El libro antiguo: un acercamiento a sus características

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Descripción

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS

COLEGIO DE BIBLIOTECOLOGÍA

PONENCIA: “EL LIBRO ANTIGUO: UN ACERCAMIENTO A SUS CARACTERÍSTICAS”

ALUMNO

PALMA PEÑA, JUAN MIGUEL

TABLA DE CONTENIDO INTRODUCCIÓN:..........................................................................................................3 INCUNABLES................................................................................................................4 DEFINICIÓN................................................................................................................4 PECULIARIDADES DE LOS INCUNABLES............................................................4 LIBRO ANTIGUO..........................................................................................................5 ELEMENTOS QUE CONSTITUYEN EL LIBRO.....................................................6 OTROS ELEMENTOS DEL LIBRO...........................................................................7 LAS ILUSTRACIONES...............................................................................................8 LA ENCUADERNACIÓN...........................................................................................8 PARTES DE LA ENCUADERNACIÓN.....................................................................8 MATERIALES EMPLEADOS EN LA ENCUADERNACIÓN..................................................................................................9 CLASIFICACION DE LAS ENCUADERNACIONES...............................................9 MARCAS DE FUEGO...................................................................................................10 LOS EX-LIBRIS.............................................................................................................11 CONCLUSIONES...........................................................................................................12 CITAS BIBLIOGRAFÍCAS...........................................................................................13 OBRAS CONSULTADAS..............................................................................................14

INTRODUCCIÓN: Físicamente, un libro es un conjunto de hojas impresas, insertadas, fijadas y protegidas por una encuadernación o cubierta. (Iguíniz, 1987, p. 180) El valor de los libros impresos que van desde el s. XV hasta el s. XIX son signos de una alta cultura y de una gran admiración, debido a que desde sus aspectos históricos, técnicos y artísticos, estos materiales son verdaderas joyas bibliografícas invaluables. Para conocer y apreciar estos aspectos que conforman al libro antiguo, es necesario realizar un riguroso y detallado estudio, desde los puntos de vista científico y multidisciplinario. Es por ello que el objetivo de este trabajo pretende acercar a los alumnos de la disciplina al conocimiento del material antiguo, presentándose en cuatro partes. En la primera se exponen las particularidades de los primeros libros impresos (incunables). En la segunda parte se muestran los elementos constitutivos de un libro antiguo. En la tercera parte se hace mención de las encuadernaciones que los caracterizan y para finalizar las marcas de propiedad con que las diferentes instituciones corporativas identificaban los libros. Es claro que este trabajo es solo una introducción para que el profesional bibliotecológico profundice en el conocimiento del libro antiguo. Debido a esta razón mi fin no es realizar un tratado exhaustivo en algun aspecto, sino proporcionar información elemental, para poder abrir la inquietud hacia este campo de estudio. .

