quiere decir que, como ministro real, está exento del pago de la moneda forera9, luego desvinculado de unos fines impositivos que no le afectan. Es, además, residente en la collación, por lo que debe de conocer bien a sus convecinos. Nuestro monedero, asimismo, se muestra celoso de su trabajo, aportándonos tanto los datos de los vecinos pecheros como de los exentos, mostrándonos un panorama sociológico bastante completo del vecindario. El rigor de su labor parece confirmarse a la luz de los resultados ofrecidos por el cruce de los documentos: la coincidencia entre ambos es tal que nos permite incluso desentrañar sus recorridos por las calles y, a menudo, completar los datos de un padrón con los del otro. Aunque no todo son coincidencias. El periodo de tiempo es suficientemente amplio como para que gran parte del tejido social haya mudado en su transcurso, y para que, en 1554, el propio Valerio Vázquez haya olvidado algunos términos de su labor de 1548: como por ejemplo el nombre que usó para denominar las calles de la collación. Y es que el cruce de padrones muestra también la futilidad de las nominaciones durante el siglo XVI, que carecen de una fórmula fija (no sólo las calles; nombres y apellidos se escriben de manera diversa e incluso mudan por completo de una vez a otra). Por suerte, hemos podido, con ayuda del Diccionario Histórico de las calles de Sevilla (A. Collantes de Terán y otros), cazar prácticamente todo el viario. Pero, ¡cuántas coincidencias no nos habrán pasado desapercibidas por culpa de estos caprichosos cambios de nombre! A pesar de ello, la sistematización del proceso de empadronamiento, dada la época, es envidiable. Vázquez y su ayudante (que hay que decir que es distinto en cada caso) nos aportan el nombre, el apellido y la profesión de cada vecino de cada casa de cada calle de la collación. La noción de casa es aquí amplia: para nosotros sería edificio de viviendas, lo que abarca desde un palacio hasta un corral de vecinos. La labor de los empadronadores es tan pormenorizada que se puede reconstruir la estructura habitacional de estas calles. Lo que nos permite ubicar y relacionar a las familias entre sí (atendiendo a que cada vecino es, en principio, un cabeza de familia). Así pues, sin ánimo de entrar a considerar más situaciones que en los siguientes apartados serán abordadas convenientemente, podemos concluir el presente manifestando nuestra confianza en que la información de estos padrones es oportuna, y hasta privilegiada, para analizar el trato vecinal en

9.  Antonio Domínguez Ortiz, “La población del reino de Sevilla en 1534”, Cuadernos de Historia, Anexos de la Revista Hispania 7 (1977), p. 337; y Miguel Á. Ladero Quesada, La Hacienda Real…, pp. 212-213.

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Santa Catalina entre 1548 y 1554, y relacionarlo con las circunstancias por las que atraviesa Sevilla en dicho periodo. EL CONTEXTO DEMOGRÁFICO Según nuestros padrones, Santa Catalina cuenta con 597 vecinos en 1548 y alcanza los 790 en 155410. No es preciso realizar ninguna comparación demográfica para entender que un crecimiento del 32,3% en 6 años es, para los márgenes manejados en el régimen demográfico antiguo, un aumento poblacional muy acusado. Pero vayamos, no obstante, a los números de toda la ciudad para contextualizar estas cifras. Ya que disponemos de los datos vecinales de Sevilla y Santa Catalina para 1534 y 1561, proponemos establecer estos años como límites de un periodo-marco en el que medir las cuantías absolutas y las tasas de crecimiento relativo y de variación media anual de nuestras poblaciones: Tabla 1. Número de vecinos, tasa de crecimiento relativo y tasa de variación vecinal anual de Sevilla y de Santa Catalina para el periodo 1534-1561

