El futuro de la familia. \"Los desafíos están para superarlos\"

July 22, 2017 | Autor: F. Bonete Vizcaino | Categoría: Family studies, Children and Families, Family, Young People, Familia
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Descripción

yo tú él familia vosotros ellos La familia siempre: desafíos y esperanza Madrid, 14, 15 y 16 de noviembre 2014

XVI Congreso Católicos y Vida Pública

Fundación Universitaria San Pablo CEU obra de la Asociación Católica de Propagandistas

La familia siempre: desafíos y esperanza XVI Congreso Católicos y Vida Pública 14, 15 y 16 de noviembre de 2014

El XVI Congreso Católicos y Vida Pública contó con el patrocinio de:

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La familia siempre: desafíos y esperanza © 2014, de los textos, sus autores © De la edición, 2015, Fundación Universitaria San Pablo CEU CEU Ediciones Julián Romea 18, 28003 Madrid Teléfono: 91 514 05 73, fax: 91 514 04 30 Correo electrónico: [email protected] www.ceuediciones.es ISBN: 978-84-15949-86-2 Depósito legal: M-1134-2015 Diseño de cubierta: CEU Ediciones Impresión: Artes Gráficas Imedisa Servicios editoriales: Nina de Bertodano · clutch & girl Impreso en España – Printed in Spain

Ponente Fernando Bonete Vizcaíno Graduado en Humanidades y Periodismo. Doctorando. Editor web y community manager de la ACdP

Buenas tardes a todos. Muchas gracias, Álvaro, por tu amable presentación. Si me lo permites, y me lo permiten ustedes, quisiera empezar mi intervención con otra presentación. Una presentación diferente, no acerca de qué soy, sino sobre quién soy en relación al grupo de personas al que represento en esta mesa redonda. Dejando a un lado mi situación académica o mi experiencia profesional, quiero presentarles a un joven de 23 años, que se encuentra ahora en su última etapa formativa y ante el cual se abren expectativas de futuro sobre las que va a tener que decidir muy pronto. Entre estas opciones figura no solo su proyección laboral, sino también aquello que nos ha traído, a ustedes y a nosotros, a sentarnos esta tarde aquí: la familia. Este joven de 23 años es uno más de los dos millones de chavales entre 20 y 24 años censados en nuestro país. No somos una mayoría si contamos con que los siguientes grupos de edad jóvenes cuantificados por las estadísticas (25 a 29, 30 a 34 y 35 a 39) aumentan la cifra progresivamente hasta duplicarla en el último rango y superar los cuatro millones. Pero a pesar de ser una minoría entre ese amplio margen de edad que cubre la juventud, a pesar de no tener una importancia cuantitativa, los jóvenes entre 20 y 24 años sí tenemos una gran relevancia cualitativa. Recuperando una vez más el lema bajo el cual se celebra este XVI Congreso Católicos y Vida Pública, puedo asegurar que ningún otro grupo de población de la España de hoy se enfrenta a más “desafíos” y necesita más “esperanza” que nosotros los jóvenes universitarios y profesionales. De mi generación, de los compañeros con los que he compartido carrera, de los colegas que he conocido en las prácticas y, en definitiva, de gente como mis amigos y yo mismo, de aquellos con que comparto mi día a día, depende el futuro de la familia. Somos, en el más estricto sentido del título de esta mesa redonda, El futuro de la familia. Y, atención, el futuro no se improvisa. Si es cierta la reflexión del Papa Francisco, y creo que sí, pues la actualidad nos ofrece signos evidentes de ello,