INCUNABLES DEFINICIÓN Se llaman incunables (del lat. Incunabulum, cuna) a los impresos en caracteres móviles, desde los comienzos de la imprenta hacia el año 1450 hasta el año de 1500 inclusive. A los incunables más antiguos, o sea, los monumentos primitivos de la tipografía, se les designan con los nombres de paleotipos o protoincunables. Él término latino, aplicado a una categoría de libros, fue empleado por primera vez por el librero holandés Cornelio van Beughem, en el repertorio que tituló Incunabula typographiae (Ámsterdam, 1688). (Checa Cremades, 1999; Iguìniz, 1998; Millares Carlo, 1971) El libro impreso por medio de caracteres móviles, fue inventado por Joannes Gensfleich, que adoptó el apellido Gutenberg, denominación de una propiedad paterna, nacido en Maguncia entre 1395 y 1399. (Millares, Carlo, 1971) Los incunables en sus inicios siguieron la presentación y estructura de los manuscritos medievales, es decir, tiene un incipit opus, texto, explicit opus y colofón. Adopta la forma de códice o cuaderno. El soporte referido fue el papel. La impresión sé hacia en ambas caras de la hoja. En un principio el título y el autor se encontraban insertos al inicio del texto (incipit opus) formando parte de las dedicatorias. No será hasta 1470, cuando se comience a poner en la primera hoja una indicación, abreviada, sobre el autor y el título de la obra, lo que dio inicio al uso de la portadilla y permitió a los comerciantes o compradores identificar a la obra más fácilmente. (Geldner, 1998) La disposición del texto no responde a normas fijas lo mismo se imprimía a dos columnas que a línea tirada. Abundan las abreviaturas, pero estas se ven normalizadas por los signos tipográficos. Para la tipografía, una gran parte de los incunables, y con mayor razón los primitivos, están impresos en carácter gótico, uso que se siguió generalmente hasta en los países latinos, como Italia, Francia y España, hasta que se creó el tipo romano. Esta variedad de caracteres se emplearon en Italia y poco a poco se fueron usando según el contenido de la obra, por ejemplo: - Gótico, para las obras religiosas, jurídicas, padres de la iglesia - Romano, para la literatura clásica - Ambas para obras modernas, vernáculas o locales. No muy tarde el grabado en madera prestó su contingente en la decoración de los libros. Muchos de estos fueron ilustrados con una sola làmina al frente, a guisa del frontispicio; después con cierto número de viñetas simplemente decorativas y finalmente con grabados relacionados con la materia de la obra. (Geldner, 1998) PECULIARIDADES DE LOS INCUNABLES Entre algunas de las características que distinguen a los impresos del siglo XV, tenemos las siguientes: El espesor, la desigualdad y el tinte amarillento del papel. La portada existe pocas veces en los incunables. Lo corriente en los libros del s. XV es que en lugar correspondiente a la portada se inserte el título. Las signaturas son un elemento más de la composición del incunable, servían para

facilitar el trabajo de los encuadernadores, se emplearon a partir de 1470 y están formadas por signos tipográficos como abreviaturas, asteriscos, parágrafos, calderones, cruces, etc., así como de las letras del alfabeto, que se duplicaban o triplicaban cuando a ello obligaba el elevado número de las hojas. Se ponían en el recto de la primera hoja del pliego. Los reclamos son la palabra o sílaba, colocada a la derecha, al final de cada página, y que eran las mismas con que había de comenzar la página siguiente. La foliación o paginación en un principio era manuscrita, después impresa. Sé hacia por hojas y con números romanos. Los números arábigos se comenzaron a usar a partir de 1468 al igual que la paginación. Está se colocaba en la parte superior derecha de la hoja. La irregularidad y tosquedad de los caracteres tipográficos, era muy notable en los tipos romanos; aunque estas deficiencias no subsistieron por mucho tiempo. El tamaño o los formatos usados generalmente en los libros del primer siglo de la imprenta fueron el in folio, el cuarto y más tarde el octavo. Entre las materias escriptorias empleadas, se uso el papel, pero se acostumbró estampar algunos ejemplares en pergamino, o en vitela, a veces adornados con miniaturas y destinados, por lo común, a reyes y magnates. La falta de título separado o frontispicio; el título, o a materia de la obra, se hallaba enunciada al principio del texto en lo que se llama incipit. El colofón como en los manuscritos contiene los datos de identificación de los incunables (título, autor, impresor, lugar y fecha), se encuentra en el último parágrafo del texto. La falta de subscripción, o pie de imprenta, cuyas indicaciones no tardaron en figurar en la ultima página de los volúmenes o al final del texto, en un párrafo llamado explicit, que significa acaba, termina ó concluye. La rareza de los párrafos y de las divisiones de los capítulos, pues generalmente el texto era continuado y sin intervalos, los títulos de los capítulos se comenzaron a utilizar hacia 1470. La carencia de signos de puntuación, o la falta absoluta de acentos en las palabras. Posteriormente se fueron utilizando el punto, la coma, los dos puntos. El uso de la coma y del punto y coma lo introduce Aldo Manuzio. La confusión entre las letras “i” y “v” con las “j” y “u”respectivamente. La ilustración de los incunables es manuscrita e impresa y se emplea en letras capitulares, que en los primeros tiempos, los impresores dejaban en blanco el lugar destinado a estas letras, indicando con una minúscula la mayúscula correspondientes, que era dibujada generalmente a colores por los calígrafos, según el gusto del bibliófilo; orlas e imágenes, siendo el grabado en madera o xilográfico el que se utilizó en los libros impresos.

