El discurso deliberativo y la voz de la conciencia

September 24, 2017 | Autor: J. Conde Calvo | Categoría: Rhetoric, Cicero, History of Moral Philosophy, Classical Literature
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Descripción

Trinidad Arcos Pereira Jorge Fernández López Francisca Moya del Baño (editores)

‘Pectora mulcet’ Estudios de Retórica y Oratoria latinas Volumen 1

Logroño 2009

‘Pectora mulcet’ : estudios de retórica y oratoria latinas / Trinidad Arcos Pereira, Jorge Fernández López y Francisca Moya del Baño (editores) . – Logroño : Instituto de Estudios Riojanos, 2009 2 v. (1456 p.) ; 24 cm . – (Colección Quintiliano de retórica y comunicación ; 10) Contiene referencias bibliográficas D.L. LR 170-2009 ISBN 978-84-96637-68-9 (O.C.) ISBN 978-84-96637-69-6 (v.1) ISBN 978-84-96637-70-2 (v.2) 1. Retórica latina-Estudios y conferencias. 2. Oratoria latina-Estudios y conferencias. I. Arcos Pereira, Trinidad. II. Fernández López, Jorge. III. Moya del Baño, Francisca. IV. Instituto de Estudios Riojanos. V. Título. VI. Serie 821.124 Comité científico Jesús Luque Moreno (Universidad de Granada) Francisca Moya del Baño (Universidad de Murcia) Tomás González Rolán (Universidad Complutense) Rosa Iglesias Montiel (Universidad de Murcia) Consuelo Álvarez Morán (Universidad de Murcia) Carmen Guzmán Arias (Universidad de Murcia) J. Carlos Miralles Maldonado (Universidad de Murcia) Isabel Velázquez Soriano (Universidad Complutense) David Puerta Garrido (I.E.S. Luis de Góngora, Madrid) Trinidad Arcos Pereira (Universidad de Las Palmas de Gran Canaria) Pedro P. Conde Parrado (Universidad de Valladolid) Jorge Fernández López (Universidad de La Rioja) Eustaquio Sánchez Salor (Universidad de Extremadura) Juan Mª Núñez González (Universidad de Oviedo) Estrella Fernández Graña (I.E.S. Elviña, La Coruña) Todos los textos incluidos en esta monografía han sido sometidos a evaluación por parte del Comité Científico. Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de esta publicación pueden reproducirse, registrarse o transmitirse, por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea electrónico, mecánico, fotoquímico, magnético o electroóptico, por fotocopia, grabación o cualquier otro, sin permiso previo por escrito de los titulares del copyright.

Primera edición: mayo de 2009 © De los textos, los autores © Instituto de Estudios Riojanos (Gobierno de La Rioja) C/ Portales, 2 26001 Logroño www.larioja.org/ier © Cubierta: ICE Estudio, S.L. Imprime: Gráficas Isasa, S.L. - Arnedo (La Rioja) ISBN 978-84-96637-68-9 (O.C.) ISBN 978-84-96637-69-6 (v.1) ISBN 978-84-96637-70-2 (v.2) Depósito Legal: LR-170-2009 Impreso en España - Printed in Spain

ÍNDICE Vol. 1

Prólogo Trinidad Arcos Pereira, Jorge Fernández López y Francisca Moya del Baño (editores)................................................................ 17

1. La

retórica latina desde sus orígenes hasta nuestros días

La Retórica hoy Alfonso Ortega Carmona................................................................................ 23 La educación retórica en Cicerón. Los géneros en prosa Carmen Codoñer Merino................................................................................ 33 Les genres littéraires dans l’Institution Oratoire de Quintilien: de la Rhétorique à la Poétique Jacqueline Dangel........................................................................................... 65 El Rhetor y el Orator: enseñanza para la vida pública en Roma Juan Lorenzo...............................................................................................

83

Del arte retórica al arte predicatoria Antonio Alberte González............................................................................... 103 La Institutio Oratoria de Quintiliano: una retórica para el siglo XXI Tomás Albaladejo Mayordomo........................................................................ 129 José Musso Valiente y la tradición clásica latina: la Real Academia Latina Matritense y sus traducciones de autores grecolatinos José Luis Molina Martínez............................................................................... 151

2. Retórica

y

Lingüística

Caracterización funcional del sintagma preposicional de + ablativo en latín clásico Juan Carlos Berdasco Valle..........................................................................

171

Quintiliano y la Gramática Marina del Castillo Herrera.........................................................................

183

Una propuesta de “concordancia crítica”: la Institutio Oratoria de Quintiliano Javier Fresnillo Núñez y Antoni Biosca i Bas...............................................

197

Los rétores y la cantidad silábica: Cicerón, Quintiliano Jesús Luque Moreno......................................................................................

203

El léxico en la Declamatio I, atribuida a Quintiliano, a la luz de la Institutio VIII y XII Mª Ángeles Robles Sánchez...........................................................................

217

Retórica y pragmática: la expresión del complemento agente en Pro Milone Patricia Santos Guzmán..............................................................................

231

Elementos parentéticos en la organización discursiva de la oratoria de Cicerón Luis Unceta Gómez......................................................................................

247

3. Retórica

y

Literatura

El amor, soporte de la metamorfosis de la poética ovidiana Mª Consuelo Álvarez Morán y Rosa Mª Iglesias Montiel...............................

261

Tópicos épicos de cuño virgiliano en el Arauco domado de Pedro de Oña Mª Dolores Castro Jiménez y Almudena Zapata Ferrer................................

277

El Agamenón de Petronio: un peculiar caso de hipocresía retórica. Apuntes hacia una línea de investigación Antonio A. Curado Ferrera..........................................................................

291

Algunos aspectos retóricos de la humanitas. La persuasión a través del éthos y el páthos en Cicerón Javier Gómez Gil..........................................................................................

301

Eloquio victa puella: a propósito de la palabra como instrumento de seducción Rosario Guarino Ortega...............................................................................

315

Censorino, doctissimus artis rhetoricae? Mª Carmen Hoces Sánchez..........................................................................

321

Marco Antonio, ‘parásito’ y ‘rufián’, en Cicerón (Filípicas II 6, 15) Matías López López......................................................................................

335

La alternancia de la oratio recta y de la oratio obliqua en los discursos intercalados de la historiografía romana Luis Pomer Monferrer...................................................................................

345

Discursos deliberativos en las Res gestae Alexandri Macedonis de Julio Valerio: algunas observaciones Mª Carmen Puche López .............................................................................

357

Ovidio Amores I 8: un ejemplo de discurso retórico María José Pujante Serrano..........................................................................

