El Medio Oriente y el impacto de la construcción mediática de las relaciones internacionales en los “nativos tecnológicos”

July 17, 2017 | Autor: A. Rodríguez Soler | Categoría: History, International Relations, Mass media, Redes Sociais
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Descripción

El Medio Oriente y el impacto de la construcción mediática de las relaciones internacionales en los “nativos tecnológicos”. Autores1: MsC Angel Rodríguez Soler MsC Sunamis Fabelo Concepción RESUMEN: La construcción mediática de los conceptos es uno de los objetivos fundamentales de las TICs. Obviamente los medios occidentales tienen el control de los flujos de información a través de los cuales construyen los relatos en función de sus intereses. Es evidente que el encargo de las TICs en ese sentido sobrepasa el plano social o económico para engranar con el sistema político y construir desde ahí los diferentes enfoques que se le dan a las relaciones internacionales. En este caso, la construcción mediática del Medio Oriente y del Islam, es uno de los ejemplos más claros y polémicos, sobre todo a partir del 11 de septiembre del 2001, el inicio de la “cruzada contra el terrorismo”, enfocada fundamentalmente contra el mundo islámico y más recientemente en lo referido a la construcción del concepto de “Primavera Árabe”. En este trabajo se analizan de manera general estos procesos de construcción mediática a partir de series televisivas, videojuegos, redes sociales, considerando estas experiencias cotidianas un punto de partida importante para evaluar cómo desde la construcción de los conceptos mediáticos se reproducen y hegemonizan los imaginarios populares a través de las audiencias emergentes que significan los “nativos tecnológicos”.

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Angel Rodríguez Soler: Msc. Historia Contemporánea y Relaciones Internacionales y Licenciado en Historia. Profesor e Investigador de la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI). [email protected]; [email protected] Sunamis Fabelo Concepción: Msc. Historia Contemporánea y Relaciones Internacionales y Licenciada en Filosofía. Profesora e Investigadora del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI). [email protected]; [email protected]

La construcción mediática del Islam: Premisas teóricas e históricas Medio Oriente ha sido un concepto construido a través de la evolución de la propia historia geopolítica de esa región contada por Occidente. En este sentido, el profesor de la Universidad de la Habana, Dr. Reinaldo Sánchez Porro, en su libro “Aproximaciones a la Historia del Medio Oriente”, plantea que “el problema palestino, la expansión y colonización israelí, la revolución iraní, el despertar de los chiitas, las guerras del Golfo (1980-1988 y 1990-1991), la cuestión libanesa, el flujo de millones de petrodólares, los millones de trabajadores emigrantes, el fantasma islamista, no del islam, concretado en el fenómeno Talibán y sus similares, el hegemonismo occidental y particularmente norteamericano evidente desde las doctrinas Truman (1947) y Eisenhower (1951) hasta las guerras locales de la dinastía Bush contra Irak (1991…) y Afganistán (2001), la impunidad de Israel bajo la protección de Estados Unidos, son todos temas contemporáneos del área que merecen mayor estudio y sin lugar a dudas constituyen la concepción actual de Medio Oriente.”2 A partir de todos estos elementos se ha ido construyendo la representación social del Medio Oriente. Estos relatos se han difundido, entre otros elementos, a partir de los medios de difusión masiva. En ese sentido, las agencias de información han tenido un papel fundamental. El surgimiento de las agencias de la información en el siglo XIX, en principio se convirtió en un gran negocio; debe tenerse en cuenta que las mismas estaban al amparo del desarrollo industrial de las telecomunicaciones como el telégrafo y el transporte como el ferrocarril. En ese sentido, el profesor de Agencias de Información de la Universidad Complutense de Madrid, Fernando Peinado, explica como la incapacidad económica de los periódicos para llevar corresponsales por todo el mundo, la contrarrestaron las agencias con la rentabilidad de información que demandaban las metrópolis sobre sus colonias. Por ello las primeras agencias informativas surgieron al amparo de los grandes imperios como Havas, posteriormente France Presse en Francia y Reuters en el Imperio Británico. 2

Sánchez Porro, Reinaldo. Aproximaciones a la Historia del Medio Oriente. Editorial Félix Varela, La Habana, 2004.

