El despliegue naval de Francia en el Mediterráneo Oriental

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Descripción

EL DESPLIEGUE NAVAL DE FRANCIA EN EL MEDITERRANEO ORIENTAL
Guillermo Lafferriere
Tal como esta columna lo expresó, Francia no solamente ha comenzado a golpear duramente al Estado Islámico desde el aire, sino que ha avanzado en un acuerdo con Rusia para accionar contra este grupo. Ese acercamiento militar con Rusia se hará evidente en muy pocos días con el arribo de un contingente naval francés al Mediterráneo Oriental. La Fuerza de Tareas de la Armada Francesa está compuesta por los siguientes navíos:
Portaaviones nuclea Charles de Gaulle, único navío de ese tipo de propulsión nuclear fuera de los que posee EE.UU. A bordo lleva dos grupos aéreos de combate, integrados por aviones Rafale y Super Etendart.
Una fragata clase Horizon.
Una fragata antisubmarina.
Una fragata clase Aquitaine
Un buque tanque clase Durance.
A estos buques de superficie franceses se agregan los siguientes buques de otras nacionalidades:
Fragata Leopold I de Bélgica.
Fragata HMS Defender del Reino Unido.
Fragata de la Armada Real de Australia sin identificar.
La composición de esta fuerza naval bajo comando francés es de por si multinacional, pero además Francia ha destacado, según información que proviene de Rusia, un submarino nuclear, el cual ya estaría operando en el Mediterráneo Oriental. Sobre este último aspecto, volveremos más adelante, pues la presencia de este tipo de medios tiene implicancias muy particulares que detallaremos.
Todo el contingente naval que hemos descripto, al arribar a su zona de operaciones se unirá a la flota rusa que ya está operando en la zona, la cual ha lanzado ataques misilísticos sobre distintos blancos del Estado Islámico en territorio de Siria.
El despliegue francés, con el apoyo de otras naciones y la conformación de una fuerza operativa con los rusos, conforma un todo que indica claramente el nivel de resolución que el gobierno galo ha tomado para dar una respuesta a los ataques que ha recibido de parte del Estado Islámico. Debe de tomarse en cuenta que Francia ha tenido una actitud de mediación junto a Alemania respecto a Rusia por la situación en el Oriente de Ucrania, y que incluso vetó la entrega de dos buques anfibios clase Mistral, encargados por Rusia a astilleros franceses en el marco de las sanciones económicas impuestas a Moscú. Pero los escenarios estratégicos son siempre dinámicos, algo que en nuestras tierras es muy poco comprendido tanto por los analistas militares y también por el mundo académico en general; y hoy el gobierno del señor Hollande parece haber calibrado ajustadamente el nivel de amenaza que el Estado Islámico representa y en ese camino, avanza en la constitución de una alianza militar con Rusia y seguramente con el aporte de Washington para enfrentar al Estado Islámico. Este camino seguramente colocará en un segundo lugar la pretensión francesa de quitar del poder a al Assad y se centrará en afectar de manera decisiva al Estado Islámico en Siria. Debemos recordar que el Primer Ministro de Francia ha anunciado que su país puede recibir un ataque con armas biológicas o químicas de parte del Estado Islámico. Y esto nos lleva al despliegue del submarino nuclear francés que antes mencionamos. Tengamos en cuenta que en los países donde los temas de la Defensa son seriamente considerados, todo lo relativo a sus fuerzas de submarinos está cubierto por un halo permanente de misterio. Sin embargo, se conoce que Francia posee una flota de submarinos de propulsión nuclear de dos tipos: de ataque y balísticos. Los primeros están destinados a ser utilizados contra otros navíos de superficie o submarinos, pero además portan misiles cruceros que pueden ser lanzados contra blancos terrestres. Estos últimos llevando una carga explosiva convencional. El segundo grupo de submarinos franceses portan misiles con cabezas nucleares, y son el núcleo central de la capacidad de respuesta nuclear que ese país ha mantenido constante independientemente del signo político de la administración que Francia ha tenido. Lo que sigue a continuación es meramente especulativo. París pudo haber destacado un submarino nuclear de los que describimos en primer lugar, con la idea de ampliar su capacidad de golpear blancos del Estado Islámico mediante el empleo de sus misiles crucero. Tal despliegue en sí mismo no acerca muchas más opciones al ya inmenso poder de fuego que la flota que navega hacia el Mediterráneo Oriental ya posee y lo que se le debe sumar la facilidades de su fuerza aérea desplegada fuera de Francia y que ya ha golpeado duramente al Estado Islámico en los últimos días; sin olvidar la capacidad de fuego que poseen los buques rusos y sus medios aéreos que operan desde sus bases en Siria. La segunda posibilidad, es que el submarino desplegado pudiera ser del tipo balístico. Si ese fuera el caso, su operación solamente podría estar ligada a las declaraciones que el Primer Ministro francés diera sobre la amenaza de recibir un ataque químico o bacteriológico. Es muy probable que el despliegue submarino de Francia esté relacionado con un empleo convencional del mismo. Sin embargo, invito al lector a imaginar las consecuencias políticas que tendría un ataque a suelo francés con armas de destrucción masiva y muy fácilmente pensará que el nivel de respuesta que podría esperarse de Francia podría estar mucho más allá de lo que siquiera puede escribirse en esta columna.
Estamos asistiendo a la conformación de una fuerza multinacional heterogénea y hasta impensable meses atrás. Todo ello ocurre porque la amenaza que el Estado Islámico ofrece afecta no a un bloque de naciones en particular sino que es mucho más amplia. Veremos seguramente que el nivel de cooperación crecerá y no debemos descartar la presencia de otros actores en este escenario. Sin embargo, todavía resta por constituir la fuerza terrestre capaz de enfrentar al Estado Islámico en sus distintos asentamientos. Y ella todavía es muy difícil de constituir, porque está claro que cualquier campaña terrestre costará un número elevado de bajas, y además necesariamente tendría un ámbito más amplio que Siria, pues el Estado Islámico se ha desplegado como sabemos en Irak, Afganistán, el Magreb, sectores del África Subsahariana y muy posiblemente en otros puntos también. Sin que olvidemos que retiene la capacidad de emplear sus organizaciones distribuidas en el mundo con capacidad de generar atentados de gran magnitud. Todo lo descripto configura un escenario de muy compleja resolución, y que requiere de un nivel de compromiso multinacional relevante, prolongado y sin que ello de por si asegure un resultado favorable.
Nuevamente el mundo nos muestra una de esas faces oscuras que solemos evitar enfrentar. Por años hemos apostado a visiones que tenían al soft power como el camino para atender los problemas de seguridad internacional; mirada que entre nosotros ha calado profundamente; olvidando algo que desde esta columna venimos expresando desde mucho tiempo atrás: no siempre los actores en las relaciones internacionales están dispuestos a ser permeable a ese tipo de aproximaciones y en no pocas oportunidades observan a ellas como signos de debilidad. Desafortunadamente, ese tipo de actores entienden un tipo de lenguaje muy diferente.
El realismo puede ser una aproximación extremadamente dura, lo reconocemos, pero se muestra bastante apta para poder atender situaciones donde los buenos modales son despreciados por alguna de las partes. La ingenuidad en asuntos estratégicos suele pagarse extremadamente caro. Mientras tanto, en el Mediterráneo Oriental, Francia y Rusia parece que están dispuestos a emplear el lenguaje que con mayor claridad pueda entender el Estado Islámico.






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