El incremento de poder de China y su impacto en las instituciones internacionales

October 12, 2017 | Autor: E. Tzili Apango | Categoría: Contemporary China, International institutions
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Descripción

Centro Anáhuac de Investigación en Relaciones Internacionales (CAIRI)

Congreso Internacional

El Cambio en la Configuración del Poder Internacional

Memorias in extenso Editor: Juan Arellanes Arellanes

Huixquilucan, Estado de México, 9-11 de septiembre de 2014 [Publicación on line: 28 de noviembre de 2014]

I

ESCUELA DE RELACIONES INTERNACIONALES

CENTRO ANÁHUAC DE INVESTIGACIÓN EN RELACIONES INTERNACIONALES

II

UNIVERSIDAD ANÁHUAC RECTOR P. Jesús Quirce Andrés, L. C.

VICERECTORA ACADÉMICA Dra. Sonia Barnetche Frías

COORDINACIÓN DE APOYO A LA INVESTIGACIÓN Dr. Jesús Del Río Martínez

DIRECTOR DE LA ESCUELA DE RELACIONES INTERNACIONALES Mtro. Carlos Camacho Gaos

COORGANIZADORES DEL CONGRESO Mtro. Juan Arellanes Arellanes Dra. Jessica De Alba Ulloa Mtro. Gerardo Trujano Velásquez

III

Memorias in extenso del Congreso Internacional ―El Cambio en la Configuración del Poder Internacional‖ Juan Arellanes Arellanes Editor

IV

CONTENIDO:

Nota técnica .................................................................................................................................. 1 Programa del Congreso ................................................................................................................ 2 Las dinámicas de poder regional en América Latina y Medio Oriente .................................... 5 Políticas para el desarrollo de los organismos internacionales en América Latina: Una visión de posicionamiento estructural, Marcela Maldonado Bodart y José G. Soto Díaz .......................... 6 Transformación en Medio Oriente, Valeria Robles Romo ......................................................... 33 El ascenso chino y la dinámica de los BRICs ............................................................................. 47 El ascenso del dragón chino: Entre servicios de inteligencia-espionaje y desarrollo pacífico, Eduardo Luciano Tadeo Hernández .......................................................................................... 48 El incremento de poder de China y su impacto en las instituciones internacionales, Eduardo Tzili Apango. .............................................................................................................................. 68 Las Estrategias Integracionistas Occidentales y el Declive de los BRICs en la Balanza de Poder Multipolar, Rebeca Rodríguez Minor......................................................................................... 91 China en la nueva configuración del poder internacional, Eduardo Roldán ........................... 110 El poder global de EE.UU.......................................................................................................... 150 Las fuentes de la conducta estadounidense y su lugar en la dinámica hegemónica, José Enrique Sevilla Macip ............................................................................................................................ 151 Estados Unidos como potencia hegemónica, Jessica De Alba Ulloa ...................................... 169 Changes In The Configuration Of International Power, The Role and Decline –Or Not- of The United States of America, Eric Rojo Stevens ........................................................................... 187

V

Dominación sin hegemonía: una evaluación transdiciplinar de la decadencia hegemónica de Estados Unidos y de la crisis estructural del capitalismo desde el análisis de sistemas-mundo, Juan Arellanes Arellanes ......................................................................................................... 209 Estructura, Poder y Sociedad .................................................................................................... 268 El FMI en y después de la crisis global del 2008, Oscar Ugarteche Galarza ......................... 269 La reconfiguración del sistema interestatal y su relación con la militarización y la centralización política en México, Rafael de la Garza Talavera y Arsinoé Orihuela Ochoa . 303 Poder regional, capital social y política exterior en los casos de China, Japón e India, Francisco Javier Haro, Martha Loaiza, María Elena Romero y Cristina Tapia .................... 326 Sobre los Ponentes ...................................................................................................................... 360

VI

Nota técnica Los pasados días 9, 10 y 11 de septiembre de 2014, el Centro Anáhuac de Investigación en Relaciones Internacionales (CAIRI) de la Escuela de Relaciones Internacionales, celebró el Congreso Internacional ―El Cambio en la Configuración del Poder Internacional‖, en el marco de las celebraciones por el 50 aniversario de la Universidad Anáhuac. Dicho Congreso fue coorganizado por Jessica De Alba Ulloa, Gerardo Trujano Velásquez y Juan Arellanes Arellanes, profesores de la Escuela de Relaciones Internacionales e investigadores adscritos al CAIRI. En el Congreso se presentaron 19 ponencias, seleccionadas por medio de un trabajo de arbitraje de resúmenes llevado a cabo por Jessica De Alba y Gerardo Trujano. Las 13 ponencias recopiladas en estas memorias in extenso son aquellas que fueron entregadas en tiempo y forma cumpliendo con unas normas mínimas de formato para el proceso de edición realizado por Juan Arellanes. La ponencia The Awarding of the Beijing 2008, Sochi 2014, and Rio de Janeiro 2016 Olympic Games As a result of the Rise of the BRICS, fue excluida de las presentes memorias, en mutuo acuerdo con su autor, Daniel Añorve, debido a que ya fue publicada. El objetivo inmediato para el año 2015 es convertir un grupo selecto de estas 13 ponencias en un libro colectivo a partir de dos criterios. El primer criterio será la temática. De acuerdo con la convocatoria del congreso, las ponencias deberían enfocarse en ―un análisis sobre la polaridad en la época contemporánea; sobre las características del poderío de EEUU, su preeminencia o declive; sobre las potencias regionales, emergentes o medias; sobre las relaciones actuales de equilibrio de poder y poder relativo de los diversos actores mundiales; discusiones sobre polaridad y la hegemonía del sistema internacional‖. El cumplimiento de dicho criterio será definido por los tres coorganizadores del congreso quienes trabajaran en conjunto para la edición del libro colectivo. El segundo criterio será la calidad académica de los trabajos, para lo cual serán sometidos a un proceso de revisión por pares académicos. En función de criterios editoriales, las ponencias convertidas en capítulos de libro podrán sufrir recortes para ajustarse a un número máximo de palabras. La publicación on line de estas memorias in extenso es tan sólo un paso intermedio entre la realización del congreso y la publicación futura de un libro colectivo en una edición formal e impresa.

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Programa del Congreso Martes 9 de septiembre –Auditorio de Rectoría 10:00 – 10:30 hrs. Ceremonia de Inauguración Ceremonia Inaugural del Congreso Internacional ―El Cambio en la Configuración del Poder Internacional‖

Sonia Barnetche Frías

Vicerrectora Académica de la Universidad Anáhuac

Carlos Camacho Gaos

Director de la Escuela de RR II

Jessica De Alba Ulloa

Co-organizadora del Congreso

Conferencia Magistral Inaugural Realism's Relevance in the 21st Century

John J. Mearsheimer

R. Wendell Harrison Distinguished Service Professor of Political Science, The University of Chicago

12:00 – 14:00 hrs. Mesa 1. Las dinámicas de poder regional en América Latina y Medio Oriente Moderador-comentarista: Mtro. Jorge Schiavon -CIDE Las Políticas de Desarrollo de los Organismos Internacionales en América Latina: Una Visión de Posicionamiento Estructural

Marcela Maldonado Bodart y José G. Soto Díaz

Universidad Autónoma de Baja California

Transformación en Medio Oriente: ¿Van los países árabes hacia una democratización?

Valeria Robles Romo

Universidad Autónoma de Baja California

Vinculación entre las relaciones de poder y la nueva configuración de la matriz energética en América

Abigail Rodríguez Nava y Patricia Dorantes Hernández

Universidad Metropolitana Xochimilco

Carmelina Ruiz Alarcón

Universidad Veracruzana

John Alberto Tito Añamuro

Universidad del Norte (Colombia)

Alianza del Pacífico: el crecimiento de un bloque de poder económico y político que pone en tela de juicio la larga tradición de la hegemonía norteamericana

-

Autónoma Unidad

16:00 – 18:00 hrs. Mesa 2. El ascenso chino y la dinámica de los BRICs Moderador-comentarista: Emb. Alfonso de Maria y Campos –IMR El ascenso del dragón chino: Entre servicios de inteligencia-espionaje y desarrollo pacífico

Eduardo Luciano Hernández

Tadeo

El Colegio de México

El incremento de poder de China y su impacto en las instituciones internacionales

Eduardo Tzili Apango

El Colegio de México

Las Estrategias Integracionistas Occidentales y el Declive de los BRICs en la Balanza de Poder Multipolar

Rebeca Rodríguez Minor

Universidad Anáhuac Mayab

The Awarding of the Beijing 2008, Sochi 2014, and Rio de Janeiro 2016 Olympic Games As a result of the Rise of the BRICS

Daniel Añorve Añorve

Universidad de Guanajuato

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Miércoles 10 de septiembre 12:30 – 14:30 hrs. Mesa 3. El poder global de EE.UU. (Auditorio de Posgrado) Moderador-comentarista: Mtra. María Celia Toro – COLMEX Las fuentes de la conducta estadounidense y su lugar en la dinámica hegemónica

José Enrique Sevilla Macip

El Colegio de México A.C.

Redimensionando el liderazgo global de los Estados Unidos: la construcción de un Poder Inteligente hacia ‗nosotros‘ y los ‗otros‘

Alejandro Chávez-Segura

El Colegio de San Luis, A.C.

Estados Unidos como potencia hegemónica, a pesar de sus líderes

Jessica De Alba Ulloa

Universidad Anáhuac – México Norte

China en la nueva configuración del Poder internacional

Eduardo Roldán

Embajador, Consultor

16:00 – 18:00 hrs. Auditorio de Posgrado Mesa 4. El poder global de EE.UU. (Segunda Parte) (Auditorio de Posgrado) Moderador-comentarista: Dr. Adolfo Laborde, ITESM CSF El Soft Power y el mito de la decadencia hegemónica en tiempos de interdependencia

Edgar Eder García Victoria

CEI México

Changes in the Configuration of International Power, The Role and Decline –Or Not- of The United States of America

Eric Rojo Stevens

Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey

Dominación sin hegemonía: una evaluación transdiciplinar de la decadencia hegemónica de Estados Unidos desde el análisis de sistemas-mundo

Juan Arellanes Arellanes

Universidad Anáhuac – México Norte

Jueves 11 de septiembre –Auditorio de Posgrado 12:00 – 14:00 hrs. Mesa 5. Estructura, poder y sociedad (Auditorio de Posgrado) Moderador-comentarista: Stephan Vavrik, Encargado de Negocios, a.i., Unión Europea La Crisis del Multilateralismo y el cambio en la estructura de poder internacional: el caso de las IFIs

Oscar Ugarteche

Universidad Nacional Autónoma de México

La reconfiguración del sistema interestatal y su relación con la militarización y la centralización política en México

Rafael de la Garza Talavera

Universidad Veracruzana

El poder: potencia e incertidumbre en RI

Héctor Cuadra Montiel

El Colegio de San Luis, A.C.

Poderío regional mediante la proyección del capital social

Francisco Javier Haro, Martha Loaiza, María Elena Romero y Cristina Tapia

Universidad de Colima

Arsinoé Orihuela Ochoa

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16:00 – 17:30 hrs. Conclusiones (Auditorio de Posgrado) Moderador: Mtro. Gerardo Trujano, Universidad Anáhuac –México Norte Foro Conjunto de Participantes 17:30 – 18:00 hrs. Ceremonia de Clausura (Auditorio de Posgrado) Ceremonia de Clausura del Congreso Internacional ―El Cambio en la Configuración del Poder Internacional‖

Mtro. Carlos Camacho Gaos

Director de la Escuela de RR II

Juan Arellanes

Co-organizador del Congreso

Gerardo Trujano

Co-organizador del Congreso

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LAS DINÁMICAS DE PODER REGIONAL EN AMÉRICA LATINA Y MEDIO ORIENTE

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Políticas para el desarrollo de los organismos internacionales en América Latina: Una visión de posicionamiento estructural Marcela Maldonado Bodart [email protected] José Germain Soto Diaz [email protected] Universidad Autónoma de Baja California Resumen: Con el fin de la guerra fría y el inicio de la globalización, se detonó una creciente dinámica en los organismos internacionales hacia el diseño de políticas globales para el desarrollo, influyendo en distintos sectores de los países de América Latina. Asi, las políticas globales para el desarrollo lograron caracterizarse por ser más especializadas y numerosas en sus tipos, permitiendo a los Estados de la región identificar estrategias para el desarrollo en distintos ámbitos como el economico, el desarrollo sustentable, la salud, entre otros; generándose paralelamente una dinámica de reconfiguración del orden hegemónico regional en contraste y tensión con la influencia de la política estadounidense dentro de la región. Por ello, el presente trabajo pretende realizar un análisis de las principales políticas para el desarrollo de la OCDE, la UNESCO y el Banco Mundial en la región de América Latina durante los periodos de 1981-1990, 1990-2000 y 2001-2010, considerando a los proyectos y programas apoyados por el Banco Mundial en la región de América Latina como estrategias de ―auto-ayuda‖ dentro de un sistema global anárquico. Abstract: With the end of the Cold War and the beginning of globalization, a growing dynamic detonated in international organizations to design policies for global development, influencing different sectors of the countries of Latin America. So, global development policies characterized by being able to be more specialized and in numerous types, allowing States in the region to identify strategies for development in various fields such as economic, sustainable development, health, among others; parallel generating a dynamic reconfiguration of the regional hegemonic order in contrast and tension with the influence of American policy in the region. Therefore, this paper attempts to make an analysis of the main policies for the development of the OECD, UNESCO and the World Bank in Latin America during the periods 1981-1990, 1990-2000 and 2001-2010, considering projects and programs supported by the World Bank in Latin America like strategies of "self-help" in an anarchic global system.

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Introducción En la actualidad y ante un nuevo panorama internacional, la cooperación para el desarrollo ha adquirido un carácter multilateral en el que los Estados transfieren incentivos a los Organismos Internacionales. De esta manera, los Organismos Internacionales definen tareas internacionales compartidas como el desarrollo, crean y delimitan nuevas categorías de actores, creando nuevos intereses y transfieriendo modelos de organización política alrededor del mundo (Barnett and Finnemore, 1999: 4). En un sistema global en donde la anarquía permanece constante, los organismos Internacionales se presentan como una opción para las interacciones transnacionales; ya que éstos proveen bienes públicos, información, establecimiento de compromisos creíbles, monitoreo de acuerdos, así como también ayudan a los estados a vencer problemas asociados con la acción colectiva y aumentar el bienestar individual y/o colectivo (Barnett y Finnemore, 2005: 161-184). De esta forma, la región de América Latina no queda fuera de las dinámicas que generan las políticas globales para el desarrollo. Sin embargo, de acuerdo a Ornelas (2009: 118); aunque en Latinoamérica existen dos ejes geopolíticos que expresan la estructuración de la región en función de la hegemonía de Estados Unidos, los organismos internacionales han representando una gran influencia para lograr una nueva reconfiguración en el nuevo orden mundial de esta región, a través de la políticas globales para el desarrollo que impulsan, entre otras áreas, la economía, el desarrollo sustentable y el desarrollo humano. A finales de la década y comienzos del nuevo milenio, la globalización se convirtió en el fenómeno más importante en los debates y reflexiones sobre los problemas internacionales de orden político, económico, social, cultural y ambiental (Soares y Quintella, 2008: 107). Entre otros factores, la extraordinaria expansión de contenido de información en la vida cotidiana de muchas sociedades entró en vigor como norma hegemónica y determinante de la llamada Sociedad de la Información y el Conocimiento (Castells, 2000: s/n), permitiendo a las políticas globales para el desarrollo influenciar más profundos sectores de las estructuras de los Estados latinoamericanos.

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En este contexto, las políticas globales para el desarrollo lograron caracterizarse por ser más especializadas y numerosas en sus tipos, distinguiéndose entre estas estrategias internacionales los proyectos de financiación y las estrategias sectoriales y regionales de cada organismo internacional. Ante esto, el equilibrio de poder en las relaciones internacionales de la región se han transformado para dar un nuevo orden mundial, explicado desde una perspectiva de las políticas de las política globales para el desarrollo de los organismos internacionales. Derivado de lo anterior, el presente trabajo pretende realizar un análisis de las principales políticas para el desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y el Banco Mundial (BM) en la región de América Latina durante los periodos de 1981-1990, 1990-2000 y 2001-2010, considerando a los proyectos y programas apoyados por el BM en la región de América Latina como estrategias de ―auto-ayuda‖ de cada uno de los Estados de la región. Para ello, el trabajo se desarrolla en dos grandes apartados. El primer apartado se enfoca en describir de manera breve la influencia de los Estados Unidos y de los organismos internacionales en América Latina. El segundo gran apartado pretende realizar un análisis de las principales políticas para el desarrollo, a través del financiamiento a proyectos y programas del Banco Mundial en la región de América Latina. La influencia de

los Estados Unidos y de los organismos internacionales en América

Latina. Las decisiones y políticas implementadas en Estados Unidos han influido a lo largo del tiempo en la región de América Latina. Una creciente interdependencia de los Estados de la región bajo el liderazgo de los Estados Unidos se identifica principalmete durante el periodo de la guerra fría, y en la serie de eventos que condujeron hasta la llegada de la era de la globalización. La estrategia de Estados Unidos de mantener su influencia en la región se reforzó con la creación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en 959. Durante el gobierno del presidente Kennedy se formuló el documento llamado ―La carta de Punta del Este‖, dada a conocer durante la reunión de los Estados miembros de la Organización de los Estados Americanos (OEA),

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denominada la ―Alianza para el Progreso‖, misma que comprometía el financiamiento económico a los Estados para mejorar las condiciones económicas de la región, bajo la condición de una serie de ―reformas estructurales‖ (Arias, 2009). A partir de las década de los setentas la política estadounidense se enfocó en el apoyo a los derechos humanos, de manera que contribuyeron a la ola de transición democrática durante la época venidera. Por ello, se consideraba fundamental, si no es que primordial, la aceptación del ganador en las elecciones de cada uno los países de la región. En este contexto, la etapa de la guerra fría se caracterizó por el continuismo y expansión de la influencia estadounidense. De igual forma, el principio de los noventa fue testigo de la introducción de profundas políticas neo-liberales en la región que prometían cierto desarrollo y acceso al crédito a los Estados y el aumento del nivel de vida generando metas comunes y gobiernos armoniosos en la región, que se debió en parte al poder unipolar de los Estados Unidos. Aunque el resultado de algunas políticas contrastaron con las metas comunes regionales explicadas por el incremento del sector informal, las crisis financieras, quiebras de bancos, privatización de empresas estatales, entre otros. No obstante, los acuerdos comerciales, el establecimiento de bases militares, una mayor presencia económica y el consenso de la presencia de políticas neo-liberales a nivel internacional, demostraron que no existía una amenaza que en la que se identificara el declive de la hegemonía estadounidense. Acontecimientos políticos como las elecciones presidenciales de Hugo Chávez en Venezuela en 1998, del presidente Evo Morales en Bolivia en 2005, el presidente Rafael Correa en Ecuador en 2006 y la reelección de Daniel Ortega en Nicaragua durante el 2006, a inicios del siglo XXI, dieron muestras de un cambio de visión en el sistema partidario tradicional dentro de la región (Sabatini, 2013: s/n). Frente a lo anterior, la presencia de los Organismos Internacionales en la región recobraron gran importancia y diversificaron sus políticas de desarrollo a partir del incremento de la interdependencia de los Estados durante la década de los noventa, a consecuencia del inicio de los procesos de globalización, principalmente de las dinámicas de crecimiento del comercio global (Soares y Quintella, 2008).

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Así, los Organismos Internacionales reaparecen como representaciones de los procesos de globalización y como agentes institucionalizadores de dichos procesos. La OCDE, la UNESCO, el BM y otros organismos, muestran una realidad en base al estímulo de la economía de mercado global, donde convergen distintos sectores que permiten incrementar la competitividad internacional de las economías nacionales y la participación en la nueva ―economía del conocimiento‖ (Martiné, et al. 2008; 708). De manera que la influencia en la definición de políticas así como el financiamiento de programas y proyectos, entre otras acciones, no proviene sólo del poder económico, sino también de la supuesta condición de expertos que se atribuye a estos organismos internacionales (Coraggio, 1998). La globalización representó para los organismos internacionales un nuevo reto al considerarse nuevos temas para el consenso de una agenda global y con ello el diseño de estrategias globales y objetivos comunes de los miembros de los organismos internacionales. De esta manera surgen el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), en donde ya se consideran temas como la pobreza, el desarrollo humano y sustentable. Ante este nuevo panorama en la región, la cooperación para el desarrollo ha logrado adquirir un carácter multilateral en el que los Estados transfirieron incentivos a los Organismos Internacionales para adecuar sus estrategias hacia un enfoque dirigido al desarrollo. Asi lo identifica la OCDE, a través de las recomendaciones que promueve entre los países miembros de realizar acuerdos formales, así como la de promover modelos y estándares que impulsan el desarrollo con base en los objetivos del mismo organismo (OCDE, 2014a: s/n). Por su parte la UNESCO, desarrolla también un papel muy importante. Sus estrategias y actividades se mantienen del establecimiento de metas y objetivos reconocidos por la comunidad internacional, plasmados en los llamados ―Objetivos de Desarrollo del Milenio‖ (ODM). Los ODM al ser pactados internacionalmente, la UNESCO se convierte en un organismo de gran relevancia global que se destaca en impulsar el desarrollo y la erradicación de la pobreza (UNESCO, 2014: s/n), entre otra serie de objetivos globales fomentando así las políticas globales para el desarrollo. Asimismo, el BM establece en sus objetivos un enfoque de búsqueda hacia el desarrollo, desde una visión económica que se expresa con lo siguiente:

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El Fondo Monetario Iinternacional y el Banco Mundial son instituciones que forman parte del sistema de las Naciones Unidas y comparten un idéntico objetivo, a saber, mejorar el nivel de vida de los países miembros. Las formas en que encaran la consecución de este objetivo se complementan entre sí: el FMI se ocupa de cuestiones macroeconómicas, mientras que el Banco Mundial se concentra en el desarrollo económico a largo plazo y en la reducción de la pobreza (FMI 2013:1-2).

Asi, se inicia la visión en donde los organismos internacionales pueden brindar estrategias en la búsqueda para el desarrollo, principalmente en el combate a la pobreza extrema, no solo a nivel regional sino global. El enfoque de los organismos internacionales Después de la Segunda Guerra Mundial, surgen importantes organismos internacionales actuales, como lo es la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el BM, el Fondo Monetario Internacional (FMI), la UNESCO, la OCDE y el PNUD. En sus inicios, las políticas para el desarrollo prevalecientes en estos organismos radicaba en el apoyo a los Estados a través de préstamos y fondos, pero no fue hasta la década de 1980 cuando sus políticas comienzan a enfocarse hacia los aspectos macroeconómicos y a diferentes temas sociales y ambientales. Fue en esta etapa que el modelo de industrialización mediante la sustitución de importaciones tuvo su auge pero que finalmente decaería a finales de la década de los ochenta. Ante esto, las políticas globales para el desarrollo de los organismos internacionales presentaban un enfoque de ‗desarrollo‘ de cambio estructural o fundamental que de a acuerdo a Gasper (2005), se dió a través del uso más neutral y no evolutivo del concepto que se debió más que nada a esa transición política en la región y que utilizaron como objetivo analizar el ‗desarrollo‘ en términos de Producto Interno Bruto (PIB) per cápita, haciéndolo una mejor forma para medirlo. El fin de la guerra fría y el inicio de la globalización, plantean una nueva visión en las políticas globales para el desarrollo de la UNESCO, la OCDE, y el BM por ejemplo, reconociendo la multiplicidad de retos a los que los Estados se enfrentan, identificándose una serie de objetivos generales a nivel global para establecer una agenda global reflejándose en los ODM y la elaboración del Indice de Desarrollo Humano (IDH). Así con la Conferencia de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo en 1990, se da incio con una visión más amplia de desarrollo, entendiendo a la preservación del medio ambiente y el uso racional de los recursos naturales como imprescindible en la resolución de los 11

problemas de crecimiento social y económico (Soares y Quintella, 2008). Asimismo, las reformas estructurales propuestas através del Consenso de Washington de 1989 para la búsqueda de un modelo más estable, abierto y liberalizado en los países de América Latina confirmaron de igual forma un nuevo enfoque de ―desarrollo‘. Temas como el medio ambiente, el desarrollo sustentable, el calentamiento global, la equidad de género, gobernanza, salud y educación, la niñez y juventud y el proceso de transición de las economías socialistas a economías de libre mercado, entre otros nuevos retos impuestos por la globalización, requerían de nuevas estrategias y políticas dentro de los organismos internacionales. Con la visión del IDH y los ODM , se da un giro en el enfoque de las políticas globales para el desarrollo de los organismos internacionales, basándose en el ‗enfoque de capacidades‘, en el que se intenta impulsar desde 1990 los objetivos a través de un plan a mediano plazo y el uso evaluativo donde el desarrollo signifique ‗mejoras‘ o un ‗buen cambio‘ (véase Cuadro 1). Aunado a lo anterior, la globalización, sus procesos e implicaciones,

se conviertieron en

temáticas a abordar en los debates y reflexiones sobre los problemas internacionales de orden político, económico, social, cultural y ambiental (Soares y Quintella, 2008). Destacándose entre otros factores, la extraordinaria expansión de contenido de información en la vida cotidiana de muchas sociedades que entró en vigor como norma hegemónica y determinante de la llamada Sociedad de la Información y el Conocimiento (Castells, 2000). Cuadro 1. La evolución en el enfoque de las políticas globales para el desarrollo de los organismos internacionales. Época

Enfoque en las políticas globales para el desarrollo de los OI

Acontecimientos importantes

Indicadores

1945-1989

-Fines neutrales, el desarrollo como un cambio estructural o fundamental

-Fin de la Segunda Guerra Mundial y el origen de nuevos Organismos Internacionales

-Producto Interno Bruto (PIB)

-El desarrollo como un proceso de Cambio

-Descolonización -Inicio de la Guerra Fría

1990-2000

-Usos más evaluativos, desarrollo como mejora o como buen resultado -El desarrollo relacionado con las

-Caída del Muro del Berlín y el fin del mundo bipolar

-Índice de Desarrollo Humano (IDH)

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políticas y la indicador llevado

evaluación

del

-Crisis financieras globales y reformas estructurales. -Globalización

2001-2012

-Usos mas evaluativos, desarrollo como mejora o como buen resultado

-El desarrollo relacionado con las políticas y la evaluación de indicadores

-Terrorismo - ODM

-Índice de Desarrollo Humano (IDH), -Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM)

-Uso del ‗enfoque de capacidades‘

Fuente: Elaboración propia con datos de Gasper (2005), Sumer y Tribe (2008), Sen (1999).

Para los organismos internacionales el reto de la globalización ha sido una constante hasta los años recientes. Existen visiones como la de Baró (1997), que exponen que este fenómeno se da en distintos niveles, como del nivel nacional hasta el nivel internacional como resultado de circunstancias inherentes al desarrollo del mismo sistema capitalista internacional, en donde la globalización beneficia a los países que participan plenamente en el proceso, y castiga a los que mantienen restricciones a los flujos comerciales y de capital (Pagliari, Bucciarelli y Alessi, 2011). Por su parte, el BM (2002), señala que han existido olas de globalización a través de la historia y que la iniciada desde 1980 hasta nuestra época se ha caracterizado por los avances tecnológicos en el transporte y las tecnologías de la información así como la apertura a las inversiones y el comercio exterior por parte de los países con gran desarrollo. Por tanto, uno de los principales desafíos de la globalización es la reducción de la pobreza para permitir y apoyar el desarrollo (Banco Mundial, 2014). Los organismos internacionales han logrado desempeñar un rol importante en un sistema ahora globalizado, ya que hacen más que simplemente promover acuerdos internacionales entre los Estados y la toma de decisiones que afectan a rincones de todas partes del mundo. Asimismo, han evolucionado paralelamente a las transformaciones y dinámicas de la sociedad internacional. Las estrategias políticas de los Estados dentro de los ámbitos globales se han enfocado hacia la búsqueda de nuevos mecanismos de cooperación. Así, el Estado se ubica dentro de las nuevas

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formas de institucionalización de la cooperación e interconectividad (Held y McGrew: 2003a, 2003b). Por lo anterior, y ante el reto de la globalización, los organismos internacionales han evolucionado su enfoque en cuanto a las políticas globales para el desarrollo en la región de América Latina mediante la concepción el ‗desarrollo‘ de forma diferenciada a través del tiempo y a su vez diversificando los programas de financiamiento a proyectos y apoyos en la región, mediante los cuales se observa un incremento en el financiamiento en temáticas y sectores a fin de solucionar problemáticas tanto globales como regionales y locales que son paralelos con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Las dinámicas de la región latinoamericana también han propiciado en avances en los procesos de globalización, con la creación de nuevas estructuras institucionales, las cuales tienen como fin común facilitar el intercambio, la comercialización, y la expansión de los mercados. Entre estas instituciones, se destacan el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), la Comunidad Andina (CAN), Sistema de Integración Centroamericano (SICA) por ejemplo, asi como un número bastante amplio de acuerdos binacionales y multinacionales en la región. Las estrategias de desarrollo de los organismos internacionales en América Latina Al término de la guerra fría, el BM reconoce que existen nuevas problemáticas y que su solución va más allá de las capacidades de un solo Estado, como lo son las amenazas al medio ambiente, comunicaciones globales instantáneas, crimen transnacional, narcotráfico, el acceso al desarrollo científico y tecnológico y la creciente interdependencia económica. Ante esto, la política estratégica del BM se encaminó al financiamiento institucional y el desarrollo de las instituciones bajo el desarrollo regional, el apoyo a la democratización y planes a largo plazo para contrarrestar la degradación del medio ambiente (Banco Mundial, 1990a). Por ello, en América Latina el inicio de la década de los noventa marcaba una nueva serie de estrategias de desarrollo que se basaron en contrarrestar los estragos de la crisis económica de la región padecida en los ochentas mediante de préstamos económicos para ayudar a los países a desarrollar las políticas y estrategias necesarias para restaurar el crecimiento sostenible a través de los siguientes sectores: abastecimiento de agua y alcantarillado, desarrollo urbano, transporte,

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telecomunicaciones, asistencia técnica, apoyo a pequeñas empresas, administración del sector público, población y salud, industria, sector energético, educación, desarrollo de compañías financieras y agricultura y desarrollo rural (Banco Mundial, 1990b). Durante la última década del siglo XX, el Banco Mundial dejó en manos del FMI la responsabilidad de proponer estrategias para disminuir la pobreza alrededor del mundo, que normalmente se transformaban en préstamos bajo la ―Estrategia para Reducir la Pobreza y Favorecer el Crecimiento‖, a su vez invirtió en la búsqueda de mecanismos e implementación de políticas propias para resolver los problemas en la transformación de economías de planificación centralizadas a economías basadas en el libre mercado. Aunque, en la región de América Latina se identificaron nuevos retos en el tema de desarrollo que se trataron hasta la entonces creada ‗Conferencia Anual del Banco Mundial en temas de Desarrollo‘, entre los que se encontraban el desarrollo sustentable, la desigualdad de ingresos, la educación y crecimiento, la política económica, el comercio e integración económica y el impacto del flujo de capitales; que ayudó a redefinir la estrategia del organismo a finales de la década con la disminución del crecimiento de la región causada por tres factores como los fueron: la disminución de las entradas de capital, la caída de los precios de exportación y la desaceleración del crecimiento en el comercio mundial (Banco Mundial, 1995) Sin embargo, el inicio del siglo XXI, y el incremento de las interconexiones globales en el sistema internacional que llevaron al BM a comprender la interrogante sobre los efectos de la globalización en temas como la pobreza, el desempleo, la desigualdad y el medio ambiente, en la dimensión que atañe al comercio internacional. Estas complejidades, consideradas por el BM barreras para el desarrollo, empataban con los ODM logrando que el BM renovara sus estrategias en América Latina en un mayor número de sectores que no solo incluían los ya mencionados en la década de los noventa ya que el desarrollo del sector privado, el medio ambiente, seguridad social y el financiamiento eran ahora temas relevantes del nuevo siglo que se enmarcaban en tres áreas estratégicas prioritarias para el BM: impulsar reformas gubernamentales y financieras para promover la inversión extranjera, inversión en salud y educación para mejorar la calidad de vida, y las respuestas a las crisis naturales y económicas de los países de la región (Banco Mundial, 2000).

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Mientras tanto, el inicio de los años noventa marca para la UNESCO una nueva realidad en el sistema internacional por lo tanto, el plan de mediano plazo de 1990 a 1995 y de 1996 a 2001 de la UNESCO reconocía tres grandes retos para la humanidad como resultado de los distintos procesos de globalización, producto de la internacionalización de la economía y de la propagación del progreso científico y tecnológico: la paz, el desarrollo y la protección del medio ambiente (UNESCO 1990; UNESCO 1996). No obstante, el enfoque estratégico de la organización en la región latinoamericana se fundamentó en la reducción del analfabetismo en la región a través de programas que ubicaban a sectores vulnerables como la población indígena y de bajos recursos. La llegada del siglo XXI representaría nuevos retos globales para la UNESCO ante esto, la adopción de los ODM, se convierte en la estrategia más idónea para la primera década del siglo. Así, los objetivos del plan de mediano plazo se basarían en la contribución a la paz y al desarrollo humano mediante la educación, las ciencias, la cultura y la comunicación. Asi, con el fin de contribuir a la paz y el desarrollo humano, a través del la educación, las ciencias, la tecnología, la cultura y la comunicación, se establecen ocho grandes pilares en los que de acuerdo a la UNESCO (2002) había que actuar a nivel internacional en el nuevo contexto de la globalización, establecidos en la Declaración y Programa de Acción de las Naciones Unidas sobre una Cultura de Paz (véase Cuadro 2). Cuadro 2. Ocho Pilares de la UNESCO en el contexto de la Globalización 1.-

Cultura de la paz a través de la educación

2.-

Economía sustentable y desarrollo social

3.-

Respeto a todo los derechos humanos

4.-

Igualdad entre hombres y mujeres

5.-

Participación democrática

6.-

Entendimiento, tolerancia y solidaridad

7.-

Comunicación participativa y libre flujo de información y conocimiento

8.-

Paz y seguridad internacional

Fuente: UNESCO (2002).

Los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 fueron considerados por la UNESCO como un ataque contra la humanidad, ante esto, el organismo se enfrenta ante un nuevo reto mundial al 16

que deberá actuar con un rol proactivo (UNESCO, 2002). Desde el combate a la pobreza, hasta la ayuda a los países menos desarrollados y el apoyo en la reducción de casos de VIH, así como el cuidado del medio ambiente, se convirtieron en temas que permitieron la creación de una agenda global que propuso a la UNESCO como uno de los actores internacionales primordiales para afrontar los nuevos retos de la globalización. La OCDE por su parte,

durante toda la década de los noventas, comprendió las nuevas

necesidades de los Estados y la complejidad en las nuevas dinámicas globales, de tal manera, es que inició un proceso de redefinición que daba cabida a países con economías relevantes que compartían sus principios, como se observa con el ingreso de México en 1994 a la organización. A partir del siglo XXI, la OCDE consideró la importancia de los países que estan fuera de su membresía a través de un conjunto de iniciativas que cuentan con participación global, como lo son los foros globales que permiten a los participantes intercambiar experiencias especificas en un rango de temas que transcienden las fronteras nacionales (OCDE, 2004). De manera tal que en el 50 aniversario de la OCDE (2011) , se aprobó una nueva visión en el papel del organismo que contribuiría a mejorar las políticas para mejorar las vidas, asi como la implementación de un enfoque integral del desarrollo y el avance hacia una política más inclusiva. Reafirmando el compromiso con el desarrollo global, se aprobó el marco estratégico de la OCDE para diseñar una estrategia de desarrollo. Dicha estrategia sobre el desarrollo es coherente con la promoción del desarrollo dentro y fuera de sus miembros, basándose en la experiencia acumulada de la OCDE en desarrollo, la eficacia y el impacto de la cooperación así como en su experiencia interdisciplinaria en las políticas públicas (OCDE, 2012). La llegada de un nuevo siglo significó para la OCDE la diversificación de las estrategias de políticas de desarrollo sugeridas para los gobiernos de la región de América Latia. Un ejemplo de esto, fue la puesta en marcha del informe del estudio ‗Perspectivas Económicas de América Latina‘, iniciado a mediados de la primera década del siglo XXI, en el que se analiza el impacto de las políticas de desarrollo existentes en la región y las formas en las que éstas pueden mejorar, a través del estudio de las políticas domésticas y las experiencias más importantes ocurridas durante el periodo de análisis, entre las que se identifican la gobernabilidad democrática y las finanzas públicas, el impacto del sistema financiero local en el desarrollo, entre otros.

17

En este contexto, las políticas globales para el desarrollo de los organismos internacionales desde el inicio de la era de la globalización hasta la actualidad, se han incrementado y diversificado en su tipo y esto se debe en gran medida a las consecuencias que trajo la globalización en la región latinoamericana. De igual forma el enfoque de las políticas globales para el desarrollo de los organismos internacionales ha evolucionado en varios ámbitos, desde el diseño hasta las estrategias para su implementación, considerado la importancia de la identificación de sectores que se ven involucrados en el desarrollo de los Estados, como lo son el desarrollo sustentable, la infraestructura, el desarrollo humano o la seguridad alimentaria.

Las políticas globales para el desarrollo del Banco Mundial en América Latina: El financiamiento a proyectos y programas En la actualidad existe un consenso generalizado en el que en un mundo globalizado los organismos internacionales son una opción para las interacciones transnacionales, pues éstos proveen bienes públicos, información, establecimiento de compromisos creíbles, monitoreo de acuerdos, así como también ayudan a los estados a vencer problemas asociados con la acción colectiva y aumentar el bienestar individual y/o colectivo (Barnett y Finnemore, 2005). En este mismo sentido, los organismos internacionales fijan sus estrategias a través de los distintos desafíos, pilares u objetivos ad hoc a la realidad regional e internacional. Así, el financiamiento a proyectos y programas de los organismos internacionales hacia los Estados, se ha convertido en una forma de promover el desarrollo en las distintas regiones del mundo, logrando un impulso diferente dentro de los Estados, ya que de esta forma se pueden cubrir sectores más específicos, en donde la política pública doméstica algunas veces no logra cubrir. La región de América Latina no ha quedado fuera de esta estrategia global. El BM, uno de los principales organismos internacionales promotor del desarrollo, ha evolucionado en su visión en los distintos apoyos con el financiamiento a proyectos y programas en la región de Latinoamérica, como se puede observar mediante el análisis a los distintos sectores que se vieron beneficiados en los distintos periodos (véase gráfica 1, 2 y 3). El BM identifica tres distintos sectores o metas regionales en las que ha dividido su esfuerzo expresado en el financiamiento a proyectos y programas en Latinoamérica. Primeramente, el

18

sector de prioridades comunes regionales. El BM estableció cinco subsectores que son objetivos comunes para los Estados entre los que ubica la educación, la salud, el clima de inversión, entre otros. De esta forma, durante la década de los ochenta el apoyo a proyectos y programas por parte del BM eran esfuerzos dirigidos casi en absoluto al financiamiento económico al sector del gobierno y al empoderamiento y la seguridad social de los Estados de la región. Así en este periodo, no se identificaban otros sectores ahora primordiales para el desarrollo como la educación, la salud o el medio ambiente. En cuanto a los proyectos por Estado en la región, se puede observar como en los proyectos financiados por el BM, identificados para las prioridades comunes regionales durante el periodo de 1990 a 2000, tanto Argentina, Brasil y México son una constante en el aprovechamiento de los recursos de financiamiento, principalmente en las áreas de Gobierno del sector público y de empoderamiento, seguridad e inclusión social. Para el periodo de 2001- a 2010, se identifican nuevamente los rubros de Gobierno del sector público y de empoderamiento, seguridad e inclusión social como los más financiados en la región, siendo los países de Argentina, Brasil, México, Perú y Colombia (véase cuadro 3 y 4).

19

Cuadro 3. Proyectos y programas apoyados por el Banco Mundial como prioridades comunes regionales en América Latina durante el periodo de 1991-2000. Educación

Empoderamiento, seguridad e inclusión social

Salud

Clima de inversión

Gobierno del sector público

TOTAL

ARGENTINA

9

24

10

17

28

88

BELICE

1

0

0

0

0

1

BOLIVIA

3

11

4

18

14

50

BRAZIL

13

38

10

12

46

119

CHILE

5

5

3

1

9

23

COLOMBIA

4

16

1

6

8

35

COSTA RICA

1

2

3

4

3

13

CUBA

0

0

0

0

0

0

REPUBLICA DOMINICANA

3

6

3

1

3

16

ECUADOR

2

8

4

4

14

32

EL SALVADOR

4

3

1

6

7

21

GUATEMALA

1

6

0

3

10

20

GUYANA FRANCESA

0

0

0

0

0

0

HAITI

2

4

1

1

3

11

HONDURAS

2

15

3

10

13

43

MEXICO

11

26

7

13

21

78

NICARAGUA

3

15

2

12

17

49

PANAMA

2

8

4

4

2

20

PARAGUAY

1

5

1

1

3

11

PERU

1

12

2

7

10

32

PUERTO RICO

0

0

0

0

0

0

URUGUAY

2

3

1

4

2

12

VENEZUELA

2

8

2

3

11

26

OTROS*

4

5

2

1

1

13

TOTAL

76

220

64

128

225

713

*OTROS: Islas Caimán, Las Bahamas, Martinica, Guadalupe, San Martín, San Bartolomé, Surinam, Guyana, Trinidad y Tobago, San Vicente y Las Granadinas, San Cristóbal y Nieves.

Fuente: Elaboración propia con datos del Banco Mundial (2014).

20

Cuadro 4. Proyectos y programas apoyados por el Banco Mundial como prioridades comunes regionales en América Latina durante el periodo de 2001-2010. Educación

Empoderamiento, seguridad e inclusión social

Salud

Clima de inversión

Gobierno del sector público

TOTAL

ARGENTINA

5

19

17

3

21

65

BELICE

1

2

1

0

0

4

BOLIVIA

4

17

7

2

6

36

BRAZIL

13

53

18

31

34

149

CHILE

4

9

1

2

9

25

COLOMBIA

15

28

13

9

13

78

COSTA RICA

3

2

1

4

3

13

CUBA

0

0

0

0

0

0

REPUBLICA DOMINICANA

7

3

4

3

0

17

ECUADOR

6

2

2

1

2

13

EL SALVADOR

4

7

3

4

1

19

GUATEMALA

5

3

2

5

5

20

GUYANA FRANCESA

0

0

0

0

0

0

HAITI

6

18

8

1

12

45

HONDURAS

5

16

4

11

11

47

MEXICO

9

22

4

14

19

68

NICARAGUA

4

9

9

7

10

39

PANAMA

5

7

4

4

8

28

PARAGUAY

2

7

1

3

4

17

PERU

5

24

10

12

22

73

PUERTO RICO

0

0

0

0

0

0

URUGUAY

5

10

8

9

11

43

VENEZUELA

0

1

1

0

1

3

OTROS*

6

8

3

4

5

26

TOTAL

114

267

121

129

197

828

*OTROS: Islas Caimán, Las Bahamas, Martinica, Guadalupe, San Martín, San Bartolomé, Surinam, Guyana, Trinidad y Tobago, San Vicente y Las Granadinas, San Cristóbal y Nieves. Fuente: Elaboración propia con datos del Banco Mundial (2014).

21

241 230 13

64 11

42

141

143 128

236

38

82 108 9

350 300 250 200 150 100 50 0

319

Gráfica 1. Proyectos y programas apoyados por el Banco Mundial como prioridades comunes regionales en América Latina durante los periodos de 1981-1990, 1991-2000 y 2001-2010

1981-1990 1991-2000 2001-2010

Fuente: Elaboración propia con datos del Banco Mundial (2014b).

Para la década de los noventas, la importancia de la educación, la seguridad social y la mejora de la política de la administración pública, fueron las grandes áreas que se mostraban en las agendas nacionales y estrategias regionales de los mismos organismos internacionales, de ahí el incremento del apoyo en esas áreas. El sector de prioridades de los bienes públicos regionales que el BM identificó para América Latina, destacó la importancia en el área relacionada con el medio ambiente. Así en la década de los ochenta se habían financiado 49 proyectos en la región, en la década de los noventa 200 proyectos y para la década del 2000 se financiaron 299 proyectos. Cabe destacar que en la década de los noventa el tema ambiental recobró gran importancia y más aún cuando la era de la globalización permitió comprender las ventajas y relación existente entre la protección al medio ambiente y el desarrollo (véase gráfica 2).

22

299

Gráfica 2. Proyectos y programas apoyados por el Banco Mundial como prioridades de los bienes públicos regionales en América Latina

300 200

250 200

1981-1990

150 68 73

1991-2000

20

37 31 Arquitectura financiera internacional

2001-2010

3

19 39

49

Información y conocimiento

3

50

7 11 30

100

0 Enfermedades transmisibles

Bienes comunes ambientales

Comercio e integración

Fuente: Elaboración propia con datos del Banco Mundial (2014b).

En cuanto a los proyectos por Estado en la región, se puede observar como en los proyectos financiados por el BM, identificados para las prioridades de los bienes públicos comunes regionales durante el periodo de 1991 a 2000, se apoyó a Brasil, Argentina, México, Colombia y Perú, principalmente en la región, en área ambiental y en lo relacionado al comercio e integración. Para el periodo de 2001-2010 se continúa principalmente el apoyo en las mismas áreas y en los mismos Estados de la región (véase cuadro 5 y 6)

23

Cuadro 5. Proyectos y programas apoyados por el Banco Mundial como prioridades de los bienes públicos regionales en América Latina 1991-2000. Enfermed ades transmisib les

Bienes comunes ambientales

Informaci ón y conocimie nto

Arquitectur a financiera internacion al

Comercio e integración

TOTA L

ARGENTINA

3

19

2

9

6

39

BELICE

1

1

1

0

0

3

BOLIVIA

0

5

0

7

2

14

BRAZIL

3

46

2

1

5

57

CHILE

0

6

3

0

2

11

COLOMBIA

0

34

0

2

5

41

COSTA RICA

3

3

2

2

2

12

CUBA

0

0

0

0

0

0

REPUBLICA DOMINICANA

0

9

1

0

1

11

ECUADOR

0

21

0

1

3

25

EL SALVADOR

0

9

2

2

2

15

GUATEMALA

0

3

0

1

2

6

GUYANA FRANCESA

0

0

0

0

0

0

HAITI

0

2

2

0

3

7

HONDURAS

1

26

1

1

3

32

MEXICO

1

31

7

7

9

55

NICARAGUA

0

16

0

3

5

24

PANAMA

0

5

0

0

1

6

PARAGUAY

0

3

0

0

2

5

PERU

2

20

0

1

1

24

PUERTO RICO

0

0

0

0

0

0

URUGUAY

0

9

0

1

3

13

VENEZUELA

1

7

1

0

2

11

OTROS*

0

3

1

1

0

5

TOTAL

15

278

25

39

59

416

*OTROS: Islas Caimán, Las Bahamas, Martinica, Guadalupe, San Martín, San Bartolomé, Surinam, Guyana, Trinidad y Tobago, San Vicente y Las Granadinas, San Cristóbal y Nieves.

Fuente: Elaboración propia con datos del Banco Mundial (2014).

24

Cuadro 6. Proyectos y programas apoyados por el Banco Mundial como prioridades de los bienes públicos regionales en América Latina 2001-2010 Enfermedades transmisibles

Bienes comunes ambientales

Información y conocimiento

Arquitectura financiera internacional

Comercio e integración

TOTAL

ARGENTINA

3

28

3

3

4

41

BELICE

1

3

1

2

2

9

BOLIVIA

1

10

0

1

0

12

BRAZIL

9

81

7

6

7

110

CHILE

0

20

4

0

1

25

COLOMBIA

1

23

7

3

4

38

COSTA RICA

1

3

4

2

3

13

CUBA

0

0

0

0

0

0

REPUBLICA DOMINICANA

2

2

2

4

3

13

ECUADOR

2

1

3

2

3

11

EL SALVADOR

4

5

1

3

3

16

GUATEMALA

1

3

3

6

1

14

GUYANA FRANCESA

0

0

0

0

0

0

HAITI

4

3

3

0

2

12

HONDURAS

3

9

1

4

4

21

MEXICO

2

46

4

4

9

65

NICARAGUA

2

9

0

1

4

16

PANAMA

6

3

2

1

4

16

PARAGUAY

5

10

1

3

1

20

PERU

0

31

0

0

10

41

PUERTO RICO

0

0

0

0

0

0

URUGUAY

4

5

2

2

4

17

VENEZUELA

1

2

0

0

0

3

OTROS*

0

3

3

1

1

8

TOTAL

52

300

51

48

70

521

*OTROS: Islas Caimán, Las Bahamas, Martinica, Guadalupe, San Martín, San Bartolomé, Surinam, Guyana, Trinidad y Tobago, San Vicente y Las Granadinas, San Cristóbal y Nieves.

Fuente: Elaboración propia con datos del Banco Mundial (2014).

El compromiso de los ODM en el año 2000, fue una iniciativa consensada globalmente, estableciendo los principales retos que los Estados afrontaban a nivel global con la llegada del siglo XXI. Aunque algunos temas de los ODM ya estaban siendo atendidos, la creación de estos objetivos logró consolidar un consenso sobre las principales problemáticas, como lo son: el

25

combate al logro de la enseñanza de la primaria universal, el creciente apoyo al sector de la protección del medio ambiente o la reducción de la mortalidad infantil, por ejemplo. De tal manera que el financiamiento a través de proyectos en las distintas regiones del mundo, permitió ser una estrategia diversificada para el BM de las políticas globales para el desarrollo, financiando en problemáticas más específicas de los Estados y de las distintas regiones principalmente desde la década de los noventa con el inicio de la globalización y a partir del 2000 siguiendo paralelamente la estrategia de las áreas y temáticas de los ODM.

299

Gráfica 3. Proyectos y programas apoyados por el Banco Mundial dentro de los ODM en América Latina 300

200

250

49

7 11 30

4 11 33

48 3 14

0 0 5

50

2 15 13

100

7

71 89

150

25

122 115

200

1981-1990 1991-2000

0

2001-2010

Fuente: Elaboración propia con datos del Banco Mundial (2014b).

Los rubros en que más se destacó el apoyo en los países de América Latina fue lograr la enseñanza primaria universal, reducir la mortalidad infantil, garantizar la sostenibilidad ambiental y el fomento a una asociación mundial para el desarrollo, principalmente a partir de los noventa (véase grafica 3). 26

En cuanto al apoyo por país, el BM principalmente otorgó financiamiento en el periodo de 19912000 a Estados como Argentina, Brasil y México, principalmente en las áreas de a través de garantizar la sostenibilidad ambiental, el fomento para una sociedad mundial para el desarrollo y el de la enseñanza primaria universal. En el periodo de 2001-2010, el BM otorgó el financiamiento a los mismos Estados, sumándose ahora Perú en áreas de sostenibilidad ambiental y fomento a una sociedad mundial para el desarrollo (véase cuadros 7 y 8).

27

Cuadro 7. Proyectos y programas apoyados por el Banco Mundial como prioridades de los ODM 19912000. Erradi car la pobrez a

Enseñanza primaria universal

Promover la igualdad de género

Reducir la mortalidad infantil

Promover la salud de la mujer

Combatir el VIH/SIDA

Garantizar la sostenibilid ad ambiental

Fomentar una sociedad mundial para el desarrollo

TOTAL

ARGENTINA

0

8

2

2

3

3

19

10

47

BELICE

1

0

0

0

0

0

1

0

2

BOLIVIA

1

3

5

2

2

0

5

8

26

BRAZIL

2

11

1

1

1

3

46

7

72

CHILE

1

4

0

0

0

1

6

1

13

COLOMBIA

0

4

0

0

0

1

34

7

46

COSTA RICA

2

1

1

0

0

2

3

1

10

CUBA

0

0

0

0

0

0

0

0

0

REPUBLICA DOMINICAN A

1

2

0

1

1

2

9

1

17

ECUADOR

2

2

0

1

1

3

21

6

36

EL SALVADOR

2

4

0

2

1

1

9

3

22

GUATEMAL A

2

1

1

0

0

0

3

3

10

GUYANA FRANCESA

0

0

0

0

0

1

0

0

1

HAITI

3

2

0

1

0

0

2

1

9

HONDURAS

0

1

0

0

0

1

26

6

34

MEXICO

3

9

3

1

4

1

31

13

65

NICARAGUA

0

3

1

2

0

0

16

9

31

PANAMA

1

0

0

3

0

0

5

3

12

PARAGUAY

1

1

0

1

1

0

3

2

9

PERU

1

1

1

1

1

2

20

6

33

PUERTO RICO

0

0

0

0

0

0

0

0

0

URUGUAY

0

2

0

2

0

0

9

5

18

VENEZUELA

0

1

0

0

0

1

7

4

13

OTROS*

2

0

2

2

1

0

3

2

12

TOTAL

25

60

17

22

16

22

278

98

538

*OTROS: Islas Caimán, Las Bahamas, Martinica, Guadalupe, San Martín, San Bartolomé, Surinam, Guyana, Trinidad y Tobago, San Vicente y Las Granadinas, San Cristóbal y Nieves. Fuente: Elaboración propia con datos del Banco Mundial (2014).

28

Cuadro 8. Proyectos y programas apoyados por el Banco Mundial como prioridades de los ODM 20012010.

Combatir el VIH/SIDA

Garantizar la sostenibilidad ambiental

Fomentar una sociedad mundial para el desarroll o

5

3

28

6

52

0

0

2

3

0

8

1

2

4

2

10

3

30

10

0

4

5

4

81

16

120

1

0

0

0

9

20

3

33

1

1

1

2

9

4

23

9

50

COSTA RICA

2

1

3

4

4

3

3

3

23

CUBA

0

0

0

0

0

0

0

0

0

REPUBLICA DOMINICAN A

4

4

3

3

0

2

2

3

21

ECUADOR

2

2

1

3

3

2

1

3

17

EL SALVADOR

4

0

3

0

1

2

2

4

16

GUATEMAL A

5

3

3

3

2

1

3

0

20

GUYANA FRANCESA

0

0

1

0

0

0

0

1

2

HAITI

1

6

0

4

0

1

3

3

18

HONDURAS

1

5

3

1

1

1

9

7

28

Erradic ar la pobreza

Enseñanza primaria universal

Promove r la igualdad de género

ARGENTINA

0

4

2

4

BELICE

2

0

1

BOLIVIA

5

3

BRAZIL

0

CHILE

0

COLOMBIA

Reducir la mortalidad infantil

Promover la salud de la mujer

TOTAL

MEXICO

0

6

4

0

0

1

46

12

69

NICARAGUA

2

4

0

2

3

2

9

4

26

PANAMA

0

2

0

3

1

0

3

4

13

PARAGUAY

0

1

0

1

1

4

10

5

22

PERU

5

4

2

6

2

4

31

10

64

PUERTO RICO

0

0

0

0

0

0

0

0

0

URUGUAY

3

3

0

3

5

0

5

8

27

VENEZUELA

2

0

0

3

0

1

2

0

8

OTROS*

1

1

1

3

2

1

3

2

14

TOTAL

40

61

29

51

48

49

297

106

681

*OTROS: Islas Caimán, Las Bahamas, Martinica, Guadalupe, San Martín, San Bartolomé, Surinam, Guyana, Trinidad y Tobago, San Vicente y Las Granadinas, San Cristóbal y Nieves. Fuente: Elaboración propia con datos del Banco Mundial (2014).

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La diversificación en la región se debió en parte a que la década de los noventa fue la década que propició el establecimiento de la ideología neoliberal en un sistema ya multipolar, que abrió la puerta a la globalización para reconocer un sin número de factores, aéreas y sectores que eran capaces de influenciar e impactar en los Estados dentro del sistema global. Reflexiones finales La influencia económica y política estadounidense en la región de América Latina ha evolucionado, ya que los Estados han encontrado distintas formas de institucionalizar la cooperación en los distintos ámbitos, para enfrentar los nuevos retos y problemáticas que se presentan frente a la globalización. La búsqueda hacia el desarrollo, ha sido un eje central en los organismos internacionales desde su creación, sin embargo, las distintas dinámicas de las regiones y Estados a nivel internacional permitieron que la visión evolucionara encaminando a los organismos internacionales a identificar nuevos mecanismos y temáticas para impulsar el desarrollo. En la región de América Latina, los esfuerzos por solucionar las problemáticas en la región, dieron origen a la institucionalización de la cooperación en la región a través de la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, (CELAC) por ejemplo, encontrando en los organismos regionales una estrategia que permite reconocer las nuevas aéreas y temas claves para el impulso del desarrollo entre los Estados de la región. La globalización representa uno de los factores que refuerza las relaciones e interconexiones entre los países en estas últimas décadas, logrando que los Estados de la región logren acuerdos comunes dentro de los organismos Internacionales reflejados en los ODM. El BM, uno de los principales organismos internacionales promotor del desarrollo, a través del financiamiento a proyectos a los Estados brindó apoyo a los Estados de la región, principalmente a Brasil, México y Argentina, logrando reposicionarse tanto en áreas importantes para el desarrollo, como en términos de poder dentro de la región.

En el transcurso de los últimos 30 años, el peso

hegemónico de Estados Unidos en Latinoamérica ha cambiado en definitiva, la ‗Sociedad de la Información y el Conocimiento‘, atraída por la globalización y la presencia de los distintos actores como los organismos internacionales, han logrado un nueva reconfiguración de la geopolítica y geoeconomía, mostrando una nueva realidad y dinámica regional.

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Transformación en Medio Oriente Valeria Alexandra Robles Romo [email protected] Universidad Autónoma de Baja California Resumen : Las naciones árabes han sobrevivido a grandes turbulencias económicas, políticas y sociales. El cambio que se ha dado, y es de suma relevancia en la arena Internacional, está en la distribución del poder en la región. En países como Egipto, Túnez, Siria y Argelia se despertaron las esperanzas de adoptar a su cultura el sistema democrático occidental, aunque en ciertos casos esto se ha visto obstaculizado por la lucha del apropiamiento de los energéticos, la política exterior estadounidense, los militarizados grupos de oposición islámicos y las coaliciones basadas en relaciones económicas. En este documento analiza cómo estas inestabilidades regionales han afectado al mundo (como en el caso del terrorismo y las guerras preventivas contra ese) y como el poder de las potencias ha manipulado la relaciones entre las naciones del Medio Oriente. Abstract: The Arab nations have survived major economic, political and social turmoil. The change that has occurred, and is of utmost importance in the international arena, it is in the distribution of power en the region. In countries like Egypt, Tunisia, Syria and Algeria hopes to adopt its culture the Western democratic system has aroused, although in some cases this has been hampered by the struggle of the appropriation of the energy resources, the U. S. foreign policy, militarized islamic opposition groups and coalitions based on economic relationships. In this paper analyzes how these regional instability have affected the world and how the power of World Powers has handled relations between the Middle East nations.

Introducción Una parte importante de la redefinición o recomposición de las Relaciones Internacionales son debido a los acontecimientos en el Medio Oriente. Ello no quiere decir que los sucesos de otras áreas del mundo no sean definitorios, pero subestimar los intereses de la región sería restar objetividad a un análisis internacional. El mundo árabe siempre se ha caracterizado por ser una zona llena de turbulencias políticas y sociales dado a los factores que cohabitan entre sí: zonas arcaicas donde no entra la ley de Estado, extremismo religioso, constantes enfrentamientos armados, cambios constantes en la política, corrupción y asedio extranjero.

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Han sido pueblos con una formación tribal, dominados por imperios y colonizados principalmente por Inglaterra y Francia. Al fin, cada nación alcanzó una identidad propia para cuando obtuvieron su independencia, sin embargo después de eso vendrían las grandes crisis, que a través de la historia se le han presentado a todos los estados y se han forjado un carácter obligatorias, en los que se ha puesto a prueba el nacionalismo árabe, un nacionalismo que todos tienen en común pero es manifestado diferentemente. Para unos ese nacionalismo está íntimamente ligado con sus costumbres religiosas, para otros simplemente en su historia. Hay quienes este nacionalismo les agrada reflejarlo a través de lo económico, proyectando el desarrollo y crecimiento de sus países a un nivel global entre las potencias emergentes. Otros parecen vincularlo con el poder militar. Pero los casi inagotables yacimientos de recursos energéticos han modificado el rumbo de estos estados, insertándolos dentro de la lucha por una posición de poder en el sistema internacional. Así los intereses económicos y políticos los separan cada vez más y la necesidad de maximizar sus ganancias como estado ha hecho que se formen coaliciones estratégicas con países del exterior modificando entonces las relaciones de la zona y generando estado constante

de

conflicto. El legado de la inestabilidad La mayoría de estos países del Magreb y del Medio Oriente tienen en común diferentes rasgos culturales; lengua árabe, un pasado milenario en los desiertos de Arabia y son en, su mayoría, fieles del Islam, siendo este punto la puerta a muchos de los conflictos de la zona según los estudiosos. Sin embargo, como pasa en la mayoría de las culturas, con el paso del tiempo y después de que potencias Europeas colonizaran partes de la región, cada nación alcanzó una identidad propia a través de sus respectivas independencias. El Islam es una religión que practican millones de personas alrededor del planeta; predominando en 45 países del mundo y siendo la religión oficial de 28 naciones en las cuales están ―incluidas aquellas que controlan la mayoría de las reservas de gas y petróleo en el mundo‖. (Campell, 2007: 12).

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A diferencia de otros países en donde se encuentra el islam, en Medio Oriente no solo toma el papel de ―religión‖ sino que comprende todo un sistema completo que fusiona religión, tradiciones sociales, aspectos económicos, políticos y jurídicos que se han trazado diferentes caminos, y por ende generado conflictos. A través de los siglos se tornó en dos corrientes principales; el chiismo y el sunismo, dicha división entre los fieles surgió al momento de elegir quién sucedería al profeta Muhammad como líder de fe. Para los chiítas, solamente los descendientes directos del profeta están autorizados para ser califas o líderes políticos, mientras que los sunitas opinan que no necesariamente un líder tiene que ser descendiente. ―Actualmente la mayoría de los sunitas se concentran en especialmente en el Magreb (Norte de África), la península arábiga y parte de Asia Central, mientras que la mayoría de los chiítas vive en antiguo territorio persa (Irán e Irak hoy)‖. (Siegel, 2013. ¿Qué pasa en Siria? Una explicación del conflicto‖ Recuperado de http://www.animalpolitico.com/) La idea de que si el Estado va a adoptar o no los dictámenes religiosos y mantenerse como un Estado laico, es la razón de la ruptura entre ambas corrientes, ruptura que prevalece hasta el día de hoy y la raíz del islamismo radical; un fanatismo religioso en el que se emplea la violencia y la concepción de una ―guerra santa‖ (la llamada Yihad) contra los ―infieles‖. Este fanatismo ha permeado de violencia terrorista y constantes enfrentamientos civiles a la mayoría de las naciones provocando pérdidas humanas, económicas y rezago político y se consagró

con el ataque

supuesto ataque terrorista en Nueva York el 9 de septiembre de 2001. Hay más factores que provocan inestabilidad en los Estado árabes, pero sin duda es la religión la que suele ser la motivación para hacer atentados o enfrentamientos e influye en la población, y esto es contradictorio, ya que se usar una fe como justificación de dichas acciones, cuando generalmente se promueve la paz. Por otro, lado los rasgos culturales han unido a la mayoría de las personas en los diferentes países del Medio Oriente y Magreb para rechazar la fragmentación del mundo árabe, adoptando la idea del nacionalismo laico. Varios países han logrado mantener un equilibrio entre el nacionalismo y el islam, a través de una monarquía como en el caso de Arabia Saudita y países del golfo pérsico: Omán, Qatar, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait, donde se gobierna según la ―shaaria‖ (ley islámica). ―Por otro lado, con la excepción de Jordania y Marruecos que tienen monarquías liberales (no basadas en la

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shaaria) y de Líbano, Siria y Mauritania que se convirtieron en repúblicas, en el resto de los países árabes los monarcas fueron destronados por el ejército que crearon también repúblicas dictatoriales‖ (Segal, 2011: 58). Sin embargo en estas repúblicas dictatoriales pronto se verían amenazados por la toma de conciencia social y las ansias de libertades políticas de sus mismos pueblos. La necesidad de democracia La democracia dio la vuelta al mundo pero se olvidó del mundo árabe, este parecía no tener el acceso a la democracia y a la modernidad. Pero la validez que tenían todos esos sistemas árabes expiró. A todo el conjunto de protestas y levantamientos acontecidos desde 2010 (cuando comenzó la Revolución Tunecina) hasta la actualidad, la prensa internacional lo calificó como ―primavera árabe‖, y este movimiento despertó esperanzas, para la mayoría de las poblaciones que vivían bajo un régimen islámico, de adoptar a su cultura el sistema democrático occidental. En Túnez y Egipto hubo rebeliones que derrocaron al gobierno en pocas semanas. Por otro lado, en países como Libia o Siria el gobierno respondió violentamente y se negó a abandonar el poder, lo que llevó a la población a armarse y a comenzar guerras civiles en ambos países que han permanecido hasta la actualidad. En cambio, en los restantes países, la rebelión solo se ha visto plasmada en pequeñas protestas y manifestaciones. Sin embargo las razones que influyen en dicho movimiento son más que el deseo de implementar una democracia. Las demandas de la sociedad árabe podrían identificarse en dos partes. ―La primera apunta a la agenda de libertad y acción política: incluirse en los procesos políticos, oposición a los regímenes unipartidistas, cuestionamiento de los procesos electorales, etcétera. La segunda apunta a una agenda de igualdad e inclusión socioeconómica: problemas de inequidad, desempleo, justicia social, etcétera‖. (―Arab Spring‖. Global Issues in Context Online Collection. Detroit: Gale, 2014. Global Issues In Context). Cada

uno

de

esos

sistemas,

sean

pronorteamericanos,

antinorteamericanos,

pro

o

antioccidentales, militares o civiles, tienen un rasgo común: es el autoritarismo. En esos se había sistemas se encontraba aun un especie de organización social a base de clanes, donde los

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dirigentes eran un grupo familiar ligado al poder. De cierta forma esa ―organización‖ mantenía cierta hegemonía y con ello ―estabilidad‖. Pero esa estabilidad era engañosa. Otra de las razones de revuelo social fue la causa palestina. Muchos toman a que esta fue una excusa utilizada por los regímenes árabes para justificar la ausencia de reformas y la represión. El poder del petróleo Todos estos elementos se dispararon con la crisis económica mundial del 2008, aunque para algunos estudiosos hay otro factor que influye en este proceso: el petróleo. ―En todo mundo, la democracia ha hecho progresos impresionantes a lo largo de las últimas décadas: solo el 30% de los gobiernos del mundo era democrático entre 1980 y 1990; hoy alrededor del 60% lo es. Sin embargo, casi todos los gobiernos democráticos que surgieron en ese periodo se encontraban en países con poco petróleo o sin él‖. (Ross, 2011: 89). De hecho, si se analiza, se puede ver que ningún país con una riqueza petrolera ha logrado pasar con éxito los regímenes autoritarios. Académicos llaman a esto ―la maldición del petróleo‖, ya que se ha mostrado que tener riqueza del crudo siembra autoritarismo, corrupción, inestabilidad económica y disturbios violentos. Por ejemplo, los países con poco petróleo que se han incluido en la primavera árabe, como Egipto, Jordania, Marruecos y Túnez, tenían más libertad y derrocaron a sus gobernantes con mayor facilidad que países con hidrocarburos como Bahréin, Iraq y Libia, en los que los regímenes ricos pudieron reprimir los movimientos sociales por la fuerza. Pero, ¿Por qué hay países que a pesar de ser ricos en petróleo son estables política y socialmente? Países del Medio Oriente de este tipo -estables y petroleros- son Arabia Saudita, Emiratos Árabes y Qatar. En primer lugar, están establecidos como monarquías y se gobierna de acuerdo a la ley islámica, pero ninguno tiene pretensiones de restaurar un imperio islámico; en segundo lugar, debido al crecimiento exponencial de sus economías ―compran‖ a sus ciudadanos con beneficios como obras públicas, empleo, entre otros y los autócratas pueden hacer desvíos de esa riqueza sin que nadie se lo note. Y en tercer lugar, estos países están alineados a la política exterior estadounidense. esta riqueza permite tener mayor poder militar, el cual se protege los intereses no solo de la nación, sino de los gobernantes. Este último punto ha sido de relevancia internacional

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ya que estos países han utilizado su capital para el desarrollo armamentista y traer consigo de otras partes del mundo al personal más calificado para fortalecer a sus ejércitos. La cuestión del armamentismo no es algo que sólo responde a la seguridad de la nación, sino responde también a aspectos económicos, porque es un negocio. ―Emiratos Árabes Unidos ha ofrecido facilidades en la adquisición de la nacionalidad y vivienda a exguerrilleros y soldados que participaron en los levantamientos de Colombia y El Salvador, incluso se sabe que ha contratado mercenarios ofreciéndoles altos rangos militares así como sicarios de carteles mexicanos e ingenieros expertos en la creación armamentista de Estados Unidos para incrementar su exportación‖. (Marín, 2003: 105). En contraste, Libia e Irak no reflejan esta estabilidad a pesar de ser petroleros debido a que los ciudadanos no gozan de libertades ni beneficios, pero si persiste el gran poder militar que por el cual la población no logra derrocar a sus gobernantes dando así los conflictos más violentos de la primavera árabe, que aún persisten. Muchos autores Pero esa inestabilidad regional no es lo único que ha provocado el llamado oro negro. ―El petróleo es un punto importante para los estrategas geopolíticos. Es tal la dependencia de los países hacia este recurso, que influye mucho en los conflictos internacionales o en sí, justificarlos‖. (Rogan, 2010: 346). El Medio Oriente fue y sigue siendo un espacio geoestratégico para las principales potencias: posee grandes yacimientos de energéticos (petróleo y gas), así como un mercado de primera en reservas monetarias y de oro, geográficamente es un área que conecta Europa con Asia y que cuenta con importantes vías de acceso donde destacan el Canal de Suez, el Mar Rojo, el Golfo Arábigo-Pérsico. Con el tiempo y debido a la inestabilidad, siempre se ha prestado que ante la inestabilidad de una nación, algún otro país intervenga con diferentes propósitos; ya sea ayuda militar, aprovechamiento de los recursos naturales, apropiación de tierra, etc. A principio del siglo XIX el imperio Británico ya había comenzado a penetrar el Oriente Medio a través del comercio. ―En la época posterior a la Primera Guerra Mundial se firmaron acuerdos por los que se le concedía a Gran Bretaña el ejercicio de una mandato en Irak, Trasjordania y Palestina‖ (Dann, 1984: 81).

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No fue sino hasta después de la Segunda Guerra mundial cuando las tutelas europeas comenzaron a dejar a la zona. Por otro lado estaría la tutela Estadounidense, la cual se esfuerza por mantenerse hasta el día de hoy. La súper potencia en tierras árabes EEUU cuenta con una considerable presencia. Incluso en la agenda estadounidense hay un apartado en el que se especifica como se desarrollará lo política exterior en Medio Oriente, en la que se puede distinguir ciertas características: ―una, es la continuidad en el tiempo (desde principios del siglo XX hasta hoy), su persistencia en el espacio y el consenso del que goza en el espectro político de Estados Unidos‖ (Musalem, 1998: 170). En este consenso los intereses nacionales u objetivos de esta política exterior (ya sea en la de Medio Oriente o alguna otra región del mundo) son el libre acceso a los recursos naturales, a los mercados mundiales y oportunidades de inversiones a nivel mundial. Curiosamente, a diferencia de otros países en lo que se aboga por no intervención, Estados Unidos la utiliza de un modo más sutil, pero imperialista. Aprovecha ser el país hegemón más poderoso para implementar estrategias que maximicen sus intereses, y esta postura es la que ha generado los últimos conflictos bélicos en el Mundo árabe. Estas estrategias han sido militares, políticas y económicas y van cambiando de acuerdo a las circunstancias. Obviamente en relación al mundo árabe, la definición de los intereses nacionales estadounidense no ha cambiado: "el acceso de los recursos naturales" significa acceso al petróleo árabe, por ende las estrategias que implementa Estados Unidos en la región giran alrededor del control del petróleo. Según Doris Musalem en su artículo ―La política exterior de Estados Unidos en el Medio Oriente‖, Dos de las estrategias más duraderas en el tiempo han sido: establecer alianzas con regímenes pro-norteamericanos (o sea partidarios del capitalismo y del mercado abierto) y realizar todos los esfuerzos para mantener la "estabilidad". Con los que se ha realizado estas estrategias son los países del Golfo Árabe-Pérsico los cuales son: Arabia Saudita, Kuwait, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Omán, quienes poseen en su conjunto el 66% de las reservas probadas de petróleo a nivel mundial y la mayor estabilidad política y económica de Medio Oriente.

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El estado judío Otro país con el que mantiene una estrecha relación política y comercial es Israel, y dicha relación ha sido mal vista y criticada por los países colindantes. Israel es un país no muy ajeno al resto de los de la zona, pero su historia es aparte a la de ellos: un pueblo judío que ha sufrido destierros y diásporas en su trayecto y ha sido víctima del genocidio provocado por la Alemania nazi de la segunda guerra mundial. Se ganó la aversión de la mayoría de los Estados Árabes al apropiarse del territorio de Palestina y proclamarse como Estado independiente en 1948, y sostener varias guerras con los países que han defendido al pueblo palestino. Incluso esta disputa entre Israel y el pueblo Palestino sigue en pie hoy en día. Desde una perspectiva política, Israel es la ―única‖ democracia en la región de Medio Oriente y por esta razón, por ser una democracia hermana, Estados Unidos le ofrece un apoyo incondicional, incluso más que sus aliados petroleros del Golfo Pérsico, aunque su estrecha relación va más allá de ser ―democracias hermanas‖. Dicha relación se debe a la simbiosis que se ha construido debido a que los judíos israelíes han permeado la política estadounidense a través de un Lobby el cual, según Mearsheimer y Walt en su obra The Israel Lobby and U.S. Foreign Policy es "una coalición de personas y organizaciones que trabajan activamente para dirigir la política exterior de los EE.UU. en favor de Israel". La mayoría de las personas que lo integran son judíos estadounidenses, y son estos los que ―han formado una impresionante red de organizaciones para influir en la política exterior estadounidense, de los cuales AIPAC es el más poderoso y conocido. (Mearsheimer, 2007: 13) De estas organizaciones el American Israel Public Affairs Committee (AIPAC), el American Jewish Committee y la Conference of Presidents of Major American Jewish Organizations, son lideradas por partidarios del expansionismo israelí. Este lobby no opera de una manera especial, hace donaciones para campañas electorales, y apoyos financieros para diferentes proyectos del gobierno al igual que otros lobbies. Sin embargo "Los Estados Unidos se han mostrado dispuestos a dejar de lado su propia seguridad, a fin de promover los intereses de otro estado (Israel)" (Op. Cit.)

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Entonces si opera igual que otros grupos de presión y coaliciones. ¿Por qué Estados Unidos es incondicional para este país en medio oriente? Analizando la economía estadounidense se puede notar que esta se mueve en dos ejes principales; el armamentista y el financiero. Es bien sabido desde hace tiempo que los dueños de la mayoría de los bancos del mundo son judíos y que muchos de los bancos más importantes y grandes del mundo están en Estados Unidos. Obviamente al estado norteamericano le conviene mostrarse amigable ante los poderosos bancarios judíos, ya que estos lo enriquecerán a base de intereses, créditos, etc. Hay quien se mantiene escéptico ante esto, pero las evidencias hablan por sí solas: por ejemplo ―La guerra (de Irak) se debe en gran parte a la influencia del lobby, especialmente a los neoconservadores dentro de ella‖. (Ibid) Otra prueba del apoyo estadounidense que recibe, es el bloqueo de los esfuerzos de los estados árabes por poner el arsenal nuclear de Israel en la agenda del Organismo Internacional de Energía Atómica. Este último punto, es el que en los últimos años ha dado hincapié a problemas entre los árabes e israelíes. En 2001 Estados Unidos invadió Afganistán por que según poseía usaba arsenal químico y nuclear, así como en el 2013 acusaba de lo mismo a Siria, pero en este caso no consiguió invadirlo. Así como en 1991 en Irak, son varias las intervenciones de este país en la zona. La cuestión es ¿Por qué condena, sanciona y bombardea a los demás países que tienen o tratan de poseer armamento nuclear o químico cuando a Israel sí se lo permite estando este en la misma región que los otros? Cualquiera de las respuestas que da el congreso estadounidense no justifica esta clase de apoyo. De Medio Oriente para el mundo En adición del apoyo que se le da Israel, la excesiva presencia militar de Estados Unidos empezó a ser incomodidad para los pueblos árabes. Los grupos islámicos de oposición como Hezbolá, HAMAS y Al-Qaeda recobraron fuerza al declararle la guerra al occidente (haciendo referencia a Estados Unidos) que sólo había llevado caos y desorden al mundo musulmán y este sentimiento de aversión empezó a propagarse en la zona. Como tales grupos son de pensamiento radical, se emplearon acciones terroristas como poner bombas en embajadas estadounidenses o atacar a

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soldados americanos en territorio árabe. Fue cuando el mundo quedó atónito al momento que empezaron las bombas humanas y atentados en zonas civiles. Estas actos que para la mayoría son suicidas, para los Yihadistas (llámese así a los ―guerreros santos‖ de Medio Oriente) es un acto de heroísmo, ya que al morir como mártires alcanzaran la gloria de Alá (desde su concepción musulmana), y más cuando el terrorismo arrebasó las fronteras de Medio Oriente; se dieron atentados en Marruecos, Malasia, España y el más destacado, en Estados Unidos. La vinculación entre el terrorismo y la religión es innegable, pero sin duda emana un etnonacionalismo e ideologías de base política. En Medio Oriente ya hacía años que el terrorismo era un método frecuentemente utilizado como mecanismo de oposición, pero no fue cuando sino hasta el atentado del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York cuando adquirió alta relevancia internacional. Incluso a partir de este momento cuando en varios países se agregó a la Agenda el apartado ―terrorismo‖. El principal sospechoso (y al que se le adjudicó el ataque sin tener las pruebas suficientes) fue la organización Al-Qaeda, la cual se encontraba en territorio afgano, más no formaba parte del gobierno ni de alguna otra facción, pero la administración de Bush decidió emprender acciones contra este país. ―Estados Unidos iniciarían la guerra contra Afganistán el 7 de octubre de 2001, con el apoyo de una coalición respaldada por sendos dictámenes de la ONU y la OTAN‖. (Rogan, 2011: 753) Debido a que Afganistán sufría por el régimen talibán que imperaba en él y de que en su territorio se encontraba la red terrorista que supuestamente realizó el atentado, el Consejo De Seguridad aprobó la intervención. Esto modificó el pensamiento de las relaciones internacionales, ya que se creía que el mundo ya no sufriría de conflictos bélicos y que la única lucha de poder que se daría en el sistema internacional sería a través de lo económico. Por parte de los países árabes la guerra de Estados Unidos con el terrorismo hubo una respuesta muy tibia (sino es que incertidumbre), ya que el dilema era: sí se oponían a la guerra se arriesgaban a convertirse en objetivo de posibles sanciones que podrán provocar aislamiento económico o tensión en las relaciones diplomáticas con la potencia mundial, pero si apoyaban la guerra abrían puerta a que sus países quedaran expuestos a ser víctimas de atentados terroristas.

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La nueva dinámica Como se muestra las dinámicas del mundo árabe se han transformado a través de los años, ya que en el pasado lo más importante era mantener sentimiento nacionalista en común y apoyo mutuo entre países hermanos, pero en los más recientes años la dinámica se ha basado en intereses económicos y políticos que buscan la estabilidad del Estado antes que el de los ―países hermanos‖. Un ejemplo de esta postura sería Emiratos Árabes Unidos, Qatar y sobre todo Arabia Saudita, que a pesar de ser los más poderosos de la zona de Medio Oriente, se mantienen ajenos a los disturbios de sus vecinos como Palestina, Siria y Libia por protección a sus intereses económicos, ya que hay que recordar que están alineados a la política exterior estadounidense, eso no le convendría en acuerdos comerciales de petróleo, y esto, claro, es aplaudido por Estados Unidos ya que le da la libertad de ejercer su hegemonía en la región. Después de cada intervención se han establecido bases militares para dar mayor ―seguridad‖ a la zona, siendo este acto más del tipo imperialista. Mientras tanto, Estados Unidos, a través de su secretario de Defensa, León Panetta, anunció para BBC news ―la movilización y reposicionamiento de sus tropas en 18 destinos cerca de países musulmanes‖ en 2009. El analista internacional canadiense Michel Chossudovsky, destacó que detrás de esa ―guerra preventiva‖ que alega siempre Washington, se esconde la intención imperialista de rodear militarmente a Rusia y China, apropiándose de todos los recursos energéticos y minerales más cercanos. ―Los planes son los siguientes: apropiarse de todos los corredores de transporte de energía subterráneos a nivel mundial. Los de Alaska, Canadá y Tierra de Fuego para hacer una sola Norteamérica; los de Europa-Asia para quitarle el control a Rusia y China; y los del África para unir al Medio Oriente con América Latina‖ explicó el canadiense (Agencia Bolivariana de Noticias (2008). EEUU busca extender guerra al Medio Oriente y prolongarla en el tiempo, Recuperado de http://www.abn.info.ve/) Es aquí cuando entra la cuestión de que si realmente la guerra fue contra el terrorismo o si fue una estrategia para aprovechar la inestabilidad política y poder penetrar el territorio para asegurar los energéticos.

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Sin embargo cada día las relaciones internacionales de Medio Oriente adquieren mayor relevancia en el mundo, y por lo tanto países, que tal vez no tengan gran peso económico ni diplomático, den su apoyo para que se respete la autodeterminación de los pueblos árabes que aún se encuentran en posibilidad de intervención. Una muestra de esta solidarización fue cuando en el 2011 Estados Unidos propuso ante el consejo de seguridad una intervención armada en Siria, y lo único que encontró fue un rezago diplomático que no esperaba. Otro ejemplo de esto es la admisión del Estado de Palestina como estado no miembro en la ONU en la que la gran mayoría de los países del mundo votaron a favor y solo 9 en contra, dando a entender que muchos ya reconocen a Palestina como Estado sin importar si las potencias lo aceptan como tal. Conclusión La historia ha mostrado los alcances que puede tener la intervención extranjera, tanto en la era colonial como en la posguerra y en la actualidad. No se puede imponer una forma de gobierno, como se ha tratado de hacer en Medio Oriente, la sociedad por sí misma aboga por sus intereses y lucha por ellos. Estados Unidos sigue siendo el superpoder, por supuesto, pero ya no es el que dicta qué pasa en Medio Oriente. Un ejemplo de ello es la primavera árabe, muestra como se ha podido implementar la democracia por la voluntad del pueblo árabe, no porque un país hegemón llegué y diga que lo haga (aunque a veces parece que así sucede). Los Estados del Golfo Pérsico han logrado conectar con el mundo global por medio de lo económico y van en camino de ser potencias mundiales sin la necesidad de ser democráticos, aunque por la riqueza que han obtenido gracias a los ingresos petrolíferos leyes se modifican para atraer capital humano e inversión extranjera y estos cambios ayudan a que sus ciudadanos participen más en las tareas del gobierno y prevalezca una estabilidad.

Los medio de

comunicación han mostrado al planeta entero de que el mundo árabe no está lleno de mujeres con hiyabs o hombres con hatia o que el islam no es fanatismo radical y terrorista. Existen fundamentos para esperar un futuro positivo en esta zona, solo que no dependerá tanto de ellos, sino de cómo las potencias dominantes ejercezcan su control ahí, ya que tienen que actuar equilibradamente y permitir que el mismo Medio Oriente emprenda los cambios que considere necesarias para sus respectivos países, porque la determinación ahí está, solo falta el apoyo más no el control sobre ellos ni la intervención.

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EL ASCENSO CHINO Y LA DINÁMICA DE LOS BRICS

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El ascenso del dragón chino: Entre servicios de inteligencia-espionaje y desarrollo pacífico Eduardo Luciano Tadeo Hernández [email protected] Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla Resumen: El ascenso de China se ha convertido en las últimas décadas en objeto de estudio en el ámbito de las relaciones internacionales; siendo las teorías neorrealista, neoliberal y constructivista los marcos analíticos comúmente utilizados para conducir el estudio. Sin embargo, ninguno de estos acercamientos teóricos es completamente útil para explicar la complejidad del fenómeno. El ensayo cuestiona las aproximaciones convencionales desde las teorías de relaciones internacionales y a partir de una consideración de la teoría del ascenso pacífico, el discurso chino, y las acciones de los servicios de inteligencia-espionaje, explica que China busca garantizar su desarrollo económico, manteniendo la estabilidad del Partido Comunista Chino en el proceso, sin existir un animus necandi a Washington. Abstract: In the last decades China‘s rise has become a research topic in the international relations studies; being the theories of Neorrealism, Neoliberalism and Constructivism the analytical framework commonly used to perform the study. However, none of the above mentioned theories is a complete useful approach to explain the complexity of the phenomenon. The essay questions the conventional analysis from the theories of international relations and parting from the consideration of the theory of peaceful rise, the Chinese discourse, and the actions of the intelligence-espionage services, explains that China looks to guarantee its economic development, maintaining the stability of the Chinese Communist Party in the Process, not existing an animus necandi towards Washington.

Los chinos, ayer y hoy: percepción mexicana ¿Chinos? En México, la idea sobre ellos estaba caracterizada por la desconfianza y el miedo, traducida en expresiones xenófobas y discriminatorias a finales del siglo xix y en la primera mitad del siglo xx. La migración china a territorio mexicano inició formalmente en el gobierno de Porfirio Díaz, quien tenía un proyecto político de modernización en donde Francia era la referencia más importante. De Europa venían las ideas, de Asia la mano de obra. ―La llegada de trabajadores chinos a América en el siglo xix dio motivo a una nueva etapa discriminatoria; se les acusó de miscegenación, es decir, de degenerar la raza por su aspecto físico y por su carácter, se dijo, taimado y traicionero‖ (Chong, 2011: 9).

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El repudio por los chinos se presentó con más fuerza desde el inicio de la revolución mexicana. Durante el periodo, ―La sinofobia fue el corolario lógico del indigenismo revolucionario‖ (Chong, 2011: 14). La reticencia vehemente a aceptar lo extranjero en favor del nacionalismo creó las condiciones idóneas para instaurar desde la legalidad políticas discriminatorias y racistas. Asimismo, el éxito económico de la comunidad china significó competencia incómoda para los mexicanos. En el noreste del país, los chinos ―se convirtieron en exitosos tenderos, comerciantes y hombres de negocios…y establecieron una provechosa alianza con las grandes compañías mineras de Estados Unidos, como la de Cananea‖ (Chong, 2011: 13). La ignorancia, los prejuicios y el discurso oficial, empapado de los dos primeros, eran los memes que se reproducían sobre China en la vida diaria. El uso de ciertos dichos en la jerga popular retrata con particular elocuencia esta realidad. ―De acuerdo con la Academia Mexicana de la lengua, expresiones como está en chino, o sufrir tomento chino, son voces del español con una carga semántica negativa que poco o nada tienen que ver con la cultura China‖ (González, 2013: 62). Aunque hubo excepciones 1, en general los chinos no eran una referencia de grandeza ni para el gobierno, ni para el pueblo mexicano. Desde la década de los setenta del siglo pasado, es indiscutible que la percepción sobre China –y los chinos- ha cambiado en México y en el mundo. En junio de 2013, ante la visita del presidente chino Xi Jinping a territorio nacional, el presidente Enrique Peña Nieto expresaba: ―China es un amigo que nos abre las puertas a la dinámica regional Asia-Pacífico. Es una promesa de una nueva fuente externa de crecimiento, es la oportunidad el llevar el talento, la creatividad y los productos mexicanos al otro lado del mundo‖ (Vargas, 2013). Asia se vuelve, entonces, fuente de conocimiento, posibilidad y admiración. El contacto con los chinos se torna necesario ante el inminente cambio a nivel internacional y en México el interés por conocer sobre la región, pero en especial por acercarse al país del panda, tiene como resultado una proliferación de escuelas de mandarín y centro de estudios sobre la República Popular: hay dos Institutos Confucio en la Ciudad de México y uno en Chihuahua, Nuevo León y Yucatán, respectivamente. Además, como lo demuestra la participación de tres universidades 1

Por ejemplo, José Juan Tablada y Genaro Estrada, el primero represente de México en Nueva York en los años veinte del siglo xx y el segundo secretario de relaciones exteriores –creador de la conocida doctrina estrada- tenían un interés literario en los poemas de Li Po.

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mexicanas - Universidad de Colima, Veracruzana y de las Américas Puebla- en la Feria de Educación de China en 2013 (EFE, 2013), los centros educativos compiten por convencer a estudiantes chinos de estudiar en sus espacios. Ironías de la vida. Los tiempos cambian, los prejuicios desvanecen y lo repudiado ahora se enaltece. El interés en China se debe en gran parte al éxito económico que, como todo lo que puede sustentarse mediante números y estadísticas, ha resultado atractivo para los países que aspiran a un crecimiento símil o temen por el cambio en la configuración de poder internacional. Nada menos se puede esperar cuando el hecho del crecimiento constante del 10% anual forma parte de la narrativa de su conquista económica. El país está presente en México y el mundo. Esta realidad refleja, por un lado, su inmersión en los procesos de globalización del siglo XXI y, por otro, un proyecto de emergencia que la misma nación del panda sugiere diferente a ascensos precedentes como el de Alemania y Japón (Bijian, 2005). Entendiendo el ascenso de china desde “teorías de relaciones internacionales” El ascenso de un país en el escenario internacional es un tema de antaño; fuente de inspiración para las teorías de relaciones internacionales que, en sus versiones contemporáneas, han buscado entender la realidad mundial a partir de la experiencia estadounidense. En México, siguiendo las tendencias globales, hemos optado por aceptar dichas teorías para explicar el mundo que nos rodea. Actualmente, en el mundo de las teorías de relaciones internacionales existe un claro liderazgo de los académicos norteamericanos. Si tomamos como referencia tres de las más importantes teorías estudiadas en México2 y otros lares –neorrealismo, neoliberalismo, constructivismo- podremos observar que uno de los principales exponentes de la primera, John. Mearsheimer, dos de la segunda, Robert Keohane y Joseph Nye Jr., son de origen estadounidense, y es claro que su intención primera es explicar la política exterior de Estados Unidos. El principal representante de la tercera teoría, Alexander Wendt, aunque de origen alemán, ha tenido su formación en los

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La organización misma del Congreso en la Universidad Anáhuac del Norte, intitulado ―el cambio en la configuración del poder internacional‖, sugiere una aproximación realista al entendimiento de las relaciones internacionales, muestra clara de la influencia teórica estadounidense en la élite académica mexicana.

