\"El futuro del patrimonio: sostenibilidad local en contexto global\"

August 4, 2017 | Autor: J. de Nordenflycht | Categoría: Arquitectura, Patrimonio Cultural, Arquitectura Y Sostenibilidad;
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Descripción

Instituto de Arquitectura y Urbanismo Universidad Austral de Chile

Dirección de Investigación y Desarrollo Universidad Austral de Chile

Editor Elisa Cordero, Instituto de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Austral de Chile. Diseño y diagramación Elisa Cordero y Andrea Valenzuela. Imagen de Contraportada Elisa Cordero. Comité Científico Dr. Albert Cuchí Burgos, Dra. Virginia Vásquez Fierro, Mg. Elisa Cordero Jahr, Mg. (c) Tirza Barría Catalán, Mg. Roberto Martínez Kraushar, Dr. Juan Carlos Olivares Toledo, Dr. (c) Antonio Zumelzu Scheel, Mg. Emil Osorio Schmied. Evaluadores Externos Amaya Glaría, Lorenzo Berg, Joan Curós, José Guerra, Virginia Vásquez, Elisa Cordero Registro de Propiedad Intelectual Nº 219.751 ISBN: 978-956-7105-80-9 Impreso en Digital Copy en Junio 2013. Organización del Seminario Taller[Sur]2012 Virginia Vásquez, Tirza Barría, Elisa Cordero, Natalia Gajardo, Pablo Ojeda, Emil Osorio, Cristóbal Riffo, Andrea Valenzuela. Agradecimientos Por el apoyo al Taller[Sur]2012, que hizo posible el éxito de este evento, agradecemos a las siguientes unidades de la Universidad Austral de Chile: la Vicerrectoría Académica, Dirección de Investigación y Desarrollo, Facultad de Ciencias de la Ingeniería, Escuela de Arquitectura e Instituto de Arquitectura y Urbanismo. Destacamos además la colaboración de la Universidad Tecnológica Metropolitana en la organización del evento. También agradecemos el apoyo de las siguientes empresas e instituciones: Instituto de Arquitectura y Urbanismo Universidad Austral de Chile, Gobierno Regional de la Región de Los Ríos, Servicio Nacional de Turismo Región de Los Ríos, Dirección de Arquitectura, Ministerio de Obras Públicas Región de Los Ríos, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Región de Los Ríos, Cámara Chilena de la Construcción, Comité Chilena del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, Dreams Valdivia, ARKO Estudios de Riesgo Sísmico_Ingeniería Sísmica y Estructural, Infodema, Colegio de Arquitectos de Chile, Navtec, Constructora Capreva, HM Publicidad Imprenta Digital, Schréder.

Primer Congreso Internacional

Taller[Sur]2012

Patrimonio Cultural Sostenible. Visiones , prácticas e innovación desde la arquitectura.

Sergio Araneda Tirza Barría Rosa Chandía Javier del Río Jonás Figueroa Alan Fox Cristina Galvez / Augusto González Natalia Jorquera Roberto Martínez José de Nordenflycht Juan Carlos Olivares Miguel Angel Rojas/ Joaquín Zerené Igor Rosenmann Antonio Sahady Leyla Sade / Patricia Durán Paz Sierra / Cristian Rodríguez Claudia Torres Simón Urbina / Leonor Adán / Doina Munita / Rodrigo Mera

Presentación

El Instituto de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Austral de Chile, creó el año 2003 el TallerSur, instancia que se funda con el objeto de crear un diálogo transversal en torno a temáticas definidas, entre la arquitectura y otras disciplinas afines, con tal de contribuir a enriquecer el horizonte cultural y profesional de académicos y estudiantes, aportando al desarrollo de la arquitectura con pertinencia en este SUR; entendiendo así esta dimensión como “Lo Propio”, un lugar, el tiempo y el espacio que nos corresponde estudiar. Los encuentros se han realizado desde entonces con el fin de exponer y analizar desde una arista crítica los estudios y visiones, articuladas en torno a reflexiones de cómo deben ser nuestras ciudades, su significancia y trascendencia para y por los habitantes. El año 2012 abordamos el tema del “Patrimonio Cultural Sostenible, Visiones, Prácticas e Innovación desde la Arquitectura”, como una forma de contribuir a potenciar y abrir el necesario intercambio y debate transversal, entre los campos profesional, gubernamental y académico en la materia. Lo anterior nos permitió visualizar las oportunidades y riesgos del patrimonio en el desarrollo sustentable de las ciudades y las comunidades rurales, contemplándolo como un sistema tangible e intangible de asociaciones y manifestaciones que definen identidad y pertenencia cultural.

Sin duda, la experiencia de este año fue mayor, ya que al cumplirse 10 años de esta iniciativa pensamos ya en consolidar este tiempo de reflexión, “10 años son parte del Primer Congreso Taller Sur 2012”. El encuentro estuvo cargado de aportes en la transversalidad de las ponencias, lo que sin duda revela un poco el sincretismo de ideologías, cuando se habla de un tema tan identitario como es el Patrimonio Cultural Sostenible. Agradecemos a todos los expositores internacionales y nacionales, asistentes, a los alumnos de nuestra Escuela y a nuestros académicos, así como a la Vicerrectoría Académica de nuestra Casa de Estudios, al Decanato de la Facultad de Ciencias de la Ingeniería y a nuestros Directores de Instituto y Escuela. Los agradecimientos se hacen extensivos a los organismos públicos que nos apoyaron, a la Delegación del Colegio de Arquitectos de Los Ríos, así como las empresas privadas que nos patrocinaron. Por último no puedo dejar de mencionar que esto se logró, gracias al trabajo de un equipo de docentes del Instituto de Arquitectura y Urbanismo, donde la buena voluntad, la disposición y la creencia en los ideales que practicamos como académicos en el ámbito de la arquitectura, finalmente lograron cristalizar esos anhelos en la construcción de un espacio de reflexión consolidado y con miras a nuevas versiones en el futuro del Congreso Taller Sur 2012.

Dra. Virginia Vásquez Fierro Académica Instituto de Arquitectura y Urbanismo Universidad Austral de Chile

Índice. La identidad y pertenencia patrimonial en la transformación e intervención del territorio........................

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José de Nordenflycht................................................................................... El futuro del patrimonio: Sostenibilidad local en contexto global.

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Juan Carlos Olivares.................................................................................... Rupmeika blues/ etnografía de la arquitectura Mapuche Williche de la Puel Mapu.

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Tirza Barría................................................................................................. Las construcciones de la ciudad moderna en la décda del 30. Una Plaza y un Hotel.

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Jonás Figueroa............................................................................................ Las trazas del agua y la construcción del paisaje agrícola.

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Rosa Chandía.............................................................................................. Estrategias de gestión sostenible del territorio: Cultura de riego alto- andino del desierto de Atacama.

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Claudia Torres............................................................................................. La rehabilitación arquitectónica y su posible rol en la preservación del patrimonio anónimo.

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Cristina Galvez - Augusto González.............................................................. Patrimonio Inmaterial y Turismo Cultural Soustentable. Sección Patrimonio Cultural, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.

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Sergio Araneda .......................................................................................... Las dinámicas territoriales naturales como articuladores del espacio e imagen urbana, Coyhaique y Cochrane, XI región de Aysén.

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Miguel Ángel Rojas/ Joaquín Zerené........................................................... La Ciudad Posthistórica: nuevos medios y tecnologías de (la) representación colectiva.

Desarrollo y caracterización de modelos inclusivos de gestión patrimonial....................................................................

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Simón Urbina ............................................................................................. Arquitectura arquelógica y sitios patrimoniales sin arquitectura en el perímetro urbano de Valdivia.

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Leyla Sade/ Patricia Durán.......................................................................... El programa puesta en valor del patrimonio de la Región de Los Rios.

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Paz Serra/ Cristian Rodríguez...................................................................... Ercilla, la aplicación de dos subsidios de reconstrucción patrimonial del Ministerio de Vivienda en la Araucanía.

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Roberto Martínez........................................................................................ La más bella historia de la laguna jamás contada Paleontológico Laguna de Tagua Tagua.

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Igor Rosenmann......................................................................................... 147 Restauración de la Iglesia San Francisco del Cerro Barón, Valparaíso, Chile. “Una intervención contemporánea explicita” Alan Fox...................................................................................................... Iluminación de la ciudad: hacia una valoración nocturna y planificada del patrimonio urbano edificado.

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Natalia Jorquera.......................................................................................... El patrimonio vernacular, fuente de saberes tencológicos y de sostenibilidad

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LA IDENTIDAD Y PERTENENCIA PATRIMONIAL EN LA TRANSFORMACIÓN E INTERVENCIÓN DEL TERRITORIO

1.-LA IDENTIDAD Y PERTENENCIA PATRIMONIAL EN LA TRANSFORMACIÓN E INTERVENCIÓN DEL TERRITORIO 1.1 Metabolismos urbanos patrimoniales. Es sabido que existe un pensamiento crítico acerca de la ciudad el cual propone que ésta debe ser concebida de manera integral, escalada, debiendo responder a la incorporación de diversos grupos sociales a una dinámica de crecimiento y desarrollo sostenible de estas; hoy las ciudades se ven fragmentadas por la radicalización del espacio privado, lo que encinde los lugares y genera limites diversos; sin embargo se reconocen identidades arquitectónicas propias como iconografía de procesos del metabolismo urbano, histórico y funcional. ¿Cómo – en el presente -, la arquitectura, los modelos y paradigmas de diseño generan identidad en un contexto local? 1.2

El Paradigma de las manifestaciones culturales y locales, la construcción y reinterpretación de hábitats.

Las manifestaciones culturales de nuestro tiempo presente nos hablan del carácter local que estas poseen, en concordancia con la resignificación del espacio, del lugar y del hábitat, pero ¿cómo hoy estas manifestaciones, que son inclusivas en el patrimonio, se enfrentan al paradigma de la globalización? Sin duda como contexto SUR nos enfrentamos a la reinterpretación y resistencia de los hábitats, de los pueblos originarios, de las comunidades rurales y de las zonas urbanas no consolidadas, ¿cómo se valoran hoy estás expresiones de identidades múltiples, y como se representa en la construcción del patrimonio local edificado?

El futuro del patrimonio: Sostenibilidad local en contexto global. José de Nordenflycht Concha Historiador del arte Profesor asociado e investigador del Centro de estudios avanzados, Universidad de Playa Ancha, Chile. [email protected]

1. Una crisis de mediana edad. En momentos en que nos acercamos a la simbólica crisis de media edad de la Convención de Patrimonio Mundial, que este año cumple cuarenta años, la reflexión de todos sus actores ha ido instalando desde hace un tiempo la imposibilidad de que todo lo que supone un valor patrimonial sea parte de la Lista, pero es un hecho de que esta crece exponencialmente a instancias de la ansiedad de los Estados Parte y superando el coeficiente de roce impuesto desde el rigor doctrinario de los mismos órganos asesores.

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Al igual que ese lapso de tiempo -40 años- en la vida de una persona, ésta probablemente recién alcanzó su mayoría de edad al cumplir la primera mitad de ese lapso. De hecho, en 1992 la Convención recién estaba comenzando a avizorar los complejos escenarios futuros producto del desarrollo del “Sistema del Patrimonio Mundial” que ella había propiciado. Esta breve nota la escribimos desde nuestro espacio local en momentos en que acaba de terminar la sesión número 36 del Comité de Patrimonio Mundial reunido en la ciudad de San Petesburgo. En una cita que demuestra de manera patente cómo estas reuniones se han convertido en complejos dispositivos de negociación de intereses locales en el contexto de un sistema internacional compacto y homogéneo, resultado de una globalización que muchas veces es contraria a la diferencia que declara defender en su argumento más trascendente la Convención de Patrimonio Mundial de Unesco. La lectura de sus resultados desde nuestro espacio local nos arroja un recuento tan desconcertante como desafiante a la hora de pensar la utilidad de este instrumento del derecho internacional público que, a sus 40 años de existencia, necesita ser interrogado sobre su eficiencia y efectividad. En ese contexto, hemos sido testigos de cómo se han inscrito en la Lista de Patrimonio Mundial en Peligro la Fortificaciones de la Portobelo y San Lorenzo (Panamá) y el Puerto Marítimo Mercantil de Liverpool (Reino Unido), ambos sitios con amenazas derivadas de la presión del mercado que demuestran que mucho más allá de las zonas de amortiguación, los factores de riesgo no tienen límites. Y ésa es una imagen que debería ser enfocada con claridad en todos aquellos estados parte y administradores de sitio que tienen que negociar frente a indicadores especulativos y desterritorializados, como son los que se asocian al rédito mercantil del crecimiento económico.

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Paralelamente las expectativas más auspiciosas para nuestra región en esta reunión las ha dejado la inscripción de Río de Janeiro (Brasil) en la categoría de Paisaje Cultural, lo que avanza sobre el proyecto de posicionar nuevas visiones sobre la valoración patrimonial, como hacerse cargo de la Recomendación sobre los Paisajes Históricos Urbanos. No será fácil entonces esta celebración, pues para muchos estos cuarenta años están llenos de dudas e incomprensiones, especulaciones y sospechas, donde muchas veces se consigna como el enemigo a la institucionalidad del Sistema del Patrimonio Mundial y todos sus actores encabezados por la mismísima Unesco, con una violencia que el filosofo francés Henri-Pierre Jeudy ha denominado “histeria patrimonial” (Jeudy, 2011), criticando a los efectos mediáticos de nuestros esfuerzos por actuar colaborativamente en base a una doctrina internacional que ha supuesto un enorme trabajo de consensos y convergencias, para cuando el futuro se convierta en pasado. Mientras esas críticas arrecian en la vereda del frente, muchos otros dirán con melancólico sentido de realidad que sólo podemos mitigar la obsolescencia reactivamente, en la medida de lo posible. Sin embargo para quienes tenemos como convicción un trabajo sobre el cuidado colectivo de nuestro patrimonio, durante este año hemos pasado rápidamente de la histeria a la indignación y de ahí a la alteridad. Porque la gestión de la obsolescencia no es lo mismo que la administración del deterioro, aunque para algunos sea la misma pérdida de tiempo.

Y nuestro trabajo pretende darle tiempo al patrimonio, no perderlo.

Sospechamos que las celebraciones sobre estos cuarenta años de la Convención de Patrimonio Mundial en torno a fortalecer el rol de las comunidades será decisivo en acelerar nuestras respuestas ante tantas deudas que acumulamos en torno al patrimonio, para que la indignación se convierta en producción y la histeria en historia. Al menos esa es la tendencia que podemos avizorar desde nuestra pequeña comunidad global (Imagen 1).

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2. El mall del Patrimonio. Hace cinco años leímos una nota de prensa donde se recogían las siguientes declaraciones del en ése entonces, administrador del sitio de patrimonio mundial de las Iglesias de Chiloé: “Se nos ocurrió diseñar como un “mall del patrimonio”, en una propuesta vernácula chilota de hoy, no quiero copiar lo antiguo. Quiero hacer una casa de encuentro cercana a la Iglesia, donde el turista pueda ver una demo, cambiar al bebé o descansar un rato. Una especie de duty free chiquitito, donde haya un abstract de artesanía e información turística.” 1 Como sabemos que las realidades se construyen desde el discurso, antes que ningún clavo se movilizara para construir algún mall o duty free, éstos ya han comenzado a instalarse, y la transformación en marcha terminó redundando en una grave consecuencia que está afectando a este caso. El mall se convierte en mal, no porque desconozcamos la pertinencia de ellos y su ubicuidad forzada en la sociedad actual, pero desde todos los tonos se ha insistido en que uno de los espacios del capitalismo avanzado en donde no hay identidad es el mall, siendo precisamente el ejemplo recurrente de los no-lugares que desde hace un tiempo describe el antropólogo francés Marc Augé. Espacios que no son lugares, anónimos, impersonales y desterritorializados, síntomas absolutos de la homogenización que introduce la ventaja del mercado que hace de la diferencia un costo inadmisible en sus ganancias. Marcas sobre el territorio, etiquetas sobre los lugares (Imagen 2). Más allá de Augé, otros advierten sobre el problema de homogeneizar con una etiqueta de marca global el mismo patrimonio, en donde “Esta certificación supone -de facto- un acelerado proceso de musealización inducido por el mercado global, donde no es extraño que el Centro de

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Patrimonio Mundial (Unesco) haya obtenido el Premio Mundial de Turismo en el año 2008”2, como advierte ácidamente Françoise Choay (Choay, 2011). Por lo pronto esa suspicacia crítica se replica en nuestra lectura de la prensa chilena, cuando en la mentada cita los vocativos “se nos…” y “quiero”, son verbos que no están conjugados precisamente para dar cuenta de la participación en la toma de decisiones que las comunidades generadoras y depositarias de la soberanía patrimonial deben tener por derecho propio. Ver una demo o un abstract, no se condice tampoco con la necesidad de interpretar el patrimonio. ¿De quién es el patrimonio? y ¿quién hace el patrimonio?, así como ¿quién merece el patrimonio? y ¿quién debe acceder al él? son cuestiones que, a juzgar por este tipo de declaraciones, no se han pensado suficientemente en nuestro medio local y regional, ello a distancia de las polémicas encendidas por lúcidas voces como para el caso italiano (Settis, 2002 y Settis, 2005). Para responder estas preguntas que rondan la principal pregunta ¿cuál es el lugar del patrimonio? nos vemos en la necesidad de invocar una breve genealogía sobre lo que ha sido el interés de ofrecer respuestas en el contexto de la puesta en funcionamiento de la Convención de Patrimonio Mundial. Lo primero, es que necesariamente deberíamos situarnos lejos de las lógicas económicas que rigen el intercambio simbólico. Por cierto, muchos lucran con el patrimonio, sin embargo ése no ha sido nunca el sentido de la cooperación internacional que anima la Convención de Patrimonio Mundial de la UNESCO, contexto de estos anunciados mal(l)es. Aclaramos que no podemos ser ingenuos. De hecho, estados tan autosuficientes como Omán, han preferido la rentabilidad de una prospección, bastante cierta, de otro yacimiento de combustible fósil en su territorio,

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que cooperar con la credibilidad de la Lista. El caso de Dresde es bastante conocido y el hecho de que sea la única ciudad que ha sido retirada de la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco –a instancias del mismo Estado Parte-, podría ser más una oportunidad que una amenaza, ya que pensar que la principal herramienta de la Convención de Patrimonio Mundial de la Unesco es un fin en sí mismo, es como esperar de un cuchillo que active la amenaza de su corte por medio del tamaño de su hoja, aunque ésta sea de goma. En un momento de la discusión en donde se concensúa que todo es patrimonio, peligrosamente nada lo es. Ya es sabido que la mejor manera de anular la diferencia, es adoptar una inclusividad que disemine todo en la homogeneidad del “todo vale”. Si el patrimonio es una experiencia, ésta se origina en una práctica y la distancia entre ellas sería la posibilidad de que la ciudadanía no sea sólo la guardiana de este legado, sino que la intérprete de la misma, cuestión que de un tiempo a esta parte se ha referenciado doctrinariamente a partir de la Carta de Ename. De hecho, en la arquitectura patrimonial, tanto el proyecto como la obra tienen un componente de interpretabilidad muy importante, en tanto los sistemas de representación son siempre sistemas de notación, por lo que quien interpreta es quien habita. Mismo habitar que muchos motejan rápidamente de intangible, cuando es lo más tangible de la arquitectura. De ahí que la industria cultural ha cooptado el patrimonio intangible, dentro de las lógicas del capitalismo tardío, entendido éste como un régimen de mercado virtual donde se venden “oportunidades de localización” (vista, prestigio u otras ventajas) y no arquitectura. La especulación inmobiliaria no es el drama del patrimonio, es el drama de la arquitectura, donde el colectivo social asiste a la gentrificación de su bien común. El patrimonio tal vez sea la última frontera que muchos intentan conquistar por medio de la seducción del turismo global, donde el

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último espectáculo lo vimos hace un par de años cuando muchos gobiernos en el mundo cayeron rendidos ante la posibilidad de entrar en la lista de las siete nuevas maravillas del mundo, ingresando de lleno en el juego de la farandulización del patrimonio, antes -por cierto- que comenzáramos a inscribir sitios en la Lista de Patrimonio Mundial. La cuestión entonces va por el lado de asumir que el patrimonio es una conquista social, conquista que se logra cuando estemos en las mejores condiciones de apropiarnos de él en tanto evento epistemológico, donde quien interpreta puede ser puesto por encima de quien decide, desplazando el asunto de la práctica hacia quien conoce y cómo puede y cree que conoce (Nordenflycht, 1997). Si hace unas décadas el patrimonio era una práctica concentrada en la gestión –gestión del recuerdo-, ahora el patrimonio debería ser comenzado a reconocer como una práctica epistemológica de reconocimiento y resignificación continua de lugares, antes incluso de que éstos sean gestionados como tales y por cierto, mucho después de que la gestión ha cedido al mercado. Muchos piensan que ése es el mal menor, pero mall al fin. 3. Los límites del Patrimonio. Durante varios siglos la Gran Muralla China evitó que los territorios de las dinastías gobernantes en ese gran país asiático cayeran en manos de sus enemigos. La amenaza siempre estaba afuera y había que contenerla. Hoy día sabemos que la esa Muralla es mucho más extensa de lo que creímos. Durante varios siglos, el límite del Imperio Romano fue una membrana que de manera flexible permitía su expansión territorial a la vez que cautelaba la contención frente a los que no querían ser integrados en él. La

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amenaza eran siempre los otros, aquellos que no se convertían en ciudadanos, y había que contenerlos. Hoy en día sabemos que el limes originado en el contencioso fratricidio de Romolo en contra de su hermano Remo, era mucho más permeable de lo que creímos. La historia nos va configurando un relato, el patrimonio nos va constatando otro, no siempre coincidentes. Finalmente, la historia nos enseña cómo la desaparición de estos imperios fue causada tanto por amenazas externas, como por debilidades internas. Frente a esto último, saber exactamente dónde estaban los riesgos y cuáles eran las falencias, podría haber resultado más eficaz que esforzarse en marcar un límite a través de operaciones defensivas que insistían sobre lo que está afuera. Es probable que un gobierno donde su territorio esté transparentemente ordenado y coordinado sea más difícil de derrotar, por más presión que exista sobre sus fronteras. Recordando estas evidencias históricas y sus posibles lecciones, es que una lectura sobre las recientes polémicas mediáticas desatadas en nuestro país por el desarrollo de proyectos arquitectónicos comerciales vecinos a bienes patrimoniales, nos obliga a hacernos la pregunta ¿cuáles son los límites del Patrimonio? (Imagen 3). Seguramente un tecnócrata, desde la precisión de un documento, responderá fácilmente que esos límites son los que ha definido el polígono en un plano. Lo que de suyo es legalmente correcto. Sin embargo hace mucho tiempo sabemos que el mapa no es el territorio, por lo cual cualquier abstracción que de modo unilateral deslinde fronteras, obviando las prácticas que ejercen los sujetos en él, será sembrar un conflicto. Y si de algo sabemos en estos últimos años de la historia de la Convención, es precisamente de conflictos con los sujetos congregados en comunidades, las que están cada vez más empoderadas e indignadas.

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Decimos unilateral porque las metodologías para definir esos límites -por más legales que ellos sean- casi siempre no son apropiadas al complejo nivel de definición conceptual que hoy en día supone, pues el valor patrimonial no radica tanto en los objetos sino más bien en la relación que establecen los sujetos entre ellos. Ya lo sabían los antiguos romanos: los límites siempre son producto de negociaciones, en las que siempre hay que estar dispuesto a ceder en lo que permita mantener nuestra autenticidad, de otro modo si perdemos ese estado no tenemos con qué negociar, y ya nos hemos dado cuenta de cómo algunos operadores del territorio intentan hipotecar el futuro del patrimonio común en base a la falacia de que éste es un obstáculo para el desarrollo, que por lo demás, casi nunca es pensado en común. Hoy se nos impone como condición de defensa, en contra de las amenazas de un territorio valorado desde su condición patrimonial, que la definición de sus límites esté lo más acotada posible, como si las áreas patrimoniales fueran un parque temático al cual haya que entrar pasando un arbitrario umbral –luego de conveniente pago, claro está-, cuando en definitiva sabemos que la consolidación de su valor está radicada precisamente en la configuración permanente de las condiciones que permiten su activa vinculación con la sociedad. El patrimonio es dinámico y no estático, de ahí la necesidad de monitorearlo y definir retrospectivamente su valor universal excepcional, tal cual lo señalan las directrices operativas de la Convención de Patrimonio Mundial de la Unesco. En base a lo anterior ¿cuáles podrían ser los desafíos futuros que impone una agenda pública desde la comprensión de los límites del patrimonio? Primero que nada la responsabilidad compartida. Nadie puede sentirse fuera de los límites del patrimonio cuando nos referimos a un bien

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inscrito en la Lista de Patrimonio Mundial, habría que estar “fuera del mundo” –literalmente ser un inmundo- , lo que probablemente no sea una condición feliz para nadie. En segundo lugar instalar una tolerancia al cambio (Nordenflycht, 2012). Esto es doloroso para algunos y doloso para otros, ya que mientras los nostálgicos se resisten a él desde un coeficiente de roce que tiene a la tradición como una de sus piedras de tope, los desarrolladores convierten esa tolerancia en moneda de cambio como promesa de futuro. Ni lo uno ni lo otro, ya que hace rato el patrimonio es la base del desarrollo y no un bien fungible que haya que sacrificar en su nombre. Finalmente, la administración de la obsolescencia, ésta última con el indefectible sino de que todo vestigio material se va a perder algún día, respecto de lo cual el recuerdo, la memoria y su proyección en las generaciones futuras no está únicamente en los objetos -que irremediablemente van a desaparecer- sino que también en los sujetos, que de manera colectiva nos permiten saber de dónde venimos, para convertir ese origen en un destino posible (Imagen 4). Referencias. - Choay, F., 2011. La terre qui meurt. Librairie Arthème Fayard, Paris, Pág. 86. - Jeudy, H., 2011. “L’hystérie du patrimoine”. Entretiene avec Bernard Jeannot et Cyril Martin, en Area, nº25, pág. 27. - Nordenflycht, J., 1997. “La participación como defensa del patrimonio: edificio Luis Cousiño, Valparaíso”. Revista Patrimonio Cultural, de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile, Año II, número 7.

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- Nordenflycht, J., 2012.“The Heritage Turn: Local communities in global contexts”. STULC, Joseph, Bogusław SZMYGIN, Wilfried LIPP y Simone GIOMETTI (eds.) Conservation Turn - Return to Conservation. Tolerance for Change, Limits of Change, Edizioni Polistampa, Firenze. - Settis, S., 2002. L’assalto al patrimonio culturale. Einaudi, Torino, Italia S.p.A. - Settis, S., 2005. Battaglie senza eroi. Mondadori Electa, Milano.

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Rupumeika blues/etnografía de la arquitectura Mapuche/Williche de la PuelMapu Dr. Juan Carlos Olivares Antropólogo Académico Instituto de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Austral de Chile [email protected]

“On the first part of the journey,/I was looking at all the life./There were plants and birds./and rocks and things,/ There was sand and hills and rings./ The first thing I met, was a fly with a buzz,/ And the sky, with no clouds./ The heat was hot, and the ground was dry/but the air was full of sound” 1. Dewey Bunnell/A horse with no name, 1971 Carpinteros de la neblina. En la región de Los Ríos, en los sectores de borde lacustre de Maiwe y Maqueo y el Valle del río Weinawe, Rupumeika, en la cordillera andina de Futrono, Llifén, la tradición constructiva arquitectónica de los carpinteros Mapuche Williche de la PuelMapu, fue un asunto relevante, socialmente significativo e incorporado a la memoria de las gentes de los lugares. Entre ellos, se desarrolló profusamente el oficio de la carpintería en madera. En efecto, en cada uno de los linajes o familias, uno o más de sus miembros poseían los conocimientos y ejecutaban – en el territorio -, a pedido, obras u objetos arquitecturales: el auge de la tradición se alcanza en la mitad del siglo XX entre las décadas del 40 al 60, luego comienza a declinar lentamente. En el presente, no muchos son los carpinteros y no muchas, las obras u objetos de su repertorio todavía disponibles en el paisaje. En Maqueo a orillas del Maiwe, uno de los más antiguos, es Juan Isaías Loy Huenulef, de 93 años de edad:

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“Nació acá en Maqueo, en Maiwe, el se crió hasta su adolescencia en Maiwe, y después se trasladó con su familia hacia Osorno (San Juan de la Costa), cuando él ya era un lolo. Y de ahí se casó allá, y con los años se devolvió a su tierra, otra vez, de nuevo a vivir acá a Maiwe. En San Juan de la Costa se casó con María Angela Silva, ella es de allá. Los padres de mi abuelo eran de acá de Maiwe, los dos Huenulef, Loy Huenulef y la Sra. Huenulef. Les quedan 3 hijos, tuvieron 5, poca familia pa’ la costumbre, pa’ la tradición, porque se casaron muy viejos, cuando tenían como 30 años. Y viven los dos abuelos todavía, todavía están juntos, en Maiwe” (Quintul, 2010). Juan Isaías Loy Huenulef, antiguo residente de Maqueo, carpintero. El oficio, únicamente un componente más en la totalidad del universo de competencias, conocimientos y habilidades necesarias a un hombre Mapuche Williche, para poder sobrevivir en los territorios de la PuelMapu, en la primera mitad del Siglo XX: “Sí, era carpintero. Al abuelo siempre lo buscaban de maestro para que fuera a hacer de repente agregados, para que vaya a arregla pisos, pero yo sé que él trabajó mucho en eso desde joven, y lo único que no sé es dónde aprendió, seguramente aprendió trabajando, ayudando a alguien/…/eso era esporádico, ellos no se dedicaban de lleno a la carpintería, en el campo se trabaja en otras cosas, la crianza y muchas otras cosas. En cada casa había un carpintero para que haga los arreglos de casa y todo eso/.../” (Quintul, 2010). En el presente, de sus obras y repertorios de aquellos tiempos inicios del siglo XX -, unas pocas y antiguas construcciones abandonadas y derruidas, ocultas e ignoradas sobreviven en los paisajes del territorio. La arquitectura Mapuche Williche de aquella época y sus “casas de tres pisos” ha desaparecido y también, han desaparecido los conocimientos, las maneras de trabajar y las técnicas, los volúmenes y la composición arquitectónica. En el caso del linaje de los Loy, a pesar de traspasar la

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tradición a sus hijos, la tradición – irremediable - desapareció: los carpinteros se quedaron solos, los hijos se marcharon, desaparecieron o murieron en los espejismos de la distancia y lejanía, en la ausencia: “Ellos – los hijos -, no viven cerca. De hecho su hijo que vive, o que a lo mejor vive, no está acá, él también hacía de carpintero. Se llama Víctor Loy, él no vive acá, hace muchos años que no se sabe de él, se fue a la Argentina, cruzó la frontera hace unos 30 o 40 años, 35 años más o menos deben ser” (Quintul, 2010). Los ejemplares de la tradición – los objetos singulares y poderosos -, transitaron de imaginario en imaginario, de carpintero en carpintero en un proceso ignorado y desconocido en donde incluso el relato del origen no existe o sólo es una tenue narración en la neblina del tiempo. El estilo, esa fuerza precaria inscrita en los volúmenes, no dejó registro, relato ni memoria de su existencia en la intemperie del paisaje. Sólo objetos enmudecidos, heridos de muerte, es la agonía de las tempranas formas y composiciones de una arquitectura rumbos de la muerte. Son los caseríos en los territorio del ensueño, el paisaje mitológico del pasado, los pantanos de la memoria arquitectural, la arquitectura (Baudrillard y Nouvel, 2007): “Lo que no sé es cómo copiaban sus modelos ellos, cuál era el sentido pa’ construir. Antiguamente a los abuelos les gustaba mucho construir casas altas, porque ellos arriba guardaban todo lo que era sementera, por eso construían las casas altas, arriba pa’ guardar, de bodega de cereales, y abajo era el espacio donde vivían los familiares, y abajo tenían subterráneo también, casi siempre las casas antiguas tenían, un zócalo, siempre, igual pa’ guardar cosas, herramientas, uso de bodega yo creo. Y tenían dos puertas, una pal lado donde salía el sol y otra al extremo opuesto. Las casas están orientadas dependiendo donde salga el sol, no importaba acá el camino, no

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importaba el paisaje, nada de eso /.../, importaba las fuerzas que se reciben, positivas, las puertas tenían que estar orientadas a la salida del sol” (Quintul, 2010). Las casas de tres pisos & cocina fogón. Las casas de los antiguos linajes de la zona de Maiwe-Maqueo y Weinawe-Rupumeika fueron bodegas, enormes y altos graneros de madera nativa – aserrada en los establecimientos del valle -, orientados hacia el lugar del cielo en donde, sin renuncia, todos los días salía el sol e iniciaba la eternidad de su recorrido. Puertas y portalones, orientación hacia la fuerza del PuelMapu, el Newen. Objetos delicados en lo programático, complejos y funcionales. Su eficiencia y eficacia permitía el despliegue de la existencia diaria de cada uno de las familia y también, decantar en su volumetría y programa, el modo adaptativo del estilo de vida indígena de los bordes lacustres de la cordillera andina. Objetos a maneras de graneros, dormitorios, cocinas: “/…/porque yo me acuerdo que la casa donde nací era así como la casa de él, que tenía abajo el zócalo, el piso arriba, un segundo piso, y el tercer piso, que lo usaban para guardar todo lo que era sementera, porque antes se cosechaban montones de arvejas, lentejas, todo ese tipo de cosas, maíces, de todo se daba, ajo, chalote, porque eso necesita mantenerse no en calor ni en humedad, entonces todo lo guardaban ahí, y las papas estaban en el zócalo, porque esas necesitan cuidado y humedad, abajo el zócalo era siempre oscuro, una parte del subterráneo. Y ahí abajo guardaban la papa, la chicha, guardaban manzanas también, y abajo no tenía piso de madera, era tierra, el piso de madera empezaba en el segundo piso” (Quintul, 2010).