Sevilla Santa Catalina

Vecinos en 1534

Vecinos en 1561

Crecimiento relativo 1534-61

Variación media anual 1534-61

9.082 11

19.131 12

110,7%

4,1%

368 13

706 14

91,8%

3,4%

11 12 13 14

10. Hay personas no contadas como vecinos que aparecen en estos padrones: gente dependiente en algún grado (familiares, mozos, aprendices) de los cabeza de familia. Los criterios de discriminación entre vecinos y no vecinos los analizamos más detenidamente en: Juan M. Castillo Rubio, “El tejido productivo en la Sevilla de mediados del XVI: un análisis demográfico y socioeconómico a partir de los padrones de moneda forera de las collaciones de Santa Catalina y San Román de 1548”, Historia y Genealogía (4 (2014), pp. 235-286). 11.  “Apéndice II. ‘Sumario general de los vezinos que ay en la cibdad de Sevilla e todas las otras cibdades e villas e lugares de su provincia’” en Antonio Domínguez Ortiz, “La población del reino…”, p. 351. Juan M. Carretero Zamora, La averiguación de la Corona de Castilla 1525-1540. Los pecheros y el dinero en la época de Carlos V. III, Valladolid, Junta de Castilla y León, 2008. 12. Francisco Morales Padrón, Historia de Sevilla. La ciudad del Quinientos, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1983, p. 65. 13.  “Cuadro núm. 1.- Vecinos de Sevilla, de 1384 a 1533, según los padrones del Archivo Municipal”, Antonio Collantes de Terán, Sevilla en la Baja Edad Media. La ciudad y sus hombres, Sevilla, Ayuntamiento de Sevilla, 1984, p. 25. 14.  “Tableau VIII: Recensement de 1561. La ‘population active’” en Jean Sentaurens, “Séville dans la seconde moitié du XVIe siècle: population et structures sociales. Le recensement de 1561”, Bulletin Hispanique 3-4 (1975), p. 360.

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Las cantidades se revelan coherentes: tanto Sevilla como Santa Catalina crecen hasta aproximadamente duplicar su población en los 27 años que transcurren de 1534 a 1561, aunque la collación presenta un ritmo un poco inferior al de la ciudad. En cambio, para el ciclo 1548-54, la tasa de variación media anual de Santa Catalina es de 5,4%. Es decir, supera con mucho el 3,4% del marco general 1534-61; lo que podría hablarnos de un repunte en el crecimiento hasta 1554 seguido de un descenso: nótese que mientras que en 1554 se alcanzan los 791 vecinos, en 1561 se contabilizan “sólo” 706. Pero esto no parece coherente con la tendencia de la ciudad, que continúa creciendo a buen ritmo al menos hasta 1565, fecha en la que alcanza los 21.803 vecinos15. ¿Qué está ocurriendo en Santa Catalina? Un análisis de la distribución de la población en el callejero de la collación en 1548 y 1554 arroja luz al respecto. Para llevarlo a cabo, hemos tenido que solventar el problema de que no todas las calles aparecen nombradas del mismo modo en ambos padrones. Pero dado que conocemos los recorridos de los empadronadores en cada año16, y numerosas permanencias entre los vecinos de uno y otro padrón (consideradas tales sólo cuando coinciden al menos tres de los cuatro datos que componen la terna nombre, apellido, profesión y dirección), hemos podido constatar que 167 de los 597 vecinos de 1548 (el 28%) continúa viviendo en Santa Catalina seis años después. Y aunque no siempre es posible establecer una relación calle a calle17, sí existe una correspondencia entre grupos de calles según la relación de la siguiente tabla:

15. Rafael M. Pérez García, “La población del Reino de Sevilla en 1571 y las consecuencias demográficas de la guerra de Granada”, Archivo Hispalense 279-281 (2009), p. 158. 16. Hemos podido identificar la mayor parte de las calles de la collación apoyándonos en el Plano de Pablo de Olavide de 1771, Real Academia de la Historia, colección: Departamento de Cartografía y Artes Gráfica, Sig: c-Atlas E, II, 17, nº de registro: 980; así como en Antonio Collantes de Terán, Jesús Cruz Villalón, Rogelio Reyes Cano y Salvador Rodríguez Becerra (dir.), Diccionario Histórico de las calles de Sevilla. 2 vol., Sevilla, Junta de Andalucía, Ayuntamiento de Sevilla, 1993. 17. Pues a veces lo que son dos calles en un padrón aparecen como una sola en el otro, y los corrales de vecinos no siempre se cuentan individualmente.

