El mar de Camões: camino y palestra (2014)

June 16, 2017 | Autor: Antonio Carreira | Categoría: Portuguese and Brazilian Literature, Portuguese Studies, Portuguese Literature
Share Embed


Descripción

Aurea Poesis JL4.indd 2

13/02/14 14:08

AUREA POESIS

Aurea Poesis JL4.indd 3

13/02/14 14:08

Aurea Poesis JL4.indd 4

13/02/14 14:08

AUREA POESIS E S T U DIOS PARA

Begoña López Bueno

Luis Gómez Canseco Juan Montero Pedro Ruiz Pérez (Eds.)

Aurea Poesis JL4.indd 5

13/02/14 14:08

AUREA poesis : estudios para Begoña López Bueno / Luis Gómez Canseco, Juan Montero, Pedro Ruiz Pérez (eds.).— Córdoba : Servicio de Publicaciones, Universidad de Córdoba ; Sevilla : Secretariado de Publicaciones, Universidad de Sevilla ; Huelva : Servicio de Publicaciones, Universidad de Huelva, 2014 440 ; 24 cm ISBN 978-84-9927-154-5 ISBN 978-84-472-1533-1 ISBN 978-84-15633-19-8 DL CO-189-2014 1. López Bueno, Begoña – Homenajes 2. Literatura española – Historia y crítica – Discursos, ensayos, conferencias I. López Bueno, Begoña, homenaj. II. Gómez Canseco, Luis, 1963- , ed. lit. III. Montero, Juan, 1958- , ed. lit. IV. Ruiz Pérez, Pedro, 1959- , ed. lit. V. Universidad de Córdoba. Servicio de Publicaciones, ed. VI. Universidad de Sevilla. Secretariado de Publicaciones, coed. VII. Universidad de Huelva. Servicio de Publicaciones, coed. 821.134.2.09

AUREA POESIS. ESTUDIOS PARA BEGOÑA LÓPEZ BUENO Luis Gómez Canseco, Juan Montero y Pedro Ruiz Pérez (eds.) Textos al cuidado de Carlos M. Collantes Sánchez © SERVICIO DE PUBLICACIONES DE LA UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA, 2014 Campus de Rabanales. Ctra. Nacional IV, km 396. 14071 CÓRDOBA Tlfno.: 957 21 21 65. Fax: 957 21 81 96 www.uco.es/publicaciones [email protected] © SECRETARIADO DE PUBLICACIONES DE LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA, 2014 Provenir 27. 14013 SEVILLA Tlfnos.: 954 48 74 47; 954 48 74 51. Fax: 954 48 74 43 www.publius.us.es [email protected] © SERVICIO DE PUBLICACIONES DE LA UNIVERSIDAD DE HUELVA, 2014 Campus «El Carmen» Avda. Fuerzas Armadas, s/n. 21071 HUELVA Tlfno.: 959 21 93 27. Fax: 959 21 94 25 www.uhu.es/publicaciones I.S.B.N.: 978-84-9927-154-5 (Universidad de Córdoba) I.S.B.N.: 978-84-472-1533-1 (Universidad de Sevilla). Serie: Literatura. Número: 132 I.S.B.N.: 978-84-15633-19-8 (Universidad de Huelva). Serie: Aldina. Número: 46 Depósito Legal: CO-189-2014 Maquetación e impresión: Fotograbados Casares, S.L. Tel. 957 420 271 - www.fotomecanicacasares.com

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.»

Aurea Poesis JL4.indd 6

13/02/14 14:08

ÍNDICE

PRESENTACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

11

Para la historia textual del romancero: los pliegos sueltos de Perugia . . . . GIUSEPPE DI STEFANO

13

Lírica tradicional y antroponimia: las tres morillas de doña Catalina de Perea en la Utrera del siglo XVI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . CRISTINA MOYA GARCÍA

33

Algo más sobre la «forma-chiste» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . BLANCA P ERIÑÁN

37

Garcilaso en mejor orden (1543-1765) . . . . . . . . . . . . . . . . . . VALENTÍN NÚÑEZ R IVERA

61

Garcilaso de la Vega en cifras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . JAIME GALBARRO GARCÍA

67

El mar de Camões: camino y palestra . . . . . . . . . . . . . . . . . . ANTONIO CARREIRA

71

Un soneto de Herrera (Versos, I, 102): traducción y/o imitación de otro de Bembo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IRENE SEBASTIÁN P ERDICES Y BIENVENIDO MORROS MESTRES Siglo de Oro para las Anotaciones de Herrera. . . . . . . . . . . . . . . JOSÉ SOLÍS DE LOS SANTOS

87

99

De la mujer-prisión a la mujer-templo (a propósito del soneto De pura honestidad templo sagrado) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . GIULIA POGGI

111

Góngora y el ruiseñor. Lectura del soneto «Con diferencia tal, con gracia tanta» como epigrama agudo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ANTONIO GARGANO

125

Aurea Poesis JL4.indd 7

13/02/14 14:08

Vislumbres de un poema autógrafo: de Miguel de Cervantes a Antonio Veneziano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . FRANCISCO R ICO

141

Entre el amor y el conocimiento: algunas consideraciones sobre la poesía del conde de Salinas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . GUILLERMO SERÉS

149

Multum in parvo. Sobre las quintillas de fray Luis de León «Aquí la envidia y mentira» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . AURORA EGIDO

163

La canción de Medrano a Felipe II en el Colegio Ánglico de Valladolid (1592): proceso textual y práctica poética (con Bartolomé L. de Argensola al fondo) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . JUAN MONTERO - FCO. JAVIER ESCOBAR

183

Dos odas de Horacio traducidas por Mateo Alemán. . . . . . . . . . . LUIS GÓMEZ CANSECO

195

Nuevos datos sobre el final de la estancia de Lope en Sevilla . . . . . . JOSÉ M ANUEL R ICO GARCÍA

205

«Cada décima sea un pliego» (1605). Poesía de cordel en un año cervantino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . VÍCTOR INFANTES

211

Lectores y plumas en Cervantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ALBERTO BLECUA

229

Juan de Robles y la enseñanza de la ortografía en el siglo XVII . . . . . ALEJANDRO GÓMEZ CAMACHO

241

Reescrituras y lecturas del Polifemo de Góngora . . . . . . . . . . . . . MELCHORA ROMANOS

249

Aimez ce que jamais on ne verra deux fois: Góngora: entre repetición y hápax . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . NADINE LY

261

Erudición, autoridades y comentaristas: la polémica gongorina, en los márgenes del canon . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . JUAN M ANUEL DAZA SOMOANO

287

Aurea Poesis JL4.indd 8

13/02/14 14:08

«Aunque un tiempo competimos...». Apostillas a la rivalidad entre Salcedo y Pellicer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IVÁN GARCÍA JIMÉNEZ

293

Principios de la ética estoica en textos de Rioja y Quevedo: dos voces poéticas en contrapunto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . LÍA SCHWARTZ