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Estados Unidos y sus supuestos teóricos tienen mucho en común con las aproximaciones neorrealistas, más la diferencia es el lugar que ocupan las ideas, las percepciones e intereses. En la geopolítica del conocimiento, la influencia de estos académicos en torno a como se observa el mundo desde la ciencia social de las relaciones internacionales es clara: imposición del acercamiento al saber a partir de paradigmas generados en la gran potencia. La supremacía estadounidense no debe ser evaluada únicamente en términos materiales, pensar en el valor de las ideas, no desde el constructivismo sino desde una perspectiva postcolonial, podría advertirnos sobre la necesidad de crear paradigmas a partir de nuestras necesidades. Dentro de las tres teorías la más pesimista respecto al ascenso de China es sin duda el neorrealismo, que encuentra su mejor defensor y representante en Mearsheimer. Desde la postura del realismo ofensivo, el cual está contrapuesto al defensivo respaldado por Waltz, Monsieur John argumenta que el sistema internacional crea crea incentivos para que los estados intenten ganar mas poder ante sus rivales, cuando haya beneficios mayores a los costos (2001). Mearsheimer plantea tres posibles arreglos del sistema internacional: el sistema bipolar, el cual considera el más pacífico; el sistema multipolar en desequilibrio, el cual retrata como el más propenso al conflicto; y finalmente el sistema multipolar desequilibrado, ubicado en medio de los anteriores. Partiendo de esta premisa analiza un camino hacia la multipolaridad en la región del Noreste Asiático, argumentado que en caso de que los Estados Unidos apuesten por la ausencia, esto crearía un clima cuya consecuencia sería el incremento de la posibilidad de un conflicto (2001). Observamos una inclinación por describir un escenario de prospectiva en donde la multipolaridad en desequilibrio sería el común denominador regional. Reflexionando sobre la posición de Beijing y su proclividad en convertirse en gran potencia, Mearsheimer asevera: ―China, como todos los potenciales poderes hegemónicos anteriores, estará fuertemente inclinada en ser un poder hegemónico real y todos sus rivales, incluyendo a los Estados Unidos, buscarán rodearla para impedir su expansión‖ (2001: 400). Además, predice: ―China no puede ascender pacíficamente, y si continua su dramático crecimiento económico en las siguientes décadas, los Estados Unidos y China seguramente estarán inmersos en una competencia de seguridad, con posibilidad de llevarla hasta la guerra‖ (Brzezinski & Mearsheimer, 2005).

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Mearsheimer centra su atención en las implicaciones del ascenso chino para los Estados Unidos, por tanto, el análisis se centra en lo que estos últimos deben hacer ante un inminente comportamiento de China en el juego de poder internacional. Es claro el argumento: el país del panda es un enemigo para Estados Unidos y está en el interés del segundo evitar el crecimiento de China y su conversión a gran potencia. En respuesta a estos argumentos y a otros que observan a China como un ente conflictivo, fuente de futuras disputas entre potencias, David Kang –coreano estadounidense- se suma al debate, sugiriendo que la teoría neorrealista falla en interpretar el fenómeno chino. Según su óptica, ―desde 1979 China ha sido pacífica…y aparenta haber emergido como un poder regional sin provocar alguna reacción violenta en la región‖(2007: 3-4). Kang tiene dos argumentos básicos: Primero, los Estados del Este Asiático no buscan equilibrar a China, sino acomodarla. Esto contradice la mayoría de las teorías convencionales de relaciones internacionales que indican que el ascenso de un gran poder es desestabilizador. Segundo, la acomodación de China es debido a una constelación específica de intereses y creencias, una particular mezcla de intereses y ausencia de miedo. Las identidades son cruciales para explicar la fuente de estabilidad o inestabilidad en el Este Asiático, pero sin excluir las capacidades relativas e intereses que los realistas enarbolan (2007: 4).

Proponiendo una postura constructivista –que reconoce al realismo-, Kang centra la atención en el estudio del contexto regional, basándose en sus fundamentos históricos para demostrar la proclividad hacia la paz en la región en el pasado y, en consecuencia, la estabilidad en el presente y futuro. La insistencia en las identidades parte del supuesto de una forma asiática endémica de ser, organizarse e interactuar en la sociedad de manera jerárquica. Su aproximación es estratégica, pues utiliza no el enfoque desde China, sino desde las percepciones de los actores contiguos a China para contra argumentar las aseveraciones sobre el asedio de los aliados estadounidenses en la región para contener su emergencia como potencia. Según Kang, ―los Estados Asiáticos prefieren a una China fuerte y no débil porque eso estabilizará la región, mientras una China débil tentará a otros estados a tratar de controlar la región‖ (2007: 4). Él argumenta que esto se demuestra con la experiencia del pasado, en donde la estabilidad estaba garantizada por tres principales razones: ―el beneficio de reforzar la dominación China y la distribución del poder; 2. La cultura e ideas respaldando una jerarquía estable; 3. La difusión de las instituciones chinas y la influencia en la política doméstica de los otros estados que comprendían el sistema‖( 2007: 41).

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Las posturas de Mearsheimer y Kang son complementarias, pues una habla desde la posición estadounidense y otra desde la perspectiva de los vecinos de China. La crítica que podría hacerse ambos acercamientos al ascenso chino es una ausencia, más en el primer académico que en el segundo, de la voz de China. Para poder criticar los objetivos del Estado en ascenso, es necesario observar lo que tiene que decir. A propósito los chinos han planteado un nuevo paradigma de relaciones entre grandes potencias, lo cual nos sirve para entender la postura oficial del gobierno respecto a su propio ascenso. ―En el más reciente intento para lograr el ascenso pacífico, China propuso un nuevo modelo de relaciones entre países importantes con los Estados Unidos. Beijing espera asegurar a los Estados Unidos que China en ascenso no busca confrontación, tampoco desea cambiar el equilibrio de poder por la fuerza‖(Sun, 2014). El gobierno chino está consciente de la importancia de su crecimiento económico en el ámbito regional y global, por lo cual busca romper con las posturas que consideran ese ascenso como una amenaza. Por tal razón: En febrero de 2013, durante una visita a Washington, DC, el entonces vicepresidente Xi Jinping presentó la perspectiva de un nuevo tipo de relaciones entre grandes poderes en el siglo xxi. Como Consejero de Estado, Dai Bingguo dijo antes de que el Vicepresidente Xi Jinping introdujera el nuevo concepto modelo, que China y los Estados Unidos deberían crear la posibilidad de que países con diferentes instituciones políticas, tradiciones culturales y sistemas económicos puedan respetarse y cooperar (Podesta, 2014).

China presenta su ascenso como una alternativa a experiencias precedentes que utilizaron la violencia o la guerra como estrategias de fortalecimiento de su presencia internacional. Pero sobre todo propone un diálogo con el país más poderoso del mundo, reconociendo su importancia y buscando la creación de confianza, vital para mantener relaciones estables. Mediante la reducción de la incertidumbre plantea crear un escenario favorecedor para su ascenso, basado en el respeto mutuo y el reconocimiento de la diferencia respecto a otras potencias mundiales. Con base en estos argumentos China, ha desarrollado un discurso en donde abraza la paz y la armonía. La voz de los chinos ¿nueva teoría? En una de sus obras más conocidas Henry Kissinger postula: ―casi como por efecto de alguna ley natural, en casa siglo parece surgir un país con el poderío, la voluntad y el ímpetu intelectual y moral necesarios para modificar todo el sistema internacional, de acuerdo con sus propios intereses‖ (1995: 11). A partir de la década los ochenta del siglo pasado y aún más en lo que va de este, China se ha puesto en el centro del debate a partir de la lógica del ―ascenso‖. La lectura 53

de Kissinger sugeriría que de ser el país asiático la entidad ―naturalmente‖ elegida, no hay más opciones, excepto devenir en la nueva hegemonía. Sin embargo, como analizamos en la sección previa, las interpretaciones desde fuera dicen tanto del objeto de estudio, como de quien interpreta. Por tal razón, es decisión sensata prestar atención al discurso de los chinos sobre su estrategia de ascenso, para después cuestionar ese discurso frente a la evidencia. El actual ministro chino de relaciones exteriores, Wang Yi, resume con claridad el discurso de política exterior de la República popular: Un amigo lejano, crea cercanía con una tierra lejana. China está lista para ser buena amiga y compañera de todos los países en el mundo. La diplomacia de china abrazará la paz, el desarrollo, la cooperación y el beneficio mutuo. No escatimaremos esfuerzo alguno en practicar el concepto de ―poner al pueblo antes‖ y ―la diplomacia para el pueblo‖ y firmemente cuidaremos de los intereses en la soberanía, la seguridad y el desarrollo. Haremos todo para preservar los derechos e intereses legítimos de los ciudadanos chinos y personas legales en el mundo. China continuará buscando una estrategia ganar-ganar de apertura y de creación de una cooperación amistosa en todos los campos con otros países, basándonos en los cinco principios de co-existencia. Estamos listos para asumir nuestra responsabilidad y hacer incansables esfuerzos para construir un mundo armonioso de paz duradera y prosperidad común (2014).

En el mensaje se refleja la complejidad del ascenso de China. Más queda claro que se presenta ostentando una responsabilidad global, producto de la posición que ocupa en Asia y en el mundo. El objetivo, se entiende, es crear un mundo sin conflictos. A primera instancia el argumento pareciera favorecer el postulado de Kissinger, después de todo el dragón sugiere que busca transformar el sistema internacional a fin de consolidar una nueva forma de coexistir. Empero, la otra lectura posible es la siguiente: un mundo sin conflicto favorece el desarrollo del país, por tanto, hablar de poner al pueblo antes es una pauta para entender que en el centro de la política se encuentra la propia sociedad china, la cual aún se encuentra en desarrollo y necesitar ser protegida contra cualquier amenaza. Surge entonces el sentido de ascenso pacífico. Los cinco principios de co-existencia no son únicamente producto de este ímpetu de desarrollo. Tienen un legado histórico que puede rastrearse a los inicios de la República. Desde la instauración de la República Popular de China en 1949, los chinos se preocuparon por hacer lecturas del sistema internacional a fin de tomar decisiones estratégicas. El geopolítico chino Zhou Enlai vislumbró que era necesario establecer principios de política exterior que permitieran la buena conducción de las relaciones internacionales. China e India establecieron en 1954 los cinco principios de coexistencia pacífica para regular la relación Estado-Estado. Estos eran: ―el respeto mutuo por la integridad territorial y soberanía de cada uno, no agresión mutua, no intervención mutua en asuntos internos de casa uno, igualdad y ventaja mutua y coexistencia 54

pacífica‖ (Anguiano, 2012: 39). La adopción de los principios ha estado marcada por la necesidad de reconocimiento, debido a su relativa corta existencia en los años cincuenta y por su rápido ascenso económico y político ahora. Aunque, también el discurso del asenso pacífico ha surgido para contrarrestar las opiniones que describen a china como una amenaza: El término del asenso pacífico emerge en respuesta de la teoría de la amenaza china, común después del término de la Guerra Fría y la desintegración de la Unión Soviética, que interpreta el rápido ascenso económico en la creación de un gigante en desarrollo, comprometido con un sistema política no occidental y, entonces, frente a los ojos de algunos occidentales, un competidor potencial…para refutar esta falacia, Zheng Bijian, un conocido teórico del partido comunista chino, desarrolló el argumento del ascenso pacífico de china al principio del nuevo milenio…para eliminar la asociación negativa y la interpretación del término ascenso, el gobierno chino enfatizó en su lugar ―el desarrollo pacífico‖, sin embargo en la opinión internacional de occidente el ascenso ha sido enfatizado (Liru, 2012: 15).

Los chinos han buscado fundamentar su discurso y acciones de política exterior teóricamente, invitando a los estudiosos de relaciones internacionales –de manera indirecta quizá- a intentar entender el fenómeno chino a partir de una observación desde y no hacia China. En términos generales el intento de cambiar la percepción no ha sido exitoso, ni en círculos académicos ni oficiales. Pero, esto no debe ser problema para escuchar lo que tienen que decir. La propuesta de Zhen Bijian surge de una reflexión sobre la situación respecto al desarrollo chino. En su opinión, China dista de ser un país con un proceso concluido, faltándole aproximadamente 45 años para poder llamarse un país modernizado y de nivel medio. Además reconoce que hay al menos tres grandes obstáculos para el país: la falta de recursos, los problemas ambientales y la ausencia de coordinación entre el desarrollo económico y social (2005). Uno de los aprendizajes de las reflexiones de Zheng es el pensar el ascenso pacífico no sólo en términos de lo que China hará o en lo que se convertirá a nivel internacional, en una suerte de análisis de prospectiva, sino considerar los retos sociales, económicos y políticos a los que se enfrenta para lograr el objetivo del desarrollo. Se observa que, en efecto, su política exterior responde a las necesidades de carácter doméstico, que no son pocas y tampoco mínimas. Zheng Bijiang también presenta un bosquejo de lo que han sido las estrategias implementadas por el gobierno chino a la luz de los tres grandes retos que enfrenta. La primera estrategia es el abandono del viejo modelo de industrialización y la creación de uno nuevo; la segunda, es superar la manera tradicional en la que los grandes poderes emergen, así como trascender el

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entendimiento de las relaciones internacionales en términos de líneas ideológicas; la tercera es eliminar modelos de control social arcaicos y construir una sociedad socialista armoniosa (2005). Poniendo en perspectiva las tres grandes acciones para los tres grandes problemas, podemos observar que se propone un modelo de crecimiento híbrido: por un lado está el compromiso por buscar formas sustentables de crecer, el discurso global de la responsabilidad ambiental. Por el otro, se encuentra la propuesta china de inserción como gran potencia, en donde la estrategia ganar-ganar/ no hegemónica se vende como alternativa de ascenso. También, la fórmula de cohesión interna, armónica y socialista, es una evocación exclusiva de su realidad. Las estrategias per se no garantizan el ascenso pacífico, pero la voluntad de ser una gran potencia por otros medios es clara. Esta intención es observable en la construcción de teoría dentro de la teoría: el mundo armonioso. "En un discurso en la Cumbre de las Naciones Unidas en septiembre de 2005, titulado Build Towards a Harmonious World of Lasting Peace and Common Prosperity 3

, el Presidente Hu ofreció al mundo por primera vez una proposición sistemática sobre la

construcción de un mundo armonioso‖ (Xulong, 2013: 4). Es significativo el espacio elegido para pronunciarse, el foro multilateral representan el abrazo a la diversidad, el respeto a la multiculturalidad. Justo en esta lógica descansa la propuesta china de la armonía. La propuesta ha sido entendida por algunos académicos chinos como la continuación de una tradición china milenaria. Para Chen Xulong: Desde la filosofía de benevolencia de Confucio hasta el pensamiento político de no agresión de Mozi, desde el pensamiento de Mencio sobre el camino del rey (una ideología no-hegemónica) hasta la estrategia de no guerra de Sun Tzu, todas estas éticas y filosofías (benevolencia, lealtad, piedad filial, fe y paz) constituyen la corriente principal de la cultural e ideología tradicional china (2013: 20).

La justificación de la actuación internacional de China en términos meramente tradicionales, podría ser una actitud anacrónica, más el rescate de estos componentes endémicos para analizar desde la teoría una propuesta de creación de las grandes potencias, es un ejercicio válido y enriquecedor, en cuanto a que explica tanto como ve China al mundo, como la manera en la que intenta verse hoy a sí misma.

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El título puede traducirse al español como: hacía la creación de un mundo armonioso, de paz duradera y prosperidad común.

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Presentando a una China histórica que enarbola la armonía, se intenta justificar el respeto por la diferencia en el mundo y se estructura una crítica contundente frente a modelos previos de ascenso. Un mundo armonioso, en este sentido, no es un mundo homogéneo, sino un espacio sin uniformidad, una realidad plural. A pesar de la evocación hacia el exterior, el país protege su diversidad hacia el interior, de tal modo que la aspiración es construir una sociedad, en donde las etnias coexistan sin problemas. La diversidad ética china es tan diversa como las áreas que abarca la teoría del mundo armonioso, pues ―aparte del nivel global, la teoría también cubre los niveles regional, sub-regional, nacional, doméstico e individual. Además de áreas tradicionales como la tierra, el mar y el aire, se extiende al espacio exterior, el ciber espacio y las otras fronteras nuevas‖(Xulong, 2013: 30). El aspecto holístico de la teoría es sugerente, pues refleja, por un lado, un entendimiento profundo de la humanidad en el siglo xxi: una interconexión incontenible, multi-espacial, multi-nivel, multiactoral y, por otro, la intención de estar presente en todos los aspectos de la vida misma. Uno de los rasgos originales de la teoría es el carácter holístico. No ha habido antes, propuesta alguna capaz de abarcar todas las áreas de la existencia del individuo como un todo, excepto quizá las teorías de la creación. Pero, un inconveniente es que ―hoy el mundo armonioso se observa como concepto normativo, no como un concepto analítico, lo cual dificulta considerablemente su función teórica y sus valores prácticos‖(Xulong, 2013: 50-51). El mundo armonioso y el ascenso pacífco son una propuesta alternativa de interacción internacional, una nueva perspectiva teórica en relaciones internacionales para entender el ascenso de las potencias. Pero ¿cuál es la causa detrás de esta postura? Es acaso la intención de un cambio civilizatorio o simplemente el deseo de crear las condiciones para que China alcance su desarrollo. Entender el objetivo es esencial para determinar si un medio pacífico satisface su alcance. Más ver los medios para comprender la razón, también es un ejercicio justo, pues coadyuva a comprender si inclusive las estrategias que responderían a una naturaleza de competencia y seguridad, son adecuadas para lograr los objetivos planteados desde la teoría del ascenso pacífico.

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El servicio de inteligencia-espionaje chino4, reevaluando la estrategia Los servicios de inteligencia y espionaje son, por lo general, parte del aparato de seguridad de los gobiernos. Sus objetivos se leen a través de la lupa de la supervivencia del Estado. Por tanto, estudiar el modo en que funcionan en China es trascendente para poner en tela de juicio el discurso del desarrollo pacífico. Atendamos primero aspectos conceptuales. La inteligencia, desde una perspectiva realista, puede definirse como ―la continuación de la guerra mediante la intervención clandestina de un poder en los asuntos de otro‖ (Derian, 1992: 21). La definición ubica a la inteligencia como una estrategia de guerra, por tanto, se entiende como parte del conflicto bélico. Hay dos problemas evidentes con esta definición: el primer problema es la lógica de la continuación de la guerra, pues si se reconoce –desde esta posturaque hay trabajos permanentes de inteligencia, aceptar la premisa sería aseverar que los Estados se encuentran en conflictos bélicos siempre; el segundo problema recae en el que carácter exclusivamente ofensivo que se sugiere, como si no existía una enfoque defensivo. En todo caso, la inteligencia podría definirse mejor como: La recolección e interpretación (―análisis‖) de información; la protección de los secretos gubernamentales contra sistemas de inteligencia hostiles y otras amenazas (―contrainteligencia‖); y la manipulación clandestina de los eventos en otros países para favorecer los intereses nacionales mediante el uso de propaganda, actividad política, afectación de la economía, operaciones paramilitares (colectivamente conocidas en los Estados Unidos como ―acción encubierta‖ o ―actividades especiales‖ (Loch, 2007: 4).

El aspecto incómodo en la definición, que se puede reconocer de manera inmediata, es que el concepto está inspirado en la experiencia estadounidense de las misiones de inteligencia. No obstante, existe un consenso sobre al menos los dos primeros aspectos, pues recopilar información es uno de las funciones principales de los servicios de inteligencia y, en este ejercicio, la protección de los datos propios surge de manera natural. Evidentemente, los objetivos de cada agencia de inteligencia dependen de las razones generales y particulares estratégicas de cada gobierno.

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Entre las frases populares mexicanas referente a los chinos, en el siglo xx se ubica una relacionada particularmente con la noción de espías, reza así ―éste es como espía chino: misterio y pendejo‖. A pesar de la gran atención dada al espionaje chino es los Estados Unidos en nuestra época, en el caso mexicano poco se observa y estudia el fenómeno. La frase popular ha dejado de ser un referente en el México del siglo xxi.

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La información es el recurso, o el medio, para la toma de decisiones. Pero existen individuos que establecen objetivos, desarrollan las acciones, toman las decisiones. La recopilación de datos, dado el secretismo de las misiones, por lo general se lleva a cabo por espías. Su acción, el espionaje, puede definirse como la ―vigilancia que se hace de las acciones de una persona o búsqueda de datos valiosos del gobierno de un país o empresa, y sus planes, para comunicarlos de manera oculta a otra persona, otro gobierno, o otra empresa con los que compiten o están en conflicto…‖ (DEM, 2014). La actividad puede equipararse al robo de información, lo cual es ilegal. La relación entre los servicios de inteligencia y espionaje es clara. Los primeros corresponden a la estructura de inteligencia, vinculada al aparato de seguridad de un estado determinado. El segundo es una de las acciones dentro de dicha estructura y es llevada a cabo por los llamados espías. Aunque los estudios de inteligencia y espionaje sean de carácter contemporáneo, la práctica es histórica y no exclusiva del mundo occidental. Aspecto histórico en China En el pensamiento chino, una obra recurrentemente citada, el arte de la guerra de Sun Tzu, propone encontrar la inteligencia como fuente estratégica para derrotar al enemigo. En el libro se expresa la importancia del conocimiento del oponente para salir victorioso, además de la relevancia de preservar lo mayor posible en territorio enemigo. Específicamente, hay un capítulo dentro de la obra en la cual el tema se centra en los espías, el cual tuvo una influencia notable en el pensamiento militar subsecuente acerca de los agentes encubiertos y sus actividades. Existían, según la reflexión de Sun varios tipos de espías empleados por los dirigentes: espías locales, espías internos, agentes dobles, espías sacrificables, espías vivientes. Pero no cualquier líder podía hacer uso de ellos, pues se requería ser virtuoso, benevolente, perspicaz y tener sabiduría a fin de poder percibir la sustancia de los reportes de inteligencia (Sawyer, 1998). Citando a Sun Tzu, los académicos han justificado, acaso inconscientemente, la importancia de la inteligencia desde el ámbito de la seguridad y la milicia, consideración que limita a pensar en el gobierno como única instancia histórica capaz de llevar a cabo ejercicios secretos para la obtención de información y la consecución de sus objetivos. Sin embargo, en la historia de China también hay muestras de sociedades secretas gremiales, religiosas y

de ayuda mutua que

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buscaban el cambio social en cuestiones políticas y económicas, cuyo objetivo más amplio era derrocar al gobierno. En el siglo xix algunos ejemplos son: loto blanco, la sociedad de las grandes espadas y la sociedad de las tres armonías (Chong, 2011). Aunque los estudios sobre inteligencia china se enfocan en entender el aspecto gubernamental, por la lógica de la amenaza que el ascenso chino supuestamente representa, eventualmente se debería también prestar atención a los grupos de inteligencia que no necesariamente responden a los intereses gubernamentales y que podrían tener intereses en obtener información en el exterior. Para el propósito de este ensayo, la primera línea de estudio es la que se sigue. China, su inteligencia y espionaje contemporáneo Hoy, la inteligencia china se estructura desde dos ámbitos principales: civil y militar. La estructura de su aparato de inteligencia es distinta de otros poderes en el mundo, pues ―los requerimientos de información atienden a las necesidades del liderazgo chino‖ (Eftimiades, 1992: 4). En el primer ámbito, encontramos al Ministerio de Seguridad del Estado (MSE) y al Ministerio de Seguridad Pública (MSP), siendo el primero el encargado del contra espionaje, contra inteligencia, la inteligencia extranjera y la inteligencia doméstica, mientras el segundo atiende asuntos de policía nacional y mínimamente inteligencia doméstica. En el segundo ámbito, ubicamos al segundo, tercer y cuarto departamento del Departamento General del Personal del Ejército Popular de Liberación (2DEPL, 3DEPL, 4DEPL), los cuales se encargan respectivamente de: 1. La recolección de la inteligencia exterior, el sistema de defensa attaché, inteligencia de imágenes y reconocimiento táctico; 2.análisis y colección de inteligencia de señales, contando con una importante infraestructura de ciber-colección; 3.guerra electrónica, ataques a redes computacionales, con carácter ofensivo (Feakin, 2013) (véase diagrama 1)

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Diagrama 1. Estructura de inteligencia en China.

Sistema de inteligencia chino

Civil

Militar

Ministerio de Seguridad del EStado

2do Dpto. del Ejército Popular de Liberación (EPL)

Ministerio de Seguridad Pública

3er Dpto. EPL

4to Dpto. EPL

Fuente: elaboración propia con la información de Feakin, 2013: 3-4.

En esta compleja estructura de la inteligencia China, el MSE es quien tiene particularmente una actitud muy activa dentro y fuera de la República Popular, gestionando y articulando las operaciones de inteligencia a través de diversos agentes, provenientes de muy distintos grupos sociales. Los practicantes del espionaje chino pueden dividirse, para efectos analíticos, en cinco áreas: 1. Los diplomáticos, attachés de defensa/militares, periodistas; 2. Agentes de operaciones de infiltración; 3. Académicos e investigadores ( Instituto China de Relaciones Internacionales Contemporáneas y el Instituto China de Estudios Estratégicos Internacionales, por ejemplo); 4. Agentes en oficinales locales del gobierno (estrategia de inteligencia contra Taiwán, especialmente); 5. Gentes de negocio en China y en el exterior (Mattis, 2014). La diversidad de agentes requeridos por China ha creado una imagen generalizada del espionaje basado en el despliegue numeroso de espías para recolectar cada uno ―un grano de arena‖. Sin embargo, centrar el argumento en la masividad de la actividad china podría ser un error grave, pues uno puede perder de vista la compleja acción y profesional estructura de inteligencia. Por el

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contrario, si tomamos la numerosa participación de agentes chinos a partir de la lógica de una recopilación de información importante, más allá de un grano de arena, podríamos concluir que de hecho, la capacidad de recolección de datos estratégicos, es un aspecto relevante del sistema de inteligencia. Con un aparato de inteligencia y espionaje como el chino, es entendible la preocupación de los neorrealistas en la academia estadounidense sobre las implicaciones del ascenso económico chino, sin embargo, la pregunta necesaria es hasta donde este elemento dentro de la seguridad China es reflejo del animus necandi a Washington. En un primer acercamiento, es importante observar la política defensa actual: La política China de defensa para la nueva etapa del nuevo siglo, incluye lo siguiente: sostener la seguridad nacional y la unidad, y asegurar el interés del desarrollo nacional; lograr el desarrollo total, coordinado y sostenible de los fuerzas armadas y defensa nacional de China; mejorando el desempeño de las fuerzas armadas con informacionización como el criterio de medición más importante; implementando la estrategia militar de defensa activa; buscando una estrategia defensiva nuclear; fomentando un ambiente de seguridad garantizador del desarrollo pacífico chino (MD, 2014).

Aún desde el Ministerio de Defensa, la parte militarizada del sistema de inteligencia, el argumento del desarrollo pacífico se utiliza como referente. Antes de catalogar el argumento del ascenso pacífico como una retórica falsa y demagógica, deben evaluarse las acciones concretas en inteligencia y espionaje a fin de poner en tela de juicio, por un lado, los argumentos neorrealistas y constructivistas sobre el peligro chino y la estabilidad como característica histórica del arreglo regional, y, por otro, el discurso del gobierno chino del pacifismo en el aumento de poder china. Casos de espionaje, ¿cuál es el motivo? Uno de los casos de espionaje chino más citado es el del trabajador de la Agencia Central de Inteligencia Estadounidense (CIA, por sus siglas en inglés) Larry Wu-Tai Chin, quien laboró por treinta años espiando para el gobierno chino. En ese año, 1986, algunos oficiales del gobierno estadounidense argumentaron que era realmente un atentando contra la seguridad y más aún después de que este admitió haber dado a los chinos reportes de inteligencia sobre lejano oriente, los cuales eran altamente clasificados (Engelberg, 1986). En aquel momento, China no tenía el status económico y político que tiene en el siglo xxi, por tanto, a partir de este caso podría

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inducirse que las prioridades en la época iban enfocadas en parte, a ubicar los intereses de los Estados Unidos en la región. Asociado con el desarrollo económico chino, podemos observar en épocas más recientes mayores actores involucrados en la obtención de información que trascienden el involucramiento de espías en agencias de inteligencia de otros Estados, como la CIA. Es de particular importancia la percepción sobre los institutos académicos y la cercanía con el MSE. Cui Liru5, el académico que ha publicado reflexiones sobre el ascenso pacífico chino, fue puesto bajo los reflectores, cuando reportes de la CIA revelaron una larga lista de oficiales estadounidenses y extranjero que han intercambios información con él. Según este reporte, Cui era identificado como uno de los cinco expertos que han trabajado por un largo tiempo de manera encubierta para el MSE. Siendo el actual director del Instituto China de Relaciones Internacionales Contemporáneas, ha realizado este tipo de encuentros, aunque en general el Instituto tiene una tradición en brindar información a la CIA, que es catalogada como des-información con la intención de influir en las políticas estadounidenses (Gertz, 2011). Ser un académico que respalda el ascenso pacífico como discurso, pero al mismo tiempo trabaja para des-informar y obtener información de manera estratégica, refleja un pragmatismo en la propia estrategia china: existe una acción dual que no es incongruente, puesto los objetivos que se buscan tienen relación con las necesidades domésticas y no reflejan la intención de llevar cabo acciones militares, como la columna vertebral del cumpliento de estos. Dentro de las noticias del espionaje chino actual, es el espionaje económico el que ocupa un lugar preponderante. Las empresas chinas, según le monde diplomatique, se apropiaron de la tecnología magnética maglev, utilizada en la creación del tren construido por los alemanes entre Pudong y Shanghai (Sallon, 2011). La intención del gobierno chino al desarrollar esta tecnología, tiene el objetivo de lograr una independencia tecnológica, preocupación compartida por las economías en desarrollo. Llama la atención la catalogación del espionaje económico chino como una muestra de ―la tentación imperialista‖ (Shallon, 2011). El problema de esta aproximación es que se asume, desde una postura realista, la pesimista visión de una amenaza latente del ascenso chino, sin tomar en consideración el status ―en desarrollo‖ de su economía. Y más aún, es una interpretación que olvida que domésticamente el estado todavía se encuentra en construcción de 5

En la sección de la teoría del ascenso pacífico en este texto, se utilizan parte de las reflexiones de este académico.

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la unidad, por lo que parte de los esfuerzos de inteligencia y espionaje están focalizados en los problemas internos. Un espía chino, Li Fengzhi, que desertó de las filas del Ministerio de Seguridad del Estado en 2004, argumentó que el servicio de espionaje civil de su país usa una buena parte de su tiempo robando secretos en el exterior, pero también reforzando el poder del Partido Comunista, mediante la represión de grupos religiosos y los políticos disidentes en el interior. Además, el desertor habló de un manual secreto creado por el MSE en donde se específica el rol primordial del servicio en la búsqueda de los intereses del Partido Comunista (Gertz, 2009). Otro medio de espionaje favorable a China ha sido el ciber-espacio, también contemplado en la teoría del ascenso pacífico y el mundo armonioso, ―mediante este tipo de ataques se ha tenido como blancos a los activistas pro-democracia, tibetanos, la comunidad Uighur, los practicantes del Falun Gong y los partidarios de la independencia de Taiwán, así como aquellos que presentan una imagen negativa del país dentro o fuera del territorio‖ (Feakin, 2013). Es notable la atención doméstica de los servicios de inteligencia chinos, los cuales buscan mantener estable el sistema político, la cual es una difícil tarea dado el tamaño del territorio chino, la diversidad de etnias, ideas, e intereses convergiendo. Si bien, es cierto que existe un enfoque en el espionaje chino basado en aspectos tradicionales de seguridad, como las infiltraciones en la CIA sugieren, también es cierto que existe una particular preocupación por preservar la existencia del Partido Comunista Chino. Así, el desarrollo pacífico y la armonía, utilizadas en el discurso chino, son reales, siempre y cuando no exista amenaza para la preservación del status quo doméstico y el desarrollo económico sea garantizado. Conclusión En México los estudios del ascenso de China, responden a una lógica en la cual Asia se ha convertido en una referencia de éxito. A diferencia de lo que sucedía en la sociedad mexicana a principios del siglo xx, el interés resulta del deseo de conocer el fenómeno, eliminando la ignorancia que imposibilita crear puentes de entendimiento. A pesar de este positivo cambio de perspectiva, en la academia seguimos acercándonos a los fenómenos de la región a partir de conceptos creados desde occidente: en este caso de teorías como el neorrealismo y el

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constructivismo, lo cual no es algo necesariamente negativo, pero sí incompleto. La escritora nigeriana Chimamanda ya nos ha advertido del peligrio de la historia única (2009). Las teorías de relaciones internacionales son herramientas que ayudan a comprenden parte de la realidad del mundo contemporáneo, pero no son la verdad en sí mismas ni las únicas formas de interpretar las acciones de los actores en el sistema internacional. Considerar en el análisis el discurso del actor en cuestión y observar los medios que utiliza para entender sus objetivos, son otra forma de aproximarse al estudio. El caso del ascenso China funciona estratégicamente para esta empresa, pues ni el neorrealismo, ni el constructivismo han explicado de manera completa el fenómeno. Las acciones del servicio de inteligencia chino y las prácticas de espionaje, que sugieren un interés por obtener información usando estudiantes, delegaciones diplomáticas, entidades comerciales, académicos, y demás agentes, atentan contra la soberanía de los estados. Pero, más allá de un animus necandi a Washington, el interés es crear condiciones internacionales para el perenne desarrollo económico de Beijing, lo que a su vez pretende garantizar la supervivencia del Partido Comunista Chino. En este sentido, el ascenso pacífico es real, en cuanto a que China no busca eliminar a Estados Unidos militarmente o crear una política de expansionismo territorial para convertirse en la nueva hegemonía mundial. Sin embargo, los medios utilizados a partir de las estrategias del Ministerio de Seguridad del Estado, demuestran que el gobierno no escatimará en recursos de inteligencia y espionaje –entre otros- a fin de garantizar su modernización y desarrollo económico. Los estudiosos deben tener cuidado enfatizando únicamente como peligro el ascenso de China, pues su formar de ascender también dependerá de las acciones y actitudes que se tenga para con ella. En otro orden de ideas: China en ascenso, mas EU no es un fin, Es tan sólo un medio.

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El incremento de poder de China y su impacto en las instituciones internacionales. Eduardo Tzili Apango [email protected] El Colegio de México Resumen: Durante los últimos 35 años China ha experimentado un importante desarrollo económico. Esto se traduce en el incremento de su poder como Estado-nación. Algunos autores afirman que lo anterior implica un impacto en las instituciones internacionales, lo que guiaría a su reconfiguración. La presente investigación estudia la relación entre China y algunas instituciones en Asia. La hipótesis principal asevera que, en efecto, el desarrollo económico y consecuente incremento de poder hace que China intente cambiar las instituciones regionales. Los resultados refutan dicha hipótesis, ya que no existe una relación directa entre incremento de poder e impacto en las instituciones internacionales. Abstract: During the last 35 years China has experienced an important economic development. This is reflected in the increase of the State‘s power capabilities. Some authors say that this situation involves an impact in the international institutions, which will lead to their reconfiguration. This research studies the relationship between China and some Asian institutions. The main hypothesis sustains that China is attempting to change regional institutions due to its economic development and power rise. The results refute the hypothesis given the fact that there is not a direct relation between power rise and an impact in international institutions.

Instituciones internacionales: revisión teórica Este apartado tiene por objetivo la construcción de un marco teórico-metodológico adecuado para el análisis de la influencia de China en las instituciones internacionales. Primero se procede a definir qué son las instituciones internacionales y, después, se propone un marco teórico afín al objetivo principal de la investigación. De manera paralela a la Ciencia Política, o a la Sociología, el enfoque institucionalista también se desarrolló en Relaciones Internacionales. Primero, se consideró que el papel de las instituciones solo era resultado de la distribución del poder económico y político internacional. La Teoría de la Estabilidad Hegemónica resultó ser el aporte clásico más elaborado acerca de la institucionalización en el sistema internacional. Después, el ―nuevo institucionalismo‖ reforzó la 68

idea de que las normas e instituciones importan en la dinámica del sistema internacional. Se enfoca en el estudio de la cooperación, y el académico que más ha contribuido a su estudio es Robert Keohane (Ruggie, 1992, pp. 564-565). De acuerdo con Keohane, ―para entender la política mundial, debemos mantener en mente tanto la descentralización como la institucionalización‖ (Keohane, 1993, p. 14). Esto es importante en la medida en que gran parte del comportamiento, de los actores internacionales, se reconoce como un reflejo de reglas, normas, convenciones establecidas, entendimientos formales e informales por parte de otros actores. De igual manera, ―para entender las condiciones en las cuales puede tener lugar la cooperación internacional, es necesario entender cómo funcionan las instituciones internacionales y las condiciones en las cuales llegan a existir‖ (Keohane, 2005, pp. 235-235). Es decir, contrario a la noción realista de que el sistema internacional solo es una arena anárquica donde prevalece la dinámica del conflicto, el ―nuevo institucionalismo‖ estudia los factores que resultan en una dinámica de cooperación. Según Mearsheimer (1995, pp. 13-14), se identifican cuatro variedades de teorías institucionalistas en Relaciones Internacionales: Realista, Liberal, Seguridad Colectiva y Teoría Crítica. Éstas retoman algunos aspectos de otros enfoques de análisis institucional, como la dependencia del trayecto de la Ciencia Política, o la elección racional de la Sociología. 1 Además, añaden conceptos de la disciplina de Relaciones Internacionales, sobre todo la idea del poder y su distribución en el sistema internacional. El enfoque más temprano, de la Teoría Realista, infiere que las instituciones tienen poco o nulo impacto en la conducta de los Estados, debido a que asume que el sistema internacional se mantiene en un estado de competencia en materia de seguridad (Mearsheimer, 1995, pp. 9-14). No obstante, cabe destacar que el mismo Estado es una institución que se formalizó en el siglo XVII con la Paz de Westhpalia. Esto implicó una evolución de otras prácticas y acciones que relacionaron a los pueblos y sociedades antes de la creación del Estado. El sistema de Estadosnación –con las instituciones que implica, como la soberanía– representó la adopción de una 1

La ―dependencia del trayecto‖ se refiere a que después del establecimiento de una institución, la evolución lenta y constante se convierte en la norma, por lo que los actores que formen parte de la trayectoria de una institución, tienden a mantenerse en ella en lugar de saltar a otro tipo de institución. La ―elección racional‖ asume que las instituciones limitan el rango de opciones que los actores pueden adoptar en persecución de sus intereses. Véase: Campbell (2009, pp. 5-7).

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institucionalidad que ayudó a resolver los problemas que existieron en Europa, y que culminaron con las Guerras de Treinta y Ochenta Años. En este sentido, puedo aseverar que la profundización en las interacciones puede fomentar la creación de instituciones que, a su vez, pueden fungir como nuevos actores. Tal fue el caso del Estado o de las organizaciones internacionales, como la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). La Teoría Realista no es, propiamente, una teoría de instituciones internacionales. La primera teoría de este tipo fue la Teoría Liberal, la cual solo busca explicar la manera en que se da la cooperación internacional. Asume que las instituciones fomentan la estabilidad internacional, y que facilitan la cooperación entre los actores de manera más sencilla de lo que la perspectiva realista asevera. En esta línea surgió también la Teoría de Seguridad Colectiva, que estudia la forma en cómo las instituciones contribuyen a causar la paz. De manera más reciente, la Teoría Crítica evalúa el nivel epistemológico y ontológico de la teoría institucionalista; revisa los supuestos del Realismo porque los considera ―ideas hegemónicas‖ en el discurso de la disciplina de Relaciones Internacionales (Mearsheimer, 1995, pp. 17-42). Keohane (2005, pp. 249-266) afirma que las vertientes de teorías institucionalistas se distribuyen en dos enfoques, el racionalista y el reflexivo. La Teoría Realista, la Liberal y la de Seguridad Colectiva se ubican en el primero, mientras que la Teoría Crítica en el segundo. Por un lado, critica el determinismo del Realismo, ya que, simplemente, si la cooperación fuera fácil o no se requiriera, no habría instituciones. Al momento en que se reconoce que los Estados hacen uso de las instituciones, se acepta su existencia en la dinámica global. El enfoque racionalista se aboca a estudiar instituciones específicas, las cuáles, incluso, se dan en un contexto realista, como las instituciones de seguridad (desarme, balance de poder, cooperación militar). Por otro lado, el enfoque reflexivo reconoce la importancia de las variaciones que tienen los valores, normas y prácticas en diferentes culturas. Es decir, no solo el poder configura cierto orden, sino también las ideas. De igual manera, dichas variaciones se dan en una coyuntura de institucionalización previa, por lo que no existe institución que surja espontáneamente, a excepción de las económicas. Según Keohane, el ―nuevo institucionalismo‖ –también llamado ―Institucionalismo neoliberal‖ o Neoliberalismo– tiene afinidades con la Teoría Realista y la Liberal. Al reconocer la importancia que las instituciones internacionales tienen en la conducta de los Estados, en tanto afectan su 70

comprensión sobre los papeles que deben jugar en la dinámica global, también se ubican afinidades con la Teoría Crítica. Al admitir que ―las instituciones internacionales tienen aspectos constitutivos y regulatorios‖, el Institucionalismo neoliberal forma un puente entre las distintas variedades de teorías institucionalistas (Keohane, 1993, pp. 20-21). Lo anterior no quiere decir que el Institucionalismo neoliberal carezca de discrepancias con los otros enfoques teóricos. Sin embargo, pienso que es la teoría más adecuada para explicar la influencia de China en las instituciones mundiales. Ahora bien, ¿qué es una institución internacional? Keohane se refiere a ellas como un modelo general, categorización de actividad, o arreglo particular que se construye por el hombre y se organiza de manera formal o informal. Implican conjuntos de reglas, persistentes y vinculadas, que prescriben papeles de comportamiento, restringen la actividad y configuran las expectativas (Keohane, 2005, p. 242). Groom (1998, pp. 3-4) por su parte, define a las instituciones como aquél marco que facilita, coordina e, incluso, estimula las transacciones o interacciones recurrentes. Se comportan, a la vez, como evidencia y como actores en dicho sistema de transacciones. Sin embargo, no distingue una clara diferencia entre una institución y una organización internacional. Al respecto, Keohane (1993, pp. 17-19) establece que se pueden identificar tres tipos de institución: organizaciones, regímenes y convenciones. Lo que para Groom no implica diferencia, para Keohane significa un grado creciente de institucionalización (Véase Gráfica 1). Gráfica 1. Tipos de instituciones internacionales

Fuente: Elaboración propia

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Guy Peters (1999, pp. 163-166) hace algo similar; etiqueta a las instituciones internacionales más como ―regímenes‖, ya que las ―instituciones‖ solo se ubicarían en el espacio del Estado-nación. Empero, reconoce que las múltiples definiciones de regímenes internacionales conllevan varios cuestionamientos del orden teórico-conceptual. Esto se observa, sobre todo, en el problema de saber si las instituciones, o regímenes para el caso internacional, surgen espontáneamente de la interacción, o son producto de un diseño consciente. Al respecto, Keohane (1993, pp. 22-23) establece que el Neoliberalismo comparte con el Neorrealismo la importancia que se le otorga al poder del Estado-nación en razón de su capacidad de fomentar instituciones que sirvan a sus intereses. También comparte con la Teoría Crítica la percepción de que las instituciones configuran el comportamiento del Estado. March y Olsen (1998, p. 948) definen institución como una colección estable de prácticas y reglas que rigen una conducta apropiada para un determinado grupo de actores en situaciones específicas. Dichas prácticas no tendrían sentido si no se encontraran imbuidas es una estructura de significados, esquemas de interpretación y recursos que permitan explicar, legitimar e impulsar a los actores a asumir los papeles que les corresponde en una colectividad. Su propuesta se inserta en la Teoría Crítica, porque observa el peso de la historia para determinar las instituciones en la que los actores operan; es una dependencia del trayecto. Para Cooper (2011, pp. 15-24), las instituciones internacionales son bienes públicos importantes para el funcionamiento de los mercados internacionales. De igual manera, afirma que la acción colectiva se requiere para la provisión de otros bienes públicos y, así, reducir externalidades transnacionales negativas. Sin embargo, la falta de provisión no solo se debe a fallas en el mercado, sino también a fallas gubernamentales. Es posible decir, entonces, que las instituciones internacionales funcionan como un bien público que contribuye a abastecer a otros bienes públicos,2 además de regular males públicos, en la ausencia de un gobierno mundial (Nayyar y Court, 2002, pp. vii y xi). En síntesis, las instituciones internacionales son, básicamente, patrones de conducta que se inscriben en un marco regulatorio definido, y que se insertan en un campo común de significados. 2

Un ejemplo es la Cooperación Internacional para el Desarrollo, ya que es una práctica institucionalizada entre los Estados –es decir, con base en ciertas normas y principios– que contribuye a la provisión de otros bienes públicos globales, como el conocimiento o la paz. Véase: Tzili Apango (2013, pp. 6-8).

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La distribución de poder entre los Estados influye en la configuración de las instituciones. No obstante, el ―empoderamiento‖, que las instituciones reciben de dicha distribución también limitan las acciones de los Estados. Como reconocen Keohane y Underdal (2011, pp. 51-52), el ascenso de Estados-nación, con cada vez mayor poder, tiene implicaciones en las instituciones globales porque éstas se conforman por el poder, y éste se conforma por los patrones de interdependencia asimétrica. Es decir, cuando los patrones de interdependencia cambian, también lo hacen las relaciones de poder. Pienso que el mayor impacto de China es sobre las instituciones internacionales de naturaleza económica en razón de su acelerado crecimiento económico. Mi estudio se enfoca en la influencia de China sobre las instituciones económicas internacionales, aunque no deja de lado otro tipo de instituciones. En este sentido, observo que en el actual sistema internacional se percibe una mayor interdependencia entre los Estados en razón del incremento de la integración económica y comercial. A mayor número de transacciones entre los Estados, mayor tendencia hacia las fricciones a no ser que se llegue a un común acuerdo para evitarlas y, así, gobernarlas de mejor manera. Estos acuerdos comunes varían en su grado de institucionalización, pero se conforman con base en instituciones ya establecidas. Sin embargo, si se considera que la distribución de poder configura a las instituciones a la vez que les otorga poder y, por consiguiente, capacidad de actuación internacional, resulta lógico pensar que los acuerdos comunes de ciertos países, con gran poder, pueden llegar a influir sobre instituciones internacionales previas. Parto del hecho de que para saber si un actor internacional modifica alguna institución, o establece nuevas prácticas que bien podrían institucionalizarse después, primero se deben identificar qué instituciones existen en la coyuntura. Esto implica saber qué prácticas se realizan para su funcionamiento, qué reglas se obedecen, el grado de institucionalización y la distribución de poder para identificar los Estados base de su funcionamiento.3 En segunda instancia, es menester revisar el incremento de poder internacional de un actor determinado, así como el aumento de sus interacciones económicas internacionales. Esto con el fin de saber si existe el potencial de influir en instituciones internacionales. Después, identificar qué prácticas

3

En otras palabras, la ―arquitectura organizacional‖. Véase: Balding y Wehrenfenning (2011, pp. 8-9).

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institucionales realiza tal actor, si son diferentes a las tradicionales, y hasta qué punto es su institucionalización. La influencia de China en las instituciones internacionales Shambaugh (2013, pp. 100 y 112) considera que el incremento de poder de China contribuye a la redistribución global de poder y, por consiguiente, a la renegociación de las instituciones internacionales. Ubica al país asiático en una cuarta fase de interacción con las instituciones internacionales y la gobernanza mundial, a la cual denomina ―alteración del sistema‖. Chin (2010, pp. 84 y 94), de igual manera, afirma que China exhibe, moderadamente, formas reformistas en su conducta institucional global en razón del incremento de sus capacidades nacionales, y coloca el ejemplo del incremento en su influencia en África de frente a las normativas del Banco Mundial (BM) y Fondo Monetario Internacional (FMI). Esto es evidente en la medida en que, desde 2012, el país asiático ya dona más dinero al continente africano que el BM (Thaler, 2012) lo que repercute en la institucionalización de normas –ya sea para el desarrollo o para la estabilidad macroeconómica– de las organizaciones económico-financieras internacionales. Otras contribuciones académicas denotan un cambio de percepción en la actitud de China hacia las instituciones. Durante las dos décadas que abarcan 1990-2010, la política exterior china fue pro statu quo, dejando atrás el revisionismo maoísta, con la clara intención de integrarse a las normas globales (Johnston, 2003; Feng, 2009). Pero, también se observa la intención de China de hacerse de un camino propio en la integración continua del sistema internacional, en el que atiende o hace caso omiso a prácticas y normas globales e intenta reformar algunas más. Un caso interesante resulta ser el alejamiento, cada vez mayor, de posiciones occidentales en el seno de Naciones Unidas respecto a diversos temas, ya que se registra una correlación en los votos en la Asamblea General mayor entre China y países como Brasil, India o Irán, que con Estados Unidos o Francia., aunque la situación sucede a la inversa en el Consejo de Seguridad (Shambaugh, 2013, p. 112). Otro caso representativo sería el capitalismo de Estado, en contraste con el Estado liberal del modelo económico anglosajón, en el cual China se aprovecha de las normas del libre comercio pero dirige la producción económica y las inversiones (Chin y Thakur, 2010).

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Aportaciones más recientes apuntan a un enfoque intermedio. Por un lado, el debate –el cual inició con la ―Teoría de la amenaza china‖ con base en la obra de Cooper (2004)– varía entre identificar a China como un Estado ―revisionista‖, que apunta al excepcionalidad, o un Estado pro statu quo, que apunta a la socialización internacional. Por otro lado, Horsburgh, Nordin y Breslin (2014, pp. 2-20) afirman que la ―innovación‖ es una lectura más apropiada para estudiar la interacción de China con el mundo. Lo anterior implica reconocer que China denota actitudes conciliadoras para algunos tópicos, como la doctrina nuclear, y actitudes retadoras a las normas globales, como la cooperación para el desarrollo. Sin embargo, también implica subrayar una actitud intermedia que no intenta cambiar las reglas del juego, sin que tampoco siga normas globales establecidas. Tal es el caso de la formulación de una ―Teoría china de Relaciones Internacionales‖, o el uso de los Institutos Confucio como herramienta de poder suave. Se podría decir, entonces, que China modifica algunas instituciones internacionales de manera relativa. En este sentido, la problemática de investigación gira en torno a saber qué instituciones modifica, y cómo las modifica. Para tal fin, como primer paso de un estudio más amplio, analizo la actuación de China en Asia. Esto lo hago porque opino que si existiese un impacto global del poder chino, la región asiática sería la primera en recibirlo. Luego entonces, me propongo revisar el desempeño chino en el fomento de instituciones regionales y su probable impacto a instituciones globales. Crecimiento económico e incremento de poder de China En 2011 China superó a Japón como la segunda mayor economía global, aunque en términos de Producto Interno Bruto (PIB) per cápita, el país nipón es superior (BBC News, 2011). Como potencia económica global, China aún debe recorrer largo trecho. Sin embargo, China parece estar cosechando frutos como un actor que influye en las instituciones internacionales: desde 2010, el Yuan avanza, de manera determinante, en su camino a desempeñarse como moneda de referencia frente al Dólar y al Euro, lo que ocasiona la hipotética conformación de un ―Bloque Renminbi‖ en el Este asiático, toda vez que un 70% de las monedas regionales4 realizan muchos movimientos de manera más cercana al Yuan que al Dólar estadunidense, lo cual, a su vez, es reflejo de una alta integración comercial (Subramanian y Kessler, 2013).

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Won surcoreano, Rupia indonesia, Ringgit malasio, Peso filipino, Nuevo Dólar taiwanés, Dólar singapurense y Baht tailandés

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El modelo de los ―gansos voladores‖, de iniciativa japonesa, fue un régimen regional que tendió a convertirse en organización. Esto se vislumbró con la propuesta del Fondo Monetario Asiático, a fin de mitigar los efectos de la crisis de 1997 en el sureste de Asia (Fawcett y Hurrell, 1995, pp. 38-42). Sin embargo, la reducción de la participación japonesa en el comercio global, 5 sumado a la disminución de sus importaciones asiáticas y a las restricciones de corte interno e internacional (pugna entre grupos políticos, dependencia de Estados Unidos), no permitieron la formalización de ciertas prácticas económicas institucionales (Ramírez Bonilla, 2011). En su lugar, el crecimiento económico chino reconfigura los patrones económico-comerciales asiáticos. En la primera década del siglo XXI, China se convirtió en la mayor importadora de productos asiáticos y en la mayor exportadora de productos manufacturados en la región (Gaulier, Lemoine y ÜnalKesenci, 2006), lo que modificó la estructura productiva regional (Véase Cuadro 1). Cuadro 1. Evolución de la dinámica de las economías* del Este de Asia

• •



1970-1980 Importación de bienes de capital y bienes intermedios, de Japón. Procesamiento y ensamblaje para exportar bienes finales a Estados Unidos

2000-2010 Aumentan las importaciones de China en favor de su consumo interno.

1980-1990 Exportación de bienes intermedios a China • Procesamiento y ensamblaje, con base en el trabajo intensivo, para exportar bienes finales a Estados Unidos Importaciones de valor añadido, por parte de Japón y Estados Unidos, dominan la cadena regional de valor en el Asia-Pacífico •

1990-2000 China promueve las industrias de alta tecnología (high-tech) y de conocimiento intensivo (knowledge-intensive) Importaciones de valor añadido, de China, dominan la cadena regional de valor. •

* Particularmente los nuevos países industrializados (NIC‘s), o Tigres Asiáticos (Singapur, Taiwán, Hong Kong, Corea del Sur). Fuentes: Meng, Zhang e Inomata (2013, p. 132), Lemoine (2010), Gaulier, Lemoine y Ünal-Kesenci (2006), Ohashi (2005, p. 76), Ash (2005, p. 97).

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De 11.8% a 7.2% en exportaciones, y 5.4% a 4.1% en importaciones, de 1993 a 2003.

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De acuerdo con Rodríguez (2013, p. 224), lo anterior muestra una ―integración productiva en Asia del este‖, lo cual se refleja en que China aumentó el volumen de su comercio con el resto del mundo de 24, 109 millones de dólares (mdd) a 181, 510 mdd, de 2000 al 2010. Sin embargo, el volumen comercial con Japón pasó de 145 mdd a -55, 693 mdd, en el mismo periodo de tiempo. Si se consideran la suma de los volúmenes de comercio, de China con algunos países del Este asiático,6 se observa un déficit de -39, 288 mdd. China tiene un superávit con el resto del mundo y un déficit con la mayoría de sus vecinos, lo que también se puede ver como que Asia del este y suroeste mantienen una estructura comercial que se relaciona con el resto del mundo, en la que no solo participa China. La crisis de 1997 y los crecientes volúmenes de comercio hicieron que China considerara aumentar la institucionalización de sus relaciones con los países del Este y Sureste asiático. Se firmaron los Acuerdos de Asociación Económica Estrecha con Hong Kong y Macao (2003), el Tratado de Libre Comercio China-Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ANSEA, en 2004), con Singapur (2008) y un Acuerdo Marco de Cooperación Económica con Taiwán (2010). Además, actualmente se estudian las posibilidades de un Tratado de Libre Comercio China-Corea y China-Corea-Japón (BBC News, 2010; MOFCOM, 2014). En 2012 se anunció el inicio de las negociaciones para la Asociación Regional Integral Económica (ARIE), a ser implementado en 2015, y que integraría a los países de la ANSEA más Australia, China, India, Japón, Corea del Sur y Nueva Zelanda, lo cual se piensa que es una respuesta ante las negociaciones del Tratado Transpacífico (TTP), con Estados Unidos a la cabeza (Lu, 2013). No obstante, este último punto aún queda pendiente por analizar, ya que se observa la calidad de doble membresía por parte de algunos países, como Singapur, Malasia o Vietnam, en ambos ―mega acuerdos‖. Además, las intenciones de China por participar en el TTP hacen dudar del efecto ―retador‖ hacia la nueva institucionalización de relaciones económico-comerciales en el Asia-Pacífico (FTA Singapore, 2012; Brookings, 2014). Con respecto a esto último, es preciso recordar el problema sobre la oferta y demanda de instituciones internacionales. Con base en la gráfica 1, un Estado con capacidades hegemónicas tiene el poder de ofertar un régimen internacional con miras a convertirse en una auténtica

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Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur, Corea del Sur, Tailandia y Taiwán.

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organización internacional. El caso de la Organización de Naciones Unidas (ONU) bajo la hegemonía estadunidense en un ejemplo clásico. No obstante, Keohane (2005, pp. 155-2010) argumenta que la cooperación es posible en la ausencia de la hegemonía, ya las interacciones entre los actores puede resultar en una demanda de regímenes internacionales. El caso de la respuesta multilateral y la ausencia de una hegemonía ante la crisis de 1997, lo que se repitió frente a la recesión global financiera de 2008, son casos representativos de esta situación (Tzili Apango, 2012a). Para el caso de la dinámica regional en Asia-Pacífico, es posible aseverar que el crecimiento económico chino no repercute en un impacto profundo de las instituciones internacionales. De hecho, la proliferación de regímenes internacionales se ha hecho al amparo de instituciones ya existentes. Aunque hay prácticas institucionalizadas muy propias de Asia, o de China, como la figura de la Asociación Económica Estrecha, o la misma ANSEA, el hecho de elegir el instrumento que implican los Tratados de Libre Comercio es signo de seguir las instituciones económico-comerciales tradicionales. En el caso del supuesto enfrentamiento entre el TTP y la ARIE, el estudio de Ramírez Bonilla (2014) resulta esclarecedor. De inicio, se argumenta que los rasgos de ambos ―mega acuerdos‖ difieren: el TTP se conforma, mayoritariamente, de economías avanzadas, con fuerte dependencia en la dinámica económica estadunidense y con un PIB per cápita muy superior a la media mundial (26, 039 vis à vis 7, 551 dólares). Por su parte, en la ARIE predominan las economías en desarrollo, con un promedio del PIB per cápita menor a la media mundial (4, 007 vis à vis 7, 551 dólares),7 y, lo que es más importante, su dinámica gira en torno a la tríada JapónChina-Corea. En otras palabras, si bien China funge como activo participante en el multilateralismo regional, no es una hegemonía cuyas ofertas en regímenes internacionales impacten en las instituciones internacionales establecidas. Más bien, lo que sucede en el Este asiático son demandas de regímenes internacionales que, poco a poco, aumentan su grado de institucionalización. Además, como señala Rodríguez (2013, pp. 226-227), gran parte del proceso de integración en Asia oriental se debe a empresas multinacionales no asiáticas; el comercio sino-estadunidense como

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Los datos son de 2011, y el valor del dólar es a precios de 2005.

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comercio intrafirmas es característico. Sumado a lo anterior, la fuerza aglutinante de la economía china –lo que se observa en el redireccionamiento de las exportaciones de los países asiático orientales– fomenta ciertas convenciones regionales que, aún cuando pudieran ir en contra de instituciones internacionales, no es el caso. El paralelismo de las economías con fuerte intervención de gobierno (convención asiática)8 frente al libre comercio (institución internacional) es un buen ejemplo. Como se ha visto, la actividad económica china resulta importante para las instituciones económicas regionales. Se observa que, hasta 2007, China reportó un superávit en su balanza comercial mayor al 10% de su PIB. Sin embargo, el déficit que se registró a inicios de 2012 resultó ser el más acentuado en una década (Gachúz, 2014, p. 175). Esta desaceleración económica china podría alentar la institucionalización de las prácticas comerciales en la región. Como mencioné al principio de este subapartado, la conformación de un hipotético ―Bloque Renmimbi‖ parece ser la acción más concreta de enfrentamiento institucional. El alcance de la actividad económica china hizo que Singapur se haya convertido en el centro de Yuan Renmimbi más grande fuera de China. Aunque Hong Kong se mantiene, indiscutiblemente, en la primera posición, Taiwán y Corea del Sur aumentaron el uso del Renmimbi para sus transacciones financieras. Tan solo Corea del Sur aumentó 563% los pagos en Renmimbi, entre junio de 2013 y julio de 2014 (Yu, 2014). Empero, el uso del Renmimbi como divisa regional, en lugar del Dólar estadunidense, refleja más el alcance de la actividad económica china. En otras palabras, es una acción sintomática del efecto ―derrame‖ (spill-over) de la expansión económica china. Su esparcimiento se da lentamente y en un plano ―horizontal‖, sin escalar en la jerarquía regional institucional que, a fin de cuentas, representaría un enfrentamiento con los regímenes existentes. Tal como demuestran Kawai y Pontines (2014), el Dólar continúa siendo la divisa dominante en la región asiática, y el Yuan Renmimbi adquirió una importancia relativa en la canasta de divisas de algunas economías asiáticas, pero a costa del Yen japonés. Ahora me enfocaré en revisar el aumento del poder chino. ¿Qué es el poder? Waltz lo define en términos de ―capacidades‖ para resaltar su característica más como relación social que como

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Sobre esta convención asiática, usualmente llamada ―Modelo Asiático de Desarrollo‖, véase: Singh (1998), Terry (2002) y, particularmente, Stiglitz (2003, pp. 89-132), el cual también versa sobre los efectos de las instituciones internacionales tradicionales en el Este asiático.

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posesión material (Waltz, 2005, p. 17). Gramsci y Morgenthau identificaron al poder como un fenómeno multicausal y multidimensional, con elementos dinámicos tangibles (como la estructura del sistema internacional, los recursos naturales, geopolítica, etc.) e intangibles (características del gobierno y la diplomacia) (Rocha y Morales, 2011, pp. 110-111). Para este trabajo adopto el concepto de poder del Índice de Poder Mundial (IPM), el cual ―es la expresión numérica de la relación entre dos cantidades que ilustran las capacidades materiales e inmateriales de que dispone un Estado-nación para el ejercicio de poder en el sistema internacional‖ (Rocha y Morales, 2011, p. 147).9 Según el IPM, en efecto, China demuestra un aumento en su poder. En una comparación de la tendencia en el IPM de países selectos, se observa que Brasil, Rusia, India y China (BRIC) incrementaron su poder mundial, ya que se registra un crecimiento promedio, de 2000 a 2012, del orden de 0.43%, 1.31%, 0.67% y 1.30% respectivamente. En el mismo periodo, Estados Unidos, Japón, Alemania y Reino Unido disminuyeron su poder mundial (-0.20%, -0.37%, -0.19%, 0.32% respectivamente), aunque Estados Unidos se mantiene como el país con el mayor poder mundial (0.928 en el IPM, frente a 0.780 de China, en 2012) (Morales, 2013) (Véase Gráfico 2). Gráfico 2. Índice de Poder Mundial, países y años selectos

Fuente: Morales (2013) 9

El IPM se construye a partir de la suma de doce índices simples, aquéllos que miden capacidades materiales (índice del PIB, Índice territorial, de población, defensa, comercial y de reservas) y semi-materiales (índice de PIB per cápita, de consumo per cápita, de electricidad per cápita, de educación, de salud, y de investigación y desarrollo). Como es un índice complejo, se ha estado trabajando y actualizando con la inclusión de otros parámetros. Los datos más recientes aún se encuentran en proceso de elaboración. No obstante, es posible afirmar que el posicionamiento general de los Estados no muestra mayor alteración, por lo que la medición de las tendencias del poder global se mantienen (Morales, Rocha y Vargas, 2014).

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Sin embargo, de nada sirve tener un gran poder sino existe la intención de ejercerlo. En el caso de China, Rosencrance (2006) asevera que es especialmente sensible a las ventajas de un crecimiento económico sostenido, por lo que su intención de desorganizar a las instituciones internacionales es mínima. Lo anterior se debe a que el grado de interdependencia entre China y el resto del mundo se ha incremento exponencialmente en los últimos años. Esto se observa de manera especial con Estados Unidos, ya que es el mayor mercado para las exportaciones chinas y una de las principales fuentes de know-how para su ascenso tecnológico, aunado a que China es el principal tenedor de instrumentos de su deuda pública (Fonseca, 2011, p. 127). Es decir, si se asume que los choques institucionales resultarían del desentendimiento entre dos actores que fomentan sus propias instituciones, no es el caso para China y Estados Unidos. Profundizaré al respecto. En materia militar y de defensa, lo que relaciono con el ejercicio del poder, Ross (2011, p. 97) asevera que en el periodo que abarca de 1978 a 2008, ―los vecinos de China han tenido que ajustar sus políticas de seguridad para acomodarse a los intereses de una China en ascenso‖, lo que coincide con la opinión de Kang (2007, p. 50): ―con la excepción de Taiwán, ningún Estado de Asia oriental teme el uso chino de la fuerza, […] los Estados de la región, incluyendo Taiwán, están fortaleciendo, cada vez más, su cooperación diplomática y política con China‖; hay alineación en lugar de balance de poder. Con relación a esto, se registra que de 2000 a 2010 Beijing incrementó su promedio de gasto militar, en relación con su producto interno bruto (PIB), de 0.016% anual, mientras que, por un lado, Malasia, Mongolia y Singapur presentan promedios negativos en el gasto de defensa, y, por otro lado, países como Japón, Kazajstán y Corea del Sur no aumentan su gasto a más del 0.013% anual. La excepción es Vietnam, que registra un aumento promedio del 0.2%, lo cual puede deberse a dos cuestiones: la histórica rivalidad regional por el sureste asiático (que incluye la disputa por las islas Spratly) (Toledo, 1979), y su crecimiento del PIB anual (7.22% promedio anual según datos del BM en el periodo de 2000 a 2010) por lo que parece correcto decir que el incremento del gasto a la defensa en relación con el PIB obedece más al crecimiento económico que en general experimentó la región (promedio de 3.77% de 2000 a 2010, de acuerdo al Banco Mundial) que a un miedo de la presencia china (Tzili Apango, 2012b, pp. 67-68). La situación en la región del Mar del sur de China resulta ilustrativa para observar choques institucionales. La institucionalidad que rige la conducta marítima de los Estados es la 81

Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Cabe mencionar que estas normas cuentan con un alto grado de institucionalización, por lo que se podría ubicar en el espectro de ―organización‖ de la gráfica 1. No obstante, también es importante señalar que la institucionalización de este tipo de normas siguió una trayectoria, histórica y geográfica, diferente a la que se desarrolla en el Este asiático. Con el incremento de poder regional, China redefinió su política exterior con base en el multilateralismo, lo que hace que se apoye en organismos como la ANSEA o la Organización para la Cooperación de Shanghai (OCS). En el caso de las islas del Mar del sur de China, en 2002 Beijing firmó una declaración conjunta con la ANSEA para establecer los principios que ayudarían a resolver el conflicto geopolítico. Es decir, optó por resolver una situación que implica derechos marítimos, al margen de lo establecido por la Convención de Naciones Unidas. Sin embargo, Filipinas buscó el arbitraje internacional para la resolución de las controversias marítimas, con base en el seguimiento de la mencionada convención y la mediación estadunidense. China, ante ello, acusó a Filipinas de perseguir una acción internacional en su contra (De la Rosa, 2014, 10-18; Wong, 2014). El párrafo anterior describe el choque de una institucionalidad en ciernes, la cooperación ChinaANSEA para la resolución de conflictos, con una institucionalidad establecida, la Convención de Naciones Unidas. La dificultad de resolver la situación, por medio del Código de Conducta sobre el Mar del Sur de China (o la declaración conjunta China-ANSEA), se fundamenta en que no todos los miembros de ANSEA comparten la disputa territorial, además de que el 12% del comercio de ANSEA se realiza con China. Si bien la resolución entre las partes directamente involucradas, al amparo de la naciente institución, llevaría mucho tiempo, la ―interferencia‖ estadunidense no contribuye mucho a la evolución de una institucionalidad propia del Sureste asiático, misma que ya tiene tiempo en consolidación, y cuyos frutos se observan en el Tratado de Amistad y Cooperación en el Sureste de Asia (China-ANSEA), en la firma de Protocolo al Tratado de una Zona Libre de Armas Nucleares en el Sureste de Asia, y en los ya mencionados tratados de libre comercio (Liang, 2011; Tiezzi, 2014). Del lado del Noreste asiático, la delicada situación en la Península de Corea ha hecho que Beijing aprenda variadas tácticas diplomáticas para, por un lado, no permitir la intromisión de organizaciones internacionales tradicionales en su área de influencia y, por otro lado, presionar a Pyongyang para reducir el tono de su retórica agresiva. Se recuerda, por ejemplo, que durante la

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primera crisis nuclear (1993-1994), China vetó las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que fueron dirigidas a Corea del Norte. Sin embargo, en 2003 se registró un cierre en el suministro de petróleo, de China hacia Corea del Norte, lo que pudo repercutir en que funcionarios norcoreanos aceptaran acudir al diálogo de tres partes (China, Estados Unidos, Corea del Norte). Ese mismo año surgió la Plática de las Seis Partes (Six-party Talks), como un reflejo de la capacidad diplomática china de proponer un nuevo régimen para la solución de problemas en el Noreste asiático (Chung, 2005, pp. 155-163). Las pruebas nucleares norcoreanas de 2006 y 2009, aunado a la crítica pública china por el hundimiento de la corbeta surcoreana Cheonan en 2010, son signos de la paralización de la Plática de las Seis Partes y el regreso de China a las instituciones internacionales tradicionales. Muestra de ello es que no vetó las resoluciones 1718, 1874, 2087 y 2094, del Consejo de Seguridad, destinadas a sancionar a Corea del Norte (Anguiano, 2011, pp.192-196; ACA, 2013). Los ejercicios militares cerca de la frontera norcoreana, en mayo de 2014, la suspensión de entrega de petróleo a inicios del mismo año, y la movilización de elementos del 12vo Cuerpo del Ejército Popular de Corea del Norte a la provincia fronteriza de Ryanggang (Ryall, 2014), 10 son reflejos de una presión, aún mayor, de Beijing para establecerse como una potencia responsable que sigue las instituciones internacionales a la vez que utiliza sus propios medios de persuasión. Consideraciones finales Las instituciones globales, definitivamente, se encuentran en un proceso de reconfiguración. El incremento de poder de potencias regionales impacta, de una u otra manera, a la estructura de las instituciones internacionales tradicionales. Las perspectivas sobre las consecuencias a la economía global que puede causar la decisión de India, al vetar el Acuerdo para la Facilitación del Comercio en el seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC), resultan emblemáticas en este aspecto (Dominguez, 2014). También lo son las perspectivas sobre los

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De acuerdo con Keck (2014), esta situación merece mayor y futuro análisis, dado que no está claro que las fuentes sobre este incidente sean fidedignas, además de que se observa que la principal fuente, el periódico Chosun Ilbo, publicó la noticia solo en inglés y japonés, y no en corea no o chino. Sin embargo, esto no elimina la tendencia general que China adopta en la zona, aunado a que, en efecto, las relaciones sino-norcoreanas se han enfriado dada la disputa territorial sobre la Montaña Baekdu y la resistencia a las reformas económicas, al estilo chino, por parte de Pyongyang.

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resultados, a largo plazo, que implica la creación del nuevo banco de desarrollo, con capital de 100 mil millones de dólares, por parte de los BRICS (Van Sant, 2014). China, como caso de estudio, sufre una especie de ―enaltecimiento‖ de su imagen. No se pueden negar su desarrollo económico e incremento de poder, como se prueba en este estudio. Sin embargo, eso no implica la alteración de instituciones internacionales tradicionales, como el uso del Dólar a manera de divisa comercial global o la elección de organizaciones internacionales para resolver problemas regionales. Con base en la investigación puedo resaltar dos consideraciones finales. La primera es que no es prudente considerar el desarrollo económico de China como un hecho aislado. Si bien es un motor importante de la economía asiática, no hubiese podido llegar a tal estatus sin el trayecto que marcaron Japón y los NICs‘s. En la medida en que avanzaron las reformas económicas en China, los demás países reajustaron sus estructuras productivas y exportadoras. Esto ha fomentado un alto grado de integración económica, lo que se traduce en gran interdependencia. A causa de ello se observa la reciente proliferación de acuerdos económicos en Asia. Sin embargo, Japón y los NIC‘s no perdieron sus fuertes posiciones económicas, lo que, aunado a la consolidación institucional de ANSEA, no permiten que China formalice una institución ―eminentemente china‖. Si en realidad existiese una alteración a las instituciones económicas internacionales, es posible decir que proviene de Asia y no solo de China. Mi segunda consideración final es que la influencia del incremento del poder chino se ve mermada, principalmente, por la presencia estadunidense en la región. En esta línea también entraría Japón como contrapeso regional. Aunque China pudo consolidar la OCS y las Pláticas de las Seis Partes como regímenes nacientes de claro liderazgo chino, la tendencia histórica regional muestra que China no intenta fomentar nuevas instituciones, o cambiar las que ya existen. A diferencia de la hegemonía estadunidense sobre la región americana –lo que le posibilitó la creación de instituciones, como la Organización de Estados Americanos– China y Japón tienen el suficiente poder como para contrarrestar cualquier influencia hegemónica mutua. De acuerdo con el IPM, el poder de Japón muestra una tendencia a la baja, pero para 2012 siguió superando al poder de China. Como muestran Cornejo y Navarro (2011), la percepción mutua sino-japonesa impide un mayor acercamiento político, lo que al final se podría traducir en voluntad para crear nuevas instituciones regionales. No obstante, la interdependencia económica es tan fuerte que un 84

enfrentamiento por cualquier disputa (por ejemplo, las islas Senkaku/Diaoyu) resultaría muy grave; muestra de ello fue que Japón fue el primer país en concluir negociaciones con China para su ingreso a la OMC. Resta ver si la proyección global de poder de China influye en instituciones en otras partes del mundo. Los Foros de Cooperación que China ha instaurado en, prácticamente, todo el planeta son el siguiente objetivo de la investigación en tanto resultan una práctica institucionalizada para gobernar asuntos multilaterales. Por lo mientras, en Asia no se observan mayores indicios de reconfiguraciones institucionales con base en el desarrollo económico e incremento de poder chino. Mientras continúe la presencia estadunidense en el Este y Sureste asiático, además del fortalecimiento de ANSEA y de Japón, el impacto institucional que China pueda hacer a su favor es demasiado limitada. En dado caso que Estados Unidos se retire de la región, aún queda Japón y ANSEA. El presente estudio no consideró la situación en Asia Central, donde el impacto de China quedó establecido con la OCS, aunque también Rusia puede resultar un contrapeso importante si Beijing intentara influir más en la dinámica de aquélla parte de Asia. Pero esto último queda sujeto a futuras investigaciones. Referencias: ACA (marzo 2013). UN Security Resolutions on North Korea. Arms Control Association, investigación de Alexandra Schmitt. Recuperado el 6 de agosto de: http://goo.gl/pqV10j. Anguiano, E. (2011). China en su entorno regional: Asia central y el litoral del Pacífico. En Navarrete, J. E. [Coord.] La Huella Global de China: Interacciones Mundiales de una Potencia Emergente. México D.F.: UNAM-Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades. Ash, R. F. (2005) China‘s Regional Economies and the Asian Region: Building Interdependent Linkages. En Shambaugh, D., [Ed.] Power Shift: China and Asian‘s New Dynamics. Berkeley: University of California Press. Balding, C., y Wehrenfenning, D. (2011). An Organizational Theory of International Institutions. Journal of International Organization Studies. 2(1), pp. 7-27. BBC News. (12 de septiembre de 2010). Historic Taiwan-China trade deal takes effect. BBC News Asia-Pacific. Recuperado el 27 de Julio de 2014 de: http://goo.gl/WqFdiI. BBC News. (14 de febrero de 2011). China overtakes Japan as world's second-biggest economy. BBC News Business. Recuperado el 26 de julio de 2014 de http://goo.gl/NlYsFz.

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Las Estrategias Integracionistas Occidentales y el Declive de los BRICs en la Balanza de Poder Multipolar1 Rebeca Rodríguez Minor [email protected] Universidad Anáhuac Cancún Resumen: Las economías emergentes más potenciales, como las que integran el acrónimo BRIC (Brasil, Rusia, India y China)2, se encuentran en un periodo de desaceleración que pone en entredicho su capacidad para ponerse a la cabeza de la gobernanza internacional en los próximos años. Aun así, el empoderamiento alcanzado hasta hoy específicamente por China y su nivel de influencia internacional, fuerzan a las superpotencias tradicionales a impulsar geo-estrategias integracionistas en la propia Asia, para debilitar a China y tratar de mantener la balanza de poder a su favor. Estados Unidos y su interés por consolidar su adhesión al Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica, es un claro ejemplo de esto. El orden multipolar se está reconfigurando. Hay que tratar de descifrar el escenario próximo y las estrategias que la propia China pudiera implementar ante la ofensiva estadounidense, siempre considerando la afectación que esta bipolaridad debatida pueda generar en la periferia. Abstract: Most potential emerging economies, as that integrates the BRIC acronym, are in a period of slowdown that calls into question their ability to be at the forefront of international governance in the coming years. Even so, the empowerment already achieved specifically by China, have forced the traditional superpowers to promote integrationist geo-strategies in Asia, to weaken China´s influence and to keep the balance of power in its favor. United States and his interest to consolidate its accession to the Trans-Pacific Partnership is a clear example of that. The multipolar order is being reconfigured. Thus, it is necessary to try to decipher what is coming next, in terms of Chinese strategies against U.S. offensive, and in terms of its impact to the developing world.

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Este tema de investigación tiene su antecedente ponencia llamada ―El impacto del declive de los BRICs y las recientes estrategias de integración multilateral en las relaciones sino-latinoamericanas‖, que fue presentado en el Seminario Internacional ―América Latina y el Caribe y China: condiciones y retos en el siglo XXI‖, llevado a cabo en la UNAM, México, los días 26, 27 y 28 de mayo del 2014, por la propia autora. 2

En este análisis no incluimos a Sudáfrica, toda vez que en el origen del acrónimo BRIC, Goldman Sachs no consideró que esta nación contara con las características internas potenciales que compartían los otros cuatro países, como para impactar los flujos mercantiles a escala global en las próximas décadas. Al día de hoy, esta incompatibilidad se sigue cumpliendo. Sudáfrica fue invitada a formar parte del grupo hasta 2010, por iniciativa propia de los BRIC.

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Introducción Diversos aspectos han cambiado últimamente con respecto del orden multipolar. Podemos decir que las proyecciones hacia estrategias conjuntas de negociación entre economías emergentes, como pudiera ser el caso de los BRICs, presentan varios matices; toda vez que el boom económico que presentaron hasta hace apenas un par de años estos países, (Brasil, Rusia, India y China) ha cesado su impacto, pues estas cuatro naciones hoy sufren niveles de desaceleración económica considerables. Esto se suma a los cambios en los planes de desarrollo a largo plazo que han adoptado algunas de estas economías. En el caso de China, el gobierno ha decidido enfocarse en el impulso al mercado interno. La exportación masiva de productos manufacturados, ya no es prioridad. Esto afecta directamente la macroeconomía global y las perspectivas que se tenían sobre el impacto de la potencialidad china en los años por venir. En otro ejemplo, podemos ver que Brasil tiene retos económicos fuertes a afrontar en el presente lustro, toda vez que su nivel de crecimiento económico ha sido muy marginal en estos dos últimos años y tiene que afrontar los compromisos asumidos como anfitrión tanto de la recién terminada Copa Mundial de Futbol como de las Olimpíadas en el 2016, cuando su índice de crecimiento para este año y el que sigue, se prevén muy mediocres. (Perú21; 2014) Si a esto le sumamos el flamante conflicto ruso-ucraniano y la desaceleración económica india, el panorama BRICs, ya no es el mismo. Cabe cuestionarse, por ejemplo; sobre qué tanto Brasil pudiera seguir siendo considerado como detonante del orden multipolar y cómo los cambios en las estrategias de mercado en China, influyen en su potencialidad global. Mientras este escenario inconsistente de los BRICs se da, las negociaciones entre Estados Unidos y la región Asia-Pacífico se fortalecen, por medio del Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP). El TPP es un tratado de libre comercio que busca liberalizar las economías de Asia-Pacífico y lo promueve Estados Unidos para hacer frente al empoderamiento de China en la esfera global. Asimismo, Washington pretende consolidar su liderazgo económico y comercial, anunciando la intención Estados Unidos – Unión Europea, por firmar un tratado de libre comercio entre las partes. ¿Podríamos entonces estar ante el debilitamiento de economías potenciales como China, Brasil o Rusia, frente al re-empoderamiento estadounidense en la región Asia-Pacífico y Europa? Vale la pena analizar las variables que se han generado recientemente con respecto de esta interrogante y que nos lleven a la propuesta de nuevas perspectivas.

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El Declive de los BRICs El siglo XXI trajo consigo una ferviente participación de economías antes consideradas como subdesarrolladas, en la estructura internacional. Poco a poco comenzaron a emerger regiones económicas, ante el impulso productivo de ciertas naciones clave. Tal es el caso de Brasil o México para América Latina y China y la India para Asia. (Petropoulos; 2013) Este fenómeno dio origen en el 2001, al acrónimo BRIC (Brasil, Rusia, India y China) por parte de la calificadora Goldman Sachs, para destacar a aquellos países que consideraba serían determinantemente influyentes en los mercados internacionales por las siguientes décadas.3 Estos países demostraron su potencialidad productiva y su capacidad de crecimiento económico a pesar de los embates catastróficos generados por la crisis del 2008. Las primeras potencias tuvieron que aceptar su mal manejo de las finanzas internas y apoyarse de las economías emergentes que mostraban mayor solidez y estabilidad macroeconómica. La inversión extranjera se concentró en los BRICs y otras economías similares, dando más fuerza a las expectativas que sobre estas naciones, hacía Goldman Sachs, a principios de siglo. Por primera vez la estructura de la balanza de poder internacional era cuestionada, a tal grado que algunos analistas llegaron a considerar que se trataba de la reconfiguración del sistema, por el declive de las grandes potencias tradicionales y el surgimiento de naciones con todo el potencial demográfico, territorial, de recursos naturales, manufactura y consumo para posicionarse a la cabeza del sistema global. El porcentaje de importaciones de los países BRIC, como porcentaje de las importaciones totales a partir del año 2000, incrementaron considerablemente: de 4.3% a 8.5% (2011) para China; de 4.1% a 18.9% para Brasil; de 6.8% a 15.7% para la India y de 5.7% a 19.6% para Rusia. De igual forma, las exportaciones de los países BRIC, como porcentaje del total de las mismas, incrementó bastante. Tan solo Brasil logró un incremento del 3.7% al 20.9% en el mismo periodo. (Petropolous; 2013)

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En este análisis no incluimos a Sudáfrica, toda vez que en el origen del acrónimo BRIC, Goldman Sachs no consideró que esta nación contara con las características internas potenciales que compartían los otros cuatro países, como para impactar los flujos mercantiles a escala global en las próximas décadas. Al día de hoy, esta incompatibilidad se sigue cumpliendo. Sudáfrica fue invitada a formar parte del grupo hasta 2010, por iniciativa propia de los BRIC.

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La actividad comercial boyante de los países BRIC, la inversión en infraestructura básica para la productividad interna, así como los altos flujos de inversión extranjera que ellos atraen, permiten pronosticar la posibilidad de que estas economías rebasen a las grandes potencias en términos de crecimiento del PIB. Sin embargo; también es previsible que la capacidad de consumo de la población emergente, no logre fácilmente alcanzar la capacidad de consumo de las naciones desarrolladas, ni para mediados de siglo. (Rossi; 2011) Esto se debe en gran medida, a que los países BRIC, por más que impulsen su producción interna y aprovechen sus recursos naturales, territorio y bono demográfico, todavía carecen de una estructura interna consolidada y confiable que les permita impulsar el desarrollo social, dando transparencia a sus instituciones, canalizando los recursos al bienestar social, mejorando los servicios básicos y las condiciones de empleo, incluyendo la capacitación laboral y educativa que impulse el valor agregado de los habitantes y el salario para mejorar su calidad de vida. Como bien menciona Atale (2012), no se trata sólo de ofrecer al mundo una alternativa para la inversión y soluciones de bajo costo; se trata de afrontar los problemas estructurales internos y posicionarse competitivamente en el escenario internacional. La falta de atención a ciertos sectores o la toma de decisiones ambiciosa y apresurada sobre cómo, qué y dónde invertir, con quién aliarse, cómo y cuánto abrirse a la inversión extranjera y hacia dónde dirigir sus mercados, puede resultar en el colapso de lo hasta ahora construido. La fragilidad permea y permanece en este tipo de economías caracterizadas por un excesiva dependencia a la comercialización de los commodities y un sistema plagado de corrupción que poca maniobra deja a la innovación y la creatividad empresarial. Según Van Agtmael (2012), el hecho de que los BRIC pertenezcan al G-20, no implica que sean reconocidos mundialmente como un bloque poderoso per se. En su análisis, el autor menciona atinadamente que a pesar de que el comercio entre los propios países BRIC se ha elevado considerablemente, hasta la fecha no han firmado un solo acuerdo de libre comercio entre sí. Brasil; por ejemplo, se ha vuelto un gran proveedor de materias primas para China; factor que impide en gran medida, el enfoque del país carioca en el impulso a la productividad industrial interna. China, lejos de ser reconocido como el gran líder de Asia, se opaca frente a la potencialidad japonesa. El autoritarismo gubernamental y la falta de democracia, están muy presentes tanto en China como en Rusia, manteniendo ambas naciones una relación ríspida con sus países vecinos y un poder de negociación internacional muy limitado en occidente. Por su parte la India, aun cuando cuenta con una democracia naciente en 94

boga, sufre de una burocracia interna tal, que las estrategias de negociación internacional y de impulso al desarrollo económico se ven directamente afectados por ello. (Carrasco; 2013) Se trata de una nación que, según algunos analistas, no se encuentra interesada en destacar como potencia líder global. Esa proyección sobre la India, sólo corresponde a las proyecciones de economistas, pero dista mucho de las ambiciones indias. Este panorama nos deja mucho qué pensar sobre la situación específica que viven los BRICs. Hagamos un breve análisis de estas interesantes economías: Brasil Haciendo un recuento de la evolución económica de este país sudamericano, podemos decir que en la primera década del siglo XXI, el PIB per cápita brasileño se incrementó considerablemente. Factores que influyeron en esto, fue la implementación de políticas sociales para el combate a la desigualdad económica, la participación en el mercado de trabajo y consumo, la valorización del salario mínimo y la expansión del crédito. De igual forma, Brasil ha experimentado en los últimos años un fuerte repunte del sector agrícola y el precio internacional valorizado que alcanzaron los commodities, le permitieron a los brasileños capitalizarse por medio de sus exportaciones. Brasil goza de una tasa media anual de crecimiento en la productividad de la industria extractiva, del petróleo y el gas natural de más del 80%. (De Negri & Cavalcante, 2013). A pesar de ello, desde la llegada de la crisis del 2008, varios sectores cruciales de la producción en Brasil, han sufrido un impacto negativo. Tal fue el caso de los precios de los minerales o la industria de la transformación, que no alcanzaron el 6% en su tasa media anual de crecimiento en productividad. Como lo aclara Ferreira (2013), el crecimiento económico en los últimos treinta años en Brasil tiene su base en la acumulación de los factores de la producción y no en el crecimiento de la productividad total de los factores. Su crecimiento económico ha sido muy marginal a partir del 2012 y no muestra índices de recuperación al corto plazo. La productividad del sector industrial se debilita, ante una estrategia de mercado que se enfoca cada vez más al sector agrícola y a la exportación de los llamados commodities. China, país destino de gran parte de las mercancías cariocas, muestra cada vez

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mayor interés por este tipo de productos, no por los productos industriales con valor agregado, que bien pudieran impulsar la productividad interna de Brasil. Este hecho fomenta que nuestro gran vecino del sur, se especialice en la extracción y comercialización de materias primas per se. En 2012 el crecimiento fue de apenas 0.9%, mientras en 2013 sí se reflejó una recuperación al lograr 2.5% de crecimiento económico. Sin embargo, ésta cifra se mantuvo apenas por encima de la media mundial, que fue de 2.1% y muy por debajo de otras potencias emergentes, como China (7.7) o la propia Rusia (3.8%). Para éste 2014, la estimación calcula un mediocre 1.79% de crecimiento económico y para el próximo año se queda apenas en 2.1% para Brasil. (Perú21; 2014) Sobre este respecto, los compromisos asumidos por Brasil, como anfitrión del Mundial de Futbol este año y las Olimpiadas Mundiales en el 2016, la perspectiva económica de ese gran país sureño, se muestra por demás preocupante. Se trata de dos eventos de tal envergadura internacional, que demandan no sólo un gran compromiso para cumplir con los estándares mínimos requeridos por las organizaciones madre, sino también una gran inversión económica en infraestructura deportiva e imagen pública, que bien puede poner en riesgo la viabilidad financiera y crediticia del país. La economía global se encuentra todavía muy debilitada. La productividad y el crecimiento apenas comienzan a permear en Europa y la recuperación en general, es muy marginal y lenta. Ante este escenario, es muy incierta e improbable la capacidad que pueda tener Brasil para sacar adelante su economía, sin descuidar al sector social. Sobre todo ante el descontento social que hoy ya se manifiesta. Hoy nos topamos con un Brasil, que a pesar de haber logrado hasta antes del 2012, mejorar el estándar de vida, incrementando considerablemente la clase media y reduciendo los márgenes de pobreza en cifras notables, todavía cuenta con índices de desigualdad económica alarmantes. El panorama actual no permite vislumbrar un futuro del todo promisorio para Brasil. Es cierto que ha logrado crear una base productiva de cierto valor agregado y que esto se ha traducido en la escalada de la clase media en las urbes. Su vasto territorio y la gran gama de recursos naturales con las que cuenta, aportan a la indiscutible potencialidad de este estado. Sin embargo; de igual forma se refleja la fragilidad de su estructura interna, ante escándalos de corrupción política, las

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demandas sociales y lo dependiente y vulnerable de su economía. Un descuido en las estrategias de desarrollo a mediano y largo plazo, sumado a la rivalidad por la competitividad efectiva que otras economías emergentes están alcanzando, puede significar la regresión de lo hasta ahora alcanzado por esta gran nación. Rusia En un recuento breve de los sucesos más representativos al respecto de la política exterior que ha manejado el gobierno ruso, podemos detectar a una Rusia beligerante que pone en entredicho constantemente el liderazgo estadounidense. Desde el 2008, con la invasión de Rusia a Georgia, la confrontación rusa-estadounidense comenzó a visualizarse. Sin embargo; a la segunda llegada de Putin al poder en el 2012, como presidente de Rusia, la situación fue empeorando. El hecho de haber refugiado a Edward Snowden, tras la búsqueda implacable de Estados Unidos, a quien se considera un gran traidor a la patria, por el robo y destape mundial de información privilegiada del Servicio de Inteligencia estadounidense, demuestra el desafío inminente de un gobierno ruso renuente a ser dominado por un sistema pro-yanqui. A eso le sumamos el reciente apoyo moscovita a aquellas facciones separatistas como la de Crimea en Ucrania; región que después del derrocamiento de un gobierno ucraniano claramente pro-ruso, solicitó su anexión a Rusia, bajo un plebiscito anticonstitucional, pero avalado y reconocido directamente por el gobierno de Putin; a pesar del rechazo y las sanciones de la comunidad internacional; específicamente de Estados Unidos y de la propia Unión Europea. Putin ahora también aprovecha su extensa reserva de recursos energéticos para amedrentar a Europa y al mundo entero, anunciando un histórico pacto nada menos que con China, por 300 mil millones de euros, que le garantiza a Pekín el abasto de gas natural por las próximas tres décadas. (EL Mundo; 2014) Esta jugada tan sorpresiva, protege a Rusia de cualquier sanción occidental alterna que pudieran imponerle Estados Unidos o Europa, por el caso de Ucrania. No se olvide que Putin ha vulnerado al nuevo gobierno ucraniano y manipula el escenario regional a su favor, anunciando que si Ucrania no paga su deuda económica con Rusia a la brevedad, éste dejará de suministrar gas a Ucrania; país que por su ubicación geográfica, es el paso central de distribución de este recurso energético a Europa, que depende en un 25% del abastecimiento ruso. Como puede verse, el desafío ruso no sólo parece estar reconfigurando la balanza de poder con Estados Unidos, sino la estabilidad social y económica en toda Europa. 97

Algo que le da fuerza a Putin, es la pasividad con que Obama ha decidido atender este tema. Tal parece que la estrategia del gobierno estadounidense es mantener una imagen pacifista ante la comunidad internacional, erradicando cualquier indicio de política al estilo republicano, como el implementado por su antecesor, George W. Bush. Rusia no está en pretensiones de mantener una relación armónica con occidente. Lejos de eso, impulsa una postura autárquica de dominio, que ha enfriado las relaciones entre las partes, a tal grado que Rusia no fue invitada a participar en la última reunión del Grupo de los 7 (G7), como se venía haciendo desde hace una década. Lo que esto representa entonces, es un retroceso en la política exterior del mundo y una tensión bipolar latente, muy al estilo de la guerra fría que pone en entredicho, no solo la paz mundial, sino los acuerdos y los compromisos asumidos por las propias naciones, para hacer valer la justicia, la tolerancia y sobre todo, el derecho internacional. La tensión política y el riesgo potencial de la seguridad regional, implican para Rusia, proyecciones de crecimiento económico magro. Las inversiones se paralizan ante la especulación y las exportaciones se paralizan; sumado a la limitación en el margen de maniobra económico de Moscú, ante las sanciones impuestas por occidente a últimas fechas. Ante este escenario, el FMI indica que Rusia sólo crecería 0.2% en 2014 y en el 2015 las previsiones se reducen del 2.3% al 1% también. (Euronews; 2014) El panorama no es del todo alentador para Rusia, pero es claro su nivel de impacto político, geográfico, económico y comercial, sobre todo ante el pacto recientemente firmado con China. India India es la onceava potencia económica del mundo. Es la cuarta potencia agrícola (la agricultura representa el 14% del PIB y el 60% de la población activa trabaja en este sector). y el tercer productor de carbón a nivel mundial. Sin embargo, en los últimos años ha presentado cifras de crecimiento económico magras; comparado con los años de bonanza en los primeros años del nuevo siglo. En el 2013, el país tuvo un crecimiento económico de tan solo 3.8%, gracias a los deficientes resultados de sus sectores manufacturero y minero y a que su sector industrial en general, se encuentra muy rezagado. Es una nación que a pesar de sus importantes avances logrados en el sector servicios (55% del PIB nacional), sigue siendo muy pobre. El PIB per cápita es muy bajo, pues cerca del 25% de la

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población sigue viviendo por debajo del umbral de la pobreza y la desigualdad económica es enorme, mientras el desempleo alcanza el 7% de la población económicamente activa. Es una nación llena de matices culturales, sociales pero también económicos. Su estructura interna nos refleja una realidad muy similar a cualquier economía de tipo emergente. Su gran diferencia con respecto a los demás países BRIC, es que la India y su potencialidad económica interna, no parecen impactar la balanza de poder a escala global. Se trata de una nación pacifista, sin aspiraciones de dominio o expansión internacional, como para reconfigurar el orden multipolar. Tal parece que su visión se centra en impulsar su desarrollo interno, al ritmo que su propia sociedad lo demande. No se trata de crecer la economía exponencialmente, en detrimento de la propia sociedad, ni tampoco de expandirse desmedidamente como lo hace China. El tiempo lo dirá, pero todo parece indicar que de haber un éxito en el modelo económico indio, éste se quedará para el disfrute de sus propios habitantes. (Miller; 2013) La India tiene muchos sectores que atender, antes de ser considerada una potencia global. La burocracia interna, el excesivo peso político en la toma de decisiones gubernamentales y la falta de inversión que se ha prolongado por años, refleja el largo camino por recorrer que requiere esta gran nación. China Es bien sabido el ritmo de crecimiento económico que China ha alcanzado a través de los años. Para que nos demos una idea del ritmo incesante que este gran país tiene, desde 1989 y hasta este año 2014, su PIB anual en promedio ha crecido 9.14%. Incluso, en 2007, justo antes de la crisis, China se dio el lujo de crecer hasta un increíble 13%. (Trading Economics; 2014) Esto nos refleja que en su proceso de industrialización interna y faBRICación de productos para la exportación, el país asiático se ha consolidado como país pionero en oferta y demanda global. En términos de crecimiento del PIB, las proyecciones sugieren que China podría rebasar a Estados Unidos, convirtiéndose en la primera economía del mundo para antes del 2030. (Rossi; 2011) Recordemos que el país asiático ha sido de gran soporte para subsanar los déficits fiscales de economías como la de Estados Unidos, después de la crisis del 2008 (Nye; 2010), por lo que en la actualidad resulta impensable creer que cualquier desbalance comercial a nivel mundial, pudiera atenderse sin llegar a acuerdos con economías emergentes tan influyentes como la china. Las tendencias mercantiles y los flujos de capital se ven directamente influenciados por la economía y el mercado chinos, que ahora parece cambiar su estrategia de empoderamiento. 99

Después de haberse industrializado y penetrado fuertemente en los mercados globales con sus productos exportables, ahora el gobierno dirige su potencialidad productiva al mercado interno. (IPEA; 2011) El plan de desarrollo impulsado por el presidente Xi Jinping incluye medidas como el aumento salarial, el impulso de campañas publicitarias nacionalistas sobre productos chinos, que inciten a la comunidad nacional a consumir lo que ellos mismos producen. Al tratarse de un mercado cautivo de 1,400 millones de potentes compradores, el gobierno tiene la confianza de poder mantener su macroeconomía estable y estándares competitivos altos bajo una estrategia de mercado reforzada y supervisada por el estado. (H. Rosen; 2014) ¿Cómo afectan los planes de desarrollo interno que planea China, a los mercados internacionales? ¿Esto repercutiría en su nivel de influencia y potencialidad a escala internacional, ahora que su economía está en desaceleración? En definitiva, los mercados foráneos tendrán que adaptarse a los requerimientos del país asiático. Aun cuando ahora veamos cómo disminuye la exportación de productos chinos, a la vez veremos cómo aumenta la demanda de materias primas, que internamente serán transformadas en bienes de consumo final, dirigidos al mercado doméstico. Esto ya está sucediendo y obliga a los países proveedores a especializarse más en la producción primaria, sin dar valor agregado industrial a sus productos (como le sucede a Brasil). El mundo difícilmente dejará de depender de las exportaciones chinas. Es mucha la demanda y pocos los ofertantes. Aunque aumente el costo de la mano de obra y disminuya el flujo de esas mercancías, éstas se seguirán consumiendo. Su nivel de influencia y potencialidad a escala internacional, no sólo permanecerán sino que se incrementarán, pues se trata de una economía, que, aunque se encuentre en desaceleración, mantiene cifras de crecimiento arriba del 7%; suficiente como para influir directamente en las tendencias de los mercados internacionales. ¿Estamos entonces ante un inminente declive de los BRICs o estas naciones están encontrando entre sí, las ventajas comparativas que pueden hacerlos cada vez más fuertes frente a las superpotencias tradicionales? Analicemos desde un contexto más general.

