\"El gran sueño Americano\": Ensayo sobre el imperialismo estadounidense

June 8, 2017 | Autor: Samir Nasif | Categoría: United States In The World, Imperialism
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Descripción

“El gran sueño Americano”: Ensayo sobre el imperialismo estadounidense.

Samir Nasif, 2015.

Introducción Hacia finales del siglo XIX, el capitalismo que Marx conoció y se encargó de analizar en toda su obra, ya no era tal: las potencias europeas estaban diseminando las relaciones sociales capitalistas por todo el mundo a través del colonialismo, y con ello, los modos en que Europa se conectaba con el resto del mundo comenzaban a tomar nuevos rumbos. El fenómeno del “imperialismo” ha revestido diversas formas en estrecha relación con las características específicas de las sucesivas fases de acumulación del capital, dando distintas “soluciones” o ajustes espacio-temporales a los problemas de sobreacumulación. En relación a ello también han variado las concepciones teóricas (fundamentalmente anti-sistémicas) que buscaban abordar el fenómeno imperialista. Para desarrollar en este ensayo estas problemáticas voy a exponer a grandes rasgos algunas de estas teorías en el siglo XX, para luego abocarme a una teoría más reciente, precisamente a lo que el economista egipcio Samir Amin llama los “cinco monopolios”, considerando que éstos se encuentran entrelazados entre sí y, para dar cuenta de ello, voy a servirme de dos de los que menciona el autor: los medios masivos de comunicación y la militarización (Armas de Destrucción Masiva), centrándome específicamente en el caso contemporáneo de Estados Unidos, potencia imperialista de nuestros tiempos.

Antecedentes teóricos sobre el fenómeno del “imperialismo” Si bien es cierto que Marx antes de morir pudo conocer los primeros experimentos coloniales en la India Británica (sobre lo cual ha escrito variados artículos), en lo estrictamente teórico no ha desarrollado con amplitud una concepción clara respecto a esa novedosa faceta del capitalismo hacia la segunda mitad del siglo XIX. En el volumen I de El Capital (1867), el único tomo publicado en vida del autor, había presentado a las colonias básicamente como una de las causas históricas del capitalismo, uno de los métodos históricos de acumulación originaria del capital por desposesión (de las colonias); en tanto que en el Manifiesto Comunista (1848) vaticinaba la “necesidad de la burguesía de dar cada vez mayor salida a sus productos, recorriendo el mundo entero, estableciendo los vínculos capitalistas en cada rincón del planeta, forjándolo a su imagen y semejanza”, para lo que el capital debía derribar todo tipo de barreras espacio-temporales. Es menester rescatar estas concepciones marxianas porque, como se anticipó, las principales teorías del imperialismo provienen

del ala intelectual anti-sistémica; pero lo cierto es que los autores adjetivados como “marxistas” de inicios del siglo XX han tomado una postura de cara al análisis del “imperialismo” que retomaba más bien los volúmenes II y III de El Capital, publicados luego de la muerte de Marx, pero esbozados por él: la tendencia hacia la creciente concentración de capital, la tendencia a la sobreacumulación y la ley de caída tendencial de la tasa de ganancia y, como contra-tendencia a esta ‘ley’, el comercio exterior y la sumisión de la periferia. Dentro de esta gama de autores encontramos posturas que indican que la competencia capitalista fuerza a la monopolización y la internacionalización de los circuitos específicos de capital (Rosa Luxemburgo, Rudolf Hilferding), otra postura menciona que las bases territoriales de la competencia entre empresas se trasladarían a la rivalidad bélica entre Estados y conflictos entre potencias imperialistas (Vladimir Lenin, John Hobson), o que las grandes casas matrices y los Estados nacionales cooperarían en una política de ultra-imperialismo (Karl Kautsky). Parte de los presupuestos enunciados por estos autores de principios del siglo pasado continúan siéndonos útiles para analizar y teorizar sobre el “nuevo imperialismo” estadounidense principalmente, el cual presenta nuevas características en el modo y en los métodos de acumulación del capital. Estas características, según el economista argentino Claudio Katz serían: 1. Rivalidad: el capital de cada país se encuentra interpenetrado de tal modo que el capital activo en cualquier territorio se compone en distinta proporción de capital nacional y capital extranjero. 2. Integración: el capital financiero predomina sobre el capital industrial, y la especulación financiera por sobre la producción industrial. 3. Hegemonía: todos estos aspectos de la “ofensiva del capital” se encuentran de manera globalizada. Presentando una mayor ‘apertura’ mercantil (liberalización), o lo que es lo mismo, una proliferación de los poderes monopólicos y sus consecuencias (económicas, políticas y sociales) en el resto del mundo.

