El encierro de lo humano

September 11, 2017 | Autor: Judith Santopietro | Categoría: Literatura mexicana, LITERATURA CONTEMPORANEA MEXICANA, Jose Revueltas
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Descripción

La opacidad del libre espacio Judith Santopietro La visión poética marginal que unos presos dejan escapar por una breve rendija de la cárcel, los convierte en personajes escondidos en el entramado de la conciencia humana. Ellos permanecen soportando la aglutinante presencia del contiguo que se desgaja en rabia, en impaciencia y en humillación grotesca representada por El carajo. Se les incrustan las sombras de las líneas paralelas en su libertad maltrecha y adolorida, pero de igual forma a los humanos en una sociedad se les encajona en el cartesiano imaginario, vigilados por un omnipresente ojo. Reclusos y supuestos hombres libres se conjugan en una sola especie que habita bajo una malla, donde la ideología queda atorada, donde la libertad de pensamiento se suprime a esquemas tan imperceptibles debido a la costumbre del encierro. Lo humano ha sido atrapado por el capitalismo, aunque también por la mistificación de que el socialismo sería la verdadera emancipación del hombre. Ahora se advierte que éste sólo se ha convertido en un socialismo dictatorial, como el que Fidel Castro ejerce en Cuba, o como la represión de la época estalinista. A través de la transgresión se cuestiona una realidad en la que se despliegan cada día luchas por la sobrevivencia, y se critica el Estado, los grupos minoritarios y a aquellos que bajo la imagen socialista practican el poder. En todos los miembros de estos grupos existe un acercamiento a través de las circunstancias, aunque el rechazo interino y la lucha jamás dejan de manifestarse. Así se logra advertir que las relaciones entre los presos son una referencia a las formas en que se fundamentan en las relaciones sociales.

Una falacia evolutiva José revueltas conjuga en la imagen animalesca a los hombres-monos perdidos en la evolución del pensamiento, los cuales ahora sólo pertenecen a una capa frágil, sin poder distinguir quién está debajo, quién por sobre el encierro. Los “monos”, una forma en que los policías se autodenominan en las cárceles, son el estado de barbarie en el que se encuentra la especie humana que actúa sólo por la comodidad y la subsistencia individual. Estos personajes recrean a la sociedad en un estado fijo, estrecho, en donde van y vienen de un mismo lugar a otro: “Durante algunos segundos el cajón rectangular quedaba vacío, como si ahí no hubiera monos, al ir y venir de cada uno de ellos, cuyos pasos los habían

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llevado, en sentido opuesto, a los extremos de su jaula, treinta metros máso menos, sesenta de ida y vuelta…”1 Implícitamente también son el resumen de una familia a modo de estructura obsoleta por la que se encuentra atrapada la libertad humana. Núcleo universal utilizado para mantener criterios morales y que excluye la diversidad sexual: “ Sin darse cuenta estaban ahí dentro de su cajón, marido y mujer, (…) mujer e hijos, (…) hijos y padres, monos aterrados y universales”.2 La geometría enajenada y el brotar de nuevas celdas La sociedad, al igual que la cárcel, es una realidad opresiva de escalafones donde el Estado se mantiene servido por la clase burguesa en la mayoría de los casos, los burgueses por los proletarios, los proletarios por la clase indígena. Ésta última se bifurca en la clase del servilismo que subyuga a la que se revela. Unos pueblos explotados por otros donde “se ligan determinadas etnias con los grupos y clases dominantes, y otras con los dominado”3, o lo que se conceptualiza como colonialismo interno, articulado en el colonialismo nacional y transnacional. De la manera en que los presos permanece en su apando, los policías quedan subsumidos a una cárcel; el Estado a otra forjada por el imperio; y la humanidad circunscrita a una serie de meridianos y paralelos incluidos en la metáfora de la esfera celeste Quizá estas líneas derivada de la necesidad del hombre por ubicarse concretamente en el cosmos. Entonces la cárcel ya no es sólo un signo abarrotado que a través de su poder enajenante limita los acercamientos del humano con la realidad, para ello es conveniente citar la definición del término alienación: “El trabajo se entiende como una forma de alienación y a la vez como una supresión de la misma. Marx, influido por la explicación que Feuerbach da de la religión como escisión y alienación del hombre, entiende la alienación como la característica de la sociedad burguesa, la cual está provocada por la pérdida de la fuerza esencial del hombre en el trabajo convertido en mercancía.”4 Ésta es la crítica implícita, ya que en El apando existe una apropiación del espacio y de la libertad como si se tratara de una mercancía. La cárcel está 1

