El Esoterismo y las Formas Oscuras de la Espiritualidad

June 4, 2017 | Autor: Walter García | Categoría: Jungian and post-Jungian psychology, Esoterismo, Left-Hand Path, Esoterismo Occidental
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Descripción

El Esoterismo y las Formas Oscuras de la Espiritualidad Walter García

En las últimas décadas, se ha visto cómo ha ido en ascenso el interés en las formas alternativas de espiritualidad. La literatura sobre temas como metafísica, magia, alquimia y cábala puede encontrarse ya no solamente en las librerías especializadas, sino en las grandes cadenas libreras. Estos temas forman parte de una corriente de pensamiento denominada “esoterismo”. Este concepto suele estar asociado con ideas de creencias paranormales que poco o nada tienen qué ver la visión científica que rige al panorama intelectual occidental moderno. Sin embargo, desde mediados del siglo pasado ha habido esfuerzos por parte investigadores académicos para explorar el pensamiento esotérico para reevaluarlo dentro de su contexto socio-histórico. Es de esta forma que surgió el estudio académico del esoterismo, área académica que hoy en día forma parte de numerosas academias europeas de humanidades. Antoine Faivre (2012) señala que el pensamiento esotérico concibe al universo como un sistema vivo y complejo, cuyos elementos corresponden entre sí, y sobre el cual es posible ejercer una influencia por medio de la manipulación de dichos elementos. Sin embargo, la visión que la persona común y corriente tiene del esoterismo dista mucho de este concepto académicamente construido. Aún así, el esoterismo ha tomado fuerza como una forma alternativa de espiritualidad, y en muchos casos, las personas que ahondan en estos temas suelen combinar su interés por lo oculto con creencias religiosas más tradicionales, como el cristianismo o el judaísmo. Esto, sin embargo, ha traído como consecuencia que los temas esotéricos hayan pasado de ser secretos guardados por la rigurosidad de la tradición, a productos de consumo para personas con un vacío espiritual interior. Estos intereses que aparentemente podrían ser opuestos son conciliados gracias a que la mayoría de los libros de esoterismo que podemos conseguir actualmente se enfocan en las mismas metas que un sendero religioso: paz interior, amor hacia uno mismo y los demás, la búsqueda de la luz divina, etc. Para este fin, a menudo estos libros incluyen rezos, invocaciones o “decretos” que permiten al practicante entrar en contacto con seres

superiores, sean estos ángeles, maestros ascendidos o incluso inteligencias extraterrestres. La creencia es la misma: la persona busca en lo alto, en las esferas celestiales, una solución para problemas mundanos relacionados con el dinero o con su vida emocional. La actitud es religiosa, pues se busca en el exterior una ayuda para superar una crisis personal. No todas las personas buscan una alternativa espiritual en estas tradiciones. Existen formas de espiritualidad han sido desdeñadas por ser “degradantes”, “decadentes” y “peligrosas”. Aquí encontramos, por ejemplo, al satanismo, al luciferianismo, la brujería y el vodún. Estas formas de espiritualidad fueron denominadas por el ocultista británico Kenneth Grant como “cultos de la sombra” (Grant, 1975): tradiciones espirituales que, debido a la naturaleza heterodoxa de sus prácticas y a su oposición contra los convencionalismos sociales, han sido malinterpretadas como destructivas y peligrosas. Esto se debe, principalmente, a que la interpretación de estas tradiciones se hace desde la perspectiva del status quo, y cualquier comportamiento que salga de lo normal según esta visión, es tachado de extraño y concebido como peligroso para el orden dominante. El sociólogo Kennet Granholm engloba a éste tipo de tradiciones y prácticas religiosas y ocultistas bajo el concepto “sendero de la mano izquierda” (left-hand path o LHP) (Granholm, 2013, p.212). Las manifestaciones espirituales del LHP son muchas y variadas, pero comparten el énfasis sobre algunos puntos clave, señalados en Granholm (2013): la ideología del individualismo, la meta de la autodeificación y una postura antinómica (p.213). El primer punto se refiere a que el individuo y su desarrollo son un eje dentro estas formas de espiritualidad; por autodeificación se entiende la toma de responsabilidad del individuo hacia su propia existencia; finalmente, la postura antinómica demuestra la tendencia de los individuos a cuestionar y romper los tabús que limitan su libertad. Esto contrasta claramente con las religiones tradicionales (que la ocultista H.P. Blavatsky consideró como pertenecientes al “sendero de la mano derecha”), en las que se hace énfasis en la ortodoxia, en la observancia de leyes y preceptos morales, pero sobre todo, en la colocación de la figura divina por encima del devoto y en la pertenencia a una comunidad (Brandi, 2008 pp.71-72). Si bien encontramos grupos y sociedades que siguen el LHP, éstas manejan dinámicas flexibles que dejan lugar a la improvisación, en lugar de

