“El fuego de la palabra. Crítica satírica en El Chispazo, periódico semanal de literatura, política y costumbres”. Tinta Expresa 5 (2014): 157-176.

July 22, 2017 | Autor: C. Berríos Campos | Categoría: Nineteenth Century Studies, Peruvian Literature, Journalism Studies
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Descripción

TinTa E xprEsa · r EvisTa dE LiTEraTura Año V, N.º 5. Lima, 2013, pp. 157-176

El fuego de la palabra Crítica satírica en El Chispazo, periódico semanal de literatura, política y costumbres1

Claudia Berríos Campos

Universidad Nacional Mayor de San Marcos

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a prensa peruana del siglo XIX tuvo una importancia vital y decisiva en el proceso de configuración de la nación peruana, proceso fragmentado, heterogéneo y conflictivo que implica una serie de (des)encuentros y fracturas arraigadas que atraviesan el proceso de conquista, colonia e independencia, a la vez que muchos tumultuosos acontecimientos del siglo XIX. Luego de las guerras caudillistas, la Guerra del Pacífico y los conflictos que le siguieron, la prensa peruana del siglo XIX se vio en la necesidad de buscar un nuevo estímulo de progreso y una figura para liderarlo. En este sentido, el semanario de literatura, política y costumbres El Chispazo (octubre, 1891-junio, 1893) se propone alzar su voz como un faro iluminador del progreso y las buenas costumbres. La premisa del diario apunta a la figura del individuo competente e ilustrado. De esta manera, se verá cómo el letrado satírico se presenta ante la sociedad y el público lector como crítico recto y juez de las costumbres y de la política.

El Chispazo se presenta como continuador de La Saeta, periódico fundado por el mismo iniciador del primero, pero que contó con seis números solamente (del 21 de agosto al 5 de septiembre de 1869)2. El periódico mantiene su unidad en el artículo de fondo, en torno al cual giran los temas del ejemplar del día. El artículo de fondo encuentra eco en la sección que da nombre al periódico: “Chispazos”. En 1

Una primera versión de este trabajo fue presentado en el curso Literatura Peruana del Siglo XIX (UNMSM, 2009-I). El material consultado en el Fondo Reservado de la Universidad San Marcos solamente tiene los dos primeros años completos. En su tercer año, El Chispazo solamente publica hasta el 17 de junio de 1893. Agradezco los comentarios de Marcel Velázquez Castro en el desarrollo de esta investigación.

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El Chispazo mantiene una periodicidad semanal y se publica todos los sábados de manera regular durante el primer año. En un principio, el periódico edita cuatro páginas no numeradas por ejemplar. Posteriormente, agrega una página ocasional de caricatura a la mitad del número. Más adelante, con la publicación de avisos publicitarios y el aumento de artículos, llegarán a ser diez páginas.

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ella, domina la mirada satírica y mordaz. Las letrillas presentes en esta sección se caracterizan por su agudeza y brevedad, encarnan el espíritu de crítica social satírica que motiva el periódico. Otra sección que utiliza este formato discursivo es “Espinas de Tuna”. A través de ellas, se busca “herir” susceptibilidades y provocar una reacción que cambie las malas costumbres3.

1. Pedro Paz Soldán y Unanue: el hombre detrás de Juan de Arona Pedro Paz Soldán y Unanue es hijo de Pedro Paz Soldán y Ureta y Francisca Unanue de la Cuba. Nace el 21 de mayo de 1839 y muere el 5 de enero de 1895. Se dedicó a la docencia en el Colegio Guadalupe y enseñó los cursos de Literatura Griega y Latina en la Universidad San Marcos. En este marco, realiza traducciones de las Geórgicas y de Lucrecio, Virgilio y Ovidio, entre otros4. Paralelamente, inicia su carrera periodística colaborando de manera activa en El Comercio y El Correo del Perú. En 1869, se embarca en su primera experiencia periodística personal al fundar y redactar, de manera íntegra, el semanario satírico La Saeta. Desde ese momento, adopta el seudónimo de Juan de Arona, tomado de la hacienda de herencia materna “San Juan de Arona”, llamada antes “Matarratones”. Al retornar de su experiencia diplomática, influenciado por el espíritu renovador y mordaz que caracteriza estos años finiseculares, funda El Chispazo en 1891. Es considerado entre los románticos y costumbristas; pero, sobre la base del análisis desarrollado de su periódico, puede decirse que anticipó algunas de las actitudes que luego cimentarán a los modernistas como intelectuales5. Arona confía en el potencial de la escritura como medio para realizar una crítica y reformación de las costumbres, punto en común con el afán crítico que se dará 3

El Chispazo tiene como secciones secundarias a “Variedades”, reseñas de acontecimientos sociales recientes; “Gacetilla Semanal” y “Crónica Extranjera”, recuentos de los sucesos más trascendentes ocurridos a nivel nacional e internacional, siempre vistos desde un ángulo cómico y burlesco. Durante los meses de verano, se publica la sección “Revista Balnearia”, en la que se reseñan los acontecimientos de los principales balnearios limeños (Chorrillos, Miraflores y Barranco). Al final del diario, suele publicarse, a manera de suplemento, una de las obras de Juan de Arona. La primera publicación por entregas es el Diccionario de peruanismos. Esta obra se inicia en Londres con el título Galería de novedades filológicas o Vocabulario de peruanismos (1861). Posteriormente, se publica, a manera de folletín, Memorias de un viajero peruano. Apuntes y recuerdos de Europa y Oriente (1869-1863), producto de su viaje por el viejo mundo.

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La vasta obra de Arona cubre diversidad de géneros y registros, evidenciando de esta manera la preocupación de formarse y participar en diversos campos del saber, siempre de manera erudita. Entre sus obras más conocidas, se encuentran: Cuadros y episodios peruanos (1867); El intrigante castigado, comedia de costumbres, original y en verso, escrita en dos actos (1867); Los Rotonautas (1880); Páginas diplomáticas del Perú (1891); Diccionario de peruanismos (1882); Sonetos y chispazos (1885); La inmigración en el Perú (1891); Memorias de un viajero peruano: apuntes y recuerdos de Europa y Oriente (1859-1863) (1971); y Poesías completas (1976).

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En este momento, todavía no se puede hablar de “intelectual”; pues es un término que se acuña en Francia a partir del Affaire Dreyfus (1894-1906). Hay muchos elementos de los intelectuales modernistas que no se encuentran en el discurso de Arona en El Chispazo; pero podemos señalar algunos caracteres que luego cuajarán con forma y contenido en el discurso del intelectual modernista.