LIBRO ANTIGUO:

Es aquel impreso, cuyos elementos físicos y materiales están elaborados de forma manual, producidos desde la invención de la imprenta en el siglo XV hasta principios del siglo XIX, fecha en que aparece la imprenta industrial y la producción en masa. Desde el punto de vista estructural el libro manuscrito lo componen el incipit opus, explicit opus, y colofón. Un libro antiguo está formado desde el punto de vista físico por: encuadernación, hojas, tipos y grabados; El libro impreso lo constituyen las tapas (encuadernación), cantos, lomo, guardas, falsa portada, portada, preliminares, índice, texto, aparato crítico y colofón. A lo largo de los siglos XVI y XVII se produce la consolidación definitiva de la imprenta como medio de transmisión del conocimiento humano. En este periodo aparecen los elementos que conforman el libro que, más o menos transformados, han llegado hasta nuestros días. Sin embargo, el cambio no se produce de forma repentina, sino que puede advertirse su desarrollo progresivo a lo largo de la primera mitad del s. XVI. En comparación con los incunables, los impresos de los primeros años del s. XVI son muy similares a los del s. XV y producidos muchas veces por los mismos impresores que habían comenzado su trabajo en la centuria anterior. (Marsà Vila, 1999) Poco a poco irían apareciendo las nuevas características, forzadas por la legislación o impuestas por las modas literarias y artísticas. (Marsà Vila, 1999) Desde el incunable, hasta el libro del s. XVII, la estructura del volumen fue variando al incorporar nuevos elementos. ELEMENTOS QUE CONSTITUYEN EL LIBRO: 1º. La Anteportada o el falso título. Es el título de la obra, abreviado cuando es muy extenso, que aparece en el centro del anverso de la foja inicial del libro, o sea, la anterior a la portada. 2º. La Portada o el frontis. Se le llama así a la página del volumen en la que se hallan consignados regularmente: a) el título general; b) el subtítulo; c) los nombres, seudónimos o iniciales del autor y de los colaboradores; d) el número de sucesión de los tomos o volumenes cuando la obra consta de varios; f) la subscripción o pie de imprenta, y g) la nota de serie cuando el libro forma parte de una biblioteca o colección. Los libros primitivos, como ya se hizo mención, carecían de portada. Durante el primer tercio del s. XVI y a lo largo de todo el s. XVII, parece apreciarse un cierto afán de los impresores por llenar la portada, debido a la ornamentación con figuras y otros elementos artísticos que pueden llegar a ocuparla casi por entero, (incluso algunas llegan a presentar más de 20 líneas de texto), dejando en la parte inferior lugar para tres o cuatro líneas de texto, recibiendo el nombre de frontispicio, término también aplicable al grabado colocado frente a aquélla y que representa el retrato del autor o alguna composición alegórica más o menos alusiva al asunto de la obra. Los frontispicios generalmente no se emplean sino en las ediciones de lujo. Por lo que, si falta la portada (por haber sido mutilada o por tratarse de un material incompleto), y si no hay colofón, no se puede conocer en un primer momento el impresor, editor o año de edición, y habrá que recurrir a la identificación mediante comparación con otros ejemplares completos. Sin embargo, la portada evoluciona hacia una segunda etapa, caracterizada por la disminución del adorno, que se limita a un escudo, estampa o viñeta y se produce la incorporación de todos los datos tradicionales de manera sucesiva; en los primeros años del s. XVI sólo aparece el título o el título y el autor; a partir de la segunda mitad del mismo siglo se incorporan los datos de impresión; y decae la costumbre de incluir el colofón, que a finales