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Tabla 2. Distribución de vecinos de Santa Catalina por grupos de calles en 1548 y 1554 Grupo

Calle 1548

A B

Calle de las cinco plagas Calle del camello Calle del ospital de los herradores

Vecinos Calle 1554 1548 34 Calle de las çinco llagas 5 Calle del camello 64

C

E F

G

H

I

28

Calle que va a la puerta lonsario

9

Desde casa de Juan de los Pinos hasta el ospital de Santa Catalina

14

Los corrales

24

Total D: Casa del duque de Arcos Plaça de Santa Catalina desde el ofº de postigo   Total F: Calle a San Roman Calle que va de la plaça de Santa Catalina a San Roman Total G: Calle de Pero Dias de Herrera que va a San Marcos Calle de lalhondiga desde el ofº de postigo

83 5

En el corral de las doncellas Total C: Calle que va al valle de la plaça del duque Darcos Calle que va de la puerta de lonsario a los corrales del duque Desde la huerta del duque Darcos hasta la puerta del onsario Los corrales del duque Darcos Total D: Casa del duque Darcos

64

Plaça de Santa Catalina

56

64 6

Buelta a la plaça Total F: Calle que va a Sant Roman

18 74 24

21

Total G:

24

40

Calle que va a Sant Marcos

46

108

Calle de la alhondiga

11

Total C: Calle de la guerta del duque de Arcos

D

Calle de los herradores

Vecinos 1554 32 9

64 36

49 77 25 12

44 47 128 7

15

Placuela de lalhondiga

12

Total I:

120

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Buelta a la calle de la alhondiga de la calleja de la moreria Total I:

103 114

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Grupo J K

L

Calle 1548 Calle del horno de las calabaças Calle del horno de las sardinas Calle de Juan de las Cuevas Calle de Santa Ynes que va a cal de sardinas Total L:

Vecinos 1548

Calle 1554

Vecinos 1554

22

Calle del jurado Alonso Ruyz y moreria

24

8

En el corral de Burgos

23

35

Calle de Juan de las Cuevas hasta dar a calle sardinas

44

4 39

M

Calle de sardinas

52

N Ñ

Calle de peses

40

Total 1548:

597

Total L: De las Duenas a cal de sardinas Calle que va a las Duenas Barrio nuevo de la cruz Total 1554:

44 67 50 71 790

Vemos cómo la única “calle” que, figurando en uno los padrones (1554), no encuentra correspondencia en el otro es el “Barrio nuevo de la cruz”. Parece evidente que estamos ante una reciente adición a la collación. No hemos podido localizar su enclave, pero probablemente estaba extramuros, junto a la Puerta del Osario, por lo que se trataría de un arrabal de reciente creación, añadido a nuestra collación antes de tener la entidad suficiente para ser considerado como tal por sí mismo. En estos años de crecimiento de Sevilla, este fenómeno se vuelve común, incorporándose progresivamente nuevas collaciones a las 27 existentes en este momento18. De este modo, el “barrio nuevo” absorbe buena parte del crecimiento de Santa Catalina en los seis años analizados. Concretamente, el 36,6%. Por lo que el crecimiento natural de la collación resulta en realidad bastante menor: 119 vecinos. Lo que sitúa la tasa de crecimiento relativo para 1548-1554 en un 3,4%: exactamente la misma que la del periodo marco 1534-61 (Tabla 1). Igualmente, la bajada vecinal de 790 vecinos en 1554 a 707 en 1561 puede tener mucho que ver con el hecho de que el “Barrio nuevo de la cruz” ya no se cuente como parte de Santa Catalina en la segunda fecha: un descenso de 719 a 707 parece adecuarse mejor al fenómeno de estabilización que estamos esbozando para la urbe hispalense en esos años, y se corresponde además con las estimaciones historiográficas tradicionales19: un espectacular crecimiento 18. Francisco Morales Padrón, Historia de Sevilla…, pp. 26-27. 19. Recopiladas y expuestas sencillamente por Ruth Pike, Aristócratas y comerciantes, Barcelona, Ariel, 1978, pp. 13-29.

