El Ejército Británico: Una apuesta al adiestramiento

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EL EJERCITO BRITANICO: UNA APUESTA AL ADIESTRAMIENTO
Mag. Guillermo Lafferriere

El Reino Unido desde que se proyectó como una nación con ambiciones globales, privilegió siempre el contar con una armada capaz no solamente de asegurar el territorio insular, sino que en su tiempo, estaba en condiciones de señorear sobre prácticamente todos los océanos. Esa natural priorización de la Royal Navy significó que el ejército tuviera una importancia relativamente menor en cuanto al esfuerzo dedicado a la constitución de la poderosa flota británica. Sin embargo, esa menor relevancia del ejército, en modo alguno significó que el mismo no se constituyera en una fuerza profesionalmente relevante. No es el propósito de esta columna hacer una historia del ejército británico, sino aportar algunas consideraciones sobre el mismo que, creemos puedan ser útiles a la hora de pensar en la necesaria y demorada reestructuración del componente terrestre de nuestro instrumento militar.
Quizás la primera consideración que hay que hacer sobre el ejército británico es que el mismo no es en modo alguno una fuerza que podríamos catalogar como dependiente de la alta tecnología. Por supuesto que en términos relativos posee acceso a tecnologías adecuadas para los tiempos en que debe desenvolverse, pero lo que deseamos manifestar es que el espíritu que lo anima es más dependiente del duro adiestramiento que de lo que la tecnología puede aportarle. Las tropas de combate británicas son sometidas a un sistema de adiestramiento constante a lo largo de todo el año, aprovechando todas las condiciones meteorológicas y dependiendo del tipo de especialización del elemento, ese adiestramiento puede llegar a realizarse en territorios extranjeros que permitan colocar a las tropas en aptitud de afrontar el combate en escenarios altamente demandantes. El objetivo del adiestramiento es múltiple. Podemos mencionar algunos:
Crear en cada fracción un profundo sentido de equipo, el cual es vital en el combate, donde quienes han participado del mismo saben que es esa profunda interrelación entre los miembros la que posibilita a los mismos sobreponerse al riesgo de muerte o de ser gravemente herido y actuar buscando afectar severamente al enemigo.
Persigue lograr tanto una actitud de tenacidad para afrontar las adversidades así como de una necesaria agresividad para aprovechar las posibles ventajas que la situación pudiera configurar para sacar provecho de las mismas.
La segunda consideración, es la importancia que los suboficiales tienen para el ejército. En efecto, en el ejército británico no existe el criterio de considerar al suboficial como un "auxiliar" del oficial, sino que el mismo es visto como un experto en su campo de acción. Y cabe que nos preguntemos ¿Cuál es ese campo de acción? En líneas generales, puede demarcarse al mismo en los siguientes aspectos:
Es el responsable directo del adiestramiento del soldado. Tiene pleno respaldo y la necesaria experiencia para hacerlo. Y consideran que es su derecho llevarlo a cabo. Tan acendrado está este aspecto, que en la Academia de Sandhurst, un grupo no menor de suboficiales están a cargo del adiestramiento de los cadetes. Esos suboficiales son seleccionados entre los mejores de todo el ejército.
El suboficial es considerado un experto en todas las cuestiones que hacen al combate de las fracciones menores, incluyendo aspectos tan sensibles como la navegación terrestre, el combate cuerpo a cuerpo, el combate por el fuego, el empleo de todas las armas de dotación de su fracción y por supuesto los procedimientos particulares del combate nocturno. Por lo tanto se espera de él que en el desarrollo de operaciones se conduzca con un grado de libertad imprescindible para aplicar su iniciativa y de esa manera tomar ventaja de situaciones que observe puedan favorecer a la organización como un todo.
El sistema regimental es otro aspecto clave que explica el alto espíritu de cuerpo que en general los elementos de combate del ejército poseen. Alguna vez, un oficial inglés explicó que el ejército británico es en realidad una comunidad de tribus guerreras que de vez en cuando se reúnen para pelear bajo el pabellón del Rey. Esa expresión es en cierta medida una explicación del sistema regimental. Soldados, suboficiales y oficiales sirven la mayoría de su tiempo en el regimiento en el que se han incorporado. Muchos de los regimientos remontan sus historias a tiempos relativamente remotos e incluso emplean uniformes que tienen distintivos diferentes. Esta cuestión de portar distintivos diferentes puede parecer irrelevante para los que no son profesionales militares, en definitiva ¿Qué significa un color en un hombro o una pluma en una boina o quizás