EL GIRO EN LA LOCALIZACIÓN DEL SUJETO EN LOS ECOSISTEMAS Y SU RELACIÓN CON EL PODER.

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EL GIRO EN LA LOCALIZACIÓN DEL SUJETO EN LOS ECOSISTEMAS Y SU RELACIÓN CON EL PODER. por: Diana Ivonne Rodríguez Rubiano [email protected]

“El sujeto no es el punto de partida sino el punto donde Las estrategias de poder-saber se agrupan en la memoria: Un simple punto de intersección entre los actos que han de ser Regulados y las reglas sobre las que ha de hacerse” Edgar Garavito Comprender que el sujeto ya no es el punto de partida del pensamiento, sino que el pensamiento viene del afuera es ubicarse de cierto modo en el campo y problema de la subjetivación, autores como Nietzsche, Blanchot, Foucault, Deluze, Guattari; por mencionar algunos, se han encargado de ubicarnos en el problema, por lo tanto entender que la ontología del acontecimiento, se sitúa más allá de la circulación de significados, es empezar a entender que

el sujeto se encuentra en unos espacios , donde eventualmente pueden aparecer unos

objetos y con ellas las distintas forma de relación y acontecimientos, por la tanto el afuera no es el otro, el afuera se encuentra mediado por las relación de saber y poder, por lo que la construcción subjetiva ha sido configurada por las distintas formas del poder que señala Foucault en su libro “las palabras y las cosas” a saber, la dominación, la explotación y la sujeción y que a pesar de que las maneras se han transformado, la esencia sigue siendo la misma. En este sentido, el discernimiento de

las configuraciones subjetivas hegemónicas y el

establecer puntos de fuga que surjan como posibilidad de pensarnos una sociedad diferente, nos permite identificar cómo los sistemas culturales han estructurado la vida social y han configurado las formas de relacionarnos con nosotros mismos, con los demás y con el entorno, evidenciando, que aún como sociedad no es muy difícil separarnos de la configuración subjetiva que las estructuras de poder han estructurado y que nos han llevado a asumir una identidad impuesta, para caber en lo parámetros de la “normalidad” y la aceptación y que el imaginario atávico en que el hombre se ha considerado el centro del

universo, ha puesto en crisis nuestra situación en el planeta. Esto nos ha llevado a consolidar una sociedad dual, en donde lo que no es bueno, es malo, desplazando cualquier manifestación subjetiva que no se encuentre dentro de los parámetros “normales”

y

generando una sociedad poco equitativa, tolerante y de constante trasformación. De esta manera, en el transcurso del seminario se logró reflexionar sobre estos procesos de configuración subjetiva hegemónica, con el fin de evidenciar que los desplazamientos del poder central y la consolidación de ambientes para gobernar los comportamientos , son la oportunidad de generar una línea de fuga, una micro política, un lugar de resistencia a la masificación, al gobierno de la homogenización, a través de una actuación molecular capaz de generar rupturas en los grandes sistemas, estas líneas de fuga se construyen desde lo inexistente como resultados de efectos creadores, en oposición a lo creado o establecido, bajo una continua observación del medio, como parte del ser humano y del sujeto desde lo biológico y lo cognoscente que debe permitir capturar la vida en movimiento, ubicándose en un punto diferente al de lo colectivo, se identifica cuando surgen cambios, en la diferencia amorfa de los estos se descubre aquello que en apariencia beneficia a la mayoría y subsume a la minoría. Así las cosas, pensar en las actuales dinámicas de nuestra sociedad, nos lleva a compartir la preocupación de Feliz Guattari, pues esa relación entre saber- poder ahora se hace más evidente y se consolida con más fuerza en lo que Guattari describe como la revolución técnico científica, invitando a hacer una mirada estética de la subjetividad en relación con su exterioridad que es a lo que él ha denominado “ Ecosofía” y la describe como “Forma por la cual la subjetividad reinventa diariamente su manera de ser” esta Ecosofía debe apuntar a la consolidación de un estilo de vida que fracture todo lo que nos trae el mercado neoliberal y los medios masivos de comunicación y que de cierta manera se presenta como las nuevas formas de poder que responden a la misma lógica planteada por Foucault en las palabras y las cosas, consolidando dominación por medio del factor cultural, con la consolidación de estilos, modas, subculturas globalizadas y transnacionales; de explotación, con las dinámicas del mercado, el crédito, la intensificación del consumo y sujeción, sometiendo nuestra identidad a los intereses del mercado, y de esta manera consolidando la relación que tenemos con nosotros mismos, con los demás y con el entorno.