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Casas atractivas al juego de las niñas en su infancia, en su adolescencia en un cerrado & clausurado universo de garúas, tormentas & relámpagos, de esperas e incertidumbres, magia & tesoro: “A la casa de mi abuelito me gustaba mucho entrar, era de dos pisos, nosotros jugábamos mucho arriba en el segundo piso y mirábamos por las puertas de arriba, porque arriba también tenía puertas y con la misma orientación, tenía puertas y tenía rejas para que nosotros no nos cayéramos. En el corredor jugábamos en el invierno, salíamos atrás de la casa a jugar, eran espacios súper agradables. Y de hecho la otra casa que yo conocí, vecina de él, que está como a un kilómetro de su casa, también tenía la misma orientación, y también el corredor en la puerta de atrás, no en la puerta de adelante. La puerta de adelante era donde la gente llegaba, entraba, y pa atrás había dormitorio, comedor, siempre tenía una parte de comedor, y uno del comedor salía hacia el corredor, a jugar” (Quintul, 2010). Eran casas de jugar y dormir, de procrear y parir hijos, de pewmas y desvelos, de agonías y muerte. Nunca hubo fuego en sus recintos, fogata y fogón, nunca el chisporroteo de la viruta seca, hambrienta mordiendo el lomo flaco de la noche, no. En sus recintos en lo alto, únicamente oscuridad y frío, la noche al desnudo, verdadera y cruda, estrellas imaginarias en el cielo de la escarcha: el fuego benéfico estaba en otra parte, separado de la gran casa de tres niveles, confinado en la “cocina fogón” o “fogón”: “Al lado de las casas estaba la casa del fogón, al lado de la casa siempre había una casa del fogón, para uso diario, siempre al lado, de un piso. La gente comía alrededor del fogón, y ese era una casa que estaba siempre al ladito, aparte. Ese fogón era toda la casa, no tenía nada más que las paredes, ni mesa, o algo para poner las cosas, se comía alrededor del fogón, el mate se tomaba ahí mismo, la gente estaba rodeando el fogón conversando, o trabajando los que estuvieran. Siempre las abuelitas estaban hilando y el marido estaba asando papas, convidando mate, los hambres en la tarde, en

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la noche se dedicaban a convidar mate, y las madres, las tías, todas trabajando, y comían papas. En la casa donde yo nací era así también, también había fogón, una inmensa casa y un fogón afuera, en la casa de al lado. En la casa de mi abuelo siempre fue así, la casa del fogón al lado de la garita, muy cerca, apegada a la casa. Cuando yo era niña me gustaba ir a la casa de mis abuelos, nos calentábamos los pies en el fogón, en brazos de los abuelos, mientras ellos conversaban nosotros nos quedábamos dormidos. Sobretodo me gusta acordarme de los regaloneos de los abuelos” (Quintul, 2010). Las “cocina fogón” son pequeñas, encerradas y oscuras. La unidad programática y su amplitud – su vocación -, se define según la potencia del fuego y la extensión de sus bordes, la luz irradiada, claridad y penumbras. Era un volumen accesorio a la gran casa de tres pisos. Es un universo aparte, emancipado. Es el lugar “día”, el lugar “sol”, espacialidad de lo cotidiano en el sistema habitacional Mapuche Williche, en donde se manifiesta la división sexual de trabajo agrícola en el hogar: allí, a orillas de las brasas, las mujeres transformaran el vellón salvaje de las ovejas en “lana” y los hombres, construirán relaciones sociales con los ajenos o distantes. El machimbre y la caja y espiga. Relevante, en la construcción de las casas de tres pisos y los fogones, era la utilización de complejas y elaboradas técnicas de machihembrado en la estructura, los forros y las cubiertas, sobresaliendo elaborados ejemplares de “caja y espiga”, “cola de milano” y “horquillas”. En la totalidad del maderamen necesario a la construcción de una casa, el gesto cultural del machihembrado – a manos de los carpinteros -, introduce principalmente - en las maderas de la estructura, la diferenciación sexual necesaria a todo intento de levantar una casa capaz de autosostenerse, soportar las cubiertas laterales y las techumbres: en el coito de los machos y las hembras, nacimiento y aparición del ensamble y la pieza única, unitaria,

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amplitud y superficie. Así, el machihembrado incorporaba a la casa – desde lo cultural -, una cualidad adaptativa contra las aguas y las garúas, el viento y la tormenta, el paso del tiempo y la memoria y sus olvidos, esa voluntad – salvaje -, de disgregación de los materiales de los objetos. Entonces, “Las casas estaban hechas para la lluvia, para el viento, todo eso, las casas antiguamente eran muy firmes, muy bien hechas, de madera robusta, buena madera, lo mejor, y eran espigadas. Así era la casa donde yo nací, en vez de clavos tenía tarugos, caja y espiga (Quintul, 2010). El machihembrado no sabe de clavos, no los necesita. Su deseo es la atadura eterna, en donde el único intermediario, es el conocimiento del carpintero y su habilidad de ir soldando los trozos de madera. La arquitectura resulta de ese “amarre”, en la pasión de la madera domesticada y desnuda: “La aprendí con mi papá, cuando trabajaba ponía la base nomás y marcaba cuanta distancia era. Los hoyos pa’ poner los postes, ya sabía las medidas y los hoyos de los postes los marcaba, los íbamos cortando los pedacitos y dejábamos las espigas listas pa’ enchufarlas ahí. Eso era fácil, había que tener cuidado nomás de no errar las medidas/…/No se trabaja con azuela. No, formol (formón) y barreno nomás ocupábamos, y serrucho. Se marcaba, y se le hacían los cortes y de ahí formol. El hoyo igual, tres barrenazos, sus cuatro barrenazos y ahí formol. Usaba la medida del poste, si el poste tenía dos y media, bueno el hoyo también tenía dos y media, llegaba y se paraba, se enchufaba el poste y quedaba paradito, y quedaban firmes al tiro/…/ Hoy en día la gente no piensa mucho en lo que puede venir a futuro, terremotos, los temblores grandes. Antes se pensaba en eso y la gente hacía sus casas firmes, espigadas (Panguilef, 2010). La tradición parecía inmemorial, sin sobresaltos se transmitió de padres a hijos. No obstante, en el presente, una crisis terminal recorre el mundo de los carpinteros de la PuelMapu:

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“Mi papá, Juan Quintul Huala, aprendió de sus abuelitos, así se transmitía, siempre fue así, todo lo que uno sabe de un oficio uno lo aprende de su familia, en se tiempo en cada casa había carpinteros. Él era de San Juan de la Costa, yo creo que en la zona sur era todo casi la misma tradición/…/ Don José (el suegro) yo creo que todavía sabe hacer ese trabajo, el Osvaldo (su marido) es corte, clavo y martillo, pero antiguamente eran así. Mi papá yo sé que sabía de ese trabajo, pero la gente joven no (Quintul, 2009)”. No eran únicamente carpinteros. Eran horticultor-pastor y el oficio de carpintero era una práctica inscrita en el modo de vida, de igual valía que las otras habilidades y conocimientos, incluso su desempeño estaba determinado por la disponibilidad de tiempo: “/…/era agricultor, nosotros todos. Hacíamos siembras, siembras grandes, tres, cuatro cuadras de trigo, limpiábamos, rozábamos, hacíamos roza y quemábamos, pasábamos bueyes, limpiábamos la tierra. Y mi papá se entretenía con eso, cuando no atendía el campo le atendía yo, por eso mi papá no trabajaba establemente de carpintero, cuando había tiempo nomás. Porque el trabajo de nosotros es como siempre he trabajado yo aquí: agricultura, crianza de ovejas, vacas/…/así nos criamos nosotros, trabajando” (Panguilef, 2010). Ser carpintero y realizar trabajos de carpintería no es un asunto principal ni esencial en la vida laboral de los hombres de la PuelMapu. El acceso y la propiedad de la tierra permiten el despliegue del un modo adaptativo en donde el arraigo y la permanencia se manifiesta como propio del ser “horticultor-criancero”. La diferencia es lo Otro, el carpintero, un sujeto errante, viajero en el territorio que va de un lugar a otro, construyendo y cristalizando un oficio de tiempo completo:

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“Tenemos que hacer una casa la hacemos nosotros mismos, tenemos que trabajar la siembra lo hacemos nosotros mismos, criar animales los criamos los mismos, todos los trabajos de uno no busca gente. Pero pa’ hacer trabajo de carpintería una deja otro trabajo tirado, porque nosotros vivimos de la siembra, de lo que produce la tierra, los corderos, limpiar el piso de los corderos, ese es el trabajo de uno. Cuando es empleado uno, cuando trabaja en una parte se trabaja en eso no más, si yo no tuviera tierra y fuera maestro estaría trabajando de maestro en todas partes. Iría de pueblo en pueblo, así andan los maestros, yo tengo familiares, sobrinos, que andan así, viven en Valdivia, tienen su casa en Valdivia pero no paran, están en Paillaco, en Angol, donde va la empresa paran” (Panguilef, 2010). La velocidad es otro asunto contra la supervivencia de la tradición de los antiguos los carpinteros del machihembrador. El mundo en el cual se habita, es ahora más veloz, la rapidez de lo moderno, impone su ritmo en los quehaceres de las gentes y el desempeño de los oficios tradicionales. Así, los carpinteros abandonan las lentas y prolijas maneras de antaño y privilegian la velocidad, no importando la calidad: “Aquí hay algunos carpinteros, lo que pasa es que ahora los carpinteros de ahora eligen lo más fácil, lo más rápido, pero si hubiera una pega que tendría que hacerse así el carpintero lo hace, nada más porque es demorón nomás la gente de hoy en día trabaja de otra manera, es más demorón el trabajo ese” (Panguilef/b, 2010). En el presente, todavía quedan trazas de ese mundo de antaño. Sin embargo, ese mundo sucumbe en la presión de la transformación moderna de la sociedad Mapuche Williche de la PuelMapu: “Aquí en Rupumeika tengo un cuñado que se llama Segundo Raimilla y ese trabajaba así, todo espigado. Pero ahora último como salió la moda y los otros maestros hacen lo mismo que los otros: corte y clavo, pinza

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y clavo nomás, ya ningún maestro trabaja como antes, hasta yo mi casa la hice así, sin espigas” (Panguilef/b, 2010). Al parecer, la tradición de carpintería, del machihembrado y las casas de tres pisos, vino desde el sector de San Juan de la Costa, en la provincia de Osorno. No es un hecho y una situación poseedora de una absoluta certeza, solo es un posibilidad. Incluso, puede corresponder a una tradición esencialmente local, de ámbito restringido, no lo sabemos, carecemos de certeza. No obstante, las gentes de Maiwe-Maqueo-Weinawe y Rupumeica, enuncian – invocando la precaria memoria y sus recuerdos opacos -, a San Juan de la Costa como el lugar de origen de esta tradición de carpinteros: “Allá en San Juan de la Costa. Las casas eran parecidas a las de Maihue, la casa de mi abuelo [de Maihue] tenía zócalo, tenía segundo piso, tenía tercer piso, y tenía corredor, era más chica nomás. La casa de San Juan de la Costa también tenía corredor, parece que todos los viejitos les hacían corredores a las casas, para dejar la leña que no esté mojándose, pa’ dejar las botas, pa’ dejar los zapatos mojados, pa dejar los ponchos cuando llegaban mojados, porque ahí no importa que se moje, se estile la ropa, en el campo se llega a veces con la ropa estilando”(Quintul, 2010). Cordilleras de Newen. Los objetos en abandono y fundamentalmente, los objetos arquitectónicos y las tradiciones constructivas, siempre – a través de su estado de conservación y presencia -, parecieran referenciar el impacto causado por el paso del tiempo, como si el tiempo fuese algo con la capacidad de destruir las cosas y hacer desaparecer los estilos constructivos, aniquilarles y dar muerte, otorgándosele al tiempo, una cualidad inexistente, impropia y ajena. El tiempo no destruye nada, no puede. Lo único que puede hacer el tiempo, es permitir la destrucción. El, sólo ocurre y de esa manera, posibi

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lita un abismo temporal donde la arquitectura – al igual que todas las otras cosas -, puede acontecer y perecer como una ofrenda al delicado asunto de temporalizar la experiencia humana. La arquitectura no muere a causa de la presencia y actividad del tiempo. Al contrario, ella es el tiempo. Incluso, ella no sucumbe a pesar del abandono del inmueble y su decadencia. En ese gesto, ella denota que sus esencias son otras y diferentes. En esta matriz y dinámica, en el proceso de resignificación cultural en el cual se encuentran los comuneros de los valles andinos de la PuelMapu, la posibilidad de la transparentada arquitectura Mapuche Williche de los últimos 70 años, podría ser el retorno. Rerefencias. - Baudrillard, J.; Nouvel, J. 2007 [2000]. Los Objetos Filosofía. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires.

Singulares. Arquitectura y

1_”En la primera parte del viaje vi la vida entera/Había plantas y aves, y rocas y cosas/Había arena y colinas y anillos/Lo primero que conocí fue una mosca con zumbido/Y el cielo sin nubes./Estaba caluroso y suelo seco,/pero el aire estaba lleno de sonido”.

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Las construcciones de la ciudad moderna en la década del 30. Una plaza y un Hotel.

Tirza Barría Arquitecta, Universidad Austral de Chile, Chile. Académica Instituto de Arquitectura y Urbanismo [email protected]

Resumen. El presente artículo es parte de una investigación teórica acerca del paradigma de las arquitecturas modernas en la ciudad de Osorno, cuyas obras fueron construidas durante las décadas del 30 y 40. La investigación propuso identificar y caracterizar la modernidad y su representación a través de dos casos de estudio elaborados en 1930; el Hotel Burnier, obra de Carlos Buschmann Zwanzger, primer edificio de hormigón armado considerado moderno, y el proyecto para la Plaza de Armas, del urbanista Oscar Prager Wenk, cuyo diseño fue parte del Plan de Transformación Urbana de Osorno.

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El estudio que abarcó un análisis descriptivo, trabajo de campo y revisión bibliográfica, permitió reconocer en el edificio, las singularidades de su diseño, la composición programática y mecanismos de confort. Por otra parte, el análisis de la plaza permitió establecer las relaciones formales del edificio con el espacio público y las directrices de diseño que se verían en las futuras construcciones de la ciudad. El método aplicado de carácter inductivo, determinó comprobar la hipótesis que planteaba que las construcciones modernas, que en su mayoría corresponden a la década del 40´, tienen como precedente el Hotel Burnier cuya singularidad arquitectónica y constructiva se explica en la activa participación no sólo de su arquitecto, sino también en la colaboración de sus dueños Julio Recordón y Eduardo Burnier, del urbanista Oscar Prager, del arquitecto Hector Mardones y de los arquitectos y constructores Oscar y Federico Freitag Müller, quienes en conjunto establecieron nuevos cánones de diseño al tratar de representar en el edificio el progreso y la mentalidad de la vida moderna. Introducción. El Hotel Burnier (Imagen 1), construido entre 1930 y 1932, obra del arquitecto chileno Carlos Buschmann Zwanzger 1 y la Plaza de Armas de Osorno (Imagen 2), propuesta realizada entre 1929 y 1930 por el urbanista austriaco Oscar Prager Wenk 2, son dos paradigmas de la construcción de la ciudad moderna, en cuya representación se vuelcan las voluntades políticas y económicas de una sociedad que pretende posicionar territorialmente a la ciudad en la región sur. Estas tempranas manifestaciones tienen origen en profundos cambios experimentados en el plano político, social y cultural, transformaciones que nacen al amparo de una dinámica economía ligada al sector agro-ganadero 3, y a la actividad comercial impulsada durante la década del

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20´ por las familias Buschmann, Aubel, Hott, Saez, Fuchslocher, Aleuanlli y Kauak, entre otras (López, 2008). Esto permitió posicionar a la ciudad y sus alrededores como un centro de servicios y transacciones principalmente del sector agrícola y ganadero (Peralta, Hipp, 2004) (Imagen 3 ) en buena parte por la importación de maquinaria y otros productos a más bajo precio, lo cual optimizó la producción y exportación hacia el resto del país. La imagen de una ciudad ligada a las construcciones en madera y al ladrillo tendió a desaparecer para dar paso a nuevos edificios de hormigón armado. Uno de los primeros fue el Banco Osorno y la Unión construido en 1927 4 , y la casa de la familia siria Aleuanlli de la misma fecha y autor (Imagen 4). Tres años más tarde se dio inicio a la construcción del Hotel Burnier y tras él, una serie de nuevas construcciones como la Gobernación y el edificio Sago, obras del arquitecto chileno Carlos Buschmann Z. (Imágenes 5 y 6) y el Colegio Alemán y el edificio Resinhoff&Hess, de los arquitectos Federico y Oscar Freitag Müller 5 (Imágenes 7 y 8). En ellos se deja en evidencia el abandono de los estilos históricos y la ornamentación, los cuales fueron sustituidos por nuevos criterios proyectuales que se encontraban en la arquitectura moderna 6 (Montaner, 2011). El Hotel. En la década del 20 existieron pocos hoteles en la ciudad, siendo el más prestigioso el Hotel Osorno, ubicado en la esquina de las calles O’Higgins con Mackenna frente a la plaza de Armas, lugar donde posteriormente se ubicó el Banco Central, actual Banco BCI. Otro de menor categoría se encontraba en un terreno ubicado en calle Ramírez entre Bulnes y O’Higgins, de propiedad de Julio Recordón, el cual desapareció tras un incendio.

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La concretización de un nuevo Hotel se debió a la alianza entre Julio Recordón y Eduardo Burnier, quienes a principios de 1930, acordaron construir un hotel moderno el cual ayudaría a suplir el alto grado de cesantía tras la crisis del salitre en el norte e impulsaría el turismo de la ciudad. Se encargó el proyecto de arquitectura a Carlos Buschmann Zwanzger, arquitecto de la Universidad de Chile, que se radicó en Osorno en 1925, la estructura a los ingenieros Eduardo Martínez y German Holtheur y la construcción a Olegario Ubilla. Un aporte importante fue la colaboración que recibió de Héctor Mardones Restat 7 donde según expresa Carlos Buschman, él tenía sus planos generales terminados del Hotel Burnier con el criterio de esa época: “Héctor me convenció del concepto funcional, la nueva tendencia arquitectónica y se confeccionaron los nuevos planos… Adiós columnas, capiteles cornisas e imitación piedra. Francamente expresado el hormigón armado y plantas más funcionales… Para mí, un vuelco total”.

El volumen emplazado en el vértice nor-oriente de la manzana ubicada al poniente de la plaza de Armas, difiere de lo construido anteriormente en cuanto a materialidad, programa, confort y tecnología. La primera parte del Hotel que da a la calle Ramírez se terminó de construir a finales de 1930 (Imagen 9), pero la crisis económica generó la paralización de las obras. Tras conseguir el dueño un préstamo en el Banco Chile (1.500 pesos de la época), se logró terminar las obras del Hotel en 1932. (Imagen 10).

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El edificio contó con una superficie total de 7.800m2 distribuidos en cinco plantas. La planta de primer nivel, construida en la totalidad del sitio, estuvo constituida por dos zonas: una comercial que dio hacia las calles O’Higgins y Ramírez y otra en el interior del sitio, cuyo programa correspondió a las dependencias del hotel como el acceso, los comedores y las cocinas (Imagen 11). En el entrepiso del edificio se encontraban los comedores privados, oficinas y áreas de circulación del personal, espacios iluminados por patios de luz y la estructurada bóveda acristalada sobre el hall de acceso al edificio (Imagen 12). En la planta del segundo nivel se encontraban las habitaciones de huéspedes del hotel, las cuales estaban orientadas hacia ambas calles. El esquema de distribución (Imagen 13) identifica tres partes: una serie de habitaciones moduladas hacia la calle y otras hacia el patio interior, los servicios higiénicos y cuartos de ductos ubicados en el acceso de la habitación y el pasillo que se conectaba con el hall de distribución del nivel, al cual se llegaba por medio de un cuerpo de escaleras o por los dos ascensores ubicados en el acceso a la mampara. Además, este nivel incorporaba en los deslindes sur y poniente del sitio las habitaciones de los empleados del Hotel. Los demás niveles, tercero y cuarto, utilizaron la misma configuración a excepción de las dependencias del personal, las cuales sólo se encontraban en el segundo nivel (Imagen 14). En el quinto nivel se ubicaba la terraza con un cuerpo saliente del edificio que servía de salón, además de las instalaciones propias del sistema de calefacción y ventilación.

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La Plaza. La plaza de Armas de Osorno, está ubicada en el centro fundacional de la ciudad. Su dimensión es de 100 x 100 m y la ubicación de los principales edificios públicos fue establecida en las Leyes de Indias decretadas para el trazado de las nuevas ciudades del nuevo mundo (Sánchez, 1948). Hasta finales del siglo XIX, la plaza fue un sitio baldío, utilizado generalmente para el pastoreo de los animales (Villalobos, 1958). En 1914 se aprobaron los planos y presupuestos para su primera transformación, que consistió en trazar paseos sinuosos que incluían una serie de especies arbóreas y arbustivas recreadas a modo de jardín francés. Una descripción de su forma y estado a finales de la década del 20´ lo expuso Oscar Prager en la exposición del Plan de Transformación urbana en junio de 1930 8 : “La plaza está cruzada por diagonales que formaban triángulos bordeados por macrocarpas. La disposición de los caminos y de las plantaciones está mal trazada. Gran parte de los árboles, sobre todo las coníferas se están secando y no tienen salvación. Los cuadros están completamente descuidados…” Si bien Prager fue contratado por el Municipio de Osorno para desarrollar el Plan, se le sumó prontamente el proyecto Plaza de Armas, el cual elaboró paralelamente en la misma época. Su propuesta fue transformarla en un lugar urbano como respuesta a los edificios que la enfrentaban donde: “El nuevo plano de la plaza indica una combinación bien proporcionada entre el eje de la gobernación y la parroquia, siendo ésta la mejor solución, pues ambos edificios son los más importantes”.

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Adicionalmente incorporó como norma el uso de las marquesinas para todos los edificios que se ubicaran en las calles principales de manera de constituir una vereda unitaria en respuesta a las condiciones climáticas de la zona. Prager reconoció en las pre-existencias de la ciudad los criterios proyectuales para el diseño de la plaza. En una fotografía tomada a mediados de la década del 50´ es posible identificar la materialización de la propuesta. El diseño funcional reconoce la axiliadad de los edificios representativos como el eje este-oeste (Iglesia - Gobernación) y el eje norte-sur (Edificio Alemán – Edificio Consistorial)9 , reforzando tu geometría por medio de los monumentos, la pileta y el odeón. La plaza, como pieza urbana, constituyó el elemento integrador de las nuevas construcciones de hormigón armado. Su constitución como espacio público, propuso establecer nuevos criterios de civilidad y uso, los cuales se dieron en lugares abiertos, regulares y visibles que integraban en su espacialidad calles, marquesinas y fachadas. La propuesta racional en su funcionamiento y organización, mostraba una diversidad de formas, colores y texturas, flexibilidad que Prager recogió de la naturaleza y que pudo leer del contexto suministrando una secuencia de distintas atmósferas donde en la selección y el manejo de la trama vegetal es apreciable la resolución de los claro-oscuros, el manejo del color, la luz y el agua. Conclusiones. La modernidad en Osorno se hace presente en la década del 30 a través de la arquitectura de edificios, principalmente en el cuadrante de la plaza de Armas. Una nueva forma de proyectar y representar aparece de la manos de los arquitectos Carlos Buschmann Z., de los hermanos alemanes

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Freitag Müller, del austríaco Oscar Prager W., y del aporte de otros que aún no han sido visibilizados en la investigaciones. Aparece un nuevo lenguaje formal que relaciona el edificio con su emplazamiento, situación que se da principalmente en el trabajo de las marquesinas, en la composición de la fachadas y la vereda, aspectos que fueron normados por Prager en el Plan de Transformación de Osorno, proyectado a principios de la década del 30. Por otra parte, las construcciones manifestaron una fuerte relación funcional de sus recintos en concordancia con el programa, la estructura, los materiales, la forma final y el contexto inmediato. Se genera el paulatino abandono de los referentes históricos y de la tradición como base de la representación formal, así como del ornamento y del estilo como sistema de significación social, situación que dio paso a nuevas formas de composición arquitectónica cuyos métodos fueron planteados desde las posibilidades constructivas que los materiales y el montaje en serie generaban. Referencias. - Aguirre G., M. 2004. La arquitectura moderna en Chile: Tesis de Doctorado, Universidad Politécnica de Madrid, Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. -Díaz S., P. 2009. Masonería en Chile, Historia, cultura y territorio en la ruta del Bicentenario. Ocho libros editores. Santiago, Chile. -DOCOMOMO. 2007. Desafíos del patrimonio moderno. Antofagasta, Chile. 2° seminario DOCOMOMO_Chile. -López, P. 2008. Osorno entre Julio Buschmann y Rene Soriano. Serie Histórica 450 años. Osorno, Chile.ç -Miranda, C. 1979. Carlos Buschmann Zwanger. Universidad de Chile. Santiago,Chile.

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-Peralta, V., G., Hipp, T., R. 2004. Historia

de Osorno, desde los inicios del poblamiento hasta la transformación urbana del siglo XX. -Revista Oficial del Colegio de Arquitecto de Chile, A.G. 1992. C.A. 50 años del Colegio de Arquitectos, 1942-1992. N° 68, Santiago, Chile. -Revista Oficial del Colegio de Arquitecto de Chile, A.G. 1992. C.A. N° 125, Santiago, Chile. -Sánchez, V. 1948. El pasado de Osorno, la gran ciudad del porvenir. Ilustre Municipalidad de Osorno. Osorno, Chile -Villalobos, J.; Román, J. 1958. Libro del cuarto centenario de Osorno. Osorno, Chile. -Viveros, M.; Lanata, L.; Fuentes, I.; Vilches, E. 1997. Oscar Prager, el arte del paisaje. Ediciones ARQ, Serie Arte- Colección- Arquitectura/volumen 8. Santiago, Chile. 1_Véase su biografía en: Miranda, C. 1979. Carlos Buschmann Zwanger. Universidad de Chile. Santiago, Chile; en Revista Oficial del Colegio de Arquitecto de Chile, A.G. 1992. C.A. 50 años del Colegio de Arquitectos, 1942-1992. N° 68, Santiago, Chile. y en Revista Oficial del Colegio de Arquitecto de Chile, A.G. 1992. C.A. N° 125, Santiago, Chile. 2_Véase su biografía en: Viveros, M.; Lanata, L.; Fuentes, I.; Vilches, E. 1997. Oscar Prager, el arte del paisaje. Ediciones ARQ, Serie Arte- Colección- Arquitectura/volumen 8. Santiago, Chile. 3_A la bonanza económica le siguieron la concretización de instituciones ligadas al agro, y que tempranamente dieron origen a la primera Feria de animales de la provincia de Llanquihue en 1905, la Sociedad Molinera Osorno, la Sociedad Agrícola y Ganadera de Osorno en 1917, Sociedad de Lino de La Unión en 1931, la Compañía de seguros “La Zona Sur” 1940, el recinto ferial SAGO y las siguientes entidades bancarias: en 1905 el Banco Español de Chile, en 1908 el Banco Osorno y La Unión, el Banco Nacional de Chile (hoy de Chile), y el Banco Trasatlántico alemán en 1915. Véase en López, Patricio. Osorno entre Julio Buschmann y René Soriano. Osorno: Serie Histórica 450 años, 2008.pp 19-30. 4_La construcción del Banco Osorno y La Unión proyectado en 1925 por Carlos Buschmann y construido en 1927, fue un hito en la manera de edificar en la ciudad ya que se emplea por primera vez la loza de hormigón armado, sistema constructivo introducido en Osorno por los arquitectos constructores alemanes alemanes Eugen y Fritz Freitag Muller. Vease en DOCOMOMO. 2007. Desafíos del patrimonio moderno. Antofagasta, Chile. 2° seminario DOCOMOMO_Chile. 5_Sobre su biografía véase en Eugen y Fritz Freitag, modernismo periférico en la arquitectura chilena de los años treinta, DOCOMOMO. Desafíos del patrimonio moderno. Antofagasta, Chile. 2° seminario DOCOMOMO_Chile, 2007. 6_La voluntad de una renovación formal de la arquitectura, signo de cambio de la sociedad, dio paso al abandono paulatino de las normas de composición clásica, de los ornamentos historicistas y de los estilos revivals generando distintos tipos de expresión arquitectónica. La nueva arquitectura se fundó sobre la base de una geometría formal como expresión de la síntesis que alcanza la abstracción científica, la creciente sustitución en todo o en parte, de los modos artesanales de producción constructiva por modos industriales de producción, el empleo de materiales y técnicas constructivas basados en materiales artificiales producidos industrialmente con dimensiones estandarizadas, el creciente apoyo de maquinaria de construcción, la valoración de la productividad de la obra considerando el costo y el tiempo de ejecución y su capacidad de repetición. 7_Véase la biografía de Héctor Mardones en: Revista Oficial del Colegio de Arquitecto de Chile, A.G. C.A. 50 años del Colegio de Arquitectos, 1942-1992. N° 68, Santiago, 1992. 8_En Septiembre de 1929 la Municipalidad contrató al urbanista y paisajista Oscar Prager para que realizara el plan de transformación urbana de Osorno , el que fue presentado en junio del año siguiente y aprobado en sesión ordinaria del 3 de abril de 1934. Acerca de su venida, estadía y trabajo realizado en Osorno, véase en las Acta del Sesión de 1929 y 1930, libros N°11 y12, Archivo Museo Histórico Municipal Osorno.

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Las trazas del agua y la construcción del paisaje agrícola1 Jonás Figueroa Arquitecto Profesor titular, Escuela de Arquitectura Universidad de Santiago, Chile [email protected]

Resumen: Este escrito presenta el estudio del papel de las trazas del agua -naturales y artificiales- en la construcción del paisaje agrícola. Estas trazas hídricas -ríos, canales y acequias-, definen categorías formales y estructuran una red de instalaciones hidráulicas y usos asociados con lo agrícola. Por tal condición, se constituyen en instrumentos propicios para el desarrollo de una lectura de la espacialidad en donde se inserta el paisaje agrícola. Estas trazas a modos de memoria del suelo, nos aproximan a las dinámicas que experimenta la estructura espacial de las escalas que configuran el territorio; y al entendimiento de las permanencias y mutaciones que operan sobre el paisaje agrícola a partir del propio desarrollo de las actividades productivas y de sus ocupaciones complementarias. Para ello, se estudian algunas expresiones formales que desencadenan estas ocupaciones en las áreas rurales, poniendo atención en aquellas zonas en donde es posible identificar una convergencia de trazados de agua, artefactos hidráulicos y actividades residenciales localizadas en el interior de la provincia de Rancagua, Chile.

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Hipótesis Al decir de Echeverría (1985: 181), “…el suelo rural ha sido tratado en las culturas desarrolladas a través de la expansión de modelos urbanos, prescindiendo del desarrollo de sus formas y técnicas propias”. Es así que los pocos estudios a los cuales echar mano para formular una posible estructura metodológica que nos permita recoger, seleccionar y clasificar la información proporcionada por observaciones de campo y datos documentales, sustenta sus contenidos en estudios de naturaleza urbana y pocas veces desde la propia materia que los avala. A nuestro entender, las variables que participan en una fase temprana de ocupación del suelo en una zona rural, antecediendo a los usos urbanos que se producen en etapas posteriores, podrían clasificarse a partir de la presencia de una traza hídrica que detona las ocupaciones agrícolas. El paisaje resultante como expresión de la interrelación entre naturaleza y tecnología, podría entenderse como el producto de una acción entre las siguientes dimensiones: • La traza hídrica es entendida como el flujo de agua que discurre por ríos, canales y acequias y que se articula entre sí mediante compuertas, azudes y ruedas de agua; • El paisaje agrícola es entendido como el resultado del encuentro entre las configuraciones naturales y las transformaciones incorporadas por el hombre. También, podríamos entender el paisaje como el ámbito de las persistencias; y • El espacio es entendido como el resultado de las percepciones sensoriales captadas en la proximidad de los ámbitos de vida. También, podríamos entender el espacio como el ámbito de las mutaciones frecuentes.

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Para el desarrollo de este estudio sobre las formas del agua que condicionan el paisaje y el espacio agrícola en el suelo rural, formulamos la siguiente hipótesis que nos permita una aproximación conceptual al tema en cuestión: • Las trazas de agua condicionan la estructura y la morfología del paisaje agrícola, gravitando en la orilla, la textura y el tejido del suelo rural. Metodológicamente, la demostración de esta hipótesis se lleva a cabo a través del estudio de las trazas de agua, del paisaje y el espacio que expresan las configuraciones de los valles interiores de destino agrícola, situados entre el valle central y el zócalo litoral del Mar de Chile, para converger en detalle en la extensión agrícola formada por el canal Larmahue. 2 Los ríos construyen la orilla La Cruz del Sur estaba ahora sobre la puntilla más alta de la cordillera…3 Oscar Castro, 1940: 97.

El tránsito de los ríos andinos, desde su origen hasta la desembocadura en el mar, se realiza a través de la ruptura de los macizos de la Cordillera de la Costa, formando a raíz de ello, valles interiores que condicionan la dirección de los flujos de aguas. Estos valles interiores pueden entenderse como las dimensiones geográficas transversales que relacionan el Valle Central de Chile -en donde se emplazan los principales actividades sociales y económicas del país- con las facilidades portuarias y turísticas emplazadas en las franjas litorales. Estos cursos fluviales que bajan como torrentes al valle central, se expresan como trazas que siguen las líneas de nivel, arrastrando piedras, arena y barro. Sus eventos episódicos de crecida, avenidas violentas y rebalses, causados por el aumento de los flujos promovidos por fenómenos meteorológicos, a su vez se manifiestan como la creación de nuevas cañadas eventuales. La Alameda de Santiago de Chile

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tiene su origen en épocas anteriores a la colonización indígena y española, como una explanada de inundación del río Mapocho, que en los tiempos coloniales constituyó la orilla sur del núcleo urbano. La ajustada anchura física de estos valles interiores -cercana a los 5 km- transforma las orillas surgidas de la propia traza hídrica, en elementos gravitantes sobre las ocupaciones del suelo complementarias de los usos agrícolas. A partir de ello, la orilla deviene en una franja ocupada por vivienda y bodegas -que los ingleses denominan fringe of settlementdando gradualmente paso a tejidos que profundizan hacia el interior de los predios ocupaciones de usos agrícolas. En los casos que estas ocupaciones observan otros usos, su presencia no entra en pugna con las actividades agrícolas del suelo porque sus desarrollos se producen en zonas de baja productividad o de difícil explotación. En las ciudades, las orillas son expresan y se entienden como límites surgidos naturalmente como una consecuencia de la ocupación del suelo de usos urbanos. Siempre ha sido así, hasta que el crecimiento acelerado de los tiempos modernos introdujo otras variables que hicieron de ella un área difusa y fragmentada de difícil lectura. En las áreas rurales, la orilla producto de las trazas hídricas es una franja que señala cambio de usos, modificaciones entre lo público y privado, y también es una franja de colonización lógica de los usos residenciales, que se refuerza por la presencia de un eje de conexión vial o ferroviaria y de los servicios e instalaciones que éstos requieren para su funcionalidad (estaciones ferroviarias, gasolineras, estacionamientos, lugares de alimentación, bodegas, talleres, etc.) También, la extensión y la morfología de estos valles interiores condiciona las características climáticas, reforzando su condición de orilla: ámbitos protegidos de los vientos y las heladas; con pendientes que combinan equilibradamente vertientes de sol y de sombra por la orientación de

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sus serranías; abastecidos convenientemente de riego, con suelos de gran 4 rendimiento agrícola y condiciones propicias para la producción frutícola. 3. Los canales construyen la textura.

“El camino se tuerce sin aviso y desemboca en un remanso de sauces…” Oscar Castro, 1940: 54.

Tal como el patchwork que describe Deleuze (2004: 485), el mosaico agrario no es una extensión homogénea, aunque carece de jerarquía espacial, como es posible encontrar en situaciones de orilla o de tejido. Por el contrario, presenta variaciones temáticas dadas por las texturas que generan las expresiones vegetales de la producción agrícola: de baja altura como praderas y hortalizas; de media, tal como los maizales y, de alta, como los frutales. Los canales integran el sistema artificial de derivación y traslado de agua de riego desde un curso natural hacia suelos con virtud agrícola, ya sea un rio, arroyo o estero. Además, tienen la virtud de transformar el uso productivo de la tierra e introducir nuevas texturas a las ya naturales existentes de matorrales y vegetación dispersa. Junto a las acequias, los canales forman parte del sistema artificial utilizado para resolver las necesidades de agua. En nuestro caso, el canal es una traza hídrica que gravita sobre un tipo de morfología predial de menor envergadura a la que es posible observar en la producción de tipo industrial, cuyas superficies productivas básicas se sitúan a partir de las 4 hectáreas, tendiendo a una geometría cuadrada. De modo opuesto, en el sector que abarca nuestro estudio, el canal Larmahue condiciona superficies monoproductivas de menor extensión, situadas por debajo de las 2 hectáreas, con una geometría que tiende a ser

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estrecha y alargada, de 50 a 100 metros de ancho y de 500 a 700 metros de1 largo, aprovechando la pendientes naturales como factores de distribución del agua. Esta geometría estrecha y alargada de los predios agrícolas emplazados a orillas de los canales y acequias, caracteriza la morfología del área de Larmahue. La ocupación por usos residenciales que surge en las últimas décadas define una textura propia opuesta a la que registra el entorno agrícola de envergadura industrial situado en el extrarradio rural de la localidad de Peumo, en la margen norte del río Cachapoal. Estos predios emplazados en la orilla de los cursos fluviales, de mayor superficie y producción agrícola industrializada, no registran vínculos físicos directos ni aparentes con las aguas de ríos y zanjones. En nuestro caso, la textura es una variable dependiente de la transformación del flujo hídrico como pieza física que se expresa en la superficie agraria surgida de las facilidades de riego y sus magnitudes: desde los cultivos de hortaliza hasta cultivos de frutales, cada uno imponiendo su propia densidad, llenos y vacíos, alturas y colores. También, los deslindes y los caminos interiores inciden en la construcción de esta textura, definiendo el mosaico agrario. En el caso de los usos residenciales, la vialidad y el ferrocarril atraen hacia sus franjas de influencia determinados usos del suelo que surgen sustentados en la propia cualidad programática de las infraestructuras de transporte, promoviendo la implantación de usos asociados con la función de flujos y redes. 4. Las acequias construyen el tejido. “…No hay canal ni acequia regadora que no tenga su flamante puente de tablas, ramas o palos.”. Oscar Castro, 1940: 120.

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Las acequias son las trazas hídricas de menor escala del espacio rural, que derivan las aguas longitudinales de los canales que las alimentan hacia el interior de los predios agrícolas. La derivación y articulación de aguas entre canal longitudinal y una acequia transversal se produce a través de la utilización de un artefacto hidráulico -azud y rueda de aguapermitiendo salvar las diferencias de nivel y dar amplitud y profundidad a la franja de utilidad agrícola que atiende un canal de riego. Las trazas de acequias también señalan las penetraciones transversales de los caminos rurales, desde una ruta principal hasta un caserío interior, definiendo el espacio público mediante el flujo hídrico. La extensión de estas penetraciones de agua hacia el interior de los predios es proporcional al flujo de riego, gravitando en su forma estrecha y alargada y en la ocupación que caracteriza las fases más recientes de usos residenciales, complementarios a aquellas situadas en las orillas de la ruta H-76 y el canal Larmahue de tiempos anteriores. Las primeras ocupaciones residenciales transversales a los ejes principales tienden a repetir la modalidad de ocupación a orillas de un camino rural que ha sido flanqueado por una acequia. La trazas que surgen por ello son de una forma que hemos denominado peine cuando, acordes con los usos agrícolas que poseen estas áreas, aconsejan un uso estricto de la franja del camino de penetración transversal. De similar naturaleza son las penetraciones lineales a ambos lados del camino principal -la H-76- y el canal Larmahue, en forma de espina de pescado que señalan usos residenciales laterales a los ejes. La penetración del agua mediante acequias hacia las franjas laterales, promueve el surgimiento de geometrías en tejido hacia el interior de las mismas, expresándose como manzanas en cuadrícula ocupadas por usos residenciales. El ejemplo de la cuadrícula del sector de Portezuelo es demostrativo de surgimiento de formas preurbanas que superan los desa

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rrollos lineales y dispersos observados en otros sectores y cuyas dinámicas de crecimiento podrían evolucionar hacia formas urbanas de uso residencial, tal como las localidades emplazadas en el entorno fluvial del río Cachapoal (Peumo y San Vicente, vg.). Llamamos tejido a la cualidad de definir superficies de pequeña escala en donde el lugar o sitio como ámbito habitable predomina sobre el espacio agrario, como en el caso del apartado anterior. La permanencia que define la construcción del lugar habitable se sobrepone a las situaciones de flujo y orilla, de textura y recorrido que imponen los flujos de ríos y canales. En algunos casos, las situaciones de tejido se dan con mayor frecuencia en piezas geográficas donde surge una mayor fragmentación de la textura, tal como es posible observar en el sector de Lo Argentina (extremo derecho de la fig. 3). Podría señalarse que esta fragmentación antecede y promueve la presencia de usos residenciales del suelo agrícola. Estos desarrollos residenciales preurbanos que registran una mayor profundidad transversal en el ala sur de la ruta H-76, coinciden con los ejes de las quebradas El Toro y Solís situadas a los pies de los cerros El Parrón (720 msnm) y Los Quitreos (724 msnm), respectivamente. En este caso, el abastecimiento de agua permanente proporcionado por las acequias del canal Larmahue se complementa con cursos eventuales de agua provenientes de ambas quebradas, motivando una penetración de mayor espesor en las franjas áridas y en las pendientes o glacis de este valle interior.5 5. Conclusión: la memoria del suelo. “Un agua desnuda y niña va cantando por entre zarzamoras…” Oscar Castro, 1940: 56 - 57.

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Las variadas expresiones morfológicas que promueve el agua sobre paisaje agrícola, nos permiten una lectura categorizada de las formas presentes en las diferentes escalas del espacio rural. Ello nos lleva a considerar que las trazas de agua junto a las trazas del arado, imponen un orden a la ocupación del suelo, constituyéndose ambas en el sulcus primigenius de las áreas rurales, mediante la cual se fundan los usos del suelo agrícola. Es A partir de ello, podemos afirmar que las trazas de agua asignan un valor transcendente a los usos del suelo, armonizando la permanencia vital del ser humano con las demandas artefácticas y físicas impuestas por los usos agrícolas. De acuerdo con su envergadura y escala, los cursos de aguas promueven mutaciones del paisaje agrario, del suelo agrícola y de sus expresiones vegetales. Y, a pesar de ello, el agua impone una huella que traspasa las transformaciones naturales y artificiales que operan por diversas causas sobre los usos y ocupaciones del espacio rural. Cuestión que nos lleva a concluir que el agua y sus diversas expresiones constituyen la memoria arqueológica del suelo. Llegados a este punto, no podríamos dejar de señalar nuestras deudas con las aproximaciones espaciales de lo liso y lo estriado que nos propone Deleuze (2004: 483), que podrían ser atendidas en una segunda parte de este artículo. En nuestro caso, lo liso podría llegar a ser el propio espacio agrícola, que impone restricciones al movimiento; y lo estriado, el espacio que tiende a la urbanidad dada por las mutaciones que registra el paisaje agrícola desde la textura hacia el estado de tejido, que promueven los usos residenciales en el espacio agrícola.

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Referencias. - Castro, Oscar., 1940. Zig - Zag.

Las huellas de la tierra. Santiago de Chile. Editorial

- Echeverría, Xavier., 1985. Hipótesis de entendimiento territorial: sus elementos formales. Revista Estudio Territoriales Nº 18, Madrid, MOPyU España, pp. 181 a 195. - Deleuze, G., 2004. Mil

Mesetas. Valencia, España, Pre – Texto.

- Figueroa, J., 2007. Forma ruris, forma urbi. Revista Arquitectura + Cultura Nº 2, Santiago, Escuela de Arquitectura Usach, pp. 9 a 25. - Figueroa, J., 2012. La traza hídrica: el modelamiento de la planta urbana de Santiago. En Trayectorias de la ciudad moderna. Concepción, Docomomo Chile, pp. 39 a 43. 1_Este articulo es una versión resumida de otro de mayor extensión, que presenta los resultados finales de la investigación Dicyt Usach Nº 090990JF “Las cuencas como factores de diseño urbano” y los resultados parciales de la investigación en desarrollo Fondecyt Nº 1120114“Vigencia y proyecciones de un sistema de regadío de origen ancestral: las azudas de Larmahue, en la Sexta Región de Chile”. También, se nos propone como un conocimiento de los factores naturales y climáticos que detonan ocupaciones urbanas en el medio agrícola. 2_ Los valles considerados que guardan características geográficas similares, se extienden entre la Quinta y Séptima Región. Es decir, entre los ríos Aconcagua, Maipo, Cachapoal, Tinguiririca y Mataquito. 3_La escasa literatura disponible sobre la ruralidad de la Sexta Región, impide aproximaciones fecundas sobre la comprensión narrativa del territorio, sus toponimias e hidronimias, por ejemplo. 4_Históricamente, un buen número de ciudades situadas en estos cinco valles interiores han sido fundadas en el siglo XVIII, durante lo que podríamos entender como la segunda colonización del territorio chileno, propiciado por la llegada de los Borbón al trono español, aprovechando estas especiales condiciones climáticas. La fundación de otras ciudades se lleva a cabo a lo largo de las primeras décadas del período republicano. 5_Glacis: pendiente suave de menos del 10%, previa al cerro propiamente tal, producto del traslado de materiales desde las pendientes más pronunciadas de las alturas. 6_En sentido mítico el sulcus primigenius es la traza mediante la cual se fundaban las ciudades romanas. Es el roturado de la tierra mediante el arado tirado por un buey que utiliza Rómulo para fundar Roma, separando la urbs del ager o espacio agrícola.

