\"El estudio del patrimonio arquitectónico en el siglo XXI desde una perspectiva multidisciplinar\" (Ars et Scientia. Estudios sobre arquitectos y arquitectura S. XIII-XXI) Valladolid, 2008: 267-289.

July 25, 2017 | Autor: A. Jiménez Martín | Categoría: Cultural Heritage Conservation
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Descripción

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EL ESTIIDIO DEL PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO EN EL SIGLO XXI DESDE UNA PERSPECTIVAMULTIDISCIPLINAR Alfonso Jiménez Martín Universidad de Sevilla

Creo que podríamos estar varios meseshablado del tema que me han propuestol, meses que aburrirían a los menhires, pues esto de explicar el Patrimonio por medio de palabras suele degeneraren divagacionesconceptualesinsoportablesy a todo género de vejaciones,tanto al Patrimonio como a quienesescuchano leen, pues debéis saberque los arquitectos,ademásde los difusos estudiosuniversitarios que crrsamos con calificaciones de analfabetos,estudiosque cadavez son más letradosy menos técnicos, también estudiamos para ser como diosesy no podemospor menosque explayar nuestrospoderesen cuanto nos ponen un micrófono por delante,incansablesen nuestro afán de ilustrar y redimir. Como lo que menos deseoes aburrir voy a enfocar la cuestión de manera leve en la forma, ácida en la expresión y levementepasota en el fondo, pero como ya tengo más enemigosde los que me he buscado,me referiré exclusivamentea mis propias actividades, de modo que si obtengo algún nuevo oponenteno serápor la vía de las alusionescríticas. Ni que decir tiene que, al elegir la modalidad autobiográfica, ejerzo la faceta demiurgica anejaa mi título de arquitecto, aunque guiado por una pretensión medianamentedecente: mi vida profesional es ya tan larga y tan baqueteadaque, si bien no puede servir como ejemplo, al menos vale como reflejo de la evolución de las circunstanciasque concuffen en el tema propuesto. Me interesa señalar,como final de esta introducción, que este artículo no es el desarrollo exacto del esquemaque expuseverbalmente en aquel Seminario, ni siquiera la trascripción de una hipotética grabación de mi charla, pues mi exposición de entoncesse basó en las imágenes,por 1oque ahora es imposible ofreceros el montaje gráfico de aque-

1 Es de justicia darle las gracias alaDra. Villanueva Zubizaffeta por sus atenciones y, por aquello de la solera en el trato de amistad, le presento mi agradecimiento más rendido a la Dra. Alonso Ruiz. A los asistentes al seminario origen de este texto y a los lectores de la redacción final, les agradezcosu presenciaen caso de los primeros, pero sobre todo, su indulgencia ante estaexposición académicatan atípica, pero debéis considerar que, con la edad que tengo, ya no hay solución para mi pensamiento ni para mi expresión.

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lla tarde vallisoletana.Ahora hay más reflexión y bastantemenos descripción,en un intento, seguramentefracasado, de aclarar mi pensamiento en estos problemas; comenzaré desplegando,a través de mi propia experiencia,la irregular, paulatina y deficiente implantación de los estudios interdisciplinares;continuaré con unas consideracionesbastante ácidas sobre el concepto de modernidad, o contemporaneidadque se aplica en estetenitorio del Patrimonio y, para acabar,desarrollaréun problema con el que me tropiezo casi todos los días,como es el de la conservaciónde edificios eclesiásticosque, segúncreo,es uno de los que caracterizanal tema que nos ocupa y en el que la perspectivainterdisciplinar manifiestatoda su ootencia.

I. LA EDAD DE LA INOCENCIA Para situaros empezarécontando mi vida, o al menos la parte que se puedepublicar sobre mis primeras andanzasen el Patrimonio. Aunque mis biógrafos, es decir, mi madre y mi alzheimer,dicen que recuerdan que con once años yo declamabael romance de Howard Carter y Tutankamón en el Valle de los Reyes, a mi me parece que empecéa interesarmepor los edificios antiguosya crecidito, concretamenteen el verano de 1967, cuando leí a un auténtico "niño prodigio", el onubensedon Diego Angulo Íñiguez que, con apenastreinta años, ya era catedráticode Universidad y poco despuésproduciría manuales que han sido de consulta obligada durante deceniosen las facultadesde letras e incluso en alguna de arquitectura pero, sobre todo, fue para mi el autor de la enciclopédica Arquitectura mudéjar sevillana de los siglos XII, XIV y X'P, que leí en la primera quincena de aquellasvacaciones.En lapágina 12 de estelibro publicó Don Diego lo siguiente: "En segundo término me referiré a la interesanteermita del Castillo de Almonaster (fig 1) en la Sierra de Aracena, cuya divulgación es urgentey sería de desear que se atendiese a su conservación con el mayor esmero. Como puede advertirse en las reproducciones que publicó, sus soportes están.formados con materiales clósicosy sus arcos tienenforma de herradura, aunque no siempre de una manera indudable. La actual capilla principal no se abre en el muro en que tetminan las arcadas sino en el paralelo de ellas, mientras que en frontero se encuentra una puerta precedida de su pórtico, que lo mismo que la capilla son indudables agregaciones hechas al cuerpo de la ermita con posterioridad a la Reconquistay que nada tienen que ver con é1.En el centro del muro donde termi-

