El libro antiguo: algunos valores circundantes

July 17, 2017 | Autor: J. García López | Categoría: LIBRO ANTIGUO, Bibliotecología, Biblioteconomia, Patrimonio Documental, Libros Antiguos
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Descripción

El libro antiguo: algunos valores circundantes Por García López Jorge Alberto [email protected] El presente trabajo surge debido a una inquietud personal sobre el libro antiguo, sin embargo, ello no marca una justificación social suficiente para el desarrollo de la investigación. Por consiguiente, y en el entendido de que los libros antiguos son objetos patrimoniales de una nación, e inclusive de la humanidad (si consideramos el programa de “Memoria del mundo” promovida por la UNESCO), el presente escrito pretende desarrollar algunas ideas que den respuesta a una difícil cuestión expuesta por la Dra. Idalia García (2006), quien, en su artículo “Acceso y disfrute de libros antiguos y documentos históricos, como un derecho cultural en México” formula la siguiente pregunta: “¿cómo transmitirle el valor cultural de los libros antiguos y de los documentos históricos a una sociedad que no valora los libros y documentos contemporáneos de su entorno?” (García Aguilar, 2006, p. 64). La propuesta de respuesta a esta incisiva pregunta se remite a lo que llamaremos una “axiología del libro antiguo”, en tanto que se pretende identificar y exponer algunos valores que circundan al libro antiguo y su mundo. Cabe aclarar que no se pretende concebir a la propuesta aquí vertida como “definitiva”, y ésta se encuentra abierta al dialogo y enriquecimiento por parte de nuestra comunidad científica. Una vez aclarado esto podemos abordar el tema que aquí nos compete. Para ello es necesario definir cómo se responderá a la pregunta formulada; al respecto, podemos deducir que “para valorar al libro antiguo se debe valorar a la institución que lo resguarda, la cual a su vez promueve el valor del objeto librario” (García Aguilar, 2006). Ello repercute en el nivel institucional, político y académico, por lo cual es evidentemente necesaria la utilización de la llamada “triple hélice” que involucra a la administración pública (gobierno), la iniciativa privada y las universidades. Sin embargo esto no basta para la apropiada valoración del libro antiguo.

En el entendido de que el proceso de valoración implica precisamente la asignación de un valor (es decir, de una cualidad especial, subjetiva y relativa) y a su vez “el valor es una relación del sujeto ante la cosa deseada” (Rendón Rojas, 2004, p. 172). Podemos identificar tres valores en el libro antiguo, los cuales, una vez conocidos y dialogados entre los profesionales de la información y los usuarios informacionales, permitirán la apropiación y reconocimiento de los valores que poseen estos documentos. Dichos valores son: 1. El valor cultural y patrimonial del libro antiguo 2. El valor artístico y estético del libro antiguo 3. El valor económico del libro antiguo Aunado a esto es necesario mencionar una característica que interviene en el proceso de apreciación de los valores que circundan al libro antiguo. García Aguilar (2006, p. 58) hace una reflexión muy puntual cuando expone: “las formas de acceso directo son una realidad en México para ciertos bienes culturales que así lo permiten (como el caso de los monumentos). Sin embargo la situación respecto al conocimiento y aprecio de la sociedad que hereda los bienes culturales muestra un predominio en el acceso directo y no en el indirecto, lo que permite que unos objetos sean socialmente más valorados que otros. Lamentablemente los bienes patrimoniales conservados en bibliotecas y archivos en nuestro país adquieren de este modo una desventaja en dicha valoración” (García Aguilar, 2006, p. 58)

Lo anterior implica un proceso más laborioso al momento de presentar, observar, buscar y apreciar un bien conservado en una biblioteca o archivo, por el solo hecho de que el documento se encuentra “resguardado” en una institución informativo documental, y no se puede encontrar “directamente” ni de manera “casual” en el transcurso de una jornada “normal”, de un sujeto, cuya actividad no tiene un vinculo estrecho con estos bienes documentales. Si bien ello es cierto, también es cierto que un elemento fundamental en la formación profesional del científico de la información documental, recae precisamente en la difusión de una colección, y se aborda desde una perspectiva dialógica entre el mismo profesional de la información y los usuarios informacionales potenciales y reales.

