El intercambio científico entre Marruecos y España: las Ciencias de la Naturaleza

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Descripción

La Historia, lost in translation? Actas del XIII Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea EDICIÓN PREPARADA POR:

Damián A. González Madrid Manuel Ortiz Heras Juan Sisinio Pérez Garzón

La Historia, lost in translation? Actas del XIII Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea

Edición Preparada por:

Damián A. González Madrid Manuel Ortiz Heras Juan Sisinio Pérez Garzón

Cuenca, 2017

CONGRESO DE LA ASOCIACIÓN DE HISTORIA CONTEMPORÁNEA (13ª. 2016. Albacete) La Historia, lost in translation? : XIII Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea, Albacete, 21 a 23 de septiembre de 2016 / edición preparada por, Damián A. González Madrid, Manuel Ortiz Heras, Juan Sisinio Pérez Garzón.– Cuenca : Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2017 3815 p. ; 24 cm.– (Jornadas y Congresos ; 9) ISBN 978-84-9044-265-4 1. Historia contemporánea - Congresos y asambleas I. González Madrid, Damián A., ed. lit. II. Ortiz Heras, Manuel, ed. lit. III. Pérez Garzón, Juan Sisinio, ed. lit. IV. Universidad de Castilla-La Mancha, ed. V. Título VI. Serie 94(100)"18/..."(063) HBLW

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación solo puede ser realizada con la autorización de EDICIONES DE LA UNIVERSIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA salvo excepción prevista por la ley.

Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos – www.cedro.org), si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

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de los textos: sus autores. de las imágenes: sus autores. de la edición: Universidad de Castilla-La Mancha.

Edita: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Castilla-La Mancha. Colección JORNADAS Y CONGRESOS nº 9

Diseño de la cubierta: C.I.D.I. (Universidad de Castilla-La Mancha)

Esta editorial es miembro de la UNE, lo que garantiza la difusión y comercialización de sus publicaciones a nivel nacional e internacional. I.S.B.N.: 978-84-9044-265-4 (Edición digital)

Composición: Centro de Tecnologías y Contenidos Digitales (UCLM) Hecho en España (U.E.) – Made in Spain (U.E.)

ÍNDICE ACTAS XIII CONGRESO DE LA ASOCIACIÓN DE HISTORIA CONTEMPORÁNEA

PRESENTACIÓN

45

TALLER 1. Los procesos de nacionalización española. Siglos XIX y XX

49

TALLER 3. Corte y Monarquía en la Europa del siglo XIX

209

TALLER 4. El franquismo en construcción (1936-1953). Visiones y balances

251

TALLER 5. Violencia política y control social en el primer franquismo. Moralización y disciplina. Una perspectiva de género

417

TALLER 6. Espacios y experiencias de encierro y castigo en la España contemporánea

603

TALLER 7. El mundo rural en la España contemporánea: conflictos, consensos, vigencias

813

TALLER 8. Víctimas y disidentes en las dictaduras ¿Rehenes de las democracias? Nuevos retos en la transmisión de la historia reciente

845

TALLER9. Cercanías de una conmemoración: el 150o aniversario de la Revolución Gloriosa, 1868-2018

965

TALLER 11. Populismos. Identidades nacionales e identidades de clases

1135

TALLER 12. Democracia y autoritarismo en el mundo rural (1850-2000)

1261

TALLER 13. Los problemas de la construcción del estado contemporáneo en España durante el siglo XIX

1361

TALLER 14. Las izquierdas en los procesos de transición de la dictadura a la democracia en la Península Ibérica y América Latina

1467

TALLER 15. La España del Frente Popular. Acuerdos y controversias

1597

TALLER 16. El factor internacional en la modernización educativa, científica y militar de España

1709

TALLER 18. Propiedad / (re)apropiación. Historiadores y agentes mnemónicos: conocimiento y usos del pasado

1865

5

Actas del XIII Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea

TALLER 19. ¿Del mito al logos? Revisionismos, crisis y nuevas miradas al carácter modélico de la transición en España

2041

TALLER 20. Opinión pública, medios de comunicación y propaganda en el siglo XX

2149

TALLER 21. Religión, laicismo y modernidad: perspectivas transnacionales

2377

TALLER 22. Las relaciones hispano-marroquíes en perspectiva: el legado científico y cultural

2559

TALLER 23. El ferrocarril en España: un largo debate

2639

TALLER 24. El desarrollo de la ciudadanía social y el Estado interventor en España (1890-1975)

2741

TALLER 25. El lugar de la nación 25 años después de “comunidades imaginadas”