371

Diversas lecturas de un texto poético: a propósito del carmen 5 de Catulo Miguel Rodríguez-Pantoja............................................................................

383

La técnica y la fuerza de la palabra en los Fastos de Ovidio: I 3-26 Mª Dolores Solano Solano............................................................................

397

4. Historia/Cultura: retórica

y sociedad

El discurso deliberativo y la voz de la conciencia Juan Luis Conde Calvo.................................................................................... 409 Recursos retóricos en el discurso literario-musical María del Pilar Couceiro..............................................................................

423

Cuando el cuerpo se construye a través del lenguaje satírico, el caso de Juvenal Marcela A. E. Cubillos Poblete......................................................................

435

La materia retórica en la preceptiva clásica Eduardo Fernández Fernández...................................................................

449

Recursos formulares en las Tabellae Defixionum Alejandra Guzmán Almagro.......................................................................

461

La retórica jesuítica renacentista Juan Mª Núñez González............................................................................

471

El orador y su Musa Mª Luisa Picklesimer Pardo..........................................................................

479

La obra retórica de Cicerón en el Fondo Antiguo de la Biblioteca de la Universidad de La Laguna: ediciones y comentarios Carolina Real Torres y Francisco Salas Salgado...........................................

489

Obras de retórica latina en Canarias en el siglo XVI: el fondo antiguo de la Biblioteca de la Universidad de La Laguna Francisco Salas Salgado y Carolina Real Torres...........................................

499

5. Antigüedad

tardía y

Edad Media: retórica

y oratoria en

la tradición cristiana y medieval

La transformación del texto de Cicerón en los excerpta del manuscrito Q I 14 de la Biblioteca del Monasterio del Escorial Carmen Mª Acero Viñas...............................................................................

515

El tratamiento de la inventio en las artes poéticas medievales Ana Calvo Revilla.........................................................................................

529

Recursos retóricos en un poema latino cristiano Josep M. Escolà Tuset....................................................................................

551

El prólogo de De altera vita de Lucas de Tuy Emma Falque...............................................................................................

561

El proceso de inventio, dispositio y elocutio en la elaboración de los florilegios medievales Beatriz Fernández de la Cuesta González...................................................

573

Inventio, dispositio, ordo rerum, etc.: huellas de terminología retórica en el De institutione musica de Boecio Francisco Fuentes Moreno...........................................................................

585

La actitud poética de Sedulio a través de la metáfora: el proemio del Carmen Paschale Mª Dolores Hernández Mayor......................................................................

599

Retórica y artes liberales en el De animae exsilio et patria de Honorio de Autun Guadalupe Lopetegi Semperena...................................................................

613

Quintiliano: Institutio Oratoria; Boecio: Institutio Musica Jesús Luque Moreno......................................................................................... 627 El De schematibus et tropis de Beda y la cristianización de la retórica Francisca del Mar Plaza Picón y José Antonio González Marrero...............

653

Anexo 1 David Puerta Garrido, Trinidad Arcos Pereira, Ferrán Grau Codina y Pedro Rafael Díaz y Díaz.............................................................................

665

Vol. 2 6. Retórica, Humanismo

y

Renacimiento I

La narración y el elogio en los Scholia in Aphthonii Progymnasmata de Juan de Mal Lara Trinidad Arcos Pereira y María Elisa Cuyás de Torres.................................

731

¿Un nuevo tipo de controversia? Didascalia multiplex, capítulo XIV Mª Teresa Beltrán Noguer y Ángela Sánchez La Fuente...............................

743

Las obras de retórica y oratoria de Cicerón en el Comentario a la Poética de Aristóteles de Francisco Robortello (1555) Jesús Bermúdez Ramiro...............................................................................

753

El latín en las Lectiones Antiquae de Celio Rodigino Pedro Pablo Conde Parrado y José Luis Ruiz Miguel....................................... 765 La recepción de la fórmula epistolográfica del saludo en las Epistulae Responsoriae humanísticas a las Heroidas de Ovidio Manuel Antonio Díaz Gito...........................................................................

777

Eloquentia, ancilla philosophiae: la retórica según Diego de Zúñiga, Osa, (1597) y Rodrigo de Arriaga, Si, (1637) Mª Ángeles Díez Coronado...............................................................................

789

Teoría y práctica de la imitación ciceroniana en el diálogo De iuventute de Sebastián Fox Morcillo Antonio Espigares Pinilla.............................................................................

799

Mitología y retórica en la Giganthomachia de Francisco de Sandoval Mª Cruz García Fuentes...............................................................................

817

Instrucciones retóricas en el Proxeneta de Gerolamo Cardano Miguel Ángel González Manjarrés...............................................................

831

Gramática y estilo: deslindes retóricos en el comentario humanístico a la poesía Felipe González Vega...................................................................................

843

Selección de autores clásicos y cristianos en la biblioteca de Eneas Spennazio. Toledo, Biblioteca del Cabildo, ms. 21-43 Iván Moya Rodríguez...................................................................................

855

Retórica y poética: dos disciplinas convergentes en la tradición humanística José Luis Pérez Pastor y Jorge Sáenz Herrero................................................

869

7. Retórica, Humanismo

y

Renacimiento II

La retórica del cuerpo: Influencias clásicas en Domenico da Piacenza Zoa Alonso Fernández.................................................................................

883

La ironía en Vives Joaquín Beltrán Serra..................................................................................

895

La historia como opus oratorium en Giovanni Antonio Viperano Avelina Carrera de la Red............................................................................

911

Cuestiones retóricas en el comentario de Fonseca y Figueroa a la Andria Milagros del Amo Lozano.............................................................................

927

Séneca el Viejo y Montaigne Arturo Echavarren Fernández.....................................................................

941

Los Barbari, Nicolás Biese y su Oratio pro bonis literis. Una sesión científica tormentosa en el Estudi General de València a mediados del siglo XVI José Mª Estellés González..............................................................................

953

Un retrato en latín del primogénito de Felipe II a la luz de la retórica clásica. Elogio del padre mediante el denuesto del hijo Juan María Gómez Gómez..........................................................................

963

La amplificatio en las retóricas sagradas hispanas de los siglos XVI y XVII José González Vázquez................................................................................... 977

Retórica y Artes memoriae: la memoria en los Rhetoricorum libri quinque de Jorge de Trebisonda Luis Merino Jerez.........................................................................................

983

El acercamiento retórico de los humanistas al teatro clásico: los scholia de Carolus Stephanus a la Andria de Terencio Manuel Molina Sánchez..............................................................................

