El diablo mete la cola y el fundamento tiembla: el núcleo perverso de un amor negado

July 19, 2017 | Autor: Geowwanny Valdez | Categoría: Sociologia, Filosofía, Ciencias Sociales
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Descripción



René Descartes, en El discurso del método (2015: www.uruguaypiensa.org.uy/imgnoticias/674.pdf) expone a la duda como punto de partida del conocimiento. "La duda cartesiana no es escepticismo, sino un procedimiento dialéctico de investigación, encaminado a desprender y aislar la primera verdad evidente, la primera idea clara y distinta, la primera naturaleza simple. La duda, en suma, es la aplicación al problema del conocimiento del método del análisis, que hemos descrito. El residuo de ese análisis es la verdad fundamental que sirve de base a todas las demás: «Yo soy una cosa o sustancia pensante»."
El modelo heliocéntrico sustituyó al geocéntrico, vigente desde la antigüedad, elaborado por los grandes astrónomos griegos y adaptado al pensamiento cristiano que dio origen a la imagen del universo vigente durante la Edad Media. "El problema se centró en la confrontación entre la interpretación literal de los textos de la Biblia que presentaban la Tierra inmóvil y el Sol moviéndose, y la nueva propuesta cosmológica de la Tierra girando alrededor del Sol. (Monserrat, 2010: www.tendencias21.net/Ciencia-y-religion-dos-visiones-del-mundo_a4260.html).
Por ejemplo, Galileo, se consideró católico. (Artigas, 2005:www.unav.es/cryf/curso05ma.html#texto).
Muchos científicos son personas religiosas, aunque con frecuencia, como sucede en otros ámbitos, quienes propugnan ideas más extremistas sean más conocidos en la opinión pública, y sus ideas se presenten como si estuvieran avaladas por la ciencia, cuando en realidad nada tienen que ver con ella (Artigas, 2005:www.unav.es/cryf/curso05ma.html#texto)
Físico y astrónomo en el departamento de Ciencias Físicas de la Eastern Connecticut State University y dirige el planetario de dicha universidad. Sus intereses comprenden la astronomía, cosmología y la filosofía de la ciencia.
Federico Nietzsche, Humano, demasiado humano. De este título se tomó la frase aquí utilizada.
"El problema no es que se cree, el problema es que se cree en cualquier cosa" (Novak, 1999: www.nexos. com.mx/?p=9455.

EL DIABLO METE LA COLA Y EL FUNDAMENTO TIEMBLA:
el núcleo perverso de un amor negado
Geowwanny Ivanhoe Valdez
[email protected]
Durante tres siglos, la modernidad ha sido muy fructífera en descubrimientos prácticos; un ejemplo de ello son las magníficas instituciones que sustentan las libertades política y económica. Pero se ha equivocado profundamente en la filosofía que sustenta la vida. Una era que se equivoca en lo que a Dios se refiere, seguramente habrá de equivocarse en lo que al hombre concierne.
Michael Novak
El primer paso.
En 1847, durante la celebración del Congreso de la Liga Comunista en Londres, la célebre frase de Carlos Marx, "la historia de la humanidad, hasta la actualidad, ha sido una historia de luchas de clase", aporta la llave de las brujas que permite abrir una de las múltiples puertas del azaroso y laberíntico universo de los procesos sociales. Más allá de un antagonismo entre sujetos según su ubicación en los procesos económicos productivos, esta premisa constituye una clave para interpretar la esencia del llamado espíritu humano y el sentido con el que se dirige la acción dentro de los espacios socialmente organizados. A través de la historia, la sociedad se ha dividido en grupos y/o clases, en una relación de búsqueda de poder que establece una jerarquía con grados y posiciones hacia dentro como hacia afuera del grupo o clase: "libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores feudales y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos" (Marx, 2005:www.marxists.org/espanol/me/1840s/ 48-manif.htm), definen una dinámica de choque que se traslada a todos los procesos de vida, llamada, así, supervivencia.
En la sociedad moderna, los antagonismos de clase persisten. A pesar de las transformaciones dadas con el avance tecnológico, el desarrollo económico en sectores antes relegados o la implementación de políticas de inclusión social, éstas se lograron en base a "una lucha ininterrumpida, unas veces encubierta, y otras franca y directa, en una lucha que conduce siempre, a la transformación revolucionaria de la sociedad o al exterminio de ambas clases beligerantes (Marx, 2005:www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm). Esta sociedad, de corte burgués-capitalista en términos marxistas, ha creado nuevas condiciones de opresión pero también de lucha que caracterizan a la época en una simplificación de los antagonismos de clase, pero de igual manera viene a separarse en dos grandes grupos antagónicos: la burguesía y el proletariado.