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según la cual pasamos no por una época de cambios, sino por un cambio de época, conviene conocer, conocer a fondo, la realidad de estos jóvenes. Los católicos no podemos atravesar este momento de cambio, no podemos dirigirnos a los jóvenes y menos guiarlos, sin comprender primero la naturaleza de aquello por lo que están pasando. Sus preocupaciones, sus formas de pensar y las causas que las motivan. Por eso, en esta intervención me gustaría acercarles, desde mi experiencia universitaria de estos últimos 5-6 años, con mi testimonio personal directo de aquello que he compartido, he visto y oído, con compañeros y amigos de mi edad, jóvenes como yo, me gustaría acercarles a la realidad de los jóvenes de hoy, a lo que piensan y sienten sobre la familia. Un estudio, un análisis de la cuestión, que me gustaría comenzar con una pequeña y rápida clasificación, a la que seguirá una reflexión más pormenorizada, acerca de los diferentes prismas desde los cuales los jóvenes miran la familia. Identifico tres grupos. En primer lugar, los hay que piensan que la familia es algo difícil, cuando no imposible e inalcanzable en los tiempos de crisis que corren. En segundo lugar, a veces combinados con los primeros, los que piensan que la familia es cualquier cosa y no le corresponde una definición bien acotada que nos desvele los fundamentos que la constituyen. Por último, en tercer lugar, encontraremos, y nos sorprenderíamos de cuántos jóvenes llegan a pensar esto, los que lejos de considerar la familia como una buena noticia, en el mejor sentido evangélico de la palabra, la entienden como una mala noticia. He ahí las tres visiones predominantes hoy sobre la familia entre los jóvenes, acerquémonos a observarlas de cerca. Mencioné la crisis al hablar del primer grupo. Crisis económica, sí, pero también cultural. Ambas forjan grandes dificultades que impiden a muchos jóvenes mirar más allá de los desafíos para abrirse a la esperanza de la familia. Económica, pues las dificultades materiales propiciadas por el incierto futuro laboral para muchos jóvenes alejan la estabilidad financiera que muchos requieren para proveer y sostener adecuadamente matrimonio e hijos. No es para menos si tenemos en cuenta los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) de que disponemos (RTVE, 2014). Realizadas para el tercer cuatrimestre de este año 2014, las encuestas muestran que, a pesar de una reducción en la serie histórica, seguimos hablando de más de un 23 % de jóvenes menores de 25 años en paro entre la población activa de nuestro país. O lo que es lo mismo, más de la mitad de los jóvenes menores de 25 años están en paro. Cultural, ya que la experiencia de muchos jóvenes en el seno familiar no ha sido para nada positiva. Dos de cada mil matrimonios en nuestro país se resuelven en sentencias de separación, nulidad o divorcio, y más de la mitad de 938

Mesa jóvenes: El futuro de la familia

ellos tienen hijos, un 57,2 % según el informe referido a 2013, último del Instituto Nacional de Estadística (INE) de que disponemos (INE, 2014a). Para buena parte de estos jóvenes de padres separados o divorciados, y son muchos en esta condición con los que he tenido y tengo relación, la familia, y el matrimonio que la precede, son sinónimo de fracaso y recuerdo de un mal trago en su vida. Han perdido la confianza en un matrimonio para toda la vida y en una unión feliz con los hijos. Si pensamos que la tasa de separación, nulidad o divorcio no deja de crecer año tras año, podemos adivinar cuantos más serán los hijos que tengan que atravesar un sufrimiento tal. El resultado de ambas crisis es también cuantificable, pues uno de cada tres de los 6,35 millones jóvenes entre 25 y 34 años (INE, 2014b) todavía no se ha emancipado y no encuentra la felicidad de alumbrar una nueva y propia familia. Esta crisis cultural a la que nos hemos referido ya, guarda intensa relación con el segundo de los casos, el de quienes entienden la familia como un suceso relativo en cuyo nombre pueden hacerse y deshacerse todo tipo de vínculos sentimentales. Igual da que hablemos de un hombre y una mujer, que de dos hombres, dos mujeres, o un solo hombre o mujer. Está por llegar el término “triparental” cuando se inventen familias de tres padres y madres. Esta actitud es la del que afirma que “la familia es lo que cada uno ¿que?DEsea”, “de acuerdo con mis preferencias y mis circunstancias”… Olvidando lo más importante, la entrega al otro que supone el matrimonio y la apertura a la vida sin la cual se marchita una familia. Sobre esta cuestión de lo cultural, factor clave sobre el que cabría extenderse y comentar mucho más de lo que nos permite el tiempo y el tema concreto de esta mesa redonda, nos basta con citar las palabras de Francisco en Santa Marta: “Estos matrimonios que no quieren hijos, que quieren permanecer sin fecundidad. Esta cultura del bienestar de hace diez años nos ha convencido: ‘¡Es mejor no tener hijos! ¡Es mejor! Así tú puedes ir de vacaciones a conocer el mundo, puedes tener una casa en el campo, tú estás tranquilo’… Pero quizá sea mejor –más cómodo– tener un perrito, dos gatos, y el amor va a los dos gatos y al perrito. ¿Es verdad o no esto? ¿Lo vieron ustedes? Y al final este matrimonio llega a la vejez en la soledad, con la amargura de la mala soledad. No es fecundo, no hace lo que Jesús hace con su Iglesia: la hace fecunda.” (Francisco, 2014). En esta línea de encerrarse en sí mismo y volver la espalda al otro están los jóvenes pertenecientes al tercer grupo que he descrito. No es que consideren como imposible el sostenimiento económico de una familia; tal vez 939

