El marco teórico del cepalismo en el desarrollo de su primera década (Parte 2)

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Descripción

FLACSO-ARGENTINA

El marco teórico del cepalismo en desarrollo de su primera década Estado del Arte. Maestría en Economía Política

Mariano Arana 10/06/2013

Introducción En este apartado se pasará revisión sobre los diversos modos de interpretar el pensamiento económico desarrollado en la CEPAL. Al reconocer distintos niveles y estructuras de análisis que mantienen íntimas relaciones entre sí encontramos, en primer lugar, los abordajes temáticos de la historia del pensamiento económico1, de otro lado, el aspecto historiográfico, es decir, el estudio de la producción histórica de las ideas en ciencia en general y del pensamiento económico en América Latina en particular, vinculado al tercer campo: el tratamiento epistemológico. Por lo tanto, trataremos el espacio estudio del pensamiento como un conjunto donde agrupamos varios abordajes. Se comprenderá que no trataremos de hacer una historia de la historia del pensamiento económico, antes nuestro objetivo será definir niveles, estructuras, órdenes o principios de unificación, jerarquías, énfasis, etc. para observar las formas de comprender el pensamiento económico-social contenido en la CEPAL (otras veces llamado estructuralismo latinoamericano) entre 1949 y 19612. La lectura crítica de las formas de historiar las ideas, pretende mostrar sus límites dándonos una dimensión por dónde empezar en un campo, por lo menos, revuelto. Resulta esencial la revisión de este aspecto metodológico ya que es, precisamente, el centro por donde gravitarán los aspectos diferenciales de la tesis. Criterios de clasificación Los métodos para seleccionar bibliografía han sido variados. En primer lugar, la cita referencial de diversos textos de autores relevantes resultó fundamental en la elección de los textos, ya que ha marcado los límites –aunque borrosos- del debate sobre el cepalismo. En segundo lugar se ha indagado en las bases de datos de revistas internacionales entre las que se encuentra una de las fuentes fundamentales como JSTOR, aunque también se han 1

Por ej. precios e inflación, crecimiento, empleo y pobreza, economía internacional, finanzas públicas, desarrollo

económico, etc. 2

Es interesante notar que para dar cuenta del surgimiento de este continente del pensamiento económico

latinoamericano, es preciso responder a las preguntas tradicionales de la historia en cuanto a periodización, contexto, continuidad, vínculos, influencias, tradiciones y obras entre otras. Ello nos indicará cómo se ha realizado esta formación y probablemente nos dará razones adicionales para responder al porqué se forma.

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consultado a Inforpress Centroamericana y las bases de datos contenidas en EBSCO, además de la revista tradicional del debate no incluida en las bases anteriores: la Revista de la CEPAL. En tercer lugar, se han revisado diversos medios de publicación de revistas especializadas en historia del pensamiento económico, como las publicaciones de la Universidad de Cambridge (JHET-HES), congresos locales (JEC, etc.) así como la presencia en los dos primeros congresos internacionales de historiadores del pensamiento económico europeo y latinoamericano (ESHET) en México (2011) y Buenos Aires (2012). Para el estudio historiográfico, además de los artículos de revistas de las bases de datos anteriores, se han consultado materiales que actualmente forman parte de diversos espacios académicos: el programa de Pensamiento Económico Argentino (FLACSOMaestría en Economía Política) e Historia del Pensamiento Económico Argentino (FCEUBA 2011), así como los programas de Pensamiento Argentino y Latinoamericano (UBA-FILO 2012), Historia Latinoamericana Contemporánea (UNGS- Maestría en Historia contemporánea), Epistemología de las Ciencias Económicas (UBA-Maestría en Docencia Universitaria), entre otros. Identificación de obras, autores y textos Quizás una de las contribuciones más completas sobre el tema sea El subdesarrollo latinoamericano y la teoría del desarrollo publicado por primera vez en 1970, por Sunkel y Paz. La estructura de la obra va desde el tratamiento del tópico del desarrollo en su marco histórico, la revisión epistemológica, su lugar frente a otros marcos teóricos y por último, una aplicación de dicha teoría a la interpretación de procesos históricos. Dicho proyecto supera en amplitud al tema de nuestro trabajo, sin embargo, en conjunto con los trabajos de Rodríguez (1980), Bielschowsky (1998) y Di Filippo (2009), presente mayor relevancia dentro de la visión interna que tiene la institución. Sunkel y Paz señalan enfáticamente que las características metodológicas (estructuraleshistóricas), ligadas a la noción de proceso y sistema, exigen estudiar su desarrollo “no sólo desde el punto de vista de su rigor y coherencia interna”. Esta apreciación es relevante porque aleja las reglas epistemológicas clásicas con las cuales se vota por una formación científica o, por una formación ideológica y por lo tanto no-científica y se lleva a cabo acorde

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a la noción de “visión” desarrollada en el análisis del pensamiento económico por Schumpeter3. Los autores señalan a la teoría del desarrollo formada en la CEPAL como una alternativa teórica a las corrientes dominantes y -como hiciera Furtado en la década del 50- realizan una diferenciación de los marcos teóricos sobre el tema: los clásicos, el marxismo, los neoclásicos y el keynesianismo. La CEPAL evidencia rasgos de las economías latinamericanas que no se encuentran en los otros marcos teóricos. En este sentido es una teoría específica, sin embargo, su especificidad no le impide incluir como parte del mismo fenómeno al desarrollo y subdesarrollo. Éstos están vinculados funcionalmente, son “estructuras parciales pero interdependientes, que componen un sistema único.” (O. y. Sunkel 1979, 6). Prueba de la novedad teórica la constituye su puesta en relación con distintas concepciones del desarrollo como sinónimos de creciemiento, progreso, evolución, riqueza e industrialización asociadas a distintos marcos teóricos. Por caso, el desarrollo como sinónimo de riqueza y progreso fue típico de las teorías clásicas. El desarrollo como evolución está asociado a las teorías neoclásicas y finalmente el desarrollo como crecimiento pertenece a la emergencia de las teorías macroeconómicas de oritentación keynesianas –caso Harrod-Domar, etc.- de las décadas de las décadas del 30 y 40. En este sentido, la teoría del (sub) desarrollo se aleja de dichos enfoques por distintas vías: la riqueza se refiere a un resultado (deseado, óptimo, etc.) a diferencia del desarrollo que se refiere al proceso. La evolución sistémica deja de lado los desequilibrios y discontinuidades (natura non facit saltum4) que pone en evidencia el desarrollo y las teorías del crecimiento conciben al desarrollo de las economías nacionales por una única vía, ya que en escencia, están compuestas de los mismos elementos. Es este el sentido por el cual las teorías del crecimiento representan un continuum, muestran etapas 3

El enfoque pretendido se denomina ideológico en el sentido de la “visión” de Schumpeter (Las posibilidades que una

visión evidencie un problema y no otro). Los autores separan lo ideológico de aquello metodológico: a la primera corresponde la “visión”, a la segunda el análisis. Aunque ponen énfasis en la objetividad brindada por la toma de posiciones a priori contra las sugerencias metodológicas dominantes en economía en esa época (O. y. Sunkel 1979, 29). 4

Estas discusiones estaban presentes en el debate a principios de los años 50. Es notorio que, incluso trabajos de

fundamentos neoclásicos como los de Nurkse (1953), se separen explícitamente de esta noción de desarrollo donde – acorde expresara Alfred Marshall en sus Principios de Economía – “la naturaleza no procede por saltos”. Hay que hacer referencia que dicha réplica a Furtado pone en evidencia muchas de las rupturas con las orientaciones neoclásicas en esa época.

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de un proceso -que puede o no ser evolutivo en sentido expuesto- pero que hacen correr a las naciones por la misma pista para lograr la misma meta. La noción de desarrollo, aunque las reconoce como antecedentes, difiere de todas ellas debido a su concepción brindada por sus métodos estructurales e históricos del objeto de estudio, del proceso y del sistema5. Con el mismo objetivo pero caminos distintos a Furtado (1964), Sunkel y Paz acuerdan que la teoría del (sub) desarrollo representa un marco teórico distinto al resto aunque, por oposición o crítica, resulte de ellos. Este aspecto puede ser un elemento epistemológico claro para la mirada interna de la ciencia. Sin embargo, dicho marco se encuentra únicamente diferenciado por la metodología, ya que la “visión” la provee –al parecer– el aspecto regional y externo al método de estudio del subdesarrollo. El problema que surge de este razonamiento sugiere que, o bien la teoría del (sub) desarrollo es un aspecto específico y no general de otra teoría general que se adapta en ciertas condiciones históricas y no en otras –cuestión que habría que dilucidar teóricamente-, o resulta que el fundamento ideológico debe explicarse más alla del método que permite apropiarse del conocimiento que reconoce esa misma realidad, algo difícil de sostener sin caer en un método pragmático (inductivo). “No se admite que el subdesarrollo sea un “momento” en la evolución continua (enfoque del desarrollo como crecimiento) o discontinua (enfoque del desarrollo como sucesión de etapas) de una sociedad económica, política y culturalmente asilada y autónoma…tanto el subdesarrollo como el desarrollo son dos caras de un mismo proceso histórico universal; que ambos procesos

son

históricamente

simultáneos;

que

están

vinculados

funcionalmente…” (O. y. Sunkel 1979, 37)6.