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durante los dos primeros tercios del XVI, relacionado con el desarrollo del comercio americano, especialmente intenso durante los años 30, cuando se salta de las islas caribeñas al continente; que a mediados de los 60 empezaría a refrenarse, e incluso a tornarse negativo en aquellas zonas que habían absorbido la mayor parte de este primer crecimiento, como la propia Santa Catalina, donde ya se nota este efecto en 1561. LA ESTRUCTURA PROFESIONAL Aparecen en nuestros padrones tantas personas sin profesión (casi el 40%) que cualquiera diría que el empadronador sigue un criterio caprichoso para decidir quién es identificado por su oficio y quién no. Pero esta sensación, que se diría común a los padrones del XVI, parece que en el caso de Santa Catalina es tan sólo eso, una sensación: si uno analiza detenidamente los datos advierte que el conocimiento de su situación profesional alcanza el 86% para 1548 y hasta el 90% para 1554. Y es que no podemos olvidar que en el Antiguo Régimen una gran parte de la población está estructuralmente desocupada: la nobleza (aunque en algunos casos sus miembros ejercen de ministros reales, nobiliarios o municipales); las viudas (alguna de las cuales sí trabaja, en cuyo caso se especifica su profesión en el padrón); las casadas cuyos maridos están ausentes (pero que dependen de ellos); los incapaces (enfermos, tullidos, ancianos, que no pueden trabajar); y los pobres (que figuran como tales sólo si son mantenidos de caridad20). De este modo, los vecinos desocupados suponen el 26,6% del total en 1548 y hasta el 28% en 1554. Aunque ignoramos en qué proporción, gran parte de éstos carece de ingresos y vive rallando una pobreza que debe ser más amplia de la que nombran los padrones: se evita acudir a una caridad vergonzante; y, quien lo hace, lo oculta. Y todo ello en una collación artesanal y comercial relativamente rica, como muestra el hecho de que las clases privilegiadas supongan sólo el 3,7% de los vecinos de 1548 y su presencia caiga hasta el 1,6% en 1554. En cuanto a la población ocupada, hemos distribuido a los profesionales de las 153 profesiones registradas en 9 sectores con el siguiente resultado:

20. Como confirma el empadronador en 1554: “En los que al margen dize que son pobres son los tantos que les dan limosnas”. Padrón de vecinos de Santa Catalina, 1554, AHPSe, Colección Celestino López Martínez, leg. 19883, cuaderno 94.38, f. 998rv.

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Tabla 3. Distribución de los vecinos de Santa Catalina en sectores profesionales en 1548 y 1554 1548

Sector Total

1554

%

Total

%

Total

7

2,0%

2

1,4%

Alimentación

21

5,9%

28

5,7%

De artes y artistas

6

1,7%

6

1,2%

Agropecuario

De cuero, madera, etc.

35

9,9%

60

12,3%

De lujo

3

0,8%

3

0,6%

Del metal

20

5,7%

33

6,8%

Textil

42

11,9%

47

9,6%

Total artesanado

92

36,0%

138

36,3%

Clero

18

5,1%

5

1,0%

Comercio

72

20,4%

99

20,3%

Construcción

7

2,0%

11

2,3%

Hostelería

15

4,2%

14

2,9%

Ministro reales, concejiles, nobiliarios

31

8,8%

34

7,0%

Profesionales liberales

21

5,9%

26

5,3%

Servicios

55

15,6%

115

23,6%

Artesanado

De este modo, podemos obtener un primer valor del peso del comercio en nuestra collación, que se mantiene en unas cifras estables en el periodo 1548-54, aglutinando algo más del 20% de la actividad económica. Pero para ser fieles a nuestros propios planteamientos, para conocer la función del trato en esta sociedad, es menester realizar otro tipo de clasificación profesional. Los anteriores sectores contienen en sí muchas profesiones que de una u otra manera participan de la cadena de circulación de bienes, comprando o recibiendo materiales o productos que, una vez transformados, se venden a los usuarios o a nuevos vendedores/transformadores. Encontramos de este modo profesiones relacionadas con el trato no sólo en el denominado sector comercial, sino también en el agropecuario, entre algunos profesionales liberales y fundamentalmente en el artesanado. Así vistas, hasta 70 de las 153 profesiones participan en el mercado local, reuniendo al 54,1% de la población ocupada en 1548 y al 54,7% en 1554 (de nuevo, valores estables). Para comprender mejor cómo funciona y hasta dónde llega esta cadena de trato en Santa Catalina, hemos distribuido las profesiones que participan de ella en tres tipos, obteniendo los siguientes resultados:

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Tabla 4. Distribución de los vecinos de Santa Catalina por tipo de actividad comercial para 1548 y 1554 Tipo de actividad comercial Intermediación de mercaderías

Venta al por menor de mercaderías

Venta al por menor de productos propios

Sectores profesionales que la nutren

1548

1554

Total

%

Total

%

Comercio

11

5,8%

26

9,7%

Comercio

61

31,9%

73

27,3%

Profesionales liberales

3

1,6%

3

1,1%

Total actividad

64

33,5%

76

28,5%

Agropecuario

6

3,1%

7

2,6%

Artesanado alimentación

9

4,7%

18

6,7%

Artesanado de artes

1

0,5%

1

0,4%

Artesanado cuero, madera, etc.