995

Cartas de Benito Arias Montano a Nicolás Plantino (1574-1586) Guadalupe Morcillo Expósito....................................................................... 1007 La conciliación del Estado Moderno con la Retórica Clásica: la memoria de Fray Diego Valadés Delfín Ortega Sánchez................................................................................. 1019 La proyección de la retórica en la Syruporum universa ratio de Miguel Servet, una censura diligenter expolita Mª Teresa Santamaría Hernández............................................................... 1029 La Querela pacis de Erasmo en el epitalamio de Diego de Guevara en honor de Felipe II e Isabel de Valois Antonio Serrano Cueto................................................................................. 1043

8. Retórica, Humanismo

y

Renacimiento III

Séneca el Viejo y Quevedo Ignacio Javier Adiego Lajara, Esther Artigas Álvarez y Alejandra de Riquer Permanyer........................................................................................ 1059 Retórica y oratoria: los discursos de Vicente Blas García Ferran Grau Codina y Xavier Gómez Font.................................................. 1073 Epigrama y soneto Carmen Guzmán Arias y Marcos Ruiz Sánchez.......................................... 1087 Cicero repraesentandus. El Pro Archia poeta de Cicerón en la enseñanza oratoria de Petrus Francius (Amsterdam 1645-1704) Chris L. Heesakkers......................................................................................... 1099 Spes et fortuna valete. Retórica y tradición clásica en el epitafio de fray Antonio de Guevara Rafael Lázaro Pérez..................................................................................... 1113

Los discursos en la obra Argonautica Americanorum (1647) del jesuita alemán Johann Bissel Raúl Manchón Gómez................................................................................. 1123 Implicación de las corrientes ascéticas hispanas del siglo XVI en los mecanismos de la retórica: los ejercicios espirituales y la evidentia César Domingo Martín Luis............................................................................ 1135 El Diálogo de la Concepción de Nuestra Señora del Padre Bravo a la luz de los libros De Arte Poetica y De Arte Oratoria de Bartolomé Bravo Joaquín Pascual Barea................................................................................... 1143 La Institutio Oratoria de Quintiliano, un soporte indispensable en la preceptiva de la Rhetorica de Gr. Mayans F. Jordi Pérez i Durà........................................................................................ 1157 El análisis fisiológico del predicador en el Examen de ingenios de Huarte. ¿Cuestión de selección o de ortodoxia? Mª Dolores Rincón González.......................................................................... 1171 Traducciones latinas de sonetos de Petrarca Marcos Ruiz Sánchez y Carmen Guzmán Arias............................................. 1181 Concepto y funciones de la retórica según la enseñanza de Hernando Alonso de Herrera en su edición del Opus absolutissimum Rhetoricorum Georgii Trapezuntii cum additionibus Herrariensis María Asunción Sánchez Manzano................................................................ 1195 La retorización del debate teológico: Cano vs. Sepúlveda Juan J. Valverde Abril...................................................................................... 1209

9. Pervivencia

de la tradición clásica: actualidad de la retórica

y de la oratoria

La Edad de Oro en Federico García Lorca: metamorfosis de un tópico Modesto Calderón Reina................................................................................. 1225 Virgilio y la Compañía de Jesús: Juan Andrés y su Disertación en defensa del episodio de Virgilio sobre los amores de Eneas y de Dido J. David Castro de Castro............................................................................. 1237 Briseida: construcción y evolución de un personaje Vicente Cristóbal López................................................................................... 1251

La elegantia de Juvenco en el comentario arevaliano de la Historia Evangelica Mª Carmen Gil Abellán................................................................................ 1267 La empresa, un espacio de habilidades retóricas: la retórica empresarial Mª del Mar Gómez Cervantes....................................................................... 1281 Margaret Fuller: Los clásicos al servicio de la retórica femenina Ana González-Rivas Fernández..................................................................... 1295 La fortuna de la Oratio pro crepitu ventris: el deán Martí citado por Camilo José Cela Juan Ignacio Guglieri Vázquez.................................................................... 1307 La retórica antigua en internet Manuel López-Muñoz.................................................................................. 1323 El Arte poética de Horatio de don Luis Zapata Manuel Mañas Núñez.................................................................................. 1337 Metáfora y metonimia en la retórica latina: revisión en la actualidad Mª del Carmen Sánchez Manzanares............................................................. 1359 Las Confesiones de San Agustín como fuente de la novela Vita brevis de J. Gaarder Alicia Soler Merenciano............................................................................... 1375 Las operaciones retóricas de inventio y dispositio y la creatividad en el lenguaje publicitario Raúl Urbina Fonturbel................................................................................. 1391

Anexo 2 Jorge Fernández López, María Luisa Harto Trujillo, Violeta Pérez Custodio y José Miguel Baños Baños....................................... 1411

El discurso deliberativo y la voz de la conciencia Juan Luis Conde Calvo Universidad Complutense de Madrid

1. Un diagnóstico del imperio en la obra de Cicerón Como el conjunto de la teoría política ciceroniana, De re publica es una lectura de la crisis del régimen –en su doble aspecto, interno y externo–, en contraste con un pasado idealizado. A diferencia de Gayo Salustio, que retrotrae el origen de esa crisis al año 146 y la desaparición de Cartago, la potencia rival, Marco Tulio Cicerón la sitúa unos años después, a fines de los años treinta, es decir, a partir de la escisión de la aristocracia, responsabilidad última del tribuno Tiberio Graco. Al tiempo que un diagnóstico, el tratado es un recetario (a la desesperada) de soluciones al problema. De ese modo sienta las premisas a las que se tratará de satisfacer en trabajos posteriores. Un buen punto de partida para seguir este hilván de ideas es el célebre discurso de Furio Filo1, ejemplo por antonomasia de los efectos producidos por lo que podemos denominar “la semilla de Carnéades” en la vitalidad del debate moral y político romano. Como se sabe, el filósofo griego Carnéades pronunció en el año 155 sendos discursos públicos que provocaron el escándalo de Catón, ya que, tomando como tema la justicia, defendían exactamente lo contrario el uno del otro. Sea o no un eco textual del “discurso contra la justicia” de Carnéades, el de Furio Filo no se manifiesta sofísticamente contra ella (o a favor de la injusticia),

1. 

De rep. 3, 8ss.