2823

TALLER 26. Del compromiso ideológico a la sociedad de consumo reconciliada: los intelectuales y la Transición cultural española

2915

TALLER 27. “The Dreamers”: género y compromiso juvenil

3027

TALLER 28. Ciencia historiográfica, transferencia del conocimiento y humanidades digitales: metodologías de investigación, documentación digital y revistas de historia 3131 TALLER 29. Paradojas de la reacción. Medios modernos para combatir la Modernidad 3205 TALLER 31. Ciudad, modernización y lógicas de la innovación en el mundo contempo ráneo

3279

TALLER 33. Asia y el Pacífico en clave comparada: estudios coloniales, postcoloniales y transnacionales

3363

TALLER 34. Repensar el fascismo español: nuevos enfoques y perspectivas

3463

TALLER 35. "Laberinto de pasiones": las relaciones España-Europa desde 1945

3613

TALLER 36. Crisis y cambios sociales: impactos en el proceso de modernización en la España del siglo XX, 1898-2008

3721

6

Actas del XIII Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea

EL INTERCAMBIO CIENTÍFICO ENTRE MARRUECOS Y ESPAÑA: LAS CIENCIAS DE LA NATURALEZA1

MARIAM GRACIA-MECHBAL Universidad de Granada Resumen Numerosos han sido los viajes que los naturalistas de la Península y del Magreb han realiza do a ambos lados del Estrecho con el fin de intercambiar sus conocimientos. En época andalusí, ciudades como Toledo, Sevilla, Fez y Marrakech se convierten en importantes centros de trans misión en los que el ir y venir de personas hace que las ciencias de la naturaleza alcancen su periodo de máximo esplendor. Siglos después, este glorioso pasado común se convierte en uno de los pilares en los que se asienta el proyecto colonial y en una parte fundamental de las re laciones hispano-marroquíes. Todos estos elementos son analizados en la comunicación como reflejo del rico legado científico y cultural compartido entre ambas orillas en época medieval. Palabras clave: Naturalistas, al-Andalus, Magreb, España, Marruecos, Historia de la Ciencia. Abstract Numerous have been the trips that the naturalists of the Iberian Peninsula and of the Magh rib have realized on both sides of the Strait in order to exchange his knowledge. Throughout the andalusi period, cities like Toledo, Seville, Fes and Marrakesh become important transmis sion centers, in which people that come and go contribute to the development and maximum splendor of Natural Sciences. Some centuries later, this glorious common past, it turns into one of the bases in which the colonial project is going to settle and into a fundamental part of the Spanish-Moroccan relations. All these elements are analyzed in the communication as reflection of the rich scientific and cultural legacy shared between both shores in medieval period. Key words: Naturalists, al-Andalus, Maghrib, Spain, Morocco, History of Science.

trabajo se incluye en el Proyecto I+D+I “Los naturalistas andalusíes y su papel en la recuperación del patrimonio etnobotánico” (FFI2015-66762-P) financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad y por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional FEDER.

1Este

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Actas del XIII Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea

