El espacio en Pánico o peligro de ML Puga

August 8, 2017 | Autor: Diana Benitez | Categoría: Literatura Latinoamericana
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Descripción

Coloquio en homenaje a María Luisa Puga UAM Iztapalapa, 2015
Memoria y espacio en dos novelas: Y Matarazo no llamó de Elena Garro, y Pánico o peligro de María Luisa Puga.

por Diana Benítez

Este trabajo surge desde una perspectiva comparativa entre la novela de Elena Garro Y Matarazo no llamó, y Pánico o peligro de María Luisa Puga. Es objetivo de este trabajo hacer énfasis en el tema suscrito a Pánico o peligro que se relaciona directamente con la investigación de los estudios de la memoria y cómo se muestra el espacio en ambas novelas.
En las novelas de Garro y Puga podemos encontrar que el hecho histórico-político de trasfondo es esencial dentro del planteamiento de ambas ya que sitúan la acción de manera contundente en momentos determinantes en la historia política del país.
En el contexto planteado en Pánico o peligro, Puga se asegura de que todo quede claro. El comportamiento de los personajes tiene coherencia con el contexto social e histórico, por lo que no vacilamos en entender que las cosas funcionaban de acuerdo a otros concepto de valores. Es por ello que el lector se adentra en la novela y mira de cerca a cada personaje haciendo más cercano lo que se vivía en los años setenta. La visión del lector cambia al tener la información y por lo tanto puede re interpretar o re construir un pasado concreto para abrir la posibilidad de contribuir a la formación de una nueva memoria cultural.
La memoria cultural tiene como característica la creación de lazos y su trascendencia. El concepto de recordar está relacionado directamente con la cultura. El primer nivel de memoria cultural está ligado a la parte biológica, la segunda se refiere a un orden simbólico, donde se encuentra instalado lo relacionado al grupo social y la forma en que se construye la versión del pasado, sin dejar de lado el conocimiento en el presente, que se encuentra en constante movimiento o actualización por los integrantes de la comunidad. Esta actualización, asimismo, re construye los conceptos del pasado y le da una identidad al presente de la comunidad, acentuando su memoria cultural.
La relación manifiesta entre vida y literatura es esencial. Se puede decir que el escritor construye su obra dentro de una cultura; el medio social en el que ha vivido. Esto le ha dado una competencia, como le llama Ricoeur en su planteamiento sobre mimesis I, II y III, donde mímesis I se refiere a los conocimientos previos, y que denomina la pre-figuración, conocimientos previos que el autor posee y lleva con él en el momento de escribir su novela. Mímesis II, la configuración: vista como la disposición de los hechos o acciones en la obra narrativa dispuestos para un lector. Y mímesis III, la re figuración: el lector lee y aplica el sentido que la obra tiene para él.
Así es como el lector traslada o transfiere a su propio mundo lo leído para realizar una configuración de la historia de la trama, donde la obra adquiere un sentido, una lectura propia.
Dice Erna Pfeiffer que en el caso de Puga existe algo de su propia historia: "Puga encontró entonces una voz propia, que consistía en hacer hablar a distintos personajes sujetos a sus circunstancias; en una mezcla de autobiografía, ficción y reflexión." Aquí cumple una función la memoria autobiográfica, pues se vincula con el discurso manejado en la época pero también se construye a partir de imágenes relacionadas fuertemente con las emociones y lo que se fijará en la memoria. Si bien la novela no es totalmente autobiográfica, Puga sí recurre a una sensación que imperaba en aquellos años sobre el miedo y la tensión de la persecución. Entonces se reelabora el hecho mismo del pasado para rescatar la memoria individual que contribuirá a la colectiva.
La voz de Susana, su personaje principal, habla desde el sentimiento que seguramente Puga vivió después del 68, pues más o menos en ese año decide irse del país. Pero no así Susana, su personaje, quien sigue su vida de manera tranquila, sin tener un compromiso directo con alguien, salvo su propia existencia dentro de la clase media de un México convulsionado por los sucesos recientes.
Por otro lado Puga, quien decidió dedicarse únicamente a escribir y quien tuvo una vida de movimiento e independencia, no defiende abiertamente su postura de apoyo a los estudiantes, pero en Pánico o peligro se vislumbra una marcada angustia generada por el simple hecho de la represión contenida, panorama que impera en Pánico o peligro y donde retrata de manera sutil el papel del gobierno para continuar una persecución velada que se extiende hasta los inicios de los setenta con el halconazo y aun varios años después.
También se observa de manera clara el papel de la mujer durante este periodo y la vida cotidiana de una ciudad llena de actividad donde la relación de dos ámbitos tan distintos como son la burocracia y los grupos solidarios de lucha contra las dictaduras de América Latina, convivían. Pero pareciera que Susana camina por las calles de la ciudad sin reflexionar sobre asuntos políticos. Mantiene una relación con tres amigas que son muy distintas entre sí, pero que a lo largo de la novela irán dando elementos para la construcción de una vida y una historia que las une. En este sentido es que el concepto de la memoria colectiva se aplica, pues existe una manera para recordar y construir el recuerdo.
Susana constantemente evoca o recuerda su propia vida por medio de imágenes transmitidas por su madre y la vida que llevaban desde su infancia. Ambas contribuyen a crear una historia compartida con su propia familia.
Me hablaba mucho de la época en que era novia de mi padre, de cuando vivía en San Blas; de cómo era la noche allá. San Blas era apenas un pueblito, ahora debe ser muy diferente, decía. De cómo habían comenzado en México.
Me acuerdo que me sorprendía la ausencia de gente en su vida. Aun en la mía, en esa época, había más. En la de ella todo comenzó con mi padre. Antes era el tiempo, el cielo, la quietud, la noche.

