El Imperio Inca: Indicadores Arqueológicos de un Estado Expansivo Andino

June 29, 2017 | Autor: Henry Tantaleán | Categoría: Andean Archaeology, Inca Archaeology
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Descripción

Inka Llaqta / 2015

EL IMPERIO INCA: INDICADORES ARQUEOLÓGICOS DE UN ESTADO EXPANSIVO ANDINO Henry Tantaleán* Resumen En este artículo se analiza el fenómeno socioeconómico y sociopolítico conocido como el Imperio Incaico. Para ello, este artículo se enfoca en la necesidad de establecer indicadores arqueológicos materiales para evidenciar su origen, desarrollo e impacto en la vida social de los diferentes grupos humanos que se estuvieron inmersos, vinculados o relacionados con el estado Inca. Para conseguir este objetivo, se ha realizado una síntesis de las principales investigaciones arqueológicas relacionadas con los Incas mediante la cual se logra establecer la relevancia de ciertos restos arqueológicos para un mejor entendimiento de las prácticas sociales que se dieron durante la ocupación Inca del territorio andino

Palabras Clave: Incas, Imperio, Andes, Expansión, Estado, estrategias de control social.

Abstract This article analyzes the socioeconomic and sociopolitical phenomenon known as the Inca Empire. We focus on the need to establish archaeological material indicators that demonstrate the origin and development of the various human groups associated with or related to the Inca state, as well as the social impact on these groups. To achieve this goal, we synthesize major archaeological research related to the Incas in order to establish the relevance of certain archaeological remains for better understanding the social practices that occurred during the Inca occupation of the Andes region. Keywords: Incas, Empire, Andes, Expansion, State, strategies of social control.

* Cotsen Institute of Archaeology, UCLA/ Instituto Francés de Estudios Andinos, Lima.

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INTRODUCCIÓN El Imperio Inca fue la síntesis de todo el proceso histórico autónomo que se desarrolló en el área andina hasta la llegada de los invasores españoles en el año 1532 de nuestra era. Su expansión física e ideológica por gran parte del territorio de los actuales países de Sudamérica (Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina) marcó un hecho histórico inusitado: por primera y única vez un estado andino conquistó e integró territorialmente prácticamente todos los espacios geográcos y ecológicos a su alcance y reunió bajo su dominio a una gran cantidad de pueblos con diversos desarrollos económicos, políticos e ideológicos. Asimismo, generó una tecnología del poder que estaba basada e inspirada en la experiencia acumulada durante casi 12,000 años de historia y en la que se dió el surgimiento y caída de diferentes estados y otras formas políticas de diversas naturalezas. La materialización de su presencia en el paisaje de los Andes marcó una huella indeleble que convive con nosotros y ha causado y sigue causando admiración por su sosticación, adecuación y transformación de las diferentes situaciones que le tocó encarar. En algunos casos, su impronta se puede observar en los paisajes contemporáneos y, en especial, en las ciudades refundadas en época colonial como el Cuzco, Huamachuco, Cajamarca, Chucuito o Cuenca (Tomebamba). Asimismo, sus artefactos desplegados desde el nivel del mar pasando por los nevados por encima de los 6700 msnm (Nevado Llullaillaco) hasta llegar a la ceja de selva nos siguen manifestando la potencia del estado Inca como organización político-económica que dominó gran parte de los Andes durante un siglo y medio. Así, con en este artículo, esperemos contribuir a la arqueología Inca siguiendo con nuestro proyecto de investigación arqueológica de identicación de los indicadores materiales de la presencia del estado (Tantaleán 2009, 2013). En este caso nos enfocamos en el estado Inca desde una perspectiva que esperamos que sirva de heurística y metodología para encarar su estudio objetivo e inferir las prácticas sociales que generaron dicha materialidad social. Muchos otros investigadores (Hyslop 1990, Smith y Montiel 2001: 247, Covey 2006: 22, 200: 120, etc.) se han embarcado en dicha tarea y, seguramente, compartiremos muchos de sus indicadores arqueológicos. Puesto que la etnohistoria o la analogía etnográca han sido las fuentes y referentes primordiales para la generación de reconstrucciones de la sociedad Inca (Rowe 1967, Gasparini y Margolies 1977, Hyslop 1990, D´Altroy 2002, Bauer 2008[2004]) en este artículo trataremos de darle mayor peso a la evidencia arqueológica. Asimismo, como la literatura bibliográca sobre los Incas en la actualidad es realmente abundante, remitiremos al lector a muchos de esos trabajos y denitivamente tendremos que obviar otros tantos sin que esto desmerezca en absoluto su importancia. Por ello, lo que se espera presentar aquí es una síntesis panorámica de la arqueología Inca que se profundizará en los detalles en trabajos posteriores y lo que se privilegiará, por ahora, es la denición de una serie de indicadores arqueológicos y una explicación del fenómeno Inca desde nuestra perspectiva teórica. Sin embargo, antes de realizar esto primero deberemos describir el proceso de desarrollo social previo que se dio en el área del Cuzco y que originó al estado Inca.

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EL ORIGEN DEL ESTADO INCA Y EL CUZCO EL IMPERIO WARI Los antecedentes directos sociales, económicos y políticos y geográcos del imperio de los incas se encuentran en la zona del Cuzco (Covey 2008: 811). Esta zona tuvo una importante ocupación que se remonta hasta la periodo Precerámico o Arcaico (9500-2200 a.C.) (Bauer 2008[2004], 2007) y a las que suceden sociedades del periodo Formativo (2200-200 d.C.) (Mohr-Chávez 1977, Bauer 2008[2004]), el periodo de los Desarrollos Regionales Tempranos denominado en la región del Cuzco como Qotakalli (200-600 d.C.) (Barreda Murillo 1982, Glowacki 1996, Bauer 2002, Bauer y Jones 2003, Covey 2006: 59, Bauer 2008[2004]), el Imperio Wari (600-1000 d.C.) (Bauer 2008[2004], McEwan 2005, Covey 2006) y lo que se denominó Killke (1000-1400 d.C.) (Rowe 1944, D´Altroy 2002, Bauer 2008[2004]) en el periodo de los Desarrollos y Estados Regionales Tardíos, inmediatamente previo a la formación del estado Inca. Con respecto a Wari, el imperio más importante antes de los Incas, a unos kilómetros al sureste del valle del Cuzco en las áreas de Huaro y el valle de Lucre se ha reconocido una ocupación de sitios con liación Wari entre los 600 d. C. y los 100 d. C. (Covey 2006: 6-7, 69-78, 2008: 812). En el valle del Lucre denitivamente resalta el sitio Wari de Pikillacta, un centro administrativo imperial (McEwan 2008). Otro importante sitio Wari es Batan Urqu en la región de Huaro (Covey 2006: 72). Adicionalmente, las recientes investigaciones de Bill Sillar y asociados (Sillar et al. 2013) en Raqchi evidencian una importante ocupación de los Wari en la zona del Cuzco. Finalmente, los hallazgos de Espíritu Pampa hacen patente la importancia que ya tenía esta zona o acceso hacia la ceja de selva para un imperio como el Wari. En otro lugar ya hemos denido muchas evidencias y características de lo Wari (Tantaleán 2013) por lo cual no abundaremos en ello. Pese a la presencia de dichos sitios plenamente Wari hay que señalar que el control territorial de este imperio se realizó en zonas muy puntuales. En la región del Cuzco, comunidades locales como las asociadas a la cerámica Qotakalli se hallaban en pleno desarrollo previamente y durante la ocupación Wari de la zona mantuvieron su autonomía, aunque algunas de ellas, especialmente sus elites, interactuaron con las poblaciones Wari desarrollando una cerámica inuenciada por la ayacuchana y denominada Araway (Covey 2006: 59-66). LA “CULTURA KILLKE” Posteriormente a la desintegración del Imperio Wari y al abandono de los sitios fundados por ellos en la zona, especialmente del principal sitio de Pikillacta se dió un desarrollo autónomo de diferentes entidades políticas en la cuenca del Cuzco, aunque ninguno de ellos de carácter estatal. Como señala Bauer (2008[2004]): “El vacío político regional estimuló la competencia entre diversos grupos en la región cuzqueña, lo que llevó a desarrollos políticos en la cuenca del Cuzco propiamente dicha.” El grupo humano en la zona que posteriormente ocupó el área del Cuzco imperial estuvo relacionado especialmente con un estilo de cerámica que fue denida tempranamente como Killke (Rowe 1946: 199) y que es utilizado por varios investigadores como marcador