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Estrategias de gestión sostenible del territorio: Cultura de riego alto - andino del desierto de Atacama Rosa Chandía Jaure Arquitecta Académica Escuela de Arquitectura, Universidad Tecnológica Metropolitana, Chile [email protected]

Resumen: El conjunto de técnicas que favorecen el habitar en las comunidades indígenas del norte de Chile, donde la optimización en el uso del agua es determinante para la habitabilidad del territorio, conforman un sistema de cultura hídrica, se define en ello un modelo estratégico de gestión territorial sostenible, sustentado en la maximización de los recursos disponibles que permiten la productividad y su mantención en el tiempo, condición fundamental para la conformación y permanencia de los asentamientos humanos. Santoro, et al. (1998) da cuenta de la existencia de sistemas de irrigación y fertilización en el Desierto de Atacama, que datan desde el año 3000 a.c. Son sistemas de transporte del agua que modelan y configuran un territorio de una morfología compleja, para conseguir la máxima eficiencia posible, a partir de la gravedad del agua como factor determinante, que se

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combina con el reconocimiento de la matriz biofísica del lugar, dada por el suelo, clima, humedad y flora y fauna. Al analizar estas estrategias tecnológicas, dentro de un contexto cultural, podemos encontrar el conjunto de técnicas que acondicionan un lugar, para dar posteriormente un soporte a la cultura hídrica, esta permite su mantención en el tiempo, y se vincula al desarrollo de unos sistemas agrícolas que necesariamente involucran en su gestión, a todos los habitantes de los diversos pisos ecológicos presentes, cuyas reglas de complementariedad ecológica y reciprocidad, convierten esta tecnología en un modelo de gestión sostenible del territorio y en un paisaje cultural. Es por lo tanto de gran interés el estudio de sus límites y alcances específicos para poder realizar la abstracción necesaria del modelo y convertirlo en reproducible como estrategias sostenibles de intervención en la ciudad. Su comprensión y alcances además, permiten formular estrategias de gestión ambiental para la intervención y su posible valoración, dada la fragilidad del sistema. 1.- El Paisaje_Expresión de la gestión de los recursos de su comunidad. A partir del contexto ambiental y social en el que se mueve la sociedad actual, admitimos la existencia de dos modelos de gestión del territorio y los recursos para el habitar. Uno vinculado al desarrollo industrializado de un sistema global, que tiende a la estandarización, y no considera la limitante de recursos disponibles para satisfacer sus crecientes necesidades, frente a otro modelo que considera la restricción de recursos que impone el lugar y se desarrolla desde la herencia ancestral, aportando soluciones particulares en los procesos necesarios de transformación del territorio en el paisaje en pos de la habitabilidad. De este último, y por su pertinencia con la sostenibilidad, resulta necesaria la profundización en su conocimiento y comprensión, para avanzar hacia la aplicación de sus alcances en las problemáticas actuales de habitabilidad, en sus diversas escalas, tanto en el ámbito rural, como en el urbano.

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Entendemos el paisaje como un sistema complejo de interacciones que se ejercen sobre el territorio, que involucran factores bióticos, abióticos y las intervenciones del ser humano que actúa so bre éste (Imagen 1). El Convenio Europeo del Paisaje (Cortina, Queralt & Espanya, 2007), lo define como “cualquier parte del territorio, percibida por la población cuyo carácter resulta de la acción de los factores naturales y humanos y sus interrelaciones”, reconociendo en ello un compromiso de acción púbica con todos los paisajes aceptándolos como elementos del bienestar individual y social, tanto en los paisajes sobresalientes y los cotidianos, los naturales y los culturales. (Mata-Olmo & Fernández, 2010). El rol del hombre en la modificación de un territorio para prevalecer la habitabilidad de un lugar, permite reconocer diversos sistemas de gestión de recursos –como es el caso del agua-, que han sido desarrollados por sociedades que comprenden el espacio que habitan y son capaces de mantener en el tiempo la efectividad de un sistema territorial. Mediante constantes adaptaciones a los cambios que se producen en el tiempo, dan la respuesta que optimiza de la mejor forma posible, el uso del territorio desde las limitaciones espaciales y de recursos, produciéndose una concordancia con la definición de desarrollo sostenible del Informe Brundtland (Brundtland, 1987), ya que garantiza el abastecimiento de los recursos, sin comprometer la disponibilidad de éstos en el futuro. Hablamos entonces de modelos de aprendizaje sobre gestión sostenible para el habitar. En ese sentido es necesario interpretar el paisaje como el resultado de las distintas adaptaciones realizadas por el habitante para mejorar las condiciones predefinidas en la matriz biofísica del lugar, utilizando los recursos locales que se disponen para producir una progresiva amplificación de interacciones positivas que perduran y crecen en el tiempo, asumiendo éstas como parte de la cultura. Se determina un modelo de actuación cuya comprensión es determinante para encontrar su aplicabilidad en las estrategias de intervención o conservación actuales.

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La valoración del paisaje andino dentro de una dinámica cultural relacionada estrechamente con el óptimo uso de los recursos hídricos disponibles, nos lleva a especificar aún más la definición de paisaje como el resultado de una gestión del agua, como elemento estructurador de una morfología en el territorio. El paisaje y el agua generan vínculos indisolubles, no sólo desde el punto de vista morfológico, sino que también desde un aspecto funcional y simbólico, (Mata-Olmo & Fernández, 2010) al comprender el agua como un recurso preciado y esencial en la configuración de los sistemas territoriales a través del riego, que se mantienen vigentes debido a su integración dentro de las dinámicas sociales de sus habitantes que persisten en el tiempo. La UNESCO en 1992, incluyó la categoría “paisaje cultural” dentro de la Convención del Patrimonio Mundial, identificando diversos escenarios posibles donde adoptar este concepto, el cual habla de paisajes que combinan el trabajo humano con la naturaleza. Se le otorga un reconocimiento y valorización en principio desde una perspectiva puramente contemplativa, como ocurrió con las formas de representación del paisaje de finales del siglo XIX, donde es recurrente la integración de actividades de manipulación del territorio como parte de la belleza de un lugar, representándose las intervenciones que la actividad humana realiza sobre el paisaje, como el desvío de cursos de agua, la construcción de canales, ductos de trasvase y conducción, molinos y otras obras de manipulación del territorio para favorecer su habitabilidad (Imagen 2). Sin embargo, esta dimensión contemplativa de la valoración del paisaje ha cambiado, asumiendo el paisaje como parte fundamental del funcionamiento de un ecosistema, en constante evolución, por lo tanto cualquier alteración en sus dinámicas naturales, afecta a la totalidad del sistema. En ese sentido, el paisaje hoy se valora como un sistema complejo, donde se interrelacionan dinámicas propias del territorio, en conjunto con todas las posibles modelaciones que realiza el hom bre para favorecer su

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habitabilidad. Un claro ejemplo de ello se encuentra en el interés por la evolución de los paisajes agrarios, que trasponen tantas intervenciones humanas adaptadas a las condicionantes particulares del lugar, y a las necesidades específicas de una población, que terminan definiendo ciertos códigos sociales de acción, finalmente formando una identidad cultural, que permite la perduración en el tiempo de una productividad que determina una forma de habitar. Los paisajes del agua son evolutivos, resultantes de unas condiciones económicas, administrativas y / o religiosas, que se han desarrollado conjuntamente en respuesta al medio, el cual continúa teniendo un papel social activo en la sociedad contemporánea, conjuntamente con la forma tradicional de vida (Rössler & Mujica, 2001). Los sistemas de riego, son la grilla estructuradora del territorio. El espacio hidráulico (Barceló, Kirchner, & Navarro, 1996) va en respuesta directa a la disponibilidad de agua, que se establece como limitante de la disponibilidad de recursos, estipulando el tamaño de cada espacio, que en muchos casos, dada la compleja topografía del lugar, la composición del suelo de alto contenido mineral y la influencia de los microclimas que se producen en las alturas, condiciona la ubicación del agua disponible incluso a muchos kilómetros del lugar que dispone de las mejores condiciones para establecer un sistema productivo persistente en el tiempo. El paisaje se moldea en un conjunto de interacciones entre los distintos componentes que dan cuerpo al paisaje, combinando estrategias diversas para mantener, trasladar y distribuir el agua que se dispone (Imagen 3). Sus mecanismos evolucionan, se adaptan y reconstruyen en función de los cambios que se producen, tanto ambientales como sociales, de manera que se mantienen vigentes en la actualidad, en una combinación entre el sistema ancestral y los modos de vida contemporáneos. Los paisajes de agua son parte del sistema de modelado técnico, que llamamos oasis 1, que se encarga de mejorar la productividad, y producir espacios habitables donde antes no había, producto de un conjunto de

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técnicas que actúan sobre las dinámicas naturales presentes en la matriz biofísica conformada por el agua, el suelo, el sustrato, el clima, la geografía, la flora y la fauna. (Chandia-Jaure & Cuchí, 2011). En el momento en que el hombre se convierte en habitante, genera un conjunto de interacciones que modifican de alguna manera el conjunto de dinámicas naturales de la biósfera. En esta transformación se produce la habitabilidad, que varía de escalas, desde el cobijo individual hasta la protección y adaptación colectiva del territorio (Imagen 4) . Las estrategias de intervención las formulan los mismos habitantes y consisten básicamente en tres estructuras fundamentales para su correcto desarrollo, las cuales están dadas por intervenciones en la morfología del lugar, de donde se estructuran las redes de flujos de aguas, como una grilla de soporte sobre la cual se realiza todo tipo de intervenciones. Posteriormente sobre esta grilla, se puede intervenir el objeto construido, que normalmente se produce por la presencia de infraestructura para el cobijo, obras arquitectónicas o bien obras de riego, para terminar finalmente con la necesaria mantención en el tiempo de estas estructuras, donde además entran en juego las intervenciones posibles de la flora y la fauna, que normalmente se corresponden con breves ciclos de la agricultura. Es en este reconocimiento de las tres partes fundamentales del proceso, donde entran en juego las reglas de control social, que permiten que en el paso del tiempo, el mismo sistema estructurado continúe vigente y termine definiendo un modelo cultural compuesto por tres fases, en cuanto al periodo de mantención y durabilidad. La estructura hídrica es la más atemporal, la arquitectura y la construcción definen dispositivos para habitar y producir, de duración media, relativos a las forma de habitar y el manejo de la agricultura, la estructura social mas dependiente de la correcta mantención en el tiempo, y por lo tanto la mas variable (Imagen 5).

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2.- Cultura de riego alto-andino. La estructura económica, territorial y política que define la cultura andina existente antes de la conquista europea, presenta un complejo sistema de organización de la vida cotidiana cuyo objetivo primordial es obtener el máximo control de los recursos en la diversidad de pisos ecológicos que se producen en la abrupta geografía del territorio. El sistema de control influye en todo el espacio habitable del territorio que ocupan las comunidades andinas, involucrando el área de vivienda como también el área productiva y ceremonial, siempre desde una visión comunitaria. Esta situación nos hace comprender que las dimensiones territoriales de una comunidad, siempre se extienden más allá del límite de la zona habitacional, integrando además los sistemas agrícolas, y los sistemas hídricos que componen el modo de gestionar el agua, como recurso escaso (Imágenes 6 y 7). La teoría del sistema de control llamada complementariedad ecológica, tiene como precursor al antropólogo John Murra (Murra, 2002) quien a partir de una serie de investigaciones realizadas especialmente en la zona andina de Perú, formula en 1975 la teoría aún vigente sobre el modelo de Archipiélago Vertical, y el máximo control de los pisos ecológicos. Consiste en una serie de mecanismos que prevalecieron en el habitar de las etnias andinas, vinculados al desarrollo de sus actividades productivas y de intercambio de recursos para prevalecer la subsistencia. Sigue siendo un ideal andino desde tiempos de la cultura Tiwanaku 2. Su realización ha estado afectada por una suma de situaciones particulares que son parte de la evolución histórica; primero por el sistema político y administrativo del imperio Inca en la formación del territorio denominado Tawantisuyu y el control sobre los campos y haciendas que impuso el Inka. Luego por el régimen colonial europeo y posteriormente por las repúblicas del siglo XIX, las leyes de reforma agraria más actuales y los impulsos del desarrollo capitalista industrializado desde principios del siglo XX.

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En el territorio que abarcó la cultura Tiwanaku, en el área andina, convivieron diversos grupos humanos diferenciados en etnias -comunidades humanas donde sus miembros se identifican entre sí como parte de un mismo grupo, normalmente ligados a un vínculo de ascendencia común, que comparten elementos; lengua, costumbres, tareas, visión del mundo, además de recursos y estrategias técnicas para la subsistencia –, entre las cuales es relevante mencionar a los Lupacas, Carangas, Collas y Chichas (Imagen 8). Sus reglas sociales se regían por la forma de ocupación que se impone en todo el territorio, fundamentadas en conceptos como reciprocidad y solidaridad para el control del máximo de pisos ecológicos, garantizando la disponibilidad de recursos para el habitar en un territorio extenso, diverso y con una multiplicidad de limitaciones productivas, que requiere del constante trabajo humano en las potenciales zonas donde se puede favorecer la habitabilidad, localizadas en muchos casos a grandes distancias entre ellas. La capacidad transformadora del paisaje que ejerce el hombre sobre el territorio que habita, desde el tiempo que éste es capaz de generar recursos propios para su abastecimiento, por medio de la agricultura y la ganadería, ha dependido constantemente de un buen manejo de las técnicas de control del agua en el territorio, las cuales van evolucionando y se vuelven sofisticadas en la medida que la sociedad se vuelve compleja. Aquellas comunidades que habitan territorios áridos, con el agua como elemento fundamental para la supervivencia, y por tanto recurso crítico, han construido un sistema de formas organizativas, conocimientos, prácticas y objetos materiales que permiten conseguir un óptimo aprovechamiento del agua para favorecer la productividad de su hábitat. Desde esta base es que se generan estrechos vínculos entre civilización y regadío, que incorporan complejas estructuras políticas, grandes sistemas hidráulicos y un conjunto de conocimientos técnicos que transmiten ancestralmente, técnicas que controlan la erosión y las inundaciones, sistemas subterráneos para el riego y el drenaje, reservorios de agua, diques, desviación de arroyos y ríos para

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irrigar oasis fértiles, hundimientos artificiales del suelo, entre otras (Castro, 2008), consiguiendo con esto todo un dominio del territorio. El agua adquiere valor simbólico actuando como estructurador del espacio y el tiempo (Castro, 1992). Las celebraciones tradicionales del mundo andino constantemente hacen referencia a espíritus que dan simbolismo y representan el gran respeto por los recursos naturales que les provee la tierra, De estos espíritus, Tata Putrajni, o espíritu del Agua, es el que reside en las vertientes, aguadas, nacimientos de ríos, ojos de agua, canales de regadío prehispánico (Grebe e Hidalgo, 1988). Los sistemas tradicionales de riego alto-andino, han sido estudiados desde las ramas de la antropología 3 y de la arquelogía 4, lo cual otorga la dimensión interdisciplinar necesaria para la comprensión y valoración de estos sistemas espaciales, que configuran un territorio donde se construye una determinada arquitectura en respuesta a la necesidad de control territorial y social, para favorecer y mantener en el tiempo la habitabilidad vinculada a un paisaje de altura, caracterizado por la irregularidad del terreno y diversas condiciones complejas para el manejo del agua, como el relieve irregular y la alta oscilación térmica, que incide en la velocidad de evaporación (Castro, 2008). El riego es determinante de la habitabilidad, pudiendo observarse en el territorio al menos tres escalas de intervención y modelamiento, vinculados a acondicionar el agua para que por gravedad, sea capaz de movilizarse por la abrupta geografía existente. Hablamos de sistemas hidráulicos de alta complejidad compuestos por canales de trasvase, de conducción y de desagüe, además de los canales internos de distribución asociados a la vida cotidiana del lugar. Canales de Trasvase. Uno de los casos emblemáticos de sistemas hidráulicos de alta complejidad es el Canal de Trasvase Chicama-Moche, perteneciente a la cultura Chimú (Perú), construido en el 1200 a.c. Permitía transportar el

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agua desde el río Chicama hasta la cuenca del río Moche, cerca de la capital imperial de Chan Chan. Debido las dificultades geográficas presentes, el canal tenía un largo total de 84 kilómetros de longitud, pese a que la distancia en línea recta sólo alcanzaba los 42 km. Actualmente continúa en uso 17 kilómetros del canal (Ortloff, 1985). La extensión del canal, sólo se explica por el reconocimiento del territorio para poder mantener una pendiente constante para trasladar el agua en forma efectiva entre una cuenca hidrográfica y otra (Imagen 9). En una escala menor, en Chile encontramos el canal de trasvase prehispánico Vilasamanani-Socoroma (Osorio & Santoro, 1989) de unos 15 km de longitud, que permitía trasladar el agua desde la quebrada de Vilasamanani para dotar de agua a una franja de terrazas de cultivo de 200 a 300 km de ancho por varios kilómetros de largo por las abruptas laderas de la quebrada de Socoroma, triplicando de esta manera el caudal disponible y por lo tanto la superficie de cultivo. El canal, cuando entra en Socoroma, se va sudividiendo en forma escalonada, en al menos 4 canales de conducción (Imagen 10). En la construcción de los sistemas de riego, la tecnología prehispánica debe resolver los inconvenientes técnicos, como diques permeables, canales interceptores o saltillos (Imagen 11). Canales de Conducción. Son sistemas complejos que conducen aguas permanentes a las laderas y los valles. El nivel de complejidad tecnológica lo determina la longitud. En el mismo caso de Socoroma, hay 4 canales de conducción. Originalmente eran empedrados y requerían niveles de mantención permanente por parte de la comunidad, lo que configuraba una estructura social organizada que entendía como parte de su cultura la mantención en vigencia de la efectividad de los canales. En la actualidad, los canales

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empedrados cada vez son más escasos, ya que los planes de ayuda gubernamental, han reemplazado los revestimientos de los canales, por sistemas de hormigón prefabricados, que requieren la mínima mantención, lo que trae como consecuencia el mayor desapego por parte de la comunidad habitante, a la mantención y eficiencia en el uso del agua (Imágenes 12, 13, 14 y 15). Canales de Distribución. Los canales de distribución son los configuradores del territorio al interior de los espacios hidráulicos, son simples y se encargan de distribuir las aguas al interior de las parcelas. La sencillez en su construcción obliga a re-trazar constantemente su curso, lo cual además permite adaptabilidad al régimen de cultivos cambiante (Imagen 16). Conclusiones. Los sistemas de modelado del paisaje, vinculados a la obtención de la optimización del uso del agua que es posible apreciar en los sistemas hídricos del norte de Chile, cuyos niveles de desertificación van en constante aumento, permiten la comprensión del paisaje como un modelo cultural de gestión sostenible de los recursos. Por lo tanto la comprensión de sus dispositivos, técnicas de manejo y leyes sociales que permiten el uso de códigos de acción al interior de una comunidad, nos pueden llevar a la eficiencia en la gestión de los recursos actuales disponibles a diversas escalas, desde el interior de las viviendas, hasta en la ciudad y el territorio. Se valora un conjunto de conocimientos propios del lugar donde se generan, entendiéndolo como paisaje cultural, el cual debe ser estudiado para propuestas futuras de protección e intervención. La comprensión de que es el agua quien define y modela este tipo de paisajes, nos permite inferir sobre la importancia para la arquitectura y el urbanismo, de la comprensión de sus movimientos gravitacionales, determinantes del modelado de un territorio eficiente en la optimización del recurso (Imagen 17).

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Referencias. - Barceló, M., Kirchner, H., & Navarro, C., 1996. El

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- Ortloff, C., 1985. Ingeniería Hidráulica Chimú. In H. Lechtman. (Ed.), Tecnología del Mundo Andino (2ª ed., pp. 91-134). México: Universidad Nacional Autónoma de México. 2_Ver definición en “La Construcción de la Habitabilidad y el Paisaje en los oasis del Desierto de Atacama.” ChandiaJaure, Cuchí, 2011. 3_ Una de las más antiguas culturas de Los Andes, se habría iniciado en 1500 a.c, colapsando entre 1100 y 1200 a.c. Habría abarcado el territorio de Los Andes Centrales, compuesto por Perú, parte de Chile y Bolivia. Su principal núcleo administrativo y ceremonial, Tiwanaku, se localiza a 20 km al sureste del lago Titicaca, en el altiplano Boliviano. 4_ La antropóloga Milka Castro ha realizado diversos estudios sobre los sistemas de riego asociados a la cultura, en la eco región andina. (Castro, 1992). 5_ El arqueólogo Calógero Santoro ha investigado los sistemas de irrigación y fertilización prehispánicos en el Desierto, en el proyecto Fondecyt 197597. (Santoro et al., 1998).

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La rehabilitación arquitectónica y su posible rol en la preservación del patrimonio anónimo. Dra. Claudia Torres Arquitecta, Universidad de Valparaíso Académica Departamento de Arquitectura, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile [email protected]

1. Introducción El tema que se presenta plantea la necesidad e importancia de evaluar la proyección de las actuaciones de rehabilitación arquitectónica como parte de una política pública de recuperación de barrios históricos en nuestro medio nacional, en el entendido que se han desarrollado iniciativas aisladas, con algunos resultados no exentos de cuestionamientos. Al tener como referente algunos planes de rehabilitación arquitectónica desarrollados en los centros históricos de Europa y la diversidad de ellos según las condiciones de cada localidad, se plantea la arquitectura anónima y especialmente la vivienda, como objeto de estudio, ya que se ha demostrado que mediante su recuperación, conservación y mantenimiento, se puede asegurar la permanencia del tejido urbano y la vitalidad de los barrios tradicionales, de modo que se preserve el paisaje cultural en cuanto patrimonio tangible e intangible.

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Por otra parte, se presentan las características de las actuaciones de rehabilitación factibles, según el modelo de habitabilidad de la arquitectura residencial existente en nuestra realidad local, con referencia a algunos proyectos realizados principalmente en Valparaíso. 2. Valores de la arquitectura “anónima”. Los centros urbanos de las ciudades y poblados tradicionales están conformados por algunos monumentos y mayoritariamente por arquitectura residencial concebida bajo el anonimato de profesionales o “maestros” constructores. Pocas veces se conoce la autoría de las obras, con suerte el año o época de construcción y con dificultad se suele encontrar alguna planimetría original de la obra. No obstante, los tejidos urbanos quedan configurados por estas construcciones y la relación entre ellas, otorgando el valor histórico al paisaje patrimonial y albergando modos de vida acordes al desarrollo sociocultural de cada época. Las obras monumentales catalogadas según decreto Ley como 1 “Monumentos Nacionales” se conservan gracias a la inversión directa de gobiernos e instituciones privadas que velan por su salvaguarda, mediante emblemáticos proyectos de restauración. Ejemplo de ello, en nuestro país, son los proyectos del programa de “Puesta en Valor del Patrimonio” llevado a cabo por el MOP, con financiamiento del BID desde el año 2008. Por otra parte, la arquitectura residencial “anónima”, desarrollada como parte de los conjuntos urbanos o rurales que cuentan con declaratoria de Zona Típica, es nominada como “Inmuebles de Valor Ambiental” en los respectivos “Instructivo de Zona Típica” como por ejemplo en el siguiente de Valparaíso: “Inmueble cuya volumetría y tratamiento de fachada reúne elementos de interés y constituye un aporte ambiental por sus atributos, pero

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no se destaca por sí solo en el conjunto. Puede corresponder a una tipología arquitectónica menos elaborada, compleja o distinta de los inmuebles mas destacados y representativos del área pero constituye un elemento que apoya o refuerza al conjunto, permite una notable articulación con el entorno y contribuye a conformar un determinado ambiente urbano” (Torres, 2006). En estos casos, la normativa permite que estos inmuebles puedan ser intervenidos o modificados siempre que mantengan su calificación o bien, contribuyan a aumentar el “valor ambiental” de la zona. Cuando no existe un instructivo específico, estas edificaciones quedan reguladas únicamente por Planes Reguladores con Planes Seccionales, si es que los hay, o en su defecto, de manera general por la Ordenanza. En general estos instrumentos regulan los usos posibles y las condiciones volumétricas o estéticas que afecten las condiciones urbanas de su entorno, sin especificar o restringir el tipo de intervención a realizar, quedando a criterio de los propietarios o profesionales el tipo y alcance de la intervención.

3. La rehabilitación arquitectónica en la recuperación del paisaje patrimonial. “Esta aguda conciencia de la tradición es un fenómeno moderno que refleja un anhelo de costumbres y de rutinas en un mundo caracterizado por un cambio y una innovación constante” (Rybczynski, 1992). Bajo un cierto prisma, se podría postular que el sentido natural de regeneración urbana, debiese implicar la demolición de las construcciones que han superado su vida útil o que se encuentran obsoletas en sus modelos funcionales y de habitabilidad, insertando en su lugar, nuevos modelos de arquitectura, más acorde a los actuales requerimientos de uso.

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Sin embargo, nuestra cultura occidental desde algunas pocas décadas se ha comenzado a ocupar en preservar esta “arquitectura anónima” -que comprende obras de menor valor artístico que aquellas consideradas monumento- logrando su permanencia, no sólo por ser parte de un determinado paisaje patrimonial y conformadora de los tejidos urbanos en zonas históricas, sino que también, por el significativo valor social que los diversos modos de habitabilidad le han otorgado o bien, las funciones que en ella se han desempeñado y que representan parte del desarrollo histórico-cultural de las diferentes localidades. Sin dejar de lado estas características, se debe mencionar el relevante rol que han tenido y continúan teniendo las intervenciones de rehabilitación a nivel urbano, en la recuperación de centros históricos europeos con altos índices de degradación urbana y social, revirtiendo condiciones que en la actualidad, son comunes a algunas de nuestras áreas históricas, como se indica en el siguiente párrafo: “ …la pérdida de peso económico y la marcha de las clases de mayor renta a otras zonas de la ciudad, hace que estos barrios se vean pronto afectados por los problemas derivados de la falta de renovación del tejido urbano, deterioro de la vivienda, asentamiento de actividades marginales y precarias” (Abellá, 1996). De la experiencia de países europeos, podemos aprender y comprender la importancia y necesidad de generar este tipo de actuaciones a partir de, o vinculadas a, el diseño de Planes 2 que respondan a una política de planificación regulada, con estrategias y modelos de gestión viables y sustentables económicamente y no queden únicamente esperando las sucesivas iniciativas de inversión privada o bien, intervenciones parciales en base a subvenciones públicas enfocadas en mejorar la imagen urbana de estas zonas (ej. pintura de fachadas) para lograr la recuperación de un barrio, ya que ello no depende únicamente de la capacidad de influencia

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de obras arquitectónicas aisladas, sino de muchos factores asociados que muchas veces escapan al ámbito y disciplina de la arquitectura. En general, las estrategias para la recuperación de la arquitectura residencial mediante proyectos de rehabilitación, desarrolladas en planes de ciudades europeas, se pueden resumir en los tres tipos siguientes:

a) Por una parte, “integrar” las actuaciones de rehabilitación di rectamente en los instrumentos de planificación y regulación. De finiéndose el objetivo buscado con este tipo de actuaciones, regu lando el alcance de las rehabilitaciones y designando los inmue bles factibles de ser rehabilitados.



b) Por otra, plantear las actuaciones de rehabilitación como “consecuencia” de un determinado plan de mejoras o reforma urbana y de programas de gestión patrimonial. En este sentido se ve como parte de un objetivo final que puede llegar a no cumplirse (un ejemplo de ello es la actual rehabilitación del ascensor San Agustín en el C° Cordillera de Valparaíso).



c) Planificar intervenciones públicas aisladas a modo de ejemplo, como actuaciones “gatilladoras” de futuras rehabilitaciones bajo inversión privada. Se interviene demostrando la viabilidad de re cuperación de determinados inmuebles.

No obstante, si se entiende la rehabilitación arquitectónica como parte de una política pública de recuperación urbana de centros históricos, se presenta como la posibilidad de recuperar edificaciones y zonas con altos índices de degradación arquitectónica y social, manteniendo los valores históricos de aquellos lugares significativos.

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4. Características de las actuaciones de rehabilitación. La posibilidad de rehabilitar las obras de arquitectura que conforman los centros históricos, Zonas de Conservación o Zonas Típicas en nuestro país, permite validar y recuperar las edificaciones existentes, asignándoles un nuevo rol urbano y social, mediante la conservación y vigencia de su tipología arquitectónica. Es así como, en la búsqueda de preservar estas condiciones de valoración arquitectónica y bajo las posibilidades que determinan las regulaciones de los “Instructivos de Zona Típica” en nuestro país 3(sin regularlas, delimitarlas, ni clasificarlas directamente), se desarrollan las actuaciones de rehabilitación entendidas como concepto de intervención arquitectónica, bajo la siguiente definición: “Rehabilitación de un inmueble: recuperación o puesta en valor de una construcción, mediante obras y modificaciones que, sin desvirtuar sus condiciones originales, mejoran sus cualidades funcionales, estéticas, estructurales, de habitabilidad, de confort” (OGUC, 2011). El concepto desarrollado es lo suficientemente abierto como para incluir en él actuaciones de redistribución espacial, de consolidación y reparación, de reestructuración, de acondicionamiento y actualización de instalaciones y equipamientos o de restauración de elementos singulares. Sin embargo, el tipo de actuación de rehabilitación, que normalmente se lleva a cabo, está principalmente determinado por la configuración, tipología arquitectónica y a las condiciones de habitabilidad de origen del inmueble. Teniendo como referencia intervenciones de rehabilitación ejecutadas en centros históricos españoles 4, se puede plantear que las propuestas de rehabilitación principalmente se desarrollan buscando diferentes ob-

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jetivos según las posibilidades del inmueble que se recuperará. En general estas obras se fundamentan en:

• Operaciones de densificación, subdivisión de la planta o creación de entrepisos. • Aumento de volumen y superficie construida. • Cambio de uso. • Mejoras o cambios en las condiciones de habitabilidad. • Alteraciones o modificaciones en la funcionalidad de la obra. • Recuperación estructural y constructiva de la obra. • Habilitación y renovación de instalaciones. • Mejora en las condiciones de confort.

Según ello, se podrán proponer diferentes tipos de actuaciones de rehabilitación dependiendo del alcance y la envergadura de ellas. En general, este tipo de actuaciones se pueden clasificar de la siguiente manera 5:

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• Rehabilitaciones Integrales: son aquellas que suponen una intervención sobre la totalidad de elementos de una obra -estruc- turales, constructivos o distributivos- que lo requieran, producién dose o no una alteración significativa de los espacios originales y su volumetría, mejorando sus condiciones de habitabilidad o generando cambios de uso (Imagen 1).



• Rehabilitaciones Parciales: intervenciones que no operan sobre la totalidad de la obra, incluyéndose reparaciones, consolidacio nes o reconstrucción de los elementos comunes (Imagen 2).



• Rehabilitaciones interiores: son aquellas privativas de una vi- vienda o unidad particular, que permiten asumir las condiciones de espacio habitable, sin alterar los sistemas estructurales origi nales ( Imagen 3).

Según estudios realizados 6 en el año 2010 a los proyectos de intervención en edificaciones de la Zona Típica en Valparaíso, el 90% de las habilitaciones integran usos comerciales en los edificios, generalmente en su planta baja. Desde el año 2007 se incrementa esta modalidad propia del plan hacia las viviendas de los cerros. Existen 2 casos de habilitaciones totales para acoger los usos de hospedaje familiar en antiguas viviendas. 5. Los modelos de habitabilidad residencial. Al indicar que los tipos de actuación de rehabilitación quedan condicionados por la tipología arquitectónica, las condiciones estructurales-constructivas y de habitabilidad de origen del inmueble, se hace necesario, en el caso de las viviendas, poder comprender y determinar bajo qué lógica o modelo de habitabilidad fueron diseñadas y construidas. El desarrollo de esta arquitectura residencial “anónima” responde a diversos modos de habitabilidad que se pueden ordenar en los siguientes grupos, según la época histórica y el modelo de estructuración socio-cultural.

• Asociados a las condiciones del desarrollo productivo pre-in dustrial como la “casa artesana” característica en los centros de ciudades europeas o la “vivienda rural” en nuestro país, en las que conviven los espacios familiares y los espacios del trabajo (Imagen 4).



“Las transformaciones producidas en la casa artesana correspon den a los cambios en el modelo de estructuración social -el pro gresivo paso de la familia menestral amplia, a la familia nuclear- que las acompañan” (Busquet, 2003).

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• En un proceso paralelo, se desarrollan los “caserones o palace tes” que tienen un origen de desarrollo principalmente en parce larios urbanos y en ciertas localidades rurales un origen casi fundacional, como por ejemplo en la zona central de nuestro país. En este tipo de viviendas cada espacio está designado para cumplir una función específica y en general se genera una estra tificación de zonas según su vínculo social con el entorno, ya sea vertical por plantas (plantas bajas de recepción social y plantas altas de servicio doméstico o de guarda), u horizontal por patios (el primero de recepción y el último del servicio). En este tipo de viviendas habita normalmente una familia nuclear y personal de servicio (Imagen 5 y 6).



En los caserones, a diferencia de la casa, artesana se comienzan a crear espacios de intimidad y se buscan condiciones de “con fort” como bienestar doméstico (Rybczynski, 1992).



• Posteriormente, la vivienda como lugar de trabajo y residencia unifamiliar, se transforma en un concepto de la vivienda como un “bien de rentabilidad”. De este modo nace la “vivienda de renta” aquella de más de un piso, donde los propietarios comparten por niveles la edificación con inquilinos, evolucionando a la construc ción de un edificio de viviendas, todas de renta (Imagen 7).



• A partir de la época industrial se desarrolla la “vivienda bur guesa”. Estas viviendas son utilizadas por la burguesía industrial desde el s.XIX y principios del s.XX hasta nuestros tiempos. Res ponden a modos de habitabilidad asociados a la condición socio- cultural-económica de la familia, donde la vivienda, además de ser el lugar de convivencia familiar, representa una imagen de “status” ante la sociedad, más evidente en las ciudades contem poráneas (especialmente las latinoamericanas), donde el tama ño, la materialidad y el barrio pueden llegar a definir las caracte rísticas de las familias que las habitan (Imagen 8).

En este sentido, las viviendas que habitualmente encontramos en nuestros centros históricos, con o sin declaratoria de “Zonas de Conservación” o “Zonas Típicas”, construidas en su mayoría entre finales de s. XIX y principios de s.XX, corresponden a viviendas que se pueden clasificar dentro de alguna de estas tipologías. En los grandes centros urbanos principalmente encontraremos vivienda de tipo burguesa, de renta y algunos caserones. El origen de las viviendas determina en gran parte las posibilidades de rehabilitación de esta tipología arquitectónica, ya que presentan distintas condiciones espaciales, de dimensiones, distribución, iluminación, ventilación y accesibilidad; del mismo modo, las características de su estructura constructiva puede determinar las posibilidades de intervención o modificación de los espacios para una rehabilitación, especialmente cuando se trata de un cambio de uso. 6. Inversión en rehabilitación. Actualmente, las posibilidades de inversión en rehabilitación de la arquitectura anónima en las zonas históricas en nuestro país son muy escasas, más aún para el propietario que ha heredado una vivienda y que la considera como parte de un patrimonio familiar pero que no cuenta con los recursos adecuados para conservar dichas viviendas en condiciones de habitabilidad aceptables. El problema radica principalmente en que mayoritariamente, son viviendas de grandes superficies con altos costos de mantenimiento y como se ha mencionado anteriormente, en nuestros centros históricos normalmente sus habitantes cuentan con niveles de ingresos medios a bajos. En general, cuando se realizan estas intervenciones financiadas por un privado, se busca rentabilizar la inversión y con ello se generan proyectos que modifican el uso de la vivienda, transformándolas en programas comerciales, hoteleros, de oficinas o similares.

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En relación al apoyo de las instituciones públicas, hoy vemos que existen subvenciones por parte del Estado para quien compra una vivienda rehabilitada. En el caso de quien es propietario, sus posibilidades actualmente son postular a un fondo de reconstrucción 7 con co-financiamiento (pocos privados postulan con sus viviendas ya que se debe contar con la mitad del financiamiento del proyecto), o encontrarse (en el caso de Valparaíso) con su vivienda situada en alguna calle de valor urbano para formar parte de los programas de recuperación de fachadas financiadas por el municipio, sin embargo, la inversión en los interiores de las viviendas en general es nula. Consecuencia de ello es que finalmente los propietarios terminan vendiendo su patrimonio y trasladándose a otras zonas de la ciudad. 7. Conclusiones. Podemos ver cómo los procesos de recuperación de la arquitectura anónima, por medio de las rehabilitaciones como fenómeno, está ampliamente desarrollado en países europeos y hoy recién comienza a gestarse en nuestras ciudades, con las dificultades propias de un proceso germinal poco regulado y bajo un modelo que, buscando cierta rentabilidad, se opone muchas veces a los intereses ciudadanos o a la voluntad política. Es por ello que se debe estudiar en profundidad el fenómeno local y las vulnerabilidades sociales y arquitectónicas de estas viviendas y sus posibilidades de recuperación de manera sostenible en el tiempo. Con este objetivo se desarrolla en la actualidad una investigación que busca la elaboración de una metodología integral para la evaluación de adaptabilidad arquitectónica en viviendas de zonas típicas urbanas, frente a nuevos requerimientos de uso. Referencias. - Abella, M., 1996. “Ciutat

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La rehabilitación de viviendas a partir de los Planes Especiales de Reforma Interior (PERIs), en el centro histórico de Barcelona. 1990-2004. Estudio arquitectónico, constructivo-estructural de las propuestas de intervención, en los barrios de La Barceloneta y el Raval”. Barcelona, - Torres, C., 2012. Tesis doctoral: “

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- Valdivia, S., 2012. “Patrimonio arquitectónico y paisaje cultural”. Ponencia en IV Congreso Chileno de Conservación y Restauración. Santiago, Chile. - Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones. 2011, Chile. - Octubre, 2012. http://www.smass.cl - Octubre, 2012 http://www.elmartutino.cl/noticia/sociedad/vecinos-del-cerro-cordillerapodrian-volver-pintar-sus-fachadas - Octubre, 2012 http://geografiachileudla.wordpress.com/category/uncategorized/page/3/ 1_En Chile, según nomina de CMN existen declarados 1313 Monumentos Nacionales en lista, a la fecha de Junio de 2012. En ella se incluyen ZT, Monumentos desafectados y Santuarios de la Naturaleza, por lo tanto, Monumentos Históricos arquitectónicos son menos de esa cantidad. 2_En el caso de Valparaíso a casi 10 años de su declaratoria como Patrimonio de la Humanidad ante UNESCO (2003), recién se termina la Fase 2 del Plan Director de Gestión Patrimonial (PDGP) de Valparaíso, en Septiembre de este año 2012, faltando aún una Fase 3 de operación y puesta en marcha del Plan. 3_En estudios realizados a los instrumentos reguladores en Barcelona, nos encontramos con la Ordenanza Metropolitana de Rehabilitación que se encuentra vigente desde 1985 (con posteriores modificaciones), en la que se vincula directamente las intervenciones con los niveles mínimos de habitabilidad. Además, se clasifican los tipos de rehabilitación y en casos, se hace referencia a los costos que hacen rentable la inversión. 4_Investigación realizada para Tesis Doctoral de la autora: “La rehabilitación de viviendas a partir de los Planes Especiales de Reforma Interior (PERIs), en el centro histórico de Barcelona. 1990-2004. Estudio arquitectónico, constructivo-estructural de las propuestas de intervención, en los barrios de La Barceloneta y el Raval”. 5_Los planes e instrumentos reguladores estudiados presentan diversas clasificaciones y terminologías, por ello se propone esta clasificación general que aúna y ordena las distintas visiones. 6_ Estudio realizado por la arquitecta Soledad Valdivia para cursos de doctorado. 7_ Fondos asignados para reparaciones y reconstrucción de inmuebles considerados patrimonio por sus dueños y con cierta antigüedad, después del terremoto de 2010.