del s. XVI empieza a faltar en los impresos. (Iguìniz, 1998; Marsà Vila, 1999) 3º. Los Preliminares. Conjunto de piezas y documentos que en calidad de preámbulo preceden al texto del libro, como son la dedicatoria, el registro de la propiedad, el proemio, que suscribe generalmente el autor o alguna otra persona. En las obras antiguas figuraban, además, los pareceres o aprobaciones: que son los documentos previos necesarios para obtener una licencia de impresión. La denominación más utilizada era la aprobación, aunque también sea corriente censura, y en libros impresos en Hispanoamérica se pueden encontrar las de sentir o parecer, las censuras son la obligación por parte de la iglesia de realizar la revisión previa y dar la posterior autorización para publicar una obra; las licencias eran la autorización exigida por la legislación para poder imprimir una obra; los privilegios de venta y reproducción en donde el autor o editor, en una época en que aún no se había desarrollado el derecho de la propiedad intelectual, quedaba expuesto a que su obra fuese editada inmediatamente por otro editor, es una concesión exclusiva de edición, que podía prorrogarse a su término; la tasa o fijación del precio seria el establecimiento del precio máximo al que se podía vender el libro, fijado por un consejo, se aplicaba a los libros en rústica y se calculaba a partir del precio de cada uno de los pliegos que componían la obra, y finalmente algunas composiciones encomiásticas tanto del autor como de la obra. (Iguíniz, 1998; Marsá Vila, 1999) 4º. El Texto. Es la materia propia y característica del libro, a diferencia de lo que en él va por separado, como los preliminares y el apéndice. Dividiéndose comúnmente en tomos, partes, secciones, capítulos, etc., según la extensión y el carácter de la obra. Puede, además, estar ilustrado, comentado, anotado, etc., escrito en una o más lenguas e impreso a una o más columnas. 5º. El Apéndice. Serie de documentos, notas, adiciones y otras piezas que ilustran, explican ò aclaran el texto y que figuran a continuación de éste. 6º. El Índice o tabla. Lista colocada al principio o a final del volumen, en la que constan los títulos de los capítulos o cosas notables en ellos contenidos, con referencia a las fojas en donde se encuentran. El índice puede ser general, onomástico, geográfico, de ilustraciones, etc. En los libros antiguos pueden hallarse índices breves o sumarios, que enumeran las piezas contenidas o la relación de capítulos con sus títulos correspondientes, y en los tratados eruditos largas tablas, que suelen ir al final del volumen, en hojas sin foliar. (Iguìniz, 1998) 7º. La Fe de erratas. Tabla o lista que figura regularmente al final del volumen, en la que van anotados los errores de pluma o de imprenta, juntamente con las enmiendas correspondientes a cada error. 8º. El Colofón. Parágrafo con que suele terminar el libro, y en el que constan, además de los elementos del pie de imprenta, la fecha del día en que se terminó su impresión y otros datos relacionados, con su publicación, acompañados de una protesta de fe, no siendo raro encontrarlo en algunos casos redactado en verso. El colofón puede considerarse como equivalente al explicit de los incunables. A lo largo del s. XVI todavía se mantenía el colofón al final de la obra, posteriormente, cuando los datos de la portada están perfectamente consolidados, el colofón, se va haciendo más innecesario, por lo que se reduce y termina por desaparecer. El mayor servicio que prestan los colofones es el de corroborar, rectificar o ampliar los datos de la portada. OTROS ELEMENTOS DEL LIBRO La Subscripción o el Pie de imprenta. Es el parágrafo que regularmente figura al pie de la