2 Angnlo tñrgtez,1932

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nan las arcadas existe un pequeño rehundimiento, que se manifiesta al exterior por un saliente estrechoy deforma cilíndrica3, segúnpuede apreciarse en la (fig. 2). Publico también la importante lópida sepulcralaque se encuentra ante la gran capilla antes aludida y el trozo de decoración también visigoda que se encuentra aprovechadaen una de sus dospuertas (figs. 3 y 4). Fuera de la ermita, pero casi tocando con susmuros, existe tallada en la roca una sepultura deforma corriente trapezoidal,pero con un saliente en uno de los lados para la cabeza. La orientación de las arcadas de la ermita, me parece recordar que es muy análoga a la parroquia, y en este caso el saliente cilíndrico corresponderáa oriente,. se trata muy probablemente de una iglesia visigoda". Gracias a las fotos que salpicabanaquellaspáginas, cuyo tono sepia y contornos desvaídosle prestabanun notable encanto,medio entendílo que describíaaquei gran historiador del arte, de cuyas afirmaciones no dude ni por un instante, extrayenáouna conclusión básica: a ciento y pico de kilómetros de mi casaexistía una iglesia prerrománica,tan real como las que sólo conocía a través de fotos, pero cuyos nombres, Bande, Naranco, Lena, Quintanilla, Nave, evocabanpara mi el tipo de arquitecturaque más me podía gustar entonces,antes de que el lavado de cerebro de una escuela de arquitectura de los años sesenta arrinconasetan retrógradosgustosen beneficio exclusivo de las formas del entonces ya vetusto Movimiento Moderno. Un tórrido día del mes de julio de aquel año de 7967,llegué por vez primera a Almonaster la Real, donde, tras toparme con la Iglesia en forma dé párroco que por tres vecesnegó la existencia del edificio que yo pretendíaver, conseguífinalmente identificar y visitar la ermita visigoda. Las imágenespublicadas en 1932 correspondíanbastante bien a lo que, sin interferenciasni obstáculos,pude contemplar a mis un.hu, durante un par de horas, annque era evidente, incluso para un estudianteque pronto empezariael segundo curso de Arquitectura, que se habían hecho obras de restauraciónque pennanecíanincon-

J Obsérvesela curiosa forma de describir este elemento, perfectamente identificable por su tipo, lo que viene a demostrar que ni por asomo entendió el autor del texto el origen de la forma cillndrica. 4 El tamaño de la losa, carente de texto o slmbolos específicos, era de 1,39 por 0,69 m., datos que tenlan que haber levantado la sospechade que su uso no había sido fune¡ario. 5 "La visité hace varios años e intenté que el Ministerio conceüese alguna cantidad para ligeras obras de reparación, pues el monumento se conservaba fundamentalmente bien. Entonces no pudo ser, pero poriortuna el cura pii,rroco, Sr. nod.íi.", Ma¡tln, conocedor de su valor, tenía interés en su conservación" (nota del te;to original de 1932).

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c1usas6. Debo recordarque ya entoncesel edificio, de propiedadmunicipal,estabaa disposición de quienes quisieran visitarlo, aunque era necesario pedir las llaves en el Ayuntamiento, propietario del edificio, circunstancia que explica la estudiadaignorancia parroquial. Volví aquel verano ufiavez más y todas las que pude durante el curso siguiente,de tal manera que entregué como "investigación" para la asignaturade Historia delArte un cuadernillo artesanal de cincuenta y dos páginas, muy ilustrada, que aún conservo tras rescatarlade un montón de trabajos similares que, por pura rutina, nos obligaban a redactar y que, evidentemente,nadie leía ni evaluaba. Como era de esperar,mis páginas eran una glosa de las de Angulo, acompañadaspor los primeros planos que levanté en mi vida y unas pésimas fotos en blanco y negro. Pronto olvidé aquel trabajo pues, poco tiempo después,gracias a mis omnívoras lecturas,me convencí de que el admirado investigadory catedrático modelo no tenía ni la más remota idea de lo que había sido aquel edificio en origen pues, siguiendo una gloriosa tradición universitaria, cuando 1odescubrió,describió y publicó sólo manejabarecuerdos,fotos y notas de una etapa anterior de su vida. Con el que todo era cosa de estudiantes,y no me refiero sólo a mis ingenuas tiempo averigiJré7 investigaciones, sino también a la información sobre la ermita que manejó don Diego, desdela única visita que hizo al lugar antesde escribir el libro, siendo estudiante,hastalos datos que le procuraron sus alumnos,pues uno de ellos fue profesor mío y me contó como se fraguó aquel libro. Eran cosasde estudiantes,ninguno de los cuales se había percatado de que la ermita visigoda era una mezquita en la que estabanengastadasuna docena de piezasromanasy visigodas.