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Existe una asociación del desarrollo con la industrialización pero ella no aparece vinculada a ningún marco teórico

específico sino a las experiencias de los países centrales. 6

El mismo Sunkel en el año 2000 volvería a señalar los aspectos fundacionales. Esta vez agregaría -a la cuestión del

método histórico-estructural y los elementos conceptuales fundacionales (centro-periferia)- las contribuciones metodológicas a través de la “Técnicas de Análisis y Proyección” para la promoción de la industrialización, al tiempo que provocara la atención en los nuevos estudios sectoriales concentrados en la agricultura y la industria. Pese a todos estos elementos, Sunkel seguirá poniendo énfasis en el aporte metodológico-estructural de este enfoque que se “encuentra en la tradición clásica de la Economía Política”. Dice, “…la metodología –aplicada en general en los trabajos más significativos de CEPAL– es fundamentalmente la inductiva, donde el punto de partida es el intento de comprender la realidad actual

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Norman Girvan (1973) produce un ensayo comparativo de las teorías de la dependencia en América Latina y el Caribe y afirma que existen similitudes metodológicas, elementos en común entre algunas de ellas, producidas de forma independiente. Para Girvan, las nuevas teorías surgían porque “…existía la clara necesidad de una nueva teoría económica para servir la nueva política. El análisis contra la especialización en productos primarios debía reinterpretar la teoría de la especialización (Lewis) o cuestionar sus supuestos (Prebisch). Esto significaba ir contra el formidable aparato de la economía convencional y sus vastos intereses; vastos intereses intelectuales no menos que económicos y políticos.” [El subrayado es mío] (Girvan 1973, 859). Con distintas herramientas, Prebisch y Lewis, llegan a conclusiones similares; esto lleva a pensar que la realidad se les imprimía en nuevos principios que permitían dar cuenta del proceso. Durante la década del 60 se completa el cuadro con nuevos instrumentos surgidos a partir de la década anterior. Por un lado, el concepto de dependencia basado en los pilares de la estructura productiva restrictiva y necesidad de financiación externa. De otro lado, el surgimiento desde mediados de los años 60 del “Método historico-estructuralinstitucional” identificado en Furtado7. El autor, caracteriza parte del pensamiento (en el Caribe al menos) como “visiones pre-analíticas” (en sentido Schumpeteriano) que dan como el resultado temporal de procesos dinámicos históricos de carácter dialéctico, tanto en el sentido diacrónico, a lo largo del tiempo, como en el sincrónico, en sus interacciones con el contexto internacional. Es lo que se ha dado en llamar el método histórico estructural.” (O. Sunkel, La labor de la CEPAL en sus primeros dos decenios 2000, 40). Furtado señalará que hacia 1951 “…el subdesarrollo configuraba un cuadro histórico cualitativamente distinto de aquel que teníamos en el espíritu cuando teorizábamos sobre el desarrollo. No se trataba de una etapa, pero sí de algo diferente…Si era posible aislar la categoría acumulación de su contexto histórico, definiéndola como una relación entre producción total y producción consumida, ya no sucedía lo mismo con el progreso técnico, que surgía en cierto contexto socioeconómico del cual derivaba su sentido.” (Furtado, La utopía organizada 1988, 77). 7

“Se puede observar que este análisis hizo uso de variables que son comunes en el análisis económico convencional,

como el coeficiente de capital, la tasa de beneficios y el nivel de salarios, para localizar el comportamiento de tales variables en un contexto estructural e institucional, de tal manera de mostrar como su interacción condiciona el funcionamiento de la economía, especialmente en relación con su propensión al crecimiento o al estancamiento. Más aún, muestran cómo los parámetros institucionales y estructurales cambian a través del tiempo, de acuerdo con la relevancia del método histórico.” (Girvan 1973, 875)

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soporte

a

posteriores

construcciones

conceptual-metodológicas.

Así

ambas

contribuciones provocarán una “teoría general de la dependencia y desarrollo”. Girvan muestra cómo el uso del método ha llegado a utilizarse en otros continentes y con ello sostiene el carácter “general” de la teoría. Se pregunta por qué las teorías latinoamericanas han seguido un camino distinto a las metropolitanas en lugar de tomarlas como punto de partida. Señala que si las teorías metropolitanas no podían siquiera ser relevantes para los países que fueron desarrolladas, menos aún podrían haberlo sido para la periferia, ya que oscurecían las relaciones internacionales, ponían énfasis en las nociones de competencia en lugar de la falta de ella, ocultaban las desigualdades y con ello las relaciones de poder. Concluye que “La búsqueda de una teoría relevante para los países subdesarrollados se convierte también en la búsqueda de una teoría válida y relevante para los países metropolitanos. En el desarrollo de una economía del subdesarrollo y dependencia, los economistas de los países subdesarrollados dependientes han contribuido a la reformulación de una teoría metropolitana y una teoría global del capitalismo.” [El subrayado es mío] (Girvan 1973, 888)8. Javier Salinas Sanchez (1977) propone un abordaje no muy común en la historiografía sobre la CEPAL. En primer término pone en debate tres aproximaciones a las desigualdades entre países revisadas a la luz del comercio exterior. Por un lado, las teorías dominantes que señalan el camino al desarrollo por medio de la aplicación del principio de las ventajas comparativas. En segundo lugar, la propuesta del desarrollo equilibrado de Nurkse, que preveía la escasa formación de capital en conjunto a los bajos niveles de ingreso provocaban la trampa de la pobreza, el desarrollo del mercado interno entonces como estrategia -podríamos decir, residual– del desarrollo. Y en tercer lugar el autor identifica la corriente de pensamiento de los efectos retardatarios (en terminología de Myrdal) que encuentra las estructuras de producción las causas de la divergencia de la distribución de los beneficios del comercio exterior, ubicando allí al estructuralismo

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Tal vez el mayor mérito de las teorías del subdesarrollo haya sido expresar que una teoría significa, en el capitalismo

moderno, otra cosa a lo que los científicos sociales, y en particular los economistas, creían.

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latinoamericano (subordinado -no explícitamente- a estas extrategias de desarrollo surgidas en Europa). El sistema centro-perferia pone en consideración las economías nacionales con el sistema internacional mediante un esquema analítico diacrónico, es decir, mediante el estudio conceptual del fenómeno social en su desarrollo histórico. Por ello el texto recorre los principales hechos que permiten justificar la teoría propuesta. “El análisis estructural, aun reconociendo la validez teórica del argumento clásico, rechaza la premisa sobre la que se asienta, según la cual el fruto del progreso técnico tiende a repartirse entre todos los países participantes en el intercambio internacional…” (Salinas Sanchez 1977, 219). Habrá que preguntarse si el hecho que se cuestione las condiciones iniciales y no la forma lógica puede provocar un cambio fundamental en la teoría. ¿Puede evaluarse como una ruptura significativa del programa teórico clásico? El autor señala que dichas rupturas permiten mostrar tendencias progresivas y acumulativas (centralización, marginación, especialización, complejidad, etc.). “En resumen, el esquema analítico del sistema centro-periferia fija la hipótesis de que los procesos de marginalización y de inserción dependiente vienen a poner en evidencia que el deterioro de la relación real de intercambio de la periferia -en el aspecto comercial- y la inversión extranjera

-en

el

aspecto

financiero-

constituyen

estructuras

internacionales que obstaculizan el proceso de desarrollo de las economías periféricas, en general, y de América Latina en particular.” (Salinas Sanchez 1977, 227). Asimismo, analiza la evidencia empírica que sostiene la hipótesis de la tendencia a la caída de los términos de intercambio en el esquema centro-periferia. Concluye que no existe consenso sobre dicha prueba. “Con los datos aportados por estos estudios se pueden establecer cinco fases definidas aproximativamente por los períodos siguientes: a) 18001880, b) 1880-1913, c) 1914-1938, d) 1939-1952, y e) 1952-1960. De ellos

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sólo las fases b), c), e) son reconocidas generalmente como desfavorables para los productos primarios.” (Salinas Sanchez 1977, 234). De este modo, el trabajo apunta a, en primer término, cuestionar la hipótesis central del subdesarrollo: existen limitaciones estadísticas para comprobar aquello que hace subdesarrollada a la periferia (o periféricos a los países subdesarrollados). En segundo lugar el autor pasa por las principales objeciones a la teoría y concluye el debate parece haberse inclinado a favor de la hipótesis de Prebisch. De este modo, al no existir contundentes evidencias, es preciso volcarse a una segunda hipótesis del estructuralismo desde sus comienzos en el manifiesto de 1949: la estructura financiero-tecnológica. El sistema centro-periferia constituye un “acierto analítico” en dos dimensiones. Por un lado, en su proyección histórica debido a que da cuenta del proceso de formación de economías latinoamericanas y, en segundo lugar, en su proyección sistemática, que pretende descifrar las relaciones estructurales de las economías nacionales con el sistema internacional. Sin embargo, el autor señala que no se puede considerar un aporte absolutamente original debido a que en el aspecto histórico se asemeja al enfoque señalado por Ragnar Nurkse y en el enfoque sistemático, posee semejanzas con el análisis del imperialismo. El sistema se constituye de forma incompleta, por cuanto relega los aspectos políticos, sociales y culturales de los distintos países de la región. Además su principal hipótesis pierde significancia con su secundaria, es decir, que la estructura comercial pierde importancia frente a la estructura financiero-tecnológica. Aunque en los años inmediatos a la posguerra el elemento comercial podría haber tenido importancia fundamental, parece claro –dice- que es la técnica el elemento fundamental de la evolución del sistema. Otro trabajo sistemático sobre el estructuralismo lo constituye Octavio Rodríguez (1980). Allí enuncia una distinción entre las contribuciones de la CEPAL a la teoría (aspecto analítico) y aquellos dirigidos a la política económica9. Acorde al autor, la unidad del pensamiento no se hace evidente, sin embargo tal unidad existe y es posible comprobarla a

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Por ejemplo, se acepta que las relaciones sociales no son parte fundamental del desarrollo teórico, pero en el nivel de

la política económica -por ej. respecto de la utilización de la tierra, industrialización o reformas fiscales– subyacen ciertos supuestos que no resultan evidentes.

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la luz de los documentos publicados por la institución. La CEPAL ha constituido fortalezas analíticas que cumplen con los requisitos de forma de la teoría económica, sin embargo, lo ha hecho de una manera un tanto desprolija –según indicara Prebisch en el prólogo de la obra–, no constituidas como un plan preconcebido. Este método pragmático es señalado como una debilidad comunicativa de la teoría. La teoría no se ha manifestado como tal –es por ello que es preciso realizar una obra destinada a ello–, su contenido posee coherencia lógica, unidad, y rigurosidad, aunque su forma no continúa siempre ese camino. ¿Cómo es posible que de la constitución analítica y metodológica de la CEPAL, evaluada con los mismas reglas que la teoría económica resulte algo completamente diferente de ella? ¿Por qué, si la teoría no se formó como un plan preconcebido ha resultado en multiples aportes armónicos y complementarios? ¿Por qué la forma -señalada como ad hoc, preanalítica, etc.– ha sido un aspecto aparentemente débil de la teoría? ¿No ha sido su método un punto epistemológicamente diferente y por lo tanto rachaza las reglas científicas que evalúan la teoría? ¿Sería posible con las reglas del método científico universal concluir en dos teorías opuestas y verificables, o al menos, no falsables?10 La obra de Rodríguez parece querer responder a las construcciones teóricas dominantes. Para ello, utiliza recursos de formalización (o al menos evidencia que la CEPAL tambíen puede hacerlo), pone énfasis en temáticas complejas para la ortodoxia: normatividad, reversión de técnicas, modelos, macroeconomía, etc. expresadas en la síntesis del modelo estructuralista (Rodríguez, La Teoría del Subdesarrollo de la CEPAL 1980, 260). Tal vez, su énfasis fuera estratégico a la luz de los años del surgimiento del neoliberalismo, tal vez fuera un énfasis exclusivo de los documentos de la institución cuyas fuentes e influencias no escapan de las teorías dominantes, o como señalara también Prebisch en el prólogo, fuera sólo el aspecto económico –dejando afuera el sociológico, político, etc.- de la teoría, aquel formulado durante los primeros años. Sin embargo, deja en claro que se trata de un enfoque, más abstracta y más amplia que las teorías del crecimiento neoclásicas y poskeynesianas. Dice,

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Se señala que además de la unidad lógica, el aporte sui generis de la CEPAL es su naturaleza estructuralista. Sin embargo

la constitución de esta naturaleza no se separa de la forma de estudio, es precisamente su método. Es por tanto, en este nivel que la discusión sobre lo analítico o pre-analítico pierde sentido.

