El fin del milenio y el sentido de la historia. Manuel Lacunza y Juan Ignacio Molina, de Miguel Rojas Mix

June 7, 2017 | Autor: Javier Pinedo | Categoría: Historia de la cultura y el pensamiento en España
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Descripción

Revista UNIVERSUM . Nº 21 . Vol. 1 . 2006 . Universidad de Talca ________________________________________________________________________________________________ El fin del milenio y el sentido de la historia. Manuel Lacunza y Juan Ignacio Molina Miguel Rojas Mix, Santiago, LOM, 2001. Javier Pinedo

El fin del milenio y el sentido de la historia. Manuel Lacunza y Juan Ignacio Molina Miguel Rojas Mix, Santiago, LOM, 2001.

Javier Pinedo (*)

Para nadie es desconocido que si se tratara de sintetizar sucintamente las claves de nuestra historia intelectual, el itinerario más importante a considerar son la cultura prehispánica, las Cartas de Colón y la literatura de los cronistas, la obra del Inca Garcilaso, el ensayismo de los jesuitas, el pensamiento liberal, el modernismo, el indigenismo identitario, la literatura del boom, el postboom y algunos más. En este índice, los escritos de los jesuitas constituyen un momento fundamental, en el que, si dividimos nuestro pensamiento en una dialéctica que alterna entre una mirada que se vuelve hacia la propia realidad o hacia el exterior, los jesuitas, y particularmente los analizados en el libro que comentamos, se encuentran en el vértice de un pensamiento que podemos denominar como un "universalismo identitario" en el sentido que los jesuitas intentaron universalizar América latina; es decir, integrarla al resto del mundo, para desde la propia realidad establecer las semejanzas con la cultura universal, desde el Nuevo mundo. Tanto para Lacunza como para Molina (aunque también para Clavijero, Acosta, Olivares, Ovalle, Rosales, y otros), nada hay de tan diferente en la América

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Doctor en Literatura, Universidad de Lovaina. Director del Instituto de Estudios Humanísticos Juan Ignacio Molina, de la Universidad de Talca. Correo electrónico: [email protected]

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española y portuguesa que no les permita integrarse en plenitud a la cultura universal: es decir a sus debates religiosos y filosóficos, al desarrollo de las ciencias y la política. Como dice Molina, "(...) no todo es nuevo en el Nuevo Mundo", lo que ratifica en su conocida expresión: "la mente humana puesta en las mismas circunstancias se forma las mismas ideas". Esta perspectiva ha sido muy bien percibida por Rojas Mix. Su libro posee tres partes. En la primera se analiza el famoso, aunque mal conocido libro de Manuel Lacunza, La  venida  del  Mesías  en  gloria  y  majestad, que terminó de escribir en 1790, pero cuya autorización de publicación nunca llegó. En la segunda se analiza el caso de Juan Ignacio Molina y particularmente la concepción de la historia que presenta en sus ensayos, y especialmente en La  historia natural y civil del Reino de Chile (1810). Una predilección especial de Rojas Mix la constituyen Las Memorias de Molina, dos de las cueles él mismo pidió traducir a Felipe Alliende, que fueron publicadas en los Anales de la Universidad de Chile, en 1965. Las Memoria son unos pequeños ensayos que el abate leía junto con otros pensadores en "L' Accademia delle Scienze delle Instituto di Bologna" y que más tarde fueron publicadas en forma de libro en 1821. En la tercera parte del libro, se vuelven a publicar dos de éstas: "Memoria sobre la propagación sucesiva el género humano", y "Analogías menos observadas de los tres reinos de la naturaleza", y me parece un acierto dar a conocer de nuevo las dos traducciones de las dos memorias de Molina, el resto de las cuales se mantienen inéditas en español, y sólo ha sido traducida una tercera: "Las Ballenas" que publicamos hace unos años, en el Instituto de Estudios Humanísticos de nuestra Universidad. En estas tres partes, Miguel Rojas Mix presenta una metodología variada: por una parte acude a una mirada estructuralista para exponer las formas significativas de las obras en comento, pero además analiza el contexto histórico y cultural, en las que surgieron las formas de contenido del pensamiento de los autores. Un aspecto interesante es que Rojas Mix sigue las ideas de los jesuitas al momento de la escritura de sus obras, pero también su recepción posterior, durante los siglos XIX y XX, incluso hasta la actualidad reciente, tanto en Europa como en América latina. En esta mirada, es fácil descubrir los presupuestos básicos desde los cuales el autor se enfrenta al tema: A Rojas Mix lo mueve un afán defensor de lo americano, de destacar lo valioso de la obra de Molina y Lacunza, y recuperarlos significa manifestar su oposición al neoliberalismo definido como un "pragmatismo" desinteresado en las ciencias humanas y en la cultura en general. Es decir, al analizar el pensamiento de los jesuitas, se intenta