II. TODO.EN.UNO Este primer fiasco en mi vida investigadorame dejó un prejuicio que aún opera en mi subconsciente:salvo de las novelas,no me fio de ningún libro, especialmentelos que escriben los catedráticos,aunqueel catedráticoseayo mismo. Así es que durantemuchos años, quizás hastamediados de los ochenta,actué como un arquitecto-orquesta,grupo-deinvestigación-individual,restaurador-todo-en-uno, pues,alavez y por el mismo precio,fui

o Las habían dirigido los arquitectos Rodríguez Cano (1932-3) y Hernández Giménez (1956-65). 7 Con el tiempo (1983. Sevilla: Ayuntamiento) fui coeditor de la reedición de1libro de 1932, contribuyendo con un prólogo que no le gustó a don Diego Angulo, que quizás esperabaun elogio más encendido.

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arquitecto8,aparejadorg,técnico en seguridadlO,historiador del artell, arqueólogol2, delineantel3,documentalistal4,diseñadorl5,etc. Hice todos estospapelesporque,saivo cuatro amigos de mi misma edad e inmersos en la misma dinámica universitaria (a saber: milicontrato-tesis-boda-oposición), no conocí, entre l97I y 1985,a nadie que fuera profesional de estos temas y aún menos que estuviera dispuesto a trabajar por amor a la arquitectural6,ya que entoncesel funcionamiento económico de lo disciplinar se basaba exclusivamenteen los miserableshonorarios que la Administración pagaba al arquitecto, es decir, tarde y mal y con rcbaja. Eran tiempos en que los estudiospreliminares, las fichas-diagnostico,los inventarios, las intervenciones arqueológicas autónomaso los trabajos de documentalistaseran espejismosde ciencia-ficción, pues la única perspectivainterdisciplinar es la que quisiera y pudiera mantener voluntariamente cada arquitecto, pues para ello tenía que ienunciar a parte de sus emolumentos, sin abandonarsus responsabilidades.Eran tiempos en los que el modelo de arquitecto restaurador que me hubiera gustado seguir eru d" Don Félix "f Hernández Giménez, de quien fui ayudante en varias obras en ltálica,pues aprecié como valores decisivos su minuciosa observación personal, los dibujos puntillosamente medidos, aunque secosy sin alardes,el respetoa las huellas del pasadoy la disciplina a la hora de añadir formas nuevas, sólo las justas y necesarias;ciertamente sus resultadosno eran un prodigio estético, ni resultaban abrumadoramenteevidentes sus razones.Dero eran v son trabajos honestos. En aquella época no sólo no me planteé la posibilidad de actuar de otra manera. pues, ademásde las razones aludidas, los encargosque recibí me pedían implícitamente

8 Titoludo en 1971. 9 Titulado en 1966. 10 Titoludo en 1965. 11 Fui profesor en la Facultad de Geografia e Historia, especialidad de Historia del A¡te, durante varios cursos. 12 Bi.tt que me lo hicieron pagar los "arqueólogos profesionales" de la época, que tenían como tltulo académico cualquier otro, menos el inexistente de arqueólogo, y cuyos veraneos profesionales, con alguna escasaexcepción, para nada se contaminaban en yacimientos medievales, quedando éstos en manos de personajesal margen de la ley: curas, arquitectos, archiveros, eruditos locales, niños de "Operación Rescate", adolescentesde las escuelas-tallery maestros,muchos maestros. 13 Aúo rigo en ello, pero mediante Fotogrametría. l4 Recono"co, por vez primera en público, que es la faceta que más me divierte seguir ejerciendo, quizás porque en la actualidad ser arquitecto se ha convertido, casi en exclusiva, en un gestor de documentos. 15 Pecado del que me he arrepentido numerosasveces, pero en el que recaigo periódicamente. 16 Ni q.,e decir tiene que no me estoy refiriendo al reducido grupo de amigos de cuyo tiempo y conocimientos abusé generosamente.

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que interviniese sobrepasando1oslímites legales de mi profesión. Así, en la primera obra de cierto fuste que me encargólaAdministración, 1oque me pidieron, en primer lugar y de manera casi exclusiva, fue que rescatarade una ciénagaurbana varios miles de piezas arqueológicasdescubiertasen una serie de campañasde excavaciín, disiecta membra qtrc jamás documentaronni publicaron susresponsableslT,y no me estoy refiriendo a una ermita medieval perdida en la Sierra de Huelva, sino al teatro romano de Itálica, de tal manera que el ministerio del ramo lo que me pedía es que hiciera de arqueólogo de un yacimiento despanzurrado.Me tomé tan en serio mi papel de investigador que, en mi deseode ofrecer servicios completos a la causa,publiqué mis trabajos en la mezquita de Almonasterl8 y firmé la primera publicación monográfica sobre la arquitectura del citado edificio teatralle; a tenor de las reaccionesparece que me pasé de rosca cuando publique mi intervención y mis investigacionessobre el acueducto20de la ciudad romana de Baelo Claudia, ubicada en el Estrecho,justo donde arriban las pateras,pues, aunquela franquicia postgrado que teniala exclusiva del yacimiento, segúnpara qué, conocía mi artículo, no lo quiso publicar por no ser yo becario de la misma, pero ello no evitó que lo usara para que las autoridades ministeriales ordenaran la inmediata suspensión de mis actividades en la conservación del yacimiento, de tal forma que ni las obras del teatro, ni las de la basílica ni las de los tres templo del foro se completaron de la manera que yo tenía prevista. En aquella etapaquemé una de mis facetaspseudoprofesionales,pues nunca volví a ejercer de arqueólogo,habida cuenta que los de entonces,pocos pero bien disciplinados por los catedráticos del ramo, ejercían un control muy corporativista: bastabacon que alguien sacara los pies del plato, o que intentarameterseen el coto, para que con discrecióny eficaciase le prohibiera excavar o publicar. Resumiendo. En los años setentadel siglo XX, como arquitecto autodidactaque era en estas cuestionesde Patrimonio2r y freelance por imposibilidad de ejercer de otra manera, no supe que debía trabajar en equipo, y si lo hubiese sabido no se como hubiera