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en las crónicas modernistas. Por otro lado, el tono de hastío que encontramos en muchos de los artículos de este periódico puede revelarse como una impaciencia ante la demora de modernidad en el Perú. Para los modernistas, la modernidad es algo irrevocable como parte del destino de Hispanoamérica. Arona lanza sus ataques satíricos a manera de reclamos ante la tardanza de la sociedad peruana en subir al tren de la modernidad6. Este mismo recurso es usado por Arona para fustigar con sus “chispazos” y “espinas de tuna” a las figuras más vergonzosas del espectro nacional. Arona apuesta por la efectividad y productividad del hombre, sobre todo del letrado, al configurarlo como una máquina perfecta encauzada a formarse como un dirigente potencial y competente de la sociedad7. El periodismo es una de las manifestaciones de este deseo de conciliar la productividad propia de la burguesía capitalista y el afán renovador de la escritura modernista y de Juan de Arona. Aníbal González (1983, 1987) ha fundamentado con claridad la influencia de la filología en el discurso modernista, tanto en la crónica como en la novela. Se puede establecer una relación entre la importancia de la filología para los modernistas y el proyecto lexicográfico del diccionario como depositario de la verdad de las palabras que asume Arona. El diccionario no solo es el producto del afán organizador del sujeto letrado, también es una metáfora que simboliza el deseo de ordenar y clasificar, de evidenciar las raíces de las cosas. Como proyecto clasificatorio, el diccionario representa los mismos ideales que motivan al letrado de El Chispazo a sacar a relucir las causas de la decadencia nacional.

2. Imagen y crítica del letrado satírico en El Chispazo8: juez de la sociedad y las costumbres El análisis se enfocará en la mirada de Juan de Arona como elemento configurador de su proyecto crítico a través de la voz de un letrado calificado para dicho juicio. La autopercepción del sujeto de la enunciación que se da como portavoz de un proyecto crítico y letrado que se usa como una herramienta de dirección de la nación será el motivo de análisis y contraposición en el discurso del diario. No es la figura de 6

La crítica satírica, un rasgo distintivo de Arona, es también un rasgo predominante de la modernidad hispanoamericana, como lo ha señalado Octavio Paz. En Los hijos del Limo, señala que Leopoldo Lugones, de la mano de Jules Laforgue, es uno de los primeros escritores modernistas en incidir con una crítica irónica en sus escritos, especialmente a través del uso del lenguaje coloquial.

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Esto se relaciona con la fascinación que experimentaron los poetas modernistas ante las máquinas, lo que les llevó a intentar reproducir en su escritura esta efectividad.

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Se ha seleccionado los dos primeros meses de El Chispazo (17-10-1891 al 26-12-1891) por ser el periodo de establecimiento, difusión y consolidación de su proyecto periodístico, visible en el discurso establecido en sus páginas. Se analizarán los siguientes números del año 1891: números 1 (17-10-1891), 2 (24-10-1891), 3 (31-10-1891), 4 (7-11-1891), 7 (28-11-191), 8 (5-12-1891), 9 (12-12) y 11 (26-12). Estos números son los que contienen mayor cantidad de artículos susceptibles de análisis según la variable que se utilizará.

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Pedro Paz Soldán y Unanue, hombre de letras, la que se proyecta en este discurso; son seudónimos como el de Juan de Arona, una especie de “autor modelo”, cuya presencia matiza las diferentes aristas del discurso; es la figura y enunciación de “Juan Sin Tierra”, “redactor”, con personalidad propia que explaya no solo su mirada crítica, sino el proyecto político, social y cultural del diario. Esta imagen de valoración en torno a la recepción del proyecto periodístico se ve sobre todo en los números del mes de diciembre. Estos dos primeros meses son importantes porque Arona fundamenta su postura acerca de la competencia y efectividad del sujeto individual con funciones de dirección, especialmente si se trata de un sujeto letrado. En estos meses, el tono satírico y mordaz en artículos como en las letrillas es mucho más explosivo que en otros meses, coincidiendo con las preocupaciones de Arona al volver de sus ocupaciones diplomáticas en países más modernizados que el Perú (Argentina y Brasil). La concentración de temas y acusaciones es mayor en estos primeros meses, por lo que brindan el discurso adecuado para la variable de análisis. Los dos primeros meses de existencia de El Chispazo se caracterizan por la desconfianza y la descalificación satírica de las instituciones y las autoridades, proponiendo que el problema de la inadecuada distribución y acción de la autoridad se debe al desorden de las costumbres y a las malas decisiones del pueblo al momento de elegir a sus gobernantes y autoridades. La premisa del diario se observa en la apuesta y la fe en el individuo competente e ilustrado. En este sentido, en El Chispazo la figura del letrado se presenta como el crítico recto y juez oportuno de las costumbres y de la política, utilizando la burla, el ingenio y la crítica satírica como punta de lanza de los ataques a ciertos sectores de la sociedad limeña y a sus dirigentes. En ocasiones, se llega a elevar al sujeto letrado como dirigente potencial y correcto; pues conoce a fondo las costumbres y la sociedad y es capaz de discernir lo bueno de lo malo y lo justo de lo injusto. Su competencia y efectividad son sus principales garantías. La autoridad del sujeto de la enunciación como letrado satírico radica en su conocimiento de las diversas esferas del cuadro social limeño. Este conocimiento encuentra impulso y soporte en el discurso escrito, sobre todo en el formato satírico de los chispazos, el principal elemento representativo del diario. Esta intencionalidad crítica y satírica encuentra su desarrollo en los artículos de fondo; lo que permite señalar que, para el crítico satírico, la letra y la capacidad intelectual son herramientas que garantizan su performance como líder. El discurso escrito es un arma para “herir”, aún más la mala actuación de los actores dominantes. Las breves letrillas satíricas y los artículos de fondo conforman la espina dorsal del periódico, son los espacios que prestan mayores posibilidades de crítica mordaz a tono con el discurso central del diario. En los artículos, esta temática se desglosa a través de ironías, doble sentido y argumentos motivados por la emotividad y opinión personal del que escribe. En este sentido, la mirada del sujeto de la enunciación es el

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principal punto de focalización de los acontecimientos que señala y el inicio de un espectro de representaciones satíricas. En las letrillas, se ve cómo estas composiciones funcionan a manera de ecos y coros de lo señalado en los artículos, muchas veces aludiendo a personajes de la esfera pública a través de sobrenombres y comparaciones que producen un efecto satírico. Sobre todo en las letrillas, pero también en los artículos, al lector le queda la sensación de ser espectador de los datos ocultos de la historia oficial, una representación de lo que sucedió tras bambalinas y que no mencionan los periódicos netamente políticos ni los libros de historia. En este sentido, encontramos ecos de rumores, alusiones a información desconocida por el ojo contemporáneo, pero decodificada por la sociedad de la época; lo que no se dice pero todo el mundo sabe. Estos espacios en blanco marcan la ambigüedad y polisemia de las letrillas como un rico potencial literario que conforman un punto importante de la tradición satírica peruana. Vemos que El Chispazo se configura como el laboratorio político literario de un proyecto nacional que Juan de Arona asume como propio; pero que encuentra muchas y variadas manifestaciones en otros letrados peruanos e hispanoamericanos. Estos periódicos funcionaron como un instrumento político y un medio de intercomunicación cultural; pero también como marquesina y escaparate de los escritores de la época.