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“Más abstracto, porque considera aisladamente la transformación de la estructura productiva periférica, dejando de lado la influencia de factores de tipo social o cultural eventualmente ejercen sobre dicha transformación. Y es también más amplio, no sólo porque toma en cuenta una gran variedad de aspectos de la estructura productiva interna de la periferia y de su transformación, sino porque, además, considera la inserción de dicha economía en el sistema económico mundial, y el condicionamiento que le imponen sus relaciones comerciales.” (Rodríguez, La Teoría del Subdesarrollo de la CEPAL 1980, 273). Las principales críticas a este enfoque están dirigidas -en la obra- a la ausencia del estudio de relaciones sociales11. La CEPAL provoca una teoría del desarrollo de las fuerzas productivas pero deja ausente el estudio de las relaciones de producción12. Aquí también aparece la preocupación por la cuestión ideológica, en este caso, concentrada en el Estado. La teoría logra grados de neutralidad en el estudio de lo que se propuso originalmente: las fuerzas productivas; sin embargo, por su carácter prospectivo y no sistemático, no logra hacerlo en el plano de los conflictos sociales, evidenciados en su caracterización del Estado. El autor afirma que “…en verdad constituyen un proyecto sociopolítico, a través del cual se hacen visibles los vículos del pensamiento en causa con los puntos de vista e intereses de determinados grupos y clases sociales, revelando su carácter ideológico.” (Rodríguez, La Teoría del Subdesarrollo de la CEPAL 1980, 285). La CEPAL consituye un proyecto sociopolítico determinado, que emerge en el contexto de las décadas del 50 y 60 en sintonía con las ideologías de corte populistas que evidencian el conflicto oligarquía-puebo, confunden Estado con Nación y por lo tanto, intervención con nacionalismo. De esta forma, sostienen la relación arbitral entre el líder político y las masas.

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Aunque existen, por supuesto, aquellas que encuentran su límite en el aspecto económico, consúltese para ello a

Hirschman (1968), o las síntesis de las críticas en Cardoso (1977) o Rodríguez (1980), entre otros. 12

Rodríguez suma a esta interpretación algunos elementos de análisis de distintas formas de marxismo como son la

centralidad en la proporcionalidad, la generación, apropiación y uso del excedente, las relaciones sociales de producción (hace referencia a O. Lange en este punto) que reconocen la explotación del trabajo, etc.

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Este aspecto crea varias controversias en la interpretacion de la función política de la CEPAL13. El autor concluye que, “…si bien el pensamiento cepalino introduce alteraciones importantes en la economía convencional, y ofrece así una interpretación del subdesarrollo original y sugerente, no logra superar los marcos de dicha economía, a la cual en definitiva pertenece.” [El subrayado es mío] (Rodríguez, La Teoría del Subdesarrollo de la CEPAL 1980, 287). Rodríguez publica luego dos textos significativos denominados Fundamentos del estructuralismo latinoamericano (2001) y Prebisch: Actualidad de sus ideas básicas (2001b). Ambos estudios son muy similares en cuanto a la caracterización de la CEPAL, por lo que pondremos énfasis en el primero de ellos que resutla más amplio. Allí asocia la experiencia en Argentina de 1930 a 1945 como antecedente de la concepción centro y periferia, los ciclos económicos, las ideas sobre el comercio exterior y los niveles de regulación y dirección por parte del Estado en la economía. En ese período “…podrá apreciarse que se trata de ideas generales, preanalíticas, que como tales no constituyen una teoría formalizada a plenitud. Sin embargo, resultan notoriamente armónicas y complementarias y conforman una nueva visión del subdesarrollo, o mejor, una nueva visión sobre las características y la evolución de largo plazo de las economías que se dio en llamar subdesarrolladas” (…) El término “visión” se utiliza en el sentido que le brinda Schumpeter. Con él se procura señalar que toda teoría, nueva o renovada a profundidad, comienza cuando se logra un conjunto de hipótesis clave que constituye el contenido fundamental de lo nuevo. Es a partir de un contenido básico que se van desarrollando diversas formas, diversas teorías

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De un lado, sería imposible caracterizar a un dispositivo funcional a intereses de países centrales (como lo hará Marini) a

una teoría que viene a sostener figuras autoritarias mediante el cambio en la inserción internacional del trabajo de las periferias que –además- son sostenidas por las masas. Por otro lado, se encuentra difícil sostener en mucho de los gobiernos que se piensan nacionales y populares a la CEPAL a la luz de la evidencia -por caso- Argentina con el golpe de estado al Gral. Juan Domingo Perón con la llamada Revolución Libertadora de 1955 y la participacón de Prebisch en la misma, sumada a su negativa de participar en el gobierno peronista y la relación conflictiva que ha existido entre ambos.

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formales estructuradas con rigor analítico, en cuya construcción el contenido inicial se reexplicita y reformula.” (Rodríguez, Fundamentos del estructuralismo latinoamericano 2001, 104). Del mismo modo que en 1980, Rodríguez sostiene que existe una formación teórica de constitución en la posguerra, y lo realiza con instrumentos clásicos de la historiografía económica (Schumpeter): existe una “visión” que permite una formación diferente al tiempo que utiliza instrumentos analíticos válidos acorde a las reglas científicas (dominantes). “En otras palabras, se logró elaborar lo que puede denominarse una “teoría del subdesarrollo”, conformada por el conjunto del contenido básico y de las tres teorías que replican, en abstracto, los fenómenos del desequilibrio externo, del deterioro y del subempleo estructural (…) La circunstancia de que estas teorías cumplan con los requisitos de lógica habituales de la economía convencional legitima identificar ese conjunto como una “teoría” del subdesarrollo. Pero además debe tenerse presente que se elaboraron en estrecha conexión con propuestas de política económica, sustentadas a su vez en cuerpos de análisis que cumplen, también, con tales requisitos de lógica o de coherencia interna.” (Rodríguez, Fundamentos del estructuralismo latinoamericano 2001, 111). Como hiciera dos décadas antes, Rodríguez está pretendiendo establecer un diálogo con las teorías dominantes14. Por lo tanto, le aplican las mismas preguntas que le hemos hecho a su texto de 1980. Fernando H. Cardoso suma el diagnósico de un marco teórico difusio debido a que “Los planteamientos cepalinos tiene obvias raíces en el pensamiento económico clásico y en el marxismo, y están empapados en un lenguaje

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Tal es esta caracterización que existe una contradicción entre la afirmación de lo novedoso y la continuidad de lo

convencional “Así pues, consideradas en su mayor nivel de abstracción, las ideas sobre el desarrollo económico coinciden con las contenidas en líneas generales en las teorías del crecimiento de origen neoclásico y keynesiano, que lo conciben como un proceso de acumulación de capital estrechamente ligado al progreso tecnológico, mediante el cual se logra la elevación gradual de la densidad de capital y el aumento de la productividad del trabajo y del nivel medio de vida.” (Rodríguez, Fundamentos del estructuralismo latinoamericano 2001).

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keynesiano. Esta ambigüedad hace difícil determinar el cuadro teórico en que se mueve el análisis.” [El subrayado es mío] (F. H. Cardoso, La originalidad de la copia: la CEPAL y la idea de desarrollo 1977, 38)15. Pero ello no le impide afirmar la originalidad de las propuestas, habiendo realizado el ejercicio de poner en discusión el cepalismo con los discursos dominantes tanto del mainstream como del marxismo. Parece entonces que quienes han puesto en relación a los discursos dominantes, logran ver la creatividad de un discurso que de otro modo parece desvanecerse. Se combina el aporte del cepalismo en los procesos reales de cambios –sobre todo industriales- con la elusión de los discursos que actúan directamente sobre la realidad, aunque cuando se indaga sobre ella, aparecen otros actores, que no pretenden disputar el terreno académico sino el político. Si bien el período de posguerra en todo el mundo, es el período de efervescencia de la academia aplicada a la macroeconomía y por lo tanto a la política económica, en América Latina, y en particular en Argentina, el discurso político ha co-mandado –con interrupciones- hasta entrada la década del 70. Cristóbal Kay y María Urquidi (1989) señalan que el estructuralismo faltó al estudio de las relaciones de producción trocándolo por el de las relaciones de intercambio centradas vía la tesis de centro-periferia. Sin embargo, el choque teórico contra el monetarismo demostró que las vistas sobre el comercio exterior pueden ser patrimonio de ambos. Los autores muestran que la caracterización centro-periferia (o desarrollo-subdesarrollo) entendida como una relación de explotación, debe ser abandonada. Los centros no se desarrollan porque las periferias se subdesarrollan con la actuación del Estado racional idealizado presentado por el estructuralismo. La revisión de los estudios del Estado deben enfocarse en sus limitaciones para conducir el desarrollo; no sólo como un Estado que representa intereses de clase, sino reconocer espacios teóricos de lo público no reconocidos hasta el momento más allá del Estado racional o de la lucha de clases (grupos

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Furtado clarifica dicho diagnóstico cuando afirma que “Si pretendiéramos sintetizar la contribución de las tres corrientes

del pensamiento antes mencionadas [Marginalismo, Keynes y Marx] a la aparición de un comienzo de pensamiento económico autónomo y creador en el mundo subdesarrollado, diríamos que el marxismo fomentó una actitud crítica y de desacuerdo, la economía clásica sirvió para imponer una disciplina metodológica, sin la cual se produce una desviación hacia el dogmatismo, y la eclosión keynesiana favoreció la mejor comprensión del papel del Estado en el plano económico abriendo nuevas perspectivas al proceso de reforma social.” (Furtado, Desarrollo y Subdesarrollo 1964, 7)