I / En esta época empecé a recluta¡ colaboradoresajenos al mundo de la construcción, comenzando con el arqueólogo don José Manuel Rodríguez Hidalgo. 18 Jiménez,1975. \9 Ji^én"r, 1982a,1983 y 1989a; Jiménez, Rodríguez y Montero, 1991. Paradaslas ob¡as en 1993, facilité todos mis datos a la doctora Rodríguez Gutierrez, que publicó, entre otros, un libro monumental sobre el teatro y sus circunstancras (Rodríguez Gutiérrez, 2004)-En aquella época (1988-1993) contmtamos a dos equipos de arqueólogos distintos para que realizasen las excavacionespertinentes y asi lo hicieron, pero se reservaron los datos obtenidos para otros fines (publicaciones propias y tesis doctorales propias, respectivamente)de tal manera que volvimos a actuar sobre los restos de un edificio indocumentado. 2o Jiménez, 1g74. 21 Sigue siendo una asignatura pendiente de la universidad de Sevilla la formación de arquitectos en temas patrimoniales, pues la "línea curricular" que existe en el vigente plan (Arquitectura y Patrimonio) es cualquier cosa menos línea.

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podido contratar al equipo, si es que hubiera llegado a conocer a sus posibles miembros, ni hubiera tenido a mi alcance alguna manera honrada de pagarles sus emolumentos; los tiempos han mejorado, pero conviene advertir que no tienen retroceso, ni siquiera para juzgar aquellos inocentesaños con los parámetrosde éstos, tan metodolóeicos.

III. EL CAMINO DE MUNIGUA La revelación de que se debía actuarde otra manera,pues el cambio siguió siendo una quimera durante mucho tiempo, me alcanzóhacia 1971,cuando empecé a colaborar con el Instituto Arqueológico Alem¿ánde Madrid, pues la otra institución extranjera con la que ttabajé en aquella época estabatan atrasada,metodológicamentehablandá, como nosotrosy ademásdominadapor la prepotencia;con los alemanes,en las excavaciones de Munigua, supe que hastalas fotografias eranmateriapropia de un especialista,y que para cada disciplina existía un abanico de expertos,cuyas intérvencionesse producían gracias a una planificación seria y a unas aportacioneseconómicasadecuadas;guardo ,rn i"..r"rdo imborrable de la primera vez que pude contemplar el trabajo riguroso de Schlunk cuando analizaba las piezas figuradas, armado con una cultura enciclopédica y un arsenal fotográfico perfecto, realizadopor el experto que venía de Alemania cuando la iluminación natural era la adecuada;la conciencia exacta de mis carencias se me hizo patente en el Tbrrassenheiligtum,el Santuariode Terrazasde aquel municipio romano, cuando observé a varios profesionales,bien distintos a los becariostalluditos que veraneabanen otras excavaciones, clasificando la cerámica de campañas anteriores, cuidadosamente signada y amorosamentealmacenada,o cuando seguí al incansableHauschild, de quien mJdeclaré alumno in pectore, absorto en la silenciosa autopsia dibujada de las formas arquitectónicas,maestrode un cauto materialismo arqueológicoque pocasveceshe detectado después. En el Municipium Flavium Muniguensis mi papel consistió en realizar las interv"n.ion", como arquitecto que la normativa nacionalista de entonces impedía realizar a este gran investigador, con lo que el proceso (investigación, intervención y publicación) quejaba completo, cosa que en la ayudantía de don Félix nunca llegué a ver, pues sólo una yez) a lo largo de su dilatadísima vida profesional, publicó el maestro venezolano-catalán-cordobés sus acfuaciones22.Como mi papel era estrictamentetécnico nunca me planteé publicar nada de lo que observé en el yacimiento romano: bastantetenía con ,""á-porr"ro".

22 Srs publicaciones

ajenas a los temas de Geograffa Histórica se pueden contar con los dedos d.e una mano, y en ninguna de ellas dio cuenta de lo actuado,ya que lo que le interesó publicar fueron conclusiones sobre la historia del edificio o edificios en cuestión, po¡ lo tanto la inmensa mayoría de sus trabajos de restauración sólo están documentadosen los papeles de su legado personal, depositado en el Museo Arqueológico provinciar de córdoba.