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Patrimonio Inmaterial y Turismo Cultural Sustentable. Sección Patrimonio Cultural, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Cristina Gálvez G. Licenciada en Historia, Potificia Universidad Catóica de Chile Sección Patrimonio, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Región de La Araucanía [email protected] Augusto González J. Licenciado en Sociología, Pontificia Universidad Católica de Chile Sección Patrimonio, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Región de La Araucanía [email protected]

Resumen. La vinculación entre patrimonio y turismo, es una relación que ha venido consolidándose en el último tiempo: la cifra de visitas, las expectativas creadas en algunas comunidades y la propia acción de la política pública, nos habla de un fenómeno que requiere de una mirada más atenta toda vez que se trata de dos ámbitos de importancia para el desarrollo. El presente artículo busca reflexionar en torno a la vinculación existente entre los conceptos antes mencionados, guiados por la siguiente pregunta ¿qué impacto tiene el turismo cultural sobre el patrimonio? Para dar cuenta de esta interrogante, proponemos una somera revisión de los conceptos, mirados desde los prismas del turismo y el patrimonio; luego ofrecemos una hipótesis de trabajo, la que plantea ciertas condiciones para el desarrollo de esta actividad. Finalmente compartimos algunas de las acciones que, como or-

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Introducción. Iniciamos esta discusión proponiendo algunas definiciones. Según la OMT 1 (Organización Mundial del Turismo), “Turismo comprende las actividades que realizan las personas durante sus viajes y estancias en lugares distintos al de su entorno habitual, por un período de tiempo consecutivo inferior a un año, con fines de ocio, por negocios y otros motivos”.

Definición de turismo cultural según la UNESCO 2 : “Corresponde a una dimensión cultural en los procesos socioeconómicos, para lograr un desarrollo duradero de los pueblos. Como un modelo humano integral y sostenible. Es considerada una actividad que no sólo contribuye al desarrollo económico, sino a la integración social y al acercamiento entre los pueblos. Siendo el turismo cultural una modalidad en la que convergen políticas culturales y turísticas, portador de valores y respeto por los recursos, tanto culturales como naturales”. De este modo, el turismo cultural abarca las actividades y experiencias culturales que atraen y fomentan el turismo como una forma significativa de sumergirse y disfrutar del estilo de vida de los habitantes del lugar, así como del entorno local y de los aspectos que determinan su identidad y carácter (OMT, 2002)3. Congruentemente, para ICOMOS (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios) el turismo cultural abarca “los desplazamientos de personas por motivos esencialmente culturales como los viajes de estudio, tours culturales o artísticos, por festivales y otros eventos culturales, visitas a lugares y monumentos, viajes para estudiar la naturaleza, el folklore o el arte, y las peregrinaciones” 4. Estas definiciones, si bien contribuyen a resaltar la cultura como foco central del turismo, a veces desconocen la dimensión económica compleja que subyace en esta actividad, en términos de oferta y demanda de bienes y servicios culturales y patrimoniales, así como la rentabilización económica y el impacto que puede generar en el ámbito productivo local.

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Desde el turismo. El turismo, tanto interno como externo, ha sido y seguirá siendo uno de los medios más importantes para el intercambio cultural, a la par que se consolida como una actividad económica de importancia. Los antecedentes institucionales y las cifras, muestran su enorme crecimiento a nivel mundial, incluido nuestro país: según cifras de Sernatur, el año 2011, del total de turistas (3 millones 700 mil extranjeros) un 40% de los que visitaron Chile, lo hicieron principalmente por razones culturales y patrimoniales 5. Frente a esto se hace necesario ahondar en las políticas públicas en relación al patrimonio y la cultura, así como en la investigación sobre los territorios en donde se desarrolla y promueve el turismo con énfasis en estas características. El turismo permite utilizar en términos económicos algunos ámbitos del patrimonio, actividad que, realizada de buena forma, permite la conservación y sustentabilidad en el tiempo. Mediante la base turística, por ejemplo, se pueden generar fondos para restauración de patrimonio mueble y consecuentemente conseguir mecanismos para educar a la comunidad sobre su interpretación y valoración. El turismo es un fenómeno complejo, que cuando genera buenos resultados en el ámbito cultural y patrimonial, se convierte en el epítome de la gestión cultural. Por otro lado, los viajeros son más más selectivos e informados y prefieren destinos socialmente responsables, con la comunidad, el ambiente y el territorio. Tanto así, que es un factor a tomar en cuenta la elección de destinos sustentables, según Travel Trend Report (2012) ABTA (the travel Association) 6 el 33% de los turistas (mujeres preferentemente) pagarían más si saben que su viaje tendrá un menor impacto ambiental. Otro dato de ABTA, es que los destinos de playa son los más buscados, pero cada vez se persigue la autenticidad y lo identitario de cada lugar. El patrimonio cultural y natural, el paisaje, las culturas vivas y la diversidad, son los atractivos del turismo.

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El nicho de viajeros frecuentes ha madurado y la oferta ha girado hacia la especialización. Los tipos de turismo más selectivos son llamados de “intereses especiales”, en el caso cultural, se trata de ofrecer en el valor agregado lo simbólico, es decir, los mismos servicios pero añadir otros propios del carácter de su gente y el lugar (Soto, 2010) 7. Los productos turísticos con apoyo de la comunidad local y la experiencia del turista en el intercambio cultural, marca la diferencia del turismo de masas. Desde la teoría El patrimonio cultural como atractivo turístico es un campo muy sensible frente a un consumo desordenado, masivo y sin resguardo, sobre todo en el caso de su dimensión inmaterial, donde pueden haber transformaciones, homogeneizaciones culturales e incluso llegar a perder tradiciones e identidades locales. El patrimonio cultural y natural, tiene un carácter universal, lo que a la vez, genera derecho y responsabilidad sobre él, se debe comprender, valorar, y conservar en sus valores universales. Hablar de patrimonio nos remite a una discusión amplia, y más amplia aún, cuando incorporamos el concepto de patrimonio para uso turístico. El patrimonio cultural abarca sitios históricos, emplazamientos y entornos construidos, tradiciones pasadas y presentes, biodiversidad, conocimientos y experiencias que son parte de procesos de evolución histórica, de identidades y territorios, a escalas nacionales, regionales y locales. Punto importante de este patrimonio, es su dinamismo, que siempre está en constante intercambio. La memoria y el patrimonio de cada localidad o región son únicos, y son también, una base que puede ser susceptible de usar para su desarrollo, tanto económico como social. Se deben aunar las acciones para que el patrimonio pueda mantenerse en el tiempo. Para lograr este objetivo, se requiere comunicar su significado y la necesidad de conservación, tanto a la comunidad como a los visitantes.

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“La riqueza de la memoria única y excepcional, la comercialización de un relato, el patrimonio cultural inmaterial, que a veces se preserva como “incubadora histórica” y se utiliza en el turismo (...) es ponerla en situación de riesgo, porque su fragilidad radica en que se sostiene justamente, en las personas que la portan. Por esto mismo, es un tipo de desafío de investigación y desarrollo que requiere de una mirada más ética que política y académica, antes de comercial” (Soto, 2010). El entorno cultural y ecológico de las comunidades y ciudades, mal gestionadas, puede degradar la convivencia y también el disfrute del visitante. Uno de los objetivos de la carta de turismo cultural de ICOMOS especifica lineamientos de acción frente a estas dificultades, principalmente manifiesta “animar a las partes interesadas para formular planes y políticas concretas de desarrollo, objetivos mensurables y estrategias para la presentación e interpretación de los sitios con patrimonio y sus actividades culturales para su defensa y conservación.” Y señalando también en su principio número uno, que el “Patrimonio es un recurso material y espiritual y ofrece una perspectiva de desarrollo histórico, desempeña un papel importante en la vida moderna y el público en general debería tener acceso tanto físico como intelectual y/o emotivo a este patrimonio. Los programas para la protección y conservación del patrimonio natural y cultural en sus características físicas, en sus valores intangibles, expresiones culturales contemporáneas y sus variados contextos, deberían facilitar a la comunidad anfitriona y al visitante, de un modo equilibrado y agradable, la comprensión y el aprecio de los significados de este patrimonio” (ICOMOS, 1999).8 Desde el patrimonio. La emergencia del concepto Patrimonio Cultural Inmaterial es relativamente reciente, viniendo a complementar la reflexión que en materia de patrimonio se ha realizado a nivel mundial. En efecto, la Convención para la Salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO del año

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2003, ratificada por Chile el 2009, nos ofrece la siguiente definición: “Se entiende por “patrimonio cultural inmaterial”, los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas- junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que le son inherentes- que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana” 9. A su vez, distingue los siguientes ámbitos:

a)Tradiciones y expresiones orales, incluyendo el idioma como vehículo del patrimonio cultural inmaterial; b)Artes del espectáculo; c)Usos sociales, rituales y festivos; d)Conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el uni- verso; e)Técnicas artesanales tradicionales.

En relación a la salvaguardia, el artículo 13 dice que cada Estado hará lo posible para, “adoptar una política general encaminada a realzar la función del patrimonio cultural en la sociedad y a integrar su salvaguardia en programas de planificación.” También a “garantizar el acceso al patrimonio cultural inmaterial, respetando al mismo tiempo los usos consuetudinarios por los que se rige en el acceso a determinados aspectos de dicho patrimonio” y el artículo 14, hace mención a la educación y fortalecimiento de capacidades “promover la educación sobre la protección de espacios naturales y lugares importantes para la memoria colectiva, cuya existencia es indispensable para que el patrimonio cultural inmaterial pueda expresarse.”10

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De este modo, se establecen tanto las definiciones para poder entender este concepto, como las medidas de salvaguardia que debiesen aplicar los estados parte de esta convención. Como se pude apreciar, estas medidas se encuentran vinculadas con el ejercicio de la actividad de turismo cultural realizado de buena manera o, dicho de otro modo, las buenas prácticas en esta materia pasan, entre otras cosas, por dar cuenta de estas directrices emanadas de la convención de la UNESCO. Política Cultural. El Estado de Chile, junto con ratificar la convención del 2003 sobre el PCI, ha elaborado su propia política cultural 2011-2016 11, que incluye como un eje estratégico el patrimonio en general y el turismo cultural en particular. En efecto, en su pilar de patrimonio y el objetivo número 14, explicita “Fomentar el turismo cultural respetando la diversidad y la conservación del patrimonio cultural de la nación.” Y en el 14.2, “Se promueve la articulación institucional pública entre los actores comprometidos para abordar el desarrollo del sector” entregando lineamientos de trabajo en varias aristas, enfocados hacia el reforzamiento de relevantes aspectos de la cultura y patrimonio. Esto implica, a modo de ejemplo, que la política de turismo cultural, en su esencia, busca que el patrimonio cultural sea una herramienta que se vincule con el desarrollo socioeconómico regional, fomentando la investigación turística cultural y los focos de desarrollo local, relevando identidades y particularidades con fines turísticos, pero también con una correcta fiscalización, participación de la sociedad civil, y considerando siempre la cuidadosa relación que debe haber entre patrimonio cultural y el uso turístico. Por estas razones, la sección de Patrimonio del CNCA impulsa el programa de turismo cultural, teniendo en cuenta el reconocimiento de

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la diversidad de expresiones, como condición esencial para el desarrollo sustentable en beneficio de las generaciones actuales y futuras. Hipótesis A la luz de las definiciones presentadas, la convención de la UNESCO sobre el PCI 12, de la política cultural y de la reflexión producto del tiempo que llevamos trabajando en esta materia, proponemos la siguiente hipótesis de trabajo: “El turismo cultural es una actividad que, bien gestionada, puede convertirse en una herramienta de sustentabilidad y salvaguardia del patrimonio cultural, toda vez que permite ponerlo en valor, dinamizar las economías locales y fomentar la participación y control de la comunidad sobre su patrimonio”. ¿Qué significa “bien gestionado”? Para que el turismo cultural, pueda ser una herramienta de sustentabilidad y salvaguardia del patrimonio cultural, debe cumplir con algunos requisitos, que detallamos a continuación:

• Que exista un buen nivel de reconocimiento por parte de la



• Que exista un soporte de conocimiento (academia) que permi



• Que la cadena de valor de la actividad turística cultural, bene



• Que la política pública mediante acciones de articulación de los



• Que exista un equilibrio entre la oferta y la demanda turística.

comunidad de su propio patrimonio.

ta reconocer y valorar el patrimonio en diversos territorios.

ficie a todos los actores que forman parte de ella de manera más o menos equitativa. servicios público, permita un real apoyo.

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• Que los agentes involucrados tengan conciencia y trabajen en



• Que la actividad en general cuente con la aceptación de la co

pos de medidas de resguardo, salvaguardia y protección del patri monio cultural. munidad portadora del patrimonio que la sustenta.

Las acciones En función de la hipótesis planteada y de los requisitos identificados como necesarios para que la actividad del turismo cultural sea un aporte a la salvaguardia del patrimonio cultural, a continuación ofrecemos un panorama de lo que, como servicio estamos realizando. Los objetivos son: impulsar un desarrollo turístico sustentable; fomentar la incorporación de nuevos destinos turísticos a la oferta de nuestro país, tanto a nivel nacional como internacional; incorporar expresiones tradicionales representativas de la identidad local y nacional; proponer criterios y metodologías de sustentabilidad e instalar en las regiones la capacidad de gestión turística de sus destinos. Las principales acciones giran en torno a tres ejes: reconocimiento de los recursos culturales (calendario de festividades culturales), capacitación de los recursos humanos (Guía metodológica en proyectos y productos de turismo cultural) y fortalecimiento institucional, lo que se traduce -por ejemplo- en la elaboración de un calendario de turismo cultural para Chile, en conjunto con la Subsecretaría de Turismo y Sernatur; potenciar la asociatividad institucional y generar puentes entre el mundo público y privado. Las siguientes estrategias operativizan el plan antes mencionado: formación de mesas regionales de turismo cultural, planes regionales de tu

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rismo cultural, elaboración de guía metodológica de productos y proyectos de turismo cultural sustentable, elaboración de guía de buenas prácticas de gestión turística hacia pueblos originarios, catastros de los atractivos culturales por región, capacitaciones, seminarios y talleres, de nivel nacional y regional y fondart en turismo cultural. Mesas regionales/alianzas. Tal como se establece en la estrategia nacional, parte importante del trabajo de nuestro servicio se concentra en la labor que realizan las mesas regionales de turismo regional. Estos son algunos ejemplos de lo que estas mesas han realizado, ordenadas por los ámbitos reconocidos como claves para el cumplimiento de los objetivos de cada mesa. 1.- Alianzas: Región de Arica y Parinacota: convenio regional con sernatur, impresión de calendarios regionales, trabajo conjunto con Inacap y Municipalidad de Arica, puesta en marcha de “Recorridos patrimoniales por la ciudad de Arica” con una guía de recorridos, y elaboración de 13 placas que identifican los sectores, con fondos municipales. 2.- Ejemplo de trabajo con Sernatur: Región Metropolitana, la alianza entre ambos servicios de nivel regional, permitió la realización de una capacitación “diseño y gestión de productos turísticos culturales para artesanos de la región metropolitana.” Con el fin de que los artesanos difundan sus oficios dentro de los circuitos turísticos de la región. 3.- Trabajo con la comunidad: enn la Región de Aysén, Encuentro patrimonio, comunidad y turismo: miembros de las comunidades de Villa Cerro Castillo (20), Cerro Galera (5), Lago Verde (5) y Villa Amengual (5), usuarios de Indap Turismo Rural, miembros AG de turismo, para promover el intercambio de experiencias comunitarias de valoración, reconocimiento, disfrute y desarrollo del Patrimonio local, a través de metodologías par

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ticipativas. Instalar la temática de diseño de productos turísticos asociados al patrimonio. En la Región del Biobío, en base al convenio con la Fundación Sendero de Chile. Se desarrolló la iniciativa “Lota Patrimonial, turismo cultural sustentable” impulsada por la Fundación, apoyada por fondart y recursos de la dirección regional. Seb usca que la población reconozca y proteja el territorio, a través de un recorrido con historias de la gente del lugar y el paso por 10 edificios declarados Monumento Nacional. 4.- Vínculo con la Academia: Convenio con el Instituto del Patrimonio Turístico, a través de la Red iberoamericana de Patrimonio y turismo. El instituto es parte de la Universidad Central, iniciativa cofinanciada por innova Chile de Corfo, destinada al apoyo y fomento de la formación, investigación e innovación en materias vinculadas a la conservación, gestión y valorización del patrimonio, para su uso responsable en la industria turística. 5.- Asociación con privados: Región de la Araucanía, el desarrollo de la mesa el 2011 tuvo como producto final, le edición de un calendario de turismo cultural. Frente a la iniciativa que tuvo buena acogida por la sociedad civil y el mundo empresarial, dio como resultado, que este año 2012 se repitiera la actividad, que será financiada por HOTELGA. Conclusiones. Podemos decir que el turismo cultural es una actividad que se encuentra en una fase de crecimiento, aumentando el número de personas que lo realizan. Se asume que esta actividad, como toda intervención, tiene efectos sobre patrimonio cultural de la comunidad receptora. Los efectos que éste puede provocar en el acervo cultural de la comunidad deben ser previstos por los que se dedican al turismo cultural. Existe una manera correcta de hacer turismo cultural, la que debe cumplir con ciertos requisitos: protagonismo de la comunidad, apoyo de la academia, soporte de los servicios públicos y ejecución de acciones de salvaguardia.

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Referencias. 1_ Organización Mundial del Turismo, 2001.pub.unwto.org/WebRoot/Store/Shops/Infoshop/.../1128/9284402697.pdf 2_ UNESCO, ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA EDUCACIÓN, LA CIENCIA Y LA CULTURA. http://portal.unesco.org/culture/es/ev.phpURL_ID=36700&URL_DO=DO_ TOPIC&URL_SECTION=201.html 3_ Organización Mundial del Turismo, “Turismo: Panorama 2020, Volumen 7”, Año 2002. 4_ ICOMOS, CARTA INTERNACIONAL SOBRE TURISMO CULTURAL. La Gestión del Turismo en los sitios con Patrimonio Significativo (1999) Adoptada por ICOMOS en la 12ª Asamblea General en México, octubre de 1999. 5_ Diario La Tercera, 3 de octubre, 2012 pág 10. 6_ ABTA, The Travel Association, Report, 2012. Disponible en: http://www.abta.com/resource-zone/publications 7_ Soto Labbe, Paulina, “Relevamientos Culturales para el Turismo: Las “arrugas de los lugares y sus relevamientos comerciales, en: CULTURA Y TURISMO, Factores del Desarrollo Económico y Social. Secretaria de Cultura, Presidencia de la Nación, Argentina.2009. Disponible en: http://issuu.com/secretariadecultura/docs/cultura_y_turismo 8_ ICOMOS, CARTA INTERNACIONAL SOBRE TURISMO CULTURAL. La Gestión del Turismo en los sitios con Patrimonio Significativo (1999) Adoptada por ICOMOS en la 12ª Asamblea General en México, octubre de 1999. 9_ UNESCO, CONVENCION PARA LA SALVAGUARDA DEL PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL. Paris, 17 de octubre de 2003. Disponible en: unesdoc.unesco.org/ images/0013/001325/132540s.pdf‎ 10_ Ibíd. 11_ CNCA, Política Cultural 2011-2016. Disponible en: http://www.cultura.gob.cl/institucion/politica-cultural-2011-2016/ 12_ UNESCO, CONVENCION PARA LA SALVAGUARDA DEL PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL. Paris, 17 de octubre de 2003. Disponible en: unesdoc.unesco.org/ images/0013/001325/132540s.pdf

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Las dinámicas territoriales naturales como articuladores del espacio e imagen urbana, Coyhaique y Cochrane, XI región de Aysén. Mg. Sergio Araneda Arquitecto, Universidad Finis Terrae Académico, Universidad Finis Terrae, Santiago,Chile [email protected] Magdalena Sierra Arquitecta, Universidad Finis Terrae Directora de Escuela de Arquitectura Universidad Finis Terrae Santiago,Chile [email protected]

Resumen. La región de Aysén está sufriendo importantes transformaciones territoriales. El desarrollo de economías relacionadas al turismo aparecen como motores que empujan al desarrollo, mostrando al país y al mundo como una región donde el capital son los recursos paisajísticos naturales. Con el 50% de la superficie declarada área protegida, algunos núcleos urbanos aparecen como nuevos focos de interés. Coyhaique y Cochrane son ejemplos de esta dinámica. Ambas tramas están emplazadas en entornos naturales protegidos, y hoy enfrentan grandes presiones demográficas permanentes y estacionarias. Este artículo pretende responder a preguntas sobre la medida en que el contexto geográfico de Aysén predetermina el emplazamiento de su medio urbano, si las tramas constituyen un valor compatible con el lugar y cómo debe ser una ciudad cuando está emplazada en un territorio natural y medio ambiental tan significativo, donde esa naturaleza y sus valores territoriales se proponen como base de un futuro desarrollo.territoriales se proponen como base de un futuro desarrollo?

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Las dinámicas territoriales naturales como articuladores del espacio a imagen urbana. Estudio de caso en las ciudades de Coyhaique y Cochrane, XI región de Aysén. Chile es un país de grandes contrastes en relación a sus paisajes naturales. Sobre esta base, es posible establecer que Chile posee un gran capital de base para la generación de recursos territoriales excepcionales. Capital que no es otra cosa que nuestras propias particularidades geográficas; mar, cordillera, desierto, bosques, archipiélagos, valles, quebradas, ríos y lagos, que forman y constituyen un variado escenario que predetermina formas diversas de ocupación y acaso idealmente también, distintas formas de urbanidad y habitabilidad. Sin embargo, al menos dos aspectos atentan contra la potencial consolidación de estas diferencias, que representan precisamente los soportes esenciales de la identidad local y de la diversidad nacional. Primero, la metropolización como idea de ciudad 1 y segundo, la carencia de instrumentos de planificación sensibles y flexibles a las formas de ocupación no tradicionales (Cooper, 2007). Es necesario re-dirigir la mirada urbana hacia una arquitectónico - geográfica comprensiva, base de una identidad regional específica y de una identidad nacional diversa. Quizá se requiera, como primer paso, integrar la planificación urbana con el territorio geográfico donde se despliega. La región de Aysén, está sufriendo importantes cambios a su realidad territorial, social, económica y ambiental. Las economías de intereses específicos relacionados al turismo, aparecen hoy como potentes motores que empujan al desarrollo de la región. Ésta se muestra al país y al mundo

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como una zona cuyo gran capital son los recursos paisajísticos con que cuenta, donde casi el 50% de la superficie regional ha sido declarada como “áreas silvestres protegidas” y “zonas prioritarias de interés paisajístico” por el Plan de Ordenamiento Territorial. Estas líneas de ordenamiento se suman a las estrategias y planes de desarrollo regional que establecen un diagnóstico cifrado en una oferta de recursos territoriales y medioambientales relevantes a nivel mundial, como parte del jardín global que es la Patagonia (Sprechmann, Capandeguy , 2005). Es dentro de esta dinámica donde surgen algunas preguntas que podrían abrir lineamientos de investigación: ¿En que medida el contexto geográfico de Aysén predetermina los resultados de la ocupación del hombre, su construcción social y cultural asociada a los núcleos urbanos y emplazamientos que se han manifestado en el territorio? ¿Constituyen éstos un valor agregado compatible con las propiedades del lugar, o son apenas unas estructuras superpuestas sobre el soporte natural? La escala de lo urbano en esta región nos permite soñar en un nuevo modelo de ciudad ligado a la naturaleza que mejore las condiciones de habitabilidad. Las proyecciones de crecimiento poblacional y las estrategias de desarrollo del propio territorio, en un lugar donde el desarrollo se asocia directamente a la conservación del estado natural del paisaje, nos presenta un escenario donde lo urbano se debe acoplar a ese modelo. Esto, dando espacio a las dinámicas territoriales y geográficas dentro de las tramas y morfologías urbanas, haciéndolas parte integrante del espacio urbano, generando y construyendo una imagen urbana acorde a esta condición de emplazamiento e iniciando un proceso que recoja la visión territorial que entiende el paisaje como patrimonio. La presente mirada urbano-geográfica pretende explorar estrategias de reestructuración que abran el espacio urbano a las dinámicas territoriales del paisaje, incorporando al diseño urbano, nuevos elementos que lo caractericen, en cuanto al uso del espacio público e imagen urbana.

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Estructura del territorio. La enorme proporción de espacios protegidos en la región corresponden a la afirmación de un territorio estable ecológicamente, donde el sistema dinámico de áreas protegidas actúa como un todo, un manto ecosistémico que afirma y condiciona a la naturaleza como una presencia fundamental de la realidad regional. Aysén posee 19 unidades protegidas por CONAF, que representan un total de 5.264.849 de ha, equivalentes al 48% de la superficie regional.2 En el marco de las políticas regionales, si se analizan los planes de desarrollo regional, las líneas de ordenamiento y las zonas de interés prioritario, se puede decir que todos apuntan a un desarrollo económico ligado a la preservación y cuidado del entorno y contexto natural. Este factor de cuidado, preservación, manejo y desarrollo a través del medio ambiente natural y de las cualidades territoriales de la región, evidencian que en materia de planificación urbana se debería privilegiar y reformular el potenciar los núcleos existentes, con el fin cautelar al máximo el estado natural del paisaje. Dentro de esta idea y dadas las características de este territorio, donde los porcentajes y distribución demográfica dan cuenta que sus escasos núcleos poblados concentran casi el total de ella, creemos indispensable reformular los conceptos urbanos de borde, límite, integración, emplazamiento, estructura urbana y espacio público, en una pregunta. ¿Cómo debe ser una ciudad cuando está emplazada en un territorio natural y medio ambiental tan significativo, cuyas relaciones ecosistémicas se proponen como el origen y la base de un posible futuro desarrollo del territorio?

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Si vemos el territorio como un lugar dinámico, un lugar que establece flujos y genera redes, y además develamos sus diferentes capas, la red natural ambiental y las redes artificiales humanas, tenemos un nuevo escenario, que es cómo desde estos paisajes se puede generar una red territorial y urbana nueva. Si nos acercamos a este territorio desde una mirada de urbanistas, ésta se cargará con el prejuicio de la ciudad y las redes de infraestructura dependientes de la misma. En este contexto, el ámbito natural aparece como un negativo de lo urbano. Respecto a esto, la región de Aysén aparece en el polo opuesto, como un ámbito periférico al margen de todo desarrollo urbano. Sólo existe una ciudad intermedia 3 , la capital, Coyhaique, que tiene 45 mil habitantes; el resto son poblados de muy baja densidad. Éstos constituyen un ámbito social reciente y de grandes oportunidades para un laboratorio urbano que proponga un planeamiento sostenible y un habitar privilegiado. En este sentido, debemos entender a Aysén como una anomalía, un territorio de excepción, donde la ruralidad y la naturaleza se extienden como los protagonistas del paisaje y donde los escasos y pequeños centros poblados adquieren condiciones excepcionales de importancia y de urbanidad. La forma de lo urbano en la región es la respuesta de una cuadrícula estampada en el territorio. Ciudades y pueblos se trazaron e implantaron bajo estrategias geopolíticas en entornos de gran complejidad ambiental y natural (Nuñez 1999). Son tramas rígidas, impuestas, que generan enormes problemas de habitabilidad interior, conflictos de usos en sus bordes, además de un absurdo crecimiento desmesurado y no planificado . Al visitar y recorrer algunos de estos pueblos en Aysén, el visitante se encuentra con ciudades “vacías de lo urbano” y “abiertas” a la hostilidad del clima. Si nos adentramos en su interior, podemos observar que en la dinámica de estos pueblos, la densidad en los cuadrantes es bajísima. El trazado original, de 100 x 100 mt aproximadamente en todos los casos,

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fue realizado con capacidad mucho mayor del requerimiento de población que tenían y tienen. Esto se refleja en manzanas muy poco pobladas, en la existencia de espacios intersticiales en sus centros y en la existencia de manzanas periféricas casi vacías, de un régimen de ocupación y uso prácticamente rural ( Araneda, 2008). El grueso de los cuadrantes de ciudades como Cochrane, Villa O`Higgins, Futaleufu y Chaitén tienen una proporción del 24.5% de suelo construido en relación al total, esto en sus cuadrantes céntricos, llegando a los extremos de un 10%, 5%, e incluso un 3% de superficie de suelo ocupada por construcción, en áreas catalogadas como “suelo urbano”. En las manzanas de ciudades que tienen mayor densidad, como el caso de la ciudad de Coyhaique (40% y 50% de ocupación en el centro), la edificación se genera en la fachada hacia la calle, teniendo los interiores una ocupación muy menor. El tamaño y capacidad que tiene la trama de albergar población, fue absolutamente sobredimensionada.4 Ahora bien, ¿Cómo puede esta trama impuesta, ya instalada y en desarrollo, adaptarse y adecuarse a su contexto en una simbiosis con el territorio? es decir ¿Cómo puede esta trama interceptar a esa otra trama del soporte territorial, en un cruce y superposición de leyes y en definitiva hacerse parte e integrante del paisaje?. Ésta es la gran pregunta de lo urbano y de lorural en Aysén, pregunta que en su respuesta recoge el ámbito geográfico, histórico, social y ambiental, es decir, en su respuesta está el formar y ayudar a construir la historia y la capacidad de permanencia de estos asentamientos. Paradójicamente, creemos que la respuesta a esta problemática está en la misma trama y en la oportunidad de cómo se ha desarrollado su tejido urbano. La trama tiene una matriz uniforme que se puede repetir, redibujar, agrandar, ensanchar o disminuir, sin que pierda su red motriz de forma. Es esa docilidad lo que le otorga su potencial. Al ser tramas blandas de muchos vacíos y espacios sin usos, podemos romperla, traspasarla, intervenirla y modificarla desde su interior, y podemos flexibilizarlas, crear puertas y ventanas en sus bordes y periferias.

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En términos de densidad, basta con indicar que podríamos doblar, una, dos, tres y hasta 10 veces en algunos casos, la población, pues la ciudad tiene morfológicamente la capacidad de recibirla y no crecer ni expandirse en ninguna nueva área de desarrollo de viviendas. Si superponemos las proyecciones de población con la cabida mediana de la misma población dentro de la actual trama de las ciudades, podemos establecer que desde hoy y para los próximos 20 años, se podría congelar el suelo urbano de estos asentamientos y podría seguir creciendo en número de habitantes. Este punto es muy importante y nos entrega un enorme margen de trabajo para la planificación al permitir una oportunidad de gestión y de intervención morfológica desde el propio interior del tejido. Sobre todo en la maniobrabilidad que nos ofrece la pequeña escala, común a todas ellas, que permite creer que se pueden pensar nuevamente sus bordes, las relaciones espaciales interiores de sus edificaciones, de sus espacios públicos, la relación con los elementos naturales, con los hitos geográficos y naturales siempre presentes, pensar una nueva gestión de los suelos del tejido urbano (Hugh, 2007). Ejemplos de Ecología del Paisaje aplicada a las tramas de Aysén. Al verse rodeadas de naturaleza y ecosistemas frágiles, estas tramas deben y pueden hacerse parte de este pensamiento. Como establece Edgar Morin, la ecología se “delinea como la primera ciencia nueva, una ciencia entre el hombre y la naturaleza, capaz de poner en relación múltiples dimensiones, aisladas hasta ese momento en campos disciplinares diversos” (Morin, 1980). Necesitamos de esta ciencia en las ciudades. Sin embargo, las ciudades hoy son espacios básicamente artificiales, en los que la biodiversidad ha ido progresivamente reduciéndose y homogeneizándose. La planificación espacial en estos ámbitos territoriales debería tender a cierto control territorial biológico (Eugene, 1971).

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Ahora se intentará demostrar con intervenciones experimentales algunas de las aplicaciones de estos conceptos para un nuevo ámbito urbano en la región. Intentaremos mostrar con ejemplos, cómo el resultado de la trama impuesta puede ser la oportunidad de generar nuevos conceptos de habitabilidad recogiendo este anhelo regional, que tiene en el medio natural, su futuro desarrollo. La clave sería entonces, sumar al pensamiento de elaboración de lo urbano, el aspecto natural. Para esto se debe aplicar una nueva metodología, el traslado de los axiomas de la ecología hacia una visión territorial y urbana, incorporando al orden y planeamiento urbano conceptos como dinámica del paisaje, matriz, fragmentos y corredores ecológicos, ecotonos, barreras de amortiguación y fronteras ecológicas (Burel, 2002). Estudio de casos_ Coyhaique y Cochrane. “La memoria se encuentra íntimamente ligada al espacio geográfico como configurador de las manifestaciones culturales de sociedades que, en este caso, por estar aisladas por tantos años, sientan las bases de la identidad y amor por el terruño, que es una sensación adquirida por maduración y por la conciencia de formar parte de una cultura”( Martinic, 2005). La ciudad Coyhaique y el pueblo de Cochrane aparecen como los dos principales polos poblados de la región. La primera con su condición de capital regional no supera los 40 mil habitantes, y la segunda, como capital de la provincia de Capitán Prat, alberga en una superficie urbana de 55 hectáreas con aproximadamente 4 mil habitantes. Coyhaique, está ubicada en el ecotono ecológico entre el bosque húmedo costero y la estepa patagónica. Es una ciudad rodeada de 6 parques nacionales a muy poca distancia entre ellos, de una red compleja de cuencas hidrográficas y de cumbres altas con hielos permanentes 5. La tra-

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ma urbana aparece en el territorio como una mancha en el centro de todo el sistema ambiental. Este sistema de parques, aunque administrativamente son cerrados e individuales, operan ecológicamente de manera total en el territorio, conectados en términos de especies y dependientes unos de otros en el potencial total de la unidad territorial del área protegida. Bajo este concepto podemos ver claramente que el sistema hidrográfico juega un rol clave como conector y, en esta lectura el territorio ocupado por la ciudad, es parte integrante de este sistema que vincula las cumbres de los cerros y el lecho de los ríos. Hoy la ciudad no integra estas quebradas, las niega y las norma como áreas “vacías” sin contenido urbano.Si analizamos concretamente el emplazamiento de la ciudad, podemos entender que es precisamente en estos espacios donde está la gran oportunidad de desarrollo de la ciudad. En abrir sus bordes para el paso de los sistemas naturales, hacerlos parte de la red urbana y de su paisaje, aprovechar los espacios geográficos de quebradas y esteros con el fin de generar un amplio sistema de corredores ecológicos que integren el territorio circundante, estableciendo espacios al interior de la ciudad para el reconocimiento de los valores naturales del entorno y creando además nuevas oportunidades de espacios públicos de interés ciudadano. El reconocer las quebradas como espacios geográficos con función territorial establece de manera inmediata una nueva imagen de ciudad, donde estos espacios pueden hacerse parte de los sistemas de conectividad, albergar programas de interés turístico, albergar parques botánicos y temáticos. Por otro lado Cochrane se implanta entre la frontera geográfica de los campos de hielo norte y sur, y la llanura de la estepa patagónica.

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Su emplazamiento está determinado absolutamente por la presencia de los campos de hielo y la red hidrográfica más grande del país. Esta riqueza ha generado que se constituyan importantes áreas de reserva en sus alrededores, muchos integrantes del sistema de áreas protegidas nacionales como otros de promoción privada. La implantación del pueblo es una trama perfectamente ordenada de 3 x 9 manzanas con una densidad de ocupación del orden del 15% promedio, donde los límites de la ciudad se convierten en verdaderas fronteras entre el interior de la ciudad y los valores del entorno. La introducción de elementos de la ecología del paisaje aplicados al tejido del pueblo nos permite, junto a la bajísima densidad de ocupación de manzana, una exploración a modo de acupuntura de borde. Así, desde lo ecológico, se podría proponer hacer un manejo normativo de aquellos cuadrantes de bordes que puedan conciliar sus interiores como sitios con función rural-ambiental, entendiendo que entre todos pueden constituir una red de espacios que ayude a generar ecotonos naturales del ecosistema. Establecer a través de los interiores blandos la generación de zonas buffer entre algunas áreas naturales más frágiles, y así permitir los traspasos ambientales entre distintos ecosistemas y hábitats. Desde lo urbano, abrir la trama para una mayor densificación en torno a los elementos naturales dentro de la ciudad al trabajarlos como “borde mar”, potenciando el interior del tejido y creando nuevas calles y pasajes que disminuyan los perfiles de calles y espacios de circulación. El conjunto de acciones expuesto en ambos casos redefinen la forma e imagen urbana a través de dejar espacio a las dinámicas naturales propias del territorio, integrándolas como un valor patrimonial propio de la ciudad. Así las distintas capas de apreciación del paisaje natural, rural y

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urbano, establecen un diálogo capaz de resolver una estructura de habitabilidad nueva que las acoge, estableciendo a partir de ellas todo el ordenamiento de los componentes urbanos propios de la ciudad. Parques a partir corredores ecológicos, ciclo vías que viven los procesos naturales lineales, espacios públicos que participan y son parte de la red territorial ambiental de la región, donde fauna y botánica se hacen parte del dominio público re-formulando la ciudad en una nueva relación lleno-vacío, que se apropia del total del sistema urbano y no deja espacios residuales, indecisos e imprecisos de función. Referencias. -Araneda, S., 2008. Palena y Aysén, Oportunidad Arquitectura y ciudad, número 136, Chile. - Burel & Baudry, J., 2002. Ediciones Munid, Madrid.

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naturalidad. - II Taller Internacional de Arquitectura, paisajes, redes y comunicaciones. Ediciones Universidad Internacional de Andalucía, 2000. - Plan de ordenamiento territorial de aysen 2006. - Programa de las naciones unidas para el Desarrollo 2007. 1 _Chile tiene una población total de aproximadamente 17.000.000 de hab., de los cuales 7.000.000 viven en la Región Metropolitana. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2007 2_ Plan de ordenamiento territorial (PROT) 2006 3_ La ciudad media-intermedia no puede definirse sólo por el tamaño de la población. Tan o más importante es el papel y la función que la ciudad juega en su territorio más o menos inmediato, la influencia y relación que ejerce y mantiene en éste y los flujos y relaciones que genera hacia el exterior. Las ciudades medias articulan el territorio y funcionan como centros de referencia para un territorio más o menos inmediato. Y es precisamente ese papel y esa relación, que los centros mantienen con su territorio, lo que ayuda a definir con más claridad el mismo concepto: 4_ Datos obtenidos por el autor, en el estudio de las superficies de algunos cuadrantes “tipo” existentes. 5_ En este sentido Coyhaique comparte las características de su entorno con la totalidad de los emplazamientos en Aysén, el siguiente planteamiento en términos generales podría entenderse en todo el resto de ciudades analizadas.