Por otra parte, la periodista y profesora de la Universidad de Valencia, Dolores Bañón comenta la falta de interlocutores árabes a la hora de construir la información por haber sido tradicionalmente los países árabes y musulmanes antiguas colonias en donde la mayor parte de la información era fabricada por los corresponsales de las agencias anteriormente citadas. De manera que, históricamente las agencias informativas han seguido informando casi con los mismos métodos sin casi tener en cuenta la opinión y la voz de los musulmanes, considerados como culturalmente no racionales. El casi monopolio de las agencias de información por parte de las noticias internacionales ha hecho que la mayoría de los contenidos acerca del Islam sean originarios de los periodistas y redactores que trabajan en estos medios de comunicación. Dolores Bañón explica que casi el 60 % de las informaciones que circulan por las agencias de información son provenientes del mundo anglosajón y más especialmente de los Estados Unidos de América. Esta circunstancia hace que la mayoría de las noticias que llegan y han llegado a los medios de comunicación occidentales respondan a los intereses geoestratégicos y económicos que rodean al país anglosajón como han podido ser la mayoría de informaciones que hablan de los conflictos militares en el Golfo o el terrorista integrista islámico. Los grandes medios de comunicación y en especial las televisiones, donde la condensación y concisión es una característica fundamental a la hora de trasmitir la información optan por ofrecer aquellos contenidos que para ellos son prioritarios para explicar el mundo y ofrecerlo a unas audiencias que reclaman unos contenidos que les satisfagan en vez de una información que busque más en profundidad de la sociedad islámica. Es la llamada teoría de la agenda setting3 formulada en los años 70 por

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La Teoría de la Agenda Setting se refiere a como los medios influyen en el público directa o indirectamente, no en las opiniones o dictámenes que estos enuncian; sino procurando la relevancia o el espacio informativo a temas o cuestiones que los medios eligen. El principio de esta teoría son la capacidad de los mass-media para graduar la importancia de la información que se va a difundir, dándole un orden de prioridad para obtener mayor audiencia, impacto y una determinada conciencia sobre la noticia, y la inclusión o exclusión de determinados temas.

McCombs y Shaw, la cual dice que los medios de comunicación de masas determinan los temas que van a influir en la población y formar una opinión pública. Como hemos dicho los Estados Unidos y las agencias controlan la mayor parte de la información internacional lo que ha llevado a relacionar la agenda común de los medios al islam con la violencia y el integrismo influido por los grandes temas mediáticos que han rodeado a Norteamérica como han sido los conflictos del Golfo, Afganistán y Medio Oriente en general. Dolores Bañón señala que esta agenda común deshumaniza al ser humano, más concretamente al musulmán para dotarlo de esa aureola irracionalista y violenta y adaptarlo a la realidad de los intereses que persigue Estados Unidos en la actualidad. Subraya que en los últimos tiempos algunos medios habrían conseguido tener corresponsales en estos países islámicos que más allá de esta informaciones oficialistas habrían tratado de estudiar más a fondo el contexto social y cultural de los musulmanes para explicar de una manera rigurosa y racional el por qué de la realidad árabe e islámica sin caer en los tópicos de retraso humanístico ni incivilización. Con la crisis económica parece que esta situación habría vuelto a los orígenes. La construcción de las relaciones internacionales desde las TICs o lo que acontece en el mundo de los nativos tecnológicos Un punto importante para entender los efectos de la gran difusión de informaciones en la construcción mediática son los nativos tecnológicos. Cuando se habla de nativos tecnológicos o digitales, se está haciendo referencia a los jóvenes del siglo XXI, ya que se trata de esa generación que ha nacido en la era de internet, de las redes sociales. Esta perspectiva se combina con aquella que para el caso de los jóvenes habla de una generación marcada por la apatía, el sin sentido y la carencia de utopías. Sin embargo, en sus manos está el dominio y de hecho el desarrollo de los nuevos espacios de la cotidianidad que se están desplegando en el ciberespacio, esa segunda realidad que trasciende a la realidad física de la cual son los jóvenes el sujeto fundamental. Están habituados como consumidores y usuarios a la utilización extensiva e intensiva de los últimos adelantos tecnológicos, no por obligación, sino por puro convencimiento y