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incluso dispongan de los medios materiales para formarla. No es que hayan tenido una mala experiencia familiar o no hayan gozado del amor paterno. No. Simple, y tristemente, se han dejado contagiar por la dinámica de los tiempos que corren, hasta ser capaces de negar la familia. Ponen malas caras, se extrañan cuando alguien todavía pronuncia el nombre “familia”, se exaltan cuando conocen el testimonio de matrimonios jóvenes o con familia numerosa… Para ellos el matrimonio y la familia es algo de otros tiempos, una realidad anticuada, una naturaleza muerta que terminará por extinguirse y propia de tradiciones que ya no tienen sentido. Estos jóvenes niegan por completo una unión verdadera y para toda la vida; prefieren ir de flor en flor durante sus años de Universidad forjando un hábito para el resto de sus vidas. Van dando tumbos sin un proyecto personal y sentimental pleno. Nunca consiguen satisfacer sus deseos por más relaciones de una noche que tengan, y terminan por pensar que la felicidad es inalcanzable, hundiéndose en un pozo de pena al que ellos mismos se han lanzado por ir en contra de su propia naturaleza, que es la naturaleza universal e inexorable del hombre: comprometerse. Llegados a este punto y teniendo en cuenta la situación descrita en su conjunto, podríamos hacernos la misma pregunta que Gilles Lipovetsky en su obra de referencia, el clásico de la sociología La era del vacío (Lipovetsky, 2014). “… ¿quién cree aún en la familia cuando los índices de divorcios no paran de aumentar, cuando los viejos son expulsados a los asilos, cuando los padres quieren permanecer ‘jóvenes’ y reclaman la ayuda de los ‘psi’, cuando las parejas se vuelven ‘libres’, cuando el aborto, la contracepción, la esterilización son legalizadas?” (Lipovetsky, 2014: 35). Yo creo que la respuesta para todos los que estamos aquí es muy clara. La respuesta al “quién” no es otra que “los católicos”. Ante la situación de desafío constante y permanente que se presenta frente a la juventud y que nos presenta la juventud, la única ruptura posible para descubrir aunque sólo sea un pequeño atisbo de esperanza, la presenta el mensaje del evangelio. Y los encargados de transmitir ese mensaje somos nosotros los católicos. Por lo tanto, frente a la situación negativa que he presentado, ya disponemos de un primer punto de referencia para el cambio. Sabemos a qué nos enfrentamos, y también a quién le toca liderar, quién tiene la responsabilidad de obrar por el bien de la familia. La cuestión radica ahora en el cómo. El proceso que hemos realizado, de análisis de la situación actual e identificación del problema para luego pensar soluciones y nuevas vías de actuación, es precisamente el mismo seguido por la reciente III Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos celebrada el pasado octubre. Los padres sinodales han 940

