El matrimonio de Oseas - Interpretación y contextualización

EL MATRIMONIO DE OSEAS Interpretación y contextualización

JUAN MANUEL BARRERA

Los últimos tiempos del reino de Israel fueron quizás los más trágicos de toda su historia. Resulta aterrador cómo el Dios que eligió un pueblo para Sí los haya entregado cautivos en manos de un ejército pagano y haya desaparecido de la faz de la tierra. Diez de las doce tribus de Israel dejaron de existir y tan solo unos pocos sobrevivieron esparcidos por todo el territorio asirio mezclándose con otros pueblos y culturas de modo que nunca volvieron a reunirse y consolidarse como pueblo de Dios. La historia del reino de Judá es algo diferente, pero no nos convoca en este momento. Tras conocer estos terribles eventos nos preguntamos ¿Por qué? ¿Cómo Dios pudo fallar a su pacto? ¿Qué fue lo terrible que hizo Israel para que le sobrevinieran tan inefables calamidades? ¿Acaso les advirtió y les anunció Su voluntad? Muchos profetas fueron enviados para buscar el arrepentimiento de Israel, pero el último de ellos Oseas hizo algo que fue muy particular: Casarse con una prostituta, tener hijos con ella, enfrentarse a la traición y aun así volverla a amar comprándola como su único dueño. Del entendimiento que tengamos acerca de este escandaloso suceso podremos comprender el resto del ministerio de Oseas, el resto de la historia de Israel hasta nuestros días, la historia del cristianismo, y siendo un poco más arriesgados, incluso la historia de la humanidad. El matrimonio de Oseas tiene tal importancia que nos dejará lecciones de vida no solo temporales, sino eternas. Vale la pena dar un vistazo a esta unión y descubrir si Dios tiene un mensaje detrás de todo esto, no sólo para Israel, sino para cada uno de nosotros.

UN MATRIMONIO CON UN MENSAJE

Estudiar el matrimonio de Oseas puede ser para algunos la perfecta oportunidad para polemizar nuevamente acerca de la veracidad del Antiguo Testamento o cuestionar los principios morales divinos, pues ¿Cómo podría Dios hablar por medio de un hombre que había tomado para sí a una prostituta como mujer?, ¿Cómo podría Dios ordenar a Oseas que hiciera algo que Él mismo prohíbe hacer a Su pueblo? Y finalmente ¿Es la mujer mencionada en el tercer capítulo la misma del primero? Muchísimas respuestas existen acerca de todo este asunto, algunos incluso han afirmado que dicho matrimonio ni siquiera existió, que tan sólo era una parábola. Y sería lógico pensar así, pues tal unión podría haber sido escandalosa en el pueblo, pero ¿y si Dios hubiera querido producir un escándalo de tal magnitud? ¿Sería este matrimonio un mensaje de Dios para el pueblo? El matrimonio de Oseas aparece registrado en lo que por algunos es considerado como el primer mensaje de Oseas, es decir, el texto correspondiente a los capítulos 1-3. Sin embargo, la primera impresión que se obtiene al leer estos tres capítulos por primera vez no da para condenar a Oseas por su matrimonio, sino para extrañarse por la terrible infidelidad de Israel para con Dios. A pesar de que el amor de Dios es incondicional, Israel es comparado con una prostituta. A pesar de que Dios es fiel, Israel permanece infiel y se hace merecedor del castigo divino. ¿En qué tiempo fue Oseas profeta? El texto nos dice que fue “en días de Uzías, Jotam, Acaz, y Ezequías, reyes de Judá, y Jeroboam rey de Israel” lo que lo ubica en el siglo VIII aproximadamente entre 793 y 715 a.C. por lo que, siendo Oseas un profeta del reino del Norte, y profetizando hasta el total destierro de los Israelitas a mano de los Asirios, podemos entender que fue uno de los profetas que llevaría las advertencias más contundentes. Isaías y Miqueas fueron profetas contemporáneos, pero su ministerio se enfocó en el reino de Judá, lo que nos lleva a concluir que Oseas fue quizás el último de los profetas de Israel antes de su exilio y desaparición definitiva como reino. El texto nos confirma la preponderancia del mensaje profético de Oseas en 1:4: “…pondré fin al reino de la casa de Israel” y más adelante en v.6: “…ya no Me compadeceré de la casa de Israel, pues no los perdonaré jamás”. El ministerio de Oseas debía ser entonces marcado por señales fuertes y símbolos sin precedentes, ya que la infidelidad de Israel constaba de las mismas características. Por lo tanto, si Israel se resistía a obedecer un mensaje tan directo y