En Pánico o peligro, se trasluce un ambiente de melancolía referido a esa etapa de la infancia donde su madre se hacía cargo de la casa y su padre de trabajar, manteniéndola en un ambiente cerrado y seguro.
No sé si éramos una familia feliz o no. Cuando ahora pienso en esa época, la extraño… me duele, pues no que la quiera vivir otra vez, pero sí me doy cuenta de que busco olores, esquinas, luces. Muchas veces he vuelto a la calle de Jalapa y el edificio sigue ahí, más viejo, más roto; me da tristeza, no porque se hayan muerto mis padres, sino porque ya no me encuentro. Éramos él, ella y yo y los tres bien distintos. Tantos años en el mismo apartamento que me acostumbré a que cerradura quisiera decir eso que yo veía todos los días. Así los cuartos, la cocina con su fregadero despostillado, el bóiler, el baño de mosaico amarillo claro, la sala con esos muebles que un día cambiamos […]
Y así era: mi papá a la oficina, yo a la escuela, y mi mamá en la puerta diciéndonos adiós.

La novela está narrada de manera intradiegética en una constante analepsis, lo que facilita el recurso de la memoria en el personaje y al mismo tiempo da cuenta de los eventos o situación general por la que atravesaba la ciudad de México. Este recurso ocasionalmente se rompe y nos ubica en el presente del personaje.
Pero mira, no te voy a poner fechas ni te voy a hablar en orden. Mis recuerdos, creo, tomaron la forma de la ciudad. Son desordenados, me crecen sin ningún control.

También se hace referencia a la segunda persona, es por ello que pareciera le habla directamente al lector, a nosotros, aunque su objetivo es la escritura de un cuaderno-diario que luego entregará a un amante a quien no conocemos, pero sabremos de su existencia activa en el presente de la narradora.
Pero no era eso lo que te quería contar, en el fondo. O tal vez no era así. Es que cuando decidí escribirte este cuaderno, creo que lo imaginé distinto. Pensé que te iba a contar mi historia más que nada para que me entiendas.

Puga nos presenta a cada personaje desde el punto de vista de Susana. Un punto de vista que se mantiene constante, lo que nos sumerge en un ambiente realista.
La novela de Elena Garro, Y Matarazo no llamó, tiene un narrador extradiegético, es narrada en una suerte de composición entre pasado y presente, que se conjuntan de manera cíclica, pues al inicio de la novela el personaje de Eugenio ya está en medio de uno de los conflictos principales de la historia. La memoria de Eugenio es más acotada en este sentido, pues no sólo la anécdota de la novela transcurre en menor tiempo, el personaje comienza a sufrir varias acciones dentro de la trama que no le dejan mucho espacio para un tono reflexivo. Eugenio logra asimilar una acción cuando ya debe resolver sobre otra. En este sentido el campo de la memoria del pasado aparece en contadas ocasiones, pero para hacer referencia a lo que el personaje está viviendo de manera activa.
Los espacios que se manejan en ambas novelas son diversos, en general se tiene una sensación constante de encierro, aunque los personajes transiten en exteriores. A pesar de que varias acciones están planteadas en la calle en ambos casos, ésta no cumple la función liberadora que en un principio se podría pensar. El afuera se convierte en el espacio de peligro o de duda. En La poética del espacio Bachelard afirma:
El miedo no viene del exterior. Tampoco se compone de viejos recuerdos. No tiene pasado. Tampoco tiene fisiología.[…] El miedo es aquí el ser mismo. Entonces, ¿dónde huir, dónde refugiarse? ¿A qué afuera podríamos huir? ¿En qué asilo podríamos refugiarnos? El espacio no es más que un "horrible afuera-adentro".