299

Quevedo epigramático . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . SAGRARIO LÓPEZ POZA Poética cultista y canon áureo en la poesía contemporánea española. Una nota sobre Bocángel y los novísimos . . . . . . . . . . . . . . . . JAVIER ÁLVAREZ E IGNACIO GARCÍA AGUILAR Paradojas, agudeza y ciencia en Baltasar Gracián . . . . . . . . . . . . MERCEDES BLANCO Concepto, devoción y rimas: las Décimas a la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora (Granada, 1650) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ELENA CANO TURRIÓN, ALMUDENA M ARÍN COBOS , ANA ISABEL M ARTÍN P UYA Y P EDRO RUIZ P ÉREZ Catalina Clara Ramírez de Guzmán y Fernando de la Torre Farfán: dos romances cruzados a cuenta de una comedia desconocida de la escritora . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . M ARÍA JOSÉ OSUNA CABEZAS E INMACULADA OSUNA RODRÍGUEZ

321

341

347

367

393

Francisco de Godoy y el arzobispo Spínola y Guzmán (†1684): un ejemplo sevillano de poesía mural fúnebre . . . . . . . . . . . . . . CIPRIANO LÓPEZ

411

Dos poemas encomiásticos de Enrique Vaca de Alfaro en La Montaña de los Ángeles (Córdoba, 1674) de Fernando Pedrique del Monte . . . . . Mª ÁNGELES GARRIDO BERLANGA

417

Prensa y márgenes historiográficos: unas notas sobre el siglo de oro de la poesía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ÁNGEL ESTÉVEZ MOLINERO

423

Sobre el canon clasicista de la poesía sevillana: el Florilegio español (1885), de Narciso Campillo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ISABEL ROMÁN GUTIÉRREZ

431

Aurea Poesis JL4.indd 9

13/02/14 14:08

Aurea Poesis JL4.indd 10

13/02/14 14:08

PRESENTACIÓN

El verdadero magisterio se hace, sin duda, merecedor del más sincero homenaje, y en este volumen hay mucho de eso, pero también de hondo y agradecido reconocimiento. El reconocimiento de un magisterio vivo es el que late en el propósito de estas páginas que le presentamos quienes nos consideramos discípulos de Begoña López Bueno junto con algunos ilustres colegas que han compartido un trayecto más o menos amplio en el fecundo recorrido académico e investigador de quien ha auspiciado, dirigido y sigue alumbrando el devenir del Grupo P.A.S.O. A los elementos más distintivos de su labor corresponde la materia de los trabajos reunidos, relacionados con las formas y los géneros poéticos en el Siglo de Oro, la poesía sevillana o la formación del canon lírico áureo. Estas materias han centrado la labor del Grupo, siempre inspirada en los trabajos de su directora sobre autores como Cetina, Herrera, Cervantes, Rioja o Góngora; la naturaleza de la poesía y sus principales articulaciones en los siglos XVI y XVII; la poética cultista; la historiografía, siempre con aportaciones señeras que no precisan de más detallada evocación. Y junto a los temas, una metodología y un estilo de trabajo que siempre se ha basado en el diálogo, en la reflexión conjunta con los especialistas más destacados en cada una de las materias abordadas en el trabajo colectivo. Los Encuentros Internacionales, que periódicamente han jalonado una andadura de un cuarto de siglo, el que se cumple en este año de 2014, tomaron desde su inicio, por inspiración de Begoña López Bueno, una empresa como referencia, la de Saavedra Fajardo que, bajo el lema Purpura iuxta purpuran, representaba el cotejo de dos paños; el diálogo en su sentido más rico, el de ajuste entre miradas diferentes, ha sido desde entonces la señal de un trabajo personal y colectivo, el mismo que ahora se refleja en este nuevo encuentro, con las voces y los trabajos de algunos de los participantes en los Encuentros, celebrada ya su undécima edición, y en algunos de los diversos foros del hispanismo internacional que han acogido las aportaciones de una reconocida investigación. De nuevo vuelven a reunirse en vivo diálogo trabajos de una y otra procedencia, ahora en otro espacio académico y bibliográfico, el de la celebración de un magisterio vivo, de una labor fecunda, de una referencia ya inexcusable en el campo de estudio de la lírica del Renacimiento y del Barroco. Aurea poesis.

11

Aurea Poesis JL4.indd 11

13/02/14 14:08

Presentación

Como en los volúmenes del Grupo, en edición siempre dirigida por Begoña López Bueno, los estudios se disponen en este libro siguiendo un criterio de lógica interna, alternando según el orden de la cronología o los temas, los artículos de los especialistas invitados y los trabajos de los miembros del Grupo, en forma de notas más breves o aportaciones colectivas. El lector encontrará así el reflejo de una indagación científica coherente y sistemática y una pauta de acercamiento a la poesía áurea emanada directamente de la diseñada con sabia mano por una maestra en plenitud, con una docta variedad que permite reconstruir entre las diversas piezas el perfil de una tarea que ha hecho del encuentro y del diálogo una de sus señas de identidad, las que permanecerán, al menos, los próximos veinticinco años. Luis Gómez Canseco Juan Montero Pedro Ruiz Pérez

12

Aurea Poesis JL4.indd 12

13/02/14 14:08

EL MAR DE CAMÕES: CAMINO Y PALESTRA Antonio Carreira

Se ha dicho repetidas veces que los modernos Aquiles y Ulises carecieron del correspondiente Homero. Para el asunto que ahora nos interesa, sería más apropiado hablar de Eneas y de Virgilio, ya que Homero a nuestros clásicos les quedaba algo lejos, o lo veían a través de Virgilio, modelo absoluto para Camões. No vamos a entrar en la cuestión bizantina según la cual la grandeza de aquellos héroes deriva, más que de sus hazañas, del arte con que fueron cantadas, al margen de otra cuestión aún menos procedente, la de plantearse hasta qué punto fueron reales en una época prehistórica cuyos únicos vestigios, por definición, son piedras y leyendas. Desde fines de la Edad Media, en cambio, es obvio que los héroes de todo tipo menudearon en la historia de España de forma que causa asombro, y no pocas veces fueron ellos mismos los encargados de contar, ya que no de cantar, sus proezas. Aunque en este país seguimos mirando con cierto recelo nuestro pasado imperialista –como si tuviésemos sin expiar faltas que glorifican a otros–, cualquier lector medianamente culto debe haberse asomado a las crónicas que pintan, por ejemplo, aquel Tenochtitlan que Bernal Díaz del Castillo considera un privilegio haber llegado a contemplar; la forma increíble, descrita por Cervantes de Salazar, como Cortés se las ingenió para extraer azufre del cráter del Popocatépetl (tanto que, según le comentó al emperador, saldría más barato llevarlo desde Sicilia), o la peripecia de Cabeza de Vaca, que desnudo y sin armas pudo subsistir durante años en el medio más inhóspito imaginable (la jungla costera de los actuales estados de Florida y Luisiana), y guardó todo, hasta el menor detalle, en su prodigiosa memoria. Al otro lado del mundo, en la India, quien tenga la curiosidad de leer los 21 cantos del Segundo Cerco de Diu, de Jerónimo de Corte-Real, comprobará una vez más que la realidad supera en mucho a la ficción, y que una película de terror es juego de niños comparado con aquella contienda. No menos chocante es leer el relato del terrible naufragio sufrido por la flota portuguesa frente a San Juan de Luz en 1627. Don Francisco Manuel de Melo, que lo vivió con 19 años, cuenta en su Epanáfora trágica que, mientras esperaban que el barco acabara de hacerse pedazos, todos se vistieron sus mejores ropas a fin de obtener honrada sepultura, y entonces el general, D. Manuel de Meneses, sacó unos papeles y se puso a comentar con don Francisco un soneto que Lope de Vega le había

