El León de Egipto

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Descripción

Laura Haydeé Partida Castillo

Reseña: El León de Egipto. Los documentos de el Cairo. De los archivos
secretos de Gamal Abdel Nasser

El presidente de Egipto y líder del pueblo árabe, yacía en su lecho, en su
amplia y fresca habitación en su modesta casa en El Cairo, estaba muerto.
La noticia hizo que el mundo se tambaleara. Durante su vida Gamal Abdel
Nasser había trabajado por la paz mientras que se habían registrado una
serie de secuestros aéreos, el estallido de una guerra entre el rey Hussein
y Palestina, la incursión de Siria en territorio jordano y la amenaza de
intervención de Estados Unidos e Israel para lanzar un ataque a Jordania
(p.14).

El 28 de septiembre de 1970, la radio cesó de emitir sus programas de
radio ordinarios y sólo difundió versículos del Corán. El pueblo percibió
que algo importante había acontecido, pero ninguno sospechó que su líder
había muerto. Anuar El Sadat habría de suceder a Nasser, y él mismo dio la
noticia al mundo en una breve emisión de radio. La gente te derrumbó al
saberlo, las calles se pusieron negras mientras se escuchaban alaridos a
gritos que repetían una y otra vez "¡el León está muerto!" (p.18).

Revivir la historia de uno de los personajes que marcó la vida de Egipto
profundamente es una tarea que realizó el periodista Mohamed Heikal[1] al
reunir diversos documentos que estaban ocultos de la vida de Gamal Abdel
Nasser. En sus páginas desfilan hombres políticos de máxima importancia
como Kruschev, Chou En-lai, Dulles, Kennedy, Johnson, Eisenhower, y otros.

Las decisiones de este hombre tuvieron una gran influencia en Medio
Oriente. El contexto en que le tocó vivir lo inclinó a nacionalizar el
Canal de Suez, de concertar una operación de compra de armamentos con la
URSS, de aceptar la ayuda soviética para la construcción de la presa de
Asuán y de construir un nuevo ideal nacional.

Antes de Nasser el comercio exterior e interior de Egipto se hallaba
virtualmente controlado por extranjeros. Los egipcios que eran ricos, lo
eran mucho de verdad. Un medio por ciento de la población poseía el
cincuenta por ciento de la riqueza de la nación. Y sin derramamiento de
sangre, este dirigente quitó el poder a las clases gobernantes, nacionalizó
la riqueza, hizo que los extranjeros respetasen la ley (p.8). Es decir,
para los egipcios él fue su nuevo Moisés porque él les devolvió su libertad
y su tierra.

Ya era un hombre cansado que padecía desde 1958 diabetes. Los médicos le
aconsejaron que debiera evitar todo esfuerzo físico y emocional. "¿Cómo
puedo hacer eso?", preguntó a los médicos. "Estos esfuerzos son mi vida
entera."

Cuando la noticia de su muerte te propagó, en Amman cesó toda la lucha, los
tanques del rey descargaron sus cañones, las guerrillas salieron de sus
trincheras gritando su nombre y Nasser logró lo que tan arduamente había
tratado de hacer en vida. En Beirut los hombres sacaron sus armas y
dispararon al cielo, en Trípoli, Moammer Gaddafi se encerró a llorar al
igual que el ministro de Defensa Sirio, Hafez Assad. Incluso Nixon que
debía abordar el portaviones para realizar maniobras en el Mediterráneo
occidental canceló la operación.

No obstante, hubo otras dos grandes influencias en el mundo árabe en esta
época. La primera fue el ataque del nacionalismo judío expresado en el
sionismo. La segunda fue el impacto que ejerció en la sociedad árabe el
aprovechamiento de los pozos petroleros y la vasta riqueza que afluyó en
ellos. Esta riqueza creó un trastorno en el mundo árabe. Algunos hombres,
unos pocos, se hicieron absurdamente ricos, pero la mayoría permaneció en
un estado miserable de pobreza. Surgió una ansia de libertad, de dignidad,
del derecho a sentirse orgulloso de sí mismo y de su propio país.