Mariam Gracia-Mechbal

INTRODUCCIÓN Lo único que de nuestra acción en Marruecos conoce el público grande, y aun eso no muy bien, es la parte guerrera, los combates y las ocupaciones del territorio. De nuestra acción pa cífica, casi nadie sabe nada y hasta ilustres políticos han dado muestras de ignorar que en el Protectorado, y a costa del presupuesto del Protectorado, se atiende también a los estudios cien tíficos e históricos relativos a nuestra zona, a las obras públicas y a la agricultura (CABRERA, 1921: 12). Durante la Edad Media es prácticamente imposible separar la ciencia magrebí de la ciencia andalusí, es decir, del llamado occidente musulmán, pues ambos territorios formaron parte de un mismo universo cultural e, incluso, en ocasiones, un mismo imperio. Por tanto, los naturalistas del occidente musulmán, es decir, los especialistas en Ciencias Naturales o Ciencias de la Vida (Botánica, Agronomía, Farmacología, Medicina, Zoología, etc.), fueron los mismos, y se formaron y vivieron en ambas orillas del Estrecho. El punto de partida para el desarrollo de las Ciencias de la Naturaleza en sendos territo rios, se encuentra en al-Andalus, más concretamente en la Córdoba califal de Abd al-Ram¯an III. Durante su califato un grupo de expertos naturalistas realizaron la labor de revisión e iden tificación de las especies botánicas recogidas en la Materia Médica de Dioscórides. Dicha obra, que ya había sido traducida al árabe en la Bayt al-ikma de Bagdad, fue regalada al califa por el emperador bizantino Constantino VII Porfirogéneta, sabedor de su gran inquietud intelectual. De este acontecimiento nos ha llegado interesante información gracias al médico cordobés Ibn ˆYulˆyul: Había entonces en esta ciudad una serie de médicos que investigaban, indagaban y buscaban con avidez el modo de determinar los nombres de los simples que figuraban en el Dioscórides y de los cuales aún no conocían su equivalencia en árabe. El más interesado y diligente entre to dos estos médicos era el judío asd¯ay b. Šapr¯ut, quien así procuraba complacer a Abd al-Ram¯an al-N¯air. El monje Nicolás pasó a ser para él la persona más íntima y apreciada. Así pudo co mentar los nombres de los simples del libro de Dioscórides que aún eran desconocidos (...) En ese tiempo, vivían en Córdoba otros médicos consagrados a esclarecer los nombres de los sim ples que figuraban en dicho Libro. Entre ellos se encontraba Muammad, conocido por al-Šayy¯ar (el herbolario); otro llamado al-Basb¯asi y Ab¯a Utm¯an al-Yazz¯ar, apodado el ibicenco; el médico Muammad b. Sa¯ıd, Abd al-Ram¯an b. Is¯aq b. al-Hayam y Ab¯u Abd Alláh al-Saqill¯ı (siciliano), que hablaba griego y conocía las propiedades de las drogas. Gracias a las investigaciones hechas por este grupo de médicos acerca de los nombres de los simples del libro de Dioscórídes, llegaron a conocerse en Córdoba, y en todo al-Andalus, las verdaderas propiedades de las plantas, desapa reciendo las dudas que se tenían. Se supo exactamente de sus virtudes y el modo exacto cómo debía pronunciarse su nombre sin cometer errores, excepción hecha de un pequeño número, tal vez diez, lo cual carece de importancia. (VERNET, 1968: 448). A raíz de la revisión de esta gran obra clásica, los médicos, farmacólogos, agrónomos y botánicos comenzaron a experimentar y comprobar por sí mismos aquello que habían aprendido a través de los textos, convirtiéndose en objetivo principal para estos naturalistas la catalogación de la flora andalusí y magrebí. Para ello, no dudaron en trasladarse por la Península y el Magreb con el fin de conocer de primera mano las distintas especies botánicas, los diversos nombres que recibían y, sobre todo, los usos farmacológicos, artesanales y tradicionales que se les atribuían en los diferentes lugares a los que acudieron a herborizar. Resultado de este aprendizaje fue, en primer lugar, la aparición de los primeros tratados bo tánicos con carácter independiente y, en segundo, un gran desarrollo de la farmacopea vegetal, que logró cotas jamás logradas gracias a autores como Ab¯u l-Q¯asim al-Zahr¯aw¯ı (Abulcasis), Ibn W¯afid (Abenguefit), Ibn Zuhr (Avenzoar), Ibn B¯aˆya (Avempace), al-G¯afiqi, Ibn Rušd (Averroes), Ibn Maym¯un (Maimónides), al-Nab¯at¯ı, Abd All¯ah b. ¯ali, Ibn al-Bay¯ar, etc. Dicha producción reflejaba también el auge que habían alcanzado ciudades andalusíes y magrebíes como Toledo, Sevilla, Fez y Marrakech, convertidas en importantes centros de transmisión de conocimientos científicos. El estratégico enclave geográfico que ocupaban y su floreciente comercio y desarrollo cultural las situaron en el centro de las idas y venidas de viajeros, entre ellos grandes figuras intelectuales, cuya contribución permitió que el desarrollo de estas ciencias alcanzase su periodo de máximo esplendor.

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Actas del XIII Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea

El intercambio científico entre Marruecos y España: las ciencias de la naturaleza

