El hábito de la ciencia

July 8, 2017 | Autor: Jimena Casillas | Categoría: Philosophy, Ethics, Science Education, Filosofía, Ciencia, Ética Aplicada
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Descripción

El hábito de la ciencia
JIMENA CASILLAS C
Consultor Filosófico y Asesor Ético
FB: CAFÉ&co.
La ciencia parte de diversos orígenes pero con una finalidad compartida, el conocimiento de la verdad. Por medio de los distintos enfoques con los que conocemos el universo, el descubrimiento de la verdad ha llevado a género humano a explorar la realidad. Por esto es necesario comenzar desde pequeños en el desarrollo del pensamiento científico, de modo que sea posible un conocimiento verdadero y completo de las cosas.
Así como los pequeños lo hacen cuando comienzan a conocer las cosas por su nombre, al preguntar ¿qué es?, ¿cómo se llama?, etc. Son cuestionamientos auténticos que se hacen a partir de una realidad desconocida (si mal no recuerdo, es como aplicamos el método científico). De esta misma forma es importante despertar en la curiosidad a los demás, de modo que se mantengan interesados por los conocimientos impartidos.
Dudar de todo conocimiento, no me refiero a dudar por dudar como la postura escéptica, sino dudar para llegar a conocer las cosas realmente. Aunque exija mucho, es importante tener un criterio, el cual se irá formando a partir de la consecución de datos, los distintos puntos de vista y las fuentes. Este ejercicio provocará en las personas a ensanchar su criterio, conocer la verdad y estar abierto a las diferentes opiniones, datos e información que puedan presentarse.
Por otro lado los fenómenos o todo lo que se nos presenta requiere de conocimiento, éste se puede percibir por medio de los sentidos, tanto internos como externos, lo cual nos lleva a la descripción de los mismos: tamaño, forma, lugar, color, etc. Todos los datos que nos arroja el objeto de estudio inician con una descripción general de lo que vemos, sin embargo es solamente aspectual.
Es por medio del conocimiento de las cosas que nos damos cuenta de su utilidad, su beneficio, riesgos, vemos si es esencial o no para vivir, de esta forma terminamos por conocer más a fondo las cosas y las podemos aplicar adecuadamente. Tenemos un mejor juicio de lo que es y no solamente nos quedamos en meras opiniones, sino que comenzamos a fundamentar las cosas. Respondemos a los por qué: ¿por qué actúa así?, ¿por qué crees lo que crees?, ¿por qué piensas lo que piensas?, etc. Son estos cuestionamientos que nos lleva a tener una base sólida en la vida, no porque nos las enseñaron, sino porque estamos convencidos de ello.
Lo que hemos conocido nos lleva a conclusiones de peso que determinar nuestras acciones, creencias e ideas, hay razones contundentes de por qué llevar una vida o un estilo, una tendencia que nos permite enriquecer la toma de decisiones teniendo una visión global de las cosas. Todo conocimiento es útil, no podemos solamente acumular dato, es necesario llevarlos a la práctica, compartirlos, etc.
La ciencia no es pura teoría, es práctica, en la vida diaria estamos en constante contacto con la ciencia porque pretendemos llegar a algo, hacia un qué por medio de un cómo. Si no se hace así se vuelve inútil. Vivir pensando antes de actuar, midiendo los peligros de mis acciones, tomando precauciones, pedir consejo a quienes nos rodean para tomar una decisión acertada y ejecutarla con éxito.
Existe un hábito para eso, bueno, es más que un hábito, es un valor: la prudencia. Quien es prudente realiza estos ejercicios constantemente, día tras día, domina sus caprichos, va por lo mejor y sabe que no está solo para lograr un comportamiento digno y deseable para todos los que le rodean. Entre ellos, hay algunos que son mejores que otros, como la prudencia ante el orden, sin embargo ambos son necesarios para hacer ciencia.
El hombre maduro o prudente, usaré ambos términos de manera indistinta, se esfuerza por medir cada cosa, cada situación y todo su obrar buscando bien lo mejor para él y los demás. Prudente no es, pues, quien —como se piensa a menudo— sabe arreglárselas en la vida y obtener el mayor provecho; sino aquel que sabe construir la vida según la voz de la recta conciencia y según las exigencias de la justicia.
Se sabe inmerso en su circunstancia para actuar sin afectar a los demás, a menos de que esto sea para bien. La prudencia busca el consejo de los demás para hacer lo mejor, no para ser aplaudido o reconocido por los demás, sino porque sabe que su acción le afecta a él y a los demás, que me los llevo entre las patas. Incluso se cuida a sí mismo con medida, sabe que es bueno y busca procurar la salud.
Ser una persona madura no significa saberlo todo, sino saberse ignorante ante la situación y pedir consejo del que tiene experiencia para no equivocarse al actuar.
La Madurez es la recta razón en el obrar: esta virtud inclina a actuar bien: a clarificar el fin y a buscar los medios más convenientes para alcanzarlo. Por medio de esta virtud se consigue el conocimiento del justo medio, imprescindible para todo acto virtuoso y loable. Por ejemplo:
Pensar antes de actuar: Lo primero que hace es deliberar con él mismo para intentar llegar a un buen resultado. Es exactamente lo contrario de la precipitación o el atolondramiento.
Experiencia: Parte de la experiencia que le ha dado la vida. Quien no cuenta con la experiencia es fácil que vuelva a equivocarse en las mismas cosas.
Circunspección: Hace una cuidadosa ponderación de las circunstancias que rodean la posible actuación.