71

Aurea Poesis JL4.indd 71

13/02/14 14:08

Antonio Carreira

regalado1. El episodio hizo decir a Eugenio Asensio que «aquellas escuadras lusohispanas parecían academias poéticas flotantes»2. Aunque en esto haya no poca hipérbole, cosas así de peregrinas podían darse en la realidad. Luis de Camões es un poeta épico portugués del siglo XVI, razones de peso para que le hagamos venias cuando visitamos el monasterio de Belem, donde se supone que están sus cenizas, y para que dejemos su obra en la hornacina de los ilustres a quienes no hace falta leer, aunque sea uno de los mayores poetas del Renacimiento en cualquier lengua. Nacido probablemente en Lisboa en 1524, es contemporáneo de Ronsard, y unos años mayor que fray Luis de León o que Felipe II. Estudió en Coímbra hasta los 18 años con gran aprovechamiento. De allí volvió a Lisboa, corte de Juan III, hijo del rey Manuel I o venturoso y cuñado por vía doble del emperador Carlos V. De 1545 a 1548 Camões prestó servicio militar en Ceuta, donde luchando perdió un ojo. De nuevo en Lisboa, vivió cerca de palacio, intervino en una reyerta, fue encarcelado y luego perdonado a condición de nuevo servicio en la India. Tras medio año de navegación –nótese bien lo que eso significa–, llegó a Goa en septiembre de 1553, cuando era virrey don Francisco de Mascareñas, y recorrió la costa malabar combatiendo al rey da Pimenta. En 1555, bajo el virrey don Francisco Barreto, intervino en una misión cerca del Mar Rojo para interceptar navíos turcos dedicados al comercio. De 1556 a 1560 se embarcó en una flota destinada a combatir la piratería, estuvo en Malaca, y continuó hasta Macao, en la costa sur de China, donde actuó como veedor de bienes de difuntos. Al regresar, sufrió naufragio en la desembocadura del río Mekong. De nuevo en Goa, en 1568, pobre y desvalido, decide regresar a Portugal, a donde llega en 1570, tras larga escala en la costa oriental africana. Según Storck, traía ya escrita buena parte de su gran poema épico, que completó y publicó en 1572, dedicado al nieto de Juan III, don Sebastián, quien le concede una pequeña pensión, con la que va tirando hasta su muerte, ocurrida en junio de 1580. Su cuerpo fue arrojado a una fosa común en la iglesia de Santa Ana, y unos restos dudosos fueron más tarde trasladados al monasterio de Belem3. Camões desde joven, siguiendo la moda del petrarquismo, compuso poesía lírica que se publicó póstuma y mezclada con obra espuria a partir de 1595. Eso supone dos dificultades, de fecha y de autenticidad. Ahora no vamos a entrar en ellas, sino a examinar el anverso y el reverso del mar en su obra segura. Alguien sensible y tan vinculado a Lisboa, aun antes de navegar era de suponer que se sintiera fascinado por el mar y todo lo relacionado con él. Camões se crió en un país que al mar debía su 1

Epanáphoras de vária história portugueza, Lisboa, Henrique Valente de Oliueira, 1660, pp. 252-253. Estudios portugueses, París, Fundação Calouste Gulbenkian, 1974, p. 314. 3 Cf. Wilhelm Storck, Luis de Camoens Leben, Paderborn, Ferdinand Schöningh, 1890, traducida al portugués y anotada por Carolina Michaëlis de Vasconcellos, Lisboa, Typographia da Academia Real das Sciencias, 1897, 744 pp. 2

72

Aurea Poesis JL4.indd 72

13/02/14 14:08

El mar de Camões: camino y palestra

grandeza, su imperio, establecido ya en oriente y en occidente desde hacía décadas. En su lírica presumiblemente temprana el mar aparece como metáfora, pero con algún elemento muy concreto, indicativo de que su autor sabe de qué habla. Por ejemplo, la cancioncilla «Quem disser que a barca pende, / dir-lhe-ei, mana, que mente», pura alegoría de asunto erótico que glosa en dos estrofas, alude a un hecho histórico: una de las naves que iban a la India en 1550 pendía, es decir, tenía un bordo más bajo que el otro, lo que era un grave inconveniente para una navegación segura4. Mucho más conocida es la canción suya, en castellano, que glosa una copla popular: «Irme quiero, madre, / a aquella galera, / con el marinero / a ser marinera»5. De su estancia en la India data el soneto «Apartava-se Nise de Montano», en que el poeta recuerda su separación de una Nise presente en otros poemas: «Pelas praias do Índico Occeano / sobre o curvo cajado s’encostava, / e os olhos pelas águas alongava, / que pouco se doíam de seu dano», dice el segundo cuarteto6. También expresa algo parecido el soneto «O ceo, a terra, o vento sossegado; / as ondas, que se estendem pela area; / os peixes, que no mar o somno enfrea; / o nocturno silêncio repousado...», escenario de calma y silencio en el que el pescador Aónio llora nombrando a su amada, y que rematan estos versos preñados de melancolía: «Ninguém lhe fala; o mar, de longe, bate; / move-se brandamente o arvoredo... / Leva-lhe o vento a voz, que ao vento deita»7. Mucho menos deleitoso es el roquedo, cerca del cabo Guardafuí, en el cuerno de África, donde Camões estuvo en 1555 esperando el paso de la flotilla turca: Junto de um seco, fero e estéril monte, inútil e despido, calvo, informe, da natureza em tudo aborrecido; onde nem ave voa, ou fera dorme, nem rio claro corre, ou ferve fonte, nem verde ramo faz doce ruido... Aquí, no mar, que quer apressurado entrar pela garganta deste braço, me trouxe um tempo e teve 10 minha fera ventura...8

4

Luis de Camões, Rimas, texto estabelecido e prefaciado por Álvaro J. da Costa Pimpão, Coímbra, Universidade, 1953, p. 58. Da la explicación histórica de estos versos Maria Lurdes Saraiva en su ed. de Camões, Lírica completa, I, Lisboa, INCM, 1980, p. 106. Cf. también el comentario de Faría y Sousa (III, 146) destacado por Asensio: «No ay en esta descripción, acción o palabra que no sea natural de la marinería; lo vio y tuvo ingenio para saberlo pintar» (Estudios portugueses, ed. cit., p. 320). 5 L. de Camões, Rimas, ed. cit. (n. 4), p. 89. 6 Sonetos de Camões. Corpus dos sonetos camonianos, edição e notas por Cleonice Serôa da Motta Berardinelli, Paris, Fundação Calouste-Gulbenkian-Jean Touzot, 1980, p. 111. 7 Sonetos de Camões, ed. cit. (n. 6), p. 170. 8 Canção IX, ed. Pimpão, pp. 238-239.

