El hábitat amurallado del Cerro del Castillo \\(Bernardos, Segovia

October 16, 2017 | Autor: Jesús Cipote Grande | Categoría: Arqueología histórica
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Descripción

El hábitat amurallado del Cerro de la Virgen del Castillo (Bernardos, Segovia). Nuevas aportaciones arqueológicas a un lugar defendido entre la Tardía Antigüedad y la Conquista Cristiana.

Resumen El yacimiento del Cerro de la Virgen del Castillo (Bernardos Segovia) se presenta como un interesante hábitat fortificado cuya cronología debemos adscribirla a la etapa comprendida entre el siglo V d.C. y el siglo XI d.C. La secuencia arqueológica nos hace pensar en una dilatada e ininterrumpida ocupación del recinto fortificado cuyo génesis ha de enmarcarse en la etapa posteodosiana y los episodios de inestabilidad y guerra civil a comienzos del siglo V d.C.

Abstract The site located at Cerro de la Virgen del Castillo (Bernardos, Segovia) is an interesting fortified habitat, the chronology of which must be adscribed to the period extended from the 5th century A.D. to the 11th century A.D. The archaeological sequence shows a prolonged, uninterrupted ocupation of the fortified site. Its genesis is related to the postteodosian period as well as the episods of inestability and civil war at the beginning of the 5th century A.D.

El Cerro de la Virgen del Castillo se encuentra localizado en el término municipal de Bernardos, Segovia. Desde 1996 se han venido realizando una serie campañas anuales de excavación que han delatado la existencia de un hábitat rural tardoantiguo cuya novedad radica básicamente en la presencia de un impresionante recinto amurallado.

A juzgar por la toponimia, parece ser que la realidad arqueológica ahora plenamente constatada, ha estado presente en la tradición de la zona. Hay una clara referencia a la presencia en el cerro de un castillo, o al menos de algo que a ello recuerda.

Por otra parte, el cerro y más concretamente las zonas más visibles de la muralla han sido tradicionalmente utilizadas das como cantera de pizarra, material constructivo

básico de la zona. Por este motivo y debido también la escasa calidad técnica de la edilicia en algunos sectores, el nivel de alteración del yacimiento es considerable. El estado de deterioro ha motivado la integración en el proyecto de investigación de las labores de excavación y conservación preventiva de los restos. De hecho, la metodología aplicada, en cuanto a conservación preventiva resulta relativamente innovadora. Ha conseguido adaptarse las necesidades de conservación a intervenciones fácilmente reversibles (Barrio, J., Fuentes, A., Gandullo, J., Urbina, A. 1999).

La ubicación del enclave arqueológico es sin duda privilegiada.El cerro, de carácter amesetado y con una pequeña zona más elevada en su interior, se localiza a una altura aproximada de 900 m, en la margen izquierda del río Eresma, que a su paso por este término municipal se encuentra aproximadamente en su tramo medio. Desde la parte superior se divisa prácticamente en su totalidad la provincia de Segovia, toda Tierra de Pinares hasta la depresión de Duero y desde luego, los accesos naturales a ella desde las provincias colindantes (Madrid, Guadalajara, Ávila). La morfología del enclave se muestra como resultado de la actividad fluvial del Eresma con los materiales de tipo geológico de la zona (cuarcitas y pizarras en contacto con arenales cuaternarios de la Tierra de Pinares). Por otra parte, no podemos olvidar que históricamente ésta ha sido una zona de explotación de importes canteras de pizarra. Canteras que se localizan en el entorno inmediato del yacimiento1. Resumiendo, las características físicas del cerro en el que se ubica el yacimiento proporcionan un cierto carácter defensivo que afecta esencialmente a la ladera este, donde el río Eresma se encaja y el cortado adquiere varias decenas de metros en altura. Reforzando el resto de las laderas se localiza un recinto amurallado que ha sido objeto de nuestro estudio desde 1996, fundamentalmente en el sector de la ladera norte.

En relación a las comunicaciones, resulta de obligada mención señalar la ubicación de este enclave en el entorno de la Vía 24 del Itinerario Antonino, en un punto intermedio entre las localidades de Cauca y Segovia; Así como, de la cañada que discurre prácticamente a sus pies. Así, se han detectado en las proximidades del yacimiento y en un radio no superior a 3 o 4 km una serie de villae romanas (Molinero Pérez,1950), así como

hallazgos de materiales más antiguos (Neolítico,Edad del Bronce, Hierro, etc.) siempre en zonas aledañas al yacimiento.