1. LOS NATURALISTAS ANDALUSÍES Los tratados que se escribieron en este periodo y se han conservado hasta nuestros días no son numerosos, ya sea mediante el original o a través de copias. De entre ellos cabe destacar el que muchos consideramos la mayor y más valiosa enciclopedia botánica escrita en época medie val, el Kit¯ab Umdat al-ab¯ıb f¯ı marifat al-nab¯at li-kull lab¯ıb (Guía básica para los médicos entorno a las plantas, válida para cualquier inteligente), del médico, agrónomo y botánico sevillano, Ab¯u l-Jayr al-Išb¯ıl¯ı. Esta obra habría sido redactada en al-Andalus a principios del siglo XII, sin em bargo existe la hipótesis de que podría haber sido escrita en Agmat, Marruecos (BUSTAMANTE, 2009: 91-123). Este texto no es únicamente un tratado de botánica, pues como el propio título indica, nos encontramos ante una guía médica cuyo fin último es el buen conocimiento de las plantas para su uso terapéutico. Para alcanzar dicho conocimiento, la obra proporciona copiosas informacio nes de gran interés para distintos campos de estudio como la Farmacología, la Lingüística, la Lexicografía, la Geografía, la Historia, el Folclore, etc. Sin embargo, pese a la gran riqueza de información y conocimientos demostrada en este escrito, lo que más nos llama la atención es la gran implicación que su autor tuvo en el texto. A diferencia de otros tratados de la época, como el famoso Kit¯ab al-ˆY¯ami de Ibn al-Bay¯ar, quien se limita a recoger las informaciones dadas por sus predecesores, aportando muy pocos datos relativos a la experimentación o práctica del propio autor, Ab¯u l-Jayr compiló informaciones de los tratadistas anteriores y contemporáneos e incluyó, además, sus propias experiencias y opiniones. De modo que es difícil encontrar alguna entrada en la que él no haya plasmado su valoración fruto de su propio bagaje y de sus experimentaciones. Estas aportaciones hacen de la Umdat al-ab¯ıb una obra sin igual y de gran valor, tanto a nivel teórico como práctico. Las formas en las que el autor nos muestra sus actividades, prácticas y conocimientos resultan bastante diversas. De entre todas ellas, en este estudio nos interesan aquellas en las que adquiere la información. Ab¯u l-Jayr tuvo que ser un viajero infatigable, pues recogió plantas silvestres para estudiarlas o coleccionarlas de buena parte de la geografía peninsular, especialmente de la zona de Sevilla y su Aljarafe. A esta labor de herborización se sumó la practicada al otro lado del Estrecho, como demuestran sus referencias a la ciudad de Marrakech. La abundancia de datos que nos ofrece acerca de aquellas especies que él mismo vio y tuvo delante, describiéndolas con gran detalle y precisión, así lo evidencian. Por otra parte, el autor recibe informaciones y recoge las de personas que considera de confianza. En su mayoría son comerciantes que viajan a Oriente: drogueros y farmacólogos, aunque no duda en acercarse y preguntar a quien considere fiable. Un claro ejemplo son los beduinos que se encuentra en Marrakech, a los que les pide que le enseñen alguna planta: “Qat¯ad: ...Es una planta de Arabia, la he visto crecer mucho en Marrakech. Me la mostró un beduino que me la señaló cuando le pregunté por ella” (AL-IŠB¯IL¯I, 2007: 621). Junto a esta obra, interesa destacar otra cuyo original no se conserva, aunque nos ha lle gado a través del más de centenar de citas recogidas en el Kit¯ab al-ˆY¯ami del famoso botánico malagueño Ibn al-Bay¯ar. Nos referimos a la Rila mašriq¯ıya de Ab¯u l-Abb¯as al-Nab¯at¯ı, quien en 1217 emprendió un largo viaje a Oriente, de tres años de duración, con una doble finalidad: la religiosa para realizar la peregrinación a La Meca, y la científica. En este tratado, al-Nab¯at¯ı nos describe las plantas que ha conocido en el Magreb, Túnez, Trípoli, Egipto, Siria, Iraq, el iˆy¯az, el Mar Rojo y Sicilia, aportando noticias absolutamente novedosas para su época basadas en sus propias experimentaciones y observaciones. Estas citas tienen un carácter descriptivo más que médico, y aproximadamente la mitad de ellas tratan sobre plantas desconocidas o muy poco conocidas en al-Andalus, circunstancia que añade un mayor valor a la obra. Antes de marchar a Oriente, al-Nab¯at¯ı pasó varios años formándose entre al-Andalus y el actual Marruecos. De este periodo se conserva un interesantísimo tratado, Šar likit¯ab Diy¯asq¯ur¯ıd¯us f¯ıha y¯ulà al-ibb, que recoge numerosas referencias de especies magrebíes. En él señala al detalle los lugares en los que su maestro, Abd All¯ah b. ¯ali, herborizó junto a los bereberes, aportando gran cantidad de nombres de plantas en romance y en los diferentes dialectos bereberes de Marruecos y Argelia. Esta particularidad lingüística reviste una gran importancia, ya que en los textos de esta época no suele ser frecuente encontrar por escrito terminología bereber. Supone,