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Fruto de esaaproximación empírica fue la aperturadisciplinar que refleja mi tesis doctoral23,en la que las excavaciones,adecuadamenteintegradasen el proceso generalde una investigación sobre arquitecturahistórica, las dirigieron arqueólogos,pero el resto aún fue labor exclusiva de mi frenética actividad personal,tan frenética que sólo recordarlaya me produce cansancio; creo que algunos, ahora que el "matrix Harris" es cosa asumida, recordaránmis "diagramas de Pert" de la Puerta de Sevilla en Carmona,que expresabanla síntesisde relacionesdiacrónicas. Tuve bastantesuerte con mi tesis pues, ademásde publicarse, se construyó unos años después,cuando ya me había incorporado, plenamenteconvencido, al trabajo multidisciplinar; en las obras que proyecté y dirigí en la Puerta de Sevilla participaron restauradores de pinturas, expertos en carpintería, más arqueólogos,un socio que calculaba, un aparejadorque medía y presupuestaba,etc. La formación de los equipos de intervención de aquella obra, siempre poco nutridos en función de las característicasdel objeto, partió de dos circunstancias concretas: la primera fue el convencimiento colectivo de que la investigación ya estaba hecha en gran parte, lo que posibilitó la pronta redacción de proyectos, incluso cuando los encargoslos recibió otro equipo, como han demostradolas obras emprendidasmuchos añosdespués;la segundaes que se asumió, quizís como consecuencia del dato anterior, que los trabajos de los distintos especialistasse desarrollarían respetandolas diferentes esferasprofesionales,incluso la del arquitecto, cuyas decisiones estabanen estecaso avaladaspor todos los trabajosprevios y por la convenienciade dotar al resultado de cierta unidad formal; es decir, eran equipos de todos-juntos-pero-no-rebujados, bien distintos de esasmultitudes en las que un título de arquitecto, o a vecesninguno, cubre las responsabilidadesderivadas de decisiones colectivas de diseño, en el que entran alegrementeprofesionalesa los que ni su formación académicani su marco profesional les attoriza a ello; un ejemplo servirá como muestra: al realizar la primera línea del metropolitano de una ciudad andal-tzase ha exhumado,prácficamentea tiro hecho, la base de una muralla medieval que estabaperfectamente localizada y de la que en la misma ciudad ofrece tramos completos,hastacon los merlones;pues bien, al exhumarlatodos han fingido una gran solpresa,con 1oque el proceso sehaparalizado, que es lo que pretenden las empresasconstructoras, dando tiempo a que incluso los arqueólogos intervinientes hayan presentadoun diseño de cómo debieran quedar expuestoslos maltrechos restos, proyecto que la valora como si fuera la única de la localidad, a cambio de destrozarvisual y conceptualmentela calle histórica donde ha salido. Creo que todos, como ciudadanos, estamosperfectamente capacitadospara opinar lo que se nos apetezcasobre los temas patrimoniales, pero también estoy convencido de que, cuando se actúa con profesionalidad, cadaprofesión debe limitarse a la esferaque las leyes le reconocen.Afortunadamente,

23 Jiménez, 1989b

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cuandoremato estaspáginas,la muralla ha vuelto precipitadamenteal subsuelo,con lo que se garantizatanto su mejor conservación, ala esperaque la novelera ciudad de Sevilla vuelva a acordarsede ella, como el importante ahorro que significa no tener que conservarla, o trasladarla,que fue otra de las barbaridadesconsideradas.Milagros de la Semana Santasevillana. Con el tiempo he intervenido en equipos donde no existía una labor investigadora previa, de tal maneraque nadie podía aportar al comienzo más información que los demás, pero ello no ha sido óbice para que, a la hora de tomar decisionesformales, ,rrruu", reunidos todos los datos, un servidor, o el arquitecto responsablede la obra,haya ejercido los derechosque la normativa españolavigente reconoce a esta vieja y reglameniadaprofesión que es la de la Arquitectura. Cuando el marco legal cambie y todos los profesionales puedan asumir responsabilidadesplenas y fehacientesen todos los campos en que ac¡1ian, entoncescambiaré de actitud, si es que para entoncessigo en activo.

TV.ANÁLISIS DE F'ORMAS Una cuestión que creo conveniente mencionar es que por aquellos años trabajé intensamenteen preparar las oposicionesa una cátedrade Arquitectura,la de Análisis de Formas Arquitectónicas24,disciplina que tenía ya una larga historia, pero cuando yo la cursé, en 1967, y a despechode lo que se deducede su título, consistíabásicamenteen el dibujo minucioso de escayolasmás o menos clásicas,complementadopor la ilustración de versos de Machado o Lorca, la reproducción, con fidelidad fotográfica, de bodegones, cabras,árboles y otros productos del ingenio humano; a esto lo llamaban los profesoresy los papeles 'Análisis de Formas Arquitectónicas", aunque para los alumnos aquello, de forma muy exacta y breve, se llamaba "Las Estatuas",asignaturaexclusivamentepictórica, cuyo contenido era el mismo que, desde el siglo XVII, se administraba en las academias de Bellas Artes a pintores, escultoresy arquitectos.Aunque superéaquella disciplina extemporáneaa su debido tiempo, algún trauma me quedó pues, años después,fui uno de susprofesoresexperimentalesque, tras desmembrary exclaustrarlas estatuas,preparamos el primer programa que materializabaliteralmente lo que el titulo de la asignaturasignifica en castellano.Esa tarea fue la que consolidé en la memoria de la cátedtaj,s,desplegando una serie de conceptos que pretendían establecer, de manera exhaustiva, los

24 S"t ntubude una asignatura anual, de 10 horas de docencia semanales,que se había convertido, por su dureza y ubicación, en la llave para iniciar los estudios de Arquitectura. 25 |i^én",

1g82b, 1984,1988, 1990, t994a,b,c y t995.

