El impacto internacional de la devaluación del yuan

July 4, 2017 | Autor: E. Tzili Apango | Categoría: China, Relaciones Internacionales, Economia Politica Internacional
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El impacto internacional de la devaluación del yuan 17/08/2015 Eduardo Tzili 3 Comentarios China-Asia, China-EE.UU., China-Rusia, Economía y Negocios, Relaciones Internacionales

La reciente devaluación del yuan ha generado un gran impacto mediático y político a nivel internacional, debido a las tres devaluaciones de la moneda en apenas 72 horas. En este escrito me gustaría aproximarme al tema del impacto internacional de la reciente devaluación del yuan. Cabe recordar que el Renminbi (人民币) –nombre oficial de la moneda china– o yuan (元) –nombre de la unidad de divisa– ha estado estrechamente vinculada al Dólar estadunidense desde la década de 1990, por lo que su valor ha sido particularmente estable, alrededor de 6.1 yuanes por dólar. Sin embargo, la reciente devaluación ha disparado una especie de miedo en los mercados globales, además de que refuerza la percepción de la sobrevaloración, centralmente dirigida, de la moneda china. Básicamente el yuan se ha devaluado tres veces en apenas 72 horas hasta alcanzar los 6.3306 por dólar; el mayor debilitamiento de la moneda china desde 1994. Pero vayamos por partes. No pretendo analizar los efectos del yuan de manera extensiva y técnica, sino, más bien, recalcar las probables implicaciones de su devaluación para las relaciones internacionales de China. Por un lado, la posición oficial aclara que la devaluación del yuan está destinada a “corregir problemas” de presiones en las intervenciones del Banco Popular de China. En este sentido, el gobierno chino prefiere utilizar el concepto de “ajuste” ( 调 整 ; tiaozheng), que el de “devaluación” (贬值; bianzhi), para referirse a los movimientos que Beijing ha realizado en estos días con respecto a su moneda. Según esto, el “ajuste” al valor del yuan permitirá estabilizar la moneda en su camino a convertirse en divisa global, además de que fomentará una mayor estabilización a la economía china, en tanto sus exportaciones cayeron un 8.3% en julio, representando la mayor caída en meses. Lo anterior permite especular que la verdadera intención del gobierno chino sea la de continuar con su incesante modelo exportador. No obstante, como ya mencioné, esto también ha disparado le temor de que la economía china no es tan fuerte como aparenta. Un ejemplo de esto es el “efecto derrame” que ha tenido este evento. Como se reporta en The Washington Journal, la devaluación del yuan ha fomentado la

ansiedad en los capitales regionales; el Dong vietnamita se devaluó 1% frente al dólar, la Rupia indonesia redujo su valor a niveles de hace 13 años, el Won surcoreano redujo su valor un 2.3% y la Rupia india también redujo su valor un 1.6%, continuando la serie larga de países que mantienen el patrón de devaluaciones. Gran parte de los analistas alertan de que esta escalada de devaluaciones es un preludio, más que probable, de una futura “Guerra de divisas”, dado el efecto derrame presenciado en tan poco tiempo. Por otro lado, la posición estadunidense se reitera en la “trampa” de la sobrevaloración del yuan como objetivo clave para fomentar las exportaciones de China, además de profundizar en el déficit comercial de Estados Unidos. A pesar de que el dólar se fortaleció, Washington insiste en que la reciente devaluación permitirá continuar con la dinámica comercial que no favorece mucho al país americano.

El impacto de la devaluación del yuan ¿Cuáles son, entonces, los impactos que las recientes tendencias del yuan podrían tener para las relaciones internacionales de China? Beijing pretende convertir a su moneda en una auténtica divisa globalque forme parte de la canasta de divisas en los Derechos Especiales de Giro (DEG) del Fondo Monetario Internacional. Así, China tendría mayor voz y voto en la economía global. Para lo anterior, el gobierno chino ha lanzado una campaña de expansión de las actividades comerciales y transacciones en yuanes a nivel mundial. Uno de los primeros grandes acuerdos se estableció en 2008 entre China y Rusia para implementar unprograma piloto de intercambio comercial en yuanes y rublos en la región fronteriza. Desde entonces, el comercio sino-ruso ha avanzado considerablemente hasta el punto de analizar la posibilidad de establecer un acuerdo que incluya más sectores, como inversiones y préstamos. Empero, después de seis años de construir las bases para el intercambio en monedas nacionales, el yuan no se ha podido posicionar como la moneda de preferencia en tanto las empresas rusas ya están acostumbradas a usar el dólar, usado en aproximadamente el 90% de las transacciones comerciales y financieras globales. Y es que en el esfuerzo de la conversión directa entre las monedas locales aún hay notables pérdidas. Otro reflejo de los esfuerzos de la campaña promotora del yuan es el uso, cada vez mayor, de esta moneda en transacciones financieras regionales. Hace un año Singapur se convirtió en el centro de emisión de yuanes más grande fuera de China, además de que Taiwán y Corea del Sur aumentaron el uso de yuanes; tan solo Seúl incrementó los pagos en yuanes un 563% de 2013 a 2014. Pero, como ya cité, la devaluación del yuan implicó, también, problemas para el resto de las monedas asiáticas. Es decir, a pesar de los esfuerzos de China para aumentar su presencia monetaria global, y con ello su influencia, aún no es candidata para sobrellevar los costos de

ser una potencia económica mundial. La reciente devaluación le da razón tanto a Washington cuanto a Beijing, ya que fomentará las exportaciones chinas y fortalecerá la presencia mundial del dólar estadunidense. Lo anterior no permitirá la materialización de un modelo de desarrollo con base en el consumo interno, como pretende el gobierno de China. Más allá de la retórica de “ajuste” de la moneda –dirigida, eminentemente, para apaciguar temores en los mercados globales– es un hecho que la devaluación del yuan refleja la inmadurez de la integración de la economía china a la economía mundial. Una cosa fue beneficiarse del comercio internacional, pero otra es querer beneficiarse de las finanzas internacionales sin dar algo a cambio, que sería permitir la libre flotación del yuan. Al parecer, Beijing no ha comprendido, aún, que participar en el diseño de las reglas financieras globales conlleva obligaciones, y no solo beneficios. En mi opinión, y contrario a las intenciones del gobierno chino, la devaluación del yuan no permitirá avanzar hacia su consolidación como divisa, ya que esto es un reflejo de la debilidad de la economía china, y es reflejo de la intención de continuar con el modelo exportador como “apuesta segura” para el desarrollo económico. Al yuan le falta, todavía, un largo trecho por recorrer.

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