por una necesidad vital absoluta. Podría decirse que ni siquiera perciben estas herramientas digitales como tecnologías en sentido estricto, sino como una forma natural de socialización, comunicación y aprendizaje. En definitiva, la forma de vida de su generación. Quizás lo más relevante ahora es que los nativos tecnológicos o digitales forman parte de la primera generación de estudiantes universitarios que tiene esta característica innata, lo cual les confiere, a priori, una posición social de preeminencia en el escenario general. Frente a esos “nativos”, la mayor parte de las veces se encuentra un profesorado o una “dirección” en general “inmigrante digital”, caracterizado por un uso adquirido o “aprendido” de las TICs, casi siempre por razones de supervivencia o de adaptación a un nuevo entorno. Las diferencias entre “nativos” e “inmigrantes” digitales pueden plantear disímiles situaciones de solución más o menos compleja, todas ellas como fuentes de una potencial brecha cognitiva que excede lo que sería una brecha puramente generacional. Sin embargo, estos mismos jóvenes del siglo XXI, “nativos”, son los niños del colapso del socialismo, son los hijos de una época de crisis de la subjetividad, de los grandes paradigmas sociales del siglo XX, en medio de ello crecieron. Hoy las juventudes tienen como huella de nacimiento el neoliberalismo. Los jóvenes no se pueden explicar sin las reformas sociales y económicas iniciadas en la década de los años ochenta, que han conseguido que gran parte de la población total de la región viva en pobreza económica, sin acceso a los bienes sociales básicos. Esta perspectiva se combina con aquella que para el caso de los jóvenes o nativos tecnológicos habla de una Generación X marcada por la apatía, el sin sentido y la carencia de utopías. Si los movimientos estudiantiles fueron durante décadas, la expresión privilegiada de la participación juvenil, con demandas sobre las condiciones de la educación y de la democratización de los órganos de gobierno; girando posteriormente a la participación barrial en organizaciones urbano-populares, en consejos juveniles y en una variedad de

colectivos que demandaban espacios culturales; hoy desde las redes, sin una conciencia de clase o de participación política, miles de usuarios activos están coexistiendo y construyendo el escenario político y el imaginario popular. Rossana Reguillo señala como características de las culturas juveniles actuales, que el barrio ha dejado de ser el epicentro del mundo, adquiriendo una conciencia planetaria y una vocación internacionalista, a pesar de lo cual estos jóvenes priorizan los pequeños espacios de la vida cotidiana como trincheras para impulsar la transformación global. Es evidente que estos jóvenes no se sienten atraídos por estructuras verticales como las que tradicionalmente han existido para participar de la política. No les interesa ser un militante o afiliado más que pierde su individualidad en la masa. Por ello, la participación juvenil se expresa hoy día en pequeños colectivos y grupos y, muy claramente en acciones diversas en las que se participa de manera individual y efímera. Las viejas discusiones sobre la representatividad vertical, propia del modelo piramidal de organización son sustituidas por otras preocupaciones propias de las redes horizontales. Las redes que los jóvenes crean buscan fungir como facilitadoras y no como centralizadoras, por lo que definen su identidad como espacios democráticos de vinculación; en cuanto a su autonomía les interesa no ser hegemonizadas por grupos particulares, por lo que rechazan los comités ejecutivos, direcciones, etc., y en su lugar crean pequeñas coordinaciones que se relevan y que no pueden asumir la representación de todos. En ese sentido, el ciberactivismo ha devenido en una práctica muy oportuna si se tienen en cuenta que estos jóvenes son nativos tecnológicos. Se trata de la utilización de un conjunto de técnicas y tecnologías de la comunicación como teléfonos móviles, blogs, correo electrónico o redes sociales organizando, movilizando y sirviendo de inspiración a comunidades online cuyo objetivo es poner en marcha procesos de acción y toma de posición social. El Informe Mundial de Naciones Unidas sobre la Juventud 2005 reconoce que “un factor que parece contrarrestar el declive en la participación tradicional y cívica de los jóvenes son las actividades basadas en la Internet relacionadas con causas cívicas y