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étnicos, mujeres, etc.). Es entonces donde se realiza una crítica a esa generalidad de la teoría, “Las especificidades de ciertas experiencias se abstraen de manera que quedan integradas en las generalidades, por lo que escapan al análisis infinidad de pequeños, pero no por ello insignificantes incidentes. Sin embargo, son estos los que a veces le imprimen diversidad y carácter a una teoría, con lo cual la enriquecen, especialmente en contraste con aquellas que son dogmáticas y unidimensionales.” (Kay 1989, 37). Para ello, la teoría debe abandonar su centro-centrismo. El problema del estructuralismo reside en que su contenido (teoría) no se amoldó al continente (desarrollo en América Latina), por ello, “…las teorías latinoamericanas del subdesarrollo y el desarrollo sirven de base para comprender y superar el predicamento en que hoy se encuentran el Tercer Mundo en general y América Latina en especial. Esto es, si se entienden las teorías estructuralista y dependentista como métodos de análisis, como marcos de referencia o como una serie de proposiciones, en lugar de entenderlas como teorías integrales.” [El subrayado es mío] (Kay 1989, 40). El trabajo rescata aspectos fundamentales del estructuralismo a la luz de la oposición al neo-monetarismo. Propone la estrategia de caracterizarlo como un método de análisis, un marco de referencia o una serie de proposiciones. De esta forma, la crítica al estructuralismo fue su pretensión de universalismo en búsqueda de constituirse como una teoría integral. El estructuralismo no fue una teoría integral en la medida en que constituyó jerarquías inferiores, apoyada esta tesis en las experiencias históricas de cada uno de los países. El libro publicado por Alfredo Eric Calcagno (1989), incluye el estudio de tres corrientes de pensamiento en latinoamerica (estructuralista-cepalina, liberal-monetarista y socialista) en sus aspectos doctrinarios, de aplicación y comparativos entre teoría y práctica. Separa el enfoque teórico que trae los principios fundamentales, de su aplicación práctica. Los aportes

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constituyen, a través de una toma de posición ideológica, un “cuerpo de doctrina” compuesto de dos períodos: clásico (hasta 1965)16 y moderno. La CEPAL clásica se constiutye su visión estructural por opocisión a la visión atomista (del consumidor, la empresa, etc.) donde la ideología aparece como un nexo entre el diagnóstico de los problemas del desarrollo y la formación de instrumentos teóricos para su resolución. Luego de estudiar los problemas de aplicación de la teoría y los matices que se producen en el ámbito de la política, el autor señala una cuestión fundamental cuando afirma que estas teorías –por el período en que se producen– podrían consistir en la racionalización de fenómenos existentes. “El problema estriba en establecer si esos procesos económicos quedan asociados a las formas políticas y a la organización económica de los gobiernos que las ejecutaron, o si las prescripciones económicas corresponden a fenómenos técnicos que podrían haberse ejecutado bajo otros regímenes. Ello conduce a indagar si las tesis de la CEPAL dan por supuesto que se ejecutarán bajos regímenes capitalistas o si –con las adaptaciones obvias- también serían válidas en sistemas socialistas (…) El segundo problema reside en establecer si el análisis debe detenerse en el umbral de lo político, tarea que excede a la teoría económica y las funciones de la CEPAL; o si, para llegar al meollo de la cuestión, deben analizarse la estructura de poder y la organización social y productiva.” (Calcagno 1989, 56). Calcagno se está preguntando por la utilidad directa del enfoque teórico de la CEPAL y es por ello que sus problemas radican en caracterizarla como útil para una economía capitalista exclusivamente, o aceptalo como una generalización mayor (por ej. al socialismo); en segundo lugar, si el ámbito es únicamente el económico del capitalismo o debe estudiar la formación de poder en términos generales. La puesta en escena de estos dos conflictos da por sentado que el “cuerpo de doctrina” de la CEPAL constituye un aporte general del

16

El perído clásico se caracteriza por los aportes del enfoque estructuralista, la heterogeneidad estructural, el sistema centro-

periferia, la planificación del desarrollo, las teorías de la inflación, politicas internas de industrialización y reforma agraria y aspectos sociales del empleo, la distribución del ingreso y la intergación latinoamericana.

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capitalismo, de una teoría específica en el ámbito de la disciplina económica (excluye lo político) y en particular, espacial hacia América Latina. La CEPAL –concluye- ha estudiado las cuestiones de fondo (estructura productiva) y recomendaciones generales de política evitando la oportunidad y el modo de ejecución de las mismas. Ruy Mauro Marini -aunque reconoce que a partir de 1949 con el manifiesto, se puede comenzar a hablar de una plataforma teórica en América Latina- al preguntarse qué es la CEPAL sugiere que, en primer lugar, constituye una “…agencia de difusión de la teoría del desarrollo que se planteara en Estados Unidos y Europa…” (Marini 1994, 1). Enseguida comienza referenciando la historia intelectual de sus contribuyentes (Prebisch, Furtado, Pinto, etc.) y da una dimensión funcional de la CEPAL a los intereses de los países centrales. La CEPAL entonces, es un dispositivo internacional del centro para influir en las instituciones nacionales y regionales que coadyuvan a gobernar en la periferia. Para Marini -en oposición directa a lo expuesto por Sunkel y Paz- la teoría del desarrollo es etapista en esencia y constituye una versión del evolucionismo económico. Según la CEPAL –dice- cada nación puede subirse al camino del desarrollo; desde el subdesarrollo (pre-industrial) al desarrollo. Indica que “…la tesis central de la teoría del desarrollo es que el desarrollo económico representa un continuum, en el que el subdesarrollo constituye una etapa inferior al desarrollo pleno. Este representaría, empero, algo accesible a todos los países que se empeñaran en crear las condiciones adecuadas a ese efecto.” (Marini 1994, 2). En segundo lugar, señala el impacto del discurso de la modernización en otros aspectos intelectuales de la época, como la sociología o la antropología. Por último, Marini realiza una crítica del método de la CEPAL a partir de la siguiente interpretación: “En la medida en que desarrollo y subdesarrollo eran, en el fondo, la misma cosa, vale decir momentos constitutivos de la misma realidad: la economía capitalista industrializada, sólo podrían ser diferenciados mediante criterios cuantitativos, los únicos adecuados para ubicar una economía en este o en aquel grado de la escala evolutiva.” (Marini 1994, 2). 16

El subdesarrollo para la CEPAL, sería una parte constitutiva y rezagada del sistema mundial cuyo resultado se evidencia a partir del aspecto cuantitativo (PBI per cápita, esperanza de vida, etc.) que marcaría el grado de avance en la carrera por el desarrollo. El texto, tiene la virtud de pretender comprender la formación teórica de largo plazo y en el contexto internacional, donde -aunque formara parte de un proceso de domesticación ideológica- la CEPAL logra constituirse en una identidad regional durante la primera década de su existencia, entrando en crisis en la década del 60, mostrando contradicciones de clase inter-burguesas. Existe en Marini la idea que la CEPAL era el dispositivo ideológico de la burguesía industrial frente a la oligarquía terrateniente. La CEPAL es producto de decisiones e influencias del centro que evita ser una mera copia y de allí es que logra su identidad de teoría social novedosa. Es menester el carácter contradictorio de esta interpretación: La CEPAL acuña teoría social con identidad regional al tiempo que es un actor de los intereses del centro. Llega a ser la agencia ideológica por excelencia de América Latina poniendo el conflicto inter-burgués entre terratenientes e industriales, pero bajo la tutela de países centrales que pretenden seguir dominando, y con un funcionario a cargo (Prebisch) acusado por movimientos progresistas argentinos de defender intereses de la oligarquía terrateniente. El sentido funcional que hace a una explicación fácil y reducida de la CEPAL deberá ser cuestionado. Por un lado, porque en su creación, las objeciones vinieron principalmente de países desarrollados de dominio político, por caso la nueva hegemonía: los EE.UU., aunque también habría cuestionamientos de la URSS y Canadá, entre otros17. En segundo lugar, el proceso de dependencia que continuó su curso se caracterizó –acorde a la propia CEPAL, los discursos desarrollistas, los nacionalistas populares y gran parte del marxismo– por la falta de cambio estructural necesaria para cambiar las condiciones técnicas y sociales de reproducción. Por último, es preciso darle un significado al término ideológico utilizado con tanta frecuencia y en tan diversos contextos. Marini reconoce la producción teórica, aunque fallida, de la CEPAL pero como resultado del proceso ideológico de la acumulación ampliada a nivel mundial. Es una tesis, sin embargo, imposible de refutar: ha habido

17

Algunas tensiones continuaron posteriormente a la creación de la institución (Pollock y Kerner 2001).

17

capitalismo en América Latina así como en la mayor parte del planeta que no ha sido influido por las ideas de la CEPAL. Al mismo tiempo, las propuestas de la CEPAL (como las de ninguna formación teórica) han sido llevadas a la práctica de forma pura, sino que muchas veces los desarrollismos han propuesto políticas contra algunas de estas ideas (el caso de Frondizi y Frigerio en Argentina es testigo de ello). Resulta problemático -a la luz de las ideas de Marini- reconocer en la CEPAL la génesis del pensamiento dependentista. ¿Cómo caracterizar entonces estos conflictos? ¿Ideológicos? ¿Doctrinarios? ¿Es que la teoría ha sido simplemente incompleta? ¿Cómo es posible teorizar socialmente partiendo de concepciones ideológicas? ¿Cómo no lo es? ¿Cómo hay que comprender la ideología para que ello fuera posible? ¿Cuál es el grado de veracidad de las tesis de la CEPAL que le permitieron a las teorías de la dependencia acercarse a alguna verdad? Un trabajo que permite realizar más preguntas sobre la ideología y los criterios para clasificar influencias desde Estados Unidos corresponde al de Bodenheimer y Luján (1970). Allí se encuentra un vínculo estrecho entre el desarrollo de la ciencia política en EEUU y la ideología del desarrollismo –el paradigma supletorio- como una interpretación distorsionada de la realidad latinoamericana. Los autores determinan niveles de las teorías sostenidas por el desarrollismo, que poseen su correlato en las premisas epistemológicas de las ciencias políticas dominantes en EE.UU. Identifican para ello el siguiente cuadro: Teorías sobre el desarrollo

Premisas epistemológicas de las ciencias políticas

Acumulación

Modelo de desarrollo continuo

Conocimiento acumulativo

Cambio estable y ordenado

Interés por la predicción y búsqueda de “leyes universales”

Estabilidad Fin

de

ideología

la Pluralismo. Fin de la ideología en el Objetividad desarrollo

de

“tradicionales”;

desde

desarrollados

hacia

subdesarrollados

ciencias

sociales Vs. sesgo ideológico

Desde los sectores “modernos” a los Transferencia Difusión

las

del

marco

países coneptual de las sociedades los desarrolladas

a

las

subdesarrolladas

18

Fuente: Bodenheimer y Luján, 1970 No nos interesa discutir en qué grado las ciencias sociales del centro poseen dichas características, asumámoslo como un dato y pongamos a prueba al cepalismo. Parece claro que todos los autores han estado preocupados por las mismas cuestiones, resulta de ello que obtienen representaciones del cepalismo completamente distintas. Interesa conocer cómo sería posible que epistemológicamente la CEPAL se halle circunscripta por otro paradigma dominante y permita con ello las posibilidades teóricas del surgimiento de un paradigma alternativo como fuera, por ej., el “modelo de la dependencia”. Queda la impresión que la crítica se ha centrado en asociar los elementos del cuadro anterior a las contribuciones cepalinas, y que –incluso sin identificarlas como positivas18– los defensores del estructuralismo han pretendido romper con ellas. Street (1967) ha desarrollado trabajos de vínculos entre el estructuralismo y las teorías institucionalistas norteamericanas. Allí encuentra cuatro aspectos comunes19, aunque no identifica la causalidad entre ninguna de ellas. Sus aproximaciones parecen alejar al estructuralismo de las teorías dominantes (monetarismo) producidas en norteamérica aunque también, al recomendar a los estructuralistas el uso del instriumental institucionalista, reconoce la escasa influencia de una parte de la heterodoxia norteamericana. De este modo, Street lamenta “Que la integración de la tecnología moderna en la civilización latinoamericana se ha retrasado se debe en parte a la extensa orientación de la región hacia España y Portugal, países de retraso similar, en lugar de otras regiones de Europa y Estados Unidos.”[la traducción es mía] (Street 1967, 57).