3. La acción y la palabra escrita: armas del letrado satírico Juan de Arona expone una imagen que configura al sujeto letrado satírico como el individuo necesario para cimentar el orden y el progreso de la nación; al mismo tiempo, introduce su figura en la carrera política para dirigir el destino de la patria. Desde la portada del primer semestre, se percibe el intento de presentar al letrado como portador de una misión ejemplar a cargo de un solo individuo. Juan de Arona se vale de la libre asociación de una cita de la obra de teatro de José Zorrilla, El puñal del godo9, para introducir lo que luego tratará en el prospecto de El Chispazo: Nada soy, nada tengo, nada espero; Desde hoy mas encerrado en mi armadura Seré en mi propia causa aventurero Sin esperar jamás prez ni ventura (ECH: T. I, portada).

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Esta pieza dramática de un solo acto se relaciona con la leyenda del conde Julián. Ambientada en la España del siglo VIII, narra el fin de la dominación goda en España y la entrada de los musulmanes. Es una de las obras menos conocidas de José Zorrilla.

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Aunque en esta reproducción hay una variante en el segundo verso10, el epígrafe sirve como introducción al tema del prospecto. En este fragmento, se representa a un individuo con una misión particular. La figura del guerrero aventurero establece una relación intertextual con la representación del letrado que se da en el prospecto. De esta manera, el letrado se presenta como un solitario y valiente protector de la cultura y de las buenas costumbres, cuya misión es asumida de manera personal y sin esperar nada a cambio. Por otro lado, se afianza la clasificación tradicional de Juan de Arona como miembro del movimiento romántico al establecer una relación con uno de los principales representantes de este movimiento en España. En el prospecto, este tema se presenta como uno de los proyectos centrales en la línea editorial del diario. Es firmado por Jenaro Vanda (1891a). Puede deducirse que los nombres que aparecen como redactores de El Chispazo funcionan como máscaras con personalidad propia que asume el propio Juan de Arona para dotar de una apariencia de variedad y multiperspectivismo a su periódico. El prospecto inicia señalando que: “Un periódico mas en Lima es casi un escándalo; ¡hay tantos, tantísimos, y tan poquísima gente que lea!” (VANDA 1891a: [1]). Para el sujeto de la enunciación, la libertad de imprenta se torna en liberalidad al anular el equilibrio en la información. El público lector es reducido y la excesiva oferta funciona como agravante. La solución no está en multiplicar las publicaciones, sino mejorar la calidad de las existentes. Estos periódicos sin lectores no completan el circuito de comunicación, por lo que su razón de existir se ve anulada. Iniciar con esta problemática es significativa en el discurso de El Chispazo; pues se revela que existe la preocupación por promover la eficiencia en todas las dimensiones de la vida y es una manifestación de la confianza en la modernización, lo que se extrapola del deseo de calidad antes de cantidad y en la actividad de unos pocos capacitados en lugar de la de muchos incompetentes. Una de las características más interesantes y significativas de El Chispazo como periódico es su afán de individualidad. Se señala que todo el periódico es obra de un solo hombre; pues el sujeto de la enunciación considera la acción realizada por un solo individuo como la única manera de producir logros y cambios en el Perú. El “espíritu de asociación” es considerado un mal nacional, “la reunión es aquí la debilidad y el desbarajuste: “Un peruano solo podría realizar los doce trabajos de Hércules, doce peruanos juntos no hacen la obra de una pulga” (VANDA 1891a: [1]). El tono y el sustrato de negatividad realizan una operación relacionante entre el trabajo grupal y los productos y costumbres extranjeros. Ambos significantes conllevan, de manera innata, el significado de fracaso si se realizan en el Perú: “El espíritu de

10 En la obra original, el segundo verso es el siguiente: “encerrado desde hoy en mi armadura”. Arona realiza el cambio de posición e introduce una palabra que altera la métrica endecasílaba del original. Sin embargo, no puede atribuirse esta variación a una intención de Arona; podría ser que la edición que manejó tenga la alteración, lo que es razonable de creer en las ediciones decimonónicas.

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asociación, con todo lo que se le decanta y exagera, fracasa aquí como todo lo grande y bueno que se introduce de fuera” (VANDA 1891a: [1]). Como ejemplo del fracaso del trabajo colectivo, se mencionan importantes instituciones nacionales como el Congreso, las municipalidades y el Ejecutivo. En el sustrato de estas afirmaciones, se encuentra un fuerte juicio crítico y negativo del Perú como colectividad al verbalizar el fracaso administrativo, político y social de la nación11. La calificación de la colectividad, tanto de las instituciones gubernamentales como la masa anónima y popular, es negativa; pues todos los productos que salen de ella son nulos o inservibles. De manera contrastante, lo bueno que ha producido el Perú es obra de unos pocos sujetos excepcionales que han trabajado solos. El sujeto de la enunciación intenta inscribir al El Chispazo dentro de este grupo. Esta manifestación del discurso de la efectividad también prefigura la visión de los modernistas acerca del intelectual como una máquina perfecta (no como un ser maquinizado), actitud que se puede apreciar sutilmente en algunos textos de Arona. Para reforzar las ideas –y el ataque–, se introduce una letrilla satírica, localizada estratégicamente en el punto de enfoque de la mirada: En lugar de un Presidente, Disimulado monarca, Quería yo simplemente Por todo Gobierno, un ente, aunque fuera un mono en arca. (VANDA 1891a: [1]).

El letrado considera que el Perú estaría mejor si las decisiones fueran tomadas por un “simple seor Gobernador” (VANDA 1891a: [1]); pero en la letrilla se descalifica también a la figura del Presidente. Caracterizado como “Disimulado monarca”, su función está reducida a cubrir las apariencias de lo que se supone es la democracia. El calificativo de “monarca” sugiere que el destino de la nación y las decisiones se toman sin considerar la opinión del pueblo. Finalmente, el letrado termina por descalificar completamente a las esferas del poder al desear ser gobernado por un “ente”, un sujeto indefinido que muy bien puede ser un sujeto no humano o un homínido. El mono, como antepasado del hombre, sirve para rebajar a los gobernadores del país a su misma categoría12. La letrilla también se configura como un medio para que el letrado se ría de sí mismo al señalar que monopoliza la redacción de El Chispazo. De este modo, el letrado

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En el prospecto de El Chispazo, hay ecos del poema “Constitución Política” de Felipe Pardo y Aliaga; pues, en ambos se realiza una crítica al proyecto republicano y se remarca su fracaso en el Perú, sobretodo porque no hay un verdadero conocimiento de la sociedad, que debería ser la base de la política estatal. No hay que olvidar que Ricardo González Vigil ubica a Juan de Arona como parte del costumbrismo romántico.