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revelar también la identidad nacional, como una oposición a la globalización. La mirada de Rojas Mix siempre tiene algo interesante, que se origina en la admiración con que se aproxima a los personajes que estudia, lo que le permite entender perfectamente que al llegar a Europa a los jesuitas "les resultó insoportable la imagen de América que allí circulaba", lo que ha sido planteado por Antonello Gerbi en un libro clásico sobre el tema: La disputa del Nuevo Mundo. El libro de Rojas Mix no se interesa por todo lo planteado por los jesuitas sino fundamentalmente la concepción de la historia de ambos autores, y concluye que Lacunza y Molina "representan dos filosofías completamente distintas y contrapuestas. Dos sistemas de filosofía universal: el escolástico y el racionalista". Mientras Lacunza posee una concepción escatológica de la historia, cuya tradición se remonta a la Edad media; Molina, es un racionalista que se inicia en la modernidad con la Ilustración. Rojas Mix muestra una gran erudición. Es interesante su asociación de Lacunza con una Heilgeschichte (historia sagrada, de la salvación, de la gracia), mientras Molina practica una Weltgeschichte (historia del mundo) junto a Vico, Voltaire, Herder, Humboldt. Por brevedad, me referiré sólo a la parte dedicada a Juan Ignacio Molina, titulada: "El abate Juan Ignacio Molina. Filósofo, historiador y científico". Para Rojas Mix, la figura de Molina es la prueba contra todo eurocentrismo de que en América también se ha pensado; sin embargo, en la negación de este hecho, parte de la culpa la tienen los propios latinoamericanos, quienes se han preocupado más de cuestiones menores que de las tesis importantes de Molina, y hasta hace algunos años, ha recibido más bien un interés marcado por nimiedades historiográficas, relativas a su ciudad natal, sus apellidos, y menudencias que evitaban las cuestiones de fondo y que son las que interesan a Rojas Mix: la concepción de la historia del Abate. "Mucho se ha estudiado, pues, la vida y el anecdotario de Molina; por el contrario, su pensamiento, uno de los más ricos y sugestivos de todos aquellos que escribieron durante la Colonia, permanece casi absolutamente desconocido". También es cierto, sin embargo, que no se puede desconocer los aportes de Walter Hanisch, (Premio Nacional de Historia en 1996), que ha dedicado su vida a esclarecer el pensamiento de Molina, como también los de Patricio Oyaneder Jara, y algunos otros. En relación al pensamiento de Molina, lo que destaca Rojas Mix se puede resumir en los siguientes puntos. 1. Juan I. Molina manifiesta un claro "Universalismo" a partir del cual se establece que todos los hombres son iguales, y sólo hay diferencias en el estado de la evolución.

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Se establece una estrecha relación con Vico y Herder, quienes buscan interpretar una historia ideal y eterna en la que calzan todas las naciones, desde una situación inicial de barbarie a otra posterior de civilización común. El futuro es sólo uno e idéntico para todos. Y en ese futuro las naciones europeas parecen ser las que llevan el modelo de cómo se va abriendo la historia. "Seamos imparciales, dice el Abate, y confesemos que todas las naciones sean americanas, europeas o asiáticas, han sido semejantísimas en el estado salvaje (...) Apenas se hallará una costumbre entre los americanos que no se encuentre la misma o la análoga en las demás partes de la tierra". Memoria sobre la propagación sucesiva el género humano. 2. Molina es un hombre de la Ilustración. La conoce, ha leído sus textos, participa de ella y contribuye a su desarrollo, pero sin renunciar al catolicismo; una Ilustración católica. Molina coincide con muchos aspectos del pensamiento moderno. Su preocupación por el presente, que según Foucault, es una de las características fundamentales de la modernidad. Así como la independencia del trabajo intelectual de cualquier autoridad externa. Molina es un enciclopedista. Defiende la posibilidad de hacer ciencia en América, sin tener que apegarse al canon europeo que muchas veces ignora la realidad del Nuevo mundo. Dice Molina: "Los naturalistas europeos confunden a menudo Perú con Chile". Molina es moderno hasta en su propio orgullo de descubridor científico: "Yo fui el primer que procuré reducir (...) estas plantas - y otras, observadas por mí en el interior del Reino- al sistema linneano". Molina es inductivo y experimental, como lo pedía Francis Bacon en el Novum Organum, y Descartes en el Recuso del Método: "conducir por orden mis pensamientos, comenzando por los más simples e ir subiendo como por grados hasta los más complejos", y Molina:"...he procurado proceder siempre en forma gradual, desde los más simples a los más complejos"; pero sobre todo en la aplicación de un pensamiento analógico, suficientemente analizado en el libro que presentamos. Molina participa del optimismo de la modernidad, del avance de las ciencias, y la superación de los miedos irracionales. Molina está muy atento a lo que se escribe en su época en las disciplinas que practica, y cree profundamente en el progreso, en el comercio, en el conocimiento e intercambio con otras naciones. En el trabajo en equipos, en el desprecio por todo tipo de autoridad externa al trabajo intelectual, en la experimentación, etc. 3. El Americanismo de Juan Ignacio Molina está presente en su pensamiento, y además de la admiración por la naturaleza americana, Molina recupera muchos aspectos