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cronológico-cultural (Covey 2006, Bauer 2008[2004]) aunque este estilo no es uniforme para toda la región (por ejemplo, ver Kosiba 2012: 126). Además del estudio de la denición y dispersión de la cerámica del estilo Killke, se han emprendido trabajos para denir la forma de establecimiento previo a los Incas. En realidad, como Bauer (1992) describe, el patrón de asentamiento Killke fue muy similar al Inca, aunque en este último se aprecia la construcción de una mayor infraestructura estatal. Asimismo, Bauer (Ibid.: 142-144) no encuentra evidencia de mayor conicto en el periodo Killke. De hecho, la gran mayoría de asentamientos se ubican en áreas de fondo de valle sin evidencia de forticación (D´Altroy 2002: 56, Covey 2006: 8, aunque ver D´Altroy 2002: 57). Covey (2008:812) plantea un escenario en el que coexisten grupos sociales con diferentes niveles de organización económica y política. Así, Covey encuentra que los asentamientos reconocidos en el área del Cuzco controladas previamente por los Wari (cuenca del Lucre y área de Huaro) no acusan evidencia de “integración centralizada” sino más bien “varios asentamientos grandes nucleados sin evidencia de un centro de jerarquía mayor”. Sin embargo, para la región de Maras, al noroeste del Cuzco, parece encontrar algún tipo de nucleación en un sitio principal (20 hectáreas) rodeado por aldeas y caseríos satélites en un área de unas 100 hectáreas (Covey 2008: 812). En otras áreas del Cuzco, sin embargo, los niveles de integración económica y política son mucho más modestos durante el periodo de formación del estado Inca (Covey 2008: 812). Así, será a partir del año 1,000 d.C. cuando los asentamientos de la cuenca del Cuzco comenzaron a crecer, especialmente por la llegada de nuevos grupos humanos así como también se construyeron nuevos canales de irrigación y terrazas agrícolas (Covey 2006: 8). En el siglo XIII los Incas fueron el grupo dominante en la región del Cuzco aunque no controlaban a sus vecinos (Covey 2006: 10). El verdadero control de la región del Cuzco y sus poblaciones solamente sería alcanzado alrededor del 1400 d.C. (Bauer 2008[2004], Covey 2006: 14). Según Covey (2006: 10) una de las causas más importantes para la formación del estado Inca en el valle de Cuzco estuvo íntimamente ligado al crecimiento y concentración de su población y a la habilidad de los líderes Incas para orientar el trabajo utilizado para la construcción y mantenimiento de la infraestructura agrícola, la producción de alimentos para su benecio y la apropiación de las principales tierras agrícolas: “El rápido crecimiento poblacional en la cuenca del Cusco después del 1000 d.C. habría creado nuevas necesidades administrativas para la entidad política Inca, aunque simultáneamente ofreció oportunidades para que los lideres Incas incrementasen su poder y autoridad. El servicio de trabajo proporcionado a la elite Inca fue utilizado para construir nuevas tierras agrícolas y canales de irrigación, recursos que podían alimentar a la creciente población pero que fueron consideradas como las haciendas personales de los gobernantes Incas y sus linajes. La apropiación [allocation] de los nuevos y mejorados campos agrícolas habrían incrementado el poder político de los líderes Incas, socavaron la autoridad tradicional basada en el parentesco de los líderes locales. Algunos grupos podrían haber resistido el dominio Inca, pero nalmente la cuenca del Cusco llegó a estar bajo control directo de los gobernantes Incas.” Posteriormente, este primer fenómeno generaría una “dependencia” de las comunidades de la cuenca del Cuzco para la organización de su vida económica y

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política: “A medida que las poblaciones rurales en la cuenca del Cusco llegaron ser dominadas por los lideres Incas, la creciente población que vivía en el Cusco habría llegado a ser crecientemente dependiente de la elite Inca para organizar un suministro de alimentos para la ciudad. La ciudad creció, oreciendo como un centro de vida ceremonial y ritual para la cuenca del Cusco, y su considerable población no agricultora debe haber crecido para incluir especialistas religiosos, artesanos y funcionarios que sirvieron al estado Inca. Una religión estatal basada en la adoración al sol –para cultivar el preciado maíz producido en las nuevas terrazas agrícolas- fue organizada bajo los auspicios de la nobleza Inca” (Covey 2006: 11). Para nosotros, el panorama regional reconocido a través de las prospecciones superciales y las referencias etnohistóricas (D´Altroy 2002: 59, Bauer 2008[2004], Covey 2006: 110) describiría un desarrollo desigual en el cual las relaciones dialéctica de tensión entre diferentes entidades políticas supusieron una causa importante para el surgimiento del estado Inca. Finalmente, la capacidad de la elite del Cuzco para generar y gestionar tierras agrícolas que sería la base para sustentar a una población importante parece haber servido para afrontar problemas de sequías que también complicaron el escenario económico y político en la región del Cuzco y conllevaron enfrentamientos entre grupos sociales y/o elites de la zona: “Cuando la región del Cusco experimentó una severa y prolongada sequía a nales del siglo XIII, la entidad política de la Cuenca del Cusco habría tenido una gran población y una base de recursos importante, y el cambio climático debe haber incrementado las presiones competitivas entre los grupos. A medida que el estado se formó en la Cuenca del Cusco, este desarrolló los medios para administrar directamente territorios y poblaciones más grandes, la incertidumbre medio ambiental parece estar vinculada a un periodo de expansión estatal que perduro a todo lo largo del siglo XIV” (Covey 2006: 237). Por su parte, Bauer (2008[2004]) señala que: “Es claro que las diferencias en etnicidad y complejidad política local tuvieron una gran inuencia en el desarrollo del núcleo territorial incaico. El resultado nal de estos conictos, matrimonios y alianzas fue la formación de una compleja jerarquía social y política a lo largo de la región del Cuzco, la cual redujo la diversidad étnica y la competencia política, creando así un centro incaico capaz de convertirse en el más grande imperio nativo de América.” Evidentemente, varios factores económicos, políticos e ideológicos entrelazados se reunieron para que la elite del grupo social que ocupaba el valle del Huatanay en el siglo XI surgiese como el estado que posteriormente se convertiría en Imperio. En el escenario actual, no es posible asignar una sola causa al desarrollo del estado Inca sino que más bien una convergencia de dichos factores parecen haber ubicado al grupo social del valle de Huatanay en una situación que les permitió asimilar y controlar a sus vecinos. Interesantemente, estrategias como el saqueo parecen estar dentro de las prácticas sociales originales de grupos como el del Cuzco (D´Altroy 2003: 247), un ambiente que ha sido descrito también por las referencias etnohistóricas. Pese a la rica información etnohistórica y arqueológica obtenida en los últimas décadas sobre el proceso histórico en el área del Cuzco aún subsisten problemas con respecto a la cronología de los eventos inmediatamente previos a la formación del estado y durante su despliegue en los andes.

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CRONOLOGÍA DEL IMPERIO INCA La propuesta de una cronología relativa para el estado Inca fue planteada por Rowe en la década de 1940. Dicha cronología relativa estuvo fundamentalmente basada en los documentos etnohistóricos, especialmente la “Miscelánea Antártica” de Miguel Cabello Balboa, aceptándose la sucesión y periodos de los gobernantes Incas allí señalados como la más “plausible” de las existentes (Rowe 1945: 277). A pesar que diferentes investigadores (Zuidema 1982, Rostworowski 1983, Urton 1992) tratan estas genealogías como mitos o arreglos de la cronología por los cronistas, la perspectiva “histórica” o “cronología tradicional” ha sido la que ha tenido mayor aceptación entre los investigadores (Rafno y Stehberg 1999: 177, Scchiapaccase 1999, McEwan 2006: 53, Julien 2008: 164, Ogburn 2012: 220). La propuesta de John Rowe (1945, 1963) establece que la historia de los Incas comenzó previamente al 1250 d.C., la expansión territorial del estado Inca con Pachacutec alrededor de 1438 d.C. y el inicio de las campañas expansivas de Topa Inca alrededor del 1463 d.C. (Rowe 1945: 277). Adamska y Michczyński (1996) retoman este tema y señalan las fases preImperial e Imperial. Siguiendo la cronología tradicional originada por Rowe, según Adamska y Michczyński (1996): “De 1200 a 1438 DC los Incas fueron una pequeña tribu, que vivía en la zona del Cuzco. Este periodo es llamado Fase Preimperial. La Fase Imperial comenzó con el reinado de Pachakuti Inca Yupanqui - ca 1438 DC y terminó en 1537-1539 DC con la retirada de Manco Inca a Vilcabamba. […]. Pachacuti Inca Yupanqui extendió su imperio sobre la sierra desde el lago Titicaca en el sur hasta más o menos el lago Junín en el norte. Alrededor de 1463 DC, como se supone, el mando del ejército fue entregado a su hijo Topa Inca Yupanqui, quien invadió el área de Quito en dirección norte hasta Pachacamac en la costa Central de Perú, incluyendo los estados Cajamarca y Chimú. Cuando Topa Inca llego al trono, el continuó la expansión territorial hasta su muerte alrededor de 1493 DC, sometiendo la parte occidental de la actual Bolivia, el noroeste de Argentina y Chile y jando el límite del imperio en el rio Maule. Su sucesor - Huayna Capac (1493-1528) conquistó gran parte de la sierra ecuatoriana desde Quito hasta el río Ancasmayo. Huascar Inca y Atahuallpa (hijos de Huayna Capac) incorporaron solamente pequeños territorios (Huascar incorporó la región de Pasto y Atahuallpa Chachapoyas).” Aunque se han dado muchos trabajos en esta zona en los últimos 50 años, la cantidad de fechados radiocarbónicos para la capital arqueológica de Sudamérica para época Inca siguen siendo reducidos (ver Apéndice II en Bauer 2008[2004]). Asimismo, como señalaban Adamska y Michczyński (1996) se tenían básicamente fechados radiocarbónicos para sitios de la fase imperial. En su trabajo toman como base 50 fechados radiocarbónicos tomados de arquitectura y artefactos de Perú, Ecuador, Chile y Argentina. En general sus estudios coinciden con las referencias etnohistóricas colocando el inicio de la Fase imperial en los primeros años del siglo XIV. Asimismo, establece que la fase pre-imperial duraría entre 120 y 150 años. El trabajo de Covey viene a llenar ese vacío advertido por Adamska y Michczyński de fechados radiocarbónicos para la zona nuclear y pre-imperial del estado Inca. Covey (2008: 812) resume que la situación de esta manera: “Cuzco emergió como un asentamiento urbano en algún momento entre los 1000 y los 1400 d.C., aunque es difícil determinar la cronología precisa del proceso de urbanización. La interpretación de los