penetrante, el castigo debería ser fuerte y sin precedentes. El matrimonio escandaloso de Oseas comienza a cobrar lógica en un panorama tan sombrío como el del reino de Israel del siglo VIII a.C. ¿Podría objetarse algo a la afirmación de que la boda es alegórica? En primer lugar, la decisión de Oseas de casarse con una prostituta no puede caber dentro de tal apreciación porque él está obedeciendo un mandato divino “Palabra del Señor a Oseas” (Os 1:1) “…el Señor le dijo: “Ve, toma para ti a una mujer ramera…” (Os 1:2). Por otra parte, Ábrego de Lacy (1993) objeta que “una alegoría no se narra dos veces”1 (p. 77) refiriéndose al mandato de Dios de comprar a esta mujer en el capítulo 3 y más adelante cita a P. Humbert quien dice que “sería ridículo que Oseas se presentara como víctima ficticia de un adulterio, si es que vivía feliz en su familia”2. Si damos por sentado que el matrimonio de Oseas fue real, entonces comprendemos el difícil oficio del profeta, que en concordancia con Isaías (Is 20:1-4) nos da luz para creer que se presentaron situaciones difíciles en las que, en obediencia al mandato de Dios, tuvieron que hacer actos simbólicos indeseables para denunciar los terribles hechos del pueblo que Dios amonestaba. Algunas opiniones dicen que Oseas tomó a Gomer como esposa cuando ella era pura y fiel, pero que después cometió adulterio. Sin embargo, eso anularía la realidad del mandato de Dios a Oseas “Ve, toma para ti a una mujer ramera”, Así que si el profeta debe anunciar la palabra de Dios, no puede en modo alguno cambiar, aumentar o disminuir el carácter de su instrucción. Téngase en cuenta, de otro modo, que algunos reflexionan que un matrimonio de esta clase habría descalificado por completo a Oseas para ejercer su ministerio3, pero de ser así el mandamiento no habría ofrecido en sí mismo una explicación de tan escandalosa unión “porque la tierra se prostituye gravemente, abandonando al Señor”. Finalmente nos queda analizar si la mujer del capítulo 1 es la misma mujer del capítulo 3. En el primer capítulo se menciona que Oseas tomó a Gomer, hija de Diblaim, con la que tuvieron tres hijos que adquirieron un nombre con un significado especial que daba sentido al mensaje del profeta. Sus nombres fueron Jezreel, Lo Ruhamá, y Lo Ammí. Cada nombre es un anuncio del

1

Ábrego de Lacy J.M. (1993) Los libros proféticos. Estella (Navarra): Ed. Verbo Divino. Idem. 3 La opinión de Young E. (1964) consiste en que “Si en realidad se hubiera casado con tal mujer, ¿no es cierto que el pueblo se hubiera negado a escucharle? Esta consideración tiene peso, y no podemos hacerla a un lado descuidadamente”. (P. 269) Una introducción al Antiguo Testamento. Grand Rapids, Michigan: Wm B. Eerdmans Publishing. Co 2

juicio de Dios en el que respectivamente se declara el fin del reino de Israel (Os 1:4) el fin de la misericordia de Dios para con el pueblo (1:6) y el fin del vínculo Dios-pueblo (1:9). En el capítulo 3 Dios le da la orden a Oseas diciendo: “Ve otra vez, ama a una mujer amada por otro y adúltera” (3:1), pero en este caso Oseas compra a esta mujer por 171 gramos de plata y 330 litros de cebada y le dice: “Te quedarás conmigo por muchos días, No te prostituirás, ni serás de otro hombre, y yo seré también para ti” (3:3) Si se trataba de otra mujer, ¿Por qué había de advertirle “no te prostituirás”? Tratándose entonces de una misma mujer puede realmente haber un paralelismo de la relación entre Dios e Israel 4 y además así el profeta podría experimentar el dolor de Dios ante la traición de su pueblo y a la vez entender el amor inextinguible de Dios 5. ¿Cuál es el mensaje del matrimonio de Oseas? Dios está indignado con Su pueblo. Dios no ha cesado de hacerle bien, pero Israel le paga una y otra vez con infidelidades desde el comienzo hasta el final. Dios no quería destruirlos, pero el pueblo se contaminó al punto que a sí mismos se excluyeron como pueblo de Dios. Fueron ellos los que buscaron para sí el apartarse de Dios, pues se entregaron a la anarquía, haciendo todo según su parecer, desechando a Dios. Por esa razón Dios desecha a su pueblo, pero anuncia que a su tiempo les hará ver la miseria que tanto aman y hará que brote de ellos una alabanza sincera y humilde a Dios. Jehová no se rinde con aquellos a quienes ha elegido, su amor por ellos perdura por siempre. Su pacto será por cumplido por Él y preservará para Sí a un remanente y lo llevará a conocerle, amarle y serle siempre fiel. ¿Cómo puede Dios amar al pecador? Escapa a nuestra comprensión una respuesta.

CONTEXTUALIZACIÓN DEL TEMA

Oseas es conocido como el profeta del amor, y no sería para menos, ya que su difícil ministerio fue para su tiempo y el nuestro como una revelación profunda del carácter de Dios. Una y otra vez la humanidad ha rechazado a Dios, empezando por el pueblo de Israel. Pero grave error sería tomar la infidelidad de ellos para descalificarlos como si el resto de los hombres hubieran sido diferentes. Dios le hizo bien a Israel desde sus comienzos, pero ellos pensaban que la prosperidad venía de su propia mano o incluso de los dioses extranjeros. ¿No es ese el mismo proceder de la raza humana? 4 5

Ábrego de Lacy J.M. (1993) Los libros proféticos. (p. 78) Robinson G. (1982) Los doce profetas menores. (p. 15) Casa Bautista de Publicaciones.