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La reconfiguración de la Balanza de Poder El empoderamiento chino, tiene grandes implicaciones en la geopolítica global. De inicio, podemos ver cómo los otros países emergentes se suman a esta intención, creando acuerdos de cooperación entre sí –como la Cooperación Sur-Sur-, que les permite aumentar su nivel de influencia, su posicionamiento y su independencia con respecto de las superpotencias. (Rossi; 2011) Esto despierta una fuerte expectativa, pero también tensión para las naciones industrializadas, toda vez que su poderío hegemónico se desestabiliza.4 La incursión china en América Latina. En los últimos años hemos visto cómo las relaciones entre China y América Latina se han incrementado de manera impresionante. En 2013, el comercio bilateral entre China y América Latina llegó a $270.000 millones y la inversión directa no financiera de China en esta región alcanzó los $15.000 millones. Ha sido tal el crecimiento que después de la cumbre de la Comisión de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), celebrada en enero de este año en Cuba, se anunció oficialmente el avance en la fundación del Foro China-CELAC; lo que profundizará mucho más la cooperación integral entre las partes. Para darnos una idea del alcance que ha logrado esta relación, podemos decir que tan sólo en la primera década de este siglo, las exportaciones brasileñas al país asiático aumentaron de $1.1 a 30.8 billones, pasando del 2 al 15% de las exportaciones totales cariocas. De igual forma, las importaciones desde China crecieron de un 2% a 14% del total, en el mismo periodo (de $1.2 a $25.6 billones). (Ferreira; 2011 e IPEA; 2011) En abril de 2010, ambos gobiernos firmaron el ―JointAction Plan Brazil-China 2010-2014‖, para impulsar todavía más sus relaciones, en sectores como el energético, la minería, la agricultura, financiamiento, tecnología, ciencia e innovación, educación, entre otras áreas. A esto se suma el hecho de que estos dos países se han vuelto naciones clave para las economías subdesarrolladas, asumiendo un papel de líderes internacionales, coordinando acciones de representación para impulsar la Cooperación Sur – Sur y la toma de decisiones de gobernanza internacional con base en los intereses y necesidades de

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A este respecto es interesante el análisis que hace Randal Schweller (2011), exponiendo perspectivas divergentes sobre cómo podrían desencadenarse las relaciones internacionales entre las grandes potencias y las potencias emergentes.

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las naciones más vulnerables del planeta. La transferencia de poder del Norte al Sur ya es una realidad y estos dos países han influido bastante en esta reconfiguración del sistema internacional. (Haibin; 2010 y Petropoulos; 2013) De igual forma, el gobierno de Xi Jinping ha demostrado un inusual interés por impulsar sus relaciones con México y Argentina; naciones que, al igual que Brasil, se vuelven muy atractivas para el empresariado chino, gracias a las reformas estructurales –como la energética en territorio azteca- y planes estratégicos en el sector industrial – como los proyectados recientemente tanto en Brasilia como en Buenos Aires. Esto nos demuestra que el gigante asiático, aprovechando su potencialidad mercantil y económica, desafía el liderazgo estadounidense en su zona de influencia, logrando captar la atención de las economías latinoamericanas interesadas en diversificar sus mercados, atraer la inversión tan atractiva que promete el empresariado asiático y garantizar la penetración de sus productos en una economía tan insaciable como la china. Ante el expansionismo chino en la periferia, los gobiernos de centro han reaccionado recientemente, promoviendo alianzas estratégicas entre sí y con ciertas regiones periféricas, en una intención de contrarrestar la fuerza de economías en desarrollo como la china. Así que, en un mundo de reconfiguración geopolítica, diversificación de los mercados y emergencia de nuevos actores potenciales en la balanza de poder, conviene valorar cuáles son las estrategias de integración multilateral que hoy se encuentran en la mesa de negociación, previendo cómo éstas pueden impactar las relaciones entre diversas regiones. La ofensiva estadounidense. Podemos comenzar el análisis por el contexto de la negociación del Acuerdo Estratégico TransPacífico de Asociación Económica (TPP). Se trata de un tratado que pretende liberalizar el comercio de manera transpacífica y actualmente está integrado por Brunéi, Chile, Nueva Zelanda y Singapur, que lograron ponerlo en vigor en el 2006. Dos años más tarde, Estados Unidos, Perú, Vietnam y Australia comenzaron las negociaciones para ingresar al mismo y en el 2011 se sumó Japón a esta intención. Finalmente, en el 2012, influenciados por la participación estadounidense,

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Canadá y México anunciaron el inicio de las negociaciones formalmente. (Ramírez Zamudio; 2011) Lo que llama la atención de este acuerdo, es que a pesar del poder influyente de China en Asia, éste país no está siendo considerado para formar parte del mismo. Las superpotencias involucradas (Estados Unidos y Japón), mantienen el liderazgo de las negociaciones para integrarse e integrar a los demás países interesados al TPP, sin que esto refleje la intención de conformar un mega-bloque mercantil que integre a las dos economías más grandes del mundo (China y Estados Unidos). Por el contrario, lo que se refleja es una intención de contrarrestar el peso económico, militar y comercial que ha alcanzado China en su zona de influencia. Ya desde hace un par de años se percibía esta estrategia de contención china por parte de Estados Unidos (Ramírez Zamudio; 2011) y hoy en día, lejos de mejorar la situación, el distanciamiento entre las partes se ha incrementado. Tanto en el ámbito financiero, como en el económico, y por supuesto en el político, la relación binacional se percibe de confrontación y rivalidad. En el ámbito comercial, se trata más bien de una relación de interdependencia chocante pero necesaria; lo que justifica la generación de alianzas estratégicas contrapuestas, que le de poder a cada polo. Recordemos que dentro del marco de la Cooperación Económica Asia – Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés), Estados Unidos pretendió persuasivamente de transformar a éste en un acuerdo transcontinental que permitiera el libre flujo de mercancías en toda la región Asia – Pacífico. Sin embargo; las economías miembro de la APEC se rehusaron firmemente, argumentando que este organismo no cambiaría su esencia original de fungir como un espacio de diálogo y cooperación abierto entre los participantes. En este sentido, Estados Unidos encuentra en el TPP una alternativa por demás atractiva, que le permitiría por un lado impulsar el acuerdo macro de liberación comercial transcontinental que tanto anhela y por otro, le abre las puertas para reforzar su hegemonía en Asia, combatiendo la inclinación de la balanza de poder hacia Pekín. En su afán de mantener la balanza de poder a su favor y buscando reimpulsar la economía y el comercio mundial -tal como lo hizo en la posguerra-, Estados Unidos ahora también se acerca a la Unión Europea, impulsando la negociación de un insólito tratado de libre comercio entre las partes. Para muchos, el alcance de esta negociación es incierto, toda vez que existen varios aspectos en los que la nación norteamericana y el viejo continente no concuerdan. Un ejemplo es

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la producción transgénica agrícola tan vetada por Bruselas y por supuesto el proteccionismo tan fuerte que ambas economías ponen a sus sectores industrial y agrícola. A pesar de ello, de lograrse la entrada en vigor de este mega-acuerdo, éste se convertiría en el TLC más importante del mundo, aportando un crecimiento económico adicional de 2% y dos millones de empleos, bajo el mando de dos superpotencias continentales que suman el 47% de la economía y casi un tercio del comercio internacional.5 Mapa 1. Zonas de influencia sobre las estrategias integracionistas estadounidenses

Fuente: Elaboración propia

Ante este escenario global, ¿podemos afirmar que las estrategias de integración económica multilateral que se están consolidando recientemente, impactan la balanza de poder proyectada para este siglo?

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La Unión Europea y Estados Unidos mantenían en el 2013 intercambios comerciales por valor de 445.000 millones de euros. El bloque europeo exporta al país norteamericano, 260.000 millones de euros anuales y las importaciones representan más de 184.000 millones de euros. (El Clarín; 2013)

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El orden multipolar se mueve ante dos realidades. Por un lado, las economías emergentes que han mostrado tener una super-potencialidad en bruto, hoy están sufriendo un periodo de desaceleración -preocupante en algunos casos-, que pone entredicho la posibilidad de éstas para insertarse a la cúpula de la supremacía internacional. A pesar de ello; el grado de influencia que algunas de estas naciones ya han alcanzado en el sistema económico internacional, es inminente e irrevocable; lo que impacta directamente en la reconfiguración de las relaciones internacionales, tal cual las conocíamos hasta hace poco tiempo. Por el otro lado, nos encontramos ante un re-empoderamiento de las superpotencias tradicionales, que después de los embates de la crisis económica, han impulsado estrategias de alianzas clave que les permite mantener su influencia hegemónica a escala global. Tal es el caso de las negociaciones actuales entre Japón y Estados Unidos por el TPP y de éste último con la Unión Europea por la consolidación de uno de los TLCs más ambiciosos que el mundo pudiera observar. (García Tobón; 2013 & Fierro García; 2013) Esto nos permite reafirmar que la balanza de poder se encuentra en plena reconfiguración, con un occidente que reacciona consternado por el impacto de la emergencia china al liderazgo multipolar. No hay que perder la noción de que en el presente, Estados Unidos sigue siendo el líder por excelencia en la mayoría de los aspectos de índole internacional. Siendo de las diez economías más sólidas del mundo, Estados Unidos cerró el año 2013 como el séptimo país más rico del mundo (según la OCDE)

y se mantiene como la nación financiera, económica, militar y

políticamente líder en el planeta. (Nye; 2010 e IPEA; 2011) Por su parte, China es el primer exportador del mundo y el segundo en la importación de productos. Los dos gigantes –asiático y americano- llevan la pauta del comercio y la economía internacional y por ende, se necesitan entre sí, pero la realidad es que Pekín sigue siendo una economía emergente y Washington, sigue manteniendo la supremacía mundial. Sobre la previsión general acerca de los BRIC, como líderes consolidados a escala global en los próximos años, podemos concluir que la creciente ola poblacional que se inserta cada año a la clase media en estos países, ha logrado impactar irrevocablemente los mercados internacionales; toda vez que su consumo de electrodomésticos, automóviles, vivienda urbana y productos agroindustriales, se ha incrementado a cifras que afectan directamente el sistema de comercialización y abasto internacional. Según Goldman Sachs, solamente los BRIC abonarán 105

200 millones de personas más a la clase media, en esta década, con un ingreso per cápita de $15000. (O´Neil, Lawson & Puroshotaman; 2004) Países como los BRICs serán principales fuentes de crecimiento económico a escala mundial y seguirán definiendo en gran medida las tendencias de los mercados internacionales. Sin embargo; no debemos subestimar el poder que mantienen las potencias industrializadas tradicionales. Ellos marcan la pauta de la innovación tecnológica mundial y dirigen las tendencias productivas, económicas y de gobernanza internacional. Sobre las relaciones de cooperación Sur-Sur, el expansionismo chino hacia regiones como América Latina, ha sido impresionante en la última década, impactando en gran medida el comercio, tanto por volumen como por sectorización de la producción. El impacto también se refleja en la, incipiente pero ya presente, injerencia china en asuntos de índole financiero (créditos), social (asistencialismo) y hasta político de Latinoamérica. Su presencia en la región es inminente y en cierto sentido opaca la tradicional influencia estadounidense en el mercado subcontinental. Los indicadores demuestran que esta relación no solo seguirá creciendo, sino que se profundizará, en los años por venir. (Feinberg; 2011) Así, es necesario que tanto China como los demás países del Sur, en aras de mantener una relación fructífera y sostenible a largo plazo, optimicen la estructura de sus respectivas exportaciones, garantizando la complementariedad comercial. (Shixue; 2014) De no atender este importantísimo aspecto, los países dependientes del comercio chino, estarán una vez más, cayendo en el juego de la dependencia económica a una supra-potencia mercantil y económica, en detrimento del propio desarrollo regional. En el caso de Brasil; por ejemplo, vemos que ante el declive que hoy sufre su economía y su excesiva dependencia al mercado chino, su economía es cada vez más vulnerable, principalmente considerando la pronta posibilidad de un TLC EUA-UE que bien pudiera restarle mercado dirigido al viejo continente (uno de sus principales destinos de exportación). Aun cuando al día de hoy no parece que China pretenda rivalizar con Estados Unidos en su zona de influencia (América Latina y el Caribe), esto pudiera cambiar en un futuro cercano; sobre todo considerando las discrepancias crecientes entre los dos gigantes y la reciente injerencia de China en los asuntos latinoamericanos. Se debe seguir fomentando la cooperación conjunta entre

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naciones periféricas (como lo es la Cooperación Sur-Sur y los BRICs), en aras de diversificar sus mercados, impulsar su productividad y fortalecer su potencialidad global, reduciendo su vulnerabilidad y dependencia de las economías industrializadas. Por otro lado, concluyendo sobre las relaciones intra-BRICs, podemos decir que el pacto recién firmado sobre el abastecimiento de gas natural entre China y Rusia, refleja la potencialidad de estas economías y de sus incuantificables reservas naturales. La dependencia del suministro de las mismas, para ciertas regiones como la europea, puede marcar la diferencia en el orden multipolar. Asimismo, el hecho de que estas cuatro naciones acaban de firmar un acuerdo para la creación de un ―Banco de Desarrollo‖, con sede en Shangai y con un capital base de 100mil millones de dólares, demuestra la firme intención que los BRICs tienen con su propia autodeterminación y con el rechazo a las tendencias dependentistas de las superpotencias capitalistas y los organismos financieros internacionales –como el Fondo Monetario Internacional-; pues como su nombre lo dice, no es un banco pensado sólo para los países BRIC, sino que pretende ser una alternativa de financiamiento abierta a los países subdesarrollados en general. Es una iniciativa bancaria para la periferia. Es verdad que no puede subestimarse el poderío de las grandes naciones industrializadas, como tampoco debe subestimarse la potencialidad inminente que caracteriza a naciones emergentes, como los BRIC. Estas economías tienen mucho que trabajar para volverse superpotencias integrales, pero cuentan con características y ventajas únicas que reflejan el alcance de su potencial. La batalla por mantener la balanza de poder del lado de los países industrializados, se vuelve cada vez más difícil de ganar. Día a día el alcance de las negociaciones y las alianzas estratégicas que pactan las economías emergentes entre sí, tienen mucho mayor alcance y reconfiguran las expectativas a futuro sobre el orden multipolar. Las estrategias integracionistas no sólo le funcionan a los países del centro, ahora también son una herramienta medular para el fortalecimiento de la periferia. El mundo es mucho más diverso y competido que antes y las superpotencias lo saben.

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China en la nueva configuración del poder internacional Eduardo Roldán [email protected] Secretaría de Relaciones Exteriores / Universidad Nacional Autónoma de México Resumen. China ha resurgido no solamente en sus aspectos militares sino con gran poderío económico e influencia política. Consecuentemente, China está actualizando, reajustando y reequilibrando sus intereses geopolíticos, geoestratégicos y geoeconómicos a la nueva arquitectura mundial y a su nuevo carácter como líder global hegemónico. Y así, avanzar al rango de primer potencia económica, política y militar; hecho que EE.UU. está tratando de limitar con una serie de estrategias como la iniciativa del TPP, entre otras acciones. La presencia militar estadounidense en el Noreste de Asia ha sido un elemento de equilibrio disuasivo frente a China, Rusia, y Japón, que han tenido intereses históricos en el área, y más concretamente hacia la península coreana, que sin la presencia estadounidense, pudieran con todo su poder político, militar y económico tratar de ir expandiendo sus áreas de influencia. Sin embargo, todos los países involucrados en esta región han estado cooperando positivamente con el propósito de disuadir a Corea del Norte de su política de continuar con el desarrollo y ensayo de armas nucleares. En suma, el análisis del noreste asiático y la reciente crisis en la península coreana es una oportunidad para medir la capacidad conjunta de China y Estados Unidos en el manejo de los asuntos globales. Esto nos permite ver la actuación de todos los intereses de las potencias globales en asuntos regionales en beneficio de sus intereses. Pero también nos permite observar los asuntos regionales pero con implicaciones globales y la posición de China en la nueva configuración del poder internacional. Abstract China has emerged not only in its military aspects but with great economic power and political influence. As a result, China is updating, readjusting and rebalancing its geopolitical, geostrategic and geoeconomic interests to the new world architecture and its new character as a hegemonic global leader. And thus, advance to the rank as first economic, political and military power; at the same time the US is trying to limit China with a series of strategies such as the initiative of TPP, among other actions. The US military presence in Northeast Asia has been an element of deterrent against China, Russia, and Japan, which have had historical interests in the area, and more specifically to the Korean peninsula, who without the American presence, could with all its political, military and economic power try to expand their areas of influence. However, all the countries involved in this region have been positively cooperating with the purpose of dissuading North Korea of its policy of developing and testing nuclear weapons. In sum, the analysis of the Northeast Asia and the recent crisis on the Korean peninsula is an opportunity to measure the combined capacity of China and the United States in the management of global affairs. It allows us to see the

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performance of all the interests of the global powers in regional affairs. It also allows us to observe the regional affairs but with global implications and China's position in the new configuration of international power.

Introducción. El objetivo del presente ensayo es el de analizar el papel fundamental que China ha jugado recientemente en el noreste asiático. Así mismo, se busca destacar y escudriñar las acciones que obligaron a China a endurecer su posición política respecto a su gran aliado histórico: Corea del Norte. China ha resurgido no solamente en sus aspectos militares sino con gran poderío económico e influencia política. Consecuentemente, China está actualizando, reajustando y reequilibrando sus intereses geopolíticos, geoestratégicos y geoeconómicos a la nueva arquitectura mundial y a su nuevo carácter de líder global hegemónico. Y así, avanzar al rango de primer potencia económica, política y militar; hecho que EE.UU. está tratando de limitar con una serie de estrategias como la iniciativa del TPP, entre otras acciones. La presencia militar estadounidense en el Noreste de Asia ha sido un elemento de equilibrio disuasivo frente a China, Rusia, y Japón que han tenido, desde siempre, intereses históricos en el área, y más concretamente hacia la península coreana, que sin la presencia estadounidense, pudieran con todo su poder político, militar y económico tratar de ir expandiendo sus áreas de influencia. Sin embargo, todos los países involucrados en esta región han estado cooperando positivamente con el propósito de disuadir a Corea del Norte de su política de continuar con el desarrollo y ensayo de armas nucleares. Por otro lado, en lo que concierne a EE.UU., es claro que la región del Pacífico asiático, y en particular China, ha sobrepasado a Europa como su socio económico viable. Y, en ese contexto, es que se entiende que el conflicto entre Corea del Norte y Estados Unidos corresponde a un escenario complejo donde se está rediseñando una nueva hegemonía mundial y el indiscutible surgimiento de China como potencia económica a nivel internacional para el 2030 o antes. Vivimos en un siglo donde el poder económico está definiendo quién o quiénes serán los nuevos arquitectos del nuevo sistema internacional. Donde la arquitectura internacional ha pasado de ser

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unipolar-hegemónica, como era en el

año 2000-2003, donde EE.UU. llegó a ser una

hiperpotencia, a una multipolar en su dimensión estratégico-militar y con preponderancia de China en sus relaciones económicas y políticas en pleno siglo XXI. En suma, el análisis del noreste asiático y la reciente crisis en la península coreana es una oportunidad para medir la capacidad conjunta de China y Estados Unidos en el manejo de los asuntos globales. Es un verdadero tablero internacional dinámico y regional que nos permite ver la actuación de todos los intereses de las potencias globales en asuntos regionales en beneficio de sus intereses. Pero también nos permite observar los asuntos regionales pero con implicaciones globales y la posición de China en la nueva configuración del poder internacional La preponderancia de China y de EE.UU. en el Noreste asiático. La estrategia de seguridad nacional y regional del presidente Barack Obama, ha dado prioridad a la región de Asia-Pacífico pero en particular al noreste asiático. Para China, dicha estrategia no tiene otra intención que cercarla, limitarla o de impedir su ascenso al rango de gran potencia. De ahí, el malestar existente por la decisión estadounidense de estrechar las relaciones estratégicas con Japón y Corea del Sur. Países donde

tiene estacionadas tropas y el interés de seguir

manteniéndose involucrado directamente en el asunto intercoreano. Es la seguritización de EE.UU. y la extensión de la misma en dicha región del mundo. En ese tenor entendemos que, el 19 de agosto de 2013, el Mando de las Fuerzas Combinadas, integrado por EE.UU. y Corea del Sur, comenzó los ejercicios militares anuales por dos semanas. Movilizó a 50,000 efectivos surcoreanos y 30,000 estadounidenses, incluyendo los que ya estaban desplegados en la región. El objetivo era el de mejorar la capacidad defensiva para garantizar la paz de la península coreana, especialmente frente a los ataques informáticos contra las redes militares y con armas de destrucción masiva (Europa press, 2013:19 de agosto).

En paralelo a esos sucesos, Guan Youfei, Director de la oficina de asuntos exteriores del Ministerio de Defensa de China, hizo comentarios durante una conferencia de prensa en Washington D.C., el 21 de agosto de 2013, mientras acompañaba al ministro de Defensa chino Chang Wanquan . El primero señaló que la crisis nuclear de Corea del Norte había sido uno de

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los temas clave tratados durante las conversaciones entre Chang y el Secretario de Defensa de EE.UU. Chuck Hagel, añadió: Una oportunidad o una ventana emergió para abrir las conversaciones sobre la cuestión nuclear de la península coreana. [Agregó,] …los signos de tensiones se aliviaron en la península coreana y es manifiesta la voluntad de Corea del Norte de llevar a cabo conversaciones multilaterales (Yonhap news, 2013:21 de agosto).

A su vez, el enviado chino para la península coreana, Wu Dawei, encargado de las conversaciones para la desnuclearización de Corea del Norte llegó, el 26 de agosto de 2013, a Pyongyang para una vista oficial. La visita de Wu se produjo después de que en junio de 2013 acudiera a Beijing el viceministro de Asuntos Exteriores norcoreano, Kim Kye-gwan, donde confirmó el objetivo de retomar las negociaciones, a fin de buscar el envío de ayuda humanitaria. Dicha visita tuvo lugar un mes después de que el vicepresidente chino, Li Yuanchao, reafirmara durante una reunión sostenida con el líder del país, Kim Jong-Un, en Pyongyang, su compromiso de retomar lo antes posible las negociaciones para la desnuclearización de Corea del Norte (La información, 2013:26 de agosto). Se informó que el enviado especial de China Wu Dawei se había reunido con su homólogo norcoreano Kim Kye Gwan para abordar la reanudación de las conversaciones a seis bandas (China, EE.UU., Rusia, Japón, Corea del Norte y Corea del Sur). Al respecto, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Hong Lei, expresó: "Las dos partes intercambiaron sus puntos de vista sobre la actual situación en la península coreana. Y en particular, sobre la reanudación de las conversaciones a seis bandas‖(Europa press, 2013:3 de septiembre). En esta tesitura, sin embargo, un grupo de investigación estadounidense publicó un informe que señalaba

que de acuerdo con imágenes satelitales, el régimen de Corea del Norte había

emprendido la ampliación de construcciones significativas en un sitio que utilizó en el 2012 para lanzar un cohete. El Instituto EE.UU.-Corea de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins, en Washington, precisó que el sitio en cuestión estaba en Sohae. Una instalación en el litoral del Mar Amarillo cerca de la frontera con China. Dicho informe señalaba que:

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Un análisis preliminar de las imágenes captadas por satélite indican la construcción de una plataforma de lanzamiento de 100 metros al oeste de otra ya existente a nivel de la superficie y que permitiría disparar misiles similares al Unha-3 lanzado en diciembre de 2012. (VOA noticias, 2013:2 de septiembre).

Es decir, nuevamente se generaba incertidumbre y se detenía la confianza y los avances logrados antes en la relación intercoreana. Se agregaba una vuelta más al nudo gordiano. China, a través de un portavoz, agregó que las estancadas conversaciones a seis bandas seguían siendo una importante plataforma para persuadir a Corea del Norte a que abandone su programa de armas nucleares. Agregó, la necesidad de que las partes pertinentes se adhieran a las conversaciones a seis bandas y resuelvan las cuestiones a través del diálogo. [El portavoz también dijo:] "China trabajará junto con la comunidad internacional para hacer un esfuerzo positivo en la realización de la desnuclearización de la península coreana‖ (Yonhap news, 2013:5 de septiembre). Es claro que a pesar de los múltiples contactos y reuniones, China había sido incapaz de lograr muchos avances en los últimos esfuerzos diplomáticos para persuadir a Corea del Norte a que abandonase su programa de armas nucleares. Es decir, Pyongyang había expresado su voluntad de unirse de nuevo a las conversaciones a seis bandas, sin embargo no había mostrado ningún indicio de aceptar las condiciones establecidas por Seúl y Washington. Y así, nuevamente en ese avance milimétrico, las dos Coreas acordaron restaurar la línea de acceso directo a través de la costa occidental para facilitar la reanudación de las actividades en el complejo industrial de Kaesong. Por ello, aprovechándose de ese resquicio de apertura, el Secretario de Estado adjunto de EE.UU. para asuntos de Asia Oriental y el Pacífico, Daniel Russel, instó a Corea del Norte durante su estancia en Seúl, el 6 de septiembre de 2013, a garantizar la eliminación de su programa atómico antes de iniciar las conversaciones para la desnuclearización del país. Russel declaró a la prensa: "Debemos concentrarnos en posibilitar una verdadera negociación en la que Corea del Norte se

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siente a la mesa preparada para poner en práctica los compromisos alcanzados en el pasado‖(Diario Vasco, 2013: 6 de septiembre). Russel apuntó que Pyongyang puede lograr seguridad, respeto, prosperidad y crecimiento económico solo si "cumple plenamente con sus obligaciones internacionales y con las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y se adhiere a sus compromisos en el marco del diálogo a seis bandas"(Diario Vasco, 2013: 6 de septiembre). Las declaraciones del funcionario, en línea con la postura que EE.UU. ha manifestado hasta ahora, llegaban en un momento en que las partes implicadas trataban de retomar el diálogo a seis bandas; estancado desde el año 2008. En respuesta a dichas declaraciones se dio un gesto de apertura por parte de Corea del Norte, pues el mismo 6 de septiembre de 2013, reabrió la línea de comunicación militar con Corea del Sur, cortada a principios de ese año por la escalada de tensión entre ambos países (Terra noticias, 2013: 6 de septiembre). En ese entorno, Corea del Sur y Estados Unidos se pusieron de acuerdo en la elaboración de un plan militar conjunto ante un eventual ataque nuclear por parte de Corea del Norte. El plan de disuasión podría ser considerado como un equivalente a un plan operacional. Es decir, el proyecto de paraguas nuclear de Estados Unidos reflejaba su compromiso contra la amenaza de las armas nucleares de Corea del Norte. Y, de acuerdo a las declaraciones del Ministerio de Defensa surcoreano, ―…este plan conjuga medidas políticas, diplomáticas y militares para afrontar una coyuntura de posibles provocaciones nucleares norcoreanas, dado el considerable progreso cosechado por Pyongyang en su programa nuclear en los últimos tres años‖(Europa press, 2013:8 de septiembre). En ese contexto, el Ministerio de Asuntos Exteriores chino hizo un llamado para que todas las partes favorezcan la creación de una atmósfera adecuada para restablecer las conversaciones multilaterales en torno a la desnuclearización de Corea del Norte. El portavoz del Ministerio chino, Hong Lei, expresó: En la situación actual, todas las partes deben hacer más para relajar las tensiones, y de forma conjunta crear condiciones favorables para restablecer el debate y buscar una resolución dentro del marco

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multilateral. [Asimismo, aseguró que] China siempre ha abogado por la desnuclearización de la península coreana, con el objetivo de mantener la paz y la estabilidad en la zona, y de esta manera poder resolver los problemas a través de la consulta y el diálogo. China cada vez se esfuerza más en reabrir las conversaciones (Europa press, 2013:9 de septiembre).

Por su lado, dentro del puro realismo político del uso de la amenaza y de la fuerza, la asesora de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Susan Rice, advirtió que Estados Unidos no cejaría en su determinación de responder a cualquier ataque. Rice agregó, durante un discurso en el 'think tank' New America Foundation: No podemos permitir que terroristas tendentes a la destrucción, o que una Corea del Norte nuclear, o un aspirante a (país) nuclear como Irán, crean ni por un minuto que van a alejarnos de nuestra determinación y que podamos dar marcha atrás a nuestras advertencias (Europa press, 2013:9 de

septiembre).

Así pues, en el marco tradicional de la política del poder, y dentro del paradigma realista, EE.UU., por medio de Susan Rice, usaba la amenaza y el posible uso de la fuerza para disuadir a Corea del Norte de sus ambiciones a seguir usando la bomba nuclear. En ese entorno de esperanzas y desesperanzas, se difunde información relativa a que Corea del Norte habría reanudado sus actividades en el complejo nuclear de Yongbyon. La decisión de reiniciar las operaciones en Yongbyon, permitiría a Corea del Norte extraer el plutonio de las barras de combustible gastado de sus reactores nucleares, que podría usar con fines armamentistas, tal y como lo hizo en las pruebas nucleares de 2006, 2009 y 2013. Sin embargo, Corea del Norte quitando una vuelta al nudo, por medio del jefe para Asuntos Nucleares, el Primer viceministro de Asuntos Exteriores, Kim Kye Gwan, instó a los otros cinco interlocutores del grupo de los seis a reanudar las conversaciones para la desnuclearización de la península coreana. Kim Kye Gwan, expresó que estaban preparados para reanudar las conversaciones a seis bandas sin condiciones previas. Kim argumentó que: Las condiciones previas violan el espíritu de la Declaración Conjunta del 19 de septiembre de 2005, por la cual Pyongyang se comprometió a cancelar su programa nuclear a cambio de que Washington se comprometiera a no invadir la península coreana. [El enviado especial del régimen norcoreano en Beijing esgrimió que] …la imposición de condiciones previas, por parte de Corea del Sur, Japón y

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Estados Unidos, a la oferta de diálogo de Corea del Norte generaría desconfianza. [Así, Kim Kye Gwan, instó a Seúl, Tokio y Washington] …a reanudar las conversaciones a seis bandas antes de que sea demasiado tarde. La desnuclearización de la península coreana es el deseo de nuestro líder y uno de los objetivos políticos de nuestro país (Europa press, 2013:18 de septiembre).

En tanto el ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, se mostró convencido de que se podría alcanzar un acuerdo con EE.UU. que permitiera relanzar el diálogo a seis bandas para el desarme nuclear de Corea del Norte. Al respecto agregó: ―Creo que es importante que las seis partes revisen el pasado, resuman las buenas experiencias y abran perspectivas más brillantes para el futuro‖ (Univisón, 2013:19 de septiembre). Wang abundó al señalar que tuvo fondo con el secretario Kerry sobre cómo podrían

pláticas de

trabajar juntos para relanzar las

conversaciones a seis bandas e impulsar de forma eficaz el proceso de desnuclearización. Por su cuenta, John Kerry se limitó a afirmar que ―China representa un papel muy especial a la hora de enfrentar el reto nuclear de Corea del Norte y alcanzar un objetivo compartido, la desnuclearización pacífica de la península coreana‖ (El norte de Castilla, 2013:19 de septiembre). Al respecto, en una conferencia de prensa tras el encuentro, la portavoz del Departamento de Estado, Marie Harf, se limitó a reiterar la postura oficial de EE.UU. Hemos dicho que le corresponde a Corea del Norte dar pasos significativos hacia la desnuclearización. Corea del Norte se ha comprometido en numerosas ocasiones a ello, y vamos a seguir trabajando con China y otros aliados en la región para enfrentar este asunto. (El norte de Castilla, 2013:19 de

septiembre).

En síntesis, Estados Unidos tomaba las declaraciones de Corea del Norte con prudencia. Para contrarrestar, las presiones internacionales de la ONU y particularmente de la OIEA, el veterano negociador nuclear de Corea del Norte, Primer viceministro de Relaciones, Kim Kyegwan, y sus colaboradores, entre ellos Ri Yong-ho, jefe de la delegación norcoreana para las conversaciones a seis bandas sostuvieron una serie de reuniones con altos diplomáticos de China, entre ellos el ministro de Relaciones Exteriores chino Wang Yi, y su homólogo Wu Dawei, y asistieron a un foro organizado por China para examinar las formas de restaurar las conversaciones a seis bandas.

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A su turno, Kim Kye-gwan, dijo que su país estaba "listo para entrar en las conversaciones a seis bandas sin condiciones previas‖ (Yonhap news; 2013:20 de septiembre). Sin duda, la reunión se produjo en medio de los renovados esfuerzos de China para reactivar el canal de comunicación entre los seis países, pero Corea del Sur, EE.UU. y Japón mostraron una fría respuesta, en ausencia de una voluntad clara de Corea del Norte hacia el desarme. China, por su parte, instó a las dos Coreas a seguir trabajando para mejorar las relaciones bilaterales. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Hong Lei, dijo al respecto: Hay que mantener el diálogo. Las dos partes deben trabajar para mejorar sus relaciones con el fin de llevar a la península coreana en una dirección favorable. [Hong recordó que] …la baja de las tensiones en la península coreana, gracias a la mejora de las relaciones intercoreanas, sirve a los intereses de las dos partes y a los de sus vecinos regionales. (Europa press, 2013:24 de septiembre).

En esa coyuntura, Corea del Norte ensayó un propulsor de misil de largo alcance, según informó el Instituto Coreano-Estadounidense de la Universidad Johns Hopkins. Tras analizar imágenes satelitales, ―los investigadores concluyeron que en el polígono de Sohae se había realizado una prueba de fuego‖ (Novosti-RIA,2013:23 de septiembre). Según los especialistas, el propulsor podría destinarse a la segunda etapa del cohete Unha-3 o para la segunda o tercera etapa de un misil más potente que estaría desarrollando Pyongyang. Ante el aumento de las incertidumbres, Corea del Sur anunció que estaría dispuesta a reanudar el diálogo si se dieran las circunstancias favorables para ello. Por otra parte, el Ministerio de Asuntos Exteriores chino, informó que la prohibición china sobre las exportaciones de algunos de sus productos a Corea del Norte eran una señal del acatamiento de China a las sanciones internacionales, impuestas por la ONU y no un castigo a Pyongyang. Hong Lei, portavoz de dicho Ministerio, señaló que la publicación de una lista de productos chinos que no podrían ser exportados a Corea del Norte subrayaba la actitud estricta de China en la aplicación de sanciones de la ONU a Norcorea. La mayoría de productos incluidos en la lista de 236 páginas, publicada por el Ministerio de Comercio, eran de tecnologías de doble uso, lo que significaba que podrían tener aplicaciones tanto civiles como militares. La lista estaba

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dividida en secciones de bienes que podrían ser utilizados en programas nucleares, químicos o biológicos. Lo anterior es relevante y tiene sentido en virtud de que Corea del Norte podría necesitar sólo una prueba nuclear más para lograr miniaturizar sus dispositivos y montarlos así en misiles balísticos. Esto se sustenta en lo

planteado por el experto en materia atómica chino Li Bin, de la

Universidad china de Tsinghua, quien afirmó: Si Pyongyang realizara más pruebas, puede que con solo una más, sea capaz de tener dispositivos más pequeños y fiables para sus misiles. En su primera prueba nuclear en 2006, emplearon un dispositivo pequeño, pero con una cantidad pequeña de explosivos, que no tuvo éxito. [Li agregó,] …después tuvieron que añadir más explosivos químicos porque el rendimiento no fue bueno. En la tercera prueba el rendimiento fue pleno, pero el dispositivo no resultó suficientemente pequeño ( Noticias 24,2013:25 de septiembre).

Todo lo planteado anteriormente es importante pues como subraya el experto chino Corea del Norte podría haber utilizado plutonio en su última prueba en vez de uranio, ya que es más difícil disminuir el tamaño del dispositivo si se emplea el segundo elemento como base. Además, la mayoría de los expertos creen que el régimen norcoreano, ha desarrollado en paralelo un ambicioso programa de misiles balísticos intercontinentales, a pesar de que aún no ha sido capaz de miniaturizar un dispositivo nuclear para equiparlo como carga útil en la cabeza del proyectil. Consecuentemente, y en medio de este clima de incertidumbre y desconfianza, el Ministerio de Defensa de Corea del Sur presentó en el 2013, un proyecto a la Asamblea Nacional para incrementar, la partida destinada al sector de la defensa en el presupuesto general de la nación. Es decir, Corea del Sur seguiría un plan de refuerzo militar en consonancia con las potencias de la zona, como Japón, China, Corea del Norte o Rusia, que también han venido incrementando año tras año su presupuesto de Defensa en el contexto geopolítico de mayor tensión en la región del noreste de Asia. Lo anterior no es otra cosa que el incremento de la carrera armamentista en la región y un vil reflejo de la desconfianza persistente entre los países del noreste asiático, tornándose la seguridad

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regional en una complicada maraña de incertidumbre y del fortalecimiento del nudo gordiano. Y de ahí el por qué EE.UU. ha propiciado la extensión de su política de seguritización en la región. Es pues, que en esa línea de acción, Estados Unidos y China acordaron mantener las duras sanciones al régimen norcoreano ante advertencias de que la aislada nación todavía proseguía con su programa nuclear. Los esfuerzos sancionadores en general fueron discutidos de forma explícita en conversaciones entre el Secretario de Estado estadounidense, John Kerry, y su homólogo chino, Wang Yi. Kerry enfatizó que "los esfuerzos de Corea del Norte para adquirir un misil nuclear continúan a pesar de las rigurosas sanciones internacionales contra el régimen‖ (Noticias Terra, 2013:26 de septiembre). Insistió por ello en que ―el problema necesita ser tratado con una combinación de medidas diplomáticas y de presión‖ (Noticias Terra, 2013:26 de septiembre). Así, en esa tesitura, los jefes de Defensa de Corea del Sur y Estados Unidos se reunieron en Seúl, para discutir los temas de seguridad sobre la península coreana y reforzar los vínculos militares bilaterales, como parte de su diálogo anual. La Reunión Consultiva de Seguridad sobre la Tecnología de Defensa tuvo lugar, el 27 de septiembre de 2013, entre el ministro de Defensa surcoreano, Kim Kwan-jin, y su homólogo estadounidense, Chuck Hagel, con el objetivo de discutir las crecientes amenazas norcoreanas y la transferencia a Seúl del control operativo en tiempos de guerra (OPCON), que está prevista para diciembre de 2015. La celebración conjunta anterior fue aprovechada por la presidenta surcoreana Park Geun-hye para decir que la situación de seguridad en la península coreana y en el noreste de Asia era muy grave, ya que Corea del Norte estaba llevando a cabo persistentemente el desarrollo de armas nucleares con el fin de construir más bombas sofisticadas (Yonhap news; 2013:1 de octubre). Agregó, ―…tenemos que forjar una fuerte disuasión contra Corea del Norte hasta que el Norte abandone su programa nuclear y tome la decisión correcta para el pueblo de Corea del Norte y la paz en la península coreana‖ (Yonhap news; 2013:1 de octubre).

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Ante este frenesí militar coyuntural de realidades contundentes, la respuesta de Pyongyang no se hizo esperar. El viceministro norcoreano de Asuntos Exteriores, Pak Kil-Chung, al intervenir ante la Asamblea General de la ONU declaró: EE.UU. debe abandonar su política de hostilidad, en primer término, por respeto a la soberanía de la República Popular Democrática de Corea, sustituir el acuerdo de armisticio por un mecanismo de mantenimiento de la paz, desmantelar sin dilaciones el Comando de Naciones Unidas, levantar las sanciones y renunciar a las amenazas bélicas (Novosti-RIA; 2013:1 de octubre).

Así pues, añadiendo otra vuelta al nudo gordiano, y en respuesta a las declaraciones de EE.UU. y Corea del Sur, formuladas el 1 de octubre de 2013, Corea del Norte reactivó un antiguo reactor de plutonio para fortalecer su programa de armas nucleares. Lo preocupante, de este hecho es que la misma Rusia anunció que Corea del Norte realizaba obras en el reactor nuclear de Yongbyon, ―mismo que se encuentra en un estado desastroso y podría provocar una catástrofe en la península coreana‖ (Novosti-RIA; 2013:1 de octubre). Simultáneamente, en ese entre juego de fuerzas, EE.UU. y Japón acordaron, el 3 de octubre de 2013, aumentar su cooperación militar para enfrentar los nuevos desafíos regionales, principalmente el crecimiento militar de China y Corea del Norte. En este encuentro participaron el Secretario estadounidense de Defensa, Chuck Hagel, así como el canciller japonés, Fumio Kishida y el ministro de Defensa, Itsunori Onodera.

Por su cuenta, sobre esta reunión el

Secretario de Estado de EE.UU. John Kerry expresó: ―Este encuentro bilateral puso los cimientos sólidos para una buena relación de seguridad entre Japón y EE.UU. durante los próximos 15 o 20 años‖ (MDZOL,2013:4 de octubre). Es decir, la contención de China. Se acordó que en el fortalecimiento de esta nueva alianza Japón jugaría un mayor papel activo, algo a lo que no se opone el actual primer ministro, Shinzo Abe, quien tras su llegada al poder ordenó el primer aumento del presupuesto de defensa en once años. Es evidente que todas estas acciones están encaminadas a hacer frente al nuevo desafío de seguridad en la región, marcado por el crecimiento de China como potencia militar y por el enfrentamiento territorial entre Beijing y Tokio; además, de la amenaza nuclear que Corea del Norte representa.

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Es indispensable hacer notar que, a pesar de que la Constitución aprobada por Japón tras la Segunda Guerra Mundial sólo permite el uso de la fuerza en caso de agresión contra ciudadanos japoneses o su territorio, las disputas territoriales con China en torno a las islas Daiyou (Senkaku) y la llegada al poder de Shinzo Abe, quien aboga por una política dura ante Beijing, nos permite percibir un juego geopolítico y un cambio en la geoestrategia de Japón frente a China y en el noreste de Asia. En este tenor, es relevante mencionar que, a partir de la primavera de 2014, la Fuerza Aérea de Estados Unidos comenzó a volar con varios drones de vigilancia, Global Hawk, cerca de la línea fronteriza con Corea del Norte para reunir información e inteligencia estratégica. Consecuentemente desde Corea del Norte consideraron que estas maniobras eran una provocación peligrosa que podría tener consecuencias catastróficas. Así, el alto comando militar norcoreano criticó con gran virulencia a los dirigentes surcoreanos y aseguró que Pyongyang seguiría adelante con su programa nuclear. Un portavoz de la Comisión de defensa nacional norcoreana externó que: "Si Park Geun-Hye, la presidenta surcoreana y su grupo conspiran con extranjeros con la excusa de hacer cambiar a Corea del Norte y obligarla a desmantelar sus armas nucleares, lo único que harán será cavar sus propias tumbas‖ (Noticias 24, 2013:5 de octubre). Así, nuevamente en ese escenario de acción reacción, y de aumentos de vueltas al nudo gordiano, el 7 de octubre de 2013, el régimen norcoreano ―amenazó con ataques preventivos de aniquilación en caso de que perciba una provocación por parte de Corea del Sur o Estados Unidos‖ (Europa press, 2013:7 de octubre). La postura de Corea del Norte no es más que la instrumentación del riesgo calculado de llevar al límite la posibilidad de un conflicto. Sin embargo, sabemos los internacionalistas por la historia misma que siempre se corre el peligro de que se calcule de más o mal, se pase de la raya y se llegue a un punto sin retorno. Sin duda, la respuesta agresiva de Pyongyang, se debía en concreto al acuerdo suscrito entre Seúl y Washington por el que se pacta una disuasión variable contra las armas nucleares norcoreanas. Esta doctrina prevé ataques preventivos para destruir el arsenal nuclear norcoreano si se detectan signos evidentes de que va a ser utilizado.

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Por su parte con el propósito de bajar la tensión, la presidenta surcoreana, Park Geun-hye, pidió al presidente de China, Xi Jinping, que ayudase a persuadir a Corea del Norte a concentrarse en la reconstrucción de su frágil economía. Park resaltó que: Corea del Norte no puede invertir todo en armas nucleares, en un momento en que se dice que muchos norcoreanos sufren de desnutrición crónica. Espero que China se esfuerce para persuadir a Corea del Norte a concentrarse en el desarrollo económico (Yonhap news, 2013:7 de octubre).

En su turno el presidente Xi dijo que: Las relaciones entre China y Corea del Sur se han convertido en socios importantes en todos los sectores, y se han establecido mecanismos de diálogo regulares en casi todas las áreas, incluida la diplomacia, el sector parlamentario, la defensa y los sectores económicos y comerciales. Gracias a nuestros esfuerzos conjuntos, la confianza política entre los dos países continúa acentuándose

(Yonhap news, 2013:7 de octubre).

Sin embargo en ese escenario diplomático y de expresión de buenas voluntades, Corea del Norte amenazó nuevamente a Estados Unidos, y lo conminó a no desplegar un submarino nuclear frente a las costas de la península coreana, en el marco de las maniobras militares con Corea del Sur. Por su cuenta, resulta importante señalar que Corea del Sur con una nueva línea de acción estratégica declaró, el 15 de octubre de 2013, que no participaría en el sistema regional estadounidense de defensa antimisiles en el noreste de Asia; pero que ―seguiría cooperando con EE.UU. en materia de reconocimiento de la actividad militar de China‖ (RUVR, 2013:15 de octubre). Lo que resulta claro es que Corea del Sur busca incrementar sus propias acciones marítimas para hacer frente a las amenazas del régimen norcoreano y a las disputas territoriales existentes con China y Japón. En este sentido, hemos visto que China ha seguido fortaleciendo sus vínculos económicos con Corea del Norte. Rusia no se ha quedado atrás. En esa dirección Rusia ha terminado la primera conexión terrestre autorizada por el régimen de Corea del Norte con el mundo exterior desde 2003. La conexión ferroviaria de 54 kilómetros, que corre entre Khasan en el extremo sudeste de Rusia y el puerto norcoreano reconstruido de Rajin, es parte de un proyecto del presidente

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Vladimir Putin para volver a unir los sistemas ferroviarios de las dos Coreas y conectarlos con el Ferrocarril Transiberiano. Vemos que eso daría a Rusia el control parcial de las conexiones con las redes de trenes de Europa ubicadas a 8,000 kilómetros de distancia (La tercera, 2013:17 de octubre). Por todo lo anterior, y a pesar de las confrontaciones, Corea del Norte busca posicionarse en la nueva geoeconomía mundial y no quedarse atrás de toda esta nueva visión regional. Por otra parte, la Agencia de Cooperación de Seguridad de Defensa del Pentágono notificó al Congreso ―la venta a Corea del Sur de 112 misiles antitácticos Patriot, así como de los equipos asociados, repuestos, capacitación y apoyo logístico por un precio estimado en 404 millones de dólares‖ (RT, 2013:28 de octubre). China ante las situaciones antes descritas y ante cualquier intento de EE.UU. de rodear sus fronteras con una red de defensa antimisiles creó su propio sistema de defensa, y por ello Seúl se apresuró a insistir en que su futuro sistema de defensa antimisiles KAMD no tenía por objetivo interceptar misiles balísticos intercontinentales. Así, en ese sistema de acción-reacción y de ofensiva y contraofensiva, y en medio de ese entorno y ante amenazas de Corea del Norte y China, Japón busca reforzar su Ejército. Además, en ese sentido, Japón anunció que derribaría cualquier drone que penetrara en el espacio aéreo de su país, refiriéndose a los aviones no tripulados que ensaya China cerca de las islas Daiyou (Senkaku), (La Jornada net, 2013:28 de octubre). Por ello, Seúl no se quedó atrás y anunció que mejoraría sustancialmente la capacidad de su Armada a lo largo de las dos próximas décadas con la incorporación de un nuevo buque de clase Dokdo en 2019 y dos nuevos portaaviones ligeros de 30,000 toneladas en el 2036. (Defensa, 2013:29 de octubre). El objetivo sería reforzar su capacidad marítima de cara a las disputas territoriales que pudieran surgir en los próximos años con Japón y China, además de la ya tradicional amenaza de Corea del Norte. Por su cuenta, siguiendo la estrategia de China para dar seguimiento permanente a Corea del Norte, el

vicecanciller de Corea del Norte, Kim Hyong-jun, y el vicecanciller chino, Liu

Zhenmin, "intercambiaron puntos de vista sobre las relaciones entre China y Corea del Norte, así

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como sobre la situación en la península coreana‖ (Yonhap news, 2013:30 de octubre). La visita de Kim, coincidió con un viaje poco común que el jefe para asuntos nucleares de China, Wu Dawei hizo a Washington con el fin de

reunirse con sus homólogos de Estados Unidos,

incluyendo Glyn Davies. En ese contexto, la presidenta surcoreana, Park Geun-hye, dijo que estaba dispuesta a reunirse con el líder norcoreano, Kim Jong-Un, en cualquier momento si fuera necesario para avanzar en las relaciones intercoreanas y promover la paz en la dividida península coreana. En una entrevista, publicada en el diario francés Le Figaro, Park subrayó: Estamos listos para ayudar a Corea del Norte. Mi postura es que puedo celebrar una reunión en cualquier momento si es necesario para el desarrollo de las relaciones entre las dos Coreas y la paz en la península coreana. Sin embargo, me abstendré de celebrar diálogos sólo con el propósito de tener diálogos o celebrar los diálogos como un evento aislado. Lo más importante es la sinceridad. [La mandataria surcoreana también insistió en que] …Corea del Norte está ignorando el hambre y la subsistencia de su pueblo a fin de mantener su régimen. [Agregó que] Si Corea del Norte continúa actuando así, se enfrentará a las dificultades tanto dentro como fuera del país, y se colapsará (Yonhap

news,2013:2 de noviembre).

Así en ese constante intercambio intercoreano de declaraciones, que sólo refuerzan el nudo gordiano en lugar de debilitarlo, Japón y Rusia sostuvieron, en un insólito acercamiento, sus primeras negociaciones militares y diplomáticas de alto rango y acordaron aumentar la cooperación entre sus ejércitos en medio de un constante incremento de preocupaciones sobre la seguridad en la región, Corea del Norte y China. El ministro japonés de Asuntos Exteriores, Fumio Kishida, y el ministro japonés de Defensa, Itsunori Onodera, acordaron con sus homólogos rusos Sergei Lavrov y Sergei Shoigu realizar ejercicios militares y actos contra la piratería de manera conjunta y fijar una estrategia de consulta militar (El nuevo Herald, 2013:2 de noviembre). Es claro que con el fortalecimiento de los lazos de defensa, ambos países buscan, desde su perspectiva, dar mayor estabilidad en la región del noreste de Asia. Pero aclararon que ―no buscaban afectar las alianzas existentes, entre ellas, la de Japón con Estados Unidos‖ (El nuevo Herald, 2013:2 de noviembre). Evidentemente la nueva cooperación militar entre Japón y Rusia busca contrarrestar la cada vez mayor presencia militar de China y las amenazas de Corea del Norte.

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En suma, en este contexto, concuerdo totalmente con el análisis que hace el analista político, Linh Dinh, cuando afirma que: El gobierno estadounidense se ha aprovechado de la amenaza de los misiles balísticos de Corea del Norte para rodear a China con misiles y bases militares. EE.UU. está utilizando esta amenaza para permanecer militarmente en la región. [Es claro que]…el objetivo principal de EE.UU. es contener a China y cercarla con misiles en bases militares en países aliados, además de que cualquier tensión ayuda a vender sus armamentos ya que EE.UU. es el mayor vendedor de armas en el mundo (Entorno

inteligente, 2013:7 de noviembre).

Como consecuencia de lo antes descrito, hemos visto que en los últimos años China se ha embarcado en una importante modernización de sus fuerzas armadas que ha implicado el desarrollo de nuevas armas, incluyendo un portaaviones. Además, el gasto de China en su ejército asciende a más de 100 millones de dólares al año, una cifra que, sin embargo, muchos gobiernos y analistas dicen que no es representativa de los verdaderos gastos de defensa de China. En este marco de avances y retrocesos, el enviado especial chino para el diálogo a seis bandas con respecto a la desnuclearización de Corea del Norte, Wu Dawei, arribó a Pyongyang, el 5 de noviembre de 2013, en un aparente avance para regresar a las pláticas del estancado proceso de negociaciones. La agenda estuvo muy activa durante esos meses para la discusión del tema central: el reinicio del diálogo a seis bandas. Wu Dawei viajó en octubre de 2013, a Washington para reunirse con su homólogo estadounidense, Glyn Davies, y otras autoridades relacionadas con la política estadounidense hacia Corea del Norte (La Jornada, 2013:5 de noviembre). Davies también sostuvo una reunión a su vez en la capital estadounidense con el enviado especial surcoreano, Cho Tae-young, y el japonés, Junichi Ihara, para discutir estrategias para buscar la restitución del diálogo de las seis partes o a seis bandas como lo he denominado a lo largo de este ensayo. Por otra parte, el 6 de noviembre de 2013, los jefes negociadores nucleares de Corea del Sur, Estados Unidos y Japón se reunieron en Washington para discutir las condiciones apropiadas para la reanudación de las negociaciones a seis bandas para la desnuclearización norcoreana, lo que aparentemente era una respuesta a los esfuerzos diplomáticos de China.

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Glyn Davies, representante especial estadounidense para la política norcoreana, organizó la sesión trilateral con sus homólogos surcoreano y japonés Cho Tae-yong y Junichi Ihara. ―Las tres partes reafirmaron que la desnuclearización debiera ser el asunto número uno de la agenda si se reanudasen las negociaciones‖ (Yonhap news, 2013:6 de noviembre). Esta reunión se debió también a que después de unos meses de provocaciones y amenazas militares, Corea del Norte había cambiado hacia una ofensiva más suave (Yonhap news, 2013:6 de noviembre). Por lo antes expuesto, Corea del Sur hizo clara su postura de que pondría la máxima prioridad a sus políticas intercoreanas en la resolución del asunto nuclear de Corea del Norte y la promoción de la cooperación e intercambio bilateral durante los próximos cinco años. Y en esa línea de acción, la Unión Europea y Corea del Sur repasaron el asunto de la cuestión Norcoreana, durante la celebración del 50 aniversario del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambas partes.

Así, en este entorno, el 12 de noviembre de 2013, Rusia

aprovechando sus buenas relaciones con Corea del Norte y Corea del Sur propuso desbloquear el proceso de regulación del problema nuclear en la península y restablecer las negociaciones a seis bandas. Según Putin, lo más importante en ese momento era desbloquear las conversaciones a seis bandas, y superar todos los obstáculos que impiden la continuación del proceso negociador para normalizar la situación en la península de Corea. Finalmente, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y la presidenta de Corea del Sur, Park Geunhye, instaron a Corea del Norte, el 13 de noviembre de 2013, a abandonar su programa de armas atómicas y aplicar los acuerdos internacionales sobre desnuclearización (Telemetro, 2013:12 de noviembre). Es claro, que tanto Rusia como China, sin desprenderse de las cuestiones políticas saben aprovechar sus relaciones para fortalecer su presencia económica y sacar beneficios de esas situaciones reales de valor que representa la geopolítica y la geoeconomía en particular. Aprovechando el entorno coyuntural, la presidenta surcoreana, Park Geun-hye, se reunió en Seúl, el 18 de noviembre de 2013, con el máximo responsable de la política exterior de China, Yang Jiechi, para celebrar conversaciones estratégicas de alto nivel conjuntamente con el asesor surcoreano de seguridad nacional para abordar el programa nuclear de Corea del Norte. Yang

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Jiechi, Consejero de Estado que supervisa la política exterior de China, realizó dicha visita a Seúl, para sostener conversaciones también con el jefe de la Oficina presidencial de Seguridad Nacional, Kim Jang-soo, y

con el canciller, Yun Byung-se.

La visita de Yang fue en

seguimiento a un acuerdo de la cumbre entre Park y su homólogo chino, Xi Jinping, alcanzado en junio de 2013, para fortalecer un nuevo canal de diálogo de seguridad de alto nivel entre los dos países (Yonhap news, 2013:18 de noviembre). Es claro que lo anterior es un reflejo de que China

estaba intensificando los esfuerzos

diplomáticos para reanudar las conversaciones a seis bandas para poner fin a las ambiciones nucleares de Pyongyang. Así, continuando con esos intentos de acercamientos entre los diferentes países de la región del Noreste Asiático, el 19 de noviembre de 2013, la República Popular Democrática de Corea rechazó la propuesta de Estados Unidos para la firma de un tratado de no agresión basado en la condición previa de la desnuclearización de Norcorea. Es decir, de tajo se cortaba con una nueva posibilidad de acercamiento y se desaprovechaba

la oportunidad para desenredar el nudo

gordiano. La asesora de seguridad nacional del presidente Barack Obama, Susan Rice, dijo que no se reanudarían los diálogos a seis bandas con Corea del Norte, mientras siguiera operando las partes principales de su programa de armas nucleares. Rice expresó, el 20 de noviembre de 2013, en un discurso en la Universidad de Georgetown: ―Ya no estamos interesados en los diálogos con Corea del Norte sólo con el propósito de mantener diálogos‖ (Yonhap news, 2013:20 de noviembre). La asesora agregó que: Corea del Norte sabe exactamente qué necesita hacer para demostrar que es sincera. Solamente después de que Corea del Norte tome tales pasos iniciales, son posibles las negociaciones auténticas y creíbles con Pyongyang para tomar pasos concretos e irreversibles hacia la desnuclearización

(Yonhap news, 2013:20 de noviembre).

Rice, ex-embajadora estadounidense ante las Naciones Unidas, señaló que Corea del Norte utilizaba los diálogos sólo para ganar tiempo y avanzar en sus programas nucleares y de misiles. Planteamiento que comparto con Rice en su totalidad, pues eso se ha demostrado a través del análisis de esta investigación. 128

En esa línea de pensamiento, el negociador del Gobierno de EE.UU. para Corea del Norte, Glyn Davies, se mostró, el 21 de noviembre de 2013, en Beijing muy pesimista ante la posibilidad de que Pyongyang regrese a la mesa de diálogo, dada su negativa a abandonar el programa nuclear y a resolver el problema de los ciudadanos estadounidenses detenidos en ese país. Glyn Davies declaró, tras un encuentro con el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, que: China y EEUU están cooperando más estrechamente, pero Corea del Norte no lo está poniendo nada fácil. [El negociador estadounidense explicó que:] El régimen de Corea del Norte establece una relación equivalente entre su desarrollo económico y el de sus armas nucleares. [Según Davies] Esto es insostenible para las naciones (Corea del Sur, EE..UU., China, Japón y Rusia) que en su día negociaron con Pyongyang. Esa política es un callejón sin salida para Corea del Norte, no puede crear prosperidad para su pueblo y al mismo tiempo invertir enormes recursos en su programa nuclear (El norte de Castilla; 2013: 21 de noviembre).

En tanto, el ministro de Unificación surcoreano, Ryoo Kihl Jae, afirmó que el gobierno norcoreano "debe dejar de azuzar la discordia y convertirse en un miembro responsable de la comunidad internacional"(Europa press, 2013:24 de noviembre). A lo antes descrito, habría que destacar que para añadir dificultades y más vueltas al nudo gordiano, el 24 de noviembre de 2013, China anunció una nueva Zona de Identificación de la Defensa Aérea (ZIDA), misma que incluiría el archipiélago de las islas Diayou/ Senkaku, reivindicadas tanto por China como por Japón, e integraba además partes del espacio aéreo de Corea del Sur. La zona de defensa aérea anunciada por el Gobierno chino se superpone parcialmente con la Zona de Identificación de Defensa Aérea de Corea del Sur, en la zona situada al oeste de la isla de Cheju. Es una zona de 20 kilómetros de ancho y 115 de largo (Europa press, 2013:24 de noviembre).

En este sentido, el gobierno de Corea del Sur por medio del viceministro de Defensa surcoreano, Baek Seung Joo, solicitó a China, el 28 de noviembre de 2913, ―que modifique su declarada zona de defensa aérea, al considerar que se introduce en su espacio aéreo y cubre las islas Keodo, que está bajo soberanía surcoreana, pero en disputa con Beijing‖ (Europa press, 2013:28 de noviembre).

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Como sinergia de lo anterior, el 6 de diciembre de 2013, EE.UU. fijó su posición por medio de su vicepresidente, Joe Biden, quien durante su visita a Beijing y Seúl, declaró que Washington no reconocía la nueva zona de defensa aérea establecida por China. "Fui absolutamente claro en nombre de mi presidente: No reconocemos la zona. No tendrá ningún efecto sobre las operaciones estadounidenses. Ninguno. Cero‖ (Europa press, 2013:6 de diciembre). En esa lógica, el ministro de Asuntos Exteriores de Japón, Fumio Kishida, el 8 de enero de 2014, durante su visita a España explicó a la periodista española Georgina Higuera, que: La Zona de Identificación de la Defensa Aérea que acaba de anunciar China se diferencia tanto en el contenido como en las características de la japonesa. En esa zona, Beijing obliga a los aviones que vuelan en el espacio aéreo internacional a obedecer los procedimientos internos de China y, si no los cumplen, ha indicado que tomará medidas defensivas. Esto va contra el principio de libertad de navegación. No lo vamos a aceptar. Y no lo aceptaremos por dos razones: por la obligatoriedad de las medidas que no existe en otras ZIDA y porque se identifica una parte de las islas Senkaku como territorio chino. Me gustaría trabajar con otros países para que China revoque esta medida (Higuera,

2014: 8 de enero).

Es muy importante señalar al respecto que China conoce de la importancia e

interés que

mantiene tanto Corea del Sur como Japón sobre las islas Keodo (Dokdo en coreano) y Takeshima (en japonés), y por ello optó por declarar su propia ZIDA, que se traslapa con las otras dos, convirtiendo la zona en explosiva. Al respecto, Luis Sevillano comenta que: Los tres países declararon que no iban a desatar un conflicto armado por unos islotes, pero bajo sus aguas se esconden grandes yacimientos de petróleo y gas, lo que sin duda ha exacerbado la disputa por ellos. China, Corea del Sur y Japón, los tres carentes de energía suficiente para alimentar sus economías, y por ello siempre se mantienen alertas para garantizarse la seguridad energética

(Sevillano, 2014: 8 de enero).

Además, Luis Sevillano agrega en ese sentido que: EE.UU. impulsa la mejora de las relaciones entre Japón y Corea del Sur, a los que ve como bastiones de su estrategia de defensa en Asia, [pero] el recuerdo de la ocupación sigue envenenando las relaciones entre ambos países y, por supuesto, entre Tokio y Beijing, pese a que los tres países tienen en común importantes intereses económicos. [Sevillano agrega que]…el historiador británico David Stevenson considera que en el este de Asia se está dando la misma situación que se vivía en Europa en

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1914, con un imperio que actualmente se resiste a su decadencia (EE.UU.) y otro que lucha por emerger (China). [Argumento que comparto.]…Pues según Stevenson, lo más peligroso es que en esta conflictiva zona no hay una estructura de seguridad capaz de frenar el estallido de un incendio ante un incidente (Sevillano, 2014: 8 de enero).

En ese entorno, vemos que China seguirá tratando de cambiar a Corea del Norte a través del comercio y el desarrollo. Una política que puede funcionar a largo plazo, pero tiene que contar con las sanciones de la ONU. Por su cuenta, la Casa Blanca, por medio de su portavoz, Patrick Ventrell, afirmó, el 13 de diciembre de 2013. Estados Unidos está tratando de trabajar con el aliado más cercano de Pyongyang y vecino, China, para encontrar una manera de continuar adelante con el diálogo que está congelado desde 2008. China es fundamental para cualquier resultado exitoso con respecto a la desnuclearización de Corea del Norte y ahora estamos haciendo un acercamiento de mayor cooperación con la península (Europa press, 2013:14 de diciembre).

En tanto, el gobierno de Estados Unidos anunció que enviaría 800 soldados para integrarse a los 28,000 ya estacionados en Corea del Sur, 400 tanques y otros vehículos a Corea del Sur como parte de un reajuste y de su despliegue militar en Asia (Europa press, 2014:8 de enero). Al respecto, el portavoz del Pentágono Steve Warren indicó que dicho personal permanecería en el país asiático durante nueve meses, si bien los equipamientos permanecerían desplegados para ser utilizados por las siguientes rotaciones de tropas estadounidenses. Consecuentemente, el gobierno norcoreano amenazó nuevamente a EE.UU. y a Corea del Sur a través de su agencia estatal norcoreana de noticias, KCNA: ―Advertimos severamente a las autoridades de Estados Unidos y Corea del Sur de que detengan estos peligrosos ejercicios militares, que podrían llevar la situación en la península y los lazos Norte-Sur a la catástrofe‖ (Europa press, 2014:16 de enero). Ante esta postura Corea del Sur tuvo que advertir, el 16 de enero

de 2014, que respondería con firmeza a cualquier provocación por parte de Corea del Norte, después de que Pyongyang hubiese amenazado con un holocausto inimaginable en caso de que Washington y Seúl celebrasen sus maniobras militares conjuntas anuales.

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A lo anterior, Corea del Sur rechazó la propuesta de Corea del Norte en la que se comprometía a reducir la tensión en la frontera a cambio de que Seúl cancelara sus próximas maniobras militares con Estados Unidos, y confirmó: "Vamos a llevar a cabo los ejercicios militares como estaba previsto‖ (La Vanguardia, 2014:17 de enero). Además, el portavoz del Ministerio de Defensa de Seúl argumentó que el Key Resolve y el Foal Eagle "no son ejercicios ofensivos y por tanto no se cancelarán, y además [recordó que] Pyongyang también realiza maniobras militares‖ (La Vanguardia, 2014:17 de enero). Por su cuenta, un portavoz de la Casa Blanca anunció que no

habría cambios en los planes de las maniobras militares entre Estados Unidos y Corea del Sur, que comenzarían en febrero y se desarrollarían hasta finales de abril del 2014. Como sabemos el paradigma realista utiliza a la disuasión como elemento fundamental para llevar a cabo acciones militares o políticas y así influir en las decisiones o acciones del contrincante. Por ello, Corea del Sur y EE.UU. anualmente realizan los ejercicios militares conjuntos. Además, en ese tenor, el Subsecretario de Estado de Estados Unidos, Willian Burns, dijo en Seúl, tras su reunión con el Primer vicecanciller surcoreano, Kim Kyou-hyun, que su país y Corea del Sur estaban preocupados por los recientes acontecimientos en Corea del Norte y sus posibles provocaciones, y expresó su compromiso con las negociaciones para la desnuclearización (Yonhap news, 2014:21 de enero).

De manera simultánea el enviado especial estadounidense para Corea del Norte, Glyn Davies, se reunió en Beijing con el viceministro de Asuntos Exteriores chino, Zhang Yesui, y con su homólogo chino, Wu Dawei para buscar vías para retomar las negociaciones a seis bandas sobre la desnuclearización de la península norcoreana. Y por su parte, los enviados encargados de los asuntos norcoreanos de Corea del Sur y Estados Unidos, Glyn Davies y Cho Tae-yong, se reunieron en Seúl, el 29 de enero de 2014, para discutir la manera adecuada para reanudar las conversaciones multilaterales encaminadas a la desnuclearización de Corea del Norte. Así mismo, el embajador de Corea del Norte para asuntos con EE.UU., Sin Soh-Ho, envió un mensaje conciliador a Corea del Sur, pero exigió la cancelación de las maniobras militares conjuntas entre Seúl y Washington.

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En un gesto significativo, dentro de la coyuntura de colaboración intercoreana, se informó que el ejército de Estados Unidos disminuiría el número de efectivos en su ejercicio anual con Corea del Sur, no desplegaría un portaaviones y no utilizaría bombarderos estratégicos en el entrenamiento. Sin embargo, Corea del Norte nuevamente insistió, a través del embajador de Corea del Norte en Beijing, Ji Jae Ryong, en la cancelación de las maniobras conjuntas de Corea del Sur y EE.UU., países a los que culpó de aumentar la tensión en la zona. Por su cuenta, la Administración Obama se mostró a favor del rápido establecimiento de contactos entre Corea del Sur y Japón para arreglar los diferendos en sus relaciones. El 8 de febrero de 2014, Evan Medeiros, Director de Asuntos Asiáticos en el Consejo de Seguridad Nacional, destacó que ―EE.UU. veía con gran satisfacción que tanto Seúl como Tokio tuvieran y pusieran gran interés en mejorar sus relaciones‖ (Yonhap news, 2014:8 de febrero). En ese contexto, el 13 de febrero de 2014, los delegados de los Gobiernos de Corea del Sur y Corea del Norte tuvieron la primera reunión oficial de alto nivel celebrada en los últimos siete años entre representantes de ambos países. El encuentro tuvo lugar en la localidad surcoreana de Panmunjom. El Ministerio de Unificación surcoreano explicó que la reunión se desarrolló en un clima sincero durante tres horas. La delegación de Pyongyang volvió a insistir en la reclamación de que se anulasen las maniobras militares conjuntas anuales entre Corea del Sur y Estados Unidos. Además, el jefe de la delegación surcoreana, el Director de la secretaría del Consejo de Seguridad Nacional, Kim Kyiou Hyun, explicó que Corea del Sur tuvo una actitud abierta para debatir con su vecino del norte (Europa press, 2014:12 de febrero).

Así mismo China, a través de la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Hua Chungying, aseguró que los acuerdos de distensión sellados entre las dos Coreas en su primer encuentro de alto nivel en siete años mostraban que "ambas partes tienen la positiva intención de mejorar sus relaciones. China anima y apoya el proceso‖ (El comercio, 2014:14 de febrero). Entre tanto el Secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, se reunió el 13 de febrero de 2014 en Seúl, con su homólogo el ministro de Asuntos Exteriores surcoreano Yun Byung-se, para debatir

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sobre los asuntos relativos a Corea del Norte y sobre la situación de seguridad prevaleciente en la península coreana. Además, se entrevistó con la presidente surcoreana Park Geun-Hye, y trató ―el tema relativo a las ambiciones territoriales de China y obviamente el programa nuclear de Corea del Norte y los desafíos que representa para la seguridad de la región‖ (La Nación, 2014:13 de febrero).

Además, el 14 de febrero de 2014, el jefe de la diplomacia estadounidense sostuvo una reunión con el presidente chino Xi Jinping en el Gran Salón del Pueblo, a quien solicitó que China contribuyese a que: Corea del Norte reduzca su postura beligerante y reanude las conversaciones para un desarme nuclear. [Además, le trató el tema relativo a que]…las tensiones regionales se han exacerbado, en particular entre China y Japón debido a las controversias sobre sus límites marítimos. [John Kerry expresó:] Pedimos a China que use todas las herramientas en su mano y todos sus medios de persuasión para conseguir que el régimen de Kim Jong-Un dé pasos concretos, reales e irreversibles en pos de una desnuclearización verificable (El Universal, 2014:14 de febrero).

China, como es su costumbre, utilizó sus medios periodísticos oficiales para también hacerle saber a EE.UU. su postura política sobre Japón. Así, en un estridente editorial antijaponés, la agencia oficial de noticias china Xinhua dijo que Estados Unidos debiera: Apremiar a Tokio a que cese sus maniobras provocativas o afrontar el peligro de un conflicto regional en el futuro. Estados Unidos debe saber que aunque Beijing siempre ha intentado abordar por medios pacíficos las disputas territoriales con algunos países vecinos, no dudará en adoptar medidas que garanticen sus intereses nacionales cruciales de acuerdo a los derechos soberanos de China (El Universal, 2014:14 de febrero).

En este entorno de distensión coyuntural

resulta relevante

destacar que, un grupo de

diplomáticos chinos encargados de los asuntos coreanos visitaron Corea del Norte. La delegación china fue encabezada por el Director general adjunto de Asuntos Asiáticos, Xing Haiming. ―El tema central sobre el cual se discutió con sus contrapartes norcoreanos fue el de que Corea del Norte regrese a las estancadas conversaciones a seis bandas‖ (Yonhap news, 2014:12 de febrero). Así pues, con el propósito de seguir atenuando y hacer manejable la relación intercoreana, el viceministro de Asuntos Exteriores de China, Liu Zhenmin, después de su viaje a Corea del

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Norte, visitó Corea del Sur. Del 21 al 23 de febrero de 2014, Liu celebró una reunión en Seúl, con su homólogo surcoreano, Lee Kyung-soo, y también se reunió con otros funcionarios surcoreanos de alto rango, incluidos el Canciller, Yun Byung-se; el ministro de Unificación, Ryoo Kihl-jae; y el jefe secretario presidencial de asuntos exteriores, Ju Chul-ki. Esto es relevante en virtud de que Liu es el funcionario de mayor rango del Ministerio de Asuntos Exteriores de China en llevar a cabo una visita oficial a Corea del Norte después de que Jang Song-thaek, otrora poderoso tío y tutor del líder norcoreano, Kim Jong-un, fuese ejecutado en diciembre de 2013. Liu informó sobre su viaje a Corea del Norte y la situación actual del régimen norcoreano, y discutió sobre otros asuntos, tales como los diálogos de alto nivel entre de las dos Coreas, y el éxito de las reuniones de las familias separadas (Yonhap news, 2014:20 de febrero).

En ese marco, y de acuerdo a lo programado, Seúl y Washington pusieron en marcha sus ejercicios militares anuales el 24 de febrero de 2014, operativo logístico que se extendió hasta el 18 de abril del 2014. De acuerdo con el informe, los ejercicios designados ―Key Resolve‖ se realizaron en una forma discreta, respetando el margen de distensión coyuntural existente. En dicho ejercicio participaron 10,000 soldados surcoreanos y 5,200 estadounidenses, 1,100 de ellos provenientes de bases estadounidenses fuera de Corea del Sur. Además, los ejercicios llamados ―Foal Eagle‖ se iniciaron justo después de la finalización de los primeros, y duraron hasta el 18 de abril del 2014. Como era de esperarse, Corea del Norte lanzó duras críticas contra los ejercicios conjuntos de Seúl-Washington y los tachó de un ensayo de invasión y una provocación seria. Volvieron a surgir nuevas incertidumbres en la relación intercoreana. Y, sin tacto ni discreción, el jefe de la diplomacia estadounidense John Kerry subrayó en declaraciones a la cadena MSNBС, el 26 de febrero de 2014: Corea del Norte es uno de los lugares más cerrados y crueles de la Tierra. De esto no cabe duda. [Afirmó,]…los asuntos interiores de ese país asiático deberían preocupar profundamente a la comunidad internacional. Este es un mal, mal lugar. Requiere una enorme atención del mundo a fin de

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exigir responsabilidades. Y creo que todos los aspectos de cualquier ley que se pueda aplicar deben aplicarse (Actualidad, 2014:26 de febrero).

Por lo anterior, no es de extrañar que nuevamente creciera la incertidumbre cuando, el 27 de febrero de 2014, Corea del Norte lanzara cuatro misiles Scud de corto alcance hacia el mar frente a la costa este del país, también como advertencia a los ejercicios militares conjuntos realizados por EE.UU. y Corea del Sur. Por su cuenta, el Ministerio de Defensa surcoreano afirmó que el lanzamiento de misiles de tipo Scud por parte de la República Popular Democrática de Corea podría ser considerado como una provocación intencionada. Es de hacer notar que el disparo de cuatro misiles de prueba del tipo Scud que realizó Corea del Norte viola las resoluciones de la ONU que prohíben las pruebas de misiles balísticos. Al respecto, el coronel Steven Warren, un portavoz del Ejército estadounidense, dijo que: ―Las resoluciones 1718 y 1874 del Consejo de Seguridad de la ONU prohíben a Corea del Norte lanzar todo tipo de misiles balísticos y esto incluye los Scud‖ (Europa press, 2014:3 de marzo). En consecuencia, el Departamento de Estado estadounidense instó a Corea del Norte a actuar con moderación y evitar acciones provocadoras, a raíz de las informaciones sobre el lanzamiento de los misiles de corto alcance. Nuevamente Corea del Norte disparó, el 4 de marzo de 2014, siete nuevos proyectiles de corto alcance desde la costa sureste, según lo informó el Ministerio de Defensa de Corea del Sur, durante la segunda semana en la que se llevaban a cabo las maniobras militares conjuntas. Es claro, que dichos lanzamientos son una muestra de poder contra los ejercicios militares. ―Los tres primeros misiles fueron disparados en torno a la ciudad portuaria de Wonsan, y alcanzaron unos 55 kilómetros en dirección noreste. El resto de proyectiles fueron lanzados desde la misma región. Estos cuatro misiles alcanzaron los 155 kilómetros‖ (Europa press, 2014:4 de marzo). Además, Norcorea disparó más misiles y remató con 25, el 17 de marzo, 30 el día 22 de

marzo, 16 el día 23 de marzo, 2 el día 25 de marzo, y 500 proyectiles entre el 31 de marzo y 1 de abril y el 28 de junio de 2014.

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La portavoz del Departamento de Estado, Jen Psaki, conminó a Corea del Norte a abstenerse de realizar acciones provocadoras que agraven las tensiones (HispanTV, 2014:6 de marzo). "Instamos a Corea del Norte a actuar con moderación y a tomar pasos que mejoren las relaciones con sus vecinos" (HispanTV, 2014:6 de marzo ). Y lo mismo se reiteró los subsecuentes meses de marzo, abril, junio, julio y agosto de 2014. El Gobierno de Corea del Norte afirmó que los últimos lanzamientos de misiles eran actos defensivos y reclamó a Estados Unidos por sus críticas, amenazando con atacar en caso de que Washington utilice a su Ejército contra Norcorea. Así, en un ambiente de tensiones, el Consejo de Seguridad de la ONU informó que Corea del Norte seguía representando una seria preocupación para la seguridad y la paz internacionales por lo que extendió las sanciones en su contra. Sin duda alguna, los disparos de artillería y misiles sobre el mar por parte de Corea del Norte y las maniobras militares conjuntas entre EE.UU. y Corea del Sur, agregaron un nudo extra al complejo nudo gordiano ya existente. Es claro, como expresa Bruce Klingner: Las conversaciones a seis bandas se convirtieron en un sistema de auto perpetuación que no ha tenido otro propósito que el de su propia subsistencia. Corea del Norte exigió concesiones para mejorar el ambiente de las negociaciones, a veces sólo con el objetivo de volver a negociar. Estados Unidos incluso dejó de hacer cumplir sus propias leyes de lavado de dinero con el fin de mantener la apariencia diplomática de que se progresaba (Klingner, 2013:30 de agosto).

Santiago Castillo afirma de manera contundente, y estoy de acuerdo con él cuando plantea que Kim Jong-Un …no puede seguir hipotecando el futuro de su país en los principios que omiten la verdadera crisis económica del país y las verdaderas razones de su política nuclear, un régimen basado en el culto a la personalidad, que sigue usando el ―Juche‖ [la autosuficiencia] y el ―Songun‖, que da prioridad a los intereses militares (Castillo, 2013:13 de septiembre).

En síntesis, el régimen norcoreano no debiera desaprovechar ningún momento de distensión. ―Sabe que tiene a China presionándola para que lleve a cabo reformas que den calidad de vida a los norcoreanos, y que renuncie a su programa nuclear‖ (Castillo, 2013:13 de septiembre).

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Conclusiones. En lo que concierne a EE.UU., es claro que la región del Pacífico asiático ha sobrepasado a Europa como su socio económico viable. Resulta evidente que EE.UU. continuará manteniendo su presencia militar en esta región para proteger sus intereses económicos y políticos. Está dentro de los límites a su seguridad nacional, donde la península coreana forma parte de la extensión de su política de seguritización. De ahí su reticencia a dejar actuar solas a las dos Coreas. EE.UU. no ha permitido quedarse aislado del proceso. Y, en paralelo, también ha sido la excusa para generar una política de contención al visible ascenso de China al rango primer potencia mundial. La República Popular de China ha resurgido no solamente en sus aspectos militares sino con gran poderío económico e influencia política en el área. Japón, sin lugar a dudas, sigue siendo una potencia económica en el área. China, EE.UU., Rusia, y Japón son y continuarán siendo piezas claves en el Noreste Asiático. La importancia de Corea del Norte en relación a China radica en su posición geopolítica, ya que ésta bordea su frontera con toda la parte que anteriormente se conocía como Manchuria. China requiere estabilidad en la península coreana. A China le interesa arreglar la cuestión intercoreana para afrontar otras cuestiones regionales importantes en la lucha por la hegemonía en la región y así poner fin a la tensión en el área en lo que coinciden, tanto Rusia como Japón para la firma de un tratado paz intercoreano. Ante las incertidumbres descritas China no desea comprometer su estabilidad política en la región y su despegue económico y social. La península coreana ha estado en una muy delicada transición hacia un nuevo esquema de seguridad compleja dentro de la nueva configuración del poder internacional. Por esto no se debe olvidar y debemos de tener en mente que los períodos de transición, precisamente las más de las veces, resultan ser los más inestables y peligrosos. Consecuentemente, todas las partes involucradas en esta región incluyendo China, EE.UU., Rusia, y Japón han estado cooperando positivamente con la República de Corea, con el propósito de disuadir a Corea del Norte de su política de continuar con el desarrollo y ensayo de armas nucleares. Todo esto es lo que denomino responsabilidad compartida.

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El conflicto entre Corea del Norte y Estados Unidos corresponde -como bien lo plantea Gerson Vázquez- a un escenario complejo donde se está rediseñando una nueva hegemonía mundial. Vivimos en un siglo donde el poder económico está definiendo quién o quiénes serán los nuevos arquitectos del nuevo sistema internacional (Vásquez, 2013). La arquitectura internacional ha pasado de ser unipolar-hegemónica, como era en el año 2000-2003, donde EE.UU. llegó a ser una hiperpotencia, a una multipolar en su dimensión estratégico-militar y en sus relaciones económicas y políticas en

pleno siglo XXI. En este escenario China está ascendiendo para

convertirse en primera potencia mundial y EE.UU. para contenerla ha creado, entre otros mecanismos, el Trans Pacific Partnership (TPP). En ese sentido Beijing ha declarado en múltiples ocasiones que hay países que han reforzado sus alianzas militares en Asia-Pacífico, expandiendo su presencia bélica en la región y a menudo han hecho más tensa la situación en la región. Es evidente la clara referencia a los Estados Unidos. En cuanto a Rusia, el gobierno chino ha argumentado no tener ninguna contradicción con Estados Unidos respecto al tema de Corea del Norte, aunque ha sugerido siempre resolver el problema por la vía diplomática y disuadir con acciones militares. A pesar de lo delicado de toda esta situación analizada, ello nos debe llevar a una reflexión sobre la oportunidad que se presenta para …incrementar la confianza estratégica entre China y Estados Unidos, entre los dos actores fundamentales que pueden solucionar las tensiones. Si los dos gigantes geopolíticos colaboran de manera constructiva para el establecimiento de una paz aceptable para todos, no solo la península coreana, sino la región y el mundo, será un lugar más seguro (Solana, 2013:29 de abril).

Por ello, como bien lo señala Solana: Corea del Norte, independientemente de su régimen, es hoy un valioso activo estratégico para China. Le sirve como Estado-tapón que le asegura que las tropas estadounidenses no estarán en su frontera. Por tanto, para China, lo mejor es mantener el status-quo combinado con una progresiva apertura del vecino coreano. De esta manera, el Norte iría cambiando poco a poco y se evitarían pasos traumáticos como conflictos o la implosión del régimen. El colapso del régimen de Pyongyang provocaría una avalancha de millones de refugiados, con un enorme costo social y económico para China (Solana, 2013:29 de abril).

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De ahí pues que, El ascenso de China como potencia hegemónica regional despierte muchos recelos en Asia Oriental, por lo que es fundamental que China se comprometa con la estabilidad y la paz en la región. Por ello, el hecho de que China y Estados Unidos se hayan involucrado juntos en la resolución de la crisis fue en sí un gran logro. Estados Unidos debe dejar claro que ningún cambio en la península coreana será una pérdida estratégica para China, y China debe continuar unida a los esfuerzos de la comunidad internacional para detener el programa nuclear norcoreano y presionar para lograr la apertura del régimen (Solana, 2013:29 de abril).

Queda claro que EE.UU. y China persiguen un objetivo común: lograr una península libre de armas nucleares y una vía en la región para garantizar una paz estable. Ambos países requieren de una confianza estratégica mutua. En este tenor también coincidimos plenamente con la opinión del investigador de la Academia de Ciencias de Rusia, Konstantín Asmólov, cuando afirma que: EE.UU. utiliza la retórica y acciones belicistas y la mala imagen de Pyongyang para justificar su presencia militar en la región y así ejercer presión sobre Rusia y China. [Según el experto,] EE.UU. justifica así la presencia militar de Washington en el Oriente lejano y el sudeste asiático. Esa presencia no sólo está dirigida contra Corea del Norte, sino contra China y Rusia (Impulso, 2013:23 de junio).