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Juan Luis Conde Calvo

sino que discute la mera existencia real de la justicia tomando como prueba de cargo el propio imperialismo romano. Su interés argumental consiste en subrayar la contingencia misma de la justicia: son las propias conveniencias las que se convierten en “justicia” por medio de leyes interesadas. De hecho, la moral y la justicia es cosa de tontos; los listos buscan su propio beneficio. Haciendo de abogado del diablo, Furio Filo se atreve a llamar a las cosas por su nombre y a denunciar el carácter retórico2 de las justificaciones morales: en su comportamiento con los otros pueblos, viene a decir, los propios romanos llaman justicia a lo que no es más que inteligencia, es decir, la protección descarada de sus intereses. Sin utilizar nunca esa palabra, los llama hipócritas. Esa acusación subliminal fuerza a Cicerón a defender, por boca de Lelio, la “realidad” de la “idea”: la existencia de una justicia universal, ni retórica ni contingente ni dependiente de las conveniencias o leyes particulares, a la que, en su forma pasada o en su forma ideal, se ajustaría el imperialismo romano3. Eso, al menos, en el plano teórico, porque la vigencia de los argumentos de Furio/ Carnéades estaba corroborada en época de Cicerón por una realidad mucho más difícil de refutar: el devastador imperialismo tardorrepublicano, depredador hasta hacerse proverbial. La réplica se vuelve entonces historicista: frente a un pasado irreprochable, encarnación misma del ideal moral, la degeneración databa a partir de la “escisión” de carácter populista y utilitarista –en una palabra, epicúreo– desencadenada por los hermanos Graco. La “causa justa” alegada siempre por Roma no es, pues, mera retórica, sino un hecho sólo puesto en duda por comportamientos erráticos de la historia reciente. El imperio ha degenerado conforme se olvidaban los preceptos y comportamientos de los antepasados. El proceso de esa degeneración puede seguirse, sin una exposición precisamente metódica, en De officiis. En parte, hay una clave de naturaleza emocional. En un pasaje muy citado4 denuncia su autor un cambio radical de los sentimientos hacia Roma por parte de lo que podríamos llamar sus súbditos. Ese fenómeno resulta paralelo a la quiebra

2.  En el presente artículo, el substantivo “retórica” y sus adjetivos correspondientes se utilizan en principio para referirse, sin connotación, al corpus teórico o doctrinal que gobernaba el arte de la composición y ejecución de discursos y, más en particular, a su componente argumental (la inventio). Eso no es óbice para que, como en el presente caso, el término se emplee in malam partem, es decir, en el sentido, corriente en castellano, de mensaje distinto y a menudo enfrentado a los hechos de la realidad. 3.  La adecuación de la legalidad romana a los principios universales de justicia es también la tesis que sostiene el tratado De legibus. 4.  De off. 2, 26-29

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El discurso deliberativo y la voz de la conciencia

de un supuesto modelo de dominio internacional por parte de Roma que, para el hombre de Arpino, se ajustaba más bien a un ideal sistema de tutela, un protectorado exterior a semejanza del sistema interno de clientela (patrocinium verius quam imperium). Desde su superior posición de patrón de naciones, en su labor de arbitraje de las disputas ajenas, la Roma de los antepasados ejercía un poder amable. En cambio, ya desde un momento incierto (iam antea), pero en especial desde época de Sila, Roma proyecta la crueldad, el odio y el miedo. La clásica cita de Accio (Oderint dum metuant) parece acechar la mente de Cicerón al redactar estas líneas cuando asegura que, en realidad, se trata de un cambio de actitud por parte de Roma, que prefiere hacerse temer antes que, como antaño, hacerse querer. Esta nueva política sería resultado de una alarmante transformación en los móviles y actitudes del intervencionismo en el exterior, vinculada tanto a las personas como a las instituciones. En términos de una clásica oposición planteada por los manuales de retórica a la que nos referiremos más abajo, Cicerón denuncia5 el abandono del respeto por los principios morales (honestas) en aras del interés puro y duro (utilitas): los antepasados practicaban el juego limpio, el fair play, honrando los valores y principios (los juramentos y la palabra dada, por ejemplo) aunque les supusiera una aparente desventaja; ahora en cambio se ha producido el triunfo del argumento de la utilidad en toda su cruda franqueza. Vincat utilitas! es el lema del presente y que, por usar el título de un libro de Noam Chomsky, podríamos traducir como “el beneficio es lo que cuenta”. Esta referencia de índole oratoria nos permite fechar con más precisión la mutación moral, la pérdida de buenos hábitos detectada de manera imprecisa con anterioridad a Sila, y que se hace así coincidir con el momento en que nuestro autor sitúa también la fractura política de la clase dirigente republicana: es a los hermanos Graco a quienes se puede atribuir el surgimiento de la oratoria popularis y su característico argumento utilitario. Pero ni siquiera Cicerón es tan idealista como para sugerir que, antes de eso, los antepasados fueran unos santurrones pacifistas y desentendidos de cuaquier beneficio. No se trata de que ignorase que, como sus contemporáneos, los ancestros hacían la guerra y obtenían provecho de ella. Se trata más bien de que, incluso en nombre de la guerra y de sus réditos, se habría producido un tercer cambio que no puede por menos que considerar degenerativo: la substitución del interés público por el privado6. Los antepasados no expropiaban para sí mismos,

5.  6. 

Íbid. 3, 86-88. Íbid. 2, 75-76

411

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sino para ornato del Estado. Siempre según Cicerón, ni un Paulo Emilio –el hombre que consiguió eximir de impuestos a los ciudadanos de Roma gracias al botín de Pidna– ni un Mummio –que llenó Italia de monumentales despojos de Corinto y de toda Grecia– tenían interés personal en sus saqueos. Después de ellos, se queja amargamente, ni siquiera la aprobación de las leyes sobre concusión había podido impedir el tiempo de los aventureros profesionales y de la explotación del imperio para fines personales. 2. El anillo de Giges, o la construcción de la conciencia Sin voluntad o sin capacidad para rastrear los conflictos estructurales del poder romano en su fase crítica, y mucho menos de condenar el imperialismo per se, Cicerón reducía todo el problema –en sus dos facetas: la ruina del sistema político y la perversión del poder imperial– a una cuestión de moral individual7. De nuevo es en De re publica donde, en frase célebre, se hace el diagnóstico8: “Conservamos la República sólo de palabra, porque en la realidad ya hace tiempo que la hemos perdido: eso no se lo debemos a ninguna casualidad, sino a nuestros propios vicios.” Y el mayor defecto del gobernante, el peor “vicio” contra la virtud política por excelencia, la justicia, es la hipocresía, formulada en términos transparentes desde el principio de De officiis9: “No hay forma más grave de injusticia que la de aquellos que, cometiendo en grado máximo una falta, aparentan ser buenas personas.” El tema de la doblez, variante de la clásica antinomia entre apariencia y realidad, se convierte en leit-motiv del libro tercero, allí donde se define también el concepto de dolus malus. Cuando preguntaban a Gayo Acilio en qué consistía ese delito, escribe Cicerón, él respondía10: “Cuando se aparenta una cosa y se hace otra”. Es en ese contexto intelectual en el que introduce11 el celebre mito platónico del anillo de Giges, esa versión original del “señor de los anillos”, que sin duda conocía Tolkien y que bien pudo inspirar su relato: un pastor de Lidia