Se trata de un recinto defensivo que divide el cerro en dos sectores, el menor de ellos localizado en la zona más elevada. En lo referente al sector norte, el lienzo presenta una anchura media superior a 2 m. El material constructivo mayoritariamente empleado es la pizarra2, que conforma un doble paramento interior y exterior de grandes lajas irregulares unidas con argamasa de barro. La caja interior se rellena con bloques de pizarra y tierras del entorno. En este mismo sector, el recinto presenta una serie de torres semicirculares. Por el momento se han excavado en número de siete y se localizan en su totalidad en la ladera norte. En estas torres se ha seguido un procedimiento constructivo muy similar de paramento de lajas irregulares de pizarra y relleno interior con tierras del entorno, pero en esta ocasión se ha reforzado mediante tirantes internos cada uno de los ángulos. En esta misma ladera norte se ubica también al menos uno de los puntos de acceso al hábitat en la Antigüedad3. Sin embargo en la actualidad, la subida al cerro se realiza por una pista reciente localizada en la ladera sudoeste. Flanqueada por dos torres, se ha excavado la puerta que posiblemente proporcionarían el acceso principal al interior del recinto. Estas se presentan con una clara intención defensiva, ya que al flanquear ambos lados del corredor de acceso que conforma la puerta, protegen el punto más débil de la muralla. La buena factura de la construcción nos hace pensar en la posibilidad de un diseño previo o plan director para trazado inicial del recinto. Los ángulos o esquinas de la puerta se refuerzan un gran sillar de piedra caliza. Se trata de materiales amortizados, en posición secundaria, trasladados desde alguna de las villae tardías del siglo IV d.C. colindantes (Constanzana, Santa Inés, etc.). Villae que recordemos se ubican en los alrededores del cerro a una distancia de unos 3km. El expolio de materiales procedentes de estos hábitats demuestra el claro abandono de estos en el momento de construcción del recinto amurallado del Cerro de la Virgen del Castillo, aspecto con importantes implicaciones de tipo histórico-arqueológico que más adelante trataremos con mayor detalle. Siguiendo la misma tendencia parecen entenderse la presencia de una serie de grandes y pesadas lajas de granito en número de 4 conservadas, aunque es de suponer la

presencia de dos más, formando un total de 6 dispuestas en dos filas de 3 y 3, situadas en el corredor de acceso de la puerta, a modo de pavimentación.

Continuando con la edilicia de la muralla, la cimentación se realizó unas veces directamente sobre los afloramientos de pizarra (en la que pueden realizarse ciertas labores de regularización) y en otras ocasiones, sobre la tierra arcillosa. Esta se regulariza mediante una serie de zanjeos y calzos que consiguen una mayor sujeción. Dicha técnica edilicia repite a lo largo de todo el lienzo norte, tanto en el paramento interior como exterior. En cualquier caso esta cimentación no parece la adecuada para soportar el peso de los paramentos superiores. Aparentemente los mismos problemas de conservación que hoy se plantean en diversos puntos de los paramentos, estuvieron presentes a la largo de la ocupación del recinto. Buena prueba de ello son las diversas intervenciones, arqueológicamente constatadas, que han de realizarse en diferentes momentos históricos, como consecuencia de los problemas de conservación y derrumbamientos de los paramentos. A pesar del desmochamiento general que el paso del tiempo ha ocasionado en la obra defensiva, se conservan tramos con más de 2,5 m de altura. En varias ocasiones se le dio un revoco de cal (a modo de protección), hoy muy perdido, debido a la escasa adherencia de las pizarras. Este enfoscado de color blanquecino se presenta en ambos lados de la muralla y se otorgó al menos en número de dos ocasiones . Es una de las intervenciones más claras que se asocian al mantenimiento de la muralla a lo largo de su ocupación. En realidad, más que cal, se trata de miga de cal. En relación a este aspecto, se han documentado numerosos restos de este material en forma de nódulos, en los niveles de relleno asociados a las reparaciones de ciertos sectores del paramento interior y exterior. También se ha localizado un fragmento de escultura de caliza, más concretamente de un togado, en uno de estos niveles de relleno y asociado a numerosos nódulos de cal. Es decir, volviendo a la cuestión de la reutilización y amortización de las villaes colindantes como auténticas canteras, parece que en algunos casos pudieran destruirse restos escultóricos de caliza, ante la necesidad de conseguir la miga de cal. Se ha documentado también la presencia de una cubeta utilizada en el proceso de mezcla de la argamasa-revoco, es decir, la mezcla de cal y el agua. Esta se localiza en el paramento exterior, al este de la puerta y en un pequeño hundimiento que aparece en la