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componentesde todo objeto arquitectónico con objeto de proceder a su examen anatómico; resumiendo mucho diré que entoncesllegamos a la conclusión de que los ingredientes de cualquier objeto o situación arquitectónicosse articulan en cuatro sistemasautónomos: aspectosformales (masivos, espacialesy liminares), aspectostecnológicos, aspectos funcionalesy aspectossemánticos.Esta lectura tiene una ventaja: al dar cuenta,aunquesea de forma sumaria, de todos los componentes de la arquitectura, debe explicar también cuales son los campos en que puede intervenir la conservacióndel patrimonio en lo que a la arquitecturaconcierne. Esta reflexión, que por cierto no era nueva ni es definitiva,la apliqué a la docenpues cia, de eso se trataba, pero también a mi ejercicio profesional que, poco a poco y de manera involuntaria, fue concentrándoseen la restauración.Así podría aftrrnar que los resultadosde mi trabajo en Almonaster habían significado transformacionesen las formas y en las técnicas del edificio, pero no en las funciones, pues el monumento careciade uso concreto y para nada alteré su status semántico, ya que algo que no se usa no significa; pero como estaneutralidad simbólica era sólo aparente,pues, aunqueel edificio sólo tenía como funciones las derivadas de su condición de monumento, es decir, la oferta pública y autista de los vestigios de su pasado y el valor añadido de una declaración oficial como especieprotegida, las obras, en cuanto supusieronuna mejora en la lectura de sus formas al eliminar'los ruidos, los conflictos y las incógnitas que las interferían, contribuyeron decisivamente al "rearme semántico" de la vieja mezquita y antigaa ermita; no dejo de sorprendermeante el valor, arnbiguo para mi gusto, que adquirió el edificio en cuanto se publicaron los resultadosde los trabajos,pues adquirieron categoríade verdadesoficiales cuanto allí expuse,incluso aquellasafirmaciones que publiqué en grado de hipótesis,pues mis páginas sirvieron de cantera para cuantosdeclaraciones,folletos, carteles,interpretaciones, páginas en Internet y charlas he conocido sobre el edificio, aunqueno siempre el aprovechamientode mis conclusionesha revestido el carácterde saqueoque pareceinevitable en estosprocesosculturales.Aprendí que una obra de restauraciónno sólo conserya, sino que además siempre re-significa el edificio, aunque no se cambien sus funciones materialesni se añadanformas nuevas. Una de las grandeslagunasde la conservacióndel Patrimonio en Españaes precisamenteesta de la indefinición funcional: te encarganrestauraralgo pero no se sabepara que servirá. El problema radica en la pésima normativa que debe aplicarse a la hora de consagraroficialmente los valores de un edificio, pues el trámite de declaración de BIC sólo sepone en marchapor vía de urgencia y los datos que exige son escasosy aín asirara vez se reúnen, de manera que cuando se encargaun proyecto se deja al criterio del profesional que lo recibe la selecciónde los valores y, se da por supuestoque estos,por si solos, ya son lo bastanteexplícitos como para saber cual será la funcionalidad del edificio; se asume que es suficiente con que sea monumento, y que será visitado por turistas, escola-

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datán ciertas instalaciones(aseosy rampas) y quizásalgunos elernentosexpositivos y de interpretación,que pueden llegar a ser muy importantes.Co*o estos elementos funcionales sólo se definen en los mesesanterioresa la inauguraciln,urgida por razones electorales, resultaráque la vida que se le puedainsuflar al edificio seráprobablemente el resultado de una intervención ajenaa los proyectos originales, desvincuiada,como mínimo, de las instalaciones,que debenestarproyectadasy realizadas en las primeras fases, especialmente las de evacuaciónde residuos.Nadie define las funciones a priori y cuando se deciden como accesoriofinal ya apenassi encajan. La intervención sobreAlmonaster fue, en mi opinión, completa en extensión,pues se tocaron y se mejoraron todos los registros del edificio, y tro sólo los estrictamente formales. Y fue completa en profundidad, pues tales registros fueron previamente investigados, documentados durante su transformación y finalmente publicados en todas las dimensioneshistóricas que supe y pude atestiguar.Fue completa en lo firncional, pues por sus características,nada necesitó mas allá de una somera instalación de iluminación. Ahora, mas de treinta años después,creo que el método que hoy sigo estabaimplícito en el pánafo que acabo de escribir, pero otra cosa muy distinta es que fuera consciente, que lo desplegaseo que pudiera compararlo con otras experiencias26y, sobre todo, que pudiera aplicarlo en una situación en la que la interdisciplinariedad fuese un supuesto imprescindible. En definitiva: la reflexión sobre el patrimonio debe ser global, abarcando iodas las facetasy dimensionesdel procesoy por ello, de aquí en adelante,me referiré al aspecto más descuidado,el del so, que acabo de enunciar,tema en el que también debe darse la acción interdisciplinar, introduciendo en el proceso,y desdeel principio, a los convidados de piedra: el propietario, el cliente y el usuario.