Los monopolios como mecanismos de control mundial Por supuesto que todo ello reviste a su vez nuevos mecanismo de control a escala mundializada por parte de los países centrales del sistema capitalista, en donde la internacionalización del capital se da a partir de las corporaciones multinacionales y la consecuente expansión internacional del circuito total del capital. La mundialización capitalista, según el economista Samir Amin, es sinónimo ya de “imperialismo”. Para el autor, este fenómeno, no sería una fase o etapa del sistema capitalista como lo presuponía V. Lenin, sino que es su carácter permanente y esencial, revistiendo distintas formas en las sucesivas etapas de su despliegue. En el año 2001, con anterioridad al atentado del 11-S en

EE.UU, Amin propuso su teoría de los “cinco monopolios” que caracterizan a la mundialización polarizante (centros/periferias) del imperialismo contemporáneo, estos son: 1. 2. 3. 4. 5.

Nuevas tecnologías. Control de los mercados financieros mundiales. Acceso monopolista a los recursos naturales del planeta. Medios de comunicación. Armas de destrucción masiva.

La implementación de estos monopolios es operada por la acción conjunta, complementaria pero también conflictiva del gran capital de las multinacionales, tanto industriales como financieras, y de los Estados. Estos monopolios definen nuevas formas de la ley del valor mundializada, permitiendo la centralización en beneficio del gran capital y sobre-ganancias provenientes de la explotación de los trabajadores. La estabilidad del sistema supone la aceptación indefinida por parte de los pueblos de las condiciones inhumanas que les son reservadas, siendo las gestiones políticas del sistema, en conjunto con la movilización de los medios de comunicación y la militarización los mecanismos que intentarán perpetuar esta situación dominante de los Estados Unidos.

Militarización por la paz Las guerras son la principal actividad (económica, política y cultural) de EE.UU dentro del sistema inter-estatal capitalista. Si bien para una rama de la economía como la neo-clásica (o liberal) la guerra forma parte de los factores externos a la economía (de naturaleza humana) y su funcionamiento ‘normal’ y, aunque sea doloroso aceptarlo, esta actividad bélica supone una “necesidad económica” y seguirán existiendo, planificadas de manera complementaria a las demás actividades económicas y competitivas. Desde sus primeros pasos, este sistema no ha cesado de expandirse, liderado por el crecimiento competitivo e imperial de las potencias europeas y con EE.UU a la cabeza, luchan permanentemente para mantener y avanzar su posición relativa dentro del sistema mundial. En este proceso competitivo, la guerra o la amenaza de la guerra fue el principal instrumento estratégico para acumular poder y definir la jerarquía mundial, monopolizando y manteniendo el control de las “tecnologías sensibles” de uso militar, dando origen a una dinámica automática y progresiva de preparación continua para las guerras, tanto a nivel armamentístico como político, económico y social, a través de la “cultura violenta”.

En 1987, la Asamblea General de las Naciones Unidas emitió una muy fuerte resolución en contra del terrorismo, EE.UU, el país baluarte que lidera la lucha contra aquel, votó en contra de esta

resolución1 ¿Por qué? Simplemente porque existía un artículo dentro de la misma que menciona el derecho de la gente a luchar contra el racismo y los regímenes coloniales y la ocupación militar extranjera. EE.UU desde ya que no podía aceptarlo teniendo bases militares diseminadas por todo el globo y siendo el principal exportador de armas del mundo. Además de esta resolución, el país de la democracia y la libertad vetaría 82 resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU (la mayoría tratan de la ocupación militar israelí en Palestina). ¿Qué quiere decir esto? EE.UU actúa bélicamente al margen de lo que proponen las Naciones Unidas, sin restricción al uso de la fuerza. Además de libre acceso a amplios sectores del mundo, necesitaban de ese “adversario” llamado terrorismo, principalmente luego de la caída del bloque soviético, era esencial forjar la idea de un “Otro”, opuesto y enemigo al occidental, que entre en conflicto con “nosotros” étnica, religiosa, moral, social y políticamente. El consenso general y liberal en torno a este tema no hace más que ocultar las condiciones políticas oscuras y muy bien organizadas que rigen el accionar del gigante americano.