Habiendo expuesto lo anterior, estamos de acuerdo con, Yoon Young-Kwan, quien fuera ministro de Asuntos Exteriores de la República de Corea, cuando afirma que China incrementó su protagonismo político a partir del 2000, ya que: Después de que el programa de enriquecimiento de uranio de Corea del Norte generara otra crisis a fines de 2002, el presidente George W. Bush quiso movilizar la influencia de China de un modo más sistemático. Sin embargo, las autoridades chinas se mostraron reticentes y limitaron mucho su papel. Si bien se volvieron más activas al actuar de anfitriones de las conversaciones a seis partes, mismas que siguieron viéndose como meros mediadores entre EE.UU. y Corea del Norte (Yoon, 2013:21 de junio).

No obstante, después de la segunda prueba nuclear norcoreana en 2009, China hizo una revisión de la política de su país hacia Corea del Norte. Y decidió separar el problema de la cuestión nuclear de la relación bilateral general. Así,

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…el ex-primer ministro Wen Jiabao visitó Pyongyang en octubre de 2009, ocasión en la que prometió generosas ayudas económicas. Los líderes chinos parecen haber creído que inducir al Norte a la adopción del modelo chino hacia una apertura económica daría origen a un ambiente político más abierto a la desnuclearización (Yoon, 2013:21 de junio).

Tras la ronda de provocaciones de Corea del Norte en la primavera del 2013, el presidente chino Xi llegó a la conclusión de que su política hacia los norcoreanos había llegado a un límite y se requería pasar a una nueva etapa. Las críticas de Xi a las ambiciones nucleares del Norte se volvieron inusualmente públicas y claras. El Gobierno chino sigue viendo a Corea del Norte como a un estado tapón, pero su condición de potencia mundial la está llevando a adoptar un nuevo enfoque. Como dice Yoon Young-Kwan, (2013:21 de junio) al señalar que incluso el propio Secretario de Estado, Tang Jiaxan, ha planteado que para China la desnuclearización tiene mayor prioridad que la estabilización de la península de Corea. Todo lo anterior nos mueve a arribar a una profunda reflexión en el sentido de que -como afirma Yoon- si EE.UU. y China logran que: Corea del Norte no las empuje a un rumbo de colisión, cuentan probablemente con un máximo de cuatro a cinco años para impulsar una estrategia conjunta. Este cronograma estaría determinado por el momento en que Corea del Norte poseyera la tecnología necesaria para cargar cabezas nucleares en miniatura en misiles de gran alcance (Yoon, 2013:21 de junio).

Sin embargo, …la paradoja es que a medida que se acerque ese momento, Estados Unidos refuerce de manera disuasiva sus defensas antimisiles en el Pacífico occidental, en áreas cercanas a China. Invariablemente, el resultado será un aumento de la tensión chino-estadounidense. Esto no le interesa a China. El costo a largo plazo de un aumento en la confrontación con EE.UU. no superaría los beneficios tácticos de corto plazo por apoyar a Corea del Norte como estado tapón (Yoon, 2013:21 de junio).

Finalmente, es importante señalar que China ha estado profundizado sus relaciones con Corea del Sur y con EE.UU. Esto es muy importante en virtud de que China está actualizando, reajustando y reequilibrando sus intereses geopolíticos, geoestratégicos y geoeconómicos anteriores a la nueva arquitectura mundial o nueva configuración del poder internacional a su nuevo carácter como líder global hegemónico. 141

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EL PODER GLOBAL DE EE.UU.

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Las fuentes de la conducta estadounidense y su lugar en la dinámica hegemónica José Enrique Sevilla Macip [email protected] El Colegio de México Resumen: El argumento central de este documento postula que la piedra angular de la hegemonía estadounidense reside en su capacidad de configurar su ―derecho‖ a la dominación, como un hecho de la realidad misma. Esta transformación ocurre en el momento en el que la ideología estadounidense logra traducirse en una ontología de las relaciones internacionales, i.e., una descripción de la realidad más que una posición frente a ella. Recurriendo a la teoría constructivista, se intenta mostrar que este proceso deriva en una configuración más rígida del poder internacional, dentro de la cual los cambios requerirán no de una redistribución de las capacidades materiales, sino de una reconfiguración ideológica completa. De esa manera, a pesar de los numerosos argumentos que reseñan la inminente caída de la hegemonía estadounidense con base en crisis coyunturales, la ideología, la fuente de la conducta estadounidense y la base de su poder, permanece incuestionada. Abstract:This paper advances the argument that the cornerstone of U.S. hegemonic cycle is its capacity to transform his alleged ―right to rule‖ into an objective fact. This discoursive operation occurs when the U.S. ideology is reinterpreted as an ontology of international relations, i.e. a description of reality rather than a position in face of it. Resorting to constructivist theorists, I try to demonstrate that this process derives in a more rigid global distribution of power. In that scenario, structural change will require not only of a reallocation of material power capabilities but of a full-scale ideological reconfiguration. Thus, despite the vast amounts of literature that argue of the imminent decline of U.S. hegemony due to critical conjunctures, ideology, the source of U.S. conduct and cornerstone of its global power, remains unquestioned.

Introducción En 1947, la revista Foreign Affairs publicó el célebre artículo de George F. Kennan (Mr. X) titulado ―Las fuentes de la conducta soviética‖. Consciente de que enfrentar a la URSS era la más complicada tarea diplomática a la que Estados Unidos se habría de enfrentar, Kennan realizó una radiografía del comportamiento de los oficiales soviéticos con la intención de entender su cosmogonía a profundidad. Allende las particularidades que describe sobre la dinámica política soviética, el autor comienza afirmando que ―la personalidad política del poder soviético es producto de su ideología y sus circunstancias‖(Kennan, 1947). 151

En estricto sentido, dicha afirmación es tanto o más válida para pensar el comportamiento estadounidense. El propio Kennan da una pista sobre la ideología que esta ponencia pretende describir como ―la fuente de la conducta estadounidense‖, al conminar a sus sociedad a ―aceptar la responsabilidad del liderazgo moral y político que la historia claramente impuso sobre ella‖ (Kennan, 1947), i.e., Estados Unidos tiene una misión providencial, basada en su excepcionalismo histórico, de guiar a la humanidad. Ahora bien, la percepción estadounidense de sí mismo como ―la nación indispensable‖ 1 (Obama, 2014) no es ninguna novedad. Toda potencia hegemónica en la historia ha asumido la existencia de su derecho a dominar. La particularidad estadounidense, sin embargo, reside en haber logrado configurar su ―derecho‖ a la hegemonía como un hecho de la realidad misma. Con el fin de la Guerra Fría, el modelo estadounidense de la democracia liberal de mercado se muestra ya no como una alternativa ideológica, sino como el orden natural al que tienden las sociedades. Así, el argumento central de esta intervención postula que esta simple operación discursiva es la piedra angular de la hegemonía estadounidense. El poder militar, económico y político son solo manifestaciones tangibles de un poder que emana de una ideología que ha logrado transformarse en ontología, en descripción de la realidad más que una posición frente a ella. Bajo esa lógica, a pesar del ascenso económico o militar de algunas potencias—notoriamente China—Estados Unidos mantendrá la hegemonía internacional mientras la ideología detrás de su poder, la fuente de su conducta, no sea sujeta a un cuestionamiento radical. El despliegue de este argumento se realizará en tres partes. En primer lugar, se expondrán los fundamentos teóricos y metodológicos que lo sostienen. Para ello, se ha decidido recurrir a la teoría constructivista de las relaciones internacionales ya que, como se verá, es la que mejor logra incorporar las variables que determinan el escenario internacional y el comportamiento de los agentes que interactúan dentro del mismo. En segundo, y con base en el edificio teórico propuesto, se rastrearán los orígenes de la hegemonía estadounidense y se ahondará en la operación discursiva que consistió en la transfiguración de la ideología de la estrategia global de Washington en una ontología de las relaciones internacionales. Finalmente, se evaluarán las 1

La expresión es más comúnmente asociada a la ex secretaria de Estado Madelaine Albright, quien durante su participación en un programa de televisión estadounidense en 1998 manifestó: ―Si debemos de usar la fuerza [militar], ¡es porque somos Estados Unidos! Somos la nación indispensable. Estamos situados en lo alto, y podemos ver mucho más allá, hacia el futuro.‖

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implicaciones que ésta conlleva para la estructura internacional, ubicándolas en el marco del debate sobre los cambios en la configuración del poder mundial. En 1939, en pleno ascenso estadounidense hacia la cumbre del poder internacional, Charles Beard comentaba sobre el inminente nuevo orden hegemónico: ―Estados Unidos no está destinado a ser Roma o Gran Bretaña. Está destinado a ser Estados Unidos‖ (Ferguson, 2004: 12). En efecto, la hegemonía de Washington difiere de formas importantes de los imperios romano y británico. Es un imperio (Ferguson, 2004); pero es necesario observar la específica naturaleza de este tipo de imperio, un órden hegemónico liberal (Ikenberry, 2011), para comprender qué es lo que lo hace distinto del resto de los imperios de la historia, y por qué ese factor es fundamental para sostener su hegemonía en el largo plazo. Desentrañando los fundamentos del orden internacional: consideraciones teóricas Cuando la dinámica de la Guerra Fría se instaló de lleno en el escenario internacional a principios de la década los cincuenta, representaba una estructura de poder inédita en la historia mundial. Sin embargo, y a pesar de las notables diferencias entre una estructura bipolar y una multipolar, hay que conceder que dentro de ambas se mantiene el principio de equilibrio de poder. La doctrina de mutua destrucción asegurada, consolidada después de la crisis de los misiles de 1962, es quizás la muestra del equilibrio más estable que se haya conseguido. A pesar de la estabilidad, con el súbito colapso del bloque soviético entre 1989 y 1992, la comunidad internacional se encontró de pronto frente a una sola súper potencia, una hiper potencia—como la definió el ministro de Asuntos Exteriores francés Hubert Védrine en 1999. En semejante escenario, la teoría realista habría sugerido la inmediata configuración de una alianza entre el resto de las potencias para contrarrestar la concentración del poder en un solo polo. En contraste, y como los últimos 25 años de historia lo constatan, el resto de los Estados no sólo no combatió la unipolaridad estadounidense sino que estrechó sus vínculos con dicha potencia. Por su parte, aquellos que previamente formaron parte del bloque socialista, buscaron en cuanto antes su adhesión al orden internacional liderado por Washington.¿Desde qué coordenadas, entonces, se puede explicar la mundialización del orden estadounidense?

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Ikenberry (2011) responde esta pregunta desde una óptica liberal, afirmando que el denso nodo de reglas e instituciones que fundamentan el orden internacional de la posguerra crea una estructura de incentivos dentro de la cual, tanto las potencias emergentes cuanto el resto de los Estados, encuentran más conveniente apoyar al status quo que adoptar una actitud revisionista. De esta manera, se puede afirmar que la teoría liberal de las relaciones internacionales explica de una manera más adecuada al mundo después de 1989. Aún así, aquí se considera que adolece en un aspecto fundamental que, de hecho, comparte con el realismo;i.e., su fundamentación en la racionalidad instrumental como lógica de toda acción. Al concebir ambas teorías a los Estados como agentes estrictamente racionales, cuando éstos deciden adherirse o cuestionar un orden internacional determinado, lo hacen con base en un cálculo de costo-beneficio que es idéntico en todos los casos. En este sentido, el liberalismo no se encuentra tan alejado del realismo, en vista de que la configuración del poder internacional dependerá en última instancia de la estructura de incentivos ante la cual los Estados (o cualquier otro agente) deberán elegir su curso de acción con base en un conjunto de preferencias dadas de antemano (Wendt, 1992). El argumento aquí planteado, no obstante, necesita ir más profundo; desentrañar el proceso de construcción de las preferencias que motivan el comportamiento de los agentes en el escenario internacional. Esto de ninguna manera implica la negación de la racionalidad instrumental, sino únicamente conceder la existencia de ―racionalidades alternativas‖ (Immergut, 1998: 18-19), que dependen directamente de la concepción que los agentes tienen de sí mismos, de los otros, y del entorno dentro del cual habrán de interactuar. Para ello, se propone recurrir a la teoría constructivista de las relaciones internacionales, en vista de su capacidad de concentrar su poder explicativo en la formación de identidades y preferencias, más que en el comportamiento derivado de ellas. La alternativa constructivista: determinando la anarquía en tiempos de la Pax Americana El discurso constructivista consta de tres proposiciones ontológicas (Reus-Smith, 2001): 1) las estructuras normativas e ideológicas son igualmente importantes que las materiales ya que son las que conforman las identidades sociales de los actores internacionales; 2) estas identidades son la base de los intereses (y éstos, del comportamiento); y 3) los agentes y las estructuras son mutuamente constitutivos. Derivado de estas tres proposiciones, surgen dos aspectos específicos del sistema internacional sobre los que aquí se hará hincapié: a) la anarquía como una 154

característica indeterminada de dicho sistema; y b) la noción de aprendizaje en el proceso de mutua constitución entre agentes y estructuras. Sobre el primer aspecto, Wendt (1992) lo expresa de forma sucinta al afirmar que ―la anarquía es lo que los Estados hacen de ella.‖ Esto quiere decir que la naturaleza anárquica del sistema internacional—punto de partida de toda teoría de las relaciones internacionales—no determina el establecimiento de un tipo de ordenamiento específico. Esto contrasta con el realismo, para el que la anarquía es causa eficiente del establecimiento de un sistema internacional centrado en el dilema de seguridad y el equilibrio de poder, donde todos los Estados se comportan de la misma manera con base en la racionalidad instrumental. En el constructivismo, la anarquía se entiende como cualquier otra estructura: indeterminada; un significante sin significado. Este significado sólo se adquiere como resultado de las interacciones en el marco de dicha estructura. Es decir, la anarquía es solo la causa permisiva del establecimiento de tal o cual orden internacional. Dependiendo de las interacciones de los agentes, el carácter que adopte el orden puede ser el de equilibrio de poderes realista, pero puede también ser uno cooperativo. El sistema internacional de la Guerra Fría es un ejemplo ilustrativo para mostrar el carácter indeterminado de la anarquía. Siguiendo a Ikenberry (2011), durante ese periodo histórico se pudieron distinguir dos ordenes internacionales: el orden mundial, fincado en la estructura bipolar de competencia estratégica entre Estados Unidos y la Unión Soviética; y el orden liberal hegemónico, liderado por Washington y que incorporaba a sus aliados en todas las regiones del mundo. Ambos ordenes coexistían dentro de la estructura anárquica del sistema internacional y, de hecho, se traslapaban en varios puntos (e.g. la membresía de la URSS en Naciones Unidas y en otros organismos internacionales). No obstante, mientras que el orden mundial se caracterizó por consideraciones notoriamente realistas, el orden liberal hegemónico estaba más orientado hacia la cooperación. Con el colapso del bloque socialista y del orden mundial bipolar, y la consecuente mundialización del orden liberal hegemónico, se ejemplifica a su vez el segundo aspecto específico que distingue al constructivismo de sus alternativas teóricas: el aprendizaje. Este proceso es una consecuencia natural de la mutua constitución del agente y la estructura (Wendt, 1987) y funciona de la siguiente manera: las estructuras condicionan el campo de acción del agente mientras que este, por su parte, interpreta la realidad social a la luz de estos 155

condicionantes, integrando nuevas porciones de conocimiento a la estructura previa. Es evidente que este proceso se repite constantemente, ya que implica reinterpretaciones permanentes acerca del significado de las estructuras y el papel que los agentes deben desempeñar dentro de las mismas. El hecho de que el tránsito de la bipolaridad a la unipolaridad no hubiese desembocado en un intento, por parte de otras potencias, de incursionar en una política de equilibrio de poder frente a Estados Unidos denota un aprendizaje derivado de la constante interacción de los agentes dentro de una estructura en particular. Ahora bien, desde una aproximación como la de Ikenberry (2011) se podría argumentar que este aprendizaje se circunscribe únicamente a la evaluación costobeneficio que los Estados realizaron en el marco de la estructura de incentivos una vez colapsado el mundo socialista. No obstante, conforme con el argumento aquí propuesto, el aprendizaje que refleja el tránsito hacia la mundialización del orden liberal hegemónico tiene un matiz ideológico, situado en la formación de identidades e intereses, más que en la elección de un curso de acción específico. El constructivismo, al no estar circunscrito a las capacidades materiales e incorporar el plano discursivo (Hopf, 1998), logra retratar más atinadamente las raíces de este aprendizaje. La ideología como instrumento significador y sus implicaciones El debate sobre las ideologías es sumamente amplio y diverso. Escapa del interés de esta ponencia hacer un recuento detallado de la construcción histórica del concepto o, lo que es más, polemizar en torno al mismo. Sin embargo, y en vista de su importancia como concepto auxiliar dentro de la teoría que enmarca al argumento central, se consideró necesario dedicar un apartado para esbozar algunas consideraciones importantes. En primer lugar, y a diferencia de la aproximación marxista que considera a la ideología como una mera super-estructura que refleja los términos materiales de las relaciones de producción dentro de una sociedad, aquí se considera a la ideología dentro del marco en que el constructivismo analiza el problema entre el agente y la estructura. La ideología funge como la estructura a partir de la cual los agentes constituyen sus identidades e intereses, i.e., es el código mediante el cual se interpreta la realidad, o una visión de lo que constituye el mundo. Por retomar el término de Kennan que titula a esta ponencia, la ideología es la ―fuente de la conducta‖.

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En segundo, y con base en la concepción del término ―ideología‖ que aquí se suscribe, vale la pena cuestionarse: ¿por qué incursionar en un aspecto tan elusivo como la ideología? Se trata de una noción a menudo relegada por la discusión académica, tendencia que ha adquirido fuerza a raíz del fin de la Segunda Guerra Mundial, y que ha alcanzado su apogeo a partir del fin de la Guerra Fría. Paradójicamente, y en lo que se podría considerar una reformulación abstracta del argumento central de esta exposición, dejar de considerar a la ideología como un concepto analíticamente útil para explicar la realidad internacional es, en sí misma, una decisión ideológica. Me explico. A tres años de la caída del Muro de Berlín, y a escasos meses que la Unión Soviética dejara oficialmente de existir, Francis Fukuyama (1992) publicó su célebre ensayo en el que anuncia el fin de la historia con el colapso del comunismo. Mediante su argumentación teleológica, Fukuyama considera que la caída de la alternativa socialista significó el último paso hacia la síntesis perfecta, materializada en la democracia liberal de mercado. A riesgo de sobresimplificar el argumento: si la Guerra Fría había sido una confrontación entre dos ideologías, el colapso de una de ellas significaba inevitablemente que la otra era la correcta, i.e., el camino hacia la realización del hombre habría sido finalmente revelado y, por lo tanto, lo único que restaba era garantizar que todas las sociedades siguieran dicho camino. Con el fin de la Guerra Fría se daba el último paso hacia el establecimiento de un orden ―interiormente perfecto, en el que se pudieran desenvolver plenamente todas las disposiciones de la humanidad‖ (Kant, 2006: 44). Ahora bien, la elección de esta cita es per se reveladora. Se trata de un filósofo a menudo considerado como el ―último ilustrado‖, y también del formulador de la noción de la ―paz perpetua‖, uno de los pilares centrales de la teoría liberal de las relaciones internacionales (Ikenberry, 2011). En el fondo, lo que se intenta mostrar es que la posición de Fukuyama no es nueva, sino que se remonta varios siglos atrás. Es cierto, el liberalismo kantiano no es necesariamente idéntico al capitalismo liberal estadounidense; este último no es siquiera identico al capitalismo liberal británico que cimentó al imperio más poderoso del siglo XIX y antecesor hegemónico de Estados Unidos. Sin embargo, lo que aquí se intenta mostrar es que el triunfo de una ideología sobre otra no despoja a la victoriosa de su carácter interpretativo o ideológico. Retomando el argumento de Fukuyama, del colapso del comunismo no se sigue que el capitalismo liberal estadounidense sea ―la forma correcta‖ de 157

interpretar la realidad. Pensarlo así implica transformar una ideología en ontología; reconfigurar una posición frente a la realidad como la realidad misma. En términos de la teoría constructivista, se rompe el círculo mutuamente constitutivo entre agentes y estructura, para darle un papel inherentemente superior a la segunda. El resultado práctico es una estructura de poder internacional mucho más rígida, i.e., la posición que cada uno de los agentes detenta al momento en que la ideología dominante se transforma en ontología tiende a la permanencia. Es inevitable que las capacidades materiales de cada uno de los agentes se modifiquen constantemente; sin embargo, en términos generales, los canales de mutua constitución entre agentes y estructura se encuentran bloqueados. Un cambio en la configuración del poder internacional en semejante escenario se vuelve improbable, al menos en tanto ningún agente sea capaz de cuestionar—con éxito—las pretensiones totalizadoras de la ideología hegemónica. Es momento, entonces, de describir los componentes de ésta y de su proceso de transformación en ontología. La ciudad sobre la colina: ascenso y objetivación de la hegemonía estadounidense El 28 de mayo de 2014, el presidente Barack Obama se dirigió a los cadetes de la Academia Militar de West Point. Ahí, refrendó su ―convicción en el excepcionalismo estadounidense, con cada fibra de su ser‖ (Obama, 2014). Esta fe cuasi religiosa en la misión providencial estadounidense ha estado presente desde su incepción histórica como nación. Kennan lo hacía explícito en los albores de la Guerra Fría. Está ya presente en la visión de Thomas Jefferson del futuro de la república americana como un ―imperio de la libertad‖; en los primeros párrafos de la Constitución de 1787; en la literatura de Herman Melville y en los lienzos de John Gast. Durante el siglo XIX, esta convicción se codificó como la doctrina del Destino Manifiesto, que reconocía en Estados Unidos una misión redentora, basada en las virtudes inherentes a esas instituciones democráticas que deslumbraran a Tocqueville durante su periplo americano. La primera nación independiente del nuevo continente habría de ser ―la ciudad sobre la colina‖; materialización que, por intercesión del arquitecto Pierre Charles l‘Enfant, se dio con la fundación y construcción de la ciudad de Washington, D.C. en la última década del siglo XVIII (Sánchez de Tagle, 2014).

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Descripción gráfica (y no oda) de las fuentes de la conducta estadounidense Ahora bien, como ya se adelantó, la convicción de un pueblo en su carácter único no es ningún invento estadounidense. De hecho, dicha creencia es el fundamento de todo nacionalismo moderno. Aún así, desde la introducción se le ha dado un papel central al describirla como la fuente de la conducta estadounidense. No obstante, si esta fuente, esta ideología, se reduce meramente a una concepción de sí mismo como superior frente al resto, Estados Unidos no sería sino apenas otro más en el catálogo imperial de la humanidad. Para completar la descripción de las fuentes de la conducta estadounidense, la ideología detrás de su hegemonía, vale la pena cuestionarse, ¿qué distingue al excepcionalismo estadounidense del derecho a dominar que han asumido las grandes potencias de la historia? La respuesta se reduce al orden social dentro del cual Estados Unidos ubica su excepcionalismo, a saber, la democracia liberal de mercado. Esta acotación no es baladí, particularmente cuando se toma en cuenta que el ciclo hegemónico anterior al estadounidense—la Pax Britannica—también estuvo centrado en una visión liberal. Es cierto que la raigambre filosófica liberal es sumamente amplia (Ikenberry, 2011: 18); no obstante, si la construcción ideológica estadounidense supusiera únicamente la adhesión al liberalismo, su hegemonía podría reducirse únicamente al más reciente episodio del imperialismo liberal anglosajón. Después de un breve análisis comparativo entre estas dos versiones ideológicas de hegemonía liberal, las diferencias deberían saltar a la vista. En primer lugar, mientras que la hegemonía británica se circunscribió al liberalismo económico; la estadounidense abraza una versión mucho más abarcativa del liberalismo, que incorpora no sólo la convicción en las ventajas del laissez-faire en las relaciones económicas, sino también la importancia del avance de la democracia liberal (bajo las premisas de la teoría kantiana de la ―paz democrática‖) y el establecimiento de instituciones internacionales (Ikenberry, 2011: 62). En segundo, en tanto que la hegemonía británica puso un mayor peso en sus capacidades materiales—notoriamente la ocupación militar de sus colonias—, la estadounidense ha hecho uso extensivo de la herramienta simbólica denominada por Joseph Nye Jr. (2002) como poder suave, que consiste en el poder de un Estado de ―obtener lo que quiere porque otros países lo quieren seguir, admiran sus valores, emulan su ejemplo, y aspiran a alcanzar su nivel de prosperidad‖ (Nye Jr., 2002: 552).

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En tercer lugar, y derivado directamente de las herramientas de dominio utilizadas por ambas potencias, se encuentra el papel que cada una de ellas concebía para sí misma en el escenario internacional. En el caso británico, su expansión imperialista estuvo originalmente motivada por las necesidades mercantiles de la metrópoli; en contraste, el papel de Estados Unidos en el mundo ha estado históricamente anclado a la visión del ―imperio de la libertad‖ arriba referida, i.e., ser el garante global de la materialización de las verdades que la Declaración de Independencia de 1776 considera como ―evidentes en sí mismas‖—la libertad humana y el consecuente derecho al autogobierno. En este momento, una aclaración se vuelve imperativa. Cualquier enterado de las nociones más vagas de historia universal podría refutar este comparativo argumentando que Estados Unidos no ha apoyado invariablemente a la democracia en todos los escenarios donde ha podido, que ha utilizado y sigue utilizando la fuerza militar para imponer su voluntad, y que ha sojuzgado naciones con base en sus necesidades económicas. Es cierto que Estados Unidos es el país que invadió México con la sola intención de conseguir su expansión territorial hacia el Pacífico; es el país que derrocó al gobierno democráticamente electo de Jacobo Arbenz en Guatemala, por convenir así a los intereses de la United Fruit Company; es el país que sobrepasa en capacidades militares al resto de los países del mundo combinados; y es el país que en 2003 invadió Irak, contraviniendo a una de las instituciones internacionales que creó. Los párrafos anteriores, hay que tenerlo presente, no son una oda a Estados Unidos y su hegemonía global. Son, por el contrario, apenas una descripción de su ideología, de la visión que tiene del mundo y de sí mismo, y de la cual pretende extraer sus estrategias de acción global. Suenan las voces realistas, indignadas ante esta aclaración y rememoran: Nicaragua, Irán, El Salvador, Corea, Liberia, Panamá, Filipinas. ¿Cómo se han materializado los valores de la Constitución estadounidense en su política internacional? ¿Contempló Jefferson la necesidad de sostener a personajes de la naturaleza de Anastasio Somoza o Augusto Pinochet para expandir el ―imperio de la libertad‖? En última instancia, Más aún, si la práctica estadounidense ha venido a significar el oxímoron acuñado por Ferguson (2004: 61-104), del ―imperialismo del antiimperialismo‖, ¿por qué mantener la ideología como un concepto valioso para el análisis de la política exterior estadounidense?

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Precisamente, importa porque independientemente del curso de acción que asuma Estados Unidos, su ideología se mantiene incólume, y se sigue apelando a ella como fuente de la conducta. Puesto en términos teóricos, la racionalidad del curso de acción estadounidense se dicta desde su ideología que, como se ha argumentado, emana de la convicción tanto en la necesidad de un orden liberal internacional cuando en el papel rector que Estados Unidos debe desempeñar dentro del mismo. Una somera revisión histórica de la constitución y consolidación del orden internacional estadounidense, se espera, ayudará a clarificar un poco el argumento. De Versalles a Berlín: la configuración de la ontología hegemónica estadounidense Considerando la disociación que históricamente ha existido entre las fuentes de la conducta estadounidense y las conductas en sí mismas, Niall Ferguson (2004) sugiere una doble personalidad estadounidense, cristalizada en el oxímoron del ―imperialismo del antiimperialismo‖. Dicho autor concluye que la hegemonía estadounidense podría ser mucho más efectiva si se dejara de lado la posición anti-imperialista y asumiera explícitamente el carácter de imperio que, de facto, ostenta (Ferguson, 2004: viii). Al concluir de esta manera, Ferguson parece asumir que la ideología estadounidense se limita a la expansión del liberalismo económico y político. En ese sentido, abrazar la vía abiertamente imperial podría ser, en efecto, mucho más efectiva. Sin embargo, descuida los otros dos aspectos de la ideología estadounidense que se describieron al contrastar su hegemonía con aquella de la Gran Bretaña, a saber, la importancia del llamado ―poder suave‖ como instrumento de penetración hegemónica y, más importante, el excepcionalismo histórico que Estados Unidos se reserva para sí mismo. Los tres componentes de la ideología estadounidense delineados previamente operan en conjunto; de no hacerlo, se reitera, estaríamos apenas ante el segundo episodio de un más grande ciclo liberal anglosajón. El fin de la Primera Guerra Mundial es un ejemplo ilustrativo de cómo los tres componentes que constituyen la fuente de la conducta estadounidense trabajan en conjunto. Ya desde su proceso independentista, Estados Unidos acaparó las miradas del mundo entero, que vio en el experimento de la república americana la posibilidad de redención de las virtudes de la Ilustración europea. Sin embargo, fue a raíz de la Gran Guerra que el poder estadounidense alcanzó el mismo estatus que el de las potencias europeas de los cuatro siglos anteriores. Ello quedó de manifiesto en el papel que el entonces presidente Woodrow Wilson desempeñó en la construcción del efímero orden internacional de entre guerras. 161

En su célebre discurso sobre los Catorce Puntos para la paz, pronunciado el 8 de enero de 1918, Wilson apuntó: Lo que exigimos en esta guerra no es algo particular para nosotros. Es el hecho de que el mundo sea un lugar seguro para vivir, y específicamente, que se garantice esta seguridad para todas las naciones amantes de la paz que, como nosotros, desea vivir su propia vida, determinar sus propias instituciones, tener garantizado un trato justo por parte de los otros pueblos del mundo […]. El programa para la paz mundial, por lo tanto, es nuestro programa, el único programa posible. (Wilson, 1918).

Lo primero que se advierte de este fragmento es, una vez más, la referencia al excepcionalismo estadounidense, en vista de que su involucramiento en la guerra, dice Wilson, no se da buscando nada más que el establecimiento de una paz duradera. Al analizar cada uno de los catorce puntos, sin embargo, se puede observar claramente la intención estadounidense de reformar por completo el orden internacional: dos de ellos se refieren a la necesidad de restablecer y reforzar el liberalismo comercial internacional; ocho se refieren al reacomodo geopolítico de posiciones de los Estados europeos, incluyendo la reconfiguración de varias fronteras nacionales y el establecimiento de nuevos Estados-nacionales en lo que fuesen los territorios de los imperios Austro-Húngaro, Otomano y Alemán; y los cuatro restantes al establecimiento de un orden legal internacional para garantizar la paz, incluyendo el establecimiento de la Sociedad de Naciones para ese fin. Mientras Estados Unidos afirma no reclamar nada para sí, reconfigura por completo el escenario internacional. El último enunciado de la cita referida es igualmente revelador, en cuanto representa una objetivación de la visión del mundo estadounidense: ―…nuestro programa, el único programa posible‖. El orden que surgió de la Paz de Versalles, como se sabe, se mantuvo en pie por apenas veinte años, antes de que el mundo se volviera a sumir en otra guerra mundial. Entre las causas que determinaron el fracaso de la Sociedad de Naciones y del orden internacional que buscó instaurar, destaca el hecho de que Estados Unidos nunca formó parte de ella. Se trató de un orden internacional basado en principios políticos y económicos liberales; pero que careció de un agente capaz de dirigirlo. Las implicaciones de esto fueron fundamentales para el futuro establecimiento de un orden liberal estadounidense exitoso—y también para el argumento central de este trabajo. Es decir, la ideología estadounidense no solo objetiva una serie de principios, valores e instituciones, sino también la posición central que el propio Estados Unidos debe desempeñar dentro del mismo.

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Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, y el poder estadounidense en su máximo apogeo, se estableció el orden liberal hegemónico que, aunque en principio fue diseñado para ser universal, terminó siendo un orden estadounidense (Ikenberry, 2011: 194). Dentro de ese orden, como el propio Ikenberry (2011: 191) lo reconoce, el liderazgo hegemónico estadounidense dejó de ser una circunstancia coyuntural para convertirse en parte objetiva del mismo. La fuente de la conducta estadounidense, su ideología, se convirtió en la descripción de la realidad internacional; y en esa descripción, el mundo debía reconocer el carácter indispensable de Estados Unidos. En ese momento, cuando la dominación estadounidense adquiere un carácter legítimo frente a sus aliados, ―se convierte en autoridad, de modo que la obediencia de los sujetos deja de basarse en cálculos, y comienza a hacerlo en la convicción de que es necesaria y correcta‖ (Krisch, 2005: 374). Quien mejor que Charles de Gaulle, acérrimo opositor al dominio estadounidense en Europa, para describir el tránsito hacia la objetivación de la hegemonía como parte inexorable delo orden internacional: ―el mundo libre no podía hacer nada mejor, no podía hacer nada, más que adoptar el liderazgo de Washington‖ (cit. en Ikenberry, 2011: 209). En ese momento, el orden hegemónico estadounidense se convirtió, como dijo Wilson sobre sus Catorce Puntos en 1918, en el ―único programa posible‖—al menos para una parte del mundo. Sin embargo, en 1989, con el colapso del Muro de Berlín, y en consecuencia de la ideología soviética, su contraparte estadounidense termina su proceso de objetivación y se transforma finalmente en una ontología de las relaciones internacionales. El régimen internacional liberal, con instituciones internacionales, pero siempre bajo la tutela y liderazgo de Washington, dejó de ser ―un programa‖, y se convirtió el orden natural de las cosas. Ante semejante transformación, como se ha argumentado aquí, la estructura de poder internacional adquiere una rigidez inusitada que, con base en las consideraciones teóricas expuestas, tenderá a reforzar la hegemonía estadounidense. El mito del declinismo y el futuro de la hegemonía estadounidense Practicamente desde el momento en que Estados Unidos se convirtió en una super potencia, surgieron voces que predecían su inminente declive. Jossef Joffe (2014) identifica cuatro momentos históricos en los cuales diversos comentaristas se han concentrado en intentar mostrar que el poderío de Washington se encuentra en su fase final: 1) el llamado ―shock del Sputnik‖ en

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1957, resultado de la puesta en órbita del satélite soviético del mismo nombre, que algunos interpretaron como el innegable liderato de la URSS en términos de tecnología (y, en consecuencia, de armamento); 2) la guerra de Vietnam; 3) la ascendente inflacionaria y la devaluación del dólar durante la presidencia de Jimmy Carter (1977-1981); 4) el ascenso y consolidación económica de Japón como la segunda potencia mundial durante la década de los ochenta y principios de los noventa. Al final, Estados Unidos ganó—de manera simbólica—la carrera espacial al lograr anticipar a la Unión Soviética en el objetivo de colocar a un hombre en la Luna; la guerra de Vietnam terminó en una derrota para Estados Unidos, pero no significó el inicio del efecto dominó que algunos teóricos habían vaticinado; la economía estadounidense retomó su vigor durante la década de los ochenta; y Japón sufrió un grave estancamiento económico que, desde finales del siglo pasado, lo ha relegado de los primeros planos del escenario internacional. Disertar sobre el siempre inminente final del ciclo hegemónico estadounidense se convirtió prácticamente en una disciplina en propio derecho. Huntington (1989) se refirió a esta tendencia como ―declinismo‖ y argumentó que, en ese año, Estados Unidos se encontraba en el punto más álgido de la quinta ola ―declinista‖. Independientemente del número del cual se trate, es evidente que actualmente, y desde hace casi una década, Estados Unidos se encuentra inmerso en otra ola de ―declinismo‖. Sea por una creciente militarización de la política exterior estadounidense (Mann, 2003), sea por el relativo éxito económico que registran Estados capitalistas autoritarios (Gat; 2007), sea porque la última crisis económica de envergadura estalló en el corazón del sistema financiero estadounidense (Friedman & Mandelbaum, 2011), se vuelve a argumentar que somos testigos de los estertores agónicos de la super potencia. Si a ello se agrega la euforia con que se analizó el ascenso económico y militar de China durante la última década, no sería difícil montarse en esta última ola ―declinista‖ y hacer eco de que los días del la unipolaridad estadounidense están contados. Si uno se atiene a la disposición con la que académicos de todo el mundo—y principalmente estadounidenses—se prestan a argumentar sobre el inminente fin de la hegemonía de Washington, es necesario aproximarse con escepticismo a toda la literatura del ―declinismo‖. Sin embargo, tampoco se puede descalificar de antemano cualquier argumento que postule una crisis en el orden internacional contemporáneo. La llamada primavera árabe (que para este momento se 164

ha tornado ya en un crudo invierno); la larga crisis económica de la Unión Europea; el creciente aislamiento de Rusia de la comunidad internacional a raíz del tema ucraniano, entre otros, son temas críticos, que representan nuevos y complejos retos para la comunidad internacional en general, y para Estados Unidos como potencia hegemónica en particular. Sin embargo, todas estas crisis y problemas se circunscriben a aspectos específicos del orden internacional, y no necesariamente a los principios sobre los cuales están fundados (Ikenberry, 2011; Rose, 2012). Ikenberry (2011: 8), por ejemplo, asegura que la crisis del orden internacional estadounidense es una de autoridad y no necesariamente de los fundamentos que sostienen al orden. Sin embargo, sugiere tres posibles escenarios de transformación en el mediano plazo: a) reorganización jerárquica del orden bajo el liderazgo estadounidense; b) orden liberal postestadounidense; y c) sistema internacional fragmentado de bloques rivales (Ikenberry, 2011: 281). Aunque su abanico de opciones es lo suficientemente abarcativo, Ikenberry sugiere que la transformación próxima del orden internacional terminará todavía con Estados Unidos como líder global. Ahora bien, y aunque pudiera parecer que al argumento de esta ponencia, aunque por otro camino, llega a la misma conclusión de Ikenberry, en realidad hay una diferencia fundamental entre ambas posiciones. Cuando Ikenberry afirma que la crisis del orden hegemónico estadounidense es una de autoridad, elabora en el sentido de que es precisamente el papel de Estados Unidos el que se encuentra en una crisis de legitimidad, i.e., separa los fundamentos del orden, del papel de la potencia hegemónica. En contraste, a lo largo de esta exposición se ha argumentado que el papel de Estados Unidos dentro del orden es una parte constitutiva del mismo. En esa lógica, cuestionar el papel de Estados Unidos sin cuestionar al orden existente es una empresa destinada irremediablemente al fracaso. El presidente Obama, en su discurso de aceptación del premio Nobel en 2009, lo expresa de forma más vehemente: El mundo debe recordar que no fueron simplemente las instituciones internacionales—ni los tratados ni las declaraciones—lo que otorgó estabilidad al mundo después de la Segunda Guerra Mundial […]. Independientemente de los errores que hemos cometido, hay un hecho innegable: Estados Unidos ha garantizado la seguridad global por más de seis décadas por medio de la sangre de nuestros ciudadanos y la fortaleza de nuestras armas (Obama, 2009).

La consistencia de este discurso con lo que aquí se ha codificado como la fuente de la conducta estadounidense es incuestionable. Después de todo, en su origen, el entramado institucional

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simbolizado por la Organización de las Naciones Unidas nunca se concibió como un alternativa a la hegemonía estadounidense. De hecho, afirma Ferguson (2004: 134), ―sus capacidades son tan menores a las de Estados Unidos, que sus funciones no pueden ser más que un complemento a la proyección del poder estadounidense‖. Siempre polémico, el filósofo esloveno Slavoj Zizek (2007: 15) asegura que ―la lucha por la hegemonía ideológico-política es siempre una lucha por la apropiación de aquellos conceptos que son vividos ―espontáneamente‖ como ―apolíticos‖, porque trascienden los confines de la política‖. Mediante su ascenso durante la conflictiva primera mitad del siglo XX, y culminando con el fin de la Guerra Fría en la década de los noventa, Estados Unidos logró la apropiación de un concepto aparentemente apolítico, como lo es la comunidad internacional. Al diseñar el orden internacional de la posguerra como reflejo de una ideología cimentada en el liberalismo, el poder de persuasión, y su excepcionalidad histórica como derecho a liderar, Estados Unidos dio el primer paso hacia la objetivación de su visión del mundo. Cuando se convirtió en el único polo de poder, su hegemonía se convirtió en un hecho objetivo del mundo, ya no uno coyuntural. Para modificar la configuración de poder, entonces, no bastarán modificaciones coyunturales. Consideraciones finales Hay una noción generalizada de que la hegemonía estadounidense se encuentra en crisis. Incluso el Consejo Nacional de Inteligencia de ese país asegura que el ―momento unipolar ha terminado, y la Pax Americana se está diluyendo rápidamente‖ (National Intelligence Council, 2012: x). Sin embargo, esta noción tiende a subestimar las bases sobre las cuales se fundó el orden internacional estadounidense. Aquí se ha intentado recurrir a la más profunda de esas bases, la ideología, para intentar mostrar el profundo arraigo que la hegemonía estadounidense ha echado en el sistema internacional, al incorporar su liderazgo como una condición sine qua non del funcionamiento exitoso del orden. En el momento en que dicha ideología fue objetivada por el resto de los Estados que participan dentro del orden mundial estadounidense, los canales para una sucesión hegemónica se han visto bloqueados, en tanto ningún Estado cuestione radicalmente los fundamentos del orden internacional actual. En el discurso del presidente Obama a los cadetes de Westpoint, éste concluyó: ―Estados Unidos siempre debe liderar en el escenario internacional. Si nosotros no lo

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hacemos, nadie más lo hará…‖. Sin importar las capacidades materiales de algunas otras potencias, notoriamente China, mientras su posición frente al orden internacional actual no sea una de cuestionamiento radical, el presidente Obama tendrá razón: nadie más tomará el liderazgo. La configuración del poder internacional está diseñada, de origen, para que Estados Unidos sea, en efecto, la nación indispensable. Referencias Ferguson, N. (2004). Colossus. The Rise and Fall of the American Empire. Nueva York: Penguin Books. Friedman, T.L. & Mandelbaum, L. (2011). That Used to Be Us: How America Fell Behind in the World that it Invented and How We Can Come Back. Nueva York: Farrar, Straus & Giroux. Fukuyama, F. (1992). The End of History and the Last Man. Nueva York: Avon Books. Gat, A. (2007). The Return of Authoritarian Great Powers. Foreign Affairs. Recuperado el 29 de agosto de 2014, de http://goo.gl/NRlNmi. Hopf, T. (1998). The promise of constructivism in international relations theory. International Security, 26(1), pp. 171-200. Huntington, S. (1988). The U.S.-Decline or Renewal?. Foreign Affairs. Recuperado el 29 de agosto de 2014, de http://goo.gl/qTb002. Ikenberry, G.J. (2011). Liberal Leviathan. The Origins, Crisis, and Transformation of the American World Order. Princeton: Princeton University Press. Immergut, E. (1998). The Theoretical Core of the New Institutionalism. Politics and Society, 26(1), pp.5-34. Joffe, J. (2011). Declinism‘s Fifth Wave. The American Interest. Recuperado el 29 de agosto de 2014, de http://goo.gl/GjpFUh. Kant, I. (2006). Filosofía de la historia. México: Fondo de Cultura Económica. Krisch, N. (2005). International Law in Times of Hegemony: Unequal Power and the Shaping of the International Legal Order. European Journal of International Law, 16(3), pp. 369408. Mann, M. (2003). Incoherent Empire. Nueva York: Verso. Mr. X [George F. Kennan] (1947). The Sources of Soviet Conduct. Foreign Affairs. Recuperado el 28 de abril de 2014, de http://goo.gl/QXNM.

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Estados Unidos como potencia hegemónica* Jessica De Alba Ulloa [email protected] Universidad Anáhuac México Norte Resumen: Los orígenes de Estados Unidos se remontan a las Trece Colonias que se establecieron desde 1607. Un siglo más tarde, redactaron su Declaración de Independencia y crearon un gobierno federal, estableciendo los principios del liberalismo político de un régimen republicano y democrático. Gracias a varios atributos, la economía de Estados Unidos se fue desarrollando y aunque tenía una vocación aislacionista, participó en las dos grandes guerras de la historia contemporánea. Después de la Segunda Guerra Mundial, estableció el nuevo orden internacional y continuó desarrollo. A fines de los años ochenta, sus capacidades económicas, industriales, tecnológicas y militares lo consagraron como el líder del mundo, dejando atrás a la Unión Soviética que finalmente desapareció. Los principios establecidos en la Constitución y en la Declaración de los Derechos, dieron forma al gobierno y a sus instituciones, teniendo al ciudadano como base y estableciendo que todos los hombres son creados iguales y con los mismos derechos. Los textos establecen la responsabilidad y límites de la república, siendo el comercio la fuente de desarrollo y la democracia una de sus principales características, junto con la libertad de religión. La fortaleza de las instituciones da a Estados Unidos una estabilidad para seguir siendo, a pesar de los ciclos de escasez, una potencia mundial líder en alta tecnología, finanzas, negocios, educación superior, con un perfil comercial de exportaciones masivas de bienes de consumo y tecnología e importaciones de recursos naturales. Aunque en la actualidad se observen disfunciones de gobierno, el país tiende a hacer de la realpolitik una visión del presente que no considera la realización de ideales, sino la consecución de fines concretos. Estados Unidos podrá remontar las dificultades con y a pesar de sus líderes, dados los fundamentos de su construcción original y sus instituciones.

Estados Unidos y su ascenso al poder Los orígenes de Estados Unidos se remontan a las Trece Colonias que se establecieron en ciertas partes del actual territorio desde 1607, fecha en que se fundó la primera población de colonos británicos en Jamestown, Virginia. Los asentamientos continuaron a lo largo del siglo XVII con una población de origen europeo muy diversa: además de ingleses, había alemanes, escoceses, flamencos, galeses, irlandeses y hasta hugonotes franceses. En general, eran colonias que vivían

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aisladas hasta que se dieron cuenta de que comerciando entre ellas, podían vencer ciertas adversidades obteniendo ganancias conjuntas. Un elemento significativo y que sería un siglo después, piedra angular de la conformación de Estados Unidos, fue la libertad religiosa. Muchos de los nuevos pobladores venían huyendo de persecuciones en Europa, por lo que se dieron cuenta de que respetando la libertad de cultos, la sociedad podía ser pacífica y próspera. El 4 de julio de 1776, representantes de las Trece Colonias redactan su Declaración de Independencia y constituyen a Estados Unidos de América, primera nación independiente del continente. Se constituyó un país que más adelante, gracias a las bases sobre libertad religiosa y libre comercio, se convertiría en una potencia mundial. Tras varios años de negociaciones, en 1787 se redactó una constitución que creaba un gobierno federal, con un presidente de la república y dos cámaras legislativas. La constitución estaba inspirada en los principios de igualdad y libertad de la ilustración francesa y constituyó el establecimiento de los principios del liberalismo político mediante un régimen republicano y democrático. En la época de la Guerra Civil, la mayoría de los americanos no tenía gran interés en la política exterior; sus preocupaciones eran nacionales y tenían que ver con la industrialización, la colonización del Oeste y la política interna. De cualquier manera, se fue extendiendo su influencia mediante la adquisición de varias pequeñas islas en el Pacífico como estaciones carboneras para los barcos estadounidenses (Howland y Baker en 1857 y las Islas Midway en 1867). La compra de Alaska a Rusia en 1867 se hizo con objeto de establecer un punto de apoyo en los mercados asiáticos. En 1878 se negoció un tratado que dio a Estados Unidos el derecho de establecer una estación naval en Pago Pago (Samoa), aunque la adquisición más importante en el Pacífico fueron las islas de Hawai (Houghon Mifflin Harcourt 2014). A pesar de esto, Estados Unidos se dedicó a crecer y prosperar en un cierto aislamiento… hasta que el equilibrio mundial se modificó. En 1898, decidió apoyar la independencia de Cuba, lo que generó una lucha con España. El Tratado de París puso fin a la guerra, dando a Cuba su independencia y cediendo de paso importantes posesiones españolas a Estados Unidos: Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam (US Department of State s/f).

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Para ese entonces, Estados Unidos tenía casi todos los atributos de una potencia: estaba por delante o cerca de casi todos los otros países en términos de población, extensión territorial, recursos económicos y potencial militar, sin olvidar su estratégica ubicación entre dos océanos. Cuando el presidente William McKinley envió a una delegación para la negociación del Tratado de París, declaró que no podían ―…be unmindful that without any desire or design on our part the war has brought us new duties and responsibilities which we must meet and discharge as becomes a great nation on whose growth and career from the beginning the Ruler of Nations has plainly written the high command and pledge of civilization‖ (US Department of State s/f). Según Johnson, Van Metre, Huebner, & Hanchett (1915), el desarrollo del comercio de cualquier país es el resultado de varias causas. Las ideas sociales, los rasgos y las aptitudes individuales, el estatus de las organizaciones políticas, las políticas legislativas, entre otras, tienen influencia; pero no son los determinantes ni siquiera primarios de la naturaleza y el alcance del comercio de una nación. Las condiciones económicas son la cause del comercio y controlan su crecimiento de manera más enérgica. Agregan, además, que las ideas sociales pueden fortalecer el impulso de las personas hacia el comercio y pueden causar que se desarrollen rasgos mercantiles y marítimos, como lo atestiguó la historia de Nueva Inglaterra. La característica distintiva de la gestión económica de Estados Unidos ha sido durante mucho tiempo, su gran productividad (trabajo), que se debe a 1) las favorables condiciones naturales del país; 2) la acumulación de medios de producción; y 3) un sistema racional de la producción (Varga 1921): Con respecto al primer punto, se puede mencionar la existencia de una amplia zona de tierras fértiles, en las que las favorables condiciones climáticas permiten el cultivo de una gran variedad de plantas, tanto las europeas como las tropicales, sobre todo el algodón. Igualmente, las riquezas del subsuelo, como el carbón, el petróleo, el hierro, el cobre, el gas, etc.; los grandes ríos navegables y la posibilidad de construcción de ferrocarriles; pero sobre todo, la capacidad de encontrar las más importantes materias primas de las que un pueblo culto se puede servir. En lo que se refiere a la acumulación de los medios de producción, se puede mencionar que en Estados Unidos se utilizaba una cantidad mucho mayor de maquinaria que lo que se utilizaba en Europa. Este hecho era observable sobre todo en la industria agrícola, en el que todo el trabajo

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era realizado por máquinas, lo mismo que en la industria minera. Igualmente, el avance se constataba en el propio proceso de producción industrial, que siempre estaba en desarrollo de nuevas y mejores técnicas. Por último, el sistema se consideraba más racional en Estados Unidos que en Europa, circunstancia estrechamente relacionada con el desarrollo social. La población estaba compuesta por los mejores elementos de la población europea. De acuerdo con Varga (1921), solamente las personas poco conservadoras toman la decisión de emigrar, que saben romper con la tradición, los lazos familiares y su país de origen. Debido a esta circunstancia, la vida intelectual de los Estados Unidos era mucho menos conservadora que la de Europa. Estados Unidos nunca conoció el feudalismo, la nobleza, los títulos, cargos o funciones honorarias. El abismo que dividía el trabajo intelectual y físico era también mucho menos profundo, por lo que no había campesinos analfabetos, como en Europa del Este, que repudiaran la introducción de mejoras en la agricultura. Tampoco había una separación en los gremios y los intelectuales, pues los trabajadores de las fábricas se convertían en trabajadores intelectuales, mientras que los estudiantes de educación superior, acudían a trabajar a las fábricas de ser necesario. El resultado de tales condiciones fue la regla del racionalismo en la producción, sin estar limitada por el conservadurismo, aumentando con ello en gran medida, la productividad del trabajo. Al examinar los resultados de esta productividad en tiempos anteriores a la guerra, Varga (1921) concluye que hasta el final del siglo XVIII, la influencia del primero de los tres factores mencionados se hizo sentir de manera especial. Estados Unidos era un país exportador de una enorme cantidad de materias primas, principalmente de cereales, lana y queroseno, importando a su vez productos manufacturados. La piedra angular de la economía pública era la agricultura, abarcando una superficie cultivada que aumentó de 536 millones de hectáreas en 1880 a 839 millones en 1900 (y 878 millones de hectáreas en 1910), mientras que el valor de los productos agrícolas se incrementó de 22 millones de dólares a 47 millones de dólares en 1900 y a 86 millones en 1910, según datos tomados de The Statesman‘s Yearbook 1907 y 1920. Así, una cantidad inmensa de grano se llevó al mercado europeo, que en esas fechas atravesaba por una crisis agraria. Cabe señalar que una parte considerable del capital europeo se había invertido en la industria americana, de la que se observó un desarrollo rápido, sobre todo en la minería. En

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aquella época, aunque tenía algunas posesiones fuera del territorio, Estados Unidos no se dedicaba a la política mundial. La base de su política exterior era la Doctrina Monroe. Durante la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos también se vio favorecido por varios factores: su economía no estaba sujeta a las consecuencias negativas de la guerra, es decir, las condiciones de bienestar de la población –y la población misma– se mantenían. Al contrario, se ganaba en la venta de productos que se le proveía a la Entente; había en ocasiones en que las fábricas no se daban abasto y era difícil conseguir mano de obra. La rápida industrialización se mostraba en la modificación de las normas de comercio exterior: en 1919, las exportaciones de Estados Unidos excedían a las importaciones en más de tres mil millones de dólares, es decir, casi la mitad de las exportaciones totales. Para ese entonces, la exportación de los productos manufacturados había superado la de los productos agrícolas. Sin embargo, para el verano de 1920 ya era evidente el deterioro general de las condiciones económicas en el país. Los procedimientos puestos en práctica durante la Primera Guerra Mundial se modificaron o eliminaron después del armisticio y ello se tradujo en dislocaciones económicas. Había una acumulación de productos que el consumidor fue incapaz de absorber. Al mismo tiempo, las exportaciones cayeron duramente al final de la guerra, lo que profundizó la difícil situación de la industria. Los resultados de la recesión fueron un alto desempleo, quiebras de empresas y en general, la caída de los salarios de los estadounidenses que pudieron mantener sus puestos de trabajo. Después de la Gran Depresión de 1928, Franklin D. Roosevelt (FDR) ganó las elecciones de 1932 y prometió un ―New Deal‖ para el pueblo estadounidense. Se tomó una serie de medidas relacionadas con la banca, el desempleo, la política agraria y la reforma empresarial. Sin embargo, toda la diversidad de agencias creadas falló en la creación de puestos de trabajo sostenibles. En mayo de 1939, el desempleo de Estados Unidos aún superaba el 20%, mientras que en los países europeos –según un estudio de la Sociedad de Naciones– el promedio era de alrededor del 12% en 1938 (Folsom & Folsom 2010). Aunque el país no estaba listo para una nueva guerra –y era claro que no le interesaba involucrarse en asuntos lejanos, dado el rechazo del Senado de pertenecer a la Sociedad de Naciones–, el ataque japonés a la base de Pearl Harbor precipitó la entrada a la Segunda Guerra

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Mundial. La economía de guerra de nueva cuenta trajo puestos de trabajo y prosperidad económica, aunado a los avances en ciencia y tecnología, sobre todo en desarrollo militar. Estados Unidos ayudó a vencer a los poderes del Eje; sin embargo, las ventajas económicas no fueron duraderas. El casi pleno empleo durante el conflicto fue temporal, pues diez millones de soldados en el extranjero y otros 10 ó 15 millones de personas haciendo tanques, balas y material de guerra, no llevan a cabo una recuperación ni completa, ni duradera. El país esencialmente cambió empleos temporales por una deuda nacional que se fue a las nubes. Muchos de esos trabajos tenían poco o ningún valor después de la guerra. El presidente Roosevelt lo sabía y estaba preparando un nuevo plan que incluía viviendas de interés social, la participación federal en la atención de salud y el ―derecho a un trabajo útil y remunerado proporcionado por el gobierno federal de ser necesario. Su sucesor, Harry Truman, instó al Congreso a promulgar las ideas de FDR como la mejor manera de alcanzar el pleno empleo después de la guerra (Folsom & Folsom 2010). Sin embargo, el Congreso –las dos Cámaras con mayoría demócrata– respondió un rotundo ―no‖. En su lugar, el Congreso redujo los impuestos: la tasa de impuesto al ingreso se redujo en todos los ámbitos. El impuesto de 94% sobre los ingresos de más de $200.000 dólares de FDR, se redujo a 86.45%. La tasa más baja se redujo del 23 a 19%. Las tasas de impuestos corporativos se recortaron y se derogó el impuesto a los ―beneficios excesivos‖, lo que significó que los impuestos de las corporaciones fueron de 90 a 38% a partir de 1945. A finales de la década, la economía estaba generando más ingresos federales anualmente que los recibidos durante los años de la guerra, cuando las tasas de impuestos eran más altas (Folsom & Folsom 2010). Con una economía fortalecida y ya en plena participación en la política internacional, Estados Unidos se enfrentó a la Unión Soviética sobre cuestiones tales como la dominación en Europa del Este, el control de las armas atómicas y el bloqueo soviético de Berlín. El establecimiento de un gobierno comunista en China en 1949 y la invasión de Corea del Norte a Corea del Sur en 1950, transformaron la Guerra Fría en un conflicto global. Estados Unidos enfrentaría al comunismo en Irán, Guatemala y Líbano, entre otros (Digital History 2014). Los ejércitos soviéticos y estadounidenses ocuparon Europa; la Guerra Fría fue una lucha basada en la decadencia de Europa. Según Friedman (2013), hubo tres elementos que definieron el mundo posterior a la Guerra Fría. El primero fue el poder de Estados Unidos. El segundo fue el ascenso de China 174

como centro de crecimiento industrial global basado en salarios bajos. El tercero fue el resurgimiento de Europa como potencia económica masiva e integrada. Desde 1990 la configuración del mundo ha ido cambiando. Estados Unidos sigue siendo hasta hoy el poder político, económico y militar dominante; la Unión Europea está inmersa en debates internos sobre hacia dónde se dirigen como un ente heterogéneo, cuyos países sufren altas tasas de desempleo y recesión económica. Por su parte China tiene debilidades estructurales que serán difíciles de remontar en el corto plazo. Tanto Europa como China pensaron acerca del mundo en el período posterior a la Guerra Fría de manera similar. Creyeron que las cuestiones geopolíticas e incluso de política interna podían ser ignoradas, en la idea de haber entrado en un período de prosperidad permanente. En palabras de Friedman (2013), ―hay una paradoja en todo esto. Mientras que Estados Unidos ha cometido muchos errores, la fragmentación de Europa y el debilitamiento de China, significan que Estados Unidos emerge más poderoso, ya que el poder es relativo. Se decía que el mundo posterior a la Guerra Fría era el tiempo de la dominación de Estados Unidos. Yo diría que era el prefacio de la dominación norteamericana. Sus dos grandes contrapesos están perdiendo su capacidad de contrarrestar el poderío porque creían erróneamente que el poder real era el poder económico. Estados Unidos ha combinado el poder –económico, político y militar– y eso le ha permitido mantener su poder global cuando el poder económico se tambaleó. Una Europa fragmentada no tiene ninguna posibilidad de equilibrar a Estados Unidos. Y mientras que China quiere alcanzar el poder militar, se necesitarán muchos años para producir un poder global que sólo es posible si su economía se lo permite. Estados Unidos derrotó a la Unión Soviética en la Guerra Fría, debido a su equilibrio de poder. Europa y China derrotaron a sí mismos, ya que colocaron todas sus fichas en la economía. Y ahora entramos en la nueva era‖ (traducción propia). Las instituciones: la constitución como elemento de fortaleza The bankers failed en masse and sank the economy. The housing market is so bad the government is the only entity capable of making new mortgages. Never mind the top-level statistics, the real unemployment rate is well into the double digits. When reforms were proposed aimed at warding off repeats of the financial meltdown, unrepentant bankers howled and accused the government of socialism. The president of the American Bankers Association declared that ―overwhelming opinions of experienced bankers are emphatically opposed‖ to proposals that ―compel strong and well managed banks to pay the losses of the weak.‖ Faced with the glaring need for reform after a meltdown and a series of scandals, the head of the New York Stock Exchange essentially brushed it off. ―It‘s a perfect institution,‖ he said. 1 A president with great rhetorical gifts, a Harvard-educated lawyer who had been elected promising hope and a new era, wasn‘t able

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to get much bipartisan support for any of his initiatives, which were derided as half-measures by his left flank. From the right, his outraged opponents accused the mild-mannered president of all sorts of things: he‘s a fascist, a socialist, a communist; he‘s aiming to take over and nationalize entire segments of the economy and subvert the constitutional order. The media are filled with rabble-rousers, lunatics, and acerbic commentators trying to rile things up. The president, the most prominent radio commentator says, is ―leaning toward international socialism.‖ Many look at the name and policies of the leader of the free world, who was duly elected in a landslide, and conclude that he may not even be American, or a Christian. Overseas there‘s a lot of instability. There are questions about the intentions and ambitions of the resource-rich, nondemocratic regime that runs the former Russian Empire. Europe seems about to implode as Germany bosses its neighbors around. In Asia a strong, rising, authoritarian regime is flexing its muscles and venting nationalist spleen. (Gross 2012:12-13).

La continuación del párrafo anterior escrito por Daniel Gross, causa asombro: ―Bad stuff, indeed. But all these developments, which could have been ripped from recent headlines, in fact happened in the early 1930s‖ (2012: 13). La discusión anterior ejemplifica de una manera muy creativa, que los periodos de bonanza y de escasez se repiten a lo largo de la historia, con diferentes jugadores quizás y en diferentes lugares del mundo. Sin embargo, Estados Unidos, con 311 millones de habitantes, se las arregló para producir casi $15 billones de Producto Interno Bruto (PIB) en 2010 ($48,000 dólares americanos por habitante) (Gross 2012), sin mencionar toda su industria y el papel que ha desempeñado en la gobernanza global. ¿Qué explica esta capacidad de remontar las dificultades? ¿Estados Unidos es entonces, a pesar de todos sus problemas internos, la mayor potencia mundial? La respuesta a estas preguntas no es sencilla ni única. Tiene que ver con el nuevo término adoptado del idioma inglés ―resiliencia‖; tiene que ver con el excepcionalidad americana; tiene sus causas en buenos y no tan buenos líderes. Pero sobre todo –y como una conclusión de los tres anteriores– tiene que ver con su conformación como nación y de la fortaleza de sus instituciones. La Constitución: base de la excepcionalidad La Constitución de Estados Unidos es la máxima ley que da forma al gobierno y sus instituciones. Se creó en un contexto determinado y para un país único. Los delegados de la Convención Constitucional (1787-1788), ciñeron principios que se vieron agudizados por su dura experiencia en la difícil guerra por la independencia de los británicos desde 1775 hasta 1781. Estos principios incluían la creencia de que el ciudadano estadounidense y la familia americana, eran capaces de autogobernarse. Vieron el propósito del gobierno como un vehículo mediante el que se establecerían reglas específicas por medio de un proceso de representación y democracia indirecta. Era la intención de los fundadores, el proteger sobre todo,

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los derechos individuales y consideraban al autogobierno como la máxima expresión de esos derechos (Morse 2013). Tomando como cierta la idea de Thomas Paine, de que el gobierno es un mal necesario, los fundadores idearon un sistema que diseminara el poder en segmentos separados, cada uno con diferentes responsabilidades y funciones, y con control sobre los demás. La intención era que tal difusión proporcionaría la mejor forma de preservar la fuente de poder: el ciudadano, dotado de derechos inalienables. La Constitución se basa en la suposición de que el individuo es capaz de y tiene derecho a la autonomía y a la auto-soberanía. Esta suposición se basaba en el entendimiento de que la auto-soberanía se encuentra anclada en el código de valores y virtudes heredado del código moral y la ética judeo-cristiana, de la filosofía griega, del derecho romano y de la separación de poderes anglosajona; mientras que el origen de la soberanía se considera emanado de Dios, que se lo otorgó a la persona humana que a su vez, se lo otorgó a un gobierno soberano, en un mandato limitado (Morse 2013). Dentro de la Constitución, está además una verdad considerada como evidente: todos los hombres son creados iguales, dotados con derechos entre los que se encuentra la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Esta es la filosofía americana y la base de su sistema de leyes y su contrato social. En palabras de Morse (2013), todo el ethos americano se basa en la idea de que la verdad es verdad y, como tal, la identificación de la verdad es una actividad básica, así como una responsabilidad de todos los estadounidenses en los negocios, en los medios de comunicación, en la cultura y en la vida personal. Los estadounidenses aman la verdad y desprecian la mentira, el engaño, la ofuscación. La Constitución de Estados Unidos estableció una forma de gobierno única y revolucionaria. Por primera vez en historia de la humanidad, el gobierno serviría al pueblo y no al revés. La Constitución establecía lo que el gobierno podía y no podía hacer, dejando la soberanía donde naturalmente pertenecía, con las personas y con Dios. En palabras de Morse (2013), esta fue la razón por la que Estados Unidos se convirtió en la más grande, la más productiva, la más próspera y la más progresista civilización en la historia humana. No fue porque explotaron a los demás, ni porque tuvieran un gobierno que pretendía cambiar el mundo, sino porque ellos, el pueblo, establecieron un gobierno que pudieran controlar y por lo tanto, crearon una sociedad en la que se controlan a sí mismos. 177

La nación excepcional ―Todos los hombres son creados iguales y dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables‖. Además de que la constitución establece una nación fundada en el principio de que el poder del gobierno se llevará a cabo por el pueblo, dicha nación cree, además, en el principio que establece que todos los hombres son libres de adorar según los dictados de su conciencia, así como son igualmente libres: ―judíos, turcos, paganos y cristianos,‖ una nación que ha prosperado sobre la base de que las ideas y el trabajo duro abren la puerta a la prosperidad, independientemente de la línea de sangre, del color de la piel o de la condición social; una nación que ha permanecido libre debido a que los ciudadanos mantienen el derecho a la defensa propia, a la propiedad y la libertad. Esta es la nación que defienden y por la que luchan, una nación excepcional fundada en principios excepcionales. Por tanto, menciona Hall (2014), estos principios han sido consagrados en los documentos fundacionales. Si se destruyen, el fundamento se pierde y con este, toda la estructura se desmorona bajo el peso de la tiranía desenfrenada. Así, la Constitución y la declaración de los derechos, establecen la responsabilidad y límites de la república. Sobre todo, que no es tarea de un solo cuerpo de gobierno. Así, a la hora de analizar las fallas en las que se ha caído, se tiene que ver a las tres esferas del gobierno. El Congreso: leyes que dan el marco de funcionamiento Para analizar los aciertos y fracasos de Estados Unidos en la época contemporánea, es necesario en primer lugar considerar al Congreso, que desde su punto de vista, gasta, toma prestado y gasta un poco más, sin tener en cuenta las restricciones impuestas en los documentos fundacionales, como lo menciona James Madison sobre uno de los poderes fundamentales de la Cámara de Representantes: ―la Cámara de Representantes no sólo puede negarse, sino que éstos son los únicos que puede proponer los suministros necesarios para mantener el gobierno... Este poder del dinero puede, de hecho, ser considerado como el arma más completa y eficaz con la que cualquier constitución puede armar a los representantes inmediatos del pueblo, para la obtención de la reparación de todos los agravios, y para llevar a efecto todas las medidas justas y convenientes‖ (citado en Hall 2014:loc171-184). Madison se refería al artículo 1 sección 7 de la Constitución, como un medio para contener a un gobierno fuera de control: ―Todos los proyectos de ley para obtener rentas se originarán en la Cámara de Representantes; pero el Senado podrá

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proponer reformas o convenir con enmiendas, así como en otros proyectos de ley‖. La Cámara de Representantes tiene la facultad exclusiva de financiar o dejar de financiar todos los programas federales, es la forma en la que puede llevar a cabo los pesos y contrapesos. El Ejecutivo: peligro de sobre-poderes Las funciones de este órgano de gobierno son, como su nombre lo indica, ejecutar y administrar. Una de las críticas de muchos ejecutivos han sido las órdenes ejecutivas, pues a decir de Hall (2014), no se utilizan para lo que estaban destinadas: para gobernar sus propios departamentos. En cambio, presidente tras presidente ha utilizado el poder de la Orden Ejecutiva como una herramienta monárquica de decreto. Estas órdenes escriben leyes cuando el Congreso se niega a hacerlo, lo que permite al Poder Ejecutivo seguir cada capricho y fantasía, sin el consentimiento de los gobernados. El comercio como fuente de desarrollo Por último, se deja claro que todo es sobre mercados justos y abiertos, no sobre el corporativo y bienestar del extranjero. En palabras de George Washington, ―armonía y una relación liberal con todas las naciones, son recomendados por política, humanidad e interés. Pero incluso la política comercial debe ser igualitaria e imparcial, sin buscar ni conceder favores o preferencias exclusivos, sino más bien, dependiendo del curso natural de las situaciones; difundiendo y diversificando por medios gentiles los flujos de comercio, pero obligando a nada; estableciendo (con poderes dispuestos, con el fin de dar un curso estable al comercio, de definir los derechos de nuestros comerciantes, y para que el Gobierno pueda apoyarlos) reglas convencionales de actuación, lo mejor que las circunstancias actuales y la opinión permitirán, pero temporales, y que puedan ser de vez en cuando abandonadas o modificadas, según la experiencia y las circunstancias dicten; constantemente teniendo en mente de que es una locura por parte de una nación buscar favores desinteresados de otro; que debe pagar con una parte de su independencia por lo que puede aceptar bajo ese carácter; que, por tal aceptación, puede ponerse en la condición de tener que dar favores nominales equivalentes, y sin embargo de ser reprochado con ingratitud por no haber dado más. No puede haber mayor error que esperar o calcular sobre los favores reales de nación a nación. Es una ilusión, que la experiencia debe curar, que un orgullo sólo debe descartar (citado en Hall 2014. Traducción propia).

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Los fundadores dotaron, pues, a la nueva nación de herramientas para una forma de gobierno en donde las personas tienen libertades y son representadas por cuerpos elegidos por ellas, pensado de forma en que dicha transferencia de poder no se vuelva en su contra. La democracia es una de sus principales características; la libertad de religión y el libre comercio otra. La fortaleza de las instituciones creadas de esta manera, es lo que le da a Estados Unidos una estabilidad para seguir siendo, a pesar de los ciclos de escasez, una potencia mundial que se fue construyendo desde sus orígenes y consolidando después del fin de la Segunda Guerra Mundial. Hasta ahora, su supremacía en términos políticos, económicos y militares no puede ser suplantada, ni siquiera por las naciones emergentes como China que han tenido en los últimos años niveles superiores de crecimiento. En este sentido, la gráfica 1 muestra el gasto militar de quince países que se encuentran en los primeros números de la lista. Gráfica 1. Porcentaje de gasto militar de quince países

Fuente: Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI).

De la misma forma, se puede observar el comportamiento económico mediante el análisis publicado por el Fondo Monetario Internacional (FMI 2014), titulado Perspectivas de la Economía Mundial, donde entre otras cosas, muestra el ranking de las mayores economías del mundo. La tabla 1 enlista los primeros quince países teniendo en cuenta su Producto Interno Bruto (PIB). Cabe mencionar que en otro tipo de mediciones, como el PPP o Paridad del Poder

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Adquisitivo (Purchasing Power Parity), que trata de ser más fiable, Estados Unidos también aparece al inicio de la lista. Tabla 1. Mayores economías del mundo (PIB) Mundo

71.896.504

1 Estados Unidos

15.653.366

2 China

8.250.241

3 Japón

5.984.390

4 Alemania

3.336.651

5 Francia

2.580.423

6 Reino Unido

2.433.779

7 Brasil

2.425.052

8 Italia

1.980.448

9 Rusia

1.953.555

10 India

1.946.765

11 Canadá

1.770.084

12 Australia

1.542.055

13 España

1.340.266

14 México

1.162.891

15 Corea del Sur

1.151.2

Fuente: FMI 2014.

Como lo menciona Gross (2012), Estados Unidos salió de la recesión mundial mejor, más fuerte y más rápido que la mayoría de sus pares –y mejor, más fuerte y más rápido de lo que la mayoría de los observadores esperaban. Y sigue siendo el mayor mercado económico, así como el más próspero. A pesar de los problemas: Estados Unidos sigue siendo la mayor potencia mundial Si una economía está creciendo a un ritmo anual del 3 por ciento de la base más alta del mundo, sumando $160 mil millones de nuevas actividades económicas cada trimestre, $1.33 mil millones

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dólares todos los días, no puede ser una nación en decadencia. A lo largo de 2011, las economías tanto del mundo como de Estados Unidos fueron golpeadas, tanto por los precios elevados de la gasolina, como por el arriesgado techo de la deuda, por la crisis de Europa a una baja en el crecimiento de China, la economía de Estados Unidos se ha visto fortalecida. A pesar de que el miedo a una segunda recesión se intensificó, el ritmo de crecimiento económico también se intensificó cada trimestre: un 0.4 por ciento en el primer trimestre, un 1.3 por ciento en el segundo trimestre, un 1.7 en el tercer trimestre y un 3 por ciento en el cuarto trimestre. Mientras, Europa se hundía de nuevo en una recesión autoimpuesta de doble caída y el crecimiento se estaba desacelerando tanto en los países desarrollados como en los en vías de desarrollo (Gross 2012). En gran medida, la recuperación ha ocurrido a pesar de la política y de las políticas, no a causa de ellas. Las política disfuncionales siempre han existido y siempre lo estarán. Hubo un tiempo cuando el vice presidente en ejercicio de un partido (Aaron Burr) disparó y mató al ex secretario del Tesoro de otro partido (Alexander Hamilton) en un duelo. Ha habido un presidente republicano, Richard Nixon, en peligro de juicio político y un demócrata, Bill Clinton, sometido a juicio político (Gross 2012). Los estadounidenses pueden bloquear su propio camino si la disfunción política continúa. En el espíritu de Winston Churchill, como descrito por Lieber en su obra Power and Willpower in the American Future, ―se puede contar con que los estadounidenses siempre harán lo correcto... después de haber agotado todas las demás posibilidades‖. Sin embargo, incluso con un pequeño ajuste, siempre resultará una economía con resiliencia, con una visión de futuro y con movimiento hacia delante (Asghar 2013). Estados Unidos es el líder mundial y es probable que permanezca así durante décadas. Cuenta con el mayor ―poder blando‖ en el mundo hasta el momento; recibe muchos más inmigrantes cada año que cualquier otro país en el mundo (1 millón); es líder mundial en alta tecnología (Silicon Valley), finanzas y negocios (Wall Street), el cine (Hollywood) y la educación superior (17 de las 20 mejores universidades del mundo, según el estudio de la Universidad Jaotong de Shanghai); y tiene un perfil comercial de primer mundo (exportaciones masivas de bienes de consumo y tecnología e importaciones de recursos naturales). Todavía es el líder mundial de la inversión extranjera directa (IED) en 180 millones de dólares, casi el doble que su competidor más cercano; con un gasto de $560 mil millones de dólares al año, tiene el ejército más poderoso

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del mundo. Su PIB (16 billones de dólares) es más del doble del tamaño del PIB de China y funciona como una de las principales democracias del mundo. Su mercado de valores todavía refleja el liderazgo estadounidense de la economía global (Adelman 2013). La supremacía de Estados Unidos se basa en cuatro bases económicas: la revolución energética, un renacimiento en la manufactura doméstica, una rápida innovación tecnológica y una recuperación importante del sector inmobiliario (Insana 2014). Conclusión preliminar Como se pregunta J. Mearsheimer (2014), ¿qué significa ser una hegemonía en el mundo moderno? Es casi imposible para un Estado ser la hegemonía global, porque es difícil mantener el poder alrededor del mundo y proyectarlo en los territorios de grandes potencias distantes. El mejor resultado que un Estado podría esperar es ser una hegemonía regional y dominar dicha área geográfica. Estados Unidos ha sido una hegemonía regional en el hemisferio occidental desde 1900 y es claramente el Estado más poderoso del mundo. En el ―Defense Planning Guidance‖ de 1992 de la administración de George H. W. Bush se establecía que Estados Unidos era en ese entonces el Estado más poderoso del mundo y que planeaba seguir ocupando esta posición; mensaje repetido en la Estrategia de Seguridad Nacional de 2002 en la administración de George W. Bush (Mearsheimer 2014). Aunque fue muy criticada sobre todo por el concepto de ―preemptive war‖, dejaba claras las ambiciones del país. Años después y pasada la intervención en Irak, el actual presidente Barack Obama y el Senado Demócrata han abierto un nuevo capítulo en la ―democratización social‖ o ―domesticación‖ de América. El cambio fue impulsado por tiempos difíciles y por fines blandos. La calamidad financiera y la preferencia ideológica, afirmadas en dos ocasiones por más de la mitad del electorado, han convergido para disminuir el perfil estratégico de Estados Unidos. Liderar las intervenciones en Libia, Siria y Mali, no iba a suceder; a lo sumo, fue ir con la corriente o pasar las provisiones. Tres casos son suficientes para explicar un patrón. El activismo internacional, suave o duro, se ha desvanecido. Preocupado por sí mismo, Estados Unidos se ha convertido en una potencia reticente. En la política mundial, el país ha reducido sus intereses y ya

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no persigue los diseños específicos y únicos que caracterizaron épocas anteriores. En la tradición americana, Roosevelt, Truman y Eisenhower, representan una fuerte contención, junto con la creación de instituciones internacionales. Kennedy y Johnson, ambos demócratas, escucharon de nuevo a Andrew Jackson y a Theodore Roosevelt, que representaban un nacionalismo asertivo. Desde Wilson a través de Jimmy Carter, a George W. Bush, se sostuvo un dominio de una agenda democrática global, incluido el ―cambio de régimen‖. Los dos mandatos de Obama no encajan en ninguna de estas tradiciones. No es ni el aislacionismo ni el intervencionismo, tampoco la excepcionalidad o el universalismo, ni tampoco nacionalismo o institucionalismo (Joffe 2013). Sin embargo, como lo menciona Joffe (2014), Estados Unidos proviene de una tradición diferente. Prácticamente desde el primer día y después de la Segunda Guerra Mundial, la República americana ha escuchado con atención a una ideología liberal que, de forma intencionada o por buena fortuna, ha suavizado el sacro egoísmo de los Estados con el bálsamo del interés general. El credo de un imperio liberal no garantiza la benevolencia. Sin embargo, un sistema de gobierno liberal viene con la mentalidad y los hábitos que se convierten de suma cero en juegos que no son de suma cero. Es tiempo de retomar el concepto de realpolitik como el primer intento de responder al acertijo que ha estado en el corazón de la política exterior anglo-americana desde siempre: cómo alcanzar metas ilustradas liberales en un mundo que no persigue objetivos liberales ilustrados; y cómo asegurar el progreso social y político en un ambiente inestable e impredecible. Esta pregunta se remonta al nacimiento de la verdadera realpolitik, en una era que tiene un gran parecido con la que se vive ahora. Surgió en Europa a mediados del siglo XIX por el choque entre la Ilustración con las realidades de la política de poder: un mundo que experimentaba una combustión de ideas única sobre libertad y orden social, junto con una rápida industrialización, guerra de clases, sectarismo, rivalidad entre grandes potencias y el surgimiento del nacionalismo. Fue la respuesta a los dilemas de la modernidad por excelencia, algunos de los que aún se está lidiando en la actualidad. La realpolitik, como en sus inicios fue concebida, no se mueve en un futuro brumoso, sino en la visión el presente. No se considera que su tarea sea consistente con la realización de ideales, sino en la consecución de fines concretos (Bew 2014).

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Estados Unidos podrá remontar las dificultades con y a pesar de sus líderes, dados los fundamentos de su construcción original y sus instituciones.

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Changes In The Configuration Of International Power, The Role and Decline –Or Not- of The United States of America Eric Rojo Stevens [email protected] Instituto Tecnológico de Estudios Superiores Monterrey, Campus Ciudad de México Abstract: Since the 1950‘s large numbers of pundits, economists, internationalists and politicians in the United States as well as in other countries have developed a growth industry around the impending decline of the United States and its exit as a World Power to be replaced by an equal long list of ―ready‖ emerging powers. Each mayor crisis or economic downturn revives the spin cycle. While the problems that generate this feeding frenzy are real and the United States has to resolve each challenge. Due to American exceptionalism, resilience and the inherent drive of the American People, the United States has emerged successful from each crisis, and more often than not, stronger. Since the end of Word War II, when the whole world was spent (losers and victors) the United States took a role of world leadership that it did not seek, but took on with actions like the Marshall Plan to avoid the mistakes after the end of hostilities and the bad armistice that followed World War I. The United States, having full opportunity, was not interested in becoming an empire, as it is not in the nature of the American People. Nevertheless, the cycles of declinism are an effort to diminish the geopolitical role that still today does not escape the United States. This fact notwithstanding that the literature and studies that prove the declinist wrong at every turn as the standing and importance of the United States in the geopolitical world scene, grows rather than is being diminished. Resumen: Desde los años 50 un gran número de periodistas, economistas, internacionalista y políticos en los Estados Unidos y otros países han desarrollado una empresa en desarrollo que gira sobre la esperada declinación de los Estados Unidos y su partida como Poder Mundial, seguido por una larga lista de poderes emergentes ―listos‖ a ocupar su lugar. Cada crisis de importancia o recesión le da vida a cada ciclo. Aunque los problemas que generan esta híper actividad son reales y es necesario que los Estados Unidos los enfrente y resuelva. Basado en el excepcionalísimo, la resilencia americanas y la iniciativa natural del pueblo americano, los Estados Unidos ha salido con éxito de cada crisis, y frecuentemente, más fuerte. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando todo el mundo estaba desgastado (ganadores y perdedores) los Estados Unidos tomo un papel que no buscaba, pero que tomo con acciones como el Plan Marshall para evitar los errores cometidos al final de las hostilidades y el mal armisticio que siguieron a la Primera Guerra Mundial. Los Estados Unidos, habiendo tenido plena oportunidad, no tenia interés en convertirse en un imperio, que no esta en la naturaleza del pueblo americano. Sin embargo, los ciclos de declinismo son un esfuerzo a disminuir el rol geopolítico que hoy no escapa a los Estados Unidos. A pesar de la literatura y estudios que prueban que los declinistas están equivocados en cada iteración ya que la importancia de los Estados Unidos en el mundo geopolítico, crece en lugar de ser disminuido.

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Introduction ―The reports of my death are greatly exaggerated‖. So said Mark Twain after hearing that his obituary had been published in the New York Journal. And, it is a most suitable introduction to this paper in relation to the many authors, politicians, pundits and many others who incessantly and tirelessly announce the decline and demise of the United States. Whereas their motivation may range from the need to practice in various theory scenarios, to envy, and of course selfpromotion applauded by those who wish the declinist theories to be true. With each Declinist cycle, their pronouncements are shattered by reality. The premise of the call for papers of this symposium begins with a surreptitious interpretation of the quote from George Canning, often today attributed to Sir Winston Churchill that simply states, ―nations do not have friends, they have interests‖. This is then an empirical truth that is an essential tenet for any practitioner, scholar or theoretician of International Relations. As such, just like all other nations, the United States practices –mostly- policies aimed at the growth and wellbeing of its people based on the unusual structure of what Abraham Lincoln defined in his Gettysburg Address (1862) as ―the government of the people, by the people and for the people‖. While the conduct of foreign relations is constitutionally delegated to the President, with ―advice and consent of the Senate‖ (US Constitution), and the principal power of the purse resides in the House of Representatives (US Constitution), the principal driver of all American Policies resides in the people as clearly clarified by Speaker of the House Thomas ‗Tip‘ O‘Neil, when a foreign visitor asked him to explain American foreign policy, to which his reply simply stated ―in the United States all policies is local‖. Thus, as we discuss, study, analyze the evolution of American Power it is necessary take into consideration that whatever happens in Washington, unlike in most other national capitals, is a reflection of the will of the people and not of the central government. Over the last 40 years, we have seen several waves of discussion on the decline or perceived loss of power of the United States that have spun a great cottage industry for political and economic theorists, academicians, writers, bloggers, news media, analysts and many other US promoters and haters. Most authors who focus on the decline of the U.S. come from a plethora of disciplines, academic, erudite, political, statistical, news media and historic, albeit in spite of constant proof of being wrong, the declinists are mostly superficial, taking a narrow perspective of the larger reality.

The use of declinism also applies to presidential and other political

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candidates to make their case for their platform and how they will turn things around. The declinists political arguments and economic theories may have a short-lived value, in the long run they do no stand against the dynamics and resilience of the United States, in the long term, events do not support their theories. Real declinists –not politicians- tale immediate problems or crisis to make or demonstrate their point, failing to see the core of American exceptionalism and resilience that define the bedrock that makes the U.S. different to all emerging and past mayor powers. Americans as a whole, do not see the U.S. as an empire, not do they care to be one. That the U.S. has been the preeminent world power since the end of the Second World War is more circumstantial due to the nature of the American people than to any design or interest to take this role. The empires that started the ―40 year war‖ of the first half of the XXth Century (Germany, England, France, Japan, Russia, Austria, their allies and colonies) all lost. Whether officially victors or losers, they were all spent out and incapable to emerge from the ashes they created. The only one nation standing was the U.S. the only ―victor‖ that had the resources and capabilities to do anything it desired. And, the desire and will of the American people was to aid all parties in the conflict to restore themselves as stable and productive nations; as well as, avoid the mistakes from the bad agreements of 1918 that set the course for the exacerbation of enmities and triggered the European devastation that began in 1939. Those considered allies or winners were let to go, more or less, along their own path. The losers, where forced to change their political system. Through the Marshall Plan, those countries not absorbed or coherence cohereced by the Soviet Union, received the necessary resources to rebuild their nations and be part of the emerging stable and polarized order. The declinism that concerns us, is a product of the Post War period (1945 to today). This paper offers an analysis on the attributes of U.S. power, its long-term preeminence, its traditional and non-traditional aspects that provide for its endurance and influence. It also addresses the short sightedness of those who find infinite ways to define -or wish- for its decline. It concurrently addresses the role of the US with respect to regional, emerging and middle powers; and, on the balance of power and the relative power of the various global actors. And, it reviews several essential elements in this debate: Declinism; Declinists; American

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Exceptionalism and Resiliency; the New World Order and the XXIst Century; Emerging Powers (BRICs); and, the Past and Present of the United States as Prologue of the Future. Declinism Can be defined as ―A pessimistic belief that things are in decline‖ (Wiktionary, undated). The term, while not yet included in formal dictionaries, it is in common use among academics, journalists and internationalists. It can be further defined as the desired outcome of ―optimists‖ who wallow in their theoretical and expectant view of the decline of the United States. ―Theories of America‘s obsolescence aspire to the status of science. But cycles of declinism tend to have a political subtext and, however impeccable the historical methodology that generates them seems to be, they often function as ideology by other means‖ (Lieber, 2008). While declinism is viewed as an exercise that begun in the 1970s, its beginning dates back to the foundation of the United States, and in various forms has been a subject of discussion in other countries, as well as in the United States. Decline is as American as apple pie, the antedating the birth of the American Republic. Already before the founding, America was doomed, as some towering figures of the French Enlightenment claimed. Even the animals were smaller on this huge continent. The title of a book by Georges-Luis Lecrelc de Buffon, De la degeneration des animaux (1776), tells it all. Another early critic targeted the ―pernicious‖ climate of the New World, reporting on a people who were ―astonishingly idiotic, enervated and vitiated in all the parts of their organism.‖ Americans were both feeble and feebleminded. European settlers we ―degerating‖ with ―every successive generation.‖ Youthful vigor would run out before these Anglo-Americans had reached maturity: hence they faced ―decrepitude and old age. (Joffe 2014: 121)

Declinism seems to be a sport that emulates the Chicken Little Story of ―The Sky if Falling‖ or the ―Boy Who Cried Wolf‖ that have a play with every mayor (real or perceived) crisis in the United States. Modern waves of declinism coincide with problems such as the OPEC oil embargo of 1973, the withdrawal from Vietnam, runaway inflation, the Iran hostage crisis, the advance of the Soviet Union in the third world, the rise of Japan, the rise of the BRICS1, emerging China, the economic rise of Europe, the October 1987 stock-market crash, ad infinitum. In this round, since the beginning of this century, we have a wealth of troubles that have followed through 9/11, the housing bubble pushing the economic crisis of 2008 (Rich 2012), the Middle East (Libya, Gaza, Syria, Iraq, Afghanistan, the rise of ISIS, the Ukraine, compounded by the slow economic 1

BRICS is a term coined by economist Jim O‘Neill from Goldman Saks, in reference to four major emerging national economies: Brazil, Russia, India, China, later adding South Africa.