portada, y en el que constan el lugar en donde el libro ha sido impreso o editado, el nombre del impresor o del editor, la dirección de éstos y la milésima del año de la aparición del volumen. En los incunables figuraba en latín el nombre del lugar de la publicación. El Título de partida. Se llama así al título general de la obra o el parcial de cada uno de los tomos que la componen, que encabeza la pagina inicial del texto. El Título de corriente. Se le da este nombre al título abreviado de la obra, a cada una de sus partes o diferentes capítulos, que se encuentra repetido en la cabeza de cada página. La Foliatura o paginación. Es la serie de cifras numéricas colocadas a la cabeza de cada página o foja de un libro con el objeto de facilitar su manejo. En cierta clase de obras, cuyo texto está impreso en columnas, suelen estar numeradas cada una de ellas. Las Notas y Apostillas. Son las advertencias, indicaciones, comentarios o noticias explicativas de cualquier clase, que van fuera del texto, ya sea al pie de la página, al final de la obra, en cada uno de los capítulos o en las divisiones principales, con llamadas oportunas en el lugar del texto a que corresponden. Cuando las notas se hallan en los márgenes laterales del texto o a su alrededor formando una especie de marco, reciben el nombre de apostilla, por ello a este libro se le llamaría apostillado. Las Signaturas. Son los signos, letras o cifras que se colocan al pie de la primera página de cada uno de los pliegos del libro, y que sirven de gobierno al encuadernador para formar el volumen. Los impresores antiguos empleaban como tales, letras minúsculas y mayúsculas. (Geldner, 1998) El Registro. Es la tabla especificada que aparece al final de los libros antiguos, en la que consta el orden de sucesión de los pliegos que componen el volumen, por medio de las correspondientes signaturas de cada uno de ellos, y la indicación del número de páginas que comprende cada pliego, para conocimiento del encuadernador, debido a que era bastante común la desigualdad de hojas en los pliegos de un libro en los tiempos en que se imprimían en papel de mano. Su uso es muy antiguo, puesto que se encuentra en libros impresos en 1469. (Iguíniz, 1998; Marsá Vila, 1999) LAS ILUSTRACIONES Ornamentos tipográficos. Este término abarca todas las piezas destinadas a decorar el libro, como lo son las viñetas, los filetes, los remates, las orlas, los florones, etc. estos elementos fueron empleados por los primeros impresores alemanes y su uso ha continuado hasta nuestros días en diversidad de formas, estilos y procedimientos. LA ENCUADERNACIÓN La encuadernación o pasta, puede considerarse como la vestimenta del libro, es la cubierta de madera o cartón, regularmente forrada de pergamino, piel u otra materia, con que se cubren los volúmenes para resguardo de sus hojas, comodidad de su manejo y su ornato exterior. (Monje Ayala, 2000) La encuadernación es tan antigua como el libro mismo, y en su confección se han empleado las materias mas variadas, no siendo raro encontrarlas fabricadas hasta de piel humana. Antiguamente se daba el nombre de Bibliopegia al arte de encuadernar, de Bibliopegista al encuadernador y de Biblioatria al arte de restaurar los libros. (Iguìniz, 1998)