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La Ciudad Posthistórica: nuevos medios y tecnologías de (la) representación colectiva Miguel Ángel Rojas Licenciado en Filosofía Profesor de Filosofía por la Universidad Austral de Chile. [email protected] Joaquín Zerené Harcha Licenciado en Artes Visuales por la Universidad Austral de Chile [email protected]

Resumen. El estudio del imaginario urbano develaría la necesidad, trazada desde la base de toda política cultural que se considere coincidente con los deseos y necesidades de grupos localizados, de un aparato crítico dedicado al fomento de re-presentaciones colectivas de los habitantes en la ciudad. Podemos comprender “la historia” cuando los referentes identitarios se manifiestan como expresión viva en los relatos actualizados. Sin embargo al indagar dichos referentes nos encontramos, particularmente en su pro

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ducción, con una intensión representacional no participativa del común de los ciudadanos. La reconstrucción del campo visual de la ciudad de Valdivia surge como una tarea inconclusa, necesaria para articular políticas culturales representativas de una ciudadanía. En este tipo de investigaciones, la memoria debe ser examinada a partir de la dimensión individual y colectiva y de los vínculos entre imaginación y memoria, recuerdo e imagen. Situación que se verá problematizada constantemente respecto al escenario que plantea el protagonismo que los nuevos medios tecnológicos de la información y las comunicaciones gozan en la vida cotidiana actual. Estos nuevos medios tensionan la noción tradicional de archivo, desplazándola de su comprensión como un espacio de almacenamiento pasivo del conocimiento, para plantearse más bien como un lugar de producción activa de éste. territoriales se proponen como base de un futuro desarrollo? Introducción. Benjamin dispondrá de la ciudad como surtidor de material histórico para la configuración de una historia filosófica. La mercancía fosilizada del comercio, las estructuras de comercialización (los pasajes para Benjamin), los shopping, mall y centros comerciales para el ciudadano contemporáneo señalaran la nueva naturaleza del capital. El paseo, asumiendo el proceso ambulatorio, supone la presencia transitoria del paisaje; las imágenes emergen desde esta transitoriedad, entretejiendo un espacio sensorial donde el sujeto se relaciona metabólicamente con el entorno. El campo de observación despliega la posibilidad de la experiencia, que en el curso de la reflexión benjaminiana, se manifestará como un destello histórico. Es en la dinámica del tránsito que el sujeto genera un espacio histórico para la comprensión de su época. Digamos en este punto que la acción del transeúnte supone el ethos del historiador, donde fenómenos sucesivos y coexistentes componen la realidad histórica (Kracauer, 2010), cuyo fulgor se presenta en el momentum del transitar. Desde esta perspectiva la ciudad se presenta como el espacio donde las subjetividades se complementan en una red, como le llamará Flusser, cuyo efecto de convivencia generaría la comunicación de las experiencias.

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El transeúnte se transforma en un emisor de esta subjetividad y transige, en su movimiento, el valor conceptual (de acuerdo al ideal arquitectónico de planificación) que ofrece la ciudad; el espacio público. Liminalmente esta experiencia supone el diálogo entre lo público y lo privado y fuerza al cuerpo urbano a la gestación de espacios intersubjetivos; el caso ejemplar: la plaza pública. Sin embargo, producto de las transformaciones de la tecnología, el mundo material se ha vuelto un insomne motor de fuerzas productivas, y el espacio público urbano, un sin sentido de encuentros donde la relación comunicativa se expresa direccionalmente en lo público pero hacia lo privado: se es públicamente privado. O por lo menos así se vive la ilusión de lo público en la fantasía de lo privado donde la codificación técni ca media la posibilidad informativa de los materiales históricos y coarta la voluntad de interpretación de estos. Desde mediados del siglo diecinueve, las fotografías permitían , volviéndolas accesibles para la memoria y para empleos futuros. Flusser advierte que en la posthistoria: (Flusser, 2002). De manera similar, Walter Benjamin plantea, sobre la construcción de una nueva objetividad, que la finalidad de los aparatos técnicos es hacer de la realidad un objeto de consumo. La utilización de las imágenes colabora con la manipulación de la percepción colectiva: (Benjamin, 1973). Las imágenes se ubican entre el ser humano y el mundo. Ellas no presentan simplemente al mundo sino que nos lo muestran de manera dislocada, “hasta que finalmente el ser humano comienza a vivir en función de las imágenes creadas por él mismo” (Flusser por Belting, 2010: 263). La imagen del mundo se vuelve el mundo. La salida que ofrece la condición posthistórica es la posibilidad de reconocer esta situación y adquirir una conciencia crítica del carácter narrativo de las historias, o sea desnaturalizarlas.

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Imaginario Urbano y Nuevos Medios: tecnologías de (la) representación colectiva. Kevin Lynch, urbanista estadounidense, en los años 50’ y 60’ realiza estudios pioneros relacionados a la psicogeografía y a la cartografía cognitiva (que también será explorada por los situacioncitas franceses) a fin de investigar la percepción y el desplazamiento por las ciudades. Lynch realizo estudios en Boston, Jersey City y Los Ángeles en los cuales aplica un método basado en el concepto de imaginabilidad, “esa cualidad de un objeto físico que le da una gran probabilidad de suscitar una imagen vigorosa en cualquier observador de que se trate.” (Lynch, 1998:19), identificando los principales elementos que las personas utilizan para estructurar su y moverse en ella. A partir de una actualización de los estudios sobre los imaginarios configurados en torno a las ciudades, presentaremos un esquema propuesto por Armando Silva, en su libro Imaginarios urbanos (2006), donde propone tres instancias interrelacionadas para ser reconocidas en el estudio del tema: 1) Como inscripción psíquica, donde se privilegian momentos en los que los sentimientos son dominantes a la razón (miedo, afecto, odio, ilusión, etc.). Situaciones en que la colectividad vive o expresa algún límite, momentos de desgarros colectivos donde algo se altera y surgen nuevos valores sociales. Aquí el caso paradigmático para Valdivia sería el terremoto de 1960 como hecho traumático que marca el tránsito de la ciudad industrial a la ciudad de servicios y luego, siguiendo el plan Agenda 21, a la ciudad del conocimiento. 2) Como posibilidad que da una tecnología o técnica para la representación colectiva, donde en determinados momentos ciertos desarrollos tecnológicos permiten materializar la irrupción de una producción imaginaria sobre la ciudad. Las relaciones entre representación y tecnología donde cada época, en cada ciudad, se puede representar según las técnicas expresivas disponibles. Aquí podemos encontrar los ejemplos de la fotografía, como el medio emblemático de la modernidad, que inaugura una nueva relación de identificación entre persona e

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imagen, que la sustituye; el rol del cine en la construcción de la imagen urbana; y la importancia actual de nuevas tecnologías como Internet y los medios locativos en la configuración del imaginario urbano. En este contexto, la ciudad deja de entenderse como casco físico de lo urbano para plantearse como construcción cultural, que debe ser entendida como la suma interactiva de los imaginarios dentro de las colectividades sociales. 3) Los imaginarios como construcción social de la realidad. En este caso el imaginario plantea una condición cognitiva, entendiendo que la realidad es construida como un hecho del lenguaje e imaginación humana. Los imaginarios sociales corresponderían a aquellas representaciones colectivas que dirigen los procesos de identificación social, que rigen los modos de comunicación e interacción social. Este campo tiene que ver con las visiones del mundo, con los metarrelatos, con las mitologías y cosmologías, como formas transitorias de la expresión de una sustancia cultural histórica. Aquí surgen los relatos imaginarios que logran movilizar a toda una comunidad, como grandes acontecimientos que marcan la ciudad donde se produjo la historia. Para abordar el problema del imaginario urbano, complementamos el planteamiento de Silva con la discusión propuesta por Paul Ricoeur sobre la relación Imagen-Recuerdo, esta nos permite una reflexión sobre el valor presente de la imagen como referente identitario de una colectividad. Sin embargo, como lo planteamos al principio, al indagar dichos referentes nos encontramos con una intensión representacional no participativa del común de los ciudadanos. Es decir, los correlatos objetales (Ricoeur, 2004), no son, en este caso, referentes identitarios de los habitantes de la ciudad de Valdivia. El referente operativo que se adapta a esta situación sería el archivo histórico compuesto por imágenes fotográficas de origen privado, de ciertas familias de la ciudad, vinculadas con los colonos alemanes que desde la segunda mitad del siglo XIX comenzaron a habitar el territorio, no solo desde la ocupación espacial de este, sino además desde su re-significación, transformando la estima por la tierra en una motivación de explotación técnica de los recursos y de desarrollo urbano. En este mismo contexto, la imagen vive un

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proceso similar, dada la adquisición de los primeros aparatos tecnológicos que permiten retratar el “progreso” de la ciudad. Así, la cámara fotográfica se transforma en el espectador mecánico que narrará posteriormente la historia. Por efecto de compilación y archivo, el material es administrado por instituciones dedicadas a la conservación “dirigida” desde los procedimientos formales; es el caso típico del museo, quien hilvana un correlato exento de la participación actualizada de aquellos que construyen el imaginario de la ciudad. El desafío sería reconocer cómo el hábitat urbano y el imaginario colectivo de la región, particularmente de la ciudad de Valdivia, se vio afectado por la colonización alemana, del territorio y del imaginario local, siguiendo por ejemplo las reflexiones de Serge Gruzinski sobre los conflictos que surgen en La guerra de las imágenes (1994). La fotografía es el principal medio por el cual tenemos acceso a las imágenes de ese particular pasado de la ciudad, por lo que, podríamos acordar, que desde su invención ha sido una de las tecnologías privilegiadas de la sociedad moderna a la hora de re-presentarse colectivamente, generando un entretejido nemotécnico para una “historia visible”. En este proceso, la representación imagética se concentra en un punto de manipulación de los aparatos técnicos (la cámara fotográfica) obedeciendo a las necesidades de un grupo social determinado, quedando al margen “otros” modos de representación. En este sentido, el archivo histórico-fotográfico, existente de la época, se convierte en un lugar privilegiado desde donde comenzar a identificar ciertas constantes en la configuración del paisaje y del habitante valdiviano, entendiendo que las señas identitarias se manifiestan, también, en los márgenes del encuadre fotográfico (oficial), pues fuera de este límite podemos encontrar la “historia imaginada” de la ciudad. En este punto, resulta interesante la indagación y pesquisa de archivos visuales particulares, de los habitantes, por ejemplo, de la población ubicada entre las calles Los Pelues y Los Avellanos en el sector Isla Teja de la ciudad de Valdivia, donde existe un conjunto habitacional construido para los trabajadores del cordón industrial que se desarrollo principalmente desde la segunda mitad del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, en este caso, entendiendo la representación industrial de la ciudad en aquella

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época la rivera Oeste se manifestaba en todo su apogeo con fabricas de diferentes productos (cervecería y curtiembre principalmente), mientras la población a la cual hacemos mención se ubicaba a espaldas de este sector de producción. Observamos en la actualidad una serie de procesos integrados donde se mezclan espacios digitales y físicos, “realidades aumentadas” que proponen nuevas formas y significados de nuestros lugares. Internet y los medios locativos nos proponen nuevas acciones de mapeado donde representar gente, comunidades y espacios más inclusivos donde las personas manifiestan cómo ellos ven y sienten su entorno. La generación de contenidos mediáticos participativos basados en la anotación espacial nos propone una revalorización del conocimiento contextual de una sociedad mediatizada, abriendo nuevas posibilidades para la construcción de una memoria colectiva geográficamente localizada. Ejemplos conocidos de esta actividad son la georeferenciación de fotografías en plataformas como Flickr, Panoramio, Google Earth, entre otras. Siguiendo lo anterior el interés por estudiar este imaginario urbano configurado a partir de las posibilidades que estos nuevos medios plantean para la representación colectiva en la llamada “sociedad de la información”, nos permite la reflexión sobre la disposición del hábitat urbano, a partir de nuevas herramientas de representación, que, por su configuración se imponen colectivamente Aquí es fundamental evitar las celebraciones anticipadas y los lugares comunes que celebran todo avance tecnológico en tanto señal de “progreso”, tan generalizados, aún hoy en día, y que pueden conducir rápidamente a creer en una especie de “naturaleza democrática” inherente a un medio como Internet. El peligro aquí es el de desvincular las tecnologías a sus prácticas y el credo fácil de las personas sobre la naturaleza de un nuevo medio determinándolo como bueno o malo, democrático o autoritario, independiente de lo que se haga con él. De esta manera, presentaremos a continuación una perspectiva crítica, que Vilém Flusser nos ofrece, sobre el potencial participativo que presentan las imágenes técnicas que configuran estas memorias artificiales. El filósofo nos advierte del funcionamiento de la ciudad post-industrial como un sistema programado: una ciudad conectada (wired city), que a través de la y la , estaría aboliendo la dialéctica público-privado, instalando una red comunicativa donde el ciudadano del futuro se proyecta como un punto inmóvil (Flusser, 2012). Epílogo: el espacio público en la sociedad telemática. Para abordar el problema del espacio cívico, o más bien, del espacio público en general, Flusser analiza las relaciones que se tejen entre las nuevas tecnologías y la noción de república. El filósofo comienza por explicar cómo privatizar y publicar son conceptos acoplados que articulaban la oscilación entre la vida pública y la privada, . Los diarios, las radios, los teléfonos, el correo, entre otros, se presentan como medios precursores a la revolución informática. Ésta plantea una radical reconstrucción del espacio público en tanto habilitan la posibilidad de que las desde los centros emisores (Flusser, 2012). La república se sustenta sobre un modelo donde la estructura comunicacional (Flusser, 2002). Pero en la sociedad de la información la situación se invierte. Actualmente las personas deben para alcanzar las informaciones que ahora afluyen , fomentando un habitante, o ciudadano, inmóvil. Esta es la lógica de la ciudad conectada (wired city), de la sociedad de la información, y en ella las imágenes técnicas cumplen un rol fundamental, en cuanto a la destrucción de los espacios públicos a través de la disolución de las (Flusser, 2012). La telematización pondría de manifiesto , en su búsqueda de adelantarse e incluso substituir a la dialéctica-yo-mundo. Para hablar de ciertas problemáticas que plantea la sociedad telemática actual, en una entrevista, Flusser comienza por aclarar el significado del prefijo tele como ,

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que no refiere solo a un sentido técnico, sino que sobre todo sería un concepto de descubrimiento teórico y existencial. Así pone el ejemplo del telescopio como instrumento teológico y no solo una herramienta de investigación científica, al permitir no solo ver la luna sino reconceptualizar la visión total que se tenía sobre la tierra. Este razonamiento, ilustrador del pensamiento del autor, se extiende a los otros términos que comienzan con tele como el tele-grafo, el tele-fono o la tele-patía (Flusser, 1991). Como ya habría reconocido Benjamin, siguiendo la advertencia de Valery, en la ciudad moderna la tendencia es la de un movimiento donde el sujeto ya no se dirige al espacio público en búsqueda de las cosas sino que estas se precipitan, desde todas partes, hacia su lugar privado: el agua, la electricidad, los textos, las imágenes (Benjamin, 1973). Aquí se distinguen dos modelos desde donde se despliega la lucha por el espacio público ante la irrupción de los nuevos medios de comunicación. En un extremo, tenemos la distribución monodireccional (broadcasting) que obedece a una forma discursiva donde centrales de emisión programan a los receptores, aislados en sus espacios, para tener una conducta específica. El modelo de distribución de la información es de un punto hacia muchos puntos y apunta hacia una sociedad nivelada y homogénea, o sea, uniformada. Aquí se encontrarían las prácticas habituales desplegadas por medios masivos como la televisión o la radio. Por otro lado, el intercambio de información en redes (network), como la que actualmente plantea Internet, responde a una forma reversible, y por tanto dialógica, que a partir de una conciencia post-política es capaz de replantearse el desafío de una sociedad democrática. Aquí la información se distribuye desde muchos puntos a otros múltiples puntos y los participantes (ciudadanos) dialogan para fabricar nuevas informaciones (modelos y decisiones), formando parte efectiva y fundamental de la configuración del (Flusser, 2002). Pero estos planteamientos no son radicalizaciones de futuros posibles sino, más bien, extremos del horizonte del momento presente. En este sentido el desafío no sería tanto rescatar el espacio público como tal, la ciudad como agora, para salvar la conciencia política, (Flusser, 2002).

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Referencias. - Benjamin, W., 1973. Discursos interrumpidos I. Taurus: Madrid - Benjamin, W., 2004. El autor como productor. Editorial Itaca: Ciudad de México - Belting, H., 2007. Antropología de la imagen. Madrid: Editorial Katz: Buenos Aires. - Flusser, V., 1991. Zwiegesprachen – Interviews 1967-1991. European Photography: Göttingen. - Flusser, V., 2002. Medienkultur. Fischer Taschenbuch Verlag: Frankfurt . - Flusser, V., 2012. “Como explicar el arte” en Flusserstudies N013. (En Internet: www.flusserstudies.net, recuperado el 1 de Octubre de 2012) - Kracauer, S., 2010. Historia/Las últimas cosas antes de las últimas. Editorial Las cuarenta: Buenos Aires. - Lynch, K., 1998. La Imagen de la Ciudad. Gustavo Gili: Barcelona. - Ricoeur, P., 2004. La memoria, la historia, el olvido. FCE: México D.F - Silva, A., 2006. Imaginarios Urbanos. Arango Editores: Bógota

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DESARROLLO Y CARACTERIZACIÓN DE MODELOS INCLUSIVOS EN LA GESTIÓN PATRIMONIAL

2.- DESARROLLO Y CARACTERIZACIÓN DE MODELOS INCLUSIVOS DE GESTIÓN PATRIMONIAL 2.1 La conservación e innovación eficiente en el reto de la valorización del patrimonio arquitectónico, las estructuras asociativas. Concebir hoy acciones que tienden a la conservación del patrimonio en un modelo de gestión cultural que involucre diversas esferas de participación tiene necesariamente que contemplar estrategias de innovación sobre la puesta en valor del patrimonio. Concebir una estructura que se multifuncional y asociativa es el reto de la gestión eficiente de los bienes culturales. ¿cómo se conciben estructuras pertinentes que involucran el desarrollo sostenible a escala local, regional y nacional en la gestión de los modelos propuestos? 2.2 Estrategias en innovación para la gestión sostenible del Patrimonio Cultural. El patrimonio cultural y en específico el patrimonio arquitectónico es una parte más de los sistemas asociados que logran explicar en completitud al usuario el valor intrínseco y añadido de la valorización de los bienes que pertenecen al patrimonio cultural. El turismo de intereses especiales, la puesta en valor y la educación patrimonial, son aspectos que contribuyen con visiones críticas, al establecimiento de potenciales líneas de acción en el marco de los instrumentos existentes y proyectados en la planificación estratégica en las agendas de innovación regional, ¿qué acciones concretas a mediano y largo plazo contempla hoy la planificación estratégica en cuanto a la innovación en la puesta en valor de circuitos patrimoniales?.

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Arquitectura arquelógica y sitios patrimoniales sin arquitectura en el perímetro urbano de Valdivia Cartografía descriptiva actualizada y comentarios sobre su valor científico integral1 Simón Urbina. Arqueólogo, Universidad de Chile, Chile. Académico Instituto de Historia y Ciencias Sociales, U. Austral de Chile, Chile. [email protected] Leonor Adán. Arqueóloga, Universidad de Chile, Chile. Directora, Dirección Museológica, U.Austral de Chile, Chile. [email protected] Rodrigo Mera. Licenciado en Antropología mención Arqueología, U. de Chile, Chile. Consultor independiente. [email protected]

Resumen El presente artículo resume estudios arqueológicos efectuados en la ciudad de Valdivia entre los años 2007 y 2012. Distintas excavaciones estratigráficas y recolecciones superficiales se han efectuado en el marco de investigaciones dirigidas, estudios de impacto ambiental y salvataje. Apoyados en la cronología histórica de Valdivia, definida por Gabriel Guarda, se han correlacionado 37 yacimientos de diversas épocas y características. Se representa cartográficamente la distribución y tipología de sitios en referencia a sus evidencias muebles e inmuebles diagnósticas, materiales constructivos, dataciones y períodos. Se argumenta la necesidad de integrar el valor científico y cultural del patrimonio arqueológico valdiviano en los planes de ordenamiento territorial y planeamiento urbano futuro.

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Introducción. La ciudad de Valdivia (ca. 1552-2012) ha sido caracterizada como una ciudad novohispana, con un desarrollo bien conocido por sus períodos y fases urbanas (Guarda, 2001). Aún más, su historia puede relatarse prácticamente a lo largo del último milenio considerando sus ocupaciones arqueológicas (Adán et al., 2007, 2010: 26).2 Según el testimonio de los primeros cronistas, al momento de la invasión hispana (ca. 1551-1552) ya existían varios asentamientos indígenas y denominaciones topográficas de este origen (Adán y Urbina 2010: 28-29). Tiempo antes del arribo europeo ya existían en el lugar viviendas, cementerios, espacios comunitarios y puertos fluviales, inclusive milenios antes, si se consideran los antecedentes del período Arcaico 3 . Considerando la data disponible en esta materia, a continuación presentamos una actualizada cartografía arqueológica de la ciudad de Valdivia. Hemos incorporado al presente registro diversas informaciones sobre hallazgos arqueológicos en pleno centro de la ciudad ocurridos en el siglo XX. Se debe notar, que el primer sitio de esta serie refiere a la construcción del actual terminal de buses (Guarda, 1994: 24), donde “… aparecen claramente varias capas de sedimentación, en una altura de dos metros aproximadamente, que permiten un estudio arqueológico-histórico sobre la evolución de la urbanización en Valdivia” (UACh, 1976: 3, en Guarda, 1994: 24)4. Cartografía Arqueológica. A continuación, ofrecemos una síntesis de estudios efectuados entre el año 2007 y 2012 en Valdivia. Para ello, se sugiere al lector consultar las dos cartografías actualizadas con su ubicación (Imágenes 4 y 5).

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Área fundacional Un total de 24 sitios arqueológicos registrados en este trabajo se encuentran distribuidos entre el borde río oriental de la Isla Teja y el “área fundacional” de Valdivia. Los yacimientos se vinculan a espacios de lagunas, desagües y cursos fluviales mayores (río Calle Calle y Valdivia). Destaca una amplia variabilidad funcional y cronológica. Dentro de esta gama se incluyen sitios prehispánicos tardíos y/o coloniales con alfarería indígena decorada rojo sobre blanco (estilo Valdivia), inéditos para el centro de la ciudad (Casa Prochelle 1, Plaza Pedro de Valdivia y Contraloría Regional). La concentración de sitios hispanos de carácter funerario (cementerios), vinculados a otros de carácter ceremonial (conventos), se encuentran fechados documentalmente para la primera etapa urbana de Valdivia hispana (ca. 1552-1604) y demarcan en el eje cardinal norte-sur los principales solares entregados a las ordenes religiosas y a la Iglesia Mayor (Imagen 3). Además, su registro nos entregan una evidencia muy valiosa sobre el ordenamiento urbano inicial y la sobreposición que ocurre entre el componente hispano e indígena en los sitios Casino Valdivia, Plaza Pedro de Valdivia y calle Independencia con Arauco. Precisamente estos sitios, junto a aquellos como Contraloría Regional y Jardín Agroecológico San Francisco, conforman los solares o manzanas centrales del damero del siglo XVI (Guarda, 1994). Considerando que el uso de la teja se restringía a las casas de mayor prestigio (Durston, 1994: 73), los hallazgos de fragmentos de este material delimitan un perímetro que va desde el sitio Carlos Anwandter 1 al este, Huerta-Campus Cultura al oeste, Casino Valdivia al norte y Yungay 773 al sur-, siendo el más abundante de todos, aquel de calle Independencia con Arauco, en pleno centro de la ciudad.

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Otro indicador de status y cronológico (siglo XVII) corresponde a la vajilla hispana decorada - mayólicas tipo Panamá, variedades Liso, Azul sobre Blanco y Polícromo A (Rovira, 2001)-, distribuida en varios sitios del área fundacional. Estas piezas, relativas a la época en que se inicia la repoblación o refundación de Valdivia, desde 1645-1647 en adelante, han sido identificadas en los sitios ya mencionados del centro, así como en un radio más amplio el cual incluye Isla Teja (Casa Prochelle 1 y Huerta-Campus Cultura) y el sector oriente de la ciudad (Plaza Acharán Arce), éste último sitio parte del barrio indígena conocido como la Carmenca 5. En todos ellos también prevalecen fragmentos de cerámica indígena monocromos (Plaza Avenida Alemania, Carlos Anwandter-1 y Casino Valdivia [sector calle Carampangue y O’Higgins]); algunos con decoración modelada (corrugados) e incisa (zig-zag u hojas). Una situación similar, representa el hallazgo de variedades de lozas inglesas de los siglo XVIII-XIX (p.e. tipos Whiteware-Tranfer Printed y Annular Ware-Banded)6en sitios próximo a la rivera fluvial (en Isla Teja: Casa Deportes-Campus Cultura y Casa Prochelle 1; en Valdivia: Torreón el Barro, Casino Valdivia, Plaza Pedro de Valdivia, Contraloría Regional, Yungay 773 y Jardín Agroecológico). Se configura así un espacio más intensamente ocupado por inmigrantes europeos en el epílogo del período Colonial e inicios de la República. En el ámbito de la arquitectura del período Colonial y Republicano (siglos XVII-XX), el centro de Valdivia aún conserva muros in situ y estructuras completas de carácter defensivo (Torreón Los Canelos y El Barro), doméstico-ceremonial (Casino) e industrial relativas al período de colonización alemana o de esplendor industrial (Cervecería Anwandter, Casino Valdivia y Contraloría Regional).7 Tres yacimientos documentan calles cubiertas de tablas de madera en pleno centro de la ciudad (Terminal de Buses, Camilo Henríquez 715 y Yungay-Torreón Los Canelos), rasgo que se asocia y/o sobrepone a sistemas de drenaje de aguas lluvia o alcantarillado, tanto de madera como caños de cerámica

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(siglo XIX). La cronología relativa de este conjunto de sitios, evidencian urbano, documentan la organización social y territorial de las parcialidades y agrupaciones indígenas del período Alfarero Tardío y Colonial (Urbina y Adán, 2012). Arquitectura en piedra laja y mortero de argamasa sólo han sido detectadas en el caso del fuerte Las Ánimas (Van de Maele, 1968)9 ; instalación estratégica fuera de los límites urbanos del siglo XVI. Considerando el rango cronológico que indican los fechados cerámicos obtenidos en Paillao (ca. 1100 – 1700 DC), puede estimarse que al sur de Valdivia ocurre una efectiva continuidad de asentamientos indígenas habitacionales (ruka, lof o levos). Considerando los dos ámbitos espaciales tratados anteriormente (Área Fundacional y Perímetro Urbano), trataremos un aspecto crucial relativo al uso de los datos arqueológicos con fines estratégicos, de ordenamiento y planificación urbana. Esperamos con ello fomentar una comprensión integral del patrimonio arqueológico de Valdivia, la cual habilite a otros especialistas y miembros de los gobiernos locales relacionados directa o indirectamente con la temática. Ordenamiento territorial y planeamiento urbano. Algunas personas piensan que el ordenamiento del territorio ha sido inherente al proceso de ocupación del espacio por parte de los grupos humanos desde los tiempos más remotos, haciendo una analogía entre la detección y elección de sectores para el asentamiento con el análisis territorial, entre la evaluación del espacio con la planificación y, entre la adaptación de los lugares a las necesidades propias de los grupos sociales con la gestión (Gómez Orea, 2008). Sin embargo, estos antiguos y complejos procesos de ocupación y manejo “en el”

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espacio -en contraste con un manejo “del” espacio-, hicieron uso de diferentes criterios y elecciones culturales que distan mucho de aquellos elementos que han llevado a la construcción del ordenamiento territorial (OT) como un ejercicio (con sus fases de diagnóstico, planificación y gestión), que en su ejecución considera disciplinas con una relación directa o indirecta al territorio. En este tipo de esquemas evolutivos y simplificadores, ya sea de realidades pasadas o presentes, suele desconocer las diferentes dimensiones del vínculo entre los grupos culturales y el espacio, lo cual enriquecería enormemente esta relación intrínseca. El OT, como lo comprendemos hoy en día, puede entenderse desde el surgimiento de las entidades urbanas, donde sí es posible observar y segregar los objetivos contemplados en el análisis, planificación y gestión territorial, referidos principalmente a la corrección de los desequilibrios territoriales y la localización de las actividades humanas y la utilización del ordenamiento como instrumento preventivo de gestión ambiental y enfoque metodológico de planificación de desarrollo sostenible (Gómez Orea, 2008). En las ciudades, como es el caso de Valdivia, el punto de partida del análisis urbano territorial se orienta hacia la economía urbana, donde el espacio se encuentra modelado por el uso de suelos10. Y es en este mercado de suelo, donde lo urbano, lo urbanizable y lo rural, se encuentran con el componente patrimonial. Si los procesos económicos -como procesos especulativos que dominan el territorio- se fortalecen en las ciudades, aquello que ocurra en la economía urbana (al interior de la ciudad), repercutirá necesariamente en la planificación regional (la ciudad y su territorio circundante), en la planificación estratégica (la evaluación de clusters económicos, planes de acción, seguimiento y control) y finalmente, la economía espacial. Por lo tanto, la invisibilización del patrimonio cultural tangible dentro del análisis

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urbano territorial, en este caso refiriéndonos a la arqueología de Valdivia, presenta inevitables consecuencias en todo el territorio y en el modo de su consideración. Así como hoy se conforman los espacios urbanos -mediante extensión o densificación-, muy probablemente en el pasado estos espacios también fueron escogidos y ocupados, por lo que una ciudad en la actualidad, extrañamente será una “tabula rasa”. Los sitios y elementos arqueológicos aflorarán desde el subsuelo en el momento menos esperado o estarán ahí, sin que alguien repare en ellos, hasta ser impactados por las diferentes inversiones que se lleven a cabo en los suelos urbanos. Con el fin de evitar estos impactos y de subsanar la “imposibilidad” de considerar al patrimonio cultural tangible en los modelos teóricos aplicados en el análisis territorial, es necesario recurrir a conceptos económicos que integren a este patrimonio en el espacio urbano. En esta situación es cuando se torna más adecuado considerar a los yacimientos arqueológicos como “recursos”; recursos no renovables con manifestación en el territorio y por tanto inmersos en el medio físico, que puedan ser integrados en un marco económico como capital social (Ladrón de Guevara, 2003) y formen parte de los espacios de maquetación o escenarios contextuales y prospectivos. En la práctica, he aquí la relevancia de la generación de cartografías arqueológica actualizables y memorias explicativas en los diagnósticos integrados, con el fin de dar cuenta no sólo de la presencia de estos recursos, sino que también de su expresión en el territorio. Una vez contemplado el componente arqueológico en los diagnósticos territoriales, se hace posible la superposición de capas de información y la generación de zonificaciones adecuadas en las etapas de planificación, donde la presencia de recursos arqueológicos o de zonas de potenciales hallazgos (como los bordes de río y las terrazas lacustres), sean considerados en los diferentes instrumentos

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de planificación territorial (IPT), asumiendo de forma real y preventiva, las diferentes figuras legales de protección (p.e. zonas típicas y recursos patrimoniales como monumentos nacionales), dejando de lado el desconocimiento o la falta de procedimientos existentes hoy en día, en cuanto al tratamiento del patrimonio cultural en ciudades como Valdivia. Comentarios finales. Considerando la jerarquía y distribución de los sitios que hemos referido para las distintas épocas, la ciudad de Valdivia posee un entorno habitable de gran extensión, el cual ha constituido un espacio histórico de transición urbano-rural. Mientras el concepto de urbe colonial abarcaba una red de asentamientos y sectores densos habitados en torno a ella, que le eran complementarios, dicho ordenamiento definía distintos anillos en torno al sector nuclear y una disposición de barrios principales y secundarios propios de la ciudad (Hardoy y Gutman, 2008: 742-745). Al concebir la ciudad de Valdivia como una entidad urbana compleja de origen pre occidental (europeo) -sectorizada, jerarquizada e integrada a su espacio circundante-, nuevas investigaciones en el ámbito histórico y antropológico, podrán también valorar mejor su papel en el concierto de las ciudades y jurisdicciones del virreinato del Perú y la república de Chile. Si se considera la tipología y la distribución de sitios y elementos arqueológicos diagnósticos presentados, podemos proyectar la fisonomía de Valdivia a lo largo del último milenio, tanto como una entidad urbana que atraviesa temporalidades y tradiciones culturales de distinta índole; las cuales definen su historia y estructura posterior. El despliegue eficiente de la información arqueológica permitirá aportar al desarrollo de políticas asociadas a la planificación urbana. El ordenamiento del territorio de Valdivia debe considerar desde la etapa mapuche huilliche hasta nuestros tiempos. Las políticas urbanas, deben ser evaluadas en asociación a las transformaciones planificadas o forzadas de la ciudad y

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su entorno. Una “mirada integral” de los datos y aportes disciplinarios, en formato cartográfico, permiten de este modo construir una “imagen histórica situada” del patrimonio de la ciudad utilizando herramientas de ordenamiento territorial y planeamiento urbano, las cuales integran la experiencia de habitar este lugar (Valdivia) desde tiempos prehispánicos. Referencias. - Adán, L., Mera, R., Bahamondes, F., Donoso, S., 2007a. Historia cultural de la cuen-

ca del río Valdivia: proposiciones a partir del estudio de sitios alfareros prehispánicos e históricos. Revista Austral de Ciencias Sociales nº 12: 5-30, Valdivia. - Adán, L., Mera, R., Munita, D., Urbina, S., 2010. Los primeros habitantes. Síntesis de la historia prehispánica de la actual Región de Los Ríos. En Síntesis Histórica de la Región de Los Ríos. Diagnóstico del Patrimonio Cultural de la Región de Los Ríos, Capítulo 1, pp. 3-27, Valdivia. -Adán, L., Urbina, S., 2010. Una aproximación a la historia indígena de los mapuche huilliche de la jurisdicción de Valdivia. En Síntesis Histórica de la Región de Los Ríos. Diagnóstico del Patrimonio Cultural de la Región de Los Ríos, Capítulo 2, pp. 28-53, Valdivia. - Durston, A., 1994. Un régimen urbanístico en la América Hispana colonial: el trazado en damero durante los siglos XVI y XVII. Historia 28: 59-115. - Gómez , D., 2008. Ordenación Territorial. Mundi-Prensa y Editorial Agrícola Española S.A. Madrid. - Guarda, G., 1994. Una ciudad chilena del siglo XVI: Valdivia: 1552-1604, urbanística, red pública, economía, sociedad. Universidad Católica de Chile, Santiago. - Guarda, G., 1999. Historia de la Iglesia en Valdivia. Museo de la Catedral, Valdivia. - Guarda, G., 2001. Nueva tiago.

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- Guarda, G., 2008. Cuatro Siglos de evolución Urbana. Valdivia Instituto de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Astral de Chile, Valdivia.

1552-1910.

Construcción urbana y rural: sus aspectos ideológicos, sociales y económicos. En Historia General de América Latina, volumen III, - Hardoy, J., Gutman, M., 2008.

Tomo 2, pp. 719-772. Ediciones UNESCO, Editorial Trotta, Madrid.

El patrimonio como fundamento para el desarrollo del capital social: el caso de un sitio arqueológico y Puntilla Tenglo. Conserva nº 7: 5-22. - Ladrón de Guevara, B., Gaete, N., Morales, S., 2003.

- Mariño de Lobera, P., 1865[1580]. Crónica

del Reino de Chile. Colección de historiadores de Chile y de documentos relativos a la historia nacional. Imprenta

del Ferrocarril. Santiago. Tomo VI. - Rovira, B., 2001. Presencia

de mayólicas panameñas en el mundo colonial. Algunas consideraciones acerca de su distribución y cronología. Latin American Antiquity nº 12(3): 291-303.

- Universidad Austral de Chile, oficina Santiago, 1976. Boletín Informativo nº 8: 1-3, 10 de mayo de 1976. Manuscrito. - Urbina, S., Adán, L., 2012. La

ciudad de Valdivia y su jurisdicción: elementos para una historia indígena en el período Colonial Temprano. Ponencia presentada en el V Congreso Nacional de Arqueología Histórica Argentina, Buenos Aires. - Van de Maele, M., 1968. Investigaciones

Históricas. Investigaciones Arqueológicas. Mapa Histórico-Arqueológico de la provincia de Valdivia. Museo Histórico y

Antropológico, Universidad Austral de Chile, Valdivia. - Vivar, G., 1979[1558]. Crónica

y relación copiosa y verdades de le los Reinos de Chile. Colección de escritores coloniales. Berlín Mormey, Editorial Universitaria, Biblioteca Iberoamericana, Colloquium Verlag.

1_ Este trabajo es resultado del proyecto DID S-2012-41 Universidad Austral de Chile, La Plaza de Valdivia: Los Castillos del Estuario y el Río Cruces. Primer estudio comparado de sus colecciones arqueológicas coloniales, s. XVII y XVIII y del proyecto FNDR (2008): Valdivia.

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2_Previo a la instalación hispana, algunos testimonios de la época señalan la presencia de un vecindario (de ruka) descritas como “muy buenas” y “razonables casas” (Vivar, 1979[1558]: 191; Mariño, 1865[1580]: 138) descritas sobre una loma alta “adornada de arboledas sembrada a mano”, el cual daba el perfil y organizaba el principal sector habitacional indígena, ubicado en la actual calle Carlos Anwandter (Guarda, 1994: 30-31, lámina 8: 32). Mariño de Lobera, también señala hacia el suroeste de estas ruka, un lugar “de junta” adyacente al río, el que describe como una “larguísima carrera donde los indios jugaban a la chueca” (palihue), cuya longitud alcanzaba los 400 pasos castellanos (± 560 metros) (Mariño, 1865[1580]: 138; Guarda, 1994: 23). Dicho palihue corresponde a un espacio de congregación de alta relevancia política y comunitaria mapuche, de arquitectura llana, extensa y despejada, lugar de condiciones inmejorables para trazar la plaza, edificios, manzanas y solares de la nueva ciudad (Imagen 3). En los alrededores del palihue se disponían “grandes llanadas” con abundante población y extensos campos agrícolas. Se agrega a este panorama previo a la fundación hispana, una ribera fluvial activamente utilizada para la recalada y zarpe de canoas, las que circulaban cargadas de gentes y recursos; la admiración surge en palabras del cronista al “… ver entrar tantas canoas por aquellos ríos hasta llegar a las casas” (Mariño, 1865[1580]: 131). 3_Se tienen evidencias de piezas cerámicas de estilo Pitrén recuperados en Angachilla, también materiales líticos propios de cazadores-recolectores del período Arcaico en Huachocopihue y una datación radiocarbónica de 2.000 AC para un evento de incendio en el sitio Carlos Anwandter 1, el cual probablemente corresponde al efecto de una acción humana. 4_Otras referencias son las osamentas y entierros de españoles excavados en 1907 bajo la actual Plaza de la República que refieren con probabilidad al cementerio de la Iglesia Mayor (Guarda, 1999, nota 7: 12); luego, un plano del año 1718 indica la existencia de muros originales del Convento de San Francisco, esquina calles Yungay y Yerbas Buenas, sobre los cuales se estaba reedificando el nuevo convento, en el antiguo solar (Guarda, 1999, nota 8: 13); en tercer lugar, las ruinas y vestigios de muros de piedra laja del convento de La Merced, conservados hasta inicios del siglo XX en la calle Carlos Anwandter nº 624, reutilizados para los cimientos de una bodega de vinos (Guarda, 1999, nota 11: 15); y finalmente, los testigos del Convento de Santo Domingo a la luz de “… excavaciones hechas a fines del siglo XIX y XX -1950, al construirse el hotel Pedro de Valdiviarevelaron vestigios y osamentas, correspondientes a enterramientos; los relatos de la destrucción confirman su relación respecto del río, junto al cabezal este del puente Pedro de Valdivia…” (Guarda, 1999: 16). 5_Parte del sector o barrio lo conforman los sitios Plaza Avenida Alemania, Carlos Anwandter-1, Carlos Anwandter nº 624. En Valdivia, el barrio de La Carmenga o de la Merced -al igual que en Huamanga, Potosí y Cusco-, recibió este nombre por residir allí el grueso de la población indígena (Mapuche Huilliche) en el siglo XVI (Guarda, 1994: 24, 41, 101-102). 6_Fuente para la identificación: Colección tipología cerámica on-line. Museo de Historia Natural, Universidad de La Florida: http://www.flmnh.ufl.edu/histarch/gallery_types/Spanish/. Consultado el 22-10-2012. 7_El caso del Cerco de Duce merece una investigación arqueológica en profundidad. Si bien sobre la base de la cartografía histórica existente, el proyecto de Duce podría ser modelado sobre la actual planta urbana (Guarda 2008: 15-17), aún no se han efectuado estudios sistemáticos para su identificación en terreno. 8_Restos óseos correspondientes a sitios de cementerio se recuperaron en la década de 1990, en el lugar ocupado por la Fábrica EMASIL. 9_Identificadas a partir de registro fotográfico de trabajos de Mauricio van de Maele. Archivo Dirección Museológica, Universidad Austral de Chile (visto el 30.07.2012). 10_En urbanismo, las modelaciones como herramienta de análisis -base de diagnósticos y de planificación-, responderán a variables funcionales, distribucionales, de transporte, sociológicas, ecológicas, entre otras, a partir de la observación del presente (determinación sincrónica de los fenómenos en tiempo y espacio). Dado que el historicismo no corresponde a un mecanismo de análisis viable en urbanismo, debido al sesgo que considera, actualmente el componente histórico de las ciudades no se encuentra relacionado con ningún modelo urbanoterritorial paradigmático, sino que sólo forma parte del sustrato cultural, que si bien tiene relación con los procesos de formación de los espacios urbanos, no explica los procesos que allí ocurren, ni permite solucionar sus problemas. Pero esta “desatención” obligada de la economía urbana hacia el patrimonio cultural, con expresión en el territorio, conlleva grandes repercusiones que, sólo actualmente, se intenta abordar.

