El Fuerte de Samaipata. Estudios arqueológicos. Santa Cruz Bolivia 2015

July 7, 2017 | Autor: Albert Meyers | Categoría: Amazonian Archaeology, Inka Archaeology, Bolvian Studies
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Descripción

EL FUERTE DE SAMAIPATA Estudios arqueológicos

Albert Meyers e Isabelle Combès (comp.)

Biblioteca del Museo de Historia Universidad Autónoma Gabriel René Moreno Santa Cruz de la Sierra, 2015

930

MEYERS, Albert Fuerte de Samaipata. Albert Meyers / Biblioteca del Museo de Historia / UAGRM, Santa Cruz de la Sierra 2015 192p. ; 28cm.

D.L. 8-1-21-15 ISBN 978-99954-95-91-6



Cubierta: Fotografía Fuerte de Samaipata Diseño y diagramación: Preprensa-Imprenta Topam. 1ª edición 2014, 500 ejemplares © Albert Meyers © Museo de Historia de Universidad Autónoma Gabriel René Moreno Impreso en Imprenta Topam C. Salvias Nº 22 / Urb. Cotoca Telf.: (591-3) 335 5023 Santa Cruz de la Sierra Impreso en Bolivia - Printed in Bolivia Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en el todo ni en sus partes, ni registrada en (o transmitida por) un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electro-óptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de Museo de Historia UAGRM y de los autores.

Agradecimientos Los editores queremos expresar nuestro más profundo agradecimiento a las instituciones que hicieron posible esta publicación: el Museo de Historia de la Universidad Autónoma ‘Gabriel René Moreno’ de Santa Cruz de la Sierra, y su Centro de Investigaciones Históricas y Antropológicas (CIHA); el gobierno autónomo municipal de Santa Cruz de la Sierra, quien apoyó el trabajo de edición del libro; y a todas las personas e instituciones que, de una manera u otra, apoyaron o participaron del trabajo de la Misión Alemana en Samaipata.

Paula Peña Hasbún

Biblioteca del Museo de Historia

El Museo de Historia de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno, tiene como misión la producción y difusión del conocimiento sobre Santa Cruz en particular y sobre el Oriente boliviano y las Tierras Bajas regionales en general. En 1996, el Museo de Historia abrió, de manera formal, sus puertas al público, aunque ya el año anterior se realizaron varias actividades académicas que consolidaron el proyecto de tener un espacio para estudiar la historia cruceña. Como todo museo, los pilares que lo sustentan son preservar, investigar, exponer y difundir. En función de ellos se crearon las reparticiones del Museo. Para la preservación del patrimonio histórico, documental, arqueológico y cultural del departamento de Santa Cruz, el Museo posee el Archivo Histórico y la Biblioteca Histórica, además de importantes y en muchos casos, únicas, colecciones arqueológicas, etnográficas y pictóricas, La investigación es una de las funciones más importantes del Museo, y aunque los primeros años fue muy difícil realizarla, se organizaron varios ciclos de conferencias sobre historia cruceña. El 2003 se realizó el primer Congreso Sudamericano de Historia que reunió a más de 170 investigadores de todas las nacionalidades para discutir las temáticas de la investigación histórica y desde 2013, se organizan de manera bianual las Jornadas de Antropología e Historia de las Tierras Bajas, que tienen como objetivo la discusión y difusión del conocimiento de una región continental, las Tierras Bajas. El 2007, se creó el Centro de Estudios Cruceños para formar jóvenes investigadores y desarrollar una cultura de la investigación en Ciencias Sociales. Los Estudios Cruceños como disciplina académica, se desarrollan en el Máster de Estudios Cruceños, que se imparte en los salones del Museo, junto a la Escuela

de Postgrado de la misma Universidad. Con el afán de consolidar la investigación, en el año 2013 se creó el Centro de Investigaciones Históricas y Antropológicas, que busca la formación de jóvenes en estas dos disciplinas, y de así llenar vacíos por la falta de carreras de las humanidades y ciencias sociales a niveles de pregrado. A lo largo de estos casi veinte años de trabajo, el Museo ha realizado varias publicaciones, vinculadas a las actividades académicas que realiza, sin embargo surgió la necesidad de no dispersar la difusión y por ello, se decidió iniciar la Biblioteca del Museo de Historia, una colección que aglutine las investigaciones que se realizan sobre nuestra región. La política universitaria de la gestión del Rector de la Universidad, Lic. Saúl Rosas Ferrufino y del Vicerrector Dr. Osvaldo Ulloa Peña, ha sido y es, la de fortalecer la investigación y las publicación, por ello y con el apoyo de la Unidad de Planificación, que maneja los recursos de los impuestos directos a los hidrocarburos (IDH), se han logrado los fondos para iniciar esta colección. Agradecemos a Cinthia Coro, Augusto Ulloa y Gonzalo Valenzuela, por su apoyo permanente a nuestros proyectos. La Biblioteca del Museo de Historia, se inicia con la publicación de los primeros ocho títulos este 2015, y pretende mantener, al menos ese número de publicaciones anuales. Este primer número El Fuerte de Samaipata. Estudios arqueológicos, publicación que reúne artículos de varios expertos sobre el Fuerte de Samaipata, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1998. No obstate esa declaración, era difícil, sino imposible, encontrar una publicación que reúna lo investigado sobre el Fuerte de Samaipata, uno de los destinos turísticos más visitados del Departamento de Santa Cruz, al constituirse el sitio, como la única roca tallada del continente. La complicación de artículos sobre Samaipata fue realizada por Albert Meyers (PIAS) e Isabelle Combés

(CIHA), reconocidos investigadores, que trabajaron en conjunto para seleccionar los expertos y los contenidos de esta publicación. Agardecemos a ambos por sus paciencia, dedicación ya trabajo en la concreción del inicio de nuestra colección. Dada las características de esta primera publicación, agradecemos el apoyo brindado por el departamento de Patrimonio

del Gobierno Autónomo Municipal de Santa Cruz de la Sierra. Con este libro, estamos abriendo un camino, que esperamos recorrer de manera continua y así cumplir con la misión del Museo de Historia, aportando con nuestro grano de arena al conocimiento sobre lo nuestro.

Paula Peña Hasbún Directora Museo de Historia Santa Cruz de la Sierra, enero de 2015

SUMARIO Introducción ...........................................................................................................8 Albert Meyers e Isabelle Combès “El Fuerte” de Samaipata, Patrimonio de la Humanidad. Una breve descripción .........................................................................................11 Albert Meyers, María de los Ángeles Muñoz, Javier Gonzales y Cornelius Ulbert La roca esculpida del Fuerte de Samaipata: elementos de discusión para un enfoque interpretativo .............................................................34 Rolando Marulanda Los trabajos arqueológicos en “el Fuerte de Samaipata”, 1992-1996 ............................................................................................................52 Albert Meyers Investigaciones en los Sectores 1 y 2 ................................................................116 Józef Szykulski Una mirada a Samaipata a través de su kallanka, símbolo de la arquitectura de poder inca .................................................................................133 María de los Ángeles Muñoz C. La conservación de la Roca Sagrada de Samaipata .........................................161 Sonia Victoria Avilés Loayza Hacia una periodizacion de la cultura inca: perspectivas desde Samaipata ...............................................................................................171 Albert Meyers El secreto de la Roca .........................................................................................180 Erland Nordenskiöld Bibliografía .........................................................................................................183 Lista de las ilustraciones ....................................................................................188 Los autores .........................................................................................................191

Albert Meyers e Isabelle Combès

INTRODUCCIÓN

El sitio arqueológico de Samaipata está ubicado en 63° 49’ 10’’ de longitud oeste y 18° 10’ 30’’ de latitud sur, en lo que se ha considerado la frontera del imperio inca con los pueblos de las tierras bajas con los que a menudo estaban en guerra, por lo cual se habría edificado en el Collasuyo una serie de fortalezas a lo largo de la frontera; ejemplo de ello son Incarracay, Incallajta, Oroncota, Inkapirka, Manchachi, Inkahuasi, Condorhuasi y otros. El monumento se encuentra en el departamento de Santa Cruz, provincia Florida, municipio de Samaipata, a unos 7 km. del pueblo del mismo nombre (Fig. 1). A 1920 msnm está emplazada la mayor obra ceremonial de arte rupestre de América latina y el mundo: una imponente y gigantesca mole de piedra arenisca cuarzosa rojiza muy deleznable, completamente labrada en su dorso (Fig. 2, 3). A pesar de su carácter excepcional, el sitio arqueológico de Samaipata, conocido como “El Fuerte”, ha sido poco estudiado, y la misma falta de informaciones dio pie a interpretaciones poco creíbles, cuando no completamente fantasiosas. A pesar de contar con menciones del sitio desde el siglo XVI y descripciones detalladas desde finales del siglo XVIII, los primeros trabajos arqueológicos científicos y sistemáticos datan apenas de finales del siglo XX, con el Proyecto de Investigación Arqueológica de Samaipata (PIAS) creado bajo el impulso de la misión arqueológica alemana de la universidad de Bonn. Las excavaciones realizadas, el estudio de los fragmentos cerámicos y el análisis de los contextos estratigráficos y arquitectónicos realizados por los miembros del PIAS han permitido evidenciar diferentes fases de ocupación y delimitar una cronología general del sitio que demuestra una presencia de culturas pre-incaicas desde por lo menos los albores del Horizonte medio hacia 1.000 d.C., seguidas por dos fases incaicas e incluso una española, fechada de la segunda mitad del siglo XVI. 8 / Albert Meyers e Isabelle Combès

Los resultados de las investigaciones arqueológicas han sido publicados en revistas especializadas y fueron objeto de tesis doctorales: sin embargo, hasta hoy, no se disponía de una compilación general accesible al público en general. Esta laguna es la que pretende llenar la presente publicación. En un primer momento, los principales integrantes del PIAS: Albert Meyers, María de los Ángeles Muñoz, Javier Gonzalez y Cornelius Ulbert, ofrecen una breve descripción del sitio, de su historia y de los trabajos realizados en él. A continuación, recogiendo los resultados de su tesis doctoral, Rolando Marulanda ofrece algunos elementos de discusión e interpretación sobre el sitio. La contribución siguiente, a cargo de Albert Meyers, recoge en un solo texto los dos primeros informes de las campañas arqueológicas realizadas por la universidad de Bonn entre 1992 y 1996. Siguen dos artículos de Józef Szykulski y María de los Ángeles Muñoz respectivamente, que abordan algunos sectores específicos del sitio: los sectores 1 y 2, y la kallanka. Por su parte, Sonia Avilés aborda el problema de la conservación de la Roca Sagrada, expuesta desde siglos a las intemperies y la depredación humana. Finalmente, Albert Meyers propone una relectura de la periodización de la cultura inca, a partir de los resultados conseguidos en Samaipata. Cierra este volumen un cuento breve, publicado aquí por primera vez en español. Su autor es el gran investigador sueco Erland Nordenskiöld, uno de los pioneros en los estudios de Samaipata... ¡advertencia a los buscadores de tesoros! Único en su género, el sitio de Samaipata es también desde 1998 Patrimonio Cultural de la Humanidad. Un patrimonio frágil, que guarda todavía muchos de sus secretos, pero también reveló algunos de ellos para el conocimiento de nuestro pasado. Contribuir a este conocimiento es el objetivo de esta compilación, que ofrece por primera vez un plano detallado de la roca, susceptible de servir de base para futuras investigaciones.

Fig. 1. El Fuerte de Samaipata: ubicación geográfica

Presentación / 9

Fig. 2. Vista panorámica desde el sureste: Roca tallada y el complejo arqueológico antes de las excavaciones

Fig. 3. Vista área del monumento

10 / Albert Meyers e Isabelle Combès

Albert Meyers María de los Ángeles Muñoz Javier Gonzales Cornelius Ulbert

“El Fuerte” de Samaipata, Patrimonio de la Humanidad. Una breve descripción

Breve historia del sitio La primera mención histórica de Samaipata que conozcamos data de 1569, es decir tres años antes de la derrota definitiva del incario frente a las tropas del virrey Francisco de Toledo. Se encuentra en una “probanza” que presentaron miembros del ayllu incaico llamado Capaq Ayllu a las autoridades españolas de Cusco, para documentar su ascendencia real. Se trataba de sobrevivientes de la guerra civil entre los hijos del último gran Inca, Huayna Capac, y se presentaban como descendientes del Inca Tupac Yupanqui, el abuelo de Huayna Capac y considerado como el que conquistó la mayor parte del imperio. Al ser interrogados por los españoles sobre las conquistas de este Inca, los testigos nombrados en la probanza declararon lo siguiente: Y asi salieron a Pocona y hiçieron muchas fortaleças en el mesmo Pocona y en Sabaypata que es en los chiriguanas y en Cuzcotuiro y pusso en todas fortale[ça]s muchos yndios de diuerssas partes para guardasen la dha fortaleça y frontera a donde dexo muchos yndios orexones y al pressente estan poblados sus hijos y desçendientes en las dhas ffortale[ça]s y fronteras (Rowe 1985: 226; subrayado nuestro). El pueblo de Pocona está situado cerca de la fortaleza hoy conocida como Inkallajta en el departamento de Cochabamba. Cuzcotuiro o Cuzcotuyo así como Oroncota, otras fortalezas mencionadas en el documento, se encuentran a la misma altura más al sur en el departamento de Chuquisaca; estos sitios han sido estudiados por arqueólogos nacionales y extranjeros. Desgraciadamente, la probanza no trae más informaciones sobre Samaipata, aparte de enseñarnos que se trata de una fortaleza de los incas “en los chiriguanas”, es decir en una región poblada por este grupo indígena de lengua guaraní.

Sin embargo, existe otra fuente muy detallada sobre Samaipata, que es de primera importancia para toda la historia del Oriente boliviano en esta época. Se trata de la “Relación” del cura Diego Felipe de Alcaya que, aunque escrita en el siglo XVII, nos trasmite la tradición local recogida por su padre después de 1560 (Alcaya 2011 [1636]). Según ésta, el Inca Huayna Capac (aprox. 1493-1525) mandó a un pariente suyo llamado Guacane a la conquista de los territorios que hoy conforman los valles cruceños y las llanuras de Grigotá. Este Inca, llegando a las tierras de dominio del cacique Grigotá y trabando alianzas con él, fundó la capital de un pequeño reino de frontera entre el Kollasuyo y el Antisuyo, en lo que sería el actual sitio de “El Fuerte”. Esta fundación se debe, según la crónica, al descubrimiento de una importante mina en el cerro de Çaypuru o Çaypurum, identificado en general con la localidad de Saypurú en la provincia Cordillera del departamento de Santa Cruz1, aunque la identificación requiere confirmación. Este nuevo rey Guacane hizo llamar del Cusco a un hermano suyo llamado Condori. Fundaron un nuevo fuerte que, según Alcaya, se llamó Guanaco Pampa y cuya supuesta función era proteger a la mina. Poco después, unos grupos guaraníes irrumpían en la zona, atraídos desde el Paraguay por la fama de la mina. Mataron a todos los varones incluyendo al soberano Guacane, pasaron luego al ataque de Guanaco Pampa donde también victimaron a la población, pero tomaron como rehén a Condori para finalmente atacar Çaypurum. Según la crónica, los mineros ya avisados del ataque guaraní lograron esconder los tesoros explotados y tapar las bocaminas; también estos mitimaes (grupos étnicos trasplantados por los incas) fueron victimados. 1 Por ejemplo Combès 2009. “El Fuerte” de Samaipata / 11

Grigotá y parte de su ejército lograron escapar. Rearmó a sus hombres y atacó a los invasores infligiéndoles serias derrotas. Se llevó de estas batallas un contingente de prisioneros guaraníes al Cusco. Allá, según Alcaya, Huayna Capac los sacrificó desnudos a las heladas cumbres que dominan a la capital y los bautizó con el nombre de “chiriguana” proveniente de las voces quechuas chiri = frio y wañushka = muerto, es decir: “muerto de frío” –un cuento algo artificial repetido por muchos autores hasta hoy día2. Si es que se puede tener algunas reservas en cuanto a la veracidad de este documento3, la evidencia histórica del rol de las fortalezas incaicas en el Oriente boliviano queda bastante clara y también es mencionada por otros cronistas como Sarmiento de Gamboa (1943 [1572]), quien adjudica la primera conquista de esta región a Tupac Yupanqui (Rowe 1985: 215-216). Gracias a los resultados obtenidos a través de las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo hasta ahora, tenemos una imagen más clara de los procesos de asentamientos humanos en el área del sitio. Para el período inca, es necesario contrastar la información arqueológica con las fuentes documentales de la época de la conquista. Los informantes de Alcaya sólo recordaban los sucesos ocurridos en el reinado del hijo de Tupac Yupanqui, Huayna Capac. Sin embargo, el texto dice que Guacane “subió al asiento de Sabaypata, adonde asentó su real”. Esto sugiere que ya existía un asentamiento, sea inca o no. La evidencia arqueológica sugiere por el momento una ocupación inca anterior, período en el cual las esculturas de la roca pueden haber sido utilizadas para el culto local.

Respeto al carácter de Samaipata bajo el reino del último gran Inca, padre de Huaskar y Atahuaallpa, nuestra crónica no deja dudas. Fue un asiento real donde Guacane residió con su corte, incluyendo a 2.000 mamakuna o “Mujeres del Sol”. Aunque las cifras sean probablemente exageradas, los edificios incaicos muestran, por sus dimensiones medianas, un uso que iba más allá del doméstico. Además, Samaipata posee elementos que caracterizan en otros centros incaicos a una capital de provincia: una gran plaza central, edificios públicos (siendo el más grande la kallanka), templos y un altar central (la roca misma), terrazas de cultivo y los respectivos almacenes (kollkas) que se encuentran en la cercanía, como por ejemplo en el llamado Cerro de las Rueditas al noreste del actual pueblo de Samaipata. Así, parece que se confirmaría la sugerencia de algunos historiadores, como Thierry Saignes (1985), y del arqueólogo Oswaldo Rivera (1979a y 1979b) de que Samaipata, al menos en la época de Huayna Capac, fue más que una ciudad fronteriza: la capital de una provincia que incluía gran parte de los llanos orientales. Como nos relata el cronista, este aspecto no intimidó mucho a los chiriguanas o chiriguanos, que se atrevieron hacer otros ataques. Durante las excavaciones de casas incaicas tardías, se encontraron con cierta regularidad dos pisos de ocupación mostrando huellas de fuertes quemaduras, las cuales corresponderían a las dos invasiones más desastrozas por parte de los chiriguanos primero y los españoles después.

Quizás sea más adecuado decir que, durante el reinado de Huayna Capac, se reconquistó el sitio de Samaipata, y que el nuevo soberano que realizó esta hazaña fue Guacane. En los grandes recintos como la kallanka (sector 11, ver más abajo) o los templos con hornacinas, según algunos especialistas que trabajn en Perú se percibe la impronta arquitectónica que caracterizó el período de Huayna Capac en edificios de dimensiones extraordinarias como las kallankas de Oroncota, Inkallajta, o templos y palacios con muros meándricos como su palacio en Quispiguanca en el Cusco.

Pero la historia de Samaipata llega más allá de los tiempos inmediatamente pre- o post-conquista. Ya autores anteriores sugirieron un origen preincaico de la misma roca, lo cual es posible dado el hecho de que, al menos en dos casos, se pueden observar claramente superposiciones de estructuras arquitectónicas. Sin embargo, sólo por una combinación de métodos diferentes se llega a conclusiones fiables. Uno de estos métodos es el estudio estilístico-comparativo con fenómenos parecidos de otras regiones –algo que es posible porque ahora se dispone de un plano exacto de la roca esculpida. Por el momento, se puede decir que los incas se apoderaron de este lugar sagrado y lo remodelaron, superponiendo su propio patrón religioso, por ejemplo los templos de nichos construidos en los flancos orte y sur de la roca.

2 Sobre las etimologías de la palabra “Chiriguana”, se puede consultar Combès 2010: 129-135. 3 Un estudio de este documento en Meyers y Combès 2011.

Las excavaciones tanto en las inmediaciones de la roca como en la parte sur del valle arrojaron otras evidencias más claras de poblamientos anteriores a los incas. Debajo de los edificios de piedra, aparecieron

12 / Albert Meyers et al.

las huellas de huecos de postes de casas de diferente tamaño construidas en material orgánico. Estas evidencias y la cerámica gruesa utilitaria encontrada en asociación con ellas, por su manufactura y su decoración, muestran afiliación con estilos de los llanos. Aunque es difícil por el momento identificarlos claramente con los chanés, los yuracarés u otros grupos étnicos de la región, ya se puede asumir una evidente relación cultural de todo el complejo tanto religioso como habitacional con el oriente de Bolivia. Lo mismo ocurre con aquella cerámica gruesa con decoraciones incisas que se relaciona con el ámbito cultural del Chaco, precisamente con los chiriguanas. Mejor definidos están los elementos relacionados con el estilo cerámico llamado Mojocoya, que se remonta al primer milenio después de Cristo, antes de y/o parcialmente coetáneo con Tiwanaku. Aunque todavía no se haya encontrado ningún resto cultural asociado definitivamente con el estilo Mojocoya, se puede constatar su presencia en Samaipata. Incluso, los hallazgos de cerámica todavía más antigua (“cerámica formativa”) sugieren una tradición cultural anterior e independiente en esta zona y áreas vecinas como por ejemplo el valle de Mairana. Casi con seguridad se puede asumir que, a más tardar en el primer milenio antes de Cristo, existían asentamientos de agricultores que habrían subido de la Amazonía hasta los fértiles y mejor protegidos valles orientales, como es el caso que recientemente ha sido documentado en el departamento de Cochabamba. Estas culturas tempranas gozaron de un bio-ambiente muy diversificado como lo demuestran los estudios biológicos del Proyecto de Investigaciones Arqueológicas en Samaipata (PIAS), que hablan de un conjunto de elementos botánicos de los Andes, la Amazonía y del Chaco, los cuales predominan de manera alterna según el tiempo y la estación del año. Así, el sitio de Samaipata se está perfilando no solamente como lugar de “encuentro” de culturas provenientes de estas tres macro-regiones, sino también como posible foco de desarrollo cultural temprano independiente de las influencias altiplánicas. La llegada de los españoles a este sitio no está todavía datada con certeza, pero sí documentada “arqueológicamente” por una casa con patio pegada al lado sur de la roca, la cual ha sido excavada y consolidada. ¿Cuál fue el motivo de los españoles para asentarse en este sitio para ellos fronterizo? La consolidación del virreinato del Perú por medio de la reducción de indios y la fundación de doctrinas cristianas por el virrey Fran-

cisco de Toledo en los años 1560 sólo llegaron hasta los márgenes orientales del valle de Cochabamba. Más allá, ya existía Santa Cruz de la Sierra como fundación española (desde 1561), aunque seguía siendo todavía inestable, y desde 1545 se comenzó a explotar las minas de plata del “Cerro Rico” de Potosí con un fuerte requerimiento de mano de obra y de provisión de alimentos, influyendo también en el ámbito oriental. A esto se añade su dependencia de los centros administrativos de la Corona española y el interés de ésta por controlar la zona de conflicto con los chiriguanos. Consecuentemente, la segunda mención más antigua de “Çabaypata” data de los años 1574 y 1575, en los documentos que tratan de la guerra del virrey Toledo contra los chiriguanos desde Samaipata hasta la zona de Tarija, un conflicto que los conquistadores han heredado del tiempo de los incas. El encargado, nombrado teniente general por Toledo, era Gabriel Paniagua de Loayza quien llegó con un grupo de soldados desde el Perú. Con ellos, ocupó el antiguo sitio inca y construyó el edificio con patio apegado a la roca y descrito más abajo. De ahí proviene el nombre de “El Fuerte” que se trasmitió hasta la actualidad. El frente de la guerra contra los chiriguanos estaba a nueve leguas más allá hacia el este, y Sabaypata sirvió como “presidio” y lugar de abastecimiento. Según un documento de entrega de 110 cargas de bizcochos traídos con una caravana desde Cochabamba (Tiraque) a la “ jornada de chiriguanos” (Meyers 2013), entre las tropas auxiliares indígenas figuraban caciques de Mizque, Pocona, Totora y Copavilque. Como se sabe, el conflicto con los chiriguanos y sus aliados se prolongó durante toda la Colonia. Diez años después, el “maese de campo” Fernando de Cazorla de Narváez era el comandante del “Fuerte”; nos dejó informaciones en varias probanzas de servicio a partir de los años 1580. Ambos jefes militares y sus descendientes, se convirtieron luego en hacendados poderosos de la zona de Mizque y Pocona, empleando no solamente a gente indígena de varias regiones de la sierra sino también chiriguanos pacificados, así como gran cantidad de esclavos africanos y sus descendientes que se quedaron y se mezclaron con los locales. De este modo, la gente de los valles puede considerarse como un verdadero amalgama de población mundial, característica que se ha conservado hasta la actualidad. Después de la fundación de varias villas españolas en la región, como Jesús de Montesclaros de Vallegrande y el pueblo de Samaipata en su actual sitio a unos 7 km. de distancia “El Fuerte” de Samaipata / 13

de “El Fuerte” en 1618, el sitio de Samaipata perdió importancia y seguramente se despobló.

Samaipata y los mitos sobre el oro de los incas La ya mencionada “Relación de Alcaya” no es una simple relación de acontecimientos. Partes de ella se basan en distintas tradiciones y fuentes –una de las cuales es incluso Paullu Inca, hijo de Huayna Capac– y demuestran tendencias e intereses que tienen que ver con un grupo de jesuitas de Santa Cruz de la Sierra, que incorporaron la crónica en una consulta a la corona española para obtener el permiso de hacer una entrada en la tierra misteriosa de Moxos (Meyers y Combès 2011). Para decirlo en una sola frase: los intereses eran obtener oro, esclavos y por supuesto almas para evangelizar. Una de las moralejas de la Relación tiene que ver con el oro de los incas. En principio, advierte a los foráneos no tocar los tesoros de Samaipata pues arriesgan la vida; luego, que no es oro todo lo que brilla y, por último, tal vez una alusión a que la roca alberga otros tesoros más valiosos que el oro. Sin embargo, Samaipata y el oro de los incas es un tópico que tiene historia incluso desde tiempos prehispánicos. Los primeros que anhelaron el metal precioso eran los chiriguanos mismos, así como otras poblaciones de las tierras bajas que siempre habían trocado sus productos con los indios de la sierra a cambio de piedras y cosas de metal. Cuando los incas entraron en la zona interrumpieron esta relación de intercambio, hecho que enfureció mucho a los llaneros. Llevaron continuamente sus ataques contra los asentamientos incas y sobre todo contra sus centros mineros, de manera que los incas tuvieron que construir una línea de defensa en los flancos de los Andes orientales, dejando casi cada punta de cerro como una fortaleza. Samaipata mismo no tiene vetas de oro. Fue abastecida por minas de la región más sureña como el cerro Çaypurum en la frontera con el Chaco. En su crónica, Alcaya relata los ataques de los chiriguanos contra los incas e indica que luego: Llegaron a la fortaleza de Cabaypatta donde fueron recibidos de las coyas y demás concubinas de los incas con hartas lágrimas. Las llevaron presas con otras mozas criadas, y a los eunucos que guardaban estas reinas los mataron. Y antes que estos refalsados llegasen a esta fortaleza, los 14 / Albert Meyers et al.

indios de ella enterraron gran suma de plata en tejos y jarritos de pepitas de oro; y en el cerro de Chaypurun cogieron muchos tejos los indios guarinis. Y esto se afirma ser verdad, porque el padre Corella que ahora es deán de esta Barranca, ha sacado innumerables vestidos de cumbi podridos de esta fortaleza; y no ha podido hallar el entierro de la plata, y es que no la enterraron en ella sino en la montaña, donde quedará sepultada en su seno hasta el fin del mundo (2011 [1636]: 244). Miguel de Corella era deán de la catedral de Santa Cruz (entonces llamado San Lorenzo de la Barranca) e hizo una visita pastoral en el recién fundado pueblo de Samaipata entre los años 1626 y 1628. Escribe el historiador Melgar i Montaño, cura del pueblo vecino de Mairana en su “Historia de Vallegrande” (1959, t. 1: 17) que Corella empleaba una cuadrilla de indios para saquear sistemáticamente a los sitios arqueológicos de la región. Era la época de la llamada “extirpación de idolatría”, la lucha de la iglesia contra la religión nativa, esta vez mediante la destrucción sistemática de sus ídolos –un pretexto más para los curas para enriquecerse mediante la “huaquería”. En el mejor de los casos, las piezas de oro precolombinas fueron fundidas para ser utilizadas en la fabricación de ornamentos del culto católico. Los “vestidos de cumbi” son tejidos finos hechos por las “mamaconas”, las mujeres incas del Sol, para ser utilizados como vestidos de la nobleza, como exclusivo regalo y como ofrenda a los dioses en forma de la quema ritual en una de las piscinas de la roca sagrada. Para los incas, el “cumbi” tenía más valor que el oro que más bien servía sólo como adorno, por ejemplo para revestir los nichos y que brillen al sol, o para fabricar las estatuas de las deidades que estaban expuestas en los nichos. Pero el “cumbi” era la mejor ofrenda, de categoría sólo superada por la sangre humana. ¿Por qué nunca no se encontró el tesoro anhelado a pesar de una intensiva búsqueda que se prolongó durante años? El cronista Alcaya, también cura, da una explicación típica de la época: los incas se lo llevaron a “la montaña”, es decir a la selva amazónica, “donde quedará sepultada en su seno hasta el fin del mundo”. ¿Qué quiere decir eso? Pues justamente allí, en la selva, se ubicaba al “Paitití”, el famoso “El Dorado” de los españoles (Combès y Tyuleneva, eds., 2011). Acordémonos que la Relación de Alcaya fue incluida por los jesuitas de Santa Cruz en una consulta para pedir permiso para una expedición hacia la Amazonía: pudieron entonces incluir la nota sobre la “montaña”

para mostrar que una búsqueda en Samaipata sería vana, y que se debía apoyar una expedición hacia la selva. Por otra parte, sabemos efectivamente que los incas de Samaipata se habían refugiado hacia el norte de la selva de los yuracarés y los raches, donde los misioneros franciscanos de los yungas de Pocona captaron más tarde sus huellas4. Al estar amenazados por los conquistadores españoles desde el oeste, puesto que ocupaban el valle de Cochabamba desde 1538, y frente a los chiriguanos que amenazaban desde el este y del sur, sólo quedaba a aquellos incas, que no querían rendirse ni a los unos ni a los otros, la solución de huir al bosque, medida que también se había tomado en otras regiones del incario. Es probable que, simplemente, Alcaya no conociera el paradero del tesoro o tal vez no quería revelarlo, inventándose así la explicación de la selva. Pero Corella no fue el primero ni el único “huaquero” de Samaipata: ¿Qué pasó con los españoles que estaban asentados en El Fuerte más de 50 años antes de la fundación del pueblo de Samaipata? ¿No buscaron lo que los incas habían dejado? Tuvieron mucho tiempo para investigar sobre el tesoro y las tumbas de los incas –algo que hubiera podido, de cierta manera, recompensar la dura vida soldadesca en el frente de guerra contra los chiriguanos. No sabemos si encontraron algo, y sólo podemos especular. En todo caso, los jefes del ejército español, el general y su maese de campo, fundaron familias potentes de la región y de aquella época. ¿Habrán sido ellos u otros los que limpiaron los suelos y las paredes de los impresionantes edificios incaicos dejándolos sin brillo y a los arqueólogos nada más que documentar que los contornos de sus moradas sobrias? Nunca encontraremos todas las respuestas. La Roca Sagrada se quedará siempre con algún secreto, y se lo llevará fuera del horizonte, como el oro de los incas, “donde quedará sepultado hasta el fin del mundo...”.

Las investigaciones científicas Como mencionamos, después de la fundación del pueblo del Valle de la Purificación, el actual pueblo de Samaipata, el “Fuerte” ya no tuvo importancia militar y las ruinas se cubrieron de vegetación, afectadas so4 Jornada a los Mojos y Raches, 1644, en Meyers y Combès 2011: 162.

lamente por el paso del tiempo, las intemperies, los buscadores de tesoros, los animales y la actividad agrícola o de pastoreo. En 1795 el naturalista bohemio Tadeo Haenke visitó las ruinas y dejó sus observaciones en un diario todavía no transcrito ni publicado. Hizo el primer croquis de las grabaciones en el dorso de la roca el cual presentamos aquí (Fig. 4). También ha dejado un manuscrito titulado “Plantae Samaipatensae”, datado de 1800, conservado en el archivo del Real Jardín Botánico en Madrid (Ibañez 1990). El famoso naturalista francés Alcide d’Orbigny estuvo en Samaipata entre los años 1830 y 1832 (2002 [1833]). Aprovechó la oportunidad para levantar un plano esquemático de las estructuras del cerro (Fig. 5). En su croquis de la región, menciona a un “pueblo de los incas” situado al sur de la roca. En la interpretación de d’Orbigny la roca fue, según su mala fama, un lavadero de oro, pero esta explicación fue descartada posteriormente. El mérito del francés consiste en habernos dejado en su plano y descripción constancia de muchos relieves hoy desaparecidos, tales como un ave y la serpiente en alto relieve. En octubre de 1908, el barón sueco Erland Nordenskiöld arribó de Santa Cruz para visitar “El Fuerte” (2001 [1924]). Realizó una breve descripción de la roca y adjuntó algunas fotografias ilustrativas mostrando el estado en que se encontraba cuando él la visitó (Fig. 6). En dos ocasiones en los años 1930 y 1940, el boliviano-austriaco Leo Pucher visitó “El Fuerte”, y realizó un plano esquemático de la roca esculpida (Fig. 7). En su publicación (Pucher 1945) hace del cerro un templo animista y totémico de la época preincaica. El científico alemán Hermann Trimborn (Universidad de Bonn) visitó Samaipata en dos ocasiones (1955 y 1960) y nos dejó una descripción muy detallada, resumiendo los estudios anteriores, y un plano simplificado de las estructuras combinado con un levantamiento topográfico realizado por su asistente H. Müller-Beck (Fig. 8). Una traducción al español de su texto ha sido publicado hace algunos años en Buenos Aires (Trimborn 1967 y 1994). En un viaje de estudios a Samaipata del 1 al 7 de junio de 1964, el boliviano-alemán Gunter Holzmann (1968) hizo unas pequeñas excavaciones en la que llamamos la plataforma 2, encontrando restos de edificios y cerámica y otros objetos que entregó a la Universidad Gabriel René Moreno de Santa Cruz. Destaca la existencia tanto de elementos andinos como sel“El Fuerte” de Samaipata / 15

váticos, pero sugiere que se desarrolló también “una cultura sui géneris del valle” (1968: 20), concluyendo de que se trata de un centro incaico más grande de lo pensado. Además, lamenta la intensa destrucción no sólo por la intemperie sino por los buscadores de tesoros desde tiempos muy remotos.

(Fig. 9). Además se ha excavado y conservado la ciudadela al sur de la roca, documentando a más de 50 edificios de piedra y adobes (Fig. 21).

Durante el curso de 1973 el Instituto Nacional de Arqueología, con sede en La Paz, realizó el cercado perimetral del sitio que ya había sido declarado monumento nacional en 1951, abarcando una extensión provisional de aprox. 10 ha con malla olímpica, impidiendo el deterioro del sitio por el pastoreo indiscriminado y el uso de tierra para agricultura en los sectores habitacionales al sur de la roca esculpida. El mismo año los arqueólogos bolivianos Gregorio Cordero Miranda y Jorge Arellano López realizaron trabajos de excavación y estudios de la piedra arenisca (Arellano 1974).

El sitio arqueológico de Samaipata consiste de dos elementos: la loma con muchos grabados, que se estima fue el centro ceremonial de la antigua villa (siglos XIV a XVI), así como el área al sur de la loma, que conformaba el centro administrativo y residencial. La enorme roca esculpida, dominando la ciudadela de abajo, es un testimonio único para las tradiciones y creencias prehispánicas, sin paralelos en ninguna parte de las Américas5.

El 11 de Enero de 1974, gracias a las gestiones del ex-director del INAR, el conocido arqueólogo boliviano fallecido hace algunos años, Carlos Ponce Sanginés, se creó el Centro de Investigaciones Arqueológicas en Samaipata (CIAS), sentándose las bases para futuras investigaciones y proyectos. Las primeras excavaciones sistemáticas fueron ejecutadas por el arqueólogo peruano Felix Tapia Pineda en ese mismo año, en una zona habitacional al sur de la roca, hoy conocida como el sector 2 (Tapia 1984). Confirma la existencia de por lo menos un estilo típico de la región valluna emparentada con la cultura Mojocoya. Aparentemente, por razones de falta de recursos, no se pudo terminar estos trabajos. En 1979 Oswaldo Rivera Sundt hace una publicación interpretativa sobre Samaipata, que representa hasta el momento la visión más completa y detallada del sitio (1979a y 1979b). Desde entonces, el arqueólogo residente y director del CIAS, Omar Claure Callaú, hace continuos esfuerzos no solamente en cuanto a la conservación del monumento sino también para atraer el interés de cientícos para hacer investigaciones profundas en el sitio y la región. Como fruto de esta llamada, en 1992 se hace presente una misión arqueológica alemana de la Universidad de Bonn, a cargo de Albert Meyers, la cual conforma el Proyecto de Investigaciones Arqueológicas en Samaipata (PIAS). En total se realizaron cinco campañas en los años 1992, 1994 y 1995 y se elaboró el primer plano exacto del área arqueológica así como de la roca 16 / Albert Meyers et al.

En 1998, La UNESCO declara el monumento como Patrimonio Cultural de la Humanidad, caracterizándolo con las siguientes palabras:

Desde entonces se han hecho varios intentos de preservación de la roca y puesta en valor para el turismo, destacándose la construcción de un mirador y unas pasarelas para los visitantes. Sin embargo, esto no es suficiente para protegerla de su descomposición permanente. Existe la necesidad de tomar medidas más concretas de protección (ver el artículo de Avilés en este volumen).

La roca tallada y los sectores excavados en el circuito descriptivo (ver plano esquemático, fig. 10) El sitio arqueológico de Samaipata se encuentra en la cima de una colina natural de piedra arenisca que, según la formación del terreno, se divide en dos partes: la más alta es el llamado Mirador, a una altura de aprox. 1920 m.; la segunda es el cerro esculpido con forma alargada un poco curvada hacia el sur. Su orientación general es este-oeste. La parte tallada tiene una extensión de aprox. 220 x 50 m., cubriendo así un área de 8.600 m² (casi una hectárea). Su altura en el lado sur es de aprox. 10 m. El cerro consiste en piedra arenisca rojiza que forma parte de una capa natural de arena comprimida. La piedra misma es tan blanda que, por ejemplo, después de una lluvia se puede rascar figuras en la roca sólo con las uñas, de manera que no se necesita grandes esfuerzos para trabajar los famosos tallados (por ejemplo con una piedra más dura, raspando o picando la roca). 5 Traducido de los originales en inglés y francés (http://whc. unesco.org/en/news/164).

La blandura y fragilidad de la roca, es la razón del por qué el cerro se encuentra cerrado al público para evitar daños más graves de los que ya existen. Por ejemplo algunas fotos del año 1945, tomadas por L. Pucher, todavía muestran los dos felinos del llamado Trono de los Jaguares: hoy, uno de ellos ya no existe (Fig. 11; ver también el texto de Marulanda en este volumen). Pero no sólo los visitantes, pisando la piedra y grabando sus nombres en la roca, han hecho daños al cerro. También el viento fuerte, el cambio de temperaturas junto con las lluvias torrenciales y también unos hongos y líquenes de forma circular, contribuyeron al continuo desgaste de los tallados. Por el momento no existe un método adecuado para conservar y salvar el cerro, tomando en cuenta también su enorme extensión. El mismo problema afecta también a la mayoría de los restos arquitectónicos alrededor del cerro, los cuales están construidos con las mismas piedras areniscas. Por esa razón fue muy urgente documentar el estado del cerro tallado. En 1994 la misión arqueológica de la Universidad de Bonn levantó, con un equipo de “high-tech”, un plano detallado de este monumento único. Aunque no se conoce ninguna fuente oral o escrita que mencione algo sobre la función del cerro esculpido, es muy probable que tuvo función ceremonial. Si se toma en cuenta todos los receptáculos y canales que forman la mayor parte de los tallados encima de la espalda de la roca, parece que por lo menos esta parte sirvió para ceremonias con libaciones de líquidos (sea agua, chicha o sangre). Trimborn y O. Rivera mencionan en este contexto unos recipientes con diseños muy parecidos a las líneas romboides en la roca (ver abajo), usados para el sacrificio de agua o chicha a la “Pacha”. Especialmente en la parte sur-central de la roca, todas las secuencias de plataformas o sillas y nichos tienen el aspecto de un teatro. De hecho, una persona sentada encima de la roca puede escuchar palabras pronunciadas en tono muy bajo desde la parte inferior. Otro aspecto ceremonial se ve en los por lo menos cinco grupos de diferentes nichos grandes en la base del lado sur de la roca, y también en el llamado Templo de las cinco hornacinas en el lado norte del cerro. Por su forma mayormente trapezoidal son claramente incaicos, y formaban originalmente parte de templos con techo de dos aguas o recintos abiertos.

¿Quiénes fueron los hombres que tallaron las figuras en la roca, y en qué época? Su datación es difícil, porque no existe un método científico para determinar la edad absoluta de los tallados de piedra. Existen elementos típicamente incaicos como los dos muros encima de la roca y los nichos trapezoidales en su lado sur, pero la comparación estilística de los demás tallados, como por ejemplo las figuras zoomorfas, los tallados geométricos y de cientos de nichos y sillas, con otros monumentos arqueológicos, es sumamente problemática sino imposible. Un monumento parecido al del “Fuerte” es una piedra grabada llamada Kenko, que se encuentra cerca de Cusco; otra se llama “Rodadadero”. Pero ambas son mucho más pequeñas que la de Samaipata. Otro monumento de la misma región, que probablemente tiene algo que ver con la roca, es la piedra de “Saihuite”, donde aparecen también canales, plataformas y felinos tallados en una roca de aprox. 2 m. de diámetro. Existen indicios de que los tallados y los muros de la roca no fueron hechos al mismo tiempo: por ejemplo, algunos tallados fueron borrados y superpuestos con otros. Los muros encima de la roca, que por su forma pueden considerar como incas, están sobrepuestos a tallados más antiguos, lo cual quiere decir, que los incas tal vez no fueron los primeros en trabajar el cerro. Otras evidencias adicionales pueden resolverse con las excavaciones arqueológicas: ¿Quiénes habitaron alrededor del cerro, y en qué época? Tal vez ellos fueron los primeros que trabajaron la roca. Entre los restos cerámicos más tempranos encontrados, algunos pertenecen al estilo cerámico Mojocoya (primer milenio después de Cristo). Este estilo tiene una difusión muy amplia en el oriente de Bolivia. Otros hallazgos en contextos desgraciadamente removidos por las construcciones posteriores apuntan a estilos cerámicos últimamente encontrados en las llanuras de Santa Cruz y de Moxos. Y, finalmente, hay que mencionar a la cerámica gruesa encontrada entre los niveles de ocupación incaica, atribuida a los chiriguanos o a los chanés. Así, se puede asumir que al menos dos ocupaciones estuvieron relacionadas con el cerro: los incas y la gente de la cultura Mojocoya. Ambas tienen su origen en muy diferentes ambientes: una en la sierra y la otra probablemente en la Amazonía. Entonces, una característica del cerro es que parece haber sido un sitio de “encuentro” para varias culturas de la vertiente oriental de los Andes y de la Amazonía. Eso también lo han confirmado también los botánicos de las Universi“El Fuerte” de Samaipata / 17

dades de Bonn y Cochabamba que, en el curso de los trabajos de limpieza, han tomado muestras que hoy reposan en el herbario de Cochabamba. Según estos especialistas, los alrededores del “Fuerte” forman un biotope en el que se encuentran especies de todas las zonas climáticas del oriente de Bolivia (sierra, Chaco y selva).

Los Tallados A. La parte oeste de la roca vista desde el “Mirador” Seguramente debido al fuerte viento mayormente norteño y a la mayor inclinación de la roca, la mayoría de los tallados se encuentra encima de la espalda, la cima y en el lado sur de la roca. A excepción del Templo de las cinco hornacinas (h) y unos nichos menores, en el lado norte se encuentra una fila larga de huecos de postes cortados en la roca. Estos postes originalmente probablemente fueron los de un paraviento, el cual protegía un posible acceso a la roca desde el lado noroeste. Desde el Mirador (a) son claramente visibles los tallados más importantes del lado oeste de la roca (b): en la parte más baja se notan dos felinos, cada uno dentro de una elevación circular, cortados en alto relieve en la roca madre. Un tercer felino se encuentra casi al frente del muro incaico. Como ya mencionamos, anteriormente existían en este sector más figuras que representaban animales esquematizados (ave y una serpiente enroscada); hoy han desaparecido. Es notable que las figuras de animales sean los únicos tallados en alto relieve, mientras todos los otros grabados del cerro fueron ejecutados en bajo relieve. Frente al muro se encuentran los restos muy desgastados de un círculo grabado que llama la atención por haber sido borrado a favor de estructuras rectangulares superpuestas. El muro incaico (hoy parcialmente restaurado) está construido de piedras bien labradas. En la cara oeste tiene tres nichos de doble jamba y atrás tres nichos simples. A partir de estos detalles, se puede decir que se trata de un muro típico incaico, muy parecido al del sector 9 (g), que veremos después. Lo más importante es que el muro, en su parte sur, corta o está sobrepuesto a un tallado más antiguo. Esto significa o bien que estos grabados no fueron hechos por los incas, o 18 / Albert Meyers et al.

bien que los incas los hicieron en una fase anterior. A esto hay que añadir la probabilidad de que otros grupos o culturas más antiguas ya habían comenzado a esculpir la roca. Atrás del muro se ven bien marcados dos canales paralelos de 26 m. de largo. En sus lados están acompañados de incisiones más finas en forma de doble-zigzag, formando rombos continuos. Aunque desconozcamos la función original de estos tallados, sirvieron al parecer como canales de rebalse para un receptáculo ubicado en la parte más alta. Si se echa agua en estos canales, especialmente en los de forma de zigzag, el curso del agua tiene la apariencia de una serpiente viva. Por esta razón el conjunto lleva el nombre “Dorso de la Serpiente”. Probablemente se trata de una alusión a la cascabel, que es todavía la serpiente dominante del lugar. En el punto más alto del cerro se encuentra el llamado “Coro de los Sacerdotes” (no visible desde el Mirador, véase fig. 12). Se trata de un círculo profundo tallado en la roca con un diámetro exterior de aprox. 7 m., y 5 m. de interior. En la pared externa se han grabado nueve nichos o “sillas” rectangulares y el mismo número de nichos triangulares, intercalados unos con otros. En el cono ínterior, hay nueve nichos rectangulares y en su pared vertical nueve ventanas rectangulares de doble jamba. El círculo tiene un desagüe semi-subterráneo hacia un receptáculo en forma de T. Toda la secuencia en la espalda de la roca tiene la apariencia de una escena mítica: la serpiente y el felino cuidando a o peleándose por el sol. En la mitología incaica, el felino y la serpiente están estrechamente relacionados con el Sol. B. Lado sur de la roca (c) Casi todo el lado sur de la roca esculpida estaba originalmente dominado por una serie de por lo menos cinco “templos” continuos, de los cuales han quedado solamente los nichos grandes de la pared norte. Hay que imaginarse que la pared vertical, en la que fueron cortados los nichos grandes, formaba la delimitación norte de estos edificios. Sus muros meridionales corrían originalmente paralelos al muro de contención de la primera plataforma, que todavía se ve en el terreno. Muy probablemente estos “templos” fueron cubiertos con techos de dos aguas, que se apoyaban en su lado norte sobre un muro encima de los nichos, del cual todavía se han conservado ciertos elementos originales.