PARTES DE LA ENCUADERNACIÓN a) Las Tapas. Cada una de las dos alas planas de cartón, madera u otra materia que sirven de cubierta al libro, y las cuales se revisten de piel, tela, papel, etc., según el carácter de la encuadernación. Para proteger al libro es necesario que éstas sobresalgan de los cortes, y a este pequeño excedente se le llama cejas o contracantos, los cuales, pueden estar fileteados de oro recibiendo el nombre de contracantos dorados. Puntas o cantoneros son los fragmentos de piel, tela, metal, etc., que adornan y resguardan las esquinas de las tapas de algunos libros. b) El Lomo. Es el dorso o la parte del volumen, en donde se encuentra la costura. Existen libros de los siglos XVI y XVII en los que este elemento se halla dibujado a pluma en la media caña, con ornamentaciones ejecutadas muchas veces con verdadero arte; Costillas son las partes sobresalientes que presenta el lomo, y que en los libros cosidos a mano corresponden a la saliente transversal de los nervios sobre los que se cose el libro; Compartimientos son los espacios comprendidos entre las costillas; Cofias o borde es el doblez o pliegue que forma la extremidad de la piel en la cabeza y punta del lomo; Cabezadas se llama a los cordones cubiertos de tela o hilos de colores alternados, que se colocan a la cabeza y pie del volumen en la parte del lomo, para protección de sus hojas. c) Los Cajos. Se le da este nombre a las ranuras o cejas laterales del lomo, que corresponden a los lugares en que las tapas se unen a este. d) Las Guardas. Son los pliegos de color, jaspeado, satinado, etc., de las cuales una de sus hojas se pega en las caras interiores de las tapas y la otra en las guardas blancas. Cuando la encuadernación es de lujo, las guardas, en consonancia con esta, son de moaré de seda o de otra tela fina. e) Los Cortes o cantos. Llamase así a las tres superficies que forman las extremidades de las hojas del libro. Los horizontales reciben los nombres de cabeza o pie, y el opuesto al lomo el de vertical o de media caña. Los cortes pueden ser pintados a un solo color, siendo el rojo él mas usado, jaspeado, dorados, labrados, bruñidos, etc. Como accesorios de la encuadernación pueden considerarse los broches o manecillas, que son elementos indispensables de los libros antiguos, se sujetan en las orillas laterales de las tapas y sirven para ajustar y para mantener cerrado el volumen; las hay de oro, plata, hierro, latón y otros metales, cincelados o guarnecidos de esmaltes y piedras. (Iguìniz, 1998) MATERIALES EMPLEADOS EN LA ENCUADERNACION Badana. Piel de carnero simplemente curtida, se utiliza en las pastas enteras, ya sea en su color natural o veteada. Chagrín. Piel de cabra y algunas veces de camello o caballo, ligeramente curtida con tanino o alumbre, y cuya superficie es granujienta. Por su solidez se emplea en la encuadernación de libros de mucho uso. Marroquín. Cuero de cabra preparado con nuez de agalla, su empleo es en las encuadernaciones de lujo. Tafilete. Cuero sumamente delgado, bruñido y lustroso. Se emplea en la confección de pastas inglesas y en los tejuelos de los lomos de algunas encuadernaciones. Gamuza. Piel de carnero curtida, que se usa en las encuadernaciones ordinarias; es delgada, flexible y un tanto elástica. Piel de Rusia. De diversidad de colores y notable por su olor, debido a la betulina. Aunque de hermoso aspecto es muy poco resistente.