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El programa puesta en valor del patrimonio de la Región de Los Rios. Leyla Sade Arquitecta, Universidad del Bío Bío, Chile. Encargada Regional Patrimonial de la Dirección de Arquitectura, Ministerio de Obras Públicas Región de Los Ríos. [email protected] Patricia Durán Ingeniero Comercial Encargada Regional Patrimonial de la Dirección de Arquitectura, Ministerio de Obras Públicas Región de Los Ríos.

Chile tiene un variado y rico patrimonio histórico y cultural que no está completamente puesto en valor y que puede hacer una significativa contribución al desarrollo social y económico. Un Inventario del Patrimonio Cultural Inmueble (IPCI), realizado en todas las regiones del país por la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas, detectó más de 7.000 activos de interés patrimonial. De estos, 853 (excluyendo Monumentos Públicos) han sido declarados Monumentos Nacionales por el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN.) El CMN incluye, en el Registro de Monumentos Nacionales, los activos que juzga de valor patrimonial histórico, artístico, cultural, científico y natural y que le son presentados por individuos, organizaciones de la sociedad civil u organismos del Estado. Existe consenso en el país acerca de que este procedimiento, de carácter más reactivo que pro-activo, conduce a que el Registro no incluya en la actualidad todos los activos de valor patrimonial de importancia nacional. Muchos de ellos merecen ser integrados pero que no han sido propuestos al CMN.

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La Región de los Ríos, al igual que el resto del país, cuenta con un escaso número de bienes patrimoniales reconocidos y protegidos legalmente. Existen sólo 25 Monumentos Nacionales 1, que claramente no reflejan el rico patrimonio cultural regional caracterizado por la multiculturalidad expresada principalmente por las raíces mapuches, españolas, holandesas y alemanas, entre otras. Con el fin de dar respuesta a la creciente preocupación de la sociedad por conservar su patrimonio cultural, que se encuentra en situación de deterioro y vulnerabilidad, y que no contaba con una línea programática de alcance nacional que respondiera a esta necesidad, el Estado de Chile crea el Programa “Puesta en Valor del Patrimonio”. Su objetivo es promover la protección y puesta en valor de los bienes patrimoniales, (edificaciones, conjuntos urbanos o sitios) declarados Monumento Nacional o en proceso de serlo, de prioridad regional o nacional, de modo que generen beneficios socio-económicos que contribuyan al desarrollo sustentable. Programa y Desarrollo Regional El programa se desarrolla a través de un convenio entre el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) y el Gobierno de Chile, y es ejecutado por la Subsecretaría de Desarrollo Regional (Subdere) y co-ejecutado por la Dirección de Arquitectura del MOP y los Gobiernos Regionales. En la región se estableció, en su Estrategia Regional de Desarrollo (ERD) 2009-20019, la Protección y Promoción de la Identidad Patrimonial, como uno de los lineamientos estratégicos para alcanzar el desarrollo regional: “La Región de Los Ríos pondrá en valor las expresiones y manifestaciones culturales, históricas y actuales que den cuenta del patrimonio tangible e intangible”.

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Al mismo propósito apuntan las iniciativas de inversión de la cartera regional del programa, dado que en ella se desarrollan los proyectos estratégicos enmarcados en la EDR, tal como la ejecución del estudio Diagnóstico Patrimonio Cultural, Región de Los Ríos. Este estudio desarrolló un enfoque sistémico e integrador que hoy permite contar con una línea base para la futura política de patrimonio regional, dando orientaciones estratégicas para la planificación del resguardo y puesta en valor del patrimonio cultural en el mediano y largo plazo. Ejecución del Programa. En el ámbito de la institucionalidad regional, en el año 2008 se creó la Mesa Regional de Patrimonio que es una instancia que secunda la aprobación del Programa Puesta en Valor del Patrimonio (PPVP), del mismo año. La primera tarea encomendada a esta instancia de coordinación regional, fue la de identificar las posibles iniciativas de inversión susceptibles de ser financiadas por este programa. En este sentido, Los Ríos ha venido definiendo, a través de procesos participativos, una cartera de iniciativas que se han generado a partir de la información obtenida en los talleres comunales, en el marco de la difusión del programa. En este contexto se ha levantado una cartera de 36 iniciativas regionales que fueron priorizadas por el Consejo Regional de Los Ríos, las comunas y su gente, las que cumplieron con los siguientes requisitos para su financiamiento: ser inmueble de propiedad pública, usufructo públicoprivado de una sociedad sin fines de lucro, estar declarado Monumento Nacional, cumplir con la equidad territorial, tener sustentabilidad y ser de prioridad comunal. Para asegurar la sustentabilidad de la inversión, se definió como uno de los objetivos del programa la elaboración de modelos de gestión, como la carta de navegación para la administración de cada inmueble, cuyo

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instrumento asegura la generación de ingresos para pagar los costos de operación del inmueble, los gastos de mantención y conservación que se deban realizar periódicamente al inmueble y su entorno asociado para que se mantenga en el tiempo, y además, ser capaz de generar el máximo de beneficios culturales, sociales y económicos asegurando la sostenibilidad de la puesta en valor.nar la forma en que se administrará. “Si no entendemos el significado de un bien, mal podríamos comprender su importancia y mal podríamos conducir un proceso administrativo si no conocemos lo que se debe proteger de ese patrimonio”.2 Inversión del Programa La cartera de 36 iniciativas de la región cumplió con la equidad territorial, criterios de selección y priorización instruido por la Mesa Regional del Programa, por lo que se destacan a continuación los proyectos emblemáticos de cada comuna de la región (Imagen 1). En relación a la sustentabilidad, la comunidad definió los usos para los inmuebles a poner en valor en la región, de los que se distinguen los siguientes por su frecuencia (Imagen 2). Iniciativas Financiadas por el Programa. El estudio nace como primera necesidad de la Mesa Regional en la obtención de un documento estratégico de planificación patrimonial que integre las iniciativas de inversión, fortalecimiento y difusión con una visión territorial de escala regional y comunal, y con un alcance temporal de mediano y largo plazo. Su objetivo a alcanzar es “elaborar y validar el estudio del patrimonio cultural regional, correspondiente a un diagnóstico general que recopile y valore cualitativamente y cuantitativamente la información referida a bienes culturales patrimoniales, y que defina orientaciones estratégicas

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para la planificación del resguardo y puesta en valor del patrimonio cultural en el mediano y largo plazo para la región de los ríos”. Estudios diagnóstico Sistema de Fortificaciones, de la cuenca de Valdivia y Bahía de Corral. El carácter estratégico de la región Austral de Chile, impulso a la corona española, desde fines del siglo XVI la edificación de un poderoso conjunto defensivo, a raíz del tránsito frecuente de naves francesas, inglesas, holandesas y en particular, a la incursiones de los corsarios. En este contexto y debido a la necesidad de defender Perú y México, que constituían la principal fuente americana de riqueza de la Corona, se emprendió la construcción de fortificaciones en Valdivia, que constituyen junto con El Callao, el complejo defensivo más importante de la costa americana del Pacífico Sur. El sistema de fortificaciones esta formado por aproximadamente 18 Fuertes y baterías, de los cuales 5 son Monumentos Nacionales reconocidos. El sistema de fortificaciones carece de una figura administrativa y legal que la rija, naciendo como respuesta a esta necesidad el estudio que tiene como objetivo “elaborar un plan de manejo para las fortificaciones de la cuenca de Valdivia y bahía de Corral con el propósito de asegurar buenas prácticas de conservación y gestión sustentable, en el contexto histórico, cultural, económico local, proporcionando tanto para el sector público o privado los lineamientos estratégicos que permitan poner en valor el patrimonio histórico conforme a las distintas políticas a nivel regional y nacional”.

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Diseño restauración Casona el LLoly Comuna de Paillaco. La casona El Llolly se ubica en el ex fundo patronal del mismo nombre, comuna de Paillaco, región de Los Ríos. Es testimonio vivo de una serie de procesos históricos acaecidos en su territorio, desde la colonización europea en territorio mapuche hasta su conformación como centro rural. El sector funciona como unidad tipológica que contiene una serie de equipamientos y servicios comunitarios, donde la casona actúa como un hito fundacional y patrimonial del sector. El proyecto Rehabilitación Casona El Llolly, se levantó como iniciativa regional a través de mesas territoriales con el objeto de identificar en todas las comunas el patrimonio local no reconocido legalmente. Esto permitió ampliar la cantidad regional de Monumentos Históricos y zonas típicas de la región. El objetivo de la consultoría es convertir a la casona en un centro comunitario, que ponga en valor el bien patrimonial y su entorno inmediato. El diseño de intervención propone el desarme de la casona de madera, para su posterior reconstrucción, ampliación, consolidación estructural y habilitación como centro comunitario, cultural y artístico. Su restauración permitirá rescatar el inmueble, fortalece a las organizaciones del sector y posicionar a la casona El Llolly como un lugar turístico rural. Diseño habilitacion Ecomuseo Isla Mancera. Originalmente la Isla era llamada “Guiguacabín” por los indígenas, luego en 1544, el almirante Pastene lo cambió por el de “Imperial”, posteriormente pasó a ser conocida como la isla de “Constantino”, que fue su primer dueño, hasta que en 1645, don Antonio de Toledo cambia su nombre por el de “Mancera” en honor de su padre, el marqués de Mancera, Virrey del Perú, que llegó en la flota que viajó del Callao a refundar la ciudad de Valdivia, abandonada luego del levantamiento mapuche de 1599.

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El objetivo del proyecto de diseño es poner valor en su conjunto la isla mancera, como museo de sitio, con la restauración del castillo San Pedro de Alcántara, con la recuperación de la plaza colonial, el polvorín, capilla y habilitación de los senderos. Además se diseñará una infraestructura de servicio que sirva de apoyo a la puesta en valor de la isla mancera, centro de interpretación turística: con locales de venta de artesanía, cafetería, sala de exposiciones, laboratorios, servicios higiénicos, boletería, venta de souvenirs y centro de información turística, se confeccionarán señaléticas museográficas, por tanto se realizará un estudio museográfico que permitirá determinar recorridos informados (Imágenes 8 y 9). Diseño Restauración Castillo de Niebla Valdivia. El Castillo de Niebla es una de las fortificaciones del gran complejo que se construyera en el siglo XVII en el estuario del río Valdivia (Sistema de Fortificaciones). Fue erigido a mediados de ese siglo por la armada que el Virrey del Perú Antonio de Toledo enviara con el fin de refundar la ciudad de Valdivia. El objetivo era defender este estratégico lugar de las potencias europeas enemigas de España y de los piratas y corsarios que cruzaban el Estrecho de Magallanes y el Cabo de Hornos para dirigirse a las cercanías de los ricos puertos del Pacífico americano. A través del programa se ejecutó un diseño para convertirla en museo de sitio, donde se obtuvieron estudios previos que contemplan el levantamiento crítico, análisis arqueológico, histórico, estructural y arquitectónico, para la realización del proyecto de restauración, consolidación estructural, paisajismo y especialidades (Imagen 10). Diseños restauración Fortín de San José de Alcudia. El Fuerte San José de Alcudia, Río Bueno, fue patrimonio militar al resguardo de las ciudades ante la amenaza indígena.

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El proyecto de restauración del fuerte potencia el uso cultural y turístico del monumento histórico, se realizarán trabajos de limpieza, consolidación estructural y protección de todos los muros del fortín, mantenciones y reposiciones de la infraestructura de seguridad (barandas y pasarela peatonal), mantención de los cañones, colocación de un sistema de iluminación e implementación museográfica del fuerte (Imagen 11). Diseño restauración y puesta en valor Teatro Galia de Lanco. En el año 1945 se inaugura el teatro Galia en una subdivisión de la plaza de Armas de la comuna, característica muy particular, pues altera el orden tradicional de las plazas de Chile, generándose un área verde rectangular y sacando a la iglesia del perímetro de la plaza. El teatro Galia nace como un cinematógrafo, instalación atípica en una comuna altamente rural, propia de estilos de vida de habitantes de urbes o ciudades mineras de nuestro país. El diseño tiene como objetivo principal hacer funcional el inmueble a través de la elaboración de estudios previos que contemplan el levantamiento crítico, histórico, estructural y arquitectónico, para luego realizar el proyecto de restauración, consolidación estructural, paisajismo y especialidades tales como: iluminación, sistemas de seguridad, sonido y acústica, modelo de gestión, y participación ciudadana (Imagen 15). Adquisición y diseño restauración Fortín de San Luis de Alba de Cruces, Comuna San José de la Mariquina. El Castillo de San Luis de Alba es fundado en el año1648, el cual generó un núcleo importante de población.

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Fue destruido y reconstruido en siete ocasiones entre la fecha de su fundación y la de su abandono total a mediados del siglo pasado. La iniciativa tiene como objetivo el uso de museo de sitio del inmueble, el cual comprende desde la adquisición del monumento nacional y la elaboración del diseño que elaborará estudios tales como: levantamiento crítico, análisis arqueológico, histórico, estructural, arquitectónico y de especialidades, como así también el modelo de gestión, declaración de impacto ambiental y participación ciudadana (Imagen 16). Diseño Estación Collilelfu, Los Lagos. La Estación Collilelfu corresponde a la edificación principal de la antigua estación de ferrocarriles de Los Lagos construida entre 1905 y 1907. El inmueble cumplió funciones ligadas a la vía férrea hasta la suspensión de los servicios a fines de los 70 y desmantelamiento de la vía partir de 1981. Luego se entregó a uso residencial de funcionarios ferroviarios, pasando a propiedad municipal, en 1998 3. La consultoría del diseño de arquitectura y sus especialidades, tiene por objetivo el de habilitar la estación Collilelfu como centro cultural de la comuna de Los Lagos (Imagen 17). Ejecución Restauración Castillo de Niebla Valdivia. En el marco del programa de Puesta en Valor del patrimonio, se ejecutarán: 1. Obras de restauración del monumento, limpieza, consolidación y protección de superficies de los vestigios existentes. 2. Obras nuevas para la habilitación de recorridos que no alteren, ni dañen el monumento evitando el actual deterioro antrópico, a través de

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pasarelas que conectarán diversos puntos museables, generándose nuevos accesos para el monumento. 3. Remodelación de las oficinas administrativas del museo, reorganizando el espacio interior, para acoger un sector de depósito arqueológico, oficinas administrativas, servicios higiénicos de personal y de público en general entre otras dependencias. Además se contempla la reubicación de los stands de los artesanos a un costado del edificio de la DIBAM, debido al alto riesgo de derrumbe del terreno aledaño a su ubicación actual. 4. Se adquirirá un terreno para reubicar los estacionamientos, liberando el foso de este uso incompatible (Imagen 10). Habilitación Centro Cultural Casa Prochelle I, Primera Etapa. La casa Prochelle I fue construida en 1902 por Gustavo Prochelle Brummer, importante empresario valdiviano que tenía una curtiembre, refinería de sal, industria maderera, agencia de vapores y seguro, importaciones y exportaciones.

En la actualidad la casa Prochelle I se encuentra sin uso.

El proyecto contempla la habilitación de un centro cultural para Valdivia, emplazada en un terreno de 2.294 m2, con una superficie construida de 730 m2 en dos pisos, donde se intervendrán:

a) Superficie a Restaurar y Habilitara existente: 792,31 m² b) Superficie a Demoler o Desarmar : 98,53 m² c) Superficie Ampliación : 115,76 m² Total: 809,54 m² (Imágenes 12, 13 y 14).

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Conclusiones. A través del Programa se constató el creciente interés de la ciudadanía por la puesta en valor del patrimonio, por lo que la cartera del programa se definió dentro de los proyectos emblemáticos de la Estrategia de Desarrollo Regional, para alcanzar al año 2019 el escenario deseado para la región. La institucionalidad pública regional ha tenido un rol activo y coordinado para alcanzar los requisitos del programa a nivel nacional y regional, lo que ha implicado un proceso de participación permanente con las comunidades, permitiendo el rescate de la memoria en los territorios y en la región, como también se ha podido contribuir al desarrollo socioeconómico a través de la inversión patrimonial, haciendo posible su uso como soporte de actividades culturales, sociales y económicas compatibles con su conservación y requerimientos de las comunidades, cumpliéndose con ello el objetivo del programa. Referencias. - Convenio Crédito BID - Estrategia Regional de Desarrollo Región de los Ríos 2009 - 2019 - Antecedentes y Orientaciones para la Gestión del Patrimonio, SUBDERE-2008 - Guía Operativa, Programa Puesta en Valor del Patrimonio, 2008, MINISTERIO DEL INTERIOR –SUBSECRETARÍA DE DESARROLLO REGIONAL Y ADMINISTRATIVO, División de Desarrollo Regional, Departamento Gestión de Inversiones Regionales. - Sitio Web, http://www.monumentos.cl - Estudios y Proyectos del Programa, DA MOP, GORE, SUBDERE:

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- Estudio: “Diagnóstico Del Patrimonio Cultural De La Región De Los Ríos”, 2010. Consultora UACh. - Estudio: Diagnóstico Sistema Fortificaciones Cuenca Valdivia Bahía Corral. Consultora Santa María La Real Chile. - Diseño Restauración Casona El Llolly Comuna Paillaco, Consultora MASSMANN ARQUITECTOS & CIA.LTDA. - Diseño: Habilitación Eco Museo Isla Mancera, Consultora Alejandro Cerda. - Diseño: Restauración Fortín De San José De Alcudia, Consultora Estudio Cero, Carlos Inostroza Hernández. - Diseño: Restauración Y Puesta En Valor Teatro Galia De Lanco, Consultora BeAT ASSOCIATES. - Diseño: Habilitacion Estación Collilelfu, Los Lagos, Consultora ATELIER – CONSULTORES LTDA. - Obra: Restauración Castillo De Niebla Valdivia, Empresa Constructora ByC Ltda. - Obra: Habilitación Centro Cultural Casa Prochelle I, Primera Etapa, Empresa Constructora Jorge Ramírez y Avelina Urra Ltda.. 1_Nómina de Monumentos Nacionales (total nacional), Consejo de Monumentos Nacionales. 2_ Antecedentes y Orientaciones para la Gestión del Patrimonio, SUBDERE-2008. 3_ Informe declaratoria. Municipalidad de los Lagos.

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Ercilla, la aplicación de dos subsidios de reconstrucción patrimonial del Ministerio de Vivienda en la Araucanía Mg. Paz Serra Arquitecta, Universidad de Chile, Chile Seremi de Vivienda y Urbanismo Región de la Araucanía [email protected] Mg. Cristian Rodríguez Arquitecto, Universidad del Bío Bío, Chile. Encargado de Patrimonio Seremi de Vivienda y Urbanismo Región de la Araucanía. [email protected]

Resumen Hacia mediados del siglo XIX, la zona mapuche de la Araucanía dividía el territorio nacional chileno. Se inició un proceso de ocupación dirigido desde el Estado, cuya definición estuvo trazada por la cantidad de hectáreas asignadas a cada propietario y de qué modo se fueron anexando parte de estos terrenos a la dinámica de la economía regional, vinculada principalmente al cultivo del trigo. A partir de este proceso se inicia la fundación de distintos poblados, los cuales en su mayoría tendrían la impronta de la madera, del latón zincado y se constituirían en la imagen urbana durante un siglo. Hoy, estas viviendas se encuentran en una condición de deterioro agravado por el último terremoto, hecho que derivoó en la implementación de un Subsidio de Reconstrucción Patrimonial para su preservación futura y por ende, en la mantención de la frágil silueta urbana de los pueblos rurales de la Araucanía.

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Introducción. Al momento de la Independencia de Chile en 1810, el territorio mapuche gozaba de un escenario jurídico particular a consecuencia de los parlamentos realizados con las autoridades españolas, el último de los cuales fue realizado en Negrete, en el año 1803. Después de la decisión del Estado de ocupar estas regiones, a partir de 1868 Cornelio Saavedra inicia el establecimiento de la línea del Toltén, como culminación de la fase costera de la campaña que penetra por el río hacia el interior, en un intento por rodear el territorio mapuche, quedando sólo la salida hacia la cordillera. Desde ese punto de la depresión intermedia, se avanzó hacia la cordillera por la vía fluvial, con el levantamiento de los fuertes Toltén y Collico. En el año 1878, una circular del Inspector General del Ejército, general Antonio Villagrán, señala que el cuerpo de Ingenieros había publicado, con autorización del gobierno, un plano general, de todos los terrenos ocupados por el fisco, medidos, hijuelados y rematados hasta esa fecha, al sur del Bío Bío. El plano incluía los puntos de la nueva línea de frontera de Lumaco a Adencul, conocida como la línea del Traiguén (Estado Mayor Ejército de Chile, 1981). Entonces, desde el inicio de la “Ocupación de la Araucanía” y su posterior consolidación, surge una arquitectura tremendamente sobrecargada por otra, impuesta por los habitantes que consolidaron un desarrollo económico sin igual y cuyo eje principal fue el ser una manifestación de una realidad mucho más amplia que afectó a nuestro continente a fines del siglo XIX. “Un plan militar pasa a ser un plan de desarrollo poblacional, o sea la guerra invasiva más que defensiva, se convierte en un plan de desarrollo territorial. Algunas incidencias claves tuvo el espacio para servir a una táctica militar de ocupación territorial que la hiciera efectiva” (Vilaboa, 2007) . Desde muy temprano y siguiendo una estrategia similar a la de los españoles del siglo XVI, entre 1861 y 1883 se ordenó la fundación de unas quince

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ciudades y poblados, proceso que se inicia en una primera etapa con la refundación de Angol. Ocupación de la Araucanía. Así, las ciudades y pueblos de la Araucanía, nacieron espontánea o tácitamente como obra de las numerosas tareas que el ejército de ocupación realizaba dentro del territorio mapuche. Los primeros soldados agraciados y premiados por el gobierno con tierras alrededor del fuerte, luego de finalizada la empresa militar, se constituyeron en la primera base sólida que hizo posible la expansión urbana en torno al fortín, el cual una vez cumplido su objetivo inmediato, desapareció como tal para dar lugar al desarrollo del pueblo. Así, brotan de este modo una infinidad de expresiones arquitectónicas, estilos y diálogos que recorren cada uno de los más diminutos espacios de la imaginación del hombre moderno para instalarse de manera potente como único agente de dominio del paisaje rural de la Araucanía. Surgen haciendas, estaciones, molinos y casas rurales cuyo fin fue albergar una infinidad de sueños. Por otro lado, las casas de los colonos, de un primitivo habitar plasmado en la imagen de un galpón que reunía en un primer nivel a los animales y el forraje y en el segundo piso la casa habitación, daban cuenta del contexto social y de seguridad de la época (Rodríguez, 1996). Posterior a ello, se inicia un proceso de poblamiento mediante inmigrantes extranjeros a partir del año 1883, para lo cual el estado chileno había iniciado una activa propaganda en Europa y entregando beneficios especiales a los ocupantes de tierras indígenas.

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Estos se embarcaban en Bordeaux, Francia, llegando hasta Talcahuano y desde allí hasta Traiguén, lugar de epicentro de la colonización. Uno de los poblados que crecieron al amparo de la colonización es Ercilla, principalmente de inmigrantes suizos. La vivienda rural en la Araucanía. A diferencia de lo ocurrido en otras ciudades de la Araucanía, la colonización en el área de influencia suiza, es decir Victoria, Traiguén y Ercilla, produjo edificios prácticamente desprovistos de ornamento, donde el signo fundamental fue la sobriedad y la desnudez de las fachadas. Los colonos suizos venían de Zurich, Lucerna y Basilea, y comenzaron a llegar a la Araucanía a partir de 1882. Aquellos que recibieron terrenos en el campo desarrollan una arquitectura en que el emplazamiento de las viviendas y sus instalaciones respondían a una disposición estratégica de resguardo y control del entorno circundante, debido a las reinantes condiciones de inseguridad del lugar. La vivienda se emplazaba cercana a un curso de agua, aprovechándola no sólo para el consumo o el regadío, sino también para impulsar molinos y generadores eléctricos. Los ríos Malleco, Coló, Dumo, Traiguén y muchos otros, distribuían agua a través de una infinidad de canales, con lo que se generó una trama de ocupación del territorio rural. De este modo, la arquitectura de la Araucanía del periodo “postocupacional”, respondió a conceptos de funcionalidad, pero en este proceso se fue configurando un espacio que fue haciendo común la presencia de corredores y galerías en el habitar. El corredor, uno de los méritos de estos espacios, constituye un lugar de transición del habitar en territorios indígenas y la galería, de control sobre el entorno cercano. Ambos en conjunto, definen un estilo de hacer arquitectura, de transición entre distintas zonas geográficas.

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Desde sus inicios, las ciudades en la Araucanía fueron un espacio configurado para la guerra, las calles eran predeterminadas para un mero transitar. La ciudad de Ercilla se estableció como un primer asentamiento consolidado gracias a los inmigrantes suizos desde su fundación 6 de febrero de 1882, fortaleciendo un poblado cuya principal característica son manzanas de fachada continua formada por una secuencia constante de viviendas en madera. Las casas configuraban un sólo bloque por todo el perímetro de la manzana y en su interior, un espacio propio para las labores de crianza y agrícolas. Los rústicos poblados, un par de años tras la “ocupación”, se convertían a paso acelerado en ciudades con un marcado desarrollo que lentamente se manifestaría en su arquitectura. La estampa de los pueblos estaba caracterizada por sus construcciones de madera, a dos aguas, un galpón revestido de un tablón traslapado, una secuencia uniforme de ventanas verticales, la simetría de su acceso y la altura de sus espacios interiores. Estos volúmenes, permitidos por los enormes recursos que generaron los bosques que a diario sufrían el asalto constante de aserradores que se desplazaban por los más diversos rincones de la región, estaban cubiertos generalmente de una teja de arcilla curva que se realizaba en las fábricas cercanas, o bien revestido de latón zincado ondulado que vendían las pujantes casas comerciales. A su vez, las viviendas presentaban diversos tamaños, alturas y formas, y en su interior, los espacios más importantes como los salones, se ubicaban adyacentes a la calle de modo de estar en contacto con la dinámica vida citadina. Los dormitorios se ubicaban en la parte posterior o bien en un segundo nivel, delimitando el espacio privado de la vivienda. Al final de un pasillo que se ubicaba al centro de la casa, unido con la huerta, se establecía uno de los espacios más habitados de las viviendas de la Araucanía: la cocina.

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Una sucesión de cañones expulsando el humo se divisaba desde la calle, la cocina generaba su intensa actividad diaria con las comidas, la preparación de jamones tras la muerte de cerdos que las familias tenían en su patio, de mermeladas en el verano y la rutina diaria de vivir al calor de las brasas que generaban las modernas y enlozadas cocinas a leña. En el exterior, desde la calle se apreciaba una fina manufactura de carpinteros y ebanistas que recreaba con el máximo de detalle alegorías de la patria de los ancestros y de la nueva que los había acogido, con escudos, estrellas en los balcones, puertas y aleros. Sin duda, esta aldea homogénea de viviendas con similares características y llena de ricos detalles arquitectónicos, fue la imagen de los pueblos de los inmigrantes. Contulmo lo fue con los alemanes, Purén y Victoria con los suizos, Traiguén con el movimiento neoclásico y Temuco con su rol comercial, lleno de almacenes como único punto de origen del constante movimiento de la “Frontera”, que desarrollaron posteriormente. Este proceso modernizador se expandiría a partir de los suaves movimientos durante el verano y que se trasladaría con todo su poder y dinero hasta las nacientes ciudades. “La ciudad de la Frontera esta formada, ante todo, por la estación, las tiendas y los talleres, almacenes generales, pulperías y otros boliches, esas bases de la existencia de una ciudad chilena, como dice cruelmente Errázuriz” (Blancpain, 1987). De este modo, en un par de décadas la mirada desierta, bárbara e ignota del territorio se fue rellenando de formas y colores y lo más importante desde el punto de vista del discurso colonizador, de un avance evidente que cada habitante de la Araucanía podía apreciar. Así, por un lado los pueblos se llenaban de vida, pero por otro el campo esparcía los necesarios cambios que habían soñados en los albores de la Independencia; se cumplía el objetivo trazado de modernizar

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lentamente el país, a partir del campo. “Antes de Temuco, y hasta 1889-90, Traiguén fue la guarnición y la llave de la Frontera, ofreciendo al viajero la imagen de un mundo en gestación que asombra y a veces inquieta”. Se entra así a un nuevo siglo sobre la base de una economía fronteriza, fruto de la importante producción cerealera que dio vida a esta zona durante la primera mitad del siglo XX, inundando de adelanto extensos territorios y quedando como testimonio en ciudades como Traiguén, Angol, Temuco y Nueva Imperial, las que aún guardan enormes construcciones adornando sus calles como reflejo de una época próspera gracias al trigo. Florecería un movimiento nacido desde el campo cuyo destino serían las ciudades. Restauración de viviendas en Ercilla. La vivienda de los descendientes suizos se compone principalmente de un volumen simple a dos aguas, de dos o más niveles, una mayor presencia del lleno por sobre el vacío. En su planimetría presenta una distribución simétrica y un corredor central que une cada uno de los recintos. En el exterior su expresión contempla un corredor en la fachada de acceso en el primer nivel, generalmente orientada hacia el oeste. En el segundo nivel una galería vidriada, de las mismas dimensiones del corredor, es el espacio donde se desarrollaba la vida social en los días de invierno. Ambos recintos presentaban una modulación definida por pilares de madera. En la fachada sur, se revestía con tablón ancho dispuesto de manera vertical, de igual forma en la fachada norte se ubicaba latón zincado. En el caso de la casa de Rosa Bustos Seitz, de acuerdo a lo señalado por diversas fuentes orales, la vivienda presenta una data de fines del siglo XIX, fecha de la fundación del poblado y de la primera llegada de los colonos suizos. Uno de los destinos iniciales fue Cuartel de Policía, posteriormente

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hotel, donde según se consigna habría alojado el presidente José Manuel Balmaceda, en la inauguración del Viaducto del Malleco, a fines de octubre de 1890. A mediados del siglo XX fue adquirido por los familiares de la actual propietaria. Desde el punto de vista arquitectónico y constructivo, la vivienda responde a un proceso de adecuación técnica de los descendientes de colonos suizos en la provincia de Malleco, entramado de madera, que configura un volumen simple, un galpón, manifestación del primer habitar, al cual se le añaden mediante prolongación de vigas, una galería y corredor frontal. Este sistema constructivo de similares características existe en otras cuatro viviendas en las cercanías de Ercilla. Sin duda, una de los principales atributos estéticos de la vivienda es su austeridad, el vínculo entre un volumen simple, un galpón, al cual se le añaden un corredor frontal y galería superior. Estos elementos se constituyen en una propuesta técnica para adecuar la arquitectura a un clima de transición, con presencia de mucha lluvia en invierno y altas temperaturas en verano, con claro manifiesto de las cuatro estaciones del año. De igual modo recoge las condiciones sociales de la época, mediante la presencia de postigos. En su fachada frontal presenta una modulación dada por la presencia de pilares de madera, ventanas enmarcadas por estos elementos verticales, a los cuales se le añaden detalles decorativos en madera, simulando cornisas y ménsulas. En tanto la vivienda de Noelia Contreras, construida en 1920, perteneció a la profesora normalista Catalina Aguilera. Es un volumen de planta cuadrada, de dos niveles con una escalera central, muros de albañilería en el perímetro y finos detalles en su fachada como balcón, mensuras, cornisas.

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En el último terremoto que afectó a nuestro país (2010), la mayor destrucción en la zona de la Araucanía fue en la ciudad de Angol. No obstante, diversas comunas rurales también vieron afectado parte de su patrimonio, como fue en la localidad de Ercilla con dos viviendas ejecutadas en madera. Una de ellas, de la familia Seitz levantada en 1894 y la otra, la “Casa Iturra” de la década del 20. Debido a estos cuantiosos daños, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo inicio un proyecto de mejoramiento al incorporar un incentivo adicional a este tipo de viviendas, logrando aplicar un subsidio de 250 UF, en la restauración de los daños afectados por el terremoto. Lo anterior, es tremendamente relevante, más aún en comunas rurales, tomando en cuenta la frágil silueta urbana compuesta por dos o tres edificaciones en madera, lo que sin este apoyo, significaría una pérdida irreparable para su identidad. Referencias. -Blancpain, J. P., 1987. Francia y los franceses en Chile (1700-1980). Editorial Universitaria, Chile. -Estado Mayor del Ejército, 1981. Historia del Ejército de Chile. Tomo IV. Consolidación del profesionalismo militar. Fin de la Guerra de Arauco. 1840 – 1883. Ejército de Chile, Chile. -Rodríguez, C., 1996. Arquitectura de la colonización suiza en Malleco. Tesis para obtener el grado de Licenciado en Arquitectura. Universidad del Bío – Bío, Concepción, Chile. -Vilaboa, V.; Schiappacasse G., 2007. Ocupación territorial de un fragmento. Estrategia militar en la Frontera de Chile en el siglo XIX. Revista URBANO 15. Concepción, Chile.

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La más bella historia de la laguna jamás contada Paleontológico Laguna de Tagua Tagua Roberto Martínez Arquitecto, Universidad Católica de Valparaíso, Chile Director Escuela de Arquitectura, Universidad Austral de Chile [email protected]

La más bella historia de la laguna es un relato de más de 50.000 años; desde la creación de un eco refugio de naturaleza prístina hasta la llegada del ser humano, su tecnología, sus creencias y la domesticación de la naturaleza. Introducción. El relato comienza con el secado de la laguna de Tagua Tagua, rompiendo el espejo de agua en donde se reflejaba el cielo y su eternidad. Según el racionalismo progresista del siglo XIX y la intervención de lo sobrenatural según el parecer de las gentes, Javier Errázuriz Sotomayor, devela el abismo de un tiempo recóndito. Normalmente, cuando se quiere realizar un proyecto de arquitectura se busca el mejor lugar. No obstante, el encargo del parque paleontológico surge ante un lugar del cual se podría decir que “es como cualquier otro, e incluso en el sector existen lugares mucho más hermosos o interesantes”. En efecto, los elementos que configuran el lugar no obedecen a una categoría de la cual se pudiera decir que es “excepcional”, salvo algunas particularidades como el socavón y en cierto modo, la casa patronal.

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Sin embargo, es en este lugar, donde se debe lograr una mirada sobre la totalidad de la inmensa, profunda y compleja trama de la comedia humana que pareciera estar hilvanada, desde tiempos inmemoriales, mediante un hilo secreto. En el textil de la realidad de los Tagua-Tagua, se manifiestan todas las maneras en que el hombre, desde su ingreso a América, ha buscado una adaptación al medio para lograr su reproducción socio/cultural y perpetuarse en el tiempo. Es un lugar distinto que ha sido tratado como cualquier otro, pero eso no se sabe. Entonces una pregunta es ¿Cómo hacer de un lugar, que aparenta ser como cualquier otro, un lugar complejo, bello y trascendente, capaz de emocionar, develando los misterios de la laguna?. El Parque Paleontológico. Aparece entonces la importancia del suelo, caemos en la cuenta que pisamos un suelo que es la última capa de toneladas de tierra, las cuales en su interior y cada vez más profundo, encierran misterios y secretos valiosos, los cuales guardan respuestas a preguntas tales como: ¿Quién habitó esta maravillosa tierra? ¿De dónde venimos? ¿Cómo fuimos? ¿Cómo eran esas bestias, su paisaje y por qué desapareció todo? Se trata de un suelo que no guarda un tesoro como cobre u oro, sino que su tesoro es el secreto de un tiempo de vidas y vidas. Es por esta razón que concebimos de vital importancia para el proyecto diseñar una serie de acciones estratégicas: 1- Incorporar mediante una expropiación al área perteneciente al municipio los terrenos del borde del socavón y los terrenos contenedores de los sitios arqueológicos de Tagua-Tagua I y Tagua-Tagua II, según plano entregado por el arqueólogo Donald Jackson Squella, quien es parte del equipo consultor.

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2- El parque paleontológico debe ser peatonal, el automóvil debe quedar fuera de este recinto, debe ser un lugar al cual no se llegue como a la oficina o al supermercado, sino un lugar donde el auto quede fuera, que haya un proceso de transformación de la velocidad interna para vincularnos con el parque. Que sea la velocidad del paisaje y lo remoto del tiempo inscrito. El automóvil o vehículos de emergencia podrán sólo acceder a la escuela. 3- Creemos que todos los elementos que contiene el recinto deben ser incorporados al parque, ya que todo es presente del suelo del pasado: la cancha de futbol del colegio, el colegio, sus niños y profesores, los cuales han estado involucrados en el rescate del patrimonio de la laguna ya sea mediante acciones paisajísticas, sociales o funcionales. Todo esto es parte del Tagua-Tagua del siglo XXI. 4- Al parque se accederá a través de un puente peatonal, el cual, al ser cruzado, rugirá como el histórico estruendo de las aguas escapando de la laguna. Una cinta peatonal de madera azul -azul como el color de los pedazos de cielo del espejo roto-, flotará a 30 cm del suelo, recorriendo el paisaje renovado y reservado. Será este sendero peatonal, el que cuidará y otorgará nuevo valor al suelo de los misterios escondidos. Esta cinta-sendero irá recorriendo estaciones y plazas en donde se contemplará o accederá a diversas escenas, representaciones de hitos del mágico desarrollo de la laguna: una reconstrucción real de mega flora y mega fauna en base a elementos realistas y escultórico-lúdicos, la Princesa Inca, Don Javier Errázuriz Sotomayor cabalgando su corcel negro y otras escenas descritas en el guion museográfico. Es un parque en donde se fundirán el paisaje, los elementos lúdicos, realistas y escultóricos con recorridos fijos e instancias de esparcimiento. El paisajismo aparece muy simple, con una naturaleza que requerirá poca mantención, salvo la reconstrucción de la mega flora y las islas de flores, símbolo de las islas flotantes de la laguna. Todo este conjunto deberá crear una sensación surreal en el visitante. El paseo será un viaje que permitirá al presente de los visitantes y viajeros, un encuentro

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con otro mundo. Reconstrucción y resignificación de escenas prehistóricas, museos de sitio, una escultura sumergida en el abismo del tiempo, el mirar al otro lado del azul, la recuperación de los mitos y la historia. El Centro de Interpretación. Por otra parte nos preguntamos qué hacer con la casa patronal ¿Dónde ubicar el Centro de Interpretación? ¿Qué rol cumple la casa en esta historia? y ¿cómo podemos hacer una arquitectura evocativa, capaz de hacernos experienciar lo allí vivido, la dimensión del pasado en el abismo del tiempo y la oscura profundidad de lo colosal, el tiempo del tiempo en donde surge el hombre y la cultura, el origen, lo primigenio y la domesticación de la naturaleza? Es entonces cuando surge la Casa Patronal como la única posibilidad de nuestro Aleph de Jorge Luis Borges: el único lugar posible donde ubicar el centro de interpretación. Ella es la representación del presente de Don Javier Errázuriz Sotomayor, la representación de lo racional y la industrialización, donde habitaron los hombres que domesticaron la naturaleza. La museografía entonces, nuestro relato, partirá desde la casa. La casa es un arrecife, témpano de lo humano, en el océano del tiempo. Es la única estructura visible en el proceso de 12 mil años de evolución cultural del territorio y los paisajes de Tagua-Tagua, de todos los palimpsestos, es la única página posible de leer. Las otras páginas se encontrarán ocultas, superpuestas las unas a las otras en progresión algorítmica bajo la superficie, en el sótano de la casa, en la hondura de su maciza y magnífica presencia. En la fractura del adobe y la caída del maderamen de las ventanas se anunciará la eternidad, en donde hombres y mujeres, durante miles de años, instalaron sus vidas, sus sueños y utopías. Así, la casa será un recinto en donde la sorpresa de la eternidad, asaltará a los visitantes y los lanzará en el abismo del tiempo.