Por otra parte, los procesos que se produjeron después de la Segunda Guerra
Mundial llevó a que varios imperios se desmoronaran, los franceses y
británicos se habían repartido Asia y Medio Oriente, las viejas autoridades
coloniales ya no podían gobernar como lo hicieran antaño. El nacionalismo y
nuevas ideologías arrebataban a los pueblos sometidos (p.21). Era un mundo
caótico. Si no fuera poco, dos potencias se hallaban en pugna por ganar
influencia en Medio Oriente que buscaban llenar el vacío dejado por los
británicos y franceses.

El conflicto se intensificó cuando varios Estados árabes empezaron a
obtener su independencia ya que condujo a que diferentes países
conquistaran su libertad de distintas maneras. Los libaneses estimaron que
el régimen de libre empresa era el mejor Egipto adoptó una especie de
socialismo, y Arabia Saudita siguió siendo una sociedad monárquica
tradicional (p.23).

Estas fueron las condiciones históricas que formaron el destino de Nasser,
que lo convirtieron en un símbolo de la dignidad perdida y de las
esperanzas insatisfechas. Sus hombros tenían una carga demasiado pesada. Su
vida puede dividirse en tres fases: El León libre, el León encadenado y el
León herido.

La primera fase duró hasta la invasión del canal de Suez en 1956. De manera
inconsciente los ataques británicos, franceses e israelíes hicieron de él
una figura mundial. De joven fue rebelde, su padre había sido funcionario
de Correos, un hijo adoraba a su madre y que se enteró de una manera cruel
que había muerto cuando regresó de sus estudios. Participo en la política,
fue llevado a la cárcel, pero aún así su resentimiento de un orden
establecido no disminuiría.

Sin embargo, no le interesó el dinero, las mujeres o la comida. Varios
viejos políticos trataron de corromperlo pero fracasaron. Utilizó el dinero
para caridad y en beneficio de su hogar, Egipto, y cuando murió su cuenta
pública tenía un saldo a favor de dos millones y medio de libras, pero en
su cuenta personal no había más de 610 libras esterlinas.

Después de su victoria en el canal de Suez se convirtió en una figura de
talla internacional, pero la magnitud de este suceso hizo que recayera
sobre él una enorme responsabilidad. El pueblo árabe se había lanzado en
su defensa, se cortó el abastecimiento de los oleoductos, Europa
occidental padecía sed de petróleo. Su popularidad llegó a tal grado que
Nasser se vio involucrado espontáneamente en la política de cada país
árabe. A la postre se ganó celos y odio de varios dirigentes. El León
estaba encadenado, ya no tenía la libertad de ser un rebelde. Era el
símbolo del mundo árabe y como tal tenía que combatir al resto del mundo en
defensa del nacionalismo árabe (p. 30-32).

La última fase de su vida, la del León herido, estuvo marcada por un papel
que le fijaba límites, odiaba la guerra, tenía un deber con la gente que
habían perdido su patria y su hogar. Su experiencia con la guerra en Alamín
y Faluja le había enseñado a odiar el derramamiento de sangre y solía decir
que temía que un día tendría que dar la orden a varios jóvenes que iban a
morir (p.33).

Sin embargo, en 1967 estallaría una nueva crisis y saldría a la defensa del
pueblo árabe. Los acontecimientos que siguieron llevaron a su derrota,
nunca se recuperó. Percibió un ambiente de pánico, y de desconfianza, y con
ello vino la humillación. Para su sorpresa, su pueblo aun lo consideraba su
líder cuando Nasser pretendía su retiro al haberles fallado.

Su salud estaba en muy malas condiciones, sufrió de varios ataques
cardíacos, pero el último sería aquel 28 de septiembre. El León había
muerto. Nasser cambió la faz del mundo árabe, los colores del mapa. El rojo
de Gran Bretaña y el verde de Francia ya no prevalecían. Le había
proporcionado estabilidad a Egipto.

Bibliografía:

Heikal, Mohamed; "Los documentos de el Cairo. De los archivos secretos de
Gamal Abdel Nasser". Lasser Press, Inc. México, 1972.
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[1] Mohamed Hassanein Heikal es un periodista egipcio. Durante 17 años fue
editor en jefe del periódico Al-Ahram de El Cairo y ha sido un respetado
comentarista en asuntos árabes durante más de 50 años.
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