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Para 1891, ya se han publicado y difundido las dos obras capitales de Charles Darwin, El origen de las especies (1859) y El origen del hombre (1871). Es bastante posible que la alusión al mono revele el conocimiento de Arona de las teorías de la evolución, muy probable al ser un hombre de amplia cultura y de variadas lecturas.

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se enlaza satíricamente a la imagen del sujeto capacitado para dirigir el bienestar de la nación, al mismo tiempo que refuerza el argumento del trabajo individual como clave del éxito. El resto de los individuos que participan en la publicación de un periódico solo tienen una función operativa (cajistas, repartidores), son trabajadores manuales que no realizan un trabajo intelectual; por lo que su aporte no es considerado como verdaderamente útil. Estos trabajadores están caracterizados como “auxliliares”, no como ejecutores. El problema de la representación de la verdad se presenta según la manera cómo afecta a la esfera pública y privada: “Nuestra misión principal…. Será decir la verdad cuando convenga. Las hay muy impertinentes, que producen la aflicción privada y el escándalo público sin provecho alguno. De estas huirémos” (VANDA 1891a: [1], sic). La verdad puede ser condicionada si produce perturbación de la armonía y el equilibrio. La verdad será representada cuando no se presente como obstáculo ante el objetivo mayor del periódico: “[…] hay tiempos de callar y hay tiempos de hablar” (VANDA 1891a: [1]). En este prospecto, se presentan dos objetivos claros. El primero es “introducir una imposible reforma en las costumbres del país” (VANDA 1891a: [1]). El letrado –paladín solitario de la defensa de las buenas costumbres– se introduce como el encargado de fundar un proyecto de características revolucionarias (la connotación de misión imposible conforma una interesante paradoja que hará más heroica la labor del sujeto letrado, pero que a su vez es marcada con un leve tono irónico). La individualización, característica del periódico, se presenta como condicionante del éxito. La abundancia de periódicos exige una mayor dedicación al material por publicar; por ese motivo, “el lápiz rojo de nuestro director… cuchilla antojadiza que manda a Capadocia los trozos mas inocentes de un escrito ajeno” (VANDA 1891a: [1]) es la herramienta para evaluar y juzgar las potenciales colaboraciones. Esta alusión a la corrección y evaluación de los textos susceptibles de entrar en el periódico es polisémica. En primer lugar, se asume que es papel del director realizar la valoración de textos y decidir cuáles son publicables. Sin embargo, se señala que esta labor valorativa será hacia los textos no escritos por el director. Esto es un espejismo para confundir al lector, una estrategia de multiperspectivismo. Se ha señalado previamente que una sola persona redactará todos los textos, sujeto letrado que funge como fundador, director, editor y colaborador, por lo que no hay escritos ajenos a su autoría; por lo tanto, no hay textos no publicables. De esta manera, el sujeto de la enunciación juega con las distancias e instancias discursivas para producir un efecto de realidad y de multiplicidad de voces. Por este motivo, es tan importante el prospecto de El Chispazo; pues en él se detalla la estrategia de lectura de todo el periódico y las instancias productoras de los textos. Así, se analiza El Chispazo como un texto literario. Este juego entre lo real y lo aparente, el efecto de realidad que se busca y la apariencia de múltiples perspectivas son características del discurso eminentemente literario. A través de El Chispazo, Arona configura 164

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un producto literario y artístico que incluye la posibilidad de insertarse entre la realidad y la ficción. El Chispazo destaca entre todos los otros periódicos porque manifiesta que, a través de su lectura, es posible contribuir a una renovación de las costumbres13. Esta relación entre el letrado y su función en la sociedad es también uno de los puntos de contacto que luego explorarán los modernistas en crónicas y novelas. La postura del letrado como crítico y juez de las costumbres se ve también en las notas tituladas “Letreros inortográficos” (ANÓNIMO 1891b: [3]). En ellas se crítica la mala escritura de las calles en los letreros de la ciudad, tema que se desarrolla en sucesivos números. En estas notas, se realiza un paralelo entre el ataque a las reglas ortográficas y la ignorancia de las normas constitucionales. Estas leyes ven su inoperancia anulada cuando son utilizadas para atacar al ciudadano, corrompiendo su función inicial de servir al bienestar de la comunidad. La crítica a la ausencia de lógica en el sistema es visible. Esto también se percibe en “Gacetilla semanal”, resaltando, a través de la crítica socarrona, los errores de redacción en otros periódicos. La mala organización de la ciudad y la deficiente nominación de las calles es para el letrado una manifestación del desorden imperante en las costumbres. El gran problema es que la organización de la ciudad no es eficaz; lo que lleva al poco o nulo desempeño de los ciudadanos y del país. El modelo racional que quiere implantar el letrado en la esfera urbanística es una metonimia del que necesita la sociedad. Corolario de lo anterior, el letrado encuentra que es necesario realizar una “Guía de Lima”, sobre todo para los extranjeros, que no están acostumbrados al desorden e irregularidad que imperan en la ciudad. Se acusa también la ineficacia y desorden de las prioridades municipales; pues “gastan miles en comprar elefantes y cachorros de león” (ANÓNIMO 1891a: [2]) con el objetivo de deslumbrar al visitante. Para el sujeto de la enunciación, es irracional priorizar la vanidad en prejuicio de la eficacia. La crítica a las costumbres es patente en “Espinas de tuna”: Por la irresponsabilidad y la ninguna educación de la gente, Lima está condenada á renunciar á las comodidades que ya poseen hasta las capitales de provincia. Estamos privados de los billetes de banco, de los urinarios públicos, porque se desvirtuaba el uso de ellos. En las cantinas de los teatros ha habido que retirar la última silla para que no sirva de apostadero a los borrachos. Con los bancos de mármol de las plazas públicas habrá que hacer lo mismo, porque son pretexto para que se siente á escupir la chusma, y á imposibilitar la vía pública con su saliva. Y las mismas familias dentro de su domicilio tendrán que renunciar a la recíproca comodidad de la campanilla e el zaguán, 13 La labor civilizadora de El Chispazo se proyecta como una descalificación de otros diarios al presentarlos como “volantes”, a la vez que se les configura a través de varios significantes: “abejorros”, “muerto”, “cadáver en descomposición”. De esta manera, se quiere resaltar su calidad desechable, simbolizándolos a partir de una caracterización negativa, moribunda y contaminante. A estos “volantes” se les rebaja de categoría y se implica su mínima trascendencia y calidad, aseveración reforzada por el calificativo de “engendros efímeros”, proyectos de corta vida al no ofrecer lo que la sociedad verdaderamente necesita.