Los cinco “templos” se pueden distinguir por la cantidad, la forma, la dimensión y la disposición de los nichos y, además, por unos desniveles en el terreno: - El primer templo consiste de cinco recintos. Cuatro de ellos tienen “muros” en forma de L tallados en la roca madre. En la pared norte de cada recinto se puede reconocer un nicho grande y dos pequeños, a excepción del último que tiene sólo un nicho grande. - El segundo templo tiene diez nichos trapezoidales grandes, con acceso en forma de escalera hacia el lado este. Encima de los nichos se ve, al igual que en todos los templos, el rebaje para sostener el muro para el techo. - El tercer templo, que está construido en un nivel más bajo, tiene cinco nichos grandes y en su lado este una pared escalonada con nichos pequeños de jamba simple y doble. En su lado este sube una escalera central a la cima de la roca. - El cuarto templo, en frente de la casa colonial, está casi completamente cortado en la roca. Notables son las líneas verticales, que parecen marcar las delimitaciones de nichos no terminados. - El quinto templo ya está casi completamente destruido, pero todavía se puede reconocer los restos de dos de sus nichos. Por la forma trapezoidal de la mayoría de los nichos, se puede decir que estos posibles templos son de la época inca. Según las fuentes coloniales, los incas guardaban en tales nichos las momias de sus antepasados o las estatuas de sus dioses para rendirles culto diariamente. Encima del frontis de los nichos grandes, se pueden observar cientos de nichos o sillas y otras figuras geométricas. Aunque, a primera vista, parecería que no tienen ningún orden, se puede reconocer que existen varios escalones, de los cuales algunos se extienden a lo largo de toda la roca. En estos escalones se han cortado los nichos y sillas, así que existe un cierto orden horizontal. Se pueden subdividir los nichos en dos grandes áreas. La parte oeste cuenta con varias secuencias o filas de sillas ordenadas verticalmente, que van desde arriba hacia abajo. Cada secuencia cuenta con un nicho grande al comienzo, acompañado por unos nichos pequeños encima y con algo “extraordinario” adentro, como por ejemplo una piedra tallada en forma poligonal, un hueco grande, etc. Además, a cada secuencia

pertenece algo como una piscina. Notable y bien visible también es la gran cantidad de nichos pequeños cuadrangulares o triangulares encima de nichos más grandes. Toda esta parte está bien drenada por varios canales. La parte este termina con una escalera central, cuya prolongación divide casi toda la roca. En cuanto a la parte este, tiene el aspecto de un teatro por su ligera curvatura. Dentro de un sistema complicado de nichos, sillas y también pequeñas plataformas, se encuentra uno de los tallados más notables del cerro: se trata de algo como un juego de agua en forma de un candelabro bien complicado en su elaboración. Además, hay dos filas de 18 y 17 nichos triangulares (el “Coro de los Sacerdotes” también tiene 18 sillas; ver el texto de Marulando en este volumen). C. Sectores 3 y 4 (“Plaza de las tres culturas”)(d) En una plataforma artificial al pie de la roca, se encuentran la casa colonial, al menos dos casas incaicas y, durante las excavaciones, se hallaron en toda la plataforma restos de culturas preincaicas. Por esa razón la llamamos la “Plaza de las tres culturas”. La casa colonial fue excavada enteramente por la misión alemana. Tiene una forma de doble-U, con un patio abierto hacia la roca. Esta planta es un patrón arquitectónico típico árabe-andaluz. Hacia el sur, esta casa tenía una prolongación de dos muros paralelos, que formaban la división de una especie de alero abierto, mirando hacia el valle. El patio estaba drenado por un canal subterráneo tapado con piedras lajas pasando por debajo de la casa. Su salida se encuentra encima del muro de contención de la terraza y está ahora protegida por un techo de paja. La casa fue construida sobre un cimiento de piedras, con muros de adobe o tapial encima, cuyas esquinas estaban reforzadas con piedras. En el interior se encontraron el piso y partes del revoque de barro original, fuertemente quemado (partes todavía se ven en los muros). En el piso del ala oeste, se identificaron los restos de al menos cinco hornos achatados ovoidales, que parecen indicar preparación de comida para un número grande de personas, seguramente para los conquistadores y soldados que vivían en esa casa. Por sus dimensiones y el grosor de los huecos de postes para soportar el techo, se puede asumir que se trataba de un edificio de dos pisos. Sin embargo, a causa de los fuertes incendios que provocaron su abandono, no se pudo reconstruir la casa ni todas las subdivisiones internas y externas de la planta baja. Además, la parte “El Fuerte” de Samaipata / 19

de aposentos sobre todo estaba muy destruida por la actividad humana (buscadores de tesoros, cultivadores, etc.) y el agua que chorrea de la roca. Al lado oeste y también bajo de la casa colonial, se encontraron restos de por lo menos dos casas incaicas, las cuales estaban apoyadas a lo largo del muro de contención de la terraza. Los españoles probablemente destruyeron estas casas así como los templos, utilizando su material de construcción para sus propios edificios. En toda la terraza, por debajo de la casa colonial y de los recintos incaicos, se encontraron restos de huecos de postes de ocupaciones anteriores y que son tal vez, por el hallazgo notable de una vasija zoomorfa con ojos de grano de café, probablemente de origen amazónico (se puede apreciar esta vasija en el Museo Regional en Samaipata, fig. 43). D. Conjunto de casas incaicas escalonadas (e) Este conjunto consiste en dos casas y una plataforma, construidas en un terreno muy inclinado en forma escalonada una detrás de otra. Construcciones similares se encuentran por ejemplo en Machu Picchu, Perú. No se ha excavado este conjunto. E. La parte este de la roca esculpida (f) Rodeando el cono hacia el este de la roca, se ven todavía varios nichos y escalones ya muy erosionados y destruidos. F. Sector 9 (galería de nichos en forma de L) (g) Encima de la parte este de la roca, se encuentra un muro en forma de L, construido con piedras areniscas bien labradas. Llama la atención que, para construir el muro, se haya utilizado también una gran cantidad de morteros, manos y cuerpos indistintamente. Esto muestra que también los incas reutilizaron los restos de otros grupos anteriores como material de construcción. En dirección este-oeste, el muro tiene 27 m. de largo y de norte a sur 17 m. En toda la parte exterior hay un total de diez nichos de doble jamba, y en el interior tres nichos de doble jamba (lado este) y seis de jamba simple (lado norte). En la esquina suroeste existe una entrada. El muro era originalmente cubierto con un enlucido rojizo duro. Probablemente todo el muro fue originalmente pintado de rojo y los nichos cubiertos 20 / Albert Meyers et al.

de oro o plata, conforme relatan los cronistas de otros sitios. En uno de los nichos se halló una vasija grande despedaza como ofrenda. La altura original del muro no puede reconstruirse por el momento pero, como lo indican varias lajas de piedra caídas hacia adentro, la cabecera del muro fue probablemente tapada con ellas. La forma del muro es casi igual al de la parte oeste de la piedra esculpida y pertenece igualmente a la época incaica. Este muro también está sobrepuesto parcialmente a tallados más antiguos. Todavía no se conoce la función de esta construcción, su forma completa, si tuvo otros muros hoy desaparecidos en los lados norte y este, y si todo el espacio entre los muros era techado. Llama la atención que, dentro del muro, existan restos de otra construcción rectangular, la cual parece ser posterior al muro, tal vez de la época colonial. En tiempos post-incas, todos los nichos del muro fueron tapados y rellenados con adobes y barro. Esto pasó tal véz durante la fase de la extirpación de la idolatría en la época colonial (siglo XVII), cuando los curas destruyeron muchos de los santuarios “paganos”. G. Templo de las cinco hornacinas (h) El “Templo de las cinco hornacinas” es el único tallado mayor en el sector norte de la roca esculpida (Fig. 13). Su forma de construcción es muy parecida a las del lado sur y las dimensiones de sus cinco nichos son iguales a los del otro lado. Frente a los nichos, quedan todavía los restos del muro central, con un pequeño paso que apoyaba la cumbrera del techo. A los lados, los rebajes servían para poner las piedras de los muros laterales que sostenían también el techo. Sin embargo, es difícil imaginar cómo fue techado este recinto con el fuerte viento que corre casi siempre en este lugar. En su lado oeste existe un pequeño recinto con cuatro nichos de doble jamba grabados en la pared, también parecido al tercer templo del lado sur. Estos cuatro nichos podrían simbolizar el mito de origen de los incas, que relata que los cuatro hermanos Ayar, junto con sus cuatro hermanas, salieron de una cueva en la roca. Uno de ellos, Manko Capac, habría matado a las tres otras parejas y fundó con su hermana el linaje real de los Incas. En el lado este, hay una escalera tallada en la roca que gira hacia la cumbre.

Los restos arqueológicos alrededor del cerro esculpido En los lados sur, este y oeste, el cerro esculpido está rodeado por varios complejos de construcciones incaicas. Se trata mayormente de grupos pequeños y aislados de construcciones que consisten de unas pocas casas circundadas o encerradas por un muro perimetral. Este típico patrón arquitectónico incaico se llama “kancha”. Los conjuntos tenían probablemente una función de vigilancia, o eran viviendas para personas importantes. Opuesto a estas pequeñas kanchas, en el lado sur de la roca, se encuentra un complejo amplio, construido en tres plataformas, que tenía probablemente la función de un centro religioso-administrativo. A. Sector 6 (Plataforma con dos casas; fig. 14) (i) Bajando la parte este del cerro, se pasa por un pequeño complejo incaico. Se trata de una plataforma más o menos circular, que estuvo circundada por un muro perimetral. En su lado noroeste fueron construidos dos recintos que tienen, según su planta, dos entradas por el frente, lo cual es un diseño típicamente incaico. Una de las casas, la más norteña, fue excavada en su totalidad. El cuarto estaba construido sobre un cimiento de piedras talladas de aprox. 1 m. de altura, colocado directamente encima de la roca madre. También de piedras se construyó una banqueta que rodea toda la casa al exterior. Su función era de proteger los cimientos de los muros de la erosión de las lluvias. En la parte superior, los muros fueron construidos de adobes. Sobre la forma del techo no se han conservado indicios arqueológicos, pero probablemente fue de dos aguas y tapado con paja, como se ha comprobado en otros casos. En la parte externa, así como en la interior, se encontraron restos del revoque de barro, fuertemente quemados. También el piso original, que se puede ver todavía, muestra huellas de un incendio. Frente a la casa, paralela al muro, se encontró una fila de huecos de postes grabadas en la roca madre. No es seguro si estos postes pertenecían a un edificio anterior o sirvieron como un andamio para la construcción de la casa.

B. Sector 7 (complejo incaico de 5 casas en forma de U; fig. 15) (j) Bajando más por la parte posterior del cerro, en una pequeña falda parcialmente excavada en el terreno natural, se encuentra otro complejo típicamente incaico. Se trata de una casa grande central, que está protegida al norte por un gran muro perimetral y tiene dos casas en cada lado este y oeste. Así forman una planta en forma de U, rodeando en tres lados una “kancha” (patio), cerrada al sur por un muro con dos entradas. Mientras las dos casas del ala oeste están visibles solamente por leves elevaciones en el terreno, se excavó y restauró parcialmente la casa central y las dos casas del ala este. En cuanto a los detalles de construcción (cimiento de piedras con adobes encima, banqueta, revoque) tienen las mismas características que las casas del sector 6 (j). Pero aquí se puede distinguir dos tipos de casas: mientras la central tiene dos puertas, igual que las de arriba, las casas laterales tienen una sola entrada con un desnivel central en el piso interior. Casas de este tipo son muy comunes en el sector 10 (r). Subiendo la pequeña colina al este de la kancha, se nota en la superficie una planta trapezoide redondeada hecha de piedras, que podría ser el resto de una torre de vigilancia, tomando en cuenta su posición estratégica. También una posición muy estratégica tiene una pequeña “pukara” (“fortaleza”) de por lo menos cuatro anillos de muros de fortificación que se ubica al frente en el cerro (lado este). Todavía no se sabe si esta fortificación es del período inca o anterior. C. Terrazas de cultivo (k) El circuito sigue ahora por encima de una de las terrazas de cultivo que rodean todo el cono este y parcialmente el lado sur del cerro. En las brechas cortadas verticalmente en el bosque, se puede reconocer que existían hasta nueve de estas terrazas escalonadas, interconectadas entre ellas con subidas y bajadas de escaleras construidas de piedras lajas y con un sistema de drenaje muy sofisticado. Las terrazas sirvían para el cultivo de plantas para mantener la población del sitio y quizás también para el culto religioso. D. La Chinkana (l) Llegando a la terraza central se puede bajar por una brecha a la llamada “Chinkana” (voz quechua que significa “perdedero” o “laberinto”). La Chinkana es un “El Fuerte” de Samaipata / 21

hueco artificial de en promedio 1,4 m. de diámetro y por lo menos 12 m. de profundidad (hoy mayormente rellenado con latas de bebidas y otra basura humana). Según Pucher (1945), la Chinkana tenía en los años 1940 una profundidad de 36 m. Su función verdadera es desconocida, aunque existen varias interpretaciones especulativas, desde la de una galería subterránea que gira hacia el cerro, hasta la de un entierro con un tesoro adentro; lo más probable es que se trate de una fuente de agua o un hueco relacionado al culto que se practicaba en el cerro. E. Sector 8 (dos casas incaicas grandes) (m) La terraza principal se extiende a lo largo de todo el lado sur del cerro. En la parte este, tiene un ancho de aprox. 20 m., que se amplia hasta 200 m. en la parte oeste. En la parte angosta del este, se encuentran dos complejos arquitectónicos. El sector 8 consta de dos grandes casas incaicas que fueron excavadas parcialmente (Fig. 16). Cada uno de los recintos tiene dos entradas en lados opuestos. En el espacio entre ambos, se encontró un canal de drenaje. La forma de construcción es idéntica a de las otras casas ya descritas, y también presentan un revoque quemado, con dos momentos de ocupación. Durante las excavaciones en la casa este, se encontraron todavía los postes centrales de madera que sostenían la cumbrera del techo de dos aguas. Un hallazgo interesante fue, encima del umbral de una de las entradas de la casa oeste, una gran cantidad de fragmentos de cerámica. Posiblemente se trate de una ofrenda que depositaron los habitantes cuando abandonaron la casa, fenómeno bastante conocido en el mundo andino. Debajo de la casa al oeste, se registraron varias capas de tierra que contenían cerámica de ocupaciones anteriores, sobre todo del estilo Mojocoya. F. Sector 2 (tres casas incaicas cercadas por un muro perimetral con restos de casas amazónicas abajo; fig. 17) (n) Unos 20 metros al oeste del sector 8, se encuentra otro complejo arquitectónico, que llamamos el sector 2. Allí se encuentra una casa grande con un recinto más pequeño al lado. Otra casa con una puerta hacia el oeste se encuentra más al Sur. Todas están cercadas en su lado oeste por un muro perimetral que continúa como muro de contención hasta una de las terrazas de 22 / Albert Meyers et al.

cultivo. Según la forma del ingreso central al complejo en la esquina noroeste, que tiene doble jamba, se puede decir que se trata también de un complejo incaico, aunque la forma de construcción de las tres casas es un poco distinta a la de las casas hasta ahora descritas. Para la casa grande se utilizaron piedras no muy bien labradas, más de tipo laja. Por la manera cómo se han colocado las piedras, se puede reconocer que fueron reutilizadas, es decir que habían formado parte de la construcción de un edificio anterior. La casa chica está construida completamente de piedras areniscas rojizas casi sin trabajar, que provienen de las cercanías de la roca esculpida. En varios otros casos se ha comprobado que construcciones de ese tipo pertenecen a una fase posterior. La ubicación de este conjunto entre la parte angosta y la parte amplia de la terraza principal indica que, posiblemente, tenía una función de cierre o control. Debajo de este complejo, a una profundidad de aprox. 2 m., se encontraron restos de casas y de cerámica de origen probablemente amazónico. Estas casas fueron construidas de material perecedero y han quedado solamente manchas negras de su forma rectangular originaria.

El centro administrativo-ceremonial incaico A. Sector 11 (la kallanka y la plaza principal) (p, o) El sector 11 forma parte del centro administrativo-ceremonial incaico. Se trata de un inmenso edificio de 68 m. de largo y 16 m. de ancho, llamado kallanka (p). La kallanka está construida en la parte sur de la terraza principal. Junto con unos edificios un poco más pequeños al lado oeste, delimita una gran plaza central (o). Hay que considerar que, en tiempos incaicos, toda la plaza debió estar libre de bosque, así que se tenía una vista impresionante del cerro esculpido. Los muros de la kallanka están construidos en su parte inferior de piedras bien talladas y tienen un ancho de 1,40 m. Como se vio en una trinchera de prueba en el lado oeste de la kallanka, los muros están asentados directamente en la roca madre. A lo largo de la kallanka, por lo menos en el lado externo norte, corría un canal de drenaje construido de piedras lajas. En el lado norte, con la vista a la plaza central y al cerro, se puede reconocer todavía las ocho entradas o

puertas de la kallanka, cada una de 3,40 m. de ancho. Encima de la base de piedras, en la parte superior, los muros fueron levantados con adobes. Por suerte para los arqueólogos, el tímpano del lado oeste de la kallanka se ha caído casi enteramente por adentro. Así, es posible reconstruir una altura total de aprox. 12 m. para esta construcción enorme. En la última campaña se descubrieron los huecos de los postes que sostenían el techo. Estos hoyos, cavadas en la roca, tenían un diámetro de aprox. 1 metro y una profundidad de hasta 2 metros. Lo sorprendente es que no había una fila central de postes sino dos filas laterales, así que la kallanka tenía tres naves como una iglesia. En base a la altura del techo, todavía no se puede excluir la posibilidad de que la kallanka tenía dos pisos o más. Las kallankas son edificios típicamente incaicos, que constituyen por su tamaño un símbolo de poder. Se las encuentra generalmente en centros mayores. Una construcción similar, todavía más grande, es la que existe en Inkallajta, departamento de Cochabamba. Sobre la función de las kallankas todavía no se sabe mucho. Posiblemente fueron templos grandes o cuarteles para soldados. B. Sector 13 (segunda plataforma: “akllawasi”) (q) Hacia el oeste de la kallanka, subiendo por una grada de al menos dos metros de altura que originalmente fue un muro de contención que separaba la primera de la segunda plataforma (hoy naturalmente muy erosionada), uno se encuentra en medio de las tres plataformas del complejo. Se notan en la superficie los restos de muros de un conjunto de por lo menos 12 casas grandes y medianas, dispuestas en forma de H. Este sector se excavará en el futuro. Se trata de dos filas de cuatro casas cada una, de dirección norte-sur, conectadas en su parte central por una fila de tres o más casas pequeñas con orientación este-oeste. Según campesinos del lugar, dentro de ese conjunto se han encontrado ollas grandes con “trapos podridos” adentro. Esto puede coincidir con informaciones de fuentes históricas, que relatan que en la época inca existían en Samaipata aposentos grandes para las vírgenes del sol (“akllas”), las cuales tejían allí grandes cantidades de textiles, que fueron quemados ritualmente como sacrificio para los dioses o fueron objetos de intercambio. Por eso llamamos este conjunto provisionalmente el “Akllawasi” (“casa de las akllas”).

C. Sector 10 (tercera plataforma: conjunto de 7 casas incaicas encima de un montículo artificial; fig. 18) (r) El sector 10 es el último y el más elevado complejo del centro administrativo-ceremonial inca. Se encuentra al oeste del “akllawasi” en la cima de una pequeña colina. Desde ahí se tiene una hermosa vista hacia Samaipata y puede notarse la posición estratégica en que se encuentra. Encima del montículo se pueden reconocer las plantas de siete casas rodeando un patio abierto hacia el sur y subdividido por varios muros. Lo que se ve en la superficie son solamente los restos de los cimientos de piedras de las casas. La parte superior de los muros era hecha de adobes, los cuales hoy se encuentran casi completamente lavados y destruidos. Como protector contra la humedad y las lluvias, cada casa tenía una banqueta en su lado exterior. Todas las casas eran interconectadas entre ellas por un muro perimetral que cerraba el complejo. Durante la excavación, se comprobó por evidencias estratigráficas que todo el complejo tuvo por lo menos dos fases de construcción durante la época inca, lo que quiere decir que, durante la segunda fase, el complejo fue remodelado y ampliado. Eso es una observación que se hizo también en casi todos los sectores incas excavados. Pero, al contrario de lo que ocurre en las otras casas excavadas, en el sector 10 no se han encontrado huellas de destrucción, ni revoques o pisos quemados. Todas las capas asociadas con estas casas contenían cerámica del estilo “Inca Provincial”, aunque mayormente fragmentada. Sólo pocos fragmentos del estilo “Inca Imperial” se han hallado. Las vasijas restauradas se pueden apreciar en el Museo Regional de Samaipata. Bajando cuidadosamente capa por capa, debajo de las casas incaicas se encontraron vestigios de otras ocupaciones más antiguas. Por ejemplo aparecen alineadas huellas de postes, que pertenecen a casas que fueron construidas con postes de madera y de las cuales no han quedado más que unas manchas negras o grises en la tierra. Pero la gran sorpresa fue que, debajo de una capa casi estéril de un espesor de aprox. 1 metro, que interpretamos como una capa de relleno para aplanar y ampliar la colina, se descubrieron los restos culturales de una ocupación seguramente pre-inca de la cual no “El Fuerte” de Samaipata / 23

quedan más relictos que unos fragmentos de una cerámica pintada. Para determinar de qué cultura se trata y qué edad tiene, faltan todavía los análisis físicos y los trabajos de gabinete. Todo eso significa que los incas construyeron sus casas encima de un montículo artificial y habitacional de más de 3 m. de altura, conteniendo capas de culturas mucho más antiguas que ellos. Aquí, en el lugar quizás más importante del Samaipata incaico, donde al mismo tiempo se encontraron los vestigios de una de las ocupaciones más antiguas del cerro, se cierra actualmente el circuito descriptivo. La conservación de las ruinas Los sectores excavados fueron conservados según el reglamento internacional respetando lo que se ha

llamado la “anastilosis”, es decir tapando los cortes y consolidando o restaurando los restos arquitectónicos a una altura no más alta que la evidenciada por el contexto arqueológico. Para las reconstrucciones se utilizaron los mismos materiales que en la época prehispánica. Para proteger las cabeceras de los muros contra las lluvias y el viento, se ha experimentado con un químico llamado sica que por ahora ha dado buen resultado. De la misma manera se procedió en el enlucido de los muros. Por la porosidad y suavidad de la piedra arenisca, parece que todos los muros estaban revocados con barro y tal vez pintados, siendo el estilo corriente de la arquitectura incaica sobre todo en el sur del imperio inca. El ajustado y pulido fino de las piedras sin revoque como se conoce en región del Cuzco forma solamente una mínima parte en la arquitectura de los incas, aunque es la más espectacular.

Fig. 5. Corte del “lavadero de oro” de oeste a este (d’Orbigny, en Ponce 1973) 24 / Albert Meyers et al.

Fig. 4. Croquis de los tallados por T. Haenke, 1795.

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Fig. 6. Croquis de Erland Nordenskiöld (cortesía de Josefine, viuda de H. Trimborn, archivo PIAS)

26 / Albert Meyers et al.

Fig. 7. Los tallados según Pucher, 1945

Fig. 8. Plano de la roca por H. Müller-Beck (Trimborn 1967: Abb. 105)

“El Fuerte” de Samaipata / 27

F

Fig. 9. Plano de la Roca Sagrada (PIAS; elaborado por P. Pahlen y C. Ulbert y afinado por R. Marulanda 1999) 28 / Albert Meyers et al.

Fig. 10. Plano esquemático del sitio (PIAS)

“El Fuerte” de Samaipata / 29

Fig. 11. El Trono de los Jaguares al sur de la roca

Fig. 12. Vista aérea del “coro de sacerdotes”

30 / Albert Meyers et al.

Fig. 13. Vista aérea del Templo de las 5 hornacinas

Fig. 14. Sector 6. Vista sobre el valle hacia el noreste

“El Fuerte” de Samaipata / 31

Fig. 15. El sector 7 durante las excavaciones. Vista al oeste

Fig. 16. Sector 8. Mediciones (vista hacia el oeste)

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Fig. 17. Sector 2 y vista al oeste de la plaza

Fig. 18. El sector 10 durante las excavaciones, 1994 “El Fuerte” de Samaipata / 33

Rolando Marulanda

La roca esculpida del fuerte de Samaipata: Elementos de discusión para un enfoque interpretativo El estudio del arte rupestre inca y, particularmente, de su arquitectura rupestre está aún en sus comienzos. A pesar del carácter espectacular de monumentos tan enigmáticos como Kenko en la capital imperial o de Sayhuite, este tipo de monumentos ha sido poco estudiado6 y mucho menos desde una perspectiva arqueológica. Dentro del conjunto de las rocas esculpidas sobresale aquella situada en el sitio arqueológico conocido con el nombre de Fuerte de Samaipata, no sólo por ser la más imponente, por sus dimensiones, de todos los Andes centrales, sino también por su distancia con respecto a la capital imperial, lugar donde se concentra la gran mayoría de vestigios de este tipo. El sitio arqueológico conocido bajo el nombre del Fuerte de Samaipata (63° 49’ 10’’ W / 18° 10’ 30’’ S) está situado en el centro este boliviano en las ultimas estribaciones de la cordillera andina, en un punto de encuentro excepcional entre los Andes, la Amazonia y el Chaco (Ibisch et al. 1996). Situado a 1900 msnm aproximadamente, el Fuerte se halla en un pequeño valle de altura orientado norte-sur, rodeado por formaciones rocosas que lo protegen y refuerzan su rol dominante dentro del paisaje local (Fig. 2, 3). Este lugar constituye un punto de ruptura a nivel geomorfológico, pues determina un cambio decisivo entre los valles abiertos mesotérmicos entre 1800 y 2400 msnm y las formaciones terciarias que conforman el relieve accidentado de las ultimas estribaciones andinas en esta región (Mégard et al. 1971; Beaudet et al. 1990). Este valle de altura se halla dividido por un arroyo que corre norte-sur y que lo divide en dos partes. Es en el área oeste donde se encuentra la gran mayoría de estructuras monumentales. El substrato terciario está esencialmente compuesto de conglomerados, lutitas y particularmente de areniscas que afloran en diferentes puntos del sitio arqueológico. Es en uno de estos aflo6 Inojosa 1935, 1937; Guchte 1984, 1990; Paternosto 1989; Alcina Franch 1988, 1995, 1997; Portugal 1998; Farrington 2001. 34 / Rolando Marulanda

ramientos, orientado grosso modo este-oeste, donde fue tallado el templo central.

1. Antecedentes El Fuerte de Samaipata, a pesar de su carácter enigmático y monumental, ha sido poco estudiado. A pesar de existir un texto colonial de principios de siglo XVI sobre el sitio (Alcaya 2011 [1636]), las primeras informaciones científicas que tenemos datan del siglo XIX y nos han sido proporcionadas por investigadores europeos ilustres como Tadeo Haenke (17611818) (Ponce Sanjinés 1974; Ovando Sanz 1974) y Alcide d’Orbigny (2002 [1833]), quienes realizaron los primeros bosquejos de algunos motivos de la roca esculpida. Desde entonces numerosos viajeros han descrito y realizado trabajos arqueológicos en el sitio mismo (Pucher 1945; Trimborn 1994; Boero Rojo y Rivera 1979; Tapia 1984). Es sin embargo en la segunda mitad del siglo XX cuando se realizan por primera vez trabajos científicos sistemáticos bajo la dirección del Dr. Albert Meyers de la Universidad de Bonn. Se excavan las zonas habitacionales de manera minuciosa y se realiza el plano detallado del monumento esculpido (Meyers 1993, 1997, 1998). El análisis llevado a cabo por el proyecto alemán en base a los contextos estratigráficos y arquitectónicos ha permitido evidenciar diferentes fases de construcción entre las cuales se destaca una fase pre-inca y dos fases incas (Meyers 1997: 10, 12; 1998: 73; 1999 y 2002). Por su parte, el estudio de los fragmentos cerámicos ha permitido delimitar una cronología general que demuestra una ocupación pre-inca fechada de por lo menos los albores del Horizonte medio hacia 1.000 d.C. (Marulanda 2006: 153-162). Estas ocupaciones pre-incas cobran una importancia crucial en relación a la roca esculpida. En efecto, durante los trabajos de mapeo del templo central, dos tipos de superposiciones han sido evidenciados: una es la de un muro inca por encima de una

estructura geométrica irregular (Fig. 19); otra, situada al este del monumento, está conformada por un muro inca que cierra, inutilizándola, una estructura de tipo cuadrangular. Estos datos implicaban un análisis detallado del templo central basado en un enfoque a la vez estilístico e icono-morfológico que permita identificar diferencias, unidades significativas y también facilite una interpretación global del templo.

2. Metodología Una de las características principales de este tipo de monumentos en los Andes en general es su gran diversidad a nivel estructural. La interdependencia de los motivos entre sí es fuente de significado. La ubicación, la constitución y la función de los motivos están íntimamente ligadas. La coherencia y la funcionalidad del conjunto está determinada por una planificación compleja que comprende el sistema hidráulico o de evacuación de los líquidos (canales, estanques, etc.) al igual que las necesidades rituales de escala humana (escaleras, templos de nichos, plataformas, etc.). La complejidad generada por esta profusión de unidades significativas implicaba un enfoque que tuviera en cuenta lo que hemos llamado el carácter “orgánico” del monumento. De esta manera se hizo necesaria la identificación de unidades constitutivas estructuradas en relación con otros conjuntos significativos que formaban a su vez sectores con vocaciones funcionales determinadas. Con este fin hemos entonces dividido el templo en 13 sectores delimitados por estructuras notables como muros o escaleras, o por niveles topográficos particulares (Fig. 9) (Marulanda 2006: 165-173). Esta división nos ha permitido en primera instancia operar una jerarquización de los espacios entre sí, al igual que poner en valor los ejes de circulación en el templo mismo y entre este último y los sectores habitacionales adyacentes. Cada sector ha sido estudiado de manera detallada, realizando levantamientos (fotos, dibujos, medidas) de las estructuras significativas e intentando en cada caso una evaluación de las superficies originales preservadas por el paso de tiempo. Se ha operado igualmente una comparación con los otros motivos existentes en otros monumentos de este tipo a lo largo de los Andes. Cabe señalar que el estudio de las rocas esculpidas en los Andes está condicionado por una serie de obs-

táculos entre los cuales se halla aquel de los niveles de conservación de los motivos esculpidos. En el caso del Fuerte de Samaipata, la arenisca en la que fue esculpido el templo posee como característica principal su aspecto deleznable y frágil (Ticlla 1988; Aviles 2000; Meyers 1998), lo que a lo largo del tiempo ha facilitado la destrucción por parte de los visitantes que han dejado sus huellas a lo largo del monumento bajo la forma de perforaciones profundas o de grafitis que, en algunos casos, han acelerado la destrucción natural. Otro de los desafíos que plantea el estudio de este tipo de monumentos es la cuestión de la representación de los volúmenes en espacios bidimensionales. En efecto, la planimetría tradicional impide visualizar de manera detallada la constitución, particularmente topográfica, de algunas estructuras, por lo que se hace necesario acudir a la documentación fotográfica o tridimensional (Marulanda et al. 2007) para dar cuenta de la complejidad de los niveles y del trabajo general de tallado. Por esta razón hemos decidido ilustrar los diferentes sectores combinando la representación planimetría con indicaciones de nivel, bajo la forma de variaciones colorimétricas con el fin de resaltar la estructura general de los sectores. A continuación describiremos brevemente la configuración de algunos sectores destacables haciendo particular hincapié en su configuración física en relación a la circulación (hídrica y humana) y al trabajo de los espacios. Haremos igualmente comparaciones con otros contextos andinos, presentando algunas consideraciones estructurales cruciales para el entendimiento del monumento, y concluiremos con algunas hipótesis interpretativas sobre el conjunto esculpido a nivel ritual y religioso

3. Los sectores 3.a El sector 1 Este sector situado en la parte este de la roca esculpida contiene las representaciones más destacables del conjunto esculpido. En total cinco representaciones zoomorfas han sido identificadas (d’Orbigny 2002 [1833]; Pucher 1945) de las cuales sólo tres son visibles en la actualidad. De estas tres representaciones, solamente dos se encuentran en buen estado de conservación (Fig. 20). En lo que concierne los dos motivos desaparecidos, d’Orbigny y Pucher, los priLa roca esculpida del fuerte de Samaipata / 35

meros en realizar bosquejos del conjunto, concuerdan en la existencia de una representación de serpiente en la parte norte del sector y de una avestruz americana (ñandú o suri) al sur (Fig. 20). Se halla igualmente en este sector una estructura enigmática en forma de T de cerca de 3 m. de largo y con una profundidad de 30 cm. aproximadamente. Elementos comparables se hallan en el otro extremo del Tawantinsuyu como lo ha resaltado Albert Meyers, en el sitio ecuatoriano de Cochasquí (Meyers 1998, 2007). En este sitio, estos motivos, realizados en arcilla compacta, se hallan en la cima de estructuras piramidales y contienen dos series de conos de andesita, tal vez hoy desaparecidos en el Fuerte (Oberem y Wurster 1989: lám. 17-18). Notamos igualmente, en el limite norte de este sector, un alineamiento de perforaciones cilíndricas (entre 10 y 20 cm. de diámetro por 15 de profundidad) que conserva una dirección general este y que continúa a lo largo del flanco norte de la roca y que, como señalaremos más adelante, parece haber formado parte de un dispositivo de protección del conjunto sagrado. Tanto al norte como al sur, los volúmenes se organizan de manera a resaltar las representaciones zoomorfas permitiendo el acceso a una de las estructuras más diagnósticas de este sector, el llamado “Trono de felino” (Fig. 11). La asociación de los motivos geométricos, de la representación zoomorfa y de la perforación cilíndrica engendra un espacio coherente relacionado con el muro inca situado al este. Formado por nichos de doble jamba al oeste y de una sola jamba al este, este muro se sobrepone, como lo habíamos señalado antes, a un estanque de forma “compuesta” que poseía una evacuación orientada al sur (Fig. 19). El acceso a este sector se hacía por el este (Fig. 20). Esta zona de particular monumentalidad se encuentra directamente relacionada con el acceso al sitio mismo como ha sido evidenciado durante las excavaciones del Proyecto de Investigación Arqueológica en Samaipata (PIAS). 3.b El sector 2 Se trata ciertamente de uno de los más atractivos sectores del templo esculpido, conocido bajo el nombre de “Dorso de la Serpiente” en razón de los tres canales situados en su parte central (Fig. 22). El declive ascendiente de 12° grados en dirección del este acentúa su diferencia con los otros sectores adyacentes. Los canales están formados por motivos romboidales (34 a 36 cm. de ancho y de una profundidad variable entre 2 y 4 cm.). Una función simbólica ligada a la circulación 36 / Rolando Marulanda

de los líquidos, de tipo paccha, ha sido propuesta para esta estructura en comparación con otros motivos, especialmente de la región de Cusco (Hyslop 1990; Inojosa 1935, 1937; Carrion Cachot 1955). Cabe recalcar aquí que, si bien el sistema se halla compuesto por un estanque rectangular en su cima y dos estanques de forma asimétrica al oeste, la conexión entre los canales y estos estanques no parece evidente. En efecto, a pesar de que Pucher (1945) y d’Orbigny (2002 [1833]) hayan dibujado los canales en conexión, actualmente sólo se puede constatar una relación directa entre el canal al sur y el estanque asimétrico más profundo del sector al sur (Fig. 22), los otros dos canales terminándose de manera abrupta. Cabe señalar además que, para realizar esta estructura, los artesanos precolombinos nivelaron la superficie, separando los canales por motivos rectangulares (27 m. de largo con una profundidad de 45 cm. aproximadamente) que, suponiendo que el conjunto hubiese tenido una función ligada con los líquidos, poseen un cometido enigmático por el estancamiento del agua de lluvia, visible en la actualidad y que constituye el primer factor de destrucción de dichos motivos. Considerando esto, se ha sugerido que, aceptando la hipótesis hidráulica de la estructura, la planificación precolombina debía haber incluido un dispositivo, ya sea con materiales perecederos u otros, que resaltara su papel dentro del sector. Como es notable (Fig. 26) este sector se halla delimitado al sur y al norte por volúmenes geométricos que jerarquizan el espacio y resaltan el papel de la estructura formada por los canales. Cabe destacar la presencia en el lado sur de una serie de 34 nichos de doble jamba (37 cm. x 25 cm. aprox.) al igual que, en su parte este, de una estructura compuesta por 4 motivos triangulares y uno circular de un diámetro de 1.10 m. aproximadamente (Fig. 25). La coherencia morfológica de este conjunto al igual que sus elementos constitutivos participan, de nuestro punto de vista, de una lógica similar. Los motivos triangulares, en este sentido, cobran particular importancia en cuanto a la definición estilística del trabajo de la piedra. 3.c El sector 3 Como hemos señalado, el flanco norte de la roca esculpida se halla estructurado en planos que jerarquizan el acceso a los sectores superiores y representa el limite entre el trabajo de escultura y la superficie natural del afloramiento rocoso (Fig. 22). Una de las razones de la ausencia de un trabajo más abundante de ordenamiento del espacio lítico se encuentra en

las condiciones meteorológicas del lugar. En efecto, la roca esculpida se halla expuesta a los vientos del norte que soplan de forma casi permanente según las estaciones trayendo consigo las masas de aire húmedo provenientes de las tierras bajas amazónicas. Las perforaciones cilíndricas que marcan la frontera norte del espacio esculpido se organizan en 4 series que siguen el limite septentrional del templo. Su disposición y sus dimensiones sugieren la posibilidad de una utilización ligada con la protección de las intemperies y de marca de frontera de la zona sagrada. Estos dispositivos arquitectónicos no son los únicos sin rastros aparentes en la actualidad. En la parte sur, en el sector 4 se halla también una gran variedad de motivos que han podido ser reconstruidos en base a las excavaciones arqueológicas. 3.d El sector 4 Este sector reúne los templos de nichos situados en la zona sur del afloramiento. Para realizarlos, los artesanos han cavado profundamente la roca. Algunos desniveles de más de 5 m. manifiestan la envergadura de la tarea y el ahínco de los artesanos en su elaboración. La presencia generalizada de nichos de filiación inca constituye un elemento clave de la filiación cultural (Pucher 1945; Trimborn 1994; Boero y Rivera 1979; Meyers 1997, 1998). Es en esta zona que la roca se conecta con la franja habitacional situada al sur del templo por medio de una plataforma (I) o terraza organizada en varios niveles (Fig. 24). Las diferentes series de nichos forman conjuntos coherentes entre los cuales destacan dos conjuntos principales por su envergadura e importancia. Se trata del “Templo de las Sacristías” y del “Templo de los cinco nichos”. El primero de ellos debe su nombre a una configuración general en forma de celdas separadas por muros pétreos (Meyers 1993). Los procesos constructivos y la configuración general de este templo han sido puestos en evidencia por las excavaciones realizadas por el PIAS (Meyers 1998: 61) y apuntan hacia una datación durante la segunda fase de ocupación inca concomitante con la construcción de la plataforma 1 del sector habitacional (Fig. 21). Estos trabajos también han puesto a la luz el substrato rocoso que no solamente sirvió de piso sino también en el cual fueron cavados huecos de postes que servían de soporte de la unidad arquitectónica que lo cubría. En base a los restos de muros detectados in situ, al igual que los datos que tenemos sobre la arquitectura inca, se puede operar una reconstrucción de este templo que sería, después

de la kallanka situada en la zona habitacional, el templo más vasto, con cerca de 52 m. de largo, del sitio arqueológico. El mismo tipo de dispositivo arquitectónico, usando el nivel superior del plano en el que fueron tallados los nichos como asiento de la cubierta, fue usado para la construcción del “Templo de los cinco nichos” (Fig. 24). Cabe agregar que este templo se encuentra flanqueado por dos series de nichos en su parte este, que cobran particular importancia a nivel ritual en relación a la historia del linaje inca. Hallamos igualmente este tipo de construcción y estructura en la parte norte de la roca en el sector 10, en el cual una reconstrucción ha sido igualmente posible en base a los datos obtenidos durante las excavaciones y nuestras observaciones de terreno (Fig. 25). 3.e Los sectores 5, 6 y 8 Como es visible en el plano global (Fig. 9), la roca esculpida está orientada grosso modo este-oeste con una desviación de 8° al norte. Los sectores 5, 6 y 8 forman la continuación de esta orientación que, sin embargo, se rompe al este del sector 8 para seguir la superficie y la morfología general del afloramiento primero hacia el sur y luego hacia el norte, formando un verdadero anfiteatro que concluye en el sector 13. La constitución general de estos sectores está determinada por una profusión de volúmenes geométricos que incluyen escaleras, plataformas, asientos, estructuras geométricas cerradas, series de motivos triangulares, todos ellos organizados en base a necesidades rituales y físicas, de circulación tanto hídrica como humana. En estos sectores, el carácter “orgánico” del templo esculpido cobra todo su sentido. En efecto, cada estructura actúa como una respuesta al juego de volúmenes general. Cada unidad no solamente es coherente como tal, sino que además brinda significado y funcionalidad al conjunto, de tal manera que se hace impensable analizar los elementos por separado, sin tomar en cuenta el contexto general en el que se insertan. Este contexto está, como lo decíamos anteriormente, condicionado por necesidades “básicas”. Las escaleras y los ejes de circulación constituyen los dispositivos que conforman el primer nivel de este enfoque. Varios de ellos han sido identificados y reconstruidos. Esto permite realizar una jerarquización del espacio que detallaremos más adelante. De manera general varias estructuras particulares se hallan en estos sectores. Es el caso de las estructuras abiertas con motivos triangulares; de la estructura hidráulica con dos representaciones de felinos en el La roca esculpida del fuerte de Samaipata / 37

sector 5; de la representación geométrica del sector 6, cercana por su morfología de motivos existentes en Tiwanaku y en general en la región del lago Titicaca (Bauer y Stanish 2001); y de la escalera monumental que separa el sector 6 del 8 y que constituye uno de los principales accesos directos entre el nivel habitacional y el templo (Fig. 26). 3.f El sector 7 Este sector posee ciertamente la estructura que más ha intrigado a los estudiosos, denominada por Leo Pucher (1945) “coro de los sacerdotes”. Su perímetro circular (7 m. de diámetro en total) está dividido por 9 motivos triangulares (50 cm. x 60 cm. aprox.) y 9 cuadrangulares (60 cm. x 60 cm. aprox.). Un canal con una profundidad actual variable entre 15 y 55 cm. separa este primer conjunto de otra estructura interior que posee motivos cuadrangulares esculpidos y pequeños nichos de doble jamba (Fig. 27). El canal interior está conectado a un estanque de forma asimétrica orientado al este (Fig. 27). Otros dos estanques de forma asimétrica se encuentran en la parte este del sector, separados por un alineamiento de motivos cuadrangulares. Cada uno de estos estanques está conectado a su vez con canales orientados en direcciones opuestas. Cabe señalar igualmente la presencia al este del “coro de los sacerdotes” de 14 perforaciones cilíndricas de diámetro variable sin orden aparente. El coro de los sacerdotes, por su configuración, no tiene un nexo directo con ninguna estructura conocida en las rocas esculpidas particularmente de Cusco7. Este sector posee como característica principal su posición dominante no solamente con respecto a los otros sectores sino también al paisaje del sitio arqueológico en su globalidad. Su posición central en el monumento esculpido y sus ejes de acceso hacen de él un sector reservado al cual sólo se puede acceder, aún en la actualidad, cruzando numerosas estructuras y sectores del monumento. 3.g Los sectores 9 y 10 Estos sectores constituyen el flanco norte de la roca esculpida y reúnen una serie de estructuras muy particulares. Al igual que en los sectores de la parte sur, la gran mayoría de los volúmenes se organiza en 7 Inojosa 1935, 1937; Ubbelohde-Doering 1952; Guchte 1984, 1990; Paternosto 1989; Alcina Franch 1988; Farrington 1998, 2001; Hyslop 1990. 38 / Rolando Marulanda

planos complementarios escalonados. Entre éstos, se distingue una estructura semicircular de irregular factura. Estos espacios geométricos se articulan a su vez con el sector 11. Al norte del sector 9 se halla una unidad compuesta que atrae, hoy en día, la curiosidad de numerosos visitantes. Está compuesta por un plano rectangular, que se completa al sur con otros escalonados, en uno de los cuales se halla una representación zoomorfa, desgraciadamente en estado avanzado de erosión, en la base de la cual se encuentra un estanque rectangular que comunica a su vez con un canal serpentiforme orientado al este. En base a los limites de aplanamiento, las superficies de erosión y las dimensiones de las unidades esculpidas, hemos podido realizar una reconstrucción hipotética de esta unidad (Fig. 28). Los sectores 9 y 10 comunican a través de dos escaleras muy bien conservadas y que dan acceso a la zona de lo que se ha llamado comúnmente “el templo norte de los nichos”. Como se puede apreciar, esta estructura está compuesta por una serie de cinco nichos flanqueada por dos planos tallados a la manera de una escalera y que sirvieron de base al muro que constituía la cubierta del templo (Fig. 25). Al oeste de este templo se halla otra serie de cuatro nichos de doble jamba similares a aquellos situados en la zona sur. Tal y como es el caso de los otros templos de los nichos, los artesanos incas han verdaderamente cortado la roca para poder modelar estas unidades, de las cuales se puede realizar una reconstrucción hipotética en base a las superficies conservadas y a las excavaciones arqueológicas (Fig. 25). La situación general de este sector, sus ejes de circulación y su aislamiento hacen de él una zona de acceso reservado o limitado, que se articula a su vez con el sector 11 y el muro en forma de L al este. 3.h Los sectores 11, 12 y 13 Estos sectores se distinguen por su orientación global pues constituyen la última franja de la roca esculpida que colinda con las zonas habitacionales más bajas situadas al este. El sector 11 y, particularmente, el muro que lo constituye, determina el limite este entre los motivos esculpidos y la superficie natural del afloramiento. Las excavaciones llevadas a cabo en este sector por el equipo del PIAS no solamente han podido revelar su configuración general, sino que también han demostrado su superposición sobre una estructura esculpida (Meyers 1998). La entrada, situada en la unión meridional de los dos muros en forma de nicho de doble jamba, constituye un elemento esencial del

sistema de circulación del conjunto. Inmediatamente al sur, se encuentra el sector 12 estructurado en función de la desviación general del afloramiento al sur, conectando la plataforma 1 con los niveles superiores de la roca esculpida a través de una multitud de estructuras geométricas organizadas en planos horizontales y verticales, entre las cuales se distingue el llamado “candelabro”, al igual que un sistema de evacuación de líquidos que involucra diversas estructuras en su recorrido norte-sur, entre ellas una enigmática estructura semicircular y un canal en zigzag en la parte baja del sector. Existen igualmente otras estructuras con vocación hidráulica en este sector, como es el caso de tres reservorios, de los cuales dos poseen una ordenación similar, situados en el limite con el sector 13. Sus dimensiones (3,5 m. de largo por 1,5 de ancho aproximadamente) y su profundidad (entre 2 y 2,5 m.) ofrecen una capacidad de almacenamiento, ya sea de líquidos o de otro tipo de productos, única en todo el monumento. Finalmente, el sector 13 constituye ciertamente el más abierto de todos. Siguiendo la organización general del flanco sur, su característica principal es un ordenamiento realizado en base a la organización de plataformas en niveles escalonados. Una estructura semicircular en su parte baja, al igual que dos motivos triangulares en su parte alta, son característicos y rompen con el modelo de las demás plataformas que conectan el templo esculpido con las zonas habitacionales al este y al sur.