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Mariam Gracia-Mechbal por tanto, una importante aportación a la nomenclatura botánica y a la historia de la lengua bereber. Y en segundo término, evidencia los contactos entre ambas orillas al hacer referencia a otros lugares como Tánger, Valencia, Gibraltar, Melilla, etc. Asimismo, al ser una obra basada en la propia experiencia, cabe destacarse la distinción que realiza entre aquellas plantas que ha visto personalmente y las que no. Durante los siglos XII y XIII figuras como Avempace, Avenzoar, Averroes, Maimónides, etc. consiguen que la Medicina alcance un gran desarrollo a uno y otro lado del Estrecho. Su presen cia en tierras magrebíes y peninsulares queda claramente recogida en sus obras, en las que nos facilitan numerosas informaciones sobre el estudio, descripción y causas de las enfermedades, así como su prevención y tratamiento (SAMSÓ, 2011: 369-381). No obstante, a partir de este periodo comienzan a escasear las referencias sobre los viajes de naturalistas a ambos lados del Estrecho. La derrota almohade y el avance cristiano supusieron un claro retroceso para las Ciencias de la Naturaleza respecto a los siglos anteriores debido por un lado, a la inestabilidad política y por otro, a la emigración al Norte de África de una parte importante de la intelectualidad musulmana andalusí. Esta diáspora convirtió a los países que les cobijaron en garantes del conocimiento andalusí. Sin embargo, pese a quedar al-Andalus reducida prácticamente al reino nazarí de Granada, se tienen noticias de viajes de estudios en ambos sentidos del Estrecho. E incluso algunos monarcas nazaríes trataron de atraer a hombres de ciencia para aumentar el prestigio del Reino y emular a sus predecesores andalusíes. De este periodo, lo poco que nos ha llegado sobre los naturalistas ha sido a través de al-I¯aa f¯ı t¯ar¯ıj Garn¯aa (Completa relación sobre la historia de Granada), de Ibn al-Ja¯ıb de Loja quien nos ofrece una valiosa fuente de información sobre la historia y personajes de la ciudad. Según Samsó (2011), “la materia científica que más interesa a los granadinos es, sin duda, la Medicina (34 referencias) que siempre aparece estrechamente unida a la Botánica-Farmacología” (402). Pese a este interés, apenas se han conservado sus obras hasta nuestros días. De la herencia cultural morisca en el Magreb se puede encontrar un claro ejemplo en la fi gura del naturalista y diplomático magrebí Ab¯u Q¯asim ibn Muammad al-Gass¯an¯ı y su tratado titulado Kit¯ab ad¯ıqat al-azh¯ar f¯ı m¯ahiyat al-ušb wa-l-aqq¯ar (El jardín de las flores en lo que respecta a los caracteres de los simples y las drogas). En dicha obra, el autor recoge numerosas especies que se encuentran no sólo en Marruecos y en otros países árabes, sino también en la Península. Por ello está considerada como “el sello” del conocimiento botánico anterior, es decir, una an tología maestra que conserva y completa los conocimientos anteriores. Pero sobre todo, el texto destaca por los numerosos e interesantes datos que aporta sobre los herboristas, drogueros y farmacólogos del Fez del s. XVI (BELLAKHDAR, 1997: 48-49). En cuanto a los moriscos peninsulares, la prohibición cristiana de acceder a textos escritos en árabe desembocó en que buena parte de este saber cayera en el olvido. Sin embargo, en este último periodo, los cristianos fueron conscientes de la superioridad de los conocimientos moriscos en lo relativo a la agronomía. Esto hizo que aquellos musulmanes especializados en temas agrícolas y botánicos como los acequieros, jardineros, cañeros, agricultores, etc. gozaran de especial protección hasta la expulsión definitiva a principios del s. XVII.

2. LOS NATURALISTAS DE LOS REINOS CRISTIANOS PENINSULARES Los reinos cristianos peninsulares no quedaron al margen de este gran movimiento científico. A partir del siglo X, los herederos del conocimiento isidoriano iniciaron la traducción de nume rosas obras científicas orientales escritas en árabe, al latín y más tarde al romance, sobre todo aquellas herederas de las culturas clásicas, en especial la griega. Esta labor traductora alcanzó su punto álgido en el siglo XIII y pervivió hasta el XV (VERNET, 1998: 71-87), y colocó a los monas terios hispanos a la cabeza del saber cristiano medieval. Una realidad conocida hasta el punto de enviar a sus eruditos a formarse en la Península. Quizá uno de los ejemplos más conocidos sea el del monje Gerberto de Aurillac, el futuro papa Silvestre II. Pese a este gran movimiento traductor, la ciencia española de la Baja Edad Media no supo aprovechar y desarrollar todo ese saber científico. Hay que esperar al siglo XV, al descubrimiento de América, para poder hablar propiamente del desarrollo de la ciencia en España.