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datos de prospección regional son coherentes con la formación de un estado centralizado para el siglo XIII (ver Bauer y Covey 2002; cf. Hiltunen y McEwan 2004).” Para Covey (2006: 14, 2008: 814) la primera expansión para controlar territorialmente áreas fuera del Cuzco se daría recién alrededor del año 1400 d.C. Esta fecha está basada en fechados radiocarbónicas obtenidos de la zona nuclear del estado Inca. Pese a lo anterior, con relación a la expansión fuera de la región del Cuzco son de relevancia los fechados radiocarbónicos proporcionados y/o recopilados para la zonas de los actuales Ecuador (Ogburn 2012, Pärssinen y Ari Siiriäinen 1997, Sánchez 2008: 16-17), Bolivia (Cornejo 2014, Schiappacasse 1999), Chile (D'Altroy y Williams 1998, Schiappacasse 1999) y Argentina (D'Altroy et al. 2007, Nielsen 1996, 2007, Leibowicz y Jacob 2012). Interesantemente, muchos de los fechados proporcionados por todos estos investigadores anteceden a la cronología tradicional de Rowe. Así, por ejemplo, los fechados para Ecuador antecederían en una o dos décadas a la cronología tradicional (1463 d.C.) poniendo la expansión de los Incas hacia Ecuador entre 1440 y 1455 d.C. (Ogburn 2012: 231). Los 7 fechados obtenidos por Pärssinnen y Sirianen (1997: Tabla 1) se concentran en el siglo XIII antecediendo varias décadas a la fecha tradicional para la ocupación Inca de la zona boliviana. Para Chile, Luis Cornejo (2014) en base a 59 fechados radiocarbónicos y 155 basados en termoluminiscencia, propone incluso una fecha bastante anterior, alrededor de 1370 d.C., al menos un siglo antes que la fecha tradicional de 1470 d.C. Para Argentina, Ogburn señala una anterioridad a la fecha tradicional posterior a 1471 siendo según los fechados radiocarbónicos conocidos entre 1410 y 1440 d.C. (Ogburn 2012: 231. También ver D'Altroy et al. 2007, Leibowicz y Jacob 2012). Por ello, como Ogburn (2012) discute, los relatos de los cronistas no deberían tomarse como una historia secuencial como ha sido tomado desde la época Rowe y más bien deberíamos tomar los fechados radiocarbónicos independientes para entender la cronología de la expansión del imperio Inca. Más allá de esta clara discordancia entre la historia “tradicional” o “estándar” de Rowe y los fechados radiocarbónicos, de todas maneras, la expansión territorial del Tawantinsuyu ocurriría entre nales del siglo XIV y comienzos del siglo XVI d.C, en un lapso no mayor de 150 años. Asimismo, es claro que la expansión territorial varió en intensidad y forma a lo largo de las regiones a la vez que fue una ocupación sujeta a las tensiones locales e, incluso, a la resistencia por parte de los grupos sociales inmersos en dichas relaciones. Más allá de esta discusión cronológica es importante reconocer que, por lo menos, para el siglo XV ya se tenía a un estado Inca constituido como tal y que trataremos de denir en la siguiente sección. DEFINIENDO AL IMPERIO INCA En primer lugar, los Incas desarrollaron plenamente una organización social económica y política de carácter estatal que es comparable y similar en sus características generales a muchos de los estados antiguos, arcaicos o pre-industriales (Childe 1954[1936], Service 1984 [1975], Feinman y Marcus 1988, Trigger 2007, Lull y Micó 2007, entre otros). Fue un ESTADO porque su existencia supuso la institucionalización de las desigualdades sociales donde principalmente se da la

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estructuración de la sociedad en base a una división clara entre productores y no productores. Un estado, así, hace patente la existencia de una contradicción objetiva entre dos grupos sociales antagónicos principales o clases sociales. Así, un grupo social encarnado en las elites Incas (en primer lugar los “de sangre” y en segundo los de “privilegio”) controló la producción, distribución y consumo de las materias primas y artefactos mientras que el otro grupo social (compuesto por funcionarios, artesanos, agricultores, pescadores, pastores, cazadores, recolectores, etc.) entregó materias primas, bienes y/o prestó servicios sin obtener una contraparte similar a la de su trabajo o producto entregado. En este sentido, un estado no es una cuestión solamente cuantitativa (fenomenológica) o de complejización económica sino, sobre todo, es la consolidación sancionada y reproducida de una nueva organización de las relaciones sociales en las cuales un grupo minoritario de la sociedad se distancia de la producción básica (principalmente, de alimentos y medios de producción como la cerámica, textiles, instrumentos líticos, etc.) y se dedica a manipular, controlar y consumir el trabajo social de la población a la que tiene sujeta. En el caso del estado Inca existía toda una pirámide social con jerarquías establecidas socioeconómica, sociopolítica y socioideológicamente que comenzaban con el Sapa Inca o gobernante máximo y terminaban con los pinas, los cuales estaban privados de su libertad. La naturaleza de este estado fue de orden MILITARISTA Y TEOCRÁTICO de la manera en que se ha denido previamente (Tantaleán 2009, 2013). Así, las elites dominantes de este estado combinan las dos formas de control social que se legitiman e institucionalizan mediante el ejercicio de la violencia física y psicológica que se practica y dirige como medio de reproducción de la asimetría social (sistema político y económico). Todo esto tiene como objetivo principal apropiar y concentrar productos y la fuerza laboral de sus subordinados mediante la fuerza. A pesar que esta clase social utiliza la fuerza e, incluso lidera ejércitos (D´Altroy 2003: Capitulo 9), dichas elites también recurren a la religión como otra forma de coerción, en este caso psicológica, para justicar y establecer el orden, encubrir y amainar las contradicciones internas de esa situación. Históricamente, política y religión siempre han sido una dupla que ha estado a la cabeza de las sociedades estatales (Foucault 2012: 93). Incluso, la relación dialéctica que surge entre esas elites (militares y religiosas) ha generado una dinámica que genera cambios en la misma estructura del estado militarista, la cual muchas veces se soluciona positivamente para el poder especícamente político cuando una elite reúne ambos conjuntos de prácticas o lo que ha venido en denominar también en la literatura arqueológica como “sacerdotesguerreros”. En este sentido, es importante distinguir las particularidades de la violencia en los Andes, una cuestión que hemos abordado en otra parte (Tantaleán y Gonzales 2013, también ver Hyslop 1990: 146, D´Altroy 2002: capítulo 9, Arkush y Stanish 2005, Nielsen 2011, entre otros). Solo basta decir aquí que en el estado Inca, el monopolio de la violencia le pertenecía a las elites del estado Inca e incluso existían leyes, sanciones y funcionarios que las ejecutaban dentro de la estructura del estado. Finalmente, hay que recordar que el mismo Sapa Inca o gobernante principal Inca se hacía llamar “Hijo del Sol” (Covey 2006: 120) y comandaba los ejércitos del estado Inca. La sociedad Inca fue un estado EXPANSIVO, especialmente alrededor del 1400 d.C. (Bauer y Covey 2002, Covey 2008: 814, 816). A lo largo del mundo antiguo, más allá de las particularidades presentes se puede establecer elementos mínimos para