73

Aurea Poesis JL4.indd 73

13/02/14 14:08

Antonio Carreira

No obstante, el mar para Camões es algo muy distinto de lo que será después del Romanticismo. El mar es, ante todo, un camino, el más peligroso. Quien desee conocer de cerca lo que la navegación significaba para nuestros clásicos no tiene más que asomarse al Arte de marear, de fray Antonio de Guevara, publicado en 1539, que cita un refrán común en su tiempo: «La vida de la galera déla Dios a quien la quiera», y comenta con sorna los «muchos y muy grandes previlegios que tienen las galeras», como el bizcocho «tapizado de telarañas..., negro, gusaniento, duro, ratonado, poco y mal remojado» (cap. V), o el tasajo, «ascoroso de ver, duro como el diablo de mascar, salado como la rabia para comer, indigesto como piedras para digerir» (ibíd.), incomodidades que, aun siendo grandes, no se pueden comparar con el peligro que acecha en todo momento: quienes entren en una galera –sigue diciendo fray Antonio– «han de navegar siempre muy sospechosos de cosarios que los prendan y muy temerosos de la mar brava en que se pierdan»9. Y por ese estilo continúa la descripción a lo largo de tres capítulos. Claro es que Guevara se refiere a las galeras del Mediterráneo, únicas embarcaciones que el buen obispo pudo conocer. Pero las cosas no eran muy diferentes en las naos que iban a América o a la India. Entre los poetas más o menos clérigos y los poetas más o menos soldados, Camões pertenece a este segundo grupo, como Manrique, Garcilaso, Aldana, Ercilla, Cervantes o Rey de Artieda10. Si habla del mar o de la guerra no es de oídas, sino por haberlos padecido en su propia carne. La belleza del mar, probablemente, no llegó a percibirla. En su obra maestra rara vez lo menciona sin acordarse del viento, que no solo es, por decirlo así, el combustible necesario para navegar, sino también el agente cuyo exceso destruye los navíos, o cuya ausencia los deja atrapados en las mortíferas calmas. Camões hizo el camino de la India igual que lo había hecho por primera vez Vasco de Gama en 1497: rumbo hacia las Canarias primero, luego a las islas de Cabo Verde, para desde allí seguir, no en dirección sureste, sino sursuroeste apartándose todo lo posible de la costa africana y de la región de las calmas, y por último virar hacia la bahía de Santa Elena, con arreglo a los vientos dominantes. Por la misma razón no se podía hacer ese camino al regreso, sino que desde el Cabo se navegaba en línea recta, más cerca de la costa, con rumbo noroeste. En el Índico eran las corrientes las que imponían, según la época del año, que se fuese hacia la India por dentro, es decir, por el canal de Mozambique, o por fuera, bordeando Madagascar, y lo mismo sucedía al regreso. Así, en la mente de Camões se fue fraguando la idea de que aquella ruta infernal, que el propio poeta había recorrido y tantas vidas costaba, convertía su pequeño país en una segunda Roma, a Vasco de Gama en un segundo Eneas, y a 9

Antonio de Guevara, Menosprecio de corte y alabanza de aldea. Arte de marear, ed. Asunción Rallo, Madrid, Cátedra, 1984, caps. V-VII. 10 Cf. nuestro estudio «La guerra en algunos poetas líricos del siglo XVII», Lectura y Signo, 6, León, 2012, pp. 11-30.

74

Aurea Poesis JL4.indd 74

13/02/14 14:08

El mar de Camões: camino y palestra

su cantor en un segundo Virgilio. De ahí que en dos ocasiones el poema se demore en narrar los orígenes de la nación portuguesa, desde Afonso Henriques, y tribute al infante don Henrique los honores debidos a quien supo, ya a mediados del siglo XV, impulsar las navegaciones por la costa africana, como si desde Sagres viera claro el destino de Portugal. En Os Lusíadas se entrelazan así elementos que raramente se reúnen en la obra literaria: los procedentes de la cultura clásica más conspicua, y los derivados de una experiencia tremenda, de la que luego veremos ejemplos. No solo en las artes estaba presente el Renacimiento. Oliveira Martins recuerda la escena del gobernador, luego virrey, don João de Castro, quien al regresar a Goa después de su victoria en Diu, fue objeto de un auténtico triunfo romano en el que no faltó la corona de laurel en la cabeza, la palma empuñada, y un largo discurso pronunciado en latín11. Los ecos de aquel episodio tardaron en disiparse y bien pudieron llegar a Camões poco después. Pero él supo aprovechar la tendencia latinizante para estructurar su poema: esa dualidad de dioses paganos y cristianos, que censuraron Voltaire, Schlegel y sus seguidores, está perfectamente calculada para conseguir el equilibrio: Venus, por un lado, protege a los portugueses, siempre enamorados y cuya lengua «com pouca corrupção crê que é a latina» (I, 33); por otro, Baco es su enemigo, y en sus celadas llega hasta a disfrazarse de cura. La razón de su inquina la obtuvo Camões también de la mitología: esa rara leyenda según la cual Baco emprendió la conquista de la India, y que fue poetizada por el greco-egipcio Nono de Panópolis en su prolijo poema Dionisiacas, compuesto en el siglo V d.C. Naturalmente, Baco teme que los portugueses le arrebaten una gloria que le pertenece desde tiempo inmemorial, y entre otros manejos consigue que Neptuno desate los vientos cuando los navegantes están cerca de su meta, lo que casi da al traste con la empresa. Mientras tanto, de tejas abajo, vemos la epopeya de Gama y sus hombres, o mejor dicho la escuchamos, puesto que el poema, como la Odisea o la Eneida, comienza in medias res, y es luego el capitán quien relata al régulo de Melinde lo sucedido en la navegación desde Lisboa hasta aquel puerto africano. Os Lusíadas tienen diez cantos, con unas 110 octavas de promedio cada uno, y gracias al citado artificio, la salida de Lisboa no sucede hasta el canto IV. He aquí cómo el propio Gama recrea el momento: Pelas praias vestidos os soldados de várias cores vem e várias artes, e não menos de esforço aparelhados pera buscar do mundo novas partes. Nas fortes naus os ventos sossegados ondeiam os aéreos estandartes (IV, 85).