4. Elementos interpretativos 4.a Consideraciones estructurales El análisis sectorial, del cual hemos resumido anteriormente las características principales, ha permitido demostrar la importancia de los ejes de circulación al interior de los sectores al igual que la dependencia de las estructuras esculpidas en torno a las necesidades engendradas por las actividades que allí tenían lugar. Los ejes de circulación pueden ser divididos en primarios (entre las zonas habitacionales y la roca esculpida) y secundarios (intra-sectoriales). En total, ocho puntos de acceso primario permitían alcanzar los primeros niveles y sectores esculpidos: dos en el sector 1 al oeste, dos en el flanco sur, de los cuales uno está representado por la escalera monumental del sector 4, dos al este en el sector 11 y uno en el sector 13 en la zona más oriental del monumento. Tomando

en cuenta que uno de los ingresos principales al sitio arqueológico en su globalidad se situaba al este, podemos entonces pensar que lo era igualmente para el templo esculpido. De esta manera, los sectores 1 y 3 se encontraban expuestos no sólo a la vista sino también al transito de las personas. El muro inca jugaba entonces un papel determinante de frontera simbólica y de marca de poder del Inca sobre el santuario, dividiendo el espacio sagrado y aislando el sector 2. Su configuración (nichos de doble jamba al este y de una sola jamba al este) está indudablemente relacionado con la función simbólica que desempañaba. De igual manera, en el sector 4, la reconstrucción en base a los datos de terreno permite evidenciar un aislamiento parcial de los sectores 5, 6, 8 y 12 (Fig. 29). Los dos ingresos posibles desde la plataforma, materializados por las escaleras monumentales, sólo permiten acceder a los primeros niveles de los sectores sur (sectores 6 y 8) y no a los niveles más altos como el sector 7, lo que no es el caso de los dos ingresos al este. Es igualmente notable que los principales ejes secundarios estén orientados este-oeste, manteniendo el aislamiento de los sectores 2, 7, 9 y 11 (Fig. 29). Los dispositivos arquitectónicos identificados en los sectores 1, 3, 10 y 11 enmarcan estructuras tan importantes como el “dorso de la serpiente” (sector 2), el “coro de los sacerdotes” (sector 7) y el templo norte de los nichos. Estos diferentes elementos inducen una jerarquía de los espacios de la roca esculpida que podemos dividir en públicos o de ingreso directo desde las zonas habitacionales como los sectores 1, 4 y 13; semi-públicos como los sectores 5, 6, 8 y 12; y reservados como los sectores 2, 7, 9 y 10. Lógicamente, esta sub-división debe entenderse dentro del contexto sociocultural prehispánico y particularmente inca, como en el caso de otros lugares sagrados como las Islas del sol y de la luna (Bandelier 1910; Bauer y Stanish 2001). La interdependencia de los sectores entre sí, de los ejes de circulación, hacen que la roca esculpida se presente como una verdadera culminación del conocimiento de los artesanos y maestros de obra precolombinos, y permite evidenciar la existencia de una planificación anterior al trabajo de escultura. Esto está claramente materializado en el complejo sistema hidráulico presente en todos los sectores del monumento. En el caso del “dorso de la serpiente”, la conexión por lo menos del canal meridional con el estanque semicircular al este indica no solamente una voluntad de redirigir los líquidos, sino también de almacenarlos con fines rituales precisos. Cabe recordar que el La roca esculpida del fuerte de Samaipata / 39

liquido no sólo se transforma de manera simbólica, sino también en sus condiciones físicas aumentando su temperatura de varios grados según el momento del día, los canales desempañando el papel de verdaderas serpentinas tal y como son conocidas aún en la actualidad. Fuera de los estanques del sector 13, los demás dispositivos hidráulicos están organizados de manera a evacuar el excedente de liquido como es el caso del canal del “coro de los sacerdotes”. Existen sin embargo tres estanques (dos en el sector 7) y aquel del sector 9 que han sido construidos de manera a mantener un nivel permanente máximo, relacionado indudablemente con la función ritual que cumplían. 4.b Consideraciones estilísticas y crono-culturales En base a los motivos más visibles y particularmente a la profusión de los nichos de filiación netamente inca, la globalidad del trabajo de escultura ha sido fechado de manera unánime del horizonte final (Pucher 1945; Trimborn 1994; Hyslop 1990). Sin embargo, las fechas obtenidas en las excavaciones arqueológicas, los resultados del estudio tipo-cronológico de la cerámica, al igual que las superposiciones de los muros incas visibles en los sectores, confirman la existencia de ocupaciones pre-incas (Marulanda 2006; Meyers 1997, 1998, 1999). También cabe recordar que existe en la región una tradición rupestre muy arraigada (Riester 1981). Algunos sitios arqueológicos recientemente estudiados atestiguan del uso de técnicas de tallado similares a aquellas usadas en la roca esculpida en contextos no-incas (Marulanda 2006: 46). Un análisis estilístico de las formas denota una singular diferencia basada, entre otros, en la simetría. Al igual que el estanque, cortado por el muro del sector 1, los reservorios asimétricos del sector 7 particularmente y del sector 2 pertenecen a una misma tradición del trabajo de la escultura. Esto es igualmente el caso de los motivos triangulares presentes en el coro de los sacerdotes y en otros sectores (Fig. 27), desconocidos en el lenguaje inca de las rocas esculpidas. En lo que respecta al “coro de los sacerdotes” , una de las formas más enigmáticas del templo esculpido, la comparación con la esfera inca, particularmente en lo que atañe a las rocas esculpidas, no es concluyente. Tan sólo la torre de Muyucmarca situada en la fortaleza de Sacsayhuaman constituye un elemento de referencia y es una de las pocas estructuras circulares que posea un rol central dentro de un santuario Inca (Fernández Carrasco 2001). Otras construcciones comparables, 40 / Rolando Marulanda

aunque en un contexto cultural aparentemente más lejano, se encuentran en el noroeste argentino en la zona de influencia de la civilización de la Aguada (600-800 d.C; Gonzáles 1998). El geoglifo conocido con el nombre “Estrella de Vinchina” constituye, por su morfología, el elemento de comparación más cercano. Este tipo de representaciones son igualmente comunes en la cerámica de este mismo periodo (Berberian y Rafino 1991). Las superposiciones de muros incas, la relación de algunos motivos con representaciones pre-incas, sumando a esto la ausencia, en las rocas esculpidas, de Cuzco, de tipos comparables, tienden a confirmar una fase pre-inca del tallado de la roca. Teniendo en cuenta de que existieron dos fases durante la ocupación inca misma (Meyers 1997, 1998), de las cuales la última está materializada por la construcción de los templos de nichos en los flanco sur y norte, concomitante con la remodelación de la plataforma al sur del santuario, la roca hubiera tenido entonces tres fases de construcción: dos incas y una pre-inca. Aunque los datos sean escasos, podemos sin embargo hoy en día cuestionar la univoca relación que se le ha dado en la literatura entre las rocas escupidas y el advenimiento del Tawantinsuyu. No se trata aquí de reducir los aspectos extrínsecos de la roca esculpida de Samaipata a una simple sucesión discontinua, sino por el contrario de resaltar la importancia de la planificación extremadamente fina de la que fue objeto y que respetó, de manera parcial, el legado de las culturas anteriores. Por otro lado, como señalábamos anteriormente, existe una jerarquía de los espacios sagrados dentro del templo mismo. Esta organización es, de nuestro punto de vista, la base sobre la cual se articulan las funciones del templo en sí. 4.c Función y contexto religioso Los cronistas de la época de la conquista señalan ante todo el carácter sagrado que, en general, el hombre andino otorgaba a las formaciones naturales excepcionales, a elementos destacables del paisaje o a “ídolos” relacionados con la historia local, reuniéndolos bajo el termino de huacas (Holguín 2007 [1608]; Bertonio 1951 [1612]; Polo de Ondegardo 1916 [1559]: 15, 34; Garcilaso 1982 [1609]: 165; Ziolkoswki 1997; Zuidema 1964; Rowe 1979). Este complejo sagrado reúne no solamente una gran cantidad de elementos materiales, sino también una diversidad de conjuntos simbólicos destacables. Entre éstos resaltan los elementos zoomorfos como la serpiente o el felino que se hallan en numerosas rocas esculpidas de la región

de Cusco, la capital imperial y también en Samaipata. Los elementos estilizados serpentiformes tales como los canales presentes en el Fuerte en el sector 2 y 10 han sido de manera unánime relacionados con funciones rituales de libación de tipo paccha y estudiadas en elementos cerámicos por Carrion Cachot (1955) ya en los años 1950. Las virtudes de la serpiente, en tanto que elemento simbólico activo de circulación de los líquidos o de representación de agentes atmosféricos como el rayo, subrayan el papel esencialmente relacionado con la fertilidad que podía tener en la época inca (Urton 1981; Bouysse-Cassagne et al. 1987: 9395; Earls y Silverblatt 1978; Sherbondy 1982, 1987; Randall 1987, 1993; Zuidema 1977: 320, 1982). Por otro lado el felino, ligado a representaciones del poder en el caso cuzqueño pero con otros aspectos aún poco conocidos, se halla representado no sólo en la cerámica sino también en la metalurgia desde periodos pre-incas (Rowe 1967; Zuidema 1985; Bouysse Cassagne 2005; Pérez Gollan 1986; Benson 1972; Fuji 1994; Saunders 1998; Farrington 2001). Tenía también un papel ligado al mundo subterráneo que resalta en la posible representación del ídolo Punchao evidenciada por Duviols (1976) y relacionada con la circulación del astro solar a lo largo del año (Zuidema y Urton 1976; Urton 1981; Randall 1987). Cabe resaltar que, como ha sido identificado recientemente (Lumbreras y Meyers, comunicación personal 2000), existen en el Fuerte, fuera de los felinos del sector 1 y 10, dos macro-representaciones de estos elementos simbólicos formados por la asociación de diversas estructuras entre sí (ver Fig. 29). Estas dos macro-figuras, directamente relacionadas con el coro de los sacerdotes, podrían sugerir una intencionalidad en la planificación con virtudes cosmogónicas, figurando y ritualizando el entorno directo del hombre andino y su concepción del mundo. Para poder entender este enfoque interpretativo habría que detallar algunos aspectos simbólicos de otras estructuras del Fuerte como son los nichos. Las hornacinas de doble o de una sola jamba se encuentran relacionadas no sólo con la historia dinástica inca sino también con el culto de los ancestros. Las referencias al Tambotocto mítico, lugar de surgimiento de los primeros ancestros míticos del linaje inca, subrayan el papel de comunicación simbólica que tenían8. En el Fuerte, esta relación está materializada a través de los nichos de mediana dimensión situados en el 8 Betanzos 1992 [1557]: 52; Molina 1989 [1575]: 51; Polo de Ondegardo 1916 [1559]; Urton 1989; Bauer 1991, 1992a y 1992b.

sector sur adyacentes al templo de los cinco nichos y en el templo norte de los nichos. Fuera de una función de tipo heráldico, los nichos trapezoidales se hallan en todas las aglomeraciones incas, en algunos casos asociados con dispositivos arquitectónicos que subrayan este papel simbólico de comunicación con el mundo de los ancestros, como es el caso en Maukallacta cerca de Cusco (Bauer 1991, 1992a) e igualmente en el sector 9 del Fuerte de Samaipata. Estos elementos religiosos no sólo subrayan el papel sagrado que tenía el Fuerte en tanto que huaca, sino también su importancia para una reevaluación de algunos aspectos de la religión inca en general. En efecto, cabe interrogarse sobre los motivos que llevaron a los artesanos incas a transformar afloramientos rocosos de tal envergadura. A pesar de que existen pocos elementos de respuesta, las evidencias arqueológicas tienden no sólo a subrayar el papel relevante a nivel regional que tenia el Fuerte antes de la llegada de los incas, sino también su minuciosa planificación que traduce y plasma en la roca elementos cruciales de la religión inca (ver Fig. 29). Lógicamente nos encontramos en el comienzo de un estudio verdaderamente arqueológico de las rocas esculpidas andinas. A pesar de que muchos aspectos quedan aún por resolver, como es el caso de la génesis de este tipo de arquitectura rupestre que sugiere un origen pre-inca (Protzen 1997), nos parece importante recalcar el rol primordial y novedoso de este tipo de santuarios en la esfera inca, no sólo cusqueña sino del imperio en general. El Fuerte de Samaipata, en tanto que santuario mayor, desempeñó ciertamente un papel determinante dentro del avance y la implantación de los grupos incas o de sus aliados en toda esta zona del oriente boliviano (Saignes 1985; Pärssinen y Siiriäinen 2003; Meyers 2002; Marulanda 2006; Platt et al. 2006). La conservación aún de manera parcial, de algunas estructuras como el coro de los sacerdotes o de algunos estanques asimétricos, revela el interés de los mandatarios incas por mostrar no sólo su dominación sobre el santuario mismo, sino también sobre las culturas locales, plasmando en la roca misma su visión del mundo y de sus principales conjuntos simbólicos. El aporte de las culturas regionales a esta planificación es, desgraciadamente, muy escaso como para permitir una verdadera interpretación de la imposición cultural que se llevó a cabo; sin embargo podemos pensar, como lo sugiere la iconografía de la cerámica, que algunos temas, como el felino, hacían parte del lenguaje ritual de las poblaciones que habitaban la región antes de la llegada de los incas. La roca esculpida del fuerte de Samaipata / 41

Fig. 19. Vista general y detalles (desde el este : a y desde el noroeste : b) y reconstrucción parcial del muro inca y de la estructura cortada, situados en el sector 1 de la roca esculpida

42 / Rolando Marulanda

Fig. 20. Plano general del sector 1

Fig. 21. Plano general del sitio arqueológico

La roca esculpida del fuerte de Samaipata / 43

Fig. 22. Plano general del sector 2 de la roca esculpida 44 / Rolando Marulanda

Fig. 23. Vista global y detalles del “Dorso de la serpiente” sector 2 de la roca esculpida

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Fig. 24. Plano general del sector 4

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Fig. 25. Vista global y reconstrucción hipotética del templo norte de los nichos y detalles de los nichos de doble jamba del sector 10

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Fig. 26. Vista global de los sectores 5, 6 y 8, detalles de estructuras triangulares y geométricas, de la escalera monumental del sector 6 y reconstrucción tridimensional parcial de estos sectores

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Fig. 27. Plano del sector 7, vista global y detalles de la reconstrucción tridimensional del “Coro de los Sacerdotes”

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Fig. 28. Vista global y detalles de reconstrucción hipotética del templo del sector 9

Fig. 29. Vista global de la roca esculpida con algunos elementos arquitectónicos reconstruidos, plano de la roca y esquema interpretativo 50

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Albert Meyers Dedico este texto a los trabajadores de todas las campañas en Samaipata por su interés, su entusiasmo y la simpatía que nos regalaron.

Los trabajos arqueológicos en “el fuerte de Samaipata”, 1992-1996 Antecedentes Los trabajos arqueológicos en Samaipata cuyos resultados recopila este libro fueron producto de las gestiones del jefe del Centro de Investigaciones Arqueológicos y Museo de Samaipata, el arqueólogo Omar Claure Callaú, para invitar a una misión arqueológica extranjera a trabajar en este sitio en grave peligro de deteriorio. Con un primer financiamiento por parte de la Sociedad Alemana para la Investigación Científica (Deutsche Forschungsgemeinschaft, DFG) se pudo instalar el Proyecto de Investigaciones Arqueológicas en Samaipata (PIAS) de la Universidad de Bonn y llevar a cabo la primera campaña arqueológica en 1992. En este tiempo, el PIAS estaba integrando un proyecto de investigaciones más amplias llamado “Historia cultural de los Andes orientales de Bolivia”. Vista la complejidad de la temática y por razones de organización, se dividió el proyecto en una parte arqueológica bajo la dirección del autor y una parte etnohistórica con la responsabilidad del mesoamericanista Hanns J. Prem, entonces director del Instituto de las Antiguas Culturas Americanas de esta universidad9. Los trabajos de la primera campaña se concentraron principalmente en la plataforma inmediata al sur de la roca tallada y en un sector residencial en la plaza abajo de ésta (Meyers 1993, Szykulski 1994). Sin embargo, quedó obvio desde el primer momento que, frente a la magnitud del complejo llamado “El Fuerte”, era necesario hacer esfuerzos para obtener una mayor financiación para revelar adecuadamente el carácter del sitio. Así, la DFG se comprometió en financiar también las campañas de 1994 y 1995. El objetivo principal era 9 Un conjunto de documentos sobre la historia de Santa Cruz la Vieja y el oriente de Bolivia, recopilados en el marco de este proyecto, fue publicado en Santa Cruz por su investigadora principal, Catherine Julien (2008). En cierto sentido, la presente publicación es su equivalente en el sentido arqueológico. 52 / Albert Meyers

la elaboración de un plano exacto de la roca tallada en grave estado de conservación así como del complejo adyacente (véase los datos técnicos en el anexo). La otra meta era, naturalmente, aclarar el carácter del sitio, es decir, definir las culturas que estuvieron en relación con él y su secuencia temporal. Casi 20 años después y de una manera muy personal y seguramente inusual en el medio científico, hay que constatar que solamente se cumplió el primer objetivo. Disponemos ahora de un plano exacto y detallado de todas las estructuras que, con el avance de los conocimientos tanto técnicos como de otros rasgos del monumento, se puede seguir completando. La otra meta se ha logrado solamente en parte –y dejo constancia de que asumo plena responsabilidad para ello. Claro que sabemos ahora que “El Fuerte” fue una ciudadela al estilo incaico, con sus palacios, residencias, plaza, templos y otros lugares ceremoniales, en fin un único ejemplo también de arquitectura paisajística. Pero ¿cuál fue su relación con las culturas preexistentes que dejaron su impronta en Samaipata? ¿Qué estilos o qué tipos en concreto nos hablan de la gente que subió primeramente al cerro sagrado? Un análisis intensivo de los “hallazgos pequeños”, es decir principalmente de la cerámica, podría procurarnos una imagen más clara, además de servir como elemento de comparación con los hallazgos de sitios vecinos, sobre todo de las llanuras. Un gran paso en esta dirección fue la tesis doctoral de Rolando Marulanda (París, 2006) sobre el cerro, la cerámica de Samaipata y exploraciones de sitios vecinos. Lamentablemente esta tesis sigue inédita y sin traducción al español. Lo mismo aunque en menor escala pasa con la tesis de magister de A. Poppen (Bonn, 2002) sobre las kanchas incaicas de “El Fuerte”. Otro desideratum y otra falta del proyecto es la ausencia de una coordinación de las miles de medidas de rasgos estratigráficos que se tomaron, por ejemplo de los huecos de construcciones de madera tanto pre-incaicas como coloniales del sector 10. Dada esta

situación, en el texto siguiente, al tocar los hallazgos de cerámica, vamos a apoyarnos principalmente sobre el texto publicado en nuestro segundo informe (Meyers 1998). En la descripción de los contextos, nos concentramos en la plataforma 1, la más importante en cuanto a la relación con la roca tallada. La arqueología tiene mucho que ver con el tiempo, las personas y naturalmente el dinero. En cuanto al primero, hemos tenido que observar después de cada campaña el efecto desastroso de la intemperie sobre la roca y los contextos descubiertos. Entonces había que tomar la decisión espontánea en el campo de emplear recursos humanos y financieros en trabajos de conservación y protección, además de responder a las presiones de afuera para una presentación del monumento al visitante. Estos recursos faltaron, naturalmente, en la fase de laboratorio, además que las obligaciones de enseñanza en la universidad no dejaron espacio y tiempo para un análisis a fondo. De cierto modo, las mencionadas medidas tenían el consentimiento de todos los miembros del PIAS, considerando que así colaborarían en la inscripción de Samaipata en la lista de Patrimonio de la Humanidad como primer sitio arqueológico de Bolivia. Ahora bien, supongo que sabían que la UNESCO no aportaría medios financieros para la protección del monumento –pero por lo menos ha servido simbólicamente ya que Samaipata fue inscrito en la lista roja de monumentos en peligro. Volviendo a los hallazgos pequeños y al tiempo, la cerámica no se deteriorará reposando en los depósitos del Museo Regional de Samaipata, donde teóricamente tendría que estar a disposición de cada estudioso. En cuanto a la documentación dejada por el PIAS y frente a la situación de que con cada co-director del PIAS y director del CIAS la situación archivística ha cambiado, se propone para el futuro establecer un banco de datos virtual con libre acceso a cada estudioso y responder así a las necesidades y los deberes del futuro. A) Descripción somera de la zona arqueológica de “El Fuerte de Samaipata” La zona arqueológica entera cubre aproximadamente 40 ha, atravesada en el centro por un pequeño valle que va de este a oeste. La parte norte forma un collado con una roca saliente esculpida, mientras el lado opuesto está caracterizado por un barranco y el extremo noroeste por una cumbre cuya pendiente está enteramente trabajada con terrazas de forma semicircular muy erosionadas.

Como se pudo averiguar en el curso de los trabajos arqueológicos, no solamente la roca esculpida sino también todo el paisaje fueron remodelados por los moradores en una plaza central y en varias plataformas, donde se excavaron 53 edificios rectangulares de 4 a 68 m. de largo, además de otros elementos de arquitectura como la casa colonial. A todo esto se añaden los restos de por lo menos siete templos de nichos que flanquean la roca esculpida en la plataforma 1 (Fig. 30). La vegetación corresponde a la posición del sitio en el llamado “codo de los Andes”, con elementos de tres grandes regiones: altiplano andino, llanuras amazónicas y Chaco, elementos acentuados según la estación del año. Todo el conjunto puede ser comparado microtopográficamente con una piscina con orientación este-oeste. La cresta de dos montañas constituye el borde de esta piscina; la del norte es una roca que se destaca y tiene esculturas talladas. A su continuación hacia el oeste se levanta otro desfiladero más alto y desde su cumbre se tiene una buena vista panorámica del conjunto. En este punto fue instalado para los turistas un mirador cercado. Incluye restos de muros de dos edificios cuadrados muy erosionados que, por desgracia, no pudieron ser medidos exactamente en el curso de los trabajos de sitio (sector 20, fig. 21). En la cuesta del mirador, la roca está parcialmente libre de la resistente hierba montañosa habitual, de modo que pueden percibirse escalones y otras deformaciones que, por otra parte, no pueden ser definidas como estructuras artificiosas. La piedra arenisca colorada tiene un color rojo más intenso y contrasta claramente con la pátina gris morena hasta rojiza morena de la roca esculpida. Solamente por medio de un análisis más detallado, después de haber puesto al descubierto la superficie de la roca (pero que tendría por consecuencia su erosión inmediata), sería posible sacar a la luz más elementos de esta esculptura rupestre gigantesca. Un asiento muy erosionado esculpido en la piedra y descubierto a unos 100 m. al norte del pie de la cuesta nos hace suponer esto. El “borde de piscina” opuesto no es tan largo. Tiene una cumbre única al suroeste en frente del mirador, a unos 400 m. en línea recta. Al sur está delimitado por un barranco a pique a cuyos pies nace el riachuelo “El Fuerte”. En su parte interior levemente ascendente, está festoneado por unas 9 terrazas semicirculares cuyos bordes están muy desgastados. Los dos bordes de la piscina están marcados por barrancos a pique que hacen de pared vertical de más de 100 m. de alto, al oeste inmediatamente detrás del sector 10 y al este Los trabajos arqueológicos / 53

detrás del sector 7. El barranco del lado este tiene una ligera inclinación de sur a norte. Entre el sector 10 y el borde sur de la piscina nace un riachuelo que corre poco a poco primero en dirección este y que después da vuelta hacia el norte en el barranco que gana en profundidad y así limita el entero conjunto de ambos lados. En el lado opuesto de este barranco, a unos 800 m. en línea recta al este del sector 7, empieza la cadena de montañas que se extiende hacia el sur con tres cumbres escalonadas que progresivamente ganan en altura. Sobre el pico de la cumbre más baja están tres muros circulares concéntricos. Aunque no hayan sido puestos en evidencia hallazgos en el recorrido de superficie, la regularidad de las murallas concéntricas nos recuerda a varias fortificaciones incaicas en otras zonas periféricas del imperio incaico. Toda la zona arqueológica es más vasta de lo que se pudo investigar en el curso de este proyecto. Esta zona comprende también la chinkana (sector 18), un agujero redondo en la roca de 1,30 m. de diámetro al borde oriental de la piscina, de una profundidad actual de 12 m. Sobre el significado de este agujero se especuló mucho en la literatura. Sin tomar en consideración las explicaciones extravagantes, se puede definir este agujero como un pozo que era alimentado por una vena de agua o por un tunel artificial como lo describe el cronista Alcaya (siglo XVII), posibilidad que también Trimborn tomó en consideración (1967: 13941). Sin querer profundizar sobre el particular, queda comprobado que toda el área dispone de un sistema hidráulico complejo de canales y cisternas que pudieron ser localizados en varios puntos. A estos conjuntos que no han sido examinados más detalladamente, pertenece también la red de transportes y carreteras. Únicamente al lado oeste del sector 10 fue descubierto un camino de 1,5 m. de ancho, cavado en la roca, que puede considerarse de acceso al conjunto de época incaica. Al borde oriental de la piscina hay agujeros o pequeñas peñas colgantes que la gente local llama sepulcros en la roca. Pero, ni siquiera subiendo por la montaña para averiguar estas afirmaciones, pudieron encontrarse huesos u otros despojos. La propia zona arqueológica está circundada por dos muros de cerramiento cuyos restos han sido localizados y constan en el plan general. Dentro de los muros hay un conjunto formado de una combinación única de esculturas en la roca, murallas y arquitectura natural. Al lado de la roca esculpida, se pueden nombrar dos grandes plataformas artificiales separadas la una de la otra por un sistema de terrazas. Ambas están 54 / Albert Meyers

situadas en dirección este-oeste. Los varios sectores están claramente alineados en la misma dirección: sector 20 (mirador), la galería de nichos sobre la roca esculpida (sectores 16 y 9) así como los sectores 6 sobre una plataforma oval más baja y 7 a una distancia de 40 m. al este, en una depresión allanada con un apéndice oriental en forma de torre situada en las inmediatas cercanías del barranco. Trimborn (1967) la definió como una especie de ante-fuerte. En efecto, se puede hablar no sólo de contacto visual sino también acústico con el conjunto de muros circulares sobre la cumbre opuesta. La plataforma 1 está situada directamente al sur de las rocas esculpidas; sigue con una anchura de 15-20 m. y se estrecha en su extremidad oriental que rodeaba originalmente en forma semicircular. Ahí se encuentran, de este a oeste, los restos de edificios de los sectores 14, 5, 4, 3 y 15. A 70 m. de distancia y 30 m. más abajo, está la plataforma 2 cuyo lado occidental desemboca en una grande plaza y que prosigue en el ángulo noreste en forma de llanura de sólo 25 m. de ancho que va disminuyendo hacia el sector 7. Al lado occidental de la plaza siguen inmediatamente dos plataformas de edificios de anchura y nivel diferentes (sectores 11b y 13). El desnivel sigue hacia el occidente y termina en el sector 10, una altura urbanizada situada inmediatamente sobre el límite del barranco occidental, desde donde se puede ver hacia el oeste el valle del pueblo actual de Samaipata. B) Levantamiento topográfico En 1992 se hizo un levantamiento de la superficie de toda la plataforma 1 y de los otros sectores donde se han hecho trabajos de limpieza. En la terraza 1 se ha medido una línea base de 200 m. de largo, en dirección exactamente oeste a este. El punto cero para todas las campañas arqueológicas (marcado con un palo fijo) está en el lado oeste, al pie del cerro occidental debajo del cual se encuentra ahora el llamado mirador de los turistas10. Los sectores al norte y al sur de esta línea de base se han subdividido en una red de cuadrículas de 20 por 20 m. Luego, se ha hecho una nivelación entre la terraza 1 y la plataforma central, así como una corre10 Véase el primer plano de levantamiento de la roca y la plataforma adyacente meridional, elaborado con un teodolito tradicional por los geógrafos Walter Erlenbach y Ulrike Lohoff-Erlenbach, asistidos por el técnico de excavación Jürgen Wentscher (Meyers 1993, Fig. 3). El punto cero está a una altura de 1910,03 m. exactamente y coordinado interpolado con una red trigonométrica existente.

lación de esta línea base con la red de mediciones que ya existe para la cumbre de la roca esculpida.

(Ibisch et al. 1996: 6). Después del análisis, fueron despositados en el Herbario Nacional de La Paz.

Para las nuevas campañas en los años 1994 y 1995, y dada la complejidad del sitio y las complicaciones para elaborar un plano exacto de la roca tallada, se tuvo que desarrollar una estrategia especial. Consistió en un procedimiento de tres pasos. El primero fue la medición por vía terrestre tanto de la roca como de los otros yacimientos, empleando un teodolito electro-óptico (“total station” equipado por el sistema electrónico AKAD)11. Durante los tres meses de la campaña I/94, se tomaron un total de 10.000 puntos de medidas tan sólo de la roca tallada (Fig. 9). Paralelalemente se contrató al Servicio Nacional de Aerofotogrametría de las Fuerzas Armadas de Bolivia (La Paz), única institución en ese entonces que disponía de un equipo adecuado para hacer una serie de fotos aéreas a escala 1:5.000 de un área de aproximadamente 600 has. Los sobrevuelos con un avión tipo “Lear Jet” se efectuaron los días 20 y 21 de junio de 1994, dividiéndose el terreno en cuatro fajas con un total de 31 fotos que se recubrían en un 60 % en promedio. En un tercer paso, las fotografías junto con las medidas terrestres fueron procesadas en el Instituto de Fotogrametría de la Universidad de Bonn para elaborar el plano final12. Tanto para el levantamiento terrestre como aéreo fue necesario abrir unas brechas por la vegetación, saliendo desde la roca o la plataforma 1 en forma radial hacia el sur. Todo el terreno fue dividido en cuadrantes de 100 m2 cada uno. Para el reconocimiento de los puntos fijos en las fotos aéreas, se los señalizó en forma de cruz mediante de palos pintados de blanco.

Gran parte de la vegetación es secundaria; sólo en el lado norte donde sopla un viento constante predomina la hierba ichu así como algunos arbustos. En el lado sur, en el fondo del vallecito, predomina una flora subtropical (naranjas, limoneros, guisantes, yuca, maíz), pero tanto esta parte como la inmediatamente adyacente a la roca sirvieron para la agricultura como se puede ver en las antiguas fotos. Esto se debe tener en mente en cuanto al posible estado de conservación de los contextos arqueológicos, además de las continuas actividades de asentamientos y de saqueos del sitio por parte de la gente.

C) La documentación botánica y zoológica Como ya mencionamos, la vegetación en la zona debajo de la roca tallada evidencia una mezcla de plantas y fauna de varias zonas ecológicas “de un clima tropical de altura y semihúmedo” (Ibisch et al. 1996: 3). En 1992 se contó con la colaboración de un equipo de botánicos que realizó un survey, tomando alrededor de 1.300 especímenes que fueron secados, registrados y cartografiados. Entre ellos se han registrado por lo menos “367 especies de plantas vasculares, pertenecientes a 102 familias y por lo menos 234 géneros” 11 Los trabajos fueron ejecutados por el técnico y experto Peter Pahlen y el arqueólogo Cornelius Ulbert. 12 En un cuarto paso estos datos fueron utilizado por el arqueólogo Rolando Marulanda para elaborar unas versiones 3D (Marulanda 2006).

Para la fauna citamos a los expertos: “si bien se trata de una vegetación secundaria, la diversidad faunística es considerable ya que se pudieron observar mamíferos tales como “mono Martín” (Cebus apella) o ciervos (Mazama americana y posiblemente Odocoileus virginianus). La fauna potencial seguramente también integra al puma, al jaguar y al oso andino, que son conocidos en las zonas adyacentes. Investigaciones en la herpetofauna (Köhler et al. 1995, Dirksen et al. 1995) demostraron su diversidad y carácter particular. Se encontraron especies hasta ahora no registradas en Bolivia y por lo menos una nueva especie para la ciencia: la rana Eleutherodactylus samaipatae (Köhler y Jungfer 1995). Es muy probable la co-existencia de 7 especies de serpientes; entre éstas se tienen dos muy venenosas del género Bothrops. Una de estas, Bothrops jonathanii fue descrita como nueva para la ciencia recién en el año 1994 (zona interandina de Cochabamba; Harvey 1994)” (Ibisch et al. 1996: 5). Éstas son las famosas cascabeles que también encontramos durante las excavaciones, y cuyo diseño dorsal se encuentra reproducido en la roca tallada. D) Los contextos arqueológicos y los sectores de excavación 1. La plataforma 1 (Fig. 32) Fuera de la roca tallada que, sin duda, es el contexto más interesante y enigmático de todo el complejo, la llamada plataforma 1 al sur de ésta merece ser vista aun sin considerar los resultados de las excavaciones, porque al menos en la época incaica, formó una unidad con la roca. Los nichos tallados en su flanco sur tienen que ser vistos en relación con esta planicie artificialmente aplanada y provista de un muro Los trabajos arqueológicos / 55

de consolidación hacia las terrazas adyacentes y de restos de contrucciones interpretados como templos (cerrados y/o abiertos). Hay que tener en mente que en el lado norte sopla un viento constante, mientras que este lado es abrigado y un sitio ideal para construir un contexto ceremonial paisajístico, sobre todo en conjunto con el vallecito de abajo donde está la gran plaza igualmente aplanada artificialmente. Se presenta aquí la descripción del estado antes de la “preparación turística” actual. La plataforma 1 está compuesta por un conjunto de cuatro complejos de estructuras que describimos aquí someramente. En el complejo A, inmediatamente opuesto a la zona más baja de la roca esculpida, se detecta un grupo de tres o cuatro estructuras rectangulares aparentemente provenientes de unas casas en cuyos interiores existen unas cavidades muy hondas, debidas probablemente a las actividades de los buscadores de tesoros. El complejo B está dividido por un muro transversal superficialmente visible del cual resultan dos plataformas también con estructuras rectangulares. El complejo C, aproximadamente entre los puntos de 60 m. y 106 m. de la línea de base, se compone de dos plataformas y una terraza adyacente que también flanquea a los complejos B y A, pero por la vegetación existente no es visible. La plataforma 1 de este complejo está dividida en dos estructuras rectangulares separadas por un muro que está trabajado en la roca y luego se prolonga en forma de hileras de piedras. De igual manera, de esta misma roca se desprenden en forma angulosa unos muros esculpidos que han sido interpretados como “sacristías” o como baños. Parece que han formado parte de unos edificios que se apoyaban en el lado norte de la roca, mientras los fundamentos de los muros de las tres alas restantes están todavía claramente visibles. Además de los mencionados cuartos angulosos que salen de la roca, en la misma pared está trabajado un conjunto de 21 nichos esculpidos. Los nichos 1 al 7 pertenecen al edificio A, y los nichos 8 al 21 al edificio B, con una longitud de 32 m. El complejo D corre desde 112 hasta 160 m. en la línea de base. Está compuesto por una plataforma en la mitad occidental con algunas estructuras rectangulares apegadas al muro transversal que la separa del complejo C. Se encuentra a casi 1,50 m. abajo de este complejo. En la parte oriental se destacan muy claramente dos líneas paralelas de terraplenes en forma de U con la parte abierta mirando hacia la roca. En el lado 56 / Albert Meyers

opuesto, saliendo del terraplén exterior se observa tres prolongaciones de terraplenes que terminan en la fosa entre la estructura en U y el muro de contención de la terraza. El complejo siguiente hacia el oriente ya no se toma en consideración porque no se limpió completamente. Sin embargo, se pudo detectar en una cadena de tres plataformas algunas estructuras rectangulares aparentemente provenientes de casas antiguas ahora excavadas y conservadas. Como se ve en el plano general se han delimitado varios sectores arqueológicos de oeste a este. Los trabajos en los sectores 3, 4 y 5 se describen a continuación. El grupo de casas rectangulares agrupadas alrededor de un patio amurralado, formando así una kancha, típica para la arquitectura incaica, forma el sector 14, no excavado. Otro sector no excavado es el S 15, es decir un conjunto de edificios apegados a la pendiente de terrazas al final de la plataforma 1. Ya hemos mencionado el sector 20, cerca el mirador en la colina opuesta de la roca tallada, donde se han registrado y dibujado en el plan otras dos casas rectangulares. Por sus formas y su posición topográfica se puede sugerir que se trataba de casas incaicas que seguramente tuvieron una función de vigilancia de todo el complejo. 2. Excavaciones en el sur de la roca tallada: La casa española, los edificios incaicos, restos de culturas pre-incaicas (Fig. 31) Volviendo al complejo D de la plataforma 1, nos concentramos en la estructura en forma de U (sector 3) que fue una de las grandes sorpresas de la primera campaña arqueológica. Los trabajos en la plataforma 1 se concentraron en esclarecer la situación alrededor de la estructura en doble U en el complejo D empezando con un plano de nivelación de la superficie antes de excavar (Fig. 33). Se trazó una trinchera de 2 m. de ancho y casi 30 de largo que sale del pie de la roca, cruza la estructura más o menos por la mitad, entre 141 y 143 m. de la línea de base, y va hasta la terraza 2 cruzando dos muros de concentración de la terraza 1. El sector 3 comprende a la estructura en doble U y el sector 4 al conjunto de muros al sur. Otro motivo para hacer esta trinchera fue tener una visión global de la composición de la terraza 1. De este manera, a continuación se describe el perfil Este de esta trinchera como perfil de guía para todos los otros trabajos de excavación de este complejo (Fig. 34). Las indicaciones direccionales se

orientan a la línea de base que cruza el complejo de oeste a este. Trinchera 1 En el sector 3, la trinchera se dividió en cuatro partes. La parte A comprende el espacio entre la roca y el terraplén interior; la parte B el terraplén; la parte C el espacio entre los dos terraplenes; y la parte D el terraplén exterior. En la parte A se llegó rápidamente (a 30 cm. bajo la superficie) a la roca que tenía una acanalamiento de 90 cm. de ancho y 30 cm. de profundidad en línea de oeste a este, con una ligera inclinación hacia esta dirección. Se trataba obviamente de un desagüe para proteger la estructura en U. La roca bajó en el punto 10,5 m. N y, a partir de 9 m. N, ya no se registró más en nuestro perfil. También en el término sur en la terraza 2 no se logró descubrir más. En el lado sur de la parte A, o sea, cerca del terraplén interior, bajo el humus se destapó una capa delgada de arena lodosa de color marrón y se llegó a otra capa delgada arenosa compacta y compuesta por granitos empapados de arena rojiza. Aquí se trata aparentemente de un horizonte habitacional o sea de la cancha interior del edificio. En cuatro lugares de esta capa se encontraron tiestos de cerámica. La siguiente capa de 40 cm. de ancho de arena humosa de color marrón claro ya no contenía artefactos de ceramica. Sin embargo, al lado oeste de la trinchera, se descubrió un conjunto de piedras en el punto 3,5 m. N, que formaba el comienzo de un canal de piedras que corría en dirección N-S. Tiene 15 cm. de profundidad y 10 cm. de ancho, siendo compuesto por piedras más o menos ajustadas en forma de U con unas lajas tapaderas. Debajo de este estrato se encontró una serie de capas de arena lodosa sin hallazgos, que provienen de una modificación de la superficie original del declive sin que se pueda especificar más. En la parte B aparecieron después del destape del humus los restos de un muro de tapiales o adobes en forma de unos bloques colorados amarillos, marrones o grises sin contornos claros. Llegando más abajo, los bloques tomaban formas más rectangulares y las paredes estaban cubiertas por una capa de arcilla cocida de color rojo. Aproximadamente a 1,2 m. debajo de la cima del terraplén, a una altura absoluta de 1897,5 m., asomaba la superficie del muro de cimiento compues-

to por tres capas de piedras grises arenosas puestos en un “lecho” de arena rojiza. En la Trinchera 1C se detecta otra vez la capa delgada caracterizada por los granos de arena rojiza debajo de los estratos de relleno y los que provienen del deterioro del muro de adobe bajo el terraplén interior. Se trata del piso del cuarto entre los dos muros de los terraplenes, que está ligeramente inclinado hacia el sur. Debajo de esta capa parcialmente disturbada en la parte céntrica por una depresión, existe una capa arenosa clara de 30 cm. de espesor, igualmente dotada de granos de arena rojiza, pero no tan empapada y en densidad menor, que puede ser interpretada claramente como el estrato de relleno que sirvió antes de construir el piso del edificio. El estrato siguiente tiene más de 60 cm. de profundidad; es más oscuro y más lodoso, aunque también tiene algunos granos de arena rojiza. En su parte superior, a una altura de 1896,82 msnm, a cerca de 1,5 m. y unos 70 cm. en frente del perfil este, asomó una coloración oscura de la arena que resulto ser la huella de un hueco de poste de 20 cm. de diámetro y 25 cm. de profundidad, con una base casi recta. El relleno del hueco contenía ceniza y carbón en granitos de los cuales se tomaron muestras para su análisis en el laboratorio. Este estrato, al igual que el de encima no reveló hallazgos de artefactos, sino sólo el hueco de poste. No se pudo bajar más por el peligro de afectar la estabilidad del muro bajo el segundo terraplén. Sin embargo, en la esquina del norte del pozo, a una altura absoluta de 1896,44 m., se cortaba una capa de tierra negra lodosa hasta humosa muy húmeda, en dirección oblícua hacia el sur. Se trataría de la antigua superficie del cerro o del resto de una pequeña laguna secada. La parte D, al igual que 1B, está caracterizada por el muro de adobes de 1 m. de ancho por 80 cm. de alto, el cual asomaba inmediatamente debajo del humus. También reposa sobre un cimiento de muro con tres capas de piedras puestas en tierra arenosa rojiza clara. La altura absoluta de la superficie del muro de piedras es de 1897,25 m., o sea sólo poco inferior al muro correspondiente al Norte. En la esquina al oeste del muro, por la segunda capa de piedras pasa el canal que hemos descrito para la parte 1A. Éste pasa por debajo del fundamento del muro 1B y lo destapamos en el lado opuesto del perfil este en la parte 1C, siempre debajo de la capa delgada identificada como el piso habitacional (véase plano, fig. 34). Los trabajos arqueológicos / 57

En el Sector 4 (descrito más abajo), la trinchera pasa por un trozo de 5 m. de largo hasta un nuevo muro de contención cuya cúspide se nota todavía en la superficie. En la depresión, en el centro de esta parte llamada 1E, se notaron debajo de la capa gorda de humus algunas piedras sueltas, probablemente también procedentes de este muro. Hacia el lado norte se notan los estratos causados por la caída del muro de adobe; en el centro se unen con una faja relativamente homogénea de arena lodosa marrón-clara de unos 20 cm. de ancho, cubriendo un estrato ancho más oscuro de lodo arenoso. Este estrato colinda al norte con una capa más arenosa, de color marrón-rojizo y granitos de arena rojiza que podría corresponder con el estrato en la parte 1B en el cual se encontró el hueco de poste. Al otro lado, el estrato ancho está cortado de manera vertical cóncava por una capa de arena rojiza con granitos rojos empapados, que es la típica tierra de relleno de muros y pisos también en el otro sector. Pertenece al muro de 1F que se describe más abajo. En el rincón meridional, esta arena roja corta una capa delgada oscura humosa que corre desde ahí, o sea desde un nivel absoluto de 1895,60 m. hacia arriba, terminando en el centro de 1E a 1896,30 m. en el punto donde está cortado o superpuesto por el estrato ancho del lado norte. Se trata aquí de la anterior superficie del cerro inclinada hacia el sur y cortada en sus extremos. Por la distorsión visible en los estratos debajo del punto más bajo de la depresión, la correlación de las fases de construcción del muro del edificio y del muro de contensión no se puede aclarar con seguridad. Debajo de la capa humosa delgada, en un afán por examinar más la composición estratigráfica del declive, se destapó en un sector de excavación más reducido una capa gorda de tierra oscura húmeda con insersiones de arena parda lodosa, hasta llegar a 1895 m. de altura y 2,20 m. bajo la superficie, a otra tierra negra humosa húmeda que probablemente es originaria de otra superficie del cerro anterior ya identificada antes. Por razones de seguridad no se pudo bajar más el nivel del pozo. El muro de la trinchera 1F consiste en piedras regularmente labradas en el exterior y de colores diferentes (gris, verde, amarillo) de 60 cm. de ancho. En el espacio entre este muro y el siguiente muro de la terraza, que también pertenece a la parte 1F, aparece, debajo del humus y de un estrato humoso con granos de arena rojiza, una capa de 60 a 70 cm. de ancho de arena rojiza que es el relleno entre estos dos muros y 58 / Albert Meyers

corresponde al estrato de arena rojiza descrita en la parte E al otro lado del muro. Separada por una capa finísima oscura, asoma otra de arena de color rojizo un poco más oscura a la cual se siguió todavía hasta un ancho de 1,20 m. o sea, hasta la altura absoluta de 1894,60 m. aproximadamente, cuando, por razones de seguridad, hubo que parar. Todavía no se llegó al fundamento del muro que al menos tendría una altura de 3 m. La ligera interrupción de las capas areniscas que también se observa al otro lado del muro sugiere su construcción o uso en dos fases. La parte 1G comprende el muro exterior de la terraza de 90 hasta 100 cm. de ancho y la pequeña extensión de la trinchera 2 m. abajo en la terraza 2. Se trata realmente del muro de contención de la terraza pues, al limpiar su lado sur, asomaron dos escalas más de muros añadidos, ambas de 30 cm. de ancho approximadamente. La primera empieza a 90 cm. debajo de la cima del muro y la otra 30 cm. más abajo. En el extremo sur de la trinchera (hasta 15 m. S), se excavó solamente hasta 30 cm. debajo del fundamento del muro exterior de la terraza. Se registró un estrato de tierra arenosa lodosa de color marrón sin otros hallazgos. No se excavó más por razones de conservación del sitio. A 20 m. aproximadamente debajo de la cima del muro de la terraza, a una altura de 141,20 y 1,20 m. S referente a la línea de base y a una altura absoluta de 1825,80 m., aparece la base del canal ya mencionado, que podíamos observar y detectar en todas las partes de la trinchera. Su perfil sobresale unos 15 c., de manera que el agua no baja inmediatamente en la pared del muro. La inclinación de este canal, a lo largo de sus 15 m., es de 1,60 m. Sector occidental de la casa colonial Por la evidencia del encuentro de los dos muros bajo los terraplenes en la Trinchera 1, parecía muy probable que también los otros terraplenes de la estructura en U cubrían paredes similares. Para averiguarlo, se diseñaron tres trincheras largas que tenían que cruzar esta estructura, dos en dirección oeste (trincheras 2 y 3) y una en dirección este (trinchera 4). Además, se abrieron unos cortes destinados a destapar una superficie más ancha. Por razones de tiempo, se trabajó sólo la parte occidental de la estructura, dejando la otra mitad para futuras campañas.