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de los habitantes de América: de los mapuches celebra su cocina, su "avanzada" industria textil, su poesía, su religión, su medicina. Los describe como buenos carpinteros, labradores, alfareros, herreros, plateros. Destaca su organización social, su libertad, su organización familiar, su gobierno. Y aunque no deja de mencionar sus defectos: "Pero tantas bellas cualidades quedan ofuscadas con los vicios inseparables del estado de vida semisalvaje que tienen hasta ahora, sin cultura y sin letra. Estos vicios son la embriaguez, la pereza, la presunción y la altanería con que desprecian todas las otras naciones"; concluye con una cordial descripción del araucano: "Son intrépidos, animosos, atrevidos, constantes en las fatigas de la guerra, pródigos de sus vidas cuando se trata del bien de la patria, amantes excesivamente de la libertad, que estiman como un constitutivo esencial de la existencia de ellos, celosos del propio honor, cuerdos, hospitalarios, fieles en los tratos, reconocidos en los beneficios, generosos y humanos con los vencidos". De esta situación particular, Molina articula toda una defensa de América, tratando de desvirtuar los argumentos de Buffon y de De Pauw; y cercano a Gian Rinaldo Carli, Clavijero, Juan de Velasco y otros jesuitas: Jolis, Paramás, etc1. Buffon había sido el primero en sostener la degeneración de las especies animales en América. Replica Molina que en el Nuevo Continente no se ha producido propiamente una degeneración, sino, que las especies son distintas. Y, abundando en algo que había planteado el propio Buffon, sostiene que es un problema de denominaciones, y que ha sido el afán de los europeos de aplicar sus nombres familiares a especies nuevas, sólo porque tenían algún parecido con las que ellos conocían, lo que ha confundido a los científicos. Es precisamente cuando Molina afirma la singularidad de las especies americanas. En mi opinión, no tiene sentido volver a desvirtuar la necedad de esas tesis. Pero sí es interesante considerar los argumentos de Molina en su contra, defendiendo lo que podemos llamar "la normalidad natural" de América latina: ni superior ni inferior,

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Gian Rinaldo Carli, Delle lettere Americani. Cosmopoli (Firenze), 1780; Francisco Javier Clavijero, Historia antigua de México, Casena 1780-1781; Juan de Velasco, Historia del Reino de Quito, 1789; José Jolis, Saggio sulla storia naturale della Provincia el Gran Chaco...., Feanza, 1789; José Manuel Paramás, La República de Platón y los Guaraníes, Feanza, 1793. Habría que citar también a Moxó, Cartas Mexicanas, a Fray Servando Teresa de Mier, Memoria e Historia de la Revolución de Nueva España...., Londres 1813; y el hondureño, José Cecilio del Valle. La nota es de Rojas Mix.