En este sentido, al plantear líneas de fuga que contemplen al sujeto en las dinámicas del afuera y que nos permita construir una ética de la existencia, además de resignificar el sentido de lo político y la acción molecular que permita la emergencia de la minoría, a través de del ejercicio de la micropolítica tendríamos que tener en cuenta las tres maneras de relación del sujeto que menciona Guattari en las tres ecologías; desde la relación del ser humano consigo mismo, con los demás y con el medio ambiente. Además de no desconocer el contexto actual de nuestra sociedad tecnificada, en crisis ecológica y con unas estructuras de poder consolidadas desde el origen de los tiempos; y a partir de allí analizar como el concepto de “Devenir” en Deluze o de “Transcursividad” en palabras del filósofo Colombiano Edgar Garavito, nos permiten la apertura para entender la vida en movimiento, abrir la puerta a la multiplicidad y poner en práctica “la parresia”, de esta manera, ejercer el primer acto de resistencia que tiene que ver con abandonar la búsqueda por el centro que nos constituya, que nos identifique como sujetos, es la primera manera de

resistir en una sociedad

homogenizante, de abrir la puerta a la creación y, en palabras de Michel Foucault, “hacer de la vida una obra de arte”. Hablar de transcursividad, es adentrarse en los caminos de la transformación, es entrar en contacto permanente con el significado de la vida, es un modo de no dejarse capturar por los centros, es entrar en una constate critica de la identidad como discurso de manipulación y configuración del poder homogenizante y abrir la puerta a la multiplicidad, al transcurso, a la comprensión y contemplación de las formas de vida como un arte en tanto único, el valor a lo real a aquello que sustenta la existencia en sus diferentes formas, la mirada opuesta a la mayoría es la alternativa para encontrar los elementos medulares de la vida, la identificación radical de las motivaciones de

los sujetos como instrumento para la abstracción y las

subjetividades emergentes, consolidando el placer de la creación, la apuesta a la innovación a concebir desde las posturas revolucionarias, las relaciones dialógicas es un devenir de las nuevas formas. Por lo tanto, la relación del sujeto consigo mismo desde el concepto de transcursividad, desde la lucha del mismo en contra de desvincularse de una identidad homogenizante comenzaría a consolidar una subjetividad humana desligada de las lógicas del saber y del poder, pues a pesar de que la subjetividad no es una dimensión de estos aspectos, si se encuentra

directamente relacionada, ya que es en esta lógica que se han consolidado procesos de sujeción cuya función principal ha sido determinar la conducta de los seres humanos en la sociedad, valiéndose del “miedo” como principal regulador y consolidando y reafirmando un sistema patriarcal que ha sido configurado desde el inicio de los tiempos por la cultura como estrategia para la supervivencia, en donde se empieza a construir el imaginario de que el fuerte tiene el poder, que este poder es absoluto, que debe ser impuesto, que es una característica natural; lo que conlleva a que se empiecen a distinguir aquellos que demuestran habilidades o características especiales y a consolidar una sociedad de dualismos, de fuertes y débiles, de buenos y malos, de ricos de pobres, entre otros. Es en este sentido que se puede observar como los procesos de sujeción han determinado la segunda ecología que plantea Guattari, la de la relación del sujeto con los demás sujetos, en donde la dinámica ha sido consolidada por las lógicas del poder de un sistema patriarcal, basado en la representación; sin embargo, el problema no consiste tanto en que se deba elegir una representación, sino en la configuración simbólica que se ha hecho del concepto de poder; el hecho de atribuir superioridad en el cargo, el hecho de que en la sociedad actual se reconozca una retribución económica superior, de rendir pleitesía, sigue validando la visión dual, unilateral del poder, que desconoce las minorías u otras manifestaciones de subjetividad. Por lo tanto, es necesario resignificar la palabra poder que generalmente se encuentra asociada a la fuerza, la tiranía, la corrupción, la sumisión y la jerarquía, entre otras, para comenzar a entender que la palabra depende de cada uno y que se mide en el “yo puedo”, que cada quien en su inmensidad creadora puede realizar acciones que vayan en búsqueda del cambio; es en este punto cuando se comienza a deconstruir el concepto del poder a la luz de una cultura patriarcal, ya no se trata de atribuir el poder al otro, sino de asumirlo desde el propio cotidiano vivir, asumir que cada uno tiene el poder de hacer elecciones, que el poder depende de uno, y así mismo reflexionar sobre la manera como lo ejercemos. Esta es la tarea de reconocer cómo somos reproductores de una cultura patriarcal, cuyo único regulador social es el miedo, entrar en la dinámica del transcurso en la configuración de nuestras relaciones con los demás, en los diferentes contextos de la vida cotidiana. Ahora bien, a esa relación tenemos que añadirle no solo las lógicas de poder de nuestra sociedad patriarcal, sino también las consecuencias de pertenecer a una sociedad