7.  La idea ha sido reiterada. Véase en general N. Wood, Cicero’s social and political thought, U. of California Press 1988. A nuestro propósito, v. C.E.W. Steel, Cicero, Rhetoric, and Empire, Oxford U. Press 2001, p. 197; L. Perelli, Il pensiero politico di Cicerone, La Nuova Italia, Florencia 1990, p. 168. 8.  De rep. 5, 2: Nostris enim vitiis, non casu aliquo, rem publicam verbo retinemus, re ipsa vero iam pridem amisimus. (La traducción, como del resto de textos latinos citados, es mía). 9.  Íbid. 1, 41: Totius autem iniustitiae nulla capitalior quam eorum, qui tum, cum maxime fallunt, id agunt, ut viri boni esse videantur. 10.  Íbid. 3, 60: cum ex eo quaereretur, quid esset dolus malus, respondebat, cum esset aliud simulatum, aliud actum. 11.  Íbid. 3, 38.

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El discurso deliberativo y la voz de la conciencia

rescata de un abismo, abierto en la tierra tras un terremoto, un anillo mágico que, al colocárselo en el dedo, le vuelve invisible. Sirviéndose de él consigue infiltrarse en palacio, seducir a la reina, derrocar al rey y hacerse con todo el poder… El anillo de Giges actúa como una pequeña fábula que ilustra el mal político por excelencia: el divorcio entre el público discurso moral y las personales prácticas reales, la hipocresía. Puesto que no se actúa adecuadamente por convicción, sino por miedo a la exhibición y la represión pública, el factor de la “invisibilidad” –la ausencia de testigos capaces de hacer valer la ley, la impunidad– se vuelve un punto crucial, alegoría del crimen inaccesible a la prevención y al castigo, inmune a los efectos legales del discurso moral. La magia del anillo y su tentación delatan al adversario número uno de la rectitud: esa creencia, formulada por Furio Filo, de que la conducta decorosa es un estorbo para el beneficio personal, esa “apariencia de inteligencia” que posee la maldad. Armonizada como está con la ley natural, que abarca a todos los hombres en su beneficio, la ley positiva condiciona un discurso moral; la inteligencia, que sugiere beneficios incompatibles y persigue el propio, una actitud a su recaudo. En consecuencia, se publicita una cosa y se hace otra. Ése es el que podríamos llamar “síndrome de Giges”: moralismo de principios, crimen de hecho. Ése es también el mal del poder en Roma por excelencia12: “No podría encontrarse”, se lamenta nuestro hombre, “mayor desgracia en la vida que la maldad bajo la apariencia de inteligencia. De ella surgen esos incontables casos en que da la impresión de que el beneficio y los principios están en conflicto. ¿Cuántos encontraríamos que, si se les ofrece la oportunidad de la impunidad y la ausencia de testigos, podrían abstenerse del delito?” La propia pregunta retórica de Cicerón deja entrever ya qué pocos… Y ése es, obviamente, el problema recurrente de tantos y tantos magistrados y promagistrados romanos que actúan libres de vigilancia lejos de Roma, en provincias13. Eso debía saberlo bien el abogado que, a fin de cuentas, saltó a la fama precisamente como fiscal del caso contra Verres, el expoliador de Sicilia. ¿Cómo controlar su

12.  De off. 3, 71-2: Quocirca astutiae tollendae sunt eaque malitia, quae vult illa quidem videri se esse prudentiam, sed abest ab ea distatque plurimum (…) Nec ulla pernicies vitae maior inveniri potest quam in malitia simulatio intellegentiae, ex quo ista innumerabilia nascuntur, ut utilia cum honestis pugnare videantur. Quotus enim quisque reperietur, qui impunitate et ignoratione omnium proposita abstinere possit iniuria? 13.  En su trabajo Roman Political Ideas and Practice (U. of Michigan 1964, p. 52), F. E. Adcock hace suya esta percepción ciceroniana introduciendo expresamente la noción de “conciencia”: “Outside the community, when unguarded by a traditional code of action in the sight of one’s fellows, [the virtues of the Romans] seemed to lose much of their compelling force (…) When [Roman aristocrats] left the society of their peers, and went abroad to see that Rome got her way and the revenues, they failed to pack their consciences in their baggage.” (Subrayados míos)

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comportamiento, cómo llevar hasta los remotos confines en que se encontraban la observancia de las, según él, muy justas y racionales leyes romanas? Obligado por su propio diagnóstico y frente a un mal manifiestamente tan generalizado, Cicerón sólo podía concebir un remedio: convertir a cada uno en vigilante de sí mismo. De officiis representa quizá mejor que ninguna otra obra el esfuerzo ciceroniano por construir la vida interior y su sistema de autovigilancia contra la tentación de la “invisibilidad”: en esa obra se formulan los imperativos no ya legales, sino internos del comportamiento adecuado. Podríamos considerar su propósito como la proyección en Roma del proceso de interiorización griego cuyos primeros pasos dibujara de manera tan inolvidable Bruno Snell en Die Entdeckung des Geistes: el “descubrimiento de la mente”. El “descubrimiento de la mente” romano vendría a consistir, pues, en la “construcción de la conciencia”, la interiorización de la culpa y la responsabilidad en los hombres de Estado. Se ha dicho que Cicerón pretendía que los gobernantes se hicieran filósofos: en realidad pretende que lo que antes era don exclusivo de los “sabios”, el autocontrol, se instale también en los políticos. Ése sería el requisito del funcionamiento equilibrado y no degenerativo del poder del Estado, un antídoto de la impunidad por ausencia de testigos. “Nadie es tan malvado que también quiera parecerlo”, escribiría más tarde Quintiliano14, valorando así el peso del auditorio público en un ámbito civilizado. Ése es también el fundamento de la hipocresía. En un mundo con valores morales y legales correctamente asentados por obra de la razón, el “hombre bueno” debe buscar la gloria superando precisamente la fractura entre el ser y el parecer15. “Ser igual que se quiere parecer”: lustrada por su pátina socrática, tal es la nueva receta para la gloria. Incluso en su expresión formal en latín16, resulta la antítesis del hipócrita. Para quien acepte el reto, el cerco moral se estrecha hasta su propio fuero interno o, si se prefiere, su fuero interno no debe discrepar de su “cuero externo”. Lo que no se ve de él debe ajustarse a lo que se ve, lo que no se oye debe ajustarse a lo que se oye17: “Semejante hombre no se atreverá siquiera a pensar lo que no se atreva a pregonar”. Pensar es pregonar, “predicar” (praedicare), decir