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denir lo que es un IMPERIO (Alcock et al. 2001, D´Altroy 2002: 6-9, Smith 2004, Trigger 2007, Colás 2007). Una de las a características principales es el carácter expansivo de esta sociedad a través de la conquista y control de nuevos territorios. Las elites de cada imperio según sus particularidades buscarán expandirse por diversos motivos. Aunque generalmente se benecia los motivos económicos, estos también incluyen los políticos e ideológicos todo ellos imbricados y que según el área por conquistar tendrán mayor o menor peso. En el caso de los Incas, dada su economía política, lo que se promueve es la conquista de poblaciones que puedan trabajar para generar tributos y fuerza de trabajo para las elites incaicas. Asimismo, en lugares especiales se conquistan los territorios para controlar recursos nuevos deseados por las elites cusqueñas. Finalmente, un motivo ideológico también está vinculado con la conquista (Covey 2006: 121, Kosiba 2013), porque básicamente es un elemento que apoya el control fáctico de las poblaciones sojuzgadas. Así, el Imperio Inca se extiende como parte de la necesidad de captar y explotar más y mejores territorios para sostener a las elites gobernantes, en especial a las panakas de los Sapa Incas (Patterson 1987, D´Altroy 2002: 162) y a los funcionarios y servidores del estado Inca. Para ello, expandirá sus fronteras estatales originales para asimilar, conquistar o aliarse (asimétricamente) con otras sociedades, beneciándose directamente de los recursos naturales y/o fuerza de trabajo allí existentes. Asimismo, al hacer esto se resguarda de ataques de otras sociedades y hasta, nalmente, dicha expansión puede tener un objetivo ideológico al asociar su imperio con espacios sagrados, santuarios o templos que le permitirán reproducir la ideología de su ciudad capital (Kosiba 2013). La forma en la que se ha establecido que los Incas ejercieron su control sobre poblaciones y sus territorios productivos ha sido ya discutida desde un tiempo atrás y se ha divido grosso modo entre “territorial” y “hegemónica” (D´Altroy 1992, 2002). Por razones de la materialización de las prácticas sociales económicas y políticas que esta suponen, el control directo y territorial es el que deja más huellas arqueológicas. Puesto que las elites que controlan el estado inca necesitan y, está obligado por su propia economía política a establecer sitios e infraestructura estatal, y es allí donde encontraremos los mayores indicadores afuera de la zona nuclear del Cuzco. Por el contrario, cuando se dió un dominio indirecto o hegemónico, muchas veces las elites locales bien establecidas previamente al dominio de las elites cusqueñas serán las que asumirán el control de la producción y distribución de los excedentes y orientarán un porcentaje hacia las elites cusqueñas. Al mismo tiempo, mantendrán su propia materialidad social durante el control y dominio Inca por lo que escasean las evidencias de elementos Inca imperiales. En estos casos, los indicadores en esas zonas de la presencia Inca son mínimos o poco visibles. Esto aplica, por ejemplo, para la costa norte del Perú, especialmente con relación al territorio Chimú (Netherly 1998, Hayashida 1999: 340, 2003). Finalmente, este estado militarista se dene como ANDINO porque fue una manifestación o fenómeno social con características locales (andinas) y que estaba basado en formas de producción también originarias dadas las condiciones sociales de la producción en el territorio andino. Dicha forma de producción andina tuvo un proceso histórico relacionado con los estados pero también independiente de ellos. En algunos casos, los estados asimilan dicha forma original de producción andina y las

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relaciones sociales que esta supone para su benecio (por ejemplo, las relaciones sociales establecidas en el ayllu u otras formas de parentesco-producción). Entender esta forma de producción y las relaciones sociales que estas suponen en la agricultura, el pastoreo, la caza, la pesca y/o la recolección y el intercambio necesario de estos productos, es crítico para entender las particularidades de las sociedades andinas. En este caso concreto, creemos que resulta de primerísima importancia tratar a los fenómenos históricos andinos sin homologarlos directamente con las sociedades feudales o industriales, especialmente en el caso de la violencia efectiva y la forma en que se realiza la coerción, dominación y conquista de territorios y grupos sociales. Por eso, partimos de una perspectiva arqueológica desarrollada desde una realidad centrada en los Andes. En primer lugar esta perspectiva, está basada en relaciones sociales sin la existencia de capital y donde la acumulación o retención del excedente se da en tributos de especies, artefactos y fuerza de trabajo. En segundo lugar, también desde esta misma perspectiva, la forma de propiedad de la tierra, el principal medio de producción, debió cambiar necesariamente a lo largo de la historia. Según lo que planteamos acá, durante la existencia del estado Inca, la propiedad de la tierra (hecha productiva) fue controlada y explotada desde los Centros Administrativos y otros sitios importantes como, por ejemplo, las haciendas reales o los centros religiosos. Asimismo, había un nivel de tributación a través de la exigencia de impuestos a las sociedades dominadas al interior del territorio controlado directa o indirectamente. Adicionalmente, existe un control de las rutas de movimiento social y especialmente comercial donde otros estados ejercieron un control espacial efectivo, suponiendo un control indirecto de la tierra agrícola y de los productos que eran beneciados y, por tanto, se convirtieron en objetivos de la expansión Inca. Como dijimos, existen todavía prácticas rituales y religiosas que tienen mucho peso en la vida social de los grupos involucrados y/o que coexisten con el estado Inca por lo que hay un grado de tributación ligado a la ideología religiosa que moviliza dicha captación de tributo en mano de obra y bienes. INDICADORES ARQUEOLÓGICOS DEL ESTADO EXPANSIVO ANDINO Con el objetivo de establecer una serie de indicadores generalizadores para una amplia gama de manifestaciones materiales del Imperio Inca a lo largo del espacio y el tiempo de su desarrollo aquí planteamos cuatro grandes grupos de indicadores que nos parecen factibles de reconocer y estudiar arqueológicamente: A. INDICADORES ARQUEOLÓGICOS EN LA CIUDAD CAPITAL (CUZCO) 1. Ubicación espacial privilegiada y/o estratégica. 2. Principal concentración de arquitectura de la región. 3. .Vinculación directa con obras de hidráulicas o infraestructura de gran envergadura. 4. Prolongado desarrollo arquitectónico y de ocupación humana. 5. Utilización de diseños estandarizados y modulares en la construcción de los edicios principales, estructuras y/o elementos arquitectónicos. 6. Existencia de espacios arquitectónicos abiertos (plazas) vinculados a espacios arquitectónicos cerrados y/o con control del acceso a los edicios principales.

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Diferenciación de espacios arquitectónicos tanto en ubicación dentro del asentamiento como en materia prima, técnica constructiva y artefactos asociados. “Palacios” asociados a las áreas más importantes del asentamiento. “Templos” asociados a las áreas más importantes del asentamiento. Orientación de los principales edicios a recorridos y/o ubicación de los astros en el rmamento. Estructuras arquitectónicas domésticas de mayor calidad tecnológica y materiales de construcción Espacios arquitectónicos para la concentración de grupos de personas. Estructuras funerarias con gran inversión de trabajo segregadas por espacios y jerarquías. Existencia de espacios “laborales” especializados (talleres) asociados directamente con los edicios principales del sitio. .Acumulación en los edicios principales y en el área inmediata de artefactos estandarizados y con iconografía ocial producidos en la ciudad y fuera de ella. Existencia de cerámica de estilos asociados con el estilo Inca ocial. Acumulación de materias primas extraídas de diferentes áreas de los Andes.

B. INDICADORES ARQUEOLÓGICOS EN SITIOS IMPERIALES (HACIENDAS REALES, CENTROS ADMINISTRATIVOS PROVINCIALES, TAMPUS, ETC) 18. ..Ubicación estratégica que controla y conecta rutas importantes (Qhapaq Ñan), áreas de producción y/o espacios sagrados nuevos o ya conocidos previamente. 19. Vinculación con obras de hidráulicas o infraestructura de gran envergadura. 20. Construcción rápida y planicada. 21. Reproducción del diseño y técnica de construcción de la capital. 22. Orientación de los principales edicios a recorridos y/o ubicación de los astros en el rmamento. 23. Ubicación y/u orientación de los sitios Inca a accidentes geográcos o hidrográcos 24. Existencia de artefactos producidos en la capital, centros controlados por el estado Inca o imitaciones locales. 25. Existencias de espacios de reunión de especialistas del estado: administradores, acllas, militares y otros. 26. Conjuntos de depósitos al interior o vinculados con el sitio imperial. 27. Aparición de contextos funerarios relacionados con arquitectura y objetos Incas, incluyendo sacricios humanos (Qhapaq hucha). C. INDICADORES ARQUEOLÓGICOS EN ZONAS VINCULADAS DIRECTAMENTE CON EL IMPERIO INCA 28. Inclusión de edicios o elementos arquitectónicos imperiales Incas en asentamientos fundados previamente. 29. ...Cambio en la ubicación, orientación y forma de los asentamientos locales nativos.