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Desde la torre de la casa un ascensor bajará al subsuelo bajo el patio exterior. El viaje será a través de los estratos geológicos que a la vista irán contabilizando las edades en las cuales se estará siendo sumergido hasta llegar a los cerca de 54.000 años antes del presente, a la profundidad real de esta era, cuando nuestro mundo era prístino y más joven, mundo donde habitaban otros animales y bestias magníficas y todavía no estaba el hombre El artificio de la arquitectura será una forma evocadora de la construcción de lo profundo, esto, mediante a la caída de la luz. Una ranura a diez metros de altura permitirá que la luz resbale por las paredes pétreas, iluminando el recinto del tiempo profundo, el albergue hondo de la megafauna y la megaflora. Se ascenderá sobre una rampa con 7% de inclinación (adecuada para discapacitados), donde se ascenderá también en las edades. No habrá recintos pues toda la museografía existirá en el continuo del tiempo. Se pasará a través de los cazadores-recolectores, la invención de la agricultura y la alfarería, la visita de otros pueblos y finalmente, los conquistadores. La iluminación de los espacios en la rampla será creada a través de grietas con forma de animales y jeroglíficos. Las escenas museográficas serán iluminadas artificialmente según sus requerimientos. Finalmente se volverá a emerger al presente, al gabinete de curiosidades donde el hacendado Errazúriz Sotomayor descansaba durante los largos crepúsculos del valle y soñaba con la vastedad de la laguna repleta de colores. Ese lugar, sala de estar, pieza y recinto en donde se acumulará la historia reciente, el presente y también, a pesar de su invisibilidad, el futuro. A través de los ventanales, se podrá observar la laguna desecada, a causa del positivismo racional. ¿Cuál será el acceso a la casa? Se propone el actual patio en desuso, el cual cruzará sobre un patio de agua el cual simbolizará la laguna, donde el cielo nuevamente será reflejado en azul. Atravesando esta laguna azul se accederá a la Casa-Centro de Interpretación. Bajo este patio-laguna azul, estará el secreto, develado museográficamente.

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Referencias. - Jackson, D., Méndez, C. & De Souza, P., 2004. “Poblamiento Paleoindioen el Norte centro de Chile: Evidencias , problemsa y perspectivas de estudio”. Revista Complutum 15: 165176. - Jackson, D., Méndez, Seguel, R. & Vargas, G., 2007. Inicial Occupation of the Pacific Coast in Chile during Late Pleistoncene Time. Current Antropology Vol.46 Nº 5:725-731. - Museo de Historio Natural de Chile. - Pedro Meje. - Juan Carlos Olivares. - Eugenia Artillaga. - Comunidad de la Laguna.

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Restauración de la Iglesia San Francisco del Cerro Barón, Valparaíso, Chile. “Una intervención contemporánea explicita” 1 Igor Rosenmann Arquitecto, Universidad de Chile, Chile [email protected] Juana Guitiérrez Arquitecta, Universidad de Chile, Chile [email protected]

Resumen. Esta iglesia, construida entre 1865 y 1890, es Monumento Histórico Nacional. Se trata de analizar el proyecto ganado por licitación pública. El objetivo principal de la restauración es devolverle plenamente sus atributos estructurales y funcionales para que este edificio patrimonial sea rehabilitado con un nuevo uso, junto al original de culto religioso. Se entrega el marco conceptual de la restauración y criterios de intervención, poniendo en discusión y análisis crítico el proyecto de restauración patrimonial realizado, con su modelo de gestión y diseño final. Se releva el énfasis en poner en valor por diferenciación nítida, proponiendo elementos arquitectónicos contemporáneos en contraste explícito con lo antiguo y propone una nueva función al convento como de casa de acogida (centro de seminarios, eventos de reflexión y actos culturales). Se logra además la destinación de salas múltiples para el uso de organizaciones vecinales.

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1. Introducción. Esta iglesia, construida entre 1865 y 1890 y declarada Monumento Histórico Nacional en Julio de 1983, ha resistido 7 terremotos con epicentros en regiones cercanas, incluido el último del 27 de febrero de 2010 y uno en la misma zona de Valparaíso en 1906. Sigue intacta, en pie. Además, el templo se ha quemado dos veces, una en 1983 y otra recientemente el año 2010, mientras estábamos desarrollando el diseño de restauración. Este artículo, que expone el proyecto, además de relevar su historia de “nobleza” e hito urbano “perseverante”, arraigado a la tierra y a sus ciudadanos, propone y logra cuestiones concretas en relación a la sustentabilidad del bien patrimonial para que su gestión en el tiempo se desarrolle con la comunidad y con funciones de uso público. Es decir, pone en valor el monumento no sólo con una restauración del edificio, sino además con una “apertura” hacia otros usos comunitarios, sociales y culturales sumados al uso religioso, que implicó un proceso de participación “real” y vinculante con la comunidad y de persuasión conjunta con la Orden Franciscana. Se pone también en discusión y análisis crítico el proyecto, con sus criterios de intervención y diseño final, fundamentalmente en relación a su postura de poner en valor lo antiguo mediante la contraposición severa y nítida con lo nuevo, usando un lenguaje y materialidad contemporánea distintiva extrema y explícita. 2. Situación actual y objetivo principal de la restauración. Como ya se mencionó, esta iglesia se encuentra profundamente arraigada en la historia e imaginario colectivo de la ciudad de Valparaíso. Entre otras razones históricas, esta iglesia y la predominancia de su campanario en la bahía contribuyeron a que los marineros llamaran a la ciudad-puerto “Pancho”. Se va forjando con el tiempo una fuerte identidad del cerro barón

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en la ciudad con la pertenencia de esta iglesia, junto a la identidad cultural de los barrios con ella. De esta manera, su proyecto de restauración cobra un sentido que trasciende la simple intervención arquitectónica. El conjunto templo-torre-patios-convento presenta distintas materialidades y técnicas constructivas, lo cual nos sitúa ante distintas problemáticas. La preservación y consolidación de la torre de ladrillo fue, por encima de los demás, el punto de mayor trascendencia en esta restauración, conjuntamente con el rescate estructural del cuerpo de fachada la cual se encontraba en riesgo de colapso, tomando en cuenta su construcción de albañilería de ladrillo a la vista sin refuerzo. 3. Una reseña histórica y su situación original. En 1663 los franciscanos radicados en Valparaíso solicitaron permiso para que su Orden tuviera una casa en la ciudad, en que se hospedasen religiosos. Se ubicó en un terreno cerca de la quebrada de San Antonio, donde se construyó la primera Iglesia San Francisco, demolida en 1949. En 1845 el Convento se trasladó al Cerro Barón y fue inaugurado en 1846. En 1905 pasó a ser parte de la provincia de la Santísima Trinidad con asiento principal en Santiago, de la cual depende hasta el día de hoy. Eduardo Provasoli, notable arquitecto y sacerdote franciscano nacido en Milán y que llegó a Chile en 1875, diseñó la torre y fachada nueva de la Iglesia que comenzó a levantarse en 1890. Influido por el movimiento ecléctico de la arquitectura en Europa, Provasoli diseñó iglesias en varios puntos de Chile, utilizando diferentes estilos. Para la torre y fachada de esta iglesia franciscana, trabajó elementos barrocos y renacentistas, no obstante la Iglesia tiene un fuerte carácter neoclásico. Su patio y claustro dan cuenta de la arquitectura conventual de gruesos muros de adobe y corredores de madera, donde el ritmo de sus pies

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derechos y viguería muestra la sencillez y excelsitud de su pasado constructivo. Se suma al conjunto la magnífica portada y el campanario de ladrillo rojo, aportando un elemento distintivo e identitario del cerro, de sus barrios y de la ciudad toda. 4. El estado estructural y daños del edificio. Los sismos de mayor magnitud que ha resistido durante su vida son los ocurridos en los años 1906, 1985 y 2010. La iglesia no ha sufrido un colapso global, pero presenta una importante fisuración y agrietamiento en la torre y un grado menor de grietas en la construcción de adobe. Con el terremoto del 27 de Febrero de 2010, que en Valparaíso tuvo intensidad VIII en la escala de Mercalli 2, la torre y nave no colapsaron, resistiendo muy bien el sismo. Solo se agregaron algunas grietas de mediana importancia en dinteles de ventanas del Coro y otras menores en la nave. El convento no tuvo daños. En el diagrama de esfuerzos en el sector del campanario, se aprecia una concentración de esfuerzos en torno a las columnas centrales de la fachada y los arcos contiguos; este estado de tensiones confirma la distribución de las grietas en la fachada, dado que la descarga producida por la torre del campanario en el cuerpo inferior de fachada induce cargas de compresión en las columnas y cargas de corte en los arcos. Se puede ver también que las tensiones de corte máximas se concentran alrededor de los arcos y los extremos de las columnas. Por otra parte la estructura de la iglesia, construida en adobe, está sometida a los máximos esfuerzos de compresión y corte, dada su interconexión en distintos puntos con el cuerpo de la torre y que a su vez, tiene mayor altura que los muros de adobe del convento. Las tensiones registradas en la zona del convento en general son bajas, y están por debajo de las tensiones admisibles consideradas para el adobe en este estudio.

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El estudio de la condición actual de las edificaciones de la iglesia y su entorno inmediato llevó a la conclusión de que es necesario proyectar una debida adecuación sísmica tanto global como parcial de la estructura. Los elementos secundarios, especialmente en las fachadas, deben ser restaurados y reforzados. Se propuso reconstruir la albañilería reponiendo los ladrillos por piezas de similares características funcionales y mejores propiedades mecánicas, unidas con mortero de comportamiento seguro. Se propuso un refuerzo estructural definitivo que restituyera y/o agreguara un mayor nivel de ductilidad a la torre del campanario, logrando una solución integral en el cuerpo de fachada. En el templo y en el convento, si bien los daños auscultados no son de magnitud, se propuso realizar una intervención de reparación y refuerzo. Se sugirió solucionar en algunos puntos específicos, la degradación química de los ladrillos que provocan la pérdida de resistencia en estos sectores. 5. Marco conceptual de la restauración y criterios de intervención del proyecto. El criterio básico y primordial tomado es la mínima necesaria intervención como una manera de preservar lo original. La intervención sobre la estabilidad del cuerpo de la Torre y Nártex de albañilería de ladrillo es imprescindiblemente prioritaria, por tanto su conservación no es posible sin una consolidación estructural. Se identificaron concienzudamente los elementos que son imprescindibles para mantener la esencia formal e histórica del monumento. Del mismo modo que la evaluación de las lesiones y las intervenciones reconstructivas que afectan la materialidad de los edificios del conjunto, analizándolos desde esa óptica esencial.

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La reinserción de elementos ausentes se hizo con elementos nuevos resaltando su incorporación. Con esta acción hecha de manera concienzuda y precisa se no perdió la noción de totalidad de la obra. Se aplicó la utilización de técnicas artesanales tanto en la construcción de albañilería de ladrillo como de adobe, y en la carpintería de puertas entableradas y ventanas. Las acciones de restauración fueron mixtas, combinadas según las necesidades particulares de rescate de cada espacio, o parte componente del monumento. La inserción de elementos arquitectónicos contemporáneos se sometió a las características formales y espaciales del conjunto, sin que esto significara la reproducción mecánica de los códigos arquitectónicos pasados. Por el contrario, el criterio fue insertar elementos que no compitieran expresivamente con los originales, neutros y explícitamente diferenciados. La integración de componentes arquitectónicos y de las instalaciones de especialidades es de lectura diferente y distinguible, imprimiendo el sello de su carácter actual. Se asegura con esto una intervención no invasiva a través de nuevos materiales y nuevas tecnologías, dejando evidencia explicita de su confección contemporánea. Para asegurar la reversibilidad de la intervención, todos los elementos, tecnología contemporánea y requerimientos para nuevas funciones son de material metálico o vidrio desmontables (o desarmables) con la posibilidad cierta de ser removidos sin afectar lo original. Liberación: Se retiraron elementos invasivos añadidos que alteraban la originalidad de la obra (Gruta de Lourdes, rejas de protección, mamparas de acceso, artefactos en corredores, pavimento en patio de convento, etc).

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Consolidación: Se reparó y reforzó la estructura y elementos arquitectónicos que habían perdido sus atributos técnicos, físicos y funcionales (consolidación de la torre y Nártex, desprendimientos, grietas, fallas mecánicas, etc). Reintegración: Se restituyeron elementos faltantes cuya existencia previa es evidente (cornisas y molduraciones de ladrillo cocido de fachada y su mortero; Pilastras faltantes y balaustres de barandal de corredores en convento, piezas repetitivas de ventanas y cuarterones de puertas, piedras de escalinatas, etc). Se reintegró un espacio para el altar de Santa Rita reinterpretado. Integración: Se agregaron espacios y elementos inexistentes con nuevos atributos para el funcionamiento adecuado del programa arquitectónico propuesto, tales como todas la instalaciones de electricidad e iluminación, sanitarias y calefacción por radiadores con sistema de calentamiento solar, altillo y escaleras metálicas, mamparas y barandas de cristal, etc. 6. Principales propuestas de intervención de la torre. 6.1. Refuerzo estructural del Nártex y Campanario. Logrando una mínima intervención, la consolidación de la torre se proyectó con un refuerzo a la tracción en base a barras tensadas expuestas en forma vertical y horizontal, de acero galvanizado explícitamente evidenciados. Esto mejoró la capacidad resistente de columnas y otros elementos verticales, mediante refuerzos axiales que ayudaron a absorber carga axial, especialmente de tracción. Sobre todo con la baja resistencia a esta solicitación de la albañilería simple y especialmente cuando se tiene una mezcla de pega de baja calidad o confiabilidad, como es el caso. Las barras de acero externas requirieron disponer de sistemas de anclaje, explícitamente a la vista de acero galvanizado, que transmitieran debida

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mente el esfuerzo de los elementos reforzados. Con esto, se restringieron los desplazamientos de la estructura, tanto globales como locales, producto de la separación de las grietas ya existentes y se aumentó la resistencia a la compresión de la albañilería aumentando la ductilidad de la estructura, al generar confinamiento sin la incorporación de material típico de refuerzo en Chile, muy invasivo y perjudicial, como es el hormigón armado. 6.2. Reparación de grietas estructurales Se propone la reconstrucción de la zona donde se produjo la grieta y sus cercanías con materiales compatibles en tres sub-tipos combinables:

• Reparación de grietas estructurales en muros mediante refuer zo y reposición, retirando unidades de albañilería (ladrillos) dete rioradas fracturadas o erosionadas y la incorporación de refuer zos con enfierradura horizontal (costura) y restitución de ladril los nuevos o reciclados.



•Inyección de mezclas cementicias o epóxicas y/o refuerzos me- tálicos para reforzar la zona de la grieta y restituir el monolitismo del elemento.



•Restitución simple de ladrillos dañados o erosionados por ele- mentos nuevos y/o reciclados en buen estado.

6.3. Colocación de insertos para hacer explicita y evidente la reparación. En todos los casos de reparación, en la cara exterior de fachada se insertaron chapas de arcilla industrial contemporáneos, recortada en piezas de 60x50x15mm y se pegaron siguiendo la hilada original en el sentido horizontal, propendiendo a mantener el espaciamiento de tendel y llaga original.

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6.4. Conservación y reparación de cornisas y molduras: Todas los cornisamentos y molduraciones de ladrillo, con piezas faltantes o quebradas pero que no tenían dañada su composición y estaban consolidados, se mantuvieron sin intervención y sólo se le aplicó procedimiento de limpieza e impermeabilización. En las zonas en que las cornisas estaban muy deterioradas e inestables por disgregación severa de la albañilería, se repusieron, sin molduración ni decoración, manteniendo solo la continuidad de los elementos originales, completando el espacio. 7. La no intervención de la nave y el 2º incendio durante el desarrollo del proyecto. El primer incendio en la nave de la iglesia fue durante la dictadura militar, el 4 de febrero de 1983, el que arrasó el templo y malogró varias dependencias contiguas a él. Sólo quedaron en pie sus murallas de adobe. Exactamente lo mismo ocurrió mientras estábamos desarrollando la etapa de detalles del proyecto, el 2 de septiembre del año 2010. El MOP (Ministerio de Obras Públicas), por razones supuestamente económicas, resolvió “transformar mágicamente” este proyecto en “ante-proyecto” para poder llamar a una licitación de construcción por pago contra recepción, por lo cual no pudimos desarrollar el proyecto de reconstrucción de la nave. Se perdió además la autoría y patrocinio ante la institucionalidad municipal y la supervisión. Finalmente se aprobó en la Dirección de Obras de la Municipalidad de Valparaíso el mismo proyecto, firmado por otro arquitecto. 8. La intervención del convento. El proyecto recuperó los vanos y rasgos originales alterados, conservó las puertas y ventanas de madera originales. Se reprodujeron según es-

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tas, las nuevas puertas que se requieran, las faltantes, las alteradas o truncadas, las cuales se distinguieron de las originales por su acabado natural. El proyecto también propuso retirarar los adoquines, no originales del patio central y logar una nueva intención en el diseño contemporáneo del pavimento, recuperando el nivel original del patio. Se conservaron los elementos de madera (pie derechos, vigas, tablados, costaneras, barandas, tapacanes, etc.) proponiendo el retiro de capas de pintura y daño superficial así como la restitución de partes dañadas con nuevas piezas de roble antiguo reciclado. Se recuperó parcialmente la doble altura de la sacristía, para propiciar nuevos espacios afines con el espíritu de silencio y recogimiento del convento pero adicionando usos culturales actuales, adecuados a la función de casa de acogida: En segundo piso biblioteca y estar, en el primer piso sala de reuniones. 9. El convento como casa de acogida. Se optimizó del uso actual que es coherente con el uso tradicional del Convento, pero con una perspectiva de mayor apertura a la comunidad. Este programa (habitaciones de alojamiento con baño privado, salas de trabajo multifuncional, comedor y estar, etc.) presenta la enorme ventaja de permitir un uso futuro con mayor apertura pública y turística (hostal o pequeño centro de convenciones) y a su vez no precipita una situación que en Valparaíso es todavía incierta, en cuanto a mayor afluencia de turistas. Este programa permite también, en caso de fracasar el proyecto de Casa de Acogida, una rápida transformación en Hogar de Estudiantes (en ViñaValparaíso viven cerca de 60.000 estudiantes). 10. Programa, espacio arquitectónico y modelo de gestión. La propuesta realizada con participación ciudadana, logró asegurar un uso del edificio colectivo y barrial, disponiendo una gran parte de sus espacios a la comunidad del cerro Barón y la ciudad toda. Además, se le dio una nueva función al convento, como es una casa de acogida con un

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mejoramiento y rehabilitación de habitaciones, salas de reuniones, estar y biblioteca, se logró la destinación de salas múltiples para el uso de organizaciones vecinales, el uso del patio central para conciertos de música y eventos comunitarios, la habilitación de una cafetería y de una sala de reinterpretación histórica del monumento y un punto de préstamos de libros y la conservación del Bazar existente. Entre las propuestas de administración logradas, la más significativa es un sistema de organización compartida con la Orden Franciscana, en el cual se involucra directamente a la comunidad pudiendo formalizarse una micro-empresa de vecinas(os) a cargo del aseo-mantención y alimentación de la casa de acogida. Todo esto logra poner verdaderamente en valor el edificio patrimonial y hacerlo sustentable en el tiempo. El proyecto arquitectónico moderniza, actualiza y entrega tecnología bioclimática y de alta eficiencia en sus instalaciones, pero a la vez mantiene el carácter doméstico y la austeridad de los recintos, potenciando el silencio y la espiritualidad que caracteriza a la Orden Franciscana y que se estima beneficioso para el proyecto de restauración. Su principio rector de mínima intervención se convierte en una idea fuerza del proyecto, conservando las características esenciales del patio interior del Convento, que además de su fuerte carácter patrimonial-arquitectónico, es muy preciado por la comunidad.

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Referencias. - Calderón, A., 2001. Memorial de Valparaíso. Ril Editores, Santiago de Chile. - Prado Núñez, R., 2000. Procedimientos de Restauración y Materiales: Protección y Conservación de Edificios Artísticos e Históricos, Ed. Trillas, México. - Chanfón Olmos, C., 1996. Fundamentos teóricos de la restauración. Ed. Facultad de Arquitectura, UNAM, México. - Waisberg, M., 2003. La arquitectura religiosa de Valparaíso siglo XVI - siglo XIX. 2ª Edición, Fondo Nacional De Desarrollo Científico y Tecnológico, Santiago de Chile. -Guzmán, E., 1981. Curso de Edificación, Nº 7, 8, 10, 11, 25,27 y 29. Ed. Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile. -MOP-Programa Puesta en Valor del Patrimonio., 2008. Restauración iglesia y convento san francisco del barón, Valparaíso. Informe Estado de Conservación Iglesia y convento San Francisco del Barón, Valparaíso. - VVAA, 1999. Tratado de Rehabilitación, Tomo 2. Editorial Munilla-Lería, Universidad Politécnica de Madrid. - VVAA, 1998. Tratado de Rehabilitación, Tomo 3. Editorial Munilla-Lería, Universidad Politécnica de Madrid. 1_ Este proyecto fue ganado en Licitación Pública del Ministerio de Obras Públicas (MOP) y Gobierno Regional de Valparaíso (GORE), por el equipo de trabajo de la Oficina de arquitectura del arquitecto especialista en restauración arquitectonica, Igor Rosenmann, asociado con la Arquitecta magister en restauración patrimonial en México, Juana Paz Gutiérrez. 2_ Fuente: Sistema Sismológico Nacional de la Universidad de Chile.

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Iluminación de la ciudad: hacia una valoración nocturna y planificada del patrimonio urbano edificado

Alan Fox Arquitecto, Universidad Católica de Valparaíso, Chile Director Escuela de Diseño, Universidad Andrés Bello, Chile [email protected]

El orgullo y la belleza. A decir del Premio Nacional de Arquitectura, Alberto Cruz Covarrubias, toda ciudad necesita algo de qué tener orgullo… y es que todo ciudadano necesita poder reconocer, comprender e incluso amar el espacio urbano que lo acoge, así como también ser parte y comprender su propia territorialidad como ciudadano perteneciente a una sociedad. En ese sentido, tanto para constituir la vida cotidiana como para el propio goce estético, cada ciudad podría contar con su patrimonio edilicio y paisajístico particular, el que, por lo general, es subvalorado en su rol formador, tanto por sus autoridades como por la propia comunidad.

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Esta sub valoración del patrimonio urbano es en buena parte debido al descontrolado crecimiento inmobiliario que deteriora el entorno construido. Ahora, en Chile nuestra sociedad está aún distante de comprender que el valor estético del espacio urbano es tan importante como su dimensión meramente funcional. Es decir, ese “orgullo” también es posible obtenerlo de la belleza que sentimos como “propia”. Y es que la belleza de la ciudad, además de cultura también genera bienestar, aportando significativamente a la generación de identidad y al sentido de pertenencia. Si consideramos la definición del Minvu: [el patrimonio urbano comprende las edificaciones y los espacios públicos cuya forma constitutiva es expresión de la memoria colectiva, arraigada y trasmitida, los que en forma individual o en conjunto, revelan características culturales, ambientales y sociales que expresan y fomentan la cultura y el arraigo social. Considerando que refuerzan la identidad de ciudades y barrios, su protección y recuperación constituyen un imperativo para el fortalecimiento de la identidad y del sentido de pertenencia e integración social de la comunidad con su barrio, ciudad y el país] (MINVU, 2010), desprendemos que la iluminación como especialidad es, implícitamente al menos, llamada a aportar consistentemente en pos de un patrimonio perfectible y sostenible, que cuide, antes que nada, la preservación tanto del carácter como de la identidad de la vida ciudadana plasmada en los barrios. El espacio público en su dimensión nocturna presenta una gran oportunidad para mostrar o destacar otra imagen de los edificios y sus elementos arquitectónicos. Así como también los árboles pueden ganar un protagonismo paisajístico mayor incluso, que durante el día. Iluminación y calidad del paisaje Ante el desmedido crecimiento de las ciudades, el entorno edificado sufre una suerte de “continuum” inorgánico de modificaciones, pro-

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ducto principalmente de los vaivenes del mercado inmobiliario. Esto ocurre a pesar de la existencia de instrumentos de planificación como el Plan Regulador Comunal, ordenanzas municipales, en fin, que no logran “ecualizar” la calidad de vida con ese desarrollo del entorno construido. Instancias como los municipios, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, Paisajismo y Vialidad, distan de llegar a acuerdos de calidad ni menos sustentables en el tiempo, que permitan re-configurar y poner en valor el patrimonio urbano, en un continuum de permanente actualización, como debiese ocurrir en un país culto y democrático. Un caso digno de mencionar es la ciudad de Valdivia, merecidamente una de las ciudades más hermosas de nuestro país, gracias a un paisaje desbordante de agua y arrogante vegetación verde, que en todo momento acompaña siempre verde al transeúnte. Un lujo y orgullo para esta particular ciudad es su larga y entretenida costanera junto a los ríos “ Calle - Calle” y “ Valdivia”, la que define el carácter fluvial del orden de su trazado urbano. Se trata de un constante y vivo espectáculo, en el que las casas del otro lado de la ribera parecen casi flotar detrás de las canoas y de las embarcaciones turísticas de paseo. Pero junto a ese maravilloso entorno paisajístico, quizás su mayor “activo” turístico sea el notable paseo costero el que, al caer la noche, pierde algo de su encanto diurno. El transeúnte se ve obligado, por una parte, a caminar atento a no deslumbrarse por el alumbrado vial ( lejos de ser considerada “iluminación vial” ) de la calzada, y a la sombra de árboles y arbustos que pudieren estimular la acción repentina de algún delincuente. Todo esto, unido al desaprovechamiento de los ricos elementos paisajísticos del borde, como son sus magníficos y voluminosos árboles, y también el cercano encuentro entre río y rocas, con todos sus vivos detalles, como los restos de embarcaciones y muelles del pasado, que terminan de caracterizar este hermoso y único paseo costero de belleza tan única.

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En un plano más técnico, la iluminación de la calzada debiese generar menor deslumbramiento en el hemisferio inferior, así como también la iluminación del paseo peatonal mismo, en lugar de postación, pudiese diferenciarse a través de luz incorporada en los troncos y copas de los mismos árboles, destacando el paseo por el reflejo de la luz en sus propias hojas y de esta manera, presentando escenas que hiciese del paseo nocturno una experiencia estética diferente a la diurna. En otras palabras, se trata de considerar cada espacio urbano como una “escena” en la que cada elemento tiene su propio rol. Iluminación para un patrimonio “vivo”. La luz natural de la luna, aportadora de sólo unos 0,2 o 0,3 lux con cielos despejados, produce una luz que si bien estimula la imaginación del observador, al hacer que desaparezcan o disminuyan los detalles de las formas visibles, no permite apreciar la ciudad y sus formas arquitectónicas y paisajísticas en su verdadera magnitud urbana. Por otro lado, existe otra cara nocturna artificial de la ciudad la que, sólo a través de una apropiada iluminación artificial, podrá favorecer los espacios amables para los peatones, y con ello el encuentro entre las personas, comportando un papel de especial importancia a la hora de la definición del espacio urbano nocturno. Esto porque el espacio urbano en que transitamos constituye parte sustancial de nuestra experiencia urbana cotidiana, y esa experiencia de ciudad que el ciudadano tiene hoy en día, se extiende cada día más hasta entrada la noche. La vida nocturna supone el disfrute del tiempo para el ocio que actualmente es una conquista social extendida en el mundo, gracias a la tecnología.

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Una adecuada iluminación permite, además de resaltar y poner en valor nuestro patrimonio tanto arquitectónico como paisajístico, propiciar la conformación de una lectura integrada de los elementos que componen la escena urbana nocturna. En otras palabras, el contraste de los cuerpos iluminados con la oscuridad del entorno los vuelve más presentes, esto por medio de una mayor libertad creativa respecto de las formas y volumetrías de las envolventes, las que son bañadas por la luz artificial generando incluso volumetrías cambiantes en virtud de las escenas proyectadas por los especialistas. La iluminación de los espacios de la ciudad tiene el potencial de reforzar el imaginario visual de sus ciudadanos. Ahora, ese imaginario de nuestras ciudades debiese basarse, idealmente, en la incorporación de todas las épocas históricas posibles que se van sucediendo en el tiempo, de modo que el patrimonio urbano tuviese la oportunidad de ser un “vivo” continuum, en constante evolución, sin caer en lo que desarrolla Aravena: “la industria patrimonial ha venido conformando eficientemente un repertorio de objetos y épocas -dignas de ser recordadas-, que lentamente hemos ido asumiendo como la memoria de la ciudad” (Aravena, 2011). Se trata de la valoración permanente del pasado histórico manifestado a través de la arquitectura, pero esta vez en conversación formal con las transformaciones que tuvo. Vemos entonces que tampoco aportaría en este sentido poner en relevancia ciertos sectores de la ciudad como una suerte de “postales” icónicas. En Valparaíso, por ejemplo, sucede algo así, lo que con el tiempo, genera el riesgo de que se pudiesen “congelar” ciertos fragmentos de la ciudad por sobre otros. La proyectación de la iluminación de valores patrimoniales debe entonces ser dinámica y cambiante en todas sus características, con ello siendo acorde a poner en relevancia valores consensuados por los distintos actores que intervengan en la gestión del patrimonio en el paso del tiempo.

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Imaginarios urbanos “vivos y perfectibles”, podría ser la consigna. Esto considerando la relevancia de lo que Daniel Hiernaux (Lindon, 2011) sostiene, en cuanto a que “las percepciones se transforman en representaciones y éstas, por un proceso simbólico, se constituyen en imaginarios”, siendo los imaginarios una suerte de “imágenes guías”, o “imágenes actuantes”, es decir, guías para la acción en la constitución de la imagen de la ciudad. La idea de espacio de lo sólido a partir de una experiencia desde la percepción, es decir, una experiencia no tangible, pero a partir de elementos que sí son tangibles, se potencia más aún iluminando las envolventes y elementos de los edificios. En este sentido, un aporte significativo de la tecnología a la iluminación actual de las ciudades, lo constituye la “iluminación dinámica”, cambiante, la que permite que la fisonomía de la ciudad mude temporalmente de color por medio de la modificación de las temperaturas de color de los haces de luz. Es decir, es posible contar con un patrimonio “vivo” por medio de relatos cromáticos cambiantes. Patrimonio y Contaminación Lumínica. Producto del crecimiento inorgánico de la ciudad, la contaminación lumínica empobrece la percepción visual nocturna, provocando a los habitantes problemas como deslumbramiento, contaminación lumínica de la bóveda celeste inseguridad vial y ciudadana y hasta silenciosos pero nocivos trastornos del sueño. Pero no existe un solo tipo de contaminación lumínica, sino varios, los que se desarrollan brevemente a continuación: Deslumbramiento Una condición propia del hombre es la capacidad de acostumbramiento a la realidad, la llamada “capacidad de adaptación”, incluso con

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sabido como rasgo de inteligencia. Más, cuando esa capacidad no permite distinguir lo malo de lo bueno, nos acostumbramos a vivir en ciudades contaminadas y también contaminantes de la vida nocturna, degradando con ello nuestra experiencia de vida. El deslumbramiento es uno de esos fenómenos que degradan la percepción visual del espacio público. Este es producido por el contraste entre una zona u objeto oscuro y otro brillante, pero se puede disminuir de varias maneras, entre las que tenemos: reducir el contraste sumando luminarias de modo de iluminar áreas más oscuras; reducir la potencia de las lámparas (y aumentar la cantidad de ellas); apuntar el haz de luz en el ángulo correcto; posición y distanciamiento entre las luminarias; incorporar de atenuadores (flaps) de deslumbramiento; o finalmente, iluminar por reflexión secundaria (los mismo elementos de la arquitectura devuelven la luz al espacio); cambiar el color de la fuente de luz (o por lo general, las lámparas de sodio a alta presión provocan menor deslumbramiento que la luz blanca). Contaminación de los cielos. En pocas regiones del país existe algún tipo de control del flujo luminoso, y uno de esos casos ejemplares lo constituyen la II, III y IV regiones, resultado de la promulgación de la Norma de Emisión para la Regulación de la Contaminación lumínica (NCH 686/98), del Ministerio de Economía, que se aplica a las regiones de Antofagasta, Atacama y Coquimbo. Esto se debe exclusivamente a un requerimiento internacional que protege otro patrimonio universal: la calidad astronómica de la bóveda celeste de esa zona, una de las de mejor visibilidad del mundo. Así entonces, vemos en las calles de La Serena y Coquimbo, por ejemplo, que la iluminación de la envolvente de los edificios se incorpora en el espesor de los muros y en elementos de la arquitectura, como vanos, cornisas y marquesinas, evitando a todo evento emisiones de luz hacia el hemisferio superior.

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Un buen ejemplo de ello es el recuperado “ Barrio Inglés “ de Coquimbo, en donde se puede decir que la iluminación está “contenida “ en el mismo espesor de las fachadas de los edificios es decir, los equipos de iluminación se ubican en vanos, cornisas y bajo aleros, entre otras alternativas “hechizas”. “Spill light”, o luz desperdiciada. Esta contaminación lumínica se refiere a las luminarias erróneamente propuestas (modelos), además de mal ubicadas en el espacio público, y que emiten un flujo luminoso fuera de propósito, o descontrolado, produciendo, con ello, una degradación de la percepción visual, además de un gran e invisible derroche energético. Este problema, extendido por todas las ciudades del mundo, es factible de ser contrarrestado por algún tipo de regulación del flujo luminoso en relación al espacio urbano. Una de las consecuencias más dañinas de esta luz desperdiciada por el espacio, que entre otras cosas invade los dormitorios, es la interrupción del ciclo circadiano de vigilia y de sueño, que todos los seres humanos debemos cumplir día a día, ya que de lo contrario se generan trastornos del sueño, deteriorándose con ello la salud. Coordinación y Normas para un patrimonio armónico. Así como se realizan esfuerzos por regular el espacio público por la vía de instrumentos como el “Plano Regulador”, a nivel normativo, a la anterior “Norma de Diseño de Alumbrado Público en Sectores Urbanos”, ya derogada, se superpone el “Reglamento de Alumbrado Público de Vías de Tráfico Vehicular “, el que tampoco considera el importante rol de las edificaciones en la iluminación de las áreas urbanas.

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Contrario a ello, las ciudades cada día se diseñan más para el desplazamiento vehicular y sus destinos que para el tránsito peatonal. Se proyecta desde los destinos más que desde los recorridos y circuitos. Lo mismo se traslada a la iluminación, ya que, junto con la densidad de edificaciones producto del desmedido crecimiento del avance inmobiliario, se deteriora alarmantemente el skyline la fisonomía de la ciudad. Esto se debe probablemente a un aspecto de raigambre cultural ya que la vida nocturna de los chilenos medios, aún no logra ser un hábito instaurado en el ámbito de lo cotidiano. Esta situación es sintomática en casi todas las ciudades de Chile ( el sensible caso de la costanera de Valdivia requiere una fina “cirugía paisajística” nocturna ), en la que la iluminación es más que nada alumbrado, al no existir una idea detrás y menos una clara integración tanto funcional como estética de los elementos que componen su privilegiado paisaje nocturno. Se ilumina el espacio en forma indiscriminada, desconociendo los actos que se suceden en ellos, que es lo que habría que contemplar. Por otro lado, la poca coordinación entre municipios y al interior de los mismos genera también pavimentos con distintos índices de reflexión, por lo que se presentan distintas calidades de luminosidad del espacio público incluso usando luminarias con las misma características. El alumbrado “justo” (Calero, 2006) en función de cada tipo de pavimento, es lo que debiese obtenerse como base para espacios públicos iluminados armoniosamente. Por medio, entonces, de una coordinación eficiente entre los distintos responsables del funcionamiento de la orgánica de la ciudad (D.O.M; Dirección del Tránsito, Ornato y Aseo, Parques y Jardines, etc), las envolventes de las edificaciones podrán ser consideradas parte del diseño integral de la Iluminación del espacio público. Todo ello sin olvidar el importante papel que también comportan los espacios no iluminados e involucrando, en un

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mismo plan, tanto vías de tráfico como los espacios de esparcimiento y de equipamiento, ya sean públicos o habitacionales. En otras palabras, el diseño de “Plano Regulador Lumínico” que normara el diseño y posterior implementación de factores como ubicación, emisión y calidad de luz en el espacio público, vendría a ser un gran aporte para la convivencia armónica de la iluminación de lo público y de lo privado en el espacio urbano. Otra coordenada no menos importante a la hora de proyectar iluminación urbana es el factor climático, es decir, las condiciones ambientales 1 como temperatura, humedad relativa, precipitaciones y tipo de clima. Esto a modo de garantizar, por un lado, la mejor implementación lumínica en sí misma, así como también una adecuada durabilidad y seguridad de los equipos utilizados. Conclusiones. Que los proyectos de diseño urbano deberían apuntar a generar las bases para proponer a las distintas municipalidades del país, planes de diseño, manejo y desarrollo del espacio público con un énfasis en la activación del uso nocturno del espacio público. De ese modo, se aportaría al desarrollo sostenible de la ciudad, posicionando a la iluminación como uno de sus agentes más relevantes. En definitiva, lo que se propone aquí es favorecer la iluminación en lugar del alumbrado. La iluminación adecuada supone un cuidado de los valores tanto espaciales como funcionales y también patrimoniales de la ciudad, mientras que el alumbrado no discrimina. Se trata de convertir los espacios urbanos significativos en espacios lumínicamente significantes. Una propuesta al respecto, un tanto idealista en el concierto nacional, pero posibles en un futuro cercano, es el diseño de un “plano regulador

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lumínico” que norme las emisiones de luz artificial en la ciudad, según barrios, horarios, usos y funciones, apuntando a mejorar de suyo la calidad de la vida urbana, un deber y un derecho esenciales del ciudadano común. A los mismos inversores inmobiliarios les convendría contar con condiciones más armónicas e incluso un “estándar” de iluminación en torno a sus edificaciones, para que sus proyectos en barrios cobraran mayor identidad. Esto sugiere una necesaria coordinación mutua entre las entidades reguladoras del espacio público y los agentes privados. Finalmente, si se privilegiara la iluminación en lugar del mero alumbrado público, probablemente ese orgullo ciudadano que se obtiene al encontrarse identitariamente con el patrimonio urbano, se prolongaría de generación en generación, siendo parte del fundamento de una sociedad culta y educada, en la que se valoraría el patrimonio urbano edificado como un actor relevante del desarrollo social y cultural del ciudadano. Referencias. - Aravena, P., 2011. La construcción imaginaria del Valparaíso vista “ ha CER Región”,. Número 3. LSI impresores y Cía Ltda. - Calero, A, 2006. ¿ Cómo Alumbrado Fuenguirola.

patrimonial. Re-

será el alumbrado del futuro? . Simposium Nacional de

- Lindón, A., 2001. La ciudad y la vida urbana a través de los imaginarios urbanos. Revista EURE. - MINVU, 2011. Plan de Reconstrucción Patrimonial (visto el 9.10.2012; www.minvu. cl/pág 11) 1_“Normativa de Contaminación Lumínica en Chile”, 2006, Congreso Internacional de Iluminación, León, España.