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ofrecido ya algunas pautas provisionales, a falta de más de un año de trabajos que incluyen la Asamblea Ordinaria de octubre de 2015 y la publicación de la encíclica del Papa Francisco sobre la familia prevista para febrero de 2016. Algunas indicaciones pastorales que, al no tener tiempo de desarrollar por entero aquí, podemos definir con la palabra “acogida”. Un término que ha suscitado polémicas, pero que nada tiene de guiño al relativismo. Más bien significa: no abandonemos la Doctrina ni el Catecismo, seamos enteramente responsables de su observancia, pero invitemos a quienes no lo hagan a sumarse a ella con espíritu fraterno y comprensivo, y no de enemigos declarados. Y este ánimo es el que debe movernos a acercarnos a los jóvenes para abordar el tema de la familia. La oposición que los jóvenes guardan con respecto a la Iglesia, la que he percibido tratando con compañeros y amigos estos años atrás, es fruto, en su mayoría, de dos factores: la incomprensión y el miedo. Incomprensión, porque nuestra propuesta es radicalmente diferente a aquella con la que son bombardeados día tras día, desde los medios de comunicación y por la generalidad de la sociedad. Reciben una imagen de la Iglesia y su doctrina sesgada y manipulada que poco tiene que ver con la realidad. Es nuestra misión aclarar cuál es la verdadera proposición del catolicismo. Y adelanto que esta tarea es ardua y accidentada, pues desterrar los mitos arraigados por décadas de oposición a la Iglesia lleva su tiempo. Por las largas discusiones que habrán de mantenerse, también la completísima formación pastoral que hay que adquirir para sostenerlas, por no decir del testimonio personal que finalmente, a la hora de la verdad, cada uno de nosotros debe comprometerse a ofrecer a los demás. Miedo, porque reconocer la verdad y aceptar su radicalidad conlleva dejarlo todo para entregarse a ella. Lo cual supone una decisión muy valiente que, sin contar los casos excepcionales, lleva todavía más tiempo. Ambas circunstancias, la fuerte incomprensión y el miedo en el que tantos jóvenes se encuentran inmersos hoy, exige de nosotros los católicos un acompañamiento muy especial. Un esfuerzo que, en la medida en que he tenido la oportunidad de llevarlo a cabo, se caracteriza, ante todo, por la escucha. Saber escuchar para comprender las preocupaciones del otro, que son únicas para cada caso, y poder encontrar la manera de ir respondiendo a todas ellas con lo mejor del mensaje evangélico, sin restarle su sentido pleno, pero sabiéndolo aplicar en su variedad a cada ocasión, para que no resulte en un discurso alejado y extraño de quienes intentamos ayudar. En definitiva, se trata de una pastoral “en clave de misión”, pues en los tiempos de grandes dificultades, ningún modelo es más valioso que el de quie941

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nes se sacrifican, literalmente, por acompañar a los demás lejos de sus hogares, los misioneros. Así la ha descrito Su Santidad Francisco (2014) en su exhortación Evangelii Gaudium, como una evangelización que “… pretende abandonar el cómodo criterio pastoral del “siempre se ha hecho así”. Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades.” [33]. Nadie mejor para encontrar estas nuevas formas, nadie más “audaz y creativo” que los jóvenes. Regresando al comienzo de esta intervención, y recuperando una vez más las claves del lema de este XVI Congreso Católicos y Vida Pública, familia, desafíos y esperanza, me gustaría volver sobre las palabras de Francisco (2014) para terminar: “Los desafíos están para superarlos. Seamos realistas, pero sin perder la alegría, la audacia y la entrega esperanzada. ¡No nos dejemos robar la fuerza misionera!” [89].

Bibliografía Francisco, (2014) “El matrimonio cristiano es fiel, perseverante y fecundo”, en News.va [en línea]. 2 de junio de 2014, disponible en http://www.news.va/es/news/el-matrimonio-cristiano-es-fiel-perseverante-y-fec [accesado el 10 de noviembre de 2014] Instituto Nacional de Estadística, “Las formas de la convivencia”, en Cifras INE (Boletín informativo del Instituto Nacional de Estadística) [en línea]. 2014, disponible en http://www.ine.es/ss/Satellite?L=es_ES&c=INECifrasINE_C&cid=1259944407 896&p=1254735116567&pagename=ProductosYServicios%2FINECifrasINE_ C%2FPYSDetalleCifrasINE [accesado el 10 de noviembre de 2014] “Estadística de Nulidades, Separaciones y Divorcios”, en Notas de prensa [en línea]. 22 de octubre de 2014, disponible en: http://www.ine.es/prensa/np867.pdf [accesado el 10 de noviembre de 2014] Lipovetsky, G. La era del vacío. X impresión. Barcelona: Anagrama, 2014. RTVE “El paro juvenil sube en 27.100 personas hasta 867.600 en el tercer trimestre y llega al 52,39%”, en rtve.es [en línea]. 23 de octubre de 2014, disponible en: http://www.rtve.es/noticias/20141023/paro-juvenil-sube-27100-personas-tercer-trimestre-hasta-867600-tasa-del-5239/1034425.shtml [accesado el 10 de noviembre de 2014] 942

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