El Instituto de Patrimonio Cultural (IPCE) revisará la antigua restauración del busto de Juanelo Turriano

May 24, 2017 | Autor: A. De Mingo Lorente | Categoría: ESCULTURA, Renacimiento, Arte Del Renacimiento, Toledo, Museo de Santa Cruz
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EL IPCE REVISARÁ LA ANTIGUA RESTAURACIÓN DEL BUSTO DE JUANELO TURRIANO Fue realizada por el escultor Cecilio Béjar en el año 1941, tras los severos daños causados en el rostro durante la Guerra Civil. Los análisis permitirán confirmar si está realizado en mármol de Carrara ADOLFO DE MINGO | TOLEDO [email protected]

E

l Instituto de Patrimonio Cultural de España (IPCE) comenzará dentro de aproximadamente dos meses los trabajos de restauración del busto de Juanelo Turriano, una de las esculturas más importantes de la colección del Museo de Santa Cruz. La pieza será sometida a diversos análisis para comprobar la procedencia de su material -supuestamente, mármol de Carrara-, su estado de conservación y si todavía conserva restos de su acabado original, alterado tras los destrozos que sufrió durante la Guerra Civil y la restauración realizada posteriormente por el escultor Cecilio Béjar en 1941. Para ello, serán desmontadas sus tres partes: busto, cartela (con una inscripción que aún conserva restos de policromía) y peana. Según Ana Laborde, restauradora de materiales pétreos del IPCE, «la buena calidad de los materiales suele asegurar una mejor conservación», algo que proporciona el mármol de las canteras italianas de Carrara, piedra de enorme calidad y elevado precio que el imaginario popular relaciona con las magistrales esculturas de Miguel Ángel. A la espera de los análisis, Laborde está «casi segura» de que ésa es su procedencia, «por el pulimento y precioso brillo natural» que ofrece la pieza. No obstante, explica, los destrozos sufridos durante la Guerra fueron tales que Cecilio Béjar hubo de rebajar y lijar algunas partes para su reintegración. «Fue una restauración con los medios y criterios de la época, que eran diferentes a los actuales». En los próximos meses se retirarán estos fragmentos y se volverá a repetir este proceso tal y como se realiza actualmente. El escultor toledano se inspiró para su trabajo en antiguos vaciados de la pieza, como el que desde al menos 1804 se conserva en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y sobre el cual informó Ángel del Campo y Francés en las IX Jornadas de Arte del CSIC, celebradas en 1999. A su vez, Cecilio Béjar realizó una réplica de este busto que sería trasladada a Madrid e instalada en la balaustrada de la Coronación del Palacio Real. Hoy el busto de Juanelo Turriano es mayoritariamente atribuido al escultor Pompeo Leoni (ha. 1533-1608) y su círculo, aunque también ha sido vinculado a Juan Bautista Monegro y otros artistas de la época de Felipe II. Sea como fuere, «es una pieza de extraordinaria calidad», según la restauradora del IPCE. Está fechada en torno a 1570, quince años antes de la muerte de Juanelo. La inscripción de la

cartela recoge su identidad y principales oficios: «IANELLVS TVRRIAN CREMON: HOROLOG: ARCHITECT», es decir: «Juanelo Turriano, cremonés. Relojero. Arquitecto». Se trata, en palabras del periodista (e historiador del arte) Baltasar Magro, autor de la novela El círculo de Juanelo (Brand Editorial, 2000), de «uno de los pocos recuerdos que quedan de él en su ciudad adoptiva». PROCEDENCIA. La trayectoria del busto de Juanelo Turriano es mucho mejor conocida que su origen. En el siglo XVIII se encontraba en el Alcázar toledano -según Juan Agustín Ceán Bermúdez-, desde donde pasó al gabinete de antigüedades e historia natural del cardenal Lorenzana, instalado en el Palacio Arzobispal. En la Biblioteca Provincial permanecería durante el XIX, hasta incorporarse a la colección artística del Museo de Santa Cruz. Durante la mayor parte de este periodo, la escultura ha sido atribuida a manos diferentes. Antiguamente se tenía por obra de Alonso Berruguete, como señalaron Ceán, Amador de los Ríos o el toledano Sixto Ramón Parro, quien lo describió junto al resto de la Colección Lorenzana en su libro Toledo en la mano (1857). El historiador del arte alemán Paul Schubring llegó a atribuirlo a Jacome da Trezzo en su libro El Arte del Renacimiento en Italia (1936), siendo refutado por Sánchez Cantón poco después en la revista Archivo Español de Arte y Arqueología. Durante la mayor parte del siglo XX fue común atribuirlo a Juan Bautista Monegro. Los dos principales catálogos del Museo de Santa Cruz, los de Manuel Jorge Aragoneses (1957) y Matilde Revuelta Tubino (1987), fueron asimismo en esa dirección -como también ha sido atribuido a este escultor la figura orante del inquisidor Pedro Soto de Camero, conservada en la iglesia de San Pedro Mártir-, si bien esta especialista manifestó que el estilo italianizante que presentaba la escultura del museo toledano no parecía corresponderse con el resto de la producción de Monegro. En 1994, dentro de la exposición Los Leoni (1509-1609). Escultores del Renacimiento italiano al servicio de la Corte de España, organizada por el Ministerio de Cultura, María Luisa Tárraga lo atribuyó al escultor Pompeo Leoni y su círculo. La hipótesis tardaría algún tiempo en consolidarse y no es unánime, aunque sí se admite generalizadamente la influencia italiana sobre la escultura.

La restauración traerá consigo desmontar las tres partes de la escultura: busto, cartela y peana. La cartela posee una inscripción en la que aparece la identidad del personaje: «Juanelo Turriano, cremonés. Relojero. Arquitecto». El busto fue realizado hacia el año 1570.

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