14.  I.O. 3, 8, 44: Neque enim quisquam est tam malus, ut videri velit. 15.  Ibid. 2, 43: Quamquam praeclare Socrates hanc viam ad gloriam proximam et quasi compendiariam dicebat esse, si quis id ageret, ut qualis haberi vellet, talis esset. 16.  Compárese 2, 43 con 1, 41 (nota 9): id agunt, ut viri boni esse videantur. 17.  De off. 3, 77: Huic igitur viro bono, quem Fimbria etiam, non modo Socrates noverat, nullo modo videri potest quicquam esse utile, quod non honestum sit. Itaque talis vir non modo facere, sed ne cogitare quidem quicquam audebit, quod non audeat praedicare.

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en público. El lenguaje íntimo debe tener el coraje de ser igual de morigerado que el público, debe estar controlado por sus mismas premisas. La creación de la conciencia se traduce así en la construcción del auditorio crítico interior, testigo universal. En esta prefiguración del Dios cristiano, incluso nuestros pensamientos íntimos y más secretos están sometidos a juicio. De la censura social se pasa así a la autocensura: asistimos en cierto modo al intento por parte de Cicerón de poner en circulación el pecado. Si nos atrevemos a emplear los conceptos acuñados por la antropóloga Ruth Benedict, y utilizados también por el helenista E. R. Dodds, podríamos decir que Cicerón pretende hacer evolucionar a Roma de la “cultura de la vergüenza” a la “cultura de la culpa”. La moralidad es algo que está más allá incluso de aquello a lo que te obliga la ley: es la coerción del ideal. Quisiera llamar aquí la atención sobre cómo el mecanismo de construcción establece estrechos vínculos entre la teoría retórica y la moral. No se trata de algo nuevo en realidad. Ya el ejemplo del concepto de decorum demuestra la estrecha conexión entre ambas, una conexión que, ciertamente, podría retrotraerse hasta Aristóteles, cuyo concepto de to prpon también cabalgaba en su obra a horcajadas de la doctrina ética y la retórica. La traducción latina que propone Cicerón, decorum, es un “ideal” que pasa del terreno de la preceptiva retórica (entendido en Orator como el tono adecuado a un tema) a la moral convertido en resumen del comportamiento adecuado para el “hombre bueno”18. El testimonio del castellano “decoro” demuestra hasta qué punto cuajó y terminó arraigado en el moralismo un principio de carácter literario. Sin embargo, quizá como ninguna otra, la obra ciceroniana deja traslucir en qué gran medida la elaboración de lo que nosotros llamaríamos “conciencia”, con sus componentes de patrón moral y vigilancia interna de la conducta, debe su concepción a la reflexión generada en torno a temas retóricos. Y de todo el corpus doctrinal de la retórica, se diría que el utensilio básico es la teoría del discurso deliberativo, el discurso político por excelencia, ése que pretende responder a la muy leninista cuestión: ¿qué hacer? El fuero interno (el animus) se concebirá así como un foro interno donde se desarrolla una verdadera “deliberación” (consilii capiendi deliberatio)19, un debate en el que uno mismo es, a la vez, “consultor” y

18.  Compárese Or. 70-71 con De off. 1, 93-94. 19.  De off. 1, 9: Triplex igitur est, ut Panaetio videtur, consilii capiendi deliberatio. Nam aut honestumne factu sit an turpe dubitant id, quod in deliberationem cadit; in quo considerando saepe animi in contrarias sententias distrahuntur. Tum autem aut anquirunt aut consultant ad vitae commoditatem iucunditatemque, ad facultates rerum atque copias, ad opes, ad potentiam, quibus et se possint iuvare et suos, conducat id necne, de quo deliberant; quae deliberatio omnis in rationem

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“asesor”, deliberans y suasor. Pasamos así del monólogo que pretende la persuasión de los demás al monólogo que tiene como misión persuadirse a sí mismo: la voz de la conciencia. Es natural que, para un ejercicio moral concebido como “discurso sordo”, para uno mismo, la figura emblemática sea Escipión el Africano, el héroe de la guerra contra Aníbal, presentado en De re publica20 como el hombre que “nunca estuvo menos solo que cuando estaba solo”, el prototipo de quienes hablan consigo mismo sin necesidad de testigos (qui nullo arbitro vel secum ipsi loquantur). Resulta difícil exagerar la importancia que Escipión el Africano tiene en la mitología cívico-moral de Cicerón: recordemos que, como sabemos gracias al célebre “sueño” de su nieto, el abuelo Escipión fue también el primer romano que subió al cielo tras su muerte… Él fue también, por así decirlo, la “primera conciencia” romana. ¡Extraña paradoja para el hombre a quien algunos historiadores nos presentan como el primero en diseñar un programa imperial consciente para Roma21! Si, de nuevo, De re publica22 establece las premisas de ese esfuerzo de autopersuasión (a través de la imagen de la mente como “domadora” de los impulsos irracionales y, por eso, inmorales), De officiis propondrá los argumentos “deliberativos”, la base para disipar las dudas23 sobre el comportamiento adecuado y la toma de decisiones. En ese “monólogo interior”, la conciencia es el depósito de la inventio argumental. 3. Honestum-utile: teoría retórica y retórica política Tal vez sea en la caracterización de los subgéneros discursivos donde la reelaboración helenística de la que beben los romanos se había apartado más llamati-

utilitatis cadit. Tertium dubitandi genus est, cum pugnare videtur cum honesto id, quod videtur esse utile. Cum enim utilitas ad se rapere, honestas contra revocare ad se videtur, fit ut distrahatur in deliberando animus afferatque ancipitem curam cogitandi. Obsérvese la muy didáctica repetición del substantivo deliberatio y su verbo correspondiente delibero. 20.  1, 27-8. 21.  Jerôme Carcopino –siguiendo seguramente a Polibio– asegura que el imperialismo romano surge “en la conciencia de sus jefes” durante la lucha contra Aníbal (Las etapas del imperialismo romano, Buenos Aires 1968, p. 13). De ella obtendría Escipión el Africano una “vocación de victoria indefinida”. 22.  Véase 2, 67. 23.  Desde el principio, De officiis está planteado expresamente como un manual para resolver las dudas fundamentales del comportamiento: reléase de nuevo 1, 9 (nota 18), reparando ahora en la reiteración de los verbos y expresiones que designan la duda. Por su parte, la canónica del genus deliberativum, tal como la formularía más tarde Quintiliano, sería taxativa al respecto: Omnis enim deliberatio de dubiis est (I.O. 3, 8, 25).