18

Los reconocimientos del problema “ideológico” como un aspecto negativo en Rodríguez (1980) o como algo necesario

en Sunkel (1979) dan prueba de ello. 19

Dichos aspectos se resumen en críticas a: 1) análisis dinámico ortodoxo; 2) confianza en la eficiencia de los mecanismos de

mercado; 3) uso de medidas convencionales para corregir problemas de largo plazo y 4) la reducción del consumo como determinante de la acumulación (el trade off entre consumo e inversión) (Street 1967, 46).

19

Aunque atribuye una probabilidad a las fallas en la adecuación de la educación impuesta por la “disciplina de la máquina” (en terminología de Veblen) que une a trabajadores de la industria con los técnicos e ingenieros que los supervisan. Los trabajos de Joseph Love20 representan una amplia fuente de referencias para cualquier aporte que se relacione con el área. Es nuestro interés tomar, en primer lugar, tres de sus principales artículos sobre la temática. Estos artículos son relevantes porque forman un núcleo analítico que estudia, por un lado, la herencia que provocó sobre el enfoque de la dependencia (1990); en segundo lugar, las influencias teóricas que construyeron al estructuralismo (1996) y por último, una interpretación del auge y caída del estructuralismo latinoamericano (2005). En segundo término revisaremos un trabajo singular sobre Celso Furtado. Los orígenes del análisis de la dependencia es un trabajo el autor estima la historia institucional internacional, los documentos originales y la trayectoria intelectual de los autores, construyendo una trama temática sobre la dependencia cuyo origen se remonta a los aportes del marxismo y de la CEPAL. Pasa revista de los aportes que van construyendo la radicalización del discurso de la perferia en los años 60s. Su trabajo de contexto es realmente valorable y produce un aporte a la historiografía de la época y a la historia del pensamiento económico no sólo de América Latina21, pone en relieve la historia de ciertos debates y con ello evita mistificar algunas caracterizaciones que ha tenido la dependencia y la CEPAL en versiones ligeras. El trabajo no muestra –aunque comparativamente con otros tiene ciertas ventajas- los debates nacionales en profundidad (sólo se hace referencia a parte de los debates en Brasil y Chile y siempre entre autores vinculados a la CEPAL) ello provoca que ciertas ideas parezcan desconectadas de otros discursos existentes. Por caso, en Argentina la dependencia ha tenido raíces históricas anteriores bajo el tópico del imperialismo y del

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Profesor emérito de historia en la universidad de Illinois (Economista por Harvard, Master en Historia por Stanford y Ph.D

en Historia por Columbia), se ha dedicado al estudio de la historia latinoamericana en el siglo XX y XXI centrando numerosos trabajos en la CEPAL, la UNCTAD, Prebisch, Furtado y la teoría de la dependencia. 21

La década del 60 adelantaría problemáticas tomadas por Samir Amin, Immanuel Wallerstein, Arghiri Emmanuel, André

Gunder Frank y otros durante los años 70s.

20

nacionalismo22, abordajes que poseen una aproximación desde lo político antes que desde lo económico, sin embargo desvincular ambos aspectos de una realidad social es un trabajo incompleto. Asimismo resulta de escasa utilización el uso de datos económicos que apoyaran cierta racionalidad de los argumentos. En Las fuentes del estructuralismo latinoamericano el autor indaga de una forma clásica es decir, a través del estudio del discurso- las citas y, sobre todo, las similitudes conceptuales. De este modo vincula a las ideas de centro y periferia de Prebisch con las de Sombart y Manoilescu por un lado (reconoce que su influencia fue sólo una probabilidad) al tiempo que luego de descartar los estudios de Perroux, aproxima las influencias de Keynes. Las ideas del estructuralismo latinoamericano –acorde a Anibal Pinto- tenían más énfasis en Marx, Keynes y Rosestein-Rodan que en los autores nombrados anteriormente (esto forma parte del tipo de historia interna de las ciencias: el vínculo y desarrollo de categorías, la búsqueda de la originalidad del concepto, etc.). Existe un párrafo preciso de rescatar donde Love parece orientar su búsqueda hacia algo más que suposiciones y relaciones internas de los autores y textos que permite comprender un aspecto general del estructuralismo como discurso no radical del fracaso del libre mercado. “Esta opinión, compartida por Perroux y otros corporativistas, estaba compuesta por tres argumentos relacionados con el capitalismo de entreguerras; 1) los precios a menudo dan señales equivocadas a los actores económicos, porque están distorsionados por el monopolio; 2) el trabajo y otros factores de producción "pueden responder a las señales de los precios de forma inadecuada o incluso perversa"; y 3) los factores pueden ser inmóviles. En el Oxford Institute of Statistics y el Royal Institute of International Affairs en Londres estaban trabajando varios "estructuralistas" de Europa central y oriental que expandieron esta perspectiva: Paul Rosenstein-Rodan, Michael Kalecki, Kurt Mandelbaum, Thomas Balogh y Nicholas Kaldor. Estaban de acuerdo en que los mecanismos de precios funcionaban incluso peor en los países

22

Se puede consultar el desarrollo de los debates nacionales en Tarcus (1996), Altamirano (2007 y 2011), entre otros.

21

subdesarrollados. Rosenstein-Rodan escribiría lo que generalmente se conoce como el primer estudio de "economía del desarrollo" en 1943, y Mandelbaum escribiría el primer tratado sobre el problema en 1945. Ambos se centraban en los problemas del este y sureste de Europa. Estas zonas formaban una especie de proto Tercer Mundo en los años de entreguerras.” (Love, Las fuentes del estructuralismo latinoamericano 1996, 395). Dicho párrafo aporta un elemento de conflicto y continuidad en este trabajo. Parece evidente que no se puede evitar el estudio de influencias. ¿Cuál es el sentido que daremos a ellas? ¿Qué obtenemos si optamos por la búsqueda de originalidad? Parece necesario comprender el discurso en el tiempo, conocer que dichas formas tienen, no sólo vínculos directos y cercanos con otros discursos, sino que existe una realidad conflictiva que hace posible que estos discursos se concreten en un espacio que dominan. A partir de allí el trabajo sigue un interesante desarrollo. Por un lado, enuncia las condiciones económicas estructurales de mediano plazo que dieron empuje, validez o argumento a muchas tesis de la CEPAL23. Así Love señala que, “En consecuencia, pese a que los economistas de la Sociedad de Naciones mantenían la fe en la importancia del comercio para el desarrollo de la economía internacional, reconocían que la especialización en la agricultura no había sido una solución beneficiosa para la mayoría de los países agrícolas. No solo Prebisch estaba sucumbiendo al "pesimismo de la exportación", sino también los economistas de la Sociedad de Naciones.” (Love, Las fuentes del estructuralismo latinoamericano 1996, 398). Independientemente de la originalidad de los argumentos24, el aporte de Love consiste en enunciar los diversos autores (Sombart, Manoilescu, Perroux, Singer, Sommer,

23

Las condiciones entre la agricultura, la industria en el período de entreguerras. Las convenciones entre países europeos

respecto del carácter de los monopolios y sindicatos en la formación de precios. Los términos de intercambio y las condiciones del comercio. 24

La tesis “Prebisch-Singer”, “Prebisch” o “Singer” y la cuenta de los meses de diferencia entre sus publicaciones muestra

lo estéril de la discusión para los fines de nuestro trabajo.

22

Kondratieff, Kindleberger, entre otros) que se aproximaban a conceptos más o menos desarrollados que constituyen los aspectos centrales del estructuralismo de la CEPAL pero vinculándolos al contexto material y simbólico de mediano plazo. La mera probabilidad que “varios elementos de la tesis de Prebisch-Singer habían sido planteados en los años de entreguerras por economistas que trabajaban dentro de una tradición neoclásica” produce un efecto sobre nuestra propuesta que resulta interesante. Si la efectividad de la influencia no puede verificarse resulta una prueba de suma utilidad para afirmar de un lado que la originalidad del argumento tiene escasas posibilidades de resultar un método significativo para algo –incluso habría que acusar a sus objetivos para la ciencia– y, de otro lado, que la falta de continuidad y vínculos directos refuerza la necesidad de ampliar la vista sobre el objeto de estudio. No será preciso centrarse exclusivamente en lo que Prebisch, Furtado y otros miraban y pensaban. Será necesario ponerlos en relación (interna y externa). Love finaliza su estudio habiendo probado que el estructuralismo no tiene fuentes directas del corporativismo (Manoilescu y Perroux) aunque sí encuentra influencias keynesianas y neoclásicas (Kindleberger, Cassel, Clark, etc.), que tanto Prebisch como Furtado reconocían abiertamente. En rigor, esta búsqueda difiere de nuestro proyecto, aunque Love para realizarla haya recorrido parte de un camino que es fundamental para nuestro trabajo. Asimismo, siempre es posible completar la historia de la influencia intelectual con las realidades nacionales25, especialmente con un aspecto relegado de los EstadosNación después de la crisis de 1929. Concluiremos que los aportes de la influencia intelectual pueden ser útiles para trazar una matriz de pensamiento y a partir de allí aproximar los límites lógico-metodológico de los autores, sin embargo, ello supone que toda propuesta teórica es necesariamente coherente en sus propios términos o que existe en una lógica rigurosamente seguida. Las formas

25

Otro tipo de trabajos relacionan este aspecto y relegan lo puesto en evidencia por Love. Tal es el caso de Pollock y

González (1991), que ubican el desarrollo del pensamiento del Prebisch “ortodoxo” hacia el “conservador ilustrado” dentro del cual se jerarquizan sus actividades profesionales (funcionario, docente, etc.) dentro de distintas instituciones en Argentina: informes para la SRA, actividad docente en la UBA, y diversos cargos relevantes durante los gobiernos de la “década infame” (entre ellos, la creación del BCRA). Por caso, se encuentran rastros de las diferencias de los países del tercer mundo al participar de la “Conferencia Económica y Monetaria Mundial” en 1933 y de las lecciones de debilidad que reflejó el pacto “Roca-Runciman” ese mismo año (pese a que fuera Prebisch quien defendiera dicho pacto años después).