extremadamente tecnificada, globalizada; que ha conllevado a que las relaciones con los otros se encuentren en proceso de deterioro; Guattari señala esta problemática evidenciando como la relaciones sociales y hasta la vida doméstica se encuentran permeadas por los efectos de los “mass media” y utiliza el término de “osificación” para demostrar como por medio de las nuevas tecnologías hay una tendencia a la estandarización de los comportamientos, por lo que presenta el término de Ecosofía, como la articulación ético-política que debe mediar, no solo en la relación con los otros, sino en la relación consigo mismo y con el entorno. En cuanto a la relación de los seres humanos con el entorno, podemos observar como los movimientos ecologistas han puesto en evidencia la crisis ambiental, que no responde precisamente a un orden ecológico, sino social-económico (antrópico, no natural), esto conlleva una crisis moral de las instituciones políticas, aparatos jurídicos, relaciones de injusticia social. Dicha crisis se proyecta y se reproduce por medio de los estilos de vida de las diferentes culturas arraigadas en unas relaciones de un uso inconsciente, desequilibrado e inmensurable de los recursos naturales que ocasionan y aceleran el calentamiento global y sus implicaciones en la preservación de la vida. Esas prácticas atávicas y hegemónicas llevan a una restricción del espacio vital de las diferentes especies, dadas por razones económicas y de productividad, donde las estrategias económicas que contradicen las lógicas de la vida que desfavorecen la diversidad; se piensa en una productividad a corto plazo con obtención de la mayor cantidad de beneficios en el menor tiempo posible y con la menor inversión de recursos sin medir los daños sociales y ecológicos que pueden producir de esta forma la dominación económica centralizada y la acumulación capitalista de riqueza a través de un mercado que se autorregula genera un nuevo Dios y nuevos mitos que se reproducen económicamente. Por lo tanto, el sujeto en la construcción de subjetividad debe tener la capacidad de coexistir como parte de un todo, de asumirse como un organismo, en este caso es la unidad con el ambiente entendido como lo biológico y social, y es evidente que

se hace necesario

consolidar nuevas formas de relacionarse con el entorno, que en este punto no se trata de términos teóricos, sino de algo más visceral que tiene que ver con lo más fundamental de la supervivencia, el planeta se está agotando, la explotación de los recursos en una sociedad consumista y capitalista está llevando nuestro planeta a una crisis ambiental, por lo que la

relación o localización actual de los sujetos con el medio ambiente y las relaciones sociales, pueden llegar a considerarse en las nuevas subjetividades como la

restructuración de las

formas de estar y habitar en el planeta, es la preocupación por la vida por el soporte de la misma, la relación de poder económico y el valor de la vida no son premisas que sean valoradas en los escenarios de las mayorías con el mismo peso, por lo tanto la lucha liderada por las minorías es silenciada por el capitalismo y observada por una sociedad que comparte o le fue impartido los mismos niveles de imprecisión y obsolescencia. Sin embargo, no se puede desconocer que en nuestra sociedad se han generado también acciones que manifiestan procesos de cambio, que dan cuenta de esa vida en movimiento, el rechazo de la violencia, la consciencia de que el poder no es ajeno a cada uno de nosotros, la desmitificación de las tareas del poder,