Piel artificial. Se fabrica con los desperdicios de ciertas pieles naturales sometiendo una tela de algodón a ciertas operaciones. Aparentemente tiene el aspecto de piel natural, mas carece de la consistencia de esta. Pergamino. Pieles de cabra, ternera y otros animales y los procedimientos utilizados en su preparación, consistía en purificar ante todo las pieles. La vitela es el pergamino de mejor calidad, y procede de las pieles de animales tiernos. Su uso se ha dado para la redacción de los documentos pontificios y de las cancillerías, de los títulos nobiliarios y académicos y de otros documentos de importancia, así como a la confección de las pastas de los libros. Brocado. Tela de seda recamada de oro o de plata con motivos de ornamentación compuestos de follajes, volutas, ramas, flores, animales, etc. Damasco. Tela de lana o seda por lo común decorada con ricos y grandes dibujos en todo el ancho del tejido. Tisú. Tela de seda entretejida con hilos de oro o plata. Terciopelo. Tela velluda y tupida de seda formada por dos urdimbres y una trama. Moaré. Tela fuerte de seda, lana o algodón, labrada o tejida de manera de forma de agujas. Se emplea generalmente en las guardas de las encuadernaciones de lujo. CLASIFICACION DE LAS ENCUADERNACIONES 1º. Las Encuadernaciones de arte. Son aquellas en que el lomo y las tapas exteriores están revestidos de ornamentos, filetes, florones, escudos de armas, etc. Tipos más característicos de las encuadernaciones de arte: De Bibliófilo. De diversos tipos y clases, siendo como característica la exquisitez de su labor y la superioridad de sus materiales. Bizantina. De madera revestida con placas de oro, plata, marfil, u otros materiales y dorada con filigranas, y hasta piedras preciosas. Monástica. Encuadernaciones ejecutadas en los monasterios en la Edad Media, utilizando la piel de marrana o ternera estampadas a fuego con ornamentaciones representando escenas religiosas. A la Catedral. Ornamentada con motivos del arte ojival, inventado en la época del romanticismo y de la glorificación de la arquitectura gótica a fines del s. XIX. Parlante o simbólica. Decorada con motivos que están en consonancia con el asunto o la materia de que trata la obra. Diabólica. La que lleva como elementos decorativos siluetas del Diablo o de Mefistófeles. Imperio. La que está decorada con coronas, abejas y otros emblemas del Imperio francés. 2º. Las Pastas enteras. Cuando esta cubierta con una misma materia, ya sea piel, pergamino, tela, etc. Existiendo, encuadernaciones como: Española. Llamada chorreada por la técnica de ejecución. Él título va dorado sobre tejuelos de color adheridos en los compartimientos del lomo. Valenciana. Chorreada, con veteado semejante a la española, en cuya composición entran tintas de dos o más colores. Suele llevar en las tapas una orla dorada estampada a fuego, y el título en el lomo sobre tejuelos de color. Italiana o romana. De pergamino, orladas las tapas con filetes dorados o en negro y adornadas muchas veces con un florón igualmente dorado o en negro en el centro de cada una. Inglesa. De piel o tela, con tapas duras o flexibles y cortes pintados. 3º. Las Medias pastas. Se dice que el libro lleva media pasta, cuando el lomo y a veces también las esquinas de las tapas están revestidas de piel u otra materia, y las pastas están de

otra diferente. Entre las cuales se tienen: Holandesa. Con lomo y algunas veces con puntas de catrín u otra piel y revestidas sus tapas de papel jaspeado o tela. Media española. Con lomo y algunas veces puntas idénticas a la española y con tapas revestidas de papel jaspeado. En México se le llama mestiza. Media italiana. Con el lomo y puntas de pergamino o tela blanca, y tapas revestidas de papel jaspeado. 4º. Las Encuadernaciones industriales. Son las originarias del editor y están confeccionadas a maquina en pastas enteras o en medias pasta, con motivos en consonancia con el asunto de la obra. 5o. Los Encartonados. Llamado por los franceses a la cartoné, consiste en cubrir ligeramente el lomo del volumen con tela o papel y revestir sus tapas con papel, regularmente impreso. 6º. Las Encuadernaciones a la rústica. Coser ligeramente el volumen y resguardarlo simplemente por una cubierta de papel o cartoncillo, empleada como medio de conservación temporal y como vestimenta provisional de los libros. MARCAS DE FUEGO En las bibliotecas, catedrales y colegios de la Edad Media se protegía a los libros contra posibles hurtos encadenándolos a los armarios, escritorios para que solo ahí pudieran ser consultados. Cuando en el siglo XV la invención de la imprenta multiplico el número de libros, este procedimiento dejo de ser practico y se ideo el sistema de marcar cada ejemplar individualmente. Como los volumenes estaban encuadernados en piel y con tablas de madera recubierta, se generalizo la practica de marcar los cantos con un hierro candente al rojo vivo, que dejaba una señal indeleble de que tal obra pertenecía a algún colegio, monasterio, a una orden religiosa o a la biblioteca de una institución importante, y que por ello debía permanecer en aquel lugar sin que nadie pudiera sustraerla. Estos signos, que recibieron el nombre de Marcas de fuego fueron muy utilizados en el virreinato de la Nueva España, donde variadas ordenes religiosas y educativas de finales del siglo XVI, utilizaron hierros de diversos tamaños, que por lo regular llevaban su escudo o figuras; otras veces solamente el nombre de la institución y el lugar donde ésta se encontraba. Como por ejemplo, las ordenes de San Francisco, Santo Domingo, San Agustín, La Compañía de Jesús, Los Mercedarios, Los Carmelitas; colegios como el de San Ildefonso, El de San Pedro y San Pablo, etc. La diversidad de Marcas de fuego fue muy grande y el número de volumenes caracterizados con ellas abundante. Las Marcas de fuego, consideradas el método más primitivo de señalar la propiedad corporativa de los libros, fueron sustituidos definitivamente por las etiquetas adheridas a las contracubiertas de los libros, que son los ex-libris. LOS EX-LIBRIS Para indicar la persona propietaria de un libro se suele pegar en la parte interna de la tapa anterior de su encuadernación una viñeta con la locución latina “ex-libris” seguida de un nombre propio en genitivo, y también de manera manuscrita, por lo regular en la portada, para significar que el volumen en cuestión forma parte de los libros de determinada persona.