Empezamos con el corte 1, que va desde 6 hasta 14,50 m. N, 4 m. hacia el oeste, dejando 1 m. de testigo entre éste y la trinchera 1. En la parte del norte, muy poco por debajo del pie del cerro esculpido, se descubrió ya la misma roca que, luego de una capa de arena marrón rojiza, bajaba hacia el sur a 60 cm. de profundidad, siendo modificada su superficie por una profundidad a manera de canal que en el perfil oeste asomaba entre 13,50 m. y 12,60 m. Norte, y en el perfil este entre 13,60 m. y 12,70 m. Norte. Se trata del mismo canal ya registrado en la trinchera 1, que aquí tiene a una distancia de 13,50 m. un desnivel de 12 cm. de oeste a este. En el perfil oeste más al sur, entre 10,20 m. y 6 m. Norte, asomaba un muro de piedras poco labradas. Este muro está compuesto por dos hileras de piedras que, entre 8,40 m. y 8 m. Norte, se ampliaron a 7 hileras de piedras. El muro estaba ya distorsionado por una intrusión tardía de forma circular de un diámetro de 2 m. más o menos. Trinchera 2 Esta trinchera sale del lado occidental del muro encontrado en el corte 1 entre 6 y 8 m. Norte, a unos 16 m. paralelamente a la línea de base. Después de 5 m., esta trinchera corta el muro occidental de la estructura en U que tiene un espesor de 1 m. Después de 9 m. trás del terraplén occidental, debajo del humus, asomaba una planicie empedrada de piedras pequeñas redondas de una extensión de 1 m. al norte y un 1,50 m. al sur. No queda claro si se trata de los restos de un camino o de una mera acumulación de piedras boleadoras utilizadas para fines bélicos. En la parte más occidental, debajo del humus, asomaron varias capas de arena sin evidencia de artefactos humanos. En el curso de la excavación de la trinchera 2, los dos muros fueron destapados completamente. El del oeste estaba conservado en algunas partes hasta 80 cm. de altura, y el del este parcialmente destruido hasta debajo del fundamento. En el perfil del norte asomaba, debajo del humus y de una capa de barro arenoso marrón oscuro de 40 hasta 60 cm. de grosor, una capa de barro arenoso de color marrón claro y compuesta de pedazos de arcilla cocida o barro quemado. Se trata de los restos de un horno de barro destruido, cuyo plano en forma de herradura se detecta todavía en la esquina occidental del corte (véase plano fig. 34). Los márgenes de esta “herradura” están ahumados negros, mientras la parte

interior es quemada rojiza y parcialmente cavada. El ancho es de 60 cm. y el largo de 1 m. En la dirección noroeste se detectaron dos o tres más coloraciones de esta especie y de esta forma muy claramente reconocibles. Se trata de restos de hornos del tipo todavía usado por la gente de la región. Estos hornos tienen una altura de más o menos medio metro, reduciéndose la forma de herradura hacia arriba a un pequeño hueco encima del cual se puede poner el pote. Estos hornos se encontraron en una capa gruesa de barro cocido de color rojizo que es el suelo del edificio. Este suelo está en la mitad de la trinchera, a la altura de 7 m. Norte con un escalón de 20 cm. hacia abajo. En una extensión de la trinchera hacia el norte, se encontraban debajo del humus y de una capa de desmoronamiento otros pedazos de barro aladrillado o quemado proveniente con seguridad de los mencionados hornos. El corte 4 se hizo para examinar el lado septentrional del ala occidental del edificio y comprendió la parte entre los metros 130 y 137 de la línea de base. Entre 9 m. y 9,80 m. Norte, inmediatamente debajo de la capa arenosa humosa de la superficie, ya se encontraban los restos del muro de adobe de la pared septentrional. El fundamento se conservaba todavía con dos hileras de piedras, cuyo lado sur, o sea la pared interior del edificio, estaba cubierto todavía parcialmente por una capa de barro cocido rojizo de un grosor de 2 a 4 cm., sobre todo entre los metros 131 y 134 de la línea de base. En la base de la pared, desde el enlucido se unía con el suelo sin interrumpción en un ángulo recto cambiando de color a un negro ahumado que debe haber provenido de los hornos. Al otro lado del muro se observó que las hileras de las piedras estaban colocadas en un lecho de arena rojiza dentro de una profundidad en la misma roca. Esta roca, a unos 30 cm. debajo del humus, sube suavemente hacia el norte hasta el pie del cerro esculpido. Luego se interrumpe por una profundidad que sale del perfil occidental del corte 4 a la altura de 13,40 m. y 13,66 m. Norte y hace un ángulo recto en la mitad para luego desaparecer en el perfil del este entre 12,80 m. y 13,30 m. Norte. Se trata del canal ya mencionado en el corte 1 y la trinchera 1. En un corte más al oeste a la misma altura (corte 5) se lo encontró otra vez, midiendo ahí 25 cm. en la superficie y 15 cm. en profundidad. Obviamente se trataba de un canal de desagüe para proteger las estructuras de esta terraza. Los trabajos arqueológicos / 59

Al excavar el plano entre la trinchera 2 y la trinchera 3, que corre paralelamente a ésta y la línea de base entre 0 y 2 m. Sur, se planeaba examinar más el suelo de este ala occidental del edificio en forma de U (corte 2 y 3). La capa de barro cocido, tan grueso y duro de color rojizo, solamente se había conservado alrededor de la pared occidental hasta 1 o 2 m. de distancia corriendo de norte a sur. El resto fue destruido por una intrusión más reciente a manera de un pozo muy ancho y redondo como se ha encontrado ya en la parte sur del corte 1. No se hizo ningún hallazgo ahí y, por razones de protección contra las lluvias, no se excavó más. En el lado occidental encima del suelo quemado, entre 5 m. y 3 m. Norte, se encontraron otra vez huellas de dos hornos. La parte interior de 1 m. de largo y 15-20 cm. de ancho está quemada más fuertemente y de color más rojo que el suelo alrededor. Los bordes están ahumados y negros y sus alrededores hasta 10 o 15 cm. colorados gris y lila por la intensidad del fuego, pero más blando que en la parte interior. En contraste con los tres hornos de la parte norte del edificio, no se hallaron restos de construcción. La apertura del horno septentrional está en dirección hacia el nor-noreste y la del meridional hacia el sur-sureste. Distribuidos en toda la parte occidental del corte, se encontraron pedazos de barro quemado y también en la parte inferior de la pared todavía in situ como se podía observar en la pared norte. En el muro oriental del corte 3 también se han conservado grandes pedazos del enlucido en forma de barro cocido, algunos puestos frente a los otros en posición vertical de manera que los pedazos del enlucido de la parte superior del muro se hallan caídos por las lluvias y puestos en posición vertical frente al enlucido de la parte inferior de la pared. Trinchera 3 En la trinchera 3 se extendió el perfil norte a unos 65 cm. más al norte entre 136 y 140 m. de la línea de base. En la parte oriental se encontró la esquina suroccidental del edificio donde las dos o tres hileras de piedras de fundamento usuales estaban reforzadas hasta la altura de 1,40 m. y con largura de los ángulos de 1,45 m. También aquí se ha conservado parcialmente el enlucido de barro cocido de un grosor de 2 a 3 cm. Calculando la cantidad de piedras caídas y encontradas en las capas del desmoronamiento, se puede estimar una altura del muro de al menos 1,80 m. 60 / Albert Meyers

El suelo en esta parte está a una altura absoluta de 1897,54 m. Hacia el muro occidental de este edificio, sube unos 10 cm. Este muro tiene 90 cm. de ancho y está compuesto por tres hileras de piedras que, al igual que en los otros casos, forman el fundamento del muro de adobe. A unos 20 cm. al frente del muro, se encontró un plato de barro cocido de 3 cm. de grosor, 1,5 m. de largo y 0,80 m. de ancho, echado encima del nivel de ocupación en dirección oeste-este. Su significado no queda claro. Podría tener una relación con la esquina suroeste del edificio, en la cual los dos muros se quedan con una tapa de barro cocido hasta una altura de 30 cm. a manera de chimenea, o bien provenir de otro de los hornos de la misma forma que los cinco ya mencionados. La trinchera 3 se prolongó unos 6 m. más allá del muro occidental donde, debajo de una capa de humus ahí muy delgada, se encontraron un estrato delgado de arena color marrón claro conteniendo pedazos pequeños de arenisca rojiza, y otro estrato arenoso humoso de color marrón oscuro, sin hallar artefactos. En una pequeña extensión de la trinchera 3 hacia el sur en la altura de la esquina suroccidental del edificio, se registró un pedazo de muro que se extendía desde esta esquina hacia el sur a manera de soporte. También podría tratarse del resto de una construcción anterior, algo que no se logró esclarecer en esta campaña. Sector oriental de la casa colonial La parte oriental del edificio no se pudo excavar en la misma extensión que la parte occidental por razones de tiempo. A la altura de la trinchera 2, dejando un testigo de 1 m. a la trinchera 1, se abrió un corte de 15 m. de largo (trinchera 4). Después de 6 m., entre 150,40 y 151,20 m. de la línea de base, cortaba el muro occidental y entre 156,10 y 156,90 m. de la línea de base cortaba el muro oriental del ala oriental del edificio. Al oeste del muro occidental, o sea, en el patio del edificio, se encontraba bajo una capa de humus de 40 cm. de grosor un estrato de tierra húmeda barrosa de color marrón negro, que parece ser la misma que la de la intrusión en la trinchera 1 y en los cortes 1 y 2. Aproximadamente a partir de 1,50 m., frente al muro occidental, empieza el levantamiento del primer terraplén, y a la altura de este muro la capa de humus aumenta hasta llegar a un grosor de 50 cm. Debajo del humus se encuentra una capa de 20 cm. de arena barrosa de color marrón amarillente, así como algunas coloraciones de barro arenoso de distintos colores.

Se trata aparentemente de los estratos de desmoronamiento del muro de adobe colindante. La capa arenosa marrón, de unos 10 a 15 cm. de grosor, contiene algunas partículas de arena rojiza y se interpreta como el horizonte de ocupación del patio interior del edificio. Corre a una altura de 1897,70 m. aproximadamente. La capa inferior de barro marrón arenoso de un grosor de 40 a 60 cm. conformaba el último estrato encima de la roca. El muro occidental del ala este del edificio ya se dejó ver a unos 60 cm. debajo de la superficie del terraplén, en forma de seis coloraciones rectangulares de 80 cm. con 30 cm. cuyos colores alternaban entre un amarillo ocre y un marrón gris. Los lados exteriores de los muros de adobe estaban bordeados por dos capas de arena roja quemada de un grosor de hasta 10 cm., sin que hayan formado un enlucido como el que caracteriza los muros del ala occidental. Los bordes exteriores de estas capas eran algo ahumados de color oscuro. Después de 80 cm. más o menos, asomó la primera de las tres hileras de piedras del muro de fundamento, mientras el muro oriental apareció ya a 5 cm. debajo de la superficie del terraplén; se había conservado con seis hileras de piedras puestas en un lecho delgado de arena rojiza, utilizando la profundidad de la misma roca. Se trata aquí de la esquina nororiental del edificio, reforzada de la misma manera que la que observamos en la esquina suroccidental del patio interior. Más al sur de esta esquina se observaron todavía unas cinco a seis hileras de adobes sólo rudimentariamente conservados, los cuales reposaban en las tres hileras de piedra usuales del muro de fundamento.

el este y crece hasta el muro occidental, hasta llegar a un grosor de 30 cm., y que está encima de una capa de arena marrón rojiza que, al igual que en los otros contextos en esta parte norte de la terraza, está superpuesta a la misma roca. En la parte occidental, a unos 30 cm. del muro, en la misma capa negrusca y a unos 20 cm. debajo del supuesto horizonte ocupacional del edificio, se encontró una coloración negrusca de 10 cm. de diámetro que se prolongaba en forma de botella y con los contornos claramente distinguibles de la capa de arena rojiza hasta una profundidad de 30 cm. El perfil punteagudo de base está cavado en unos 5 cm. en la roca debajo del estrato de arena rojiza. Se trata de un hueco de poste en conexión con el estrato oscuro proveniente de una fase de construcción anterior a la erección del edificio de dos alas. Al este del muro oriental se registró solamente el desmoronamiento del muro de adobe mezclado con pedazitos de carbón, superpuesto a la arena rojiza conocida como capa de relleno encima de la roca madre. Desde 157,10 m. hasta el final de la trinchera, en la parte sur, corre otro muro de piedras de 70 cm. de ancho fuera del contexto de la construcción en forma de U. Por razones de tiempo no se pudo examinarlo en esta campaña.

El perfil del norte entre los dos muros ofreció un contexto interesante. Debajo de varios estratos humosos, tanto en la parte occidental como en la oriental, asomaron las capas de desmoronamiento de los adobes formadas por bloques de barro arenosos de diferentes colores desde gris hasta marrón rojizo. Aproximadamente a la altura superior de los muros de fundamentos, se observó un estrato rojo claro de 3 a 5 cm. de grosor, superpuesto por otro estrato delgado de color negro engordando un poco hacia la mitad. En el oeste, este estrato claro se colorea un poco hacia lo anaranjado y en la mitad está mezclado con pedazitos arenosos rojizos. Se trata del nivel de ocupación del ala oriental del edificio, que está ubicado a una altura absoluta de 1898 m.

Por el contrario, se tenía que ampliar la trinchera 4 hacia el norte para examinar los términos del ala oriental del edificio (corte 6), dejando un testigo de 1 m. de ancho. El muro lateral norte de este ala apareció ya a unos 20 cm. debajo de la superficie de humus barroso, en forma de coloraciones rectangulares desde amarillo hasta negro, conocidas ya en los otros muros de adobes. Veinte cm. más abajo asomó la superficie del fundamento de piedras del muro de un grosor de 80 a 90 cm.; como en los otros casos, está compuesto de tres hileras de piedras de color rojo, amarillo y gris, ubicadas como para dejar una pared más o menos lisa. El muro reposaba como en el otro caso en esta parte del norte, en un pequeño lecho de arena y en una profundidad en la misma roca. Sobre todo en la esquina oriental del corte, hubo que cavar la roca hasta unos 50 cm. de profundidad para llegar al fundamento del muro. En la esquina se descubrió un canal de 50 cm. de ancho y 40 cm. de profundidad, que servía para el desagüe de este edificio. Aparentemente se trata del tramo oriental del canal ya encontrado en el curso de la excavación del ala occidental del edificio.

Debajo de este contexto corre una capa barrosa marrón hasta negrusca, algo húmeda, que empieza en

Aproximadamente a la mitad del corte 6, a 153,20 m. y 144 m. de la línea de base, a una distancia de 10 Los trabajos arqueológicos / 61

cm. del muro septentrional, sale un muro compuesto por cuatro hileras de piedras en forma de lajas puestas a la altura del muro de adobe en una arena marrón negrusca, y corriendo en dirección del norte. No tiene ninguna relación constructiva con el edificio y parece ser el resto de una construcción moderna. Concluyendo, en cuanto a las fases de construcciones, se puede argumentar que se cuenta para este sector con tres o cuatro fases de construcción, siendo la primera el muro mencionado de una construcción moderna. La segunda fase está compuesta por el edificio grande en forma de U, con patio interior y canal de desagüe. La tercera y/o cuarta la conforman los muros encontrados a los lados exteriores del edificio tanto en la esquina no-oriental como en la esquina suroccidental de este edificio, así como la evidencia de un poste puesto claramente debajo del horizonte de ocupación de este edificio. Los trabajos de la siguiente campaña tuvieron como objetivo el de excavar completamente el ala oriental de esta casa colonial y prepararlo para la consiguiente consolidación13. En suma se alcanzó un resultado comparable al de las excavaciones del ala occidental anterior. Por supuesto, el suelo interno pudo ser constatado unicamente en el ángulo sureste como capa de barro rojo oscuro muy comprimido. Lo demás estaba completamente destruido, como también la zona sur del ala occidental, o había desaparecido. Se alternaban capas de barro parduzco con capas de arena marrón rojizo y capas oscuras de humus, y todas las capas estaban mezcladas con piedras de muros derribados. Bajo del pasillo apareció un estrato de tierra gris marrón que cubría casi toda la zona interior de un espesor de 60 cm. en los sitios más profundos y llegaba hasta la arena marrón negra del nivel de construcción de los cimientos. A ésta se añadió la capa estéril de barro pardo que se había depositado sobre la roca. Como en las otras partes de la casa, los muros están hechos de adobe colocado sobre 3 o 4 capas de piedra de los muros de los cimientos. Los adobes alineados parallelamente medían en término medio 80x20 cm., de manera que cubrían todo lo ancho del muro. El color variaba entre gris ocre y gris verde con inclusiones de color diferente. En los lados exteriores se ha mantenido un enfoscado de barro duro rojo ladrillo de aproximadamente 3 cm. Los espacios in13 Se abrieron los cortes 9 y 10 (no registrados en el plano de la fig. 34) que dejaron relevar el tamaño exacto del edificio. 62 / Albert Meyers

termedios llegan hasta 3 cm. y están enladrillados, lo que hace suponer que se trata de barro argamasado que ha cambiado color a causa del fuego, y que de todas maneras sobresale sobre el adobe en color y consistencia. El análisis de las muestras tomadas darán aclaraciones definitivas. Los cimientos consisten de piedras de campo medianas de tipos y color diferentes y picadas groseramente. Se encuentran piedras areniscas grises, color naranja, amarillentas, rojizas y hasta pizarra. Están puestas en dos o al máximo tres rayas juntas, cuyos huecos han sido llenados de piedras más pequeñas o a pedacitos en el barro argamasado. Se puede deducir con seguridad que las piedras fueron tomadas de la muralla incaica y utilizadas por segunda vez. Como en el ala occidental, los cimientos de piedra en los ángulos suben hasta donde empieza el adobe. Se pudo identificar, más claramente que en el ala occidental, dos entradas en la esquina de la kancha, una del muro interior y otra del muro exterior (Fig. 35). No se pudo encontrar restos de espacios de puertas, tabiques u otros elementos de construcción. Un escalón de piedra en el interior del ángulo sudeste alude a una escalera que se utilizaba para acceder al supuesto segundo piso. Un análisis detallado nos dará más indicaciones. En la parte externa se encontró una acera delimitada hacia afuera por una hilera de piedras, cuyos huecos estaban rellenados con arena rojiza. Podemos imaginar la continuación de esta acera, que ya no es reconocible, como un sendero de viguetas de madera o de adoquinado. La existencia de huecos de poste en el lado externo de la acera, donde entran viguetas de sostenimiento de un espesor de 6 a 8 cm., es indicio de un techo sobresaliente al estilo árabe-andaluz, como aún hoy se puede observar en edificios coloniales. La construcción termina con la prolongación del canal ya descubierto en 1992, que llevaba e agua de lluvia y la que caía de los tejados hacia el sur, a lo lo largo de las casas. Este canal tiene entre 80 cm. y 1 m. de ancho al lado norte del ala y va estrechándose hasta 20 cm. al lado este. Los indicios de una construcción anterior, puestos en evidencia con las excavaciones de 1992, fueron confirmados con el descubrimiento de tres huecos de poste de 25 cm. de diámetro. Éstos forman en el ángulo sudeste de la casa un triángulo de ángulo recto, cuyo lado más corto mide 1,5 m. y el más largo 3 m. La desembocadura está claramente bajo el nivel de

construcción de la casa española, en un punto directamente debajo de los cimientos. Va del sudoeste hacia el noreste y, por lo tanto, está situado en diagonal no sólo respeto a la casa de época colonial sino también a los edificios incaicos y a la roca. Esta circunstancia, así como el método y el material de construcción (madera), indican que se trata de restos de un asentamiento pre-incaico en la plataforma 1, o sea directamente bajo la roca esculpida. También lo indican los objetos hallados. Por supuesto, al igual que en la campaña de 1992, se encontraron pocos objetos en las diferentes capas, y todos revueltos. Estos restos pueden ser clasificados de tiempo remoto, hasta puede que de época colonial, de época indefinible y de época claramente formativa, según los han definido nuestros colegas de Cochabamba. En vista del método de construcción y del desgaste debido a la cantidad de agua, se puede prescindir de datar precipitadamente las capas por medio de los objetos de cerámica. En este aspecto, la evaluación crítica del examen de la construcción tiene mayor importancia. La cerámica de época formativa puede haber llegado a este lugar cuando la plataforma fue terraplenada. La superficie original de la cuesta pudo ser reconstruida claramente en el perfil de 1992. La pendiente empieza sólo al sur de la casa española. Según los resultados de aquella campaña, la plataforma fue construida por los incas y expandida en la época colonial. La casa de madera, si verdaderamente existió, fue erigida todavía sobre la plataforma natural. La prueba final sería muy instructiva sobre todo para saber si los constructores de esta casa primitiva pudieron relacionarse con la roca esculpida. Éste será un desafío para futuros estudios. El Sector 4 La mayor de la evidencia de otra fase de construcción, diferente de la del edificio en forma de U, se encuentra al sur de este edificio, en el sector 4 del cual ya hablamos al describir la trinchera 1. En 1992 no se habían acabado los trabajos en la parte este de la sección de base, llamada sector 4a. En 1994 se continuaron los trabajos abriendo una trinchera en la intersección este-oeste, de 11 m. de largo (trinchera 2), destapándose varias secciones de muros (véase plano, fig. 36). Con el fin de aclarar la relación estatigráfica con la casa de la época colonial, se extendió la trinchera 2 hacia el norte (corte 1, pozo 2, 3). De la misma manera se abrió otra trinchera de 11 m. de largo

apegada al muro meridional de la casa española en el sector 4b (trinchera 3, fig. 37). Se pudo comprobar lo siguiente: aproximadamente a la altura de 137 m. y de 145 m. de la línea básica de medición, se desvían dos muros parallelos (M 5 y M 8, véase los planos en figs. 39 y 41) a ángulo recto de los cimientos del muro sur de la casa colonial, que tiene 23 m. de largo. El borde de debajo de las piedras de los cimientos y también la técnica con que fueron sujetadas entre sí nos hace deducir que se trata de construcciones que fueron efectuadas simultáneamente. Este hecho explica la prolongación hacia el sur de esta construcción en forma de pasarela. Se puede suponer que se trataba de una especie de veranda, que habría sido ideal en este sitio dada la posición protegida del viento y la vista a las terrazas y el valle. El examen de la parte este de la trinchera 2 indica la existencia de una veranda con un eventual techo sobresaliente apoyado sobre pilares. En la prolongación sur del muro exterior de la construcción colonial apareció también la hilera de piedras que cierra la pasarela oriental a 4 m. hacia el sur y en cuyo ángulo sudeste hacia el interior aún está conservado el adoquinado. Esto indica que la veranda sobresalía de 2,70 m. el largo de la pasarela aún conservado. La construcción del techo y el cierre del lado del valle están confirmados por dos agujeros para pilares en el ángulo sudeste. La subdivisión de una habitación mediana, con un muro de 7,50 m. de largo, es evidente, aunque la posición de éste sea ligeramente asimétrica (a una distancia de 6 m. del muro occidental de la casa y de 7,50 m.del muro oriental en el ángulo oriental de la casa. Los muros 1, 3, 4 y, eventualmente, el muro 2 como término sur, pertenecen a una habitación de 3 x 5 m. que seguramente fue construida sólo después del derrumbamiento de la casa colonial. Puede tratarse de una choza de época colonial o postcolonial, cuyos habitantes disfrutaron también de la vista favorable y de la posición protegida del viento. Por el contrario, los muros 3a y 4a fueron hechos más tarde para rellenar el hueco e impedir que, por el estrecho pasaje entre el muro 1 y la construcción colonial, pasasen por ejemplo animales. El muro 12 (plano 4b, fig. 38), que atraviesa el ángulo sudoeste de la casa colonial en dirección sudoeste y consiste en dos hileras de piedras con adobe superpuesto que van estrechándose, debe ser considerado como contemporáneo de la construcción colonial o de época más avanzada. Los trabajos arqueológicos / 63

Fases de construcciones prehispánicas La reconstrucción de las fases de construcción prehispánicas es complicada por las varias superestructuras, el derrumbamiento de muros y la proximidad al borde de la terraza que sólo permitió cavar hasta las capas estériles en un punto y por breve tiempo (corte 3). Para tener más datos, se abrió otro sector parcial (4c, véase plano fig. 39) con otra intersección este-oeste parallela al borde de la terraza, esta vez de 5 a 7 m. al sur y a 109 y 126 m. respectivamente sobre el eje del subsuelo. Los sectores 4b y 4c están conectados entre ellos por dos cortes que van de norte a sur (corte 2a: 2 x 8 m.; y corte 3a: 2,5 x 3,5 m.). Se obtuvo así un corte de 44 m. de largo en dirección Este-Oeste. El corte de base (trinchera 1) sigue siendo válido como perfil norte-sur, es decir de la roca hacía abajo y la sucesión de sus capas valen también para el sector 4b y los cortes 2 y 3. En este punto hay que hacer constatar que, a diferencia de lo que encontramos en 1992, tenemos aquí por lo menos dos fases de construcción incaica. Una correlación de todas las capas sobre una extensión de 50 m. no pudo ser efectuada por falta de tiempo, de personal en sitio y por el tiempo de trabajo en laboratorio. Lo mismo vale para la clasificación de los objetos pequeños, en particular de la cerámica. Entre las construcciones inmediatamente anteriores al conjunto de la casa de patio, hay que señalar los restos de cimientos del muro 6 en el corte 1 (sector 4a) y del muro 7 en la trinchera 3 (sector 4b). Aquí, podría tratarse de un único muro incaico cuya mitad de los cimientos norte fue derrumbada y reutilizada para la construcción del muro de época colonial. Puesto que los cimientos en el corte 1 oriental y en la trinchera 3 occidental (sector 4b) no continúan, hay que suponer que la construcción medía solamente 8 m. en dirección oeste. En el mismo nivel de capas de relleno rojizo, fácilmente reconocible, se encuentran las construcciones cuadradas y regulares del sector 4c, cuya planta es claramente incaica. Se pudo averiguar los suelos en las plantas de la trinchera 4 y el nivel de construcción del muro 12 en el perfil oeste del corte 2. La excavación hasta la base del muro interno de la terraza (muro 14) tuvo que ser interrumpida por medidas de seguridad a los 4,17 m. debajo del punto cero supuesto, es decir a 1895,83 m. de altura absoluta. A la orilla del muro se pudo reconocer hasta 40 cm. dentro de la planta la arena rojiza utilizada para rellenar. 64 / Albert Meyers

Al otro lado del muro 13, en el ángulo sudoeste del corte 3, fue posible cavar en un sector ancho de 1,60 m hasta al borde inferior del muro 14 del muro de la terraza en cuestión y del muro largo meridional de la casa incaica. Se llegó a 2,80 m. bajo la superficie del humus (Fig. 40). El perfil del muro dio una imagen dividida en dos: en la parte inferior (2/3 del muro), las piedras estaban colocadas sueltas una encima de otra y eran de forma irregular, alternadas con pedazos de carbón del tamaño de un puño. En el ángulo más occidental, a una profundidad de 90 cm. a 2 m., había una apertura en forma de trapecio, cuyos bordes superior e inferior entraban de 50 cm. y 70 cm. respectivamente en el perfil (Fig. 41). El hueco estaba llenado de barro compacto color marrón naranja y tiene un contorno demasiado regular para no poder definirlo como nicho típicamente incaico (medidas supuestas: altura 1,10 m., anchura superior 50 cm., anchura inferior 70 cm.). La muralla arriba del nicho hasta debajo del humus consistía en tres a cuatro hileras de piedras compactas, más grandes y mejor trabajadas que, obviamente, habían sido utilizadas por segunda vez. En la hilera superior de piedras se encontró un batán de piedra arenisca gris proveniente de la fase anterior. Aquí se trata con mucha probabilidad de un edificio incaico con ventanas para el cual se utilizaron piedras compactas, más grandes y mejor trabajadas, y que fue nivelado hasta el borde superior del nicho después del fuego y del derrumbamiento. No es posible relatar nada del muro de refuerzo al lado de la terraza, puesto que ésta no fue examinada por razones de conservación (Fig. 42). Después del derrumbamiento del muro arriba del nicho o de los nichos, se erigió una pared nueva sobre la base vieja, cuyo hoyo de construcción fue rellenado por una fina arena rojiza que se obtiene facilmente de los bloques de piedra arenisca arrimados en la cercanía, o sencillamente desmenuzando las piedras del muro. El suelo del edificio nuevo está a aproximadamente 20 cm. más arriba del borde superior del nicho. Más restos de la casa pudieron ser descubiertos enteramente en el lado este y a lo largo de la trinchera 3, hasta la esquina noroeste cuyos bordes inferiores corresponden con la altura de los nuevos fundamentos más arriba del nicho rellenado de tierra. Las medidas del interior de la casa son de 10 m. de largo y, por lo tanto, comparables con las de la casa A en el sector 2 que también se remonta al segundo periodo de construcción incaica. En relación con las dimensiones de la

plataforma, 3 m. de ancho es una medida que generalmente no es atípica para el estilo de construcción incaico. La segunda casa, de misma anchura, cuya mitad norte se descubrió en la trinchera 4 occidental, tiene solamente 6,50 m. de largo. En su lado oriental (muro 17) pudieron ser registrados aún restos de adobe colocados sobre las 3-4 hileras de piedras de los cimientos. Para concluir la descripción de este sector, hay que mencionar otros hallazgos cuya proveniencia estratigráfica ya no podrá ser aclarada. Se trata de una figura zoomorfa de cerámica de estilo de las llanuras (Fig. 43, a, b), que fue encontrada en el borde de un agujero hecho por “huaqueros” –los buscadores de “huacas”, es decir de ídolos y demás objetos sagrados incaicos– en el ángulo noreste de la trinchera 4, a la altura de 1,26 m. La punta del agujero terminaba hasta debajo de las capas de construcción incaica; los huaqueros que, evidentemente, estaban en busca de oro, dejaron el torso de la cerámica entre las piedras derrumbadas, donde fue encontrado a aproximadamente 40 cm. debajo del borde superior del humus (Fig. 43 c). En la misma esquina del corte 3 y en los escombros debajo del humus se encontraron los restos de una típica ánfora incaica (“aríbalo”) casi entera pero apachurrada por el peso de la tierra encima (fig. 44). No se puede saber si fue sacada del agujero de los huaqueros, o abandonada al caerse el techo de la supuesta casa incaica. Queda por resolver el problema del muro 20 que tocamos en la parte sur de la trinchera 1 (sector 4a), que se puede poner en relación con los trozos del muro 11 y 14 en la parte sur de los cortes 2 y 3 (sector 4b), con los cuales está alineado y a cuya profundidad de cimientos llega como ha sido comprobado. Pero no es posible confirmar si la parte inferior servía también de pared de la casa o simplemente de muro de terraza durante la fase I de construcción incaica. En cambio podemos considerar como segura su segunda utilización de estructura más estrecha, cuyo perfil de borde, en 1992, se ha podido reconocer a una altura absoluta de aproximadamente 1896,20 m. Esta altura corresponde con los bordes inferiores de los muros 9 y 10 que se juntan en ángulo recto en la trinchera 3 occidental y forman en este punto la esquina noroeste de una casa rectangular, cuya pared larga meridional consiste en el muro 20 y su prolongación occidental. Sobre su extensión hacia el oriente, sólo podemos especular, estando las huellas borradas por las construcciones superpuestas.

Podría tratarse también de una juntura con el muro más externo de la terraza (muro 21) que corre lo largo de la casa colonial hispánica como revestimiento adicional del borde de la terraza y que, por esta razón, ponemos en relación con esta época de construcción. La prolongación del muro 10 terminaría exactamente en la esquina occidental del muro de revestimiento. Por cierto, el suelo debería estar en este caso a más de 1 m. más arriba del actual borde superior del muro. Se tendría así una tercera fase de construcción incaica siendo el muro 21, como muro externo de la terraza, más reciente que las dos fases de construcción y utilización del muro 20. Un estudio más profundo de los planes podría dar aquí interesantes resultados. En resumen, por lo que se refiere al conjunto de los sectores 3 y 4 a-c, se constata que es posible demonstrar por lo menos dos fases de construcción incaica y por lo menos una de época colonial, así como por lo menos una fase de construcción y asentamiento preincaica. Éste es un resultado extraordinario en un sitio de excavaciones por un lado tan cerca de la roca esculpida y por otro tan trastornado por influencia ajena desde tiempos muy remotos. Añadiendo la interpretación de los objetos hallados y los datos etnohistóricos, su significado cultural histórico es más evidente e interesante aún. Es en realidad allí donde queda enterrado el tesoro y valdría la pena estudiar aún más el lenguaje de las piedras y sus superposiciones. Sector 5 Este sector se encuentra en la terraza 1 en el complejo C al oeste del sector 3, donde existen los restos de una estructura de construcción que corre paralelamente a la roca. Para cortar esta estructura y examinar todo el complejo de esta terraza, se abrió una trinchera a la altura de 90,90 y 92,90 mts. de la línea de base en un ángulo recto referente al muro de contención de la terraza meridional y más o menos en dirección norte-sur, que se prolongó luego por 3 plataformas hasta una longitud de 31 m. El margen norte de la trinchera se encuentra al pie del cerro esculpido a una altura absoluta de 1902,39 m. El eje de medición cruza la línea de base después de 12,45 m. en la altura de 91,90 m. La superficie de la plataforma 1 (trinchera 1A) se decline un poco hacia el sur hasta el muro de contención después de 10 m. y a una altura absoluta de 1901,45 m. La plataforma 2 (trinchera 1B) comienza al pie de este muro a 10,50 m. y a una altura absoluta de 1900,75 m., y cae hasta una altura de 1899,50 Los trabajos arqueológicos / 65

m. después de 21 m. a partir del punto cero. El muro mide más o menos 1 m. y, contrariamente al otro, está tapado por tierra humosa. La plataforma 3 (trinchera 1C) cae más puntiaguda desde 1899,25 hasta 1897 m. de altura absoluta. Aquí, después de 1 m., empieza el siguiente muro de contención de terraza, ya fuera del sector 5. En la trinchera 1A se siguió la roca hasta 1,10 m., donde desapareció para luego ser redescubierta en el margen norte de la trinchera 1B. Bajo el humus, que llegó al sur hasta un grosor de 30 cm., se extendía una capa delgada de arena barrosa de color rojo hasta marrón oscuro a lo largo de toda la parte 1A. Quedaba claro que estábamos debajo del nivel de ocupación del supuesto edificio que se calculaba haber estado más o menos a nivel del dintel inferior de los nichos del cerro esculpido. Obviamente, ha sido lavado por las lluvias y destruido por la intemperie, el tiempo, así como por la actividad humana posterior. Los pedazos de cerámica encontrados en los dos estratos estaban muy gastados y no podían ser clasificados ni cultural ni temporalmente. Por razones de conservación de los muros de contención, no se excavó más abajo, dejando un examen más intensivo para las futuras campañas arqueológicas. El muro de contención de la plataforma 1 mide 60 cm. de ancho y está compuesto por cinco hileras de piedras bien labradas hacia la parte del sur. La trinchera 1B muestra una estratigrafía más complicada aunque con resultados poco satisfactorios. Al norte, debajo de una capa de humus de 20 cm. y un estrato intermedio arenoso humoso de color marrón claro, se encontró un pedazo de la roca original en una altura absoluta de 1900,25 m. Más al sur en el declive apareció debajo de estos estratos otra capa arenosa de color marrón que crecía hacia el sur hasta aproximadamente 30 cm. Frente al muro del sur, se excavó medio metro más abajo hasta una altura absoluta de 1899 m., y se encontró otra capa de arena marrón clara con unas intrusiones delgadas de color rojo, metálicas (manganato). Este estrato era estéril, mientras que en los estratos de encima se encontraron restos de carbón así como tiestos de cerámica deteriorados. El muro de contención mide 60 cm. de ancho y se conserva solamente en tres hileras de piedras. La trinchera 1C consiste en una capa de humus de un grosor de casi 0,50 m. conteniendo pedacitos de arena y carbón, así como gran cantidad de tiestos de cerámica. Se superpone a una capa de arena marrón clara homógena parcialmente mezclada con pedazos 66 / Albert Meyers

de carbón. En la parte sur se observaron dos capas delgadas de arena, la de arriba con un pigmento rojizo y mezclado con pedacitos de arena rojiza. En el término sur de la trinchera, la superficie tenía una altura absoluta de 1898 m. y la base de la trinchera 1897,30 m. Por razones de seguridad y de tiempo no se pudo extender la excavación. En un resumen somero de este sector se podría hablar de un edificio ubicado en la plataforma más arriba de una serie de plataformas o terrazas, cuyas paredes y suelo no se encontraron en la trinchera. Siendo la roca no muy profunda debajo de la superficie, los otros restos de actividad humana en este sector son difíciles de detectar después de las intemperies y de la actividad humana en un sector tan cercano a la roca esculpida. Sin embargo, por la evidencia de los muros laterales y los restos de los muros sobre la mismo roca que forman un conjunto y encajan en el cuadro de una construcción rectangular incluyendo a los nichos esculpidos, se sigue manteniendo la teoría de que existía una especie de templo en este complejo. Sector 5b En 1992 fue trazada, a partir de la roca, una trinchera de 31 m. de norte a sur. El suelo del supuesto templo de nichos era irreconocible y el primer muro de sostén de la plataforma 1 no fue considerado como posible muro sur de cimientos, por su anchura de sólo 60 cm . A fin de aclarar el problema, inspeccionamos la pared de la roca de nichos en la parte occidental, cavando hasta la roca misma (en el sector 5b) las 4 habitaciones rectangulares picadas en ella. En el trascurso de estos trabajos salieron a relucir 4 huecos de postes, permitiendo la reconstrucción del edificio. Podría tratarse de una galería abierta, cuya larga pared norte consistía únicamente en rocas con la sobrepuesta pared de piedra, tal como la ha reconstruido H. Boero Rojo (1978: 255; Fig. 45). Siguiendo esta interpretación, los muros de los cimientos no deberían ser tan anchos como se esperaba al inicio. No pudieron constatarse huellas de colocación de pilares en el borde superior del muro. No podemos excluir la posibilidad de que los pilares fueron colocados directamente en las rocas cercanas. La reconstrucción de una galería abierta de tres naves en la parte oriental hace plausible el enlace con el lado este del conjunto C con sus 10 nichos de tamaño humano en la roca. Por lo tanto, podría no tratarse de dos templos a nicho, como supuesto anteriormente, sino de un conjunto único. La planta es de forma trape-

cial y tiene 10 m. de ancho; la pared larga al norte, con 21 nichos y muro superpuesto, tiene 49 m. de largo mientras que el lado sur, formado por el muro de la terraza, mide 47 m. Llama la atención el hecho de que todo el conjunto esté a desnivel respeto de las otras terrazas, hecho que también indica una secuencia de construcción en dos etapas comparable al resultado del examen de los sectores 3 y 4 (conjunto D de la plataforma 1)14. Interpretación general del contexto al sur de la roca esculpida Partiendo de las dos fases de construcción incaica constatadas claramente en los sectores 3 y 4, y de la situación comprobable más facilmente aún en el sector 5, podemos sostener la siguiente interpretación general provisoria. Durante la fase I incaica fueron construidas las terrazas y por lo menos en un punto fueron insertados nichos en el muro superior de la terraza. Éstos corresponden a una segunda hilera de nichos picados al pie de la roca. Una tercera y cuarta hilera de nichos corren parallelas a éstas a media altura de la roca esculpida. Además, del lado del valle, se tiene un cuadro de conjunto donde rocas y costa de debajo están bordeadas por galerías de nichos parallelas. Los nichos, por su parte, interrumpen como se puede constatar en la foto aérea (Fig. 3) esculturas picadas anteriormente en la roca en forma de asientos, lavabos, etc. Las terrazas con nichos representan un elemento cultural incaico que ha sido mencionado también en relación con las rocas de la zona de Cusco sobre las cuales fue construido. Indudablemente el ejemplo clásico es aún Tambomachay, donde una galería a nichos a tres niveles y sin construcción de casas circunda un manantial natural. Por supuesto no es posible datar o registrar en una secuencia estas terrazas a nichos visto la situación actual de la investigación sobre los incas. En la fase incaica II fueron erigidos, sobre las terrazas con nichos, edificios rectangulares medianos (10 x 3 m.), es decir que fueron levantados en la esquina de la terraza y parallelos a ella. Los nichos en las rocas formaban parte de un conjunto de templos; uno de los muros estaba colocado sobre una base que había sido tallada en las rocas. El templo estaba seguramente abierto del lado opuesto. En vista del tamaño de este 14 Véase también las reconstrucciones de templos por Marulanda, en este volumen.

conjunto, el remate tiene que haber llegado a la misma altura que la loma de la roca o haberla sobrepasado. Es decir que éste, con la plaza central, no podía ser visto desde el lado del valle. Esta manera de dejar fuera de consideración el primero conjunto ceremonial original puede ser verificado también en las construcciones superpuestas de los sectores 9 y 16 (ver más abajo). 3. Los contextos excavados encima de la roca tallada Sectores 9 y 16 (Fig. 46) A diferencia de los templos a los lados de la roca, en los sectores 9 y 16 no se trata de construcciones de edificios sino simplemente de levantamiento de muros; cada uno revela, atrás y adelante, nichos en posición transpuesta (galería de nichos). El sector 9 está al pie oriental del cerro esculpido, en una ligera depresión de terreno, y está representado por un muro largo de 16 m. en dirección este-oeste (muro 1), desde cuya extremidad occidental parte en ángulo recto otro muro de 9 m. de largo (muro 4). Los muros tienen 1,40 m. de ancho y están conservados hasta una altura media de 1,50 m. como muros de piedra, y tenían uno de adobe sobrepuesto de altura original no conocida, cuyos restos se hallaron en algunos nichos. Todo el conjunto fue puesto al descubierto en un corte en L interrumpido por testigos, y un corte adicional desde su extremidad oriental hasta la empinada cuesta septentrional de la roca. En la capa porosa de arena parduzca hasta marrón obscura de 20 a 30 cm. de espesor, a 2 mt. de la esquina de la roca (muro 3) y en el centro del corte (muro 2), se excavaron dos cimientos de 60 cm. de ancho, de piedras de cantera, en dirección este-oeste pero no del todo paralelos entre sí. Pertenecen claramente a fases de construcción más recientes. Si éste era sólo un indicio de que no se trataba de un edificio, el examen nos proporcionó más pruebas después de haber removido las piedras derrumbadas. Los macizos bloques de pared que forman las dos extremidades de la estructura en L tienen piedras picadas en forma de cojín que no dan indicio de haber estado conectadas con otras paredes. Esto excluye también en gran parte que se trate de una construcción no llevada a término. El muro 1 tiene 7 nichos al sur con doble jamba (Fig. 47) y 6 nichos al norte con jamba sencilla. El muro 4 tiene tres dobles nichos a este y oeste. En el ángulo Los trabajos arqueológicos / 67

sudoeste, hay un paso estrecho de 40 cm. de ancho que también tiene doble jamba de los dos lados. Los nichos que se alternan en dirección opuesta están transpuestos y la planta parece un meandro. A causa de su posición expuesta a un continuo viento septentional y de la fina capa de cesped sobre las rocas inmediatas, sólo se pudo obtener un resultado del examen del terraplén que estaba sobre los muros, principalmente de la parte interior de la estructura en L. El lado meridional, en particular, estaba libre de escombros. La razón podría ser que los nichos del lado abrigado del viento siguieron siendo utilizados hasta recientemente. Ésto nos lo demuestra claramente el haber hallado en el nicho 1 meridional (a la extremidad oeste de muro 1) una olla de forma globular no muy diagnóstica, que contenía hierbas (Fig. 48). Estaba en el adobe derrumbado, 30 cm. más arriba del umbral. Más cerámica fue colocada en otros nichos, pero nos quedan sólo pedazos. En el pasaje del lado oeste, incluso fueron encontrados restos de plomo fundido en el adobe caído. En la parte interna de la estructura en L, al pie del muro, pudieron ser constatados restos del nivel del andén de entonces, en forma de una capa fina de pedacitos de piedra arenisca rojiza. Las piedras habían estado colocadas directamente arrimadas a la roca preparada de antemano. En las extremidades del muro 1, la roca había tenido que ser picada en algunos puntos hasta una profundidad de 15 cm. La extremidad oriental del muro está encajada directamente en un semicírculo esculpido en la roca, a cuya base están tres asientos tallados de piedra (altura del pie 20 cm., del respaldo 25 cm.) y al lado sur tiene grabada una acanaladura en eses. El muro acaba directamente delante del asiento de piedra septentrional y le quita su función (Fig. 49). Indicaciones de la construcción del muro fueron dadas por piedras chatas de pizarra que estaban repartidos en los derribos. Podrían haber servido para cubrir el techo, del modo reconstruido por el excavador J. Gonzales (Fig. 50). Aunque la erosión esté avanzada, se pudo encontrar huellas de enfoscado de barro al pie del muro. Que los nichos fueron enfoscados, lo indican también los numerosos metates que fueron utilizados en la construcción del muro. Habían metates hasta en los derribos y debajo de ellos. Fueron utilizados para el rito durante y después de la época incaica (¿ofrendas de humo, de fuego, de comida?). Un conjunto parecido es el sector 16, que consiste en un muro único que recubre la parte occidental delantera de la roca esculpida en dirección norte-sur. 68 / Albert Meyers