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30. Aparición de artefactos de estilo o inuencia imperial en los sitios locales. 31. Existencia de arquitectura, objetos y sujetos intrusivos en zonas ocupadas por los Incas (mitmaqs). D. INDICADORES ARQUEOLÓGICOS EN ZONAS EN PROCESO DE DOMINACIÓN 32. Construcción de fortalezas incas. 33. Aparición de asentamientos locales ubicados en cumbres y/o amurallados. 34. Evidencias de incendio y destrucción de asentamientos y violencia en los cuerpos humanos de grupos locales INDICADORES ARQUEOLÓGICOS Y MATERIALIDAD SOCIAL A. INDICADORES ARQUEOLÓGICOS EN LA CIUDAD CAPITAL (CUZCO) 1. Ubicación espacial privilegiada y/o estratégica La ciudad del Cuzco se encuentra ubicada en el fondo de un valle interandino, con su zona principal entre los ríos Huatanay (también llamado Saphy) y Tullumayo (Rowe 1967: 60, Gasparini y Margolies 1977: 50) a una altura alrededor de los 3400 msnm. Dichas características lo hacen un espacio potencialmente importante para la agricultura, especialmente a través de la construcción de canales y terrazas agrícolas (Bauer 2008[2004], Covey 2006: 43, 2008: 811). Dicha ubicación también permitió a sus pobladores el acceso a otras zonas ecológicas con tierras de alto potencial agrícola, especialmente las del valle del Vilcanota-Urubamba (Covey 2006: 40-44, Kosiba 2013). Asimismo, se encuentra en un lugar donde convergen diferentes rutas y puede encaminarse hacia otras áreas ecológicas de los Andes como otros valles interandinos, la puna, la cuenca del Titicaca y la ceja de selva. 2. Principal concentración de arquitectura de la región Una de las principales concentraciones de arquitectura en esta zona de los Andes peruanos fue la ciudad del Cuzco. Se estima que la ciudad se extendía a lo largo de unos 5 km2 (Stanish 2010: 198) o unas 40 hectáreas (D´Altroy 2002: 109). Si bien no existe un consenso sobre su población, pues las estimaciones oscilan entre los 15,000 y los 150,000 habitantes (Agurto 1980: 122, D' Altroy 2002: 148, Stanish 2010: 198), es evidente que la ciudad de Cuzco era bastante extensa con relación a otras concentraciones humanas de la época, especialmente en la sierra sur del Perú. Independiente de su extensión, los edicios de mejor calidad en cuanto a diseño, técnica constructiva y material utilizado durante la época Inca fueron construidos en esta ciudad (Gasparini y Margolies 1977, Agurto Calvo 1980, Hyslop 1990, Bauer 2008[2004]: capítulo 10). 3. .Vinculación directa con obras de hidráulicas o infraestructura de gran envergadura Covey (2006) señala que grandes proyectos de canalización, irrigación y andenerías se dieron al inicio de la expansión del Cuzco en su época estatal. En el mismo valle del Huatanay y cercano a Cuzco se han encontrado importantes

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proyectos hidráulicos (Niles 1982). Asimismo, el valle de Vilcanota-Urubamba fue sometido a importantes proyectos de irrigación y de construcción de numerosas áreas de terrazas agrícolas o andenes (Santillana 1999). 4. Prolongado desarrollo arquitectónico y de ocupación humana La ciudad Inca del Cuzco se construyó sobre las bases de un poblado de la época Killke (D´Altroy 2002: 57). Rowe (1944: 61-62), Dwyer (1971), D´Altroy (2002: 57), Bauer (2008[2004]) y Covey (2006: 122) señalan diferentes sectores en la misma ciudad del Cuzco con concentraciones de cerámica Killke. Asimismo, Covey (2006: 123) señala que la ciudad del Cuzco creció rápidamente entre los 1000 y los 1300 d.C. llegando a ser uno de los asentamientos más extensos de la región. Durante varias generaciones el Cuzco fue construido y reconstruido, especialmente durante el gobierno de Pachacutec (Agurto Calvo 1980, Hyslop 1990: 32, D´Altroy 2003: 110, Bauer 2008[2004]). Además, a diferencia de muchos otros sitios, la arqueología ha revelado que fue una ciudad en el sentido clásico de la concepción con gente habitando y laborando además de una “población otante” que acudía para las grandes ceremonias ociales allí celebradas. 5. Utilización de diseños estandarizados y modulares en la construcción de los edicios principales, estructuras y/o elementos arquitectónicos Diferentes investigadores han señalado que la ciudad del Cuzco tuvo un diseño arquitectónico. Incluso se ha planteado, en base a las referencias etnohistóricas, que la ciudad se concibió imitando la forma de un puma (Rowe 1967: 60, Gasparini y Margolies 1977: 50, Agurto Calvo 1980, D'Altroy 2003: 149, aunque ver Zuidema 1983, Hyslop 1990: 51). Asimismo, se ha establecido que desde la plaza de Haukaypata, en la cual se encontraba el ushnu1, se realizaban observaciones astronómicas (Zuidema 1989: 453) organizando en base a ellas, el espacio urbano. De hecho, la división física en dos mitades, Hanan y Hurin, y los principales caminos hacia los suyos se originaba en el mismo centro del Cuzco organizando de esta manera también el trazado urbano (Hyslop 1990: 47, 58). Así, es notorio que existe un trazado urbano que establece claramente los espacios edicados dentro de un programa constructivo organizado y dirigido por las elites que poseen el poder político (Bauer 2008[2004]). Dentro de ese diseño planicado, los bloques conteniendo kanchas fueron la unidad básica de construcción arquitectónica en el Cuzco, y todas las características clásicas incas: tipos de paramentos, vanos, accesos trapezoidales, etc., están y se originan en estos espacios construidos (Gasparini y Margolies 1977, Niles 1987, Hyslop 1990, Morris 1999). 6. Existencia de espacios arquitectónicos abiertos (plazas) vinculados a espacios arquitectónicos cerrados y/o con control del acceso a los edicios principales Si algo resalta además de la concentración de kanchas en el Cuzco es la 1 La denición y características del Ushnu han sido tratadas extensamente en Zuidema (1979), Hyslop (1990) y Monteverde 2010. Para efectos generalizadores, podemos denir al Ushnu como una plataforma ubicada en la plaza principal de un asentamiento Inca que contenía o estaba asociada a un pozo en el cual se vertían líquidos durante las ceremonias.

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centralidad de las plazas principales dentro del entramado urbano, especialmente la plaza central (Gasparini y Margolies 1977: 56). Esta plaza principal estaba dividida físicamente por el rio Huatanay (también llamado Saphy) en Haukaypata y Cusipata (D´Altroy 2003: 150, Bauer 2008[2004]: Cap. 10) y fue de lejos la más importante y central en este espacio urbano. En especial, la plaza de Haukaypata estaba rodeada por los principales edicios político-religiosos de la ciudad (indicador 8) (Gasparini y Margolies 1977: 56, Hyslop 1990: 40, Bauer 2008[2004]: cap. 10). Muchos de estos edicios, sin embargo, no fueron espacios públicos sino que más bien eran espacios controlados con accesos restringidos y altos muros (D´Altroy 2002: 151). Adicionalmente, Hyslop (1990: 43) señala la existencia de otras dos plazas en el centro del Cuzco: Limacpampa e Intipata. 7. Diferenciación de espacios arquitectónicos tanto en ubicación dentro del asentamiento como en materia prima, técnica constructiva y artefactos asociados Los mismos espacios construidos denen una diferenciación de edicaciones en la ciudad del Cuzco. De hecho las principales calles que parten de las plazas principales como Haukaypata establecen sectores diferentes. Podemos denir sectores asociados importantes edicios como el Coricancha, el Acllahuasi, los palacios de diferentes Sapa Incas (Bauer 2008[2004]: cap. 10). Todos ellos se encuentran en sectores muy espaciales de la ciudad con arquitectura muy bien realizada y espacios bastantes amplios. A pesar que pocos espacios se han excavado, recientemente se han encontrado espacios en lo que en la actualidad es el Ministerio de Cultura del Cuzco frente al Coricancha. Allí se han encontrado espacios además de bien construidos contextos con elementos arqueológicos que los diferencian. 8. “Palacios” asociados a las áreas más importantes del asentamiento Como vimos en el indicador anterior, existen edicios grandes y bien construidos alrededor de la plaza principal del Cuzco y en sus alrededores (D´Altroy 2003: 150, Bauer 2008[2004]: cap. 10). Independientemente de las referencias etnohistóricas, arqueológicamente podemos establecer su función como palacios si los comparamos con sus antecesores inmediatos: con los Wari u otros palacios a lo largo del mundo (Evans y Pillsbury 2004, Christie y Sarro (eds.) 2006). Así, su ubicación, arquitectura, características monumentales, sus espacios de habitación más allá de la unidad domestica típica de los incas y los elementos de elite que lo acompaña y alejados relativamente de la religión denen como tal. 9. “Templos” asociados a las áreas más importantes del asentamiento Otros edicios son denidos principalmente como religiosos por su diferencia y casi exclusividad en su trazo arquitectónico (D´Altroy 2003: 153). Asimismo, sus elementos arquitectónicos y algunos objetos asociados completan su función como edicios de función religiosa. De la misma manera, su centralidad en el trazado urbano argumenta su importancia para la ciudad y el estado Inca. En la misma ciudad destacaba el Coricancha (Rowe 1944, D´Altroy 2003: 153, Bauer 2008[2004]: capítulo 11). Asimismo, en Saqasaywaman también se levantó otro templo del Sol (Bauer 2008[2004] basándose en Cieza de León 1976: 154 [1554: 2ª parte, cap. 51]).

