El fragmento de Anaximandro (Conferencia del Dr. Néstor Luis Cordero)

October 7, 2017 | Autor: Juan Manuel La Rosa | Categoría: Presocratic Philosophy, Ancient Greek Philosophy, Anaximander, Apeiron
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Descripción

El fragmento de Anaximandro Néstor Luis Cordero Conferencia *

Traducción: Juan Manuel La Rosa Universidad Nacional de Rosario. 2014

El objetivo de estas siete conferencias dedicadas al estudio del fragmento I de Anaximandro fue esencialmente heurístico: tratamos demostrar (A) lo que es un "fragmento" de un texto perdido, y (B) lo que podemos aprender de este "fragmento" para acceder al pensamiento de su autor, Anaximandro. A) Hemos aprendido dos consecuencias principales del hecho de que la totalidad de la

filosofía

presocrática

se haya

conservado de

manera

"fragmentaria": a) La tiranía del término. Debemos aceptar esta tiranía. De hecho, cualquier exégesis debe tener en cuenta todos los elementos existentes, incluso aquellos cuyo sentido no parece referirse, a primera vista, al núcleo del sistema estudiado. Ése es el caso, en el fragmento de Anaximandro, de la significación de los relativos plurales hôn y taûta, a veces pasado por alto por los comentaristas, pero que conlleva consecuencias muy importantes - como veremos - en la interpretación del pensamiento del filósofo de Mileto. b) La importancia decisiva de la historia del texto. Cada texto, de hecho, tiene su propia historia. Como nuestro conocimiento del pensamiento de un filósofo depende del estado del texto, este conocimiento mejora con los nuevos descubrimientos realizados por historiadores, filólogos y codicológos. Podemos decir que, en cierto sentido, la filosofía presocrática sigue siempre viva porque siempre está en proceso de llegar a ser. El Discurso del método o la Crítica de la razón pura, en tanto que textos, son y serán lo que han sido desde su elaboración por Descartes y por Kant. Por el contrario, no sabemos cómo eran el Poema de Parménides o el “libro” de Heráclito: son y serán lo que nos muestre el estado actual o futuro de sus reconstituciones. *

N.T.: Publicada originalmente en: École Pratique des Hautes Études. Section des Sciences Religieuses 97 (1988-1989): 293-296. Indico entre corchetes la paginación original.

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El caso de Anaximandro es un verdadero paradigma, pues el Anaximandro de hoy en día no es el Anaximandro de hace un siglo y medio [293]. Ese hecho produce - entre otras cosas - un efecto de bola de nieve desafortunado, porque invierte uno de los pasajes más "nietzscheanos" de la obra revolucionaria de Nietzsche sobre el nacimiento de la filosofía en la época de la tragedia griega. En efecto, cuando escribió sus reflexiones sobre Anaximandro en 1872, Nietzsche era deudor del Anaximandro de ... 1872. La única fuente del fragmento I de Anaximandro es, como sabemos, el Comentario de Simplicio sobre la Física de Aristóteles, que trascribe algunos pasajes de la Phys. Dox. de Teofrasto. Los manuales de historia de la filosofía de la segunda mitad del siglo XIX, es decir, las fuentes de Nietzsche, conocían esta obra gracias a la editio princeps publicada por Aldo Manuzio en Venecia en 1526. El texto de esta edición permitió a Nietzsche hacer un paralelo entre Anaximandro y Schopenhauer al considerar que el hombre "es un ser que no debería existir, pero que expía su existencia a través de sufrimientos indecibles y de la muerte"1. De hecho, en Anaximandro, según Nietzsche, “todo devenir es una emancipación culpable con respecto al ser eterno" 2. Este ser eterno, contra el cual los individuos han cometido una injusticia, es el ápeiron. La interpretación de Nietzsche es apasionante, pero, por desgracia, no sobrevivió más que una decena de años, hasta 1882. Ese año apareció una nueva edición del Comentario de Simplicio. El responsable de esta edición, H. Diels, se apoyó en manuscritos más rigurosos que los que habían

sido

utilizados en 1526 por Aldo Manuzio. Todos presentaban una nueva palabra en el medio del fragmento de Anaximandro: “recíprocamente” (allélois) “Las cosas (=los individuos) se pagan recíprocamente retribución de su injusticia”3. Por lo tanto, no hay un pecado de individuación contra el ápeiron: la injusticia surge de la desmesura de un elemento con respecto a su contrario. El ápeiron es indiferente a esta lucha recíproca entre los individuos. [294] Hasta aquí lo que se trata sobre el Anaximandro de 1989. Hoy en día, L. 1 2 3