Medir los peligros- previsión: Ve a lo lejos y anticipa teniendo una actitud sensata el medir las consecuencias de las propias palabras o acciones y con la previsión diligente de los medios necesarios.
Precaución: A través de un cuidadoso examen sabe evitar el error o el mal.

Pedir consejo: «El hombre necesita aprender de otros», como una ayuda a esa reflexión.
Decide: Se trata de un acto que apunta a la mejor ruta de actuación con base a los elementos aportados por la deliberación, es decir, toma una decisión y evita estar deliberando inacabablemente.
Agilidad: Porque es claro que el prudente no sólo se limita a deliberar o a juzgar de modo especulativo, sino que tiene también que actuar. El sabio actúa y, ordinariamente, con rapidez.

El hombre prudente sabe sobreponerse a las pasiones y pensar antes de actuar y conocer las consecuencias de no hacerlo, o hacerlo, para tener la capacidad de soportar las tormentas emocionales a las que nos somete la vida en lugar de "ser esclavos de la pasión", pensar antes de actuar para saber si es bueno o malo aquello que queremos hacer, en la justa medida de las cosas materiales y los placeres que los acompañan. Sabe que es importante tener paciencia y constancia en los proyectos que tiene, nada se consigue fácil, pero con esfuerzo siempre es posible.
Si poco a poco vamos buscando la madurez, es probable que al final del día logremos avanzar un poco más hacia tu realización plena, para esto, es preciso el esfuerzo por luchar para vivir los 4 hábitos de la madurez.
Conocer las consecuencias de no llevar a cabo las partes de la madurez ni vivir el esfuerzo: terminar por ser sedentario, dejar pasar las oportunidades, no estar satisfecho con los propios actos, ser un perdedor. La flojera es lo contrario al esfuerzo, hace a las personas: inútiles, egoístas, sólo ve su comodidad, vive bajo la ley del mínimo esfuerzo, etc.
Saber que al esforzarse en hacer el bien, evitando la trampa y la transa, se cumplen los sueños. Nada que valga la pena se hace sin esfuerzo, sin intentarlo, para esto necesitamos esforzarnos poco a poco y con constancia para alcanzar lo que queremos: ser los mejores trabajadores, estudiantes, deportistas, etc. a la larga, todo este esfuerzo nos llevará a ser victoriosos, con victorias más trascendentales en la que todos salimos ganando.
Tomar en cuenta que vivimos rodeados de personas y que nuestras acciones dejan huella, tanto negativa como positivamente; cumplir con las obligaciones, cuidar las cosas, respeto a mis compañeros, reconocer el triunfo de las demás personas, ayudar a los demás al explicar lo que no entienden, a repartir exámenes, saber agradecer y tomar en cuenta las correcciones de otros, buscar algo en común con mis compañeros para salir y convivir, comparto lo que me gusta como mi música; o lo que dejamos de hacer por los demás, les afecta: como la falta de convivencia, de interés por sus cosas, el egoísmo, destruir la reputación de los otros, exijo que por mi ayuda se me pague, aceptar la amistad que me puede perjudicar, aceptar las cosas sin pensarlas, hacer bullying con otros compañeros.
El hombre al tener cuerpo y alma necesita practicar hábitos buenos, tanto en las virtudes como en la salud, para vivir bien. De este modo la madurez reflejada en los hábitos saludables es camino indispensable para llegar a la felicidad y al bienestar físico. Por ejemplo: no se puede estar a dieta sin ser templado, al igual que ejerzo la templanza al estar a dieta; la persona madura sabe que no debe excederse en el alcohol si va a manejar ejerciendo la virtud de la madurez al no beber.