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simplemente un continente más, y cuya presencia ha permitido perfeccionar las parciales teorías europeas. El aporte más importante de la presencia de América consiste justamente en que al estudiar la realidad americana se pueden confirmar, complementar o modificar las observaciones realizadas en Europa, y consideradas, aunque parciales, como definitivas. Por tanto, resultaba urgente reconocer a aquellos que, como él, estaban aportando al conocimiento científico del Nuevo Mundo, superando el desdén de aquellos que los miraban como aportes menores. Con su habitual ironía señala: "Sonnini me honra a menudo con el título de viajero. Yo no he hecho ningún viaje a Chile: sí lo haría y con mucho agrado. Tuve la suerte, o más bien la desgracia, de haber nacido allí, como a menudo indiqué en mi Ensayo. No por eso me arrepiento o me avergüenzo de ser americano". Con la misma ironía, se refiere a de Pauw: "Este Reino tiene sus lagos, pero no tantos como quisiera Pauw, quien quiere hacer creer que toda América sea un pantano". Las reflexiones que a partir de aquí establece Rojas Mix me parecen uno de los aspectos más interesantes del texto: señala que con el desarrollo de la filosofía de la historia en los siglos XVIII y XIX, la incorporación de las ideas de progreso y civilización, hizo que la antigua idea de la Edad de Oro, no había que buscarla en el pasado, sino en el futuro, en el fin de la historia. La Iglesia proponía una historia lineal (y providencial) que concluiría con el regreso del Mesías, la Parusía bíblica. Un nuevo cielo y una nueva tierra. El fin de la historia y de sus etapas vividas: la creación, la caída, la redención y el juicio. En este esquema, en el que Europa se concibe el mundo como creado de una vez y para siempre, "acabado e inmodificable"; América aparece como un mundo incorporado recientemente a la civilización y que va en buen camino: no es por tanto un continente inferior, sino simplemente demorado respecto al Viejo mundo. En este contexto, Molina busca "la singularidad de América", en el entendido que cada región es diferente y tiene su propio tiempo de desarrollo. Ideas sobre la historia. Rojas Mix, propone que Molina, cree en un reino en este mundo, mientras que Lacunza piensa en el otro. Para Molina la naturaleza está por sobre la cultura y se convierte en el motor de la historia. "La necesidad de satisfacer sus apetitos, tanto fisiológicos como anímicos, plantea los problemas. De las tentativas que hace el ser humano para solucionarlos brotan las ciencias y las artes". Molina se aproxima a estas

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reflexiones con un método en el que ni el posterior positivismo de Darwin, ni el materialismo dialéctico de Marx, le son del todo ajenos. Teorías sobre la vida natural. Rojas Mix critica a aquellos que lo definen como un evolucionista más avanzado que el propio Darwin y precursor de Teilhard de Chardin. El evolucionismo, no era en absoluto desconocido en los comienzos del siglo XIX. Lamarck ya había publicado su Philosophie zoologique, en 1815, seis años antes que las Memorias de Molina (1821). Y en el XVIII varios otros autores, que menciona Rojas Mix (Adanson, Maupertius, Maillet, Robinet), habían apoyado tesis similares, criticando el "fijismo", y postulando el "transformismo". Según Rojas Mix, Molina "no es evolucionista, a lo más podría afirmarse que sustenta un transformismo limitado". "Molina (es fijista, pero) piensa como pensaba Linneo, que en la creación no hay "saltos", sino que Dios ha ido gradualmente desde lo más simple hasta lo más perfecto, creando una cadena, sin solución de continuidad, donde el último individuo de un reino se une con el otro". En síntesis, concluye Rojas Mix, lo que Molina procura en su memoria es "probar que no hay distinción absoluta entre los cuerpos que se asignan a los diversos reinos de la naturaleza", y que esta continuidad es producto de una creación gradual, pero en ningún caso la atribuye a una evolución. Conclusiones Por lo dicho hasta aquí, los méritos de Molina son evidentes: Amor por Chile. Humildad personal. Gran capacidad de observación. En El   Ensayo  sobre  la  Historia natural de Chile, señala las dificultades que ha tenido para realizar el trabajo, "dada la distancia que me separaban de los objetos que debían ser representados". Lo hizo prácticamente de memoria, aunque contara con el manuscrito requisado en el Callao y recuperado posteriormente en Italia. Molina prueba que en América, desde mediados del XVIII existía la capacidad suficiente para recibir las luces de la Ilustración, aunque la salida de los jesuitas demoró el proceso. Así la modernísima palabra "ecólogo" puede ser aplicada a Molina: un ecólogo defensor de la realidad americana, que intenta incorporar a Chile al mundo, como un país más entre las naciones. Para lograrlo, Molina se transforma en una primera conciencia científica y ecológica americana que con razones y argumentos pueda demostrar su tesis.

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¿Es Molina y los jesuitas un tema agotado? No, y el libro de Miguel Rojas Mix nos muestra que aún hay preguntas que resolver, incluso como se hace aquí, trayéndolos al presente, para ver sus aportes al mundo de hoy.

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