F. Nietzsche, La naissance de la philosophie à l'époque de la tragédie grecque, trad. G. Bianquis, Paris, rééd. 1985, p. 40. Op. cit., p. 41. Este cambio no es perceptible en la traducción francesa, pues Mme. Bianquis, en lugar de traducir el texto alemán de Nietzsche de 1872, transcribió la traducción adoptada por L. Robin en 1923, que ya incorpora la palabra “recíprocamente”. ¡Ésa es la razón por la cual Mme. Bianquis no considera la frase de Anaximandro “muy lapidaria”!

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Taran, profesor de la Universidad de Columbia, está preparando una tercera edición del Comentario de Simplicio. El Anaximandro de los próximos años, ¿dirá lo mismo que el de hoy en día?

(B) El texto de Anaximandro también representa un muy buen ejemplo de lo que razonablemente podemos "pedirle" a un fragmento filosófico. Este fragmento presenta una coeherencia interna y una estructura conceptual independiente, pero su significado será muy diferente si lo analizamos de manera aislada o si lo interpretemos en función del contexto, lo cual es igualmente posible. El texto del fragmento posee un esquema que se encuentra muy a menudo en las cosmologías presocráticas: un punto de partida, un proceso y un punto final (que a veces coincide con el punto de partida): “De donde las cosas proceden por la generación, es también a lo que ellas retornan necesariamente”. Anaximandro añade a este esquema la causa del proceso: “porque las cosas se juzgan mutuamente y reparan sus injusticias según el orden de los tiempos”. El relato es muy rico y totalmente coherente; el fragmento puede ser estudiado dentro de sus límites. Pero toda la tradición doxográfica da cuenta del ápeiron como principio en Anaximandro... y la palabra ápeiron no aparece en el fragmento. Por eso, debemos poner el fragmento en su contexto. Así veremos que Teofrasto presenta la noción del ápeiron en la frase anterior precedente a la cita del fragmento, y que éste presupone dicha noción: el ápeiron sería el “de donde" las cosas proceden, y "a lo que" regresan. Pero esta interpretación se enfrenta a "anomalías" sintácticas bastante inesperadas: las expresiones “de donde (hôn)” y “es allí (taûta)” son [pronombres] relativos en plural, y el ápeiron, que se supone que es su antecedente, está en singular. Esta cuestión no fue advertida por todos los investigadores, pero algunos han sugerido explicaciones: los [pronombres] relativos tienen un sentido adverbial; el ápeiron es percibido como algo del colectivo plural, por lo tanto, etc. Hemos tratado de encontrar la respuesta en otros testimonios del proceso descripto por Anaximandro. Estas doxografías hablan de la separación de los contrarios a partir del ápeiron, y un texto de Ps. 3

Plutarco (Strom, 2) habla más concretamente de la separación primera de un gónimon (simiente) de calor y de frío. Este verdadero germen de cualidades opuestas nos permite considerar el proceso como constituido en una serie de pasos que se escalonan [295] a partir del ápeiron (el principio) hasta las "cosas individuales". La separación primera sería entonces aquella de los gónima; estas semillas producen cualidades opuestas; y estas cualidades, combinadas de una cierta manera, forman las cosas individuales. Y este proceso, según la concepción cíclica de Anaximandro, sería reversible: “De donde las cosas proceden

por

la

generación,

es

también

a

lo

que

ellas

retornan

necesariamente”. Esta forma de interpretar el relato matiza -y hasta hace desaparecer- la “anomalía” de las relaciones del plural, pues la etapa descripta en el fragmento bien podría ser uno de los momentos que siguen al punto de partida: las cosas individuales provienen de cualidades contrarias (plurales), y éstas, de las semillas (plurales). La primera etapa, ausente del fragmento, sería así parafraseada por Teofrasto mediante las palabras que preceden a la cita: “Él (sc. Anaximandro) dice que el principio (…) es una naturaleza ápeiron de la cual surgen todos los cielos y los mundos que existen”.

Alumnos, estudiantes y oyentes asiduos: E. Andujar, M. Giordano, Ch. Horn, Ch. Job Aymonier, M. Kosakai, A. Labidi E. Leibovich, F. Serrepe, J. Parga.

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