unión de unos de los cubos con el paramento exterior. Parece que el machacado y la mezcla se iba realizando sobre la marcha y en el mismo lugar, en función de las necesidades, como prueba la presencia de esta cubeta y los restos de cal asociada a ella.

Otro tipo de construcciones asociadas al uso de la muralla, son las escaleras. Estas proporcionan el acceso a la parte superior de las torres. Hemos documentado por el momento un número de dos. Presentan idénticos módulos constructivos. Las escaleras encajadas en el paramento interior, presentan un doble escalonamiento lateral que arranca de un primer sillar común a ambas. La distribución de estas escaleras, se encuentra también en relación a la existencia de un corredor “paseo de ronda” paralelo a la muralla que constaría de una anchura de 2’5 m. Se ha documentado la presencia de dos tipos de pavimentación en este sector, un suelo de tierra arcillosa bien compactada y en segundo lugar, y de forma más minoritaria, una serie de suelos de cal. La argamasa de cal se acompaña de una preparación previa del terreno. Dicha preparación consiste en una primera capa de arenas que facilita el drenaje de las aguas de escorrentía y lo protege de los problemas asociados a las humedades. Por encima, un nivel de fragmentos de pizarra de tamaño muy pequeño trabado con tierra arcillosa. Finalmente la capa de argamasa de cal. La utilización de arena es visible en otros sectores especialmente en zonas de cimentación o bien inmediatas al paramento interior de la muralla. La explicación se encuentra en la necesidad de drenar agua y proteger de las humedades al paramento en su zona interior. La excavación en la ampliación del interior de la puerta, ha proporcionado los datos necesarios para hablar de la proyección de un eje norte-sur, una calle o camino que arrancaría del mencionado acceso y se dirigiría hacia la zona más alta del cerro4. No es casualidad la elección de este punto como evacuación o acceso al hábitat. Se trata sin duda de la salida natural desde el recinto. Por este motivo, existió un trabajo de adecuación destinado a acaudalar y dirigir las aguas de escorrentía. Como primera medida y con la intención de solventar el triple desnivel producido por los afloramientos de pizarra en el nivel inferior, se colmató la parte central, realizando un depósito de grandes piedras mezclado con tierra bastante arcillosa. Una vez amortiguado el

desnivel, del que se mantiene el grado de inclinación necesario para la evacuación de aguas, se realizó un segundo depósito mucho más regular, de arcillas más finas y compactadas que realizarían las veces de suelo. Este último será el nivel de ocupación del siglo V d.C.

Si bien la muralla es el nexo que justifica la ocupación ininterrumpida de este yacimiento durante aproximadamente seis siglos, la estructura, como ya hemos mencionado anteriormente, debió sufrir diferentes problemas a lo largo de todo el periodo de uso, como consecuencia seguramente de su rápida construcción. Se han constatado diferentes arreglos y remaches que corresponden a momentos cronológicamente e incluso culturalmente distanciados. Un claro ejemplo es las distintas fases de revoco de cal de los paramentos interior y exterior (al menos en número de dos). Así mismo, la presencia de un mínimo de tres “bataches” mantenidos aprovechando zonas donde se habían producido derrumbes previos en el paramento interno. Además de estos se ha constatado en la estratigrafía varios niveles interpretados como fosas o zanjeos asociados a reparaciones en determinados puntos de la muralla, fundamentalmente en niveles de cimentación.

El segundo sector amurallado, de menor tamaño y que encierra la parte alta del cerro con una orientación norte-sur, presenta en apariencia una edilicia similar al anterior. Sin embargo y como consecuencia de la excavación y desmonte del paramento en del proceso de conservación, se ha documentado una cierta variedad en la técnica constructiva empleada. Se mantiene la utilización del doble paramento más relleno interior, sólo que en esta ocasión es clara la utilización de mortero de mortero de cal en este relleno. Por otra parte este sector no presente aparentemente ninguna torre. El lienzo se adosa, no se intesta en ningún caso, al la muralla anteriormente descrita. Por otra parte, se encuentra construido sobre una serie de viviendas. Algunas de ellas se destruyen y sus materiales se amortizan en la cimentación y relleno de este sector de la muralla. En este sentido, cabe destacar el hallazgo de una tablilla de contabilidad visigoda “tipo letrilla”, en el relleno interior a los paramentos.