un escudo en la manga de una chaqueta de combate? Nada para un observador ajeno. Sin embargo, para quienes sirven en ese regimiento cada uno de esos emblemas tienen un significado, generalmente relacionado a un hecho de armas del pasado, el cual pudo haber sido una derrota, pero uno donde el regimiento se comportó con valor y se distinguió enfrentando al enemigo, más allá, insistimos del resultado del combate. Esta permanencia en el mismo regimiento, con el tiempo facilita el conocimiento entre los integrantes del elemento, así como la transmisión de las experiencias a los que se incorporan al mismo. El sistema regimental está tan fuertemente establecido que cuando un oficial debe servir en otro destino militar, lo hace portando el uniforme del regimiento al cual pertenece originalmente.
Un aspecto que queremos remarcar es el de la adecuación a las circunstancias y la permanente búsqueda de lograr la mayor capacidad operativa posible. A lo largo del tiempo han realizado diferentes adecuaciones a sus organizaciones. Han llegado incluso a cerrar viejos regimientos que tenían historias centenarias. Lo hicieron fusionándolos con otros elementos y manteniendo el nombre del "viejo regimiento" en alguna de las compañías que conforman la nueva organización. Esto lo han hecho en la búsqueda que sus organizaciones de combate cuenten con los efectivos necesarios para operar en todo momento. Es en términos relativos un ejército poco numeroso si se lo compara con el de otras naciones, pero la apuesta ha sido siempre por la calidad de sus organizaciones antes que por el número de las mismas.
Cabe recordar que el ejército, como el resto de las fuerzas armadas británicas, es una organización que se nutre de tropa voluntaria, y por lo tanto la organización de la fuerza responde al patrón de la cantidad de efectivos que estiman tendrán a lo largo del tiempo, pues en modo alguno se cubren las necesidades de personal de otra manera. El ejército cuenta también con otra estructura que es críticamente relevante: El ejército territorial. El mismo es constituido por ciudadanos que voluntariamente entrenan en el mismo y sirve para que en casos de un empleo masivo de las fuerzas armadas, contar con una reserva disponible para afrontar tiempos de crisis. Cuando un país adopta un sistema voluntario, debe crearse un sistema que mínimamente permita afrontar un conflicto que demande efectivos que superen los disponibles en las fuerzas permanentes. No contar con esa alternativa, hace extremadamente poco creíble la capacidad del país de afrontar un conflicto que reclame un empleo prolongado de sus efectivos.
Puede que resulte paradójico que entre nosotros, que más de treinta años atrás, enfrentamos al ejército británico en las Islas Malvinas, sea precisamente de esa fuerza de donde puedan sacarse algunas ideas para innovar y mejorar en nuestro instrumento militar. En realidad esa paradoja no existe, pues a lo largo de la historia militar no son precisamente escasos los ejemplos de ejércitos que tomaron enseñanzas de las fuerzas a las cuales en algún momento combatieron. Lo hicieron los romanos de los griegos; los europeos en su momento de "la grande armée" de Napoleón; los alemanes hicieron lo propio en el período previo a la 2da Guerra Mundial, tomando de pensadores ingleses la concepción audaz del empleo de los blindados; indios y pakistaníes de los propios británicos que los dominaron durante siglos; así como las tropas legionarias españolas o las francesas y el propio ejército de Israel aprendieron de los árabes con quienes combatieron o finalmente los propios ingleses que tomaron el concepto de tropas comando de los "commandos" organizados por los Boers en la guerra que los enfrentó a principios del Siglo XX en Sudáfrica. No importa en definitiva de donde provengan las enseñanzas. Lo relevante es que se tengan en cuenta las experiencias ajenas y las propias, para obtener de ellas aspectos que permitan en su tiempo, producir ideas que posibiliten contar con un instrumento militar adecuado a las demandas que el cambiante escenario estratégico nos plantea; el cual, en algún momento, deberemos tomar en consideración.


En cierta ocasión durante la 2da Guerra Mundial, Churchill revistó un batallón de infantería. Ex oficial de caballería al fin y al cabo, notó que los soldados no tenían el distintivo de la unidad en su hombro. Preguntó la razón. Le expresaron que era para ahorrar tela… Dispuso luego de su visita, la inmediata restitución de los distintivos a todos los elementos.
Ver la tabla 6 del documento de la OTAN: "Financial and Economic data relating to NATO Defence", elaborado en el año 2013. disponible en http://www.nato.int/nato_static_fl2014/assets/pdf/pdf_topics/20140224_140224-PR2014-028-Defence-exp.pdf.



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