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porque sirve de entretenimiento para repicar á todos los muchachos ociosos del barrio, en las barbas del celador. Y esto es lo que los cronistas llaman ¡nuestra cultura! (CRÍSPULO MOR-DIENTE 1891: [3]).

En la espina número 21, se puede encontrar cómo el letrado considera que, por las malas costumbres y la falta de educación, se ven afectados los elementos constitutivos de la cultura peruana y el nivel de vida disminuye. ¿Han visto ustedes una ciudad mas contraria á la vida de familia que Lima? Si te metes en tu casa, no tienes quien te sirva, ni quien te cocine, ni quien te críe á tus hijos, ni quien te los amamante. Si sales á la calle no cabes en la acera con tu esposa, y tienes que divorciarte de ella. «Y pues fué la familia El fundamento siempre del Estado.» (Clemente Althaus) No digo mas. (CRÍSPULO MOR-DIENTE 1891: [3]).

En la espina 22, se puede ver cómo el desorden se evidencia en la esfera privada. Lima se configura como decadente al mostrar una mala imagen de la familia como núcleo de la sociedad. Este desencuentro evidencia que la familia limeña ha fracasado como fundamento del Estado. Este comentario se enlaza con las perspectivas de Manuel González Prada, Manuel Ascencio Segura y Felipe Pardo y Aliaga, quienes consideraban que la familia era una metonimia y metáfora de la crisis nacional. La cita de Clemente Althaus sirve para reforzar esta caracterización negativa. El número uno cierra con un artículo de la sección “Variedades” titulado “La candidatura de los doctores” (A NÓNIMO 1891c: [4]). El letrado reflejado en este artículo se plantea de dos maneras. En su figura están identificados e incluidos los doctores que aspiran a la presidencia. La mirada letrada del sujeto de la enunciación se identifica a su vez con lo sucedido y, de esta manera, realiza una crítica de las costumbres políticas y de la sociedad. Para la opinión del sujeto letrado, estos doctores podrían ser los sujetos idóneos para dirigir el país. Sin embargo, la nación no merece sus esfuerzos al no estar preparada educativamente para asumirlos como sus dirigentes. Se presenta un desequilibrio entre el nivel educativo de la sociedad y de los dirigentes potenciales e idóneos: los letrados. La consecuencia lógica es que los gobernantes sean ineptos e inadecuados para dirigir el destino de la nación. El letrado se representa a sí mismo como un atributo desperdiciado por una sociedad que no lo valora. Esta diatriba se relaciona con la postura individualista de Arona. Su afán de representatividad individual como letrado se fortalece con la publicación casi obsesiva de su Diccionario de peruanismos, los espacios separados para la publicidad de sus obras y finalmente la publicación como folletín de Memorias de un viajero peruano. De esta manera, se confirma la presentación del letrado como el productor 166

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óptimo de conocimiento y cultura, representativo en El Chispazo como proyecto social. En El Chispazo N.º 2 (24 de octubre de 1891), las críticas empiezan a través de la sección “Chispazos”: Vomitivo ¿Viste algo más nauseabundo En esta parte del mundo Que un juzgado de paz? —¡Toma! he visto un antro, un abismo, y no lo tomes á broma, peor que el juzgado; el juez mismo. (JUAN SIN TIERRA 1891a: [1]).

En esta composición, se critica a los jueces incompetentes. Las instancias que regulan las normas y las costumbres se muestran inadecuadas y ridículas como instrumentos del orden, signadas incluso con significantes que remiten a lo putrefacto y al desorden, propio del infierno. Este ataque satírico concuerda con el proyecto unipersonal de Juan de Arona. No todos los letrados están capacitados para dirigir las instituciones sociales, solamente los adecuadamente preparados (como el mismo Juan de Arona) pueden –y deben– cumplir una función social. En el chispazo número 20, se realiza una comparación valorativa entre un gobernante de la antigüedad romana y uno del Perú contemporáneo: Juicio de residencia Diem perdidil decía un emperador bendito cuando se pasaba un día sin hacer el bien: fué Tito Aquí los años y el día pierde un Presidente y todo, y al terminar su período no dice esta boca es mía. (JUAN SIN TIERRA 1891b: [1-2])

El emperador Tito destaca por ser magnánimo y hábil en su tarea, su figura caracteriza al buen gobernante. En contraste, se le opone valorativamente el gobernante peruano, que desperdicia los días y su periodo gubernamental sin dirigir adecuadamente al país. Por otro lado, el uso de una frase en latín enlaza al buen emperador con el conocimiento y la lengua legitimada del saber; en oposición al gobernante peruano, que se caracteriza por la incapacidad de emitir frases articuladas, figura satírica que simboliza la incapacidad de los gobernantes de articular la nación de manera ordenada. En el artículo de fondo, titulado “El periodismo” (VANDA 1891b: [2]), se representa esta actividad como el único espacio que permite a un ciudadano digno involucrarse honradamente en la esfera política. El elogio del periodismo se da como antítesis 167

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del aparato estatal, espacio indigno y corrupto que puede contaminar a los sujetos honrados. El sujeto de la enunciación considera que el desorden que caracteriza a la esfera política y al aparato estatal es un defecto inherente al sistema republicano; pero que, en el caso del Perú, el desorden es más evidente y preocupante debido a que el Gobierno es “remedo irrisorio” de verdaderas repúblicas. Se destaca que el ascenso político en el país es resultado de manejos dudosos y pocas veces convenientes para la nación. La administración pública es la única estructura vigente; pero, como está corrompida, no puede ejercer la adecuada dirección del país. Esto se percibe en el tono catastrófico del artículo de Arona y en la utilización del símbolo del naufragio para representar metáfora del desastre. La corrupción, la desestabilización y el desorden llevan al país al caos y a su posible desaparición, sobre todo cuando existen amenazas militares y políticas desde el exterior. La labor pública se configura como un espejismo fantasmagórico que nubla la conciencia de los sujetos que participan en ella y del resto de los ciudadanos que viven como parásitos (“El que hoy se encarama no baja más”). Resaltan con fuerza la utilización del discurso de la ironía y del alcohol como significante de la decadencia. El Chispazo se concibe a sí mismo como representante de los sujetos dignos de involucrarse en política, pero desde una palestra conveniente como el periodismo. El periódico se diferenciará de los sujetos indignos porque no progresará a costa de otros. Los verdaderos periodistas y El Chispazo se defienden con la espada de la verdad. Las notas de la página tres en El Chispazo N.° 2 enfocan la crítica en la abundancia e inutilidad de muchas de las normas vigentes y a la mala administración de las leyes por los gobernantes y representantes de la justicia. Otra manifestación de esta misma crítica es el mal discernimiento de las autoridades al emitir ordenanzas sin conocer la verdadera situación de los ciudadanos: “En los países bien organizados la autoridad se hace presente para servir y para incomodar; aquí sólo para lo último” (JANA 1891: [3]). Una vez más, se opone el Gobierno peruano a uno extranjero considerado como superior. Aquí se destaca la unidimensionalidad de la autoridad, que solo puede cumplir la parte negativa de sus funciones. Esto demuestra la incompetencia de las autoridades y abre la posibilidad de postular como dirigentes potenciales a los que mejor conocen las costumbres de la nación: los letrados. El artículo principal del número 3 (31 de octubre de 1891), titulado “General Cáceres” (A NÓNIMO 1891d: [1]) evidencia la mirada del crítico letrado ante la anticipación de su candidatura. La crítica en este sentido se focaliza en lo “antipatriótico” de realizar acontecimientos extemporáneos. Para Arona, el Gobierno es metonimia de la nación; por lo que la confusión iniciada por esta candidatura puede acarrear graves consecuencias. El letrado realiza una analogía para evidenciar que el Gobierno debe ser para lo sociedad lo que el cerebro es para el individuo. En la teoría, el Gobierno debe ser el elemento estatal pensante y racional de las 168