Así pues, a pesar de que Eugenio Yáñez sale de su departamento, la angustia lo persigue, aún en su oficina; la única conexión que supone con el mundo donde "no pasa nada", en un sentido político.
Yáñez mira hacia afuera por la ventana y también existe en él ese miedo que lo hace vulnerable. Es entonces que el adentro, el interior de la casa "adquiere las energías físicas y morales de un cuerpo humano", "es un instrumento para afrontar el cosmos." Desde el interior de la casa, arropado en la soledad, donde se siente protegido, mira el exterior amenazante; un carro negro con dos hombres en el interior que lo observan constantemente. La angustia del exterior lleva a Yáñez a sumergirse aún más en su casa; su cuarto se transforma en su fortaleza, un espacio de consuelo e intimidad. Y precisamente ahí es que "se abre el campo del onirismo". Tanto Susana como Yáñez sueñan, recuerdan en su cuarto, dentro del espacio que los protege del exterior.
En ambas novelas la mirada por la ventana se hace presente y necesaria para los personajes principales. No pueden apartar la mirada de la ventana. Que igualmente trae consigo la imagen de un pasado. Para Susana un pasado constante, para Yáñez un pasado inmediato que lo amenaza.
En la obra de Puga sucede algo semejante. En el afuera han sucedido eventos que marcan a Susana a lo largo de la narración. Una simple mirada de un muchacho antes de ser secuestrado cambia en ella la tranquilidad con la que miraba por su ventana. Afuera se convierte, como dice Bachelard: "Y la pesadilla es simple porque es radical. La pesadilla está hecha de una duda súbita sobre la certidumbre de lo de adentro y la rotundidad de lo de afuera." Afuera están los hechos que no pueden negarse, está el acecho con un propósito claro, adentro efectivamente, subsiste la pesadilla.
La ventana se convierte en una fortaleza, pero conserva su delicadeza, la fragilidad de ambos espacios.
Hacia el final de la novela, Susana experimentará la sensación de pertenencia en un grupo compuesto por amigos que han llegado a ella en momentos distintos, pero que van conformando una conciencia de grupo, a pesar de ella misma y de su evasión. Bourdieu encuentra un término apropiado a lo que presenta Puga en su novela: el habitus, basado en el establecimiento de un saber implícito, una forma de sentido común compartida por un grupo: "Un sistema de disposiciones que funciona estructurando las experiencias pasadas con las presentes, conformando una matriz formadora de las percepciones y generadora de actos."
Los hechos que se van presentando a lo largo de la novela, que atañen a Susana y sus amigas, va creando este lazo que modifica la manera de visualizar la vida cotidiana, en este sentido la muerte de Socorro determina una relación futura en la memoria del grupo conformado por Lourdes y Susana, y a su lado Claude y el amante de Susana que no conocemos y a quien va dirigido el relato.

A modo de conclusión
Retomar el trabajo de estas autoras abre una posibilidad de análisis que puede tener como base los estudios de la memoria. Porque no sólo podría abarcar el análisis textual, también se abre la posibilidad del análisis desde una perspectiva social, relacionado directamente con los estudios culturales que ofrecen varias perspectivas para acercarnos, también, a nuestro tiempo.
En ambas novelas es patente el peligro, el miedo, la tensión encubierta retratada en el ambiente histórico-social en la Ciudad de México. Los espacios adquieren importancia al mostrar en dónde se encuentran los personajes y en dónde se encontraba la sociedad en esos años. Existe una sensación de vulnerabilidad que traspasaba las paredes de las casas. aun dentro de las casas; la incertidumbre consumía la sociedad y ahí es donde transcurren ambas historias. Pareciera que la memoria también logra convertirse en un espacio de refugio, pero no, no completamente.







Lo marco así pues parece que existen muy pocas investigaciones sobre María Luisa Puga, así lo menciona Erna Pfeiffer en su texto "María Luisa Puga, una conciencia descentralizada", publicada en www.revistas.UNAM.mx y sin fecha:"María Luisa Puga es una de las escritoras mexicanas menos estudiadas: hay muy pocos estudios serios, una sola tesis doctoral, la de Irma López y tampoco en internet son abundantes los sitios web dedicados a ella."
Rojas Urrutia, Carlos. "María Luisa Puga", en www.literatura.bellasartes.gob.mx/acervos/index.php
Puga. Pánico o peligro, pp. 56-57.
Ibid., p.9
Ibid., p. 10.
Ibid., p. 19.
Ibid.,p. 27.
Bachelard, Gastón. La poética del espacio, p. 190.
Ibid p.59.
Idem.
Moreno, Jorge Daniel y Teresa Moons. "Representaciones sociales, identidad y cambio", en Redes 10, dic. 2002, p. 51.


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