De esta manera, y en el entendido de que la investigación tiene su tema central en el libro antiguo es imperativo definirlo, aunque como veremos más adelante esta definición no se ajusta a todos los campos de acción en los que se utiliza esta terminología; expresado en otras palabras: la definición semántica se transmuta de manera paralela a la relación axiológica entre el sujeto (profesional informativo-documental) y el objeto (libro antiguo). Así, García Aguilar (2011) expone claramente dos condiciones esenciales para nominar al libro antiguo: por una parte su calidad de impreso, dejando de lado a los manuscritos, y por el otro su estructura material, propia de una actividad manual previa a la industrialización de la imprenta (García Aguilar, 2011) Por su parte Cruz García (2009) describe los componentes del libro antiguo de la siguiente manera: “El libro antiguo incluye dentro de sus partes principales las siguientes: portada, dedicatoria, prólogo, aprobaciones de la autoridad tanto civil como eclesiástica, licencia, privilegios, fe de erratas, la tasa de impresión, prosas escritas por el autor o diferentes, el propio texto, las ilustraciones (impresa, grabados, intercaladas, láminas), colofón, tablas y/o índices, poesías laudatorias, registro de pliegos, censuras, etc.” (Cruz García, 2009, p. 44)

Finalmente, Pedraza Gracia expone una clara desavenencia terminológica cuando se habla del “libro antiguo” en la actividad comercial, pues muchas veces: “el libro antiguo como objeto de comercio se caracteriza por que [sic] no siempre es antiguo y ni siquiera tiene que ser necesariamente libro” (Pedraza Gracia, 2003, p. 224). Una vez presentadas algunas características que nos permiten delimitar al libro antiguo en algunos de sus campos de acción, se procede a definir los valores identificados anteriormente. 1. El valor cultural y patrimonial del libro antiguo Al respecto del patrimonio cultural, se puede decir que:

“El patrimonio cultural representa lo que tenemos derecho a heredar de nuestros predecesores y nuestra obligación de conservarlo a su vez para las generaciones futuras. Las formas visibles de la cultura, monumentos, libros y obras de arte son tan preciosas que los pueblos tienen la responsabilidad de asegurar su protección.” (Cruz García, 2009, p. 45)

Es interesante señalar que este valor patrimonial encierra a su vez un derecho y una obligación cuya ejecución conforma una actividad cíclica que pretende ser perdurable en el tiempo. En este sentido es evidente que los libros, y otros documentos, suelen ser herramientas indispensables, así como fuentes fidedignas, para adjudicar verosimilitud a un proceso histórico que conforma a la sociedad como se conoce en “su presente”. Así, al hablar del libro antiguo se puede decir: “El devenir histórico de un libro antiguo es lo que proporciona la condición patrimonial al objeto, y por tanto es lo que distingue y caracteriza al mismo objeto de otros similares dentro de la misma colección de una institución como respecto de la de otras” (García Aguilar, 2011, p. 291).

Como se puede apreciar a partir de esta cita, un elemento toral que fundamenta el valor cultural y patrimonial del libro antiguo es su devenir histórico, pues este acontecer en el libro suele colocarlo en una situación particularizada, lo cual diferencia a dos o más ejemplares del mismo libro. Ello, como suele señalar la autora citada, debe verse reflejado en el instrumento que lo describa; llámese catálogo o bibliografía. De igual manera se hace necesario exponer algunos elementos que dan cuenta del valor patrimonial, es decir, las marcas de propiedad. Las marcas de propiedad: 1. Marcas de fuego: “Esta conjunción de marcas […] testimonia el movimiento que ciertos libros tuvieron entre las diferentes bibliotecas coloniales […]” (García Aguilar, 2011, p.299) 1.1 Epigráficas; ej. La “A” de los Agustínos

1.2 Figurativas; ej. Las cinco llegas de los franciscanos 2. Ex Libris: “Esta marca significa principalmente dos cosas: la acreditación de la propiedad y el señalamiento de la cultura libresca, y se refiere a una marca de posesión impresa. (García Aguilar, 2011, p.300) […] [Además] es el elemento histórico que se utiliza y se desarrolla con posterioridad a la imprenta”. 3. Sellos 3.1 De tinta 3.2 De placa 3.3 En seco 3.4 De tinta grasa Anotaciones manuscritas y testigos 1. Las anotaciones manuscritas “representan una de las evidencias históricas presentes en los libros antiguos más ricas e interesantes para la investigación histórica” (García Aguilar, 2011, p.308). 1.1 Señalan la propiedad y procedencia de un objeto

Dotan de singularidad al objeto

1.2 Identifica la lectura de un documento 1.3 De expurgo 2. Testigos: los cuales son “piezas documentales o bibliográficas que se encuentran en el interior de los libros antiguos, y también pueden ser un testimonio de historicidad” (García Aguilar, 2011, p.312). Por consiguiente se podría considerar a este valor en particular como el fundamental para el entendimiento y posterior “valoración masiva” del libro antiguo, puesto que implica un reconocimiento específico y puntual del objeto, lo que trae como consecuencia el reconocimiento de sus características como