Metiendo los pies al fango.
Mucho se ha escrito sobre esta lucha. Aunque es necesario aclarar que el antagonismo no se limita a las clases en cuestión. Si bien Marx observó su desarrollo desde los procesos económicos, que en teoría es el generador de relaciones sociales, también se encuentra otra lucha, entre dos grupos, que marca un profundo antagonismo como el de las clases aquí mencionadas: la que sostienen Ciencia y Religión. Desde posturas en apariencia contrariadas, buscan establecer la explicación de los fenómenos a partir de un particular ideal de la Verdad. Este ideal, que es la manera como representan la relación sujeto-objeto necesaria para obtener su conocimiento, tiene como fin último establecer el origen de todo a causas naturales y sociales, en el caso de la ciencia; y a causas de origen divino o metafísico, en el caso de la religión, donde Dios aparece en una dicotomía de no existencia-existencia, respectivamente.
Con lo antes expuesto, ciencia y religión son en mutuo excluyentes: la primera trata del mundo natural y la segunda del mundo espiritual. Obtención de la verdad por método científico contra revelación divina, interpretación objetiva contra subjetiva, verdad provisional contra absoluta, pruebas en la observación y experimentación contra la fé, son herramientas donde cada una obtiene esa Verdad y los hacen diferentes entre sí. Ahora, respecto a su Otro, los grupos en cuestión fundamentan la nulidad del contrario a partir de su propia validez. Para la religión, sus verdades son universales, eternas y de absoluta certeza, mientras las científicas son cambiantes pues dudan constantemente de todo lo que le rodea. La explicación, para la perspectiva religiosa, es sencilla y completa, basada en un plan y voluntad de una deidad a través de conceptos como el libre albedrío, la predestinación, la omnisciencia y la omnipotencia, en un ejercicio cerebral donde "lo único que no cabe es la duda" (Cervera, 2010:www.naukas.com/2010/09/20/ ciencia-contra-religion-la-verdadera-diferencia/). Por tanto, la religión cierra el juego de la ciencia bajo el cerrojo de la "absoluta certeza" Así, la crítica de la primera a la segunda fundamenta que
la ciencia es mudable, caprichosa, incluso volátil. Hace 1000 años los más avanzados sabios estaban convencidos de que el Universo estaba centrado en la Tierra y compuesto de esferas concéntricas que rotaban a su alrededor hechas de un misterioso material transparente. Hace 300 años la combustión se explicaba por la presencia en todo material combustible de una esencia llamada flogisto. Hace 200 años se sabía que las enfermedades eran causadas por el aire fétido (mal aria, mal aire), que la carne dejada descomponer generaba espontáneamente gusanos y la ropa vieja ratones, y que los médicos no necesitaban lavarse las manos entre una autopsia y la atención a una parturienta. Hace 100 años los físicos intentaban demostrar de una vez para siempre la existencia del Éter, un misterioso material transparente que permeaba el cosmos entero, y los geólogos descartaban que los continentes se moviesen porque ¿qué podría moverlos? El conocimiento científico jamás es estático: siempre está a merced de un nuevo descubrimiento, de una nueva teoría, de un nuevo fósil, de una nueva explicación. Porque la esencia de la ciencia es cuestionarlo todo constantemente (Cervera, 2010:www.nauas.com/ 2010/09/20/ciencia-contra-religion-la-verdadera-diferencia/)..
Lo anterior es el sustento con el que la religión marca su distancia respecto a la ciencia, "la absoluta certeza del conocimiento religioso frente a la absoluta falta de certeza del conocimiento científico" (Cervera, 2010:www.naukas.com/2010/09/ 09/20/ciencia-contra-religion-la-verdadera-diferencia/). Ahora bien, si analizamos ambas perspectivas, no dejan de ser procesos culturales que se mantienen en estrecha relación desde la Antigüedad. Desde entonces, el hombre ha buscado comprender el mundo que le rodea y definir una visión sobre estos procesos.Tal visión, llamada ciencia o religión, no es mas que resultado de esa búsqueda cuyos resultados, a través del tiempo, "han ido cambiando hasta llegar a la que tenemos hoy, que sin lugar a dudas cambiará también en los siglos futuros, junto con la visión de la naturaleza del universo, se plantea también la de su origen y como ha llegado a ser como lo vemos (Monserrat, 2010: www.tendencias21.net/Ciencia-y-religion-dos-visiones-del-mundo_a4260.html). 