políticas...” “…las tecnologías de la información y las comunicaciones están creando nuevas formas de “ciberparticipación” que abren cauces de participación creativos, abiertos y no jerárquicos. Internet es un nuevo espacio de ejercicio de la ciudadanía. Jóvenes y adolescentes están creando un mundo en el que todos pueden entrar, sin privilegios o prejuicios debidos a la raza, el poder económico, la fuerza militar, o el lugar de nacimiento, estará naciendo una nueva clase social, un mundo donde puedan expresar sus creencias, sin importar lo singulares que sean, sin miedo a ser coaccionados, al silencio o el conformismo” (Declaración de independencia del ciberespacio). Orgánicamente con este escenario funcionan otros elementos del consumo cultural de estos jóvenes. Po ejemplo, La televisión y los videojuegos que al estar imbricados con internet son cada vez más interactivos. De manera que películas, series, shows, videojuegos, música, etc, son cada vez elementos de agrupación que unen a los usuarios que los comparten. Sin embargo, una parte significativa de las juventudes es destinataria principal de los efectos de las nuevas tecnologías, la otra, vive al margen de estos procesos, sumida en la pobreza y la marginación socioeconómica. En ambos casos, las juventudes, son el resultado de una producción cultural del gran capital diseñada con fines hegemónicos, a través de la producción y reproducción de una profunda apatía basada en la crisis de la cultura política que ha caracterizado a estas generaciones y en el consumo cultural de una construcción mediática de las realidades, en la mayoría de los casos distorsionada. En ese sentido pudiera decirse que la brecha tecnológica o informacional es tan grande como la brecha entre los que cuentan o construyen los relatos, los que consumen los relatos y los que participan de los relatos. La sinergia entre todos estos actores es el resultado de los imaginarios populares de los nativos tecnológicos. La construcción mediática del Islam. Riesgo y percepción de la amenaza Una de las huellas de nacimiento que tienen los nativos tecnológicos es la que marcara al mundo el 11 de septiembre del 2001 en Estados Unidos de América (EUA). El ataque

a las Torres Gemelas, significó un antes y un después para el mundo islámico. La percepción norteamericana de ver en el mundo islámico una amenaza para la seguridad de EUA fue el comienzo de la cruzada contra el terrorismo. Desde entonces resulta extraordinario el día en que la prensa diaria ya sea digital o escrita, no haga referencia a alguna noticia del Medio Oriente. Los primeros argumentos estuvieron dirigidos a legitimar la Guerra de Irak. Para ello comenzó la encarnizada construcción de la “amenaza”, devenida en amenaza común. En este sentido, desde Occidente se resalta al Islam como portador de tradicionalismo inmutable, irracionalidad y agresividad. Parecería como si se quisiera transmitir, de forma específica, el carácter intrínsicamente violento del Islam, máxime tras el 11-S. "(…) el 11-S evidenció una guerra entre dos mundos que coexistían en el mismo tiempo físico, pero vivían en épocas distintas, en épocas que hasta hace poco habían estado separadas por siglos de aislamiento [...] La gran conmoción que encumbró a Occidente y lo alejó del resto del mundo fue efectivamente el triunfo de la ciencia. Pero fueron la descolonización y el estallido de nuevas tecnologías, o sea una fase más avanzada del progreso que había separado estos dos mundos, lo que paradójicamente los volvió a unir a través de la magia blanca que aparentemente permitía brincar sobre el tiempo y el espacio, romper la barreras de la Historia y poner en contacto lo que desde el siglo XVII había permanecido aislado. Lo trágico es que cuando se volvieron a encontrar, Occidente había cambiado mucho, Oriente más bien poco, y ello provocó el conflicto epocal que se ha planteado ahora (aunque indudablemente la ciencia no actuó sola)[...] Finalmente llegó un momento en que, con la sociedad de la información el problema de la velocidad dio un salto cualitativo. El tiempo y el espacio se anularon y todo podía estar presente al mismo tiempo en todas partes [...] En suma, la televisión hizo el milagro de unir lo que la ciencia anterior había separado, las culturas dormidas se asomaron con asombro a las sociedades vía satélite y el resultado fue traumático".4