V. LA VIEJA MODERNIDAD Creo que no desveloningún secretosi declaroque los problemasdel patrimonio han pasadode moda paru el común de los mortales,pues si en los años setentay comienzosde los ochentalas banderasde la progresíaondeabansobrelos monumentos,en los que llegó a residir una parte sensiblede la identidad de regiones,comarcasy ciudades , ahora'la.orr-."rvación de nuestrosedificios y conjuntos históricos es una menor para los poderes públicos, para los ciudadanosy, sobretodo para la prensa,"r.r"riiór, que es la que siémpreha marcado el paso, pues las portadas de los rotativos las ocupan, desde hace décadas, los temas medioambientalesy los problemashumanitarios,que son los que ahoraprivan. poco pueden 26 Las primeras elaboraciones teóricas que publiqué sobre el tema son del mismo año (Jiménez Martín. 19g2c).

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los inertes monumentos frente a los animales en extinción o a las personasque sufren, a pesar de que cada uno de ellos, cada edificio histórico y cadaconjunto, seauna especieen extinción que sufre minuto a minuto a causade la estupidezy de la intolerancia;cuando se divisan, dentro del Coto de Doñana, las torres de almenaradel siglo XVII se verifica que estosvenerablese irrepetibles objetos del ingenio humano son sacrificadoscotidianamente como soportesde nidificación, como si fueran acantiladosartificiales cuya única misión concretafuera la de proporcionar mechinalespara alojar avesprotegidas.Estasse reproducen en otros lugares menos ilusffes de aquel espacioprotegido o su entomo, pues ejercen con habilidad su capacidadde adaptación,pero las torres no, son masasque no se mueven ni tienen capacidadparanada, ni siquieraprotestancuando se les instala encimaun tubo de hormigón, de los de alcantarillado,para que las avestengan a bien alojar en é1susnidos. Diré, aprovechandola proximidad del Pisuerga,que la banderaprogre que se clavó sobre muchos monumentos supusopara algunos de ellos daños irreparables,pero políticamentejustificados por razonesideológicasque dentro de un momento veremos.No hay mas que ver las publicacionesde aquellosañospara convencerseque la mayoría de las intervenciones q.uerealizarcn "arquitectos emblemáticos"manifestaronsin lugar a dudassu desprecio por la investigación y que sus publicaciones fueron sólo papel cuché dedicado a la mayor gloria de la modernidad y sus oficiantes; la mejor prueba de cuanto digo se alcanza visitándolos hoy, advirtiendo que sus otrora primorosas formas exhiben cada vez menos glamour y que sus solerías, carpinteríasy demás fiábricasse ven desvencijadas,pues en muchos casos eran poco más que apariencia. Y no hablemos de las instalaciones: da verg¡tenza contemplar las chaptzas que los usuarios han introducido en aquellas obras de relumbrón para que la iluminación, los enchufes o los radiadorestengan un mínimo de operatividad,pues pareceque sus diseñadoresrenunciaronde antemanoaproyectat con un mínimo de dignidad estasformas "menores", que para ellos, diosestitulados, son oocosas de otrasprofesiones,peritos, aparejadores..."como dice impávido algún divino cuandoalguien osa señalarlas notorias carenciasde tales minucias o sepermite recordarleque cobró honorarios por su diseño y dirección de obra. Estos problemas derivan de un trauma psíquico que los arquitectos arrastramos desde hace cincuenta años, pues en las escuelasnos encandilan, sin explicamos en que consiste ni porque debe ser así, con la inexcusablenecesidadde ser modernos, cualidad que ya no incluye las virtudes de funcionalidad, simplicidad y efrcacia estructural que fueron insignias del Movimiento Moderno; esta vieja modernidad, eternamentejoven al desprendersedel lastre del rigor y la utilidad material paru enraizar en la Literatura o la Pintura, ademásde disculpar las carenciasaludidas en el párrafo precedente,aún sirve de coartadaparacarÍidad de desmanes,pues es una arma infalible que permite justificar estridencias y effores colosales; estoy razonablementeseguro de que constituyen importantes enores la contemporaneidadde la nueva muralla de desechosde granito que le han obsequiado a la ciudad de Granadapara suturar los dos extremos de una gran rotura de su anti-