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recovery and the constant expansion of trouble spots, all aggravated by the continued erosion of confidence by and of the Obama presidency. Each declinist wave is anchored on a particular crisis that originates within the United States or has had a direct effect in its economy or political process. With each crisis, the doomsayers emerge as a plague of locust enveloping us with their assertions of ruin. While the problems are real, most declinist use selective facts to explain and justify their doom‘s day scenario with echoes of previous declinists pronouncements in each cycle. As Lieber (2008) relates the protodeclinist Oswald Spengler‘s assertion: ―But in this century blood and instinct will regain their rights against the power of money and intellect. The era of individualism, liberalism and democracy, of humanitarianism and freedom, is nearing its end.‖ What Spengler fails to see or understand is that the factors he lists as ending are in reality the values that in each cycle prove to be at the core of the endurance and recovery of the United States. The United Stated does have a large image problem –at times self inflicted- that feeds the decline chronicle. American political and presidential candidates use declinism as part of their rhetorical tool box, making the case that if elected, they will ‗fix‘ all that ails the nation, using their declinist points as a launching platform for greater progress. One of the most notable examples in presidential politics is when Jimmy Carter, who in is now infamous ―malaise‖ gave all the reasons why Americans should reduce their expectations as a nation, and in fact set a dark cloud over the nation, gave candidate Ronald Reagan the perfect anti-declinist campaign declaring that under his leadership it was again ―Morning in America‖ revitalizing the natural optimism of the American people, affirming that he could resolve the national problems of a slumping American economy, inflation, recession, and unemployment. In many ways, this negativism saw its post WWII birth with what many authors and pundits refer to as the ―sputnik moment‖ in the 1950s. The fact that the Soviet Union had been able to first place a satellite in orbit around the earth shattered many perspectives that instead of being spurred into competitive action began to either celebrate or lament the end of the United States. Today‘s cycle of declinism is fed by many sources which are further supported by an ambivalent foreign policy that leaves the United States allies adrift, an aloof and detached president who seems to be set in surrendering American leadership and supremacy in exchange for kumbaya mediocrity to ensure all nations are ―equally exceptional‖. Yes,

―[t]here‘s much that ails 191

America today, from schools that stink to collapsing infrastructure and a bloated financial system nowhere near finished dealing with the results of the burst housing bubble‖ (Glasser, 2011), but is far from the end of the story, it merely one limited perspective. Given that declinism is the Story that Never Ends, the following quote eloquently characterizes it as a recyclable commodity: Decline has the same fascination for historians that love has for lyric poets. Yet the coming catastrophe is always coming, and never quite getting here, so the first job the new declinist book has to do is explain why the previous declinist books were wrong. What‘s more, since the intellectual predecessors of the declinist are all declinists, too, he has to grapple with the tricky point of insisting that the previous era was actually a peak rather than the valley that the previous declinists thought they were looking at. (Gopnik, 2011)

Declinists The Merriam Webster Dictionary (2014) defines declinists as: ―One who theorizes that a nation or society is in or is headed for a state of economic, political, or social decline.‖ In his ―Declinist Pundits: America may not actually be declining, but those predicting it are ascending‖ Nye gives a straight forward explanation to the success of many political gurus, where they make issue of whatever is happening, they follow the event and if it reaches a proper end, claim success. The error is in mistaking a cycle change as a real change that in time reverts to its normal course. Those who err, end up embarrassed with hope that people will forget. ―So it is with ―declinists,‖ one of America‘s great renewable resources‖ (Nye 2012). Since the crash of ‘08 with Barack Obama at the helm, the United States has been in full decline panic as affirmed by public intellectuals, pundits, and politicians heralding the imminent collapse, fueling a steadfast growth industry. ―Declinist panic. Hysterical nostalgia. America may not be over, but it is certainly entranced to the idea.‖ (Rich 2012) Hence, let‘s pretend that the declinists are right, and the United States is at this moment in real decline. Given previous more real crisis as the civil war, the turn to isolationism after World War I, the Great Depression, the Second World War, Korea, the Vietnam Era, the Cold War, and other events leading to 9/11, Afghanistan, Iraq ad infinitum; as well as, the United States‘ unexpected ascendancy as the only viable power. We have to ask if the current hysteria real in proportion to the past? Or, is current declinism in full recycle mode for its own sake, and out of proportion with reality? Whereas declinists continue their daily barrage of negativism and gloominess as to the impending fate of the United States, concurrently we also witness the problems and challenges that all the ―emerging or super‖ powers that have been preordained to replace and/or surpass the United 192

States are faced with. Presently we read about deflation, unemployment and a stagnant recovery in the EU, the failure of the current French government, the stress produced by German fiscal constraints, the weakness of NATO as a fighting force, the incoherent Foreign Policy of the EU, China‘s loss of market and increase of production costs, aggravated by incremental pollution and population problems, similar problems in India, Brazil and Russia. In the meantime, in the United States, the very slow recovery continues, the dollar has more value, Americans continue to invent and innovate (i.e. the Ebola treatment) while there is a net expansion of exports in the shadow of many changes in industry and manufacturing. Remarkably, declinist and progress news are printed side by side in many publications, giving the reader the option to read selectively according to a personal perspective. The call for papers makes a veiled but nonetheless biased assertion on declinism as it if is a prima-fascia reality, without due consideration of the larger work that, while agreeing the problems facing the United States in each of the cycles that creates the declinists feeding frenzy, it seems to in general, avoid mentioning the equally large works that overwhelmingly refute the convenient views of the declinists (see Figure 1). The call for papers gives a list of authors and their views: ―Early in the new century, Johnson (2000) and Mearsheimer (2001) reopened the debate on the decline of the great powers and the U.S. in particular, highlighting the role of the military costs.‖ ―Nye (2002) added to the debate from the perspective of the evolution of U.S. power, emphasizing the need for soft power to complement military power (hard power) to maintain U.S. global leadership.‖ ―The invasion of Iraq by the U.S. came in 2003, which led to an explosion of positions about the nature of American power.‖ ―On the one hand, it was critically argued that the U.S. had openly entered a military phase of its power (Mann, 2003; Harvey, 2003). Wallerstein (1980) was the first to formulate that the crisis of the 1970s marked the beginning of the decline of U.S. hegemony.‖ ―Kennedy (1987) wrote a seminal work on the decline of the great historical powers‖. To this list we can add that, while we would expect most declinists to come from the left, actually the authors come from all political tendencies, for example: Patrick Buchanan‘s Suicide of a Superpower; Mark Levin‘s Ameritopia; Charles Murray‘s Coming Apart: The State of White America, 1960–2010); Norman Ornstein and Thomas Mann‘s It‘s Even Worse Than It Looks; Thomas Friedman and Michael Mandelbaum‘s That Used to Be Us; Timothy Noah‘s The Great Divergence; Andrew Hacker‘s The End of the American Era. Fareed Zakaria, who shares some of the declinists‘ complaints, conspicuously 193

stands apart from them by defining his subject, in The Post-American World, as not ―the decline of America‖ but ―the rise of everyone else‖ (Rich 2012). Is America finished? Respected public intellectuals, think tank theorists, and members of the media elite seem to think so. Almost daily, learned authors proclaim The End of the American Era, as the title of a 2002 book by Charles Kupchan put it, and instruct us that the rise of China and India, the reawakening of Putin‘s Russia, and the expansion of the European Union signal a profound shift in geopolitical power that will retire once and for all the burden of American Exceptionalism. ―America has become an ―enfeebled‖ superpower, according to Fareed Zakaria in his book, The Post-American World, which concedes that, while the U.S. will not recede from the world stage anytime soon, ―[j]ust as the rest of the world is opening up, America is closing down‖. With barely contained satisfaction, a French foreign minister says of America‘s standing, ―The magic is over . . . It will never be as it was before‖ (cited in Lieber 2008). Many authors and historians like to compare Rome and the United States and look for parallels, in particular the declinists who are eager to measure now, only a little over 200 years from it‘s birth, with the fall of Rome, which depending on who does the count it took anywhere from 753 BC to the Fifth Century AC, when the empire moves to Constantinople, or to the Middle Ages with the advent of the Holly Roman Empire under Charlemagne. In any case, at least twelve centuries and a series of transformations from the Republic, to the Empire, to fragmented empires. In comparison, the United States is still working on the Republic, and is far from evolving into an Empire. Isaacson‘s review of Murphy‘s book ―The Genius of America‖ titled ―Are we Rome?‖ (2007), comments that ―[w]ith its capacity to innovate and reinvent itself, and with its faith in progress, America need never become as stagnant as Rome, that in spite of all its might, it never passed from being a rich agricultural society. The United States remains the most important agricultural society or nation today; however, this only represents a small percentage of its diversity. ―The genius of America,‖ ―may be that it has built ‗the fall of Rome‘ into its very makeup: it is very consciously a constant work in progress, designed to accommodate and build on revolutionary change.‖

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Figure 1. Choose Your Decline Can you match each declinist book with its diagnosis of America’s downfall? New York Magazine Published Jul 22, 2012

Illustration by Tony Millionaire Excerpts: 1. ―There is a tradition in our not-too-distant past of fellowship and decency and shared commitment to fair play, a feeling that when the country prospers, everyone should prosper. That tradition has been slipping away.‖ 2. ―The America we grew up in is gone. The unity and common purpose we had when we could together pledge allegiance to a flag that stood for ‗one nation, under God, indivisible‘ is gone. In America today, the secession that is taking place is a secession from one another, a secession of the heart.‖ 3. ―The American project was not about maximizing national wealth nor international dominance. The American project … consists of the continuing effort, begun with the founding, to demonstrate that human beings can be left free as individuals and families to live their lives as they see fit, coming together voluntarily to solve their joint problems. The polity based on that idea led to a civic culture that was seen as exceptional by all the world … That culture is unraveling.‖ 4. ―The essential question is whether, in America, the people‘s psychology has been so successfully warped, the individual‘s spirit so thoroughly trounced, and the civil society‘s institutions so effectively overwhelmed that revival is possible … Can the people overcome the constant and relentless influences of ideological indoctrination, economic manipulation, and administrative coerciveness?‖ 5. ―In the last decade especially, we have spent so much of our time and energy—and the next generation‘s money—fighting terrorism and indulging ourselves with tax cuts and cheap credit that we now have no reserves. We are driving now without a bumper, without a spare tire, and with the gas gauge nearing empty.‖ 6. ―The truth is that America‘s stock has been falling around the world for quite a while. At home, opinion polls register mounting disappointment … Simply proclaiming the superiority of the American model is not helping anyone‘s credibility.‖ Books: A. Suicide of a Superpower
 by Patrick J. Buchanan (2011) B. That Used to Be Us 
 By Thomas L. Friedman and Michael Mandelbaum (2011) C. Ameritopia 
 By Mark R. Levin (2012) D. Time to Start Thinking
 By Edward Luce (2012) E. The Great Divergence 
 By Timothy Noah (2012) F. Coming Apart 
 By Charles Murray (2012)

The New World Order and the XXIst Century

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The term ―New World Order‖ has been used by many as a form to indicate major changes during the XXth Century, the most recent use of the term that puts meaning to the current discussion was used by presidents Mikhail Gorbachev and George H. W. Bush during their negotiations -as the Soviet Empire collapsed- and both made an effort to define what was next in terms of mutual and international cooperation after almost a half century of bipolar enmity and the ever so present threat of nuclear war. Gorbachev‘s perspective was one of bipolar cooperation. However, at the time he did not contemplate the total collapse of the Soviet Union as the effects of the fall of the Berlin wall, the liberating changes in Poland and the rest of the Warsaw Pact countries set the chain of events that rapidly changed his perceived order and once again, left the United States as the preeminent world power. And, once again this was not the intent of the United States. President Bush‘s view was more realistic and saw the role of the United States as a leader to bring about a change that included the participation and cooperation of all nations. This vision of the New World Order was –and still is- an opportunity for all nations to grow towards a more durable peace and to work together to deal with problem areas. The first such test was the response to Saddam Hussein‘s invasion of Kuwait and the multinational coalition that acted together in response. Addressing a joint session of Congress on September 11, 1990, concerning the invasion of Kuwait, President Bush made reference to "an historic period of cooperation," which he called the New World Order. Adding to his larger vision, he set the parameters for this new order: ―Freer from the threat of terror, stronger in the pursuit of justice, and more secure in the quest for peace.‖… ―An era in which nations of the world, East and West, North and South, can prosper and live in harmony.‖ President Bush's New World Order involved collective security and never addressed a unipolar world; to the contrary his vision was of multinational cooperation, leaving behind Cold War conceptions and the creation of new allies. His Secretary of State, James Baker, in his memoirs, affirms the view that with the end of the Cold War, the international community needed to create new institutions to fill the void in the post Cold War era (Miller Center, undated). Without them, no effective means would exist to stop the onset of violence. This was said in the context of the breakdown of the former Yugoslavia, however, this void is more real in the XXIst Century than then, as there are no new international organizations that can truly meet this challenge. The current void of international leadership from the Untied States, the European Union and all other

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expected emerging powers is powerless in helping avoid, prevent and control forces of violence and genocide like the emerging power of ISIS and its claim of establishing a new Caliphate in the Middle East and their challenge to the world. Many people debated whether the New World Order was a realistic foreign policy tenet or simply an idealistic approach to the future. Realists complained that it was hard to justify U.S. involvement in situations without a clear national interest. But others felt that once the Cold War ended, the United States had to take on a large role as a world leader to guard against human rights abuses, defend democratic regimes, and lead humanitarian efforts. (Miller Center) The analysis of the polarity in the contemporary era rests not wholly on the various characteristics of U.S. power, but rather in the lack of any real multipolar or a potential equal level competitor. Those with the perceived potential have proven incapable of more that a false start or their inability to in any form structure and/or consolidate their power (the EU), leaving open the question of the continued preeminence or decline of the United States. At the end of the day –in spite of Obama‘s ambivalence and all the crisis of today-, the United States remains the ―only man standing‖. Agreeing with some of the premises of the Call for Papers, the world of the XXI century has transformed from that of the 1990s, and, as it should be, is not the same as in the post-Cold War. Although serious problems experienced by the U.S. and the global crisis of 2008 have led to a continuum or a revival of the argument of the decline of hegemony, two facts are clear: there is no hegemony being imposed by the United States, nor is the decline more real than in the previous cycles. What is true, the United States must continue to overcome each problem and continue to move forward. In the post–World War II years of American might, it is hard to find a sustained period when America was not fretting about its status in the world and its ongoing or potential decline. While all this leads to the continued waves of declinism, perhaps no one has stopped to ponder on a different question: with the rapid forced transformation at the end of the Second World War, is/was the United States ready to inherit and by circumstances of its nature remain being the role of prime world power? Ready or not, the game is on.

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Emerging Powers/ BRICs As far back as 1972, President Richard Nixon predicted an emerging balance among what he saw as the potentially five major powers: the U.S., Russia, China, Europe, and Japan. In following the noted events of the 70s, may have endlessly made every effort to affirm the concurrent decline of U.S. influence in the rise of the ―BRICs‖ along with what was thought as the increased unified European Union and a thriving East Asia. In their view, global power is more distributed every day with the United States giving up its preeminence in the world‘s stage. Of all the regional, emerging and middle powers identified as either catching up or supposing the United States (either on a downward spiral or simply by reaching a point of equilibrium) the balance of power and the relative power of the various global actors has seen little positive change with respect to the United States (See Figure 2). All the ―anointed ones‖ have faltered in their ability or quest to achieve their predicted potential. And, none can ever reach this potential without the United States. According to the World Economic Forum, the United States is the world‘s seventh-most competitive economy, following Switzerland, Singapore, Finland, Sweden, the Netherlands, and Germany. China ranks 29th. This is hardly a picture of absolute economic decline.
When it comes to the future of American power relative to China, much will depend on the often underestimated uncertainties of China‘s political system and whether and how it will change. Given the size of China‘s population and its impressive rate of economic growth, it will almost certainly pass the United States in total GDP within a decade. But size is only one indicator of economic power; the composition of an economy is also important, and that is better measured by per capita income. On that measure, China will not equal the United States for decades, if ever. Projections of U.S. decline relative to China also ignore America‘s enduring military and soft-power advantages, as well as China‘s geopolitical disadvantages. As India, Japan, and others try to balance Chinese power, they will increasingly welcome an American presence (Nye, 2012). 


Much attention is being, or has been, focused on the so-called BRIC countries as the emerging powers in the coming multipolar game of great power politics (Edelman, 2010). At the end the BRICs did not emerge as an organic geo-political bloc but rather as an artificial analytic construct produced by the Goldman Sachs economic research group. And the reality is that none of the expected rising powers offer an attractive model to other countries to follow or align with. A brief review of some underappreciated and enduring US strengths, from the United States‘ point of view, might also suggest that an end to US primacy is not pre-determined. Much will depend on how well the United States as a nation is capable of mobilizing its outstanding strengths and managing the policy challenges it is facing.

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Figure 2. U.S. Manufacturing Productivity and Ouput Have Risen While Employment Has Declined

Source: Heritage Foundation

In contrast with the emerging economies, the United States is a consistent and dependable major food producer and exporter. The US food industry is the largest in the world, representing almost 13 per cent of GDP. America‘s farmers and producers have never been more efficient or productive than they are today. Agriculture has been ―a bastion of American competitiveness‖ (Edelman 2010) even as other US industries have faced devastating international competition. US agriculture represents 10 percent of US exports and accounts for about 20 percent of the global market for agricultural products. Energy resources are another advantage. The media for a long time have emphasized the United States‘ dependency on foreign oil and was seen as a strategic disadvantage; however, there was some applied ignorance to its coal and gas resources, and never added the shale oil reserves that were waiting for the prices to raise enough to make their exploitation economically viable. Also, the United States holds the world‘s largest proven reserves of coal, almost 250 billion tons, and ninety years‘ worth of natural gas. (cited in Edelman 2010) This makes the Unites States –againthe holder of the largest oil reserves in the world, with a large competitive advantage over China

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whose energy dependency is a key vulnerability. The third annual Legatum Institute Prosperity Index (2013) rated the United States number one in the world for innovation and entrepreneurship and found that ―the ability of a nation‘s people to innovate is more strongly related to the soundness of its economy than any other factor.‖ Openness to innovation plays an essential role in the United States‘ leading role in the international economy. According to Edelman (2010), a factor that may propel the United States to recovery is the socalled ―American creed,‖ a term coined by Huntington, which emphasizes the natural hostility by Americans to the state taking a role in the economy. Fertility rates are high, and spite of the debate on immigration reform, the United States assimilates immigrants without getting ―cultural indigestion.‖ In deference to declinists‘ arguments and analyses, according to Lieber (2008), the United States has never left its position of unmatched preponderance. After all the predictions and false starts, there isn‘t a country or a BRIC type group that has any possibility to compete or be a counterpart to the United States. Perhaps in a long time, China, providing it resolves the myriad of internal problems that need fixing, as well as the antagonism in the Asian region that continues to push its neighbors to seek the protective shadow of the United States. With limited exceptions, members of the EU are very ineffective on their own, which makes their aggregate numbers equally less effective. By the recent election we have an example of their inherent uselessness as a political, military or economic force. This does not take into account the constant fractioning of their members; and we are still waiting for the vote on the separation of Scotland from the United Kingdom. Russia is fully demonstrating their incapacity to lead as an important coalition partner. Further, their economy is primarily dependent on energy and commodity prices. Their lack of rule of law, corruption and other remains from the Soviet Union leave Russia wanting to develop its full potential. India, is finding much comfort in getting closer to the United States, as a better option for real growth and stability. Japan, was supposed to be the emergent power twenty years ago. And then going into almost total collapse from which it is just recovering; and fully in partnership with the United States. Finally, there is China, the only serious competitor in the horizon; it has great economic influence

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and uses it‘s soft power to great advantage investing in many African and other developing countries. Its great currency surplus, product of American and other nations investment due to their -now almost gone- very low cost labor, is greatly invested in U.S. government securities (one wonders why). On one hand, China has de capacity to make an end run on the dollar. However, this would go against the Yuan as it would further reduce its competitiveness and kill the American market. Given the poor quality of their products, rising labor costs and great dependency on imported energy and other critical materials, China is still eons away from being an equal to the United States with the exception of pushing its power against its neighbors and rather than overpower them, it pushes them into the United States sphere of influence to ensure a reasonable balance in the region (See Figure 3). In the meantime, China has great internal problems that far outpace those facing the United States. And unlike the United States, China lacks the institutions and form of government that will give the necessary impulse that needs to come from its people. As such, there is no emerging power to challenge the United States. Countries as Vietnam, Singapore, and Australia, are seen adopting a greater closeness to the United States. AntiAmericanism remains a real factor that exists as a form of check; nevertheless in the current globalization ambiance, the more stable developing countries gravitate to closeness with the United States. They like the United States model of a free market economy, the rule of law, liberalism and other U.S. ―exports‖. Of great importance, is to take into account that while declinists and non-declinists make their arguments and present their proofs, the natural course of major change goes unnoticed by the media and all other pundits. In this case, the model represented by the United States is the marker to adapt and emulate. At the end, the American model of Middle Class and democracy provide the best option to those nations that as they develop and can reach a dominant middle class to create their own ―American‖ type dream, and be able to live a good life without having to emigrate to the United States. This ongoing ―victory‖ takes place as the declinist argument endlessly goes on. Few global problems can be solved without a significant American commitment. As with today‘s multiple crisis, either the United States will act or no one will. The structural advantages of the United States are more important than economic cycles. These advantages include America‘s size, wealth, human and material resources, military strength, soft power, competitiveness, and liberal political and economic traditions, but also a remarkable flexibility, dynamism, and capacity for reinvention. ―The overall size and dynamism of the economy remains unmatched, and America continues to

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lead the rest of the world in measures of competitiveness, technology, and innovation.[…] Over the years, America‘s staying power has been regularly and chronically underestimated (Lieber, 2008).

Figure 3. China vs the US: how the superpowers compare

Source: The Guardian website Friday 7 June 2013.

Soft Power Joseph Nye coined the term ―soft power‖ in the late 1980s. In simple terms, soft power lies in the ability to attract and persuade and is the opposite of hard power—the ability to coerce—using the country's military or economic might, soft power is supposed to result from the attractiveness of a country's culture, political ideals, and policies. Just as with hard power, soft power has to be ―applied‖ in some form to be effective. Perhaps the best analogy was President Theodor Roosevelt‘s axiom of ―speak softly but carry a big stick‖. According to Nye, a country‘s soft power rests on three assets: its culture; its political values; and its foreign policies. "A country may obtain the outcomes it wants in world politics because other countries – admiring its values, emulating its example, aspiring to its level of prosperity and openness – want to follow it.‖ (Nye 2004) ―This soft power – getting others to want the outcomes that you want – co-opts people rather than coerces them." The importance of making reference to ―soft power‖ in the discussion of the emergence or revival of regional powers that could rival the United States, is to ensure that there is a comparison and a 202

contrast with ―hard or military power‖. Traditionally when there is a discussion over international power and the capacity to coheres the will of others, what comes to mind is military power. Nye‘s definition of soft power, while it simply adds more options to policymakers, ensures that there is a clear understanding of these capabilities and how nations who may not have great hard power, can influence and coerce other to go their will or align with them. Nevertheless, we need to be clear that the use of soft power is intended to achieve similar objectives as with hard power using more agreeable means. American Exceptionalism and Resilience On the other end of the pendulum of the dooms-day declinism, are the recent rise in emphasis on American exceptionalism and the understanding of Resilience. American Exceptionalism is the perception that the country in its origin, by structuring a new and different society based on revolutionary and enduring principles, able to continuously evolve, grow, recover from many crisis, is unusual and in many forms exemplary. Thus, setting it‘s own rules. American preeminence is based on its people, the vision of its founders and what we refer to today as ―American Exceptionalism‖, which interestingly was coined by Joseph Stalin as a disparaging criticism of the American Communists. Our fixation on American exceptionalism is an invaluable tool. Exceptionalism is actually something new in the usual declinist mix. Charles Krauthammer writing for The Weekly Standard (October 2009) published and article titled ―Decline Is a Choice: The New Liberalism and the End of American Ascendancy.‖ In it, he places Obama as an active declinist and quotes what is now a famous criticism of Obama to a question from a reporter, ―I believe in American exceptionalism, just as I suspect that the Brits believe in British exceptionalism and the Greeks believe in Greek exceptionalism.‖ for ―if everyone is exceptional, no one is.‖ (cited in Rich, 2012) Unsuccessful presidential candidate Newt Gingrich explains that he is an ―American exceptionalist‖ setting an agenda similar to his ―Pact with America‖ affirming in his belief in the need to continual need to rebuild the America we inherited. Rich (2012) reminds us of what Samuel Huntington wrote in 1988 about declinist waves: they ―may be better indications of

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American psychology than of American power,‖ and that ―decline, in short, may be in the eye of the beholder.‖ With a reference that the country will be on the right track ―only when we are talking again about why America is exceptional and why it is so important that America remain exceptional.‖ American exceptionalism ―has to be earned continually‖ and is fundamental to the resilience capabilities built into the American people. These qualities exist naturally in the population born in the United States, and are equally prevalent among the immigrant population. The freedoms enjoyed by the American people promote the natural inclusion of these qualities. Having exceptionalism and resilience as part of the national DNA sets the stage for continued natural growth and to face successfully all crisis and disasters. Resilience has historically been one of the United States' great national strengths. It was the quality that helped tame a raw continent and then allowed the country to cope with the extraordinary challenges that occasionally placed the American experiment in peril. From the early settlements in Virginia and Massachusetts to the westward expansion, Americans willingly ventured into the wild to build better lives. Americans have drawn strength from adversity. Each generation bequeathed to the next a sense of confidence and optimism about the future. (Flynn 2008)

According to Flynn, resilience is a product of solid commitment to four factors: robustness, resourcefulness, rapid recovery and learning from ―lessons learned‖ of previous disasters. Recovery without the necessary changes is the formula for experiencing the same calamity over again. Resilience rests on a foundation of confidence and optimism; those who show the ability to be truly resilient attract others to be part of their environs. Certainty in this case originates in dependability. These models can be added as a form of Soft Power but in a form that is not coercive, simply practical and attractive to globalization, and interdependence in current geopolitics. The United States, the Indispensible Power, Past and Present of the United States as Prologue of the Future Considered by some a declinist, Soros (2003) states that the United States was the dominant power in the post-Cold War world; and it is in a position to impose its views, interests, and values. He also affirms that the world would benefit from adopting those values, because the American model has demonstrated its superiority (see Figure 4).

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Figure 4. Labor productivity and average hours worked

Source: OECD, London School of Economics (undated) http://bit.ly/XwoCzT

Authors like Joffe (2014) address directly those he calls the declinists -the politicians, historians, economists and journalists who continually declare America‘s demise. He dismisses thinkers such as Yale historian Paul Kennedy describing him as ―the preeminent Declinist of the 1980s‖. At the same time editorialists like Charles Krauthammer (2013-14) address the preeminence of the United States as the leading world power for many decades to come. These affirmative declarations are not without caveats, which are articulated by authors like Jones (2014), who examines the tension between the impulse to rival the United States and the incentives for restraint and cooperation among the rising powers. Creating a balance that defines a stable or unstable system in the period to come. It is a challenge that plays to America's unique strength. The true and continued corrective action to chronic declinism is American Resiliency. As long as the people, the education system, the thrust and thirst for innovation fuels continued American exceptionalism, declinist will continue to serve as critics of flaws to be noted at best, and as a cacophony of alarmists at worse. Today, with the precarious state of the euro and a slowing of Chinese growth rates, their touted superiority is unclear. The dollar remains strong, affirming that, with all its problems, the United States is still a relative haven; with its economy remaining highly productive (Nye 2012).

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America remains first in the world in total research and development spending, first in university rankings, first in Nobel prizes, and first on indices of entrepreneurship and productivity. China‘s overly ambitious foreign policy has reinforced the U.S. position in the Asian balance of power and worsened its relations with nearly all its neighbors. 
 To confront of the 2008 economic downturn, United States businesses and institutions resorted to the forces that built the nation‘s economy into a global power: speed, ingenuity, creativity, innovation, adaptability, pragmatism, initiative and entrepreneurship. In the meantime, the world continued to see the promise of the United States, buying and investing, also adopting American companies and business models. (Gross, 2013) Recounts the remarkable reconstruction and reorientation that marked the start of unexpected recoveries. Against accepted tradition, the U.S. government took on aggressive fiscal and monetary actions, making the private sector sprang into action, reacting against government intervention in the economy (General Motors and Chrysler accepted ―bailout‖ moneys, while Ford Motor Company refused them). Like Ford, companies large and small restructured, tapped into long-dormant internal resources, and invested for growth, at home and abroad. General Motors and Chrysler paid off the government loans in record time to ensure its stays out of its governing bodies). Between 2009 and 2011, as Europe struggled with a cascade of crises, the U.S. got back on its feet—and began to run as a healthier leader and an enabler of sustainable growth. While the problems that generate each declinist cycle are real and the United States has to resolve each challenge. Due to American exceptionalism, resilience and the inherent drive of the American People, the United States has emerged successful from each crisis, and more often than not, stronger. Eloquently summarized by President G.H.W. Bush (1991), ―Since the birth of our nation, "We the People" has been the source of our strength. What government can do alone is limited, but the potential of the American people knows no limits.‖ And it will be only the will of the American People when they decide to let the United States decline. No outside power, or a million opinions to the contrary can ever change this.

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10

Aug.

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Dominación sin hegemonía: una evaluación transdiciplinar de la decadencia hegemónica de Estados Unidos y de la crisis estructural del capitalismo desde el análisis de sistemas-mundo Juan Arellanes Arellanes [email protected] Universidad Anáhuac del Norte Resumen: Con base en la estructura teórica desarrollada por el análisis de sistemas-mundo, se analiza el ciclo hegemónico estadounidense en el marco de las tendencias seculares que han llevado al sistema-mundo moderno a una situación de turbulencia (definida en términos físicos) antesala de un proceso de caos que lo extinguirá como sistema histórico. Considerando el control energético como la base del poder material estadounidense en el sistemamundo, se analiza la construcción del «muro de los petrodólares» y su correlativo recurso a la emisión descontrolada de moneda («señoreaje») como mecanismos centrales de un «aterrizaje suave» de su decadencia hegemónica que ahora se enfrenta al dilema de una desarticulación geopolítica acelerada en Medio Oriente y Eurasia en general. Finalmente, se distingue críticamente entre la crisis de la decadencia hegemónica estadounidense y la crisis estructural del capitalismo como sistema histórico. Abstract: Based on the theoretical framework developed by World-Systems analysis, the US hegemonic cycle is analyzed in the context of secular trends that led to the Modern World-System to a state of turbulence (defined in physical terms) threshold of a chaos process will extinguish it as historical system. Considering the energy control as the American base material of power in the World-System, the construction of the "wall of petrodollars" and its correlative use of uncontrolled emission of currency ("seigniorage") as central mechanisms of a "landing soft 'of its hegemonic decline that now faces the dilemma of an accelerated geopolitical dislocation in the Middle East and Eurasia in general. Finally, it is critically distinguish between the crisis of American hegemonic decline and the structural crisis of capitalism as a historical system.

Posicionamientos teóricos De acuerdo con el análisis de sistemas-mundo (adsm), la unidad de análisis adecuada de la ciencia social es la totalidad social vigente, es decir, los sistemas históricos de los cuáles forman parte las sociedades particulares (por ejemplo, los Estados). Existen dos tipos de sistemas históricos: minisistemas y sistemas-mundo. Estos últimos han adoptado dos formas a lo largo de la historia: imperios-mundo y economías-mundo (Wallerstein, 1974). El adsm asume que la

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realidad social actual se manifiesta como Sistema-Mundo Moderno (modern world-system), una economía-mundo capitalista que se originó en Europa en el s. XV y que desde el s. XIX abarca la totalidad del planeta. Antes del siglo XVI ha habido muchas economías-mundo en la historia de la humanidad […] pero […] eran en esencia inestables. Entonces […] sucedió que, por primera vez, una economía-mundo ha podido sobrevivir, y después incluso ha podido profundizar su desarrollo, para llegar a ser capaz de conquistar el mundo entero. Una economía-mundo que haya logrado sobrevivir, tenía por necesidad que tomar la forma de una economía-mundo capitalista. (Wallerstein, en Aguirre, 2003: 204-5).

El adsm es heredero de la expresión de F. Braudel: ―los acontecimientos son polvo‖. Ningún acontecimiento particular, ni siquiera el más importante (la llegada de Colón a América, la batalla de Waterloo, el derrumbe del Comunismo, el atentado del 11-S) tiene sentido en sí mismo. Es la acumulación de «motas de polvo», lo que genera tendencias de longue durée, las cuales son las verdaderas estructuras (duraderas, pero no eternas) que permiten dar sentido a la historia. ―Los acontecimientos son polvo no sólo porque sean efímeros, sino porque son polvo en nuestros ojos‖ (Wallerstein, 1991: 153), lo que significa que la espectacularidad de ciertos acontecimientos nos impide detectar las tendencias de larga duración. Y esas estructuras no sólo han sido construidas por los acontecimientos pasados, sino que condicionan los acontecimientos futuros. ―Si las estructuras no siguen siendo esencialmente las mismas, ¿en qué sentido estamos hablando de un sistema?‖ (Wallerstein, 1999: 143) Aunque «nada cambia jamás», «el cambio es eterno». Esta aparente paradoja sólo puede ser resuelta si se distingue entre Sistema Histórico e Historia Total, entendida como la sucesión de todos los sistemas históricos que potencialmente integran la historia de la humanidad. El cambio social se produce de forma «determinista» al interior de un sistema histórico, y en forma de «libre albedrío» durante la transición de un sistema histórico a otro. El «determinismo», lejos de ser una mera imposición absoluta y abstracta, se refiere a los poderosos procesos internos que convierten la lógica del sistema en una serie de estructuras institucionales autorreforzadas, dotadas de movimiento propio, que «determinan» la trayectoria del sistema y del cambio social. Esta «evolución determinista» se realiza a través de los ritmos cíclicos del sistema (Wallerstein, 1999). Como todo sistema histórico, el Sistema-Mundo Moderno posee unas reglas de funcionamiento que se expresan a través de ritmos cíclicos manifestados como fluctuaciones que permiten al sistema expandirse y retornar a una situación de equilibrio. Se trata de un equilibrio dinámico, 210

por lo que el punto de retorno nunca es el mismo. Esto da lugar a las tendencias seculares, aquellas características del sistema que se van aproximando a su asíntota (la recta límite de toda curva en crecimiento). Aunque dichas características no alcancen el límite, al aproximarse provocan que el sistema ya no se comporte «normalmente» (ver figura 1). El problema central causado por las tendencias seculares es que elevan la estructura de costos de producción, pese al incremento de la eficiencia y la productividad, lo que representa un problema gigantesco en un sistema cuya lógica central es la acumulación de beneficios. ¿Qué ha hecho que el sistema se mueva tan lejos del equilibrio? En breve, lo que ocurre es que a lo largo de 500 años los tres costos básicos de la producción capitalista —personal, insumos1 e impuestos— han subido constantemente como porcentaje de los precios posibles de venta, de tal modo que hoy hacen imposible obtener grandes ganancias de la producción cuasi monopólica que siempre fue la base de la acumulación capitalista. No es porque el capitalismo esté fallando en lo que hace mejor. Es precisamente porque lo ha estado haciendo tan bien que finalmente minó la base de acumulaciones futuras (Wallerstein, 2008).

Figura 1. Ritmos cíclicos y tendencias seculares del sistema.

Fuente: Elaboración propia con base en Wallerstein, 1999 y 2011c.

Lo anterior ha provocado que la evolución del sistema haya abandonado la regularidad de sus ritmos cíclicos y adoptado una trayectoria cada vez más errática, con fluctuaciones violentas, desembocando en una situación en la que los comportamientos sistémicos, susceptibles de ser explicados dentro de un sistema de ecuaciones lineales, se reducen al mínimo. ―Al final, las tendencias seculares mueven el sistema demasiado cerca de sus asíntotas […] el sistema empieza 1

Pese a su excelente análisis, Wallerstein no está considerando específicamente el más importante de todos los costos de producción: el costo de la energía. Hemos llegado al fin de la era del petróleo barato porque los costos de producción se están elevando irreversiblemente (EIA, 2013; Kopits, 2014; Tverberg, 2014), y ello ocurre aun si los precios de venta del petróleo van a la baja. Por ese simple hecho, la continuidad, si no del capitalismo, sí de la civilización industrial como la hemos conocido, está en entredicho.

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a fluctuar violentamente […] hacia una situación caótica‖ (Wallerstein, 2011c). En términos físicos, un sistema lejos del equilibrio ha entrado en el caos2. ¿Cómo se llega a esta situación? Imagínese una tina llena de agua a la que se introduce una mano que se mueve de adelante hacia atrás. Si el movimiento se acelera, se pasa de un movimiento lento y organizado a la formación de frentes de onda que rebotan en las paredes de la tina. Si el movimiento de la mano continúa (o, peor aún, se acelera), ―se romperán los frentes de onda y se generarán remolinos […] que se irán combinando para generar estructuras caóticas de mayor tamaño hasta que toda la bañera se mueva de manera anárquica y desestructurada‖ (Turiel, 2014). Se trata de la transición de un movimiento laminar a un movimiento turbulento que lleva al sistema al caos. Antonio Turiel, doctor es física estadística, especializado en el análisis de la turbulencia, señala: Se denomina «estado del sistema» […] a una situación del mismo que se caracteriza por ciertas variables que definen el comportamiento colectivo […] Cuando un sistema está en un determinado estado, las variables que caracterizan el mismo permanecen constantes o se mueven dentro de un determinado rango de valores […]. Pero bajo ciertas condiciones, si forzamos externamente el sistema […] podemos acabar induciendo lo que se denomina un «cambio de fase», el sistema pasa a comportarse de manera completamente diferente a como lo había hecho (Turiel, 2014).

Pero, antes de que ocurra, el «cambio de fase» anuncia su llegada por la amplitud de las fluctuaciones de ciertos parámetros. Por ejemplo, nuestro planeta manifiesta amplias fluctuaciones de ciertos parámetros esenciales, en el sistema climático y en el comportamiento de los ecosistemas, que tomadas por separado podrían considerarse «normales», pero que al tomarse en conjunto se revelan como la anticipación de un «cambio de fase»: huracanes extremos, aceleración del deshielo del ártico, sequía extrema en el Oeste de Estados Unidos (EE.UU.), incendios forestales en Siberia, Noruega y Chile, lluvias torrenciales en Europa Central, nevadas extremas en el Este de EE.UU., emisiones descontroladas de metano en regiones periárticas y un largo etcétera, todo ello registrado en el último año. Hace poco, los científicos habían advertido acerca de este potencial cambio de fase (Barnosky, et al., 2012). Tan sólo dos años después, abundan las señales de que puede haber comenzado.

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La utilización del lenguaje de la Física es algo más que una simple analogía. Los sistemas históricos, como cualquier otra realidad material del universo, son sistemas físicos, regidos por las leyes de la termodinámica (Annila y Salthe, 2009; Bardi, 2011). Desde principios de la década de 1990, Wallerstein ha incorporado al adsm la teoría física sobre sistemas complejos de Ilya Prigogine (Wallerstein, 1991 y 1999; Prigogine, 2000).

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Pero no sólo el sistema Tierra es un sistema complejo. También lo es la civilización humana. ―Nuestra sociedad es un sistema complejo, integrado por multitud de pequeñas partes con multitud de interacciones, y también en ellas se observan comportamientos emergentes del sistema como [un] todo que van más allá de la suma de sus partes‖ (Turiel, 2014). Y en nuestra sociedad, entendida como sistema histórico, se están produciendo fluctuaciones de gran amplitud. El sistema energético global, del cual depende la viabilidad de la civilización en su conjunto (Korowicz, 2011), está experimentando fluctuaciones que amenazan con llevarlo a una zona de turbulencia. Desde principios de 2012 hasta mediados de 2014 hubo una aparente «estabilidad» en el precio mundial (brent) de petróleo, que ha fluctuado en una banda de entre 100 y 115 dólares por barril. A partir del tercer trimestre de 2014 el precio ha empezado a caer aceleradamente, posiblemente por una caída de la demanda más que por un incremento de la oferta, poniendo conta las cuerdas a muchos productores cuyos costos de producción por barril apenas son compensados por los bajos precios del mercado que amenazan con seguir bajando. Pero no sólo hay marcadas fluctuaciones en el precio, sino en muchos otros parámetros, por ejemplo: el número de países productores en que la producción está declinando (BP, 2014), el incremento de los costos de producción petrolera de las compañías privadas (Kopits, 2014) y el incremento de la proporción de petróleos no convencionales en el conjunto de la producción mundial (EIA, 2014). Lo que realmente está ocurriendo es que se están produciendo «cambio de fase» en el precio del petróleo: de unos precios moderadamente bajos hasta 2003-2004, hubo una elevación exponencial de 2005 a 2008, un reajuste entre 2009 y 2012, y una nueva «normalidad» de precios altos desde entonces (Murray & King, 2012). Diversos modelos (Rubin, 2008; Tverberg, 2012), preveían que el precio de venta posible estaría atrapado entre unos costos de producción crecientes y la fragilidad de las economías industriales, incapaces de pagar precios elevados de petróleo, bajo riesgo de hundirse en una nueva recesión. Pero lo que estos modelos no preveían es que también se podía caer en una trampa de precios a la baja, sin que desciendan los costos de producción, lo que seguramente llevará a la cancelación o abandono de muchos proyectos de extracción. Una vez que se ha producido y reconocido el peak oil de petróleo convencional (IEA, 2010), las fluctuaciones en los parámetros del sistema energético mundial nos aproximan al peak oil de todos los líquidos (Turiel, 2014b).

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En el escenario político internacional se observa una auténtica revolución geopolítica. En 2008, se contabilizaron 345 conflictos de los cuales 211 eran conflictos latentes o manifiestos, 95 eran crisis, 30 eran crisis severas y 9 eran guerras (Heidelberg Institute for International Conflict Research [HIIK, por sus siglas en alemán], 2008). En 2013, se contabilizaron 414 conflictos, de los cuales 193 eran disputas o crisis no violentas, 176 eran crisis violentas, 25 eran guerras limitadas y 20 eran guerras (HIIK, 2014). Adviértase que no sólo se ha incrementado el número de conflictos, sino que se ha incrementado especialmente el número de conflictos violentos, lo que ha llevado al HIIK a cambiar la nomenclatura de la intensidad de los conflictos. Adicionalmente, debe considerarse que, para la contabilidad de 2014, deberán agregarse 3 conflictos violentos (la guerra civil en Ucrania, el recrudecimiento del conflicto Palestino-Israelí en la Franja de Gaza y la conformación del Emirato Islámico entre Iraq y Siria) que en 2013 no fueron contabilizados como guerras. Por supuesto, esta revolución geopolítica expresada en decenas de guerras y conflictos violentos (en realidad, conectados por el hilo conductor de la crisis energética) es, en buena medida, la cara visible de un proceso mucho más discreto pero mucho más preocupante y, potencialmente, más violento: el proceso de realineamiento geopolítico global, el reacomodo de poder entre los «jugadores geoestratégicos» (Brzezinski, 1998): EE.UU., Francia, Alemania, Rusia, China, India y Brasil. La simplista oposición G-7 vs. BRICS no resulta la más afortunada. Si, por un momento, se omite la turbulencia financiera (el sector económico cuyos parámetros están sometidos a mayores fluctuaciones y riesgos), aún quedan por destacar las fluctuaciones de la movilización social. Las fluctuaciones en el precio de los alimentos han dado lugar a una explosión de inestabilidad sociopolítica, especialmente en los países pobres (Lagi, Bertrand & Bar-Yam, 2011). Pero no sólo la crisis alimentaria, sino la crisis fiscal con sus consecuentes recortes en gasto público (lo que incluye a Europa, EE.UU. y Japón) ha desatado una ola de conflictividad social. No hay ninguna región del planeta que esté a salvo de los «vientos de cambio» (Wallerstein, 2011b). La «geografía de la protesta» alcanza todos los rincones del globo (Wallerstein, 2012b). Se trata del «despertar político global» (Brzezinski, 2008) que transformará profundamente a la sociedad mundial.

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Antonio Turiel, sólidamente formado en ciencias exactas, después de aplicar los principios de la física estadística al análisis de las fluctuaciones energéticas, financieras, geopolíticas y sociales en curso, emite su conclusión: Estas oscilaciones nos anticipan que estamos llegando a los límites. Es preferible no forzarlos más, no sólo por el caos que resultará (con sus inevitables dosis de destrucción), sino porque cuando al final todo se calme, eliminada la perturbación que históricamente habrá durado un suspiro, las cosas ya no volverán a ser como antes. Y es poco probable que sean mejores (Turiel, 2014).

No es muy distinta a la conclusión de Wallerstein, quien lleva más de cuatro décadas analizando el cambio social utilizando como unidad de análisis del sistema histórico vigente: la modernidad capitalista. Véase primero una afirmación de hace casi 20 años. Cuando el sistema-mundo actual se derrumbe sobre nosotros en los próximos cincuenta años, debemos tener una alternativa sustantiva para ofrecer que sea creación colectiva. Sólo entonces tendremos oportunidad de obtener una hegemonía gramsciana en la sociedad civil mundial, y por lo tanto una oportunidad de triunfar en la lucha contra los que quieren cambiarlo todo para que nada cambie (Wallerstein, 1995: 217).

Sorprende que estas palabras no hayan sido escritas después de la crisis de 2008 sino en 1995, en plena euforia de la «globalización», cuando el sistema parecía más sólido que nunca. Leyendo la siguiente cita, se descubre la notable cercanía entre la conclusión de Wallerstein y la de Turiel: Una crisis estructural […] afecta en la actualidad al sistema-mundo, ha estado presente al menos desde los años de la década de 1970 y continuará hasta probablemente alrededor de 2050. La característica primordial de una crisis estructural es el caos […] una situación de fluctuaciones rápidas y constantes que afectan a todos los parámetros del sistema histórico, lo que incluye no solo a la economía mundial, el sistema interestatal y las corrientes cultural-ideológicas, sino también la disponibilidad de recursos vitales, la naturaleza adversa de las condiciones climáticas y la presencia de pandemias (Wallerstein, 2011c: 5).

Es evidente que, una vez concluida la crisis estructural (la turbulencia caótica, el cambio de fase), se habrá instalado un nuevo sistema histórico. La gran tragedia de EE.UU. no radica únicamente en que debe pelear contra lo inevitable: su decadencia hegemónica, sino que debe hacerlo durante la crisis estructural que caotiza, de forma constante y cada vez más acelerada, a la civilización capitalista como sistema-histórico. ¿En qué tipo de análisis se basó Wallerstein para pronosticar el derrumbe del sistema-mundo moderno para c. 2050 como parte de una crisis estructural iniciada c. 1970? En el análisis de los ritmos cíclicos y de las tendencias seculares del sistema.

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Ritmos cíclicos del Sistema-Mundo Moderno El Sistema-Mundo Moderno evoluciona mediante ritmos económicos y políticos, que son los marcos en los que se desenvuelven sus reglas de funcionamiento. Los ritmos cíclicos son dinámicas evolutivas que llevan al sistema a condiciones más complejas, aunque esencialmente iguales que las anteriores (de lo contrario no se trataría del mismo sistema). Las dinámicas evolutivas desembocan, inevitablemente, en la extinción del sistema en tanto que sistema histórico. Cada ciclo, conformado por fases, puede ser analizado como una unidad en sí mismo. Las fases son resultado de fases anteriores del mismo ciclo. Una fase de crisis económica es resultado de una anterior fase de crecimiento económico; en tanto que una fase de paz y estabilidad es resultado de una anterior fase de violencia política y guerra. Ciclos económicos Se han identificado dos tipos de ritmos económicos: los ciclos de Kondratieff y los Ciclos Sistémicos de Acumulación. En el primer caso, el criterio definitorio es la tasa de acumulación de capital: existen etapas de mayor acumulación (de gran crecimiento económico del sistema a escala global), definidas como fase A, y etapas de menor acumulación (de estancamiento o crisis), definidas como fase B. Un ciclo de Kondratieff completo tiene una duración de entre 50 y 60 años, con fases A y B alternadas de entre 25 y 30 años de duración. Los ciclos de Kondratieff, en ocasiones bajo el nombre genérico de «ondas largas», han generado una profusa discusión (sobre el concepto, las causas, las consecuencias, la dinámica interna de los ciclos, las fechas de inicio y fin de cada fase, etc.), no limitada al ámbito del adsm (Goldstein, 1987; Amín, 1996; Wallerstein, 1983 y 2004; Thompson, 2007, etc.). La duración, tanto de cada ciclo como de sus fases, no es exacta. Las transiciones no son automáticas. Un estudio reciente (Korotayev y Grinin, 2012), rigurosamente matematizado, propone cinco ciclos de Kondratieff en los últimos 230/240 años, proponiendo que las transiciones se pueden extender durante un periodo de entre 5 y 14 años (Véase el cuadro 1). Los ciclos muestran una tendencia de desarrollo económico que debe interpretarse en un marco más general de procesos sociales, políticos, culturales y tecnológicos ¿Cómo explica el adsm estos ciclos económicos largos?

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Estos ciclos han implicado fluctuaciones de tal significación y regularidad que es difícil creer que no son intrínsecas al funcionamiento del sistema. Si se me permite la analogía, parece ser el mecanismo respiratorio del organismo capitalista, que inhala el oxígeno purificador y exhala los desechos venenosos. Las analogías son siempre peligrosas, pero ésta parece especialmente adecuada. Los desechos acumulados eran las ineficiencias económicas que con regularidad se incrustaban políticamente a través del proceso de intercambio desigual. El oxígeno purificador era la asignación más eficiente de los recursos (más eficiente en el sentido de que permitía una mayor acumulación de capital), que permitía la reestructuración regular de las cadenas de mercancías (Wallerstein, 1983: 25).

Cuadro 1. Ciclos de Kondratieff en el Sistema-Mundo Moderno Ciclo completo

Fase A

Fase B

Fines de 1780 a 1844/1851

Fines de 1780 a 1810/1817

1810/1817 a 1844/1851

1844/1851 a 1890/1896

1844/1851 a 1870/1875

1870/1875 a 1890/1896

1890/1896 a 1945

1890/1896 a 1914/1928

1914/1928 a 1939/1950

1939-1950 a 1984/1991

1939/1950 a 1968/1974

1968/1974 a 1984/1991

1984/1991 a 2015/20??

1984/1991 a 2001/2007

2001/2007 a 2015/¿2020?

Fuente: Elaboración propia con base en Korotayev y Grinin, 2012

Wallerstein (1974, 1980, 1989, 2011) ha buscado identificar los ciclos económicos de la modernidad capitalista, en tanto que sistema histórico, y «empatarlos» con los ciclos hegemónicos. Si existe un funcionamiento sistémico que tiene una lógica económica pero que sólo puede operar bajo un cierto orden político debe existir una correspondencia entre tales ciclos. Wallerstein y otros analistas dsm (Arrighi, 1994; Taylor y Flint, 1998) rechazan las propuestas de ciclos estrictamente políticos (propuestos por George Modelski, Paul Kennedy y otros teóricos de las Relaciones Internacionales y de la Ciencia Política) que insisten en explicar el ascenso y caída de las grandes potencias a partir de dinámicas rigurosamente políticas3. Giovanni Arrighi afirmó que los ciclos económicos de Kondratieff, aunque existentes, no son la herramienta adecuada para explicar conjuntamente las dinámicas económica y política del sistema. Propuso la existencia de los Ciclos Sistémicos de Acumulación (CSA), cuyo criterio no es la tasa de acumulación (crecimiento económico) sino la fuente principal de la misma. Los CSA de acumulación se definen como:

3

De la misma forma que a la mainstream del pensamiento económico se le dificulta (o rechaza) el análisis de la economía política, la mainstream del pensamiento político tiene dificultades para incorporar las dinámicas económicas en el análisis de las tendencias políticas.

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una serie de fases de expansión estable de la economía-mundo capitalista seguidas por fases de turbulencia, en el curso de las cuales se destruyen las condiciones de expansión estable definidas por la senda de desarrollo establecida, y se crean las condiciones de expansión, definidas por una nueva senda […] Las fases de turbulencia son momentos de confusión y de creciente desorganización, así como de redespliegue y reorganización de los procesos de acumulación de capital a escala mundial (Arrighi, 1994: 283).

Los CSA alternan entre 1) fases en las que la fuente primaria de acumulación está en los beneficios industriales (fases D-M-D‘: el dinero se utiliza en procesos productivos materiales de la economía real para producir dinero con beneficio), 2) fases en las que la fuente primaria de acumulación está en los beneficios financieros (fases D-D‘: el dinero se utiliza en procesos especulativos de la economía ficticia para producir dinero con beneficio), si bien en tales fases se desarrollan las innovaciones tecnológicas que impulsarán un nuevo ciclo, y 3) fases de turbulencia global en las que colapsa la expansión financiera y se reestructura por completo el Sistema-Mundo Moderno sobre la base de un nuevo modelo industrial (Arrighi, 1994). Lo anterior no significa que en las fases industriales no haya actividad financiera, ni viceversa, sino que en las distintas fases una actividad (ya sea la industria o las finanzas) es la dominante en tanto que sector donde se concentran los cuasimonopolios que permiten la acumulación de capital a gran escala. Los CSA están limitados por crisis económicas específicas. Una fase D-M-D‘ se extiende hasta que se produce una «crisis señal», es decir, una crisis de rentabilidad por sobreproducción que desemboca en subconsumo, crisis típica de la economía industrial. Las «crisis señal» son fáciles de identificar porque son la primera gran crisis de la economía-mundo capitalista después de varias décadas de crecimiento. Una fase D-D‘ se extiende desde la «crisis señal» hasta la «crisis terminal», crisis que pone fin a los privilegios de «señoreaje internacional» de la «moneda mundial» vigente. La «crisis terminal» destruye la expansión financiero imperante y da paso a una completa restructuración del sistema (Arrighi y Silver, 1999; Arrighi, 2007). A diferencia de los ciclos Kondratieff, identificados sólo para los dos últimos siglos, Arrighi identificó CSA desde el origen de la economía-mundo capitalista en el sistema de ciudades estado del norte de Italia del milcuattrocento: el CSA genovés de 1400 a 1622, con su fase D-D‘ de 1557 a 1622; el CSA holandés de 1560 a 1780, con su fase D-D‘ de 1740 a 1780; el CSA británico de 1740 a 1932, con su fase D-D‘ de 1896 a 1932; y el CSA estadounidense de 1870 a una fecha indefinida (¿2020?), con su fase D-D‘ a partir de 1973 (Arrighi, 1994 y 2007). Adviértase que el nuevo CSA comienza desde que acontece la «crisis señal» que abre la fase D-

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D‘ del CSA anterior. Así entonces, teóricamente, el nuevo CSA ya habría comenzado desde 1973, pero sólo se manifestaría como una fase de expansión industrial (D-M-D‘) hasta que colapse el sistema financiero del CSA estadounidense. La de 2008 no habría sido aún la «crisis terminal», ya que esta implicará el colapso de la «moneda mundial» vigente (el dólar). Ciclos políticos Para Arrighi existe plena correspondencia entre los CSA y los ciclos políticos, a los que define como «Siglos Largos» (SL). Para comprender tales ciclos políticos (en su forma de SL o de «Ciclos Hegemónicos»), es necesario comprender previamente el concepto de hegemonía. El término más cercano al concepto de hegemonía utilizado por el adsm es liderazgo o «gobierno sistémico». El problema con la hegemonía es que es pasajera […] un Estado deja de ser hegemónico no sólo porque pierde fuerza, sino porque otros la adquieren. […] sólo hay un breve período de tiempo en el que una determinada potencia del centro puede manifestar su superioridad productiva, comercial y financiera sobre todas las otras potencias del centro. Ese efímero apogeo es lo que llamamos hegemonía (Wallerstein, 1980: 51-52).

Ese viejo concepto fue enriquecido con la noción gramsciana de hegemonía agregada por Arrighi. El concepto de hegemonía no sólo remite a la superioridad, sino a una superioridad aceptada por otros y digna de ser imitada, es decir, una superioridad basada en el liderazgo, no en el dominio coercitivo ni en el chantaje mafioso. La hegemonía es una «inflación de poder» que deriva de la capacidad de los grupos dominantes para «hacer creer» que su dominio sirve no sólo a sus intereses sino también a los intereses de los subordinados (Arrighi, 2007). La hegemonía neutraliza la rivalidad entre potencias centrales, dotando de una enorme estabilidad política al sistema. La hegemonía desempeña, por lo tanto, funciones de «gobierno sistémico». La hegemonía ofrece al sistema (o al menos a sus actores y sectores privilegiados) «paz, estabilidad y legitimación» (Wallerstein, 1995), lo cual es posible debido a que el poder hegemónico es indiscutiblemente superior al del resto de los estados centrales que, temporalmente, minimizan sus actividades como «jugadores geoestratégicos», disminuyendo la presión geopolítica en el sistema. Pueden hacerlo gracias a que una de sus demandas esenciales, la seguridad, está adecuadamente satisfecha por las funciones de gobierno sistémico de la hegemonía. En la práctica, aunque no formal ni institucionalmente, la hegemonía desempeña funciones propias de

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un «Estado mundial» (Arrighi, 2007: 263 y ss.), algo parecido a una «policía internacional». La hegemonía, en tanto que líder, es un protector que ofrece seguridad, pero ¿ante qué?: En el lenguaje contemporáneo, la palabra «protección» tiene dos significados contrastantes. Uno reconfortante y el otro ominoso. Por un lado «protección» evoca la imagen del escudo frente al peligro proporcionado por un amigo poderoso, una gran póliza de seguro. Por otro lado evoca el chantaje con el que un «hombre-fuerte» [un mafioso] obliga a los comerciantes del barrio a pagar un tributo a fin de evitar un daño, daño que el propio mafioso amenaza con causar (Tilly, 1982: 1).

La hegemonía nace en el curso de una Guerra Mundial ofreciendo protección. Estabiliza el sistema tras neutralizar un enorme riesgo coyuntural producido por una amenaza imperial (sea de Carlos I, Napoleón o Hitler) que pondría fin a la acumulación capitalista (Wallerstein, 1983 y 1991b). Posteriormente, estabiliza el sistema tras neutralizar riesgos cotidianos producidos por las revueltas antisistémicas, sean de esclavos negros, proletarios revolucionarios o movimientos de liberación nacional (Wallerstein, Hopkins & Arrighi, 1998) que amenazan con poner fin a la división internacional del trabajo entre centros y periferias. Las funciones de «gobierno sistémico» de la hegemonía, evidentemente, no benefician a todos sino exclusivamente a los actores y clases privilegiados del núcleo central de la economía-mundo capitalista (incluyendo al propio estado hegemónico). La hegemonía utiliza su enorme superioridad productiva, comercial y financiera sobre el resto de los estados centrales para ofrecer «protección» a «un precio inmejorable»4. La decadencia hegemónica comienza cuando tal superioridad comienza a erosionarse aceleradamente. Entonces la «protección» ofrecida por la hegemonía ya no tiene «un precio inmejorable» y comienza a parecerse cada vez más al «chantaje mafioso de un hombre- fuerte» que al «escudo frente al peligro proporcionado por un amigo poderoso», parafraseando a Tilly (1982). Es entonces que, progresivamente, la hegemonía pierde esa capacidad de «hacer creer» al resto de los estados centrales del sistema que su dominio produce un beneficio colectivo, dando paso a una situación de rápida (hablando en escala histórica de larga duración) «deflación de poder». Hablaremos de crisis de hegemonía para designar una situación en la que el Estado hegemónico carece de los medios o de la voluntad para seguir impulsando el sistema interestatal en una dirección que sea ampliamente percibida como favorable, no sólo para su propio poder, sino para el poder colectivo de los grupos dominantes

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Ese precio inmejorable es posible gracias a que la hegemonía financia ―la oferta de protección mundial con el capital excedente acumulado […] durante los anteriores treinta años de caos [guerra] mundial. Ningún Estado, y muchos menos las nuevas instituciones internacionales recientemente creadas, contaban con los recursos necesarios para igualar el bajo precio de esa oferta‖ (Arrighi, 2007: 269).

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del sistema. [… Distinguimos] entre crisis de hegemonía —lo que llamaremos ‹‹crisis señal››—, y crisis que por el contrario se exacerban hasta dar lugar al fin de la hegemonía vigente, que denominaremos ‹‹crisis terminal››. (Arrighi, 2007: 160-1).

La «decadencia hegemónica» es, entonces, el largo período (de por lo menos 4 o 5 décadas) durante el cual la creciente incapacidad de la hegemonía de «hacer creer» a los subordinados que las cosas «van bien», se acompaña de un proceso real de erosión del poder de la mayor potencia y de un proceso de incremento del poder de otras potencias centrales (viejas y nuevas), sin que ello implique, necesaria ni automáticamente, la sustitución de la hegemonía «vigente» por otra potencia central. El Sistema-Mundo Moderno puede no tener hegemonía y ello lo vuelve caótico y peligrosamente violento5. Los ciclos políticos identificados se definen como ciclos hegemónicos (o «siglos largos») y se refieren al 1) origen, 2) ascenso, 3) dominio y 4) declinación del estado hegemónico, es decir, aquel que es capaz de establecer, temporalmente, las reglas políticas de funcionamiento del sistema. La adecuada combinación de una lógica de dominio territorialista y una lógica de dominio capitalista, que se fusionan para convertir a un estado en la sede global de acumulación de capital, ha provocado que la evolución del sistema se exprese como una sucesión de hegemonías6: la genovesa-española (intercambio político de la Dinastía Habsburgo con los banqueros genoveses), la holandesa (intercambio político de la Casa de Orange con los banqueros de Amsterdam), la británica (intercambio político de la Monarquía Británica con los banqueros

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Amín, por ejemplo, excluye a la española y la holandesa (sólo habrían sido supremacías, no gobiernos sistémicos) y considera que sólo han existido dos auténticas hegemonías en el sistema: la británica y la estadounidense. En tal caso, la «norma funcional» del sistema entre 1492 y 1815 fue la competencia entre estados centrales, lo que significó tres siglos de guerra e imperialismo constantes (Amín, 1996). Arrighi, por el contrario, considera que sí existió una hegemonía genovesa-española y una hegemonía holandesa, anteriores a la fusión entre capitalismo e imperialismo logradas por las hegemonías británica y estadounidense, las cuáles se basaron en Estados mucho más grandes y poderosos que las dos primeras hegemonías, como consecuencia de que ―la escala territorial del centro dominante del sistema de acumulación debía mantenerse a la par con el incremento de la escala espacial del sistema‖ (Arrighi, 2007: 252). Puede simplificarse la distinción diciendo que mientras que la genovesa-española y la holandesa fueron hegemonías europeas, la británica y la estadounidense fueron hegemonías mundiales. 6

El capitalismo no es un proyecto exclusivamente capitalista: de hecho, sólo es posible con una fusión de la lógica de dominio económico (capitalista) con la lógica de dominio político (territorialista). ―Una lógica de dominio territorialista identifica el poder con la extensión de su territorio y la densidad de la población del mismo, y concibe la riqueza-capital como un medio o un subproducto de la prosecución de la expansión territorial. Una lógica de dominio capitalista, por el contrario, identifica el poder con el grado de control sobre recursos escasos y considera las adquisiciones territoriales como medio y subproducto de la acumulación de capital‖ (Arrighi, 1994: 49). Véase una discusión más profunda sobre las lógicas de dominio capitalista y territorialista en Harvey (2003) y Arrighi (2007).

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Rothschild) y la estadounidense (intercambio político de los gestores políticos y militares del Complejo Militar Industrial con los banqueros agrupados en la Reserva Federal) (Arrighi, 1994). El desarrollo del capitalismo histórico como sistema-mundo se ha basado en la formación de bloques cosmopolita-imperiales (o corporativo nacionales) cada vez más poderosos de organizaciones gubernamentales y empresariales, dotados con la capacidad de ampliar (y profundizar) el radio de acción funcional y espacial de la economía-mundo capitalista. Y sin embargo, cuanto más poderosos se han hecho estos bloques, más reducido ha sido el ciclo vital de los regímenes de acumulación a que han dado lugar (Arrighi, 1994: 263).

1. El origen puede ser definido como una fase de «realineamiento geopolítico»: una etapa durante la cual la futura hegemonía desarrolla las ventajas tecnológicas, organizativas y de posicionamiento geoestratégico, que le darán la superioridad económico-comercial futura en el sistema. Esta etapa se superpone en el tiempo a la declinación de la hegemonía anterior (Arrighi, 1994). 2. El ascenso de la nueva hegemonía, o interregno, puede ser definido como la fase de guerra mundial: una etapa caracterizada por la violencia político-militar expresada por largas guerras de hasta tres décadas de duración entre las potencias centrales. Históricamente, los ascensos hegemónicos sólo se han producido por medio de guerras mundiales: la de 1618-1648, la de 1790-1815 y la de 1914-1945. La guerra, ganada por la hegemonía, confirma su superioridad material y le ofrece la oportunidad de definir un nuevo orden internacional (Wallerstein, 1983; Arrighi, 1994; Arrighi, Hui, Ray y Ehrlich, 1999). 3. El dominio, puede ser definido como la fase de hegemonía en sentido estricto: son las décadas que siguen a la guerra mundial durante las cuales la hegemonía manifiesta y despliega su superioridad en todos los ámbitos. Es un período de intenso crecimiento económico (una fase A de Kodatrieff y un fase D-M-D‘ de un CSA), ausencia de guerras entre potencias centrales, funcionamiento eficiente de las instituciones internacionales patrocinadas por la hegemonía y sus aliados e, incluso, un posible y relativo progreso de las periferias (Wallerstein, 1995; Arrighi, 1994). 4. La decadencia hegemónica, que es siempre una fase de expansión financiera, se corresponde con una fase B de Kondatrieff (Wallerstein, 1995) y con fase D-D‘ de un CSA (Arrighi, 1994). La hegemonía declinante recurre a las altas finanzas como refugio ante su pérdida de liderazgo político y su pérdida de superioridad económica, tecnológica y organizativa ante las demás

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potencias centrales (Arrighi, Hui, Ray y Ehrlich, 1999). Hacia su final, la decadencia hegemónica se caracteriza por crisis económicas recurrentes y una inmensa inestabilidad financiera provocada por la emisión descontrolada de «liquidez», es decir, la utilización que hace la hegemonía de su propia moneda (la «moneda mundial») como arma política. Es su privilegio de «despedida»: así ocurrió con la plata española entre 1560 y 1620, con el florín neerlandés entre 1740 y 1780, con la libra esterlina entre 1896 y 1929, y así ha estado ocurriendo con el dólar desde 1973. Después de cuatro o más décadas de «señoreaje internacional», se desgasta la confianza de la economíamundo capitalista en dicha moneda, llegando a su fin la expansión financiera de la hegemonía decadente mediante una «crisis terminal». Crisis de esta magnitud sólo han ocurrido 3 veces en la historia moderna: 1647, 1783 y 1932 (Arrighi, 1994 y 2007). Históricamente, nunca ha habido un «aterrizaje» suave, una transición ordenada a otro orden internacional: el orden hegemónico se desmorona en medio de recesiones, quiebras, guerras y revoluciones. Así se eclipsó la hegemonía española a principios del siglo XVII, desembocando en la guerra de los 30 años. También fue el destino de la hegemonía holandesa a finales del siglo XVIII, desembocando en las guerras napoleónicas. Y así también llegó a su fin la hegemonía británica a finales del siglo XIX y principios del XX, desembocando en las dos Guerras Mundiales. Después de la guerra surgió una nueva hegemonía (Holanda, Inglaterra y EE.UU. respectivamente) que instauró un nuevo orden hegemónico internacional: Westfalia, el Concierto de Europa y Naciones Unidas, respectivamente (Arrighi, Hui, Ray y Ehrlich, 1999). La gran diferencia entre las decadencias hegemónicas ha sido el tiempo transcurrido entre la «crisis señal» (el momento en que nuevas potencias en ascenso dan «alcance» a la hegemonía vigente en sectores estratégicos, hasta entonces cuasimonopólicos) y la decisión de la hegemonía de recurrir a la emisión descontrolada de liquidez, lo que marca el inicio de su lenta decadencia. Holanda tardó casi 70 años (de 1675 a 1740). Inglaterra tardó unos 23 años (de 1873 a 1896). EE.UU. tardó sólo tres años (de 1968 a 1971) (Arrighi, 2007). Los ciclos hegemónicos, profundamente entrelazados con los ciclos de Kondatrieff y los CSA, han mostrado una impresionante regularidad en los últimos 500 años. A continuación se mostrará un recorrido histórico por el largo siglo XX estadounidense, poniendo el acento en el petróleo como fundamento de su hegemonía.

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El control de la riqueza energética de Medio Oriente como fundamento material de la hegemonía de EE.UU. El nuevo orden hegemónico, en gestación a finales de la Primera Guerra Mundial, al principio definió ambiguamente su relación formal con las antiguas colonias de las potencias europeas, creadas durante la etapa de competencia de la decadencia hegemónica británica. EE.UU., por medio de su presidente Woodrow Wilson, proclamó el «principio de autodeterminación de los pueblos» en 1918 como parte de sus famosos «Catorce Puntos» que dieron origen a la «Sociedad de Naciones». Aunque la Sociedad de Naciones puede considerarse el más rotundo fracaso de un orden internacional, la ideología nacionalista de la autodeterminación —como parte de la geocultura liberal— marcó profundamente al siglo XX, al menos de 1917 a 1989 (Wallerstein, 1995). Era imposible que, en 1918, EE.UU. fuese capaz de definir una estrategia coherente hacia las colonias de los imperios europeos. Como la transición hegemónica en el Sistema-Mundo aun no concluía y apenas se iba a experimentar el crash de 1929 (la crisis terminal del período financiero británico), el ascenso del fascismo y la Segunda Guerra Mundial, era difícil suponer que EE.UU. sería el nuevo hegemón. Cualquier analista de la época hubiera apostado por Alemania como sucesor hegemónico de Inglaterra. En 1938 se descubrieron los yacimientos petroleros en Arabia Saudita, por lo que la importancia geoestratégica de la región como territorio por periferializar se disparó, considerando que la agresividad y geoestrategias de Alemania (Dieterich, 2004) y Japón (Friedrichs, 2010) estuvieron motivadas, en buena medida, por su carencia de energéticos. El desafío impuesto por los proyectos imperiales alemán y japonés llevó a EE.UU. a desarrollar uno de los ejercicios de planificación política más impresionantes de la historia humana. El orden de posguerra, la hegemonía estadounidense e, incluso, la «Guerra Fría», no fueron el resultado de decisiones tomadas sobre la marcha ante la avalancha de acontecimientos, sino un proyecto cuidadosamente planificado (Arrighi, 2007; Dieterich, 2004; Saxe-Fernández, 2006). En el momento en que estalló la Segunda Guerra Mundial, el Council on Foreign Relations (CFR) de EE.UU. creó un grupo de trabajo multidisciplinario, que implicó movilizar a los mejores científicos de dicho país, para desarrollar el proyecto llamado War and Peace Studies

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(WPS),7 cuya primera tarea fue despejar la incógnita sobre si el complejo militar-industrial de EE.UU. era autárquico, es decir, si podía funcionar adecuadamente y garantizar la seguridad nacional operando exclusivamente con los recursos disponibles (y ya «blindados» por la Doctrina Monroe) en el continente americano. El grupo, conformado por geógrafos, geólogos, economistas, diversos especialistas, militares y altos funcionarios del gobierno, respondió negativamente. La única forma en que EE.UU. podría tener dichas garantías era accediendo a los inmensos recursos del imperio británico en Medio Oriente, África y el Sur de Asia que, junto con el continente americano, conformaban The Grand Area, la versión estadounidense del Lebensraum alemán. Por supuesto, controlar dichos territorios iba mucho más allá de garantizar la «seguridad nacional»: implicaba la supremacía económica mundial y la posibilidad de establecer el orden hegemónico de posguerra. Sin embargo, la única forma en que EE.UU. podía garantizar que la Alemania nazi no se apropiara de tales recursos, después de derrotar a Inglaterra, era entrando a la guerra (Dieterich, 2004). La conclusión del grupo WPS era tajante: ―La condición más importante […] es el cumplimiento rápido de un programa completo de rearme [… y una] política integral para conseguir la supremacía militar y económica de EE.UU. dentro del mundo no-alemán, limitando el ejercicio de soberanía por parte de otras naciones‖. Otra sorprendente conclusión del grupo de especialistas era que: ―una Europa unificada, con o sin el dominio nazi, sería peligrosa para EE.UU. y consecuentemente no se puede permitir su concreción porque sería tan fuerte que podría seriamente amenazar The Grand Area americana‖ (WPS citado en Saxe-Fernández, 2006). De modo que EE.UU. no sólo debía derrotar a Alemania y a Japón, sino también conseguir que el Imperio Británico se debilitara al máximo. EE.UU. se concentró en la guerra contra Japón y abasteció a la URSS (a través de Alaska y Siberia) para garantizar que los nazis no consiguieran su Lebensraum en los territorios del Este. Lo que poco se conoce es cuánto aprovechó EE.UU. la debilidad de Inglaterra cuando quedó sola frente a Alemania (de junio de 1940 a junio de 1941). Aunque siguió abasteciendo (y endeudando) al imperio británico, EE.UU. no perdió la oportunidad de apoderarse de sus bases militares en ultramar a cambio de la ayuda

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Aunque en aquel momento se trató de un proyecto «secreto» y todos los materiales derivados estuvieron «clasificados» durante tres décadas, desde mediados de la década de 1970 es información pública y buena parte de la historia se puede consultar directamente en el sitio web del CFR (2012).

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proporcionada, lo que en términos materiales (de dominio del espacio geográfico) representó la auténtica transición hegemónica de Inglaterra hacia EE.UU. (Saxe-Fernández, 2006). Al concluir la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos emergió como nuevo poder hegemónico y pudo desplazar a Francia e Inglaterra como nuevo centro metropolitano de las antiguas colonias, aunque bajo la modalidad de un «imperialismo informal». Desde entonces, ha existido una consistente política exterior de EE.UU. hacia Medio Oriente, encaminada a mantener bajo su control las reservas energéticas de la región, consideradas ―una estupenda fuente de poder estratégico y una de las más grandes recompensas en la historia mundial‖ (U.S. Department of State, citado en Chomsky, 1977) El 14 de febrero de 1945, después del encuentro en Yalta, el presidente Roosevelt se entrevistó con el rey Abd al-Aziz ibn Saud a bordo del portaviones USS Quincy con el objetivo explícito de asegurar el monopolio estadounidense en la explotación del crudo saudita. En 1946 se instaló una base militar aérea estadounidense en Dhahran y en 1948 se instaló la primera base militar marina en Bahrein (Klare, 2008). El monopolio de explotación de petróleo no se llevó a cabo por medio de una empresa estatal de EE.UU., sino por medio de lo que Painter (2012) definió como una «asociación público-privada». En 1947 se creó la Arabian American Oil Company (ARAMCO) que, en complemento con las corporaciones petroleras estadounidenses, explotaron el crudo saudita y de las demás monarquías del golfo pérsico bajo la protección política y militar del estado estadounidense. Así comenzó la transformación del golfo pérsico en un «lago norteamericano». Durante los siguientes 25 años, es decir, durante los «años maravillosos» de posguerra que correspondieron al período auténticamente hegemónico de EE.UU., el monopolio sobre el petróleo árabe funcionó sin complicaciones, aunque tuvo que ser respaldado por un creciente desarrollo de las capacidades militares estadounidenses. De hecho: EE.UU. presionó a Europa y Japón a cambiar a una economía basada en petróleo después de la Segunda Guerra Mundial, en parte como forma de asegurar el control estadounidense sobre ellos. Europa y Japón poseen carbón, pero es mejor para EE.UU. que ellos sean dependientes de una fuente de energía exterior bajo control estadounidense. En cierto sentido, los mayores enemigos potenciales de EE.UU. son Europa y Japón. Rusia es otro asunto, controla su propio imperio y no podemos hacer mucho sobre este punto. Pero Europa y Japón son amenazas potenciales (Chomsky, 1977).

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Lo anterior significa que, para la hegemonía estadounidense, el petróleo no sólo fue un importante (y barato) insumo para su complejo militar-industrial, sino un recurso estratégico que le ayudó a mantener bajo control la amenaza de que surgieran complejos militares-industriales rivales en otras potencias centrales. La hegemonía sólo es posible mientras se mantiene una ventaja estratégica sobre otros estados centrales en ascenso. La relación entre control del petróleo y hegemonía estadounidense es tan simbiótica que resulta imposible comprender un fenómeno separado del otro. Painter hace una excelente síntesis: Controlar el petróleo ayudó a los Estados Unidos a contener a la Unión Soviética, poner fin a la destructiva competencia política, económica y militar entre los estados capitalistas centrales [a los que también el petróleo ayudó a controlar], mitigar los conflictos de clase dentro del núcleo capitalista (promoviendo el crecimiento económico) y mantener el acceso a las materias primas, mercados y mano de obra de los países periféricos en la era de la descolonización y la liberación nacional (Painter, 2012: 28-9).

No obstante, para controlar el petróleo, EE.UU. debió establecer: un vasto archipiélago de bases en el extranjero que permitió a los Estados Unidos para proyectar su poder en casi todas las regiones del mundo. Las fuerzas aérea y marítima necesarias para esta estrategia, se utilizaron para mantener el acceso a las reservas de petróleo en el extranjero. [Pero] estas fuerzas también se hicieron dependientes del petróleo (Painter, 2012:29).

Generalmente, cuando se habla de la dependencia o adicción de EE.UU. al petróleo, se piensa en la economía y la sociedad, pero no inmediatamente en el ejército: Las fuerzas militares dependen de la infusión copiosa de combustibles cruciales […] la necesidad de los productos derivados del petróleo se multiplica con cada nuevo avance que se produce en la tecnología armamentística. Durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército norteamericano consumía 1 galón de petróleo por soldado y día; durante la primera Guerra del Golfo de 1990-1, esta cifra ascendió a 4 galones; durante las guerras de la administración Bush en Iraq y Afganistán, se disparó a 16 galones diarios por soldado (Klare, 2008: 26).

En otras palabras: EE.UU. hizo a su hegemonía dependiente de su poder militar y a ambos dependientes del acceso al petróleo, lo que significa que perder el acceso al petróleo se traduciría en la pérdida de su poder militar y de su hegemonía. Perder el acceso al petróleo, especialmente al de Medio Oriente que alberga la mitad de las reservas mundiales, es la mayor amenaza a la «seguridad nacional» de EE.UU. pero, aún más, es la mayor amenaza al orden hegemónico mundial que, pese al deterioro experimentado, todavía permanece vigente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

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Jörg Friedrichs ha propuesta tres modalidades de respuestas de los estados ante una crisis de desabastecimiento energético (energy crunch): el militarismo depredador (como Japón en la Segunda Guerra Mundial), el atrincheramiento totalitario (como Corea del Norte tras la caída de la URSS) y la transición socio-económica hacia un bajo consumo energético (como Cuba, también tras la caída de la URSS). Y concluye que, ante la crisis energética actual, ―dadas sus capacidades militares, EE.UU. y China podrían ser los más obvios candidatos para una estrategia «japonesa» de militarismo predatorio‖ (Friedrichs, 2010: 4566). La decadencia hegemónica de EE.UU. Hablar de la decadencia hegemónica de EE.UU. provoca reacciones y cuestionamientos defensivos, incluso entre los críticos del poderío estadounidense. La mayoría de los argumentos que se oponen a tal juicio son del tipo: «EE.UU. saldrá de la crisis económica», o bien, «es y seguirá siendo el estado más poderoso del planeta». Aunque estas afirmaciones son en sí mismas discutibles, indican que no se tiene claro a qué se refiere el adsm al argumentar la «decadencia hegemónica», la cual no se originó con la gran crisis de 2008, sino hace 40 años: entre 1971 y 1973. La primera vez que se habló del proceso de «decadencia hegemónica estadounidense» fue hace más de 30 años (Wallerstein, 1980b). Retomando las ideas expresadas anteriormente sobre la hegemonía como la capacidad de «hacer creer» a los subordinados que las cosas «van bien», ¿EE.UU. tiene, o ya no, la capacidad de hacer creer a sus subordinados —otros estados centrales a los que Brzezinski (1998) denomina «vasallos»— que el sistema interestatal está evolucionando hacia una situación más favorable para todos? De la respuesta a esta pregunta depende el carácter hegemónico o posthegemónico de EE.UU. Si fuese verdaderamente hegemónico, EE.UU. enfrentaría las amenazas globales que ponen en riesgo el orden internacional vigente. La hegemonía de EE.UU. (1944-1971) ofrecía protección contra riesgos globales ajenos a ella (por ejemplo, la depresión económica global, los proyectos imperiales como el nazi o el japonés, «la amenaza comunista»), si bien se beneficiaba ampliamente en tal proceso. Además ofrecía beneficios sustanciales para la economía mundial como mantener el petróleo barato por medio del control político de las monarquías árabes; promover la estabilidad financiera por medio del Fondo Monetario Internacional, nacido de la conferencia de Bretton Woods en 1944 que

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proporcionó al mundo entero 3 décadas maravillosas de crecimiento económico continuo; financiar la «reconstrucción del mundo» e impulsar el desarrollo, por medio del Banco Mundial; organizar el comercio internacional, por medio del Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT) y, más importante aún, garantizar la gobernanza política global por medio de la ONU y de la «Guerra Fría». EE.UU. funcionaba, en la práctica, como «el estado mundial que nunca existió», en la precisa descripción de Arrighi (2007). El papel privilegiado de [EE.UU.] y de sus atributos (moneda, economía, etc.) nada tenían que ver con un destino manifiesto, una superioridad cultural o un fin cualquiera de la historia, sino más bien estaba relacionado con las condiciones de origen del sistema mundial tal como se constituyó en 1945. Año en que EE.UU. casi jugaba solo, ya que pesaba más del 50% en la industria mundial y detentaba el 90% de las reservas mundiales de oro […] Era al mismo tiempo el banquero del mundo y su fábrica. Él era el juego y su moneda, el dólar, su instrumento privilegiado. ¡Era ÉL jugador! (Biancheri, 2010: 22).

De las maravillosas promesas de F. D. Roosevelt, lo único que EE.UU. no cumplió fue promover la autodeterminación de los pueblos y llevar el welfare state a la periferia: de haberlo hecho, hubiera imposibilitado la acumulación de capital volviendo inviable a la economía-mundo capitalista. Aun así, la hegemonía estadounidense ofreció al mundo paz, estabilidad y legitimación (Wallerstein, 1995). El período de 1945 a 1973 se caracterizó por ofrecer «esperanza» a la mayoría de los pueblos del mundo (Arellanes, 2006). A diferencia de la hegemonía, la mafia cobra «renta de protección» ante riesgos (¿el terrorismo, la amenaza del cambio climático, la crisis financiera, el encarecimiento de la energía?) creados – así sea indirectamente– por la propia mafia. Por lo anterior, se establece que el período auténticamente hegemónico de EE.UU. aconteció entre 1945 y 1971/1973. La décadas de 1980 y 1990 (la postmodernidad, la globalización) no corresponden a la hegemonía estadounidense, sino a una Belle Epoque (una auténtica «borrachera» financiera global) que fue posible gracias a la estrategia desplegada para contrarrestar el proceso de decadencia, del cual la dirigencia estadounidense era perfectamente consciente a finales de la década de 1970 (Arrighi, 1994). Dicha estrategia consistió, primero, en la contrarrevolución monetarista y la financiarización de la economía global logradas en la década de 1980 (y mantenidas en los últimas dos décadas). Posteriormente, en la década de 1990, se recurrió a la generalización de los Programas de Ajuste Estructural en la mayoría de los países del mundo, para llevar a cabo lo que Harvey (2003) llama «acumulación por desposesión».

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Finalmente, desde 2001, la «guerra contra el terror» ha significado la etapa geopolítico-militar de dicha estrategia (Arellanes, 2006; Arrighi, 2007). Hace varias décadas que EE.UU. está perdiendo sus posiciones de liderazgo en el SistemaMundo, ejerciendo una «dominación sin hegemonía». Un acontecimiento, a principios de la década de 1970, fue el que marcó la inflexión de la hegemonía estadounidense: el abandono de la convertibilidad oro-dólar decretada por el presidente Richard Nixon en agosto de 1971, acontecimiento coloquialmente conocido como «abandono de los acuerdos de Bretton Woods». Dicho acontecimiento puso fin a la estabilidad financiera de las décadas de posguerra. Otros dos acontecimientos muy cercanos en el tiempo (la salida apresurada de Vietnam y la elevación del precio del petróleo que pasó de 4 a 12 dólares por barril en octubre de 1973) aceleraron el proceso de decadencia hegemónica durante la década de 1970, ya que contribuyeron a «devaluar» el liderazgo estadounidense ante dos amplios públicos: el «Tercer Mundo» (que después de Vietnam dejó de ver a EE.UU. como una potencia invencible) y todas las economías importadoras de petróleo que, después de la crisis energética provocada por el embargo árabe, empezaron a ver a EE.UU. como un poder incapaz de resguardar el «bien común» expresado en la forma de petróleo barato (Arrighi, 2007). Estos acontecimientos respondían, en realidad, a dos crisis casi simultáneas. 1) la «crisis de rentabilidad» que afectaba a la economía estadounidense desde finales de la década de 1960, cuando había llegado a su fin su ciclo de expansión industrial (1940-1968), y 2) la «crisis de legitimación» de la geocultura liberal, manifestada en la revuelta sociocultural global de 1968 (Wallerstein, 2004). Las economías japonesa y alemana (reconstruidas por EE.UU. al finalizar la guerra por medio del Plan Marshall e, indirectamente, por la Guerra de Corea) habían madurado a tal grado que representaban, ya entonces, una fuerte competencia en sectores anteriormente monopolizados por EE.UU. como las industrias automotriz, microelectrónica y química. Después del intento de recuperar su competitividad «saneando» el gasto público entre 1968 y 1971 (lo más parecido a un «ajuste estructural» que EE.UU. ha tenido en su historia), el gobierno de Nixon renunció a tal empresa. Con la histórica frase «todos somos keynesianos», dio paso a una política macroeconómica expansionista (de crédito, de subsidios, de déficits), la cual sólo era posible con

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el abandono de la paridad oro-dólar (Arrighi, 1994). Tal acontecimiento provocó la inflexión hacia la decadencia hegemónica porque, a partir de entonces, EE.UU. no ha buscado mantener y fortalecer el orden institucional internacional construido bajo su liderazgo al finalizar la guerra mundial (las instituciones globales ya mencionadas: ONU, BM, FMI, GATT [hoy OMC], etc.) para beneficio colectivo (es decir, para beneficio de sus socios, aliados y «vasallos»), sino que se ha aprovechado egoísta y unilateralmente de dicho orden institucional (Arrighi, 2007). Pero todo ello fue resultado, más que de la crisis que afectó a EE.UU., del resurgimiento económico de otras potencias centrales (Europa Occidental y Japón) como resultado natural después de casi 30 años de crecimiento constante. El inicio de la decadencia hegemónica se explica, en términos simples, porque otras potencias centrales empezaron a ser competidores serios y no simples instrumentos subordinados del hegemón. El triple hecho del ascenso de rivales económicos, la revolución mundial de 1968 y su impacto psicológico en todo el mundo y la derrota en Vietnam, marca conjuntamente el inicio del declive de EE.UU. ¿Cómo respondieron a esa pérdida de hegemonía los gobernantes estadounidenses? […] Trataron de convencer a Europa Occidental, Japón y otros estados de que EE.UU. podía colaborar; de que los demás podrían contar con una alianza entre casi iguales, aunque EE.UU. ejerciera el «liderazgo»; para eso crearon la Comisión Trilateral y el G-7. Y, por supuesto, esgrimieron durante todo este periodo de tiempo el argumento unificador de la amenaza soviética (Wallerstein, 2004: 477).

Sin embargo, el mismo inicio de la decadencia hegemónica proporcionó a EE.UU. las condiciones para pasar de la hegemonía a la pura dominación. El dólar, liberado de cualquier base material (el oro en este caso), se convirtió en un arma de competencia económica muy eficaz al ser un arma monopólica: todo el mundo usa dólares, pero sólo EE.UU. pueden producirlos, ejerciendo un «señoreaje internacional» (Sánchez, 2005). ―Se ha dicho, correctamente, que quien tiene el oro pone las reglas. […] Hoy, los principios son los mismos, pero el proceso es completamente diferente. El oro ya no es más la moneda del reino; lo es el papel. La verdad ahora es: ‗Quien imprime el dinero pone las reglas‘.‖ (Paul, 2006). No importa cuánto mejoren en eficiencia las economías, las tecnologías y las políticas de Europa Occidental y Japón, y ahora de China, Rusia y Brasil: mientras la economía-mundo capitalista funcione bajo el régimen del dólar, EE.UU. mantendrá una ventaja decisiva. Es importante aclarar que, hasta donde se sabe, no se trató de un plan premeditado o una conspiración tramada en Wall Street. EE.UU. rompió los acuerdos de Bretton Woods por necesidad, incluso de una manera desesperada. ―Cuando Nixon cerró la ventana del oro […] en esencia, declaramos nuestra insolvencia y todos reconocieron que algún otro sistema monetario 231

tenía que idearse para brindar estabilidad a los mercados‖ (Paul, 2006). De hecho, la primera estrategia de EE.UU. para seguir manteniendo bajo control a Europa Occidental y Japón no fue financiera sino política: la ya indicada creación de la Trilateral Commission en 1973. Más aun, la impresión de dólares no empezó a ser utilizada de forma consciente y directa como arma financiera sino hasta principios de la década de 1980, una vez que había avanzado con firmeza el proceso de desregulación de los mercados financieros internacionales (Gowan, 1999). Tampoco se trató de un proceso natural. La «trampa financiera» en que cae el mundo es siempre resultado de una decisión de los líderes de la hegemonía decadente, aunque ciertamente el número de alternativas es limitado. Lo mismo puede decirse de la decisión de ir a la guerra. El caso es que desde 1971 el dólar ya no está fijo a ninguna referencia estable y medible, sino a la capacidad de imprimir billetes de la Reserva Federal. Es una cuestión tan simple y, a la vez, tan absurda, que es difícil de asimilar. EE.UU. puede imprimir (y de hecho lo hace) tantos dólares como necesite o quiera, inundando de liquidez el sistema financiero internacional (Biancheri, 2010). Una vez tomada la decisión de pasar al dominio a través de las altas finanzas (como históricamente lo hicieron los genoveses, los holandeses y los ingleses en sus respectivas decadencias hegemónicas), la nación hegemónica declinante se sumerge en un mundo de hedonismo, derroche y superficialidad (Arrighi, 1994). En palabras del congresista republicano por Texas, Ron Paul: Dado que la impresión de papel moneda es nada menos que falsificación, el emisor de la moneda internacional debe ser siempre el país con la fuerza militar para garantizar el control sobre el sistema. Este magnífico esquema parece el sistema perfecto para obtener riqueza perpetua para el país que emite la moneda mundial de facto. El único problema, sin embargo, es que tal sistema destruye el carácter de las personas de la nación falsificadora —tal como era el caso cuando el oro era la moneda y se obtenía mediante la conquista de otras naciones. Y esto destruye el incentivo para ahorrar y producir, fomentando al mismo tiempo la deuda y el bienestar desbocado (Paul, 2006).

Hubo una creciente desconfianza internacional hacia el dólar en 1973, que se zanjó con la conformación del «muro de los petrodólares», como se verá a continuación. La misma desconfianza reapareció en 1979, pero se resolvió con la «contrarrevolución monetaria» de la era Reagan que tuvo consecuencias desastrosas para la periferia, tales como la crisis de la deuda de 1982. A mediados de la década de 1980 la desconfianza reapareció por el ascenso del Yen, pero volvió a resolverse temporalmente con el «Acuerdo Plaza» que tuvo consecuencias desastrosas para Japón (Arrighi, 1994). A continuación se analizarán los casos de los dirigentes de Iraq en 2000, Venezuela en 2001 e Irán en 2005, que manifestaron su intención de comercializar el 232

petróleo en una divisa distinta al dólar y que recibieron por parte de EE.UU. una respuesta geopolítica contundente. Se desató una nueva desconfianza internacional hacia el dólar cuando el gobierno de G. W. Bush dejó de publicar, a principios de 2006, el indicador M3 (masa monetaria) (Federal Reserve System, 2006). Un nuevo salto en la desconfianza se ha producido por las operaciones de Quantitative Easing decretadas por la Reserva Federal para el rescate bancario y los planes de estímulo, tras la crisis de 2008. Se ha emitido una cantidad de dólares imposible de conocer, cuyo único respaldo es, al parecer, la «confianza» (¿o el temor?) del mundo en el gobierno estadounidense (Biancheri, 2010). La historia de las últimas décadas es la historia de los esfuerzos de EE.UU. por mantener a la economía-mundo capitalista funcionando bajo el sistema financiero del dólar. Se habla muy poco, y se comprende menos aún, cómo están conectados los déficits (fiscal y comercial) estadounidenses y el sistema del dólar (Engdahl, 2003). Los gigantescos déficits presupuestarios y comerciales de EE.UU. son deliberados, ya que han permitido que el mundo permanezca atrapado en el sistema monetario estadounidense (Sánchez, 2005). El pobre crecimiento económico de los últimos 30 años (en comparación con el de las 4 décadas anteriores) ha sido impulsado por el endeudamiento estadounidense quien ha fungido como «comprador de última instancia». El detalle radica en que paga con dólares (recién impresos y cada vez más devaluados), impulsando un proceso inflacionario a nivel global, manifestado en los elevados precios del petróleo y de la mayoría de las commodities. Una medida certera de la devaluación del dólar es su relación con el oro. En 1971 una onza de oro valía USD $35. A fines de 2012 su valor es de USD $1,700 (una devaluación del dólar frente al oro de casi 5,000% en los últimos 40 años). Por ello el crecimiento económico de los últimos 30 años ha sido tan irregular y plagado de recesiones económicas. Así, todos los países que tiene superávit comercial con EE.UU. se enfrentan a un problema: ¿qué hacer con los dólares derivados de su balanza comercial positiva? Hasta el momento la solución que han encontrado es asegurar una rentabilidad mínima comprando T-bonds (bonos del tesoro estadounidense), los cuáles siempre estarán disponibles mientras EE.UU. mantenga su déficit presupuestario. ―Irónicamente, la superioridad del dólar depende de nuestra fortaleza militar, y nuestra fortaleza militar depende del dólar‖ (Paul, 2006). Con su descomunal gasto militar y con

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los recientes y monumentales rescates bancarios, puede haber certeza de que EE.UU. no podrá equilibrar su presupuesto en el corto plazo. ¿Y en el largo plazo si? El asunto central, que cuesta trabajo entender y aceptar, es que EE.UU. no tiene el menor interés en equilibrar su presupuesto, de la misma manera que no tiene interés en equilibrar su balanza comercial. No son errores de gestión o defectos temporales: es una condición «funcional» permanente, en el sentido de que no habrá «solución» a ella. Es la forma en que EE.UU. gestiona su decadencia hegemónica. Hoy la mayoría de los bancos centrales extranjeros tiene Bonos del Tesoro estadounidense o productos similares del gobierno de ese país como sus «reservas de moneda». De hecho, se calcula que tienen entre un millón y un millón y medio de billones de dólares de la deuda del gobierno estadounidense. Aquí está la perversidad del sistema. En efecto, igual que un drogadicto, la economía estadounidense es adicta a los préstamos extranjeros. Es capaz de disfrutar de un nivel de vida mucho más alto del que tendría si tuviera que utilizar sus propios ahorros para financiar su consumo. Estados Unidos vive del dinero prestado por el resto del mundo en el Sistema Dólar. El déficit comercial estadounidense llega hoy a la increíble cifra de 500.000 millones de dólares y el dólar no se derrumba. ¿Por qué? Sólo en mayo y junio, el Banco de China y el Banco de Japón ¡compraron 100.000 millones de dólares del Tesoro estadounidense y otras deudas del gobierno! aún cuando el valor de esos bonos estaba bajando (Engdahl, 2003).