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Además de estos templos también se han señalado otros para la ciudad del Cuzco (D´Altroy 2003: 153). 10. Orientación de los principales edicios a recorridos y/o ubicación de los astros en el rmamento Observaciones y mediciones arqueoastronómicas realizadas en el principal edicio religioso del Cuzco, el Coricancha, señalan que algunas de sus paredes y habitaciones estuvieron alineadas con la salida del sol en el solsticio de junio y la puesta de sol en el solsticio de diciembre (Zuidema 2010: 127), así como también con la observación de las pléyades (Zuidema en Bauer 2008[2004]). 11. Estructuras arquitectónicas domésticas de mayor calidad tecnológica y materiales de construcción Además, de los principales edicios como Palaci os y Templos, muchos otros edicios del Cuzco fueron construidos allí con gran inversión de materiales y mano de obra (Rowe 1967, Gaspariniy Margolies 1977, Agurto Calvo 1980). Su ubicación no es central en el espacio urbano y son de menor calidad y técnica constructiva lo cual los coloca en un segundo orden. La utilización de grandes piedras volcánicas como la andesita describe la importancia de estos edicios así como la inversión de fuerza de trabajo en su construcción. 12. Espacios arquitectónicos para la concentración de grupos de personas Además, de las plazas principales del Cuzco (indicador 6), también existen edicaciones con espacios abiertos interiores o de gran capacidad para albergar grupos de personas (Bauer 2008[2004]). Asimismo, a las afueras del Cuzco se puede esperar que se hayan realizado concentraciones de personas, como señalan las diversas referencias etnohistóricas en torno a las principales festividades del calendario Inca. Uno de esos espacios seguramente fueron las amplias áreas abiertas de Saqsaywaman donde además las excavaciones arqueológicas han descubierto importantes basurales (Julien 1987-1989). 13. Estructuras funerarias con gran inversión de trabajo segregadas por espacios y jerarquías Debido a la persecución de las idolatrías y la destrucción parcial de muchas de las edicaciones de Cuzco que contenían a los principales personajes de la elite cuzqueña no tenemos evidencias arqueológicas de la existencia de estos sitios (Bauer 2008[2004]). Sin embargo, sabemos mediante las fuentes etnohistóricas que las panakas de cada Sapa Inca conservaban sus cuerpos y que existieron edicaciones especiales para albergarlas y cuyos restos todavía perviven en el Cuzco (Bauer 2008[2004]). Asimismo, un rastro de estas prácticas se puede ver en los enterramientos de otros grupos sociales de elite que si se han hallado en lugares como Saqsaywaman (Julien 1987-1989, Andrushko et al. 2006). 14..Existencia de espacios “laborales” especializados (talleres) asociados directamente con los edicios principales del sitio Pese a la destrucción de muchos espacios arquitectónicos que pudieron

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albergar talleres de especialistas, dentro del Cuzco se pueden reconocer algunos de ellos relacionados con esta producción especializada. Una de ellas, aunque de nivel alto, fue el acllahuasi (Bauer 2008[2004]: cap. 10). 15. Acumulación en los edicios principales y en el área inmediata de artefactos estandarizados y con iconografía ocial producidos en la ciudad y fuera de ella. En el Cuzco se han encontrado una importante cantidad de artefactos estandarizados (Miller 1987-1989, Julien 1987-1989). A pesar del saqueo durante la época colonial aun los trabajos de excavación en el sitio han recuperado cerámicas y líticos con morfologías y diseños ociales incas. Ya Rowe (1944) en su momento denió el Inca Imperial y esta vajilla es típica del zona e incluso tiene raíces en lo Killke. Sin embargo, durante la época Inca las vasijas de este estilo se estandarizaron de tal manera que su hallazgo trasciende a la zona nuclear para llegar hasta las de provincias (Julien 1987-1989, Bray 2000, 2004). 16. Existencia de cerámica de estilos asociados con el estilo Inca ocial Además de los estilos ociales Inca en contextos funerarios se han hallado vajillas de otras zonas anexadas el Imperio Inca (Bauer 2008[2004]). Entre ellas sobresale prominentemente la cerámica del estilo Chimú de la costa norte (Julien 19871989: 29, Bauer 2008[2004]) y estilos cerámicos altiplánicos como el Sillustani (Bauer 2008[2004]) y el Taraco Polícromo (Julien 1987-1989: 29). 17. Acumulación de materias primas o artefactos extraídos de diferentes zonas de los Andes En el Cuzco se han encontrado materias primas especialmente minerales y moluscos (Spondylus sp.) extraídos de zonas alejadas de la costa, incluso, desde la ecuatoriana (Julien 1987-1989: 31, Paredes 2003, Bauer 2008[2004]: capítulo 10). Hyslop (1990: 43), siguiendo referencias etnohistóricas, señala la existencia de extensas áreas de almacenes en el sector central del Cuzco con una importante diversidad de objetos, especialmente exóticos. En Saqsawaman se han descubierto lo que posiblemente fueron almacenes (Bauer 2008[2004]) donde posiblemente se acumularon diversos objetos llevados desde otras regiones del Imperio como se inere de la diversidad de objetos y artefactos allí recuperados. Según Bauer (2008[2004]) otro importante conjunto de qollqas se encontraba muy cercano a la ciudad imperial en el sitio denominado Qata Casallacta, ubicado en el lado meridional del valle, no lejos de la ciudad. Aunque el sitio ha sido destruido por el crecimiento urbano, Bauer estima que alguna vez poseyó más de cien unidades de almacenaje. B. INDICADORES ARQUEOLÓGICOS EN SITIOS IMPERIALES (HACIENDAS REALES, CENTROS ADMINISTRATIVOS PROVINCIALES, TAMPUS, ETC) 18. Ubicación estratégica que controla y conecta rutas importantes (Qhapaq Ñan), áreas de producción y/o espacios sagrados nuevos o ya conocidos previamente. La gran mayoría de los centros administrativos incas se encuentran en lugares estratégicos de acorde al Qhapaq Ñan y otros caminos asociados. Según Hyslop