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gua cercade tapial o la modernidad de la serie de champiñonesmetálicos que le han recetado al yacimiento del antiguo mercado de la Encarnu"ón, que en estosdías comienzan a surgir de latiena, como si a Sevilla le hiciera falta un alarde de titanio paru atraerturistas, dignificar un barrio u orientar al personal en el dédalo de sus calles. En estos festines de modernidad ah hoc las autoridades que han promovido tales apuestas, jurados los de funcionarios que las otorgan, la prensa papanataquelas aplaudey las comisiones serviles que las autorizan,reciben su efímera dosis de gloria y los arquitectos sushonorarios, tanto los originales como los reformados,recogiendovarios u.qrl"ólogo. y algún historiador las migajas con las que suelen obsequiarleslas empresasconstructoras,únicas beneficiarias realesde estosprocesos,cuyos resultadosformales son perfectamenteprescindibles a priori, pero de imposible reversibilidad, aunque se garantice lo contrario]7. Sospechoque ta modernidady la contemporaneidadse reducen en estos casosa la acfualidad d, .u, uutores, en el sentido de que estánvivos y operativos en el momento presente.pero nada más. Creo que podríamos caricatttnzatlas situacionesenunciadasdiciendo que se trata de auténticostrabajo en equipo, procesostransidosde retromodernidade interdisciplinaridad transversal,sarta de palabras que signific an tanpoco como las justificaciones que se esgrimenp¿ra acometerdichas obras y sobre todo para explicar el contenido de su actualidad. Creo que la modernidad de un proceso de intervención no reside en el carácter formal de sus resultados,sino en el rigor y lógica interna del proceso, en las dosis y coherencia de los estudios previos, en la pertinencia de los análisis efectuados, en la atenta presenciadel arqueólogo,el historiador y el arquitectodurantetodo proceso, el en la minuciosidad' continuidad y garantiadelos levantamientosy en la coherenciade la publicación: si los resultadossiguen la estela brutalista del último Le Corbusier, el tecno-expresionismo de Stirling, la geometríade Botta o cualquier otra manía formal individual o colectiva, incluso el neogóticode Viollet-le-Duc,es algo relativamenteaccesorio,pero consideroque es rabiosamentemoderno, actual y contemporiíneoque las instalacionés funcionen y que los acabadosduren.

VI. CUESTIONES ECONÓMICAS Una consecuenciade esta baja cotización del Patrimonio en el candelero de la acfualidad es que hay menos dinero para su conservación,pero debo recordar que la abundancia de presupuestoses siempre sinónimo de destrucción, así es que estas vacas flacas

zt Esfoy completamente convencido de que los concumos de arquitectura constituyen una variedad de la propaganda institucional que no garantizan ni la competencia, ni el ahorro, ni la calidad, ni siquiera la continuidad formal éntre ri p.oprrotu ganadora y su resultado final, que es lo mínimo que se le podía pedir.

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no deben asustar,pues así, quienesresistan el embate,podrán trabajar con cierta tranquilidad. El dinero alrae a las grandes empresasconstructoresque son, proporcionalmente, las mayores destructoras. La posibilidad de reflexionar sin agobios, pausadamente,creo que permite estudiar varios temas, como, por ejemplo, el del caráctersubsidiario de los poderespúblicos en la conservación de los monumentos,pues es bien sabido que el deber de conservar 1o detenta el titular del bien y también se sabe que sólo se debieran aplicar caudalespúblicos en casos de manifiesto incumplimiento de tal obligación,ya fuera por indigencia, abandonoo intervencionesperniciosas.Y viceversa,pues debiéramosplantearnossi los poderes públicos debieran intervenir, a la manera del perro del hortelano, en aquellos casosen que el propietario, por si mismo o con ayudade otras instancias, cumple con su obligación. Sobre este tema quiero apuntar algunos datos sueltos en los próximos folios, advirtiendo que lo hago a título puramente personal y bajo mi responsabilidadexclusiva y desdeuna perspectiva estrictamentepatrimonial,la que me da mas de un cuarto de siglo dedicado a la conservación de la catedralde Sevilla como técnico contratadopor el cabildo, que comparte mi tiempo con la universidad hispalense. Dejando a un lado ciertos ejemplos,más bien escasospero notorios, de entidades oficiales u oficiosasque se hacenlas locas a la hora de conservarmonumentos,pues esgrimen intereses de otra nafrnaleza (pública ejemplaridad en pro de supuestosintereses generales, funcionariado hipermetodológico, ecologismo de despacho,...),o de propietarios muy especialesque tienen bula para conseguir lo que al resto se les niega, y aquí estápara demostrarloel ejemplo clamorosodel palacio de San Telmo, presidencia de la Junta de Andalucía, al conseguir que se le "autorice" el derribo de una parte del monumento declarado28,lo más corriente, y a menudo expuestocon tintes escandalosos, es el de la Iglesia catílica, el mayor propietario de monumentos del país. Con carácter general estimo que el problema no reside sólo en las peculiaresrelacionesque mantienen la Iglesia y el Estado en España,pues en paísesdonde los edificios son de propiedad estatal, como México o Francia, los problemas son de la misma nat.nalezay las soluciones también, por 1o que estimo que nada se solucionana si, tras una definitiva y radical

28 No estoy en contra del derribo de partes de San Telmo que son pastichesevidentes,pues su desaparición es beneficiosa, siempre y cuando 1onuevo sea mejor, para lo que no basta con acreditar el prestigio de su autor; lo que me parece muy mal es que a otros propietarios no se les permitan las mismas acciones en circunstanciassimilares, pues se les obliga a conservar edificaciones sin valor alguno, sólo por que las declaracionesde BIC son extraordinariamentedeficientes, yu qua no ." molestan en valorar razonadamenteque partes son conservablesa ultranza, cualespueden ser mejoradas y cuales dignas de derribo, pues nadie va a convencerne que todos los BIC son completamenteperfectos y por 10tanto intocables, como sostiene la ley nacional, o que cualquier intervención vale, siempre que sea administ¡ativamente correcta (o lo parezca), como sostiene 1alegislación andaluza.

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