Si alguien prospera difícilmente dará gloria a Dios, y eso así sin antes haber atribuido tales logros a cualquier otro ser o incluso a sí mismo. La triste realidad es que cada uno de nosotros no ha buscado a Dios, y si algo buscamos de Él, es mayormente relacionado con el bienestar terrenal y el fin de las aflicciones y tribulaciones de la vida. Por esa razón, Dios, quien es juez de la tierra, se ha encargado de combatir nuestros ídolos, mostrándonos la miseria que hay escondida tras ellos, castigando así los días en los que servimos a otros dioses. Si Israel no merecía la compasión de Dios, siendo su propio pueblo, ¿cuánto menos nosotros que nada tuvimos que ver con los pactos y la ley que les eran exclusivos? Si Israel sufrió por buscar su propia gloria apartados del Dios que los eligió, ¿cuánto más merecemos sufrir nosotros que no éramos su pueblo elegido, sino un puñado de extraños enemigos? Pero cuán misericordioso es Dios con toda la raza humana que tras un juicio tan fuerte sobre los que eran Su pueblo, anuncia por medio de Oseas una compasión sin precedentes diciendo: “Pero el número de los Israelitas Será como la arena del mar, Que no se puede medir ni contar; Y sucederá que en el lugar Donde se les dice: "No son Mi pueblo," Se les dirá: "Son hijos del Dios viviente." Y los hijos de Judá y los Israelitas se reunirán, Y nombrarán para sí un solo jefe, Y subirán de la tierra” (Os 1:10-11). Pablo asegura que aquellos excluidos ahora son incluidos en Cristo “a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles” (Ro 9:24) Por lo tanto, Oseas, quien volvió a amar a Gomer y la compró por plata y cebada, y la hizo de nuevo suya diciéndole “me serás fiel y te seré fiel” es visto ante nosotros como el ejemplo salvífico de Jesucristo quien nos compró muy a pesar de nuestras infidelidades, no con plata, ni piedras preciosas, sino con Su propia sangre preciosa y sin mancha, para hacernos su amada para siempre, de modo que ahora podemos serle fieles y él siempre nos será fiel bajo ese pacto eterno sellado en su propio cuerpo clavado en la cruz. Este precioso evangelio anunciado en Oseas es para el excluido la mejor noticia, porque Dios que es grande en misericordia promete llevar al desierto a su pueblo con el fin de revelar la fealdad de su pecado y así podamos buscar al Señor de corazón, para conocerle. Tenemos entonces el consuelo de que “a los que amamos a Dios, todas las cosas ayudan para bien, esto es, a los que son llamados según su propósito” (Ro 8:28), pues aun las circunstancias difíciles, las angustias, la escasez, las tribulaciones, la enfermedad, la vida o la muerte, serán usados para conformarnos más a la imagen de Dios en Cristo Jesús. Descansamos en que nada ni nadie nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús (Ro 8:39)

Somos llamados a ver la actualidad con los lentes de Oseas. La iglesia cristiana de estos tiempos ha caído en el pecado de Israel. Muchas iglesias están yendo tras sus amantes que les dan el pan y el agua, la lana y el lino, el aceite y la bebida (Os 2:5) Sin embargo, Dios pondrá en cintura a su remanente para que siga a sus amantes y no los alcance, los busque y no los halle (Os 2:7) ¿Qué significa eso? Creo que significa que en estos últimos tiempos Dios preservará a su iglesia de la apostasía, pero vemos que muchos se han entregado a sus amantes y Dios no los ha detenido porque están entre nosotros, pero no son de los nuestros. Así que si Dios no nos ha permitido ir tras los ídolos del mundo debemos cuanto antes levantar la voz profética que levantó Oseas para hacer quizás el último llamado de la iglesia al arrepentimiento. Pero dicho llamado es un llamado de amor. Así que le iglesia en este aspecto ha de ser una iglesia gozosa y sufriente, porque debe mostrar el amor de Cristo al pobre y al desvalido, pero también al rebelde y al necio. Somos una iglesia que vela para que haya conocimiento de Dios en la tierra (Os 4:1) por lo que debemos combatir toda injusticia, sufriendo y soportando las trágicas consecuencias de gente que dice conocer a Dios, pero lo niega con sus actos. Pero también vamos con gozo sabiendo que en todo lugar donde abundó el pecado sobreabundará la gracia. En todo lugar donde hay apostasía, puede haber un remanente escogido por gracia. El amor es sufrido, y se goza en la verdad. El ministerio de Oseas, sigue vivo en la iglesia de hoy. Es tiempo de sufrir la cruz con el gozo puesto delante de nosotros, tal y como lo hizo el salvador.