35

18,3%

60

22,5%

Artesanado lujo

3

1,6%

3

1,1%

Artesanado metal

20

10,5%

33

12,4%

Artesanado textil

42

22,0%

43

16,1%

Total actividad

116

60,7%

165

61,8%

Podemos observar cómo en el transcurso de los seis años que van de 1548 a 1554 ninguna actividad comercial decrece en términos absolutos. Destaca el peso ganado por la de intermediación, a pesar de su especificidad sociológica (se compone sólo de tres profesiones: tratantes, corredores y mercaderes). Lo que se produce a costa de la venta al por menor de mercaderías, puesto que la de productos transformados también crece (aunque más moderadamente) de la mano de un artesanado que se muestra bastante competitivo. Es importante señalar el modo en que la actividad industrial local se está beneficiando de la pujanza comercial sevillana. Santa Catalina no es una collación en la que se perciba una especialización artesanal demasiado acusada: en la Tabla 3 se denota que los artesanos se dedican sobre todo, y aproximadamente en la misma proporción, a la fabricación y venta de utillaje cotidiano en metal, cuero, madera y textil (lo que más hay son zapateros y caldereros, ÍNDICE

EL MERCADO LOCAL DE SEVILLA A MEDIADOS DEL SIGLO XVI A TRAVÉS DEL TEJIDO LABORAL Y URBANO DE UNA COLLACIÓN CON VOCACIÓN COMERCIAL

muchos de éstos, por cierto, franceses). Lo que nos lleva a pensar que lo que se está potenciando con la activación del mercado, antes que la inversión industrial, productiva o financiera, es el consumo y la mejora en el modo de vida de la clase comercial, que crece bastante, pero que sobre todo medra notablemente. El crecimiento de 8 puntos en el sector servicios (compuesto principalmente por criados y personas que alquilan su fuerza de trabajo) a pesar de que la nobleza, el clero y las “clases medias letradas” (profesionales liberales y agentes de las distintas administraciones) parecen estar abandonando el barrio, invita a pensar en este sentido. LA ESTRUCTURA HABITACIONAL Parece que no se está produciendo una transformación, un desarrollo cualitativo en el tejido económico de Santa Catalina cuando ya se están empezando a encarar los últimos años de crecimiento cuantitativo. Y este crecimiento sin desarrollo se denota también en la forma en que la población se distribuye dentro de la collación. En 1548 casi el 31% de los vecinos mora y trabaja en la calle Alhóndiga y la plaza de Santa Catalina, ambas abiertas hacia la plaza donde se ubica la casa de la alhóndiga. Éstas son las vías en las que se concentra el comercio, especializándose la primera en el artesanado (el 48,4% vive aquí), y la segunda en la venta al por menor de mercaderías (acaparando el 42,2% de la misma; a lo que hay que sumar una notable presencia de hosteleros). A éstas les siguen las vías que conectan directamente la alhóndiga y las distintas plazas (donde se organizaban mercados periódicos) con la Puerta del Osario, calles con cierta entidad por las que circulaban los carros; aunque hay que decir que el trigo y el pan, si bien salían por allí, entraban por las puertas de la Macarena, de Carmona y de Triana (cuando venía por mar)21. Pasamos a 1554. Y vemos que, a pesar de no producirse un cambio sustancial en la proporción de artesanos y de vendedores al por menor en el barrio, en cambio sí que varía la distribución de los mismos: ahora sólo el 26,6% del artesanado reside en la calle Alhóndiga, y un 38,2% de los vendedores lo hace en la plaza de Santa Catalina. Los que siguen instalados en estos espacios son básicamente los mismos que seis años atrás. Pero ahora hay además muchos otros artesanos y vendedores repartidos aquí y allá por las calles de su entorno. Pero atención: mientras que la estructura habitacional que presentan la calle Alhóndiga y la plaza de Santa Catalina es adecuada para la actividad productiva y comercial: un caserío compuesto por la yuxtaposición de viviendas unifamiliares con taller/tienda en planta baja y vivienda en planta

21.  Antonio J. Albardonedo Freire, El Urbanismo de Sevilla durante el reinado de Felipe II, Sevilla, Guadalquivir, 2002, pp. 122-123.