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vamente de la doctrina de Aristóteles24. Éste, partiendo de su idea fundamental de que el auditorio establece las condiciones de rendimiento y eficacia del discurso, utilizaba su distinta naturaleza con propósitos clasificadores: el auditorio puede ser juez del discurso o simplemente espectador. Si el auditorio actuaba como juez, la porfía oratoria podía versar sobre una determinada configuración ya sea del pasado (sobre cómo sucedieron en realidad ciertos hechos) o bien del futuro (sobre qué sucederá caso de tomarse o dejarse de tomar tal o cual iniciativa). En el primer caso se trataría de lo que los romanos denominaron discurso “forense” o judicial; en el segundo, del discurso “deliberativo” o político. Finalmente, si el auditorio actúa simplemente como espectador de una exhibición oratoria destinada a complacerle, nos encontraríamos ante un discurso “demostrativo” o de ocasión. Pero, sin ignorar, como veremos, el planteamiento orientado hacia el auditorio, la tratadística romana prefiere poner en un segundo plano las relaciones que se establecen entre los participantes en el acto de habla y caracterizar prioritariamente a cada uno de los tres subgéneros en función de la finalidad que se persigue con el discurso, un criterio secundario para Aristóteles. En su obra temprana De inventione, Cicerón recoge, a la hora de hacerlo, una nueva corrección al estagirita que se suma a la anterior para resaltar su interés por el lado moral (honestas) de las cosas25: “En el género judicial, la finalidad es la equidad, es decir, un aspecto de la moral; en el deliberativo, Aristóteles opina que es la utilidad (utilitas), pero nosotros creemos que es tanto la moral como la utilidad; en el demostrativo, la moral.” Lo que caracteriza, pues, al género deliberativo –o, en otras palabras, al lenguaje político– es el objetivo del orador por hacer valer ya sean valores y principios (honestum, dignum; honestas, dignitas) ya sea el interés y beneficio (utile, commodum; commoditas, utilitas). Pero, ¿de qué se habla cuando se habla de honestas o de utilitas? En una de las obras retóricas que Cicerón compuso en el tramo final de su vida, las Partitiones Oratoriae, se pasa revista a las categorías de bienes que se persiguen en el discurso deliberativo, agrupándolos cuidadosamente en torno a uno u otro de los dos polos, la moral o la utilidad, los principios o el

24.  Un resumen de la historia de la cuestión, a propósito del género deliberativo, puede seguirse en J. Martin, Antike Rhetorik, Múnich 1974, pp. 169 ss. 25.  De inv. 2, 156: nam placet in iudiciali genere finem esse aequitatem, hoc est partem quandam honestatis. in deliberativo autem Aristoteli placet utilitatem, nobis et honestatem et utilitatem, in demonstrativo honestatem.

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beneficio26: “De los bienes que se persiguen por sí mismos, unos se persiguen en nombre de los principios (honestas) y otros por algún tipo de beneficio (commoditas): en nombre de los principios, los que se derivan de aquellas virtudes que, como dijimos antes, son honrosas por sí mismas; por algún tipo de beneficio, en cambio, son los que hay que encontrar entre los bienes del cuerpo o de la fortuna. Algunos de éstos forman prácticamente parte de los principios, como los cargos políticos o la gloria, y otros son de otra naturaleza, como la fuerza física, la belleza, la salud, la alcurnia, las riquezas, la clientela. Existe además una especie de elemento material que está en dependencia de los principios y que se manifiesta sobre todo en las amistades. Las pruebas palpables de la amistad son el amor y el afecto.” Se diría que la separación se establece entre lo “virtual” (virtus) y lo “material” (materies). Las virtudes representan el núcleo de lo honestum, de los principios: ellas son, valores intangibles, una retribución en sí mismas. Las rentas económicas son, por el contrario, parte fundamental de la utilitas, el interés o beneficio, el elemento material y tangible. Después, hay territorios cruzados: los bienes –el amor y el afecto– que procura la amistad, representan una, por así decirlo, materialización de la honestas. La gloria, en cambio, pese a tratarse de un beneficio resulta afín a los principios, porque es del tipo “intangible” (al igual que los cargos políticos, naturalmente no retribuidos en la Roma republicana). Pero lo más interesante es que, en su tratadística retórica, Cicerón demuestra ser consciente de un conflicto que aparece formulado en el terreno de la pura teoría: la posibilidad (“muy frecuente”, dice) de que los argumentos de “utilidad” entren en disputa con los de “honestidad”27, que el argumento del beneficio pugne con el argumento de los principios morales. Es más, de hecho –y es aquí donde la doctrina aristotélica se recupera oportunamente– existen dos tipos distintos de auditorio “uno ignorante y rústico (indoctum et agreste), que antepone siempre el beneficio a los principios, y otro humano y educado, que antepone la

26.  Part. Or. 87-88: Eorum autem [bonorum] quae propter se expetuntur partim honestate ipsa, partim commoditate aliqua expetuntur: honestate ea quae proficiscuntur ab eis virtutibus de quibus paullo ante est dictum, quae sunt laudabilia ipsa per se: commoditate autem aliqua quae sunt in corporis aut in fortunae bonis expetenda, quorum alia sunt quasi cum honestate coniuncta, ut honos, ut gloria, alia diversa, ut vires, forma, valetudo, nobilitas, divitiae, clientelae. Est etiam quaedam quasi materies subiecta honestati, quae maxime spectatur in amicitiis. Amicitiae autem caritate et amore cernuntur. 27.  Part. Or. 89: Sed quia temporibus, quae vim habent maximam, persaepe evenit ut utilitas cum honestate certet, earumque rerum contentio plerumque deliberationes efficit (…) Véase también de Or. 2, 335.

