El Dios crucificado en una región crucificada

August 4, 2017 | Autor: Stipe Odak | Categoría: Religion, Sociology of Religion, Theology, Systematic Theology, Political Theology, Religious Studies
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Descripción

Stipe Odak * El Dios crucificado en una región crucificada1

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a escultura de Antony Gormley titulada Transport está elaborada casi enteramente con clavos usados, que ofrecen el contorno de una figura humana. Aunque el cuerpo de la escultura está hecho de vacío, en realidad está lleno: representa la plenitud de un yo sufriente cuyos perfiles están definidos por los clavos dirigidos tanto hacia dentro como hacia fuera. La identidad del varón de dolores de Gormley es, pues, una identidad porosa, anclada en momentos de aceptación doble del dolor (el dolor infligido por otros y el hecho de que causar dolor a otros está implícito en la propia existencia). Esta obra de arte me ayudó a pensar más a fondo en la idea de Moltmann de que la identidad cristiana está en un proceso permanente de kénosis, de vaciamiento. Su obra maestra teológica, El Dios crucificado. La cruz de Cristo como base y crítica de la teología cristiana (1972), subrayó con firmeza que la cruz es la clave hermenéutica de la teología cristiana, y definió el dolor y sufrimiento concretos

* Stipe Odak cursa un doctorado en Teología y Estudios Religiosos en la Universidad Católica de Lovaina. Se graduó en Teología por la Facultad Católica de Teología en Zagreb (Croacia) y en Literatura Comparada por la misma universidad. Su tesis doctoral, financiada por el Fondo Nacional Belga para Investigación Científica, explora la relación entre religión y memoria colectiva de conflictos. Dirección: Rue des Blancs Chevaux 3/206, 1348 Louvain-la-Neuve (Bélgica). Correo electrónico: [email protected] 1 Reflexión teológica sobre el libro Teologija: silazak u vražjekrugovesmrti: o √etrdesetojobljetnici ‘Raspetog Boga’ [Teología: Descenso a los círculos viciosos de la muerte; con ocasión del cuadragésimo aniversario de la edición de El Dios crucificado], Ex Libris, Rijeka 2014. Concilium 1/165

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como un lugar central del razonamiento teológico. El acontecimiento de la cruz, en que el Dios cristiano se identifica con los que viven sin Dios y abandonados, deconstruye así toda tradición que trate de situar a Dios en un ámbito de eternidad apática. Al mismo tiempo, ese acontecimiento pone de manifiesto la corrupción de estructuras políticas y sociales que crean víctimas inocentes. La teología moltmanniana de la cruz no parte de un concepto, sino de una crisis. Es desarrollada como un intento de entender situaciones concretas de dolor y sufrimiento y el papel de Dios dentro de ellas. Aunque escrito hace cuarenta años, ha inspirado numerosos movimientos teológicos en todo el mundo: la teología de la liberación, la teología negra y la teología Minjung son algunos de ellos. Su rasgo común es un audaz descenso a «los círculos viciosos de la muerte», como llama Moltmann a las estructuras económicas, políticas y culturales que no permiten a los seres humanos ser humanos. El libro Teología: Descenso a los círculos viciosos de la muerte es a la vez un homenaje al clásico de Moltmann y un intento de crear una teología contextual regional del sudeste de Europa. Consiste en una colección de cinco ensayos, organizados en torno a la idea central de la teología como disciplina profundamente inserta en la realidad concreta, y desarrollada a través de encuentros con dolor y sufrimiento. El primero de esos ensayos («El Dios crucificado, en contexto») proviene de la pluma del mismo Jürgen Moltmann, quien nos recuerda en él las circunstancias concretas que lo llevaron a escribir El Dios crucificado. A juicio de Moltmann, la teología de la cruz no es simplemente una entre muchas teologías posibles. Por el contrario, la cruz es el único lugar posible desde el que desarrollar auténtica teología cristiana. Por consiguiente, cada cruz, cada lugar de sufrimiento, es un grito que pide su expresión teológica. Las ideas programáticas de Moltmann son expresadas ulteriormente en el ensayo «Teología desde lo concreto». Su autor es Zoran Grozdanov, quien señala la conspicua ausencia de teologías contextuales en el área de los países eslavos meridionales. Esta región, marcada por numerosas cicatrices históricas y divisiones, resulta en muchos aspectos teológicamente sugestiva. Es un lugar con una gran herencia cristiana, islámica y judía, un punto de encuentro de la ortodoxia y el catolicismo, pero también una región manchada con 166