Revueltas, José, El apando, en Antología La palabra sagrada, Ed. Era, México, 1999, p.27 Ib., p. 73 3 González casanova, Carlos, “Colonialismo interno (una redefinición))”, en Rebeldía de Sergio Rodríguez Lascano, México, año I, 12 Ed. ArteZ, 2003. 4 Ferrater Mora, José, Diccionario de filosofía 2, Ed. Alianza, 1981, p. 925 2

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constituidas de uan serie de escalafones que asemejan las clases sociales: una de ellas es el proletariado que permite el arrebato de la plusvalía de espacio o tiempo, ya no de ganancia monetaria. Los sitios se reducen al grado de extinguir a los seres vivos a través de las estrategias límites en las cuales sobrevive el más astuto, ya no el más apto. El caso evidente en el país es el desalojo de indígenas en las reservas de Montes azules en Chiapas, que de ser concretado permitirá la entrada a las transnacionales, y así una posterior apropiación del lugar. Revueltas en una entrevistas hizo saber que “Los monos son el Estado”5 opresor, así que son una clase que incluye la contradicción, porque también adquieren la significación de ser los servidores del fascismo, del comunismo ortodoxo, de la izquierda dogmática, de la droga y del epicureísmo. Se advierte que hasta un movimiento socialista adquiere su propia enajenación, debido a que los partidarios estáticos dependen de un guía que tome decisiones sobre ellos. En el siglo pasado se creía en la libertad del socialismo, pero hoy se advierte que tampoco éste es una forma de lograr la autonomía. El enclaustramiento final de la novela advierte entonces que quienes representa el Estado no son los más aptos para la batalla suscitada con los presos, sino que formulan las estrategias más bestiales en sus intentos por la extinción de los hombres que están fuera de su alcance. Por ello Polonio y Albino deben ser sometidos a los lineamientos con tubos que aniquilen su espacio, ya de por sí marginado, para así quedar concretado en una nueva cárcel, construida a manos del poder. A través de todo esto se distingue que la enajenación tiene una permanencia en todos los ámbitos, debido a que el hombre no es capaz de percatarse aún de que la condición de libertad le es inherente. Las barreras de su percepción ideológica han sido planeadas por los medios que él mismo se ha creado durante el devenir de la historia, y a través de ellos vive en una realidad que el es ajena, de lo cual resulta una dependencia al poder o a la restricción: “Estar enajenado es no darse cuenta de que se es libre, pero de ninguna manera significa no ser libre”.6 Esta distinta realidad no es otra cosas que la concepción actual del tiempo y el espacio manipulada por los imperios, donde todo significa un recurso o una herramienta para producir. Así los humanos sólo logran diferenciarse entre sí por la numerología, de lo que resulta su homogeneización. La biosfera entonces, significa un ser vivo en uso que otorga la mayor plusvalía, a diferencia del hombre que mediante el salario absorbe parte de la ganancia. Otra forma de enajenación es planteada por los personajes en sus intentos por introducir la droga al penal, ya que sus intereses se concentran en ello, llevándolos a una mistificada libertad. Las circunstancias determinan sus actos y los subordinan a su acérrimo afán por la droga, para hallarse de esta manera en una realidad ajena que los convierte en seres pasivos. A pesar de ello no pueden evitar la concreción del pasado que se les escurre por su epidermis en forma de 5 6

Revueltas, Andrea y Philippe Cheron, Entrevistas con José Revueltas, Ed. Era, México, 2001, p. 168 Ib., p. 131

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pus, en un tatuaje en el vientre, o simplemente por un deseo sexual que resurge a través de los recuerdos. La suma de los actos humanos que llevan a cabo, son el resultado de un caos social del que renacerá en un orden, surgido no desde el interior sino desde el exterior para lograr el abatimiento de las coordenadas establecidas. Aunque en este caso el orden se intente por las mujeres de los apandados, todo culmina en la imposibilidad, en la muerte. La búsqueda de la libertad es aquello que proporciona movimiento a icho caos, aunque en el caso de los presos, su búsqueda se resume a un individualismo proporcionado por el letargo de la droga. La forma desplacer individual, ya sea sexual o psicológico, simplifica su inactividad ante los sucesos de barbarie y deshumanización, y es este tipo de temor lo que también construye la posición acrítica del mexicano. Es la falta de conciencia de libertad por la que prefiere no asumir responsabilidades ni actitudes que más tarde lo estigmatizarán socialmente. Pero este encierro tiene su origen en la conquista española, donde se le hace sentir inferior en raza y en intelecto y por lo cual es utilizado como esclavo; además de que se le imponen una lengua y una religión diferentes a las que practicaba. El mexicano vive del fetichismo hacia las cosas dominantes y lo lleva hasta las poblaciones indígenas, donde actualmente se prefiere, entre los más jóvenes, el español al náhuatl, al mixteco, al zapoteco, al totonaco, etc. Por lo tanto se advierte que el mexicano evita desenraizarse la costumbre fetichista y se subordina a través de su preferencia a la americanización. Elige el aprendizaje del inglés antes que conocer una lengua indígena en extinción o incluso su propia lengua; otorga más facilidades a la importación de productos de otras naciones antes que a los suyos; emigra a los Estados Unidos en busca del sueño americano, y cuando retorna rinde un culto exacerbado por aquel país. Su posición acrítica se muestra en el ahora y aquí de la vida, ya que le parece más confortable vivir al día, sumar los minutos y las horas como animales ebrios, pensando que después de él nada más existirá por hacer. Así, se advierte que el comportamiento de los tres presos en El apando retrata esta característica de la sociedad, desde aquella perspectiva en la que Revueltas dice que burgués también puede ser un proletario. Surge aquí la contradicción que él mismo afirma en su creación, ya que no se limita a dicotomizar el bien y el mal, sino que los opone. Por medio de esto intenta desenajenar la vida mirada como algo concreto: “Oponer al ahora y al aquí de la vida el ahora y el aquí de la muerte. Es decir, estar dispuesto a no considerar la vida como persona, como propiedad privada, sino en atención al yo genérico del hombre. A que nuestra muerte no es la muerte del hombre. Ya con ese criterio no consagraremos nuestra vida a manejarla como propiedad privada, por el régimen de la propiedad.”7