23

concretas que estos desarrollos intelectuales adoptan en las instituciones (CEPAL, Universidades, etc.), en la política (lo político y las políticas) distan mucho de tales caracterizaciones26. En The Rise and Decline of Economic Structuralism in Latin America: New Dimensions, el autor no se propone determinar si el moviemiento estructuralista fue correcto, sino contemplar la relevancia que puede resumirse en su concepción sobre la sustitución de importaciones (industrialización), la informalidad y la historiografía27. Como en otros trabajos, Love contempla el contexto internacional de corto y mediano plazo en la posición escolar del movimiento. Tanto en el surgimiento con el estado del mundo en al crisis del 30, como en el desarrollo industrializador de la edad de oro hasta el triunfo del neoliberalismo en los años 80s. Este trabajo tiene la particularidad de incorporar la dimension nacional –Sobre todo la brasileña– en relación a las contribuciones de la CEPAL debido a que contempla el aporte historiográfico, es decir, los estudios estructuralistas sobre la historia económica en diversos países: Furtado en Brasil, Pinto en Chile, Ferrer en Argentina, y Sunkel y Paz para toda la región. Sin embargo, los debates al interior de la Nación siguen ausentes. Es interesante este punto debido a que entre las características del movimiento se encuentran las relaciones entre gobiernos y la institución, la generación y manejo de estadísticas, la intervención de muchos autores como funcionarios en procesos nacionales (Furtado, Prebisch, Ahumada, Ferrer, etc.), la difusión internacional y regional de sus ideas y los dispositivos de entrenamiento que impartían sus cursos. No estamos realizando una crítica a Love, sería poco probable hacerlo de manera correcta a dicha síntesis que pretende dar una idea del significado de ese movimiento, pero es un esfuerzo necesario para caracterizar el

26

Tal vez, estas formas de interpretar al cepalismo permitan comprender el carácter ideológico asignado a este tipo de

teorías como una forma ideal, desfigurada y no-científica de la concepción social. Tal vez, la creencia en una coherencia absoluta, en una razón superior de la ciencia sobre procesos político-sociales, haya sido quien juzga a estos aportes. Tal vez sea una forma diferente de configurar las relaciones simbólicas en una sociedad y solo tal vez, haya tenido éxito durante el siglo XX. 27

Señala que la teoría de la inflación y las teorías de la dependencia deben ser incluidos como aportes del cepalismo pero

son tatados en otros trabajos.

24

pensamiento contenido en la institución “más allá de la vitalidad de sus ideas y personalidades”. Al respecto debemos señalar otros argumentos, comunes en el tratamiento del cepalismo. Por un lado, existe la idea que los aportes científicos deben encuadrarse en la epistemología clásica o clásica criticada como señala el siguiente párrafo: “Voy a tratar a la escuela estructuralista como generadora de ideas y políticas. Aunque no es un auténtico "paradigma" (Thomas Kuhn) o un "programa de investigación científica" (Imre Lakatos), el estructuralismo ha dado a luz a una serie de ideas y políticas derivadas que llegaron a caracterizar a la escuela.” [La traducción es mía] (Love, The Rise and Decline of Economic Structuralism in Latin America: New Dimensions 2005, 102). Love señala como movimiento a la escuela estructuralista, aunque acuerda que el término está mal utilizado y sería más pertinente nominarla cepalismo. Aclara que el cepalismo ha venido a dar racionalidad a ciertos procesos que ya estaban ocurriendo: industrialización, cambios en el comercio internacional, etc. aunque afirma que no ha constituido ciencia tal como se la descubre y se la justifica (contexto de descubrimiento y de justificación) (Love, The Rise and Decline of Economic Structuralism in Latin America: New Dimensions 2005, 103). Así, “…podemos fácilmente concluir que la fase clásica de la historia estructuralista, una generación antes, era más rico en la generación de debates sobre hipótesis. Los estructuralistas habían hecho las preguntas importantes

de

sus

historias

nacionales,

utilizando

la

teoría

macroeconómica formal. Ellos eran conscientes de la importancia de los buenos datos, pero hicieron un uso limitado de los mismos, y, a veces los datos no existían en el momento en que escribieron…Por tanto, parece apropiado clasificar la mayor parte de la historiografía estructuralista como historia "proto-económica" (o "proto-econométrico"), si se me permite hacer una analogía con la distinción entre las eras "pre-estadística", 25

"proto-estadística", y "estadística" épocas de la historia económica y demográfica.” [Los subrayados y traducción son mías] (Love, The Rise and Decline of Economic Structuralism in Latin America: New Dimensions 2005, 116). Llegamos pues a que, incluso en los estudios que estimo más avanzados sobre la caracterización del cepalismo, aparece la idea de proto-disciplina. Ha sido un movimiento (en realidad toda formación discursiva es movimiento) que no ha tenido bases formales propias sino que utilizó macroeconomía existente y no llegó a formar un aporte historiográfico verdadero. Tal vez, pueda ser una caracterización exagerada y falta de justicia sobre los estudios de Love, sin embargo, es un hecho común a varios textos la falta de especificación, de limitaciones sobre lo que nosotros denominamos marco teórico. Love publica en Estudios Sociológicos un trabajo titulado Furtado, las ciencias sociales y la historia donde revisa los aportes del autor a las ciencias sociales con métodos clásicos de la historiografía biográfica -las influencias intelectuales (hacia atrás y adelante), la historia personal y su contexto, la selección de obras clave y la evolución de sus escritos, la aparición de categorías y métodos y su desarrollo cronológico- para obener una imagen realmente precursora de muchos aportes hacia el cepalismo y otros que no han formado parte del núcleo analítico de la CEPAL, pero que están presentes de cualquier forma en los trabajos de diversos autores: la aplicación del estructuralismo a la historia, la apertura del camino hacia las teorías de la dependencia, el carácter historicista de las estructuras (sub) desarrolladas, la concentración en la distribución del ingreso, la heterogeneidad, el tamaño del mercado, el desarrollo y subdesarrollo como componentes de un mismo proceso (de aquí que comunmente vayamos a usar la expresión (sub) desarrollo), las imperfecciones de mercado, la función del Estado, reforma agraria, relaciones del consumo conspucio, el holismo metodológico, la aplicación de tecnología al proceso productivo, etc. A diferencia de otros trabajos, Love reconoce el aporte a las ciencias sociales del cepalismo y en particular (más que el de Prebisch) el de Furtado28.

28

“No cabe duda que en el diálogo de los últimos cuarenta años entre las ciencias sociales y la historiografía, las ideas y

conceptos más relevantes que han surgido en América Latina y que han influido en la forma en que se escribe la historia estuvieron relacionados con las escuelas del estructuralismo y la dependencia.” (Love, Furtado, las ciencias sociales y la historia 1999, 3)

26

Una argumentación similar se encuentra el trabajo de Carlos Mallorquín (2005) al producir un retrato intelectual de Furtado, que lo separa de la tradición asociada a Prebisch y recorre su historia personal y profesional. Reconoce que en escritos de la década del 50 existe una tensión entre retomar categorías económicas del análisis convencional y el inicio de algo diferente. Furtado parece haber puesto en revisión a las teorías neoclásicas y de este modo dar comienzo a una nueva contribución teórica (que compartiría con Prebisch). La crítica “…llega a su culminación con su concepción estructuralista de la economía o del subdesarrollo, cuya aparición teórica puede verse entre los años 1958 y 1962.” (Mallorquín 2005, 641). En 2003, Eduardo Devés Valdés publica su segundo tomo sobre el pensamiento latinoamericano en el siglo XX. Es de las pocas obras que se ha propuesto revisar críticamente los métodos historiográficos. Su método consiste en un complejo de conceptos, temas, problemas, autores y paradigmas en relación con el tiempo. El eje por el que se cruzan todos ellos es la modernización asociada a superar la condición de atraso mediante la técnica y la ciencia; cambio que se produce a mediados del siglo pasado como un movimiento opuesto (aunque no excluyente) a lo identitario como aquello autóctono y autónomo. Frente a la idea que la CEPAL ha propuesto una teoría autóctona del desarrollo, Devés Valdés señala que el tema, el problema, y el paradigma de la modernización está asociado fuertemerne a los movimientos de vanguardia de otras regiones. Señala que el temaconcepto desarrollo aparece como algo identitario cuando, en realidad, reinstala el proyecto modernizador. El autor vacila entre el carácter externo impuesto sobre la ciencia social latinoamericana y lo permitido desde dentro. En este sentido, acuerda que hay consenso en que, durante su primera década, el cepalismo se constituyó de preocupaciones exclusivamente económicas y que al poner en relieve lo social, se vuelve al eje identitario durante la década del 60 (José Medina Echeverrría, Anibal Pinto, etc.) que había caracterizado el pensamiento de la región en el período previo a las influencias modernizadoras. El texto se nutre de citas de los principales exponentes de la CEPAL, para validar la idea del desarrollo como sinónimo de crecimiento, como teoría modernizadora de exclusividad económica que, aunque con intentos de separarse de las influencias dominantes (neoclásicas) no logra hacerlo eficazmente y es por ello que las críticas de los años 60 recaen sobre los factores escenciales de cualquier teoría social; aquellos aspectos que la CEPAL ha dejado 27

de lado. Asimismo apunta que la búsqueda de una epistemología distinta permitió el desarrollo de nuevos conceptos y principios, de esta manera surgió “…una escuela de pensamiento, el cepalismo, punto de referencia básico en las polémicas de las ciencias sociales y económicas de los años 50 hasta fin del siglo.” (Devés Valdés 2003, 44). De este modo, la CEPAL había cambiado el eje y dirección de las ciencias sociales en América Latina, que, al conducir el “giro modernizador” habilitaron espacios identitarios y dialogaron con dependentistas y conservadores durante todo el resto del siglo. Ricardo Bielschowsky publica algunos de los trabajos sobre la historia del pensamiento de la CEPAL más interesantes. Entre ellos, le fue designada –por la CEPAL- la tarea de compilar el conocido libro de los 60 años de la CEPAL junto a dos textos (1998, 2009) que contribuyen a percibir la visión interna que la institución tiene de sus propios aportes. El trabajo titulado Evolución de las ideas de la CEPAL posee la riqueza de estudiar el desarrollo de las ideas acorde a su contexto regional (no así el internacional que es descartado manifiestamente por el autor, aunque también escasea el acercamiento a los debates nacionales). Tiene la particularidad de señalar los dispositivos a través de los que han influido sus ideas: la participación en la ALALC, la UNCTAD, el ILPES y las discusiones sobre la Alianza para el Progreso29. Desde un punto de vista historiográfico-económico Bielschowsky se posiciona con los aportes de Schumpeter de mediados del siglo pasado cuando “distingue entre el principal objeto de estudio (la historia del análisis económico) y el otro campo de la historia del pensamiento económico, el de los sistemas de economía política” señalando que la contribución de la CEPAL pertenece a este último grupo y agrega que “se trata, en suma, del paradigma desarrollista latinoamericano” [El subrayado es mío] (Bielschowsky, 1998, p. 1). El autor sostiene que en el período donde está escribiendo la historia de la CEPAL (década de 1990, aunque no varía su posición en 2009) existe un regreso al programa de investigación del ciclo 1949-1980, donde “el análisis vuelve a centrarse en las tendencias 29

Es interesante notar como el aspecto de “oficial” de la CEPAL lo lleva a reconocer que, pese a la informal heterodoxia

de sus autores, la institución mantendría posiciones moderadas y situadas a la derecha del espectro político en la década del 60.

