El Espejo Mágico

El espejo mágico

Texto: Alex de las Heras Carballo Visitar un museo local es mirarse en un espejo mágico y aparecer voluntariamente representado como parte de la cultura popular y del hecho de una comunidad. Es, además, un lugar donde definir nuestra propia existencia e identificarnos, también, con nuestros mitos, relatos y creencias, donde aprender los canales de expresión de nuestro propio lenguaje. Mirarse en un espejo mágico es una oportunidad para sucederse a uno mismo. Bien es sabido que se aprende a través de la participación, más aún si cabe, si se trata de una fiesta popular donde la expectativa de una circunstancia en la que dejarnos arrastrar por el delirio festivo en una catarsis colectiva o por la anécdota de la misma, ocurre cronológicamente una vez al año. Y ocurre aquí y allá. De los Carochos a la Busójárás húngara, el Krampus, Perchtenlauf y otras tradiciones alpinas pre-cristianas, diversas costumbres y tradiciones que han sobrevivido a través de la danza, el teatro, los rituales y los juegos y que tienen en común, en muchos casos, los personajes y las vestimentas, la simbología y su representación. Los diablos son diablos en todas partes y su exhibición, ya sea en la calle o en un museo local, nos ayuda a crear mapas, redes de escenarios rituales, asterismos y constelaciones con las que navegar en un océano global de mitos, ritos, símbolos y puntos comunes.