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Ib., p. 39

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Parir la libertad El carajo es un personaje que permanece consciente de la situación de encierro y para ello decide enfrentar la muerte constantemente. Los intentos de suicidio que urde son una libertad proporcionada a sorbos, que se le da en pequeños tiempos de su estancia en la enfermería, donde logra conseguir algo de droga. Es consciente de que esto es una vía de escape peligrosa, pero no es tan importante ay que se maneja por ese “ahora y aquí de la muerte”, intuyendo que su muerte no abarca la totalidad del género humano. El goce personal es desechado en él a diferencia de los otros dos presos que representan el lado irracional disfrazado; por el contrario El carajo se asemeja más ala condición infrahumana debido a su caracterización monstruosa, aunque realmente para él la droga no significa el placer físico, sino la evasión del encarcelamiento a manera de libertad simultánea. Al considerar estos hechos es posible precisar por qué la obra se constituye en un solo párrafo donde los tiempos, los personajes y los espacios quedan atrapados para permitir un encierro. La relación entre los tres presos es una simbiosis ya que la madre de El carajo será utilizada para introducir la droga al penal, y así, todos tiene acciones que les corresponden. Estas relaciones provocan luchas internas entre ellos; uno debe morir por ser considerado un ser ínfimo, útil sólo para llevar a cabo el plan y luego ser el desecho de ese pequeño sistema de los presos. Todas las relaciones planteadas en el texto se asemejan por estas posiciones internas, incluso la de la madre y El carajo. Ambos sostenidos por el amor y el odio mutuo, pero especialmente porque en ella la culpa sirve para subsanar toda ofensa y toda deformación que su hijo representa por haberlo parido. El carajo realmente vive un enclaustramiento materno, debido a que la relación entre ellos es un nuevo encierro y un hurgamiento en el vientre materno: “aún no terminaba de parir a ese hijo que se asía a sus entrañas”.8 Bajo esa culpabilidad existe la enajencaicón religiosa que le impide abandonar a su hijo, el porpio encierro de la madre dolorida en la etapa próxima al parto. El carajo se libera de las rejas cuando hace parir una libertad a través de la delación final. Ahora decide separarse de la relación contradictoria que llevaba con su madre. La contradicción que habitualmente utilizaba en sus obras Revueltas –propio de un materialista-dialético--, está presente en los personajes, ya que a la vez que tienen una madre a la vez son huérfanos por sucesos históricos. Esa condición es más perceptible en el mexicano, el cual resume en un solo día e intenta remediar los despojos y la orfandad traídos por la conquista. Para ello la diosa Tonantzin –la madre—y la virgen de Guadalupe son fusionadas en una madre nacional. El carajo, en este caso, no implora el perdón de un feligrés sino la independencia hacia la figura maternal. El apando resulta la asfixia individual y colectiva ante la que surgen modelos que buscan la libertad. La lucha por esa autonomía personificada es también la representación actual de aquello que busca la sociedad. Principalmente ahora que los pueblos indígenas resumen modelos socialistas y utópicos en una forma aplicable, donde la prioridad, en el caso del sureste mexicano, es “mandar 8

Revueltas, José, El apando, en Antología La palabra sagrada, Ed. Era, México, 1999, p.76

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obedeciendo”. Revertir el poder en todos y hacerlos participantes críticos mediante el conocimiento. El paso hacia la libertad espacial, temporal e ideológico es aquél donde las palabras dejan de pertenecer a un decreto o a una imposición y se convierten en el arma pacífica de la revolución.

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