11

J. P. de Oliveira Martins, Camões, Lisboa, Guimarães, 1952, 3ª ed., pp. 161-175.

75

Aurea Poesis JL4.indd 75

13/02/14 14:08

Antonio Carreira

Ahí están ancladas las naves con sus gallardetes ondeando al viento suave, el que Camões evoca siempre con deleite, en la praia do Restelo, donde el Tajo es ancho y profundo, a medio camino entre Lisboa y Oeiras, cerca de la desembocadura12. A lo pintoresco del espectáculo contribuyen los varios colores con que visten los soldados, en época en que aún no usaban uniforme. Pero en ese momento, como no podía ser menos, suenan voces discordantes, en primer lugar la de una madre: Porque de mi te vas, ó filho caro, [...] onde sejas de peixes mantimento? (IV, 90).

Luego es una joven recién casada, con el cabello suelto, que ve esfumarse su dicha conyugal: ...«Ó doce e amado esposo, [...] nosso amor, nosso vão contentamento, quereis que com as velas leve o vento?» (IV, 91)

El resultado es una escena doliente cifrada en dos versos que también apelan con habilidad a la comparación marina: A branca areia as lágrimas banhavam, que em multidão com elas se igualavam (IV, 92).

Lo natural en las despedidas lo era más aún en aquella, porque quienes embarcaban en la flota de Gama solo disponían de la ruta seguida por Bartolomeu Dias diez años antes, cuando descubrió el cabo de las Tormentas y fue forzado por sus marineros a regresar. Pasado el lejano extremo meridional de África, no se sabía cómo llegar a la India: ni había cartas fiables de aquel mar, ni se conocían las islas ni los bajíos, los vientos ni las corrientes. La gente se jugaba la vida a un golpe de dados, y nadie lo ignoraba. Por si aquello fuera poco, de pronto un anciano, o velho do Restelo, pronuncia su terrible imprecación, que los deja a todos pensativos: Mas um velho, de aspeito venerando, que ficava nas praias, entre a gente, postos en nós os olhos, meneando três vezes a cabeça, descontente, a voz pesada um pouco alevantando, que nós no mar ouvimos claramente, cum saber só de experiências feito, tais palavras tirou do experto peito: «Ó glória de mandar, ó vã cobiça desta vaidade, a quem chamamos Fama! [...] (IV, 94-95).

12 En aquel lugar, diecisiete años más tarde, don Manuel mandaría construir la Torre de Belem, y cerca de ella, pero ya en nuestra época, se habría de erigir el Padrão dos Descobrimentos.

76

Aurea Poesis JL4.indd 76

13/02/14 14:08

El mar de Camões: camino y palestra

Dura inquietação d’alma e da vida, fonte de desemparos e adultérios, sagaz consumidora conhecida de fazendas, de reinos e de impérios! (IV, 96). A que novos desastres determinas de levar estes Reinos e esta gente? (IV, 97). Deixas criar às portas o inimigo por ires buscar outro de tão longe, por quem se despovoe o Reino antigo (IV, 101). Oh! Maldito o primeiro que, no mundo, nas ondas vela pôs em seco lenho!» (IV, 102). Estas sentenças tais o velho honrado vociferando estava, quando abrimos as asas ao sereno e sossegado vento, e do porto amado nos partimos (V, 1).

El anciano, como se ve, dice verdades que resultarán proféticas. Camões sabía bien que aquella empresa, a pesar de su innegable grandeza, podía suponer la ruina de Portugal. Pero no estaba en su mano prever que la última escena no se iba a librar en la India, sino precisamente en aquella África donde el anciano situaba al enemigo más próximo. En cualquier caso, sus palabras, escuchadas con claridad desde las naves, no obtienen más respuesta que izar las velas y alejarse del puerto. Así comienza el canto quinto, cuya tercera estrofa es una pequeña maravilla que en solo ocho versos nos hace sentir cómo los ojos de los navegantes quedan prendidos en la costa amada, reconociendo sus accidentes uno por uno, hasta perderse en alta mar: Já a vista, pouco e pouco, se desterra daqueles pátrios montes, que ficavam; ficava o caro Tejo e a fresca serra de Sintra, e nela os olhos se alongavam. Ficava-nos também na amada terra o coração, que as mágoas lá deixavam. E já despois que toda se escondeu, não vimos mais, enfim, que mar e céu (V, 3).

Gama habla aquí con plural de humildad, según corresponde a un héroe que Camões pinta colectivo, pero tras estos versos siempre se ha visto la partida del propio poeta, que, habiendo perdido a su padre en la India, se vio obligado por sentencia a pasar en ella varios años. Sigue contando Gama cómo descubren un polo menos brillante que el boreal bajo el que no se sabe si hay tierra o mar, comprueban que las Osas mayor y menor, a pesar de la prohibición de Juno en la leyenda antigua, sí pueden bañarse en el mar hasta desaparecer, y describe con total precisión un fenómeno insólito: «ver as nuvens, do mar con largo cano, / sorver as altas águas do Oceano»

77

Aurea Poesis JL4.indd 77

13/02/14 14:08

Antonio Carreira

(V, 18), es decir, una tromba marina, que absorbe el agua salada y la devuelve dulce en forma de lluvia, algo que pudo contemplar y dibujar en su Roteiro el propio don João de Castro. Estas y otras novedades hacen que el genio renacentista se imponga sobre la adoración de la Antigüedad: Se os antigos Filósofos, que andaram tantas terras, por ver segredos delas, as maravilhas que eu passei, passaram, a tão diversos ventos dando as velas, que grandes escrituras que deixaram! Que influição de sinos e de estrelas! Que estranhezas, que grandes qualidades! E tudo sem mentir, puras verdades (V, 23).

Siguen así meses de navegación, hasta el último punto conocido: el cabo de las Tormentas. Ahí una negra nube de pronto adopta la figura de un gigante disforme, de ojos hundidos, que el poeta solo acierta a comparar con el coloso de Rodas. Es Adamastor, un hijo de la Tierra, que, enamorado de Tetis, fue convertido en promontorio, y vaticina infinitos males a los portugueses, como castigo por haber hollado sus secretos. Uno de ellos, precisamente su descubridor, Bartolomeu Dias, perecerá allí años después, confirmando el augurio: «Aqui espero tomar, se não me engano, / de quem me descobriu suma vingança», dice el jayán, y a los demás les pronostica «naufrágios, perdições de toda sorte, / que o menor mal de todos seja a morte!» (V, 44). El pasaje es famoso porque incluye el terrible naufragio del galeón São João, de don Manuel de Sousa Sepúlveda, perdido con su mujer e hijos en la costa de Natal en 1552, desastre también cantado por Corte-Real, y cuyo relato en prosa circuló en pliego suelto luego recogido en la História Trágico-Marítima, de Gomes de Brito. Bordean al fin el proceloso cabo, y siguen la costa en dirección este, «no largo mar fazendo novas vias, / só conduzidos de árduas esperanças», pero grandes corrientes les impiden avanzar, y han de aportar en busca de refresco. No es eso lo peor: Corrupto já e danado o mantimento, danoso e mau ao fraco corpo humano; e, além disso, nenhum contentamento, que sequer da esperança fosse engano (V, 71).