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Actas del XIII Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea

El intercambio científico entre Marruecos y España: las ciencias de la naturaleza Es entonces cuando los matemáticos y astrónomos comienzan a jugar un importante papel, sobre todo en lo que se refiere a la navegación. Asimismo, los naturalistas de este periodo se cen tran principalmente en dos corrientes: el uso farmacológico y médico de las especies botánicas, cuya identificación y sinonimia dieron verdaderos quebraderos de cabeza a estos especialistas; y en el conocimiento y desarrollo de la metalurgia, con el fin de explotar los recursos en el Nuevo Continente (VERNET, 1998: 100-107). De esta forma, se procede a la realización de catálogos de “yerbas”, entre las que destaca la obra de Juan Bautista Monardes, Descripción de todas las yerbas que hay en España, pero también de las existentes en el Nuevo Mundo. La Agricultura, muy vin culada a la anterior, llama la atención de Alonso de Herrera, quien supo recoger y asimilar toda la tradición andalusí. Con la llegada de los Austrias, los naturalistas españoles se encuentran inmersos en la reali zación de grandes enciclopedias que recojan todas las especies encontradas en Hispanoamérica, como se puede apreciar en la Historia general y natural de las Indias de Gonzalo Hernández de Oviedo (ÁLVAREZ, 1957: 541-601). En el territorio peninsular, la Botánica sigue teniendo gran importancia como puede deducirse de la creación en época de Felipe II del jardín botánico de Aranjuez, manteniendo así la tradición andalusí de las famosas Huertas del Rey, donde la aplica ción práctica de la agricultura alcanzó un gran desarrollo. En ellas los farmacólogos y agrónomos aclimataron plantas procedentes de diversos países, especialmente de las Indias Orientales y Oc cidentales, y realizaron experimentaciones con las ya conocidas. Estos naturalistas no se limitan a experimentar y aclimatar estas especies, sino que prueban sus usos y propiedades en animales y humanos, lo que lleva a la aparición de tratados sobre drogas y medicinas de las Indias. Durante el s. XVIII la ciencia española entra en crisis, ya que es acusada por el resto de Europa de no aportar nada nuevo y de tener aún mucho por descubrir. España, a diferencia del resto de países europeos, no tiene instituciones científicas independientes que favorezcan el desarrollo de la ciencia. Asimismo, muchos intelectuales españoles creían haber alcanzado la cima del conocimiento, manteniendo un escrupuloso respeto por la tradición que hacía que los estudios universitarios se hubiesen estancado. No creían que se pudiera ir más lejos, a diferencia del resto de intelectuales continentales, que aún veían todo un universo por descubrir (VERNET, 1998: 133-135). Siendo conscientes de este problema, en época de Felipe V se comenzó a becar a estudiantes de universidades españolas para formarse en el extranjero. Con ello se pretendía formar intelec tuales que reactivaran y reformaran la Ciencia española. Igualmente, se atrajo a nuestras aulas a intelectuales extranjeros. Pero, sobre todo, lo que permitió una mayor difusión y divulgación de la Ciencia fue una relajación de la censura existente. Pese a todo este nuevo movimiento, la Uni versidad fue incapaz de adaptarse a estas nuevas corrientes, lo que hizo necesario la creación de instituciones científicas. Tal fue el caso de la Academia Naturae Curiosorum, de Madrid, 1657; la Regia Sociedad de Medicina y otras ciencias de Sevilla, etc. A los largo del s. XVIII la Geología se convierte en una ciencia independiente y los na turalistas españoles comienzan a preocuparse por la Paleontología y los fenómenos naturales (terremotos, nevadas, auroras, etc.). Empiezan a publicarse interesantes monografías sobre Zoo logía y Biología. La creación del Jardín Botánico en Migas Calientes, en 1755, supondrá un gran empuje para el estudio de la botánica en este periodo. En torno a esta institución se realizaron varias expediciones científicas a América, que adquieren gran importancia durante los reinados de Carlos III y Carlos IV. Será, precisamente, a lo largo del periodo de Carlos III, cuando se produzca un resurgimiento de la agricultura andalusí a través de la edición y traducción de las obras de Ibn al-Bay¯ar e Ibn al Aww¯am. Tamaña es la consideración que a este conocimiento se le llega a atribuir que el propio Campomanes, importante político y Ministro de Hacienda de Carlos III, no duda en animar a los súbditos del reino a conocer esta obra. Así lo expresó en su dictamen a la obra Kit¯ab al-Fil¯aa de Ibn al-Aww¯am, tratado agrícola escrito aproximadamente entre los siglos XII y XIII, y que fue traducido en esta época por el franciscano José Antonio Banqueri: “Es consiguiente a lo antecedente que la publicación e impresión del texto árabe con la versión castellana y notas de Don Josef Banqueri, sea bien recibida del público español; y que los labradores de la península, especialmente de las provincias meridionales e islas adyacentes, puedan mejorar sus cultivos y restablecerlos en el pie floreciente que tenían en tiempo de los