La relación que han guardado entre ellas, si bien ha sido compleja, no se puede reducir a una incompatibilidad absoluta. Aún cuando una de las polémicas más famosas entre ciencia y religión fue la propuesta del modelo cosmológico heliocéntrico —elaborado por Nicolás Copérnico y defendido por Galileo Galilei, durante el siglo XVII—, sólo representa un antecedente, un punto de partida: dicho conflicto, en particular, comienza durante el siglo XIX con el avance de ideologías cientificistas de la segunda mitad del siglo XVIII, que llevaron al desarrollo de una ideología antirreligiosa como las del positivismo y el marxismo, y en este ambiente se formula la tesis de la lucha entre ciencia y religión.
Pelando la manzana de la discordia.
Será recomendable mirar al pasado. Si se observa a quienes inician la ciencia moderna se descubrirá que eran personas religiosas y, por ende, se entenderá que el conflicto ciencia-religión está determinado por las condiciones históricas que favorecieron este proceso. La Ilustración, movimiento cultural del siglo XVII, junto a su idea de razón y ciencia aplicado a la obtención del conocimiento fue el punto de partida de esas ideologías de corte científico que pugnaron por establecer un tipo de poder donde una Verdad, absoluta y particular, busca imponerse por encima del todo. Dicha cuestión no es asunto exclusivo de la ciencia y la religión. Es una condición de la naturaleza humana donde se busca preservar la voluntad propia sobre la de los demás, y la Verdad se convierte en el medio donde se establecen las condiciones de dominación y se logra tal fin.
Pero este ideal de Verdad, ¿qué tan contrario es uno respecto al otro? El calificativo de "aparente" señala, desde la perspectiva de totalidad concreta en Karel Kosik (2012:marxismocritico.files.wordpress.com/2012/05/dialecticadelocon creto.pdf), una serie de conexiones ocultas detrás del objeto que en apariencia marca una distancia irreconciliable entre los grupos sociales en pugna. Muchas afirmaciones se repiten, desde diversos ámbitos, señalando a la religión como una entidad maligna que se opone al progreso científico. De igual manera, las que señalan a ambas como dos visiones del mundo con diferente modo de acercarse al conocimiento del hombre y el universo, en las que se "necesita de una reflexión seria y serena que examine la relación entre ciencia y religión como formas de conocimiento y fenómenos sociales, y cómo ha sido esta relación a lo largo de la historia (Monserrat, 2010:www.tendencias21.net/Ciencia-y-religion-dos-visiones-del-mundo_a4260.html).
Desde la sociología, hay que partir de sus inicios. La Ley de los tres Estados de Augusto Comte (2015:biblio3.url.edu.gt/Libros/comte/discurso.pdf) ubica a la religión —estado teológico— en el lugar más bajo de la escala evolutiva, y a la ciencia —estado positivo— como el "estado ideal" al que debían llegar todas las sociedades. Esta teoría sirvió para implementar programas y políticas de gobierno como fue el caso de Porfirio Díaz en México. Sin duda hubo avances en la economía, la política y la cultura, pero no en lo concerniente a la ciencia o la mejora en las condiciones de vida de su población. Más que su desarrollo y, en consecuencia, la evolución del mundo, el modelo positivista propició la segmentación desde una minoría elitista que gozaba de los privilegios sociales, mientras la mayoría era catalogada como inculta por no tener en su acervo los elementos de esa "alta cultura", que por cierto su origen radicaba en las formas cultas francesas, centro hegemónico de aquel tiempo.
Hasta la fecha se mantiene la idea de la ciencia como la visión verdadera, y su avance implicará siempre un retroceso a la religión. Lo verdadero es una afirmación que en el caso del conflicto entre ciencia y religión tiene su referente en la lucha de Dios contra Satanás, llamado "el engañador" (Ezequiel 28:12-15; Apocalipsis 12:9). Por lógica, el bien y lo verdadero recae en la figura del primero, quien hizo los cielos y la Tierra, "y vio que era bueno" (Génesis 1). En continuación con este análisis, la negación de la ciencia hacia la religión puede ser explicada sobre la base teórica de el trauma del nacimiento en Otto Rank, lo Real en Slavoj Zizek y la pérdida del paraíso en las Sagradas Escrituras. ¿Cómo? La religión es el punto originario del bienestar (creencia en una deidad) pero también del dolor (duda y desencanto). En el momento que la ciencia niega a la religión, este paraíso se pierde y se genera un vacío que la ciencia llena con la firme creencia en su método para obtener el conocimiento y demostrar la nulidad de su contraparte, situación definida para sí como el deseo sintomático provocado por ese vacío y ve realizado mediante la pasión fervorosa con la que defiende su postulado, al puro estilo religioso, y en cuya consecuencia puede caracterizarse a la ciencia como religiosamente atea.