Se quedan, pues, sin alimentos, perdidos junto a aquel litoral interminable, cuyos habitantes enmudecían ante ellos. De pronto, ...indo o coração, que espera e teme e que tanto fiou dum fraco pau, do que esperava já desesperado, foi dhua novidade alvoroçado. E foi que, estando já da costa perto,

78

Aurea Poesis JL4.indd 78

13/02/14 14:08

El mar de Camões: camino y palestra

onde as praias e vales bem se viam, num rio, que ali sai ao mar aberto, batéis à vela entravam e saíam. Alegria muy grande foi, por certo, acharmos já pessoas que sabiam navegar, porque entre elas esperámos de achar novas algumas, como achámos (V, 74-75).

El saber navegar, en tales circunstancias, es el mayor signo de civilización, aunque las velas estén hechas de palma, como precisa João de Barros, fuente segura de Camões13. Son etíopes, que hablan un árabe corrupto, y con quienes se puede entender un marinero, probablemente veterano de África. Los portugueses dejan allí un padrón de piedra, y se dedican a despalmar las naves: Aqui de limos, cascas e de ostrinhos, nojosa criação das águas fundas, alimpámos as naus, que dos caminhos longos do mar vem sórdidas e imundas (V, 79).

Pero el infortunio les tiene reservados nuevos padecimientos: E foi que, de doença cruda e feia, a mais que eu nunca vi, desempararam muitos a vida, e em terra estranha e alheia os ossos pera sempre sepultaram. Quem haverá que, sem o ver, o creia, que tão disformemente ali lhe incharam as gingivas na bôca, que crescia a carne e juntamente apodrecia? (V, 81).

Esa dolencia que hace crecer y pudrir las encías, hoy llamada escorbuto, tardó siglos en saberse combatir. Gama, al fin de su relato, se siente fatigado, triste, como si cuestionara el sentido de tanto dolor inútil, y ante un rey negro que con dificultad entiende lo que le dice, no puede menos de evocar héroes antiguos asimismo zarandeados por el capricho de los dioses: Julgas agora, Rei, se houve no mundo gentes que tais caminhos cometessem? Crês tu que tanto Eneias e o facundo Ulisses pelo mundo se estendessem? Ousou algum a ver do mar profundo, por mais versos que dele se escrevessem, do que eu vi, a poder de esforço e de arte, e do que inda hei-de ver, a oitava parte? (V, 86). 13 João de Barros, O Descobrimento do Caminho da Índia (livro IV da Década I), ed. de António Sérgio, Lisboa, Sá da Costa, 1939, p. 47.

79

Aurea Poesis JL4.indd 79

13/02/14 14:08

Antonio Carreira

El rey le hace promesas de amistad y le proporciona un piloto seguro que lo guíe hasta la India; Barros nos da incluso su nombre: Malemo Cana. Pero el dios Baco no duerme, y traza nuevas insidias. Desciende al reino de Neptuno, le ruega que convoque a los demás dioses marinos, y una vez reunidos les expone la ofensa que le hacen aquellos osados navegantes, protegidos por Júpiter y el Hado. Sus palabras y sus lágrimas enternecen a las deidades, y Neptuno envía recado a Eolo para que desbarate la flota portuguesa. Mientras los marineros, confiados, se entretienen escuchando una historia caballeresca que cuenta uno de ellos, Veloso, hombre de buen humor, también mencionado por Barros. Mas, neste passo, assi prontos estando, eis o mestre, que olhando os ares anda, o apito toca: acordam, despertando, os marinheiros dhua e doutra banda. E porque o vento vinha refrescando, os traquetes das gáveas tomar manda. «Alerta (disse) estai, que o vento crece daquela nuvem negra que aparece!». Não eram os traquetes bem tomados, quando dá a grande e súbita procela. «Amaina (disse o mestre a grandes brados), amaina (disse), amaina a grande vela!» Não esperam os ventos indinados que amainassem, mas, juntos dando nela, em pedaços a fazem cum ruído que o mundo pareceu ser destruído! O céu fere com gritos nisto a gente, cum súbito temor e desacordo; que, no romper da vela, a nau pendente toma grão suma de água pelo bordo. «Alija (disse o mestre rijamente), alija tudo ao mar, não falte acordo! Vão outros dar à bomba, não cessando, à bomba, que nos imos alagando!» (VI, 70-72).

La tormenta, morceau de bravoure de todos estos relatos, no podía faltar, y aquí, al final del canto VI, supone la última intentona de Baco por evitar su desdoro. La nave de Paulo de Gama, hermano de Vasco, lleva quebrado el palo mayor, y hace agua por varias partes; no mejor le iba a la de Nicolau Coelho, aunque su capitán supo amainar antes que arreciase el viento. Vasco de Gama, en medio de relámpagos, y escuchando el viento silbar en las jarcias, cae de rodillas y reza. En ese momento, Venus se percata de que sus protegidos corren peligro, y deduce que todo aquel desorden ha sido tramado por Baco. Llama a las ninfas, estas descienden engalanadas, coquetean con los

80

Aurea Poesis JL4.indd 80

13/02/14 14:08

El mar de Camões: camino y palestra

vientos, y al amanecer llega la calma, al tiempo que el piloto melindano avista la tierra de Calicut. Esa terrible sensación de impotencia, de horror y estruendo interminables, que caracteriza una tempestad nocturna, la ha evocado Camões en otras ocasiones, por ejemplo en el canto IV: Despois de procelosa tempestade, nocturna sombra e sibilante vento, traz a manhã serena claridade, esperança de porto e salvamento; aparta o Sol a negra escuridade, removendo o temor ao pensamento (IV, 1).

También en la Oda V, que destaca la alegría del amanecer tras la tormenta, o en la Elegía I, cuando rememora el paso por el cabo de Buena Esperanza: Eis a noite com nuvens se escurece, do ar supitamente foge o dia, e o largo oceano se embravece. A máquina do Mundo parecia que em tormenta se vinha desfazendo, em serras todo o mar se convertia14.

Incluso, en un soneto, usa el temporal como símil de un amor infeliz: Como quando do mar tempestuoso o marinheiro lasso e trabalhado, dum naufrágio cruel já salvo a nado, só ouvir falar nele o faz medroso, e jura qu’, em que veja bonançoso o violento mar, e sossegado, não entre nele mais, mas vai forçado pelo muito interesse cubiçoso...15

Pero no solo es el peligro de la navegación el que acecha al marinero. El mar es también una tremenda palestra en la que no hay más remedio que matar o morir, pues la expansión de Portugal, aquel comercio aparentemente inofensivo que se pretende ejercer con los reyezuelos del Dekán, va a encontrar fuerte oposición por infinidad de enemigos que el poeta designa con una sola palabra: mouros, y que comprende por igual a turcos, persas, etíopes, hindúes o piratas de cualquier pelaje. La primera elegía, compuesta en Goa, alude a una de las habituales expediciones punitivas organizadas por los portugueses en la costa malabar para restablecer el orden alterado entre los nativos. Camões, que participó en la operación, no escatima críticas a los horrores impuestos por un destino contra el que no cabe rebelarse: 14 15

Ed. Pimpão, pp. 253-254. Sonetos de Camões, ed. cit. (n. 6), p. 138.