agente activo en la sociedad, desde una comprensión referente al mundo de las letras, hasta su noción de amalgama social. 2. El valor artístico y estético del libro antiguo Como bien podemos percatarnos al momento de revisar un ejemplar de los que aquí nos ocupa, el libro antiguo posee múltiples cualidades artísticas, a tal grado que hay quien asevera que no se puede comprender en su totalidad al libro antiguo si al mismo tiempo no se comprende al grabado y otros movimientos artísticos de la época en la que nace el ejemplar. Así, para Herrera (2005, p. 2) “El libro antiguo […] se ha revalorizado y es admirado como un objeto de arte [valorando] la tipografía, la composición, la ilustración, etc. Esta apreciación artística se fundamenta esencialmente en dos de los elementos constitutivos del libro impreso antiguo: la encuadernación y la ilustración. Ambas han permitido que el libro destaque por la originalidad de su concepto estético y de diseño, convirtiéndose en un objeto artístico”

En este mismo sentido García Aguilar (2011, p.261) expresa lo siguiente: [De los] libros antiguos debemos distinguir a los elementos decorativos, que representan la cara más agradable de este objeto cultural y son los que aportan más visibilidad en la necesaria tarea de su socialización como bienes patrimoniales. Estos elementos que encontramos en los libros antiguos representan todo un universo grafico de representación que, sin duda, requiere de un trabajo especializado.

Si bien es cierto, Herrera hace una clasificación muy general sobre los elementos artísticos al dividirlos en los que pertenecen a la encuadernación y los que son ilustrativos, mientras que García Aguilar es más específica en su identificación para su posterior representación. Sin embargo, también es cierto que Herrera expone algunas anotaciones relevantes, de las encuadernaciones e ilustraciones, a decir que:

El estudio de [las] encuadernaciones a lo largo de la historia nos muestra su estrecho paralelismo con los demás objetos de arte […] Respecto a la ilustración la situación es algo diferente, pues se trata de la presencia en la elaboración del libro de una de las Bellas Artes -el grabado- que tiene manifestaciones también fuera del libro.

Por su parte García Aguilar (2011) Identifica cinco elementos ornamentales: 1. El grabado de portada 1.1 Marca tipográfica o de librero 1.2 Escudo de familia u orden religiosa 1.3 Un florón o un taco 1.4 Un grabado representativo con iconográfica clásica o religiosa 2. Retrato grabado (de personajes reales) 2.1 De mecenas o de a quien se le dedica 2.2 De los autores de la obra 3. Capitular y letra capital 3.1 Capital: letra que solo aumenta su tamaño 3.2 Capitular: contiene motivo representativo de decoración.

3.2.1 Decoradas 3.2.1.1

Motivos antropomorfos

3.2.1.2

Motivos florares Xilográficas

3.2.1.3

Motivos zoomórficos

3.2.1.4

Motivos zooantropomórficos

3.2.2 Historiadas 3.2.2.1

Compuestas por escenas o figuras relacionadas con el

tema

Calcográficas

4. Orlas y viñetas 4.1 Orlas: composición formada exclusivamente de tacos xilográficos 4.2 Viñeta: grabado de orden simbólico que decora el principio o final de un capítulo o libro 4.2.1 De cabecera, rectangulares 4.2.2 De pie, triangulo invertido 5. Grabados interiores: suelen ilustrar el texto de una obra 5.1 Xilográficos: Insertos dentro de la obra 5.2 Calcográficos: serie de hojas aparte que se insertan donde les corresponde Como puede observarse hasta aquí, los valores artísticos que radican dentro un libro antiguo son ricos, múltiples y requieren un estudio especializado y colaborativo entre los profesionales de la información documental y los historiadores del arte. Finalmente, se expone el último valor identificado. 3. El valor económico del libro Para abordar este valor es necesario comprender dos elementos, que a su vez se subdividen en otros dos. Primeramente que el libro antiguo tiene, cuando menos, dos momentos de tasación: el primero, el original, dado al momento de su creación; y el segundo, cuando ya es considerado como “libro antiguo” y se

convierte en un “objeto de colección”. Y por otra parte la diferencia entre “valor” y “precio” en el libro antiguo, siendo que el primer término implica una apreciación cultural del objeto, mientras que el segundo se determina por factores económicos y comerciales. Ante ello se puede retomar una cita textual: “Es indudable que las circunstancias que intervienen en el valor del libro afectan notablemente en su precio, pero es preciso volver a hacer constar […] que valor y precio no siempre son magnitudes equiparables. No se debe olvidar que en el valor de un libro intervienen una serie de factores muy próximos a la subjetividad, mientras que en el precio se deben de tener en cuenta esencialmente los factores objetivos” (Pedraza Gracia, 2003, p. 226).