Medios masivos de comunicación Para forjar la idea de ese “otro”, del tercermundista lleno de resentimiento y odio irracional, en la opinión pública al interior de los EE.UU y de manera global, son los medios de comunicación el principal mecanismo, obviamente controlados de manera monopólica por entidades multinacionales con intereses precisos y definidos y, por supuesto, con centro en EE.UU. y acciones en Wall Street. Desde periódicos como el New York Times, Financial Times o Wall Street Journal que contribuyen al imaginario occidental con notas como la siguiente del año 2002, que se titula “¿Por qué nos odian?”: “Una de las cosas que nosotros los americanos estamos despertando es el grado de resentimiento en múltiples países del mundo. […] estamos acusados de infligir Big Macs, Microsoft Windows y Julia Roberts en las masas indefensas, ¿Estos son crímenes? Tal anti-americanismo es una fuente de terrorismo en algunos países, sobre todo en Medio Oriente y complica nuestra vida y la política exterior en todo el mundo. […] una lección de lo que fue la guerra de Corea es que somos los indicados en el fomento de la democracia.”

Otra nota periodística más reciente (2015) muestra algunos rasgos en común con aquella de comienzos del nuevo siglo: “Después del ataque terrorista en San Bernardino […], el propósito de una organización como el ISIS es que la gente se niega a sí misma por una causa mayor. El accionar de fanáticos actos de teatralidad violentos, muy conscientes de su audiencia, juegan tal vez un papel más duradero que cualquier otro 1 Cabe destacar que EE.UU es uno de los países que tiene la capacidad de veto en las elecciones de la ONU.

factor: ellos visten trajes militares, alquilan camionetas de un negro misterioso y juegan con toda la dramaturgia teatral de una película de Hollywood. […] se conquistan cuando se destruye su carisma, cuando están derrotados militarmente y humillados.”

Resulta elocuente como se ridiculiza a los terroristas del ISIS y como el Medio Oriente (todo) es irracional, como si EE.UU no desplegara tropas con la misma parafernalia bélica típica de una película de Bruce Willis o si no asesinaría gente irracionalmente. Es ahí donde los medios de comunicación pisan fuerte y legitiman dicho accionar. En paralelo a la prensa escrita, la opinión pública se ve abrumada por testimonios similares en todos los aspectos y para todas las edades: en canales de T.V (principalmente de la CNN y Fox’s), en las grandes producciones cinematográficas (en las que EE.UU también es el principal exportador y sus films se distribuyen en cada pantalla grande del planeta), en donde ciertas ficciones futuristas y “realistas” ayudaron a moldear una visión del mundo funcional al modelo hegemónico de EE.UU, fortaleciendo y aceptando el belicismo y la carrera armamentística. La “cultural violenta” también está muy presente en los videojuegos de PC, Play Station y Xbox, con juegos de acción bélica en donde la “caza del terrorista” es el principal objetivo. La amoralidad y el fanatismo exacerbado de la violencia en estos aspectos, ¿es más racional que la violencia denunciada a los “orientales”, a los “Otros”?, también en estos vehículos culturales se observa el dogma occidental que promueve un discurso liberal y demócrata, dando valor a la “clase media modelo”, destacando sus valores e historias. El monopolio del consumo masivo y la mercantilización de las formas culturales también es desposesión de los países del “tercer mundo”, a lo que también se une la música por ejemplo. Estas súper-producciones culturales van acompañadas de campañas de promoción masiva con presupuestos de miles de millones de dólares. Los medios de comunicación masiva, con la “cultura violenta” como soporte, son la avanzada estratégica y un circuito de mercancías de consumo que no solo lleva a la uniformidad cultural, sino que abre la puerta a nuevos medios de manipulación política, concentrando la atención humana en las cosas más superficiales de consumo inmediato que constituyen la esencia del consumo de moda. Esta manipulación política con base en los medios masivos de comunicación tiende a engendran la idea de “la soberanía de los estados iluminados” (EE.UU. en este caso), en oposición a los “estados malvados”. La soberanía de los EE.UU. se respeta por sobre todo, mientras que la de los Estados que no siguen la línea impuesta por la democracia liberal y el sistema económico impuesto desde el centro del sistema se invade, se ocupa y se restituye de acuerdo a los intereses y privilegios de los centrales. No se respeta su soberanía porque son fanáticos irracionales, extremistas que étnica y religiosamente buscan la violencia como un fin en sí mismo, en tanto que la violencia estadounidense tiene una meta mesiánica de distribución de democracia, libertad y paz para toda la humanidad. Un

funcionario estadounidense del Consejo de Seguridad de su país, Thomas Barnett, ejercio su cargo desde 1998-2004 y refiriéndose a la guerra contra el terrorismo afirmaba en 2003: Hay una regla de seguridad básica: el potencial de un país que justifique la respuesta militar de EE.UU. es inversamente proporcional a su conexión con la globalización… siempre es posible caerse del tren de la llamada globalización. Si te caes, viene el derramamiento de sangre, y si tienes suerte, también vendrán las tropas norteamericanas.2