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Pinillos, José Luis (7/12/2001) "La Guerra de las épocas" (en El País)

Desde entonces Occidente ha estado utilizando el poder de las TICs para penetrar en el mundo islámico, y los sectores fundamentalistas han llegado a decir que el "demonio" entra por los tejados a través de las antenas parabólicas y los drones. La idea de la dominación cultural proviene del pensamiento occidental y permanece en el discurso político contemporáneo, pasando por la tecnología, cientifismo y los ideales tecnocráticos de que se nutre permanentemente, el cual penetra en lo profundo de las ciudadanías globales conectadas, en forma de psicología social que colocan a la otra cultura en el pináculo de la creación y es mirada por los “salvadores” como el “depredador”, “responsable”. En este sentido resulta fundamental el paso de la llamada alfabetización básica (que dicho sea de paso debe potenciarse, descolonizarse) a la denominada alfabetización informativa, digital o mediática, es el primer escollo. En segundo lugar, a la capacidad de usar el ordenador y el móvil y algunos de sus programas (lo que implica estar actualizando constantemente estas herramientas y aplicaciones), se suma la capacidad de seleccionar adecuadamente la información, y disponer de la autonomía mental para procesarla. De manera que cuando nos preguntamos por el vínculo entre la capacidad de acceso a la información y empoderamiento o participación ciudadana, con cierta facilidad podemos decir que los medios de comunicación siempre están “mirando” a las audiencias y su capacidad crítica. De manera que, para iniciar un diálogo con el mundo juvenil de las imágenes debemos empezar por reconocer que muchos somos analfabetos audiovisuales. Por otra parte, se trata de aceptar que el mundo de las videoculturas, ligado absolutamente a la dinámica de la industria capitalista de fin de siglo, continuará su marcha, y que los jóvenes seguirán sometidos a las pautas de la cultura de la imagen mientras no cambie el paradigma dominante del conocimiento actual. De esta forma, la construcción las audiencias, no se realiza a partir de un diálogo de saberes, sino que existe un espacio-tiempo dentro del propio diálogo que nos está

proponiendo la televisión, los videojuegos, las redes sociales, las series, los audiovisuales, en fin toda la maquinaria para construir sus consensos pactados por el sistema de dominación, que van a reflejar las prácticas de solución, las formas de resistencia, la existencia de universos conceptualmente dispersos, persistencia ideológica de la racionalidad clásica, y no desde la emancipación humana. La historia de Occidente no es de emancipación humana, lo que ha predominado es la sujeción de los hombres, es decir su constitución como “sujetos”, en los sentidos del término: de control y dependencia (obediente, represión, vigilado), que forman parte del poder, descrito por Michel Foucault en Vigilar y Castigar. Ahora, capital mediático y financiero son dos grandes poderes fácticos que en gran medida imprimen su dirección al mundo, por encima de gobiernos legitimados por la voluntad popular, y no precisamente con la intención de promover la igualdad en el género humano. Entre el dinero, los símbolos y las ideas, se conjuga el alma global. Quien maneja el intercambio simbólico, incide sobre la construcción de la identidad. ¿Quién se apropia de la verdad y la difunde, quién contextualiza la información, quién presenta la contingencia local ante los ojos del mundo, quién impone tendencias en el consumo, en la música, en la estética visual, en el lenguaje, en el audiovisual, etc.? De manera que la visión actual que los medios occidentales ofrecen del Islam esta sujeta a varios factores que van desde la deformación de la realidad, la forma de realizar el flujo internacional de la información, hasta la autonomía mental para procesarla. Como resultado se aprecia la confusión entre la creación del Estado Islámico que se ha convertido en un titular mediático unido a la yihad también caracterizada por un amplio despliegue de imágenes y comunicados desde una propia sección del Estado Islámico especializada en “colarse” en las redes sociales. A ello se suman miles de selfies con fotos de grupo que inundan Twitter, Instagram y Facebook donde se observan sonrientes y triunfantes al mostrar su fortaleza e infundir miedo. Con lo cual queda diluida o confundida la realidad de un Oriente Medio, donde los marcados como infieles, es decir la comunidad chií, los yazidíes, los cristianos armenios y sirios, y otras etnias son diezmadas.