la búsqueda constante de generar relaciones

igualitarias, la restitución de derechos; son acciones que en cierta medida pueden conllevar a que como sociedad nos liberemos de esos imaginarios atávicos de la cultura patriarcal, de que ya no se conciban la relación de manera dual, entre un superior y un inferior, de que se denuncie cualquier tipo de maltrato, de que se promueva la paz, se piense en la restitución de derechos cuando son vulnerados, se generen políticas para evitar cualquier tipo de acoso, se abran mecanismos de participación, éstas también son muestras de que el imaginario patriarcal se está deconstruyendo, de que lo minoritario empiece a emerger. Ejemplo de lo anterior es la propuesta llevada a cabo por Mahatma Gandhi, quien en ejercicio de la no violencia, en su ejercicio de la no violencia nos muestra un ejemplo de acción concreta que permite resignificar la concepción de poder, en el ejercicio de la no violencia como práctica, evidencia por un lado la descentralización del poder, que empieza a estar en manos de todos, mostrándonos que en nuestro interior y desde nuestro hacer diario, construimos, significamos y ponemos a circular una serie de imaginarios que pueden por nuestra propia mano ser deslegitimados, es así como recuperamos la capacidad para la acción, a través de los ejercicios de conciencia, de la construcción constante y de la disposición para la acción de reconciliación y como este se podrían destacar otros ejemplos de la búsqueda de nuevas miradas a la forma como nos concebimos dentro de la sociedad, respecto a las relaciones de poder- saber que establecemos, como la que impulsa el gobierno zapatista en México y la comunidad Aymara en Bolivia.

Acciones también de algunas minorías, manifestadas como poderes alternativos y otras formas de hacer política (empoderamiento) buscan cuestionar y restarles legitimidad a los imaginarios que sustentan dicha cultura hegemónica, que pone al ser humano como el centro de todo y que por eso tiene derecho a explotar todo lo que la naturaleza tiene, por lo que se empiezan a concebir nuevas formas de ser y estar en el planeta. Esto se puede lograr gracias al ejercimiento de una Fraternidad Universal, vista como la deconstrucción de fronteras universales e ideológicas, apelando así a la necesidad de la diferencia, estableciendo una conciencia sobre la diversidad, la mutua interdependencia y el cuidado de los recursos. Es en este sentido, que conceptos como el de “parrhesía”, entendida desde Foucault (1983) como: “una actividad verbal en la cual un hablante expresa su relación personal a la verdad, y corre peligro porque reconoce que decir la verdad es un deber para mejorar o ayudar a otras personas (tanto como a sí mismo). En parresia, el hablante usa su libertad y elige la franqueza en vez de la persuasión, la verdad en vez de la falsedad o el silencio, el riesgo de muerte en vez de la vida y la seguridad, la crítica en vez de la adulación y el deber moral en vez del auto-interés y la apatía moral”; se dimensionan como generadores que permitan la conformación de acciones moleculares, que se vean representadas en la consolidación de micropolíticas que conlleven a resignificar al sujeto y su relación con el entorno social y ambiental y que movimientos sociales se manifiesten como escenarios de denuncia, pero también de anuncio porque no sólo arremeten contra la reproducción por inercia de unos elementos culturales ya inviables, sino que también construyen nuevas formas de relación, una propuesta ética que los une para anunciar nuevos mundos posibles.

BIBLIOGRAFÍA

Foucault, M. (Paidós, 1999). Estética, ética y hermeneútica: •

“El cuidado de la verdad” pp-369-380



“la ética del cuidado de si como práctica de libertad” pp.393-416



“las técnicas de si” pp-443-474

Foucault, M (2003). “El Gobierno de si”. Paidos, Foucault: “La hermeneútica del sujeto. Pp. 275-288 Foucault: “El coraje de la verdad” Guattari, F. Las tres ecologías. Garavito, E. Escritos escogidos

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