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(1984: 224) este camino tiene unos 40,000 km. Se ven como nodos entre las rutas y caminos que movilizaban personas y productos. Además, muchos asentamientos incas se encuentran cercamos o directamente emplazados en zonas productivas agrícolas y de minerales (Doutriaux 2002, D´Altroy et al. 2007: 117, Zori 2011). Finalmente, muchos de estos sitios están asociados espacialmente o, incluso, reocupan espacios sagrados para comunidades precedentes (Cornejo 1999, Bauer and Stanish 2001, Nielsen 2010, Kosiba 2013, Morris 2004: 311). 19. Vinculación con obras de hidráulicas o infraestructura de gran envergadura Muchos sitios incas controlan y gestionan fuentes de agua como manantiales, lagunas o ríos, así como también están vinculados a obras de canalización de aguas (Santillana 1999: 101, Covey 2006: 173, Malville 2015). Entre las grandes obras se encuentran los grandes sistemas de andenes o terrazas agrícolas (Santillana 1999, D´Altroy 2002). En otros casos, los sitios se encuentran relacionados a caminos principales como el mismo Qhapaq Ñan que además, en la sierra, incluía puentes sobre los ríos. 20. Construcción rápida y planicada La construcción de estos sitios de una manera rápida se desprende de la discusión de la cronología que hemos revisado sobre la expansión del Imperio Inca, especialmente en las zonas más alejadas de la capital. Asimismo, se hace evidente sobre todo en lo que Craig Morris (1972) denominó como “urbanismo obligado” o “impuesto” mediante el cual se construyeron rápidamente asentamientos sobre todo donde antes no existían centros de concentración poblacional y de bienes. Los casos de Huánuco Pampa o Pumpu (Matos 1994) son emblemáticos de este tipo de construcción impuesta. El trabajo de Hyslop (1990) es una buena síntesis de la construcción planicada de muchos de estos asentamientos Incas. En dicho trabajo resaltan los patrones ortogonales y radiales que poseen muchos de los asentamientos Incas planicados (Hyslop 1990: 191-222). 21. Reproducción del diseño y técnica de construcción de la capital El relato de Guamán Poma de Ayala (1987[1615]:185) sobre la fundación de “Nuevos Cuzcos” ayuda a entender este indicador, mediante el cual los incas tomaron como referencia y modelo para la construcción de sus nuevas ciudades a su propia capital. Vale decir, la ciudad del Cuzco era materializada de diferentes formas aunque conservando el ideal cusqueño (Gasparini y Margolies 1977: 68, Matos 1995). Esta materialización del ideal del Cuzco se dio, por ejemplo, en Huánuco Pampa (Morris y Thompson 1985), Hatuncolla (Julien 1976) Inkawasi de Cañete (Hyslop 1985) o Tomebamba en el actual Ecuador (Idrovo 2000). A nivel material se puede ver que muchos de los sitios incas importantes en las regiones contienen todos los elementos del Cuzco pero en diferentes ubicaciones: plazas principales, ushnus, kanchas, kallankas, templos del sol, acllahuasis y colcas acompañados de elementos arquitectónicos imperiales como nichos y vanos trapezoidales (Uhle 1903, Agurto 1987, Gasparini y Margolies 1977, Niles 1980, Marcus et al. 1985, Kendall 1985, Morris y Thompson 1985, Hyslop 1990, Protzen 1993, Idrovo 2000, D´Altroy 2002, Morris y Covey 2003, Coben 2006, Bauer 2008[2004]: Cap. 10). Finalmente, es importante

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mencionar que en algunos casos se pueden encontrar “arquitecturas híbridas”, en las que se combinan formas y elementos arquitectónicos incaicos con las locales (Hayashida 2003: 309, Villacorta 2004: 550). 22. Orientación de los principales edicios a recorridos y/o ubicación de los astros en el rmamento Siguiendo el modelo del Cuzco (indicador 10), la ubicación y orientación de los edicios más importantes de diferentes sitios Incas se encuentran relacionados con la observación de astros como el sol (Hyslop 1990: 223-241, Pino Matos 2004, Zawaski 2007, Bustamante y Moyano 2013, Idrovo 2000, Malville 2015), la luna (Ziółkowski et al 2015), planetas y algunas constelaciones (Hyslop 1985, Dearbon y Bauer 2015). Como era de esperar, estas orientaciones de los principales edicios a diferentes astros se ven claramente en asentamientos conocidos como los “Nuevos Cuzcos” como, por ejemplo, Inkawasi de Cañete (Hyslop 1985). 23. Ubicación y/u orientación de los sitios Inca a accidentes geográcos o hidrográcos. A lo largo del Tawantinsuyu es posible encontrar asentamientos construidos sobre u orientados hacia cerros (Gasparini y Margolies 1977: 68, Cruz 2009: 56), glaciares, aoramientos rocosos (Van de Guchte 1990, Bray 2002: 167, D´Altroy 2002, Arkush 2005), manantiales, conuencia de ríos, borde del litoral marino, orillas de lagos, etc. (Hyslop 1990, Guzmán 2004). Asimismo, se pueden encontrar sitios Incas construidos en islas tanto en el Oceáno Pacíco (Dorsey 1901, Hudtwalcker 2009) como en el lago Titicaca (Bauer y Stanish 2003). Incluso se ha llegado a denir que algunos sitios Incas se encuentran organizados en base a líneas y/o ceques que parten en forma radial a otros lugares o accidentes desde la misma ciudad del Cuzco (Christie 2008, Zuidema 2010). 24. Existencia de artefactos producidos en la capital, centros controlados por el estado Inca o imitaciones locales En muchos de los sitios incas imperiales se encuentran artefactos llevados desde el mismo Cuzco o desde talleres controlados por el estado Inca o “Inca provincial” (Matos 1999). Entre ellos destaca la cerámica con formas y diseños imperiales llevados hasta las diferentes provincias o producidos en talleres controlados por el estado (Menzel 1959, 1976, Baca 1974, 1989, Meyers 1975, Morris 1995, D'Altroy y Bishop 1990, Costin y Hagstrum 1995, Hayashida 1998, 1999, Costin 2001, D'Altroy 1992, 2001, Bray 2003). Asimismo, se han podido reconocer imitaciones locales de artefactos imperiales e, incluso, “artefactos híbridos” que mezclan las tradiciones alfareras locales con las cuzqueñas (Uhle 1903, Menzel 1966, 1976, Julien 1976, 1987-1989: 30, Mackey 2010). Sin embargo, también, podemos encontrar textiles (Rowe 1999, Salazar y Roussakis 1999: 286) y metales (Carcedo y Vetter 1999) con formas y tecnología incaica posiblemente producidos en zonas serranas cercanas al Cuzco o en talleres controlados por el estado. Finalmente, aquí podríamos incluir la aparición de plantas utilizadas por las elites incaicas como el maíz (Hastorf 1990, 1993: 226) o la quinua (Rossen et al. 2010).

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25. Existencias de espacios de reunión de especialistas del estado: administradores, acllas, militares y otros Uno de los edicios más representativos del poder del Imperio Inca y de su imposición política, económica e ideológica es el Palacio, el cual ha sido encontrado en diferentes regiones del Imperio (Morris 1999, 2004, Makowski et al. 2005) allí se encontraban alojados y actuando los administradores del Imperio Inca de diferentes niveles jerárquicos. Como D'Altroy (2002) y Covey (2006) han señalado a lo largo del imperio Inca se construyeron una serie de Templos del Sol. Otro edicio típico es el acllahuasi (Salazar y Roussakis 1999: 278) donde se concentraban mujeres cuya principal actividad era la producción textil o de chicha (Rowe 1979: 239-240). Asimismo, el hallazgo de quipus (utilizados por administradores del estado) se ha dado en espacios concretos de ocupación Inca como Puruchuco, Pachacamac, La Centinela o Inkawasi de Cañete (Arellano 1999, Urton y Brezine 2007, Urton 2008)2. Además de las plazas principales de los sitios imperiales Incas, el lugar construido por antonomasia para la reunión de personas es la kallanka (Morris 1966, 1999: 22, Hyslop 1990: 18, Gasparini y Margolies 1977, Idrovo 2000). A pesar que existe una discusión acerca del uso de este nombre para denir la función de este tipo de edicio alargado (Barraza 2010), excavaciones arqueológicas realizadas en estos como en el sitio de Huánuco Pampa (Morris 1999), arrojan evidencias de su ocupación por un gran número de personas de manera temporal. 26. Conjuntos de depósitos al interior o vinculados con el sitio imperial Las qollqas o depósitos son los elementos constructivos clásicos que atestiguan la concentración de productos en los sitios administrativos incaicos (Gasparini y Margolies 1977: 71, Covey 2006: 174, Morris 1999: 23). Estos grandes complejos como en el caso de Ollantaytambo (Protzen 2005), Pumpu (Matos 1994) o Huánuco Pampa (Morris 1967, 1992) fueron elementos importantes de estas llaqtas y se ubicaban en espacios elevados que brindaban circulación de viento y, por consecuencia, garantizaban el mantenimiento de los productos allí concentrados. Así, la mayor evidencia de conjuntos de almacenes en centros administrativos se encuentra en el eje de la sierra (D'Altroy y Earle 1992, Snead 1992, D'Altroy y Hastorf 1992, Earle et al. 1980, Earle y D'Altroy 1982, D'Altroy y Hastorf 1984, D´Altroy y Earle 1985, LeVine 1985, 1992, Matos 1995, D'Altroy 1992, Schreiber 1993, Pärssinen et al. 2010, Chacaltana 2010). También se han encontrado conjuntos de depósitos en los valles medios de la costa (Tantaleán y Pinedo 2007, Ramírez 2013). Finalmente en otros sitios costeros cercanos al litoral también se ha comprobado su existencia (Trimborn 1988: 129, Eeckhout 2012, Eeckhout y Luján 2013). 27. Aparición de contextos funerarios relacionados con arquitectura y objetos Incas, incluyendo sacricios humanos (Qhapaq hucha) En sitios cercanos a áreas con ocupación o control Inca, se pueden apreciar la aparición de contextos funerarios incas (Uhle 1903, Heyerdahl et al. 1995, Mackey 2010: 257). Asimismo, especialmente en la cordillera de los Andes sur en Arequipa pero profusamente en la cordillera que divide los actuales países de Argentina y Chile se han encontrado estructuras funerarias y otras, asociadas con individuos 2 Ver un base de datos de quipus Incas en http://khipukamayuq.fas.harvard.edu/es/