En ese empeño, ha habido una avalancha de series televisivas de alta audiencia, lo que implica su permanencia a partir de la realización de varias temporadas en canales importantes y horarios estelares, emitidas desde occidente sobre los musulmanes. Una de las más destacadas es la norteamericana Homeland, que cuenta la historia de una agente de la Agencia Central de Inteligencia que es la única que cree que un marine estadounidense, hecho prisionero de guerra de Al-Qaeda durante ocho años, fue convertido por el enemigo en terrorista islámico y al volver a Estados Unidos como un héroe, representa un riesgo significativo para la seguridad nacional, por lo que deberá descubrir y anticiparse a sus pasos para evitar miles de muertes. Durante la segunda temporada, en una reunión de adolescentes dentro de un grupo de opinión sobre temas políticos, al estar discutiendo sobre el ataque de Israel a Irán, el hijo del Subsecretario de Estado, realiza una intervención en donde dice que la religión árabe, no valora la vida humana de igual forma que nosotros (occidentales), que quieren acabar con el resto del mundo que no profesa su misma religión para poder ir al cielo, y que antes de que ellos acaben con nosotros, les mandemos una o dos bombas nucleares. Ante esto, la hija del héroe de guerra, indica con acierto que los iraníes no son árabes, sino persas, que no todos los que no son occidentales son terroristas, que lo que propone el joven es asesinato en masa. Pues bien, esta creencia del hijo del ficticio Subsecretario, es la creencia real pero equivocada, que tiene la mayor parte del mundo occidental, la opinión infundada de que todos los musulmanes son terroristas. En los medio de comunicación cuando hacen referencia al Islam, es raro no ver que le apostillen el término de ‘terrorismo’, ‘extremismo’, ‘radicalismo’, etc. El Príncipe es una serie española, que ocurre en una de las barriadas de Ceuta con el mismo nombre, una comunidad de musulmanes españoles. La trama está basada en las calles y vecinos de este barrio marginal situado en la periferia ceutí, un barrio que salió a las calles en manifestación gritando: ¡Basta ya! y pidiendo ayuda a las administraciones para que paren las matanzas de inocentes, que son víctimas equivocas de las mafias que actúan a sus anchas por las calles desprotegidas de esta barriada. Una de las proclamas que se lanzaron fue: “El Príncipe es Ceuta” y otra “Munir, inocente”, ya que hacía referencia a Munir, el joven asesinado por dos sicarios.

Tal vez sean las maneras de encontrase con una comunidad de musulmanes españoles, lo cual confirma la hipótesis según la cual la relación global de los seres humanos con lo real se modifica por el efecto de representaciones asociadas con las tecnologías, con la globalización y con la historia. Sin embargo, la deformación de la realidad es proporcional al desconocimiento que muchas veces cede espacio a la confunción. De ahí que, entre las principales ideas que desde los medios se intentan construir están basadas en ocultar que el Islam es la religión más extendida del mundo, ya que recientemente ha superado el número de católicos. En consonancia con esta realidad se intenta enrarecer la idea de que islamista es el que profesa la religión islámica, construyendo un referente que lo asocia al terror. En ese sentido, otra de las ideas que se disuelve en este contexto es aquella de que un musulmán se define por su fe en la religión del Islam (de ahí que se llamen también islamistas). Puede no obstante que haya personas a título individual agnósticas, ateas o que no siguen las observaciones religiosas pero se identifican con la cultura musulmana debido al entorno familiar, experiencias personales o miedo al castigo. Es decir, hay musulmanes religiosos que creen y practican el Islam en diversos grados, y hay musulmanes culturales que pueden creer en el Islam pero realizan ciertas prácticas islámicas por motivos culturales más que religiosos.De manera que estos matices quedan borrados del imaginario popular, diluidos en la construcción de u estereotipo. La misma suerte corre el término que árabe suele utilizarse indistintamente para definir a una sociedad o pueblo, a un idioma o un estilo artístico entre otras acepciones. Un árabe es un individuo natural de la península Arábiga y de otros territorios circundantes de lengua árabe, así como las personas que tienen como lengua materna el árabe, sea cual sea su origen étnico o su religión. En consecuencia, mundo árabe será el conjunto de los países en los que los hablantes del pueblo árabe o la lengua árabe son mayoría, , independientemente de que sean o no musulmanes.