Una definición clásica de la salud decía que estar sano equivale a poder desarrollar las actividades cotidianas, como: trabajo, relaciones familiares y sociales, alimentarse, etc. expresando la noción, muy realista, de que estar sano puede conllevar molestias, siempre que éstas no impidan la actividad ordinaria; así es que entre más cuidemos nuestro cuerpo mejor nos desarrollaremos en el mundo en los ámbitos laboral, social y familiar, como en el sentido de la propia vida. No dejes que la salud te limite.
Como profesor es necesario animar a los alumnos a vivir la madurez formando en hábitos saludables, ya que si aplicaran los cuatro aspectos de la virtud se ahorrarían muchos dolores de cabeza y tendrían una vida mucho mejor y más sana en todos los ámbitos en los que se encuentran.
También manejar la regla de oro: evita hacer lo que no me gustaría que me hicieran; o hacer a los demás lo que me gustaría que me hicieran. Con la idea ya dicha que cuando hago el mal a otro, soy el primer perjudicado, además de que puedo perder amistades, etc. y cuando hago el bien soy el primer beneficiado.
Son todas las acciones que repercuten en la sociedad, si enseñamos a las personas a tener el hábito del pensamiento científico será posible no sólo transformar a la persona, sino el entorno. Aunque la influencia de la moda vaya y venga, los comportamientos siempre van a ser de acuerdo a la razón, se podrá luchar en contra de las adicciones, los problemas de salud como la obesidad, la corrupción, etc.
Por otro lado la verdad, como ya dijimos, no sólo es algo teórico sino vivido, se lleva a la práctica enriqueciendo los conocimientos por medio de comportamientos orientados a la verdad, como la ética, la estética, la espiritualidad y el estudio de las cosas. Ahora bien, todo esto se vive por medio de la virtud de la madurez y por ende creo que es indispensable educar desde la virtud y no sólo desde la teoría.
Me gustaría terminar con una historia que leí en un libro:
Un nuevo rico decide comprarse un automóvil; por supuesto, el más lujoso del mercado. El concesionario le recibe con todos los honores, y lleno de entusiasmo, le explica las características técnicas del vehículo: 
-Se lleva usted una verdadera joya, un coche fantástico; el más moderno, rápido y confortable del mundo. Este modelo incluye todos los adelantos de la tecnología más sofisticada: como ve, un ordenador controla el funcionamiento de cada elemento del motor. Alcanza los 270 km por hora. En las curvas se comporta como si fuesen rectas. Es silencioso como el viento y cómodo como el salón de su casa... Eso sí, el mantenimiento es muy importante. Debe engrasarlo con el aceite que le hemos indicado; la gasolina, extra y sin plomo. No se olvide de la presión de los neumáticos, y, cuando añada líquido de frenos, por favor que sea de nuestra casa...
El comprador le escucha sonriente. Al final, firma el contrato, entrega el correspondiente cheque, y, antes de ponerse al volante de su automóvil, responde: 
-Bien; ahora que el coche es mío, debo decirle que no estoy dispuesto a someterlo a todas esas normas ridículas. Lo engrasaré cuando quiera, y siempre con mermelada de naranja, que es la que me gusta más. Los neumáticos irán a tope, como globos, porque me encanta dar botecitos en la carretera. En la batería le echaré agua mineral con burbujas, y, en vez, de gasolina, alcohol para darle más marcha a la vida... 

Tomado del libro "Pensar por libre" de Enrique Monasterio.



Del latín circumspectio, circumspectionis: mirar alrededor, en círculo.
Santo Tomás de Aquino, S. Th., I-II, q. 49, a. 3 c.



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