Pareciera una ironía esa última línea, en relación a lo que mencionaba el burócrata sobre el derramamiento de sangre: si no se sigue la línea que interesa a EE.UU. hay sangre. Nada tan simple como eso. Mientras que este accionar es presentado como la benevolencia de un Estado iluminado. Cuanta mayor capacidad tenga un Estado de utilizar la violencia a discreción o la capacidad de hacerse de Armas de Destrucción Masiva, mayor es su desprecio por la soberanía, pero EE.UU. lo hace y es legítimo, ilegal pero legítimo, ya que son guerras anticipatorias con fines nobles y defensa de la libertad y la paz. En su libro “Estados Fallidos…”, Noam Chomsky se refiere al tema de las Armas de Destrucción Masiva que intensamente busco EE.UU. en Irak en vísperas de la ocupación militar: “[… ] Sobre las ADM de Irak no se encontró rastro alguno de ellas. Si había almacenes de equipo para desarrollar ADM después de la invasión: los construidos en los años ochenta gracias a la ayuda proporcionada por EE.UU. y Gran Bretaña. Incluía medios para desarrollar misiles y armas nucleares, además de cepas virulentas de ántrax y otras biotoxinas. Todo ello violaba lo dispuesto por la Convención sobre Armas Biológicas y Toxicas, una grave infracción del derecho internacional. La amenaza que suponían estas instalaciones se había expuesto como uno de los motivos para invadir Irak.”3

EE.UU., para el año 2009, tenía acuerdos militares con cerca de 130 países en el mundo (unilaterales mayormente), y mantenía más de 700 bases militares fuera de su territorio. Por supuesto que todo ello fue expandiéndose hasta el día de hoy. La mayor potencia mundial hegemónica se arroga el derecho de librar la guerra a su voluntad para la defensa de la humanidad y sin límites declarados, negándose a crear un Consejo de Justicia en la ONU, porque “atentaba contra la soberanía estadounidense y sus aliados”. EE.UU. es el poder mundial concentrado, pero que adopta diversos nombres según el aspecto de la soberanía y libertad que se tome en consideración: Consenso de 2 Citado en Saul, John “Globalización, imperialismo y desarrollo: falsas dicotomías y resoluciones radicales”, en Revista Socailist Register, 2004. 3 Chomsky, Noam. Estados Fallidos: El abuso de poder y el ataque a la democracia, Ed. AGEA, Bs. As, 2012. Cita en página 43.

Washington, Wall Street, Organización Mundial de Comercio (entidad creada por dicho país), Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, G7, G3. Por supuesto que ninguno de ellos ni nada de lo que hagan tiene que ver con facilitar las actividades productivas de los países del “tercer mundo”, sino que tienden al ‘oligopolio’ en la mayoría de los sectores y pueden recurrir al Estado para trasladar costos a la sociedad, defendiendo los intereses de dichas instituciones. Así, estas entidades siempre han insistido en definir el problema de las áreas urbanas hiperdegradadas globales no como resultado de la globalización y de la desigualdad, sino como resultado de los malos gobiernos que necesitan ser restituidos.

“Ilegal, pero legítimo” Los gastos militares de EE.UU. se acercan al del resto del mundo en su conjunto (los capitales invertidos en este sector también ayudan a impedir el estancamiento económico en cierto sentido). Los nuevos programas tecnológicos (los famosos “Drones”) permiten incluso a EE.UU. aplastar cualquier “objetivo” en cualquier lugar del mundo en apenas unos minutos, sin necesidad de una base militar cercana. Esta lógica de desarrollo de armamento militar en relación al desarrollo económico a gran escala no es nueva: un oficial de la Fuerza Aérea de EE.UU., el Brigadier Frederick L. Anderson, fue entrevistado por un periodista alemán en Halberstadt en 1952, cuando se le pregunto si hubiera hecho alguna diferencia que la ciudad hubiera desplegado una gigantesca bandera blanca de rendición desde lo alto de una torre éste respondió que esas bombas eran “artículos caros” y “no se las podría haber arrojado sobre montañas o sobre campos abiertos, después de haberse tomado tanto trabajo en fabricarlas en nuestro país”4. El monopolio de Armas de Destrucción Masiva se encuentra en estrecha relación con todos los demás porque es el que permite la consolidación hegemónica de EE.UU. con respecto al mundo globalizado. Si el poder del mercado financiero y el dólar no son suficientes para alcanzar los objetivos de subsunción de la periferia global, EE.UU. tiene a disposición su inigualable poder militar. Lo que importa de esta ‘periferia’ global, además de la apertura de nuevos mercados para la producción y colocación de productos, son las reservas de materias primas que poseen. La principal y más preciada, y que hoy es motivo de tanta violencia a cualquiera escala, es el petróleo ¿Por qué? El “oro negro” y su obtención es la abundancia de energía en su máximo esplendor: es sumamente 4 Panitch, Leo & Leys, Colin (Ed.). El nuevo desafío imperial, Revista Socialist Register, Clacso libros, Bs. As, 2005. Cita en página 15 del Prefacio.