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enterrados con artefactos Inca (Ceruti 2003, D'Altroy 2007: 111). Adicionalmente, se han recuperado cuerpos humanos en contextos Incas que señalan una vida relacionada con actividades conducidas o impuestas por el estado Inca (Andrushko et al. 2006). C. INDICADORES ARQUEOLÓGICOS EN ZONAS VINCULADAS DIRECTAMENTE CON EL IMPERIO INCA 28. Inclusión de edicios o elementos arquitectónicos imperiales Incas en asentamientos fundados previamente En el proceso de apropiación de nuevos espacios la conquista de los espacios relevantes en el paisaje es importante por una cuestión de control del territorio y porque generalmente estos espacios signicativos en el paisaje también suelen tener un peso ideológico y ritual que los incas tratan de controlar. En asentamientos precedentes y en nuevos, la aparición de edicios con elementos netamente incaicos hace patente la ocupación inca de ese sitio y esa zona (Villacorta 2003, Mackey 2010). Diseños de edicios típicos incas (kanchas, kallankas, etc.), techos a dos aguas, muros hechos con piedra canteada, adobes de gran tamaño, accesos, ventanas y nichos trapezoidales completan estas características imperiales (Hyslop 1990, Wernke 2007: 137, Kosiba 2013). 29. Cambio en la ubicación, orientación y forma de los asentamientos locales nativos En muchas áreas prospectadas regionalmente sistemática o asistemáticamente en los Andes se ha podido apreciar que acompañada con la presencia Inca, los patrones de asentamiento locales cambian de diferentes formas: se fundan nuevos sitios, se rediseñan los sitios originales, se abandonan sitios, se articulan sitios dentro del sistema vial incaico, etc. (Browman 1970, Earle et al. 1980, Hyslop 1979, D´Altroy 1992, Stanish et al. 1997, Covey 2000, Mantha 2013). 30. Aparición de artefactos de estilo o inuencia imperial en los sitios locales En las zonas controladas comienzan a aparecer artefactos incas como parte de la aceptación, imitación o incursión de la sociedad inca en las nuevas zonas (Díaz y Vallejo 2002: 367, Bray 2012). Asimismo, algunas sociedades, sobre todo las elites, utilizan elementos incas como parte de su aliación a las nuevas situación dominio o inuencia inca. Esta situación se puede reconocer especialmente en las tumbas o cementerios locales (Díaz y Vallejo 2002: 368, Mackey 2010, Haun y Cock 2010: 202, Church y Von Hagen 2008) y en la arquitectura funeraria del altiplano peruano boliviano (Stanish 2003, Kesseli y Pärssinen 2005) o de la laguna de los Cóndores en Chachayapoyas (Church y von Hagen 2008). 31. Existencia de arquitectura, objetos y sujetos intrusivos en zonas ocupadas por los Incas (mitmaqs) En diversas áreas bajo el control de los incas se ha reconocido elementos procedentes de otras áreas controladas por el Imperio Inca. Un indicador bastante conable del traslado forzado de poblaciones es la arquitectura, especialmente cuando está acompañada con cerámica, textiles y otros artefactos producidos en sus

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propias áreas de origen o que buscan reproducir los estilos de su lugar de origen (Makowski y Oré 2013). Asimismo, las estructuras funerarias, los patrones de colocación, los cadáveres y sus artefactos asociados indican su procedencia de otras áreas (Cornejo 2002). Todo esto se relaciona con el traslado forzado de poblaciones o mitmaqs a otras áreas diferentes a las originarias (LeVine 1987, Schjellerup 2002: 53, Salter-Pedersen 2011). D. INDICADORES ARQUEOLÓGICOS EN ZONAS EN PROCESO DE DOMINACIÓN 32. Construcción de fortalezas incas Desde las primeras expansiones desde el Cuzco mismo, los Incas construyen fortalezas o asentamientos forticados (D´Altroy 2003: 250, Covey 2006: 127, 204). A medida que el Imperio avanza territorialmente generó una serie de forticaciones en sus fronteras (Hyslop 1990: 163-186, Alconini 2004, D'Altroy et al. 2007: 96, Rossen et al. 2010, Sepúlveda et al. 2014). Estas forticaciones se ubican en espacios con una alta visibilidad del paisaje y en lugares estratégicos que controlan el movimiento de poblaciones como por ejemplo, cabeceras de ríos, cruce de caminos naturales, espacios de transición ecológica, etc. 33. Aparición de asentamientos locales ubicados en cumbres y/o amurallados Desde las primeras fases de expansión del estado Inca en la región del Cuzco se observan sitios defensivos en zonas elevadas (Covey 2006: 140). Asimismo, el caso de las pukaras de la cuenca norte del Titicaca (Arkush 2011) puede ser tomado como un ejemplo clásico de la aparición de fortalezas de altura como consecuencia de la amenaza o avance de los incas hacia nuevos territorios. 34. Evidencias de incendio y destrucción de asentamientos y violencia en los cuerpos humanos de grupos locales Los incendios y destrucciones de asentamientos prehispánicos en procesos de conquista por la fuerza son eventos que son difíciles de localizar (para un caso temprano en la cuenca norte del Titicaca ver Stanish y Levine 2011). Sin embargo, en algunos contextos funerarios de época Inca se han encontrado cuerpos humanos con evidencias de violencia física como consecuencia de enfrentamientos (Andrushko y Torres 2011). Es muy importante reconocer que el avance los incas en muchos casos se saldó con la matanza de individuos como señalan algunas referencias etnohistóricas aunque por el momento no se han encontrado evidencias de los campos de batalla o de enterramientos humanos masivos. INDICADORES ARQUEOLÓGICOS Y PRÁCTICAS SOCIALES EN EL IMPERIO INCAICO En esta publicación no existe espacio para desarrollar en profundidad las prácticas sociales que suponen cada uno de los indicadores arqueológicos aquí planteados. Sin embargo, en base a estos, queda claro que a lo largo del espacio andino (que incluyen costa y ceja de selva) y durante un tiempo de al menos unos 150 años, dentro del Imperio Inca se desplegaron una serie de prácticas sociales por

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parte de las elites y sus asociados que tuvieron como objetivo principal hacer evidente su imposición en el paisaje y sobre la población que controlaba directa o indirectamente. Para ello, no escatimó recursos y orientó decididamente la fuerza de trabajo local para generar dicha materialización de su poder económico, político e ideológico. Además, se sirvió de las elites locales, cuando existían, para controlar indirectamente a las poblaciones. Es muy importante indicar aquí también que esas elites locales se beneciaron de su relación con las elites incas. Por ello, arqueológicamente se puede reconocer la aceptación de la presencia Inca e, incluso, dichas elites locales se instalaron dentro de la estructura del estado Inca. Obviamente, esta instalación de las elites incorporó toda una serie de comunidades originarias. Claramente el poder político y económico ingresa en una nueva órbita de relaciones sociales supralocales y, consiguientemente, hay una recomposición del pasaje social con las necesarias relaciones dialécticas de convivencia pero también de tensión. Por ello, cuando a las elites del Cuzco les pareció oportuno, dejaron sin mucho cambio a las formas económicas y políticas pre-existentes. Sin embargo, cuando las elites Incas encontraron espacios interesantes en los que no existía una forma de trabajo que los beneciase, de acuerdo a su propia economía política, estableció poblaciones (administradores, sacerdotes, mitimaes, etc.) y los proveyó de la infraestructura necesaria para la producción y distribución en benecio de las elites cuzqueñas y las elites más cercanas. Su expansión como estructura política generó toda una jerarquía social que a medida que aumentó el tamaño del estado también generó una serie de tensiones entre los diferentes estamentos. El comportamiento de las panakas en el Cuzco ejemplica la tensión más clara a nivel de las elites dominantes. Sus haciendas y las referencias etnohistóricas indican un importante nivel de control de tierras, productos, siervos y cultos sobre sus mallquis, lo cual hace patente que la dinámica del poder económico y político del Imperio Inca, como otros del mundo, generó espacios y posesiones particulares que fueron gestionados de manera interesada lo cual condujo a una tensión entre las elites cuzqueñas. Denitivamente toda esta materialización del mundo andino generó un paisaje físico y social que fue el que encontraron los españoles en 1532. Las contradicciones que se han señalado supercialmente se dieron a otros niveles y entre etnias controladas que esperaban desasirse del poder político y económico del Inca. En ese estado de cosas, la llegada de los españoles simplemente hizo más patente una fractura existente entre los grupos de interés adentro del Imperio incaico.

Agradecimientos Quiero agradecer a Eberth Serrudo por alentarme a escribir este artículo. Además, quiero agradecer a Kelita Pérez por su apoyo incondicional y su paciencia conmigo. Finalmente, a Ben Nigra por ayudarme con el resumen en inglés de este artículo

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