El mensaje Nayib Bukele, provocación política y rebeldía institucional

June 7, 2017 | Autor: M. Cantarero Vásquez | Categoría: Comunicación Polìtica
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El mensaje Nayib Bukele, provocación política y rebeldía institucional Por Mario Alfredo Cantarero

Estoy sorprendido con los últimos acontecimientos en el ámbito de la comunicación política, ocurridos el pasado 17 de febrero. Ante los señalamientos de la Fiscalía General de la República por el involucramiento del actual alcalde de San Salvador en cuatro delitos, violación a los derechos de autor y derechos conexos, violación a los distintivos comerciales, falsedad material y agrupaciones ilícitas, el FMLN, en apoyo a su candidato presidencial, responde con un acto de provocación frente a dicha institución, en un arriesgado desafío a la institucionalidad democrática de nuestro país. En la dinámica de polarización política que se vive en el país, leo en los hechos una demostración de fuerza del FMLN con el apoyo político al alcalde Nayib Bukele. Es una aventurada decisión, al tratar de aprovechar el hecho judicial en un acto de comunicación política, en el marco de los repiques de campaña para las presidenciales del 2018, no cabe duda. Como muchos analistas ya lo han señalado, dicho aprovechamiento se justifica, en el ámbito del derecho que tiene el alcalde de promoverse políticamente, con la creación de eventos para ganar adhesiones y simpatías políticas, en una orquestada campaña, de cara a las elecciones presidenciales del 2018, en la que se visualiza la osadía y rebeldía juvenil como concepto guía. No obstante, la pensada de los estrategas políticos del frente, con la actitud mostrada en el evento de rebeldía y provocación, lleva estampada la soberbia y prepotencia, con la movilización de la militancia del Partido Comunista, en contra de dos medios de comunicación social, y una muestra de desacato en contra de la institucionalidad democrática del país, al retar al fiscal general, en una arenga irrespetuosa de la legalidad.

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Incitación a la violencia contra los medios Esta actitud de irreverencia a la institucionalidad es muy delicada, porque, más allá de la demostración de fuerza, lleva a la potenciación de la polarización absurda que en nada favorece el desarrollo de una comunicación política eficaz, en la dinámica democrática, sino que justifica los actos punibles como el delito cibernético en contra de la Prensa Gráfica y el Diario de Hoy, y, además, posibilita actos de violencia en contra de medios de comunicación social. Incluso pone en riesgo la libertad de información periodística, en el país, porque se pone en peligro la vida y el ejercicio periodístico. Al responsabilizar a los dos grandes medios impresos en actos públicos como los responsables de campañas en su contra, está dando banderillazos para que las pandillas de fanáticos los ataquen, por el simple hecho de que hacen su trabajo informativo al describir los hechos en que el alcalde está involucrado. Como muestra un botón, dos días después del evento protagonizado del alcalde, un grupo de veteranos de Federación de Asociaciones de Veteranos Revolucionarios Salvadoreños del FMLN (FAVERSAL) y Asociación de Veteranos de la Fuerza Armada (AVEFAES) llegaron con acciones agresivas, frente a las instalaciones de La Prensa Gráfica en Santa Elena, en Antiguo Cuscatlán.

Suicidio comunicacional con mensajes equivocados Al ubicar esta acción comunicativa del partido en el gobierno en el contexto político, se infiere un error de cálculo comunicativo y político al tratar de intimidar o amedrentar a la Fiscalía General de la República (FGR), con un mitin político al que convocó él y el FMLN, en el que hizo arengas “virulentas” y con las que quiso “imponer una agenda” al fiscal general de la República, Douglas Meléndez, sobre qué es lo que sí tiene que investigar y qué o a quién no. Más allá de los fieles discípulos de a este partido político que siempre alaban el discurso y acatan las órdenes de su dirigencia, la mayoría de salvadoreños lee este 2

acto propagandístico como una acción confrontativa, un acto imprudente que connota un desatino político, que poco o nada abona a la solución de los graves problemas estructurales y coyunturales que minan diariamente la vida de todos los salvadoreños pobres. En este sentido, tal como lo manifiestan muchos analistas políticos, este acto causó más pérdidas que ganancias en el ámbito político, que alejan del objetivo de las aspiraciones políticas del partido de izquierda en general y del alcalde en particular. En el ámbito político, el evento de rebeldía del alcalde se constituye en acto en contra de la institucionalidad democrática de nuestro país. En este escenario preocupa a muchos sectores de la población, este espectáculo montado frente a la Fiscalía. Es más, esto hay que contextualizarlo, en una constante del comportamiento político del gobierno actual con respecto a las instituciones democráticas. Se trata de un perenne acoso y desprestigio a dichas instituciones, que en su trabajo demuestran apego al mandato de nuestra constitución. En esta línea de acción, se encuentran, entre otras, la búsqueda por amarrar las manos a la sección de probidad de la Corte Suprema de Justicia, las arremetidas arengas del gobierno contra los magistrados de la Sala de lo Constitucional y el orquestado impulso por aprobar una inconsulta reforma al sistema de pensiones. A este paso, con esa ristra de abusos antidemocráticos, atropellan los derechos de los ciudadanos, que ven con atención esa cadena de autoritarismos, aberraciones y arbitrariedades que sólo evidencian incapacidad administrativa y una desconsideración hacia los intereses de la ciudadanía en general.

En la quema de aspiraciones políticas

Al tratar de entender las motivaciones de ese apoyo del FMLN al acto de rebeldía del alcalde ante el orden democrático, y reconociendo la manera en que se juega a la política en El Salvador, especialmente por la identidad del grupo que actualmente

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dirige a ese partido político, todo parece indicar que la estrategia del FMLN pretende desgastar las aspiraciones del alcalde rebelde. Al parecer es un acto de protocolo y etiqueta político, con sentimiento hipócrita, con apariencia de apoyo político, pero con miras a pasarles todas facturas al alcalde, por no seguir la “línea” política del partido y no hacerles reverencia a los designios de los sesudos comandantes. Lo “infalible” dirigencia del antiguo PCS (Partido Comunista Salvadoreño) nunca ha aceptado, acepta o aceptará opiniones y actitudes políticas diferentes o disidentes entre sus seguidores. Acostumbran alinear a su gente en una misma dirección y en una misma acción, para conseguir sus metas. Si no se alinean se expulsan o se queman, para restarle espacios y oportunidades o anularlos de una vez por todas. Desde la perspectiva electoral, no hay razón técnica para apoyar un acto de irreverencia contra el estado de la legalidad en el país, sabiendo que la experiencia de esta actitud de soberbia del partido oficial no le ha traído ganancias políticas, sino pérdidas significativas, al grado de que su triunfo en las elecciones recién estuvo en riesgo.

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