Tal análisis, de hace una década, no ha perdido vigencia. Al contrario, la situación se ha agravado. Los datos actuales son alarmantes: los déficits fiscales acumulados suman una deuda federal estadounidense de USD$ 16.5 billones (trillions), es decir, 105% del PIB estadounidense de 2012 (en Grecia es del 150%, en México es del 26%). Pero la deuda total (que incluye la deuda de los hogares, las empresas, los gobiernos estatales, los gobiernos municipales y, por supuesto, la del gobierno federal, es de USD$ 58 billones (trillions). EE.UU. tendría que dedicar íntegramente su PIB durante 4 años para pagar su deuda. El déficit comercial de EE.UU. con el mundo es de USD $728 mil millones. Sólo el déficit comercial con China es de USD $317 mil millones y las importaciones de petróleo son de USD $429 mil millones. Y se calcula que las reservas chinas de dólares son de alrededor de USD $2 billones (trillions), de los USD$ 5.6 billones que están en manos extranjeras (datos de fuentes oficiales, recopilados en US Debt Clock, 2013). Si las naciones superavitarias desean seguir exportando y, por lo tanto, creciendo económicamente, parecen no tener otra alternativa: deben venderle a EE.UU., deben aceptar dólares recién impresos y deben utilizarlos para comprar bonos del tesoro financiando la operación gubernamental de la superpotencia decadente. Mantener a la economía mundial

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gravitando alrededor del dólar, ha implicado un conjunto de manipulaciones financieras (las recurrentes «burbujas» como la punto.com y la de hipotecas subprime), subsidios encubiertos, presiones políticas y diplomáticas, utilización de las instituciones globales como instrumentos de imposición financiera y el recurso, cada vez más intenso, a la violencia geopolítica. La situación es alarmante desde hace muchos años. Esta absurda situación, que desafía a las leyes de la física (Al-Shibli, 2011), no podrá continuar indefinidamente: las deudas estadounidenses no pueden crecer hasta el infinito mientras se suceden crisis económicas que golpean a toda la economía mundial centrada en el dólar (Biancheri, 2010). La crisis de 2008, cuyas causas últimas siguen sin atenderse, era previsible. No sólo era: fue predicha por excelentes economistas, ninguno de los cuales fue incorporado por los dirigentes políticos para solucionarla. Los mismos que fueron capaces de predecirla nos previenen que una nueva crisis, aun mayor, sobrevendrá en el futuro (Süss, 2010)8. El Laboratorio Europeo de Anticipación Política, desde 2006, ha venido anunciando que el sistema financiero internacional, basado en el dólar, ha entrado en un callejón sin salida, cuyo único resultado posible es el colapso de la moneda mundial vigente (LEAP, 2006 y 2013). ―El colapso del dólar [se hace] más probable. La política del gobierno de EE.UU. de maximizar los déficit presupuestario y comercial y la política de la Reserva Federal de monetizar el déficit presupuestario y los activos fraudulentos de los grandes bancos en papel, hacen que el dólar se dirija hacia su desaparición‖ (Roberts, 2011). El dólar colapsará inevitablemente en el futuro histórico cercano y la generación actual lo vivirá como un auténtico «apocalipsis» (Paul, 2006; Biancheri, 2010; Morgan, 2012 y 2013). No obstante, en escala de larga duración, será tan solo la «crisis terminal» del período financiero del ciclo hegemónico estadounidense (Arrighi, 2007). El último dique que «contiene» el colapso del dólar es el muro de los petrodólares. Un muro cada vez más agrietado.

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―Curiosamente, todos los economistas que pronosticaron con buenos argumentos la crisis y que han sido distinguidos por ello en las votaciones del Premio Revere se oponen también radicalmente ahora a las medidas de austeridad y recortes de derechos sociales que están poniendo por obra los bancos centrales y unos gobiernos que siguen asesorados por los mismos economistas neoliberales que no sólo no vieron venir la crisis, sino que hasta cierto punto y en distinta medida fueron responsables de su estallido‖ (Süss, 2010). El economista más votado por los economistas del mundo, como el que mejor predijo la crisis de 2008, fue Steve Keen de la Universidad de Western Sydney, quien trabaja con un enfoque marxista.

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La conformación del «muro de los petrodólares» La expresión «muro de los petrodólares» (LEAP, 2011), quizás resulte insuficiente para describir la compleja trama de vínculos e intereses entre EE.UU. y sus semiperiferias del golfo pérsico. Se trata de un «muro» de petrodólares (petrodollars) en coalición con un de «muro» de armasdólares (weapondollars) cuyo conformación se remonta a principios de la década de 1970. Se trata, nada menos, que del mecanismo «desacelerador» de la decadencia hegemónica estadounidense y, consecuentemente, del pilar sobre el que se mantiene la mayor parte de la estructura del orden mundial construido al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Un petrodólar es un dólar estadounidense (USD$) que es recibido por un productor de petróleo a cambio de la venta de petróleo y que, posteriormente, es depositado en bancos occidentales. A pesar de la simplicidad del arreglo de intercambio de dólares por petróleo, el «muro de los petrodólares» es un sistema altamente complejo que no resulta sencillo de comprender para la mayoría de la población (Robinson, 2012). Debe comenzarse por recordar que, a principios de la década de 1970, el mundo vivió la primera crisis económica después de 25 años de crecimiento económico constante. La explicación en boga señalaba a los altos precios del petróleo (que pasó de USD$ 1 a USD$ 3 entre 1971 y 1973, y de USD$ 3 a USD$ 12 sólo entre octubre y noviembre de 1973). Ello creó un fuerte desbalance en el comercio internacional: Los exportadores de petróleo tienen un excedente comercial estructural porque ellos no pueden incrementar sus importaciones tan rápido como se incrementa el precio del petróleo. En consecuencia tiene que producirse un déficit comercial en el resto del mundo. Si una nación importadora de petróleo intentara aumentar sus exportaciones de modo que su cuenta comercial pudiera balancearse, ello simplemente cambiaría el déficit a otra nación. Si cada nación intenta hacer lo mismo, ninguna podría tener éxito porque forzosamente se produce un déficit. El resultado podría ser un daño al régimen del comercio internacional con una pérdida neta en el bienestar de todos (Spiro, 1999: 2-3).

De una forma más alarmante, William Cassey, quien se desempeñó como subsecretario de Estado para Relaciones Económicas de la administración Nixon, indicaba que una crisis de tal naturaleza podría ―amenazar al mundo con un círculo vicioso de competencia, autarquía, rivalidad y depresión tal como el que llevó al colapso del orden mundial en la década de 1930‖ (Cassey, citado en Spiro, 1999: 3). En realidad el mejor referente para la situación mundial en 1973 era la llamada «Gran Depresión» de 1873-1896, es decir, la crisis de rentabilidad («crisis señal») que

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marcó el inicio de la decadencia hegemónica británica un siglo atrás. En aquella ocasión, la competencia y la guerra de divisas (devaluaciones deliberadas para promover las exportaciones) derivaron en una guerra de precios que hundió a la economía mundial en una crisis deflacionaria (Arrighi, 2007). Con tal experiencia, EE.UU. debía intentar algo distinto para enfrentar la crisis de rentabilidad que marcaba el inicio de su decadencia. Para entenderlo, debe contestarse: ¿por qué subió de precio el petróleo después de casi 3 décadas de mantenerse estable en prácticamente USD$ 1 por barril? Aunque quizás la pregunta correcta sea ¿por qué EE.UU. fue incapaz de (o perdió la voluntad de, o dejo de convenirle) mantener un régimen de petróleo barato que beneficiaba, sustancialmente, a todo el mundo? Es de sobra conocido que, entre fines de 1973 y principios de 1974, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), países predominantemente árabes, llevaron a cabo un «embargo» petrolero contra EE.UU. y sus aliados de Europa Occidental por su apoyo a Israel durante la guerra de Yom Kippur. Aunque el embargo, mediante la reducción de la producción, podría «explicar» el incremento de USD$ 3 a USD$ 12, no explica el incremento anterior, ni tampoco el aumento posterior (el petróleo llegó a casi USD$ 40 a principios de la década de 1980), ni mucho menos por qué EE.UU. (que tenía una amplia presencia militar en la región del Golfo Pérsico) no tomó las medidas de fuerza necesarias para evitar el embargo. Mucho se ha dicho que la OPEP se comportó como un cartel mafioso, que provocó una recesión mundial, incluso que arrodilló a las economías de occidente (BBC, 2005). ¿No podría haberse evitado? En primer lugar, debe destacarse el total desprecio con que las potencias centrales consumidoras de petróleo, la prensa occidental y la misma CIA asumieron el surgimiento de la OPEP en 1960 (Laurent, 2006). Aunque en sus inicios la OPEP se sumergió en divisiones debido al total alineamiento de Arabia Saudita con EE.UU., la guerra de los Seis Días en 1967 provocó que surgiera el clamor en el mundo árabe por usar el petróleo como arma de presión política. El éxito del régimen revolucionario libio en 1970 sentó un precedente esencial. En lugar de expulsar a las corporaciones petroleras nacionalizando los recursos energéticos, Libia desarrolló una inteligente estrategia de negociación: se enfocó en presionar a la corporación más débil y dependiente de los pozos libios: Occidental Petroleum, obligándola a pagar USD$ 0.30 más de impuesto por cada barril extraído, a cambio de poder quedarse operando en el país, lo que provocó la consternación de las «Siete Hermanas» y mandó un importante mensaje a las 237

petromonarquías (Laurent, 2007). Inmediatamente después de estas negociaciones, representantes de las corporaciones petroleras viajaron a Washington para entrevistarse con el presidente Nixon en busca de respaldo político. El problema de fondo era las petromonarquías empezaban a demandar una mayor porción de las ganancias petroleras y, tras una década de existencia de la OPEP, no lo habían conseguido. Este «repentino poder» de las petromonarquías se derivaba de un hecho geológico: en 1970 EE.UU. alcanzó su pico de petróleo convencional. Desde algunos años antes se volvió un importador neto de petróleo y en 1980 Arabia Saudita lo desplazó como mayor productor mundial (BP, 2014). A principios de 1971 se reunieron las corporaciones petroleras con la OPEP en Teherán. Se estableció un aumento generalizado del impuesto a la extracción de USD$ 0.30 por barril en todos los países de la organización. Más de un analista indicó que allí se produjo el cambio de mando del viejo «cártel» petrolero de las Siete Hermanas hacia el nuevo «cártel» de la OPEP. Gadafi anunció, en 1973, que celebraría el cuarto aniversario de la revolución libia nacionalizando a todas las compañías petroleras y deteniendo las exportaciones de crudo libio hacia EE.UU. en protesta por el apoyo estadounidense a Israel. Richard Nixon, enredado en un escándalo que lo obligó a renunciar en 1974, amenazó a Gadafi con un boicot occidental contra Libia, pero el editorial de The New York Times del 7 de octubre de 1973 puso las cosas en su sitio: ―¿Puede que el Presidente de EE.UU. todavía no haya comprendido el hecho dominante? La cuestión no es si el petróleo [libio] encontrará mercados, sino si los mercados encontrarán petróleo?‖ (The New York Times, 1973). El mismo 7 de octubre, las tropas de Egipto cruzaron el canal de Suez y barrieron las posiciones de Israel al tiempo que Siria lanzaba un ataque en los altos del Golán. Al día siguiente, en Viena, se realizó una nueva reunión de los representantes de las corporaciones petroleras occidentales y los dirigentes de la OPEP, quienes impusieron condiciones de extracción aún más severas. André Bernard, representante de Shell, señaló respecto a dicha reunión: De hecho, durante las 36 horas pasadas en Viena, no negociamos más que algunas horas con los países de la OPEP. El resto del tiempo lo pasamos redactando y enviando telex para advertir a los Gobiernos de los países consumidores y pidiéndoles directrices. No nos llegó ninguna respuesta, cosa extraña: en aquel momento el mundo parecía completamente mudo y como golpeado por el estupor (citado en Laurent, 2007: 130).

¿Cómo pudo la situación estadounidense y occidental degradarse tan rápido?

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Arabia Saudita, presionada por el sentimiento proárabe y antiisraelí, también amenazó a EE.UU. con un embargo petrolero. Cuando se materializó el 20 de octubre, el embargo no tomó por sorpresa a EE.UU. Como ha documentado fehacientemente Neff (1997) Arabia Saudita advirtió a Washington sobre el boicot durante casi 8 meses, deseando no tener que llevarlo a cabo. Incluso, el rey Faisal envió a su ministro de energía, quien no fue recibido por Nixon. Era imposible que la casa de Saud no cumpliera con el boicot: Si [el rey Faisal] no hubiera actuado, su régimen entero se habría puesto en grave peligro por una ola de resentimiento que seguramente habría seguido. Tal como resultaron las cosas, su decisión de actuar le dio una nueva imagen. Con este movimiento, el rey Faisal pasó de ser un «aliado reaccionario del imperialismo de EE.UU.» a ser un líder nacionalista árabe, un desarrollo simbolizado por sus visitas triunfales a Egipto, Siria y Jordania en 1974 y principios de 1975 (Szyliowicz y O'Neill, 1977).

La parálisis política de Nixon dejó muchas decisiones ejecutivas en manos del Secretario de Estado, Henry Kissinger, quien respondió con una estrategia sorprendente. Consideró que EE.UU. debería encontrar un camino ―para ganar un poco de tiempo para la ofensiva de Israel‖ (Kissinger citado en Neff, 1997). EE.UU. estaba ignorando deliberadamente la advertencia Saudí. El 17 de octubre el crudo pasó de USD$ 4.90 a USD $8.25 por barril debido al inicio del embargo libio y, el día 20, comenzaron el embargo y los recortes de producción sauditas, seguidos casi de inmediato por Argelia, Bahrein, Kuwait, Qatar y los Emiratos recién unificados, que se extendieron hasta marzo de 1974. Kissinger, maestro de ajedrez de la geopolítica mundial, simplemente señaló ―Cometí un error […el embargo petrolero] incrementó nuestro desempleo y contribuyó a la más profunda recesión que hemos tenido en el período de posguerra‖ (citado en Neff, 1997). De modo que, para solucionar su «error», Kissinger viajó a Riad para entrevistarse con el Rey Faisal el 8 y 9 de noviembre de 1973, y volvió a la capital saudita el 14 de diciembre, el 2 de marzo de 1974, el 9 de mayo y, junto con el Presidente Nixon, los días 14 y 15 de junio (US Department of State, 2009), pocas semanas antes de la única dimisión presidencial en la historia de EE.UU. Tales visitas fueron correspondidas por autoridades sauditas. El 8 de junio, durante la visita del viceprimer ministro Saudí, Fahd bin Abd al Aziz, se firmó el Joint Statement on Saudi Arabian-United States Cooperation (clasificado por el Departamento de Estado con la clave 26 UST 1689), que señala: ―Al término de la visita, su real alteza y el Secretario de Estado acordaron lo siguiente: A. Establecer una Comisión Conjunta de Cooperación Económica. Esta Comisión estará presidida por el Secretario del Tesoro de los Estados Unidos y por el Ministro de

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Finanzas y Economía Nacional de Arabia Saudita‖ (Kissinger y Abd al Aziz, 1974: 3117-8). A continuación se dedican 7 detallados párrafos para especificar la cooperación en términos de industrialización, comercio, formación de personal especializado, agricultura y ciencia y tecnología. Pero respecto a la cooperación financiera, únicamente se indica: ―El Departamento del Tesoro de EE.UU. y el Ministerio de Arabia Saudita de Finanzas y Economía Nacional considerarán la cooperación en el campo de las finanzas‖ (Kissinger y Abd al Aziz, 1974:3120), para dar paso inmediatamente al acuerdo B, referente a la modernización de las fuerzas armadas sauditas ―a la luz de los requerimientos de defensa del reino‖ (Kissinger y Abd al Aziz, 1974: 3120). Después de las visitas mutuas en el primer semestre de 1974, Arabia Saudita hizo elevar su producción [de petróleo] a los niveles anteriores, aunque siguió advirtiendo sobre la necesidad de lograr una solución del conflicto árabe-israelí. Washington dio la bienvenida a estos acontecimientos y una nueva relación con Arabia Saudita fue confirmada oficialmente a principios de abril de 1974, cuando ambos estados anunciaron un acuerdo para fortalecer la cooperación económica, tecnológica y militar. […] el Departamento de Estado se esforzó en negar que EE.UU. estuviera participando en el tipo de acuerdos bilaterales que había criticado de sus aliados en ocasiones anteriores (Szyliowicz y O'Neill, 1977).

En su obra clásica, Yergin (1991) realizó un análisis monumental de mil cables del Departamento de Estado entre 1974 y 1981, obtenidos mediante la Freedom of Information Act. Yergin concluyó que EE.UU., en su relación con Arabia Saudita, se opuso constantemente a los precios altos de petróleo, pero nunca hizo nada sustancial para lograr que bajaran. Debe recordarse que, entre 1971 y 1974, una de las mayores preocupaciones para el gobierno estadounidense era cómo mantener la demanda mundial de dólares en un contexto en el que el dólar ya no estaba respaldado en oro. Por ello para mantener la demanda global de dólares, Washington creó el sistema de petrodólares. El primero en ingresar a este arreglo fue Arabia Saudita. Los sauditas acordaron fijar el precio de todo su petróleo en dólares e invertir algunos de sus beneficios en títulos del Tesoro de EE.UU. A cambio, EE.UU. proporcionaría armas a los sauditas, junto con bases militares estadounidense para «proteger» los campos petroleros sauditas (Robinson, 2012).

La parte no especificada en el Joint Statement on Saudi Arabian-United States Cooperation era el acuerdo no escrito de reciclar los petrodólares, obtenidos por los sauditas y demás miembros de la OPEP, en títulos del Tesoro estadounidense. EE.UU. había encontrado la fórmula para mantener la hegemonía del dólar después de haberlo desanclado del oro: anclarlo al petróleo, lo

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que le ha permitido en las últimas cuatro décadas «pilotar» su decadencia hegemónica. Una investigación reciente encargada por el Congreso estadounidense, revela: A raíz del embargo, funcionarios estadounidenses y sauditas trabajaron para volver a anclar la relación bilateral sobre la base de una oposición compartida al comunismo y una renovada cooperación militar y económica a través de iniciativas que promueven el reciclaje de los petrodólares de Arabia Saudita a los Estados Unidos a través de la inversión saudita en infraestructura, expansión industrial y títulos estadounidenses. (Blanchard, 2010).

Así surgió el «muro de los petrodólares», la base de toda la fortaleza geopolítica actual de EE.UU., que pronto se tradujo en un paulatino incremento del caos geopolítico global (Amin, 1992) que se ha acelerado en las dos últimas décadas. Si se parte del supuesto de que la prioridad para EE.UU. es que los grandes productores de crudo, especialmente las petromonarquías, no abandonen el uso del dólar para las transacciones comerciales de la commodity esencial de la economía mundial, se entiende fácilmente que para que ello ocurra es necesario que se eleven los precios del petróleo, lo cual beneficia simultáneamente a las petromonarquías y a las corporaciones petroleras, a costa de afectar severamente el desempeño económico de prácticamente todas las economías industrializadas cuya base energética es el petróleo. En principio, esto puede sonar absurdo dado que un petróleo más caro afecta a todos, incluyendo a las empresas industriales estadounidenses 9. Sólo entendiendo el conjunto podrá comprenderse la irracionalidad de esta «racionalidad». En palabras de Shakespere: aunque sea locura, tiene método. Entre 1973 y 2003, el comportamiento del precio del petróleo y su relación con los inventarios (consumo menos producción) fue completamente inverso a lo esperado de acuerdo con las «leyes» de la oferta y la demanda. Teóricamente, un aumento de los inventarios se corresponde con un exceso de oferta que, al inundar el mercado, llevaría a una caída de precios, y viceversa (un alza de precios llevaría a una caída de los inventarios). Sin embargo, ―durante el masivo

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No es casual que, a partir de la década de 1970, comenzó el proceso de desindustrialización de EE.UU. mediante el outsourcing de sus empresas industriales hacia regiones de mano de obra barata, especialmente China. Aunque a corto y mediano plazo ello ha representado, primero, un alivio y, después, enormes ganancias para las corporaciones industriales estadounidenses, a largo plazo se está relevando como un terrible error para la economía nacional estadounidense. El «desastre de la globalización» consiste en que ―los países occidentales redujeron su producción sin realizar las correspondientes reducciones en su consumo. Fundamentalmente, lo que ocurrió es que puestos de trabajo cualificados y bien remunerados se exportaron, el consumo aumentó y cada vez mayores cantidades de deuda se utilizó para llenar el vacío. Esto es, por definición, insostenible. […] Lo que esto significa es que no es posible ni deseable volver al mundo pre-2008 (Morgan, 2013).

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incremento de precios de la década de 1970 y principios de la de 1980, los inventarios aumentaron en lugar de caer; y cuando el precio del petróleo cayó durante la década de 1980, los inventarios cayeron en lugar de crecer‖ (Bichler y Nitzan, 2004: 302). Lo anterior manifiesta una pobre relación entre precio y escasez física en el período indicado. En realidad, los altos precios entre 1973 y mediados de la década de 1980 correspondieron a una escasez «percibida» en Medio Oriente. Desde 1973 se considera que la región está «bajo amenaza». Y, desde entonces, realmente lo está. Medio Oriente ha sido la región más conflictiva y violenta a nivel mundial en las últimas cuatro décadas. Actualmente, Medio Oriente tiene casi el 48.1% de las reservas globales de petróleo, pero sólo aporta el 32.6% de la producción global (BP, 2012). Siempre se ha afirmado que la región tiene una capacidad productora muy superior a lo que efectivamente produce, manteniendo los precios deliberadamente altos, de lo que se han beneficiado las monarquías árabes. Es probable que la situación haya cambiado recientemente (como se analizará más adelante), pero puede afirmarse que fue así hasta hace muy poco. La libertad para manipular la producción e incrementar su renta petrolera fue el beneficio adquirido por las petromoarquías después de sus acuerdos con EE.UU. en 1974 y 1975 (Laurent, 2006; Klare, 2008; Jones, 2011). El costo fue convertir a Medio Oriente en la región más violenta el mundo. Que EE.UU. saliera de Vietnam en 1974 representó un duro golpe para los contratistas de armamento del complejo militar industrial. Pero ese mismo año, encontraron en Medio Oriente un nuevo mercado para su voluminosa producción. El acuerdo de los petrodólares era, también, un acuerdo de armas-dólares. La relativa importancia de las ventas [de armas a] Medio Oriente para los beneficios de las compañías de armamento declinó un poco durante el fortalecimiento militar de Reagan a principios de la década de 1980. Pero […] con la caída del comunismo, el Oriente Medio se convirtió una vez más en una importante fuente de beneficios militares. Parece claro, por tanto, que renovar el conflicto en la región, particularmente con la participación directa de EE.UU., es de mucho interés para los contratistas de armas (Bichler y Nitzan, 2004: 303).

Los conflictos regionales, la carrera armamentista en Medio Oriente y la protección de la mayor reserva de petróleo mundial, han contribuido a crear una atmósfera permanente de «crisis del petróleo», impulsando al alza, de forma casi constante, el precio del crudo. Los mayores precios del petróleo se traducen en una mayor renta petrolera que permite financiar nuevas importaciones de armas, produciéndose un ciclo constante de tensión, hostilidades, y, nuevos incrementos en el precio del petróleo.

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Bichler y Nitzan (2004) han demostrado cuantitativamente la estrecha relación entre el precio del petróleo y la participación integrada de las corporaciones petroleras en los beneficios privados globales netos. El coeficiente de correlación es de 0.80, considerado desde enero de 1974, y de 0.92 a partir de enero de 1979. De la misma forma, existe una estrecha relación entre el monto de las exportaciones petroleras de la OPEP y el beneficio neto de las 5 mayores corporaciones petroleras, con un coeficiente de correlación de 0.83, todo ello en un contexto de violencia incrementada en Medio Oriente: La posición de la OPEP en la cuestión de los conflictos es inherentemente esquizofrénica. Por un lado, el conflicto pone en riesgo sus negocios petroleros. Por otro lado, desde el estrecho punto de vista de las ganancias, el interés de los países productores de petróleo es más o menos el mismo que el de las compañías petroleras. […] El significado de esta correlación es simple: los conflictos en Medio Oriente, a través de su impacto sobre el precio del petróleo, ha funcionado para impulsar el ingreso de la OPEP tanto como ha aumentado los beneficios de las compañías petroleras Bichler y Nitzan (2004: 306)

Si se observa la figura número 2, se detecta fácilmente que el nivel de conflicto geopolítico en Medio Oriente ha pasado por 3 fases en las últimas décadas. Gran inestabilidad entre 1973 y 1985, estabilidad relativa entre 1986 y 2000 (sólo interrumpida por la invasión de Iraq a Kuwait y la Segunda Guerra del Golfo) y un nuevo período de gran inestabilidad a partir de 2001. También resulta fácil percibir un período de intensa elevación del precio del petróleo hasta 1981 y su descenso hasta 1985, un segundo período de precios relativamente bajos hasta 2000, y un incremento constante de precios a partir de 2001. Figura 2. Precio del petróleo y estabilidad geopolítica en Medio Oriente.

Fuente: Elaboración propia con base en datos de la Energy Information Administration (2013).

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La visión prevaleciente, popular entre analistas de izquierda y derecha, es que las invasiones de EE.UU. sobre Afganistán e Iraq son parte de una gran estrategia cuya meta es alcanzar el control directo sobre las reservas de petróleo de la región. Esta perspectiva puede ser cierta. Pero controlar las reservas de la región no hará, en sí mismo, a las compañías petroleras más ricas (Bichler y Nitzan, 2004: 303).

El objetivo de la Administración Bush al «incendiar» la región a partir de 2001 era, simultáneamente, beneficiar a las compañías petroleras con las cuáles él, su vicepresidente y la mayor parte de su gabinete estaban directamente involucrados (Klare, 2003; Harvey, 2003). Pero otro objetivo, mucho más importante para el estado norteamericano, era la preservación del «muro de los petrodólares». El segundo objetivo es mucho más difícil de conseguir que el primero. Las corporaciones petroleras y los países de la OPEP se benefician de los precios altos del petróleo, pero ello afecta el desempeño económico de los grandes consumidores de energía. Adicionalmente, muchos productores consideran que la continua devaluación del dólar (frente a otras divisas, pero especialmente frente al oro), no es suficientemente compensada por la elevación de los precios. En los últimos 10 años ha habido alarmantes señales de que muchos de los principales productores (Iraq, Irán, Venezuela, Arabia Saudita, Rusia) y consumidores de petróleo (China, India, Alemania, Francia, Brasil), que son también grandes potencias, no desean seguir utilizando el dólar para los intercambios petroleros (Sánchez, 2005; Paul, 2006; Clark, 2007; Fisk, 2009). Antonio Sánchez Pereyra realizó un análisis preciso de esta situación para el caso de la invasión estadounidense a Iraq: El 24 de septiembre de 2000 el gobierno de Saddam Hussein tomó una decisión que coadyuvó para sellar su fatal destino: optó por denominar sus exportaciones de petróleo en euros en lugar de dólares. El 27 de octubre la ONU aceptó estudiar la propuesta y ofreció dar una respuesta en tres meses. Los iraquíes habían amenazado con suspender sus exportaciones petroleras en caso de recibir una respuesta negativa, unos 2,3 millones de barriles diarios […] Hussein se mostró inamovible […] Finalmente, la ONU accedió a dar su autorización el 31 de octubre. Con esta decisión se certificaba el nacimiento oficial del «petroeuro», fruto del patrocinio de un dictador y una Francia alcahueta, encargada de favorecer la posición iraquí en el Consejo de Seguridad (Sánchez, 2005: 383).

El verdadero objetivo de EE.UU. al invadir Iraq no era tanto «apropiarse» del petróleo iraquí como «redolarizarlo». Lo que Hussein estaba haciendo al desdolarizar su petróleo era disparar un auténtico misil financiero contra el «muro de los petrodólares». Por ello, desde los primeros días de la administración Bush, el primer punto de la agenda era el derrocamiento de Saddam Hussein, como descubrió el sorprendido Paul O'Neill, Secretario del Tesoro durante los dos primeros años de la presidencia de G.W. Bush (Suskind, 2004). De modo que, sin importar cuánta oposición 244

hubo en contra de ella, era imposible (en términos de funcionamiento global y de larga duración del Sistema-Mundo Moderno) impedir la guerra contra Iraq (Wallerstein, 2003). Pero derrocar a Hussein no fue suficiente: El mensaje de Bagdad no pasó desapercibido para Irán, importante exportador de petróleo castigado con sanciones económicas por parte de Washington e incluido también en el satanizado ―eje del mal‖. Teherán se hizo eco de la idea de percibir al euro como una oportunidad para que Irán e Iraq, junto con los principales productores de petróleo en el mundo, incluyendo a la Venezuela de Hugo Chávez, desataran una estampida contra el dólar a partir del cambio en la cotización del petróleo en euros (Sánchez, 2005: 384).

A fines de 2001, el embajador de Venezuela en Rusia habló de la intención de su país de cambiar al Euro para todas sus ventas de petróleo (Paul, 2006). En abril de 2002, el presidente Chávez fue secuestrado durante 3 días por miembros del ejército en un fallido golpe de estado que, en el mejor de los casos, era conocido por la CIA (Forero, 2004) y, en el peor, fue planificado por la oposición interna con apoyo de la inteligencia estadounidense (Golinger, 2004). En junio de 2003, trascendió que Irán ya comercializaba su gas y petróleo exportado a Europa en euros. El vicegobernador del banco central iraní, Mohammed Jaffar Mojarrad, puso de manifiesto la conveniencia económica de dicha medida puesto que ha evitado que su país vea mermados sus ingresos debido a los efectos de un dólar devaluado. Además, Irán se ha convertido en un activo promotor de la moneda única europea. En el seno de la Unión de Compensación Asiática (Asian Clearing Union, ACU), organismo conformado por los representantes de los bancos centrales de ocho países del sur de Asia -Blangadesh, Bután, India, Irán, Myanmar, Nepal, Pakistán y Sri Lanka- la representación iraní ofreció vender su petróleo en términos referenciales a otros miembros de la Unión, con la condición de que los pagos se efectuaran en euros (Sánchez, 2005: 385-6).

Son numerosos los análisis que concluyen que las amenazas de guerra contra Irán están profundamente vinculadas con la promoción iraní del abandono del dólar en la comercialización del petróleo (Gokay, 2005; Hensman, 2007; Clark, 2007). Más recientemente, el conflicto en Ucrania y el distanciamiento político entre Rusia y la mayor parte de Europa se han posicionado como la amenaza mayor al «muro de los petrodólares», dado que ahora el mayor productor mundial de energía (Rusia) y el mayor importador de energía (China) han decidido abandonar el dólar en sus transacciones. De ese nivel es la amenaza representada por la propuesta de Putin de una Unión Euroasiática que llegase a incluir a otros miembros y observadores de la Organización de Cooperación de Shangai (incluidos Irán y la India). Los dirigentes estadounidenses son perfectamente conscientes de la dimensión de la amenaza que representa el abandono del dólar en la comercialización del petróleo. Una vez destruido el «muro

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de los petrodólares», EE.UU. no podrá gestionar su decadencia hegemónica a través del «señoreaje internacional» del dólar. Por ejemplo, los casi 9 millones de barriles de petróleo que EE.UU. importa diariamente tendrían que ser pagados, en el mejor de los casos, con una moneda (cualquiera que fuera) que EE.UU. no puede imprimir. En el peor de los casos tendría que ser pagados con oro (Biancheri, 2010). Está visto, tras los monumentales rescates bancarios y programas de estímulo económico post 2008, que la Reserva Federal puede hacer casi cualquier cosa, pero no puede, por ejemplo, imprimir Euros u otra moneda distinta al dólar. Si el petróleo se comercializara en Euros, a precio del día de hoy, EE.UU. tendría que desembolsar más de 800 millones de Euros (que no tiene ni puede imprimir) diariamente para garantizar su abasto energético. Considerando todo lo anterior, las petromonarquías resultan vitales para el mantenimiento del poderío estadounidense. Debe destacarse que, a raíz de la elevación del precio del petróleo en la década de 1970, se produjo una escisión en el mundo árabe como periferia del Sistema-Mundo Moderno. Tras realizar un cálculo de los patrones de intercambio desigual (―el mecanismo determinante de la economía mundial‖ [Tausch, 2003: 28]), se observa que las pérdidas anuales sufridas por los países musulmanes en la economía-mundo capitalista son enormes, aunque no tanto como las pérdidas de África subsahariana, el sur de Asia, Centroamérica y Europa Oriental. Ello lleva a Tausch a concluir que: El intercambio desigual es más fuerte en la periferia y más débil en los centros, con la semiperiferia mostrando niveles medios de exposición al intercambio desigual. Nuestro mapa de este fenómeno […] claramente muestra que la mayor parte del mundo árabe es típicamente parte de la semiperiferia‖ (Tausch, 2003: 29).

Pero, al revisar detalladamente el mapa, lo que en realidad se observa es que el intercambio desigual sigue siendo muy elevado para los países árabes no petroleros (Siria, Jordania, Yemen, Egipto y Túnez) que permanecen como periferias, pero en cambio es bajo o nulo para las petromonarquías del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) que son los países árabes que son parte de la semiperiferia. No hay datos disponibles para Libia ni Iraq. La necesidad de asegurar el control de las mayores reservas de petróleo, la credibilidad de su moneda como divisa mundial anclándola a la commodity más importante del comercio internacional y el control militar de una de las zonas geoestratégicamente más importantes del planeta, ha llevado a EE.UU. a profundizar una estrategia iniciada en la década de 1970, de la que 246

poco puede enorgullecerse: respaldar a diversas corrientes ultraconservadores del islam más retrógrado y antiprogresista a cambio de neutralizar los proyectos democratizantes (nacionalistasdesarrollistas) que podrían ayudar al mundo árabe a superar su condición de periferia subdesarrollada y pobre (Túnez, Egipto, Yemen, etc.) o su condición de semiperiferia políticamente subordinada (las petromonarquías del Consejo de Cooperación del golfo). No obstante, el mayor problema es que la región de Medio Oriente está fuera de control, como lo ha dejado patente el surgimiento del Estado Islámico, la interminable Guerra Civil en Siria, el recrudecimiento de la violencia de Israel contra los Palestinos, el aumento de la rivalidad entre Irán y Arabia Saudita, la degradación de la situación de EE.UU. en Afganistán y el colapso catabólico en curso de Egipto y Yemen. Medio Oriente será barrido por una «tormenta de fuego». Las viejas alianzas se romperán, llegarán nuevos estados (como China y Rusia) a «vender» protección y el «muro de los petrodólares» reventará, llevando a EE.UU. a un trágico desenlace. Pero ahí no terminará todo. Así se cerrará el «ciclo hegemónico» de EE.UU. Después de ello, proseguirá la disolución del capitalismo como sistema histórico. Tendencias seculares Las tendencias seculares han llevado a un incremento de los costos de producción de la economía-mundo capitalista, lo que representa la causa central de las recurrentes crisis económicas de las últimas décadas, al menos desde el inicio de la crisis estructural a principios de la década de 1970. Tales tendencias seculares son las que, finalmente, llevarán al colapso del sistema, con el desenlace de su crisis estructural antes de 2050, según el pronóstico de Wallerstein (1995). Considerando la velocidad con que ha evolucionado muchos vectores críticos, es perfectamente previsible que el colapso del sistema ocurrirá mucho antes. 2050 es una fecha excesivamente optimista. Es fundamental distinguir entre la «crisis terminal» del ciclo hegemónico en curso (estadounidense) y el desenlace de la crisis estructural del sistema-mundo moderno, aunque por su cercanía temporal, en una escala de larga duración, parecerá que ocurrirán simultáneamente.10

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El desarrollo conceptual, teórico y prospectivo de las tendencias seculares ha sido trabajado en Wallerstein, 1995, 1998 y 1999. Puede verse un análisis más profundo de cada uno de los vectores institucionales analizados a largo

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No obstante, parece perfectamente plausible que el sistema-mundo moderno sobrevivirá algún tiempo tras la «crisis-terminal» de la hegemonía estadounidense, lo cual no significa que habrá una «nueva hegemonía». No existen condiciones materiales (energéticas, de recursos naturales, territoriales, etc.) para una nueva ronda de expansión material (una nueva fase D-M-D‘ de un CSA) que ofrezca la base de acumulación necesaria para un nuevo ciclo hegemónico. El sistemamundo moderno no se extinguirá en las condiciones plácidas de «paz, estabilidad y legitimación» de un orden hegemónico, sino en las condiciones caóticas y violentas de una competencia irrestricta (económica y geopolítica) por los recursos menguantes de un planeta saturado y exprimido. A tal situación nos conducen las tendencias seculares del sistema. Para comprender la primera y más compleja de las tendencias seculares, la democratización, deben comprenderse las sucesivas necesidades sistémicas de funcionalidad, estabilidad y legitimación creadas, grosso modo, entre 1500 y 1800. 1) La funcionalidad fue el primer atributo en consolidarse y se logró desde el siglo XV con la conformación de las cadenas transnacionales mercancías que inauguraron el mercado mundial. El Sistema-Mundo Moderno fue, antes que nada, una economía-mundo capitalista. 2) Posteriormente se consolidó la estabilidad, lograda en Westfalia de 1648. El Sistema-Mundo Moderno fue, en segundo lugar, un sistema internacional de estados que se ha expandido y contraído (por medio de olas de colonización y descolonización) y se ha reestructurado a fondo (particularmente después de Viena, en 1815, y San Francisco, en 1945), mostrando ser formidablemente resistente pese a sus profundas crisis sociopolíticas y militares posteriores a las declinaciones hegemónicas. 3) Finalmente, se consolidó la legitimidad, por medio de un tortuoso camino iniciado con la Revolución Francesa (1789) y concluido, grosso modo, con la Revolución Rusa (1917). El Sistema-Mundo Moderno fue, en tercer lugar, una geocultura11, una civilización en sentido estricto (Wallerstein, 1991b).

plazo (el sistema interestatal, la producción, la fuerza de trabajo, el bienestar humano, la cohesión social de los estados y las estructuras de conocimiento) en Wallerstein y Hopkins [Edits.] (1996). Hay versión al castellano de los dos últimos capítulos de dicho libro en Wallerstein (1999b). Más recientemente, Wallerstein ha explicado la crisis iniciada en 2008, en el contexto de las tendencias seculares, en diversos artículos, conferencias y commentaries publicados en el Fernand Braudel Center: Wallerstein, 2008, 2009, 2010, 2011c y 2012. 11

He discutido y profundizado los argumentos de Wallerstein sobre el Liberalismo como geocultura legitimadora del Sistema-Mundo Moderno, en Arellanes, 2002 (Capítulo 8. El fin del sueño liberal. Crisis de legitimación). A continuación se presentará una apretada síntesis de este complejo planteamiento.

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La legitimación del sistema se logró mediante la creación de una geocultura liberal centrista que, además de mediar y minimizar el conflicto entre la izquierda revolucionaria y la derecha conservadora, proporcionó la base material para la «domesticación» tanto de: a) las «clases peligrosas», en la lucha de clases al interior de cada Estado; como de b) la ideología y los proyectos de desarrollo nacional, en la competencia interestatal entre centros y periferias al interior del sistema. Sin embargo, la vida «legítima» del sistema fue muy breve: sólo la parte central del siglo XX (entre 1917 y 1989). La geocultura liberal fue un instrumento impresionantemente eficiente a la vez que terriblemente engañoso. Compartió una generosa porción del excedente mundial a una minoría privilegiada ampliada (los hombres blancos de los estados centrales que pasaron a constituir una «aristocracia proletaria»), al tiempo que desarrolló un sistema de exclusión basado en el racismo, el machismo y el nacionalismo, dejando fuera de la distribución de beneficios al 80% de la humanidad (mujeres, grupos étnicos no blancos y pueblos de los estados periféricos). La geocultura liberal fue extraordinariamente eficiente en ofrecer esperanzas de que, en el futuro, mejorarían las condiciones de vida de la mayoría (Wallerstein, 1995 y 2011). La geocultura liberal, entendida como el proyecto político global que renunció a cuestionar la lógica de acumulación de capital en nombre del «desarrollo» y del «crecimiento económico» para generar beneficios que después serían redistribuidos por los estados, logró que las «clases peligrosas» renunciaran a la revolución (entendida como «destrucción» o enfrentamiento radical con el sistema) en nombre de proyectos reformistas de desarrollo nacional. Sorprendentemente, fue en el «mundo socialista» donde las premisas de la geocultura liberal alcanzaron su mayor éxito (Wallerstein, Hopkins y Arrighi, 1998). La geocultura liberal como «proyectos de desarrollo nacional», tuvo numerosas expresiones: el populismo en Latinoamérica, el socialismo en la semiperiferia (URSS/China y Europa Oriental), el nacionalismo árabe, el desarrollismo asiático, los movimientos de liberación nacional en África y, por supuesto, los pactos keynesianos en los estados centrales (New Deal en EE.UU., estado de bienestar en Europa Occidental, Japón, Canadá y Australia). Entre 1917 y 1989 el SistemaMundo Moderno vivió la «era del desarrollo nacional». Si se considera en términos globales, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, la «izquierda» (en sus diversas manifestaciones) gobernaba la mayoría de los estados del sistema (Wallerstein, 1995; Amin, 1996).

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La geocultura liberal fue cuestionada por la revolución sociocultural mundial de 1968, cuya crítica radical no sólo se dirigió contra el «capitalismo» stricto sensu, sino contra la «izquierda» (reformista, nacionalista y socialista) que, después de tomar el poder estatal (en el centro, la periferia y la semiperiferia) fue incapaz de «cambiar el mundo» y aliviar la pasmosa polarización humana entre géneros, etnias, pueblos y clases. Pero la explosión de 1968 no bastó para liquidar la geocultura liberal: fueron necesarias las «dulces dosis de mercurio y cromo» de los programas neoliberales, desplegados a lo largo de las últimas cuatro décadas, para desmontar los «proyectos de desarrollo nacional» en nombre de la «globalización». Cuando en 1989 se derrumbó el Muro de Berlín, las celebraciones por la «victoria» estadounidense en la «Guerra Fría», no permitieron comprender que, en realidad, estaba muriendo la ideología del desarrollo nacional que había dado estabilidad política al sistema durante la mayor parte del siglo XX (Wallerstein, Hopkins y Arrighi, 1998). Con ella moría también la legitimidad del sistema ante las clases desposeídas: La contradicción interna de la ideología liberal es total. Si todos los seres humanos tienen los mismos derechos, y todos los pueblos tienen los mismos derechos, no podemos mantener el tipo de sistema desigualitario que la economía-mundo capitalista siempre ha sido y siempre será. Pero si se admite esto abiertamente, la economía-mundo capitalista no tendrá legitimación a los ojos de las clases desposeídas. Y un sistema que no tiene legitimación no sobrevive. La crisis es total, el dilema es total (Wallerstein, 1995: 163).

El período de 1970 a 2008 vio morir la legitimidad del sistema que empezó a construirse en tiempos de la revolución francesa. El consenso liberal, construido a lo largo del siglo XIX (Wallerstein, 2011) y dominante en el siglo XX, ya no estará presente en el siglo XXI. Ahora el Sistema-Mundo Moderno enfrenta la crisis de los estados, ya no como «ideología» de desarrollo, sino como instituciones económicas esenciales para su funcionamiento y estabilidad. Los estados enfrentan ahora un desafío que los rebasa. ―Los estados ya no pueden cumplir su función como mecanismo de ajuste. La democratización del mundo y la crisis ecológica han cargado con un nivel imposible de demandas a las estructuras estatales, que están todas padeciendo una crisis fiscal‖, escribió Wallerstein (1999: 38) nueve años antes de la crisis de 2008. Ahora, a la carga fiscal de los estados, debe agregarse el costo de «rescatar» la locura financiera de las últimas décadas. Los estados han quedado sumergidos en deudas impagables (Morgan, 2013). El resultado es que el Sistema-Mundo Moderno está regresando, en la década de 2010, a los niveles de polarización y de inestabilidad social anteriores a la Revolución Francesa. Agotado el soborno liberal, se acabó el consenso. Puede pensarse que el sistema pudo expandirse durante tres siglos (grosso modo de 1500 a 1800) sin geocultura legitimadora, así que podría continuar sin

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ella, por medio de la fuerza. ―Pero la fuerza sola, como sabemos por lo menos desde Maquiavelo, no permite a las estructuras políticas sobrevivir mucho tiempo‖. (Wallerstein, 1995: 241). Esto no es ninguna exageración. Por un lado, hay un poderoso llamado político a la «austeridad», [que] significa recortar los beneficios existentes (como las pensiones, el nivel de asistencia en salud, los gastos en educación) y recortar también el papel que tienen los gobiernos en garantizar estos beneficios. Si casi toda la gente tiene menos, obviamente gasta menos. La gente que vende encuentra menos gente que compra –es decir, menos demanda efectiva. Así, la producción se hace menos rentable y los gobiernos son más pobres [porque recaudan menos]. Es un círculo vicioso y no hay un modo fácil o aceptable para salirse. Tal vez no hay ninguna salida. Esto es lo que hemos llamado la crisis estructural de la economía-mundo capitalista (Wallerstein, 2012).

Hace 200 años, a fortiori antes, no existía el «virus» de la democracia que hoy está diseminado por todo el planeta. Las «masas» desposeídas saben que tienen derechos, aunque ello no se refleje en su calidad de vida. Resulta ingenuamente optimista pensar que no reaccionarán con diversos niveles de descontento y violencia contra una realidad que consideran ilegítima. Pero no se manifestarán contra el Sistema-Mundo Moderno sino contra los estados de los que forman parte. Antes de devenir en una revuelta global, la rebelión se manifestará como «crisis de gobernabilidad» en estados específicos, que cada vez están siendo más y cada vez serán más. A la deslegitimación del sistema se suma la crisis económica y se obtiene un resultado explosivo: Cuando se estanca la economía-mundo y el desempleo real se expande […] el «pastel» total se encoge. La cuestión entonces resulta ser quién cargará el peso del encogimiento –dentro de cada país y entre países. La lucha de clases se torna aguda y tarde o temprano conduce a un conflicto abierto en las calles. Esto es lo que ha estado ocurriendo en el sistema-mundo desde la década de 1970 y del modo más dramático desde 2007. Hasta ahora, el estrato más alto (el «uno por ciento») se ha aferrado a su tajada, de hecho la ha incrementado. Esto necesariamente significa que la tajada del «99 por ciento» se ha encogido (Wallerstein, 2012b).

En este contexto deben entenderse los movimientos ciudadanos en Grecia, España, Italia, Portugal y Estados Unidos, los movimientos estudiantiles en Chile, Alemania, Canadá y México, las revueltas por hambre en África, el Caribe y el Sur de Asia y, por supuesto, la Primavera Árabe en Medio Oriente y el Norte de África. El hecho es que el mundo está apenas en el inicio de una depresión que durará bastante y que se pondrá mucho peor de lo que es ahora. El asunto inmediato para los gobiernos no es cómo recuperarnos, sino cómo sobrevivir al creciente enojo popular que, sin excepción, enfrentan todos (Wallerstein, 2009).

La revolución está de regreso. Fukuyama y su simplismo del «fin de la historia», anunciado tras el colapso del comunismo en Rusia y Europa Oriental, se contempla en toda su ridícula dimensión. Esta condición es a la que Z. Brzezinski, un geoestratega de la élite global, llama «el despertar político global»:

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En el siglo XXI, la población de buena parte del mundo en vías de desarrollo se está movilizando políticamente. Es una población consciente como nunca de las injusticias sociales y molesta con las privaciones y la falta de dignidad personal que ha tenido que padecer. El acceso casi universal a la radio, la televisión e internet está creando una comunidad de envidias y rencores compartidos que trasciende las fronteras de los Estados soberanos (Brzezinski, 2008: 266).

Poco después, escribió: Los mayores poderes mundiales, viejos y nuevos [las potencias de Occidente y a las potencias ascendentes de Asia], enfrentan una nueva realidad: mientras la letalidad de su poder militar es más grande que nunca, su capacidad para imponer el control sobre las masas políticamente despiertas está en un mínimo histórico. Para dejarlo en claro: antes era más fácil controlar un millón de personas que matar físicamente a un millón de personas. Hoy es infinitamente más fácil matar a un millón de personas que controlar a un millón de personas (Brzezinski, 2009: 54).

La guerra contra el terrorismo es una pantalla de humo. Los grandes estrategas del status quo saben perfectamente que el verdadero desafío a la gobernanza global del sistema es cómo controlar este masivo «despertar político global» en el contexto de la triple crisis (energética, climática y alimentaria). La lucha de las masas desposeídas contra la élite privilegiada, en ausencia de una clase media (ya casi extinta por casi cuatro décadas de neoliberalismo) que minimice el conflicto, y con una disponibilidad energética y de recursos naturales en caída libre, promete convertirse en la lucha central del siglo XXI y el resultado es de pronóstico reservado: A medida que la economía mundial choca contra los límites de la deuda y los recursos, más y más países responden intentando salvar lo que, en realidad, son sus elementos más prescindibles —los bancos corruptos e insolventes y los gastos militares inflados— mientras dejan languidecer a la mayoría de su población en la «austeridad». El resultado, previsiblemente, será un levantamiento mundial. El actual conjunto de condiciones y respuestas llevará, más pronto o más tarde, a levantamientos sociales y políticos —y a un colapso de la infraestructura de soporte de la que dependen miles de millones para su supervivencia— (Heinberg, 2012).

La segunda y la tercera tendencias seculares son la proletarización/urbanización (que está disminuyendo la disponibilidad de mano de obra semiproletarizada en la periferia), y la brecha demográfica entre el centro y la periferia. Ambas reforzarán la primera tendencia. El resultado más evidente de la combinación de ambas tendencias seculares es la inversión de poder global en detrimento de «Occidente» y a favor de «Oriente». Se trata de una tendencia secular que rebasa los límites temporales del Sistema-Mundo Moderno. En 1776, pleno de entusiasmo acerca de las bondades del comercio internacional, Adam Smith escribió: El beneficio comercial que podían haber obtenido los nativos de las Indias orientales y occidentales como consecuencia de esos acontecimientos [la colonización] se han perdido y hundido en los terribles infortunios que han ocasionado […] En la época del descubrimiento era tan superior la fuerza de los europeos que,

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valiéndose de la impunidad que ésta les confería, pudieron cometer toda clase de injusticias en aquellos remotos países. Es posible que en lo sucesivo los habitantes de aquellas regiones aumenten sus fuerzas o que se debiliten las europeas, y que los habitantes de todas las partes del mundo puedan alcanzar aquel nivel de valor y fuerza que, inspirando a todos un temor recíproco, obligue a todas las naciones independientes a una especie de respeto mutuo (Smith, A., citado en Arrighi, 2007: 11).

¿Qué es lo que ha hecho posible que esa ―especie de respeto mutuo‖ haya sido aplastada por las relaciones internacionales de dominio que han caracterizado a la modernidad capitalista? La idea de Wallerstein de que ―la fuerza sola, como sabemos por lo menos desde Maquiavelo, no permite a las estructuras políticas sobrevivir mucho tiempo‖ (Wallerstein, 1995: 241) no hace referencia exclusivamente a la posibilidad de legitimar la dominación. El dominio puede mantenerse no sólo por medio de la legitimación: también puede mantenerse por la fuerza, pero ello a su vez demanda una revolución tecnológica y geoestratégica permanente que mantenga las diferencias de poder entre dominadores y dominados. Como ha demostrado brillantemente Headrick (2010), no hay ninguna ventaja tecnológica-militar que sea eterna: las tecnologías son replicables y la eficiencia de las estrategias se topan con límites (geográficos, económicos, políticos y termodinámicos). Ahora mismo está en entredicho la política que ha «contenido» la proliferación nuclear y el dique podría desbordarse (Wallerstein, 2014). Finalmente, en un mundo globalizado, no hay forma de evitar la difusión de conocimientos y tecnologías. El poder basado en tales ventajas no puede ser eterno. La superioridad tecnológica y geopolítica de las potencias centrales europeas sobre los pueblos colonizados era tan abrumadora en el origen del Sistema-Mundo Moderno que «Occidente»12 no reflexionó seriamente acerca de la fuente de su poder. Las explicaciones «deterministas» (geográficas o biológicas) y «esencialistas» (culturalistas o filosóficas), desde el siglo XV hasta bien entrado el siglo XX, ofrecían una narrativa autocomplaciente según la cual la superioridad de «Occidente» era innata: estaba predestinado a la imposición de sus valores sobre el resto del mundo como resultado de un proceso «lógico» o «natural» dado el carácter «universal» de su cultura13. Según tales narrativas autocomplacientes, la expansión de «Occidente» no sólo ha resultado benéfica sino también inevitable.

12

El entrecomillado hace referencia a que la denominación geográfica resulta del todo inexacta. Con precisión geopolítica debe hablarse de las potencias centrales del sistema-mundo localizadas en el Atlántico Norte. 13

Ha existido, en palabras de Dussel (1998), una incapacidad manifiesta para comprender la particularidad empírica de la cultura europea. De forma aún más precisa, Amín (1989) demostró la diferencia entre la cultura «europea» y la

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Esta argumentación subyace de forma implícita en prácticamente toda la historiografía moderna que se ha escrito desde mediados del siglo XIX, es decir, a partir de que «Occidente» pudo someter económica y/o militarmente a todo el planeta (incluyendo las altas civilizaciones asiáticas) y el Sistema-Mundo Moderno se hizo global, por lo que debe considerarse el paradigma dominante. Desde finales de la década de 1980 y a lo largo de la década de 1990, un sinnúmero de obras (por ejemplo: Bernal, 1987; Amin, 1989; Abu-Lughod, 1989; Frank, 1998; Dussel, 1998, etc.) lanzaron un ataque frontal contra la interpretación eurocéntrica de la historia moderna. El ataque al paradigma dominante fue tan severo que, después de más de un siglo, se volvió a argumentar la superioridad occidental «innata» en forma explícita (Landes, 1998), lo que sólo sirvió para revelar la debilidad científica de dicho paradigma: para defender los argumentos eurocéntricos de una superioridad innata, Landes tuvo que recurrir a las viejas argumentaciones (Adam Smith, Max Weber, Karl Wittfogel) las cuáles han sido desmontadas por los críticos del eurocentrismo por su escaso valor científico y su gran peso ideológico. En la primera década del siglo XXI los argumentos anti-eurocéntricos se han fortalecido notablemente sobre la base de rigurosas investigaciones: Pomeranz, 2000; Hobson, 2004; Arrighi, 2007; Turchin y Nefedov, 2009; Fernández-Armesto, 2010. Las ventajas de «Occidente» nunca fueron innatas, fueron mundanamente materiales e históricamente acumuladas. De hecho, no sólo no fueron innatas: ni siquiera fueron estrictamente occidentales. Se trata de ventajas euroasiáticas (y predominantemente asiáticas más que europeas) desarrolladas a lo largo de un extenso periodo que comenzó desde el final de la última glaciación (Diamond, 1997). Las razones por las que Europa, y no Asia, capitalizó tales ventajas colonizando América, resultan de una mezcla de oportunismo, desesperación y azar (Wallerstein, 1992; Dussel, 1998; Fernández-Armesto, 2010). No hay nada predestinado ni inevitable en el surgimiento del Sistema-Mundo Moderno. A partir de 1500 y hasta 1800 (incluso hasta 1900, considerando la relación entre el centro europeo y la periferia latinoamericana, asiática y africana), el sistema pudo acumular capital sin mayor problema, aun careciendo de cualquier legitimidad, debido a la enorme diferencia de poder derivada de la superioridad tecnológica y militar europea (Headrick, 2010). Desde la primera

cultura propiamente «moderna» construida por la civilización capitalista. En sentido estricto, la cultura «europea» también fue aplastada por la cultura «capitalista» como lo fueron las culturas de los pueblos colonizados.

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mitad del siglo XX, la inversión en la relación de fuerzas entre Asia y Europa/Norteamérica se perfila como el hecho fundamental de la disolución del sistema-mundo moderno (Arrighi, 2007). El tema central del análisis geopolítico, en el presente y para los próximos años, es el inevitable advenimiento de un mundo multipolar. Todo ello en ausencia de una geocultura legitimadora. Un par de imágenes manifiesta el progresivo, inevitable e irreversible regreso del poder mundial desde el Atlántico Norte hacia el Pacífico Asiático, no como hegemonía de la modernidad capitalista, sino como núcleo civilizatorio. La primera imagen muestra la localización del centro económico de gravedad de la Tierra desde el inicio de nuestra era hasta 2025. A partir de 1820, con la revolución industrial, comenzó el acelerado desplazamiento del centro económico de gravedad mundial desde Asia Central hacia el Atlántico. El siglo XX fue el único auténticamente atlántico («occidental»), con un pleno desplazamiento desde la costa europea hasta la costa de Norteamérica entre 1940 y 1950 (lo que manifiesta la transición de la hegemonía británica a la hegemonía estadounidense. No obstante, a partir de 1970/1980 comenzó el acelerado regreso hacia el «Oriente», con un desplazamiento acelerado en la primera década del siglo XXI. Obsérvese que el centro de gravedad no sólo se mueve en dirección Oeste-Este, sino también (aunque menos marcadamente) Norte-Sur (Véase figura 3). Figura 3. Evolución del centro económico de gravedad de la Tierra, del año 1 al 2025 E.C.

Dobbs, Remes, Manyika, Roxburgh, Smit & Schaer (2012).

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La segunda imagen muestra el desplazamiento de la porción dominante del PIB mundial desde el extremo oriental de Eurasia (China y Japón) desde su máximo en 1820 (un 36% aproximadamente), hacia el atlántico norte (EE.UU. y Gran Bretaña), alcanzando su máximo en 1950 (un 34% aproximadamente). Desde entonces, ha comenzado a reducirse la distancia, no tanto por la lenta disminución del aporte del PIB mundial del Atlántico Norte, sino sobre todo por el acelerado crecimiento de la porción del PIB mundial correspondiente al Pacífico asiático. Figura 2. PIB combinado como % del PIB mundial: EEUU + G.B. vs. China + Japón

Fuente: Arrighi, 2007: 46.

La inversión de poder global en detrimento de «Occidente» y a favor de «Oriente» no hará sino profundizarse en las próximas décadas (dentro o fuera del actual sistema histórico). Nuevamente, es el geoestratega de la élite global quien describe el proceso en curso sin concesiones emocionales de ningún tipo: El antioccidentalismo […] constituye una parte integral del cambiante equilibrio demográfico, económico y político global. No sólo la población no occidental supera con mucho número a la del mundo euroatlántico (en 2020, Europa y Norteamérica sumarán probablemente un escaso 15% de la población mundial), sino que las aspiraciones políticas que se están despertando en los países no occidentales generan un significativo impulso favorable a una redistribución de poder que ya está en marcha (Brzezinski, 2008: 272-3).

De tal forma que el «despertar político global» (la crisis de legitimidad del Sistema-Mundo Moderno), no es simplemente una revuelta anti-moderna (entendida como una movilización política de masas inconformes con los mediocres resultados de la modernidad capitalista), sino que

es

―históricamente

antiimperial,

políticamente

antioccidental

y

emocionalmente

antinorteamericano en dosis crecientes. Este proceso está originando un gran desplazamiento del centro de gravedad mundial, lo que a su vez está alterando la distribución global de poder‖ (Brzezinski, 2008: 268). 256

Y en concordancia con la argumentación anterior de que ninguna ventaja tecnológica o geopolítica es definitiva, afirma que: ―el efecto geopolítico más destacado del despertar político global es la desaparición definitiva de la era imperial‖ (Brzezinski, 2008: 268), lo que resulta en una aceleración de la historia. ―De ahora en adelante, la superioridad de cualquier potencia estará sometida a presiones cada vez mayores para su adaptación, su modificación y, finalmente, su anulación‖ (Brzezinski, 2008: 270). Las hegemonías del Sistema-Mundo Moderno no sólo se caracterizaron por ser capitalistas, fueron hegemonías específicamente occidentales. El sistema no solamente experimenta una crisis de legitimación por la crisis del liberalismo como geocultura moderna, experimenta también una redistribución de poder global de la cual «Occidente» será el menos beneficiado. Incluso si tras la «crisis terminal» de hegemonía estadounidense surgiera un nuevo poder hegemónico estatal capaz de negociar con la élite del capitalismo global un nuevo New Deal, ahora forzosamente global, que desactivara las crecientes «bombas» del descontento social, el sistema seguirá enfrentando la última y más grave de sus tendencias seculares: la evasión de los «costos ecológicos de producción», que ha sido el secreto sucio del capitalismo durante sus 500 años de existencia (Wallerstein, 1998 y 1999; Hornborg, 1998; Bonds y Downey, 2012). Pero no se trata, únicamente, de la necesaria aparición de ―impuestos‖ ecológicos en las actividades productivas, especialmente las más contaminantes, sino de algo mucho más grave: la convergencia simultánea en este momento histórico del Peak Oil y el Cambio Climático. El cambio climático ilustra los límites de la naturaleza para absorber nuestros desechos. El Pico del petróleo ilustra los límites de la naturaleza para abastecer la demanda humana (Holmgren, 2010), o más exactamente: la demanda capitalista, de recursos naturales. La base ecológica «natural» debe proporcionar simultáneamente la fuente de suministros vitales de toda la humanidad, y de las especies con las que compartimos la biósfera, y la fuente de insumos materiales (petróleo y gas, pero también minerales, suelo fértil, agua y biomasa) para la competencia y la acumulación capitalista. Es una ecuación de demandas imposibles de satisfacer. El Sistema-Mundo Moderno intentará mantener su lógica de acumulación incesante de capital en un planeta de recursos naturales menguantes (Klare, 2008) y límites ecológicos y estabilidad geofísica agonizantes (Röckstrom et al., 2009), lo que resulta económica, lógica y termodinámicamente imposible (Bermejo, 2008; Bardi, 2011; Heinberg, 2011, Tverberg, 2012 y Morgan, 2013).

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¿Podría la crisis ecológica (climática y de recursos) llevarnos a un escenario postcapitalista que preserve (o hasta incremente) los actuales niveles de polarización? En el tránsito hacia un nuevo sistema histórico existe la posibilidad de que el resultado sea un imperio-mundo (por primera vez global) de corte eco-fascista que por razones pragmáticas abandone el capitalismo en nombre del racionamiento de recursos para mantener los privilegios de una reducida élite. Sería la opción por el «atrincheramiento totalitario», una Corea del Norte global (Friedrichs, 2010). También, nunca debemos olvidarlo, es posible transitar hacia un escenario postcapitalista relativamente igualitario y democrático cuyo requisito esencial es la domesticación de los instintos animales de la incesante acumulación de capital. A modo de conclusión «Nadie puede predecir el futuro» es una afirmación ambigua. Una afirmación totalmente correcta es: «nadie puede producir el futuro con exactitud». También resulta correcto señalar: «hay muchas cosas del futuro que pueden ser (y de hecho son) adecuadamente predichas». De hecho, construir escenarios lógicamente congruentes y potencialmente posibles sobre el futuro es una labor constante y esencial del trabajo científico. Señalar que «cualquier cosa puede suceder» es una mentira: no cualquier cosa puede suceder. Ciertas cosas son posibles, otras no14. Pero decir que «cualquier cosa puede suceder» es, frecuentemente, una forma de evadir un análisis serio sobre las tendencias que nos llevan a un futuro muy distinto al que deseamos. Hay un enorme peligro en rechazar un análisis porque resulte incómodo para nuestras visiones del mundo y nuestras expectativas. Pero si tal análisis resultara correcto, ello no convierte su pronóstico en un futuro inevitable: debería ser un impulso para detener o modificar las trayectorias que nos llevan hacia dicho escenario. Si el análisis precedente resulta correcto, el mayor desafío no radica en enfrentar la ingobernabilidad que la decadencia hegemónica estadounidense está dejando a su paso. Una vez que se produzca la «crisis terminal» de lo que será no solamente la última hegemonía occidental,

14

Resulta ampliamente recomendable el libro de Franz Hinkelammert Crítica de la razón utópica, en donde desarrolla la categoría «principios empíricos de imposibilidad». Hay muchas cosas que son imposibles y un trabajo teóricamente inteligente puede construir certezas a partir de lo categóricamente imposible, sabiendo que ello nunca va a ocurrir.

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sino también la última hegemonía capitalista, la humanidad enfrentará la turbulencia caótica producida por la disolución del Sistema-Mundo Moderno. Cualquier ventaja que aun conserve EE.UU. como el mayor poder estatal que ha conocido la historia humana, resultará completamente inútil frente a las crisis que descarrilarán el sistema histórico y que amenazarán la viabilidad misma de la civilización. El poder militar es inútil en un mundo postimperial, como lo demuestran los recientes fiascos geopolíticos de EE.UU. en Afganistán, Iraq, Libia, Siria y, posiblemente, Ucrania. La base tecnológica de la economía estadounidense es mortalmente dependiente de los combustibles fósiles. El modo de vida estadounidense es el mayor impedimento para enfrentar el cambio climático. Y la propia democracia estadounidense se revela impotente como modelo para los demás estados en una situación de crisis de legitimación ante la pasmosa desigualdad producida por la modernidad capitalista. No habrá ninguna potencia que sustituya a EE.UU. Sencillamente, la mayor superpotencia de la historia humana contemplará impotente cómo el orden mundial que construyó durante y al finalizar la Segunda Guerra Mundial, se disuelve irreversiblemente bajo las poderosas tendencias seculares que han llevado al Sistema-Mundo Moderno a una situación de turnulencia, antesala del caos. Cuando lo que tiende a predominar ya no son los ritmos cíclicos sino las tendencias seculares que dirigen el sistema hacia su extinción, lo que resulta racional es que el compromiso de los intelectuales (que entonces deben ser necesariamente críticos de un sistema que se extingue) sea con el progreso más allá del sistema, con las alternativas que podrán construirse una vez que el caos derribe las estructuras vigentes. La tarea que deben realizar los intelectuales en una era de transición es clarificar el presente y evaluar sobriamente las opciones del futuro, lo que impone una necesaria reconexión de la búsqueda de la verdad, del bien y de la belleza, pese a las dificultades que ello implique. Aún en esta incómoda situación, la labor intelectual de las ciencias sociales en una época de transición es más importante y necesaria que nunca. Se trata de asumir el compromiso intelectual de imaginar, proponer y desarrollar nuevas estructuras, para una realidad social post sistemavigente, que serán construidas colectivamente en un nuevo sistema histórico. No hay mayor

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enemigo de la libertad humana que el determinismo. Sin embargo, los límites de todo determinismo son los límites del sistema que lo genera. En la transición hacia un nuevo sistema histórico, el libre albedrío, emancipado de cualquier determinación sistémica, se convierte en nuestra mejor carta. Habrá que jugarla con inteligencia.

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ESTRUCTURA, PODER Y SOCIEDAD

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El FMI en y después de la crisis global del 20081 Oscar Ugarteche Galarza Universidad Nacional Autónoma de México [email protected]

Una reflexión sobre la crisis del multilateralismo desde la Economía Política Internacional Los pesos de las economías han variado en la economía mundial en los últimos treinta años. Se han constituido un grupo de cuatro economías emergentes que se encuentran entre las primeras siete del mundo: China, India, Rusia y Brasil han desplazado a Francia, Gran Bretaña, Italia y Canadá al segundo grupo de siete economías con México, Corea del Sur, e Indonesia en esa categoría (Ver cuadro 1). De este modo, no es posible pensar en el poder económico mundial como en 1944. El multilateralismo expresado en las instituciones financieras internacionales y en el sistema de Naciones Unidas fue diseñado en torno a la pax americana y a una estructura de poder económico global con Estados Unidos al centro que ya no existe y la garantía militar ha sido complementada por la potencia económica y el poder simbólico. De Jonquière argumenta que ―el fin de la Guerra Fría debilitó tanto la racionalidad estratégica global, como la voluntad de los votantes estadounidenses para apoyar el gran diseño de EE.UU. Mientras tanto, primero Europa, después Japón y ahora los BRICS han surgido para desafiar la preeminencia de EE.UU. Sin embargo, ningún otro país ha emergido para sustituir el liderazgo global de EE.UU.‖ (2010, 4) Para Lloyd (2012), el liderazgo se ha complicado en la primera década del siglo XXI por los cambios en las relaciones económicas y geopolíticas globales y por los crecientes desequilibrios globales en los mercados de commodities, de monedas y de activos. Para que las negociaciones

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El paper presentado al Congreso ―El cambio en la configuración del poder internacional‖ de la Universidad Anahuac, fue preparado durante la estancia sabatica como Santander Viasitng Scholar en la Universidad de Newcastle y presentado allí como conferencia magistral en el SML Research Seminar Series. El autor es investigador titular IIEC UNAM, miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Conacyt, El texto se ha incorporado como nuevo capítulo final de Historia Critica del FMI, 2da ed. IIEC UNAM, 2014.

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multilaterales tengan éxito, dice, debe haber una convergencia de puntos de vistas sobre los objetivos y la asignación de compromisos entre los países miembros. Con la suma de intereses privados a los intereses estatales es cada vez menos posible encontrarlos. Un ejemplo es la regulación financiera internacional. Mientras que para la Unión Europea es fundamental poner bajo control al aparato financiero europeo, para Estados Unidos es esencial que no haya control porque las ganancias financieras se obtienen de los desequilibrios en el mercado. De este modo, por ejemplo las negociaciones del Tratado Tras Atlántico de Comercio e Inversión TTIP entro en atrición a fines del 20132 porque lo que es bueno para los estados europeos no lo es para el sector financiero estadounidense. Ante los nuevos problemas planteados al liderazgo americano global – el cuestionamiento de su hegemonía – se creó un proyecto neo conservador en Estados Unidos llamado ―del nuevo siglo americano‖ a fines del siglo XX, asociado al American Enterprise Institute (AEI) con el objeto de recuperar el peso estratégico y el liderazgo de los Estados Unidos, lo que paradójicamente fortalecería el multilateralismo. El problema es que en general los republicanos neoconservadores son ―americanistas‖ y antes han sido aislacionistas. El ―nuevo siglo americano‖ es un proyecto ―americanista‖ versus uno globalista y contempla el tema del fortalecimiento militar americano frente al multilateralismo globalista que busca fortalecer instituciones para permitir el ejercicio del liderazgo. Para Ruggie (1993) el multilateralismo tiene tres principios: la indivisibilidad, los principios generales de organización basada en la no discriminación y la reciprocidad difusa. Martin (1993) explica con gran detalle la naturaleza de la escogencia racional de la política multilateral y profundiza en el análisis realista a partir de este principio económico. Su análisis es microeconómico utilizando teoría del juego y sobre todo mirando el dilema del prisionero. Si un país logra salirse del esquema multilateral, todos los demás quedan enllavados dentro. Entonces el esquema de colaboración entre prisioneros es más eficaz en mantener a todos los prisioneros dentro, incluyendo al que quiere salir. Para Martin, los problemas del multilateralismo están en la esfera de la colaboración que, desde nuestro ángulo analítico, son producto de una divergencia en la visión de los problemas. Desde este análisis, a Estados Unidos le conviene ―escapar‖ y dejar al resto enclavados dentro.

2

―Brussels wants finance Rules back in US trade pact‖, FT, 27 http://www.ft.com/cms/s/0/191da83a-8775-11e3-ba87-00144feab7de.html#axzz2txbiQpSE

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enero,

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La debilidad del multilateralismo como han señalado Woods (2009) y Cooper (2006) entre otros, se aprecia en todas las esferas. Donde mejor funciono fue en las instituciones de Bretton Woods entre 1944 y los años 90 cuando la visión del mundo y los principios económicos e intereses estadounidenses se manifestaron sin mucha confrontación. El multilateralismo de Bretton Woods entro en crisis: 1. Tras la promesa del Consenso de Washington y su fracaso en la primera década del siglo XXI; 2. Debido a la pérdida de legitimidad del FMI por sus errores en Asia y América latina y 3. Por el papel del BM como líder de dicha agenda económica global del CW, impuesta de modo coercitivo a través de la condicionalidad cruzada. Según Woods (2008), el multilateralismo entro en una fase descendente de pérdida de poder y convocatoria dado que no lograba concretarse ninguna iniciativa: 1. Hubo el empantanamiento de la Ronda de Doha en la OMC; 2. Se observó la (dis) función del consejo de seguridad en los problemas de medio oriente; 3. Se percibió la irrelevancia del FMI ante la crisis del 2008; 4. Se concretó la pérdida de tiempo del Protocolo de Kioto y la agenda ambiental, La economía mundial se ve más precaria en el siglo XXI, más desigual, y menos gobernada que en las décadas anteriores porque la gobernanza no ha continuado al ritmo de la globalización y el crecimiento, dice Woods. Esto abre la interrogante de si el problema es la falta de Estado e intereses públicos en las negociaciones, o al revés, por el exceso de intereses privados. Ruggie (2004) define la gobernanza global como la gobernanza en ausencia del gobierno formal referido a la conducción de los asuntos públicos: tiene que ver con la constelación de reglas, instituciones y prácticas mediante las cuales cualquier colectividad tiene la autoridad para manejar sus asuntos. Agrega Ruggie que lo público en los asuntos de la gobernanza global incluyen ahora rutinariamente no sólo a estados, sino también actores sociales para los cuales el territorio no es el eje que organiza el principio, ni los intereses nacionales el conductor principal. La evidencia es, sin embargo, que sin las reuniones regulares del G20, de los jefes de Estado, a partir de noviembre del 2008, todos los demás intereses no hubieran logrado confluir para negociar. El G20 es un grupo informal de jefes de Estado construido a partir de lo que fueron reuniones de ministros de finanzas desde 1999 cuando se anticipaba la crisis del milenio para el año 2000 y querían coronar acciones para prevenirla. Los socios están duplicados por que Europa tiene una sobre representación equivalente al 50% de su PIB. Eso impide que Irán esté en la lista de los 271

primeros veinte países pero no impide que este Arabia Saudita en vez de Taiwán, reconocida como provincia de China. (ver cuadro) Esto asegura que la votación por el peso del PIB esté controlada. Europa tiene la suma de sus votos naturales, 18.87% de la economía mundial + los votos de Alemania, Francia, Italia, Espanha,y el Reino Unido, que son otros 14% dándole un total de votos de 32.14%, Japón tiene 5.55% y Estados Unidos tiene sus 19.72%, lo que le da al viejo G7, con esta pequeña trampilla, una mayoría absoluta de 56%. Esta sobre representación europea habla de la imposibilidad de aceptar la perdida de posiciones global.3 Es decir que ante la crisis del multilateralismo que no es únicamente estatal sino expresa la globalidad de socios, lo que emerge es la gobernanza global que debe de reflejar lo que piensan los gobiernos y los sectores autonombrados al grupo que tiene el poder para estar. Acá se refleja occidente básicamente; las empresas (B20); los centros de investigación (T20); la sociedad civil (C20); los sindicatos (L20) y los jóvenes (Y20). Woods argumenta (2010) desde una visión globalista que un FMI reformado ante la crisis debería de poder proporcionar una alternativa multilateral para las reservas nacionales y efectuar una vigilancia realzada de los tipos de cambio con el fin de tener una regla multilateral de mercado. Propone que la crisis del multilateralismo puede ser remontada con la ayuda de nuevas funciones, en especial en las instituciones de Bretton Woods como respuesta al llamado del G20 de Londres de ―una solución global para un problema global‖. Gilpin (2001) en este marco, recuerda que desde el final de la guerra fría los temas económicos se han vuelto más importantes de lo que eran. Recuerda al Profesor Hawtrey quien afirmó que: ―la relación entre los asuntos económicos y la seguridad nacional, en el largo plazo al menos, es recíproca.‖ (Hawtrey en Gilpin, 22-23, nota al pie 24) Esa es una verdad para las economías emergentes ahora que deben de cuidarse de intentos de desestabilización para impedir que continúen su curso. En este sentido, el análisis constructivista de las relaciones internacionales permite comprender la dinámica dentro del FMI y de la relación entre los Gobiernos y la institución. ―El constructivismo es la visión de la manera en que el mundo material se forma y forma por la acción humana y la interacción depende de las interpretaciones dinámicas normativas y epistémicas del mundo

3

El cálculo se ha hecho sobre el PIB medido en PPP de 100 países que suma el 96.55% del PIB global. El PIB de los demás 142 países y territorios no se tomaron en cuenta para este cálculo.. La fuente es CIA Factbook https://www.cia.gov/library/publications/the-world-factbook/rankorder/2001rank.html

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material.‖ (Adler, 90) Lo que se aprecia es que el cambio en los pesos es de tal talla que los actores estatales occidentales (incluido Japón) han construido una nueva instancia donde Europa está sobre representada para de esa manera poder construir una armazón institucional occidental que parezca global por que encierra a un conjunto de nuevos actores (G, B, C, Y, T), pero que son todos occidentales. Esto parece un esfuerzo de última instancia por mantener el poder occidental en un mundo donde nuevos países ya desplazaron algunos actores estatales y viene desplazando a otros. La no presencia de Irán en el G20 cuando, a pesar de todos los embates económicos y la guerra previa, está en la lista de las veinte economías mayores del mundo, es una indicación de la precariedad de la misma y de la estructura de poder global. Un esfuerzo de gobernanza global desde el análisis constructivista fue el encargo de un estudio por la presidencia de Naciones Unidas, ante el reto planteado por la crisis del 2008 a la gobernanza financiera global, a una comisión presidida por el Profesor Joseph Stiglitz de la Universidad de Columbia. Este trabajo de comisión se llevó a cabo entre los años 2008 y 2009 y fue aprobado y publicado por los 192 gobiernos representados en Naciones Unidas en junio de 2009 como el Report of the Commission of Experts of the President of the United Nations General Assembly on Reforms of the International Monetary and Financial System. El informe fue una respuesta constructivista globalista en busca de estabilidad económica global definida como un bien público global y se enfrentó a los intereses políticos y económicos de la gran banca, quedando encarpetado. Para Bolton (2000) un ―americanista realista‖ del AEI, la amenaza del globalismo constructivista le acecha. Ante la pregunta, ―¿Deberíamos tomar la gobernanza global ‗en serio‘? Tristemente, la respuesta es ‗sí‘, no sólo hoy, pero en el futuro previsible. Ha quedado en el pasado lejano el punto cuando se pudo admitir la aceptación desenfrenada y acrítica de lemas globalistas (‗soluciones globales para problemas globales‘). ―Desde el punto de vista americanista conservador, dice Bolton, ―Los costos para los Estados Unidos – en cuanto reducción de la autonomía constitucional, perjuicio a la soberanía popular, la reducción de nuestro poder internacional, y las limitaciones sobre opciones de nuestra política exterior y doméstica y sus soluciones – son de lejos demasiado grandes, y la comprensión actual de estos costos demasiado limitada para ser aceptable‖ (Bolton, 2000).

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Ruggie sostiene que los Estados Unidos y la gobernanza global se encuentran en un curso de colisión porque la agenda de la gobernanza global no sólo se ha hecho más atestada y diversa, sino que también se proyecta más profundamente dentro de la esfera doméstica de las políticas dentro de los estados, mientras que algunos temas lo jalan en la dirección contraria de un impacto de mayor universalidad y quizás de jurisdicción. Esto choca contra la visión americanista de la excepcionalidad y la exencionalidad sobre la que basa su mecanismo de dominación imperial. Ruggie sostiene que nuevos actores están en la esfera pública global. Estos incluyen corporaciones transnacionales (EMNs), organizaciones de la sociedad civil, los contratistas privados militares que comienzan a parecerse a los mercenarios de tiempos antiguos, y entidades ilícitas tales como redes transnacionales terroristas y criminales. Woods piensa en cambio que es posible fortalecer a los estados dentro del sistema multilateral y que la actuación de estos nuevos actores no es tan significativa. Termina diciendo Ruggie que el mundo de la gobernanza global no es necesariamente "más democrático", aunque se haya hecho más pluralista. Además, las enormes asimetrías de poder permanecen en su lugar - entre los estados, entre los estados y los nuevos actores; y entre el sector corporativo y la sociedad civil El problema parece estar en la privatización de la gobernanza bajo la dirección de las empresas trasnacionales y más específicamente de la banca trasnacional lo que señalaría una pérdida de democracia obligando a un tipo de participación del Y20 y C20 que tuviera el mismo tipo de escucha que el G20 y B20. La pregunta es quien escucha en este nuevo marco de gobernanza si ocurre ante la falta de gobierno formal. De este modo no se podría hablar de una perdida de hegemonía estadounidense sino de un traslado del poder hegemónico del Estado al sector privado americano. Esto requiere por lo tanto de una redefinición del concepto de hegemonía a la Gramsci donde el predominio cultural, diplomático, militar, económico y tecnológico no gire en torno al Estado sino al sector privado y a su lucha por colocar su agenda. (Davies, ) Así, por ejemplo, los paramilitares mencionados serian mercenarios del sector privado que no defienden una bandera nacional sino un grupo de intereses; el predominio cultural se apreciaría a través de los medios masivos de comunicación tanto de internet como de cable y no tanto por los institutos ‗nacionales‘: e.g. el Instituto Francés para América Latina (IFAL), el Instituto Goethe, British Council, Instituto Confucio, etc. etc.. El predominio económico se apreciaría en los flujos de capital de corto plazo y en la forma como se enseña la teoría y no en los programas de ayuda 274

oficial al desarrollo (AOD) diseñados en los años 50; y la fuerza diplomática esencial serían los grupos de presidentes del directorio reunidos en el B20 que dictan la agenda de los gobiernos del G20 al lado de los think-tanks adscritos a los intereses de las EMNs. Dicho esto, el problema de las instituciones multilaterales es triple: de un lado hay una crisis donde: 1. No parece haber posibilidad de que los estados converjan en unos intereses globales comunes y actúen en esa dirección. 2. Dentro de los Estados Unidos hay una resistencia tenaz a la globalización y al multilateralismo visto como globalismo. La visión ―americanista‖ sirve para imponer sus reglas del juego ya no desde el Estado sino desde el sector privado en una condición de excepción y exención propia de las reglas impuestas por ellos al resto del mundo. Es a esto a lo que se refieren el AEI y la Heritage Foundation que expresan los neoconservadores Bolton y Roberts en los breves textos citados y es la idea que predomina en la política exterior estadounidense, al margen del partido que gobierne. El ejemplo singular como instrumento es el concepto de acuerdo bilateral de inversión, y como política los tratados bilaterales de libre comercio. Son la ratificación de la muerte del multilateralismo estatal como esencia de la política exterior americana y su nueva ancla bilateral privada. 3. El tamaño de algunas empresas y bancos trasnacionales es mayor que el de algunos Estados y operan en numerosos países con lo que las restricciones estatales pueden quedar minimizadas por ejemplo, para el pago de impuestos, para el registro de sus operaciones exportadoras o para la subcontratación de personal, entre otras cosas. El FMI ante la crisis del 2008. ―La Gran Recesión‖, la crisis más importante desde 1929, se inició cuando el PIB del sector construcción de Estados Unidos comenzó a contraerse aceleradamente mientras los precios de los bienes raíces subían de manera incontenible. El valor de las acciones de las bolsas de valores de las economías maduras inició su descenso ante esta evidencia llevando a la pérdida de los colaterales tomados por la banca para prestar a los agentes en las bolsas. Esto fue acompañado de la pérdida de valor de las hipotecas en los Estados Unidos primero, y seguido por la quiebra de la banca de inversión en masa. El primer banco de inversión en quebrar fue Bear Stearns de Nueva York en marzo del 2008, seguido por Lehman Brothers, en setiembre, casi un año después de

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iniciado el descenso de los índices de bolsa.4 El contagio de la crisis financiera americana a la banca europea fue instantáneo dando lugar a los rescates bancarios más grandes de la historia y a la nacionalización de la banca en varios países, comenzando por el Reino Unido, a un gigantesco costo fiscal. El problema en Estados Unidos fue que la crisis estalló cuando ya tenían acumulado un alto endeudamiento público y venían con una política monetaria expansiva de tasas de interés cero o negativas desde el año 2003. Se ha argumentado que la creación de las llamadas ―exuberancias irracionales‖ en términos de Greenspan (2006)5 en los distintos mercados financieros es lo que llevo a lo que se denomina el momento Minsky en setiembre del 2008. (Kregel, 2012) Las burbujas se crearon dentro del mercado inmobiliario estadounidense y europeo y dentro de todos los mercados financieros internacionalizados. Así los precios de los commodities observaron un auge desde marzo del 2003, igual que los bienes raíces, las bolsas de valores y los mercados cambiarios de las economías emergentes. Se pudo observar el funcionamiento de un triple arbitraje operando desde los mercados maduros y grandes hacia los mercados emergentes. Esto dio pie a que la crisis global iniciada en el 2007 tuviera dos velocidades. Así mientras las economías maduras pasaron a partir del 2007 por el decrecimiento de los precios de los valores en el mercado financiero, la inversa continuó ocurriendo en las economías emergentes lo que empujo a tasas de crecimiento record a las economías primario exportadoras de América latina y África. La magnitud de la caída de los índices de precios de los mercados de valores maduros fue la mayor de su tipo desde que existe estadística y destruyó ahorros de manera significativa. Los gobiernos de las economías maduras tomaron conciencia en el 2008 que lo que seguía a la depresión de precios de activos financieros fue el cierre del crédito interbancario con sus consecuencias en el comercio naciónal e internacional lo que llevó a una caída del PIB y con eso al aumento del desempleo. A su vez, la naturaleza globalizada del mercado financiero contagió el problema de inmediato a los bancos de inversión europeos y japoneses que habían invertido en

4

Para un análisis detallado de los momentos de la crisis del 2008 al 2010 ver mi La Gran Mutación. El capitalismo real del Siglo XXI. IIEC UNAM 2013, capítulo 2. Una bitácora de la crisis desde el 2007 se puede leer en mi Regionalización y Crisis, Latindadd, Lima, 2009. 5

Remarks by Federal Reserve Board Chairman Alan Greenspan at the Annual Dinner and Francis Boyer Lecture of The American Enterprise Institute for Public Policy Research, Washington, D.C., December 5, 1996

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Estados Unidos y además puso de manifiesto que ellos mismos habían actuado del mismo modo lo que llevó a la quiebra de la banca inglesa, irlandesa y holandesa, que fue nacionalizada, y afectó a la banca japonesa y del resto de Europa que debió ser rescatada. Todo sumado los gobiernos debieron de coordinar algún tipo de política contra cíclica para restablecer el crecimiento primero y eventualmente reequilibrar las cuentas fiscales antes que llegara un problema de alta inflación. Con estos dos factores en mente, el presidente Bush de Estados Unidos convocó a los presidentes de 19 países ¬¬ los deudores y acreedores más grandes del mundo - en Washington D.C. en Noviembre del 2008 a la primera reunión del llamado G20. El G20 está compuesto por los deudores y acreedores más grandes del mundo. Los deudores mayores en montos absolutos son los miembros del denominado G7: Estados Unidos, Japón, Gran Bretaña, Francia, Italia, Alemania y Bélgica. Los acreedores más grandes del mundo en el 2008 eran China, Arabia Saudí, Rusia, Sudáfrica, Brasil, Corea del Sur, India, Singapur, México, Argentina¸ Indonesia, Australia y Turquía. El vigésimo miembro es la Unión Europea como tal, creándose una duplicidad de representación para los cinco países europeos del G7. El objeto era coordinar acciones para asegurar que los acreedores siguieran comprando bonos del Tesoro de Estados Unidos y continuaran dándoles crédito a los deudores y asegurar que el crecimiento de los acreedores sirviera para arrastrar la demanda de bienes y servicios producida por los grandes deudores, empantanados en tasas de crecimiento negativas ante la caída del consumo en sus países. Este grupo autonombrado G20 no usa las instancias del Consejo Económico y Social de la ONU ni el espacio del FMI sino que coordina a nivel político y a nivel económico de manera paralela a ambos de manera plurilateral imponiendo sobre el resto de los países sus decisiones. A esto se refiere la literatura como ―la nueva gobernanza global‖ y complementa las reuniones del G7 que sigue siendo de primos inter pares. Las cumbres del G20 son la expresión de la nueva estructura de poder global. La iniciativa la llevan los gobiernos de los países ricos altamente endeudados, sus empresas y bancos que discuten con los gobiernos de los países emergentes las políticas y nuevas reglas del juego que quisieran.