De cualquier forma, no es ocioso recordar una vez más que si Occidente identifica al Islam como principal amenaza es no sólo porque es un mundo que, como hemos comentado, se sitúa al margen del discurso único del capitalismo global, sino porque Arabia Saudí, Irán e Irak producen la mayor parte del petróleo mundial, tienen las principales reservas de crudo del planeta, junto con el resto de los países del Golfo Pérsico, y porque asimismo los países de Asia Central, de confesión islámica, se asientan sobre la segunda región en importancia, a escala global, de reservas de combustibles fósiles. En total, casi el 85% de las reservas mundiales de petróleo se encuentran en países de confesión islámica. Y es asimismo Occidente el que mantiene una actitud claramente agresiva, en consonancia con sus intereses en estas regiones. En tal sentido, es fundamental construir una amenaza que legitime su presencia allí. Conclusiones El 11 de septiembre del 2001 significó junto al inicio de la cruzada contra el terror la legitimación del inicio de la cruzada contra el Medio Oriente a partir de la construcción mediática de todo un mito occidental que diluye el terror con Islam-musulmán-árabe, a partir del desconocimiento, la ocultación y la confución. Los nativos tecnológicos tienen como huella de nacimiento este escenario. A partir de videojuegos, redes sociales, noticias, series televisivas se ha ido construyendo este mito y se ha ido legitimando en el imaginario de las nuevas generaciones a partir del consumo cultural y la reproducción cultural. Es por ello que el empoderamiento mediático resulta tan complejo, aún en nuestras sociedades, donde pasar de la alfabetización básica a la alfabetización tecnológica son grandes retos. Sin embargo es de suma importancia, pues la construcción mediática de Medio Oriente es un claro ejemplo que ilustra por donde pasan los códigos en general de cualquier construcción en ese sentido. Bibliografía Bell, D. (1979), Las contradicciones culturales del capitalismo, Alianza, Madrid Bourdieu, P. (1990), Sociología y cultura, Trans. Marta Pou, Grijalbo, México.

Castells, M. (1997), La era de la información, 3 Vol. Alianza, Madrid. Giddens, A.(1993), Consecuencias de la modernidad, Alianza, Madrid. Gruzinski, S. (1994), La guerra de las imágenes. De Cristóbal Colón a Blade Runner, F. C. E., México. Habermas, J. (1990), El discurso filosófico de la modernidad, Taurus, Madrid. Kymlica, W. (1996), Ciudadanía multicultural, Paidós, Barcelona. Reinares, Fernando (2011). “Éxitos y fracasos de al-Qaeda: una reflexión sobre los resultados del terrorismo global a diez años del 11-S”. Real Instituto Elcano, Martín-Barbero, J. (1987), De los medios a las mediaciones, G. Gili, Barcelona Morley, D. (1992), Television, Audiences and Culture Studies, Rutledge, London. Renaud, A. (1990), Videoculturas de fin de siglo, Cátedra, Madrid. Sanchez Biosca, V. (1995), La cultura de la fragmentación, Filmoteca, Valencia. Vattimo, G. (1990), La sociedad transparente, Paidós, Barcelona. Williams, R. (1974), Television, Technologie and Cultural Forms, Fontana, London

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