28

de las estructuras productivas y distributivas”, la vista sobre el aparato productivo, la especialización y la inserción internacional son aspectos de continuidad con la primera época, aunque señala que el enfoque metodológico es aquello que permanece principalmente en la CEPAL luego de tantos años. Sesenta años de la CEPAL: estructuralismo y neoestructuralismo es un trabajo que sostiene la misma conclusión respecto de los cambios y continuidades del pensamiento contenido en la institución, pero en particular respecto de la primera etapa entiende que “…estos autores sostenían que era necesario formular una teoría autónoma capaz de aprehender la naturaleza del subdesarrollo de la región y las vicisitudes de su evolución socioeconómica. No fueron pocas las contribuciones analíticas generadas por los investigadores de la CEPAL a partir de la inspiración estructuralista. Con independencia y audacia, esa producción contribuyó al diseño de una identidad ideológica para la región en su conjunto.” [El subrayado es mío] (Bielschowsky, Sesenta años de la CEPAL: estructuralismo y neoestructuralismo 2009, 176). A diferencia del trabajo anterior, Matías Vernengo (2006), pone en relieve los aspectos heterodoxos de los dos enfoques de la Escuela de la dependencia, entre los que incluye a la CEPAL. En apariencia el texto sostiene la idea que el centro actúa como tal a través de sus formas monetarias y no tecnológicas como había sostenido desde dicha institución (incluso en la edad de oro del capitalismo o, para la periferia, el proceso de la ISI). La nueva dependencia no se encuentra en el uso de la tecnología sino corresponde a una dependencia financiera30. Aunque pone énfasis en los cambios producidos durante la crisis de la deuda en la década de 1980, dicha posición supone una interpretación sobre la validez de los estudios de la CEPAL y por lo tanto es preciso detenernos en este tema que contiene a los problemas de inflación y dependencia externa. Noyola (1956) y Sunkel (1958) son los disparadores de los análisis ampliamente difundidos de la inflación estructural. En este sentido son un textos clásicos (y originales) que apoyan su origen teórico en las estructuras de producción. Vernengo invierte la 30

La tesis va más allá, en realidad -señala citando a M.C. Tavares– este tipo de dependencia ha sido dominante por más

de 150 años.

29

causalidad del fenómeno expresado por estos autores: el atraso tecnólogico es consecuencia de los estrangulamientos financieros sobre la dirección de la demanda efectiva; cuando la demanda efectiva es el determinante del progreso técnico y no al revés. Ahora bien, si los factores técnicos de la producción ya no (o nunca) gobiernan la dependencia, vulnerabilidad y restricciones al desarrollo ¿Cuál es la explicación alternativa a la inflación no monetaria en America Latina? ¿Cuál es la relación entre los fenómenos de inflación y dependencia financiera? Si la dependencia financiera no precisa el uso de tecnologías distintas ¿Precisa dispositivos financieros diferentes? ¿Dónde radica la singularidad de la periferia latinoamericana? ¿Por qué razón se siguen perpetuando diferencias en las productividades relativas del centro y la periferia? Otro aspecto de controversia corresponde a la unión de las discusiones sobre la dependencia tecnológica con las versiones neoclásicas ofertistas (supply-side) como limitantes del desarrollo. Al no existir posibilidad teórica de dependencia en ningún sentido en las teorías neoclásicas y sus derivados precisamente porque las relaciones sociales no pueden emerger del análisis, se hace difícil darle mérito a dicha interpretación. En segundo lugar, porque en las teorías señaladas, no hay espacios para las asimetrías que no sean las de información (al menos como se ha planteado hasta el momento) y por último, porque las formas del poder que admite la teoría son únicamente poder de compra. En la discusión sobre qué provoca dependencia tendremos a las formas de producción y las relaciones sociales o las formas monetarias. Si la hegemonía financiera ha de ser el centro alrededor del que gravitan las diversas periferias ¿Tiene sentido hablar de América Latina como unidad de algún tipo?31 Luiz Carlos Bresser-Pereira el mismo año que Vernengo publica su trabajo titulado De La CEPAL Y El ISEB a La Teoría De La Dependencia donde examina las tres vertientes de la teoría de la dependencia (super-explotación capitalista, dependencia asociada y la

31

La clasificación de los autores en dos continentes: la tradición marxista y la de la CEPAL, merece cierta atención. Un

punto que habría que discutir respecto de dicha clasificación es el grado de pertinencia de los aspectos esenciales que toma cada autor de los diferentes enfoques. Parece claro que no existe un sólo aporte a aquello denominado dependencia. Las posibilidades de acercar a Prebisch y Furtado son más sencillas que hacerlo con Cardoso incluso más difícil es unir a Prebisch con enfoques marxistas. Las posibilidades de juntar a A.G. Frank y Dos Santos son más reales que las de hacerlo con Furtado y A.G. Frank. La pregunta para el texto será sobre la pertinencia de señalar la síntesis en dos continentes acorde a los objetivos buscados. Tal vez el grado de abstracción del trabajo precisa de ello, sin embargo, no resulte una caracterización correcta acorde a lo buscado en nuestro trabajo.

30

nacional-dependiente) pero suma un nivel de abstracción mayor al declarar los conflictos en el mundo de las ideas del siglo XX: Nación vs. Metrópoli y orden vs. Justicia social. De esta forma, Bresser-Pereira agrega la cuestión nacional caracterizada por su relación con los intelectuales públicos. El artículo señala interesantes componentes historiográficos sobre el desarrollo del pensamiento latinoamericano en la década que nos ocupa. Por un lado, su interpretación historiográfica difiere significativamente de las enunciadas hasta el momento. Centra su atención en las discusiones desde Brasil, es decir que agrega la dimensión nacional con un detalle de las instituciones y sus intelectuales componentes, al tiempo que estima de forma abstracta los debates mundiales, suma la discusión sobre los actores del desarrollo contenido en cada enfoque resultando la evidencia de la estrategia política expresada en cada proyecto. A todo ello agrega una interpretación singular del significado de la CEPAL cuando afirma que, “La elaboración teórica de los dos grupos [CEPAL e ISEB] se inscribía en la 'teoría del imperialismo'; es decir, la teoría que explica el subdesarrollo como resultado sobre todo de la acción imperialista de las grandes potencias, el 'centro', que buscan mantener a los países de la 'periferia' en su condición de exportadores de productos agrícolas y materias primas.” (Bresser-Pereira 2006, 421) Luego amplía, “La oposición “centro- periferia" desarrollada por Raúl Prebisch no fue sino un eufemismo para designar la relación imperialista. Y por lo tanto, como señaló sobre todo Furtado, el subdesarrollo no era mero atraso o una etapa del desarrollo sino una consecuencia de la relación centro-periferia.” (Bresser-Pereira 2006, 426) Las caracterizaciones de la dependencia y su relación con la CEPAL son de gran importancia porque muestran uno de los límites de la teoría. En este sentido el trabajo posee, además, la virtud de poner el debate en la historia. No sólo de la dependencia con el imperialismo, sino del marxismo europeo con las formas nacionales adoptadas por el marxismo en América Latina. 31

Paradójicamente sus virtudes se vuelven sus aspectos negativos. Su énfasis en la cuestión nacional en Brasil hace que su caracterización de la CEPAL se vincule al imperialismo y no quede claro porqué termina asociándolo -indirectamente- al marxismo europeo32. En rigor, la vía aparente para que esto suceda puede ser el debate iniciado por Celso Furtado, sin embargo habría que coincidir en que fuera Furtado el representante típico de la CEPAL y no, por caso, Prebisch, Sunkel o Pinto. Aunque incluso esto tampoco sería una prueba contundente de una interpretación acorde a nuestras coordenadas metodológicas. En segundo lugar, si bien se hace mención a los debates generales de la izquierda, hay escasas referencias del contexto de mediano-largo plazo del capitalismo mundial y de América Latina en particular, al tiempo que los debates teóricos concretos (desarrollo, capital, intercambio, inversión pública, etc.) no están puestos en relación. Esto no resulta una crítica al trabajo, en él no existe una propuesta de dar una caracterización acabada de la CEPAL y por lo tanto difícilmente podría satisfacer ciertos requerimientos que creemos necesarios. Pero resulta un trabajo interesante por el método utilizado para poner en escena los debates teóricos y nacionales en Brasil en las décadas del 50 y 60. Enrique Arceo (2008) caracteriza los inicios teóricos de la CEPAL sobre tres pilares fundamentales –en apariencia– pre-existentes: 

El desarrollo representa un continuum. Una especie de carrera sin llegada por el desarrollo.



El desarrollo representa modernización de condiciones sociales (económicas, ideológicas, políticas, etc.) en línea con los países centrales.



Si el desarrollo y subdesarrollo son dos momentos (exceptúa a Furtado de esta caracterización) de una misma realidad, entonces se diferencias cuantitativamente y no cualitativamente.

