El fuego de la opresión (Chiapas México) Abelardo Vidaurreta
[email protected] Aquí se deja sentir la ebullición política, pueblos aislados que han mantenido la calma bajo la represión. En estos lugares se gana el poder con la fuerza, a la antigua. La ley de la selva, el fuerte gana, se impone. Parecería que no hay civilidad, los partidos políticos se aprovechan de la situación, el efecto resbaladilla y el descontento social son los principales detonantes. No me sorprende este efecto, todo es un reflejo de los abismos sociales, este lugar vive con un rezago, el tiempo se ha congelado y los tiempos revolucionarios aun acarrean sus velas, late sordamente. Temprano esta mañana nos presentamos para entregar el informe estadístico, la mentira de la salud en México, en la jurisdicción. Fue una mañana tranquila, en las calles no se percibe ninguna tensión, a excepción de unos hombres aparentemente crudos que descansaban en la esquina, no parecían amenazantes, sin embargo su ropa parecía llena de hollín y los rostros acarreaban las huellas de una noche larga. Eso era una escena cotidiana, al menos para mis ojos en ese momento, no me había percatado del hollín en sí, para mi era ropa sucia. Más tarde fue que me di cuenta. La sorpresa me llegó cuando al presentarme en la oficina de salud se me informó acerca de la suspensión de actividades por una amenaza de toma de las instalaciones, una situación tensa se estaba gestando, hasta nos aconsejaron salir del pueblo lo antes posible y no portar logos de la secretaría, consejo de sobra, pues ni uniformes nos proporcionan, me liberaron del circo burocrático un mes más. Las oficinas de gobierno, parece una broma, entre cajas, comida, computadoras y las más diversas curiosidades que puede uno encontrar en una oficina de gobierno. Es un circo burocrático. Un compañero al verme con playera verde, pregunta si yo apoyo al partido verde, situación un tanto irrisoria, no me considero parte de nada. Él mismo me contó acerca del festejo que se va a llevar a cabo en su pueblo, en el cual por supuesto el forma parte, aliado del pueblo, el contacto con la gente. Van a sacrificar a tres de los mejores toros para la toma de posesión. ¡Al pueblo pan y circo! La tensión política estaba en el aire. En la confusión del momento seguimos el consejo y nos salimos del pueblo. En el camino a las combis fue cuando me percaté de la situación, la presidencia municipal estaba tomada, un grupo de hombres, con sombrero todos y uno que otro machete en mano, bloqueaban la puerta. Los rostros de la inconformidad, pobreza que lucha, lucha toda la vida, no logra nada, llega con los ojos cegados, herencia de antaño, nadie se ha preocupado por curarlos, conveniencia del diablo. Una patrulla con cartulinas pegadas en las ventanas anunciaba fraude electoral. Unos metros detrás se dejaba ver una llanta con restos de ceniza por haber sido quemada esa noche, de ahí provenía el hollín en la ropa de los hombres. Pasamos lo más rápido posible, uno nunca sabe cuando puede explotar la violencia y los ánimos estaban candentes. Aparte sin querer aparentar soy como una mosca en
la sopa, es imposible pasar desapercibido, sorprendentemente el fenotipo en México aún marca la diferencia social. En el camino nos sorprendió la calma con que manejaba el chofer, normalmente van como ratones camicaces recogiendo a la gente lo más rápidamente, una prisa por ganarle al contrincante, además la carretera no tenía flujo vehicular. Estaba bloqueada. A la altura de Reforma dos troncos de buen tamaño y mecate bloqueaban la carretera. Se demandaba la misma basura. Eran los mismos, acarreados con sed de ser escuchados, sed de mostrar su descontento, todo a costa de la gente. ¿Uno que culpa tiene? Parecía estar tranquilo, había puestos de comida y refrescos y los del transporte hacían su negocio abarrotando sus carros con gente que se acumulaba para pasar a pie. Nos subimos al siguiente carro para alejarnos del problema. Entre campos de maíz, montañas a lo lejos y un pavimento ardiente me escondo del volcán en erupción.
