EL INUSUAL LUGAR COMÚN DE \"LOS CUERVOS BIEN CREADOS\", DE AUGUSTO MONTERROSO

June 7, 2017 | Autor: E. Avalos Florez | Categoría: Augusto Monterroso
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Descripción

EL INUSUAL LUGAR COMÚN DE “LOS CUERVOS BIEN CREADOS”, DE AUGUSTO MONTERROSO ÉDISON DUVÁN ÁVALOS FLOREZ1 [email protected]

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os cuervos bien creados”, a pesar de su brevedad (que en realidad no es tal comparada con otras obras de este autor), logra plasmar, en un solo hilo oracional, los tres momentos claves de la estructura clásica del cuento: un inicio que se plantea con la crianza de cuervos, un nudo en el que los cuervos aprenden a no sacarle los ojos a quien los cría, y un desenlace inesperado en el que le sacan los ojos a quienes los acusan de sacar ojos. De acuerdo a lo que asegura Fernando Gómez Redondo en su texto “Los géneros literarios”, (aquello de que “cada género se crea porque hay una realidad extratextual que precisa una serie de respuestas”), el cuento corto, entonces, como un subgénero de reciente creación, obedece a las necesidades de la actual sociedad. Es, por ende, la respuesta del arte literario al vértigo de esta época, donde la vida está atrapada en un imparable remolino que exige que todo -la comida, la información, el transporte, la moda, la comunicación- se realice bajo la premisa de la inmediatez. De ahí, pues, el carácter conciso y efectivo que debe llevar una obra que pertenezca a este subgénero. La idea de origen del cuento es el conocido refrán “Cría cuervos y te sacarán los ojos”. Esto, además de indicar una sensibilidad del autor hacia las manifestaciones del folclore, es también una demostración de ingenio y creatividad. Pues toma un elemento de uso popular, una expresión que podría considerarse a nivel social como un lugar común, y le da una nueva connotación a partir del lenguaje literario. En una primera lectura pareciera que Augusto Monterroso quiere desvirtuar esa calificación de sabiduría popular que se le otorga incuestionablemente a los refranes. Los cuervos de su cuento, contrarios a lo que reza el refrán, aprenden, “a fuerza de buena voluntad y perseverancia”, a no sacarle los ojos a quien los cría. Son una muestra de que el refrán se ha equivocado: la naturaleza traicionera y desagradecida de estos animales puede ser corregida por el hombre. Sin embargo, una segunda lectura más detenida revela nuevas posibilidades interpretativas que le abren múltiples sentidos al texto. Los cuervos, a pesar de la fuerte influencia humana que han recibido, siguen sacando ojos, esta vez a quienes los acusan

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Estudiante de la Universidad Andina Simón Bolívar.

de sacar ojos. Es decir, la esencia de su naturaleza, aunque ha cambiado de objeto, sigue permaneciendo intacta. Los cuervos, suceda lo que suceda, siempre sacarán ojos. Entonces, de acuerdo a esto, la idea que expone el cuento no es la influencia que ejerce el hombre sobre la naturaleza, sino la perseverancia de la naturaleza por encima de los propósitos humanos. Es por eso que el título del cuento es “Los cuervos bien creados” y no, como podría suponerse a partir del texto, “Los cuervos bien criados”. Porque para Monterroso, los cuervos fueron tan bien creados que ninguna crianza podrá modificarlos. Una vez más queda demostrada la sabiduría del lenguaje popular. Ahora bien, ¿cómo plasma Monterroso esta idea en su texto? La respuesta muestra, una vez más, la genialidad de este autor. En una sola oración lo dice todo. No hay comas, ni punto y comas, ni puntos, no hay signos de puntuación, únicamente el punto final que marca la terminación del cuento. Pero no se trata de que el autor haya abolido estas marcas ortográficas por capricho experimental; no, de ninguna manera, se trata de algo realmente admirable y mucho más complejo: creó un hilo de palabras donde, respetando totalmente las normas sintácticas, no es necesaria la puntuación. Para lograr esto empieza situando al lector en un ambiente que amalgama la realidad con la ficción. Realidad en cuanto a que todo sucede en el bosque de Chapultepec, un referente real, pero ficción en cuanto a que el protagonista vive en un tiempo de carácter mitológico, un tiempo sin tiempo, en el “hace tiempo” que transporta al lector al mundo de todas las posibilidades. Luego, utilizando la expresión de conexión “y los cuales” deja de enfocar al protagonista y se centra en los cuervos; para después finalizar con un retroceso en el sentido del pensamiento con el conector adversativo “sino que por el contrario”. Son tres momentos claves unidos por dos conectores tan directos que no permiten que se sienta la más leve interrupción al pasar del uno al otro. El propósito de Monterroso con este tipo de literariedad no es representar el flujo onírico de la conciencia humana, como lo hizo James Joyce en el monólogo de Molly Bloom. Tampoco es aplicar un estilo de tendencia barroca, como lo hizo Germán Espinoza en la Tejedora de Coronas. Su objetivo está quizás más cerca de mostrar una construcción que imita la espontaneidad y naturalidad del lenguaje oral. De este modo, el contenido, que nace en un refrán, se materializa también con la puesta en práctica de esa expresión popular. Es como hablar del color rojo con letra roja.

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