Consiste en nichos que están alternativamente en dirección este y oeste; tienen aún una altura de 1,50 mts y no han sido derrumbados. Como pasa con la pared 1 del sector 9, está interrumpiendo en la extremidad meridional una escultura en la roca, o sea una pila rectangular de 1 m. de profundidad (Fig. 51). Se podría imaginar la reconstrucción del recubrimiento con pizarra de los dos lados como por el sector 9. Ambas galerías de nichos se encuentran en sitios completamente expuestos del conjunto de ceremonias, y tienen claramente un carácter ritual. En centros típicos de la cultura incaica se encuentra generalmente en la plaza central una pirámide a escalones en dirección este-oeste que es considerada como un altar (ushnu). Hasta ahora no ha sido localizado un ushnu parecido en Samaipata. De momento, el conjunto de roca modificado se interpreta como un ushnu gigante marcado por ambas galerías de nichos colocadas en eje este-oeste. No obstante la dificultad en evaluar los hallazgos, es posible hacer observaciones acerca de la clasificación en el tiempo y en la cultura. La construcción de muros a nichos parcialmente sobre las esculturas de la roca indica claramente una utilización en dos fases. Las consecuencias para toda la investigación incaica que se deducen de este hecho están expuestas en la interpretación general. También pudo ser claramente documentada la utilización post-incaica del sitio ritual. Lo que no pudo ser aclarado hasta el momento es si los metates que los incas reutilizaron en la construcción indican que sirvieron para ritos en este lugar expuesto, o si fueron prelevados de un asentamiento pasado. De todos modos, el semicírculo tallado en la roca con asientos de piedra y surcos a eses tiene que ser considerado como una estructura ritual antecedente; sin embargo no se puede aclarar por el momento si trae su origen de los incas o de otra cultura. 4. Las excavaciones al Este de la roca tallada Sector 6 (Fig. 52 ) Se examinó en este sector la planta de un edificio que se distinguía en la superficie a fin de averiguar su identidad, y se llegó así a un resultado interesante y distinto del de otros sectores, de modo que la casa 1 situada al punto noroeste del oval fue excavada completamente. El anexo semicircular de esta casa marcado en el plan general (Fig. 21) contiene un horno de

planta hecho con bloques de adobe que no pudo ser examinado más detalladamente por falta de tiempo. El edificio 1 se excavó completamente hasta la roca ligeramente inclinada hacia el norte, que se ubicaba a 1 m. de profundidad máxima en esta parte del edificio. Los muros de piedras pirka bien labradas se conservaban en la esquina noroccidental hasta una altura de 1,5 m. Asomaron dos suelos rojizos de un espesor de 5 cm. que pertenecían a esta construcción, y que revelaron dos capas quemadas, la primera entre la capa de derribamiento y el suelo superior (Fig. 53), la segunda de un espesor general de 3 cm. entre el primer y el segundo suelo. Por debajo había una capa de relleno de arena fina y casi blanca espesa de 20 a 30 cm., sobre la cual estaban los cimientos. Debajo de esta capa se registró una sutil capa arenosa marrón rojiza en la esquina noroeste que formaba el ajuste a la roca cercana. Después de haber escombrado esta capa, asomó una hilera de agujeros de 10 cm. de diámetro cada uno, muy cerca el uno del otro, que fueron picados en la roca parallelamente al muro de los cimientos de la casa (Fig. 54). Por lo tanto, con mucha probabilidad se trata de restos de una construcción de madera de una época anterior, cuyo eje tiene la misma dirección que la de la casa de piedra. Este edificio mide 6,40 x 3,60 m. y tiene como particularidad dos entradas de más de 1.20 m. de ancho separadas por un pilar central de sólo 1 m. de ancho. El método de construcción se distingue de los demás edificios de Samaipata no sólo por su planta casi cuadrada y por las dos entradas descomunales, sino también porque los muros son más anchos (hasta 1 m.) y las piedras adoquinadas casi en el clásico estilo cusqueño (Fig. 55). Sin embargo, por los restos de barro encontrados, parece que las paredes tenían revoque al menos en el interior del edificio. Finalmente, hay que mencionar que también la banqueta exterior de los muros tenía un ancho mayor al de las otras casas incaicas, es decir 40 cm (Fig. 56). En un corte de extensión en el muro suroccidental al exterior de la casa, asomó una estructura de adobe con un suelo firme rojizo y quemado que se encuentra a la altura del primer suelo de la casa de piedra. Aparentemente se trata de un horno derrumbado utilizado y tal vez modificado en la época colonial (Fig. 57), el cual por falta de recursos ya no excavamos por completo. Sería interesante un nuevo estudio de este contexto intocado ya que, por la documentación histórica, podemos ahora suponer una larga fase de

asentamiento de tropas militares de la administración colonial española (Meyers 2013). Sector 7 (Fig. 58) El sector 7 está situado a 60 m. más al este en una depresión de terreno, y está protegido del continuo viento del norte. Se trata del conjunto más regular en contraste con todos los otros conjuntos de urbanización, y el más conocido de la arquitectura incaica, la kancha, compuesta de cinco casas rectangulares dispuestas en U. Abierto hacia el sur, el edificio más grande (casa 3) está situado al norte y mira con dos puertas hacia el sur sobre una plaza cuadrada de 15 x 15 m. que está flanqueada en cada uno de los dos lados por dos casas con aperturas a la plaza. Ésta parece estar separada de las terrazas, que ahí acaban y que bordean toda la cuesta meridional, por un muro a escalones. Inmediatamente al este de la kancha se levanta de nuevo el fondo de rocas sobre las cuales está situada la construcción a D (Fuerte antepuesto) que originalmente sobresalía posiblemente del barranco cercano (véase fig. 23). Parallelamente a la pared posterior de la casa 3, corre una pared de delimitación que refuerza el caracter protegido del conjunto. La excavación se concentró en la parte oriental de la kancha, puesto que ambas casas occidentales aparecían muy destruidas; sobretodo en la planta de la casa 5, era difícilmente reconocible un terraplén. En contraste con el sector 6 donde crece solamente hierba seca de país montañoso, ahí crece una vegetación subtropical sobre una capa espesa de humus, sitio frecuentado por las serpientes cascabeles. En el edificio grande sólo se pudo reconocer sobre el nivel del suelo a las crestas murales y una alteración en el lado oriental. La casa 3 es larga, de aproximadamente 12 m. por 3,50 de ancho (medidas internas). Sus muros tienen un espesor de 80-90 cm. Y están hechos de piedras bien picadas y relativamente gruesas, cuya calidad en conjunto no llega a la del sector 6. En la parte oriental se trazó un corte a cruz colocado a ángulo que corre en dirección norte-sur (trinchera 1) pasando los muros 5, 4 y 2, y en dirección este-oeste (trinchera 2) pasando el muro 1 y llegando a la alteración del lado opuesto. Las capas de cultura fueron ricas de hallazgos y en algunos sitios llegaron hasta 1,50 m. debajo de la superficie del humus. En la trinchera 2 oriental se pudo observar la roca sobresaliente que subía empinada al otro lado del muro oriental, formando así casi una pica Los trabajos arqueológicos / 69

natural de piedra. En la trinchera 1 norte fue cortado un basural al otro lado del muro de delimitación. Se constataron nuevamente dos suelos separados por capas quemadas, el primero al nivel del umbral oriental bien conservado, el segundo 20-30 cm. más abajo. Las zanjas del muro llegaban a 1 m. de profundidad. El revoque quemado estaba no solamente sobre el suelo, sino también en el sitio. El muro de delimitación (muro 5) llega con su fundamento sólo hasta la capa de barro rojizo marrón claro de nivelación y está a 80 cm. más arriba del borde del muro de la casa, es decir que fue levantado en conclusión de los mismos trabajos de construcción. Sobre todo en la trinchera 1 intra-muros, fue posible encontrar, a 70 cm. debajo del umbral y a aproximadamente 20 cm. debajo del borde inferior del muro, la vieja superficie de humus en una capa de 20 cm. de espesor en ligera inclinación hacia sur (Fig. 59). En ella habían varias capas de asentamiento con cerámica en parte pintada preincaica, y dos agujeros para pilares de 20 cm. de diámetro a una distancia de 2 m. el uno del otro, y alineados en linea NE-SO. Una capa sebosa marrón negra debajo de los huecos para pilares contenía, además de la cerámica, carbón vegetal y huesos calcinados (Fig. 60). La relación entre la estructura de la casa y el patio interior fue examinada en una excavación de superficie (6 x 9 con andenes intermedios) para que la parte oriental pusiera los dos edificios (casa 1 y 2) parcialmente al descubierto. Son aproximadamente del mismo tamaño (5 x 2,80 m., medidas internas) y con muros parecidos a los de la casa 3, cada uno con una apertura de 80 cm. de ancho hacia el patio. Se descubrió el umbral de la casa 2 que se encuentra aprox. 40 cm. más arriba del nivel más bajo del patio, que hacia el sur es relativamente gastado por las aguas residuales.Las dos casitas (casa 1 y 2) están casi juntas separadas por un canal de 30 cm. y la usual hilera de piedras. Solamente en algunos puntos, pero también aquí de manera inconfundible, se reconocen dos niveles de utilización (Fig. 61). Asimismo pudieron ser reconstruidos los andenes externos que llevaban al patio. La secuencia de capas en el patio era muy sencilla: 1) debajo de los aprox. 30 cm. de espesor del humus (niveles A y B); 2) una capa de 10-15 cm. de espesor de arena marrón rojiza; 3) barro marrón obscuro de un espesor de 30-40 cm. y 4) debajo de 80-90 cm., el fondo esteril de barro marrón rojizo. La capa 3 corresponde a la antigua capa de humus ya localizada en la trinchera 70 / Albert Meyers

1 y la capa 2, provista de cerámica, huesos y unos pocos artefactos de piedra; es el nivel de utilización del patio en época preincaica. Está a por lo menos 30 cm. bajo el nivel utilizado por los incas en el lado del patio que pudo ser investigado. Interesante fue el hallazgo de siete huecos para pilares que habían sido cavados en la capa 3 y parcialmente en la capa 4. Tres de ellos están en un eje NO-SE a una distancia de 2 m., y los otros más pequeños se encuentran parallelos a éstos. Este eje alargado hacia el norte se encuentra en ángulo recto con los dos pilares colocados en la misma capa en la trinchera 1. Por supuesto, la aclaración de la relación entre ellos debe ser reservada otra fase de evaluación. Al igual que en el sector 6, tenemos aquí dos niveles de utilización incaica (seguramente no se trata de fases de construcción) y por lo menos una fase de asentamiento con construcciones en madera. Sin embargo, son más fuertes los indicios de un asentamiento relativamente intensivo preincaico. Un análisis provisional de la cerámica nos hace llegar a la conclusión que puede ser de proveniencia tanto del altiplano como de la llanura, por lo cual se infieren contactos con estas regiones. Se trata de un sitio de asentamiento protegido de modo ideal, escogido no por la cercanía al monte sacro sino por la vegetación. En los declives cercanos crecen plantas tanto de altura (como el maíz) como de llanura (como la yuca). 5. La plataforma 2 Sector 8 (Fig. 62 ) Ya en 1992 fue descubierta una secuencia de terraplenes entre los matorrales, bajo árboles de 4 a 5 m. de altura, a aprox. 30 m. al este del sector 2 en la prolongción oriental de la plataforma 2. La apertura de un sector de excavaciones en este lugar tuvo el fin de poder examinar sitios no estorbados por previas excavaciones (como en el sector 2) y obtener más indicaciones sobre restos de asentamientos incaicos y pre-incaicos. Se excavaron así dos casas incaicas apoyadas la una a la otra, cuya prefase de construcción era también de piedra, y se tuvo evidencia de actividad pre-incaica, hasta tal vez de cultivo del suelo, sin que todavía pudiesen encontrarse plantas de casas como en el sector 2. Se hizo un corte en una linea de 30 m. de dirección este-oeste por el lado meridional, con una prolonga-

ción en superficie hacia el norte; en el caso de la casa del oeste (casa 1), el corte llega hasta el muro norte de la terraza. La terraza meridional estaba muy deteriorada y había resbalado. La superficie libre entre los sectores 8 y 2 indicaba una grande alteración, así como toda la casa. Dos agujeros más pequeños hechos por huaqueros habían estropeado las esquinas sureste de las casas. En la casa 2 se había conservado enteramente el suelo incaico de barro pisado, que incluía pedazos de piedra arenosa rojiza. Fue convenido con el representante del Instituto Nacional de Arqueología (INAR) que hacía falta conservarlo, así que no se hicieron más excavaciones en profundidad. La plataforma aquí es solo 22 m. de ancho y se estrecha levemente hacia el oriente. El lado largo de ambas casas, cuyos frontones están aproximadamente a la misma altura, está situado en dirección norte-sur; la casa 2 es más corta y está colocada levemente más atrás respeto a la casa 1 que está al sur. La casa 1 mide en la parte interna aproximadamente 13 x 6,5 m., y la casa 2 aproximadamente 11,5 x 6,5 m. La primera tiene sus dos aperturas hacia el oeste; la segunda, también con dos entradas, mira hacia el oriente. Las paredes posteriores de ambas casas están a 1,40 m. de distancia y cada una está bordeada por una banqueta de 60 cm. Entre las banquetas corre un canal de un ancho 20 cm. para agua de lluvia, cuyo borde inferior está a 20-30 cms más abajo del suelo de la casa 2. La comprobación es comparable con la de los demás sectores: muros cortos de 80 cm., mayor empleo de piedras de cantera, restos de enfoscado en barro muy quemado in situ. Un rasgo particular referente a la técnica de construcción incaica pudo documentarse en la casa 2, que tiene dos huecos de poste en el eje central y dos pilares de madera en el suelo, cubiertos de piedras de derrumbamiento. Se habían desprendido de los agujeros que los sostenían y habían caído exactamente en los ángulos respectivos norte y sur (Fig. 63). Mientras el poste norte estaba carbonizado casi por entero, el poste sur pudo ser recuperado enteramente en una longitud de 3.40 m.; tiene un diámetro de 30 cm. Reposaba sobre una capa de barro arenoso marrón de un espesor de 5-10 cm., mezclada con carbón vegetal. Se cayó seguramente sobre parte del techo de paja derribado previamente. Considerando la longitud de los pilares y el hecho de que los hoyos no estaban exactamente en el eje central, se puede deducir que

se trataba de vigas de soporte que no llegaban hasta al remate sino sólo hasta la altura del muro de 3,50 m. Por lo tanto, el armazón del techo se apoyaba no sólo sobre los muros externos sino también sobre vigas transversales fijadas sobre soportes. Éste es uno de los tipos de construcción registrado en la literatura pero un caso parecido, o sea un armazón de techo encontrado in situ, no se conoce hasta ahora. En la casa 1 fueron encontrados dos suelos que pertenecen a la misma construcción, separados entre sí por una capa de 10-15 cm. de ceniza mezclada con arena. El suelo inferior está a la altura de los dos umbrales de piedra y constaba sólo de una capa fina de arena rojiza a los bordes. La superficie de las piedras de los umbrales estaban muy desgastadas. En las dos entradas, ya no sobre la capa de arena rojiza sino enterrada en una capa de barro marrón, se encontró una concentración de cerámicas (Fig. 64). Algunas de ellas, en la fase de reconstrucción, resultaron ser restos de vasijas incaicas. Además, en la entrada 1, se encontró una aguja de bronce (tupu) para vestido. Obviamente se trata de una ofrenda que se hacía sobre el umbral antes de utilizar una casa por segunda vez después que la primera construcción se había derribado. Poco más al norte de la entrada 1 y poco más abajo de la capa inferior de piedras se cruza un pedazo de muro (muro 9) con el muro 1, en dirección levemente noreste-sudeste. Tiene un ancho de 80 cm. Sólo se reconoce una capa de piedras y no hay más huella de él ni fuera ni dentro de la casa (a causa de las fuertes alteraciones). El muro se encuentra sobre una capa espesa de barro arenoso marrón rojizo con manchas de humus oscuras, que podría ser la superficie de la cuesta de entonces. En el perfil se reconoce claramente que el hoyo de construcción de la casa 1 corta el pedazo de muro (Fig. 65). En realidad las piedras de este muro fueron utilizadas por segunda vez. Se trata de piedras quemadas negras que fueron alternadas con simples piedras de cantera. Si estas piedras proviniesen del trozo de muro, ésto implicaría que la construcción anterior fue quemada. Si se toma en consideración el nivel de los diferentes muros, se tiene una imagen poco clara. El primer nivel de construcción documentado es el muro 9, que tuvo que haber sido destruido al levantar el muro 1. Este muro perteneció originalmente a otra construcción que no era la casa 1, siendo los dos umbrales más bajos que el lado inferior del muro 1 opuesto y que el muro 4 del frontón norte. Esta casa fue edificada sólo en la Los trabajos arqueológicos / 71

tercera fase de construcción con piedras, el nivel de los umbrales habiendo sido alzado después de haber realizado la ofrenda mencionada. En el caso del muro 6, casa 2, la situación es idéntica. Ahí los umbrales están a aproximadamente la misma altura que los del muro 1, casa 1. Las entradas son asimétricas entre sí y en el perfil entre los muros 2 y 5 no se encontraron restos de un muro central como en la construcción de casas dobles. Esto nos lleva a la conclusión de que las dos partes no estaban enlazadas a una construcción común. El lado inferior del muro 5 no pudo ser examinada por razones de seguridad; lo mismo pasó con toda la parte meridional y el espacio entre los sectores 8 y 2, que habían estado estropeados. Sector 2 (Fig. 66) En sus excavaciones cientificas de 1979, el arqueólogo peruano Felix Tapia colocó 7 pozos de 2,5 x 2,5 m. en dirección este-oeste en dos rayas paralelas separadas por testigos de 0,5 m. de ancho. Ya que en aquel entonces los trabajos no se extendieron al suelo esteril y tres secciones de muro no pudieron ser interpretadas, en 1992 se realizaron en este punto excavaciones que pusieron evidencia de la existencia de dos estratos incaicos y de tres estratos de culturas pre-incaicas (ver Szykulski en este volumen). Las campañas siguientes fueron concentradas en los restos de las construcciones incaicas a fin de documentar detalladamente la estructura y las técnicas de construcción. Fueron confirmados los indicios de 1992, ya que los edificios resultaron claramente haber sido construidos en varias etapas. El resultado de las excavaciones en la zona norte de los muros confirmó que el muro 13 prosigue debajo del muro 4 (pared norte del edificio A) hasta el muro de la terraza más meridional (muro 5). Ahí se trata de una esquina de edificio o de un muro de contención del edificio A. Por otra parte, restos de un canal con inclinación sur, que corre a lo largo de los cimientos del muro, nos hacen suponer que se trata de la construcción de una casa. Para construir el muro 4 se destruyó el muro más viejo y los vacíos fueron llenados con pedacitos de piedra arenisca. Un estudio más profundo de la fase I de construcción con piedras no fue posible debido a su estado de destrucción. A la fase II de construcción pertenecen los edificios A y B. Ambos tienen una entrada en dirección este, el primero en el lado ancho y el segundo en el tímpano. El edificio A mide exactamente 10 x 5 m. y el edificio B, más pequeño, mide 7 x 4 m.; está subdividido al lado norte por un muro (11) más pequeño. Los dos edificios 72 / Albert Meyers

están separados el uno del otro por un canal estrecho construido con hileras de piedras a la base del muro de frente que entonces sobresalía del nivel del suelo. Diferencias en la técnica de construcción de muros y la altura de los cimientos del muro de cerramiento (muro 6) denotan una tercera fase, que seguramente comprende también el edificio C cuyos cimientos y espacio interior están destruidos en alto grado. En la plataforma 2 está situada una torre de vigía en el ángulo noroeste de los muros de la terraza que protege la plaza de la cuesta muy inclinada. La pared oriental está completamente derribada; la entrada es del lado de la plaza. En la parte norte del muro 6, se descubrió otra entrada que permite el acceso a la plataforma 2. En relación con el muro 5 se observan una interrupción y una desviación: son más indicios de fases de construcción diferentes. Es interesante el hecho de que ambas entradas de la fachada que da a la plaza tienen jambas escalonadas. En la entrada norte, el umbral y parte del pasillo pudieron ser registrados como cimiento de piedra con capa de arena , tanto en llano como de perfil. En la documentación de este sector se atribuyó particular importancia a la época de construcción y a su utilización, al material de construcción y a la técnica de colocación y de labranza de las piedras. En general se trata de una obra de albañilería cuyos huecos fueron llenados de barro argamasado, pedacitos o fragmentos de piedra, o piedras de cantera. Las piedras de cantera sencillas fueron picadas distintamente en los edificios A y B, de manera más regular que en las otras obras de albañileria. El mismo contraste se pudo averiguar en la técnica de colocar las piedras, que raramente fueron retutilizadas por segunda vez. El edificio A está construido en su mayor parte de piedra arenisca roja, el edificio B con piedra arenisca gris amarillenta, mientras que las piedras del muro 6 y del edificio C, picadas irregularmente, están mezcladas. El ancho de los muros varía de 70 a 80 cm. A lo largo del edificio A y en parte del edificio B corre, a lo largo de la base exterior del muro, una base de uno o dos adoquinados que puede ser interpretada como protección de la lluvia y que ha sido documentada también en otros sectores. Los pasillos en los edificios son de barro batido y están 70-80 cm. más arriba que los cimientos. Encima de ellos se pudo constatar claramente el nivel de derrumbamiento en forma de capa delgada, con pedazos del enfoscado de la pared y de capa espesa del muro derribado.

6. Trabajos en la gran plaza (Fig. 67) Investigaciones en la kallanka (sector 11) Las kallankas son típicas casas incaicas rectangulares que, a veces, llegan a tener dimensiones enormes. Se encuentran en casi todas las grandes capitales de provincias incaicas. La kallanka de Samaipata es la más grande de Bolivia después de la de Inkallajta, con sus 68 m. de largo y 16 m. de ancho y sus ocho entradas de 3,40 m. de ancho en dirección a la plaza. Existen muchas especulaciones sobre la función de dichos edificios. Pueden haber sido cuarteles, mercados cubiertos o bien templos. Tampoco se sabe mucho sobre su arquitectura, puesto que la mayoría de las reconstrucciones es meramente teórica. Por ello, es comprensible que el INAR mostrara interés en su investigación. En la temporada de campo II/94 se hizo un corte de sondeo de 2 m. de ancho desde la entrada del extremo occidental por todo lo ancho de la kallanka, hasta la roca madre. Mediante éste se demostró que el edificio se había construido sobre la misma roca. Antes de construir las murallas se talló una trinchera de cimentación en la roca para la nivelación de la contrucción. En el corte, todavía se puede apreciar la trinchera a lo largo del interior del edificio. Las murallas de la kallanka tenían un ancho de 1,40 m. Eran murallas de dos tapias de sillares de arenisca relativamente bien labrados y sellados. Estaban rellenas de quijos y su parte inferior, hecha de piedra, se había conservado hasta una altura de, en parte, 2 m. Por el lado septentrional pasa un canal de desagüe de piedra, que mide unos 20 cm. de ancho. Del suelo de la kallanka no se ha conservado nada, probablemente se usó la roca madre como suelo. Aproximadamente en la mitad del corte apareció una capa de tierra amarilla sobre la roca, que probablemente procede del tímpano occidental de adobes que se había derrumbado y disuelto. Por esta razón se hizo otro corte de sondeo en ángulo recto al primero y a la muralla occidental. Demostró que la roca madre se había rebajado incluso en la parte occidental de tal modo que, a pesar de que la subida natural del terreno es considerable, se logró dar una base llana a todo el edificio. En los perfiles del corte se reconoce claramente, en el interior de la kallanka, que su tímpano occidental se derrumbó hacia adentro. La capa interior de piedra de la muralla tiene que haber cedido al derrumbarse, lo que probablemente tiene que haber causado que se cayera de una pieza el tímpano de adobes. Por esta

circunstancia favorable se pudo reconstruir la altura aproximada del edificio, que es de unos 12-14 m. (véase Muñoz en este volumen). 7. El montículo habitacional en el oeste de la plaza (Fig. 68) El sector 10 es una colina de unos 3 m. de altura, en cuya cima se agrupan siete casas en torno a un patio interior como se ve en el plano (Fig. 69). El patio está subdividido por tres murallas, probablemente con el fin de igualar desniveles del terreno. Al norte del conjunto de casas hay un hoyo rectangular en el suelo, que se llena de agua incluso en la estación seca y que ha desarrollado una flora típica de pantano. Se supone que se trataba de un depósito de agua o de un sitio para sacar tierra húmeda para elaboración de adobe. Antes de iniciar las excavaciones, se tuvo que cortar con machete la maleza que había vuelto a crecer después de los trabajos de levantamiento topográfico. Se instaló una red de medición local de 10 x 5 m. sobre la colina, que debía estar situada en dirección norte-sur como las murallas. Dentro de esta red se delimitaron 14 áreas de 9,5 x 4,5 m. al norte y 4 cuadrados de 4,5 x 4,5 m. con un testigo de 1 m. de altura entre cada uno. El punto de referencia fue el TP 39 (punto trigonométrico) de la red de polígonos de la medición total al sudeste del área. Este punto obtuvo las coordenadas locales 50 m. E/50 m. O para poder incluir cualquier ampliación del terreno. La cuadriculación tenía por objetivo, por un lado, obtener un perfil longitudinal y transversal de cada casa; y, por otro lado, obtener varios perfiles norte-sur y este-oeste de toda la colina. Además se hicieron dos trincheras profundas, una al lado oriental y otra al lado meridional de la colina, para obtener datos sobre su estratigrafía. Las áreas se numeraron por el orden en el que se terminaban de investigar las casas al sudeste en el sentido contrario al reloj. En la organización del trabajo estaba previsto que un jefe de sección documentara y excavara alternativamente dos áreas junto con dos estudiantes y dos trabajadores. Edificios incaicos de piedra Después de haber sacado la capa de humus y el derrumbe, se notó que había diferencias en el material de construcción escogido: las casas del norte (3-6) se construyeron en su última fase con ladrillos blanquecinos de arenisca apilados de manera irregular, entre los Los trabajos arqueológicos / 73

cuales se habían puesto adobes, al parecer sin sistema particular. Las tres casas del sur (1, 2 y 7), por lo contrario, fueron construidas con gruesos bloques de arenisca rojizos. Sin embargo, todas las casas estaban cercadas por una corrida a manera de banquetas, de aproximadamente 20 cm., y la parte superior de sus murallas era de adobe. Las casas 3-7 tienen una entrada central muy estrecha hacia la plaza (Fig. 70). En la casa 2 se encontró una apertura adicional en dirección al patio, a la altura de aproximadamente 1 m. No quedó claro si la casa 1 constaba de una apertura. Las casas del norte (3-5) tenían un suelo, del cual el tercio del medio estaba situado unos 20 cm. más abajo que los dos tercios restantes. No se pudo comprobar si el suelo de las otras casas también se había construido de ese modo. Este tipo de suelos de gravilla ya se encontró en el sector 7. A diferencia de la mayoría de los otros edificios que se investigaron en el conjunto arqueológico de Samaipata, el revoque y los suelos de barro no muestran ninguna huella de incendio. Al parecer, todas las casas comunicaban con un eje que pasaba por el muro posterior de las construcciones. Estas comunicaciones, que no fueron construidas posteriormente sino que formaban parte de los muros posteriores, se encontraron entre las casas 1-2, 2-3 y 3-4. Entre las casas 3-4 había probablemente un pasadizo angosto con un peldaño. En el primer corte de sondeo al sur, se encontraron los restos de un muro circundante y probablemente también de un muro de adobe. Desgraciadamente no se puede comprobar si se trataba de un muro o sólo de un montoncito de adobes. Lo más probable es que el patio estuviera práticamente cerrado, al menos en una fase de construcción, salvo unos pequeños pasadizos, como se puede esperar de edificios tipo kancha. Pronto quedó claro que el supuestamente simple conjunto de casas había sido construido en varias fases. El primer indicio fue el uso de distintos materiales en la construcción, y la orientación de las casas 1 y 2, cuyas partes estrechas están dirigidas hacia el patio, contrariamente a los otros edificios (Fig. 71, véase también en el plano, fig. 69). En los perfiles de muro de las casas 3-5, se percibió un corte abrupto horizontal en el apilamiento de las piedras. Los restos de muralla de fases tempranas fueron probablemente usados como cimiento para nuevas construcciones. Aunque las nuevas casas fueron construidas sobre las antiguas, existen pequeñas desviaciones en la alineacion de murallas, que fueron 74 / Albert Meyers

tapadas por capas gruesas de mortero de barro o de adobes, delante de las antiguas murallas. En los perfiles casi siempre se encuentran dos suelos superpuestos, que en combinación con los restos de revoque se pueden atribuir a las distintas fases de construcción y que demuestran que las casas fueron construidas en varias fases. También en los muros que subdividen el patio se efectuaron cambios arquitectónicos: originalmente, una muralla continua en dirección este-oeste unía con tres entradas las casas 3 y 6. Un resto de su recorrido original todavía se puede apreciar en la esquina sudoeste de la casa 3 y en la bifurcación de los tres muros del patio. Otra muralla anterior de piedra pasa debajo de las casas 1-3 en dirección norte-sur (Fig. 72) y dobla bajo la casa 1 hacia el oeste. Esta muralla se derribó en parte al construir las nuevas casas, sobre todo en el norte, donde termina abruptamente. Por lo tanto, no se puede reconstruir la relación temporal entre ella y la casa 4 . Sin embargo, se sabe con seguridad que pasa por debajo de las casas 1 y 3. El caso de la casa 2 es distinto. Ahí se puede apreciar una junta vertical exterior en la pared septentrional, exactamente donde la antigua muralla toca dicha pared de la casa. Las dos murallas comunican por la parte interior. Probablemente se derrumbó la más antigua de las murallas, casi frente a la muralla sur en el interior, al reconstruir la casa. La casa 2 parece haber sido mucho más pequeña y haber terminado en el muro circundante en la fase de construcción anterior. Parece que la kancha incaica fue ampliada durante una reedificación, incorporándole algunas casas. Debido a las diferencias tipológicas y de construcción de las casas se cree que, no sólo fueron construidas en distintas fases, sino también que se le dieron distintos usos. A pesar de que no se ha efectuado un análisis completo de la cerámica y de las pruebas del suelo, es probable que los edificios 3-7 hayan sido más bien de tipo residencial, mientras las casas 1 y 2 parecen haber servido de depósitos (kollkas), ya que no poseen entradas en la planta baja. Es muy notable que muchos terraplenes hayan precedido la construcción de la kancha incaica. Estos terraplenes se manifiestan en una capa muy característica, que aumenta progresivamente de norte a sur, llegando a medir más de 1 m. de altura. Son muy característicos, porque se componen casi sólo de arena grisácea muy fina, entreverada con una red de cintas de barro angostas y muy duras, que quizás fueron colocadas expresamente para estabilizar la arena. O, tal

vez, se trata de piedras de arenisca ya deterioradas incrustadas en el barro. En resumen, si se comparan los edificios de piedra del sector 10 con los otros edificios que se han investigado en Samaipata, llama la atención la construcción tan poco cuidadosa de las siete casas, que no se corresponde con la mayoría de los otros edificios. Los edificios en los sectores 6 y 7, la kallanka y las galerías de nichos en la roca están hechos de arenisca relativamente bien trabajada, apilada hasta completar una muralla bastante regular. Esta forma de construcción más bien se puede atribuir al sector 2 y 8 en el lado oriental y estrecho de la terraza principal, donde también se encuentra una casa de piedras de arenisca rojiza. Ésta fue añadida al conjunto posteriormente. Sin embargo, encontramos una serie de características arquitectónicas del sector 10 en los otros sectores. Por ejemplo, los suelos de la casa de dos niveles (sector 7), las hileras de postes (sector 6) y, sobre todo, la construcción de las casas en dos fases, que ha podido ser demostrada en casi todo los sectores y en el sector 10 incluso sin huellas de deterioro. Resumiendo, se puede decir que el sector 10 encuadra muy bien en el conjunto incaico de Samaipata. El contexto pre-incaico Ya se ha mencionado que, debajo de las casas de piedra, salieron a la luz restos de culturas anteriores, los cuales fueron de especial interés debido al nivel rudimentario de la investigación arqueológica en Bolivia. Se presentó un problema debido a los enormes amontonamientos incaicos en algunos sectores. Al descubrir los restos preincaicos, que estaban situados hasta 2,5 m. bajo la superficie, fue muy dificil extraerlos sin dañar las murallas incaicas y los suelos que se habían conservado en partes. Por esta razón sólo se puede ofrecer un cuadro muy fragmentario del asentamiento preincaico. Un problema especial fue la conservación y estabilización de las murallas incaicas al descubierto. Por ese motivo las excavaciones se hicieron en las áreas que carecían de murallas en el sector del patio. Un aspecto interesante que puede ser relacionado con las casas de piedra son las hileras de postes paralelas a las murallas, que se encuentran cada 1030 cm. tanto en el interior como en el exterior de las casas 3, 4 y 6 (Fig. 73). Existen hallazgos que indican tanto una contemporaneidad de las murallas como su existencia anterior. Se sabe con certeza que los postes llegan hasta mucho más abajo de los cimientos de piedra incaicos. El paralelismo de las murallas sería un

argumento importante para demonstrar que las hileras de postes y las casas estaban relacionadas. También podría tratarse de una especie de andamio que se usó para la construcción de las murallas (por ejemplo para la construcción de las paredes de arcilla que forman la parte superior de las murallas). Los postes están situados demasiado cerca de las paredes como para haber formado un pórtico, además los encontramos tanto en el interior como en el exterior de las casas, lo cual habla en contra de esa teoría. Al otro lado, también se registraron casos de hileras de huecos de postes más distanciadas de los muros (Fig. 74, 75). Lo más probable en estos casos es que se haya tratado de edificios construidos independientemente, como una quincha, casita de palitos tapados de barro que se usa hasta hoy día como hemos observado en el bosque debajo de la gran plaza (Fig. 76). Una hilera de postes paralela al frente de la casa incaica 1 en el sector 6 demuestra que las hileras de postes en el sector 10 no son un caso único. En este caso, los huecos de los postes se tallaron en la roca madre. Debido a la posición expuesta y extraordinaria del conjunto de casas, parece poco probable que hubiera existido previamente otro edificio no incaico en el mismo lugar. En la literatura no se conoce ningún caso en el que edificios incaicos de madera hayan servido posteriormente para construcciones de piedra. Si se lograra demonstrar la existencia de estos edificios incaicos de madera precedentes a otras construcciones, sería una conclusión importante para la investigación sobre los incas. Otro hallazgo, precedente a los edificios de piedra pero situado sobre los amontonamientos incaicos, es una capa incendiada de unos 2 cm. delante de la casa 6, que se extiende debajo del cimiento de sus murallas. Un hallazgo similar proviene del sector 2, donde se descubrieron también, debajo de las casas incaicas de piedra pero a mucha más profundidad, áreas grandes rectangulares y oscuras descoloridas, que parecen ser restos de casas de origen amazónico (malocas) de material deleznable (ver Szykulski en este volumen). Algunos de los huecos en las capas más altas deben provenir de construcciones recientes tal como el granero de maiz construido en palos, documentado por H. Trimborn en 1995 (Fig. 77)15. 15 En la foto se ve a Trimborn (sombrero blanco) con su asistente. Al juzgar por los entornos del granero, debe tratarse del Sector 10 (compárese al respeto otra foto del autor hecho en 1955 documentando la existencia de otros graneros (Fig. 78). Los trabajos arqueológicos / 75

Como se ha mencionado, una capa de arena grisácea, que alcanza una altura de más de 1 m. en el sur, cruza la estratigrafía de la colina de asentamiento. Sin embargo, al norte se rebaja de tal forma, que el límite queda algo borrado. En esta zona, en el área 3 (dentro de la casa 4) aparecieron restos de un cimiento de piedra en una dirección totalmente distinta a la de las casas de piedra. Además se pudo apreciar las huellas de una de las hileras de postes mencionadas anteriormente. Se registró un cimiento de piedra con una muralla de adobes derrumbada hacia el exterior y los restos del suelo de arcilla y del revoque. En el suelo del edificio había una capa de arena grisácea que contenía mucho carbón vegetal –probablemente restos del techo de madera derrumbado– y muchos fragmentos de cerámica. Un análisis detallado tiene que demonstrar si formaba parte del conjunto incaico o pertenecía a la capa de debajo de los amontonamientos incaicos. En ella había fragmentos de cerámica que salieron a la luz al cortar las trincheras 1 y 2 que debían aclarar la estratigrafía de la colina (Fig. 79). En la trinchera profunda que se hizo en la casa 1, la última capa forma una cinta de carbón vegetal de una profundidad de aproximadamente 1,60 m. Sobre esta cinta existía probablemente un suelo de arcilla con una pared de adobe. En base a los hallazgos en estas dos calas de prueba, se trató de excavar hasta el nivel de las capas inferiores en el área vecina 13. Ésta se prestaba muy bién para las excavaciones, pues no había ninguna muralla de piedra. Los hallazgos de esta investigación fueron varias manchas endurecidas de barro de color marrón oscuro, sobre las cuales se encontró mucha cerámica, lo que es muy útil para la datación de esta capa. En el área 14 se excavó hasta una profundidad de más de 2 m. Sorprendentemente, aquí no se encontraron restos de un asentamiento preincaico. Resumiendo, podemos decir que existe un cuadro muy incompleto del asentamiento preincaico en la colina. Si bien existen dos hallazgos unívocos (los postes y las casas de piedra y adobe) que demuestran la existencia de un asentamiento preincaico, no podemos presentar un cuadro de asentamiento continuo y coherente. La relación entre los distintos hallazgos registrados se comprobará mediante su evaluación definitiva. En lo que se refiere a la datación de la cerámica, dependemos totalmente de observaciones estratigráficas propias, ya que todavía no existen secuencias de cerámica comparables en Bolivia y so76 / Albert Meyers

bre todo en la cuesta oriental de los Andes. Hay, sin embargo, arqueólogos bolivianos que reconocen en la cerámica motivos de estilo Mojocoya (p. ej. fig. 93) y Presto-Puno, que están muy difundidos en la región. 8. Los hallazgos La gran mayoría de los hallazgos se compone de fragmentos de vasija de cerámica. Los tiestos se concentran en los estratos superiores de los distintos complejos formados por la actividad de asentamiento, de destrucción durante las guerras coloniales, la actividad de buscadores de tesoro, así como removidos en la superficie por las actividades agrícolas en épocas recientes. Así por ejemplo, en la campaña de 1992, en una trinchera excavada en la plataforma 1 al sur de la roca esculpida se encontraron restos de cerámica de época formativa e incaica en un mismo contexto removido. Para una evaluación estratigráfica de los hallazgos de cerámica, se prestan sobretodo los niveles encima de los umbrales y los nichos así como un basural en la parte norte del sector 7. El espectro de los estilos de cerámicas pre-analizados es muy amplio no sólo en su relación cronológica sino también geográfica, apuntando a relaciones tanto con las tierras altas como con las tierras bajas. Cabe decir que existe también una arcilla local, pizarrosa de color oscuro, muy estimada entre los alfareros y artesanos locales de hoy por sus calidades durante el proceso de alta cocción. La arcilla marrón anaranjada que también aparece en contexto arqueológico parece más bien provenir de los valles secos de la sierra vecina al oeste. Sin embargo, previo a una investigación etnoarqueológica, se puede suponer que todas las arcillas del contexto arqueológico de Samaipata incluso las de la producción alfarera durante la época colonial (p. ej. fig. 94) de exposición en el Museo Regional de Samaipata pueden provenir del mismo sitio. En el curso de una pre-clasificación hemos distinguido 8 clases de cerámica (“ceramic wares”), de la cuales tres muestran formas y motivos de decoraciones del estilo incaico. La cerámica 1 (Fig. 80) es típica para el horizonte incaico más reciente en los sectores 2 y 8. La pasta es de color gris claro hasta anaranjado, consiste de arcilla arenosa porosa con muchas partículas de feldospato, granito, cuarzo y hematites como desgrasante. Las superficies de las formas clásicas incaicas están pulidas regularmente y llevan un engobe rojo (variante A) o un

engobe anaranjado o rojo amarillento (variante B). La pintura polícroma (rojo, blanco, negro) tiene el típico estilo incaico geométrico. Una característica de esta cerámica es que muestra en la superficie, a causa de la fuerte erosión, unos pedacitos de hematita roja que se destacan claramente. Probablemente se puede hablar aquí de una cerámica muy característica del estilo inca local y de la época colonial temprana representativa para las fases 2 y 3 del horizonte tardío. Esto se documenta en el hecho de que también las ánforas españolas (tinajas) que se encuentran en el museo local (p. ej. nº de inventario 255) están hechas de la misma cerámica. Es un caso interesante que los señores españoles del Fuerte hayan mandado hacer sus tinajas por los alfareros incaicos locales. La cerámica 2 (Fig. 81) tiene una pasta marrón anaranjada, más fina y quemada más duramente (escala Mohs 4 a 5) con desgrasante de cuarzo y mica. La superficie tiene un engobe anaranjado pulido finamente y pintado de manera polícroma como la cerámica 1. Se trata de una cerámica típica inca provincial, sin que se pueda hablar de una importación desde Cusco. La tercera cerámica incaica (cerámica 8; Fig. 82) es más gruesa porosa y suave (escala Mohs 2 a 3), de color gris oscuro hasta marrón y con partículas de arena, cuarzo y mica como desgrasante. La superficie está alisada finamente y lleva un engobe marrón rojizo. Ambas cerámicas (número 2 y 8) se encuentran en todos los estratos incaicos de casi todos los sectores. El espectro de formas dentro del margen de formas clasificadas como Inca Imperial (Fig. 83) va desde la forma clásica 1 (cántaros) pasando por botellas de cuello largo y corto (formas 4 y 5), vasijas de cuello ancho y de dos asas (forma 6), ollas con pie (forma 10) hasta escudillas (forma 13). Sobretodo las formas 1, 6 y 10 están más representadas en el sector 10. Puede ser que las dos clases de cerámica hayan sido importadas de otras regiones del incario, por ejemplo del valle de Cochabamba. Sobretodo en la cerámica 8, se reconoce el típico ‘Inca imitado’, que apunta a una imitación de las formas clásicas incaicas. La cerámica 3 (Fig. 84) es una cerámica gruesa con una pasta muy porosa de color ocre con desgrasante de piedrecitas medianas hasta grandes y aparentemente también de material orgánico. Esta cerámica se encuentra en el contexto de las casitas amazónicas encontradas en el sector 2. En la superficie, de color gris marrón hasta amarillento, se ven todavía los restos de manufactura por el encordelamiento que solamente ha sido ligeramente aplanado y alisado. Aunque no

se encontró pintura u otra forma de decoración, sino solamente manchas de cocción, no puede descartarse que hayan existido incisiones en el borde; también los tiestos de bordes con aplicaciones de uñas hallados en otros sectores pueden ser agrupados en esta cerámica. Se trata de un tipo de decoración muy expandido en la región amazónica, que no solamente está limitado al período formativo. La cerámica 4 (Fig. 85) puede provenir de otra intrusión en Samaipata. Estratigráficamente, se encuentra en los niveles de derrumbe de las casas incaicas y encima de ellos. Se trata de una cerámica marrón amarillenta de desgrasante mediano hasta grueso con pequeños pedacitos de hematites y cuarzo. El tratamiento de la superficie y la calidad de cocción se pueden comparar con la cerámica 3, o sea que son bastante bastos. Se divide en diferentes variantes y otras quedan aún por definir. Muy particular es la manera de decorar por ejemplo por el brochado en líneas paralelas o en ángulos así como con impresiones de tejido, mazorca de maíz u otros materiales orgánicos. Una manera muy especial de tratar la cerámica es la aplicación después de la cocción de una capa bastante gorda hasta 1 cm. de barro resinoso pegado en la superficie. No se sabe aún si se trata de una medida para impermeabilizar la vasija, o si se trata de una manera especial de decorar. De todos modos, este tratamiento de la cerámica ya fue mencionado por Bennett (1936) así como por Nordenskiöld (1920), quien lo describe como típico para los chiriguanos del Chaco. Por lo tanto se puede hablar de una correspondencia entre documentos históricos y el contexto arqueológico, dadas las intrusiones de los chiriguanos en el incario poco antes de la llegada de los españoles. La distribución relativamente densa de esta cerámica podría apuntar hacia una duración más larga del asentamiento de esta gente en el lugar. Sin embargo, hay que esperar el análisis definitivo para poder hacer una reconstrucción histórica del siglo XVI. Las cerámicas 5 y 6 (Fig. 86) consisten en una arcilla gris mediano y gris claro, la una porosa y gruesa con pequeñas partículas de cuarzo y hematites, la otra con tiestos grises molidos. La cocción de la primera es baja mientras que la de la segunda es alta y sonante. Ninguna tiene decoración y ambas están finamente pulidas, aunque la primera presente algunas desigualdades en la superficie. Podría tratarse de la cerámica incisa de época formativa como la que se ha hallado en los sectores 5 y 10, pero hay que esperar el análisis definitivo. Los trabajos arqueológicos / 77

La cerámica 7 (Fig. 87) es una cerámica fina de color marrón amarillento con desgrasante de arena y mica, de cocción mediana hasta dura, finamente alisada y pulida y provista de un engobe rojo. Predomina en los estratos superiores preincaicos y llega hasta el primer horizonte incaico (por ejemplo en los sectores 2, 7 y 8). Las piezas decoradas llevan pintura de rayitas en el borde y, si se trata de cuencos, también en el interior. Los motivos son cruces, triángulos y líneas zig-zag. Se trataría de un estilo local todavía no definido y cuya relación con los elementos de arquitectura no está averiguada aún. Entre las pocas piezas enteras que se encontraron figura una olla de pie de forma típica Inca con huellas de quemaduras (Fig. 88). Luego se puede mencionar a un cuenco del sector 8 (en contexto incaico), de barro rojizo con incisiones en zigzag (Fig. 89), de una cerámica tardía pero no incaica. Ejemplos para la vajilla clásica incaica son los mangos de patitos (Fig. 90) proveniendo de platos pequeños (forma 13). Lo mismo vale para los adornos típico de bronze en forma de alfileres o tupus (Fig. 91). No faltan las cuentitas de sodalita o de otras piedras semipreciosas tanto deseadas por los pueblos de cultura serrana como de las llanuras (Fig. 92). El hallazgo espectacular fue en el sector 4B, a más o menos 20 m. al sur de la roca esculpida; ya se ha mencionado (Fig. 43). Representa una especie de mono en un barro de engobe marrón rojizo con la cara de rasgos ligeramente antropomorfos y ojos grano de café. Unos paralelos estilísticos se encontrarían más al sur, por ejemplo en el estilo Condorhuasi del noroeste argentino (aproximadamente 200 a.C. hasta 300 d. C.). Entre los hallazgos de piedra sobresalen las bolas o boleadores y otras armas incaicas como las estrellas. En el horizonte de relleno de los sectores 3-4 se encontraron dos azadas de hoja de material andesita. Además cabe mencionar las cantidades de batanes chatos que han sido reutilizados en los muros del sector nuevo. Además de los tupus de bronce hallados en el sector 2 en 1992, se encontraron más ejemplares en el sector 10 así como una pinza de bronze interesante en el derrumbe del muro 5 en sector 10. 9. Trabajos de consolidación Un gran problema durante las excavaciones en Samaipata consistió en la conservación de los muros y de todas las estructuras y los contextos descubiertos. Siendo las piedras areniscas muy porosas, se deshacen rapidamente una vez destapadas. 78 / Albert Meyers