En lo referente a la documentación de las estructuras habitación5, su presencia comienza a ser relativamente frecuente. A pesar de que aún nos encontramos en una fase poco avanzada de su estudio, podemos adelantar la presencia de éstas desde primera época, así como en época visigoda.

Los materiales asociados a la fases fundacionales de la muralla nos indican una cronología de inicios del siglo V d.C. especialmente por la “Cerámica Común Tardorromana Imitación de la Sigillata”6 (Juan Tovar, L.C., Blanco García, J. F.,1997) o cerámica tardorromana estampillada. Este tipo de materiales están plenamente documentados en las provincias de Segovia, Ávila, Salamanca, etc., así como en yacimientos relativamente cercanos como El Cerro del Tormejón (Armuña, Segovia), Cauca (Coca, Segovia), etc. Parece más o menos evidente la sustitución de las últimas producciones de TSHT con un pequeño periodo de convivencia en algunos casos, no en el de Bernardos, por estas producciones regionales. En este yacimiento la presencia de TSHT se reduce a materiales casi relictos. Lo que nos hace pensar en la inmediata ocupación del Cerro del Castillo tras el abandono de las villae colindantes. El repertorio formal hallado en Bernardos documenta con claridad la sustitución-evolución formal a partir de los modelos de la TSHT, Producciones de sigillata clara y producciones de cerámica común. Así, el repertorio de 7 formas y decoraciones , especialmente en lo que a las estampillas o sellos se refiere es

bastante completo, con gran cantidad de similitudes con los materiales cerámicos de toda la región y en general Meseta Norte. En relación a las formas, se documenta la presencia de formas abiertas y cerradas, de mesa y de almacenamiento(cuencos redondeados y carenados, orzas, ollas, platos, jarros, jarras, tapaderas, etc.). En lo referente a las decoraciones, los punzones son variados (medias lunas, guirnaldas, triángulos, círculos, husos, etc.). En un segundo momento parece que la calidad técnica de estas producciones, seguramente ya muy locales, se ve claramente afectada. Este hecho se refleja perfectamente en los punzones. Los motivos decorativos son copias muy imperfectas que en cierto modo recuerdan a las producciones más antiguas, sin embargo el resultado final se ve claramente degradado.

Estos materiales entroncan claramente con la etapa plenamente visigoda, cuya cerámica presenta la misma dinámica que en otros yacimientos de la Meseta y centro peninsular, así como con la etapa musulmana. A todos estos materiales hay que añadir la presencia de vidrio tanto en la etapa tardorromana como la visigoda. Se trata fundamentalmente de vasos troncocónicos, forma Isings 106 en sus diferentes variedades. La función de estos recipientes es generalmente doble, bien como vaso y/o lámparas para la iluminación. A este segundo momento, etapa visigoda, corresponden algunas de las reformas y arreglos de la muralla, así como las casas sobre las que se cimienta parte del lienzo nortesur. Es necesario añadir la presencia de una segunda pizarra “tipo letrilla” con inscripciones numerales, de excelente calidad. Esta tabla de contabilidad se localizó en uno de estos niveles asociados a reformas de la muralla. Seguramente las reformas más llamativas se realizan en época musulamana. Se construye el recinto norte-sur, se zanjea, se aprovechan algunos derrumbes del paramento interior como refuerzos a modo de bataches, se arreglan las escaleras y seguramente se proporciona un segundo revoco de cal en los paramentos interior y exterior de toda la muralla.

Como ya hemos mencionado con anterioridad, la fundación del recinto amurallado se adscribe claramente a los inicios del siglo V d.C. Históricamente se asocia a los momentos de inestabilidad social causada por los problemas sucesorios de Teodosio I y la Guerra Civil entre los partidarios de Honorio y de Constante y el usurpador Constantino III. Recordemos que numerosos episodios de esta guerra tuvieron lugar en Hispania. Entre otras cosas Teodosio I es originariamente nacido en Cauca (Coca, Segovia) localidad muy cercana a Bernardos. Es de suponer que su familia, la familia imperial entendida en un amplio sentido, se posicionaría a favor de Honorio. Así, esta parentela de Teodosio I con un gran poder latifundista es seguramente capaz de organizar un ejército, compuesto por soldados y campesinos, como consecuencia de la inferioridad numérica. En un momento dado, Jeroncio ( General enviado junto a Constante a la Diocesis Hispanorum) ofrece la licencia para que los soldados arrasen las villae de la submeseta norte, es decir, esas villae latifundistas vinculadas a la familia teodosiana.