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recuerdos colectivos de violencia, genocidio y sufrimiento. Además es un territorio que sufrió la opresión de dos regímenes totalitarios del siglo xx y que luego pasó por un difícil proceso de transición, abandonado a su experiencia poscolonial de espacio vacío entre el Este y el Oeste. Parece casi paradójico que la región en cuestión nunca haya creado ninguna tradición teológica o escuela de pensamiento coherente, capaz de articular las experiencias antes mencionadas. Las razones de este silencio teológico inusual son demasiado complejas para ser detalladas en un breve ensayo, pero interesa señalar dos puntos de vista sobre el problema. Zoran Grozdanov, editor del libro al que hacemos referencia, sugiere que el apego a la idea de un «Dios piadoso» impidió el desarrollo de teologías verdaderamente contextuales en esta región, mientras que Ivan Šar√evi©, profesor en la Facultad Franciscana de Teología de Sarajevo, dice en uno de sus escritos2 que el redescubrimiento del «Dios piadoso» es en realidad uno de los requisitos para que puedan ser desarrolladas. Aunque parece que estas dos declaraciones son diametralmente opuestas, en realidad son correctas ambas. Lo que critica Grozdanov es una tendencia teológica a pasar por alto el sufrimiento concreto de la gente con el pretexto de la universalidad o de una supuesta ortodoxia religiosa. El «Dios piadoso» que Grozdanov critica es un Dios de Silencio apático, cuyo debido culto se refleja en silencio teológico, es decir, en la completa incapacidad de elaborar teología en una tierra bañada en dolor y sangre. Por otro lado, un problema que ha sufrido la teología de los países de la antigua Yugoslavia ha sido la demasiado frecuente identificación de identidad nacional/étnica e identidad religiosa. Entendido de ese modo, Dios pasa a ser visto como protector exclusivo del propio grupo y tradición. Tal Dios nunca entra realmente en contacto con lo concreto, sino que permanece fijo en el «cielo medio» de las ideas humanas (¡no de la realidad humana!). Esta es la razón por la que Šar√evi© insta a liberarse de tales conceptos y a redescubrir al «Dios piadoso», que no está circunscrito a fronteras nacionales o religiosas. El citado libro está dirigido precisamente a alcanzar esos dos objetivos de integrar las reflexiones teológicas profundamente en el sufrimiento concreto del 2  Cf. Ivan Šar√evi©, «Pretpostavke kontekstualne teologije u BiH», Bosna Franciscana 21 (2004) 5-22, aquí p. 13.

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pueblo y de liberar a la fe de restricciones políticas e ideológicas. La serie de ensayos muestra que tales objetivos están estrechamente interconectados y que no se puede alcanzar el uno sin el otro. El aspecto subversivo de la memoria cristiana aflora en el ensayo de Alen Kristi©, quien analiza el potencial de las comunidades religiosas locales en Bosnia-Herzegovina para contribuir al desarrollo de estructuras políticas capaces de producir humanización y liberación. Se centra en el proceso de «relativización y desacralización de la esfera política», que solo se puede hacer abandonando lo que él describe como «utopías de guetos nacional-religiosos» y abdicando conscientemente de posiciones de poder. Kristi© critica una «mentalidad metafísica» pecaminosa que convierte las comunidades religiosas en grupos cerrados intolerantes con respecto a cualquier forma de pluralidad. Tal mentalidad requiere el abandono del espíritu de libertad en favor de una obediencia sin cuestionamientos y es perjudicial para la fe y para el compromiso social de los creyentes. Kristi© aboga por la aceptación de una posición de debilidad y fragilidad, que es mucho más abierta a la pluralidad de la vida y muestra una mayor sensibilidad a los traumas de la posguerra. Una parte importante de su crítica va dirigida contra el afán de ortodoxia religiosa, que, a su juicio, es una máscara para la esclavización de la gente a un «Dios apático». Este aspecto específico tiene un ulterior desarrollo en el ensayo de Entoni Šeperi©, quien afirma que la sordera del discurso teológico a la «orgía de muerte y destrucción de vida» está en correlación con la rigidez de los credos religiosos. Ejemplo de lo que él quiere decir son situaciones en que los teólogos se ocupan más de mantener lo que entienden como doctrinalmente correcto que de la conservación de la vida. Por último, Branki Sekuli© critica el fenómeno de las «religiones políticas», que son en realidad ideologías políticas ocultas tras la máscara de lo sagrado. Tales regímenes invocan sentimientos religiosos; pero, como dice Sekuli©, crean agujeros en la memoria sagrada y los rellenan con interpretaciones egoístas. En un contexto de dolor y sufrimiento, las religiones políticas muestran una peculiar tendencia a lo que Sekuli© llama «necrofilia religiosa», que es una desordenada propensión a celebrar la muerte en desconexión con la vida. Lo que él critica es la tendencia de ciertas personas religiosas a 168

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imponerse un sentimiento de víctima, que únicamente puede funcionar si hay una constante amenaza de muerte mantenida por una evocación selectiva de sufrimientos pasados. En consecuencia, todo lo que es diferente y «otro» solo puede ser visto como potencialmente destructivo. Hablando de manera metafórica, la «necrofilia religiosa» es un perpetuo reciclado de la muerte, que nunca permite la posibilidad de Pascua y reconciliación entre «gentiles» y «judíos». Tras determinar los puntos neurálgicos de identidad, vida y mentalidad de las comunidades religiosas en la región de la antigua Yugoslavia, estos autores expresan su esperanza de una liberación por Dios de los «círculos viciosos de la muerte». Al mismo tiempo ofrecen un nuevo programa teológico que trata de evitar la Escila del apático escapismo religioso y la Caribdis de la divinización del ámbito político. Así pues, difícilmente se puede sobrestimar la importancia de un libro como el de referencia. Dado que en gran parte está aún por desarrollar una teología contextual que describa los verdaderos «clavos» hundidos en el cuerpo de esta región crucificada, este intento es merecedor de aplauso también por su condición de pionero. Como he indicado al principio, el libro es al mismo tiempo una relectura de la teología de Moltmann y un texto programático de nuevas teologías regionales. Este doble aspecto puede ser visto como su lado menos brillante. Quizá sería deseable que muchos temas solo aludidos en el texto fueran más desarrollados, o que algunos intentos contextuales se hubieran realizado desde otros puntos de vista (no solo el de Moltmann). Acaso se podría criticar asimismo que el libro sea más un prolegómeno a teologías contextuales que la explicación de ellas; pero tal crítica sería insensible al Sitz im Leben de esta original obra. En vez de tratar el libro como un proyecto terminado, sería más pertinente verlo como una carta abierta y una invitación para un ulterior descenso teológico a los «círculos viciosos de la muerte». (Traducido del inglés por Serafín Fernández Martínez)

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