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decencia a todo.”28 Naturalmente, el discurso debe, si quiere evitar el fracaso, acomodarse al auditorio. En consecuencia, ante el primero de los auditorios deben alegarse las ganancias, el provecho y la rentabilidad que reportarían las medidas postuladas; ante el segundo, las “virtudes que deben cultivarse y desarrollarse en beneficio común de los hombres.”29 Pero esta distinción que reparte dos finalidades morales para dos auditorios contrapuestos no tiene el aire de lucubración teórica y sin referente preciso que tendrá siglo y medio más tarde en Quintiliano30. Quien fuera cónsul de la República romana es un hombre demasiado apegado a los avatares políticos de su propio tiempo como para que sus reflexiones teóricas se despeguen de referencias concretas. Robert Morstein-Marx31 ha observado oportunamente cómo los epítetos indocti o imperiti son, en la literatura ciceroniana, apelativos recurrentes del público de las contiones, de los asambleístas del foro; por su parte, el segundo auditorio, el de los hombres educados e instruidos, se corresponde naturalmente con los boni, con los miembros del Senado32. Tampoco es, pues, un tiempo abstracto ése en que la “utilidad” y la “honestidad” entren frecuentemente en conflicto: esa batalla argumental, encarnada en dos programas oratorios enfrentados, traduce en términos retóricos la batalla política de su época, resultado de una escisión en la estructura del poder metropolitano que el mismo Cicerón revela en De re publica33. Esos “tiempos” que “muy a menudo” plantean un conflicto entre los principios y el beneficio son los suyos propios… El debate respecto de los “fines” del genus deliberativum ocupó pronto en la Roma tardorrepublicana el lugar de una disyuntiva política que trasciende inmediatamente en la obra ciceroniana: en tanto que el argumentario optimate o senatorial se decía regido por lo honestum (y por tanto por las virtudes de cuño

28.  Part. Or. 90: hominum esse duo genera, alterum indoctum et agreste, quod anteferat semper utilitatem honestati, alterum humanum et politum, quod rebus omnibus dignitatem anteponat. 29.  Sobre el “doble auditorio” véase también íbid. 92. 30.  I.O. 3, 8, 2. 31.  Mass Oratory and Political Power in the Late Roman Republic, Cambridge U. Press 2004, pp. 68-69. 32.  Véase J. Lorenzo, “El poder de la palabra en Roma: dos modalidades de discurso político”, Cuadernos de lietratura griega y latina III, Madrid-Santiago de Compostela 2001, pp. 43-59; también el “Chapitre Préliminaire” de G. Achard, Pratique rhétorique et idéologie dans les discours “optimates” de Cicéron, Leiden 1981. 33.  1, 31 Habla Lelio: Quid enim mihi L. Pauli nepos, hoc avunculo, nobilissima in familia atque in hac tam clara re publica natus, quaerit, quo modo duo soles visi sint, non quaerit, cur in una re publica duo senatus et duo paene iam populi sint? Nam, ut videtis, mors Tiberii Gracchi et iam ante tota illius ratio tribunatus divisit populum unum in duas partis.

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estoico), la oratoria popular o concional era acusada de servirse del argumento utilitario: no en vano sus tópicos surgieron de la reclamación graquiana de usar los impuestos y gravámenes sobre las provincias para subsidiar la reforma agraria y repartir de ese modo los beneficios del imperio. Como decíamos más arriba, Vincat utilitas! es la fórmula de denuncia ciceroniana a la retórica popularis triunfadora en su tiempo34 –y, no lo olvidemos, culpable en primera instancia de todos los delitos del imperio. Pues bien, toda la estructura de De officiis, teóricamente en deuda con el filósofo estoico Panecio, está construida sobre la mencionada oposición. El libro primero se dedica al estudio de lo honestum; el segundo a lo utile. En el libro tercero, que Cicerón reclama como propio puesto que Panecio no llegó a publicar el correspondiente, se discutirán algunos de los casos conflictivos entre utilidad y honestidad, entre el beneficio y la moral, planteados por Furio Filo en De re publica –sólo para disolver su aparente35 contradicción bajo el muy idealista lema “nada que sea injusto puede ser útil”36. La idea de que la incompatibilidad entre la defensa del provecho y la de la moral pertenece sólo al mundo de la apariencia y no al de la realidad se remacha por reiteración y por compresión conceptual: de hecho, asegura el tratadista, honestas y utilitas son dos palabras distintas para una misma cosa37; verlas como cosas diferentes y enfrentadas es resultado de un error de juicio fundamental, de una particular ceguera intelectual a la vez que ética38. El origen de ese error de juicio sólo puede deberse a una personalidad depravada, de modo que “error” y “crimen” no son más que dos caras del mismo defecto. Más que resolverse, la duda se disuelve como un espejismo… Quien se siente atraido por el beneficio injusto es porque no comprende que, a la larga, se trata de un perjuicio: la conciencia y el cálculo bien conformados hablan con una sola voz. En tanto que remedio moral a los problemas políticos, la conformación de la “conciencia” pasaba también por la neutralización del argumento utilitario en

34.  No resulta extraño así que, a diferencia de De Inventione, en Ad Herennium, el primer tratado retórico que conservamos en latín y cuyo desconocido autor se hallaba vinculado con los “populares” (v. F. Pina Polo, Contra arma verbis, Fundación Fernando el Católico, Zaragoza 1997, pp. 94-95), la utilitas sea el único fin que se reconoce al discurso deliberativo (v. J. Martin, op. cit., p. 172). 35.  El valor de dicha “apariencia” puede juzgarse por la cuidadosa reiteración del verbo videri ya desde la presentación de la obra, de nuevo en el citado parágrafo 1, 9 (nota 19). 36.  De off. 3, 110: Est enim nihil utile, quod idem non honestum, nec quia utile, honestum, sed, quia honestum, utile. Véase también 3, 19; 3, 34; 3, 85. 37.  Íbid. 3, 83: haec duo verbo inter se discrepare, re unum sonare videantur. 38.  Íbid. 3, 75.

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el debate interno: la buena conciencia debía ser “optimate” y no “popular”, una prueba más de que las mimbres con que se construye la “vida interior” son las que proporciona una reflexión retórica condicionada a su vez por la refriega política de la época –y sobre la que la que pende en última instancia la cuestión imperial. Cuando Marco Tulio Cicerón parece responder a un problema moral, lo está haciendo a uno retórico; cuando parece responder a uno retórico, está haciendo un alegato político. Una larga tradición de casi siglo y medio se había esforzado por acompasar el discurso aristocrático oficial sobre el imperio al ideal de las virtudes estoicas. El pío objetivo ciceroniano no era otro que convertir esa retórica (y para Furio Filo nada más que retórica) en la mismísima voz de la conciencia, esperando así que el ideal se hiciera realidad o, si se prefiere su formulación, que el idílico pasado reverdeciera. No es casualidad, pues, que sea en De officiis, habitualmente considerado un libro de ética, donde Cicerón expone con mayor detenimiento y detalle su propia crítica del imperio de Roma.

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