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Actas del XIII Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea

Mariam Gracia-Mechbal moros: a que debe atribuirse, como reflexiona Don Miguel Casiri, la numerosa población de las provincias que ocupaban en España” (IBN AL-AWW¯AM, 1802:4). Al mismo tiempo, se realizaron numerosos estudios sobre la flora local. En cuanto al s. XIX, nos interesa especialmente desde el punto de vista de las expediciones al norte de África.

3. LOS NATURALISTAS ESPAÑOLES EN MARRUECOS Los efectos de la Revolución Francesa y la necesidad de buscar nuevas rutas comerciales para ampliar las fuentes de materias primas necesarias para el desarrollo industrial desembocaron en el llamado imperialismo europeo. En España también se dieron grupos de presión en favor de la colonización. Sin embargo, frente a quienes sostienen que el despliegue administrativo y militar fue semejante a los de las potencias europeas (MARTÍNEZ, 1991-1992: 110), hay quien afirma que la debacle militar americana, la grave situación económica del país y las crisis políticas llevaron a volver la mirada a Marruecos más como remedio exterior frente a los males endémicos internos que como una auténtica misión colonizadora con unos objetivos y medios definidos, como pudo comprobarse en el origen y desenlace de la Guerra de África, 1859-1860 (VELASCO, 2013:93 106). A pesar del ambiente de enfrentamiento y desidia intelectual frente a la necesidad de moder nización y renovación de la ciencia española, en el ámbito científico, las sociedades geográficas fueron las principales impulsoras del colonialismo en Marruecos2. Si bien es cierto que algunas se mostraron especialmente activas en su tendencia africanista, caso de la Sociedad de Geografía Comercial de Barcelona, creada en 1909 (VILLANOVA, 2008: 69-91), a nivel nacional las dos más destacadas fueron la Real Sociedad Geográfica de Madrid (fundada en 1876) y la Sociedad Espa ñola de Historia Natural (1871). Tanto la primera, que intervino activamente en los presupuestos españoles defendidos en la Conferencia de Algeciras (VILLANOVA, 2007: 185-218), como la se gunda, promovieron los estudios científicos y las expediciones al territorio marroquí. Pero es sin duda la Real Sociedad Española de Historia Natural, la que mayor interés presenta, habida cuenta de sus objetivos fundacionales y de ser la corporación científica privada más antigua de las existentes actualmente en España. Sus líneas de actuación se centran en promover el desarrollo de las ciencias en España, pro pulsar su aplicación e investigación, poner en contacto a todos los que en nuestro país estudia ban los diversos ámbitos de la Naturaleza y sus leyes, y editar una publicación donde pudieran los científicos españoles notificar sus hallazgos e investigaciones, sin depender de revistas ex tranjeras. Abierta y multidisciplinar, en ella se daban cita zoólogos, físicos, botánicos, químicos, geólogos, farmacéuticos, catedráticos, médicos e investigadores. Según algunos autores, a través de estos escritos se perciben dos actitudes diferentes: la cien tífica y la colonialista, primando el carácter naturalista de los socios que se muestran, sobre todo, como investigadores y buscadores de ciencia (MARTÍNEZ, 1991-1992: 115-116). Una conclusión que se sustentaría en el nacimiento, dentro de la Sociedad, de la Comisión del Noroeste de África (1905). Dicha comisión, de carácter científico y multidisciplinar, emprendió una serie de exploracio nes en ambas costas, la mediterránea y la atlántica. En la primera, abarcaron los territorios de Ceuta, Melilla, islas Chafarinas, Alborán, Alhucemas, el Peñón de Vélez de Gomera, y los terri torios rifeños de Cabo de Agua, Bocoya, Mezquita, Beni-Sicar y Frajana. En la franja atlántica, se centraron en las Canarias, Mogador, Casablanca, Safi, Mazagán y Tánger. El objetivo de estos naturalistas era conocer y estudiar la Naturaleza (gea, flora y fauna), meta que cumplieron pero que no llegó a traducirse en hallazgos de materias primas o fuentes que permitieran a políticos y comerciantes realizar inversiones productivas o rápidas ganancias.x Tampoco las relaciones políticas, con la sublevación del cherife Raisuni, en el primer cuarto del siglo XX, contribuyeron a consolidar la actuación de la Comisión. Antes de que la situación interna en el protectorado anulara cualquier iniciativa científica, en 1913 tuvo lugar una tercera expedición que sería la más célebre e importante3. Formaron parte de ella Lucas Fernández Navarro (geólogo) como director, Juan Dantín Cereceda (Botáni 2Para más información sobre el alcance de esta actividad, 3Sobre ésta y las anteriores, véase LÓPEZ (1988: 341-360).

