EL HOMBRE DE BUJI

July 21, 2017 | Autor: Antonio Oleaga | Categoría: Budismo
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Descripción

BUJI| El hombre de Buji.

«Buji (wu-shih) es uno de los términos más significativos en el léxico del Zen, especialmente en el de la escuela Rinzai. El vocablo, por otra parte, es susceptible de ser erróneamente interpretado por quienes no están familiarizados con el modo oriental de vivir y sentir. Es un término clave en la enseñanza Rinzai.» Asi nos lo presenta Suzuki, y continúa: «Cuando el dharma es verdadera, plena y existencialmente comprendido, encontramos que nada hay tan necesario en esta vida como vivirla Todo lo que necesitamos está aquí con nosotros y en nosotros. Los que verdaderamente han experimentado esto, son llamados hombres de buji. Buji es uno de esos conceptos a los que no es posible encontrar equivalente en ningún lenguaje europeo, porque en la estructura del pensamiento de occidente no hay nada que se le corresponda. «No acción» o «No hacer» pueden servir para el mu-i (wu-wei) de Lao-tsé, y «No mente» para el mu-shin (wu- shin) de Eno, pero «no ocupación» o «no acontecimientos» suena muy raro para el buji de Rinzai. El problema con el buji (o muji) es que no hay ninguna palabra inglesa que exprese todas las ideas contenidas en ji. »Ji (Shih) significa generalmente «asunto», «ocupación», «acontecimiento», «cuestión», «negocio», «obligación», etcétera. De la negación de todos estos conceptos podría inferirse que «el hombre de buji» es «alguien que no tiene ocupaciones» o «alguien a quien ningún acontecimiento ocurre» o «alguien que es indiferente, distante o desinteresado», etcétera. Pero «el hombre de buji» no es, en realidad, nada de esto. Es el que tiene una verdadera comprensión del Dharma o Realidad tal como es descrito en el sermón de Rinzai; tiene un discernimiento existencial en el interior del Yo, es el que siendo libre de las cosas externas, es maestro de sí mismo, es un Buda y un Patriarca. Tiene la enorme tarea de conducir a sus semejantes a un estado de Iluminación. No puede permanecer indiferente y ajeno, en tanto haya un solo ser que no haya alcanzado la iluminación. Trabaja duro «cubierto de cenizas y embadurnado con barro» como suelen decir los seguidores del Zen: es realmente uno de los hombres más ocupados del mundo y sin embargo «no tiene ocupaciones», «no le ocurren cosas», está «absolutamente desligado», ¿qué clase de hombre puede ser éste? Alguien perteneciente a la «aristocracia» por usar la terminología eckhartiana; el Zen le llama «un hombre de buji». D.T. Suzuki, The Awakening of Zen, 1954

Con esta breve disertación, Suzuki nos demuestra que sabe mucho más de lo que nos dice su breve texto sobre ese misterioso hombre de Buji. Desde luego que en nuestra lengua occidental queda muy poco rastro (uso) de palabras que representen ese buji correctamente y aún entre nuestros hombres, personajes de nuestras ciudades, ha desaparecido la correspondencia con ese «ser sin ocupación», e incluso formas orales como errancia o merodeador, carecen de sentido porque al no conocer sobre qué aplicarlas, en todo caso lo reunimos todo bajo la denominación de pobre hombre o mendigo (sin valor social). El sentido de la expresión «ganarse la vida» domina sobre nuestro léxico para disipar cualquier duda sobre la capacidad personal para el trabajo; algo similar a lo que ocurre con la expresión «valor se le supone» de los ejércitos (¿cómo se gana la vida? =¿tiene valor?). Pero creer que la dignidad emana

del trabajo, como el honor del valor, a estas alturas resulta sencillamente ridículo. Ese ser sin ocupación, sin obligaciones, siempre ha tenido muy mala prensa en occidente por no decir que ha sido completamente erradicado de la sociedad, al menos en apariencia, porque todos hemos conocido alguno de esos seres a los que todo da igual, a los que nada interesa y con los que no hay nada que hacer porque no entendemos sus razones. ¿Tan amplio puede ser este concepto de buji? —Tan amplio como confuso, porque me temo que tras él se oculte mucho más que una simple apariencia y verdaderamente sea eso lo que tratamos de evitar con el «ganarse la vida» o el «valor se le supone», que siempre con el ejemplo por delante, lo convierten en un claro asunto de comerciantes. Algo temía el Dr. Suzuki oculto tras el buji, para no profundizar en el asunto y tratar de desviarlo hacia ese «hombre aristocrático», ese «hombre noble» de M. Eckhart, al que no ocurren cosas, al que ningún acontecimiento ocurre, a ese náufrago de sí mismo por contentarse exclusivamente con lo que tiene. Una rareza y como toda rareza en occidente, peligrosa, porque no hay forma humana de sacar provecho de él, y de nuevo nos topamos con el asunto de comerciantes que el shih contiene y al que la negación wu libera (p.ej. haciendo rodar las mesas de los cambistas), asunto que pone a más de uno los pelos de punta. Ejemplos de esos hombres de buji tenemos tanto en oriente como en occidente. Mejor conservados aquellos que estos, más reconocidos y por tanto menos ocultos. Occidente, en su concepto del héroe como hombre de honor, siempre ha sentido un profundo rechazo hacia esos seres improductivos, en tanto esta postura le proporcione beneficios; porque el honor en occidente ha pasado a ser un asunto de beneficio, sin importar demasiado a través de qué medios se haya logrado, y poner esto en tela de juicio supone una clara afrenta al sistema por su base, porque viene a cuestionar el sistema de trabajo frente a lo justo y lo necesario del bástele a cada día su afán. Al perro flaco todo se le vuelvan pulgas. «Es el que tiene verdadera comprensión del Dharma», nos asegura Suzuki, tomando como referencia el sermón de Rinzai (Lin-Chi), ese es el verdadero «hombre de buji» al que compara con el Buda y sin embargo no parece separarlo de ese hombre corriente que va y viene a sus ocupaciones diarias, sino porque «tiene verdadera comprensión del Dharma», algo difícil de comprobar. En las religiones no piramidales, no teístas, con frecuencia uno no sabe dónde se encuentra, porque donde no existen unos valores predeterminados, lo uno puede transformarse sencillamente en lo otro. Un claro asunto herético para las religiones piramidales. Dharma, Buda y Hombre de Buji, sólo son tres nombres diferentes de un mismo asunto, sobre el que sólo las palabras pueden establecer diferencias. La realidad carece de forma, discriminación y sentido tanto como el hombre de buji carece de ocupación, interés u obligación alguna. Allí donde la realidad se manifiesta tendremos un hombre de buji, el resto es silencio y soledad, sin presencia alguna.

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