necesario para la rentabilidad de múltiples sectores líderes en EE.UU. como el automotriz, aeronáutico, construcción, petroquímica y agricultura; es a su vez fuente de dos quintas partes de la provisión total de energía en el país, empleándose en combustible tanto para el uso cotidiano como para la seguridad nacional (tanques, aviones, porta-aviones, helicópteros, barcos, transporte de todo tipo), por lo que cualquier escases puede tener repercusiones económicas severas y penetrantes para la potencia mundial. Asegurar su provisión es el objetivo principal de la militarización. El militarismo exagerado que propone EE.UU. de manera creciente, sobre el supuesto de que es la única respuesta posible al terrorismo global, no sólo está lleno de peligros, sino que también está siendo gradualmente reconocido como una máscara para tratar de sostener una hegemonía dentro del sistema capitalista global. En esta línea encontramos cientos de compañías militares privadas que actúan en nombre de EE.UU. pero que son contratadas por las multinacionales en diversos lugares del mundo para contrarrestar desordenes violentos, proporcionar inestabilidad política, hacer frente a la resistencia en áreas productoras claves, resguardar yacimientos petrolíferos y oleoductos, reprimir sindicalistas, generar sabotajes, ataques, etc. Estas compañías privadas militares son necesarias para el funcionamiento de EE.UU. y actúan en diversas partes del mundo: en el área del Golfo Pérsico, Cuenca del Mar Caspio, África (Nigeria especialmente) y América Latina (en especial Colombia y Venezuela). Por supuesto que sus requerimientos van a variar en relación a su localización en las diferentes áreas. Esto, además de ser un “método” para la acumulación del capital, también funciona como un “modo” para acumular capital privatizando las actividades bélicas, limpiando capitales en la reorganización de empresas estatales traspasando sus funciones a ramas lucrativas del sector privado. Estas “nuevas guerras” forman parte de la estrategia de dominación de las grandes potencias, no sólo de EE.UU. en el nuevo escenario global. Los Estados en conjunto gastan por año más de 200 mil millones de dólares en estas compañías militares privadas, participando activamente en las formas indirectas de desestabilización política en países del “tercer mundo”. Estos mercenarios son legalmente civiles, aunque en la práctica se trate en su mayoría de ex convictos sumamente profesionalizados en lo militar, altamente cualificados y entrenados. En este punto es llamativo como los medios de comunicación informan con tanta pena la muerte de civiles estadounidenses a manos del ISIS, o cualquier otro grupo de guerrilla del “tercer mundo”, del mismo modo que disfrazan los desastres militares proporcionados por las agresiones estadounidenses bajo la palabra “conflicto”, por ejemplo, ‘los americanos están solicitando asistencia inmediata de las ONG para sanar lo que dejo el conflicto en Medio Oriente’. Sin decir que el conflicto son ellos y sus bombas.

Reflexiones finales

Además de la ‘creación’ del enemigo en un clima de miedo irracional, se desdibujan los verdaderos reclamos por parte de la periferia mundial, de los países tercermundistas que sufren el “asalto” imperialista y la explotación económica. No solo el poder militar estadounidense es mayor que al del resto del mundo, sino que se complementa con el arrollador poder financiero del dólar, tanto de su dominio sobre la producción tecnológica, científica e intelectual, como también su alcance cultural e ideológico en todo el mundo debido al poder que ejerce sobre los medios masivos de comunicación y entretenimiento. Esto se ve reflejado en el apoyo social al militarismo, la busca exacerbada de nuevas armas y la fascinación por los bombardeos. El condicionamiento de todos estos procesos anula el impacto de industrialización en las periferias del “tercer mundo”, devalúa su trabajo productivo y sobrevalora el supuesto valor agregado derivado de las actividades productivas de los monopolios detentados por EE.UU. como centro del sistema capitalista global.

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