Sin entrar en cuestiones más complejas relacionadas con este asunto, es clara la relación entre el abandono de las villae a principios del siglo V d.C. y la construcción de este hábitat fortificado8. Realidad por otra parte arqueológicamente constatada, como hemos mencionada ante la presencia de amortizaciones de diferentes materiales procedentes de las villas (sillares, restos escultóricos, etc.). Se construye una muralla “a la romana” en un momento tardío y para un hábitat rural o semiurbano, ante una necesidad aparentemente inmediata, a juzgar por la rapidez de su construcción. Los numerosos problemas en la cimentación y el alzado, etc. son prueba de ello. La fortificación mantiene una solución de continuidad en siglos posteriores, tanto en época plenamente visigoda hasta época hispano-musulmana. A pesar de desconocer la fecha exacta de abandono del yacimiento, podemos concluir que ya lo está plenamente en torno al 1086 (control de Toledo por Alfonso VI).

Bibliografía - Barrio, J., Fuentes, A., Gandullo, J., Urbina, A. (1999): “Técnicas de construcción, estado de deterioro y sistemas de consrevación preventiva en el hábitat del Cerro del Castillo de Bernardos (Segovia)”, Actas del V Congreso de Arqueología Medieval Española, Valladolid (ep) -Blanco García, J.F. (1996): “Intervenciones arqueológicas en Coca (Segovia)”, BMAN, XIV, 63-69. -Blanco García, J.F. (1997): “Aproximación a la Cauca del Bajo Imperio” Congreso Internacional “La Hispania de Teodosio”, 377-394,Segovia-Coca. -Cerrillo Martín de Cáceres, E. (1976): “Cerámicas estampilladas de Salvatierra de Tormes (Salamanca). Contribución al Estudio de las Cerámicas Tardorromanas del Valle del Duero”, Zephyrus, 26-27. 455-471, Salamanca. -Castellanos, S. (1999): Hagiografía y sociedad en la Hispania Visigoda. IER, Logroño. -Fabián, J.F. et alii (1986): “Los poblados hispanovisigodos de “Cañal”, Pelayos (Salamanca). Consideraciones sobre el poblamiento entre los siglos V y VII en el SE de la provincia de Salamanca”, I CAME, 2, 187-202.

- Luis Carlos Juan Tovar y Juan Francisco Blanco García (1997): “La cerámica

común estampillada imitación de sigillata de la provincia de Segovia. Aproximación al estudio de las producciones cerámicas del siglo V en la Meseta Norte y su transición al mundo hispano-visigodo” AEA, 70, 171-219, Madrid. -Molinero Pérez, A. (1950): Diez años de Arqueología Segoviana: Labor de la Comisaría de Excavaciones.

1

De hecho una de las canteras más próximas es utilizada para la construcción del Monasterio de San Lorenzo del Escorial. 2 Se ha constatado la utilización en la muralla en algunos, aunque muy escasos casos sectores, de otros materiales como la cuarcita . 3 Es probable la presencia de algún otro punto de acceso al cerro en la Antigüedad. 4 La excavación en el interior del yacimiento se ha visto restringida a un zanjeo de 5 m paralelos al paramento interior de la muralla. Por este motivo desconocemos aún la organización interna del hábitat. 5 Desafortunadamente y como consecuencia de las restricciones de la excavación a la muralla, ésta ha sido excavada parcialmente, por lo que cualquier intento de interpretación no sería más que una hipótesis. 6 Luis Carlos Juan Tovar y Juan Francisco Blanco (1997): “La cerámica común estampillada imitación de sigillata de la provincia de Segovia...” AEA, 70, págs.171 a 219, Madrid. 7

Los materiales se encuentran en pleno proceso de estudio, esperamos que los resultados de la investigación sean publicados en breve. 8 Seguramente por parte de los partidarios de Honorio.

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