Los argumentos de esa nulidad hacia la religión son evidentes. "Lo que no puede demostrarse científicamente no existe" es una afirmación que parte de evidencias tangibles que determinan una correlación nula entre un objeto estudiado y las cualidades esperadas en él. Por ejemplo,
las "pruebas" con las que acusaban a las brujas; el "análisis" erudito de las escrituras que "demuestran" que un grupo de creencias es superior a otro y que solamente quienes se adhieren a éste pueden ser salvos, la "evidencia" de que astronautas antiguos visitaron Tierra, o que "El origen de las especies" miente sobre una creación divina, que un grupo étnico es superior a otro, que un cocimiento de hierbas o un pendiente de cristal puede curar el cáncer. (Pazameta, 2015: www.sindioses.org/sociedad/cienciavs religión.html)
El problema radica en ¿cómo demostrar la existencia o no de Dios? Hasta el momento, se ha demostrado su no existencia a partir de la deducción, tomando como base las evidencias presentadas en este párrafo. En ello, pensar a Dios como un ser-persona, semejante al hombre, representa un duro golpe a la religión pero un error al momento de no buscar otras hipótesis para mantenerlo en la mirada mordaz de la ciencia. Considerando a Zizek y la simbolización de lo Real, se descubre la existencia de Dios no como el pensamiento científico lo ha manejado, sino como una abstracción, un concepto mediante el cual se establecen relaciones sociales y se generan códigos donde los sujetos definen una visión del todo.
El científico, por más que se entregue a su actividad, no deja de ser un actor social integrado a los procesos sociales a través de valoraciones y consideraciones de lo que es bueno y malo. La religión, aún si la abandonó en algún momento de su vida, tuvo una influencia en su desarrollo como integrante de la sociedad o como parte de su formación científica. Sin embargo, la parte intolerante de la comunidad científica mira con desagrado el afecto que uno de ellos pueda tener hacia algún culto de este tipo. No así en sus gustos musicales o consideraciones de cómo educar a sus hijos, por poner un ejemplo. Zoran Pazameta expone al respecto que "uno puede ser a la vez científico y digamos, un budista o un musulmán. En principio, todas las doctrinas religiosas son mutuamente excluyentes; en la práctica, la intolerancia y el odio de sus creencias son el resultado de la manipulación sociopolítica de la religión, y no por la religión per sé" (Pazameta, 2015:www.sindioses.org/sociedad/cienciavsreligión.html)
La relación estrecha entre ambos, pero alejada del conflicto, ejercerá una retroacción sobre los supuestos de progreso material y espiritual que manejan entre sí, y es condición necesaria para justificar su existencia. En el análisis de estos supuestos está la clave del significado de este progreso y "comprender que entre ciencia y religión no sólo no hay oposición, sino que, como es lógico, existe una coherencia que posibilita un diálogo dentro del respeto a la recíproca diversidad (Artigas, 2005:www.unav.es/cryf/curso05ma.html#texto).
¿Qué puede rescatarse de todo esto? Lo más importante, sin duda, que la religión y la ciencia son formas de acceder al conocimiento, con todo y sus distintas peculiaridades. De ahí que son procesos sociales a estudiar por separado y en la relación que ambos establecen entre la fé y el marco formal de leyes y teorías relacionadas a una base empírica de experimentos y observaciones que comparten. Su aspecto sociológico es importante: agrupan experiencias tanto individuales como colectivas con normas y patrones de comportamiento que dan lugar a la formación de comunidades con una estructura y lenguaje propio (Monserrat, 2010:www.tendencias21.net/Ciencia-y-religion-dos-visiones-delmundo _a4260.html).
Notas para un Posmodernismo Ilustrado.
En la actualidad, el mundo se encuentra con mejores condiciones que en épocas precedentes, y el conocimiento es muestra de ello, al estar con mayor disponibilidad para todos. A partir de esto, el considerar la lucha estéril que en el pasado sostuvieron ciencia y religión es hoy en día inclinarse por una visión sobre el origen del universo y la imagen que dicha perspectiva ofrece para llenar ese vacío existencial. Así también, en el caso de su estudio —lo siguiente atañe especialmente a la sociología—, es observar y determinar sin juicio de valor alguno el tipo de relaciones que se establecen entre el mundo y lo divino, desde la ciencia y la religión, y la interdependencia que estos grupos sociales sostienen una relación tan evidente pero negada desde tiempo atrás.