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funciones públicas y del cuerpo social; por lo que el daño al Gobierno implica consecuencias para la nación como conjunto. Se extrapola de esto que, si el Gobierno no está capacitado para dirigir la nación o se encuentra corrompido por agentes contaminantes, esto se reproducirá bajo la forma del caos. El Perú se configura como un cuerpo muerto y paralizado debido a la ineficacia del Gobierno y de los políticos.

4. El compromiso letrado como impulso de la crítica En El Chispazo N.º 4 (7 de noviembre de 1891), la sección “Chispazos” ofrece la oportunidad de analizar cómo la mirada del crítico satírico emite su opinión: El periodista en Lima (De La Saeta N.° 2.) Quien se mete de periodista Dios le valga, Dios le asista! El ha de ser redactor, regente, editor, cajista, corresponsal, corrector. Ha de ser entintador, revistador y cronista, repartidor, cobrador suple á veces al prensista, al comprador y ¡al lector! (JUAN SIN TIERRA 1891c: [1]).

En esta letrilla, se confirma lo ya planteado en el prospecto: que el sujeto letrado está en capacidad de encarnar el progreso concentrado en un único sujeto como dirigente del impulso formativo. En este caso, se manifiesta que esta labor solitaria puede llegar a ser abrumadora e incluso infructífera; pues no se cumple con llegar al lector y cerrar el circuito de comunicación. Satíricamente, se parodia la figura del letrado multifacético que quiere abarcar mucho, pero logra pocos resultados. Sin embargo, soslayadamente, se le presenta como un sujeto ocupado y entregado a su oficio, como un verdadero trabajador, cualidad que escasea en los dirigentes de la nación (estableciendo intertextualidad con otros artículos del periódico). Se introduce también la idea de la ética laboral del burgués que considera la productividad como resultado del trabajo. El artículo de fondo del número 7 (28 de noviembre de 1891), titulado “El Pueblo Soberano” (A NÓNIMO 1891e: [1-2]), se inicia con una representación de los propios escritores satíricos como renovadores de la nación. Del conjunto de escritores satíricos, se singulariza a los de El Chispazo y a Juan de Arona, especialmente, a través de otro de sus sobrenombres, “Críspulo Mor-Diente” (uno de los redactores “fantasmas” del periódico). En oposición, se caracteriza a la mayoría de peruanos con calificativos negativos y dedicados a prácticas degradantes. El concepto de “soberanía popular” se ve desconfigurado al estar representado por un grupo indigno de él. El 169

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calificativo de “vaca sagrada” que se le da al pueblo soberano connota intención de animalización y de resaltar su improductividad. Las clases populares reciben en este artículo la crítica principal al no cumplir con el rol de generar progreso. La verdadera educación para el pueblo es el trabajo, configurado como condicionante del éxito. En este sentido, el crítico se presenta como paradigma de la educación y como tutor del pueblo, el dirigente apto para llevarlo a buen fin. Se realiza una metáfora entre el joven decente y educado que respeta la ley social, entendida como de origen divino, y la ley tutorial. En oposición, se encuentra la canallada, que se encuentra fuera de la ley, vive en el libertinaje y no presenta respeto a las verdaderas autoridades. En El Chispazo N.º 8 (5 de diciembre de 1891), está la continuación del artículo “El Pueblo Soberano” (A NÓNIMO 1891e: [1-2]). Se caracteriza al pueblo como sujeto individual y es juzgado de esta manera, encontrándole defectos y atribuyéndole acciones reprobatorias de carácter individual. Sin embargo, no concuerda su imagen del pueblo con lo que espera de él; pues, al tratarse de un sujeto colectivo, está incapacitado de responder por actos singulares. Arona imagina al pueblo soberano como el pueblo de Fuenteovejuna se presenta a sí mismo en la obra de Lope. Arona identifica características de la sociedad burguesa en su imagen del pueblo: “Tiene habilidad… time es money” (A NÓNIMO 1891e: [1]). La monetarización del tiempo y la importancia del dinero no tienen la contraparte del trabajo digno y bien realizado; por lo que hay un desfase que impide llegar al progreso. El “trabajo” del pueblo no se constituye como paradigmático porque es producto del apresuramiento y la improvisación, al igual que las leyes que transmite el Congreso. Se realiza una operación que utiliza un mismo significante para las dos dimensiones de la esfera político social. El papel del letrado se representa como un solucionador de problemas, incluso como una máquina humana. En la página 2, el artículo “La transacción” remite a una nación que cada día trabaja menos y a gobiernos que cada vez derrochan más. La nación se configura como un ente holgazán porque no tiene en qué ocuparse (la ausencia de trabajo se representa tempranamente en los periódicos como una de los principales problemas del país) y los segundos porque no tienen a quién temerle. Arona pronostica que el resultado “será un correcto y legal reparto del Perú entre sus acreedores” (A NÓNIMO 1891f: [2]); es decir, la desintegración del país. En esto se observa que no hay concordancia ni equilibrio en la administración nacional. La ausencia de progreso y el derroche sin ingresos fijos pueden llevar a la desaparición del país. El final se inscribe en el discurso sarcástico al aludir al Rigoletto de Verdi. Esta imagen del letrado como portavoz de un futuro negativo se repite en “Perspectivas” (A NÓNIMO 1891g: [2-3]). Es función del letrado comunicar sus “visiones” de la realidad nacional. La voz enunciadora evoca los doce años “de paz” de los últimos gobiernos. Al evocar las esperanzas del pasado, el discurso se matiza con 170