La CEPAL actuará como un “vocero” en las luchas políticas dentro de la región y hacia fuera ante los países centrales. En este sentido, Arceo encuentra un aspecto de continuidad con la teoría en el centro pero una ruptura respecto de los intereses para los que se utiliza

32

“En la periferia, la expresión "dependencia" es la contrapartida de la palabra "imperialismo" en el centro.” (Bresser-

Pereira 2006, 429)

32

esa teoría. El enfoque de centro y periferia difiere del imperialismo -aunque comparta similitudes en cuanto al estudio del comercio internacional- en su enfoque sobre la racionalidad y el espacio político de los Estados, más precisamente, de las funciones que competen al Estado nacional en relación al desarrollo. Esta caracterización permite poner en relieve el carácter político del cepalismo33 o de parte de él cuando señala –al citar a Cardoso- que “la desigualdad de la situación política entre la colonia y la metrópoli hace que el sistema económico sea percibido como directamente ligado al sistema político poniendo así de relieve más claramente la situación entre ambos” (F. H. Cardoso 2011, 28). Estos son aspectos políticos de la acumulación de capital apuntados en relación al concepto de heterogeneidad estructural de Pinto, colocando algo que parece ser una convención sobre los estudios de la CEPAL en los años 60s: su incorporación de lo social. A partir de allí el trabajo de Arceo reorienta sus énfasis para poner de relieve las influencias de los dependentistas. Sin embargo deja de lado su caracterización de la CEPAL señalando escasos –aunque relevantes– tópicos vinculantes como el intercambio desigual y la industrialización. Resulta fundamental volver sobre los aspectos políticos del proceso de acumulación, algo que Celso Furtado se había encargado de señalar en su síntesis de 1964 desarrollado durante el año 1952. El razonamiento de Furtado muestra que las nuevas técnicas incrementan la productividad y el ingreso social. El incremento de la demanda resultante cambia la estructura de producción, pero, las relaciones entre acumulación y producción deben observarse a partir de las realidades concretas. Por caso, cuando la productividad es baja, el excedente es reducido (las necesidades de subsistencia consumen la mayor parte) debido a que no hay posibilidades de acumular sin distribución desigual, pero esta genera (en el subdesarrollo) una rápida diversificación del consumo de los grupos sociales de mayores ingresos. Es así como se reducen las posibilidades de acumulación incluso con desigualdades sociales que las habiliten (Furtado, Desarrollo y Subdesarrollo 1964, 83).

33

En primer lugar respecto de la concepción (no teoría) del Estado, del Estado concreto en sentido de aquel inmediato,

del Estado Nacional en el cual muchos intelectuales de la CEPAL fueron funcionarios o que, en sus misiones técnicas, participaron. Por otro lado de un tipo de abstracción del Estado, aquel racional, puesto por encima de las relaciones sociales.

33

Lo hace explícito años más tarde “El presente caso de las estructuras subdesarrolladas, que constituyen la regla en América Latina, es fundamentalmente diverso: la forma como la técnica penetra crea problemas de amplias proyecciones en el plano social. De esta manera son los técnicos quienes, al servicio de los intereses de individuos y grupos privados, crean problemas cuyas soluciones requieren decisiones de naturaleza política. Como las decisiones políticas implican tomas de posición con respecto a juicios de valor, es decir, están en el plano de racionalidad sustantiva, no es de extrañar que en los países latinoamericanos el proceso político genere fuertes tensiones que comprometen permanentemente la estabilidad de las estructuras de poder.” (Furtado, Hacia una ideología del desarrollo 1966, 387)34. En opinión del autor, “La falta de contenido ideológico ha sido la principal característica de los movimientos de masas heterogéneas surgidos en América Latina, lo que explica su rápida degeneración en populismo.” (Furtado, Hacia una ideología del desarrollo 1966, 391). Será necesaria una construcción ideológica y solidez organizacional para que el movimiento de masas pueda crecer homogéneamente. La excepción que –acorde a Arceo y otros- constituye Furtado, resulta relevante por varios motivos: si la teoría constituye dos momentos de un mismo proceso entonces deberemos acordar que a) es una teoría general del desarrollo (y del capitalismo) debido a que representa una caracterización de la acumulación en estadíos primitivos o atrasados; o b) es una teoría particular del subdesarrollo como subsistema integrado pero cualitativamente diferente del desarrollo. El primer caso parece manifiestamente negado por Prebisch en 1949 cuando afirma que “No se interprete, sin embargo, que este propósito está animado de un particularismo excluyente. Por el contrario, solo se sabrá cumplirlo mediante un sólido conocimiento de las teorías elaboradas en los grandes 34

Aquí estamos en una instancia de crítica a la importación de teorías -que desde el manifiesto se harían evidentes-.

Pocos años después Cardoso y Faletto incorporan formalmente la dimensión de ensayo sociológico y es la década del surgimiento de los debates de la dependencia que continuarán con énfasis en los años 70s.

34

países, con su gran caudal de verdades comunes. No hay que confundir el conocimiento reflexivo de lo ajeno con una sujeción mental a las ideas ajenas, de la que muy lentamente estamos aprendiendo a librarnos.” (Prebisch, El desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus principales problemas 1949, 359). El segundo constituye la excepción señalada por Arceo, cuando Furtado señalara que “…mientras no se disponga de un cuadro teórico que permita establecer la racionalidad de los agentes que, actuando simultáneamente en más de una parte del sistema, condicionan el comportamiento de otros agentes en el sub sistema que nos interesa, tendremos que limitarnos a tratar sobre las de cisiones de aquellos agentes, aun cuando actúen desde dentro del subsistema en cuestión, como variables exógenas, a semejanza de lo que se hace con la "demanda externa" en el análisis tradicional de las economías "nacionales".” (Furtado, Dependencia externa y teoría económica 1971, 336). Es interesante señalar que Furtado cuestiona en 1971 que aún no se haya desarrollado un cuerpo teórico alternativo, aunque señala que observar las estructuras desde el subdesarrollo constituye una tarea epistemológica diferente al marco teórico neoclásico. Sin embargo, el diagnóstico se constituye en una incapacidad del (sub) desarrollo para comprender los vínculos de ambos susbsistemas (desarrollo y subdesarrollo) y por tanto, conocer las “leyes de la dependencia”. En resumen, no pareció existir una visión global del sistema, estudiado desde las leyes que operan en los subsistemas debido a que el estructuralismo resulta en un estudio de las leyes de la dependencia; conocer las formas dominantes ayudara a caracterizar aquellas dependientes. De hecho, resulta una tarea fundamental comprender contra qué y quienes se levanta el “grito de guerra” del manifiesto de 1949, y cuál es el significado de ese “tournant del pensamiento políticoeconómico” en América Latina (Furtado, La utopía organizada 1988, 55). La imagen debe ser tomada presentando los fundamentos del discurso y su contexto en el que participan el resto de los discurso, por ende es fundamental contrastar, no sólo las reglas lógicometodológicas sino las alternativas de cambio en ese período.

35

Por último, el trabajo del economista argentino Armando Di Filippo (2009) es el que requiere mayor atención. En primer lugar es uno de los ultimos artículos publicados en la revista de la CEPAL que trata al pensamiento cepalino de forma sistemática. En este sentido, posee el privilegio de contar con muchas de las contribuciones relevantes ya publicadas. En segundo lugar, el ensayo parte de una hipótesis similar a la que tomamos en nuestro trabajo: “…que existe una teoría estructuralista latinoamericana dotada de rasgos propios…Los fundadores del estructuralismo concibieron un enfoque sistémico, multidimensional y dinámico.” (Di Filippo, Estructuralismo latinoamericano y teoría económica 2009, 181), sin embargo, su prueba es efectiva a través de lo que denominamos un enfoque epistemológico clásico o interno de la ciencia. En este sentido creemos que su aporte debilita la hipótesis al ponerse en uno de los lugares más vulnerables relativos entre de la teoría estructuralista, el marginalismo y el marxismo. Un aspecto central del ensayo resulta en la distinción entre la noción de economía política y la de teoría económica. La primera –indica- recupera la actividad de la CEPAL acorde al enfoque que tuviera Adam Smith de la Economía Política como actividad de apoyo al legislador y al hombre de estado. Distinta de la Economía Política como sinónimo de ciencia económica que el autor asigna a Marx y otros académicos y –cabe aclarar– será el significado que damos en este trabajo a dicho concepto35. El autor señala que el centro del estudio económico esta alrededor de la teoría del valor y que el estructuralismo latinoamericano ha dispuesto de un enfoque radicalmente diferente al marginalismo y a la teoría “marxista-ricardiana”36. Y concluye que

35

Es preciso indicar que las diferencias entre las economías políticas de Marx y Smith no se dirimen en el terreno de lo

anunciado por Schumpeter (1982) entre el análisis económico y el de los sistemas de economía política. El principal argumento para sostener la inexactitud del término asociado a la CEPAL es que para que Smith pudiera sugerir al estadista de la adopción de ciertas reglas tuvo que haberse preguntado previamente sobre la naturaleza del sistema económico y ello constituye, en el significado que toma como válido Di Filippo, su Economía Política como teoría y por lo tanto como análisis. En el caso de Marx no pertenece a las conclusiones de su teoría accionar sobre las funciones de políticas del Estado y sus funcionarios que no fueran revolucionarias por lo que no aplica siquiera la comparación. 36

Un aspecto que desarrollaremos será la crítica a esta noción de Marx y Ricardo juntos. Porque es precisamente aquel

espacio en que difieren el que se deja a un lado en la noción de Di Filippo: la distinción entre forma y contenido, fundamental para comprender las diferencias básicas entre Marx y Ricardo pero que una misma pregunta convendría hacerle a la teoría del valor estructuralista señalada por él ¿Cuál es la forma y el contenido del precio?

36

“Esta incorporación sistémica del concepto de poder a la explicación de los mecanismos de mercado evoca las condiciones que le impone Thomas Kuhn (1969) a la estructura de las revoluciones científicas cuando las nuevas teorías emergentes amplían la visión de mundo de las teorías preexistentes y las incorporan a un nuevo paradigma explicativo.” [El subrayado es mío] (Di Filippo, Estructuralismo latinoamericano y teoría económica 2009, 188) El estructuralismo tiene fundamentos filosóficos de raíces aristotélicas, fundamentos epistemológicos sobre el cambio estructural, la noción de poder y la adaptación de instrumentos teóricos a las ralidades nacionales (insumo- producto, demanda efectiva, etc.). Acorde al autor, la CEPAL posee una noción diferente a las teorías clásicas del excedente, denominada “excedente de innovación” o de “desarrollo” fruto de la creatividad humana (visión filosófica) que guarda relación aparente con la intensidad de las necesidades y la noción de poder en sentido de fijación de reglas de juego por parte del Estado, “Es por esta vía que el concepto de necesidades se vincula al concepto de excedente mediante la noción de poder institucionalizado.” (Di Filippo, Estructuralismo latinoamericano y teoría económica 2009, 194). Todas estas categorías fundamentales son puestas en determinadas relaciones que constituyen el método estructural mediante la dinámica de los ciclos, relaciones sindicales, condiciones históricas y desequilibrios, que dan perspectivas sobre la estructura de los mercados, el excedente, la distribución del ingreso y los precios, entre las principales variables. Bibliografía Altamirano, Carlos. Bajo el signo de las masas (1943-1973). Vol. 6. 7 vols. Buenos Aires: EMECÉ Editores, 2007. —. Peronismo y cultura de izquierda. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2011. Arana, Mariano. «Apuntes sobre el pensamiento económico y su historia.» Buenos Aires, 10 de 2010a. —. «Cambios en los regímenes de acumulación. Desde la posguerra hasta la crisis del 2008.» Buenos Aires, 2011.

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