Este período de la historia muestra al desencanto como síntoma en el establecimiento de relaciones sociales. Aquel proyecto que inició en la Ilustración y el empleo de la razón o de la ciencia como medio para obtener conocimiento se ha trasladado a una dinámica donde esa búsqueda sirve sólo para reforzar una ideología personal —por no llamarlo berrinche ideologizado— y abandonar la esencia de la producción del conocimiento en haras de imponer una Verdad absoluta, ahora individualizada, que es la degradación en nuestra condición humana, demasiado humana.
Si bien está individualización ha llevado a crear una multitud de dioses cientifizados, postrados en su nube de 1 metro cuadrado, con una Verdad que no deja oportunidad a la demostración de nuevas verdades, y donde la cuestión no es la creencia sino la creencia en cualquier cosa, no significa que este sea el apocalíptico fin del mundo. El potencial de la ciencia y la razón genera optimismo para el descubrimiento de las leyes de la naturaleza, el entendimiento de la condición humana, y la aplicación de ese conocimiento para mejorar la vida misma, pero cumpliendo como primera condición evitar la idea de demostrar la no existencia de Dios. Esta discusión bizantina ha dado lugar a una nueva época oscura, ahora del lado de la ciencia, donde una afirmación cumbre no ha podido ser demostrada en su tesis pero tampoco en su antítesis. La idea ilustrada de la libertad, autonomía y racionalidad humana, sigue siendo útil hasta ahora para obtener un conocimiento objetivo del mundo y del lugar que la humanidad tiene en ella. Pero es necesario, para no quedar en el limbo científico, establecer límites en aquellos espacios donde el quehacer científico no puede demostrar, en afirmación o negación, aquellos objetos de estudios que se vuelven etéreos al momento de querer descubrirlos.
Con la Ilustración se desarrolló la ciencia y se generaron transformaciones que en parte mejoraron la vida. Pero también, en los últimos años, han resurgido fuerzas que se consideraban antaño erradicadas: intensas pasiones nacionalistas, raciales, étnicas y religiosas; y el brote de un chauvinismo multicultural burdo y corriente. En general, no se trata de una retirada de la razón sino de la desesperación y pérdida de confianza sintomáticas de esta época, causadas por una forma de nihilismo. Ante ello, es necesario rescatar elementos que permita navegar con tranquilidad en medio de un mundo en constante convulsión. Una reconstrucción del conocimiento y de los valores humanos, una revisión de las potencialidades humanas que reafirme el optimismo en la condición humana en lugar de este pesimismo hegemónico.
En el caso de la ciencia, deben introducirse nuevas hipótesis a los problemas de investigación que hasta la fecha se mantienen, pues la ciencia no es un cuerpo de principios pre-establecidos, sino que se re-define por los métodos de investigación y en el encarar dichos problemas. La Razón, aquí, no supone un tipo de razón abstracta o verdad absoluta, ni tampoco tiene porqué degenerarse en gustos. Por el contrario, debe aunarse a las pasiones y este conocimiento, en conjunto, puede modificar y reconstruir la ciencia en sí.
En definitiva, no se trata de un "fin de la historia", sino de un nuevo comienzo, con retos y luchas nuevas, y
si no podemos construir una sociedad utópica, por lo menos podemos mejorar la condición humana. Pero si lo hacemos, no es por retirada en la desesperación pesimista, fortalecida por las cassandras a nuestro alrededor, ni por ansiedad temerosa. Requiere la voluntad de expresar las virtudes humanistas fundamentales de cognición y valentía, mezcladas con compasión, y la resolución de entrar en el mundo y cambiarlo para bien. Si eso es lo que vamos a hacer, necesitamos reencantarnos con los ideales del humanismo, un re-Ilustración. Necesitamos una nueva Ilustración. Para aquellos que dicen que ello es imposible, Yo digo que es posible, y ciertamente, la corriente de cultura del humanismo se abre paso a pesar de sus críticos (Kurtz, 2009:www.sindioses.org/escepticismo/cri ticapostmo.html)
Salvo ajustes e incorporación de un análisis a profundidad, lo expuesto en este apartado será la base para un posmodernismo ilustrado, a partir de una ciencia que integre Razón y Fe como actos complementarios en una conciencia posilustrada, con el objetivo de generar un desarrollo similar como sucedió en la Ilustración. Pero este es un tema que se abordará en otra ocasión.



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