Por estas razones era inevitable iniciar en el momento de la excavación o poco de tiempo después medidas de consolidación de las estructuras más delicadas. Se ha tratado de consolidar los muros de la manera más auténtica posible, pero siguiendo el principio de una fácil y rápida reversibilidad, es decir de manera que se pueda reconstruir el estado original muy rápidamente. Como efecto secundario de estas medidas se consideró también la mejor presentación para los visitantes cada vez más numerosos. Como no había precedentes en el sitio, se empezó a experimentar con varios métodos a la vez. Así por ejemplo, en la casa de patio española, se consolidaron y restauraron los muros con la técnica local antigua de tapia o barro apisonado. Según la regla internacional de ‘anastilosis’ no se excedió en la altura de lo original, dejando así los muros a una altura de 1 m. más o menos. La corona mural fue tapada con paja ‘ichu’ mezclada con barro y cal. Esta técnica, según los colegas del INAR, fue empleada en Tiwanaku con mucho éxito. Después de dos años todavía se ha mantenido, aunque la paja de vez en cuando tiene que ser renovada. Otro método se empleó en los sectores 6 y 7 (Fig. 56): se taparon los fundamentos de piedra con muro de tapia hasta una altura común. Encima se pusieron dos filas de adobes en tamaño original, que fueron montadas con un líquido conteniendo siliconas llamado sica. Los lados exteriores de las paredes se revocaron con barro. En la mezcla y la aplicación de la sica hay que tener cuidado para encontrar la relación adecuada, de manera que los adobes y el revoque siempre estén permeables al agua y al aire para que las piedras de debajo no se ‘ahoguen’. Este método, que también se usó en tiempos prehispánicos (fuera de los tratamientos con químicos), llevó a resultados más duraderos. Un tercer método consistió en reconstruir los muros hasta la altura original in situ mediante una mampostería compuesta de piedras colocadas en un mortero mezclado con cal (sectores 2, 8, 9 y 16). En el sector 10, por la acumulación de muros y la necesidad de cavar muy profundo se tuvo que apoyar a los cortes con troncos de madera (Fig. 95). Las cavaduras rectangulares al sur de la roca, en el llamado templo de sacristías (sector 4c), fueron cubiertas por un techo de protección contra la lluvia. Este techo fue hecho de bejuco y paja “ichu” sin usar clavos. Los postes de madera se colocaron en los huecos originales cavados en la roca madre. De la misma manera se tapó la salida del canal que sirve

de drenaje para la casa de patio de los sectores 3 y 4. En la kallanka (sector 11) se taparon los tres huecos de postes con unos pilares de piedra de 50 cm. de altura. Todo –trincheras, cortes y cuadrantes– fue tapado al terminar las excavaciones. Conclusiones El proyecto Samaipata (PIAS) ha proporcionado evidencias de un asentamiento preincaico en una zona que, según la opinión científica hasta ahora, hubiera sido poblada solamente cuando empezó la expansión del imperio incaico en esta región. Además hay indicios muy claros de que los inicios de estos asentamientos llegan a épocas mucho más antiguas, talvez hasta el formativo datando del primer milenio a. C. Si se toma en cuenta los hallazgos recientes de cerámica muy temprana en la región amázonica así como en el valle vecino de Cochabamba, este resultado no sorprende. Visto desde esta perspectiva, no se trata ya de una zona marginal sino más bien de una zona de transición. Que los hallazgos de cerámica formativa provengan de contextos estratigráficos removidos se debe al hecho de que se trata de unas excavaciones de asentamientos muy intensivos en un sitio que ha sido removido por las actividades de construcción, vida doméstica y pública, y los conflictos desde la época incaica. Se ha logrado como resultado más importante el reconocimiento de un complejo ceremonial incaico extendido, y el plano detallado de la roca esculpida como monumento cultural de índole excepcional. Lo que hasta ahora fue considerado en la literatura científica como el puesto más oriental del imperio incaico se presenta como un sitio en el cual se ha podido estudiar la índole de la presencia incaica en esta zona de los Andes centromeridionales. Como ejemplo, se menciona la posibilidad de una interpretación iconográfica de las esculpturas de la roca o de las interpretaciones que se pueden sacar de la excavación de uno de los edificios más grandes de todo el imperio incaico, llamado kallanka. Tomando en consideración los documentos históricos, se puede delinear una continuidad de asentamiento humano en este sitio desde épocas preincaicas hasta tiempos muy recientes. Esta secuencia incluye evidencias de la presencia de alguna cultura de carácter amazónico, cuya procedencia apuntaría a los llanos de Moxos en las llanuras al norte de Samaipata. Se caracteriza por cabañas pequeñas rectangulares

hechas de material orgánico deleznable, así como por una cerámica gris gruesa con incisiones o decoración plástica. Si se trata de los restos de los chanés –un grupo perteneciente a la familia linguística arawak–, es algo que no podemos afirmar en este momento del estado de la investigación. Contemporáneos o un poco más tardíos serían los restos cerámicos de una cultura cuyo margen de extensión llegaría más hacia el sur hasta Sucre, cubriendo toda la faja oriental de los Andes. También ahí se debería tomar en consideración como portadores de esta cultura a los chanés, que se extiendieron bastante al sur. Sería interesante saber – pero en el momento actual no se puede aclarar– si en esta época ya se realizaron esculturas en la famosa roca o si al menos el sitio servía ya como centro ceremonial. De todos modos, la presencia contemporánea de varios estilos de cerámica en este sitio podrían permitir la explicación de un centro ritual y de intercambio. El modo de la expansión del imperio incaico en esta región se puede deducir de precedentes en otras regiones de los Andes. Solían integrar los cultos locales en la religión estatal por medio de una especie de superposición, sin erradicarlos. Un caso especial se presentaría en Samaipata, donde pudieron haber sustituido el comercio ‘libre’ por una especie de monopolio de Estado por lo menos en lo que toca a bienes importantes como los metales, las hachas de piedra, la sal etc. –justamente los bienes que, según las fuentes etnohistóricas, se han intercambiado desde siglos con los pueblos de las llanuras contra productos como plumas, plantas, alucinógenos etc. Así, una zona aparentemente antiquísima de intercambio hubiera sido abruptamente bloqueada por la expansión de los incas. Este bloqueo abrupto podría ser la razón de las intrusiones feroces por parte de grupos de la familia linguística tupí-guaraní, los llamados chiriguanos. Los incas hubieran sido echados a la fuerza de Samaipata, como lo sugiere la interpretación de los horizontes de destrucción y lo confirma la crónica de Diego Felipe de Alcaya. Volvieron al sitio reedificándolo según un nuevo concepto, como lo documenta la nueva orientación de las plantas de sus edificios así como una expansión de todo el complejo arquitectónico. Si se construyeron los templos de nichos que bordean la roca esculpida en esta segunda época o en la anteriór es algo que no se ha podido aclarar completamente todavía. De todos modos, se observa una superposición en dos puntos de la roca esculpida, donde muros en forma de galerías de nichos se han superpuesto a las esculturas y los receptáculos. Aparentemente tenemos aquí la expresión Los trabajos arqueológicos / 79

de dos distintos conceptos religiosos donde el más reciente, de manera muy evidente y brusca, no tomó en cuenta el más antiguo. Es necesario sacar conclusiones de esta constelación. Una posible explicación sería que las esculturas anteriores han sido preincaicas, resultando de las actividades de los portadores de las culturas cerámicas locales arriba mencionadas. Otra sería que se trata de dos fases incaicas, lo que sugiere que entre la primera y la segunda fase se hubieran producido entre los portadores de esta cultura un cambio de concepto religioso radical. Ambas explicaciones son plausibles. Al considerar bien el nuevo plano de todas las esculturas de la roca, sale a la luz otra posible hipótesis. El ordenamiento y la composición de las esculturas sugieren por lo menos dos complejos estilísticos diferentes. El primero, supuestamente anterior, muestra composiciones en forma de U que se concentran en el área donde la roca está esculpida en la forma de animales, por ejemplo de un caimán con la boca en el lado oeste y la cola que se enrosca hacia el término oriental de esta roca. El otro complejo está concentrado en el norte y oeste y se compone de estructuras más amplias, receptáculos, canales así como fajas de rombos, representaciones de felinos y otros animales en altorelieve, nichos, subidas de escaleras que, de cierta manera, cruzan y cortan el cuerpo del caimán esculpido anteriormente en la roca. Así, la tercera hipótesis –que nos parece en este estado de investigación la más probable– sería que se trata de una fase preincaica y dos fases incaicas de modificación de las esculturas rocosas. Las galerías de nichos (sectores 9 y 16) claramente pertenecen a la última fase. Max Uhle y Erland Nordenskiöld, hace ya tiempo, han sugerido hacer paralelos con esculturas de roca comparables que se encuentran en el área de Cusco y del lago Titicaca. La mención de la región del lago Titicaca con la presencia de los conocidos restos de tratamiento de la piedra por parte de la cultura Tiwanaku dejaría abierta la posibilidad de otra procedencia que la incaica, pues la tradición inca del trabajo de la piedra se remonta obviamente a antecedentes en la mencionada cultura. Sin embargo, en nuestras excavaciones en Samaipata, no hemos encontrado ni un solo tiesto del estilo clásico Tiwanaku. Esto no excluye que se puedan encontrar en las tumbas no identificadas ni excavadas todavía. También habría que tomar en consideración los elementos paralelos de las llanuras, como por ejemplo 80 / Albert Meyers

las ‘piedras tacitas’ –pequeñas piedras con cavaduras como se encuentran en toda esta región. Igualmente se debe tomar en consideración relaciones estilísticas y un cierto parentesco con las manifestaciones de un complejo megalítico distribuido por toda América del Sur desde el sitio famoso de San Agustín en Colombia pasando por las figuras de Nazca en Perú y el arte rupestre del desierto de Atacama en Chile, hasta las pequeñas manifestaciones de cavaduras de roca en los ríos del Alto Amazonas. El segundo abandono de Samaipata por parte de los incas pudo haber ocurrido directamente en 1538, año en que Gonzalo Pizarro batió a las tropas incaicas en el valle de Cochabamba. Si se efectuó voluntariamente, o de manera forzada por la intrusión de los chiriguanos que se habrían aprovechado de la caída de la armada de Manco Capac, es un problema no resuelto todavía. De todos modos, se ha reconocido un horizonte de destrucción en el contexto arquitectónico de Samaipata en relación con la cerámica de improntas de tejidos que se adjudica a los chiriguanos. Cuánto tiempo vivieron ellos en los escombros de las casas incaicas, es algo difícil de determinar. Considerando el espesor de la capa de derrumbe, podría tratarse de varias décadas. Esto podría corresponder con los documentos históricos que por primera vez, en el año de 1574, nos hablan de la existencia de una especie de presidio español en el “Fuerte de Çavaypatta”. Pero ésta es otra historia. Agradecimientos El Proyecto de Investigaciones Arqueológicas en Samaipata (PIAS) ha contado con la simpatía y el acompañamiento de un sinnúmero de personas, tanto profesionales como aficionadas, e instituciones públicas como privadas. En esta ocasión se rinde un agradecimiento global a todos ellos, mencionando solamente a las instituciones y organizaciones como la Secretaría Nacional de Cultura con su dependencia el Instituto Nacional de Arqueología (INAR) de Bolivia, la Universidad de Bonn y la Mancomunidad Alemana para la Investigación Científica (DFG), la Embajada de Alemania además de la Agenica Alemana de Desarrollo (GTZ, ahora GIZ) y de la sociedad Stonewatch, sin cuyos apoyos no hubiera sido posible llevar a cabo los trabajos en Samaipata.

Anexo: Lista de las personas y campañas del PIAS 1ª campaña 29.07.1992 – 18.09.1992 (trabajos de campo), 22.09. – 30.11.1992 (trabajos de gabinete) Dirección: Dr. A. Meyers, PIAS Co-dirección INAR/CIAS: Arql. Omar Claure, Samaipata Arquéologos asociados: Dr. J. Szykulski, PIAS; Arqu. R. Sanzetenea, Museo de la Universidad de Cochabamba (temporalmente); M. Volland, M.A. ,U de Bonn (temporalmente) Técnico de excavación: J. Wentscher, Bonn Estudiantes: R. Gutiérrez, INAR; M. Pampuszko (U. de Varsovia, temporal) ; K. Angelis (U. de Bonn); B. Konermann (U. de Bonn); G. Pilgrimm (U. de Bonn); A. Poppen (U. de Bonn); H. Salvador (U. de Bonn) Geógrafos: W. Erlenbach (U. de Bonn temporal); U. Lohoff-Erlenbach (U. de Bonn, temporal) Trabajadores: 15 (promedio) Principales actividades: Topografía y trabajos de limpieza plataforma 1 Roca Sur, Excavaciones en Sectores 1, 2 y plataforma 1 (sectores 3 y 4); reconocimientos 2ª campaña (I/94): 04.04.1994 – 10.07.1994 Dirección: Dr. A. Meyers Co-dirección INAR/CIAS : Arqt. W. Pantoja, La Paz Asistente de dirección: U. Lohoff-Erlenbach (14 semanas) Arqueólogos y técnicos de excavación: Lic. J. Escalante (temp..); Lic. E. Pareja (temp.); Lic. J. Gonzales, Wentscher, Bonn (4 semanas); S. Peters (4 semanas); W. Hölzle (4 semanas) Estudiantes: R. Gutiérrez, INAR; A.-K. Meinken; A. Poppen; C. Rumold (temp.); H. Salvador (U. de Bonn) Levantamiento topográfico: Dr. C. Ulbert, P. Pahlen (ambos de Bonn) Documentación botánica: Dr. P. Ibisch, U de Bonn, Lic. P. Rojas U de Cochabamba, con los estudiantes N. De la Barra, E. Fernández, M. Mercado, L. Ovando y G. Vargas, Cochabamba Trabajadores: 30 (8 semanas), 20 (4 semanas) Principales actividades: (S = Sector de excavación, jefe de sector en parentesis) En continuación de la 1ª campaña: S 2 (J. Wentscher), S 3 (S. Peters), S 4 a, b (R. Gutiérrez) Nuevos sectores: S 5 (W. Hölzle), S 6 (H. Salvador), S 7 (W. Pantoja, A.-K. Meinken), S 8 (A. Poppen), S 9 (J. Gonzales)

3a campaña (II/94): 16.09.1994 – 10.12.1994 Dirección: Dr. A. Meyers Co-dirección INAR/CIAS: Lic. J. Gonzales, Cochabamba Jefe de campo: Dr. C. Ulbert, Bonn Estudiantes (temporalmente): K. Aranda, S. Avilés, M.V. Copa, M. P. Lima, E. Quelima (todos U de La Paz), R. Vilela (INAR), J.C. Blanco (Cochabamba), J. Silva (U de Trujillo, Perú), I. Fortaillier, S. Houzelle, R. Marulanda (U de Paris-Nanterre, Francia) Tabajadores: 30 (12 semanas) Principales actividades: S 4 b, c (R. Gutiérrez), S 9 (Lic. J. Gonzales), S 10 (Dr. C. Ulbert), S 11 (Dr. C. Ulbert, R. Vilela), S 12 (Dr. C. Ulbert, E. Quelima); además: conservación de estructuras, documentación y restauración de hallazgos, preparación de exposición, etc. 4a campaña (I/95): 01.03.1995 – 16.04.1995 Dirección: Dr. A. Meyers Co-dirección INAR/CIAS: R. Vilela, La Paz Jefe de campo: Dr. C. Ulbert; Técnico de excavación: P. Pahlen Trabajadores: 5 (5 semanas) Principales actividades: S 10 (Dr. C. Ulbert), S 11 (R. Vilela, P. Pahlen) 5a campaña (II/95): 21.08.1995 – 31.10.1995 Dirección: Dr. A. Meyers Co-dirección INAR/CIAS: Lic. M.A. Muñoz, Cochabamba Jefe de campo: Dr. C. Ulbert, técnico de excavación (temp.) P. Pahlen Estudiantes: A.-K- Meinken, R. Nagel, A. Poppen, V. Schulz (todos de la U. de Bonn), dibujante temporal: J. Veitenhansel (U. de Leipzig) Trabajadores: 10 (promedio, 8 semanas) Principales actividades: S 10 (Dr. C. Ulbert), S 11 (Lic. M.A. Muñoz); Conservación y tapado de cortes, documentación, cierre de trabajos de campo. Febrero de 1996: entrega de equipo (P. Pahlen)

Los trabajos arqueológicos / 81

Fig. 30. Vista del sur de la roca y plataforma 1 hacia el este (1994)

Fig. 31. Sector 3 durante las excavaciones de la primera campaña 82 / Albert Meyers

Fig. 32. Sur de la roca y plataforma 1. Levantamiento topográfico con línea de medición Los trabajos arqueológicos / 83

Fig. 33. S3: Plan de nivelación antes de las excavaciones (S = sector)

Fig. 34. S 3: Plano de las excavaciones 84 / Albert Meyers

Fig. 35. S 3: Esquina sudeste de la casa colonial, con la entrada a la derecha

Fig. 36. S 4a: Plano de cortes y muros Los trabajos arqueológicos / 85

Fig. 37. S 4b: Trinchera 3 hacia el oeste (muro 8 adelante, muro 12 al final)

Fig. 38. S 4b: Plano de excavaciones 86 / Albert Meyers

Fig. 39. S 4c: Plano de excavaciones

Fig. 40. S 4b: Corte 3, perfil oeste Los trabajos arqueológicos / 87

Fig. 41. S 4b: Corte 3, perfil sur. Dos fases de arquitectura incaica: abajo nicho trapezoide rellenado, encima nuevo muro con umbral de la entrada visible

Fig. 42. S 4b: Muro de consolidación de terraza. En el fondo el relleno rojizo debajo del muro transversal y la antigua capa humosa de la superficie

88 / Albert Meyers

a

b

c Fig. 43. Vasija figurativa encontrada en el Sector 4b. 43a: foto; 43b: dibujo R. Marulanda; 43c: vasija encontrada in situ

Los trabajos arqueológicos / 89

Fig. 44. S 4b: Cántaro incaico en pedazos encontrado in situ

Fig. 45. Recinto de nichos techado reconstruido según Boero Rojo

90 / Albert Meyers

Fig. 46. Roca tallada desde el aire. Muro (S 16) adelante, muro en L (S 9) al fondo (Foto S. Avilés)

Fig. 47. S 9: Muro 1 lado norte, nicho de doble jamba con piedras diferentes Los trabajos arqueológicos / 91

Fig. 48. S 9: Muro 1 lado sur: ofrenda post-incaica en un nicho

Fig. 49. Esquina este del muro de L en superposición con tallado de roca (foto: S. Avilés) 92 / Albert Meyers

Fig. 50. S 9: Arriba: plano del muro en L, abajo reconstrucción (elaboración: J. Gonzales)

Fig. 51. S 16: Muro transversal cortando tallados, vista hacia el oeste (foto: S. Avilés)

Los trabajos arqueológicos / 93

Fig. 52. S 6: Plano de excavaciones

Fig. 53. S 6: Edificio con entrada y piso ladrillado. Debajo en el perfil (sudoeste) otro piso incaico y estratos anteriores 94 / Albert Meyers

Fig. 54. S 6: Esquina oeste del edificio con huecos de poste

Fig. 55. S 6: Esquina suroeste del edificio, con piedras adoquinadas

Los trabajos arqueológicos / 95

Fig. 56. S 6: Edifico incaico conservado (desde suroeste)

Fig. 57. S 6, área 1, perfil sur: horno anexado al edificio 96 / Albert Meyers

Fig. 58. S 7: Plano de excavaciones

Fig. 59. S 7: Trinchera 1: muro y estratos debajo

Los trabajos arqueológicos / 97

Fig. 60. S7: Casa 3, trinchera 1N, plano

Fig. 61. S 7: Casa 2, área 1, perfil este, dos pisos incaicos 98 / Albert Meyers

Fig. 62. S 8: Plano de excavaciones

Fig. 63. S 8: Esquina suroeste de casa 2: poste caído al interior Los trabajos arqueológicos / 99

Fig. 64. S 8: Casa 1, umbral de entrada noreste: ofrenda de cerámica

Fig. 65. S 8: Debajo de casa 2: restos de muro oblicuo

100 / Albert Meyers

Fig. 66. S 2: Plano de excavaciones (con los pozos de la excavación de Felix Tapia) Los trabajos arqueológicos / 101

Fig. 67. Vista de la gran plaza y de la kallanka restaurada, a la izquierda Sector 2, desde la roca (Foto: cortesía Franklin Subirana)

Fig. 68. S 10 Vista de las excavaciones de arriba, hacia el suroeste 102 / Albert Meyers

Fig. 69. S 10: Plano de excavaciones

Fig. 70. S 10: Casa 5 con entrada y muro transversal Los trabajos arqueológicos / 103

Fig. 71. S 10: Casas 1-3 durante las excavaciones, hacia el norte

Fig. 72. S 10: Casa 3 con muro transversal 104 / Albert Meyers

Fig. 73. S 10: Casa 4, muro diagonal y fila de huecos de poste paralela al muro

Fig. 74. S 10: Área 2, fila de huecos de poste

Los trabajos arqueológicos / 105

Fig. 75. S 10: Área 3, detalle de fila de huecos de poste

Fig. 76. S 10: Cabaña “quincha” moderna encontrada en el bosque al sur de la kallanka 106 / Albert Meyers

Fig. 77. Granero de maíz encima de la colina de S 10, con H. Trimborn y su asistente (foto: cortesía Josefina Trimborn)

Fig. 78. La roca tallada y el campo adyacente al sur, con varios edificios modernos 1955 (Foto de 1955, cortesía Josefine Trimborn) Los trabajos arqueológicos / 107

Fig. 79. S 10: Area 2, perfil este (entre casa 1 y casa 2). Dibujo de Anke Poppen

Fig. 80. Ejemplos de cerámica clase 1 (inca) 108 / Albert Meyers

Fig. 81. Ejemplos de cerámica clase 2 (inca)

Fig. 82. Ejemplos de cerámica clase 8 (inca) Los trabajos arqueológicos / 109

Fig. 83. Las 14 formas básicas de la cerámica Inca Imperial (según Meyers 1975: fig. 1)

Fig. 84. Ejemplos de cerámica clase 3 110 / Albert Meyers

Fig. 85. Ejemplos de cerámica clase 4

Fig. 86. Ejemplos de cerámica clases 5/6 Los trabajos arqueológicos / 111

Fig. 87. Ejemplos de cerámica clase 7

Fig. 88. Olla de pie incaica (forma 10) encontrada en Sector 10 112 / Albert Meyers

Fig. 89. Cuenco con línea incisa en el borde y con 4 líneas de incisiones zigzag abajo

Fig. 90. Asas de platitos incaicos (forma 13) en forma de cabaza de pato hallados en Sector 2

Fig. 91. Alfileres de bronce hallados en Sector 2 y 4

Los trabajos arqueológicos / 113

Fig. 92. Cuentitas de sodalita hallados en varios sectores

Fig. 93. Vasija figurativa cuadrúpeda en forma de animal. Museo Regional de Samaipata

114 / Albert Meyers

Fig. 94. Tinaja de cerámica de época colonial. Museo Regional de Samaipata

Fig. 95. S 10: Trabajos de consolidación de muros

Los trabajos arqueológicos / 115

Józef Szykulski

Investigaciones en los Sectores 1 y 2 En 1992 se realizaron investigaciones arqueológicas en los sectores 1 y 2 del sitio El Fuerte, localizado a 8 km. al este de Samaipata, en la parte oriental de los Andes bolivianos (prov. Florida, dep. Santa Cruz). Los trabajos se efectuaron en el marco del Proyecto Samaipata, llevado a cabo por la Universidad de Bonn. El objetivo principal de las investigaciones era definir la secuencia cronológica de la ocupación humana en la zona de El Fuerte, como también analizar el rol del sitio como un centro de intercambio e interacción cultural entre las sociedades prehispánicas del área andina y de la extensa región del piedemonte de la selva oriental y la misma zona selvática. El sitio está localizado sobre un cerro de 1930 m. de altitud sobre el nivel del mar. Su eje forma la famosa roca esculpida que ocupa toda la cumbre del cerro. Esta formación de arenisca está orientada en dirección Este-Oeste y tiene una extensión de 250 m. de longitud y hasta 60 m. de anchura en corte transversal. Sobre su superficie se encuentran esculpidas representaciones zoomorfas (felinos, serpientes), composiciones geométricas, como también algunos fragmentos de muros, restos de antiguas construcciones arquitectónicas. Asimismo, en las paredes verticales de la roca, que se encuentran a sus lados sur y norte, se observan profundos nichos tallados de forma trapezoidal, a veces delimitados por muros de piedras canteadas y cimentadas con greda (Fig. 96). El desmonte del cerro El Fuerte está rodeado por terrazas artificiales (andenes), sobre las cuales se constata la presencia de derrumbes procedentes de las antiguas estructuras arquitectónicas, construidas de piedras canteadas y cimentadas con greda. Los muros, junto con la misma roca, forman una unidad histórico-cultural mencionada por los viajeros e investigadores ya desde el siglo XVIII16. Las estructuras arquitectónicas en su mayoría se concentran en el área de la ladera sur donde observamos ruinas de un exten-

16 D‘Orbigny 2002 [1833]; Nordenskiöld 2001 [1924]; Pucher 1945; Trimborn 1967; Ponce 1973; Boero y Rivera 1979; Tapia 1984; Ibáñez 1991. 116 / Józef Szykulski

so conjunto urbanístico (habitacional), en gran parte cubierto por una densa vegetación tropical (Fig. 97). Las excavaciones arqueológicas del Proyecto Samaipata en 1992 se llevaron a cabo en cinco sectores. El Sector 1 fue el único efectuado en la zona extendida al norte de la roca esculpida (Fig. 98). Los sectores 2 a 5 se localizaron sobre el desmonte sur donde las condiciones microclimáticas, diferentes de las de la zona norte, son más propicias para el asentamiento de las poblaciones. En el transcurso de las investigaciones posteriores, realizadas por el proyecto en la temporada de 19941996, los trabajos arqueológicos se efectuaron también en los sectores 6-20 localizados sobre el extenso desmonte del cerro, llegando finalmente hasta el pie del conjunto arqueológico El Fuerte. En este sitio –en su parte norteña– se descubrió una gran edificación de 68 por 16 m., interpretada como una kallanka incaica17. El análisis de los materiales recuperados por el autor en 1992 y su comparación con los datos recuperados en el transcurso de los trabajos de 1994-1996 permiten precisar y en algunos casos verificar opiniones presentadas en una publicación anterior (Szykulski 1994).

Excavación en el Sector 1 (norte de la roca) El Sector 1 está localizado en el declive del cerro, al norte de la roca. En esta área se realizó sólo una trinchera de sondeo (Trinchera I), orientada en dirección Sur-Norte. Ésta tenía 30 m. de largo y 2 m. de ancho, con una diferencia de nivel entre sus límites de 8,19 m., debida al notable desnivel del terreno. El límite sur de la trinchera se encontraba a unos 8 m. del pie de la misma roca esculpida, es decir, directamente al norte del derrumbe formado por las piedras que cayeron de la cima de la roca, donde anteriormente se encontraban varias estructuras arquitectónicas. 17 Meyers 1998; Meyers y Ulbert 1998. Ver la contribución de Múñoz en este mismo volumen.

En la parte sur de la trinchera se documentó un angosto estrato de humus descansando directamente sobre la roca matriz. Al contrario, en la parte norteña la excavación se profundizó hasta llegar a un estrato estéril, sin alcanzar la misma roca matriz. En el transcurso de los trabajos –entre los metros 23,50 y 24,30– se excavó el cimiento de un muro de 58/67 cm. de ancho, compuesto por dos filas de piedras unidas con argamasa de greda rojiza y arenosa (Fig. 99). El muro estaba puesto directamente encima de la roca. Obviamente se trataba de una parte del muro del cercado. Su continuación se observó también en la superficie de ambos lados de la trinchera. Las excavaciones realizadas en el sitio entregaron muy escasos vestigios de ocupación humana. Aparte de fragmentos de carbón y huesos, se registraron algunos fragmentos no diagnósticos de cerámica sin decoración, como también algunos tiestos incaicos. Los hallazgos se concentraron ante todo del lado sur del muro del cercado. Algunos tiestos de las mismas características aparecieron también en el derrumbe localizado al pie de la roca. El material cerámico recuperado, por sus aspectos técnicos (pasta, desgrasante, cocción etc.), puede clasificarse como perteneciente a distintas tradiciones alfareras, tanto de carácter altiplánico (inca, Período Intermedio Tardío), como también local o de las tierras bajas (¿selvático?). Es de mencionar que la mayoría de los fragmentos presenta una superficie muy desgastada por una permanente redeposición del material, efecto del proceso de denudación. Esto sugiere que una gran parte de los fragmentos de cerámica procede (cayó) probablemente de la cima de la misma roca esculpida, donde se observaron los ya mencionados restos de las antiguas estructuras arquitectónicas. A causa de la permanente redeposición de la tierra por efecto de erosión y denudación, la excavación en la Trinchera I del Sector 1 no permitió documentar datos que permitiesen definir la superposición de los estratos naturales o culturales en esta área.

Excavaciones en el Sector 2 (sur de la roca) El Sector 2 está localizado a unos 110 m. al sur de la roca esculpida, sobre una terraza habitacional (Terraza 2) del desmonte. Su prolongación en dirección oeste formaba una extensa plaza con edificaciones en sus

límites suroccidentales (Sector 11). Asimismo, a unos 30 m. al este se encontró el Sector 8 con ruinas de dos estructuras prehispánicas (Meyers 1993)18. En el área del sector 2 se observaron huellas de antiguas excavaciones, realizadas en el año 1979 por el arqueólogo peruano Félix Tapia (Fig. 100). De éstas se conservaron 14 pozos cuadrados de aprox. 2.50 por 2.50 m., separados por espacios no excavados (testigos) de 50 cm. de anchura. Los pozos se encontraban colocados en forma de dos líneas paralelas, de 7 pozos cada, orientadas en dirección Este-Oeste (Tapia 1984). La investigación efectuada en esta área por el autor del presente artículo confirmó que los trabajos realizados allí en el año 1979 no llegaron al estrato estéril y se limitaron solamente a los contextos culturales relacionados con restos de las estructuras arquitectónicas presentes en esta parte del sitio. Es decir, los antiguos pozos de excavación alcanzaron solamente los fundamentos de los muros, traspasando los pisos de los edificios. Asimismo se observó que, después de los años que habían pasado desde la primera intervención arqueológica, tanto los límites de la antigua excavación, como también los testigos y fragmentos de los muros descubiertos por el investigador peruano, estaban ya en gran parte afectados por aguas pluviales y densa vegetación (Fig. 100). La parte nororiental del sector mencionado estaba también fuertemente perturbada por excavaciones clandestinas (huaquería). Los trabajos arqueológicos realizados en 1992 en el Sector 2 del sitio El Fuerte se iniciaron dentro del área de las investigaciones de Tapia19. Debido a las destrucciones y la falta de la documentación del año 1979, se decidió emplear una nueva numeración de las unidades de la antigua excavación (Fig. 101). En la primera etapa de los trabajos se realizó la limpieza en toda esta área, dividida por los antiguos muros en las unidades definidas por nosotros como Pozos 5 - 10. Posteriormente se efectuó la exploración en el sitio. En la siguiente etapa de los trabajos, el área de la excavación en el Sector 2 fue prolongada en dirección norte y al sur. En estas zonas se realizaron las Trincheras 1 – 4, como también los Pozos 11 – 14, donde se efectuaron únicamente sondeos para definir el recorri18 Los trabajos de investigación en la área de la plaza, como también en el Sector 8, se realizaron en la temporada de 1994-1996. 19 En las áreas de los Pozos 9 y 10 de antiguas excavaciones de Tapia se realizaron únicamente los trabajos de la limpieza. Investigaciones en los Sectores 1 y 2 / 117

do de los muros (Fig. 101). Esta estrategia de los trabajos permitió delimitar las estructuras arquitectónicas, como también precisar la secuencia de la ocupación humana en esta área. Pozo 5 Presentaba forma trapezoidal, del lado este y oeste, delimitada por muros de las edificaciones prehispánicas (Fig. 102). En la parte central del pozo se conservaron restos del antiguo testigo (Testigo 4). En éste se documentaron nueve estratos culturales, los cuales permitieron reconstruir la secuencia estratigráfica existente dentro del Pozo 5 antes de las excavaciones de Tapia. Los estratos 1 y 2 estaban compuestos de tierra arenosa, humosa con piedras pequeñas y fragmentos de carbón vegetal. En los estratos siguientes (No. 3 y 4) se observó un notable aumento del carbón, el cual en el estrato 6 constituía la mayoría del relleno y además estaba mezclado también con una gran cantidad de huesos fragmentados y tiestos de cerámica. La gran cantidad del carbón vegetal en este estrato, como también su notable espesor, pueden interpretarse como huellas de un incendio. Al contrario, los estratos 5 y 7, localizados respectivamente uno más arriba y el otro por debajo, estaban conformados por greda compacta, ceramizada. Su presencia, otra vez, sugiere un incendio o existencia de un fogón, el cual había provocado la ceramización del piso. En el último (octavo) estrato cultural del testigo, más profundo, la cantidad del carbón disminuía notablemente y era parecida a la registrada en el relleno de los anteriormente descritos estratos 3 y 4. En su contenido aparecieron tiestos de cerámica y fragmentos de huesos. El análisis de la secuencia estratigráfica presente en el pozo en cuestión confirmó que hay que interpretar el estrato 5 como antiguo piso relacionado con los muros que se encontraban de los lados oriental y occidental. Asimismo se reafirmó la observación de Tapia (1984: 56) de que la construcción del muro oriental del Pozo 5 era posterior a la concentración del carbón vegetal con materia orgánica y tiestos de cerámica, definida como el estrato 6. Es decir, el cimiento se situó en el ya existente estrato de ceniza (Fig. 103). Tal observación está corroborada claramente por la presencia de concentración de la ceniza también al otro lado del muro –en el Pozo 6– donde en los Testigos 5, 6 y 7 se documentó el mismo estrato de carbón vegetal. Su concentración apareció también en el perfil, debajo del fundamento del muro. Además, en el relleno 118 / Józef Szykulski

de ambos lados del muro mencionado se encontraron fragmentos procedentes de una misma vasija y material osteológico de un mismo animal (camélido)20. Durante las excavaciones en el Pozo 5, en el límite entre el estrato 6 y 7, se logró definir el primer nivel de ocupación humana no afectado por las antiguas excavaciones ni el proceso de la denudación. Este nivel –definido como el plano 4– se encontraba a 116-122 cm. debajo de la superficie actual, es decir, debajo del punto cero (0), cotizado a la altura de 1882,47 m. sobre el nivel del mar (Fig. 102 y 104a). Sobre el plano –en su parte norteña– se observó una mancha de forma regular de color marrón/gris oscuro, compuesta de tierra arcillosa mezclada con elementos orgánicos (en su mayoría carbón vegetal), como también con algunos tiestos de cerámica de carácter utilitario sin elementos diagnósticos. Asimismo, en la parte central y sur del plano 4 se documentó arcilla con carbón vegetal, huesos y fragmentos de cerámica. Hay que subrayar que una situación parecida –presencia de arcilla con arena, de una gama de colores variable, mezclada con carbón vegetal y fragmentos de cerámica– se observó también sobre los planos 5-7 del mismo pozo, los cuales se encontraban respectivamente 10, 25 y 40 cm. más abajo que el plano 4 (Fig. 104b). La continuación del estrato relacionado con el plano 7 se documentó también del otro lado del muro, en la parte suroccidental del pozo 6. Todas estas evidencias documentan una presencia humana en el sitio en los tiempos anteriores a la construcción de las edificaciones de piedra. Se trata de restos de una o varias viviendas construidas en el mismo sitio con el material perecedero. La posición estratigráfica y los contextos culturales documentados indican que las viviendas estaban colocadas sobre terrazas domésticas, construidas con el fin de nivelar el declive del terreno. Posteriormente todos estos restos fueron cubiertos por el relleno de la terraza artificial (andén) No. 2, sobre la cual se construyeron las edificaciones de piedra. Esto viene confirmado tanto por la secuencia estratigráfica documentada en el perfil oriental del Pozo 5, como también por el análisis de los planos 4-6 (Fig. 104 y 105a,b). En el perfil oriental se observó un estrato de arcilla arenosa marrón con pigmento rojizo que nivelaba el declive, como también dos estratos 20 El Estrato 6 fue documentado también en el Testigo 5, el cual se encontraba más al este del Pozo 5, es decir en el área del Pozo 6.

de humus antiguo (Fig. 105a). Uno puede interpretarse como un estrato de lodo, deslizado cuesta abajo por la pendiente a causa de las lluvias torrenciales, que parcialmente niveló pequeñas terrazas domésticas. Esta capa contenía pequeños fragmentos de cerámica entre los cuales aparecieron tiestos con incisiones de carácter formativo. El otro estrato –ubicado más abajo– corresponde al humus antiguo que anteriormente cubría el cerro. Una secuencia igual fue observada también sobre los planos 4-8, donde en la parte norteña del plano 4 se constató una faja de humus que en los siguientes planos (No. 5-8) se ampliaba sucesivamente en dirección sur (cf. Fig. 104). Las excavaciones en el Pozo 5 terminaron sobre el Plano 11, a una profundidad de 2,30 m. debajo de la superficie, sobre una capa de tierra arenosa, de color marrón claro, mezclada con cierta cantidad del humus antiguo y sin huellas de actividad humana. Los trabajos de investigación en el Pozo 5 entregaron también algunos datos relacionados con la última fase de la ocupación humana en el área del Sector 2. Realizando la limpieza del perfil sur del pozo se constató que en su parte superficial, por debajo de un delgado estrato de humus y piedras procedentes del derrumbe de los muros, a una profundidad de 40 cm., apareció una concentración de piedras grandes posicionadas en el estrato de arcilla arenosa, mezclada con carbón vegetal (Fig. 105c). Entre las piedras se observó una concentración de carbón que contenía huesos de animales y algunos fragmentos de cerámica de carácter doméstico, de color marrón-amarillo y con desgrasante mediano o grueso (cuarzo y hematites), de calidad de cocción muy variable. La superficie de algunos fragmentos llevaba decoración pintada en forma de líneas paralelas o ángulos, así como improntas de canasta, estera o mazorca de maíz. Aparte de eso sobre algunos tiestos se observó una capa de greda pegada a la superficie después de la cocción. Ampliando el área de la excavación en dirección sur (área del Pozo 11), se constató que las piedras y la concentración de carbón formaban parte de un fogón, rodeado por piedras grandes. La posición estratigráfica del hallazgo indicaba que el fogón era posterior a los muros de piedra. Otro fogón grande, más devastado, se encontraba en la parte central del Pozo 11, entre los muros de los Edificios A y B. Parece que ambos fogones pueden ser relacionados con el tiempo cuando las estructuras (casas) de piedra estaban ya abandonadas por sus pobladores. Tal vez

reflejen el momento de la destrucción de las estructuras arquitectónicas del Sector 2 por los invasores de afuera. De todas las posiblidades, la más probable parece ser la de que se trate de un hallazgo relacionado con el permanente conflicto militar entre los incas y los guerreros tribus de la selva oriental, mencionado ya en los documentos coloniales y presente en las leyendas de la región. Edificio A (pozo 6) Ocupaba un área de los lados este y oeste delimitada por los muros paralelos, localizados aprox. a 5 m. de distancia uno del otro. La prolongación de la excavación al norte, donde se efectuó la Trinchera 1 y el Pozo 12, como también al sur (área de la Trinchera 2 y Pozos 11, 12) confirmó que el Pozo 6 formaba parte interior de una estructura arquitectónica, de 5 por 10 m., definida como el Edificio A (Fig. 101). Los muros del edificio tenían una anchura de 70-80 cm. y estaban construidos de piedras canteadas, areniscas verdes de notable dureza, cimentadas con argamasa de greda mezclada con pequeñas piedras. Se observó que las bases del lado exterior de los muros estaban bordeadas por una o dos filas de piedras adoquinadas, los cuales formaban una especie de zócalo. El zócalo se conservó parcialmente a lo largo del todo el edificio y parece que su función era la de proteger el muro contra la infiltración de agua en sus cimientos. El muro oriental del Edificio A –en su parte central– tenía una entrada de 80 cm. de anchura, construida de piedras labradas (sillares). La misma forma y modo de construcción del edificio permiten relacionarlo con la expansión del imperio del Tawantinsuyu en esta zona. En el transcurso de las excavaciones, sobre el eje Norte-Sur de la estructura, a una distancia de 240 cm. de su límite sur, se excavó un tronco de madera afilado, de 25 cm. de diámetro y 80 cm. de largo (cf. Fig. 101). La parte afilada se encontraba introducida verticalmente en el estrato de arcilla arenosa rojiza, perforando también un estrato cultural relacionado con la más antigua ocupación humana en este lugar. El tope del tronco quedaba por encima del fundamento, a la altura entre la tercera y cuarta fila de piedras. Este hallazgo puede interpretarse como restos de un poste que sostenía la construcción del techo. Su localización sugiere que anteriormente, sobre el eje del edificio, se encontraba por lo menos un poste más. Sin embargo tampoco se puede excluir la posibilidad de que el tronco esté relacionado con alguna estrucInvestigaciones en los Sectores 1 y 2 / 119

tura (vivienda) más antigua que el mismo edificio de piedras. Esto viene sugerido también por la datación radiocarbónica (14C) de la muestra (Gd-7240) extraída del tronco. Su valor absoluto es 620+/-50 BP, con máxima probabilidad entre 1283 y 1407 d.C. (3 sigma, calibrado). Es decir, se trata de un lapso de tiempo, según la mayoría de los investigadores, por lo menos algunas décadas anterior a la expansión incaica en esta zona. Los trabajos en el Pozo 6 confirmaron que también en esta área la excavación realizada por Félix Tapia en 1979 exploró casi enteramente el estrato cultural relacionado con el antiguo piso (suelo) del edificio. Algunos fragmentos del suelo original del Edificio A pudieron registrarse únicamente dentro de los ya mencionados testigos de las excavaciones de Tapia, así como también en las áreas de las trincheras 1 y 2, efectuadas por nosotros en 1992. Una pequeña parte del piso se conservó también pegada directamente al muro, junto a la entrada al edificio. El mismo suelo era de barro aplanado con pequeñas piedras y se encontraba a 70-80 cm. por encima del cimiento del muro. En el caso de la trinchera 1 (Parte A), en el estrato de arcilla arenisca marrón con carbón vegetal, el cual se encontraba por debajo del mismo suelo (piso) y estaba relacionado con éste, aparecieron fragmentos de huesos y tiestos de cerámica de diferente alfarería. Aparte de ellos se documentó un tupu de bronce y uno de plata. Entre el material cerámico recuperado, la más fácil de distinguir es la cerámica incaica. Otros tiestos presentan características de la alfarería tardía preincaica, tanto de origen altiplánico (Período Intermedio Tardío), como también de las tierras bajas. Asimismo, se documentó una notable cantidad de fragmentos no diagnósticos, sin decoración y de superficie porosa, procedentes de vasijas de carácter doméstico, confeccionados de arcilla proveniente de la región21. Entre los tiestos de carácter incaico se observaron por lo menos tres variedades que podemos definir como cerámica Inca Regional (Meyers 1993, 1998; Szykulski 2010). En el estrato que se encontraba a la entrada al Edificio A se identificó también un gran fragmento de aríbalo de procedencia cuzqueña (Inca Imperial). Otro fragmento de aríbalo cuzqueño y de 21 La excavación en la parte B de la Trinchera 1 reveló una concentración de grandes bloques y lajas de piedra. Estos probablemente pueden relacionarse con el piso del área localizada al norte del Edificio A y delimitada del lado norte por el muro de contención. 120 / Józef Szykulski

un escudillo fue encontrado en la trinchera 1 (Parte A). Además, algunos pequeños tiestos de las mismas características fueron documentados en otras partes del mismo edificio, donde se conservaron restos del estrato relacionado con el suelo original del edificio. Las excavaciones realizados en la Trinchera 1, la cual estaba localizada al norte del Pozo 6, entregaron informaciones sobre las fases de ocupación anterior a la construcción del Edificio A. Explorando la parte A de la trinchera, por debajo del suelo del edificio y relacionado con este estrato de arcilla arenisca marrón, apareció un escombro en su mayoría formado por piedras areniscas rojizas muy blandas, de las mismas características que la roca esculpida de Samaipata. Las piedras estaban mezcladas con greda y humus lavado (lodo). Hay que interpretar este hallazgo como derrumbe de un muro más antiguo que el mismo Edificio A. El derrumbe, por algún tiempo, estuvo expuesto a las lluvias, las cuales causaron la afluencia del lodo. En el derrumbe se documentaron fragmentos de cerámica fina del color amarillo, probablemente de carácter local, como también algunos tiestos gruesos de carácter doméstico y fragmentos de cerámica incaica. En su mayoría se trata de tiestos que podemos definir como Inca Regional. Se encontró también algunos fragmentos que por su cocción y elementos decorativos (incisiones) pueden relacionarse con la época formativa22. Por debajo del escombro se descubrió un delgado relleno artificial de arcilla y piedrecitas, el cual estaba presente únicamente en una área relativamente limitada de aprox. 1 m2, pegada a la pared norte del Edificio A. En este sitio apareció un fragmento de otro muro (más antiguo), que corría al sesgo por debajo de la pared norte del edificio. De todo el muro se conservaron únicamente dos filas de piedras y un fragmento localizado más al sur (Fig. 106). Al contrario de las paredes del Edificio A, el muro más antiguo estaba hecho de piedras blandas de color rojizo de las mismas características que la roca esculpida y el escombro que fue documentado en la misma área. Su base llegaba hasta el antiguo estrato de humus, el cual existía sobre el declive antes de la construcción de la terraza. Aparentemente se trata de restos de una edificación de tamaño desconocido. Tal vez a la misma 22 Durante el análisis de la colección de cerámica proveniente de la excavación de 1979, depositada por Félix Tapia en el Museo Regional de Samaipata, se observaron materiales de las mismas características.

construcción pertenezca una fila de piedras posicionada paralelamente al muro mencionado, la cual fue documentada en el Pozo 12, exactamente en la esquina noroccidental del Edificio A (cf. Fig. 101)23. La presencia de algunas piedras blandas de color rojizo en la pared norte del Edificio A confirma que el muro más antiguo sirvió esporádicamente de proveedor de material para la construcción del dicho edificio. Es de mencionar que la localización de la pared norte del edificio sobre la construcción más antigua causó que la base de su fundamento sea menos profunda que en otros lados24. Edificio B Continuando los trabajos arqueológicos en el área al sur del Edificio A (Trincheras 2, 3 y 4; Pozos 11, 13 y 14) se excavó una estructura arquitectónica definida como el Edificio B. El edificio tenía medidas internas de 7,00 x 4,00 m. y estaba colocado en dirección Este-Oeste. Los muros se conservaron hasta la altura de 50 cm. y estaban construidos de piedras canteadas, de arenisca de color rojizo, de las mismas características que la roca esculpida de Samaipata. Las piedras estaban cimentadas con argamasa de greda mezclada con pequeñas piedrecitas. El ancho de los muros variaba entre 60-70 cm. La entrada al edificio estaba localizada en el lado este. Al igual que en el caso del Edificio A, también aquí se observó que del lado exterior, a la altura del piso, los muros estaban bordeados por filas de piedras adoquinadas, formando un zócalo, el cual se conservó parcialmente a lo largo de todo el edificio. Dentro del edificio, en la parte occidental, se ubicó una estrecha subdivisión, formada por dos filas de piedras. Hay que mencionar que este tipo de la división interna es común en varias estructuras arquitectónicas del Período Intermedio Tardío y Horizonte Tardío del área centroandina, como por ejemplo en la zona arqueológica de Churajón en el extremo sur peruano (Szykulski 1998).

también fragmentos de cerámica incaica tipo Inca Regional. Además, en el mismo derrumbe, como también dentro del estrato que lo cubría (en su mayoría humus), aparecieron tiestos de manufactura tosca, con decoración incisa, los cuales pueden relacionarse con la época formativa. La posición estratigráfica de estos materiales y de los contextos en los cuales se encontraron indican que se trata de un material intrusivo que probablemente había sido traído de otro sitio de la región, junto con la tierra usada para la construcción de las terrazas. Esta opinión viene respaldada por las observaciones realizadas en otros sectores de la zona arqueológica de Samaipata (Meyers 1993, 1998; Szykulski 1994; Meyers y Ulbert 1998)25. Debajo del derrumbe se documentó el antiguo piso del Edificio B. Su superficie estaba cubierta por un estrato de 20 cm. de grosor, conformado por ceniza, carbón vegetal y piedras provenientes del mismo derrumbe. Probablemente se trate de huellas de un incendio de la casa, pero tampoco se pueden excluir otras explicaciones de su origen26. Las excavaciones en el área del Edificio B permitieron definir la posición cronológica de esta unidad arquitectónica en relación con otras construcciones del mismo sector 2. Se observó una notable destrucción de la construcción mencionada en comparación con el vecino Edificio A (Fig. 108). Además, la presencia de algunas piedras areniscas rojizas en el muro septentrional del Edificio A –construido de relativamente duras piedras areniscas de color verde- sugiere que el derrumbe del Edificio B pudiese servir de proveedor del material (Fig. 109). En este sentido se puede formular la hipótesis de que el Edificio B es más antiguo que la construcción denominada como el Edificio A. Tal vez provenga del mismo tiempo que los restos del muro descubiertos debajo del muro norte del Edificio A.