estructuras rígidas y dogmáticas, además de enfatizar el desarrollo individual de los miembros fomentando la autonomía y la autosuficiencia (Granholm, 2014 pp.131-133). Históricamente, el LHP surge en la India como una de las corrientes en el tantrismo hindú, llamado vamacara (“vía izquierda”), que se contrapone con el dakshinacara (“vía diestra”). En su contexto hindú original, ambos senderos son vías igualmente válidas para la realización espiritual, si bien el vamacara exige de aquellos que lo recorren un “temperamento heroico”, pues solamente un vira (“héroe”) es capaz de llevar a cabo los rituales y ceremonias propios del vamacara, a través de los cuales se busca la realidad última (brahmán) que yace más allá de las ilusiones (maya) que conforman al mundo. Por el otro lado, los adeptos del dakshinacara conforman la mayoría de los adeptos tradicionales de la religión hindú. Mientras que en su contexto cultural original los adeptos del vamacara son igualmente temidos y reverenciados, en occidente ésta forma de espiritualidad carga con estigmas poderosos, originados principalmente con la visión moralista dual que prevalece en este hemisferio. Sin embargo, el temor y la aversión que muchas personas sienten hacia las figuras como el Diablo, Satanás o Lucifer también suele estar acompañado por curiosidad. Las fuerzas del “lado oscuro” son mostradas como rebeldes y peligrosas, pero también como reveladoras y liberadoras. Después de todo, el lado oscuro es el lado de las tentaciones. El surgimiento de estos modos de espiritualidad en occidente parece ser una respuesta ante muchas de las inquietudes del ser humano con respecto a la espiritualidad, especialmente aquellas relacionadas con la existencia del mal en el mundo: ¿cómo creer en un Dios que permite que se lleven a cabo actos de terrible violencia en su nombre? Recordando la fórmula nietzscheana “Dios ha muerto”, hemos asesinado a Dios, pero en lugar de ocupar su lugar, hemos puesto en su trono a un materialismo ciego. El arquetipo jungiano de la Sombra encierra a los materiales psíquicos que el yo no reconoce como propios. En tiempos en que la religión era una ideología más poderosa, este arquetipo se identificaba con la figura del Diablo, pero hoy en día, cuando todo lo que no es comprobable científicamente es tachado de inútil, este arquetipo ha pasado a incluir a Dios mismo, para encerrar así a las dos posibles dimensiones espirituales del ser humano. Mucho del trabajo de la psicoterapia jungiana se dirige hacia la comprensión y trabajo con la sombra del paciente, de manera que, si bien una identificación con ella no es deseable, sí le