81

Aurea Poesis JL4.indd 81

13/02/14 14:08

Antonio Carreira

Vi quanta vaïdade em nós se encerra, e nos próprios quão pouca, contra quem foi logo necessário termos guerra. Que u˜a ilha que o rei de Porcá tem, que o rei da Pimenta lhe tomara, fomos tomar-lha, e sucedeu-nos bem. Com u˜a armada grossa, que ajuntara o vizo-rei de Goa, nos partimos com toda a gente d’armas que se achara, e com pouco trabalho destruímos a gente no curvo arco exercitada; com mortes, com incêndios, os punimos. Era a ilha com águas alagada, de modo que se andava em almadias; enfim, outra Veneza trasladada. Nela nos detivemos sós dous dias, que foram para alguns os derradeiros, que passaram de Estige as águas frias. Que estes são os remédios verdadeiros que para a vida estão aparelhados aos que a querem ter por cavaleiros16.

Storck hace esfuerzos por exculparlo, asegurando que la milicia no le gustaba, que abandonó en cuanto pudo el servicio activo, y que no lo cantó en sus poemas: O Poeta-cavalleiro não tinha predilecção alguma pelas empresas sanguinolentas de guerra! Muito pelo contrário! Aborrecia-lhe profundamente fazer caça ás náus dos chatins, assassinar marinheiros, saquear aldeias, cortar palmeiras, roubar fazendas e incendiar navios. A sua alma não podia conformar-se com o modo ferocissimo de guerrear dos Indo-portuguêses (p. 645).

No obstante lo cual, se ve obligado a pintar con tintas muy negras la conducta de los portugueses de Goa en esos años, aunque solo sea para explicar por qué Camões la compara con Babel y se considera a sí mismo un desterrado de Sión: Os exemplos de feras vinganças, pirateria inclemente, incêndios barbaros, morticínios crudelissimos, mutilações horrendas, de puro canibalismo, matanças «en bloc», tormentos e tratos deshumanos, n’uma palavra, os actos de bruta crueza e ferocidade, são tantos nos relatórios de Barros e Couto, que não se contam ás duzias, mas ás centenas. Não sómente o inimigo armado era sacrificado sem dó: milhares de famílias, velhos e 16

Elegía I, Rimas, ed. Cit. (n. 4), ed. Pimpão, p. 254. Ya Storck comenta el pasaje, al que su traductora añade esta nota: «Cada verão uma grossa armada ia destruir, queimar, roubar, assolar nos domínios do Çamorim e dos seus confederados; e durante todos os invernos uma flota de vinte navios invadia os rios da pimenta, continuando a guerra e protegendo os mercadores que traziam a Cochim a preciosa droga, destinada à armada annual do reino» (Vida e obras de Luís de Camões, p. 507).

82

Aurea Poesis JL4.indd 82

13/02/14 14:08

El mar de Camões: camino y palestra

crianças, mulheres, viuvas o órphãos foram passados à espada. E estas atrocidades faziam-se por ordem e com o beneplácito dos superiores, quer se chamassen Vasco da Gama, Francisco de Almeida, Affonso de Alburquerque ou, como nos dias de Camões, Francisco Coutinho (conde do Redondo), João de Mendonça e Antão de Noronha. Mesmo D. João de Castro não faz excepção: foi elle que incinerou, de 1547-1548, as cidades de Banda, Meludi, Achará, Tamboná, Mazagão, Carapatão e Rayapôr, e todos os mais logares habitados da costa de Cambaya até Dabul, commetendo as maiores crueldades e devastações.17

Pero lo que hacía y sentía el poeta cuando rondaba los 40 años apenas cabe deducirlo de su obra. Frente al disgusto que manifiesta el citado fragmento de la primera elegía, en dos de sus composiciones en octavas, las dedicadas al virrey don Constantino de Bragança y al rey don Sebastián, no faltan encomios de la actividad bélica en oriente. Más carga lleva el soneto de 1553 a don Fernando de Meneses, que termina haciendo votos por que el mar Rojo, en lo sucesivo, justifique su nombre solo con la sangre enemiga: Dai nova causa à cor do Arabo estreito, assi qu’o Roxo Mar, daqui em diante, o seja só co sangue de Turquía18.

No era, pues, tan pacífico Camões como quiere su biógrafo, cuyas palabras dejan sin explicar que haya podido subsistir más de tres años, durante su segunda estancia en Goa, sin otro oficio que el de soldado. Storck piensa que tal vez el virrey lo ocupara en negocios de administración. No hay bases documentales para afirmarlo, y sí elementos para ponerlo en duda. El principal es que en 1567, pobre y empeñado, llegó casi de limosna hasta Mozambique –donde lo encontró el historiador Diogo do Couto–, y de milagro alcanzó al fin Portugal dos años más tarde. El reverso de Os Lusíadas podemos entreverlo en un pliego suelto impreso en Amberes hacia 1504 y conservado en ejemplar único. En él un anónimo aventurero flamenco, de los que solían enrolarse en las armadas, cuenta su periplo en el segundo viaje de Vasco de Gama a Calicut (1502). El relato, reimpreso y traducido por Oliveira Martins, carece de todo primor de estilo, como era de esperar, y por ello tiene el atractivo de la verdad ingenua, dentro de su innegable monstruosidad. A él pertenecen los siguientes extractos: No ano de 1502, dia 10 de Fevereiro, largámos do rio de Lisboa, tomando o caminho das Índias. […] Chegamos ao Cabo [Verde]. […] Os indígenas da terra andam completamente nus, homens e mulheres, e são 17

Storck, op. cit. (n. 3), p. 531. El episodio protagonizado por Domingos de Mesquita es quizá aún más significativo de la absoluta amoralidad dominante en el trato con los nativos (p. 645). 18 Sonetos de Camões, ed. cit. (n. 6), p. 64.

83

Aurea Poesis JL4.indd 83

13/02/14 14:08

Antonio Carreira

negros. Desconhecen o pudor, pois não usam vestuário; e as mulheres e os homens têm coito como macacos e não têm noção do bem, nem do mal. […] Já perdéramos de vista a Ursa Maior. O sol estava a prumo, de sorte que coisa alguma tinha sombra.