En el derrumbe del Edificio B se documentaron algunos fragmentos de cerámica fina de color amarillo y tiestos gruesos (cerámica doméstica), así como 23 Los trabajos de excavación en la área del Pozo 12 se realizaron únicamente hasta la profundidad de 50-60 cm con el objetivo de determinar los límites de estructuras arquitectónicas presentes en este lugar. 24 Las partes más profundas se encontraban del lado sur del edificio, donde el mismo muro se conservó hasta la altura de 1,75 m. (cf. Fig. 109).

25 En el sitio El Fuerte la cerámica de carácter formativo se documentó por ejemplo sobre las superficies de las terrazas 3 y 4 del Sector 5. 26 Hay que recordar que el piso del Edificio B estaba localizado a unos 25-40 cm. por debajo la superficie actual de la terraza. Investigaciones en los Sectores 1 y 2 / 121

Edificio C Los trabajos de limpieza llevados a cabo al sur del Edificio B, así como las últimas excavaciones realizadas en esta área, descubrieron una tercera estructura, denominada el Edificio C (Meyers 1998). Ésta tenía forma rectangular, con medidas internas de 7,0 por 2,5 m. y estaba orientada en dirección Norte-Sur (cf. Fig. 101). Los muros, como también el suelo de la construcción se encontraban en un estado de destrucción muy avanzado. Al contrario de otras estructuras del mismo sector 2, el Edificio C tenía entrada del lado oeste. También el modo de la construcción de la misma entrada tenía otras características que en el caso de los edificios A y B. El muro norte del edificio se unía con el muro de la terraza 2. Asimismo, la prolongación del muro occidental, el cual delimitaba el pozo 5 del lado oriental, formaba el límite oriental de una plaza grande con estructuras arquitectónicas en su parte suroccidental. Así pues, a este conjunto, definido como el Sector 11 (Kallanka, véase artículo de Muñoz), pertenecía también el mismo Edificio C. Es de mencionar que, contrariamente a lo observado en los Edificios A y B, en esta construcción no apareció ningún tipo de zócalo de piedras que bordease el lado exterior de los muros. Viviendas pre-inca y canal Continuando las excavaciones en el área del Pozo 6, a una profundidad de 165-172 cm. del punto cero (1882,47 m. sobre el nivel del mar), asimismo por debajo del estrato con carbón vegetal, se documentaron huellas de ocupación humana en forma de estratos culturales compuestos de arcilla arenosa mezclada con carbón vegetal, huesos y fragmentos de cerámica. Se trataba de restos de antiguas viviendas (Fig. 101 y 107). Sus contornos tenían forma aproximadamente rectangular y estaban colocadas en dirección Este-Oeste (Fig. 101). Las viviendas se encontraban sobre un relleno que nivelaba el declive (terraza doméstica) y se componía de arcilla arenosa marrón con pigmento rojizo (Fig. 105a). Una de las estructuras (vivienda I) medía aproximadamente 4,50 por 3,00 m. Su límite oriental se encontraba por debajo del muro del Edificio A. El área de la vivienda (casa), en su mitad, estaba dividida por el testigo 6. En esta parte del sitio se observó una fuerte infiltración de agua que causó una notable perturbación del estrato cultural (Fig. 101). Por eso, en el caso de la hipotética vivienda I, no se puede determinar si se trata de huellas 122 / Józef Szykulski

de una casa relativamente grande construida del material perecedero o, tal vez, de evidencias relacionadas con dos casas pequeñas cuyos estratos culturales presentan las mismas características. La parte norteña del estrato cultural relacionado con la vivienda se encontraba dentro del antiguo estrato de humus, el cual cubría el desmonte en la época anterior a la construcción de las terrazas artificiales27. En el contenido del estrato cultural en cuestión se encontraban fragmentos de cerámica de cocina (gruesa), de pasta porosa, de color ocre o marrón y desgrasante mediano o grueso. Aparentemente, se documentaron también tiestos con el desgrasante de materia orgánica. La superficie de estos fragmentos es de color gris o marrón, ligeramente alisada y sin decoración. Sobre el límite occidental de la vivienda I (¿viviendas Ia y Ib?) se documentaron huellas de tres postes, los cuales probablemente formaban elementos constructivos de la casa (Fig. 101). Asimismo, sobre el límite sur –donde se terminaba el estrato perturbado por la infiltración de agua– apareció una concentración de carbón vegetal, procedente de un antiguo fogón. La estratigrafía en esta parte de las excavaciones no permitió constatar si el fogón estaba relacionado con la vivienda mencionada. Por un lado, hay que recordar que la localización de los fogones fuera de las casas (viviendas) está confirmada para varias regiones del pie de monte de la Selva Oriental y de la misma zona selvática. Por otro, no se puede excluir la posibilidad que el fogón fuera posterior a la vivienda. Tal observación viene confirmada también por el análisis 14C de una muestra procedente del fogón (Gd-7237; 3 sigma calibrado). Ésta entregó un valor 320+/-BP, el cual con la máxima probabilidad abarca el relativamente tardío lapso de tiempo entre 1473 y 1644 d.C. Al continuar con las excavaciones, por debajo del estrato cultural relacionado con la vivienda I, se descubrió un canal de unos 30 cm. de profundidad y unos 30 cm. de anchura, rellenado con varias capas delgadas de arena y lodo. El canal estaba orientado en dirección Noroeste-Sureste y su prolongación al noroeste se encontraba debajo del estrato de humus, el cual anteriormente cubría el declive del cerro. Su fondo se 27 En el Sector 2 se observaron dos estratos del humus antiguo. Su génesis se puede explicar por el proceso de la denudación. Es decir, en los momentos cuando el declive del cerro no estaba cubierto por vegetación (antiguos cultivos, incendio, etc.) el agua pluvial llevaba por el desmonte lodo, en su mayoría conformado por el humus, que tapó el estrato original.

hallaba en el estrato estéril. La forma regular del canal sugiere que se trate de una construcción artificial, probablemente de un drenaje. En su relleno, por debajo del estrato cultural de la vivienda I, se documentó un hueso de jaguar, como también un fragmento de cerámica con incisiones, probablemente material intrusivo. Un análisis radiocarbónico (14C) del fragmento de hueso (Gd-8043; 3 sigma, calibrado) entregó un valor de 650+/-BP que con la máxima probabilidad indica el lapso de tiempo entre 1266 y 1404 d.C. Al sur del contexto cultural definido como la vivienda I se encontraba otra, designada como la vivienda II, cuyo estrato cultural se extendía de ambos lados del muro occidental del Edificio A y tenía un contorno de 5,80 por 3,00 m. (Fig. 107)28. De ambos lados del muro se observaron perturbaciones producidas por la infiltración de agua. Por eso, no se puede determinar con la seguridad o se trate de huellas de una relativamente grande casa o de evidencias relacionadas con dos casas de tamaño menor. Del lado oriental del contorno de la vivienda II se observó una perforación del estrato por el ya descrito poste afilado que parece relacionarse con el Edificio A. Se advirtió que la vivienda en cuestión, así como también la de No. III, se había construido sobre una pequeña plataforma conformada por arcilla arenosa que igualaba el declive del cerro. El relleno del estrato cultural de la vivienda II era muy parecido a este de la vivienda I. Las huellas de la vivienda III se extendían de ambos lados del muro oriental del Edificio A y tenían forma alargada de 3,50 por 2,50 m. (Fig. 101). También en este caso el contenido del estrato se parecía a los materiales documentados en los estratos culturales de las viviendas I y II.

Conclusiones Las excavaciones en el Sector 2 del sitio El Fuerte han proporcionado varios datos que permiten determinar una secuencia de la ocupación humana en esta área. En base a lo observado se postula que existe 28 En el área del Edificio A el estrato tenía una extensión de 2,90 por 3,00 m.

una serie de seis fases (niveles) de ocupación en este sector. Como la más antigua de todas las evidencias (Nivel I) se señala el canal rellenado con arena y lodo. Éste fue registrado en el área del pozo 6, por debajo del estrato cultural relacionado con la vivienda I. En su parte noroeste estaba tapado por el humus que anteriormente cubría el declive del cerro. En el mismo canal, como material intrusivo –redepositado en el mismo tiempo o en el tiempo posterior a su construcción– se documentó un hueso de jaguar y un fragmento de cerámica con incisiones de carácter “formativo”. El fragmento de cerámica probablemente había sido traído por el lodo que se documentó en el relleno del canal. Es de subrayar que las excavaciones en otros sectores de El Fuerte de Samaipata confirmaron que la cerámica “formativa” estaba presente en el relleno de las terrazas artificiales de todo el conjunto arqueológico. Es decir, se trata de material que no necesariamente está relacionado con el mismo conjunto arqueológico El Fuerte y más probablemente había sido traído allí desde otro sitio de la región, junto con la tierra usada para la construcción de las terrazas (andenes). Además, el análisis radiocarbónico (14C) del hueso de jaguar, indica con la mayor probabilidad el período comprendido entre 1266 y 1404 d.C. El Nivel II de la ocupación humana de la zona está representado por las casas/cabañas, definidas como las viviendas I-III que fueron documentadas en los pozos 5, 6 y 8 del sector 2 (Fig. 101). Las viviendas tenían forma rectangular y estaban construidas con materiales perecederos de los cuales se conservaron huellas de algunos postes (vivienda I), como también respectivos estratos culturales. No se puede determinar si todas las casas proceden del mismo período (probablemente no), pero indudablemente todas fueron construidas en la misma época, es decir antes de la construcción de la terraza. La forma de estas casas, así como el mismo contenido de los estratos relacionados con las estructuras, permiten determinar su filiación cultural como no-andina, aunque la sugerencia de que se trate de casas “amazónicas” o “selváticas” es todavía muy discutible. Probablemente el fogón documentado al límite sur de la vivienda I sea posterior a ésta, pero anterior a las casas de piedra. Tal posición cronológica viene sugerida por la misma estratigrafía, como también por la datación radiocarbónica del hallazgo mencionado. Investigaciones en los Sectores 1 y 2 / 123

La siguiente fase de la ocupación humana en este lugar constituye el Nivel III. El material recuperado de este nivel está relacionado con la época cuando en el sitio ya existía una terraza (anden). El análisis de la superposición de los estratos documentados en los pozos 5 y 6 indica que no se trata de la misma terraza sobre la cual se construyeron los Edificios A y C de piedra canteada, sino de una construcción de tamaño menor. Ésta fue ampliada posteriormente. El contexto de esta fase de ocupación está representado por la concentración de carbón vegetal mezclado con huesos y fragmentos de cerámica que formaban el estrato documentado por encima de las supuestas casas “selváticas” en los Pozos 5, 6 y 8 (Fig. 103). Dentro del estrato mencionado se registraron los huesos de camélidos y fragmentos de cerámica incaica, los cuales aparecieron junto con los tiestos de carácter no-altiplánico. El mismo contexto cultural, registrado dentro del estrato de la ceniza, permite formular la opinión de que estos hallazgos reflejan el período de la expansión del imperio del Tawantinsuyu en la zona selvática de los Andes orientales. Tal vez se trate de huellas de una violenta interrupción de la ocupación incaica en esta región. Los datos recuperados durante las excavaciones realizadas en el sector 2 del sitio El Fuerte de Samaipata permiten distinguir dos fases de la ocupación incaica. Esto coincide con las relaciones de los cronistas españoles que relatan dos entradas incaicas en la zona oriental, interrumpidas por la invasión/las invasiones de las tribus de chiriguanos (Alcaya 2011 [1636]). La más antigua fase de la ocupación incaica, definida como el Nivel IV, está representada por el fragmento de muro que corre por debajo del cimiento de la pared norte del Edificio A, como también por los muros del Edificio B y el respectivo contexto cultural, descubierto durante la exploración de las Trincheras 2-4 y Pozos 11, 13 y 14. La misma posición cronológica de estas estructuras está indicada por el hecho de que ambas se levantaron con piedra arenisca de color rojizo, idéntica a la roca de Samaipata, y que ambas sirvieron posteriormente como fuentes de material para la construcción del Edificio A, en cuyas paredes norte y sur –construidas como todo el edificio de piedras areniscas de color verde y de notable dureza– se identificaron algunas

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piedras blandas del color rojizo, provenientes de las construcciones más antiguas. El estrato de ceniza documentado dentro del Edificio B puede reflejar el abrupto fin del funcionamiento de esta construcción. Es muy probable que el estrato de ceniza (Nivel III), el cual aparece en el área de los Pozos 5 y 6, también proviene del mismo período. La siguiente fase de la presencia humana en el área del sector 2 (Nivel V) está relacionada con la ocupación incaica (¿segunda entrada de los incas en la zona?). A este período pertenece el Edificio A cuyos cimientos se encontraban dentro del estrato de ceniza (Nivel III). Con el Nivel V podemos relacionar también el Edificio C localizado al borde oriental de una plaza grande, con estructuras en la parte suroccidental (Sector 11). El modo de construcción del Edificio C y el hecho que sus cimientos se encontraban más arriba que los del Edificio A pueden indicar que la construcción en cuestión pertenecía a la misma época (segunda entrada de los Incas), pero probablemente no fue construida en el mismo tiempo que el Edificio A. Parece que fue construida más tarde, así como la mayoría de otras construcciones del conjunto arqueológico El Fuerte y otro relacionado con él, denominado Cerro de la Patria o Cerro de las Rueditas, donde el arqueólogo alemán Hermann Trimborn ya en los años 1950 descubrió colcas incaicas (1967). El Nivel VI representa la última fase de la ocupación prehispánica en el área del sector 2. A este período pertenecen los fogones grandes rodeados por bloques de piedra, documentados en el pozo 11. La misma posición estratigráfica de los fogones y el contexto cultural relacionado con ellos indican que los hallazgos pertenecen al tiempo postincaico y están relacionados con la nueva invasión de las tribus selváticas, las cuales aprovecharon el colapso del imperio Tawantinsuyo causado por la llegada de los conquistadores. Por su carácter parece muy dudoso que el material mencionado represente el nivel de ocupación española. Los estratos relacionados con la época colonial, definidos como el Nivel VII, no aparecieron en el área del Sector 2, pero fueron documentados en el Sector 3 (Fig. 110) donde se descubrieron las ruinas de una casa tipo árabe-andaluz (cf. Meyers 1993, 1998; Meyers y Ulbert 1998).

Fig. 96. El Fuerte. Los nichos trapezoidales tallados en las paredes verticales de la roca esculpida

Fig. 97. El Fuerte. Área de la excavación del Proyecto Samaipata localizada al Sur de la roca esculptida

Investigaciones en los Sectores 1 y 2 / 125

Fig. 98. El Fuerte, Sector 1; Inicio de la excavacion en la área de la Trinchera I

Fig. 99. Sector 1, Trinchera I; El muro del cercado, detalle

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Fig. 100. El Fuerte, Sector 2 (1992); Área de la excavación, realizada en el año 1979 por Felix Tapia

Fig. 101. El Fuerte, Sector 2, área de excavación del Proyecto Samaipata (levantamientos: W. Hölzle, J. Wentscher, J. Szykulski, A. Nodal); a - viviendas I - III, b - carbón vegetal, c - canal localizado por debajo del estrato relacionado con la vivienda I, d - postes, e - entradas en los Edificios A y B, f - partes afectadas por el agua Investigaciones en los Sectores 1 y 2 / 127

Fig. 102. Sector 2, Excavación en el Pozo 5

Fig. 103. Sector 2, Pozo 5; Estrato 6 en su mayoría constituido por carbón vegetal. A La derecha se observa los restos del Testigo 4 128 / Józef Szykulski

Fig. 104. Sector 2, Pozo 5, Planos 4 y 5. (1) - arcilla arenosa rojiza; (2) - tierra marrón-gris con carbón vegetal (antiguo humus); (3) - tierra arcillosa con carbón vegetal, huesos y cerámica; (4) - arcilla quemada (en parte ceramizada); (5) arena; (6) - arcilla arenosa con carbón vegetal; (7) - arcilla marrón; (8) - carbón vegetal; (9) - arcilla con carbón vegetal, huesos y cerámica

Fig. 105. Sector 2, Pozo 5; a - Perfil Oriental, b - Perfil Norte, c - Perfil Sur. (1) - arcilla arenosa rojiza con piedras; (2) arcilla arenosa con carbón vegetal; (3) - tierra marrón gris con carbón vegetal (antiguo humus); (4) - tierra arenosa marrón mezclada con antiguo humus; (5) - relleno artificial por debajo del muro; (6) - capa vegetal (actual); (7) - arcilla ceramizada (quemada); (8) - humus mezclado con relleno artificial (arrbón, fragmentos de la cerámica; (9) - arcilla arenosa marrón con pigmento rojizo; (10) - arcilla con carbón vegetal huesos y la cerámica; (11) - arcilla marrón; (12) - arena rojiza arcillosa; (13) - carbón vegetal; (14) - muro de piedras; (15) - arena amarilla Investigaciones en los Sectores 1 y 2 / 129

Fig. 106. Sector 2, Trinchera I, Parte A; El otro muro localizado por debajo de la pared norte del Edificio A. Visto antes del destapar el estrato de arcilla que cubría el cimento del Edificio A

Fig. 107. Sector 2, Pozo 5; Nivel de la vivienda II. El circulo indica el sitio donde se encontraba la base del poste

130 / Józef Szykulski

Fig. 108. Sector 2, Trinchera II; El muro Sur y Norte (se conservo sólo el cimento) del Edificio B. En el fondo el muro Sur del Edificio A

Fig. 109. Sector 2, Trinchera II; El muro Norte (el cimento) del Edificio B y bien conservado muro Sur del Edificio A Investigaciones en los Sectores 1 y 2 / 131

Fig. 110. El Fuerte, Sector 3; Los restos de la casa tipo arabe-andaluz del principio de la época colonial (Meyers 1993, 1998)

132 / Józef Szykulski

María de los Ángeles Muñoz C.

Una mirada a Samaipata a través de su kallanka, símbolo de la arquitectura de poder inca

Introducción Las primeras referencias a Samaipata se encuentran en la “probanza de incas nietos de los conquistadores” del Qhapac ayllu en 1569, que menciona “Sabaypata” como una de las fortalezas de la expansión inca hacia el oriente (Rowe 1985: 226); en la “Relación” del padre Diego Felipe de Alcaya (2011 [1636]), se relata que el Inca envió a su pariente Huacane a conquistar los valles cruceños y las llanuras de Grigotá, subiendo al asiento de Samaipata, donde asentó su real. Asimismo, contamos con valiosos reportes de viajeros y científicos que visitaron el monumento: Tadeo Haenke en 1795 (Ibáñez 1990); Alcide d’Orbigny en 1830-1832, quien levantó un plano esquemático de las esculturas de la roca esculpida –y la interpreta como un lavadero de oro–, gracias al cual se sabe que existían relieves o figuras hoy desaparecidas (2002 [1833]). Nordenskiöld en 1908 también realiza una descripción y registro fotográfico y otorga una filiación incaica al sitio. Leo Pucher lo visita dos veces en los años 19301940 y realiza un plano esquemático, asignándole la función de un templo animístico totemístico preincaico (1945). Herman Trimborn en dos ocasiones (1955 y 1960) realiza una descripción muy detallada y un primer levantamiento topográfico (Trimborn 1967). En 1964 Gunther Holzmann, quien realizó excavaciones en el sitio obteniendo piezas incaicas enteras, le asigna función de santuario y de ciudad (Holzmann 1968). En los años 1970 Gregorio Cordero y Jorge Arellano realizaron excavaciones (Arellano 1974), así como Félix Tapia (1984), arqueólogo peruano, quien afirma una indudable ocupación incaica. En 1992 la Asociación alemana de Investigación Científica (DFG) apoya la exploración arqueológica del sitio con la misión alemana de la Universidad de Bonn, capítulo fundamental en la historia de Samaipata. Hasta la primera fase de las excavaciones (1992), se conocía básicamente el cerro esculpido y la parte superior del

sitio. Los trabajos de la misión alemana (Meyers 1993 y 1998) revelaron la existencia de un complejo de arquitectura monumental, que consiste en una plaza central casi cuadrangular (100 m. x 100 m.), flanqueada por una kallanka y edificios rectangulares formando kanchas. Las investigaciones en varios sectores (2, 3, 6, 7, 8, 10, 11, etc.) hablan de una ocupación múltiple del sitio; de asentamientos que se remontan al periodo Formativo, tal vez al primer milenio a.C. (Meyers 1993 y 1998). Se cuenta con evidencias de culturas amazónicas, restos de chozas de madera, cerámica de tierras bajas, cerámica gris incisa y de culturas que se encuentran desde el sur en Chuquisaca como Mojocoya y Presto Puno, pasando por dos fases de ocupación inca, con diferentes técnicas constructivas, incluyendo el horizonte de destrucción de los chiriguanos, relacionado con cerámica de improntas de tejidos de canasta y llegando hasta épocas coloniales o un poco más tardías.

Las kallankas La última ocupación del sector al sur de la roca ceremonial de Samaipata está considerada dentro la llamada arquitectura de poder inca, con varios de los patrones que identifican con el modelo cusqueño mencionado por Gasparini y Margolies (1977: 71): presencia de una plaza principal y otra secundaria, al menos una kallanka (a veces dos) sobre la plaza, ushnu, acllahuasi (casa de las mujeres escogidas), templo del sol y qollqas (silos), etc. Un tipo de edificio que se encuentra en Cusco y se repite en Cajamarca y hasta Incallajta pudiendo incluir además, Samaipata, es la llamada kallanka (Gasparini y Margolies 1977: 204). Las kallankas son edificios de planta rectangular típicamente incaicos de grandes dimensiones, que constituyen por su tamaño un símbolo de poder (Gasparini y Margolies 1977: 72). Tienen techo a dos aguas sostenido por series de pilares hincados Una mirada a Samaipata / 133

a lo largo del eje longitudinal. Uno de sus lados más largos da siempre a la plaza principal (Ibid: 204-205), no presentan divisiones al interior, sino un solo espacio bajo un techo de armaduras de madera cubiertas de paja; generalmente sólo uno de sus muros largos tiene accesos y no tienen comunicación en el muro opuesto al de las puertas; presentan una secuencia continua de nichos o ventanas (a veces al interior y al exterior como en Chinchero). Los lados cortos siempre tienen los hastiales de piedra y a veces el remate de adobe. Sobre su función, las kallankas han merecido diferentes interpretaciones; a ellas nos referiremos al final del trabajo. De los elementos característicos de un centro ceremonial o administrativo incaico, la kallanka es uno de los más representativos. Constituye la estructura de repetición por excelencia del patrón inca y denota conocimientos tecnológicos a una escala no registrada previamente en la zona, implicando una fuerte participación de mano de obra especializada. A esta estructura nos referiremos en adelante, dando cuenta del informe técnico –que nos parece importante remarcar, puesto que muy pocas veces se presentan los datos de campo–, para luego contextualizarla.

La kallanka de Samaipata En el valle al sur de la roca esculpida, se encuentra un complejo amplio, construido en 3 plataformas a distintos niveles, que tenía probablemente funciones habitacionales y administrativas; la kallanka constituye el Sector 11 y se encuentra en la plataforma inferior. Se trata de un edificio típicamente incaico de 68 m. de largo x 16 m. de ancho. Está construida en la parte sur de la terraza principal, delimitando junto con unos edificios un poco más pequeños al oeste, una gran plaza central. El muro norte da hacia esta plaza central y a la roca esculpida; cuenta con 9 secciones y 8 accesos de entrada de 3,40 m. de ancho, muestra también la presencia de hornacinas. Aunque normalmente el muro opuesto al de las puertas que dan a la plaza, no tiene comunicación, sólo ventanas (Gasparini y Margolies 1977: 205), en Samaipata el muro sur presenta a la mitad de todo su largo, una puerta o acceso muy angosto (80 cm. de ancho), aunque al parecer no llegaba hasta el piso; pero sus esquinas bien trabajadas no dejan duda de que se trataba de una abertura, es decir, el muro no parece haber sido completamente cerrado. 134 / María de los Ángeles Muñoz C.

A lo largo de la kallanka, al pie externo del muro norte, se observó un segmento de un canal y en la última campaña se descubrieron los huecos de los postes que sostenían el techo. Nos referimos a continuación específicamente a estos dos últimos hallazgos, por su importancia. En 1994, se realizaron excavaciones en la kallanka con dos trincheras y un área de excavación (T1, T2, A1):T1, de 2 m. de ancho (E-W) por 18,80. m de largo (N-S), desde el exterior del muro norte atravesando todo el ancho hasta el exterior del muro sur; T2, transversal a T1 y entre ésta y el muro oeste, atravesándolo incluso, en 2 m. (N-S) por 9 m. (E-W) y A1 en todo el cuadrante interno de la esquina noroeste del edificio (Fig. 111). Las excavaciones permitieron observar que los muros tienen un grosor de 1,40 m. y están asentados directamente en la roca madre. Son murallas constituidas por dos tapias de sillares de arenisca relativamente bien labrados y sellados, estaban rellenos de guijarros y su parte inferior de piedras bien talladas. Se habían conservado hasta una altura de –en parte– 2 m.; al parecer estuvieron revocados con material amarillento resinoso y posiblemente fueron pintados. Encima de la base de piedras, en la parte superior, los muros fueron levantados con adobes. En los perfiles interiores se observó que el tímpano del muro oeste se había derrumbado enteramente por dentro, circunstancia que permitió pensar en una altura aproximada de 12 m. para esta enorme construcción. La T2 mostró que la roca madre se había rebajado incluso en la parte oeste (la más alta), de tal modo que –a pesar de que el desnivel natural del terreno era considerable–, se logró dar una base plana a todo el edificio. En 1995 se volvió a excavar el edificio, con el propósito de encontrar los hoyos de poste de la techumbre. Para ello se comenzó con una nueva trinchera en medio de la parte oeste del mismo, con la intención de extenderla hacia el norte y el sur, de manera que se pudiese verificar cómo y cuántos postes sostenían el techo. Trinchera 3

Siguiendo el eje de T2, se hizo la Trinchera 3 en 2 m. (N-S) y 6 m. (E-W). Se excavaron cuatro niveles (aproximadamente 50 cm.): el primero, de una capa de humus muy gruesa con baja cantidad de material cultura; inmediatamente debajo, una capa anaranjada

con gravilla con mediana densidad de material. Los detalles a remarcar son: un semicírculo y un fogón asociados con cerámica de dos tipos diferentes: a) con mejor acabado y piezas más grandes y gruesas y b) sin acabado, más clara y delgada, erosionada, de piezas más pequeñas; se obtuvieron también dos boleadoras. Se observó una capa delgada de gravilla (la misma que estaba presente en las otras trincheras), con bastantes lentículas de carbón. En el tercer nivel de tierra anaranjada-rosada muy suave (arena), continuó el semicírculo con bastante carbón, pero disminuyó la cantidad de cerámica. El cuarto nivel tuvo muy poco material cultural e inmediatamente se llegó a la roca madre. Este último nivel fue el más importante: en medio de la trinchera y en la superficie de la roca, apareció un hoyo tallado en la roca misma (de 25 cm. por 25 cm. y 16 cm. de profundidad), realizado exprofeso comparando con las irregularidades naturales de la roca, conteniendo escasos fragmentos de cerámica y carbón (detalle 1). Hacia el oeste, a 54 cm. del primero y en el mismo eje, un hoyo más pequeño (detalle 2) y otro metro al oeste, un tercero (detalle 3), menos profundo que el primero y con base desnivelada (Fig. 112). Dado que los hoyos eran muy pequeños para el tamaño del edificio, se extendió la excavación hacia el norte en Área 2. Área 2 Excavación de 6 m. (E-W) por 4,5 m. (N-S), al norte de T3 y hasta el derrumbe interno del muro norte, el mismo que confirma que encima de los muros de piedra existía una masa de adobe. En la gruesa capa de humus, en la parte superior se contó con pocos fragmentos de cerámica y un alisador de piedra y en el segundo nivel de humus se incrementó la densidad cerámica de piezas grandes. Por debajo del humus, se observa la capa más anaranjada y dura con gravilla, con menor cantidad de cerámica. Esta área presenta la misma estratigrafía que T3 a excepción de la parte norte por debajo del derrumbe del muro. El último nivel no presentó cerámica. En la parte sur y en la superficie de la roca madre, se observó muy claramente –como el rasgo más relevante–, una gran mancha redonda de gravilla o cascajo, de 1 m, de diámetro (detalle 1, Fig. 113). Área 2, Detalle 1 Se excavó el círculo de 1 m. de diámetro de gravilla, primero la parte superior en 10 cm., observando

que continuaba en profundidad y disminuía un poco en diámetro a aproximadamente 90 cm. Se abrió otro nivel y conforme fue bajando, en un tercer nivel (casi a los 70 cm.), se halló cerámica y alisadores de piedra y piedras de regular tamaño. Por debajo, en un cuarto nivel, las piedras son más grandes y planas y continuaron los fragmentos de piezas grandes y también cascajo. A los 1,40 m. se encontró la base de lo que constituyó el primer hoyo de poste labrado en la roca misma y que fue rellenado posterior a su uso. Hacia el noroeste de este gran hoyo se contó con otro, pero poco profundo (detalle 2, Fig. 114). Área 3 Ya contando con la ubicación del primer hoyo de poste, se trataba de saber si su equivalente hacia el sur mostraría las mismas características. Para ello se abrió esta área (gemela a la 2), en 6 m. (E-W) y 4 m. (N-S) al sur de T3, llegando hasta el derrumbe del muro sur del edificio. La estratigrafía es idéntica a las otras unidades: el primer nivel es la gruesa capa de humus con poca cerámica hacia la superficie y mayor cantidad de cerámica –incluyendo algunas boleadoras–, hacia el final de ella. Seguidamente se tuvo la capa anaranjada, con menor densidad de cerámica y fue apareciendo la capa de gravilla. Al final del cuarto nivel –ya sin material cultural– e inmediatamente encima de la roca, nuevamente se constató la aparición del círculo de gravilla de 90 cm. de diámetro (detalle 1), muy bien marcado, que confirmaba ser el equivalente del hoyo de poste de Área 2 (Fig. 114). Área 3, Detalle 1 Se excavó este hoyo, que en la parte más superficial presentó un relleno intencional de cascajo, que va concentrándose al centro, rodeado de arena más limpia; conforme se fue bajando hasta los 35 cm., se observó que hacia las paredes se presentaba un enlucido gredoso; se contó con un fragmento de cerámica y un alisador de piedra. Al final de este primer nivel, se observó bastante carbón. A esa profundidad (35 cm.), al centro del hoyo y en medio de arena limpia y cascajo, apareció la parte superior del tronco carbonizado, que constituía el poste que sostuvo el techado, que fue quebrado y quemado. A los 60 cm., se vio que en el hoyo de poste –al igual que en A2–, las paredes mostraban un enlucido duro de greda o resina rosada (¿para proteger la roca?), relleno con arena limpia y poco cascajo. Una mirada a Samaipata / 135

En el nivel 3 continuó la arena limpia y el cascajo; llegando a los 85 cm. de profundidad, se observó claramente cómo el enlucido de arriba se va engrosando acercándose al tronco, acabando el nivel aproximadamente a 1 m. En el cuarto nivel, al inicio el enlucido está pegado al tronco, es decir cubre toda la superficie alrededor del tronco y hasta la pared del hoyo y, más abajo, se separa de la pared, encontrándose un relleno más amarillento y duro que venía desde abajo, es decir desde la base misma del tronco. El nivel 5 es de esta capa amarillenta que llega a los 1,11 m. de profundidad. El tronco es de una especie fina y dura de más de 90 cm. de alto y 18 cm. de diámetro; en su base presentaba dos cóndilos o apéndices, que iban directamente a engarzarse a la mezcla dura amarillenta. Se excava el nivel 6 hasta llegar a la roca madre (unos 15 cm. aproximadamente por debajo de la base del tronco), a una profundidad total del hoyo de 1,20 m., siendo 20 cm. menos profundo que el hoyo de A2 (por el desnivel de la pendiente natural de la roca) (Figs. 119 y 120). Hacia el este del hoyo de poste, se observó otro hoyo más pequeño, de 45 cm. de diámetro y 65 cm. de profundidad (detalle 2), con sus paredes recubiertas de greda o resina, rellenado de arena y carbón. Hacia el oeste, otro más pequeño aún, de 22 cm. de diámetro y 28 cm. de profundidad (detalle 3) y enlucido muy delgado, siendo similar a los de T3 (Fig. 118). Área 1, Corte 2 Después de conocer las distancias entre los postes y muros, se abrió este corte en 1,50 m. (N-S) y 5 m. (E-W), entre T1 y el muro oeste, a fin de encontrar el tercer hoyo de poste que confirmaría el sistema de postes del techado. Se quitó todo el nivel de derrumbe del tímpano y hacia el este, se contó con un pedazo de madera asociado a un nivel de carbón, piedritas, hueso quemado, un alisador y bastante cerámica. Las piedras del derrumbe se encontraban inmediatamente por encima de una capa gredosa (¿enlucido o piso?) que presentaba grandes manchas negras. La consistencia fue igual a la que encontramos enluciendo las paredes de los dos hoyos de poste mencionados. Bajo ella se encontraron algunos fragmentos de cerámica y un trozo de madera. Se niveló todo el corte a este piso, que contenía un poco de gravilla y muchas manchitas de carbón, cerámica, hueso quemado y un alisador. Alrededor del madero se encontró una tierra muy suave y orgánica. Se quitó el madero de aproximadamente 77 cm. de largo y una sección de 12 cm. x 7 cm. Se bajó el piso duro de gravilla y carbón y se peinó la roca, 136 / María de los Ángeles Muñoz C.

constatando que estaba cubierta de una capa delgada de brea o resina oscura que se extiende por todo el corte, a excepción del lugar donde se halló la superficie del tercer hoyo de poste (detalle 1), el mismo que estaba bajo el madero y a la altura del primer acceso del muro norte. La delgada capa de brea sella decenas de hoyos pequeños que hay por todo el sector. Se quitó la resina de la mayoría de los hoyos, dejando algunos de muestra (Fig. 119). Área 1, Corte 2, Detalle 1 El hoyo de poste se excavó en casi la totalidad de su diámetro. En el primer nivel se encontró poca cerámica y un alisador de piedra. La delgada capa de brea que cubría el piso fue bajando “enluciendo” las paredes del hoyo, por lo menos hasta el tercer nivel. Al centro la tierra fue blanda y húmeda y en los contornos se observó cascajillo. A los 75 cm. apareció la punta truncada del tronco que habría sido el poste, confirmando que la suavidad de la tierra por encima se debió a que rellenaba el espacio del tronco arrancado o quebrado de la parte basal que quedaba, lo que dio paso a la humedad constante. Todo este nivel fue de relleno. El nivel 2, alrededor del tronco, no presentó cerámica. A 1 m. de profundidad, se observó otra parte quebrada del tronco (rotura o partido desigual). Conforme se fue bajando, se observó barro (a los 1,10 a 1,20 m.) por debajo del tronco, lo que dificultaba la excavación, debido a que el tronco se encontraba al centro. A los 1,75 m. se constató la base del tronco, que es de una especie muy fina, dura y pesada y de mayor diámetro, diferente al de A3. La profundidad a que se llegó muestra el desnivel grande que tiene la superficie de la roca; conforme se bajaba se evidenciaba que el hoyo se iba cerrando con un contorno completamente irregular y bajo el tronco se cerraba mucho más. Por la humedad no se pudo observar el enlucido, sin embargo hasta la tercera planta se contó con éste, entre el tronco y las paredes muy angostas a esa profundidad. Bajo el tronco, se continuó hacia la base del hoyo, con barro y poco cascajo y finalmente se llegó hasta la mezcla dura amarillenta que sujetaba el tronco. A los 1,80 m. desde el piso de la roca, por fin se encontró la base del hoyo, muy angosta, terminando éste casi en punta (Figs. 123 a 125). Área 1, Corte 1, Exterior Muro Norte y Canal Excavación ubicada al exterior del muro norte, entre la esquina noroeste y el primer acceso al edificio.

Lo primero que se observó en la esquina exterior es cómo la roca fue cavada para poner los cimientos del muro y por encima de la cavadura, un fogón con dos fragmentos de cerámica (¿chiriguana?). Esta cavadura constituye a la vez el arranque de un canal de corte trapezoidal muy bien realizado –con lajas por debajo para evitar filtraciones–, que corre a todo lo largo del muro norte de la kallanka, que también presentó algunos fragmentos de cerámica. Una gran piedra de 1,34 m., por una sección de 0,36 m. y 0,25 m. (que puede haber sido un dintel del acceso), yacía atravesando el canal. Al exterior del muro norte entre la esquina y el primer acceso y en la elevación exterior del muro, se observaron dos espacios sin piedra, rellenos de adobe, que podrían ser hornacinas y al pie del mismo, entre éste y el canal, se vio una banqueta de piedra, probablemente a fin de nivelar la pendiente (Figs. 126, 127).

Sintetizando las evidencias La estratigrafía Excepto en los sectores de derrumbe, la estratigrafía es uniforme: una gruesa capa de humus con baja densidad de cerámica que se va incrementando gradualmente; un estrato rojizo amarillento, una capa delgada de gravilla a manera de piso –sin ser un piso formal–, asociada con fogones en algún sector y con bastante cantidad de cerámica (al menos de dos tipos diferentes). Parece que no quedan restos de piso formal en estas construcciones; en Incallajta-Cochabamba sólo se contó con tierra apisonada (Nordenskiöld 1957: 8) y en Huánuco se menciona una capa con material cultural. La última capa encima de la roca es una capa compacta de arenisca resinosa que nivela sus irregularidades y contiene muy poco material cultural. A muy poca profundidad (50 cm. es la profundidad total de depósito hasta las superficies de los hoyos de poste), se encuentra la roca madre. Este último nivel fue el más importante, pues evidenció que los hoyos de poste estaban labrados en la roca misma. La estratigrafía bajo el derrumbe estuvo constituida por un apisonado muy duro, con carbón, gravilla y bastante cerámica, seguido por una capa de manchas negras y, hacia la roca misma, una delgada capa de arena muy compacta. Inmediatamente después, “pintada” en la roca misma, una capa de aproximadamente 1 cm. de espesor de brea o resina oscura que se extendía por todo el corte de excavación y sellaba

las decenas de hoyos mencionados, posiblemente realizados para sujetar escaleras o andamios mientras se construía el muro oeste. Allí es en el único sector donde este “enlucido” se observa tan oscuro, tal vez por la materia orgánica (¿del techo sobre el piso?) o a lo mejor debido a las resinas utilizadas. Bajo el derrumbe también se evidenció claramente que se habían utilizado distintos tipos de adobes, de diversos tamaños y colores para la construcción: unos grandes y grises amontonados en forma de columna y otros más pequeños amarillentos. La técnica de los hoyos de poste Descubrir la ingeniería de realización de los hoyos de poste fue extraordinario. La técnica constituía en realizar el hoyo, rellenar la base y paredes con arcilla amarillenta sólida y cascajo; los dos troncos encontrados presentaban dos cóndilos o apéndices dejados exprofeso que iban directamente a engarzarse o incrustarse en medio de esta tierra dura o mezcla. Se rellenaba con un “enlucido”, rodeando el tronco con un poco de cascajo y arena; el enlucido duro de greda o resina rosada se iba adelgazando paulatinamente hacia arriba hasta quedar solamente recubriendo las paredes y teniendo el centro relleno con arena limpia y poco cascajo. El enlucido que, en realidad, es el mismo que cubre el piso, va bajando por el hoyo desde el mismo; en una segunda fase de ocupación se selló el tronco quemado, con un relleno de cascajo. El enlucido debió ser para evitar desgaste en la suave arenisca por los efectos de la lluvia (impermeabilización) u otros y que el tronco pueda estar completamente fijo por más tiempo; no estaban acuñados con piedras por lo que se supone que la mezcla y el enlucido eran “comprobadamente” efectivos para sujetar por sí solos estos troncos (Fig. 125). Al excavar los hoyos se evidenció que el primero estaba constituido totalmente por material de relleno (cascajo, cerámica, alisadores de piedra, piedras grandes y planas, mezcladas con arena limpia). El segundo, que confirmaba ser el equivalente del anterior, mostró también relleno al inicio y al centro del hoyo, a 35 cm. de profundidad, se encontró el tronco carbonizado del árbol que constituyó el poste. El tercero se excavó en casi la totalidad de su diámetro, mostrando el relleno hacia la superficie y a los 75 cm. de profundidad el tronco quebrado que habría sido el poste, diferente al anterior. Los troncos o postes de madera fueron de dos especies diferentes muy finas, duras fuertes y peUna mirada a Samaipata / 137

sadas, de aproximadamente 35 cm. de diámetro. Los lugareños opinaban que se trataba de soto, quina quina o morado. Una muestra del tronco de A1 fue llevada al Museo de América de Madrid e identificada como Erythroxylum sp., de la cual existen 200 especies en América (por lo que es necesaria una mejor identificación). Es importante notar que no es el mismo que en A3, sino de una especie aún más fuerte, pesada y de mayor diámetro, tratándose seguramente de los “horcones” del sistema en los extremos (¿o tal vez debido a la profundidad del hoyo?). Otro dato importante es el relleno que sellaba los hoyos y los troncos quebrados y carbonizados, que da cuenta claramente de una fase de destrucción y de reutilización del edificio. Como se dijo, los hoyos estaban cavados en la roca misma, tenían un diámetro aproximado de 1 m.; el hoyo de Área 2, fue de 1,40 m. de profundidad; el de Área 3 fue de 1,20 m. y el de Área 1 de 1,80 m., pero ello debido al desnivel natural de la roca, que es bastante más alta en el noroeste y va bajando hacia el este y hacia el sur. Es decir, se han cavado los hoyos de manera que los troncos queden a la misma profundidad, siendo la profundidad absoluta de todos –a partir del Datum–, de 8 m. promedio. Seguramente el más profundo, que muestra el desnivel grande en la roca de oeste a este es irregular, debido a la imposibilidad de trabajar a esa profundidad dentro del mismo. Evaluado el área interior de la kallanka a la luz de las evidencias, se calculó que los postes suman un total de 18, separados por 6 m., alineados en dos filas laterales (y no, como se había pensado en la temporada previa, en una hilera central de postes), resultando un edificio de tres naves. Están situados en medio de las secciones de muro y no en los accesos, es decir, no son visibles desde el exterior. Estos datos nos llevaron a pensar que Huánuco debe tener más postes (tal vez a los costados) y que Incallajta –que es 10 m. más ancha que Samaipata–, podría haber sido de 4 naves, dos filas a los costados y posiblemente una central. Esto último se ha corroborado en 2001 (Muñoz 2012: 60). También se encontraron tres hoyos pequeños alineados en la parte central del edificio, entre los postes laterales y otros sugestivamente cerca de los hoyos grandes, todos ellos con sus paredes recubiertas de greda o resina. En términos generales, fue muy importante constatar que los hoyos estuvieran tallados en la propia roca, la técnica de realización de los mismos y que además presentaran cerámica y carbón vegetal. 138 / María de los Ángeles Muñoz C.

El sistema de techado De los aspectos técnicos de arquitectura inca, aquel sobre el que resulta más problemático decir algo concreto y objetivo es el que se refiere a la techumbre de los edificios. Específicamente, el sistema de techado de las kallankas es objeto de especial interés, debido a la inherente dificultad que implica cubrir o abarcar estas grandes estructuras. Sobre el sistema de techado, en Incallajta los hastiales muestran un techo a dos aguas; según Nordenskiöld (1957: 7) el no existir ningún resto de pilares de piedra hace suponer que el techo descansaba en pilotes de madera (las últimas investigaciones mostraron la base de las columnas que debieron ser para poner los pilotes al centro, aunque no se encontraron los maderos). En Huánuco se encontraron 7 círculos de piedras en el piso que sostenían pilares de madera (Gasparini y Margolies 1977: 210). En Samaipata se cuenta con 18 postes que evidencian el sistema del techado y la orientación original de la kallanka, tratándose de un edificio perfectamente rectangular. Los hoyos siguen un eje paralelo tanto hacia el muro oeste como a los muros norte y sur y entre ellos, tienen el mismo eje. Sobre la techumbre del edificio, sólo existen hipótesis (Alcina 1976: 32-33). Generalmente era un entramado de troncos, atados con sogas resistentes de paja o pelo de camélidos, cubiertos de paja, totora, estera, caña de maíz, con una cubierta de barro (Escalante 1994: 470; Difrieri 1948: 601; Agurto 1984: 166) y muy posiblemente palmera en el caso de Samaipata. Si era necesario se colocaban parantes o puntales de madera o mampostería para soportar la carga de la cubierta en puntos intermedios, incluso a veces un muro medianero (Gasparini y Margolies 1977: 170; Escalante 1994: 470) y hasta columnas cilíndricas como en San Pedro de Cacha. Se sugiere también la existencia de una viga central o viga cumbrera en los hastiales (Valencia 1992: 107; Gisbert 1988: 85). En todo caso, la parte superior de las paredes está coronada de adobe como notó Nordenskiöld (1957: 7) y se ha comprobado también en el sitio que nos ocupa. En el caso de Samaipata los cálculos, realizados en base a 12 m. de altura x 16 m. de ancho, dieron una inclinación o pendiente de 48 grados para la cubierta. Con esta información se han elaborado dos hipótesis sobre el sistema de cubierta del edificio29. La primera incluye el tronco estabilizador en todo el ancho, mien29 La representación de las hipótesis se ha realizado gracias a la colaboración del arquitecto Fernando Terrazas.

tras que en la segunda, el centro queda libre de estabilizador (Fig. 126), una posible influencia de tierras bajas. Es posible que la influencia sea considerable; recordemos los 3 hoyos pequeños alineados en medio de los grandes en la T3 (y no sólo ello, sino que cada hoyo grande al menos en A2 y A3, tuvo sus correspondientes hoyos de menores dimensiones), que podrían haber contenido horcones del encadenado de sostén para ayudar a estabilizar la techumbre como hoy se utilizan en las malocas (en muchos casos se utilizan estos troncos solamente hasta que está listo el techado, luego son cortados o quemados), tal es el caso documentado en 1911 por Erland Nordenskiöld (2003 [1922]) entre los chácobos (Fig. 127). Al igual que Tambo-Inga, pese a la fuerte influencia en la arquitectura inca, también el yunga debió jugar un papel importante en los juegos de volúmenes, la concepción espacial y la técnica constructiva usados (Agurto 1984: 165), incluido obviamente el sistema de techado.