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un tono esperanzador aparente; pero que esconde una profunda y compleja ironía que desmitifica los años de paz que apuntaban a la prosperidad y a la falsa imagen de que “el Perú se irá a las nubes” (A NÓNIMO 1891g: [2]). La activación del recuerdo y la memoria se da debido a la urgencia del escenario actual, a la ineficacia del Gobierno de turno y a la pasividad de los ciudadanos y los otros medios periodísticos. El sujeto de la enunciación hace explícita su opinión cuando señala que: “[…] lo que conviene es Gobiernos que daren, y que por acción propia ó refleja se impongan á todos” (A NÓNIMO 1891g: [2], sic). La imagen de un Gobierno fuerte se presenta de manera tentadora; pero, para el sujeto de la enunciación, la esperanza no se sitúa en un Gobierno autoritario, sino en la fuerza y la autoridad moral e intelectual de un dirigente letrado. La evocación termina como una profecía de las alianzas turbias y enigmáticas entre diversos y misteriosos actores políticos. La aparición de elementos que hacen referencia al espectro de lo mítico asumen nuevas identidades bajo la escena de las bodas de Tetis y Peleo; nos hablan de un aura de irracionalidad que matiza estas acciones. La discordia entre las vanidosas Hera, Atenea y Afrodita, que desencadenaron el caos y la desgracia de la Guerra de Troya, se manifiestan como paralelo simbólico y mítico de una desgracia inminente en la nación peruana. En este sentido, El Chispazo se encarna en la figura profética de Casandra, conocedora del futuro y de los designios oscuros que le esperan a su pueblo. El discurso del letrado se configura como advertencia fatídica. El artículo “Nuestras palabras” (A NÓNIMO 1891i: [3]) es importante porque en él se hace referencia a la buena acogida de El Chispazo por los lectores. La mayor distribución del periódico coincide con la conciencia de la existencia de “vida intelectual”. La “vida intelectual” se configura como un proceso de abstracción; pero que debe llegar a concretarse para producir, a través de la reflexión y la razón, la revolución de las ideas. El ideal de progreso se enlaza una vez más con la razón y la labor del letrado. Se produce un rebajamiento de los poderes públicos y militares, ubicando a los letrados como posibles dirigentes del pueblo; lo que se expresa enfáticamente en: “¡El Poder público seremos nosotros!” (A NÓNIMO 1891i: [3]). El discurso del sujeto de la enunciación prefigura la imagen de un receptor ideal, de un lector modelo sensato. Hay una conciencia de que la función crítica e iluminadora de El Chispazo necesita de un público receptor competente. Este artículo permite profundizar en la simbología oculta detrás del título de El Chispazo. El nombre del periódico mantiene un doble sentido. Un sentido primario, presente en el discurso del periódico, es el referente al tono acusador, incisivo y explosivo, la dimensión crítica del discurso. El segundo sentido hace referencia a las representaciones simbólicas de la razón y la ilustración. “Chispa” alude a la luz y al fuego, introduciendo una dimensión iluminadora como parte del discurso del letrado. En este sentido, El Chispazo es portador de una llama que ilumina a los lectores, transmite un mensaje iluminador de la realidad, configurando así que 171

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su discurso es la chispa iluminadora capaz de encender un cambio estructural en las costumbres del país. De esta manera, la función de El Chispazo es dotar de luz el camino de las costumbres e identificar las que se debe erradicar, criticar las condenables y elogiar las imitables. Arona realiza una oposición de definiciones para clasificar a las clases de sujetos en el Perú. En el extremo negativo, están los “canallas”, “turba” que impide el progreso de la sociedad, calificativo independiente de la raza o la clase social. En el extremo positivo, se encuentran los sujetos “decentes”. El siguiente concepto que introduce es el de “desintegración”, obstáculo constante que le impide al letrado reflexionar en torno a la situación nacional. El letrado es consciente de que no se puede hablar desde una nación desintegrada. Dentro del discurso de El Chispazo, es constante el afán nominal y lexicográfico, propio de una nueva forma de pensar que promueve las clasificaciones y los sistemas estructurados; lo que luego cuajará en la filología y en ciertas actitudes del intelectual modernista. El N.º 8 es especial porque inserta, en una nota, el elogio de un periódico de Paita, El Clarín, hacia El Chispazo. Esta representación en segundo orden, bajo la mirada de sujetos letrados de otra esfera geográfica y social, permite enfatizar que el proyecto político de El Chispazo ha empezado a difundirse y consolidarse, al menos en la esfera letrada. De esta manera, se concreta a un nivel discursivo la legitimación del proyecto nacional del diario. Sin embargo, todavía no puede apreciarse en la práctica su efectividad. La valoración positiva se declara “por lo independiente y filosófico, el primer periódico de la República” (A NÓNIMO 1891h: [3]). El sujeto de la enunciación (El Clarín) motiva a su lectura; pues ella puede producir un cambio cualitativo en los sujetos: de siervos a agentes de la democracia. En este sentido, se le atribuye al periódico una función que podría llamarse transustanciadora (en lo general, dejando de lado las implicancias metafísicas y religiosas de este concepto); es decir, se asume que, a través de la lectura de este periódico, los individuos pueden cambiar cualitativamente de estado: de uno servil a uno activo y beneficioso. El halago llega también al director, considerado como el “primer poeta filósofo del Perú” (A NÓNIMO 1891h: [3]). El periódico piurano se propone imitarlo en su labor reformadora y ser colega y difusor del proyecto del diario limeño. El breve agradecimiento de este último es curioso; pues, al utilizar el término “coleguita”, implica minimización del periódico piurano y una suerte de trato de hermano menor. El centralismo capitalino, incluso en el ámbito letrado, se expresaba ya en esta época14.

14 Por otro lado, la similitud en el sentido de los nombres de los periódicos permite establecer que el ideal ilustrado se mantiene vigente en la prensa de este periodo. “Clarín” remite en primer lugar a claridad y a luz; una vez más, a significantes de la razón. En segundo lugar, se refiere a un instrumento musical de viento, posible alusión a la esfera de las artes. Finalmente, también se le llama así a la trompeta usada para toques reglamentarios del Ejército, remitiendo así a las normas y a la comunicación del orden.