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El G20 y el papel del FMI Cuando se inició la crisis del 2008, el FMI, como se ha visto, estaba de salida como institución. Se encogía y había perdido credibilidad. Quizás, ante esto y tomando la ocasión, Bush decidió darle un espaldarazo. Siendo un brazo de política exterior era fundamental mantenerla operando. Ciertamente no era para rescatar ni financiar a los PRAES. Los problemas de estos son muy grandes para el Fondo y la institución no mantuvo su tamaño en relación al PIB mundial en el tiempo, desde su fundación. Entonces, la forma de fortalecer al Fondo no fue potenciando sus cuotas sino abriéndole una línea de crédito que mantiene la función de la institución pero detrás el poder lo controla el gobierno que garantiza el préstamo al Fondo que este a su vez coloca esos fondos al banco central que lo necesita. Esta es la esencia del NAB. Es la bilateralización del ente multilateral. En la columna derecha del cuadro 1 se puede apreciar que ya incrementadas las cuotas, para aquellos que si las pagaron, la realidad es que las economías emergentes grandes no están representadas en proporciona su PIB, como dice la formula, sino que hay una sobrerrepresentación Japonesa y Europea que ha quedado de los aumentos de cuotas de los años 70, cuando en efecto reflejaban los pesos de esas economías en el mundo. La resolución del G20 de Washington en Noviembre del 2008 se concentró en fortalecer el papel de las instituciones financieras internacionales como mecanismo para evitar que el contagio de la crisis fuera a arrastrar a todas las economías dentro de la dinámica de las PRAE como producto del cierre del crédito (credit crunch) que se produjo tras la crisis de Lehman Brothers, de setiembre. El cierre del crédito llevo a una caída del comercio internacional lo que llevo a una caída del PIB global en el 2009. Sin embargo, el triple arbitraje de tasas de interés, tipos de cambio y valor de activos estaba operando, de manera que los flujos de capital de corto plazo sirvieron para contener lo que hubiera podido ser una crisis aguda de balanza de pagos en las economías emergentes. Al mismo tiempo en los países emergentes las bolsas de valores se vigorizaron con estos recursos y las exportaciones de materias primas se vieron beneficiadas por los precios alzados por especulación, si bien el comercio inter industrial se vio afectado. En general el comercio internacional se vio afectado por el cierre del crédito lo que llevo a que los participantes de una reunión de la OMC urgieran al Banco Mundial y a los bancos de desarrollo regionales a que

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abrieran ventanillas de crédito de comercio internacional ante la comunicación del cierre del crédito de comercio y el alza de los márgenes cobrados.6 En esta primera reunión del G20 se acordó mayor cooperación macroeconómica para restaurar el crecimiento, estabilizar el sistema financiero a través de políticas monetarias, usar medidas fiscales para estimular la demanda doméstica mientras se tiene un marco de política macroeconómica conducente a la sostenibilidad fiscal. Entonces se enfatizó el papel del Fondo Monetario Internacional (el FMI) en la respuesta a la crisis mediante su nuevo mecanismo de liquidez – NAB - a corto plazo. Se acordó animar al Banco Mundial y otros bancos de desarrollo multilaterales a usar su capacidad en las áreas de infraestructura y finanzas comerciales. Finalmente allí se acordó que el FMI, el Banco Mundial y otras instituciones financieras internacionales tuvieran los recursos suficientes para cumplir con su papel en la crisis. 7 Este fue su renacimiento y su nuevo empoderamiento. Los grandes deudores le concedieron verbalmente a los acreedores de las economías emergentes, que estas instituciones debían ser reformadas para reflejar los nuevos pesos económicos de una economía mundial cambiante. Se acordó que las economías en vías de desarrollo deberían tener más voz y representación en estas instituciones y que se reforzara en el suministro del consejo macrofinanciero a las economías en desarrollo. Es decir, se mantuvo el papel norte sur de la institución y se le concedió la intención de una reforma en la estructura de poder en la hora de la necesidad. El problema como se aprecia en el cuadro 4 con datos del 2012 es que los miembros del viejo G7 tienen un PIB total apenas 20% superior al PIB de las siete nuevas economías emergentes, i.e. 31.8 bn de US$ versus 26.4 bn US$; la quinta parte de sus reservas internacionales y tres veces el nivel de deuda publica en el PIB. Las proyecciones de crecimiento del FMI para la década del viejo G7 son de un digito mientras las de las nuevas economías son de 5%.Por lo tanto, los países del G7 solo tienen que perder ante cualquier modificación de la estructura de votos.

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―World Bank urged to lift trade credit finance‖ en Financial Times, 11 de Noviembre, 2008. http://www.ft.com/cms/s/0/9ebcdfaa-b012-11dd-a795-0000779fd18c.html#axzz2spu6PcWv consultado 09 de febrero de 2014 7

G20 Declaration of the Summit on Financial Markets and the World Economy, Washington DC, November 15, 2008. http://www.g20.utoronto.ca/2008/2008declaration1115.html#causes

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Si se mide el crecimiento económico del año 2000 al 2012 salta a la vista que mientras las economías emergentes han crecido a tasas altas, las economías maduras han dejado de hacerlo. Esto es más verdad desde el año 2003 y puede dejar de serlo cuando los precios de los commodities regresen a sus niveles basados en oferta y demanda real y no en especulación derivada de tasa de interés negativas.. En marzo del 2009 hubo la segunda reunión del G20, esta vez en Londres, donde los jefes de Estado se reunieron con el nuevo presidente de los Estados Unidos quien favorecía una opción más abiertamente a favor de las economías emergentes. ―Una crisis global requiere de una solución global‖ fue el lema globalista que le abrió la puerta a los países emergentes a tomar un papel más activo en la demanda efectiva global. Se esperaba que eso fuera seguido por una regulación financiera global y por una nueva conferencia de Bretton Woods para organizar la arquitectura financiera internacional que se estaba fracturando bajo el peso de las quiebras bancarias y los hallazgos de manejos entre delincuenciales e irresponsables en los distintos mercados: el de la tasa LIBOR8, el mercado cambiario9, el de derivados10 y el mercado de commodities.11 Al mismo tiempo se anunció un fortalecimiento del FMI. En el acápite quinto de la declaración de Londres12 se dice en síntesis que van a triplicar los recursos disponibles al FMI a 750 mil millones de dólares, a través de una nueva asignación de derechos especiales de giro de 250 mil millones de dólares, asegurar 250 mil millones de dólares de apoyo para el financiamiento del comercio internacional, y usar los recursos de ventas de oro de FMI para beneficio de las finanzas concesionales para los países más pobres. En efecto, hubo una nueva emisión de DEGs durante el 2009 y hubo un intento de incremento de cuotas al Fondo para asegurar un cambio en el tamaño de voto. Allí terminó el compromiso político del G7 a la reforma. Evidentemente la perspectiva

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http://www.economist.com/news/finance-and-economics/21591245-admission-collusion-exposes-banks-furtherlegal-woes-fixed-harmony 9

http://www.economist.com/news/finance-and-economics/21587824-are-foreign-exchange-benchmarks-latest-bemanipulated-bankers-fx 10

http://www.forbes.com/sites/stevedenning/2013/01/08/five-years-after-the-financial-meltdown-the-water-is-stillfull-of-big-sharks/ 11

http://www.reuters.com/article/2014/01/14/us-banks-commodities-fed-idUSBREA0C1OG20140114

1212

http://www.g20.utoronto.ca/summits/2009london.html, consultado 09 de febrero de 2014.

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de pérdida de control de la institución por occidente, básicamente por Estados Unidos, convirtió en imposible el cambio prometido. (ver cuadro ) El tema de las cuotas había sido el eje de la reunión anual del FMI en Singapur en el año 2006. Dos años más tarde, en marzo del 2008 hubo un informe del Consejo Ejecutivo a la Junta de Gobernadores donde esencialmente le informan que se hará un cambio y que este será el reflejo de los pesos de las economías. El tamaño de la cuota se define como (FMI, 2008): CQS = (0.5*Y + 0.3*O + 0.15*V + 0.05*R )k Donde: la mitad es el tamaño del PIB, la O es el grado de apertura, la V el grado de variabilidad y la R las reservas internacionales promedio del año en cinco años. La k es un factor de compresión. La definición de V es el grado de variabilidad de los ingresos actuales incluyendo los flujos de corto plazo en un periodo de trece años tomando como promedio la desviación estándar de la tendencia trianual. Estas precisiones no evitaron que el cambio en los pesos de las economías vistos en el cuadro 1 se hiciera más evidente y que por lo tanto Estados Unidos que aplicar su derecho de veto para no perder el control sobre la institución. Para aprobar la reforma se requiere del 85% de los votos, pero Estados Unidos tiene el 16.75% de los mismos y no ha votado a favor tras cuatro años de introducida la votación, con lo que ha bloqueado la reforma, que a su vez era muy limitada en proporción al tamaño del cambio en la estructura económica global. ―La administración Obama condujo un esfuerzo en 2010 por la reforma de la gobernanza con el objetivo específico de reducir la influencia europea, incluyendo un compromiso explícito por países avanzados europeos para reducir su representación en el consejo y aumentar la voz y el voto de los mercados emergentes.‖ (Rediker, 2012) La administracion Obama convenció a los gobiernos europeos pero no pudo convencer a los congresistas del partido republicano en el Senado. El nuevo marco del FMI aprobado en el 2010 fue una continuación de las reformas de la gobernanza institucional de los años 2006 y lograron que aceptaran su reducción de cuota tanto el Reino Unido como Alemania y Francia, los socios europeos fundantes, mayores y más reticentes a perder votación. Efectuados todos los cambios en el papel, Estados Unidos no votó.

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El FMI tiene más recursos desde el año 2010 por el aumento de las cuotas que algunos bancos centrales han pagado aunque el sistema de votos no se ha visto modificado sustantivamente. Las nuevas cuatro economías emergentes que ahora están en el grupo de las siete mayores economías del mundo no tienen el voto correspondiente a su tamaño, población, y dinamismo. Lo que ocurrió es que tras convencer a los europeos a reducirse, los congresistas del partido demócrata no convencieron a los congresistas republicanos a ceder el control sobre lo que abiertamente consideran su brazo de política exterior más útil. Todo indica que para los americanistas los tratados bilaterales de comercio, inversión y seguridad son más útiles que los multilaterales. Así debe de entenderse, por ejemplo, la proliferación de tratados de preferencia comercial llamados TLCs en el momento de la fundación de la OMC, en 1992; los tratados bilaterales de inversión; el tratado de seguridad y prosperidad de América del Norte y los tratados del TPP del Pacifico y TTIP del Atlántico que finalmente reúne bilateralmente al agregado de TLCs. Todos son acuerdos bilaterales entre Estados Unidos y varios, uno por uno o con un organismo regional, como es la Unión Europea sustituyendo con acuerdos bilaterales los acuerdos multilaterales. Dos informes referidos al FMI aparecieron el 14 de enero del 2014 en Washington D.C.. Uno de Nelson y Weiss (2014) del Congressional Research Service donde se argumenta que con las reformas del 2010 Estados Unidos todavía mantendría su poder de veto singular, y advierten sobre el escepticismo de las economías emergentes en torno a las políticas del Fondo y como pueden preferir tener políticas comerciales y financieras menos alineadas con Estados Unidos. De otro lado se argumenta que la reforma es necesaria para mantener la legitimidad de la institución. El otro informe es de James Roberts de la Fundación Heritage13, americanista y neoconservadora, que argumenta en contra. Dice Roberts: ―Otro problema con el paquete de reformas (quizás aún más significativo) es el mandato de un Consejo Ejecutivo del FMI totalmente elegido. EE UU perdería su derecho unilateral de designar a su propio representante en aquel consejo. ¿Qué pasaría si otros países decidieran bloquear la elección del candidato

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James M. Roberts, ―Congress Should Block the Morally Hazardous IMF ―Reform‖ Package‖, Issue Brief #4124 on Foreign Aid and Developmen, Heritage Foundation, January 14, 2014 http://www.heritage.org/research/reports/2014/01/us-congress-should-block-the-hazardous-imf-reform-package. Consultado 10 de febrero de 2014

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estadounidense? El resultado sería una pérdida aún mayor de influencia estadounidense y poder en el FMI.‖14 Lo más saltante de la visión conservadora contras las reformas a la gobernanza es la idea que ―El FMI también ha potenciado la seguridad nacional estadounidense mediante las muchas condiciones impuestas con los préstamos, que son políticamente difíciles, pero, que de ser seguidas, le brindan estabilidad económica a regiones políticamente frágiles.‖ Termina James diciendo ―la búsqueda de una política de crecimiento prudente, de libre mercado, y de crecimiento pro económico es la mejor receta para todos los países miembros del FMI y no requiere de ningún recurso. Estos son los principios básicos de la Heritage Foundation y del Wall Street Journal y están en la base del Índice Anual de Libertad Económica‖ En realidad esta es la agenda americana en el Fondo y es la expresión de las políticas del FMI mismo y no va a variar. No hay ninguna reforma de la institución ni de adentro ni de afuera que lleve a un cambio de estos principios de forma que para los americanistas no tiene sentido potenciar la institución ni menos darle poder a los países emergentes, Así como esta, utilizan el multilateralismo existente como instrumento de su agenda de dominio. Sin duda esto los enfrente a las potencias emergentes. Para los países emergentes esos valores han servido de instrumento de dominio y no son interesantes; por lo tanto tienen un incentivo para crear otro conjunto de instituciones internacionales dado que estas no son reformables. Los instrumentos y sus beneficiarios. Ampliación de DEGs En la búsqueda de vigorizar el multilateralismo, en marzo del 2009 los principales deudores y acreedores del mundo acordaron en Londres fortalecer al FMI. Claramente la disponibilidad de recursos ampliados no estaba destinada a ellos mismos, sino al resto países del sistema internacional. Las primeras 38 economías expresan el 88% del PIB del mundo; las primeras 100 el 97%, las cuatro nuevas el 26%. Por esta asimetría es que para los miebros del G20 tienen los bancos centrales de Japón, Estados Unidos, Gran Bretaña y Europa, los mecanismos de swap cambiarios ya acordados entre los BRICs y el acuerdo multilateral de balanza de pagos de

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N.A. Debe de recordarse que con la reforma la dirección ejecutiva compartida seria de América del Norte.

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Chiang Mai por 420,000 millones de dólares. El Fondo potenciado es para el resto del mundo.(ver cuadro) El acuerdo décimo séptimo del Plan de Acción de Londres dice: ―Acordamos aumentar los recursos disponibles al FMI a través de la financiación inmediata de sus miembros por 250 mil millones de dólares, que posteriormente serán incorporados en un New Arrangement to Borrow15 (NAB por sus siglas en ingles), aumentando el monto por hasta 500 mil millones de dólares, y considerar tomar prestado del mercado si fuera necesario.‖ Apoyan igualmente un aumento sustancial en el financiamiento de al menos $100 mil millones a los bancos multilaterales de desarrollo (BMD), incluyendo para préstamos a países de bajos ingresos y asegurarse de que tengan el capital adecuado. El New Arrangement to Borrow (NAB) es un acuerdo entre 38 bancos centrales y el FMI para que estos le presten al Fondo recursos si el Fondo los necesitara para prestárselos a terceros países de bajos ingresos. Es el mecanismo que sustituye la falta de aumento en las cuotas que sería el camino multilateral natural para obtener mayores recursos para la institución. Estados Unidos, Japón, Gran Bretaña y Alemania son los cuatro principales bancos centrales dispuestos a prestarles recursos al Fondo por el 60% de lo que necesita el Fondo que son 370,000 millones de DEGs o 500,000 millones de dólares. Esta figura novedosa invierte la función del Fondo diseñada en 1944. En lugar de ser acreedor de última instancia se convierte en deudor de primera instancia en caso de crisis en las economías menores, lo que desvirtúa su sentido. Este fue el anuncio del G20 en Londres y se mantiene como el modus operandi desde entonces. En Londres esto fue seguido de dos compromisos imposibles de cumplir por los americanistas: ―Nos comprometemos a aplicar el paquete de reformas de cuotas y voz en el FMI acordado en abril de 2008 y llamar a que el FMI haga la próxima revisión de las cuotas en enero de 2011‖. En esa revisión se pudo constatar que los países europeos estaban a favor pero que Estados Unidos no había firmado. Luego se trasladó a octubre del 2012 la aprobación del aumento de cuotas en los congresos nacionales, concediéndole ese tiempo adicional a Estados Unidos, quien tampoco cumplió. El segundo campo que quedó vacante de cumplimiento tiene que ver con la demanda de democracia en la institución. Desde 1946 los directores ejecutivos de las instituciones de Bretton 15

Nuevo régimen ampliado para prestar

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Woods son nombrados arbitrariamente por los Tesoros de Estados Unidos y de Europa, con algunos resultados dudosos como los que se pudieron ver en la primera década del siglo XXI en el Banco y el Fondo. .En el BM hubo un Presidente amancebado con una funcionaria de la institución contraviniendo la política institucional en la lucha contra el nepotismo y en el Fondo hubo cuatro directores ejecutivos entre el año 2000 y 2011, algunos de los cuales tuvieron indiscreciones de su vida privada y otros pasaron a bancos que luego necesitaron de grandes rescates públicos. El problema sin embrago esta menos en la moral privada de las personas y más en la democracia y transparencia que debería de existir y los requisitos que deberían de cumplir, privados y profesionales. En el congreso de los Estados Unidos hubo un debate en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado en marzo el 2010. ―Las instituciones financieras internacionales presentan a los Estados Unidos con una oportunidad de mantener su influencia, atender asuntos de seguridad nacional y proporcionar el liderazgo global en una era cuando la economía americana puede no ser más la fuente aplastante de poder una vez era.‖(U.S Congress, 2010, p.18) Agregan que el Congreso no ha aprobado fondos para la banca de desarrollo en muchos años y que están con más de mil millones de dólares en retrasos de aportes a la banca multilateral (21-22) incluyendo el Fondo, lo que debilita el liderazgo global, pero acentúa el apalancamiento de su influencia con pocos recursos. Este es uno de los puntos de fricción con las nuevas potencias emergentes pero es la expresión de la paradoja del prisionero en marchas. Estados Unidos escapa de sus responsabilidades para con las instituciones pero las utiliza para/contra el resto de los asociados utilizando los recursos del resto, la gran palanca, considerando que ponen pocos fondos propios. La resolución 20 de la declaración del G20 de Londres dice que ―Estamos de acuerdo en que el liderazgo de las instituciones financieras internacionales debe ser nombrado a través de un proceso de selección abierto, transparente y basado en el mérito‖. Este ha sido un tema que proviene de las economías emergentes que perciben que el Fondo utiliza su dinero pero no les da el poder, igual que con el mecanismo del voto, donde funciona un ―nadie sabe para quién trabaja‖. Los países grandes emergentes le dan dinero a la institución controlada por las economías maduras para que estas controlen la marcha de las otras 160. Brasil, India y Rusia aportaron al NAB 8,740 millones de DEGs cada uno en compromiso de préstamos, mientras China aporto un compromiso de 31,217 millones de DEGs sumando 56,000 millones de DEGs sin tener ninguna relevancia en la decisión de cómo se utiliza, en el caso que llegara a necesitarse.

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La manera de la elección de la primera directora ejecutiva mujer Mme Lagarde, ex ministra de Finanzas de Francia, es un caso concreto. Al salir Dominique Straus Kahn del cargo por conducta impropia en plena crisis de Grecia, en mayo del 2011, quedo vacante la Dirección Ejecutiva del Fondo y se presentaron dos candidatos. Uno del propio Fondo (que había sido director adjunto tres años) que venia del Banco de México y otra por el G7. Dada la estructura de votos, gano ella cinco semanas después. Lo importante es que no se presentaron candidatos de los BRIC y que el candidato de México era un hombre del propio Fondo, no alguien que hubiera introducido reformas ni hecho cumplir las pactadas en el 2010. Para Estados Unidos se trató de un tema de continuidad por que el acuerdo de que el Fondo lo lidera un europeo y el Banco Mundial un norteamericano podría haberse visto vulnerado si apoyaban al candidato mexicano. Para el secretario del Tesoro el dilema era que apoyar a un no europeo podría significar perder el control del Banco Mundial en las siguientes elecciones lo que significaría un debilitamiento de los Estados Unidos en la esfera global.16 Con este mismo razonamiento Estados Unidos ha bloqueado la duplicación de las cuotas al Fondo y la elección democrática de los representantes al Consejo Ejecutivo y mantenido el apoyo al NAB que es el camino hacia la privatización del FMI. Han abierto el camino para que los gobiernos le presten al FMI con las tasas de interés preferentes del Fondo que es deudor AAA, y el siguiente paso es que el propio Fondo emita bonos en el mercado abierto en DEGs, al estilo del Banco Mundial (bonos no denominados en dólares). La explicación de esto es que los préstamos del NAB están controlados por el propio donante mientras que ―soltar más recursos‖ al FMI implica perder ―el control‖ lo que para los americanistas es sinónimo de debilidad. Dentro de este encuadre, el papel del Fondo en Europa queda definido como ―supervisor de políticas‖ (no ponen el dinero pero ponen las condiciones y las supervisan) y como ―policía‖: Si no aprueban los avances, los acreedores europeos no desembolsan. El argumento es que Europa tiene los recursos para resolver su propia crisis y no necesita del ente multilateral con lo que se le ha subrayado la naturaleza norte sur a la institución y además se le ha recortado la posibilidad de regresar a ser multilateral no solo en el control sino en el uso de los recursos.

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Ver las discusiones en la prensa. En particular http://www.bloomberg.com/news/2011-06-06/geithner-maysupport-lagarde-for-imf-to-keep-u-s-leadership-of-world-bank.html y http://www.economist.com/news/leaders/21595904-if-ever-europe-needed-competent-reformer-new-ideas-it-nowlagarde-president. http://www.theguardian.com/business/2011/may/22/osborne-supports-christine-lagarde-imf

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Esto les abre a los cuatro países del bloque BRIC la pregunta de para qué están activos en el Fondo Monetario si ellos ponen el dinero pero no lo controlan, ni controlan el sistema de votos ni pueden participar en la elección de la dirección ejecutiva. Es evidente que no es posible aspirar a una reforma democrática que no sea trancada en el congreso de Estados Unidos por el ala americanista. Posiblemente sea esta frustración lo que llevo a la declaración sobre la creación de un nuevo fondo de los BRICS y una nueva arquitectura financiera a partir de los emergentes. 17 Esta manera de control institucional y la agenda del Fondo están detrás de todos los esfuerzos regionalistas, reales o ideales en marcha. En este marco cayó Strauss Kuhn y subió la ex ministra de Finanzas de Francia, Mme Lagarde a la dirección ejecutiva. Los PRAE, los problemas fiscales y su deuda. Europa y el FMI Los países ricos, miembros de la Organización de Cooperación para el Desarrollo Económico OCDE son aquellos que tienen más de 10,000 dólares de ingreso por habitante promedio y que en general han sido el modelo tras el cual se ha diseñado las políticas macroeconómicas 18. La categoría País rico altamente endeudado (HIRC por sus siglas en inglés) se ha compuesto utilizando los mismos criterios del Banco Mundial para la definición los países pobres altamente endeudados (HIPC por sus siglas en inglés). El criterio es más de 10,000 dólares de PIB per cápita y un rango de endeudamiento público total de sobre 240% de las exportaciones. La medición del nivel de reservas es una referencia general dado que algunos de los países de la OCDE tienen bancos centrales emisores de monedas de reserva. En general, salvo Japón, tienen un bajo nivel de reservas medido en meses de importaciones. Estados Unidos tiene menos de un mes de reservas (191,916 millones de dólares de importaciones mensuales y 150,000 millones de reservas internacionales) Gran Bretaña tiene para dos meses de importaciones, (105,000 millones de reservas y 56,000 millones de importaciones mensuales); Alemania tiene para dos meses y medio, (248 mil millones de dólares de reservas y 101 mil millones de importaciones mensuales). Japón tiene en términos netos (reservas menos deuda pública) una posición frágil. Tiene ocho veces más deuda pública en yenes que reservas internacionales. Francia tiene reservas

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―BRICS to commit $100 billion to FX fund, completion a way off‖, Reuters , St. Petersburg, Russia Thu Sep 5, 2013, http://www.reuters.com/article/2013/09/05/us-mp-g20-brics-idUSBRE9840E020130905, consultado11 de febrero de 2014 18

La información básica de salarios sale de Wage Development Infographic en http://www.etui.org/Topics/Crisisausterity-alternatives/Wage-development-infographic consultado 22 de febrero de 2014.

287

internacionales para tres meses y medio de importaciones, pasando el requisito mínimo de tres meses establecido como indispensable por el Banco Mundial.19 El modelo arquetípico de PRAE es la economía de Estados Unidos: Poca recaudación fiscal total, (15% del PIB), pocas reserva (un mes de importaciones), mucha deuda (106.4% del PIB) y poco crecimiento de largo plazo, con desempleo juvenil (16.2%) debajo del promedio de la OCDE aunque pobreza creciente. Para observar el proceso de reformas económicas para atender los problemas de los PRAES, el más antiguo es Gran Bretaña, primer ajustador reformador desde inicios de los años 80. La evidencia (ver cuadros al final del capítulo) muestra que tiene recaudación fiscal alta (40% del PIB), su deuda es muy alta (94% del PIB), sus reservas muy bajas (dos meses de importaciones) y el desempleo juvenil muy alto (21%) y creciendo muy aceleradamente; el salario real ha bajado desde el inicio de la crisis en 0.53% sin impactar sobre exportaciones pero si sobre el consumo lo que ha llevado al PIB a un estancamiento (0.2% de crecimiento del PIB 2012). La interrogante es si en el corto plazo el manejo de la deuda pública utilizando las mismas variables – devaluar, bajar salarios, exportar más, atraer capital extranjero, cobrar más impuestos, y una reducción unilateral del saldo de la deuda – que se usan para los países pobres altamente endeudados (HIPC) son suficientes para resolver el problema de deuda y crecimiento o si se abren interrogantes sobre el posible uso de la inflación como mecanismo de absorción de la deuda en el mediano plazo. Lo que está en cuestión en Europa es el contrato social surgido desde el fin de la segunda guerra mundial que le abrió paso a un capitalismo renano distinto del capitalismo estadounidense. Esto se hizo en Estados Unidos en principio sobre la base de pocos directos impuestos para los ricos, pocos impuestos indirectos (ver cuadro 5) y grandes gastos públicos para su beneficio en Estados Unidos (Galbraith, 1992); mientras que en Europa y Japón sería al revés, altos impuestos directos a los ricos, altos impuestos indirectos y grandes gastos sociales redistributivos. A partir de los años 80 se pudo ver en Estados Unidos un déficit fiscal acumulado creciente que se acentuó durante los gobiernos de Bush hijo, conduciendo a un muy alto nivel de endeudamiento público en la primera década del siglo XXI mientras bajaban más los impuestos a los ricos. En Europa

19

Los datos son al 2012 fuente CIA FACTbook factbook/geos/fr.html consultado, 22 de febrero de 2014,

https://www.cia.gov/library/publications/the-world-

288

comenzó un proceso de endeudamiento para mantener el ritmo de crecimiento y para lograr la convergencia económica desde los años 80. Fue así como Estados Unidos y los 15 países de la zona Euro tenían en promedio aproximadamente el mismo nivel de endeudamiento público al inicio de la crisis en el año 2007. (Ver cuadro 2) Debajo del promedio Europeo se encontraban Irlanda, España y el Reino Unido con menos de 50% de deuda pública sobre PIB. Por encima estaban Francia, Alemania, Italia y Grecia con el endeudamiento en un rango de entre 70% y 110% del PIB. Para establecer la zona Euro se había pactado en Maastricht en 1992 que los rangos macroeconómicos tendrían una deuda publica debajo de 60% del PIB, los déficit fiscales estarían debajo de 3% y la inflación 1.5% encima de los tres mejores países con menor inflación en la zona. El año 2008 estaban debajo de 60% de deuda la República Checa, Dinamarca, Finlandia, Irlanda, Luxemburgo, Noruega, Polonia, Eslovaquia, España, Suiza y el Reino Unido. Todos los otros estaban por encima del umbral pactado como límite. La quiebra de la gran banca llevo a que los gobiernos intervinieran a su favor al mismo tiempo que coordinaran políticas contra cíclicas en el G20. Como resultado, los déficits fiscales se dispararon. Lo que siguió fue el diagnóstico de parte de la Comisión Europea en el 2010 del alto déficit fiscal como resultado del sobre consumo, con la subsecuente recomendación de baja del gasto fiscal mediante la baja de salarios y el desmontaje del estado de bienestar, incluso en Gran Bretaña donde en esencia ya se había llevado a cabo en los años 80 con Thatcher. El resultado al 2013 fue un aumento del índice de deuda en el PIB y un gran estancamiento económico como se había visto en América latina en la década del 80. (Ver cuadro 2) A menor consumo, menor crecimiento del PIB y menor recaudación tributaria indirecta, lo que lleva al aumento del índice. Todos se volvieron PRAES a partir de los ajustes. Los países que tenían los indicadores altos vieron poca variación en ellos. Bélgica, Italia e Islandia, que estaban en la zona de 100% del PIB en el 2008 vieron su indicador deuda/PIB crecer en alrededor de 25% entre 2008 y 2013. Otros que tenían mucho menos deuda, como Gran Bretaña, Irlanda, Portugal y España, la vieron doblar en se periodo. Lo notable es que la crisis y sus políticas llevaron no a una reducción del déficit fiscal sino a su aumento con el consecuente aumento de la relación deuda PIB. El argumento es la baja del costo salarial unitaria para compararse al resto de la región y que por esto hay que reducir el gasto público y a través de eso 289

el salario real. Lo cierto es que la crisis fue causada por el rescate de los bancos, no por salirse del mercado internacional por altos costos salariales unitarios. La consecuencia de las políticas aplicadas se ven en el desempleo juvenil que de mayor a menor afecta a Grecia, España, Portugal, Italia, Eslovaquia, Irlanda más del doble de lo que afecta al resto de Europa. (Ver cuadro 3) Con la crisis, el desempleo juvenil ha crecido del 13.4% de la población juvenil para el total de la OECD al 16.3% (21.3%). En los países donde están sobre ajustando como Irlanda, España, Portugal, Grecia y Gran Bretaña, la tasa ha doblado con incrementos del desempleo juvenil que van del 236.7% en Irlanda al 72.1% en Gran Bretaña entre 2008 y 2013. Este brutal incremento del desempleo juvenil debería de haberse reflejado en el descenso de los costos unitarios laborales. Desafortunadamente la base de datos del OCDE termina al 2011 segundo trimestre y no permite ver una tendencia. Hasta esa fecha no hay cambio de tendencias significativos en los países, con pocas excepciones. La autocrítica: la nueva dirección francesa y el multiplicador fiscal. Durante décadas se han efectuado críticas sobre el Fondo. Una es sobre su transformación en 1975 en una institución norte sur que dejo de mirar lo que es más importante para la economía global: la dinámica de las economías líderes. Otra es su relación con gobiernos dictatoriales. Una tercera es el tamaño de los ajustes y el empobrecimiento de la población. Una cuarta tiene que ver con la esencia antidemocrática y poco transparente de la elección de la dirección ejecutiva. Sobre esto, la llegada ―por sorpresa‖ de la crisis en el 2008 y el silencio de la institución cuando las bolsas de las economías maduras venían en picada desde agosto del año 2007 mostro su inutilidad. La parálisis en el momento crítico evidencio su desconcierto. A los que había que asesorar era a los tesoros de las economías maduras y las economías que debían ser rescatadas eran las maduras, pero el Fondo estaba mirando lo que le pasaba a los emergentes, que estaban en pleno auge como efecto natural de la crisis y del desplazamiento de capitales de corto plazo en un mundo sin control en las cuentas de capitales mientras su director ejecutivo estaba distraído en asuntos personales.20 ¿Acaso se dejan asesorar las economías maduras? La asimetría de la relación del Fondo con sus países miembros se puso en evidencia. La explicación del rol que cumple en Europa como parte de la Troika tiene que ver con que la Comisión Europea no quiere

20

Strauss Kahn estuvo en el cargo entre el 1 de noviembre del 2007 y el 18 de mayo del 2011 y dimitió por problemas judiciales.

290

ser vista como la responsable de políticas antipopulares aunque en los hechos es la responsable última de las políticas de ajuste criticadas más abajo por el mismo Fondo. La misión fundante del FMI es advertir a todos los agentes sobre lo que ocurre en la economía global y estudiar la dinámica interactuación entre las economías maduras y las emergentes y sus efectos sobre las de menor desarrollo. En este sentido estrecho la oscura elección de Lagarde busca recuperar la legitimidad institucional a través de su actuación personal e institucional. No parece actuar como portavoz de la gran banca ni del Tesoro de Estados Unidos, como directores anteriores desde los años 70 hasta ahora. El espíritu renovador de Lagarde se traduce por ejemplo en la afirmación inédita del FMI en el World Economic Outlook de octubre del 2012 donde se dice que si los multiplicadores fiscales subyacentes a los pronósticos de crecimiento eran de 0.5% en la realidad, con los hallazgos en las investigaciones efectuadas con datos post la gran recesión el multiplicador se encuentra entre 0.9 y 1.7.(p.43) Esta afirmación institucional, enfrenta al FMI con la Comisión Europea y con el Banco Central Europeo que están financiando los rescates y que están opuestos a una versión edulcorada de los planes de ajustes fiscal y reducción del consumo. La nueva dirección parece estar orientada a dar la impresión de que el objeto de sus políticas no es la concentración del ingreso y que hay seriedad académica detrás y no solo intereses político o grupal de parte de los acreedores y del Tesoro americano. Abundando en este sentido se ha hecho la crítica al FMI sobre el tamaño y el sentido del ajuste desde los años 60 cuando salieron las primeras de Liechstenztejn y Couriel en Montevideo en 1967 que advirtieron que el tamaño del ajuste fiscal iba a tener un impacto dramático sobre el consumo y la pobreza. Ellos indicaron entonces que el problema fiscal del Uruguay era debido el costo de la deuda pública, de la inversión fija, y no de los salarios. Las criticas siguieron en los años 80 (Griffiths Jones, 1988) en la Argentina en trabajos de Roberto Frenkel (1985); en Brasil en trabajos de Bresser Pereira (1987); en el Perú en trabajos de Dancourt (1986), Ugarteche (1986); las críticas de Tello en México están igualmente documentadas. En principio habían problemas con el diagnóstico del FMI sobre la deuda: el primero era que recargaba toda la responsabilidad del problema fiscal dentro de cada economía y no tomaba en cuenta que un fenómeno que afecta un conjunto de países en simultaneo no es responsabilidad de cada uno sino que hay factores externos comune3s desencadenantes que se encuentran con situaciones nacionales diversas. El tema en 1981 fue que la tasa de interés estadounidense llego a 291

los niveles más altos de la historia por una combinación de una política monetaria restrictiva (Volcker) y una política fiscal expansiva (Reagan). Lo que siguió fue un efecto cartera. Dadas altas tasa de interés, los inversionistas institucionales venden sus posiciones en commodities y compran bonos dentro de la racionalidad de la teoría de los mercados eficientes. Es fue lo contrario a lo que ocurrió en el año 2003 y semejante a lo que comenzó a ocurrir en el 2013. El segundo es que estuvieron dispuestos a reducir el salario real al mínimo indispensable con tal de asegurar la rentabilidad de la banca acreedora y de trasladar los recursos del consumo deprimido hacia Estados Unidos a través de los pagos del servicio de deuda. De esta forma al final de una década América latina debía el doble que al principio pero había transferido una porción significativa de su PIB. La reducción del consumo contrajo el PIB mientras que la refinanciación de la deuda la abulto. La combinación es que la relación deuda/PIB se deterioró en lugar de mejorar, como en Europa actualmente entre el 201`0 y 2013. Este sobre ajuste que ha sido saludado por diversos economistas ortodoxos ahora se sabe que tiene su origen en una falla de cálculo. La impresión que quedó en los años 80 fue que el sentido del ajuste era acabar con las políticas de sustitución de importaciones y con cualquier rezago keynesiano que hubiera podido quedar. Se instaló con el ajuste económico una visión teórica que liquidó - donde lo permitieron - al estado de bienestar y la teoría económica estructuralista. En América latina hubo relativamente pocos estados de bienestar y estuvieron concentrados en el Cono Sur. La eliminación de los mismos en esa zona estuvo por tanto más cargada políticamente. Hay una simetría entre gobiernos autoritarios en el cono sur y acuerdos con el FMI: e.g. Argentina (Martínez de Hoz, 1976, General Videla –Convenios standby agosto, 1976 y septiembre, 1977), Chile (Fernando Léniz Cerda,

1974, General Pinochet –Convenio standby Febrero, 1974) y Uruguay (Forteza y

Alejandro Végh Villegas, Convenio Stand by junio, 1972 y enero, 1975, Bordaberry). Lo que mejor expresa el sentimiento sobre los ajustes y las reformas es el texto El ladrillo (1992) de Sergio de Castro escrito antes del golpe de Chile y cuyas políticas fueron puestas en marcha en setiembre de 1973 apenas ocurrido el golpe, previo al acuerdo con el FMI. Este trabajo introduce la teoría monetarista en la política económica latinoamericana y elimina el estructuralismo de Prebisch y el keynesianismo. No hay ningún reconocimiento que la teoría monetarista a su vez fue retirada por ineficiente.

292

Con estos antecedentes institucionales, el jefe de investigaciones del Fondo y profesor de MIT, descubrió que el cálculo del multiplicador fiscal estaba subestimado y explica el cálculo llevado a cabo por ellos. (Blanchard O., & Leigh, D., 2013) Esto lo que implica en términos de política fiscal es que no se necesita contraer el gasto público en los grados en lo que lo vienen haciendo los países europeos sujetos a la condicionalidad de la Troika en la crisis del 2010 en adelante. La Troika es el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el FMI. Blanchard y Leigh afirman: Bajo expectativas racionales y suponiendo que los pronosticadores utilizan el modelo correcto para el pronóstico, el coeficiente en el pronóstico de la consolidación fiscal debe ser cero. Si, por otro lado, los analistas subestimaron los multiplicadores fiscales, debe haber una relación negativa entre las previsiones de la consolidación fiscal y los errores en la predicción del crecimiento posterior. En otras palabras, en este último caso, las decepciones de crecimiento deben ser mayores en las economías que planearon más recortes fiscales. Esto es lo que encontramos (2013).

El trabajo del director de investigaciones del FMI y su asociado se centran en buscar la verdad sobre la caída de las economías europeas cuando estaban esperando que resucitaran de manera rápida tras una etapa de moderación y no una contracción sustantiva del crecimiento con un impacto muy adverso en el empleo . Hay varias razones para esto. La primera es que los ajustes fiscales no pueden tener una contrapartida crediticia cuando las tasas de interés están en el umbral cercano a 0. Es decir, no puede existir un mecanismo de estímulo que compense la contracción fiscal. Un trabajo de Almunia et al (2010) citado por los autores efectuado con datos de 27 países en los años 30, cuando las tasas igualmente estaban en el umbral de 0% dio como resultado que el multiplicador fiscal era de 1.6. Es decir que por cada 1% de contracción fiscal, el PIB se contrae 60% más. Un ajuste del gasto público de 2% lleva a una reducción del crecimiento del PIB de 3.2% en este ejemplo. La segunda razón dicen los autores es que ―baja producción e ingresos más bajos, junto con un sistema financiero funcionando mal, podría implicar que el consumo ha dependido más de ingresos corrientes que de ingresos futuros y que la inversión puede haber dependido más de los beneficios corrientes que de los beneficios futuros, con ambos efectos conduciendo a mayores multiplicadores‖ (Eggertsson y Krugman, 2012 en Blanchard y Leigh, 2013). La tercera razón es que se ha encontrado que los multiplicadores fiscales son propensos a ser mayores cuando hay una gran cantidad de capacidad instalada ociosa en la economía (Blanchard y Leigh, 2013). 293

El tema de la reforma del sistema de votación igualmente ha enfrentado a la nueva directora con la dirección estadounidense. Ella ha hablado en foros en la China y la India sobre la necesidad de cambiar el sistema de votación y darles más poder a sus representantes. Este enfrentamiento con el poder real estadounidense llevo a que la directora haya sido explicita en la ayuda que la institución no necesita. Según el blog de Bloomberg/BusinessWeek: BLOG: The U.S. and Europe Are Blocking Global Cooperation21 hay la voluntad institucional de llevar a cabo las reformas que están siendo trancadas por los gobiernos de Europa y Estados Unidos, aunque se ha visto que algunos gobiernos de Europa están a favor de las mismas. Este tipo de toma de posición anti G7 es novedosa para la dirección institucional. No hay ninguna referencia de que se establezca una cláusula democrática en la institución como la establecida la Unión Europea a propósito del golpe de estado peruano en 1992. Como se sabe, las instituciones de Bretton Woods eran activas participantes del gobierno antes y después del golpe del 5 de abril, con personal suyo instalado en los ministerios en Lima para administrar el proceso de ajuste y las reformas en marcha, pudiéndose considerar el ―partido político‖ del régimen golpista. La necesidad de que las instituciones de Bretton Woods contemplen una cláusula democrática como parte de sus acuerdos y se desmarquen de los regímenes dictatoriales con los que están o han estado asociados, como se ha visto, es un reto para la institución. Este no es un tema aun de autocrítica. La asociación con golpes de Estado civiles o militares como medio para poner en el sendero a la economía de un país indica la indiferencia de la institución multilateral a los temas democráticos, como antes fue ciego a los temas de corrupción 22. Indica más bien su sujeción a la agenda política de Washington. De lo que queda poca duda es que la institución de hoy está orientada más hacia las economías más pobres, las llamadas economías de menor desarrollo dado que las demás parecen haber encontrado en los bancos centrales más grandes, la asistencia que necesitan cuando ocurren catástrofes cambiarias. La naturaleza de las crisis cambiarias del siglo XXI ha dejado estar centrada en la deuda pública de largo plazo y ahora está más bien centrada en los flujos de capital de corto plazo que pueden ser determinantes para establecer nuevos equilibrios cambiarios. En

21

http://www.businessweek.com/articles/2012-06-14/imf-to-the-u-dot-s-dot-and-europe-help-not-wanted

22

Ndikumana, L. & Boyce, J. K. (1998). Congo's Odious Debt: External Borrowing and Capital Flight in Zaire. Development and Change, 29, 195 -217.

294

los casos de Argentina y Turquía de enero del 2014, el riesgo político y la inflación sumados movilizaron los capitales de corto plazo cuando se percibió que los rendimientos estaban mejorando en las plazas neoyorkinas, produciendo un terremoto cambiario. Para concluir Hay una crisis en las instituciones de Bretton Woods que tiene que ver con su representatividad y función en un mundo post pax americana y post Estados unidos céntrico. El mundo multipolar emergente después del final de la Guerra Fría ha colocado nuevos actores grandes y desplazado a actores tradicionales que han perdido impulse o relevancia. En este marco hay un problema dentro de Estados Unidos donde parece haberse instalado una visión del mundo americanista en la política exterior que aunque no gobierna, es la que define las políticas. La agenda del nuevo proyecto Americano es la que se viene siguiendo en todos los campos y es la que impide que pueda darse un proceso de reformas en estas instituciones. No obstante estas dificultades parece haber en marcha un proceso de autocriticas que conducen hacia las reformas y todo indicaría que la dirección del Fondo estaría dispuesta ver cambios significativos dentro de la institución con tal de no perderla. La evidencia sin embargo es que los nuevos actores que tienen el dinero y la dinámica económica no tienen la capacidad de modificar la marcha institucional. Esto transcurre al mismo tiempo que entraron en crisis los países ricos que estaban altamente endeudados. La existencia de esta categoría y la dificultad para encontrarle una salida a sus problemas de alto endeudamiento es parte de un problema que el Fondo no está mirando pero debería de hacerlo por mandato fundante. El G20 ha logrado reunir a los principales deudores y acreedores pero en un escenario donde ―la cola mueve al perro‖ o ―los patos le disparan a las escopetas‖. Los grandes deudores escasamente están en posición de ponerle condiciones al sistema internacional pero lo vienen haciendo, encontrándose con la irritación creciente de los nuevos actores, dentro de los cuales están México y Brasil de América latina. Los grandes deudores han logrado colocar a los grandes acreedores de rehenes de sus movimientos de capitales de corto plazo. La respuesta de los nuevos actores parece estarse esbozando en la dirección de crear mecanismos propios, de bloque y regionales, de apoyo a la balanza de pagos y dejar al Fondo Monetario a que

295

muera de inanición. Los esfuerzos por salvarlo parecen estar cayendo en saco roto ante la Resistencia de los americanistas dentro del congreso Americano. El campo está abierto para nuevas instituciones internacionales y regionales con otra conformación de poder donde los países ricos altamente endeudados no impongan condiciones ni ideológicas ni teóricas. Referencias: Adler,E., Communitarian International Relations: The Epistemic Foundations of International Relations (London and New York: Routledge, 2005), Almunia, M, A. Benetrix, B. Eichengreen, K. O‘Rourke, and G. Rua, 2010, ―From Great Depression to Great Credit Crisis: Similarities, Differences and Lessons,‖ Economic Policy, Vol. 25. Blanchard O., & Leigh, D., 2013, ―Growth Forecast Errors and Fiscal Multipliers‖, IMF Working Paper, WP/13/1, January Bolton, J. R. (2000), ―Should We Take Global Governance Seriously?‖ Chicago Journal of International Law, 1 (Fall). de Jonquières, G. (2010), ―Wanted a New Model of Multilateralism‖, Bridges, 14, No. 2, 4. Eggertsson, Gauti B., and P. Krugman, 2012, ―Debt, Deleveraging, and the Liquidity Trap,‖ Quarterly Journal of Economics, pp. 1469–513. FMI (2008), Reform of Quota and Voice in the International Monetary Fund—Report of the Executive Board to the Board of Governors, March 28 Gilpin, R (2001), Global Political Economy. Understanding the international economic order , Princeton U. Press. Hawtrey, R, (1952) Economic Aspects of Sovereignty, Western Printing Services, London Lloyd, P., 2012. ―Multilateralism in Crisis‖. ARTNeT Working Paper No. 114, June, Bangkok, ESCAP. Available from www.artnetontrade.org. Lichsztensztejn, S y Courie, A., s/f "Algunos aspectos teóricos del FMI: análisis crítico" (mimeo.). Martin, L. (1993) ―The rational state choice of multilateralism‖ in Ruggie, J.G., Multilateralism Matters, Columbia U. Press, N.Y., pp. 91-124. Nelson, R. & Weiss, M. (2014) ―IMF Reforms: Issues for Congress‖, Congressional Research Service, 7-5700 www.crs.gov, R42844, January 14.

296

OECD (2013), "OECD Economic Outlook No. 94", OECD Economic Outlook: Statistics and Projections (database). doi: 10.1787/data-00676-en (Accessed on 18 February 2014) Rediker, D. (2012), ―Losing at the IMF‖, Foreign Policy, http://www.foreignpolicy.com/articles/2012/10/10/losing_at_the_imf?page=full,consultad o 10 February 2014. Ruggie, J. G. (2004), ―American Exceptionalism, Exemptionalism and Global Governance‖, February 2004 Harvard Kennedy School of Government, Faculty Research Working Papers Series RWP04-006 United States Congress, (2010), ―The International Financial Institutions: a call for change.‖ A Report to the Committee on Foreign Relations. United States Senate. One Hundred Eleventh Congress, Second Session, March 10 Woods, N. (2008) ‗Governing the Global Economy: Strengthening Multilateral Institutions‘. International Peace Institute, Policy Paper, June. Woods, N (2010) Global Governance after the Financial Crisis: A New Multilateralism or the Last Gasp of the Great Powers? In Global Policy, Volume 1, Issue 1, Article first published online: 27 JAN 2010

297

Cuadro 1. Clasificación de las principales 14 economías del mundo por tamaño del PIB medido en PPA Reservas internacionales (USD)

PIB en PPA (USD)

Deuda pública/ PIB**(%)

Peso en la economía global*

Cuota en el FMI % del total

Estados Unidos

$150,200,000,000

$16,240,000,000,000

70.0

19.7269254%

17.69

China

$3,341,000,000,000

$12,260,000,000,000

31.7

14.8923710%

4.00

India

$297,800,000,000

$4,716,000,000,000

51.7

5.7285825%

2.44

Japón

$1,268,000,000,000

$4,576,000,000,000

219.1

5.5585228%

6.56

Alemania

$248,900,000,000

$3,167,000,000,000

81.0

3.8469934%

6.12

Rusia

$537,600,000,000

$2,486,000,000,000

7.7

3.0197744%

2.50

Brasil

$373,100,000,000

$2,330,000,000,000

58.8

2.8302793%

1.79

Total 7

$6,216,600,000,000

$45,775,000,000,000

74.3

26.4710073%

Gran Bretaña*

$105,100,000,000

$2,313,000,000,000

88.7

2.8096292%

4.51

Francia

$184,500,000,000

$2,238,000,000,000

90.3

2.7185258%

4.51

Italia

$181,700,000,000

$1,813,000,000,000

126.9

2.2022731%

3.31

México

$167,100,000,000

$1,798,000,000,000

35.8

2.1840525%

1.52

Corea del Sur

$327,000,000,000

$1,598,000,000,000

35.1

1.9411100%

1.41

Canadá

$68,550,000,000

$1,474,000,000,000

85.4

1.7904857%

2.67

Indonesia

$112,800,000,000

$1,204,000,000,000

23.0

1.4625134%

0.87

Total 7

$1,146,750,000,000

$12,438,000,000,000

69.3

15.1085898%

Fuentes: CIA Factbook, Central Banks, US Treasury, https://www.cia.gov/library/publications/the-worldfactbook/rankorder/2186rank.html, consultado 29 de enero de 2014. *Los pesos están calculados sobre los 100 primeros países que expresan el 96.55% del PIB mundial medido en PPP.

298

Cuadro 2. Pasivos financieros del Gobierno Central, como porcentaje del PIB 2008

2009

2010

2011

2012

2013

2014e

Variación

Austria

92.7

99.8

99.5

101.9

104

104.5

104.7

0.129

Bélgica

74.7

87.4

89.5

93.6

96.1

97

97.1

0.3

Canada

34.4

41.2

45.2

48.2

55.7

58.6

61.2

0.779

República Checa

41.4

49.3

53.1

59.9

59.3

58.8

60

0.449

Dinamarca

40.3

51.8

57.9

58.2

64

66.7

70.4

0.747

Finlandia

79.3

91.4

95.7

99.3

109.3

113

115.8

0.46

Francia

69.9

77.5

86.3

85.8

88.3

86.1

83.4

0.193

122.4

138.3

157.3

179.9

167.3

186.9

191.6

0.565

77.2

86.8

88

87.1

90.1

88.8

88.7

0.149

Hungría

102.2

119.8

125.1

132.3

129.6

129.5

126.8

0.241

Islandia

49.3

69.9

87.2

102.8

127.5

132.3

130.8

1.653

Irlanda

118.9

132.4

131.1

124

142.2

145.7

146.7

0.234

Italia

171.1

188.7

193.3

210.6

218.8

227.2

231.9

0.355

Japón

19.3

19.2

26.2

26.3

30.2

32.9

34.6

0.793

Luxemburgo

64.8

67.6

71.9

76.1

82.7

86.9

88.5

0.366

Paises Bajos

55.2

49

49.3

33.9

34.4

34.2

35.5

-0.357

Noruega

54.4

58.4

62.4

63.1

62.4

66

58.7

0.079

Polonia

80.8

94

104

118.4

134.5

135.4

137.9

0.707

Portugal

32.2

40.4

45.9

48.3

56.9

59

61.4

0.907

Eslovaquia

48

63.3

68.4

78.9

92.8

99.6

104.8

1.183

España

9.9

52.1

49.4

49.7

48.8

52

53.5

4.404

Suecia

45.5

44.5

43.2

42.3

42.4

42.3

42.1

-0.075

Suiza

56.7

71.3

84.5

99

102.4

107

110

0.94

Reino Unido

72.6

85.8

94.6

98.8

102.1

104.1

106.3

0.464

Estados Unidos

77.9

88.8

93.9

95.8

104.3

106.4

107.1

0.375

Alemania Grecia

Fuente: Data extracted on 18 Feb 2014 from OECD.Stat

299

Cuadro 3: Tasa de desempleo juvenil: % de la población entre 18 y 24 años Tasa Anual 2005

2006

2007

2008

2009

2010

2011

2012

Grecia

26

25.2

22.9

22.1

25.8

32.9

44.4

55.3

España

19.7

17.9

18.2

24.6

37.9

41.6

46.4

53.2

Portugal

16.1

16.2

16

16.4

20

22.3

30.1

37.7

24

21.6

20.3

21.3

25.4

27.9

29.1

35.3

29.9

26.6

20.1

18.8

27.3

33.6

33.2

34

Irlanda

9.8

9.9

10.3

12.4

25.5

28.3

29.9

33

Hungría

19.4

19.1

18

19.9

26.5

26.6

26.1

28

Polonia

37.8

29.8

21.7

17.3

20.7

23.7

25.8

26.5

Francia

20.6

21.6

19.1

18.6

23.2

22.8

22

23.8

22

21.1

19.2

20.2

24.9

24.8

22.8

23.7

Reino Unido

12.2

13.8

14.2

14.1

19

19.3

20

21

Bélgica

21.5

20.5

18.8

18

21.9

22.4

18.7

19.8

Republica Checa

19.3

17.5

10.7

9.9

16.6

18.3

18

19.5

Luxemburgo

13.7

16.2

15.2

17.9

17.2

14.2

16.8

18.8

Finlandia

18.9

17.6

15.7

15.7

21.6

20.3

18.9

17.8

OECD-Total

13.4

12.6

12

12.7

16.7

16.7

16.2

16.3

Estados Unidos

11.3

10.5

10.5

12.8

17.6

18.4

17.3

16.2

Canadá

12.4

11.7

11.2

11.6

15.2

14.8

14.2

14.3

Dinamarca

8.6

7.7

7.5

8

11.8

14

14.2

14.1

Islandia

7.2

8.4

7.2

8.2

16

16.2

14.6

13.6

Países Bajos

9.4

7.5

7

6.4

7.7

8.7

7.7

9.5

10.3

9.1

8.7

8.1

10

8.8

8.3

8.7

Noruega

12

8.6

7.3

7.5

9.2

9.3

8.6

8.6

Suiza

8.8

7.7

7.1

7

8.4

7.8

7.7

8.4

15.2

13.6

11.7

10.4

11

9.7

8.5

8.1

8.6

8

7.7

7.2

9.1

9.2

8

7.9

Italia República Eslovaca

Suecia

Austria

Alemania Japón

Fuente: Employment and labour markets: Key tables from OECD, 2013.

300

Cuadro 4. Clasificación política de los países del G20. G7 y nuevo G7. Reservas internacionales, PIB total en PPA y ratio de deuda publica

Reservas internacionales (miles de millones de USD)

PIB en PPA (billones de USD)

Deuda pública/PIB** (%)

$150,200,000,000

$16,240,000,000,000

70

$68,550,000,000

$1,474,000,000,000

85.4

Gran Bretaña*

$105,100,000,000

$2,313,000,000,000

88.7

Alemania

$248,900,000,000

$3,167,000,000,000

81

Francia

$184,500,000,000

$2,238,000,000,000

90.3

Italia

$181,700,000,000

$1,813,000,000,000

126.9

Japón

$1,268,000,000,000

$4,576,000,000,000

219.1

G-7

$2,206,950,000,000

$31,821,000,000,000

108.8

China

$3,341,000,000,000

$12,260,000,000,000

31.7

Brasil

$373,100,000,000

$2,330,000,000,000

58.8

Rusia

$537,600,000,000

$2,486,000,000,000

7.7

India

$297,800,000,000

$4,716,000,000,000

51.7

Indonesia

$112,800,000,000

$1,204,000,000,000

23

Corea del Sur

$327,000,000,000

$1,598,000,000,000

35.1

México

$167,100,000,000

$1,798,000,000,000

35.8

$5,156,400,000,000

$26,392,000,000,000

34.8

Estados Unidos Canadá

Nuevo G7

Fuentes: CIA Factbook, Central Banks, US Treasury, https://www.cia.gov/library/publications/the-worldfactbook/rankorder/2186rank.html , consultado 29 de enero de 2014

301

Cuadro 5. Ingresos Fiscales Recaudación fiscal total como % del PIB Estados Unidos

15.3

Canadá

38.4

Gran Bretaña*

40.4

Alemania

45.4

Francia

52.3

Italia

48.5

Japón

33.8

Promedio G7 (sin Estados Unidos)

43.1

China

22.9

Brasil

39.4

Rusia

20.8

India

9.5

Indonesia

16.7

Corea del Sur

24.8

México Nuevo G7 (sin India)

23 24.6

Fuentes: CIA Factbook, Central Banks, US Treasury, https://www.cia.gov/library/publications/the-worldfactbook/rankorder/2186rank.html , consultado 22 de febrero de 2014

302

La reconfiguración del sistema interestatal y su relación con la militarización y la centralización política en México Rafael de la Garza Talavera Universidad Veracruzana [email protected] Arsinoé Orihuela Ochoa Universidad Veracruzana [email protected]

Resumen. Un proceso de recomposición de los capitales y los mercados está en curso. Los Estados atraviesan cambios profundos en consonancia con estas transformaciones transterritoriales. Estos fenómenos transfiguran la arena de las relaciones internacionales, e inauguran nuevas realidades sociales y políticas. Las antiguas estructuras de poder están en un estado de decadencia. Y las sociedades se enfrascan en una lucha por reformular los contenidos materiales e inmateriales de un orden en gestación. La interrelación dialéctica de los fenómenos antes referidos surcó el camino para la consolidación de dos realidades que distinguen al México actual: la militarización y la centralización política. Abstract. Capital and global markets are currently experiencing major changes. Nation-states face profound shifts in connection with these transterritorial transformations. These events distort the nature of international relations, and give rise to new social and political realities. Old power structures reached a state of decadence. And societies engage in a long-term struggle to rethink and reformulate the material and non-material aspects of a future social order. The dialectical correlation of these experiences contributed to bring forth the current reality of Mexico: namely, militarization and political centralization.

303

Introducción Para un gran número de académicos e investigadores el ocaso de Estados Unidos es una realidad difícilmente objetable. El creciente protagonismo de China, Rusia y otros actores en la arena interestatal contribuye a la convalidación de esta tesis. Sin discrepar con este diagnóstico ampliamente aceptado, ciertos círculos intelectuales han convenido referirse a esta nueva realidad como el ―fin de la era unipolar‖, consignando la inauguración de un ―mundo multipolar‖. Aunque destacando, con la correspondiente prudencia teórica que amerita el caso, la condición todavía protagónica de Estados Unidos, particularmente en los dominios militar, comercial y cultural. Estos remanentes de un poder otrora hegemónico, en un contexto de reacomodo del sistema interestatal, configuran fuerzas que actúan en una multiplicidad de direcciones. Una de estas direcciones se expresa en la conformación de un bloque regional constituido por México, Canadá y Estados Unidos, y en el que priva, por un lado, una estrategia de control u ocupación militar sin fronteras territoriales definidas, y por otro, una creciente yuxtaposición de soberanías que se traduce en centralización política y desnacionalización de programas políticos. México es una pieza estratégica en este tablero de integración regional. En ―El príncipe mexicano‖, Rhina Roux escribe: La integración con Estados Unidos es una tendencia objetiva, cuyos motores propulsores no están en el perfil de las élites políticas, sino en las razones y la lógica del capital. […] Como ha sucedido en la historia de la civilización moderna la pretensión totalizadora del capital encuentra sin embargo sus límites en la historia y en los entramados materiales y culturales con que las sociedades humanas cultivan la singularidad de su existencia, abriéndose a los cambios para resguardarse y, en el proceso de su transformación, sobrevivir y afirmarse (Roux, 2011: 79)

Nótese que la autora refiere a una ―tendencia objetiva‖ más allá de la voluntad o disposición de ciertos tomadores de decisiones. Por lo tanto, la obligación es conocer la materialidad de esa tendencia objetiva. Y en este sentido es preciso reconocer que los agentes dinámicos de la política institucional no se sitúan, al menos no primeramente, en las jurisdicciones nacionales, o en su defecto en los dominios de los estados nacionales. Vale decir: las naciones no son actores reales. Este aspecto se irá desahogando en el transcurso de esta exposición. Para ciertos autores como Immanuel Wallerstein, la conceptualización o conocimiento de las realidades locales debe construirse con base en una unidad de análisis macropolítica o geoeconómica, dada la globalidad o condición territorialmente omnicomprensiva del poder. En

304

este tenor, cabe señalar que (1) la reconfiguración del poder internacional, y (2) la consiguiente modalidad específica de integración regional a la que se suscribe México (alianza con una metrópoli en declive que aún conserva una supremacía en la región), puede arrojar elementos aclaratorios para comprender (1) el proceso de militarización de la seguridad, que es un fenómeno cada vez más patente en el país, y (2) la forma concreta de régimen político en México, cada vez más atado a agendas extraterritoriales. La presente ponencia se propone dar tratamiento a esta coyuntura de cambios a gran escala, concentrándose en los dos temas antes referidos, a saber: uno, la militarización de la vida pública y las estructuras de seguridad en México; y dos, las transformaciones y presiones que enfrenta la política institucional, especialmente en el ámbito de la competencia electoral y las agendas partidarias. El contenido de la ponencia forma parte de una investigación de maestría y otra posdoctoral. Las dos parten de la reconfiguración del poder internacional en sus respectivos recortes espaciales-temporales, como un elemento central para comprender las transformaciones de los conflictos de clase en nuestro país. La arena internacional: reconfiguración del orden interestatal En el ámbito de las ciencias sociales a menudo se debate cuál de las dos unidades, la ―globalidad‖ o la ―regionalidad‖, debe gozar de preeminencia en el análisis. La respuesta no pocas veces apunta a que se trata de un falso dilema; que las dos geografías se condicionan dialéctica o recíprocamente. Pero la respuesta es demasiado deleznable y poco útil. Es casi una obviedad la interconectividad de los dos planos. Al respecto Slavoj Zizek, sugiere: La oposición entre la globalización y las tradiciones locales es falsa: la globalización resucita de manera directa a las tradiciones locales, medra con ellas, por lo que lo opuesto de la globalización no son las tradiciones locales, sino la universalidad (Zizek, 2001: 152).

Acá se prefiere recuperar, en consonancia con la propuesta de Immanuel Wallerstein, la centralidad de la globalidad como unidad de análisis primaria. Pero no en abstracto. Ni en oposición al ámbito local. Interésanos destacar esas fuerzas dinámicas de la globalidad que intervienen directamente en los procesos que conciernen a la región que nos ocupa: es decir, la zona del TLCAN o NAFTA (por sus siglas en inglés). En este sentido, y para evitar cualquier desviación en la exposición, cabe referir a los cinco aspectos fundamentales que pondera nuestro análisis, a saber: 305

a. b. c. d. e.

el reconocimiento de la primacía del poder en las construcciones sociales e históricas la identificación de la naturaleza del poder la preeminencia de la globalidad como unidad de análisis primaria. la conceptualización de la totalidad de las condiciones sociales (la universalidad) la refuncionalización de las ciencias sociales (―No se puede aspirar a resistir con inteligencia y eficacia si se carece de análisis, y la función moral e intelectual de las ciencias sociales consiste en ayudar a ofrecer ese análisis‖) (Wallerstein, 2005: 95).

En este tenor, cabe observar que la realidad definitoria de México y el mundo no es la democracia, que en el mejor de los escenarios es una inusual excepción que confirma la norma. Y esa norma es la militarización e inestabilidad política. Estas realidades emergieron a la par de otros procesos transterritoriales que en el presente cobran una relevancia de primer orden: el tránsito de una configuración hegemónica a otra –una suerte de ―guerra civil entre fuerzas que pretenden estar estructuralmente representadas en la constitución imperial‖ (Negri, 2007: 47); el debilitamiento de la autonomía del Estado, y un paulatino desbaratamiento de la estructura asistencialista; el encumbramiento de un poder desterritorializado sin freno e incontestado; el desencadenamiento de un ―dispositivo económico-financiero que ninguna instancia internacional está en posición de regular‖ (Calveiro, 2012: 34); la privatización de las funciones de gobierno y de los medios de destrucción y violencia; la expropiación de los patrimonios de dominio público a escala mundial. Estos procesos se articulan temporal-geográficamente en un episodio conocido como ―neoliberalización‖. La militarización se inscribe en este tablero. Se advierte que la militarización no es una estrategia autónoma o independiente de los procedimientos rutinarios que rigen los destinos de los pueblos. La naturaleza de este estado de cosas sólo puede aprehenderse en relación con esos otros procedimientos, a los que la presente exposición pretende dar tratamiento. Globalidad y el problema del Estado La definición académica tradicional de Estado señala que se trata de un cuerpo político cuyos elementos definitorios son: población, territorio, administración, gobierno, reconocimiento diplomático. Pero esta conceptualización es estéril por sí sola, y especialmente para los objetivos que acá se persiguen. El Estado se debe interpretar como proceso e instrumento: un proceso allí donde las relaciones sociales se recrean en una forma situacional específica de dominaciónsometimiento (un proceso fundamentalmente atravesado por la violencia); y un instrumento allí

306

donde el poder legalmente sancionado se vale del entramado de instituciones público-privadas para imponer una agenda que a menudo responde a procedimientos transterritoriales. En este sentido, un análisis del Estado debe partir de tres coordenadas fundamentales: a. La relación violencia-Estado b. La relación capital-trabajo-Estado c. La relación Estado-sistema interestatal-mercado Esta última coordenada resulta de vital importancia para el desahogo de nuestros temas, pues se ha visto que un análisis acotado o ceñido a las fronteras de un estado-nacional es impotente para explicar los procesos políticos extra e intramuros. Vale decir, en sintonía con Wallerstein: ―Al valorar la política de un Estado dado, la distinción entre lo interno y lo externo resulta excesivamente formal y no es demasiado útil para que entendamos cómo ocurrieron realmente [los procesos políticos]‖ (Wallerstein, 2010: 51). Especialmente ahora, en el contexto de la globalidad, la distinción entre lo endógeno y lo exógeno es una tarea que reclama precisión quirúrgica, y las más de las veces resulta teóricamente estéril la separación. Además, cabe advertir que lo exógeno o externo, cuando se trata de un Estado, no se debe entender únicamente en términos de territorialidad. La exterioridad también señala una cuestión jurisdiccional o de autoridad. Estamos ante un oxímoron: la extraestatalidad es un fenómeno intraestatal. Saskia Sassen expone con puntualidad esta realidad emergente: El orden institucional casi exclusivamente privado que se encuentra en formación está caracterizado por la capacidad de privatizar aquello que hasta ahora era público y de desnacionalizar a las autoridades y los programas políticos nacionales… Este tipo de autoridad privada representa un nuevo orden normativo, que existe por fuera de lo que siempre ha sido (y aún es, en cierta medida) la normatividad primordial de los tiempos modernos, es decir, la raison d‘ état… Los elementos clave de este nuevo orden normativo ingresan en la esfera pública, donde son representados como parte de objetivos o políticas de naturaleza pública, lo que contribuye con la desnacionalización de programas que históricamente correspondían al Estado nacional. Determinados componentes del Estado-nación empiezan a funcionar como espacios institucionales para el accionar de poderosas dinámicas constitutivas del ‗capital global‘ o fundamentales para su existencia. En ese proceso, dichas instituciones estatales reorientan sus labores en materia de políticas o incluso los programas estatales más amplios hacia las exigencias de la economía global, aunque se las sigue calificando de nacionales (Sassen, 2010: 280).

Danilo Zolo traza un horizonte análogo al cuadro que describe Sassen: El nuevo orden global impuesto por la mundialización ha llevado a la desaparición del sistema westfaliano de Estados soberanos. Ya no hay Estados nacionales, más allá de sus moribundas estructuras formales que puedan sobrevivir dentro del ordenamiento jurídico de las instituciones internacionales. El mundo ya no está gobernado por sistemas políticos estatales: está gobernado por una única estructura de poder que no presenta

307

ninguna analogía significativa con el Estado moderno de origen europeo. Es un sistema político desterritorializado… (Hardt, Negri, 2001: 43)

En este sentido, lo que cabe consignar es el deslizamiento de jurisdicciones: a saber, la privatización de ciertas funciones de gobierno, y la consiguiente reducción de la arena pública. Sassen hace notar: ―La lógica del mercado global de capitales circula cada vez más en el dominio público, donde a la larga se instala como política de Estado‖ (Sassen, 2010: 281). El Estado se encuentra, ahora más que nunca, en el centro de un intenso debate teórico. No se puede ofrecer a priori una definición única e irrevocable. Y ciertamente esta presentación no se propone alcanzar tal designio. Es una ambición que no corresponde con las dimensiones, extensión e incluso factibilidad de esta exposición. La obsolescencia expedita de conceptualizaciones relativas a la operatividad del Estado no es accidental: es afín a la vertiginosidad de los cambios que enfrenta un mundo en estado de acelerada reestructuración. Neoliberalismo El ―modelo‖, como se conoce llanamente el neoliberalismo en Argentina, se inauguró en Nueva York, y no en Chile como a menudo se cree. De acuerdo con David Harvey, el caso pionero (o acaso el primer registro de su advenimiento) fue la crisis fiscal de 1975 en la megalópolis neoyorkina. Básicamente, el curso de los hechos siguieron esta tesitura: los bancos de inversión se negaron a refinanciar la deuda de la ciudad, condenándola a la bancarrota. Una vez decretada formalmente la quiebra, los bancos se arrogaron el control del presupuesto de la ciudad, confiscando para sí el caudal de los ingresos fiscales, y el poder de mando en la administración y asignación de recursos públicos. Lo que siguió fue una estrategia de disciplinamiento de la clase trabajadora: recortes en asistencia, disminuciones salariales a trabajadores del estado, instrumentación de controles punitivos en los contratos obrero-patronales (pero unilateralmente endosados al obrero) etc. También en este contexto empezaron a intensificarse las políticas de criminalización de la población improductiva, en anticipación a la ola de criminalidad que provocaría la depauperación de la vida pública. En estos años se consignó el origen de la ―guerra contra el crimen‖ (o war on crime). Una de sus premisas tácticas, señala acertadamente Pilar Calveiro, consistiría en recurrir ―a una reorganización jurídica y penitenciaria… [abocada] al encierro creciente de personas, en especial jóvenes y pobres, en aras de la supuesta seguridad interior‖ (Calveiro, 2012: 15). Por añadidura, el buen clima de negocios para los recién

308

entronizados bancos exigía un abandono en materia de provisión de servicios públicos, especialmente en las periferias de la ciudad. En una estrategia de aristocratización socioespacial extraordinariamente eficaz, los banqueros convinieron reservar a Manhattan como el único distrito de concurrencia de los estratos poblacionales medios-altos, condenando a la ruina a los cuatro distritos restantes. Para mantener en estado de prosperidad a esa suerte de ―microaldea‖, la alta finanza impulsó la consolidación de la ciudad como centro turístico y sede mundial de servicios financieros, pero reducido notablemente a Manhattan. En este contexto se registró el nacimiento de aquel conocido eslogan promocional: I love New York (Harvey, 2007). En suma, se trató de una fórmula tripartita que eventualmente alcanzaría una rango de aplicación universal: desposesión-exterminación-aristocratización. El Estado mexicano se adscribiría a este ―modelo‖ como uno de los más fieles alentadores de la referida fórmula. El patrón neoliberal de acumulación tendría efectos de altísimo impacto social en el país. La militarización es uno. Y la relación no es accidental: neoliberalización, globalización y militarización son estrategias que marchan yuxtapuestas. La globalización implica una reorganización capitalista basada en la red corporativa que penetra y carcome a los Estados… La privatización de lo público, que abarca nada menos que los aparatos de seguridad y bélicos – en los que ya operan grandes corporaciones privadas–, hace que el extraordinario poderío militar –corazón de la soberanía estatal– se acople con la gran red corporativa perdiendo autonomía. Siendo parte de esta red, que lo nutre y lo condiciona, lo militar tiene una posición decisiva: representa la garantía de abrir por la fuerza cualquier espacio del mundo que se rehúse a ser penetrado en términos económicos, políticos, tecnológicos o de cualquier otro orden. El poder militar ‗abre‘ las condiciones para una nueva hegemonía; por eso guerra y globalización han sido, hasta el presente, procesos inseparables (Calveiro, 2012: 70).

Sin referir explícitamente al elemento militar, Pierre Bourdieu parece coincidir con esta lectura: La globalización económica [o neoliberalización]… es el producto de una política elaborada por un conjunto de agentes y de instituciones y el resultado de la aplicación de reglas deliberadamente creadas para determinados fines, a saber la liberalización del comercio (trade liberalization), es decir la eliminación de todas las regulaciones nacionales que frenan a las empresas y sus inversiones. Dicho de otra forma, el mercado mundial es una creación política (como lo había sido el mercado nacional), el producto de una política más o menos conscientemente concertada (Bourdieu, 2001: 104).

Guerra y militarización: México a la deriva Este siglo que apenas comienza se distingue por dos realidades centrales: uno, la decadencia de Estados Unidos; y dos, la militarización de los Estados. Naturalmente ambos fenómenos están coligados. La declinación de la hegemonía estadunidense apuntaló el creciente protagonismo de

309

los pueblos otrora sometidos a la agenda de las intrusivas compañías norteamericanas; pero el costo fue la sustitución de la relación comercial por otra con acento militar. Europa consiguió unificarse política, financiera y comercialmente; aunque al final esta unión acarrearía un desastre para las economías menos prósperas, como Grecia o España. En Asía, la acelerada tecnologización e industrialización de algunos países (China, Corea del Sur, India) redundó en un posicionamiento geoestratégico visiblemente favorable para la región. Sudamérica conquistó una soberanía política y económica insospechada, tras un siglo de subordinación a los imperativos de la Doctrina Monroe. El poder geopolítico de ciertos estados como Rusia, China, Indonesia, Brasil, Corea, Sudáfrica, India, es cada vez más notorio e inexorable. Y aún en Oriente Medio, las grandes potencias occidentales, comandadas por Estados Unidos, encuentran una resistencia más tenaz entre los pueblos de esta castigada región. Allí reside justamente el valor estratégico de Israel, y la explicación lógica de su alianza íntima con Estados Unidos: es un enclave vital para el control político de la mayor zona petrolera del mundo. La resistencia en Palestina es la resistencia de todos los pueblos que se oponen a la agresión occidental. En este contexto de agitación global y reconfiguración del poder internacional, la desestabilización es la norma. Sólo en un renglón la supremacía de Estados Unidos sigue ilesa: la fuerza militar. Por eso la solución a los problemas que enfrenta el pináculo de la jerarquía estadunidense se ciñe tercamente a la vía militar, que trae consigo guerras de agresión, cuyos presuntos enemigos cobran distintas fisonomías: el populismo latinoamericano, la amenaza amarilla, el terrorismo islámico, el narcotráfico internacional, etc. Pero estos seudoproblemas son tan sólo la envoltura mística de un problema objetivo: a saber, la decadencia del poder estadounidense. Toni Negri no yerra en su juicio: ―Cuando un coloso se derrumba deja una estela de devastación con su caída‖. La militarización no es únicamente una solución a este ocaso occidental: es la expresión más visible de la crisis de un comando imperial, que conscientemente se ampara en el recurso militar para conservar la supremacía. En un intento de apología de este nuevo orden, que bien se pude tomar como una confesión involuntaria, el director del Centro Carr, Michael Ignatieff, de la Kennedy School of Government de Harvard, escribió en un artículo del New York Times: El imperium del siglo XXI es una invención nueva para los anales de ciencia política, un imperio descafeinado, una hegemonía global que se apoya en los mercados libres, los derechos humanos y la democracia, impuestos por la potencia militar más asombrosa que el mundo haya conocido (Chomsky, 2006: 61).

310

Es interesante esta mirada –que es la mirada de los intelectuales orgánicos en Estados Unidos–, especialmente por dos razones: uno, porque es un ejemplar de los contenidos ideológicos que dan forma a las texturas del imaginario colectivo; y dos, porque pone de manifiesto esa relativa naturalización del militarismo, como elemento incluso complementario de la democracia, los mercados libres y los derechos humanos. En suma, esta pieza ideológica niega lo que el militarismo realmente es: es decir, la anulación categórica de la democracia, los mercados libres y los derechos humanos. Cabe recuperar un refrán de la dinastía Qing: ―El pueblo le teme a los gobernantes; los gobernantes le temen a los demonios extranjeros; los demonios extranjeros le temen al pueblo‖. En esta atmósfera de temor, en el que predomina el temor de los sectores apoltronados en el poder y el privilegio, se incuba el fundamento material e ideológico de todas las políticas de seguridad, cuyo vértice es la militarización. Hemos sido testigos de la universalización de ciertas políticas que se traducen prácticamente en más gasto militar. Este gasto militar tiene una doble función: uno, ocupar o llenar el vacío político que supuso el reordenamiento neoliberal de los territorios, y dos, desplazar el gasto social, a cuyo efecto redistributivo y democratizador temen tanto las elites. Es difícil encontrar un sector dinámico de la economía estadounidense que no se apoye abrumadoramente en el elemento militar. ―Lo que está en cuestión –advierte la politóloga Pilar Calveiro– es precisamente una disminución de la gubernamentalidad de Estado‖. Esta merma en la soberanía estatal es remediada con una gestión militar de los asuntos públicos. No es fortuito que las erogaciones estatales se canalicen cada vez más acentuadamente al rubro militar. Cabe hacer notar que el presupuesto militar de Estados Unidos representa cerca del 50 por ciento del gasto militar total en el mundo. México no es la excepción en esta coyuntura de militarización. En el libro ―México a la deriva: y después del modelo policiaco ¿qué?‖, el jurista Pedro José Peñaloza registra el ascenso y preeminencia del gasto militar: [En el sexenio pasado] la Secretaría de la Defensa Nacional ‗acaparó‘ cerca del 40 por ciento, del total del presupuesto destinado anualmente a seguridad: de los 112 mil millones de pesos autorizados para ese renglón en 2010, los militares concentraron 38.9 por ciento. Desde el inicio del sexenio de Calderón, los recursos [registraron] un incremento del 61 por ciento (43 mil millones de pesos)… (Peñaloza, 2012: 146).

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En México –una solícita sucursal de la declinante hegemonía estadounidense– es especialmente visible la conversión de los problemas sociales y políticos en asuntos de seguridad militar. Acá el narcotráfico es el subterfugio justificatorio de las políticas de militarización. Llama la atención que los discursos y textos académicos, así como las fútiles discusiones en la esfera pública, concedan centralidad al concepto de ―democracia‖ en sus sesudos análisis. Y en cierto sentido, este es un primer acercamiento a un enfoque cuya propuesta es desplazar esos debates ideológicos, y dotar de centralidad a las realidades fundamentales de nuestro siglo: el declinar de Estados Unidos, y la militarización total de la vida pública. Felizmente, existe una generación de autores que lleva muchos años (por lo menos tres décadas) documentando el avance silencioso de estos procesos. Especialmente la expansión del militarismo. Si bien México no atravesó una dictadura militar en la segunda mitad del siglo XX que impulsara vertiginosamente la militarización, como sí ocurrió en casi todos los rincones del continente (con la excepción de la región septentrional), lo cierto es que esta ampliación del horizonte militarista evolucionó tersamente y con poca o nula resistencia. A pesar de que algunas insurgencias sociales fueron –aún son– víctimas de este ―esquema de seguridad‖, el conjunto de la sociedad ha permanecido más o menos inconscientemente inerme. Y es que cabe insistir en la relativa invisibilidad de este proceso de militarización en México: la virtual civilidad de los gobiernos ha favorecido el avance en la penumbra de la órbita militar, con todos los costos sociales que esto implica. La falta de transparencia, fiscalización y rendición de cuentas en la aplicación de este modelo, allanó el camino para una extensión irrestricta del ámbito de acción de las fuerzas castrenses, con la venia de la autoridad pública, a menudo abocada a impulsar la militarización. Y aunque este asunto de agresivo ensanchamiento –e instalación opaca– de lo militar en el dominio público es una preocupación de primer orden, no se puede hacer caso omiso de lo sostenido en un primer momento: que la militarización, como la guerra, es un procedimiento que está estrechamente conexo con los procedimientos rutinarios, no pocas veces desterritorializados, que rigen los destinos del país, y que su naturaleza, condición política y comportamiento, es sólo asequible teórica y prácticamente en relación con esos otros procedimientos. Alfredo Zavaleta, en su texto ―La militarización de la seguridad pública en México‖, acertadamente subraya esta interconectividad:

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Desde este ángulo, la militarización de la seguridad pública se observa como un proceso cuyos sucesos y acontecimientos han sido generados por una constelación de causas recursivas, nacionales e internacionales. En este horizonte, la instrumentación de políticas económicas y sociales neoliberales ha dado pie a una nueva sociedad que se estructura a partir de una serie de inclusiones colaterales negativas que en sus trayectorias dispersas constituyen un desorden que, según las elites, resulta peligroso para la gobernabilidad estatal (Zavaleta 2006; 14).

Insistiendo en la preeminencia de la globalidad en los destinos de lo nacional, Calveiro repara: ―Existe una articulación de lo internacional, lo nacional y lo local cuando resulta útil para la acumulación global… [No es accidental que] los Estados nacionales se hayan disciplinado a las políticas de seguridad globales, tanto interna como externamente…‖ (Calveiro 2012; 60). La militarización es el eje gravitacional en torno al cual se ensamblan el resto de las ―políticas de seguridad globales‖. Pero antes de llevar el estudio de la militarización a los dominios de la globalidad neoliberal, se deben abordar los antecedentes contextuales e históricos de este subterráneo proceso, reconociendo a priori la centralidad de ciertos episodios de la historia nacional e internacional, como la ―guerra sucia‖ que tuvo lugar en los decenios 1970-1980, la aparición y cuestionada actuación de la Dirección Federal de Seguridad, los ataques a las Torres Gemelas que presidieron el ascenso y exportación de las políticas de Seguridad Nacional,

y la aprobación e

implementación de la Iniciativa Mérida en el marco de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte. Un dato que no puede escapar al escrutinio es el referente al aumento de personal y equipamiento militar en México. De acuerdo con el Banco Mundial, entre 1995 y 2006 el gobierno mexicano elevó 50.5% su personal militar; una tasa de incremento que contrasta significativamente con la de otros países latinoamericanos. Por ejemplo, Brasil y Argentina reportan un aumento en las filas de las fuerzas armadas del 10 y el 8 por ciento respectivamente. También en el rubro de equipamiento militar, México registra un alza significativa: en 2006 el país importó equipo con un valor de 68 millones de dólares, cifra que da cuenta de un incremento de 61% en relación con la década anterior (La Jornada, 2008). Se advierte que la intensificación de la militarización antecede a la declaratoria formal de guerra, que en diciembre de 2006 habría de lanzar Felipe Calderón.

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La guerra contra el narcotráfico, no obstante, inauguraría una fuente de legitimación crucial para esta política de Estado con acento militar, surcando el terreno para la duplicación de recursos públicos asignados señaladamente a tres dependencias: Seguridad Pública, Defensa Nacional y Marina. En este contexto se verifica una añeja sospecha del activista estadounidense Noam Chomsky: …en contraste [con la retórica gubernativa], existe evidencia sustancial de que la seguridad de la población del país –que es como se supone que se debe entender el término seguridad nacional– no es una alta prioridad de la política del Estado [ni de los ‗programas de asistencia militar‘]… (La Jornada, 2014).

El aumento exponencial en los recursos asignados a las instancias de seguridad, especialmente al ramo militar, no se tradujo nunca en una disminución de la delincuencia, ni en un restablecimiento de la paz social tan insistentemente negada al país: El dogma… se derrumba: a pesar de la voluminosa inyección de recursos [a las fuerzas castrenses] y del engrosamiento de las filas policiales, los índices delictivos no bajan: peor aún, se incrementan. En 2009 se registraron 1 millón 805 mil presuntos hechos delictivos: 131 mil del fuero federal y el resto del fuero común. De esta forma, los delitos del ámbito federal se incrementaron casi 20 por ciento, en relación con lo reportado en diciembre de 2006, y los del orden común 14 por ciento‖ (op. cit., 2012 147).

Es cierto que estas cifras por sí solas no consiguen registrar el progreso de la militarización. Nótese que se trata de un proceso difícil de medir o evaluar. Por eso se sugirió que su evolución transcurre en la invisibilidad, aunque la observación no se debe tomar textualmente. La identificación estricta de este proceso exige, antes que cualquier cosa, una determinación más o menos técnicamente acotada. A este respecto, y para un futuro tratamiento, se establece que la militarización debe estudiarse a partir de tres ángulos al alcance observables: el ensanchamiento de las fuerzas armadas; la utilización en concreto de éstas en asignaturas extramilitares; y la instalación de los órdenes castrenses en los dominios de la policía. Alfredo Zavaleta ofrece una pista histórica para la ubicación e identificación de los primeros registros de la militarización en México: El proceso de incorporación de los militares a las policías comenzó a principios de los años noventa. Después de 1994 pasaron a controlar el comando de las policías estatales y federales, las fiscalías especiales contra las drogas y el diseño de los programas nacionales de seguridad pública... El proceso de militarización de las policías es uno de los principales programas de una política de seguridad pública que empezó a instrumentarse en 1994. Este programa forma parte de una estrategia de centralización nacional de las policías… La militarización de la seguridad publica en México ha sido gradual, discreta y estratégica (Zavaleta, 2006: 28-30).

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Pero como se sostuvo anteriormente, este proceso de militarización de las estructuras de seguridad en México no marcha autónomamente, es decir, como un proceso libre de injerencias externas. Al contrario, es consustancial a la creciente integración con Estados Unidos, y a la progresiva pérdida de soberanía en las decisiones que conciernen señaladamente al aspecto de la seguridad. Inscrito en este marco de integraciones regionales que define a la nueva forma global del capital, el aspecto militar es sólo uno de los múltiples renglones que cabe identificar. El otro aspecto crucial es la transformación que enfrenta la política institucional, o más concretamente, el régimen político nacional, que en seguida vamos a abordar. El régimen político en México Las muestras de agotamiento del estado mexicano, construido en los años veinte a partir de las experiencias de gobierno en varios estados de la república, ha provocado un debate que coloca la cuestión en términos de reformas posibles ancladas en el espíritu neoliberal o de nuevas definiciones del fenómeno social superando el modelo liberal de sistema político. Los primeros niegan el agotamiento del liberalismo y se aferran a la dinámica legalista para administrar el sistema, procurando siempre el cambio moderado, administrado. Los segundos miran más allá del orden liberal, partiendo de la premisa de que el liberalismo y su estado han cumplido su ciclo histórico. En todo caso, al acercarse al problema parece necesario conocer la coyuntura en la que surgió y creció el sistema político mexicano. A partir de ello se podrían definir sus características, sus marcas de nacimiento, que nos ayuden a comprender los signos de la decadencia de ése sistema, pero sobre todo, los caminos posibles para una reconfiguración del orden político en México, orientados a superar el estado liberal como centro del sistema político. Se describirá la coyuntura de la que surge el estado de bienestar en México para después organizar algunos elementos que ayuden a comprender el éxito que tuvo un estado que transformó al país y que hoy se niega a desaparecer, a pesar de ser manifiestamente incapaz de honrar los principios básicos de todo estado de bienestar para volver a la fórmula del estado policía del siglo XIX, en aquéllos años con Porfirio Díaz y hoy con Felipe Calderón y Enrique Peña.

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El año de 1914 representa una bisagra entre el mundo caracterizado por la hegemonía del imperio británico y la aparición de los EE.UU. y Alemania como serios aspirantes a ocupar el centro del sistema-mundo. El inicio de la primera guerra mundial anuncia el fin del equilibrio pactado en Europa después de la derrota de Francia por Inglaterra pero también el inicio de una tendencia que, desde los años treinta y que tomó fuerza después de 1945, hasta la llegada de Mitterrand al poder, marcó a todo Europa: el fortalecimiento de la presencia de la socialdemocracia en el estado liberal. De ser derrotados y reprimidos durante todo el siglo XIX, los socialistas llegarían a gobernar con sus respectivos partidos a la mayor parte de los países occidentales. Por último, en el siglo XX, que empieza en aquél 1914 y termina en 1989, serán los EE.UU. los ganadores de la contienda y ocuparían sin discusiones el centro del sistema-mundo a lo largo de todo ese siglo, con todo lo que eso significa para la nación mexicana y para Latinoamérica. Tal vez por ello, la corriente sonorita de la revolución fue la que logró iniciar el proceso de la construcción entre 1920 y 1928 de un estado que sustituyera al heredado por el porfiriato; su conocimiento y admiración por el modelo estadounidense tuvieron mucho que ver con su proyecto de estado. Y si bien Calles tenía sus diferencias con Obregón, los dos estaban de acuerdo en la urgencia de sentar las bases para la construcción del edificio estatal posrevolucionario sin enfrentarse directamente con el vecino del norte. Los tratados de Bucareli pueden tomarse como nacionalistas, sobre todo en tiempos en que nuestros gobernantes venden al país y a su población sistemáticamente. Empero, le sirvieron al grupo Sonora como moneda de cambio para lograr el reconocimiento oficial de los EE.UU. a cambio de mantener la apropiación del petróleo por las compañías norteamericanas. La hegemonía de Calles y Obregón se mantuvo también como consecuencia de una hábil negociación con los poderes locales, los caciques regionales que mantenían el poder local y que, en ausencia de un poder central fuerte, fueron actores fundamentales en el proceso de construcción del estado posrevolucionario en México. En otras palabras, la construcción del estado estaba en manos de los caciques y militares en casi todos los estados del país, sin olvidar la labor coordinadora del centro, que realizaron Obregón y Calles desde la presidencia que aunque no controlaban completamente las regiones, tenían poder de veto real gracias a que disponían del ejército mexicano, al menos hasta 1923. Estos dos elementos, bajo la sombra del movimiento social de la revolución mexicana que, para efectos de éstas líneas se asume como

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revoluciones, como movimientos, están claramente condicionados por las problemáticas locales. Sin negar que tuvo impacto en toda la república, acá se comparte la idea de que no fue una revolución, fueron revoluciones. ¿Cómo se expresa la coyuntura en el ámbito local? Bueno es aquí en donde mejor se pueden observar algunos elementos constitutivos del estado posrevolucionario. Es en el plano local en donde se manifiesta la participación política que constituyó al poder de manera más clara y directa, aunque siempre condicionado por la esfera nacional y mundial. Tomemos el caso de Tamaulipas. Ya en 1914 existen organizaciones de trabajadores en el puerto de Tampico y en los pozos petroleros cercanos. Una de ellas, el Gremio Unido de Alijadores, lograría a fines de esa década la concesión para efectuar los trabajos de carga y descarga en el puerto después de haberse fundado en 1911. A su vez, los trabajadores petroleros serían los primeros en contar con un contrato colectivo de trabajo. Estos hechos demuestran cómo se fortalece la tendencia socialdemócrata, amparada en la existencia de sindicatos y su alianza, en este caso, con Obregón y Calles. Fueron los obreros tampiqueños su principal apoyo político en la región y su garantía de votos. A cambio, los de arriba apoyarán la organización de los sindicatos, siempre y cuando éstos apoyen al poder. Al mismo tiempo, con la derrota de la rebelión delahuertista en 1923, se crearon las condiciones favorables para la emergencia de un cacicazgo regional, el de Emilio Portes Gil, quien en 1924 fundó el Partido Socialista Fronterizo para llevar a cabo el pacto corporativo en Tamaulipas, encuadrando en él a los funcionarios públicos y maestros de escuela, a los campesinos con tierras ejidales y a los obreros sindicalizados. Portes Gil es el representante de Obregón y luego de Calles en el estado, por lo que en 1924 será gobernador y líder nato del partido local. Lo que inició Portes Gil en Tamaulipas fue la construcción del estado de bienestar en la entidad, que sirvió como experimento para conformar después el estado de bienestar nacional. El caso de Tamaulipas no fue el único; en buena parte del país se estaban dando fenómenos similares, como en Veracruz, Tabasco, Yucatán y Michoacán, por mencionar los más destacados. En todos ellos caciques y militares estaban organizando a trabajadores y campesinos para construir un estado, un orden político. Gracias a ello, el Partido de la Revolución Mexicana pudo encuadrar en sectores a la mayor parte de la población organizada. El cardenismo representa una etapa de integración nacional de las organizaciones regionales y locales, con lo que se consuma la 317

construcción del estado de bienestar en México. A partir de entonces ha habido cientos de reformas pero hasta el ciclo neoliberal de reformas, el estado en México mantuvo la estructura básica, construida en aquellos años. Cuando se pone uno a observar el estado liberal contemporáneo en México salta a la vista su decadencia, manteniendo, no obstante, ciertas marcas de nacimiento. Una de ellas es la existencia formal de sindicatos corporativos. Este elemento confirma que a pesar de ‗transiciones‘ y elecciones, el modelo corporativo persiste como figura del sistema político, con lo que el orden democrático queda sólo como apariencia: la negociación a puerta cerrada es la constante, el principio general de la política institucional. Otra marca es el lugar de los procesos electorales para la integración de gobiernos. Las elecciones son simples fórmulas rituales para confirmar que el poder es de los pocos y que se reparte en lo oscurito. El autoritarismo representa así el principio para la toma de decisiones, la manifestación clara del lugar que ocupa el presidente de la república en la vida del país. Con esto no se quiere decir que esa modalidad de estado siga funcionando plenamente; las reformas neoliberales cambiaron sin duda en mucho al estado mexicano, pero reforzaron ciertos rasgos, como el del autoritarismo y el del corporativismo, que se desenvuelven ahora en un ambiente militarizado, siendo éste último quizá el rasgo más reciente, en el presente siglo, para mantener el control social en el contexto de la crisis financiera mundial. Quedaría sólo por responder a la pregunta ¿cuáles han sido las reacciones de la población a la dinámica autoritaria del estado en México? Si se asume entonces que las marcas de nacimiento del estado mexicano surgido de la revolución son el corporativismo y el autoritarismo, expresados en la simulación electoral, quedaría por analizar la respuesta de la sociedad a semejante orden. Como se mencionó antes, en la actualidad el autoritarismo ha sido reforzado por la militarización, que al mismo tiempo que se justifica para enfrentar el narcotráfico tiene la misión de reprimir las protestas y los movimientos sociales. Criminalizar la protesta social representa el lado oculto de la política de seguridad, alentada desde los EEUU.