Continúan navegando, con noticias muy similares a las dadas por Gama en el poema de Camões, y medio año más tarde llegan a la India. Tras hablar de perlas y piedras preciosas, sigue el relato con esta fría objetividad: Tomámos 400 navios em [Goa], depois de termos matado as guarnições que os equipavam e depois queimámos os navios. […] A 11 de Septembro chegámos a um reino chamado [Cananor], […] e aí esperámos as naus de Meca, e são estas naus que trazem as especiarias que vêm às nossas nações, e queriamos destruí-las a fim de que o rei de Portugal fosse o único senhor das especiarias do Oriente. Mas não pudemos cumprir o que desejávamos. Contudo, tomámos uma nau de Meca que tinha a bordo 300 passageiros, entre os quais muitas mulheres e crianças, e depois de termos sacado más de 12 000 ducados e não menos de 10 000 ducados de mercadorias, fizemos ir a nau pelo ar, com os passageiros que levava, com pólvora. […] No dia 27 de Outubro fizemo-nos de vela deste reino e chegámos ao que se chama [Calicut]. Está a 40 milhas de [Cananor], e desenrolando as nossas forças perante a cidade, combatemos os naturais por três dias, fazendo um grande número de prisioneiros, que foram enforcados nas vergas das naus, e tendo-os descido, lhes cortámos as mãos, os pés e as cabeças, e lançando as mãos, os pés e as cabeças cortadas em um navio que tinhamos tomado, escreveu-se uma carta que foi espetada num pau, e deixou-se o navio ir à tona de água para terra. Aí tomámos um navio que incendiámos, e no qual muitos vassalos do rei foram queimados.

Algo más tarde, al hablar de Cochin, el marinero flamenco se preocupa por distinguir los judíos de los buenos cristianos, y nos informa de cuántas iglesias había en Coulão, para, a renglón seguido, decir que libraron una batalla con el rey de esa región, que tinha trinta e cinco naus sem contar as galés de remos. Em cada uma dessas naus havia de 60 a 70 homens, e nós só tinhamos 22, e com isso, graças a Deus, vencemo-los; e tomámos duas grandes naus e depois de trucidarmos todos os que as tripulavam, queimámos os navios diante da cidade de [Coulão] em presença do rei.

Continúa hablando de cómo se pescan las perlas, y por fin del regreso a Portugal: No dia 14 de Junho começou a faltar-nos o pão e víveres, e ainda estávamos a 1780 milhas de Lisboa. A 30 de Junho encontrámos uma ilha onde matámos mais de 300 homens, cativando um grande número. Aí fizemos aguada e partimos no dia 1 de Agosto. A 13 de Agosto tornámos

84

Aurea Poesis JL4.indd 84

13/02/14 14:08

El mar de Camões: camino y palestra

a ver a Estrela Polar e ainda estávamos a 600 milhas de Portugal. No ano de 1502 os infiéis perderam 180 naus; e se estas não fossem perdidas mal nos iria a nós, porque eram enemigos nossos.19

Hablando en plata: o ellos o nosotros. Y nuestro flamenco termina beatíficamente su relato con esta jaculatoria: Deo gratias. Camões viene a decir algo similar, aunque con más garbo: No mar, tanta tormenta e tanto dano, tantas vezes a morte apercebida; na terra, tanta guerra, tanto engano, tanta necessidade avorrecida! (I, 106).

El poeta no es ningún aventurero inculto, pero el soldado que en él había debió de hacer exactamente lo mismo que los otros al imponer en oriente el terror portugués, descrito con detalle por los cronistas Damião de Gois, João de Barros, Lopes de Castanheda, Gaspar Correia o Diogo do Couto. El mar sanguinolento del anónimo es también el mar de Camões, aunque este, al componer su canto al comercio y la modernidad, filtre un poco los desmanes y ponga el acento en el heroísmo. «En cuanto durare el mundo, durará la fama i gloria de las navegaciones, vencimientos y triunfos lusitanos, i este Poema, que es el verdadero Parnaso en que fueron a parar los navegantes», vaticina en 1639 su mayor comentarista, Manuel de Faría y Sousa20. Tono más sombrío tiene la sentencia de Oliveira Martins: «Camões escreveu um poema que foi um epitáfio, porque a sociedade que cantou acabou com ele»21. Ahora podemos imaginar al Camões cincuentón, recién impreso su poema, que malvive con la tença otorgada por el rey mozo a quien él había animado a acometer la empresa africana y cuya gesta pensó que llegaría a cantar. Unos años más tarde, físicamente ya muy decaído, se entera del desastre de Alcazarquivir: don Sebastián muerto en la batalla de los tres reyes, gran parte de la nobleza cautiva, y la corona portuguesa, apenas sostenida por un viejo cardenal, a punto de caer en manos del castellano. Como Gama ante la tempestad, el poeta-soldado sin duda hubo de lamentar no haber perecido en cualquier ocasión anterior, cuando morir aún significaba algo. Cuenta Nicolás Antonio que después de entrar en Portugal Felipe II, instalado en Almada, frente a Lisboa, quiso conocer a Camões, pero el poeta había muerto poco antes, a consecuencia de la misma peste que se llevó a la reina doña Ana de Austria.22 Lo que no se sabe tanto es que, a pesar de las atrocidades que se siguieron cometiendo en el imperio luso durante mucho tiempo, Felipe II, hijo de la emperatriz 19

J. P. Oliveira Martins, Portugal nos mares, Lisboa, Guimarães, 1954, 4ª ed., I, pp. 75-103. La primera edición es de 1889, cuando ya Storck debía de tener en prensa su biografía de Camões. 20 Lusiadas de Luys de Camoens..., Madrid, Iuan Sánchez, 1639, IV, p. 576. 21 Camões, ed. cit. p. 11. 22 Bibliotheca Hispana Nova, II, Matriti, apud Viduam et heredes Joachimi de Ibarra, MDCCLXXXVIII, p. 26a.

85

Aurea Poesis JL4.indd 85

13/02/14 14:08

Antonio Carreira

Isabel de Portugal, sobrino de Juan III y tío de don Sebastián, conservó siempre gran fascinación por aquellas empresas marítimas a la vez bárbaras y sobrehumanas. Por si no bastaran el lote de códices, roteros y mapas portugueses que le consiguió Juan Bautista Gesio, y la versión española de Os Lusíadas que patrocinó, Felipe II hizo llevar de Lisboa a El Escorial la quilla del más célebre galeón de la Carreira da Índia, el llamado Cinco Chagas, para que con sus tablas se fabricase el ataúd en que mandó ser enterrado, según revela fray José de Sigüenza en su Historia de la Orden de san Jerónimo23 . Si para Gracián una nave era tan solo «un ataúd anticipado»24, para el rey prudente un ataúd hecho con madera tan sacrosanta podía ser la mejor nave con que arribar a buen puerto en el otro mundo.

23

Eugenio Asensio y José V. de Pina Martins, Luis de Camões. El humanismo en su obra poética. Los Lusíadas y las Rimas en la poesía española (1580-1640), París, Fundação Calouste Gulbenkian, 1982, pp. 48-49. Otra versión del hecho ofrece Fernández Duro, Armada española (Madrid, 1896), III, pp. 190-191. 24 Criticón, 1ª parte, I, ed. de M. Romera Navarro, Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 1938, I, p. 105.

86

Aurea Poesis JL4.indd 86

13/02/14 14:08

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.