Una vez aclarado lo anterior, nos abocaremos a describir el proceso de tasación fundamentándonos en lo escrito por Pedraza Gracia en su artículo “Algunas reflexiones sobre la tasación del libro antiguo como actividad documental”, quien alude al proceso de tasación del libro antiguo como un proceso conocido con una metodología bien definida; a decir que: “Tasar es poner precio a algo. [Y] en el mundo de la documentación el proceso de tasación de los documentos tampoco es automático y se precisan los mismos pasos: identificar la obra y, a ser posible, la edición; estimar el valor del documento; identificar las características del ejemplar, analizar el mercado en función de las características identificadas; establecer el precio y emitir un informe” (Pedraza Gracia, 2003, p. 229).

De esta manera, la identificación de la obra y de su edición responde a la necesidad de individualizar el objeto documental en concreto, lo cual puede realizarse por medio de instrumentos de descripción, control y consulta como pueden ser: 1. “Repertorios bibliográficos 2. Repertorios generales de libros antiguos, 3. Biobibliografías, 4. Topobibliografías, y tipobibliografías

5. Bibliografías especializadas, 6. Catálogos” Por su parte, “la valoración es el resultado de la adición de valoraciones parciales de múltiples aspectos”: 1. valorar el autor, por […]:profesión, calidad, importancia histórica o, incluso, por su desconocimiento. 2. valorar la obra, también por diversos factores, la obra en sí misma, o su materia, su contenido. 3. Valorar la edición; ya sean ediciones príncipe, ediciones con el texto más completo, la más cercana al autor, etc. 4. Lugar de publicación 5. Lengua 6. Tipografía 7. Ilustraciones La identificación de características consta de: 1. Antigüedad 2. Rareza 3. Estado de conservación 4. Procedencia del libro 5. Encuadernación 6. Calidad y tipo de soporte El análisis del mercado.

Considera la ley de la oferta y la demanda, aunque debe recordarse que “No siempre el libro antiguo es un libro de colección […]. Aunado a ello, el autor expresa: “Cualquier librero anticuario estima que el precio de un libro es el precio que alguien está dispuesto a pagar por él” (Pedraza Gracia, 2003, pp. 235). Definición del precio del ejemplar Este paso del proceso se fundamenta en otras tasaciones, las cuales son valiosas dado que “ayudan a conocer de forma aproximada el precio en el que se ha valorado un ejemplar de una edición determinada. También ayudan a valorar el resto de las características que influyen en el precio definitivo con el que se tasa un ejemplar determinado. Las fuentes más apropiadas para poder conocer el valor comercial, o por lo menos aproximarse, son los catálogos de librería y de las subastas, especialmente cuando mencionan los remates. Estos instrumentos son esenciales en el mundo del comercio del libro no sólo como fuente de difusión de la información. Se trata de las autenticas guías del mercado del libro antiguo” (Pedraza Gracia, 2003, pp. 237)

El informe En el cual deben figurar: 1. El nombre del profesional que emite el informe 2. La identificación de la edición. 3. La determinación de las características del ejemplar. 4. El precio del ejemplar Como se puede apreciar, el proceso de tasación tiene como uno de sus motores principales el uso de fuentes documentales que describan las características particulares del libro antiguo, por lo cual se evidencia al profesional de la información como un actor importante en dicha actividad económica.

Conclusión A modo de conclusión podemos afirmar que el conocimiento puntual del libro antiguo implica un estudio muy especializado que requiere la participación de múltiples profesionales y estudiosos. Al realizar esto, y promover el conocimiento de todos estos valores en las comunidades de usuarios informacionales es posible promover la valoración de dos elementos íntimamente ligados: por una parte el libro antiguo y los documentos históricos como tal, y por la otra la institución informativo documental que los resguarda, llámese biblioteca o archivo.

Bibliografía consultada Cruz García, S. A. (2009) “La importancia de la difusión del libro antiguo” Biblioteca Universitaria,

vol.

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http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=28512659004

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García Aguilar, I. (2006) “Acceso y disfrute de libros antiguos y documentos derecho

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Anales

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http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=63500904 García Aguilar, I. (2011) Secretos del Estante: elementos para la descripción bibliográfica del libro antiguo. México: IIBI Herreta, J. L. (2005) “El libro antiguo como objeto de arte y digitalización” Razón y palabra. Vol. 10

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http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=199520623008 Pedraza Gracia, M. J. (2003) “Algunas reflexiones sobre la tasación del libro antiguo como

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(6). Recuperado desde:

http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=63500614

Rendón Rojas, M. A. (2004) “Axiología y ciencia bibliotecológica: los valores en el mundo de la información documental” en: Investigación bibliotecológica. Vol.18 (36).

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http://www.revistas.unam.mx/index.php/ibi/article/view/4042 Imágenes extraídas de: http://www.textesrares.com/hlivc/marq.htm http://web.uflib.ufl.edu/spec/rarebook/devices/device.htm

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