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Entre 1920 y 1940, los sectores sociales movilizados al calor de la revolución iniciaron una serie de luchas tendientes a aprovechar los espacios políticos para organizarse y conformar sindicatos y tomas de tierras. El proceso culminó en la creación del Partido de la Revolución Mexicana, que institucionalizó la política de masas del general Cárdenas y que es mencionado como una gran triunfo de los trabajadores mexicanos. Sin embargo no se puede pasar por alto que fue entonces cuando inició el pacto corporativo, que dejó una marca indeleble en la relación entre trabajadores, sociedad civil y el estado. Imposible negar que los trabajadores y campesinos se vieron ampliamente favorecidos al constituirse en el sostén del estado posrevolucionario pero al mismo tiempo se ataron las manos para desarrollar organizaciones democráticas que eventualmente pudieran impulsar los procesos democráticos más allá de sus sindicatos. Las huelgas de ferrocarrileros, maestros, médicos, y estudiantes, a lo largo de los años cincuenta y sesenta, expresarán precisamente la conciencia del costo social y político por incorporarse al partido del estado. A partir de 1968, la sociedad mexicana empezaría a configurar una crítica que giró alrededor del corporativismo y el autoritarismo y que procuraría alejarse poco a poco del sistema institucional para abrir nuevos horizontes. Ya sea desde las manifestaciones o huelgas, o desde la clandestinidad de la guerrilla, cada vez fueron más los sectores que cobraron conciencia de la necesidad de organizarse desde abajo, buscando la autonomía del estado y la construcción de mecanismos de democracia popular. Empero, no sería hasta el inicio del proceso de desmantelamiento del estado de bienestar, en los años ochenta, que la tendencia cobraría fuerza para desembocar en el surgimiento de la rebelión indígena en Chiapas en 1994. A partir de ése momento, un nuevo ciclo de luchas abriría el camino para configurar nuevas formas de acción política, basadas en la certeza de que sólo al margen del sistema político institucional se podría llegar a crear una nueva nación. El estado y sus patrones se dieron cuenta claramente del debilitamiento del pacto corporativo y empezó entonces un proceso de reformas políticas que iniciaron en 1977 y culminaron veinte años después. Los dueños del dinero y el estamento político abrieron una rendija para ampliar la capacidad de repartir canonjías a los inconformes y para ocultar que pretendían mantener al estado sin cambios de fondo. Pero esas reformas y buenas intenciones no fueron suficientes para debilitar la tendencia a la organización popular autónoma ni mucho menos para fortalecer al

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estado. Por el contrario, confirmaron que el estado no tenía la menor intención de cambiar, empecinados sus operadores en un gatopardismo cínico, y sobre todo ineficaz para contener el deterioro de las condiciones de vida de las mayorías. La solución militar apareció entonces como segundo frente para cerrarle el paso a las rebeliones y protestas de amplios sectores sociales. El terror y la violación sistemática de los derechos humanos se han convertido en moneda corriente, acentuando así los rasgos fundacionales del estado. Irónicamente, los empleados del capital –ahora convenientemente repartidos en partidos políticos, organizaciones civiles y gobiernos– se han empecinado en reformas y más reformas, procurando mantener el cada vez más débil argumento de la existencia de un estado de derecho. Pero muy a su pesar la descomposición del sistema, materializada en el aumento geométrico de la corrupción, la pobreza y la violencia, no se ha detenido sino que cobra cada vez mayor fuerza. Las comunidades neozapatistas, los campesinos organizados en policías comunitarias, los estudiantes, los desempleados y las amas de casa de los cinturones de miseria de las grandes ciudades no albergan mayores ilusiones –a pesar de la promoción del consumismo gracias al crédito– y cada vez con mayor fuerza se organizan para construir nuevas formas de organización, nuevas identidades, nuevas formas de acción. El estado posrevolucionario se acerca a su final tanto por su incapacidad para llevar a cabo sus funciones esenciales –entre las cuales destaca la seguridad pública– como por las acciones de miles y miles de mexicanos y mexicanas. El corporativismo y el autoritarismo no garantizan más la dominación. Y no será en el plano nacional desde donde se logre acabar con estos males, sino desde los planos locales, que fue desde donde se construyó hace ya más de un siglo. Con la consumación del ciclo de reformas neoliberales en México, también llamadas de segunda generación, se ha desatado una discusión entre los conservadores panistas y los defensores del cardenismo. Los primeros presumen que la reforma energética fue una ‗victoria cultural‘ del Partido Acción Nacional mientras que los segundos acusan de traidores a los promotores de la privatización de la renta petrolera. Empero, las diferencias entre el proyecto nacionalista de la revolución mexicana y el neoliberalismo en vigor, ambos subordinados al desarrollo del capitalismo en México, son matices de un mismo color. Lo inaudito del asunto es que el Partido Revolucionario Institucional, heredero de las transformaciones impulsadas por Lázaro Cárdenas en los años treinta y que transformaron al 320

partido de la revolución –de ser un partido compuesto por caudillos y caciques regionales (PNR) a un partido de masas encuadradas en sectores (PRM)– se hace el desentendido. Más aún, reconoce la ‗victoria cultural‘ al abstenerse de responder a la presunción panista de que el proyecto original de la reforma energética es de su autoría. El aparente olvido de la esencia del partido de la revolución obedece a la lógica del poder y por lo tanto no merece ningún comentario de Enrique Peña y su círculo cercano. Rhina Roux identifica los contenidos de esa ‗victoria cultural‘: Para afianzar la nueva forma de dominación, la oligarquía financiera asociada con capitales externos necesita clausurar definitivamente, en la vida material y en el imaginario colectivo, el ciclo de la Revolución mexicana y sus instituciones: terminar de desmantelar las redes corporativas del viejo Estado protector, romper los fundamentos materiales de la soberanía estatal, quebrar la autonomía del ejército mexicano frente a mandos militares externos y establecer, en integración y en fusión con la economía de Estados Unidos, un mando capitalista sólido que no dependa de compromisos con las clases subalternas (Roux, 2011: 71).

La confluencia de la política económica del PRI y del PAN viene de los años ochenta, cuando el salinismo se apropió del proyecto neoliberal propugnado por varios intelectuales conservadores como Luis Pazos quien, desde los años setenta, criticó la intervención del estado en la economía (aunque no así cuando interviene masivamente para rescatar a ciertos sectores económicos como la banca privada). Por su parte, el PAN se deshizo de las trabas impuestas por su corriente dogmática que se oponía a recibir recursos del estado para competir en las elecciones y se lanzó a la búsqueda de puestos de elección popular, incluso realizando alianzas con el PRI, su adversario político tradicional, y adoptando sin ruborizarse las viejas prácticas corporativas priístas. La corriente dogmática que fundó el PAN, el cual aparece precisamente para oponerse al cardenismo y su política de masas, ha desaparecido. El argumento panista se basaba en la idea de que un partido de estado eliminaba las libertades políticas del individuo, valor central del liberalismo conservador. En realidad la clase empresarial apoyaba la política económica de los años treinta, que a la postre creó los grandes capitales mexicanos, aunque se oponía firmemente al pacto corporativo. En todo caso no hay que olvidar que el nacionalismo posrevolucionario no excluía o pretendía limitar el desarrollo capitalista; la política económica colocó a los capitalistas mexicanos en el centro del desarrollo económico pero procuró establecer un contrapeso en su política de masas para mantener el poder político. En este sentido la expropiación petrolera en 1938, efeméride fundamental del estado nacionalista, representó la base material para realizar los compromisos adquiridos en los artículos 3°, 27° y 321

123° constitucionales, y mantener vivo el pacto corporativo. Pero el límite de dicho compromiso estuvo siempre supeditado al desarrollo del capital. La represión a las huelgas de ferrocarrileros, maestros y médicos a fines de los años cincuenta y principios de los sesenta así como el asesinato de Rubén Jaramillo, heredero de las luchas zapatistas no dejan dudas al respecto. Desde esta perspectiva, no debe sorprender que el PAN se adjudique la paternidad de la reforma energética, a pesar de que buena parte de los empresarios que se definen como panistas hayan sido los principales beneficiarios de la expropiación petrolera. Con una mano criticaron por décadas el control de la renta petrolera por parte del estado, mientras que con la otra recibieron con beneplácito exenciones de impuestos, contratos, subsidios, control de los mercados, asignación de obras, gasolineras y toda una serie de medidas adoptadas por el estado nacionalista para favorecer la acumulación de riqueza. Tampoco sorprende la supuesta pasividad del PRI ante las ostentaciones del panismo, pues lleva treinta años promoviendo el neoliberalismo y acercándose sin disimulo al liberalismo conservador que en los años treinta el partido del estado caracterizó como traición a la patria. No por ello se puede pasar por alto que las reformas afectarán enormemente la calidad de vida de la mayoría de la población y que representan el fin de un modelo de desarrollo inspirado en el estado de bienestar que significó para muchos la posibilidad de salir de la pobreza y la marginación. Pero tanto nacionalistas como neoliberales persiguieron y persiguen el mismo fin: la continuidad de un modelo de dominación capitalista. Así que la cuestión no radica en apoyar a los nacionalistas y criticar a los neoliberales pues en el fondo, son las dos caras de una misma moneda: la acumulación de capital, Si hace ochenta años fue necesario un estado nacionalista para mantenerla sana y en ascenso, bien; si hoy es necesario finiquitarlo para abrirle paso al estado neoliberal, también. El dilema nacionalismo-neoliberalismo es falso. No se puede objetar que en este contexto de reconfiguración del poder internacional, la nueva agenda – es decir, la neoliberal– es más lesiva socialmente para el interés público. Pero es políticamente infecundo oponer a este radicalismo conservador una ideología en estado de defunción –la nacionalista–, que además tiene contenidos igualmente conservadores. Es una suerte de oposición cómplice, a modo para la reacción, y con poca o nula capacidad de generar

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simpatías multitudinarias, dada la condición anacrónica de su marco de creencias. La prueba más fehaciente de su impotencia –de la oposición nacionalista– es su asombrosa incapacidad para frenar siquiera mínimamente el ciclo de reformas neoliberales en curso. La participación (que no oposición) de esta fracción política en el marco de la neoliberalización fluctúa entre la colaboración clientelar y la denuncia acomodaticia. (Es todavía más condenable que en el contexto de militarización e impulso oficialista de una guerra inicua, con costos humanos inenarrables, esa oposición no actúe con la determinación que exigen las circunstancias, y se ciña tercamente a la arena electoral). La actuación de reparto de la izquierda nacionalista, es indicativo de un estancamiento que reclama una urgente reestructuración. Los dos vértices programáticos de la agenda nacionalista, a saber, la renacionalización de la industria energética, y el alza al salario mínimo gradual o por decreto, aún cuando pudieran alcanzar cierto eco en los círculos del oficialismo, son insuficientes para modificar significativamente la correlación de fuerzas y/o desarticular la red de dispositivos materiales e inmateriales que sostienen el capitalismo en México. Y más aún si se considera que un incremento a la tasa salarial es casi un hecho necesario en ciertos episodios del continuum neoliberal, pero sólo como una compensación por la desposesión gigantesca que acarrea esta estrategia: se devuelve en especie lo que por derecho le corresponde al conjunto de la población. Acudimos al desplazamiento del Estado como puntal de la acumulación capitalista. La nueva institución dominante es la sociedad empresarial, especialmente abocada a promover el negocio de la guerra y la industria militar. Los mercados atraviesan un proceso de recomposición en consonancia con esta nueva realidad. Y los Estados naturalmente pierden facultades otrora inalienables. El nacionalismo es el lenguaje político hegemónico del siglo XIX y la primera mitad del siglo del XX. El neoliberalismo es la cría bastarda en proceso de entronización. En pocas palabras, la neoliberalización, que es el eje de la recomposición del poder internacional, se erige como el agente dinámico de la militarización y el ―Pacto por México‖ o ―Moviendo a México‖, que son los eslóganes que cortejan al régimen político mexicano. El Estado neoliberal es la nueva modalidad de organización política.

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Alguien, en algún lugar del sur de México, sostuvo: ―Asistimos al striptease del estado… el estado se desprende de todas sus prendas, excepto de la íntima e indispensable, que es la represión‖.

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Poder regional, capital social y política exterior en los casos de China, Japón e India Francisco Javier Haro Navejas [email protected] Martha Loaiza Becerra [email protected] María Elena Romero Ortiz [email protected] Cristina Tapia Muro [email protected] Universidad de Colima

Resumen: El tema de estas páginas es el análisis del capital social como palanca de las políticas internacionales de los actores de un país, en este caso China, Japón e India. El capital social es un elemento con manifestaciones discursivas y prácticas. Es esencial para la formación de las identidades de los actores en el escenario internacional. Además, es un medio para las interacciones entre actores estatales y no estatales que conduce a la transformación de las políticas internacionales y de las instituciones. Presentamos una hipótesis: el capital social actúa como vehículo de movilización de intereses, preferencias y percepciones entre la sociedad civil y el gobierno. De esta manera, ambos elementos se influyen y utilizan mutuamente: obteniendo legitimidad, recursos, entre otros elementos. Nuestra atención se centra en la influencia que ejercen entre sí estas dos esferas (gobierno y sociedad civil) en asuntos correspondientes a la política exterior de los países analizados. Abstract: Analyzing social capital as a lever of the international politics of several actors in a given country is the aim of this paper. Here are China, Japan and India. Social capital is an element with political and discursive expressions. It is essential to shape players identities in the international stage. Also it is a mean that let interact state and non-state actors with each other. This process triggers international politics and institutions transformations. A hypothesis is presented: social capital acts as a vehicle to mobilize interests, preferences and perceptions between civil society and government. Thus, both elements mutually influence and use themselves to gain legitimacy, resources, among other elements. We focus on the influence of these two spheres (government and civil society) over foreign policy issues in countries.

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Introducción La posibilidad de estudiar la relación entre política exterior y capital social, o mejor dicho el capital social como palanca de las políticas internacionales de los Estados es un tema poco tratado como tal en la literatura especializada. No obstante la falta de atención de los especialistas a este binomio, el creciente atractivo que el concepto capital social ha tenido por lo menos en la última década se empieza a diseminar a muy diversos campos para adquirir carta de naturalización en terrenos insospechados, a veces alejándose del concepto original. Dentro de lo discursivo, lo referente al capital social es importante. Por ejemplo, un antiguo Ministro de Asuntos Exteriores de Noruega ha recurrido al concepto que se conoce ampliamente, para explicar que no solamente el humano o el financiero son importantes (Støre, 2005). En términos prácticos, de la diplomacia cotidiana, los ―constructores de capital social‖ y líderes confiables se convierten en interlocutores privilegiados incluso de los grandes poderes (Mandaville, 2013). Eso es lo que pasa actualmente, por ejemplo, con las políticas americanas de defensa de su seguridad e intereses nacionales que implican el acercamiento con líderes religiosos. En este mismo nivel, la formación del capital social, bajo algunas circunstancias, es alentada por actores externos, quienes harían ―más fácil‖ a sus pares locales en zonas conflictivas acumular este tipo de capital (Marolowe, 2010). Esto sería la actividad principal de algunos actores estadounidenses y de organismos internacionales, tales como el Banco Mundial, institución que apoya determinados proyectos con la pretensión de comprender y utilizar mejor al capital social, tanto desde la perspectiva teórica como práctica (World Bank, 2011). Inclusive, como veremos adelante, alinea su discurso sobre el tema al de políticos locales. En suma, podría ser que algunos consideren que el ―florecimiento‖ del capital social depende de lo que los poderosos, especialmente Estados Unidos, puedan hacer en temas como el impulso la libertad religiosa (Huizinga, 2013). Académicamente hablando, en el terreno de las relaciones internacionales, se ha señalado que el estudio del capital social permitiría explicar las diferencias en desarrollo industrial que ubica en diferentes sitios a las economías debido a los niveles de confianza mutuas entre los individuos de una sociedad y los alienta a cooperar (Fukuyama, 1995). La relevancia para la disciplina radica en que, de acuerdo a este análisis, el carácter de la sociedad civil, así como de sus organizaciones, es la clave para el éxito de los países en la economía internacional. A mayor capital social y 327

organización mayor peso en el mercado mundial. De acuerdo a esto, podríamos concluir, el lugar en el mundo se basa en gran medida en el capital social acumulado en cada caso analizado. Sobre el tema de capital social y política exterior, uno de los pocos trabajos específicos es el de Duarte Villa (2007), quien arma su análisis mediante la unión de capital social y la generación de confianza en el espacio internacional. Considera que en algunas de las teorías de relaciones internacionales, en cuanto a cooperación y confianza se refiere, existen intersecciones implícitas con la teoría de capital social. Tras analizar varios enfoques teóricos, como neo-institucionalismo y constructivismo, Duarte concentra su estudio en los efectos de las ideas democráticas y de la democratización en la formación de confianza entre Brasil y sus vecinos. Nuestro trabajo aborda la relación entre capital social y política exterior a partir de la influencia que el primero ejerce sobre el segundo. Partimos de la influencia mutua que ejercen entre sí las manifestaciones de la sociedad civil y del gobierno (entendidas como políticas específicas) para analizar el mecanismo por medio del cual ocurre este proceso, buscando recuperar las especificidades que este adopta en cada uno de los países estudiados. Lo anterior nos permite construir la hipótesis que se verifica a lo largo del trabajo: los recursos individuales entendidos como capital social, constituyen la vía por la cual gobierno y sociedad inciden mutuamente en sus manifestaciones internacionales. El capital social actúa como vehículo para la movilización de intereses, preferencias y percepciones entre ambas esferas. Los datos utilizados para el análisis proceden en su mayoría de diversas fuentes secundarias y primarias, entre las que sobresalen las encuestas internacionales con representatividad nacional, especialmente la Encuesta Mundial de Valores (WVS, por sus siglas en inglés) misma que se ha realizado periódicamente desde 1981 por una red mundial de investigadores sociales en prácticamente todos los países del mundo (WVS, 2014). El trabajo que presentamos se desarrolla de la siguiente forma: en el primer apartado, iniciamos recuperando algunas de las visiones de capital social que se han generado en torno a los países en estudio. Con este ejercicio presentamos al lector la forma en que un concepto tan ampliamente abordado ha sido adaptado para el análisis de las realidades particulares de China, Japón e India a partir de algunos de los trabajos que se han realizado en este ámbito. Hacia el final de este segmento establecemos las bases conceptuales sobre las cuales se fundamenta nuestro análisis.

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Posteriormente, presentamos el análisis realizado sobre los casos de China, Japón e India en cuanto a la incidencia del capital social en sus políticas exteriores. Para ello, en un primer momento, dedicamos atención al papel de éstos en el sistema internacional así como a sus políticas. Posteriormente, vinculamos de diversas formas el capital social existente en cada uno de estos países con sus acciones hacia el exterior. Finalmente, se comentan los principales hallazgos al respecto. El capital social como recurso político: una mirada a la literatura Desde el punto de vista de los politólogos, el capital social es asociado a la democracia y a valores como la confianza y la participación política. Actualmente, el capital social se analiza a la luz de los vínculos que se establecen entre diversos sectores con el político y el económico, en la medida en que este vínculo incentiva la confianza de la sociedad en cuanto a su liderazgo y sus propuestas. Los tres autores más reconocidos en la materia (Bourdieu, 1997; Putnam, 1992 y Coleman, 1988) sugieren que éste es un elemento importante en lo social, lo político y lo económico, es producto de la unión de la sociedad en torno a temas comunes. En este sentido, John Montgomery argumenta que los líderes políticos a menudo usan el capital social como recurso político sin darse cuenta, utilizan la lealtad de la población hacia determinadas actividades, por ejemplo, el compromiso de la comunidad para la conservación del ambiente, organizándose para plantar árboles ante una convocatoria gubernamental; colaboración con políticas de reciclaje, contribución con acciones sociales de apoyo al entorno, entre otras. (2000:227). El producto de la asociación de los miembros de la sociedad permite generar respuestas que de este modo contribuyen a fortalecer una propuesta política. El capital social puede servir entonces para almacenar el apoyo potencial cuando una sociedad depende de determinadas acciones voluntarias para apoyar una política pública. Sin embargo, considerar al capital social solamente como un insumo en la producción de una política es complicado ya que éste no tiene un modo de ser medido, reportado, único y uniforme. Es un recurso intangible que además debe ser inteligentemente utilizado por el líder para alcanzar sus propósitos políticos.

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Consideramos que la sociedad organizada en grupos formales facilita el aprovechamiento del capital social producido en un ambiente de confianza recíproco. De manera que aunque el capital social no tenga el objetivo de impulsar asuntos políticos, el líder puede acceder al mismo a partir de la cooperación, aunque ésta no sea oficialmente establecida, con grupos organizados que apoyen o promuevan determinada actividad, produciendo efectos positivos para la sociedad, explotando dos elementos básicos: lealtad y confianza. En China, por un lado, a partir del XVII Congreso del Partido Comunista (PC), 15 de octubre de 2007, el informe presentado ante ésta instancia por Hu Jintao, Secretario General del mismo, se convirtió en la fuente proveedora de los elementos discursivos para alimentar al mundo oficial de conceptos articuladores de la práctica de los actores estatales, lo cual incluye a burócratas y a muchas instancias académicas. Este tipo de documentos aparentemente tiene una importancia solamente interna y está destinado a asuntos puramente domésticos, lo cual nunca pasa de esa manera. El componente discursivo vertebral fue el de la construcción de una sociedad armoniosa china, pero también de un mundo de ―paz duradera y prosperidad común‖ (Hu , 2007). El discurso de quien fuera presidente hasta 2013 abarcó casi cada aspecto de la producción intelectual y política de China y el capital social no escapó a ello. Llama la atención porque se ha pretendido crear una línea de investigación sobre la relación entre diplomacia y capital social internacional chino (Liang, ca 2013). La argumentación es que la diplomacia cultural es parte del poder suave, dentro del cual el capital social es decisivo. Por lo tanto, si se cuenta con capital social será posible desarrollar la primera y mejorar la imagen del país. En Japón, por el otro, el término para entender el capital social es ―capital social relacional‖ (shakaikankeishihon) que se vincula a una relación de unos con otros, y no solo shakaishihon que es la traducción literal de capital social, pero que en el caso japonés se refiere nada más a la infraestructura con impacto social, como aeropuertos, caminos, vías férreas, puertos, principalmente. (Nishide, 2006:3) Como hemos señalado, el capital social que aquí nos interesa es el que está vinculado con el proceso relacional que la comunidad lleva a cabo y que es considerado un factor fundamental en el empoderamiento de la comunidad, en la expresión de la opinión, voluntad y compromiso de la sociedad para con la sociedad misma y con sus gobernantes.

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Entre los autores que se reconocen por sus aportaciones al entendimiento del capital social japonés podemos mencionar a Fukuyama (1995) quien afirma que entre mayor confianza hay entre los miembros de la sociedad se reducen los costos de transacción y se incrementa la eficiencia económica. Ikeda y Richey (2012) y Pharr y Robert Putnam (2000), a su vez, plantean que la sociedad japonesa propicia la formación de redes sociales independientemente de la actividad política. En este sentido, la confianza de la sociedad hacia los políticos continúa en niveles bajos, mientras que la cooperación entre la población se incrementa. En este mismo grupo de literatura, Takashi Inoguchi (2002) señala que el papel del gobierno es facilitar la creación de capital social a partir de la promoción de políticas en temas más amplios, particularmente en la promoción de actividades cívicas y no lucrativas. Es necesario construir espacios sociales e incentivos materiales para los ciudadanos de manera que se facilite el compromiso con la comunidad. Por ejemplo, al facilitar la política de incentivos fiscales se promoverá la cultura de donación. Yutaka Tsujinaka (2010), por su lado, argumenta que en Japón el concepto de capital social ha estado vinculado a autores de occidentales; sin embargo, afirma que el capital social japonés tiene un carácter multifacético ya que incorpora una visión de diversidad social y sus aplicaciones, convirtiéndose en un elemento complejo de analizar y sobre todo cuando se vincula con lo político y lo económico, de manera que debe ser estudiado en sus contextos geográfico y temporal específicos, sin dejar fuera los elementos culturales que caracterizan cada región de ese país. Finalmente, en cuanto a India, la investigación en torno al capital social ha estado ampliamente asociado con las redes sociales y la confianza configuradas a partir la identidad -ya sea de casta o religión- dada la profunda heterogeneidad que existe en el país. Por lo mismo, existen trabajos que cuestionan la aplicabilidad del concepto tradicional de capital social (Putnam) en la realidad india, enfatizando la dificultad de medición de los mismos en ese contexto dadas las características de la información y del tipo de relaciones que se tejen al interior de la sociedad (Serra, 2011) Sengupta & Sarkar (2012:165) dan cuenta del impacto de las castas y la diversidad religiosa sobre el capital social en India. Para ello, los autores identifican dos formas diferentes de este concepto: estructural y cognitiva (no estructural), mismas que se utilizan en el presente trabajo para caracterizar el caso correspondiente. Por capital social estructural entendemos asociaciones, 331

grupos, organizaciones y redes en las que se traduce la naturaleza interactiva del individuo, mientras que el cognitivo se refiere a elementos como la confianza, solidaridad, y cooperación. Los resultados arrojan que la formación de capital social es más alta entre individuos homogéneos en las dimensiones de casta y religiosa. Otros trabajos que abordan el capital social en el país mencionado son los de Borooah y Bros (2013) y Blomkivist (2003), quienes observan el concepto vinculándolo con la confianza de los votantes, la participación política y el desempeño del gobierno. Para los fines de este trabajo, se entenderá por capital social el resultado de las interacciones entre los individuos y de estos con las instituciones, estatales o no. Interacciones que pueden ayudar a éstas a fortalecerse, pero también a debilitarse o a crear nuevas como parte de la participación política de la sociedad civil. En síntesis, entendemos por el capital social los recursos de los cuales dispone el individuo provenientes de la cristalización de las interacciones multidimensionales para fines compartidos. Dichos recursos pueden apreciarse en sus manifestaciones materiales (organizaciones y asociaciones, entre otras) o inmateriales (confianza y lealtad), por ejemplo. El caso de China China y el mundo China ascendió a la categoría de poder global en la segunda mitad de la década de los noventa del siglo pasado. Actualmente estamos, con limitaciones, ante una potencia multidimensional y embarcada en su mundialización. Su multidimensionalidad le viene de lo variado tanto de su agenda como de los los actores que la crean. Se materializa en el plano mundial ya que quienes hacen política internacional se encuentran en casi todos los rincones del planeta. Los creadores de capital social forman parte de esta multidimensionalidad y mundialización, situación que se debe a su interrelación con actores similares de otras partes del globo. Además, muchas de las acciones china en el exterior coadyuvan, a veces de forma involuntaria, a la creación de capital social en otras partes del planeta. Aparentemente este proceso fue llevado a cabo por China a partir de dos pilares: el crecimiento económico y el comercio internacional. Si bien éstas son dos variables importantes, es necesario

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ponerlas en un contexto más amplio con otros componentes entrelazados. A nivel interno, los grupos gobernantes lograron los consensos necesarios para utilizar todos los mecanismos a su alcance para mantener en marcha el proyecto reformista iniciado en los setenta, mantener el monopolio del poder y garantizar la integridad espacial del territorio. Pese a lo inmenso del mismo, 9.6 millones de kilómetros cuadrados, y lo enorme de su población, 1.3 millones de personas, el mercado interno constriñe el crecimiento. Por lo mismo, la elite gobernante ha impulsado una compleja estrategia hacia el exterior. Este avance ha tenido varias vertientes, entre las que destacan el incremento del comercio (el de la importación –resaltando las materias primas- y el de la exportación de capital para garantizar acceso a las mismas, pero también en busca de tecnología); el de una participación internacional mayor y variada, tanto a nivel formal como informal; la creciente importancia prestada a las instituciones internacionales gubernamentales, lo mismo globales como regionales. Tres eventos son esenciales para explicar la conversión de China en potencia: el ingreso a la Organización Mundial del Comercio (OMC), el liderazgo mostrado para la formación de la Organización para la Cooperación de Shanghai (OCS) y el regreso de Hong KOng y Macao a soberanía china. En el mismo nivel de importancia está el cambio de actitud de Beijing hacia los países de la Asociación de Naciones del Sudeste de Asia (ANSEA) y esta misma institución. Ahora domina la cooperación y crece la confianza, lo que no quiere decir que no existan fricciones sobre temas particulares, como el lo relativo a las disputas en el Mar del Sur de China. La confluencia de estas circunstancias, que los propios actores chinos ayudaron a crear, ha permitido que China sea una potencia multidimensional y globalizada. La creación de capital social y económico interno ha desplazado gran parte de la agenda doméstica al plano internacional. Estos actores han logrado la unificación de los ejes esenciales de los grandes poderes: la existencia de identidad multidimensional para la actuación internacional, una serie de ideas esenciales para esa actuación y la capacidad para participar a manera de líder en las organizaciones internacionales intergubernamentales.Incluso ha logrado la creación misma de este tipo de organismos. Todo ello es llevado a cabo por actores con el suficiente cúmulo de capital social como para incidir en la agenda global, pero sobre todo en agendas específicas. Percepciones y proyecciones internacionales del capital social en China

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En un contexto donde los ciudadanos construyen capital social tanto a través de las instituciones oficiales como de organizaciones de creciente independencia, las interacciones lo mismo entre los individuos como entre éstos y las organizaciones estatales han sido muy intensas. Lo anterior ha sido posible gracias a la permisibilidad oficial, pero también a causa de una mayor fuerza y participación social y de un marco institucional más funcional. La legitimidad del gobierno ha sido cuestionada directa y abiertamente por grupos relativamente pequeños, pero su capacidad de dominación no ha sido puesta en jaque. En general, el capital social se levanta sobre las estructuras institucionales existentes, cuya flexibilidad es creciente. Desde 1999 hasta 2014 los cambios en los porcentajes de confianza respecto al gobierno son mínimos y graduales. Existe una tendencia a regresar al punto de partida. En ese lapso, según datos de la Encuesta Mundial de Valores (EMV) el 38% de los encuestados confía mucho en el gobierno y alrededor del 50% lo hace en menor grado. Los porcentajes de quienes no lo hacen mucho rondan el 6%, mientras que los que no confían nada representan apenas el 1%. El sistema político chino ofrece posibilidades limitadas de participación, sin embargo, estas se encuentran en crecimiento. La evidencia no muestra insatisfacción. Las respuestas a la pregunta sobre ¿qué piensan los encuestados de diferentes sistemas políticos como forma de gobernar su país? no permite aseverar que su percepción sea negativa. En todo caso, ésta evoluciona. Mientras que en el punto de partida (esto es, la ola levantada entre 1999-2004), 16% consideraba como ―muy bueno‖ el sistema democrático, en la última ola (2010-2014) el porcentaje se incrementó al 27%. Los cambios drásticos los observamos en el hecho de que el 24% de personas que no habían respondieron ha llegado al 5%, tras pasar en momentos por el 0%. Más interesante resulta que el 57% que consideraba como ―bastante buena‖ a la democracia ahora se redujo al 44%. En el proceso de construcción de capital social, la sociedad comparte aspectos del discurso oficial al mismo tiempo que crea sus propias herramientas discursivas. En algunos momentos el peso del primero es mayor, como en los tiempos de incertidumbre política a los cuales son sensibles las elites chinas que transmiten su aprensión a la población. De acuerdo a los objetivos individuales manifestados por los habitantes en la EMV, entre 1989 y 1998 la principal preocupación fue lograr el mantenimiento del orden en el país. El desasosiego se ha desplomado en términos porcentuales. En los dos primeros bloques de años ha alcanzado la 334

sima de 27%. La inquietud actual es el control de la inflación, lo cual está más en el terreno de crear un discurso propio, pero lejos de significar la posibilidad de crear organizaciones propias y de dotarse de un discurso completamente diferenciado del gubernamental. El éxito del discurso gubernamental que se proyecta en teoría y práctica externa es palpable, sobre todo en cuanto a explicar la dureza mostrada frente a algunas fuerzas opositoras. Otro aspecto palpable donde encontramos que constructores de capital social y los grupos gubernamentales dominantes se encuentran es en el espacio de la protesta en contra de diferentes grupos extranjeros, que lo mismo puede ser el gobierno japonés, alguna tienda departamental francesa o el la Casa Blanca, pero tambièn aquellos que simpatizan con algunas fuerzas políticas tibetanas. Es posible, segùn lo que análisis concretos muestran, encontrar fuerzas movilizadas de forma corporativa, fuerzas espontáneas movilizadas defendiendo el discurso oficial pero sin necesariamente apoyar al gobierno, y fuerzas que se alejan de estas dos posibilidades. El crecimiento económico chino es la máxima expresión del capital social con impacto global. Es el epítome de la relación entre capital social, identidad y políticas internacionales. El capital social ha sido un motor esencial del crecimiento económico que ha desbordado las fronteras chinas, que a su vez es un componente esencial de la identidad homogénea-unitaria sustentada en la etnicidad china oficial y en la fortaleza económica, la cual sirve de eje de las políticas internacionales de este país. La EMV nos muestra la evolución de las percepciones sobre cuáles deberían ser los objetivos nacionales como primera opción de los encuestados. Lograr un nivel alto de crecimiento económico ha sido hasta 2014 la aspiración compartida por gobierno y sociedad. Las respuestas han dejado espacio para otras aspiraciones. Al inicio era 66% para descender al 47% de encuestados que ven a esta variable como lo más importante. Se trasmina la preocupación de una fuerza de defensa fuerte que ha tratado de despegar. Con altibajos ha subido del 19% al 23%. La aspiración de que la opinión popular sea escuchada, de 2% saltó a 8%. No obstante este cambio, sobresale el deseo de hacer los entornos urbano y rural ―más bonitos‖. Algunas sociedades, como la china, que han atravesado por décadas por todo tipo de conflictos y de escasez material, se concentran enfáticamente en la solución de sus problemas propios, para lo

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cual buscan utilizar sus recursos, e incluso los ajenos para ese fin. Los encuestados, en su mayoría, no desean ayudar a aliviar la pobreza del mundo. Aspiran, sobre todo, superar las dificultades nacionales. En concordancia de lo anterior, los encuestados no son entusiastas respecto a ayudar a los países pobres. Pese a ello, han sido mesurados, ya que el 21% no ha respondido y el 49% considera que deberían dar algo más de lo que dan ahora, en contraste con el 20% de los que desearían dar menos. Se trata, paradójicamente, de la negativa de los creadores de capital social para incrementar el capital social en otros países. En este ámbito, los caminos de la sociedad y del gobierno son de los más divergentes. Al contrario de los deseos sociales. el gobierno destina más recursos a la ayuda, la cual se convierte en una herramienta esencial para la expansión internacional. De forma implícita, en diferentes formas en las elites y en las masas chinas, el confucianismo está internalizado. Uno de los conceptos confucianos claves presentes en el sistema político chino es el de la rectificación de los nombres (证明 zhengming) (Kong, 1992). De acuerdo a este discurso, a cada persona se le asigna un lugar en la sociedad correspondiente a su nombre. A partir de lo anterior, el maoísmo y sus sucesores han creado su propia rectificación de los nombres útil para construir su propio orden social (Haro Navejas, 2012). La rectificación lleva a una asignación socio-política, la cual sirve de base para la construcción identitaria interna y externa. Dentro de un orden social cambiante, los viejos actores se transforman y surgen nuevos, que son rectificados incesantemente. En la tradición anglosajona, en su tipo ideal, las ONG tienen como una característica fundamental lo implicado en su nombre: su independencia del gobierno. Incluso, donde los gobiernos son menos flexibles e ineficientes, las ONG están en contra del gobierno. En puntonghua (el llamado idioma común), la rectificación de los nombres nos dice que las ONG son, literalmente, una organización entre-dentro del pueblo 民间组织 (minjian zuzhi). En esta adaptación político-lingüística de un término extranjero, el énfasis es puesto en el elemento cooperativo y positivo, no en lo negativo de posible ruptura con el gobierno. Si partimos de nuestro concepto de capital social, que fue expuesto en el apartado anterior, China cuenta con una de las sociedades más productivas para la formación de capital social con impacto internacional. La clave es, como se dice hasta el cliché en la bibliografía especializada, con quién

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te relacionas. A ello habría que agregar cómo te organizas y el nivel de formalidad con que cuentas. El concepto chino para ello es el de 关系-guanxi-relaciones, término socialmente plurifuncional y culturalmente multivoco. En pocas palabras, puede ser positivo o negativo, con muchos matices: es corrupción para cometer algo ilegal o es el engranaje para facilitar que el nivel de vida mejore. Las acciones creadoras de capital social se han sofisticado, alejándose de la informalidad y de lo que podría considerado como ilegal, aunque no siempre. La institucionalización se incrementa a través de la formación de las minjian zuzhi (民间组织), espacio por excelencia para la materialización del capital social en el espacio global. Las minjian zuzhi son organizadas por creadores locales de capital social y una vez en funciones lo incrementan. Al menos ese es el objetivo. Su impacto sobre las políticas y otros actores internacionales es diferenciado en importancia. Existen ONG instituidas fuera de China a donde van a establecerse, se les diferencia de las minjian zuzhi. Las hay lo mismo religiosas que laicas, ambientales que relacionadas con la salud; se encuentran las formadas dentro del país, pero apoyadas financieramente desde el exterior de manera sustancial, igualmente con giros diversos; a su vez, están las esencialmente nativas y cuyo espacio es el territorio chino; finalmente, están las locales con actividad internacional, las cuales son las menos y donde sobresale desde fines de los años noventa del siglo pasado la Fundación China para la Disminución de la Pobreza. Podemos diferenciar a estas organizaciones por el tipo de relación que tienen con el gobierno, la cual puede ser de considerable independencia o bien construidas por éste. El marco legal en el cual se desenvuelven es muy incierto y aún existe una gran discrecionalidad oficial para monitorearlas debido a la preocupación gubernamental de que desde el extranjero se financien actividades desestabilizadoras del Estado (Tatlow, 2014). La supervivencia de las instituciones de los creadores de capital social depende de su habilidad para moverse en un marco cuyas cuatro esquinas son: uso de las guanxi, aceptación de que el Estado está bajo la dirección del Partido Comunista, de que China es un entidad estatal soberana y de que la integridad del espacio del país es inalienable. Desde fines de los años noventa del siglo pasado, empezó a crecer la importancia de la idea de la innovación de la gestión social (社会管理创新 shehui guanli chuangxin). Durante el gobierno de

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Hu Jintao (2005-2013) alcanzó su punto más alto la idea de regular y administrar tópicos relacionados con la seguridad pública, seguridad alimentaria, estabilidad social, y emergencias. Se trata de la gobernanza social, diferenciada de la económica y estatal (Yu, 2011). En el siguiente gobierno, el nuevo presidente, Xi Jinping, hizo que la dirección del partido gobernante aprobara una resolución donde hace su aparición la nueva política, denominada gobernanza social (社会治理 shehui zhili), cuyo creadores han tratado de que sea más completa que su antecesora. La gobernanza social está ligada, entre otros tópicos, a la seguridad nacional, al ofrecer un entorno de paz para el trabajo y la vida, a tener un sociedad estable y ordenada, pero también de manera profusa a la ecología. Uno de los temas centrales es el de alentar a las organizaciones sociales. De acuerdo a los dirigentes políticos chinos, lo central está asociado con las relaciones sociedad-gobierno, sobre todo su separación y ―clarificar‖ derechos y responsabilidades de las organizaciones sociales, estableciendo su autonomía de acuerdo a la ley. Declaran que apoyan la formación y registro de esas instituciones, al tiempo que pretenden fortalecer la gestión sobre las organizaciones sociales, chinas, y las ONG, extranjeras. El fin es guiarlas a que lleven adelante sus actividades de acuerdo a la ley (PCCh, 2013). Las políticas gubernamentales nacen por lo menos de tres fuentes: la realidad de que la formación de capital social ha dejado de ser algo espontáneo, ahora alcanza cada mayor institucionalización; tanto agendas como actores se mueven en diferentes planos espaciales y políticos al mismo tiempo, lo nacional tiende a diluirse en lo internacional; la necesidad de crear un orden legal de acuerdo a las circunstancias nuevas, pero también como parte del ejercicio de su legitimidad; lo cual lleva, sobre todo, a la creación de certidumbre institucional. El Estado chino no puede contener la creación de capital social, por lo que se ve obligado a utilizarlo para fortalecer su orden legal e institucional, con el fin de que éste no se debilite con la participación política de la sociedad. A veces por sendas paralelas y contrapuestas, el gobierno y los creadores de capital social avanzan en sus posiciones. Ambos tratan de fortalecerse institucionalmente y jugar bajo reglas claras; además, los dos ordenan su conducta a partir de influencias externas y tratan de beneficiarse del entorno internacional.

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Las transformaciones en las formas de la propiedad de la tierra y de la producción a partir de los setenta se produjeron, desarrollaron y triunfaron a partir de las guanxi. Las relaciones sociales crearon capital social que se materializó en lo que a finales de esa década se llamó reforma económica. La construcción de redes sociales se produjo en varios planos entrelazados, lo mismo de forma horizontal que vertical: diplomáticos, funcionarios locales y centrales, y campesinos crearon complejas redes sociales que permitieron los cambios. Las interacciones sociales ocurridas alrededor de las áreas rurales se produjeron, posteriormente y con adecuaciones, en la economía urbana. El caso de Japón Japón en la escena internacional En términos de política exterior, Japón enfrenta grandes retos que tienen su razón de ser en la nueva relación de fuerzas globales, pero sobre todo en su región. Esto está interrelacionado con los cambios internos, parcialmente reflejo de los acontecimientos exteriores. En primer lugar destaca la necesidad de replantear la forma en como funciona la relación con Estados Unidos, el cual busca un Japón más asertivo, pero sobre todo dispuesto a dedicar más recursos propios a su defensa, cosa que provoca fuertes tensiones internas. A continuación tenemos, la compleja y mutuamente benéfica relación con China a cuyo crecimiento los japoneses deben un amortiguamiento de su crisis. Por lo mismo, ni siquiera como hipótesis se plantea la posibilidad de que los japoneses dejen de alentar el crecimiento de su vecino. La tensión en la península coreana, puesta en su dimensión justa, bajo las circunstancias actuales no plantea problemas irremontables a Japón. Algo similar pasa con las disputas norteñas con Rusia. Las mayores dificultades provienen, en lo interno, de poder desarrollar una política energética alternativa a la de los últimos 50 años y los desajustes que provocaría un cambio de fondo al artículo noveno de la Constitución, de acuerdo al cual Japón ha renunciado ―para siempre‖ al uso de la guerra como derecho soberano y aceptan que el derecho de beligerancia no sea reconocido. A nivel externo, existe la aspiración de ser parte del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas y el alcanzar un mayor margen de maniobra respecto a la Casa Blanca, sobre todo cuando se trata de procesos relativos a planes de integración comercial regional enfrentados,

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cuando no francamente excluyentes, como sería el caso del proyecto del Este de Asia y el del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica. Japón, política exterior, capital social y Asia Pacífico El capital social en Japón se construye en torno a temas comunes y a los objetivos de las redes civiles que lo promueven, aunque éstas no necesariamente se vinculan con actores políticos. Sin embargo, este producto de la organización de la sociedad civil japonesa sí se ha convertido en un factor importante en el país creando plataformas de discusión que apoyan o bien cambian el sentido de una política pública. De acuerdo a la Japanese General Social Survey (JGGS, 2010), 39.7% de la población está de acuerdo o más o menos de acuerdo en que la política y el gobierno son una cuestión complicada para ser entendida, contra un 17.2% que están en desacuerdo. En este sentido, la cuestión de la confianza opera de manera definitiva si consideramos que en la misma encuesta, el 39.4% está de acuerdo o más o menos de acuerdo en que los miembros de la Dieta no toman en cuenta a la sociedad una vez que resultan electos y ello impacta en la confianza que tienen en los políticos. Es relevante resaltar que la confianza en las agencias de gobierno, ministerios, entre otros, es baja, reportando 1784 respuestas de poco o casi nada de confianza. Los datos mencionados muestran que la sociedad japonesa no está muy vinculada con los temas políticos, le parecen complejos y su opinión acerca de los vínculos que los políticos promueven con la sociedad son mínimos, en realidad consideran que la sociedad juega un papel importante solamente durante las campañas políticas. Es posible vincular lo anterior con el resultado de la pregunta sobre el partido político de su preferencia, en donde la respuesta que mayor resultado obtuvo fue la de: ―no apoyo un partido político en particular‖ con 2450 respuestas, contra 819 de apoyo al PLD y 928 al PDJ, éste último, era el partido que gobernaba en el 2010. De acuerdo a la fuente, los japoneses no participan en grupos políticos, de 5,003 encuestados, 4,814 respondieron que no pertenecían a ninguna asociación política y la frecuencia para la pertenencia a movimientos sociales es prácticamente la misma, de 5003 encuestados solo 111 respondieron que sí pertenecen a un movimiento ciudadano. Sin embargo, es notable la

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participación en asociaciones del vecindario o agrupaciones auto-gobernables, contando 2,135 respuestas afirmativas del mismo número de encuestados, aunque la frecuencia de participación en las actividades de estas agrupaciones es aún mínima, ya que se cuentan un mayor número de respuestas a: ―varias veces por año‖ con un total de 891 contra 44 de los que participan una vez a la semana (JGSS, 2010). De lo anterior podemos rescatar que el número de asociaciones de mayor envergadura que agrupan a ciudadanos de todo el país y se comprometen con temas más amplios aún es mínimo. Sin embargo, las asociaciones comunitarias que están vinculadas a temas de seguridad, limpieza, apoyo a actividades del vecindario en el que viven es mayor. Esta situación cambió a consecuencia del triple desastre de Fukushima. La sociedad civil se organizó y creció el número de organizaciones en la región afectada, generando un capital social que propició un componente fundamental para la estrategia de recuperación implementada por el gobierno. El capital social y su solidez pueden ser vistos en función de la confianza que los miembros de la sociedad manifiesten tenerse entre ellos, ya que eso hará más denso el tejido social y por lo tanto, propiciará capital social. En la JGSS, cuando se les pregunta si consideran que en términos generales la gente es confiable, la respuesta más común es: ‗depende‘ con un 37.4 por ciento, lo cual hace evidente que los japoneses no necesariamente confían unos en otros, la confianza se da entre aquellos que comparten espacios comunes. Por ello las organizaciones vecinales y comunitarias son más socorridas que aquellas con fines más amplios como las organizaciones no gubernamentales vinculadas con temas de cooperación internacional para el desarrollo. De esta manera, preguntarnos ¿cómo el primer ministro Shinzo Abe logró alcanzar un segundo mandato después del poco apoyo que tuvo de la sociedad durante su primer periodo? resulta interesante en términos de entender cómo la sociedad cambia en virtud de las decisiones gubernamentales y eventos imprevistos que mueven su postura política. Shinzo Abe encontró un contexto permeado por dos situaciones que provocaron la aceptación de la sociedad: a) una economía deteriorada con una sociedad ávida por recuperar sus privilegios de consumo y nivel de vida, y b) una creciente tendencia a la formación de grupos que defienden y promueven los intereses de la sociedad en aras de recuperar el área dañada por el triple desastre de Fukushima. Tan solo en Iwate el número de organizaciones de la sociedad civil registradas pasó de 34 a 360 poniendo de manifiesto el interés de la sociedad por contribuir al proceso de recuperación. Así, el 341

Partido Liberal Demócrata con una propuesta de reforma económica y recuperación de la posición de liderazgo económico de Japón, recuperó el poder en 2012, pero ¿es este cambio político impulsado por los cambios en los ciudadanos, su compromiso de organización, cooperación e intención de participar políticamente? Podemos proponer dos premisas: a) la sociedad civil japonesa fue incentivada y el capital social, producto de la asociación de los ciudadanos, bien aprovechado políticamente en el caso de la reconstrucción del área de Tohoku. El incremento de organizaciones civiles, la participación ciudadana, la vinculación entre voluntarios y staff colaborando en acciones de reconstrucción, permitieron al gobierno avanzar en una estrategia de recuperación económica del país, sin embargo, b) si hablamos de cómo las organizaciones de la sociedad civil se proclamaron políticamente en apoyo al PLD, el caso no fue el mismo, el capital social que se ganó en términos económicos no operó igual al impulsar otras políticas y reformas emprendidas por el Primer Ministro y su partido político. De manera que el capital social en Japón opera en dos vías, a) como soporte a una política económica impulsada por el gobierno que tiene beneficios para la misma sociedad; y, b) como un capital social que cuestiona, se opone y presiona contra ciertas políticas implementadas por el gobierno, por considerar que están en contra de la nación y su imagen. Katayama (2013) afirma que en términos de las relaciones entre organizaciones no lucrativas y la política, el Partido Demócrata de Japón estuvo más cerca de éstas, pero que al llegar al poder, las promesas cambiaron, las cosas no funcionaron apropiadamente y la sociedad se alejó del partido por no sentirse incorporada al proceso de toma de decisiones, tal como lo confirma la encuesta del JGGS (2010). El PLD, por su parte, no recuperó el poder con el apoyo de la gente, la sociedad no estaba convencida de que este Partido diera respuesta a sus necesidades, sin embargo, era el partido que había alentado el desarrollo japonés, su posicionamiento internacional, al menos tenía experiencia y con el discurso de recuperación y reposicionamiento internacional, era una mejor opción. El capital social, como lo señala Montgomery, puede ser bien aprovechado por los líderes políticos siempre y cuando haya empatía entre las decisiones y las necesidades. Asimismo, de acuerdo con Putman el capital social debe ser visto en su contexto cultural y como una forma de incentivar la democracia. En Japón, Kudo (2013) infiere que los políticos saben de las

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limitaciones del poder de la sociedad civil, de manera que no la consideran relevante, pero sí pueden aprovechar su capital social para promover ciertas estrategias. En términos de política exterior, y particularmente cuando se habla de una de las herramientas más importantes de ésta para impulsar la presencia japonesa en Asia Pacífico, la asistencia oficial para el desarrollo, las ONG fueron un apoyo para impulsar la reforma a la Carta de Asistencia Oficial para el Desarrollo. El gobierno promovió la participación de agrupaciones que vertieran sus puntos de vista en torno a la creación de principios que evidenciaran la asistencia con rostro más humano, dejando atrás las críticas provenientes de naciones del sudeste asiático que veían intereses económicos en los apoyos recibidos por Japón. Las ONG han sido un soporte para alentar determinadas políticas de cooperación regional, por ejemplo, la Japan Platform y JANIC (Japan NGO Center for International Cooperation) fueron organismos que estuvieron presentes en el proceso de reforma de la asistencia japonesa y representaron a la sociedad. De tal forma que el PLD en su momento logró aprovechar el capital social de estas organizaciones para legitimar un proceso de reforma que hiciera evidente ante la sociedad japonesa un cambio en la asignación de los recursos para asistencia al desarrollo. Esto ayudaría a Japón a tener una mejor recepción de sus programas de asistencia entre sus vecinos asiáticos, quienes habían criticado las estrategias japonesas por su interés económico. El gobierno fortaleció su política exterior hacia sus vecinos asiáticos a partir de la participación de grupos organizados de la sociedad civil. En este mismo proceso de reforma, algunas organizaciones como el JCIE (Japan Center for International Exchange) prefirieron mantenerse ajenas al proceso de reforma y evitar los vínculos políticos, considerando que su participación ayudaría a legitimar una política con la que no estaban de acuerdo. En este sentido, la Social General Research Survey (SGRS) muestra una variación en torno a la opinión que la población tiene de esta política, que si bien es cierto, ha sido la herramienta con la cual Japón ha logrado avanzar en sus propósitos de inversión, ganar aliados, abrir espacios para sus productos, ya que no contaba con el soporte de la sociedad, al contrario, desde que se destaparon una serie de actos de corrupción, la asistencia para el desarrollo fue muy criticada, especialmente porque la población japonesa pedía que se pusiera más atención en casa que en el extranjero.

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A la pregunta: ¿qué piensa del presupuesto que el gobierno destina a la asistencia extranjera? En el año 2000, 43.2% consideraban que era demasiado lo que se destinaba a este rubro, mientras que apenas un 5.9% opinaba que era muy poco. Ya para el año 2010, en esta misma encuesta, el 18.1% de la población japonesa opinaba que era demasiado y el 15.8% que apenas era lo justo. Podemos relacionar la variación de la respuesta con un indicador económico básico, el PIB, así encontramos que para el año 2000, Japón estaba sumido en la crisis que ya se evidenciaba desde 1992. Fue hasta el año 2009 cuando su economía mostró un crecimiento constante de su PIB, con lo que la sociedad se volcó más hacia lo interno y a sus necesidades antes de interesarse en estrategias de política exterior. La asistencia japonesa había suscitado serias críticas desde los años noventa del siglo pasado. En Malasia y en Filipinas se tuvieron que detener proyectos debido a las protestas de la sociedad por la deforestación que los proyectos emprendidos con asistencia japonesa estaban causando (Nielsen, 2003). La incorporación de la voz de ONG al proceso de reforma ayudó a mostrar que Japón trabajaba en una reforma real en donde la sociedad estaría presente. Shinzo Abe ha resaltado el nacionalismo japonés para impulsar la idea de nación fuerte y homogénea que debe recuperar el lugar que le corresponde en la región. Abe (2006) ha expresado: ―Los japoneses somos originalmente un ―minzoku‖ [pueblo o sociedad en el sentido étnico] agrícola, un minzoku que produce arroz compartiendo el agua, así que pienso que desde siempre tenemos el sentido de la cooperación mutua corriendo en nuestro ADN‖. Desde el año 2012, Abe promovió una visión nacionalista que lograse vincular a los grupos políticos y renovar el ―espíritu nacionalista‖, si bien logró impulsar ciertos cambios, la sociedad japonesa aún no está convencida de que estas acciones sean la mejor estrategia para posicionar a Japón de forma más poderosa en la región y en el mundo. El discurso liberal de Abe encierra más bien un fuerte conservadurismo con el rasgo familiar que le imprimió su abuelo Kishi Nobusuke, impulsor de la política hacia Manchuria y quien ratificó el Tratado de Seguridad con Estados Unidos en la década de los sesenta del siglo XX. Abe impulsa una política exterior cuya prioridad es la reconstrucción de su propia seguridad. Su administración impulsa la consolidación de un cambio real en la Constitución que le permita minimizar las restricciones militares impuestas después de la Segunda Guerra Mundial. Desde el 2013 Abe pretende vincular una estrategia de seguridad nacional, la primera en su clase en Japón, 344

siguiendo el ejemplo de Estados Unidos y otras naciones (Iwama, 2013) dando un sentido de seguridad comprensiva a su política. Con ese objetivo, pretendió avanzar en la reforma del Artículo noveno constitucional, alcanzando en el 2014 un impulso en la reglamentación del mismo. La administración Abe, en el marco del sexagésimo aniversario del establecimiento de las Fuerzas de Auto-Defensa (FAD), cambió el sentido de la interpretación de la Constitución, de manera que ahora Japón puede ejercer el derecho de auto-defensa colectiva. La decisión socava el artículo noveno constitucional de renuncia a la guerra también, al mismo tiempo permite el despliegue de las FAD para defender a Japón y a sus aliados aun si Japón no es atacado. En otras palabras, permite a Japón tomar parte en conflictos en el extranjero (JT, 2014). En este sentido, Abe enfrentará serios problemas porque está redefiniendo el artículo noveno sin seguir el procedimiento constitucional para revisar la Ley suprema de la nación. Los cambios se basaron en las recomendaciones de su grupo privado de consejeros, quienes no tienen autoridad legal para proponer tales cambios, además se apoyaron en una serie de reuniones privadas con el PLD y con Nuevo Komeito para obtener la mayoría en la Dieta. Esta estrategia no pone en tela de juicio la democracia japonesa, además de que genera dudas sobre las intenciones de Japón en la región de Asia Pacífico, especialmente si consideramos los compromisos con Estados Unidos. En el marco del Tratado de Seguridad Estados Unidos – Japón es cuestionable que el gobierno pueda tomar decisiones independientes y rechazar la asistencia militar de Estados Unidos, cuando Japón se vea envuelto en un conflicto (JT, 2014) Lo cual es relevante sobre todo si Estados Unidos presiona para que Japón juegue un papel más activo en las estrategias de defensa en la región. Estados Unidos dio la bienvenida a la reinterpretación constitucional, Marie Harf, la vocera del Departamento de Estado de ese país dijo que ―la alianza entre Estados Unidos y Japón es una de las más importantes, como socios en materia de seguridad, valoramos los esfuerzos de Japón por fortalecer la cooperación en temas de seguridad, así como por su esfuerzo por mantener un proceso en las decisiones abierto y transparente‖ (CNN, 2014). En la nota editorial del Asahi Shimbun (2014) se acusó a Abe de abandonar una política pacifista, dividir a la opinión pública y lo más grave, generar mayor desconfianza de la sociedad hacia los políticos. Abe ha afirmado que Japón debe de asumir la defensa de su propia seguridad, misma

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que no debe ser proporcionada por otros y debe enfrentar los riesgos latentes en la región: Corea del Norte y China. Este tipo de declaraciones produjo respuestas negativas en sus vecinos más cercanos. El ministro de asuntos exteriores de China, Hong Lai dijo que Abe está utilizando deliberadamente el tema del ―reto de China‖ para fundamentar su objetivo y además se ha hecho evidente que no cuenta con el apoyo de la población (CNN, 2014). Corea del Sur advirtió a Japón que está alentando una política que afecta directamente la soberanía del país y que se mantendrá atento al desarrollo del proceso (CNN, 2014). La sociedad japonesa manifestó su descontento ante esta propuesta.

―[E]n una encuesta

publicada el lunes [junio 23], el periódico de negocios Nikkei reportó que el 50% de los votantes estaban en contra del cambio en el sentido de auto-defensa colectiva, mientras que el 34% apoyó el cambio‖ (The Guardian, 2014). Las protestas llegaron a niveles en los que un hombre trató de prenderse fuego en Tokio en protesta ante esta política. Los ciudadanos hpan rotestado por los cambios en la Constitución que durante sesenta años ha sido símbolo del pacifismo japonés, y por enmiendas tales como la remoción de la referencia ―respeto por la individualidad‖ y evitar que los extranjeros puedan adquirir la nacionalidad o el derecho a votar, la libertad de expresión y la libertad de asociación no estarán más protegidas considerando que esta asociación tenga el propósito de violentar el interés público o el orden público, sin definir interés público u orden público, propuestas que más allá de enmiendas o reformas pretenden sentar las bases para crear una nueva Constitución (Morris-Suzuki, 2013). De manera que la popularidad inicial de Abe estuvo más vinculada al paquete de estímulos económicos que incentivaron a la sociedad a votar por el PLD que a la propuesta política que ha impulsado. En cuanto al impacto de los cambios sobre la sociedad japonesa, en este momento resulta difícil prever la influencia que ejercerán a mediano y largo plazo los cambios que se derivarán de la toma de decisiones política por parte del Estado japonés. Sin embargo, todos ellos plantean nuevos desafíos a nivel interno y externo para la sociedad japonesa en su conjunto. En lo interno, se ha vuelto insoslayable el crecimiento de las disparidades en el ingreso de lo que se desprenden miedo, ansiedad y resistencia al cambio que hacen imposible el consenso social. Además, la elevación de los precios de insumos básicos como los combustibles y los alimentos afectan de manera dramática a la población de bajo ingreso. 346

Este escenario que es no sólo complejo, sino también ambiguo, imposibilita que Japón desempe un papel activo en la esfera de la cooperación económica. Desde la administración Koizumi (2000-2006), los objetivos de la política exterior han estado dirigidos a la consecución de un liderazgo económico en la región pero factores tanto internos como externos lo han hecho imposible. Históricamente, la relación que Japón mantiene con China, Corea del Norte, Corea del Sur, Rusia y los propios Estados Unidos, imposibilitan que se le conceda el papel protagónico que han buscado desde fines del siglo XIX. En la mitad de la segunda década del siglo XXI, permanecen retos formidables sin superar en la esfera interna que ponen en riesgo el capital social que se ha formado desde la posguerra. El más serio de ellos es abatir la tasa de pobreza relativa que se ha elevado hasta 11.3% una de la más altas entre los países miembros de la OECD. Académicos activistas como Makoto Yuasa y Eiji Oguma han señalado que el origen de los problemas actuales de Japón se encuentra en las estructuras sociales. Por ejemplo, la bien conocida relación de dependencia de los gobiernos locales con el gobierno central en cuanto a la infraestructura. Oguma ha señalado de manera muy clara la forma en que el desastre de 2011 permitió la puesta en marcha de obras públicas y a la postre también el retorno del PLD a la oficina del Primer Ministro. Esta estrategia le había costado cinco años antes el puesto a Shinzo Abe. Esto no hace sino aumentar el endeudamiento interno que al día de hoy es del 243.9% con respecto a su PIB. Cada japonés tiene una deuda de 98, 012.56 dólares lo cual es una carga tremenda en un país con una tasa de natalidad de 1.41% (2012). Los japoneses viven soportando altos niveles de ansiedad que son consecuencia de la creciente precariedad económica y que inciden en el sostenimiento de una tasa alta de suicidios. En 2012, la Agencia Nacional de Policía reportó un total de 27,766 suicidios. Algunas de las causas son: desempleo, depresión, presión social, insolvencia financiera, entre otras. La sociedad japonesa posee una de las tasas de alfabetización más altas del planeta. Son una sociedad altamente educada así que esta característica los hace conscientes de la realidad que viven y, a pesar de todo, críticos del establishment político reticente a respetarlos. La esperanza se localiza en la capacidad de la sociedad para generar comunidades, de acuerdo con MakotoYuasa, Secretario general de la Red Anti-pobreza en Japón, un promotor incansable de la inclusión social y quien fue llamado en las primeras horas tras la Triple Catástrofe por el 347

entonces PM Naoto Kan para pensar en una estrategia que involucrara a los voluntarios civiles en la atención a las víctimas. Esto no es una tarea menor en una sociedad orientada al grupo pero carente de piedad y empatía hacia el caído, lo que ha producido el fenómeno de la ―sociedad desconectada‖ que no es sino otra manera de llamar a la exclusión social. Así lo describe Yuasa: En este país llamado Japón, no tenemos una tradición de ocuparnos de las necesidades de cada uno, ni una tradición de organizar y sistematizar eso en una organización comunitaria. Aunque esta vez he visto varios ejemplos exitosos de respuesta ante el terremoto, tampoco puedo ser optimista, porque conozco profundamente la incomprensión y el prejuicio social cuando se trata de apoyar a las personas sin hogar. Esto se arraiga en el proceso histórico a partir de la época del crecimiento económico acelerado, y también tiene que ver con la posición socioeconómica mundial del Estado japonés, y no es algo que vaya a cambiar fácilmente de la noche a la mañana (Yuasa: 2012).

Actores como Yuasa y Oguma demuestran con sus acciones la importancia que tiene el capital social particularmente frente a una situación de emergencia como la ocurrida en 2011. Ambos desde la trinchera del activismo y la academia están contribuyendo a la generación de confianza mutua aprovechando las redes sociales en pro del bienestar colectivo. En el caso de Yuasa su trabajo al frente de la Red Anti-pobreza de Japón ha valido en mayor o menor grado para que el Instituto Nacional de Investigación de Población y Seguridad Social en un reporte publicado este 2014 reconociera la existencia de la pobreza en el país y lanzara un plan para disminuir la precariedad económica entre la población infantil. Sin embargo, desde la malograda administración de Naoto Kan, el gobierno japonés abandonó las metas de desarrollo social para volver a las viejas fórmulas en pro del liderazgo económico. Lo cierto es que sin la participación activa de la sociedad en su conjunto será difícil cambiar el rumbo de la agenda en materia de relaciones internacionales de Japón, pues la política tradicional y el centralismo alimentan el sentimiento antichino y anticoreano. En la medida en que los vínculos sociales se fortalezcan y la sociedad vuelva a conectarse habrá esperanza. El caso de India India como poder regional en el contexto internacional Hasta el 2013, India concentraba aproximadamente 1,252 mil millones de habitantes y un producto interno bruto (PIB) de 1,877 billones de USD a precios corrientes (Banco Mundial, 2014). Alberga en su territorio una composición social profundamente heterogénea, caracterizada por 15 idiomas nacionales y más de 100 lenguas llamadas tribales; 405 castas registradas, 255

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tribus identificadas y 3,500 clases calificadas como ―otras clases atrasadas‖ –OBC‘s por sus siglas en inglés- (Weightman, 2006). Las cifras anteriores le han valido al país colocarse ligeramente por debajo de China en cuestión de población y como una economía emergente debido a la trayectoria de su crecimiento durante los últimos años. En ambos aspectos, la relevancia de este Estado es profunda: actualmente el PIB de los países emergentes representa aproximadamente el 50.4% del producto mundial en términos de paridad del poder adquisitivo (PPA) así como el 82.5% de la población global (Sandoval, 2014). India también representa un poder significativo dentro de la región asiática en el tema militar. De acuerdo con Faisol, Shukri & Na‘eim (2009), esto ha sido resultado de un proceso de desarrollo de largo plazo, mismo que se inició desde 1962 con la guerra China-India, y que se ha incentivado con la conflictiva relación India-Pakistán, transitando diferentes etapas marcadas por acercamientos a diferentes países, que van desde la Unión Soviética hasta Estados Unidos. Es preciso resaltar que el ascenso de India en la arena geopolítica internacional ha incidido en el balance de poder del sistema global. Ejemplo de ello es la dinámica de disuasión que ha generado indirectamente en el sureste de Asia, equilibrando la influencia de China y reduciendo la probabilidad de amenazas a la seguridad (Faisol, Shukri & Na‘eim, 2009:29). De acuerdo con Schaffer & Mitra (2005), las aspiraciones de India como elemento clave en la región y en la gobernanza global están cifradas en esos dos aspectos centrales: el auge económico y el poder militar. En este sentido, diversos trabajos reconocen a India como potencia regional (Jabeen, 2010; Schaffer & Mitra, 2005), mientras que otros plantean la posibilidad de que constituya un poder global en los años venideros (Mohan, 2006; Voll & Nanda, 2011). Independientemente del grado de poder que se le atribuya, se observa que existen aspectos dos temas importantes para garantizar su ascenso: por un lado, su habilidad para mantener relativamente la estabilidad doméstica; y por otra parte, su política exterior respecto a Estados Unidos y sus vecinos, especialmente Pakistán y China (Robinson, 2011). En este trabajo presentamos una visión a partir de la cual ambos elementos se encuentran interrelacionados, observándose procesos en dos sentidos diferentes. Por una parte, la estabilidad

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doméstica -a partir de la dinámica social existente- constituye un factor cuyas características inciden en la política exterior hacia los actores mencionados anteriormente. Por otra parte, la élite que diseña la política de Estado busca incidir en los intereses de la sociedad, intentando que esta última se apropie de su visión y legitime sus acciones. La política exterior de India puede ser entendida a partir de su transición de una postura ―no alineada‖ con los grandes poderes -característica del idealismo de Nehru (1950-1960)-, hacia un periodo de realpolitik (mediados de los sesenta hasta entrados los ochenta) y de pragmatismo económico a partir de los noventa (Mukherjee & Malone, 2011). El fin de la Guerra Fría fue un hecho que, al cambiar el balance internacional de poder, exigió en los actores de la escena global modificaciones para adaptarse al nuevo entorno. India no fue la excepción, y precisamente esta capacidad de adaptación a la realidad cambiante constituyó su aliada para detonar su papel como creciente poder en la escena regional, y en cierto sentido global. En los noventa, el país comenzó a implementar con sus vecinos estrategias vinculadas al ejercicio del soft power, fenómeno inspirado en la creciente influencia de China en los alrededores (Jennathan, 2012). Asimismo, se generó un cambio de estrategia en su política exterior: de una actitud ―no alineada‖ y en las últimas décadas más bien pragmática, cercana a Rusia; hacia una política que ―mira hacia el Este‖, es decir, las naciones de la ANSEA y también establece nexos cooperativos con Estados Unidos, prueba de ello el acuerdo nuclear con fines civiles entre ambos países. La preponderancia de India en la escena internacional ha sido construida desde tiempo atrás, pero han sido los cambios operados durante las dos últimas décadas a partir de las políticas domésticas e internacionales los que la han afianzado como poder emergente. La sociedad civil, su capital y la incidencia de este en acciones de Política Exterior Las transformaciones domésticas experimentadas por India constituyen elementos importantes para explicar tanto su papel a nivel global como su política exterior. Entre los factores más relevantes, podemos identificar el crecimiento económico, los cambios políticos –de sistema unipartidista a bipartidista- y su expansión militar (Schaffer & Mitra, 2005). Cabe señalar que los elementos mencionados no representan de ninguna manera esferas aisladas una de otra, sino que

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constituyen temas que se influyen de manera recíproca y en los que la sociedad civil ha jugado un papel relevante puesto que tradicionalmente los ha percibido como metas del país. Como puede observarse en los datos de las diferentes olas de la Encuesta Mundial de Valores (WVS por sus siglas en inglés), si bien la prioridad de la población es el crecimiento económico desde inicios de los noventa hasta hoy en día, hacia fines de la década pasada, una importante proporción de habitantes ha desplazado su interés hacia otros rubros: la inclusión de la opinión de la sociedad civil en la política de Estado, el fortalecimiento de las fuerzas de defensa y la mejora del entorno El crecimiento económico representa una fuerza cuyos efectos impactan de manera importante la estabilidad interna a través de las condiciones de inequidad que se observan (Mukherjee & Malone, 2010). Asimismo, la situación doméstica ejerce influencia en las percepciones de seguridad regional (Mukherjee & Malone, 2011). De esta forma incide, entre otras cosas, en la expansión militar del país. En este panorama, el vehículo mediante el cual se moviliza información (intereses, percepciones) entre la sociedad civil y el gobierno y desde el cual la primera se proyecta en las políticas del segundo, es presumiblemente el capital social. India posee una amplia tradición en materia de capital social. Tan solo en la parte estructural de éste, de acuerdo con el Banco Asiático de Desarrollo (2009) puede hablarse de aproximadamente 1.5 millones de ONG en este país, que en su mayoría son pequeñas y funcionan a partir de voluntarios. Según la encuesta de la Sociedad para la Investigación Participativa en Asia –fuente del trabajo mencionado-, el 26.5% de las ONG están relacionadas con actividades religiosas, 21.3% corresponden a trabajo comunitario o servicio social, 17.9% aborda la cultura y los deportes y finalmente el 6.6% de estas estructuras actúa en el sector de la salud. Aunado a estas células formales, se añade la existencia de vínculos informales con capacidad de gestión comunitaria, expresión del capital social que actualmente resulta difícil de medir por medio de los instrumentos y datos disponibles, como señalaba Serra (2011). En este trabajo señalamos que el capital social (tanto en su forma congnitiva como estructural) constituye el mecanismo a partir del cual la identidad como factor doméstico es capaz de influir, en el caso de India, en la política exterior a partir del tema de la seguridad nacional y el crecimiento económico. Cabe señalar que si bien Mukherjee & Malone (2010) han destacado ya

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la influencia de este elemento, no hicieron alusión a la dinámica por medio de la cual esta se materializa. Dadas las características propias de este país, la identidad (nacional, religiosa, étnica y de casta) constituye uno de los principales factores alrededor del cual se construye dicho capital social. De forma general la literatura muestra que la mayor parte de la gente confía en aquellos a quienes reconoce como similares. Por ejemplo, de su mismo grupo étnico (Alesina & La Ferrara, 2002; Zak and Knack, 2001). India no es la excepción, Sengupta & Sarkar (2012:168) refieren en su estudio que la formación de capital social es más alta entre individuos similares en las dimensiones de casta y religión para este caso. Las condiciones existentes en el país favorecen la formación de capital social de tipo aglutinante, según el concepto de Putnam (2000), con baja confianza generalizada pero alta confianza particularizada. Datos de la EMV (2006) lo reafirman: al cuestionar a los habitantes sobre su confianza en otros, se aprecia que el 76% de ellos confía en la gente que conoce personalmente (ya sea completamente o un tanto), porcentaje que desciende drásticamente al preguntarles sobre una persona de diferente religión (42%). Mukherjee & Malone (2010) sostienen que la importancia de las identidades étnicas regionales, así como la división territorial de las mismas, han asegurado que la política de India hacia países con los que existe afinidad identitaria esté atenta a las preferencias en la materia de los actores domésticos. Uno de los casos en que los autores sustentan esta aseveración es el conflicto al interior de Sri Lanka por el movimiento separatista de los tamiles a principios de 1990, en el que el gobierno de India se vio involucrado en consentir tácticas armadas del movimiento Tigres de Liberación del Eelam Tamil (LTTE por sus siglas en inglés). En el mismo tenor, es posible utilizar dos casos para ilustrar la incidencia del capital social en acciones concretas de política exterior. El primero se refiere a la situación comentada por Sajoo (2014), en la que India boicoteó en 2013 la Cumbre de Jefes de Gobierno de la Commonwealth, enviando en a su Ministro de Relaciones Exteriores en lugar del Primer Ministro Singh. Pese a que las múltiples interpretaciones de este hecho han estado más vinculadas con los intereses de los partidos domésticos y el papel del Estado como potencia emergente garante de los derechos humanos y la democracia, tal como el autor lo rescata, es de resaltar el papel de la sociedad civil vía capital social estructural.

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La identidad étnica compartida entre tamiles que habitan India y Sri Lanka puede ser observada como fuente de capital social tanto estructural como cognitivo. Prueba de ello fueron las fuertes protestas al interior de Tamil Nadu contra la participación de India en la Cumbre, congregando a cientos de organizaciones cuya función rutinaria no es política. El segundo caso corresponde a la situación entre India y Estados Unidos respecto a las patentes de la industria farmacéutica. Los conflictos en este ámbito no son nuevos entre los países mencionados. Entre los antecedentes podemos citar lo ocurrido en 1996, año en que Estados Unidos señaló la inexistencia de protección mediante patente de los productos farmacéuticos y químicos para la agricultura ante la Organización Mundial del Comercio (OMC). Esta diferencia fue resuelta dos años después, cuando India adoptó las medidas señaladas por el Órgano de Solución de Diferencias (Organización Mundial del Comercio, 2014). En 2012 ocurrió algo similar con Bayer. De acuerdo con el marco legal indio, si el gobierno considera un medicamento inaccesible para la población en general puede dar una licencia y permiso a las compañías para manufacturar una versión genérica más barata después de tres años de haberle sido otorgada la patente. Esto es permitido por la OMC si el interés público está de por medio (Shankar, 2014). La Casa Blanca ha ejercido presión sobre el Primer Ministro Singh a petición de las asociaciones norteamericanas empresariales vía la Comisión Internacional de Comercio, hecho ante el cual un grupo de ONG ha instado a través de una carta al Primer Ministro Singh a no ceder y rechazar los alegatos respecto a las políticas comerciales y económicas de India (The Economic Time, 2014). Cabe destacar que previo a lo ocurrido a Bayer, la farmacéutica suiza Novartis había perdido una larga batalla legal contra el gobierno indio a causa de que la Oficina de Patentes de este país le denegó la patente de Glivec, alegando que no era un medicamento nuevo. Esto significó, entre otras cosas, un golpe a las multinacionales y apoyo para los productores domésticos de medicamentos genéricos (Rojas, 2013). La movilización de la sociedad civil a través de capital social constituye un elemento a considerar en las últimas acciones de India. Si bien existe un sinnúmero de factores que incentivaron esta movilización, puede rescatarse el papel de la identidad en la cohesión de las organizaciones y/o

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células que actuaron al respecto (capital social estructural). A diferencia del caso anterior, la identidad que fortalece la cohesión no es de carácter étnico sino nacional, como ―farmacia de los pobres‖. El gobierno destaca valores propios de la cultura hindú como daana (generosidad) y seva (servicio desinteresado). A manera de conclusión: hacia una nueva agenda de investigación Desde la perspectiva analítica de estas páginas, el capital social se proyecta internacionalmente según las particularidades de cada Estado. Las estructuras y valores característicos del capital social le permiten a la sociedad civil entablar relaciones con diversos actores gubernamentales, tanto nacionales como internacionales, incidiendo así en las políticas de ambos. En el caso de China, de manera similar al ejemplo noruego mencionado al inicio de estas páginas, el capital social constituye un componente discursivo que ayuda a conformar una identidad a partir de la socialización con los organismos internacionales, que hacen eco del discurso identitario oficial y lo enlazan a las estructuras sociales existentes. Instituciones locales chinas, como un centro de investigaciones del Consejo de Estado, y un organismo gubernamental internacional, tal es el caso del Banco Mundial, analizan la transición china hacia una economía de mercado teniendo como ejes conceptuales la idea de la sociedad armoniosa y al capital social (Development Research Center of the State Council & World Bank, 2013). Al observar la realidad nipona se aprecia que el capital social ha actuado de forma dual en cuanto al gobierno. Por una parte, ha sido utilizado para legitimar ciertas políticas (tanto domésticas como internacionales) otorgándoles credibilidad; mientras que por otra parte, se ha posicionado como fuerza contraria ante ciertas decisiones, tales como el cambio en el artículo noveno de la Constitución. En el caso de India puede destacarse que el capital social está profundamente cohesionado a partir de la identidad, misma que puede estar relacionada con la pertenencia a grupos de diferentes niveles (nacional, regional) y que a su vez se interseca con elementos de casta, etnia y religión. Esta particularidad en la construcción del capital social, incide en la política (tanto doméstica como internacional), y hace que sea especialmente sensible a los temas en los cuales se impliquen acciones diferenciadas según grupos identitarios. En este estadio, la investigación permite avanzar hacia una propuesta específica. A partir de lo analizado, y para sistematizar esfuerzos aislados, se plantea la posibilidad objetiva de establecer

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una línea de investigación sobre el estudio de cómo los creadores de capital social tienen una agenda internacional y son, de una forma u otra, actores internacionales que se influyen mutuamente y a otros, sean estatales o no.

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SOBRE LOS PONENTES

Marcela Maldonado Bodart. Doctora en Estudios del Desarroillo Global, por la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) con Mención Honorífica. Es Profesora-Investigadora de Tiempo Completo en la Facultad de Ciencias Sociales y Políticas de la UABC. Miembro del Cuerpo Academico Estudios del Desarrollo Global y de la Red de Relaciones Internacionales y Desarrollo Global. Actualmente es miembro del Sistema Nacional de Investigadores de CONACYT y coordinadora de la licenciatura en Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencias Sociales y Políticas de la UABC. José Germain Soto Díaz. Licenciado en Relaciones Internacionales, por la Universidad Autónoma de Baja California (UABC). Es alumno de posgrado de la maestría en Estudios del Desarrollo Global con tiempo completo en la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales de la UABC, próximo a graduarse. Valeria Robles Romo. Se encuentra cursando el sexto semestre de la Licenciatura en Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Baja California. Ha participado como delegada en varios Modelos de Naciones Unidas, además de haber participado en el programa radiofónico ―Cafeína‖ de UABC RADIO con el tema ―Desarme nuclear desde la teoría de juegos‖. Sus últimas investigaciones están enfocadas en temáticas de Medio Oriente y asuntos islámicos. Interesada en los labores sociales, participa constantemente en Campañas de Cruz Roja Mexicana, Comedor Pro Migrante y recientemente en la campaña estudiantil Acción Por Palestina. Eduardo Luciano Tadeo Hernández. Maestro en Estudios de Asia y África por El Colegio de México. Estudió Relaciones Internacionales con especialidad en Derecho Internacional en la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP). Después de realizar un

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intercambio en la Universidad de Corea obtuvo una beca para cursar estudios coreanos en la Universidad de California-Los Ángeles. Actualmente, es maestro en la Escuela de Relaciones Internacionales de la UPAEP, colaborador en la Revista Ñ –publicada en Seúl- y en la Editorial ALCORCE. Participó como ponente en la Tercera Conferencia de Estudios Coreanos en México, en el XII Congreso Internacional de la Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia y África y el XXVI Congreso Anual de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales. Eduardo Tzili Apango. Licenciado en Relaciones Internacionales (BUAP). Alumno de la Maestría en Estudios de Asia y África con especialidad en China (CEAA-COLMEX). Ha trabajado como investigador asistente en materia de relaciones China-América Latina. Principales líneas de investigación: China, Semiótica en Relaciones Internacionales, Bienes Públicos Globales e Instituciones Internacionales. Publicación de artículos y reseñas en revistas nacionales e internacionales arbitradas. Participación en congresos sobre Relaciones Internacionales, Estudios de Asia y África, y Semiótica. Investigación actual sobre impacto de China en las instituciones globales y sobre la conformación del Sistema Tributario en el Este asiático. Rebeca Rodríguez Minor. Doctora en Estudios Latinoamericanos por la UNAM y Maestra en Relaciones Internacionales por la Universiteit Van Amsterdam (Países Bajos). Es co-autora del libro: La reconstrucción de la política exterior de México: Principios, Ámbitos y Acciones, de Jorge Navarrete (coord.), editado por la UNAM en 2006 y ha publicado varios artículos en revistas arbitradas internacionales. Acreedora a la Beca Fulbright-García Robles 2009, para una estancia de investigación en Lewis University, Illinois, Estados Unidos. Actualmente es Candidata a Investigadora Nacional 2014-2016, por el Sistema Nacional de Investigadores y Profesora – Investigadora de la Universidad Anáhuac Cancún. Eduardo Roldán. Es Diplomático de carrera del Servicio Exterior Mexicano desde 1991. Ha sido Embajador de México en Argelia, con concurrencia en Libia, Mauritania y Túnez; además ha desempeñado diversos cargos como Cónsul, Jefe de Cancillería, Encargado de Negocios y Director General de diversas áreas. Realizó estudios de Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública en la UNAM, de Maestría en Ciencias Políticas en la University of Pennsylvania, EE. UU.; PH.D.abd. en la Columbia University; y en la UNAM, Doctorado en Ciencias Políticas con Mención Honorífica. Ha sido profesor en la UNAM, la UAM, la UPN, la 361

Universidad Anáhuac, Universidad de Columbia, Fordham University y en la Universidad de las Américas-Puebla, donde fue Director de la Licenciatura en Relaciones Internacionales y de la Maestría en Estudios sobre EE.UU. fue Vicerrector de la UMAR y de la UTM y Presidente de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales (AMEI). Es autor de un centenar de ensayos publicados en revistas nacionales e internacionales y/o coautor de 18 libros. En 2004 le fue otorgada la Presea AMEI ―Embajador Alonso García Robles‖ como internacionalista del año y miembro distinguido. Jessica De Alba Ulloa. Internacionalista por la Universidad de las Américas. Master en Diplomacia y organizaciones internacionales y Doctora en Ciencias políticas, por la Universidad de París XI, Francia. Es miembro e investigadora del claustro de profesores del Centro de Análisis de Diferendos y su Modo de Solución (CADMOS), de la Facultad Jean Monnet, Universidad de París XI, Francia. Ha participado en congresos nacionales e internacionales. Es columnista del Foro Internacional Anáhuac del diario Excélsior y ha publicado diversos artículos en revistas indexadas (ISI Thompson). Actualmente es Coordinadora Académica de la Licenciatura en Relaciones Internacionales de la Universidad Anáhuac. Pertenece al Centro Anáhuac de Investigación en Relaciones Internacionales (CAIRI) y ha sido nombrada coeditora de la sección Organizaciones Internacionales, del ―Compendium Project‖ de la International Studies Association (ISA). Colonel Eric A. Rojo-Stevens. Security Programs Coordinator, Center for Dialogue and Analysis on North America at Tecnológico de Monterrey (ITESM), Associate member of the Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI), AMEI and VP of the United States Mexico Chamber Of Comerce. Colonel Rojo-Stevens is lifelong security and international affairs professional. He has provided a wide range of services to governments as a private sector consultant. He provides regular commentary and analysis for organizations and media including, CNN en Español, NTN24, MSNBC, RAI, Voice of America, CNN, NTN, Telemundo, BBC America, has written for the magazine Seguridad en America; and is a regular guest speaker at many universities. He is a graduate of the University of Maine, the Inter American Defense College, US National Defense University, and the Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. Recently he received the Themis award from the Latin American Lawyers Foundation in recognition of his work in International Security and anticorruption. He is the Jr. 362

Vice Commander in Chief of the Military Order of the Loyal Legion of the United States; is ―Academico Correspondiente‖ of the Instituto Mexicano de Geografia e Historia, and is an Honorary Member of the ―Legion de Honor Nacional de Mexico. Juan Arellanes Arellanes. Licenciado en Geografía y Maestro en Planeación Urbana por la Nacional Autónoma de México. Cuenta con experiencia docente de 7 años a nivel licenciatura y posgrado. Ha impartido clases en la Universidad Nacional Autónoma de México, en la Universidad Iberoamericana de Puebla y en la Universidad Anáhuac México Norte. Es Miembro de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales (AMEI) y asociado institucional del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI). Ha participado como ponente en congresos de la AMEI, del International Critical Geography Group y en los Simposios de investigación de la Universidad Anáhuac, así como en numerosos eventos académicos, en donde ha presentado más de 40 ponencias. Es autor de tres capítulos de libros y coautor de un libro. Actualmente es Coordinador académico del área de estudios regionales en la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad Anáhuac México Norte, en donde también coordina el Centro Anáhuac de Investigación en Relaciones Internacionales (CAIRI). Oscar Ugarteche Galarza. Peruano, investigador titular B del IIEC UNAM. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores del CONACYT desde 2008. Imparte clases en la Facultad de Economía así como en el posgrado de estudios latinoamericanos. Es coordinador del Observatorio económico latinoamericano www.OBELA.org, iniciativa del IIEC con la U de la Habana, Flacso Quito y colaboradores en distintas universidades latinoamericanas. Es PH. D en Historia y Filosofía de la Universidad de Bergen, Noruega; M. Sc. Del London Business School y licenciado en Finanzas del Colegio de Administración de Empresas, Universidad de Fordham, Nueva York. Entre 1980 y 2004 enseñó Finanzas Internacionales y Políticas Públicas en la Pontificia Universidad Católica del Perú en Lima. Tiene 20 Libros publicados. El más reciente se titula La Arquitectura Financiera Internacional una Geneaologia 1850-2008. Tiene 42 Capítulos en libros en varios idiomas, y 53 artículos en revistas internacionales. Ha sido profesor visitante en las Universidades de Newcastle, Libre de Berlín; Instituto de Investigaciones Económicas UNAM, Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Londres. Centro de Desarrollo de la Universidad de Bergen, Noruega y St Antony‘s College, Oxford.

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Rafael de la Garza Talavera. Doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la Universidad Nacional Autónoma de México, formó parte del cuerpo académico de la Facultad de Ciencias Política y Sociales por quince años. Actualmente colabora como profesor de posgrado en varias universidades del país, como la Universidad Veracruzana y la Universidad Autónoma ‗Benito Juárez‘ de Oaxaca. Como investigador se ocupa principalmente de la participación política contemporánea, en particular los movimientos antisistémicos y estudiantiles. Ha publicado dos libros, numerosos artículos para revistas especializadas y libros colectivos y escribe regularmente para La Jornada Veracruz. Francisco Javier Haro Navejas. Ha publicado diferentes trabajos, entre los más recientes están The People´s Republic of China in Central America and the Caribbean: Reshaping the región; Beijing frente a las ‗minorías nacionales‘: la fe grande y las fes pequeñas; La identidad como eje del conflicto Beijing-Taipei y Comercio y cooperación: estrategias taiwanesas de inserción internacional. Además están: Three Amigos & A Non-Regional Player: China As A Challenge Inside And Outside N.A.F.T.A.‘S y Rectificación de los nombres y antropología de las relaciones internacionales en la República Popular China. Ha ofrecido cursos de política exterior china y de geografía en El Colegio de México y en la Universidad Autónoma de Barcelona. Profesorinvestigador de la Facultad de Economía, Universidad de Colima. Martha Loaiza Becerra. Es egresada de la licenciatura en historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). Realizó su posgrado en Estudios de Asia y África, especialidad Japón en el Centro de Estudios de Asia y África de El Colegio de México. En 1999 el gobierno japonés le otorgó la beca Monbusho y fue estudiante-investigador en la Universidad de Chiba hasta el año 2001. Durante su estancia en aquel país se dedicó a la investigación del papel de los ingenieros científicos en la modernización tecnológica de la industria siderúrgica japonesa desde mediados del siglo XIX hasta los primeros años del siglo XX. Sus principales esfuerzos académicos se hallan dirigidos hacia la investigación y la docencia. Le interesan particularmente los problemas que implican la transferencia de tecnología desde una perspectiva histórica. Actualmente, es profesora de tiempo completo en la Facultad de Economía de la Universidad de Colima y realiza diversas tareas relacionadas con la investigación en el Centro Universitario de Estudios e Investigaciones sobre la Cuenca del Pacífico (CUEICP).

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María Elena Romero. Es doctora en Relaciones Internacionales por la UNAM, es profesora de tiempo completo de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Colima. Trabaja temas de Japón, particularmente sobre asistencia oficial para el desarrollo. Ha publicado recientemente el libro: "La Cooperación Internacional para el Desarrollo: Japón la práctica de un donador comprometido con su desarrollo", el artículo: Los retos actuales de la política exterior mexicana. Una revisión desde la geopolítica crítica en el Asian Journal of Latin American Studies y el capítulo México y la cooperación internacional para el desarrollo, de la pasividad al dinamismo estructurado: algunos pendientes en el libro: Desenvolvimento e

Cooperação

Internacional relações de poder e política dos Estados, publicado por la Universidad Federal de Bahía, Brasil. Pertenece al SNI desde 2008. Cristina Tapia Muro. Estudió Licenciatura en Relaciones Internacionales en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Posteriormente cursó la Maestría en Economía con Especialidad en Economía Pública en la Universidad de Guadalajara (UdG). Es Doctora en Ciencias Económico Administrativas, orientación Políticas Públicas por la misma casa de estudios. Laboralmente, se ha desempeñado como Analista Presupuestal, Investigadora Parlamentaria y Jefe del Departamento de Análisis de la Hacienda Estatal en el Órgano Técnico de Hacienda Pública del Congreso del Estado de Jalisco. Ha participado en el diseño, gestión y realización de diversos proyectos financiados por el programa Hábitat de SEDESOL y la CNDH, referentes a la medición y determinantes de la pobreza, derechos humanos, así como intervenciones comunitarias. Sus principales áreas de interés son la cultura política (clientelismo, participación) y la sociedad civil en México e India.

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