CONCLUSIONES Acercarse al libro antiguo requiere un conjunto de conocimientos teóricos sobre las características del mismo y su historia, sobre bibliografía, edición, técnicas de impresión, tipografía, tipos y características del papel, ilustración y la encuadernación utilizadas, estos elementos son los que le permitirán al bibliotecólogo apreciar, valorar y discernir entre los ejemplares que constituyan cierta colección. Para así facilitar su labor cuando tengan que

relacionarse con los impresos salidos de las imprentas manuales. Además, al valorar al libro antiguo se podrá apreciar desde dos puntos de vista, el primero de ellos como obra de arte, bajo una composición tipográfica y la importancia de la ilustración; el segundo como objeto de estudio de la bibliotecología, ya que han sido pocos los profesionales del área que se han abocado a investigar el mundo del libro antiguo. En el ámbito bibliotecológico el personal profesional que se adentre en el manejo del libro antiguo no sólo deberá de conocer técnicas, sino ser un espléndido conocedor de las características y elementos de estos materiales, además, contar con un elevado grado de conocimientos, una cultura general y especializada, una alta capacidad de análisis e interpretación de la información en ellos contenida, una verdadera vocación y pasión especial, entre otras, que le permita dedicarse, en ocasiones, a apreciar la belleza de un material tan extraordinario y lleno de valor histórico, así como también deberá de valorar el tiempo de trabajo, en condiciones muy poco confortables, en las que innumerables escribanos e impresores invirtieron para producir los libros que ahora podemos tener tangiblemente. Estos tipos de documentos antiguos son elementales, en el ámbito de la organización documental, ya que es aquí donde se pone en marcha tanto la teoría como la practica adquirida en las aulas de clases, referente a la descripción bibliografica, a la clasificación, a la indización, a la uniformidad con que deben de contar los materiales y los catálogos, etc. Para finalizar, el libro antiguo deberá de tener la importancia que verdaderamente merece por parte de las personas que desconocen de él, valorarlo en todo su esplendor, resguardarlo, admirarlo, difundirlo, etc.; además tomarlo desde una perspectiva humanista y científica, para que el producto de esa aleación, sea favorable tanto para la bibliotecología, en los aspectos de organización, difusión, valor, servicio, administración; y en lo humanista para apreciar esas mentes eruditas que nos heredaron estas joyas bibliografìcas que contienen el pensamiento de los hombres a través de los siglos, y que fueron y seguirán siendo parte elemental de la historia. Por que con toda probabilidad, el libro antiguo es el objeto abstracto más alabado de todos los tiempos.

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