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Juan Manuel Castillo Rubio  -  Universidad de Sevilla

primera, como refleja perfectamente el padrón22; en cambio, en el resto de la collación predominan las viviendas plurifamiliares, mucho menos aptas para desarrollar en ellas estos trabajos. Si nos fijamos en los datos poblacionales por calle, donde más crece la población entre 1548 y 1554 es en aquellos lugares donde hay corrales de vecinos. Especialmente en los grupos D y K (Tabla 2): el primero vive un crecimiento del 54,2% y el segundo nada menos que del 187,5%, muy por encima del de la collación. Ambos, en efecto, ganan peso relativo en las cifras demográficas del vecindario. Pero no suponen una aportación artesanal y comercial al mismo. Las personas que se están empezando a hacinar en estos recintos (hay casas en las que viven hasta 15 familias) se dedican sobre todo al sector servicios. En definitiva, entre 1548 y 1554, en una coyuntura aún muy favorable para Sevilla, cuando en Santa Catalina ha crecido el número de intermediarios comerciales (hay un 136,4% más), que ya no sólo viven en las calles que rodean a la alhóndiga, sino que se han repartido por las vías ricas (y algunas no tan ricas) de la collación; en este periodo, decimos, no aumentan los artesanos y los comerciantes, que tampoco parecen mejorar su situación, pues aquellos que podemos considerar bien posicionados siguen siendo los mismos que seis años atrás. Como tampoco se registra diversificación y especialización en las actividades. Mientras que el gran aporte poblacional del ciclo es realizado por trabajadores no cualificados, que viven en condiciones muy humildes. Esto concuerda perfectamente con el aumento de la pobreza y la desocupación que vimos unas líneas más arriba. CONCLUSIONES En resumen, el periodo de 1548 a 1554, que para Sevilla supone un auge del comercio americano y un aumento en la llegada de riquezas, se caracteriza en Santa Catalina por ser próspero sólo para los tratantes, los corredores y los mercaderes; para el resto, es un tiempo de estancamiento e incluso empeoramiento de sus condiciones de vida. Pero Santa Catalina sólo es una collación. Y aunque su comportamiento es sin duda significativo para el estudio de la dinámica del mercado local, el desconocimiento acerca del de otras collaciones sevillanas igualmente representativas, y alguna incluso más populosa, como Triana, San Salvador o San Lorenzo, limita la aplicación de las conclusiones de este estudio a la generalidad de la ciudad. 22. El empadronador señala cuándo las familias comparten casa con la fórmula “en esta casa vive también…”; esto ocurre con poca frecuencia en la plaza de Santa Catalina y, menos aún, en la calle Alhóndiga.

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Dicho lo cual, y a la espera de poder establecer dichas comparaciones, creemos que, si para algo sirve a esa lectura general la salida a la luz de los números de Santa Catalina, es para corroborar que las visiones de ciudad sólo pueden llegar a entenderse cuando se convierten en visiones de vecindario. Por una razón muy sencilla: porque los números fríos de Morales Padrón, Pike o Domínguez Ortiz, cuando se los refiere a los vecinos de una collación, entonces adquieren nombre, apellidos, profesión y hasta casa. No es lo mismo establecer las etapas de crecimiento demográfico y desarrollo económico de Sevilla, que bajar a uno de sus barrios y ver que hay más comerciantes, que la población crece, pero que los corrales de vecinos están hasta los topes en 1554 y la pobreza no hace más que aumentar. No es lo mismo contabilizar la riqueza que llega a la Casa de Contratación, que corroborar que en el próspero entorno de la alhóndiga del pan la diversificación laboral se ha estancado unos años antes de que lo haga el propio crecimiento poblacional. No es lo mismo enumerar los materiales que entran por el Puerto de Indias, que acercarse a las casas de los artesanos que los transforman, apiñadas unas al lado de otras y repletas de mozos y oficiales; tan prósperas y a la vez tan frágiles por depender tanto de esa cadena de trato de la que ellos sólo son un eslabón y que, sin ser conscientes, les une con América y con el destino de su flota. No es lo mismo identificar a las colonias de tratantes, que atestiguar que están sustituyendo a la nobleza y al clero como élite de los vecindarios comerciales de la ciudad. No es lo mismo denunciar que en Sevilla permaneció muy poca de la muchísima riqueza que llegó, que presenciar cómo quienes se lucran de verdad con esa comunicación de bienes no están haciendo demasiado para invertir sus ganancias en el lugar donde moran; para procurar un cambio cualitativo que sustituya a la limitada inercia cuantitativa de una collación a la que no paran de llegar trabajadores sin encontrar un ámbito industrial que los acoja. Todo ello sólo podemos asegurarlo para la gente de Santa Catalina, pero sin duda nos dice mucho sobre Sevilla. Y lo dice de una manera distinta; y necesaria.

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