sea posible reconocerla como un conjunto de cualidades propias que pueden ser utilizadas para ampliar el campo fenomenológico de la experiencia individual. Es debido a esta separación de nuestra dimensión espiritual, que nos vemos forzados a buscar un sustento para nuestra fe en tradiciones místicas y exóticas. La mayoría de las personas se centra en buscar un sustituto o un complemento para su religión, mientras que el sendero de la mano izquierda es una vía que lleva a quien lo recorre hacia un encuentro más profundo con su propia realidad interior, especialmente con los aspectos de uno mismo que han sido reprimidos y desterrados a las partes más profundas del inconsciente. La alienación de las cualidades humanas genera un sentimiento de carencia de plenitud que repercute sobre la salud mental de los individuos. Las imágenes religiosas medievales nos muestran a los demonios como seres grotescos y repulsivos que hacen gestos obscenos y a menudo se encuentran en situaciones sexuales. Estas imágenes son una manifestación de la sombra colectiva de las personas religiosas de aquella época, la cual era proyectada sobre figuras grotescas, feas, como el pecado que simbolizaban. En muchos casos, el pecado principal era el de la lujuria, la sexualidad desmedida. El miedo a que la sexualidad pudiese provocar la condenación eterna generó una alienación colectiva que aún puede encontrarse en algunas denominaciones religiosas más conservadoras. El carácter represivo de la moral religiosa durante la edad media se ve reflejado asimismo en las representaciones demoniacas: la imagen del diablo cornudo y con patas de cabra es el mismo dios griego de la naturaleza y de la música, Pan. Pan es un símbolo de la fecundidad de la naturaleza, pero en el simbolismo cristiano fue convertido en ícono de la decadencia y de la perversión. La imagen del placer como perversión es un ejemplo de cómo el ser humano aliena su propio potencial al considerarlo incompatible con una autoimagen socialmente aceptable. El LHP como sendero espiritual es una vía de realización que no niega, sino que se enfoca en la exploración de la sombra por medio de la utilización de símbolos arquetípicos y religiosos relacionados con las figuras oscuras. Estas figuras no solamente se encuentran en el cristianismo, pues en la mayoría de las religiones del mundo y a lo largo de la historia ha habido cultos y figuras contra las cuales se dirigían maldiciones y de las cuales se buscaba incesantemente protección mágica. El dios egipcio Set y la serpiente Apep, la bestia griega Tifón, los gigantes de la mitología nórdica, el Ahriman persa y la bestia

primordial de la mitología sumeria Tiamat son algunos ejemplos de seres que son utilizados como símbolos tanto por individuos como por grupos que siguen una filosofía del LHP. Los individuos y miembros de organizaciones que siguen el LHP suelen manifestar el antinomismo bajo diferentes formas, que van desde su vestimenta hasta posturas filosóficas y manifestaciones artísticas. El LHP es una corriente espiritual moderna. Si bien sus orígenes se remontan a la antigua India, concuerdo con Kennet Granholm al señalar que el LHP en su expresión moderna es un fenómeno puramente occidental. Como ideología religiosa, el LHP maneja una filosofía que pone en su centro al individuo y su existencia, pero al mismo tiempo, hace énfasis en la interacción constante que existe entre individuo y sociedad. Quien sigue el LHP no es un ermitaño viviendo en una montaña ni un individuo que busca la destrucción de la sociedad, sino un ser humano que ha decidido explorar las dimensiones oscuras, sombrías, de su existencia para buscar allí su divinización, esto es, el poder para ser el dueño de su propia vida. El sendero de la mano izquierda nos invita a reflexionar: quizás la salvación de la que hablan las religiones tradicionales no se encuentra en las alturas de lo divino, sino en las profundidades oscuras de nuestra propia alma.

Bibliografía: 

Brandi, A. (2008). La Via Oscura: Introduzione al Sentiero di Mano Sinistra. Roma: Atanór.



Faivre, A. (2012). Western Esotericism: a Concise History. Nueva York: SUNY Press.



Granholm, K. (2013). The Left-Hand Path and Post-Satanism: The Temple of Set and the Evolution of Satanism. En: P. Faxneld y J.A. Petersen (Eds.). The Devil’s Party: Satanism in Modernity (pp.209-228). Nueva York: Oxford University Press.



Granholm, K. (2014). Dark Enlightenment: The Historical, Sociological, and Discursive Contexts of Contemporary Esoteric Magic. Leiden: Brill.



Grant, K. (1975). Cults of the Shadow. Londres: Frederick Muller Limited.

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