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En el N.° 9 (12 de diciembre de 1891), el artículo “Presidentes del Perú” (A NÓNIMO 1891j: [1-2]) se presenta intertextualidad con un artículo publicado en un periódico de Ecuador. El periodismo se presenta como una red de letrados y de reflexión en torno a los problemas de la nación (la propia y las vecinas). El intercambio y la comunicación entre periódicos extranjeros se da a través de sus publicaciones, no del contacto directo o del debate entre los letrados de Hispanoamérica. El periódico chileno emite una opinión negativa ante el Gobierno de Cáceres, pronosticando la “continuación del periodo de decadencia y bancarrota del Perú” (A NÓNIMO 1891j: [1]). Arona parece compartir la opinión de los colegas chilenos, pero la condimenta con comentarios mucho más mordaces. En este alegato crítico a los dirigentes de la nación, Arona posiciona a los sujetos ligados al ámbito del conocimiento y las letras como los más indicados para dirigir la nación: “[…] desearía ver a la cabeza de sus destinos, estadistas como Chile, literatos siquiera, como la Argentina y Colombia, capitalistas independientes como Bolivia, aunque fuera químicos como el Ecuador en García Moreno” (A NÓNIMO 1891j: [2]). Se expresa, de esta manera, el deseo de un letrado como dirigente del país al ser los más competentes y capacitados, capaces de evaluar las costumbres que son un reflejo de los problemas nacionales. Ellos tienen las herramientas para observar a la nación. Se apuesta por gobernantes con educación y formación profesional, descalificando a los improvisados y a aquellos que llegan al poder por la fuerza bruta. La mención de las profesiones presidenciales de los países vecinos establece subrepticiamente una valoración según la imagen del dirigente competente. En primer lugar, se ubica el estadista, encarnación de las ciencias positivas, sujetos analistas que promueven el orden y la clasificación. Bajo la figura del “estadista” se reúne dos imágenes: por un lado, el aspecto ordenador y categorizador; por otro lado, bajo este apelativo también se personifica a aquel que reúne gran saber y experiencia en los asuntos del Estado. Bajo la imagen del “estadista”, el letrado satírico quiere simbolizar una imagen del dirigente ideal del destino de la nación y, de manera implícita, simbolizarse a sí mismo al reunir tales cualidades y conocimientos. Luego se ubica al químico, ciencia prometedora por su importante papel en el progreso y por su orden metódico. Finalmente, pero no necesariamente el último, el literato, el analista por excelencia de las costumbres, conocedor de la realidad social; encarna la esfera del arte y su actividad es dirigida por una finalidad moral. El calificativo de “capitalistas independientes” hace referencia a la generación del propio progreso, la inventiva y la ética burguesa del trabajo. En el número 11 (26 de diciembre de 1891), se introduce la crítica a las costumbres foráneas en el artículo “El Domingo” (A NÓNIMO 1891k: [1]). Se da una exposición sobre las razones religiosas que matizan la institución del domingo como un día oficial de descanso. Esta costumbre hecha norma tiene lógica y un perfecto contrapunto con las laboriosidades que imperan el resto de los seis días hábiles de la semana. El problema surge cuando se abusa de este descanso dominical y las turbas ociosas aprovechan una vagancia paralela en el sector gubernamental al ampararse 173

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detrás de la normatividad del descanso. Mucho peor, las autoridades bravuconas se escudan detrás de esta norma para esparcir el abuso de la autoridad. El letrado se opone al exceso de feriados y a la vagancia que representan al encontrarlos sin sentido no solo por ser excesivos, sino por innecesarios. Los feriados están hechos para reponer energías bajo la figura del esparcimiento como recompensa a la laboriosidad; sin embargo, esta situación no es imperante en el Perú. La vagancia, la ociosidad y la improvisación están a la orden del día, viéndose intensificadas luego de un feriado. Si los problemas imperan y se reproducen, si no se hace nada para arreglarlos y el ocio impera los seis días hábiles, ¿cuál es la necesidad de un domingo? Se opone el valor de la laboriosidad al contravalor de la ociosidad, este último como caracterizador de los limeños. Esta crítica se enlaza a la del siguiente artículo, “El sistema de contentas” (A NÓNIMO 1891l: [2-3]). En él se crítica la permanencia en el sector público de sujetos sin méritos ni progreso a través de la estrategia de la corrupción. Se califica a la carrera pública como un “juego vertiginoso”, “juego a que con indecadente fortuna se han entregado unas cuantas docenas de zánganos” (A NÓNIMO 1891l: [2]). Este juicio valorativo del sector público se enlaza con el artículo anterior sobre la base de la ausencia de laboriosidad como significante del desorden. El ocio y las prebendas son las estrategias a través de las cuales se puede escalar jerárquicamente en este sector. En el aspecto moral, el sujeto desciende y es deshumanizado. Arona encuentra que el principal responsable del mantenimiento de semejante desorden es el presidente Remigio Morales Bermúdez. Para el sujeto de la enunciación, “el Perú no presenta, más industria que la política, ni más vida que la del Gobierno” (A NÓNIMO 1891l: [2]). En esta declaración, se observa el complejo y negativo juicio valorativo del Perú. Si el progreso se encuentra en la industria, el trabajo y las buenas costumbres, un panorama tan negro para el Perú implica su fracaso como nación autónoma. Se colige que el Perú será incapaz de mantener su sostenimiento independiente si no cambia su sistema “mamario”; es decir, exprimir todo lo posible del sector público. En este artículo, abundan los ejemplos y contraejemplos. Como sujeto representante de lo “honrado y valiente... [que] No mama, dice la gente” (A NÓNIMO 1891l: [2]). La sociedad peruana es caracterizada como un aparato bucal enfermo, en el cual los elementos positivos y activos caen, contaminados por las caries o desalojados por los nuevos elementos que se imponen ante la lucha por “mamar”. En esta representación carnívora y succionadora, los peores son los que no paran de buscar dónde morder y sacar la mejor tajada del manjar del fisco nacional. La ociosidad parece ser el tema dominante de este número, repitiéndose en las siguientes notas y artículos. Para combatir esta lacra nacional, el letrado propone la imposición de una multa como correctivo de este vicio y otras costumbres relajadas. En oposición, el periodismo y el letrado se constituyen como los únicos poderes efectivos que piensan y producen en una ciudad que carece totalmente de esto. 174

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A lo largo del análisis de El Chispazo, se ha visto cómo el letrado funge como un agudo observador de la ciudad, la nación y sus costumbres. Pero no es un observador pasivo, sino un sujeto con una misión renovadora, capacitado de inyectar de bríos nuevos a una nación narcotizada por los grandes males nacionales, algunos de ellos explorados en este trabajo. Él es el portador de una mirada crítica que le hace posible emitir la denuncia. Sus características son ser competente en su oficio y en múltiples actividades, su efectividad como sujeto laborioso y su acción individual, sin necesidad de depender del “afán de asociación”. Sus estrategias son la sátira, la burla y el ataque ácido y mordaz. Su discurso plantea la agudeza del decir y la confrontación directa. En ocasiones, se califica al letrado como el dirigente potencial y más competente. El proyecto discursivo de El Chispazo de renovación de las costumbres se configura como un proyecto nacional. Las estrategias discursivas que utiliza para plantear esta renovación estructuran un puente comunicativo entre el periodismo y la literatura. Esto se debe al juego entre el ser y la apariencia, el efecto de realidad en las múltiples voces que enuncian los textos y en la creación de un mundo posible en algunos de los artículos; es decir, la proyección valorativa del sujeto que enuncia.

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