véase VILLANOVA (1999: 133-148).

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El intercambio científico entre Marruecos y España: las ciencias de la naturaleza co), Constancio Bernaldo de Quirós (etnógrafo y antropólogo), Fernando Martínez de Escalera (entomólogo e intérprete de árabe y chelja), y Ángel Cabrera Latorre (zoólogo). La trayectoria de este último, que ha sido minuciosamente analizada por especialistas, podría reflejar la actividad desarrollada por el resto de miembros de la expedición4. Todas estas actividades, incluidas las exploraciones marítimas5, se vieron impulsadas por la curiosidad y la necesidad por conocer el país vecino que suscitó la Guerra de África. En este sentido, a las publicaciones y expediciones anteriores se unieron otras de carácter divulgativo en clave geográfica, paisajística, costumbrista, etc. Muchas de ellas eran testimonios directos redac tados por los propios militares allí desplegados, aunque los que mayor información aportaron fueron los cronistas enviados por los periódicos. Entre los militares no faltaron aquellos que, buscando saciar su sed de conocimientos, se dedicaron a recolectar y a describir las distintas especies botánicas, minerales, etc. que se iban encontrando. Buen ejemplo de ello fue Fernando Weyler Laviña, jefe de Sanidad Militar, que redactó dos breves obras en 1860 sobre temas africanos en los que aborda el aspecto físico, estructura geológica de los terrenos, vegetación, clima, salubridad, aguas, animales, así como las costumbres y tipos de los grupos que habitaban el territorio que visitó, incorporando un catálogo metódico de las plantas herborizadas (GONZÁLEZ Y GÓMIZ, 2001: 8). Este último y otros tantos ejemplos, ilustran de manera inequívoca que pese a las dificultades de un contexto histórico y político bastante convulso, la labor desarrollada durante siglos y el intercambio de conocimientos científicos establecidos entre españoles y marroquíes, han podido continuarse en mayor o menor medida hasta nuestros días.

CONCLUSIONES A lo largo de estas páginas se ha tratado de trazar una panorámica general de las relaciones hispano-marroquíes desde época medieval hasta la contemporaneidad en el ámbito científico. La interrelación de las dos orillas del Mediterráneo y sus prolíficos resultados durante siglos resulta a menudo un objeto de estudio menor frente a otros aspectos que sí han centrado una mayor atención por parte de los investigadores. El hecho de que geógrafos e historiadores, algunos de ellos citados en este trabajo, se hayan interesado en época contemporánea por rescatar y poner en valor este rico legado se suma a la labor desarrollada por los especialistas en Ciencias de la Naturaleza, entre los cuales convendría destacar a los arabistas. El impulso que estos últimos están imprimiendo al desarrollo de estos estudios en una triple vertiente: la histórica, la científica y la lingüística, contribuye a subrayar la importancia de esta labor y de las fuentes estudiadas, ya que sus aplicaciones prácticas siguen revistiendo una gran importancia en la actualidad. El enriquecimiento del conocimiento y del desarrollo científico, que como se ha puesto de manifiesto, ha sido fruto de la interacción de las dos orillas y del estudio de las fuentes medie vales, continúa produciéndose en estos momentos gracias a un renovado impulso que necesita, como en todos los periodos históricos anteriormente descritos, un mayor apoyo y reconocimien to, incluyendo las actuales líneas de investigación dedicadas a las relaciones hispano-marroquíes. Se trata de un ámbito de estudio muy abierto, donde la multidisciplinaridad constituye, como antaño, un valor añadido que debe promocionarse. La vieja máxima de volver al pasado para mirar al futuro adquiere en este caso uno de los mejores ejemplos.

la detallada monografía de DE FELIPE, LÓPEZ-OCÓN y MARÍN (2004). más información sobre la significación y logros de estas expediciones, consúltese MARTÍNEZ (1991-1992: 129 138).

4Véase 5Para

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Mariam Gracia-Mechbal

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