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El patrimonio vernacular, fuente de saberes tencológicos y de sostenibilidad Dra. Natalia Jorquera Arquitecta, Universidad de Chile, Chile Académica Departamento de Arquitectura, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile. [email protected]

Resumen En las últimas décadas, de la toma de conciencia sobre algunos de los efectos negativos provocados por la industrialización, la modernidad y la globalización, se han empezado a estudiar siempre con mayor interés las formas de vida locales. Dentro de este contexto, la arquitectura vernácula, también llamada arquitectura “menor”, “popular” o “espontánea”, está siendo “re-descubierta” y valorizada como un patrimonio cultural y ambiental, por representar un modelo de desarrollo sostenible del hábitat, en términos ambientales, culturales y económicos. La arquitectura vernácula, construida por su propia comunidad, responde a las exigencias físicas y espirituales de la sociedad y constituye una fuente de saberes tecnológicos, utilizando los recursos locales como materiales de construcción para lograr óptimos resultados de eficiencia energética.

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En Chile, existieron numerosos ejemplos de arquitectura vernacular que respondían a la diversidad climática, geográfica y cultural que caracteriza al territorio chileno. Lamentablemente, son pocos los casos que hoy subsisten: algunos asentamientos pertenecientes a los pueblos originarios y algunas localidades rurales aisladas. El presente artículo tiene como objetivo reflexionar sobre el estado de conservación del patrimonio vernáculo chileno y la falta de instrumentos adecuados para su tutela, así como dar a conocer una experiencia académica de puesta en valor, llevada a cabo con estudiantes de arquitectura de la Universidad de Chile. 1.¿Qué se entiende por arquitectura vernacular? Al término vernacular se le relaciona con los vocablos “autóctono”, “nativo” y “propio de un lugar”, siendo un adjetivo utilizado principalmente en el ámbito de las ciencias sociales. Los dialectos locales, por ejemplo, son expresiones lingüísticas “vernaculares”. Por arquitectura vernacular se entiende entonces, la arquitectura propia de un lugar, creada por una comunidad específica, a partir de sus conocimientos sobre el ambiente físico (clima, geografía, recursos a disposición) y cultural (organización social, creencias, tradiciones, sistemas productivos). Entre sus características más importantes se encuentran:

- la utilización de los recursos locales como materiales de con strucción, desarrollando tecnologías de bajo consumo energético que son capaces de regenerarse en el tiempo sin provocar un gran impacto ambiental.

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- que el modelamiento del hábitat, la forma y carácter de las con strucciones, responden a largos procesos de prueba y error, en los cuales los saberes han sido transmitidos de generación en gen eración, a menudo a través de la experiencia práctica del construir.



- que es “atemporal”, no existiendo periodos históricos, sino una evolución continua que busca adaptarse del mejor modo al ambi ente natural.



- que es funcional, siendo el espacio, la forma y la tecnología, las mejores respuestas a las exigencias de uso de la sociedad.



- que se plasma en ella las características sociales y espirituales de la comunidad (Jorquera, 2012).

Así, existen tantos ejemplos de arquitectura vernacular como culturas hay en el mundo, por tanto cada forma vernacular es necesariamente local y es parte importante de la identidad de un grupo humano. La arquitectura vernacular es la “expresión tangible de un modo de vivir” (Rudofsky, 1979). 2. Puesta en valor de la arquitectura vernacular como un patrimonio cultural y ambiental. Los primeros intereses hacia el estudio de la arquitectura vernacular nacen a fines del siglo XIX, de mano de viajeros que buscaban ambientes exóticos y de algunos arquitectos interesados en documentar ejemplos de arquitectura que habían quedado al margen del proceso de industrialización. Sin embargo, fue sólo en 1964 cuando el término vernacular fue por primera vez asociado a la arquitectura, durante la exposición “Architecture without architects” 1 organizada por el arquitecto Bernard Rudoksky en el MOMA de New York. Allí, en una muestra fotográfica, se homenajeó a la

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“arquitectura sin pedigrí”, relegada a un segundo plano con la difusión del Movimiento Moderno y el Estilo Internacional. Varias décadas después, la arquitectura vernacular empieza a ser considerada también un ejemplo de patrimonio cultural, gracias a la ampliación semántica del concepto de patrimonio: de ser una categoría exclusiva de las grandes obras de la humanidad -representativas de poder, estatus o riqueza- a comprender también a aquellas manifestaciones culturales cotidianas, ligada a las identidades locales y a las formas de vida preservadas por las mismas comunidades. Dentro de este escenario, un paso fundamental para la valorización de la arquitectura vernacular, fue la redacción de la “Carta del Patrimonio vernáculo construido”, ratificada en la 12ª Asamblea de ICOMOS 2 en 1999. En ella se definen las principales características que constituyen el patrimonio vernáculo, como por ejemplo, que éste es “la expresión fundamental de la identidad de una comunidad, de sus relaciones con el territorio y al mismo tiempo, la expresión de la diversidad cultural del mundo” y que “constituye el modo natural y tradicional en que las comunidades han producido su propio hábitat” (ICOMOS, 1999). Además, se establecen las consideraciones generales para su salvaguardia, en un contexto donde este singular patrimonio está cada vez más amenazado por las fuerzas de la homogenización cultural. 3. Lo vernacular, fuente de saberes tecnológicos y de sostenibilidad. Actualmente, bajo el paradigma de la sostenibilidad, una nueva mirada hacia el patrimonio vernacular está cobrando fuerza, al considerarlo un ejemplo de sabia adaptación de la arquitectura al medio ambiente. En términos ambientales, la arquitectura vernacular se considera un ejemplo de sostenibilidad, pues a través de su emplazamiento, orient

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ación y configuración arquitectónica, aprovecha la iluminación, el asoleamiento y la ventilación, y por medio de la utilización de los recursos locales como materiales de construcción, da lugar a soluciones tecnológicas que regulan la temperatura de manera pasiva (gracias al espesor de los muros, configuración de la techumbre, etc.), con un mínimo gasto energético y costo (los materiales son gratis, no se deben transportar y casi no se elaboran), por tanto constituye una lección de buenas prácticas (Imagen 1). En términos culturales y económicos, al ser las construcciones ejecutadas por sus mismos habitantes, se crean vínculos afectivos entre la comunidad, y entre ella y el lugar donde viven (Imagen 2), y es el acto del construir la base de la creación de oficios y una de las principales fuentes productivas. Todas estas características han permitido que estos modelos se hayan sostenido en el tiempo. Así, en palabras del historiador de la arquitectura Paul Oliver, la arquitectura vernacular será necesaria en el futuro para “asegurar la sostenibilidad tanto en términos culturales como económicos en el breve plazo” (Oliver, 1997). Este precioso equilibrio entre ambiente y arquitectura, asegura que mientras las condiciones del primero se mantengan intactas, las formas arquitectónicas y los asentamientos se conservarán por largos periodos de tiempo; si por el contrario, se produce cualquier cambio brusco del entorno físico o social, se podría desencadenar un proceso de deterioro difícil de frenar. Muchos de los hábitats vernaculares desaparecieron durante el siglo XX, debido a los cambios en los sistemas productivos y económicos que empujaron a las poblaciones a emigrar hacia las ciudades. Hoy son muchas las amenazas que deben enfrentar los asentamientos vernaculares: la ya mencionada homogeneización cultural, el gran impacto ambiental provocado por el arribo de grandes industrias de diverso

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género que agotan los recursos locales (mineras, hidroeléctricas, forestales, etc.) y la llegada del turismo de masa, entre otros . 4. El patrimonio vernáculo chileno. Debido a la diversidad geográfica, climática y cultural de los alrededor de 4.300Km que conforman el territorio continental chileno, existieron desde tiempos precolombinos, una gran variedad de expresiones arquitectónicas vernaculares. Con la llegada de los españoles, una nueva arquitectura foránea vino a desconocer la diversidad ambiental del territorio, e impuso un mismo patrón urbano, arquitectónico y tecnológico a lo largo de todo el Chile colonial. Con el pasar de los años, el mestizaje cultural dio lugar a una arquitectura que si bien es de origen hispánico, comenzó a adaptarse al ambiente local, siendo el factor sísmico una de las condicionantes que mayormente influyó en su transformación. La aparición de las llaves de madera que “amarran” las estructuras de adobe del Valle Central, por ejemplo, constituyen una solución tecnológica vernacular para enfrentar de mejor manera la acción sísmica (imagen 3). Las diversas manifestaciones de arquitectura vernacular chilena, coexistieron hasta el advenimiento del proceso de industrialización a fines del siglo XIX, a partir del cual este patrimonio empezó lentamente a desaparecer. Actualmente en Chile, subsisten ejemplos de arquitectura vernacular principalmente en el ámbito rural, en aquellos lugares aislados geográficamente y en territorios pertenecientes a los pueblos originarios. Los ejemplos más conocidos y más estudiados son la arquitectura de Valparaíso y Chiloé, la arquitectura del norte andino, las viviendas del Valle Central chileno, y la arquitectura mapuche. Existen sin embargo, otros tantos casos menos estudiados y que están a punto de extinguirse, entre ellos, la vivienda de quincha del Valle de Tilama (Imagen 4) y la vivienda de cubierta

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de totora de Tulahuén -ambas en el Norte Chico-, la Vivienda del Cajón de la Magdalena en la zona Central del país y la vivienda Pewenche del Alto Bío-Bío (Dannemann, 2012, Gana, 2010). Todos estos asentamientos poseen varias características en común: por un lado, una serie de valores culturales y ambientales, asociados a la representación social de sus comunidades y a la estrecha relación y respecto del territorio en el cual se insertan; por otro lado, una serie de problemáticas internas, que tienen que ver principalmente con la poca valoración del patrimonio de parte de las mismas comunidades, el abandono de los asentamientos en busca de mejores oportunidades, la fragmentación de la estructura social y la pérdida paulatina de los saberes ancestrales relacionados con la construcción y mantención de todo el ambiente construido. A ello se suman además, la poca memoria histórica, los desastres naturales característicos de Chile, la presión de grandes empresas multinacionales que usufructúan de los recursos, y la falta de reconocimiento legal que aflige este tipo de este patrimonio. 5. Tutela del patrimonio vernáculo en Chile. “Si bien el país ha dado paso importantes en temas de conservación del patrimonio, aun tenemos una gran deuda con los ‘Patrimonios Arquitectónicos Menores’, los que, pese a su menor escala y muchas veces enorme austeridad en su materialidad y sistemas constructivos, forman parte de nuestra historia como país” (Gana, 2010). Este patrimonio menor, al ser lamentablemente poco reconocido, tanto por autoridades, como por las mismas comunidades, se encuentra en una situación compleja que lo deja al margen de las políticas de tutela. La Ley de Monumentos Nacionales 17.288 de 1970, es la única que protege el patrimonio a nivel nacional, estableciendo cinco categorías3

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de bienes a proteger, dentro de las cuales no se considera al patrimonio vernacular. A nivel local, el patrimonio arquitectónico y urbano puede protegerse a través de la aplicación del artículo 60 de la Ley y Ordenanza General de Urbanismo y Construcción (L.O.G.U.C.) en los planes reguladores comunales, sin embargo en dicho artículo tampoco se hace ninguna alusión a lo vernacular. La única opción de tutela entonces, es ampararse en las categorías que protegen los conjuntos rurales o urbanos que poseen ciertos valores: la “Zona Típica” o la “Zona de Conservación Histórica”, según la Ley de Monumentos o la L.O.G.U.C. respectivamente. En la práctica, la “Zona Típica” es la única categoría efectiva de protección, pues la “Zona de Conservación Histórica”, aún pudiendo ser un importante instrumento de tutela local, es poco utilizada, debido a que los municipios pocas veces reconocen el valor de su propio patrimonio. De todos modos, en cualquiera de las dos categorías, quedan fuera importantes componentes que caracterizan el patrimonio vernacular, como lo son, la relación arquitectura-territorio, las formas de vida locales y el patrimonio intangible asociado a las prácticas y saberes locales. Estos aspectos constituyen una importante deuda de la legislación chilena en materia de protección del patrimonio cultural- vernacular. 6. Una experiencia académica para la puesta en valor del patrimonio vernacular. Durante el primer semestre del año 2012, la autora creó el curso “Arquitectura sin arquitectos”, para el 4º semestre de la carrera de Arquitectura de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile. La asignatura, que toma prestado el nombre del citado libro de Rudofsky, tiene como fin resaltar el valor cultural y ambiental de la arquitectura vernacular. A través del análisis de diversos casos de estudio de Chile y el mundo, se evidencia la relación entre las características del territorio y las solu

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ciones arquitectónicas y tecnológicas adoptadas por una cierta comunidad, donde el clima es un factor fundamental que condiciona los parámetros de diseño adoptados, y la disponibilidad de los recursos que luego son utilizados como materiales de construcción. Así por ejemplo, la arquitectura en contextos áridos, posee una volumetría más hermética, muros gruesos y está construida con tierra o con piedra, en cambio en contextos tropicales, la arquitectura es más abierta, en general elevada del suelo y se construye con elementos vegetales. Con el análisis de un caso por cada sección, se reflexiona además sobre distintas temáticas como:

- el concepto de patrimonio tangible e intangible.



- el concepto de sostenibilidad en sus tres ámbitos, ambiental, cul tural y económico.



- la relación arquitectura-cultura, donde la morfología del asenta miento, la distribución interna de los recintos y las soluciones es paciales, obedecen a la organización de la sociedad y a sus tradi ciones culturales.



- la puesta en valor de las técnicas tradicionales y los saberes con structivos locales.

A lo largo del curso, los alumnos realizan un trabajo de investigación grupal, sobre un caso de estudio a libre elección (Imagen 5). Éste tiene como finalidad levantar información, poner en valor las soluciones arquitectónicas y tecnológicas locales (Imagen 6), y a la vez reflexionar sobre las amenazas que lo afectan.

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El estudio de estos casos, a la vez, pretende sensibilizar al alumno con la importancia de realizar un proceso de diseño que responda adecuadamente a las exigencias ambientales y culturales locales, y pretende demostrar como no sólo las nuevas tecnologías pueden posibilitar una arquitectura de bajo consumo energético, sino que también a partir de la reinterpretación y/o el mejoramiento de las tecnologías tradicionales vernaculares, se pueden lograr buenos ejemplos de arquitectura contemporánea. Conclusiones. Revertir la situación negativa que afecta al patrimonio vernacular chileno no es fácil e implicaría un largo camino, no obstante, activar dicho proceso es urgente, considerando su actual estado de conservación y que el patrimonio cultural constituye un recurso no renovable. El primer paso a seguir, sería educar y sensibilizar tanto a las autoridades como a las comunidades locales, acerca de la estrecha relación que existe entre la “tutela del patrimonio” y el “desarrollo local auto-sostenible”. El patrimonio cultural vernacular no guarda relación sólo con los objetos físicos, sino con cómo dicho objeto responde a su ambiente, y cómo este último condiciona las formas de vida de la comunidades que allí viven. Por ello es que hay tanto que aprender del patrimonio vernacular, especialmente en aquellos contextos aislados en Chile, con altos índices de pobreza, donde los asentamientos vernaculares representan una verdadera lección de habitar sostenible, respecto a las soluciones habitacionales modernas. El curso Arquitectura sin Arquitectos, y el presente artículo, pretenden contribuir al rol de la educación y la sensibilización en la salvaguardia del patrimonio vernacular chileno.

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Referencias. Presentación general proyecto Museo de la Vivienda Tradicional Rural Unifamiliar chilena. Artículo académico no publicado, Univer- Dannemann, M., 2012. sidad de Chile, Chile.

- Mecca, S. y Dipasquale, L., 2009. Earthen Domes and Habitats. Villages of Northern Syria. ETS, Pisa, Italia. - Gana, D., 2010. Patrimonios arquitectónicos menores en Chile. Viviendas tradicionales rurales unifamiliares chilenas. Seminario de Investigación de la Carrera de Arquitectura, Facultad de Arquitectura y Urbanismo Universidad de Chile, prof. guía Antonio Sahady, Santiago. (no publicado).

Carta del Patrimonio Vernáculo construido. 12ª Asamblea General en México. Disponible en: http://www.icomos.org/en/component/content/ - ICOMOS-CIAV, 1999.

article?id=164:charter-of-the-built-vernacular-heritage [visto el 5/02/2013].

- Jorquera, N., 2012. Architettura vernacolare. En Culture costruttive in terra e rischio sísmico. Tesis de Doctorado en Tecnología de la Arquitectura, Universidad de Florencia, Italia, p. 12-14. - Oliver, P., 1997. Encyclopedia Press, Cambridge.

of Vernacular Architecture of the World. University

- Rudofsky, B., 1973. Arquitectura sin arquitectos: breve introducción a la arquitectura sin genealogía. Eudeba, Buenos Aires. 1_ Como resultado de esta exposición, Rudofsky, publica su famoso libro del mismo título “Architecture without architects: a short introduction to non-pedigreed architecture”. 2_ Consejo Internacional de Monumentos y Sitios. 3_ Las cinco categorías son: Monumento Histórico, Zona Típica o Pintoresca, Monumento Público, Monumento Arqueológico y Santuario de la Naturaleza.

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José de Nordenflycht Historiador del Arte, Investigador del Centro de Estudios Avanzados de la Universidad de Playa Ancha. Es autor y coautor de una decena de libros, entre los que destacan Monumentos y Sitios de Chile (Santiago, 1999), Patrimonio Local. Ensayos sobre arte, arquitectura y lugar (Valparaíso, 2004), entre otros. Ha sido profesor visitante de la Universidad de Buenos Aires (Buenos Aires), la Universidad Nacional de Colombia (Bogotá) y la Universidad de Concepción (Chile). Integra el consejo editorial de las revistas Hereditas (INAH, México), Revista de Arte (Escuela de Arte PUC, Chile) y Revista Quiroga (Universidad de Granada, España). Como consultor en temas de patrimonio a participado en proyectos de planificación territorial, investigación histórica, evaluación de conservación y capacitación financiados por organismos nacionales e internacionales. Es Miembro Asociado del Comité Científico Internacional de Teoría y Filosofía de la Restauración de ICOMOS y Presidente del Comité Chileno del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios ICOMOS. Juan Carlos Olivares AntropólogoPoeta, escencialemnte etnografo y Doctor en Ciencias Humanas por la Universidad Austral de Chile. Su preocupación son las Arquitecturas Locales/Arquitectura Mapuche Williche. Ha desarrollado investigación en el ámbito de aquellas en los territorios de la Puel Mapu de la Región de Los Ríos y, ha indagado con voluntad y perseverancia, las Arquitecturas Efímeras de los Nguillatuwes o Campos Sagrados del pueblo originario. En la actualidad, se desempeña como profesor en el Instituto de Arquitectura y Urbanismo de la Facultad de Ciencias de la Ingeniería, UACh.

Tirza Barría Arquitecta de la Universidad Austral de Chile, candidata a Magister en Arquitectura, especialidad Teoría y Crítica de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Profesora de Historia de la arquitectura del Instituto de arquitectura de la Universidad Austral de Chile y de Taller de Arquitectura de primer año, en años anteriores ha sido colaboradora de los talleres de arquitectura I, II, V. Ha trabajado en la temática del patrimonio arquitectónico principalmente en la Región de los Ríos. Ha sido parte del reciclaje de casonas alemanas Lopetegui-Mena (2005) y Schuller (2006). En investigación, integro el equipo consultor que ejecutó el Diagnostico Cultural del patrimonio de la Región de Los Ríos, programa puesta en valor dela patrimonio (2009-2010). Actualmente investiga acerca de la arquitectura moderna en el sur de Chile, por lo cual es colaboradora del equipo de la Universidad Católica del Fondart “Patrimonio moderno chileno: valoración y preservación”. Jonás Figueroa Diseñador (UCV), Arquitecto (UCh) y Técnico Urbanista por el Ministerio de Administraciones Pública de España. Es Profesor Titular de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Santiago de Chile. Posee diplomados en transporte urbano y ordenación del territorio, publicaciones sobre política y morfología urbana, ciudad y territorio y conflictos sociales. Líneas de investigación Fondecyt y Dicyt Usach en territorio, diseño urbano y patrimonio. Ha sido editor de Cuadernos de Ordenación del Territorio de España, de la Revista Ciudad y Territorio de España y de la Revista Arteoficio de la Escuela de Arquitectura Usach. Es Premio de Diseño Urbano 1998 Arturo Soria del Ayuntamiento de Madrid, por el diseño urbano de la urbanización Monte Carmelo de Madrid, España, como integrante del equipo profesional Plan & Design.

Rosa Chandía Arquitecta, Máster en Arquitectura, Energía y Medio Ambiente (2008) y candidata a doctor en Arquitectura, Energía y Medio Ambiente, Universidad Politécnica de Cataluña. Becaria Conicyt desde 2009. Miembro Red de Investigación en Sostenibilidad Aplicada al Hábitat UPC, Barcelona. Actualmente se desempeña como académica a Jornada Completa en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Tecnológica Metropolitana, a cargo de la asignatura de Energía y Habitabilidad y Seminario de investigación. Su línea de investigación se basa en la comprensión de las formas de habitar supeditadas a la gestión sostenible del territorio y los recursos, especialmente en comunidades de oasis, que se vinculan a un conocimiento transmitido y heredado de las técnicas que permiten mantener en el tiempo territorios habitables, dentro de las limitantes propias de que impone un territorio árido y que determina una cultura. Claudia Torres Arquitecta académica en la FAU de la Universidad de Chile y profesora en la Escuela de Ingeniería Civil de la Universidad de Valparaíso.. En el año 2001 viaja a Barcelona a cursar el doctorado en el Departamento de Construcciones Arquitectónicas de la ETSAB en la Universidad Politécnica de Catalunya, obtiene el DEA en “Construcción, Restauración y Rehabilitación Arquitectónica” y luego el grado de Doctor Arquitecto en “Tecnología de la Arquitectura, Edificación y Urbanismo” Además cursó postgrados en: “Diagnosis, reparación y mantenimiento de edificios residenciales” por la Fundación UPC en Barcelona. “Valoración de inmuebles urbanos”, en la FAU de la Universidad de Chile. “Historia de la Arquitectura. El siglo XX.”, en la Facultad de Arquitectura de la Universidad e Valparaíso. . Paralelamente es consultora y desarrolla proyectos de restauración y rehabilitación arquitectónica.

Cristina Galvez Bachiller en Humanidades y Licenciada en Historia, Magíster en Gestión Cultural por la Universidad de Chile y diploma de la Cátedra UNESCO en patrimonio y turismo sostenible, Argentina, UNTREF/AAMNBA. Sus áreas de especialización y las publicaciones de las que ha formado parte, son en relación a la política pública cultural y el turismo cultural. Ha participado en diferentes seminarios y talleres, tanto nacionales como internacionales, en base a las temáticas del patrimonio cultural inmaterial, el turismo cultural y la sustentabilidad. Actualmente trabaja en la sección de patrimonio cultural, del departamento ciudadanía y cultura, del Consejo nacional de la Cultura y las Artes. Teniendo a su cargo el programa de turismo cultural, de dicha sección. Augusto González Licenciado en Sociología y diplomado en Desarrollo Humano. Sus áreas de especialización son las políticas públicas regionales, la planificación y ordenamiento regional, la identidad, la multiculturalidad y el Patrimonio Cultural Inmaterial. Se ha desempeñado en diferentes organismos públicos y de la sociedad civil, ha sido consultor del Banco Interamericano de Desarrollo y Profesor Universitario; se destaca su labor directa con comunidades rurales de la zona central y sur de Chile, especialmente las con organizaciones territoriales Mapuche, a las que ha asesorado en diferentes iniciativas de desarrollo. Actualmente trabaja en la sección de patrimonio cultural, del departamento ciudadanía y cultura, del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Desempeñándose como encargado macrozonal de patrimonio para las regiones de O´higgins, Maule, Biobío y Araucanía.

Sergio Araneda Arquitecto, Máster en Historia Crítica de Arte y Arquitectura y Máster en Desarrollo Urbano y Territorial. Arquitecto independiente socio de 2V arquitectos Ltda. Ha desarrollado trabajos académicos en la Universidad Mayor como profesor titular de Historia del Arte, año 2008, y en la Universidad Finis Terrae, profesor titular de Taller de Geografía años 2011 y 2012. En lo profesional destaca el desarrollo de Proyectos de Regeneración Urbana ( PRU) en poblados del Valle de Colchagua y el Primer Lugar en el Concurso Imagen Urbana Nueva Chaitén en Santa Bárbara organizado por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo año 2010. Simón Urbina Arqueólogo (UCh). Miembro de la Sociedad Chilena de Arqueología y de la Red de Educadores Patrimoniales (Región de Los Ríos). En las regiones de Atacama y Tarapacá, desde el año 2002 participa en estudios financiados por FONDECYT sobre asentamiento humano y arquitectura arqueológica. Desde 2009 profesor adjunto del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad Austral de Chile. En Valdivia ha dirigido investigaciones bianuales como Valdivia Arqueológica: Guía Histórica-Urbana de la ciudad (FNDR 2008-2009) y La Plaza de Valdivia: Los Castillos del Estuario y el Río Cruces. Primer estudio comparado de sus colecciones arqueológicas coloniales, s. XVII y XVIII (DID-UACh 2012-2013). Sus publicaciones tratan sobre (1) arquitectura prehispánica y colonial, (2) evolución de patrones de asentamiento humano y (3) arqueología urbana y pública, su artículo lo realiza en co autoria con Prof. Sra. Leonor Adán Alfaro, Arqueóloga. Directora de la Dirección Museológica de la Universidad Austral de Chile, Sr. Rodrigo Mera, Lic. en Antropología y Sra. Doina Munita, Lic. en Antropología, MSc en Planificación Territorial y Gestión territorial.

Leyla Sade Arquitecta, Especialista en Restauración de Monumentos por la Universidad “La Sapienza” Roma, Italia. Como tesis de Especialización desarrolló el Proyecto de Restauración de la “Casa Furniel” de Río Bueno, con el Patrocinio de la Municipalidad de Río Bueno. Desde marzo del 2008, se desempeña como Encargada Regional de Patrimonio de la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas, Región de los Ríos. Patricia Durán Ingeniero Comercial Mención en Administración Diplomada en Desarrollo Económico Local de la Universidad de Chile y Diplomada en Gestión Pública para el Desarrollo de Territorios Subnacionales de la FLACSO. Desde el año 2009 se encuentra trabajando en el Gobierno Regional de Los Ríos como Encargada del Programa Puesta en Valor del Patrimonio responsable de coordinar la ejecución de las iniciativas de la cartera de proyectos del programa, así como también de la eficiencia del gasto en la inversión pública. Paz Serra Arquitecta de la Universidad de Chile. Magister en Diseño Urbano del Politécnico de Oxford. Diplomado en Coaching Ontológico de New Field Network. Asumió el cargo de Seremi de Vivienda y Urbanismo de la Araucanía el 11 de Marzo de 2010, teniendo a la fecha importantes logros dentro los que destacan: Ser la precursora de la Instalación de la Primera Mesa del Patrimonial de la Araucanía, que busca preservar bienes que están en la memoria de la ciudadanía.

Cristian Rodríguez Arquitecto de la Universidad del Bío Bío, Magister en Historia de la Universidad de Concepción. Actualmente es Encargado de Patrimonio de la Seremi de Vivienda y Urbanismo de la Araucanía. Su gestión profesional la ha centrado en investigar sobre el patrimonio cultural de la región, logrando ser autor de publicaciones entre las que se encuentran “cementerios de la Araucanía”, “100 años de arquitectura militar”, “La Imperial, historia y arqueología de una ciudad”. Esto le ha permitido exponer en diversos congresos de Latinoamérica. Roberto Martínez Académico del Instituto de Arquitectura y Urbanismo y posee un PostGrado en “Diseño Arquitectónico Avanzado” en la Kunstakademie Düsseldorf Alemania. Fue presidente del colegio de arquitectos, Región de los Ríos, es Par Evaluador para carreras de diseño, arte y arquitectura de la Agencia Acreditadora de Chile, miembro del Consejo de Monumentos Nacionales región de Los Ríos y asesor de la Comisión del Senado en Desarrollo Urbano Sustentable, entre otros. Además de ser junto a un equipo de profesionales uno de los fundadores de esta Escuela de Arquitectura de la Universidad Austral de Chile. Igor Rosenmann Arquitecto, Académico, Universidad Tecnológica Metropolitana. Santiago. Chile. Está actualmente terminando un magister de Desarrollo Urbano en la Universidad Católica y ha trabajado en el ejercicio libre de la profesión. Durante 28 años ha realizado en equipo, innumerables proyectos de edificios públicos y privados. Actualmente es profesor de Taller de 5º año y Taller de Titulo en la Universidad Tecnológica Metropolitana.

Alan Fox Diseñador industrial y arquitecto ha incursionado en distintas áreas como el Diseño de interiores, mobiliario y arquitectura, con énfasis en proyectos de Iluminación arquitectónica con eficiencia energética. Desde esa área ha abordado proyectos de Iluminación ya construidos como: el Centro Cultural Atacama, en Copiapó; la ampliación del Mall Paseo Quilín en Santiago; el Centro de Recursos Audiovisuales del Instituto Profesional ENAC; espacios comerciales y viviendas en Santiago y Viña del Mar. Como docente, ha impartido Talleres y cursos de arquitectura y Diseño, en los que temas como la eficiencia energética, el reciclaje y la iluminación son parte integral y complementaria de su experiencia académica. Actualmente es Director de la Escuela de Diseño de la Universidad Andrés Bello, sede Viña del Mar.. Cuenta con un Diplomado en Arquitectura Sustentable, de la Universidad Católica, y ha realizado proyectos de investigación relacionados con la eficiencia energética y la iluminación tanto natural como artificial. Natalia Jorquera Arquitecta, Doctora en Tecnología de la Arquitectura en la línea de investigación del “Recupero y Valorización del Patrimonio Cultural” de la Universidad de Florencia, Italia. Se desempeña actualmente como Académica del Departamento de Arquitectura de la Universidad de Chile. Su experiencia profesional y académica se ha centrado en la puesta en valor del patrimonio –principalmente de aquel vernacular-, el rescate de las técnicas constructivas tradicionales, y la prevención del riesgo sísmico del patrimonio construido en tierra cruda, argumento último, sobre el cual desarrolló su tesis de Doctorado.Es miembro de ICOMOS Chile, del International Scientific Committee on Earthen Architectural Heritage (ISCEAH), y de la Red Iberoamericana PROTERRA

Galería de figuras

José de Nordenflycht

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4 1_“Familia de turistas nacionales”, Cusco (Perú), 2007. Fuente:el autor 2_Iglesia de Quinchao (Chiloé, Chile), desmantelada durante trabajos de intervención en 2007. Fuente: el autor 3_Mapa de Isla de Pascua instalado por el Parlamento Rapa Nui, (Hanga Roa, Chile), 2010. Fuente: el autor 4_Niños jugando en la Plaza Vieja, La Habana (Cuba). Fuente: el autor

Juan Carlos Olivares

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1, 4 y 5_Maqueo, Lago Maihue. Fuente: el autor. 2, 3 y 6_Rupmeika. Fuente: el autor.

Tirza Barría

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1_ Hotel Burnier, circa 1940. Fuente: Archivo fotografico del Museo Historico Municipal de Osorno. 2_Plaza de Armas de Osorno, circa 1950. Fuente: archivo fotografico del Museo Historico Municipal de Osorno. 3_ Fig. 3. Exposición Feria SAGO (1940). Fuente: archivo fotografico del Museo Historico Municipal de Osorno. 5_Banco Osorno y la Unión, circa. 1934. Fuente: archivo fotografico del Museo Historico Municipal de Osorno.

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7_ Gobernación de Osorno. Fuente: archivo fotografico del Museo Historico Municipal de Osorno. 8_Edificio Sago. Fuente: archivo fotografico del Museo Historico Municipal de Osorno. 9_ Colegio Alemán, circa 1935. Fuente: archivo fotografico del Museo Historico Municipal de Osorno. 10_ Edificio Resinhoff & Hess, circa 1940. Fuente: archivo fotografico del Museo Historico Municipal de Osorno. 11_Hotel Osorno, circa. 1920. Fuente: archivo fotografico del Museo Historico Municipal de Osorno. 12_Fachada norte construida en 1930. Fuente: el autor 13_ Fachada oriente construida en 1932. Fuente: el autor. 14_ Planta nivel 1, distribución programática. Fuente: el autor. 15_ Planta entrepiso, distribución programática. Fuente: el autor. 16_ Planta nivel 2, distribución programática. Fuente: el autor 17_Planta nivel 3 y 4, distribución programática. Fuente: el autor

Jonás Figueroa

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1_Formas tempranas de ocupación del espacio agrícola. Fuente: el autor. 2_ Formas evolucionadas de ocupación del espacio agrícola. Fuente: el autor.

Rosa Chandía

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8 1_Representación que valoriza el paisaje intervenido por el hombre en beneficio de la productividad. La obra de Cézanne, “L’estaque” (1878); Van Gogh “Campo de amapolas” (1889); y de Gauguin, “El molino de David”(1894). Fuente: http://es.wahooart.com/ 2_Murmuntami: relación entre los diferentes espacios que afectan al modelado del paisaje. Fuente: el autor. 3_ Toconao. Se aprovechan las interacciones ambientales positivas para favorecer la habitabilidad. Fuente: Haroldo Horta. 4_Canal de conducción construido con piedra. Fuente: el autor. 5_ Canal Pueblo. Sistema de conducción tradicional que ha sido reemplazado por hormigón prefabricado. Fuente: el autor. 6_ Canal Mancaruma, conducción agua cultivos. Fuente: el autor. 7_Canales de distribución. Finos trazados de tierra en forma paralela al canal de conducción. Fuente: el autor. 8_Modelado del paisaje a partir del movimiento del agua. Evidencia de un paisaje cultural. Socoroma. Fuente: el autor.

Claudia Torres

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4 1_ Proyectos de Rehabilitación Integral desarrollados en Valparaíso y Barcelona. Fuente: S+S Arquitectos [Valparaíso] y Torres [2012], Barcelona 5 _ Caserones en Valdivia, La Casa Andwandter. Fuente: el autor. 7_ Viviendas de renta, en Valparaíso y una de renta obrera en Barcelona. Fuente: el autor. 8_ Viviendas burguesas en centro de Valdivia. Fuente: el autor.

Cristina Galvez/ Augusto González

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1_Fiesta Virgen de las Peñas. Fuente: Agustín Ruíz, archivo CNCA 2_ Arca del gusto. Fuente: archivo CNCA

Sergio Araneda

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6 1_Esquema de la movilidad ecológica dentro del sistema SNASPE regional. Fuente: el autor. 2_ Conceptos de la ecología del paisaje aplicados a los casos de estudio. Fuente: el autor. 3_ Esquema de la movilidad ecológica en el contexto territorial de la ciudad de Coyhaique. Fuente el autor. 4_Nuevos espacios territoriales como oportunidades urbanas.Fuente: el autor. 5_Esquema del contexto territorial del pueblo de Cochrane.Fuente: el autor. 5_Esquema de nuevos bordes urbanos con función ecológica .Fuente: el autor.

Miguel Ángel Rojas/ Joaquín Zerené

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6 1_ Valdivia antes del gran incendio: 1858-1909. Fuente: Rodolfo Knittel, 1913. 2_ Incendio 1909. Fuente: http://imagentension.wordpress.com/2012/10/10/archivo-historico-patrimonio-cultural-regional/#jp-carousel-76 3_ Terremoto 1960. Fuente: http://imagentension.wordpress.com/2012/10/10/archivo-historico-patrimonio-cultural-regional/#jp-carousel-84 4_Terremoto 1960. Fuente:http://imagentension.wordpress.com/2012/10/10/archivo-historico-patrimonio-cultural-regional/#jp-carousel-87 5_Valdivia 2012. Fuente: http://www.chile.travel/es/novedades/archive/October-2012/ 6_Valdivia 2012. Fuente: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Feria_Fluvial_de_Valdivia.JPG

Simón Urbina

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2 1_ Distribución de sitios arqueológicos en el área fundacional de la ciudad de Valdivia. Fuente: elaborado por Aldo Farías 2_ Distribución de sitios arqueológicos en el perímetro urbano de la ciudad de Valdivia. Fuente: elaborado por Aldo Farías

Leyla Sade / Patricia Durán

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4 1_Imagen del Estudio del Diagnóstico Sistema de Fortificaciones, de la Cuenca de Valdivia y Bahía de Corral. Fuente: Dirección de Arquitectura, Ministerio de Obras Públicas. 2_ Diseño de la Casona El Llolly. Fuente: Dirección de Arquitectura, Ministerio de Obras Públicas. 3_ Diseño del Eco Museo Isla Mancera - Mirador. Fuente: Dirección de Arquitectura, Ministerio de Obras Públicas. 4_ Subida 4 vientos, Museo Castillo de Niebla. Fuente: Dirección de Arquitectura, Ministerio de Obras Públicas.

Paz Serra / Cristian Rodríguez

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1_ Fachada Casa Rosa Bustos Seitz. Fuente: Cristian Rodríguez Domínguez. 2_ Fachada Casa Rosa Bustos Seitz. Fuente: Cristian Rodríguez Domínguez. 3_Visita inspectiva a la vivienda de Noelia Contreras. Fuente: Carlos Inostroza.

Roberto Martínez

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Fotos 1 a7_ Centro de Interpretación Tagua Tagua. Fuente: Archivo proyecto Centro de Interpretación.

Igor Rosenmann

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1_ Corte del proyecto. Fuente: el autor. 2_ Corredores y el patio interior del conento. Fuente: el autor. 3_La nave reconstruida antes del incendio del año 2010. Fuente: el autor. 4_ La torre y el nartex existente. Fuente: el autor. 5 _Planta primer nivel iglesia proyecto. Fuente : el autor. 6_ Planta primer nivel proyecto casa acogida (ex convento). Fuente: el autor.

Alan Fox

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1_Cap Ducal_Viña del Mar. El propio borde exterior (zócalo) del edificio ilumina la vereda pública por reflexión indirecta. Fuente: el autor, 2012. 2_París. La iluminación edilicia permite configurar la espacialidad de las calles de la ciudad. Fuente: el autor, 2005. 3_Castillo de Carcassone_Francia.Fuente: el autor, 2005. 4_ Biblioteca Severín, Valparaíso. Un caso prototípico de buena iluminación empobrecida por el alumbrado público. Fuente: el autor, 2012. 5 _ Reflejos del puente Pedro de Valdivia, Valdivia. Fuente: el autor, 2011. 6_ Plaza de Armas de Santiago. La iluminación de las principales fachadas no sólo no destaca sus volumetrías, sino que genera deslumbramientos en el transeúnte. Fuente: el autor, 2011. 7_ Costanera de Valdivia. La contaminación lumínica del alumbrado público genera deslumbramientos y sombras indeseadas en el paisaje costero. Fuente: el autor, 2011. 8_ Barrio Inglés de Coquimbo.La luz incorporada en el mismo espesor de las fachadas, evitando con ello la contaminación lumínica de los cielos. Fuente: el autor, 2007.

Natalia Jorquera

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6 1_Iglesia de Nama, región de Tarapacá, construida con muros de adobe y techumbre de paja brava, que dan cuenta de los recursos locales a disposición. Fuente: el autor. 2_Construcción comunitaria en el nordeste de Siria. Fuente: Earthen Domes and Habitats. Villages of Northern Syria. Saverio Mecca, Letizia Dipasquale. ETS). 3_ Detalle de vivienda en Guacarhue, VI Región, donde se aprecian las llaves de madera que complementan el desempeño de la estructura de adobe. Fuente: el autor. 4_ Viviendas del Valle de Tilama (1), de Tulahuén (2) del Cajón de la Magdalena (3), y del Alto Bío-bío (4). Fuente: Arquitecto Diego Gana. 5_ Investigación sobre la vivienda de Tilama. Fuente: Felipe Carrasco, Valentina Moreno, Paulina Orellana, Victoria Rozas, Sofía Unda, alumnos de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile. 6_ Investigación sobre la vivienda de Malla-malla, comuna del Alto Bío-bío. Fuente: Hernán Cerda, Yanko Díaz, Gianitza Muñoz, Yocelyn Ponce, Diego Riveros, Paula Salvo, alumnos de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile.

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