Contextualizando la kallanka de Samaipata De los elementos característicos de un centro ceremonial o administrativo incaico: ushnu, qollqas o silos cercanos, aukaipata o plaza mayor, canales, calles, pasajes, plazas escalinatas y rampas, la kallanka es uno de los más representativos. Generalmente se la encuentra en los centros mayores o capitales de provincias incaicas más grandes, con características similares y con algunas diferencias según la región o en función de sus dimensiones. Importante es remarcar que, junto a este tipo de edificios, los ushnus y las grandes murallas escalonadas son símbolos primordiales de la arquitectura de poder inca que son instalados allá donde el imperio consideraba preciso fundar sus provincias. Samaipata no está lejos de los esquemas imperiales. La última ocupación del sector al sur de la roca ceremonial está considerada dentro la llamada arquitectura de poder inca (Gasparini y Margolies 1977: 72), remodelando todo el paisaje previo. Las excavaciones llevadas a cabo en 1994 y especialmente en 1995 en el sector oeste del edificio, dieron resultados sorprendentes muy favorables, los mismos que permiten por primera vez reportar hallazgos significativos confirmados arqueológicamente, para plantear cómo se realizó la construcción de este edificio y bosquejar un acerca-

miento comparativo con algunas de estas estructuras en otros centros mayores. A este punto, es importante remarcar que, aunque también existen edificios de pequeñas dimensiones, tal es el caso de Pojo, la Habana, en Oruro incluso, Potrero de Payogasta con su “gigantesco edificio” de planta rectangular de 300 m2 (Difrieri 1948: 601), proponemos que para evitar confusiones, se utilice el término kallanka, en función de sus dimensiones (mínimo 40 m. de largo) y su ubicación en el complejo (puertas o ventanas hacia la plaza principal); recordemos que cuando Shea se refiere a las de Huánuco Viejo, cita a Vásquez de Espinoza que en 1626 notó estos dos galpones o salas tan grandes que cada una tiene una “carrera de caballo con muchas puertas” (Shea 1996: 109, 114) y que podía cobijar hasta 3.000 personas (Gasparini y Margolies 1977, citando a Garcilaso de la Vega). La arquitectura inca en Bolivia prácticamente es la “provincial”, de características rústicas con muros de piedras sin labrar, unidas con simple argamasa de barro, rellenas de cascajo y arcilla, suelen tener la parte superior de adobe y hornacinas internas y externas (Escalante 1994: 349; Nordenskiöld 1957: 7; Gisbert 1988: 85). Muchas de estas características comparten otras provincias incas (Difrier, 1948: 601-603; Agurto 1984: 166; Alcina 1976: 30; Raffino 1993: 197), con ligeras diferencias y esmero en su construcción. En el caso de las kallankas, Incallajta es una muestra representativa, con muros de 85 cm. de espesor, de piedra bruta, cuyas junturas están rellenas de cascajo y arcilla; los muros fueron revocados y pintados de rojo (Nordenskiöld 1957: 7; Gisbert 1988: 85), algo corriente sobre todo al sur del imperio. Generalmente los muros posteriores no tienen comunicación. En Samaipata los muros arrancan directamente de la roca madre, tienen una altura (en la parte del tímpano, en base a la evidencia arqueológica) de 12 m. y 1,40 m. de espesor, la parte inferior es de piedras bien talladas, la superior, de arenisca relativamente labrada y rellenos de guijarro. Al parecer estaban revocados y/o enlucidos con material resinoso, tal vez pintados. Sobre los muros existía un remate de adobes; el muro sur del edificio presenta una puerta o ventana. La cantidad de estos edificios también varía. En Tunsuncancha (Morris 1966: 103) se encuentran en la plaza mayor tres edificios longitudinales: kallankas. En Tambo-Inga (Agurto 1984: 164) se reportan en la plataforma superior edificios rectangulares de proporciones Una mirada a Samaipata / 139

típicas de kallankas para alojamiento de los sacerdotes o guardianes del monumento. Al lado derecho de esta plaza, a nivel inferior, se cuenta con dos largas kallankas probablemente para albergar destacamentos militares para la seguridad del centro administrativo. En Machu Picchu , Valencia (1992: 128, 313) reporta en el conjunto 10 un gran recinto con 12 vanos de ingreso (8 en el muro delantero y 2 en cada muro lateral) y nichos y ventanas; aunque no está en la plaza, su posición es sugerente en relación a la escalinata central, sin pasar por ningún conjunto urbano para llegar a la portada principal. Tumipampa, Chinchero, Uchuy Cusco y otros tienen esas características, siendo Incallajta el mejor y más clásico ejemplo: la kallanka allí presente, con sus 78 m. x 26 m., 12 accesos a la plaza principal y 44 nichos en el muro norte (Escalante 1994: 349; Nordenskiöld 1957: 7, 8; Gisbert 1988: 85), es el centro en torno al que se han agrupado los demás edificios. Samaipata se añade a ellos con su complejo ceremonial y su kallanka de 68 m. de largo y 16 m. de ancho, siendo la segunda más grande de Bolivia después de Incallajta; su muro norte da hacia la plaza central y hacia la roca esculpida y tiene 8 vanos de entrada. Al pie de este muro y a lo largo de toda la kallanka, corre un canal de fina construcción de piedras lajas, algo similar que existe también en Chinchero (Alcina 1976: 32). Como se dijo, construcciones semejantes de menores dimensiones que se encuentran en todo el territorio inca. Según nuestra propuesta, no se tratarían de kallankas como tales aun si son más de una y están en la plaza, tendrían un uso diferente, ¿tal vez más permanente? Se podría incluir el caso mismo de Incallajta, donde al norte de la kallanka se encuentran varios edificios de esta forma, pero más pequeños y dispuestos en hileras. Ahora bien, seguramente los incas levantaron unas edificaciones con más esmero que otras pero, desde Tupac Yupanqui (1464), se da un carácter repetitivo a la arquitectura provincial (Gasparini y Margolies 1977: 6), asociada a la fase tardía y última de época inca. La kallanka de Samaipata (así como otros edificios), muestra dos fases claras de ocupación (y alguna intrusiva): la primera, del sistema de hoyos y los troncos que fueron rotos y quemados como evidencia de un horizonte de destrucción, y la otra de reutilización en que se los habría rellenado perfectamente con el cascajo hasta su tope. Otra evidencia de reutilización es que también existen fogones en el canal y al interior del edificio, con 140 / María de los Ángeles Muñoz C.

cerámica de tierras bajas, posiblemente chiriguana, tal vez de una esporádica ocupación por este grupo, después de echar a los incas por la fuerza. Éstos habrían vuelto al sitio, reedificándolo, en la segunda fase definitivamente incaica. La mayoría de las casas incaicas tardías excavadas tuvieron dos pisos de ocupación y huellas de incendio y destrucción correspondientes a las dos invasiones sufridas: por parte de chiriguanos y españoles. Raffino (1993: 315, 316) indica que Morris sostuvo que los centros de gobierno y administración inca fueron construidos en lugares donde frecuentemente no residían poblaciones locales, y que Oma Porco y Chuquiago de Suipacha corresponden a este esquema, mientras que Tunsuncancha (Morris 1966: 105) sería un tampu. Esto no parece extrapolable a nuestra zona de estudio: mientras en Incallajta y en general en la zona de Pocona los asentamientos incas no se presentan sobre asentamientos previos, en el caso de Samaipata –como se vio–, sí se observan ocupaciones anteriores bajo las edificaciones incas. En una mirada amplia, asociadas a estas estructuras, se encontró material santamariano, inca imperial y Paya-Inca en Potrero de Payogasta (Difrieri 1948: 602); en Tunsuncancha y Huánuco Viejo, la capa con material cultural fue muy delgada con poca cerámica (Morris 1966: 103; Morris y Thompson 1985). En Maucallajta, se encontró cerámica chicha e inca provincial (Raffino 1993: 180); en Incallajta, se encuentra mayormente cerámica inca local (Muñoz 2012). Samaipata, además de material que viene desde el Formativo, para la época que nos ocupa, muestra piezas grandes y pequeñas, ambas inca provincial; también existe cerámica de tierras bajas con improntas de tejidos que se adjudican a intrusiones chiriguanas y son frecuentes los pulidores o alisadores, boleadoras y manos de mortero. El análisis cerámico puede ofrecer una secuencia relativa, identificando complejos y superposiciones. Sobre su función –como se vio– no se sabe mucho. Estos edificios han merecido diferentes interpretaciones. Se especula que puede tratarse de cuarteles, mercados cubiertos, recintos de reunión, templos o edificios civiles o aranwas (lugar de representaciones y fiestas) o palacios (Gasparini y Margolies 1980: 67-68; Morris y Thompson 1985: 112; Nordenskiöld 1957: 8) o aposentos de los indios principales y señores (Shea 1966: 114, citando a Vásquez de Espinoza en 1626). Por la ausencia de cerámica, Morris (1966: 103) señala que no se utilizaron para alimentar gente, pues

ello deja mucha alfarería rota; la arquitectura sugiere un lugar de reunión o ambiente donde podían dormir muchos soldados de paso (casual y transitoria). En Machu Picchu el edificio está estrechamente relacionado con las qollqas (Valencia 1992: 128, 313). La kallanka es también llamada “Palacio” (Nordenskiöld 1957: 7; Alcina 1976: 52) dado que no tiene un claro sentido de carácter religioso, pudiendo ser civil, administrativo o residencial; más bien quedaría dentro de un conjunto oficial donde habitaría el Inca o principales curacas o nobles y de allí se desarrollaría gran parte de las actividades oficiales: justicia, administración, etc. Gisbert (1988: 84), citando a Alcaya, resalta que “se hizo una fortaleza grandiosa, con aposentos para el alojamiento de sus soldados, de hermosa piedra labrada”. Gasparini y Margolies (1977: 71) resaltan que las kallankas son frecuentes en los qhapaq ñan, donde había más movimiento de masas de gente, ejércitos, mitmaqkuna que necesitaban abrigo y aprovisionamiento temporal. Gisbert (1988: 83, 85) pone a Samaipata en la planificación ceremonial y a Incallajta entre las ciudadelas y centros administrativos, y normalmente las kallankas se asocian con sitios de estas características. Alcina (1976: 46) indica que, al igual que Samaipata, Chinchero pudo ser un centro urbano de pequeñas dimensiones y con características residenciales bien fundadas, pero también ceremonial por las rocas presentes en ambos sitios. En Chagua, Raffino (1993: 18, 316) pone énfasis en actividades redistributivas y ceremoniales, políticas y administrativas por la presencia de ushnu, kallanka y un planeamiento que imita al Cusco. Lo cierto es que, para acercarse a su función, se precisa excavar todo el edificio; pero el hecho significativo de que, en la frontera chiriguana, Incallajta sea el más

grande descubierto, es sugerente para inclinarse más bien a la idea de un recinto público y administrativo (y de cuartel en algunos momentos) en ese sitio; por un lado y por el otro, el hecho de existir la roca ceremonial imponiéndose a todo el conjunto en Samaipata, puede desechar que allí se trate de un templo. Gasparini y Margolies (1977: 204-206) sugieren que es posible que la cantidad de kallankas sea una distinción jerárquica entre los centros ceremoniales administrativos de importancia regional o de otra índole y los tampu locales: en Cajamarca, Huamachuco, Huánuco Pampa existen dos, en Tunsuncancha, Incallajta, Huchuy Cusco y Samaipata solamente una; sin embargo, esto podría ser reevaluado a la luz de una visión integral de cada sitio y tal vez en virtud de nuestra propuesta. De cualquier manera, Samaipata se ubica hoy entre las ciudades que cumplieron funciones ceremoniales, administrativas, políticas (aunque también habitacionales) junto con Huánuco Pampa (en tanto centro urbano) y ceremonial (por la roca) además, por la presencia de ushnu, kallanka, y un planeamiento urbano a imagen de Cusco. Si las grandes kallankas son un elemento y símbolo primordial en la arquitectura de poder de los grandes complejos incaicos, tenemos entonces que Samaipata ya no constituye simplemente una zona marginal ni el último puesto hacia el oriente, sino que se trata de una provincia; comparte con Chinchero y otros el ser un centro urbano con características residenciales y ceremoniales bien fundadas; las excavaciones que sacaron a luz obras considerables y de alta ingeniería de uno de los edificios más grandes del imperio incaico, así lo demuestran.

Una mirada a Samaipata / 141

Fig. 111. Esquema general de excavaciones en el Sector 11: La kallanka

Fig. 112. Trinchera 3 142 / María de los Ángeles Muñoz C.

Fig. 113. Área 2 Detalle 1

Fig. 114. Área 2 Detalle 1 Una mirada a Samaipata / 143

Fig. 115. Área 3, Detalle 1

Fig. 116. Área 3, Planta 1

144 / María de los Ángeles Muñoz C.

Fig. 117. Área 3, Detalle 1

Una mirada a Samaipata / 145

Fig. 118. Área 3, Detalles 1, 2 y 3

Fig. 119. Los hoyos resanados y limpiados, vista general

146 / María de los Ángeles Muñoz C.

Fig. 120. Área 1, Corte 2, Detalle 1, Plantas 1 y 3

Fig. 121. Área 1, Corte 2, Detalle 1 Una mirada a Samaipata / 147

Fig. 122. Área 1, Corte 2

Fig. 123. Área 1, Corte 1 148 / María de los Ángeles Muñoz C.

Fig. 124. Área 1, Corte 2 Planta 3

Fig. 125. Área 3, Detalle 1 Una mirada a Samaipata / 149

Fig. 126. Hipótesis sobre el techado de la kallanka

Fig. 127. Sistema de techado de una maloca entre los chácobos, según Nordenskiöld (2003 [1922])

150 / María de los Ángeles Muñoz C.

Sonia Victoria Avilés Loayza

La conservación de la Roca Sagrada de Samaipata

Actualmente, la Roca Esculpida de Samaipata (RES) se encuentra en un estado avanzado de degradación. Es necesario intervenir urgentemente a través de investigaciones sobre conservación, experimentaciones de pre-consolidación, consolidación química y ecológica en laboratorio e in situ. Persiguiendo tales objetivos, he realizado diversos estudios e intervenciones desde 1999, a fin de implementar un programa de conservación para el sitio´(Avilés 2001-2002, 2002, 2011 y 2014).

Características mineralógico-petrográficas de la Roca Esculpida de Samaipata Geológicamente es un tipo de arenaria sedimentaria a matriz silícea, porosa, extremadamente suave y friable. Su color rojo fluctúa, según la tabla Munsell (1991), desde Light grayish red (rojo gris claro) 7.5R 6/4 hasta Moderate brown (marrón moderado) 5 YR 4/411 cuando está seca y Dark red (rojo oscuro) 7.5R 3/8 cuando está húmeda. Es una arenaria subfeldespática con un contenido de óxido de fierro (2-8 %) que le confiere el caraterístico color rojo, un contenido de arcillas que varía entre el 4 y el 9 % y una baja y pobre cementación (Arellano 1974) El siguiente esquema ilustra la génesis de las rocas sedimentarias análogas al tipo de la RES (Lazzarini & Laurenzi Tabasso 1986: 302, Folk 1974): Roca sedimentaria o secundaria Arenaria

de litificación de arena (clásticos entre 2 y 1/16 mm) Subarcosas, cuarzoarenitas

(muy maduras, con un contenido de cuarzo comprendido entre 75 y 95%)

La degradación de la Roca Esculpida de Samaipata La estructura misma de la RES y su característica porosidad favorecen un acelerado deterioro; en consecuencia, se encuentra gravemente comprometida, habiendo perdido hasta el momento aproximadamente el 65% de su iconografia original. En el sector S.E. un complejo íntegro de cinco hornacinas ha cedido destruyéndose totalmente (Fig. 128). Tres niveles indican el estado de conservación de la RES (Fig. 130): el rojo (40%) señala las figuras más representativas desde el punto de vista histórico-artístico que necesitan de un tratamiento “muy urgente” a causa de una superficie extremadamente erosionada y/o infectada de líquenes y plantas; el verde y el azul, requieren respectivamente un tratamiento “urgente” y “menos urgente”, porque la superficie se presenta más sólida y menos disgregada respecto a la roja; por ello, se estima la prospectiva de vida de estas dos últimas zonas verde y azul en un periodo de tiempo entre 10 a 100 años (com. pers. del conservador Franz Moll, 2000). El estado de conservación de la RES depende de factores intrínsecos (estructura de la roca) y extrínsecos: químicos (solubilizaciones causadas por el agua, etc.), físico-mecánicos (viento, agua, excursión térmica, etc.), biológicos (agentes biodeteriorantes), antrópicos (vandalismo, etc.) (ver Lorusso 2001) Los agentes químicos son por ejemplo reacciones de oxidación causadas por el contacto con la atmósfera y reacciones de hidrólisis causadas por el agua. Los agentes físicos son principalmente lluvia, viento, fuertes excursiones térmicas y emisiones solares de la superficie. Los agentes biodeteriorantes, en el caso de la RES, influyen en modo determinante destruyendo la superficie (líquenes, plantas superiores, etc.). Los líquenes crustáceos son los más difundidos, penetran en la RES de 3 a 4 mm. aproximadamente, La conservación de la Roca Sagrada / 151

son muy duros, y a causa de la diversa solidez de la roca crean contracciones que desprenden relevantes porciones de superficie (Moll 2000: 70-71: fig. 129). Las plantas superiores son las más peligrosas porque sus raíces se infiltran por decenas de centímetros de profundidad, atravesando y desintegrando la roca y favoreciendo ulteriormente el deterioro químico-físico. En el sector N.E. de la RES existe una planta cuyo tronco alcanza aproximadamente 30 cm. de diámetro. El rol destructivo de la vegetación en algunos sectores, pone en peligro la integridad de importantes porciones de roca. Antecedentes de estudios y propuestas 1974: Arellano aconseja el uso de una resina silicónica hidrófuga (Wacker BS31) de gran capacidad de absorción, composición química similar al cuarzo y al vidrio, estable a la luz y a los agentes atmosféricos. Su rociadura obtiene un manto de protección uniforme con una profundidad de penetración de 2-5 mm. (Arellano 1974). La aplicación no es aconsejable, por ser una roca viva que necesita “respirar”. 1982: Kolata, luego del tratamiento experimental con muestras similares en composición química y morfológica a la RES (2 idénticas en estructura), concluyó en profundizar estudios sobre consolidantes y experimentar en otras muestras de arenaria antes de cualquier tratamiento sobre la RES (Kolata 1982). 1988: Calderón y Ávalos estudiaron la colonización de especies vegetales sobre la superficie de la RES recomendando la continuidad de los estudios biológicos y la urgencia de una solución (Calderón y Ávalos 1988). Intervenciones de conservación 1999-2000: con la colaboración del Dr. Albert Meyers se vio oportuno efectuar un reconocimiento junto con el restaurador Moll, quien recomendó una intervención a base de leche de cal (Avilés 2001-2002; Meyers 2000; Moll 2000). Para apreciar la iconografía de la RES es necesario caminar sobre ella; esto ha provocado en el curso de los años (principalmente desde 1970 cuando se abrió ampliamente al turismo) un deterioro creciente. Por ello, una de las primeras acciones de protección fue prohibir el ingreso al público, que hoy puede observar la RES desde afuera con una visibilidad muy escasa de los tallados centrales. 152 / Sonia Victoria Avilés Loayza

Limpieza La remoción de sedimento de algunos sectores del monumento ha sido la primera intervención. El sedimento, uno de los principales problemas, favorece el estancamiento del agua de lluvia y es habitat ideal para la proliferación de especies animales (nidificación de insectos u oligoquetos) y vegetales, factores que aceleran el proceso de erosión. Durante los trabajos de remoción salieron a la luz 12 pequeñas hornacinas cuadrangulares con doble recuadro en bajo relieve, ubicadas en el sector S.O. de la RES (Fig. 132). La importancia de este descubrimiento no se limita exclusivamente a su valor iconográfico e histórico sino que ha permitido preservarlas de la erosión. Consolidación a base de leche de cal La consolidación a base de leche de cal sobre superficies disgregadas en la RES consiste en la aplicación de una suspensión de hidróxido de calcio en agua. Las proporciones cambian según la consistencia requerida: donde las grietas son leves la leche es bastante fluida y donde las grietas son más profundas la leche debe ser más consistente; por lo tanto, se debe calibrar la densidad de la leche de cal en relación a las necesidades de consolidación. Se puede establecer como media 1 o 2 litros de agua por una cantidad de cal variable entre 50 a 200 grs. aproximadamente. Los fragmentos de roca son numerados y retirados, para luego de una limpieza de sedimentos, hierbas, insectos, raíces y otros elementos extraños, ser recolocados en su lugar original durante el tratamiento. Es importante que la limpieza sea meticulosa en el área de intervención para luego humedecer con agua y embeber la superficie con la leche de cal. La experiencia tradicional enseña que el uso de jugo de nopal (Opuntia ficus-indica), no sólo fortalece la consolidación haciéndola más estable y duradera, sino que impermeabiliza (Fig. 134). En otros sectores más deteriorados, la leche de cal aún muy densa no logra adherir fragmentos de grandes dimensiones, por ello ha sido mezclada con arcilla local y paja a fin de obtener una suerte de cemento consistente capaz de incrementar el poder adhesivo y de relleno. Rellenado de grietas (Fig. 131, 133) La RES es irregular, presenta diversos planos, lo que favorece la formación de grietas muy largas y de profundidad variable entre 50 a 120 cm.

Estas grietas, localizadas principalmente en los laterales S. y N. tienden a ahondarse a causa del agua, provocando la disgregación de grandes fragmentos y representan una grave amenaza para el futuro del monumento. El relleno de grietas se ha realizado con una mezcla de agua, tierra arcillosa, paja, jugo de la pulpa de nopal y una pequeña cantidad de cal, la cual en la mayor parte de los casos no se ha utilizado ya que el preparado era suficientemente sólido. La superficie del relleno de las grietas se ha terminado a modo de canal ligeramente cóncavo a fin de consentir el flujo del agua de lluvia evitando aguas estancadas. Muro de contención Se han utilizado piedras de soporte para los sectores en los cuales las plataformas habían perdido su base a causa de la erosión provocada por el agua y por la vegetación. Las piedras seleccionadas no son similares a la RES por ser altamente deleznables y no estar en grado de sostener un peso importante; por lo tanto, se han utilizado otros tipos de arenarias muy resistentes, de color blanco-avorio. Además de estos problemas, el vandalismo ha contribuido al deterioramiento del sitio provocando daños que en el curso de los años se han agravado. Experimentaciones y análisis coordinados con la Università di Bologna La consolidación Los silicatos de etil son los productos consolidantes empleados en el ámbito de la investigación sobre la conservación de la RES desarrollada en el Dipartimento di Beni Culturali-Università di Bologna (Departamento de Bienes Culturales- Universidad de Bolonia), sede de Ravenna-Italia, en 2001 y 2002. Con el término “consolidación” se define un tratamiento orientado a mejorar las características de cohesión y adhesión entre los elementos que constituyen un material lítico (Lazzarini & Laurenzi Tabasso 1986). Como consecuencia de una consolidación se deberá obtener una mejor resistencia mecánica del material en cuestión (especialmente respecto a los movimientos de tracción y compresión), mientras que su estructura interna se modificará haciendo más difícil el acceso del agua, de las soluciones salinas o ácidas. El tratamiento aumentará la resistencia a los procesos de alteración

y dará también un efecto protectivo. En función de la composición química y a las características de hidrorepelencia del consolidante empleado se reducirá la penetración del agua en forma de vapor o líquida: consecuentemente se auspicia la disminución de todos los procesos físicos y químicos de deterioramiento. No existe una seguridad total en el tratamiento homogéneo de todo el volumen del bien, por ello, podría suceder que en caso de resultado no homogéneo, haya penetración de agua o de soluciones acuosas en las zonas más porosas. El agua debe evaporarse con facilidad, en caso contrario, se crearían tensiones al interior del material con peligro de formación de fracturas y desprendimientos: por esta razón es preferible el uso de consolidantes que reduzcan sólo parcialmente la porosidad y que si bien limiten la penetración del agua en forma líquida, dejen al material suficientemente permeable al vapor. Los consolidantes deben presentar absoluta ausencia de subproductos dañinos para el material lítico, como sales solubles que se formarían a consecuencia de una reacción de hidrólisis; no deben activar o acelerar nuevos fenómenos de alteración, deben posibilitar sucesivos tratamientos (Lazzarini & Laurenzi Tabasso 1986). Para el caso específico de la RES, la experimentación realizada en los laboratorios de la Università di Bologna son indicativos: en efecto, las condiciones climáticas específicas del lugar requieren pruebas directamente in situ, pues, como se sabe, la cinética de reacción de los silicatos de etil es influenciada por la temperatura y sobre todo por la humedad relativa. Es por ello necesaria una serie de pruebas en áreas no relevantes de la RES, a fin de identificar el producto más idóneo. Sería inoportuno buscar una consolidación demasiado fuerte, la cual crearía tensiones con los niveles de roca inferiores debido a su naturaleza pobre en cemento. La acción del consolidante debería devolver a la RES sus propiedades iniciales, respetando sus características químico-físicas. Consolidantes a base de silicio El campo de los consolidantes que contienen silicio va desde los silicatos alcalinos a las resinas silicónicas. Son sustancias orgánicas, inorgánicas e intermedias. Los silicatos frente a la presencia del agua se hidrolizan dando lugar a la formación de sílice hidratada que precipita como material amorfo y puede ligarse mediante legámenes electrostáticos a los retículos polares de los minerales que constituyen el material lítico (Lazzarini & Laurenzi Tabasso 1986). La conservación de la Roca Sagrada / 153

La sílice hidratada sufre un lento proceso de desidratación o polimerización. En el caso de los silicatos inorgánicos, la hidrólisis produce junto a la sílice también el hidróxido de sodio: Na2SiO3 + 3H2O = H4 SiO4 +2NaOH En el caso de los silicatos de etil, el subproducto de la hidrólisis y del alcohol etílico, sustancia volatil y no nociva, no crea problemas sucesivos al tratamiento: Si(OC2H5)4 + 4H2O = H4 SiO4 + 4C2H5OH El proceso de hidrólisis puede presentar algunas dificultades debido a la influencia de la humedad ambiental. La hidrólisis permite eliminar la formación de emblanquecimientos antiestéticos superficiales; es posible eliminar el exceso de producto de la superficie del material antes que la sílice precipite. El silicato de etil tiene evidentemente una buena afinidad química con los materiales silicáticos. Por su naturaleza química los silicatos inorgánicos y orgánicos ejercitan una acción consolidante mas no protectiva respecto al agua. Por lo tanto, se debe considerar un tratamiento hidrorepelente sucesivo a su aplicación. Las muestras Las muestras provienen de diversos sectores de la RES, son fragmentos de roca que se encontraban disgregados sobre la superficie a causa de los ya citados fenómenos de erosión y deterioro. La composición de la Roca Esculpida Los análisis se han realizado en los laboratorios del Dipartimento dei Beni Culturali-Università di Bologna y del Consiglio Nazionale delle Ricerche (Consejo Nacional de Investigaciones, Faenza-Italia). a. Análisis a través del espectrómetro de fluorescencia a rayos X EIS S.r.l. Las muestras han sido analizadas con un espectrómetro de fluorescencia a rayos X EIS S.r.l., compuesto por un generador a rayos X 38, ánodo al wolframio, con un potencial de.38 Kv y una intensidad de corriente de 0,5 mA. De esta manera, se ha obtenido la composición 154 / Sonia Victoria Avilés Loayza

química y la afinidad con los productos suministrados. (Fig. 135) El espectro reporta la composición articulada de los siguientes elementos principales: Si, S, K, Ca, Ba, Fe, Ni, Zn, Ti, Ga y Zr. b. Observaciones al microscopio de mineralogía

La microscopía óptica ha permitido clasificar petrográficamente y de manera inequívoca la roca. A causa de la fuerte presencia biológica se han realizado observaciones específicas para identificar los agentes biodeteriorantes. La estructura está constituida escencialmente de cuarzo (93% aproximadamente) y en medida subordinada de gránulos de feldespato potásico (K-feldespato) e plagioclasos. El cemento es muy escaso y está constituido de cuarzo microcristalino (Fig. 136 y 137). Se encuentran óxidos de color ocre y naranja, responsables del color rojizo de la roca. Las concentraciones de tales óxidos son particularmente elevadas en relación al cemento. Se notan infinitos gránulos opacos de dimensione variables. Las dimensiones medias de los gránulos son de 350 micrones aproximadamente y su forma es generalmente muy redondeada. La porosidad de la roca es muy elevada. Es una arenaria madura desde el punto de vista de su composición como de su textura, la cual puede ser definida según la clasificación de Folk (1974) como una subarcosa.

c. Difractometría de rayos X (XRD) (Fig. 138) Las fases mineralógicas se han individuado mediante análisis difractométricos (XRD). Se han determinado sólo dos fases: cuarzo y trazos de Microclino (K-feledspato).

Tabla 1. Concentraciones (%) obtenidas del análisis ICP

K2O

Na2A

d. Analisis químico (ICP: Inductively Coupled Plasma Se han realizado análisis químicos elementales ICP sobre una muestra de roca íntegra y su respectivo estrato de deterioro para observar posibles empobrecimientos y/o enriquecimientos. La muestra de roca se ha dividido en substrato (BS4a) y pátina negra no biológica (BS4b). Los resultados se reportan en la Tabla 1. Los análisis no revelan particularmente empobrecimientos o enriquecimientos de la pátina respecto a la roca. Esto va perfectamente de acuerdo con el elevado grado de madurez composicional de la arenaria que la rinde prácticamente estable. La naturaleza no orgánica de la pátina se evidencia por las concentraciones particularmente bajas y casi iguales de fósforo comprobables en la pátina y en la roca.

BS4 a Substrato

BS4 b patina

1,13

0,82

0,07

0,11

TiO2

0,13

0,25

Al2O3

3,65

3,66

CaO

0,06

0,09

SiO2

91,28

87,19

MnO

0,01

0,02

Fe2O3

0,66

0,80

MgO

0,25

0,22

P2O5

0,04

0,03

0,03

0,07

P.F.

2,03

6,59

99,34

99,86

ZrO2

Metodología experimental Se han experimentado 10 productos comúnmente utilizados en restauración (Tabla 2).

Tabla 2. Productos utilizados en la experimentación PRODUCTO

PRODUCTOR/ DISTRIBUIDOR

COMPOSICIÓN

Silicato de etil 85%

An.t.a.res s.r.l.

Etil silicato puro (+ titanatos orgánicos)

Silicato de etil 70%

An.t.a.res s.r.l.

Etil silicato puro (+ titanatos orgánicos)

Estel 1000

CTS s.r.l.

Etil silicato puro (+ titanatos orgánicos)

Kemiastone K 55

Kimia s.p.a.

Etil silicato

Kemiastone KSE

Kimia s.p.a.

Etil silicato puro

Silicato de etil

Phase s.a.s.

Etil silicato puro (+ titanatos orgánicos)

Rhodorsil RC 70

Rodia siliconi Italia s.p.a.

Etil silicato + catalizador

Rhodorsil RC 80

Rodia siliconi Italia s.p.a.

Etil silicato + catalizador + resina metil silicónica

Rhodorsil RC 90

Rodia siliconi Italia s.p.a.

Etil silicato + catalizador + resina metil silicónica

VP 3550

Chem Spec s.r.l.

Etil silicato + alquilo silanos + propanol

La conservación de la Roca Sagrada / 155

Se han utilizado dos tipos de granulometría que simulan la máxima decohesión: esquirlas de dimensiones apreciables HG 1-2 mm y disgregadas LG 0,15-0,044 mm, a fin de reproducir dos tipos de deterioramiento. Las muestras han sido tratadas hasta la saturación (Fig. 139).

La experimentación se ha realizado también con 2 fragmentos de roca erosionada, sólo uno ha sido tratado con el producto (Fig. 139). El secado de los agentes consolidantes ha sido documentado con una serie de secuencias fotográficas de los diversos estadios.

Tabla 3. Productos suministrados, peso de las muestras en polvo y en fragmento y peso de los silicatos PRODUCTO Silicato de Etil 70% Antares Silicato de Etil 85% Antares Estel 1000 CTS Kimistone K55 Kimia Kimistone KSE Kimia Silicato de Etil 70% Phase Rhodorsil RC 70 Rhodia siliconi Italia Rhodorsil RC 80 Rhodia siliconi Italia Rhodorsil RC 90 Rhodia siliconi Italia VP 5035 Chem Spec

MUESTRA Muestra 9A

TARA (g)

ROCA (g)

SILICATO (g)

1

79,9

4,3

Recipiente 27

61,3

65

20,2

Recipiente 25

60,1

63,5

20,9

Muestra 10A

1,5

277,4

18,3

Recipiente 26

61,5

65,8

21

Recipiente 15

66

60,2

18,4

Muestra 6A

1,2

88,8

3,3

Recipiente 13

59,2

64,6

21,9

Recipiente 14

60,7

68

22,8

1

53,9

2,5

Recipiente 11

59,7

72,5

22,9

Recipiente 12

60,7

71,2

23,1

1

62,3

2,7

Recipiente 21

58,2

67,2

23,6

Recipiente 20

59,5

69

23,1

1,1

34

2,1

Recipiente 19

58,3

63,8

20,7

Recipiente 3

6,2

68

22,8

Muestra 1A

1,1

33,1

2,1

Recipiente 8

62,6

70

20,1

Recipiente 9

59,1

68,8

18,6

Muestra 2A

0,9

25,2

2,1

Recipiente 10

59,4

70

21,8

Recipiente 23

59,2

72,5

22,8

Muestra 5A

1,1

170,1

12,7

Recipiente 30

67

77

22,9

Recipiente 29

58,7

70

22,1

1

41,3

2,6

Recipiente 22

62

71,2

22,8

Recipiente 28

61,1

68

21,3

Muestra 4A

Muestra 7A

Muestra 8A

Muestra 3A

156 / Sonia Victoria Avilés Loayza

Resultados de la experimentación de consolidación en laboratorio

10,12 es mayor respecto al silicato Antares y al Estel 1000.

La homogeneidad del secado y la superficie se han evaluado con el videomicroscopio de análisis de imagen Olimpus PV 10 CB.

Es preferible utilizar RC 80 y RC 90 en condiciones particulares (canales o partes expuestas a corientes de agua) porque contienen además del silicato de etil otros aditivos (RC 80: resina metil silicónica y RC 90: resina metil fenil silicónica) que comportan no sólo una consolidación muy fuerte sino también un grado de hidrorepelencia. Las variaciones cromáticas se encuentran en la norma.

Se ha medido el cambio del color con el espectofotómetro Minolta CM-2600d con iluminante standar D65 que corresponde a la luz diurna con temperatura de color 6504 Kelvin en un área de 8 mm. de diámetro. Se han evaluado resistencia y uniformidad a la acción del bisturí, comparando en modo empírico los diversos consolidantes: la comparación exclusivamente de tipo cualitativo, se ha descrito mediante valores arbitrarios comprendidos entre 1 y 5 (Ver fichas de los productos consolidantes en anexos) Conclusiones de la experimentación de consolidación en laboratorio - Pueden utilizarse más productos según el grado de cohesión de la roca y del resultado que se quiera obtener en función a la exposición, estancamiento del agua, etc. - Cada producto debe ser calibrado a medida que se procede con la aplicación in situ: algunos consolidantes que durante la experimentación resultaron excesivamente tenaces pueden aplicarse en modo y cantidad específicas para cada área en particular. A este punto, se pueden indicar los productos que en esta fase preliminar resultaron más idóneos: a. Estel 1000. Si bien no da suficiente homogeneidad a las muestras pulverizadas, es efectivo con los fragmentos. No provoca una consolidación muy fuerte. El color de 5,22 asegura entre todos los productos probados el menor viraje cromático. b. Se ha selecionado al Silicato de Etil 70% Antares, no obstante consolide excesivamente. Por ello, es necesario calibrarlo atentamente. Da buena homogeneidad a polvos y fragmentos. El viraje cromático de 9,70 es todavía aceptable. c. Silicato de Etil 70% Phase y Estel 1000 no son suficientemente homogéneos en los polvos, sin embargo, confieren discreta y homogénea consolidación a los fragmentos. El viraje cromático de

Se descartan los productos Kimia que producen el “efecto mojado”: RC 70 ha dado lugar a la formación de una pátina blanquecina en superficie y VP 5035 porque el color varía excesivamente con un 14,71. La experimentación ha simulado las condiciones climáticas locales, obteniendo una buena consolidación. Si bien la RES requiere de diversas intervenciones indispensables, la consolidación es un paso fundamental en su conservación.

Consideraciones específicas 1. Relevo y documentación, con mapeo del estado de degradación, del área donde se quiera intervenir. 2. Pruebas de evaluación de la cohesión de la roca y relativa porosidad intrínseca y producida por el deterioro. 3. Pruebas de preconsolidación en áreas muy frágiles o erosionadas donde no sea posible realizar como primera intervención la limpieza. 4. Pruebas de limpieza y desinfección de los agentes biodegradantes con productos idóneos (por ejemplo: cloruro de benzalconio) para el retiro de líquenes que impedirían la penetración de los consolidantes. 5. Pruebas de consolidación con productos diversos según la necesidad y sucesiva evaluación de las características del material. 6. Relleno y estucado de grietas y fisuras. 7. Eventual aplicación de protectivos La conservación de la Roca Sagrada / 157

Tabla. 4. Cuadro comparativo de los resultados obtenidos PRODUCTO

DUREZA (polvo)

DUREZA (roca)

HOMOGENEIDAD (polvo)

HOMOGENEIDAD (roca)

COLOR

Silicato de Etil 70% Antares

X

XXXXX

SI

SI

9,70

Silicato de Etil 85% Antares

X

XXX

SI

SI/NO

9,09

X (claro) XX (oscuro)

XX

NO

SI

5,22

Kimistone K55 Kimia

-

-

-

-

14,83

Kimistone KSE Kimia

-

-

-

-

16,51

Silicato de Etil 70% Phase

XX

XXXX

SI/NO

SI

10,12

Rhodorsil RC 70 Rhodia siliconi Italia

XX

XXXX

SI

NO

6,45

Rhodorsil RC 80 Rhodia siliconi Italia

XXX

XXXX+

SI/NO

SI

9,93

Rhodorsil RC 90 Rhodia siliconi Italia

XX

XXXXX

SI

SI

9,71

XXX

XX

SI

SI

14,71

Estel 1000 CTS

VP 5035 Chem Spec

El proyecto de conservación de la Roca Esculpida de Samaipata 2013-2014 Gracias al apoyo del Ministerio de Asuntos Exteriores de Italia ha sido posible iniciar este proyecto de investigación del Dipartimento di Beni Culturali -Università di Bologna, en el campo de la conservación de la RES, el cual hoy cuenta con el apoyo del Ministerio de Culturas de Boliva, el CIAS (Centro de Investigaciones Arqueológicas de Samaipata), el Gobierno Municipal de Samaipata y la empresa Bononia Archeologia srl. El proyecto entiende la conservación como un abordaje integral del ambiente, es decir, estudiar no sólo el ámbito conservativo de la roca misma, sino su influencia socio-política y religiosa en la región. Por ello, el proyecto contempla exploraciones arqueológicas para conocer los diversos sitios que pudieran relacionarse con la huaca central, o sea la RES. En la primera fase del proyecto desarrollada en los meses de noviembre y diciembre 2013 en Samaipata y desde enero 2014 en Italia a nivel de laboratorio, se ha obtenido un modelo 3D (tridimensional en proceso de finalización) de la RES, a fin de optimizar la documentación y didáctica del bien. 158 / Sonia Victoria Avilés Loayza

Se ha actualizado el diagnóstico del estado de conservación, documentando algunos aspectos importantes relativos a la colonización liquénica y a la erosión. Si bien los datos están siendo procesado actualmente, adelantamos algunos avances útiles a la construcción y difusión de una metodología que ayude a la conservación de la RES. Mi persona es responsable del proyecto en Bolivia, el mismo que es dirigido por la Dra. Mariangela Vandini-Università di Bologna, con la participación de los arqueólogos: Dra. Lisbet Bengtsson, Lic. Gianni Ganzaroli y Lic. Emanuela Bre’.

Consideraciones generales Dado el estado avanzado de deterioro de la RES y las limitadas intervenciones efectuadas hasta ahora, es urgente la elaboración de un proyecto de conservación importante con la participación de un grupo multidisciplinario de estudiosos. Al respecto, apunto los aspectos de carácter técnico y logístico-funcional que deben tenerse en consideración para un proyecto de gran envergadura que requiere el compromiso del Estado Plurinacional de Bolivia:

1. Realizar un estudio geológico e hidrogeológico. 2. Efectuar intervenciones de restauración de las estructuras más importantes como ser casas, terrazas de cultivación, lugares rituales, en sustancia de todo el complejo arqueológico del Fuerte. 3. Implementar una infraestructura para la ejecución de los trabajos de restauración: cisternas de agua, implantes para la producción de electricidad en base a la energía solar, depósitos, una sede técnico-científica donde proyectar, elaborar y controlar los trabajos, además de efectuar análisis y estudios durante el desarrollo de las obras. 4. Efectuar en la RES un mapeo que registre: a. Las áreas en diversa situación de alteración-degradación, en particular aquellas que necesitan un tratamiento urgente. b. Los canales de drenaje para evitar inundaciones y estancamientos de agua. 5. Realizar un plano de manutención constante. El monumento tiene un excepcional valor histórico no sólo para Bolivia sino para la humanidad porque representa la materialización de un antiguo concepto

de templo (siglos IV-XIV), reconocido y respetado por las sociedades andinas y amazónicas que se concentraron en el área geográfica correspondiente al actual territorio boliviano. El complejo arqueológico del Fuerte de Samaipata, donde se encuentra la gran RES, representa para Bolivia un espacio de gran importancia, por cuanto se trata del primer sitio arqueológico que ha conseguido el título de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO (1998), siendo un símbolo único por su valor histórico-artístico y cultural. La conservación y restauración de la RES son indispensables para la valorización del patrimonio socio-cultural e histórico-artístico de las sociedades prehistóricas y representa además una notable atracción para el flujo turístico internacional con evidentes beneficios de caráter económico para el país. El presente estudio es un aporte a la metodología de conservación de la Roca Esculpida, la misma que debe desarrollarse con el objetivo de retardar y reducir en medida valorable el proceso de deterioro del monumento.

La conservación de la Roca Sagrada / 159

Anexos Fichas de los productos más representativos Estel 1000 C.T.S. s.r.l. via Piave, 20/22 36077 Altavilla Vicentina (VI). T. +39 0444 349088 Composición

Tetraetosisilano 75 % en solvente orgánico

Aspecto/ Color

Líquido y límpido/ Incoloro, transparente

Olor

Característico

Temperatura de uso

10°-25° C

Densidad relativa

0,95

Residuo seco

Mínimo 35%

Solvente

-

Punto de inflamabilidad

12° C

Solubilidad

White spirit, resinas minerales

Hidrosolubilidad

-

Seguridad

Nocivo para la inhalación Irritante para las vías respiratorias, ojos Fácilmente inflamable: SÍ

Precauciones de uso

No es necesaria. Solo en caso de falta de aireación usar máscara, guantes, lentes.

Límites de exposición

Etil silicato 10 ppm Resinas minerales 300 ppm

Polvo Aspecto: La muestra presenta heterogeneidad, con áreas más claras y otras más oscuras. No presenta saturación ni zonas lúcidas. Al videomicroscopio la superficie es heterogénea: algunas áreas presentan mayor agregación, se notan numerosos cristales de forma muy irregular. Color: Se presenta muy similar a la roca original. Las curvas espectrales reportan una moderada disminución de la luminosidad (L -3,03); un aumento moderado del componente rojo (a* + 3,96), un aumento del amarillo (b* + 4,24) y un limitado aumento de la saturación del color (C*+ 7,98). Dureza: La prueba de resistencia mecánica se ha efectuado con bisturí: se observa una costra superficial más consistente de espesor aproximativo de 5-6 mm. Debajo de la costra el material es incoherente, la resistencia a la acción del bisturí es diversa, las zonas claras son más friables (dureza aparente 1), las oscuras más resistentes (dureza aparente 3). Roca Aspecto: La muestra mantiene una buena uniformidad superficial en color y textura. No presenta saturación ni zonas lúcidas. Al videomicroscopio la superficie es uniforme, se presentan algunos cristales de forma cúbica. Dureza: La resistencia al bisturí es moderada y uniforme (dureza aparente 1).

160 / Sonia Victoria Avilés Loayza

Etil Silicato 70% An.T.A.Res S.r.l. Via Aldo Moro 24/a 40068 S. Lazzaro di Savena (BO). T. +39 051 6259816 Composición

60%-70% Etil Silicato + 15%-20% Alcohol isopropílico

Aspecto/ Color

Líquido y límpido/ Incoloro, transparente

Olor

Alcohólico

Temperatura de uso

10°-25° C

Densidad relativa

1g/ml

Residuo seco

-

Solvente

-

Punto de inflamabilidad

12° C

Solubilidad

-

Hidrosolubilidad

Parcial

Seguridad

Nocivo para la inhalación Irritante para las vías respiratorias, ojos Fácilmente inflamable: SÍ

Precauciones de uso

Máscara, guantes, lentes.

Límites de exposición

Etil silicato 10 ppm Alcohol isopropílico 200 ppm

Polvo Aspecto: La muestra mantiene una regular uniformidad superficial en color y textura. No presenta saturación ni zonas lúcidas. Al videomicroscopio la superficie es uniforme, se notan algunos cristales de forma irregular. Color: Se presenta más oscuro, sin embargo, no en modo excesivo. Las curvas espectrales reportan una disminución de la luminosidad (L -5,06); un aumento de los componentes rojo (a* + 7,11) y amarillo (b* + 4,24) y un aumento de la saturación del color (C*+ 7,98). Dureza: La prueba de resistencia mecánica se ha efectuado con bisturí: se observa una costra superficial más consistente de espesor aproximativo de 2 mm. Debajo de la costra el material es incoherente (dureza aparente 1). Roca Aspecto: La muestra mantiene una buena uniformidad superficial en color y textura. No presenta saturación ni zonas lúcidas. Al videomicroscopio la superficie es uniforme, no se presentan cristales. Dureza: La resistencia al bisturí es excesiva (dureza aparente 5).

La conservación de la Roca Sagrada / 161

Silicato de etil Phase s.a.s. via dello Sprone, 6/8R 50125 Firenze. T. +39 055 289113 Composición

60-90% Éter etílico del ácido silícico, 10-40% R- propanol

Aspecto/ Color

Líquido, incoloro

Olor

Característico

Temperatura de uso

10°-25°C

Densidad relativa

0,96

Residuo seco

-

Solvente

-

Punto de inflamabilidad

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