“El desarrollo urbano de Tudela dentro del recinto amurallado”, en el Congreso Internacional Ciudades Amuralladas, Pamplona, 24-26 de noviembre de 2005, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2007

Share Embed


Descripción

EL DESARROLLO URBANO DE TUDELA DENTRO DEL RECINTO AMURALLADO María Josefa Tarifa Castilla*

El establecimiento de los musulmanes en Tudela en el siglo IX es la causa y razón de su trama urbana, desordenada y surcada por callejas sinuosas que producen sorpresa y desorientación al viandante. Este casco viejo, que conserva hoy en día su trazado de tradición islámica, estuvo rodeado por un recinto amurallado dentro del cual se produjo el desarrollo urbano de la población hasta los siglos del Barroco, rompiéndose por primera vez dicho cerco en 1687 con motivo de la construcción de la Plaza Nueva. Sin embargo, no fue hasta la llegada del siglo XIX cuando el entramado urbano de Tudela sobrepasó los límites de la muralla. LA TUDELA MUSULMANA El núcleo urbano de Tudela surgió de nueva planta a comienzos del siglo IX por iniciativa del muladí oscense Amrús ibn Yusuf, enviado de Al- Hakam I, quien tomó Tudela el 29 de diciembre del año 802, fortificándola y poniendo al frente a su hijo Yusuf, como nos describe el cronista Ibn Hayyan: En 186, el emir al-Hakam confió a ‘Amrus b. Yusuf el gobierno de la Frontera Superior (…) repobló el monte de Tudela y lo convirtió en una hermosa ciudad que se añadió a las ciudades importantes; mejoró su construcción y llevó a ella a los musulmanes que vivían en los alrededores 1. Una primera población musulmana se agrupó alrededor del cerro de Santa Bárbara que protegía el puente sobre el río Ebro2, limitando esta primera ciudad fundacional al este con el río Mediavilla, que servía de foso defensivo3. Todo este espacio quedó cercado por una muralla, si bien en la primera mitad del siglo IX la ciudad tuvo un extraordinario desarrollo por razones políticas y militares, lo que trajo consigo una extensión del recinto amurallado, ampliando el perímetro hasta el siguiente foso natural, el río * Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro. 1 MARÍN NIÑO, M., “Tudela en época islámica: a propósito de la obra de Ibn Al-Imam”, El patrimonio histórico y medioambiental de Tudela: una perspectiva interdisciplinar, Tudela, Ayuntamiento de Tudela, 2001, p. 23. 2 Las nuevas ciudades islámicas fundadas en los siglos VIII y IX en la Marca Superior se ubicaron en lugares fácilmente defendibles, casi siempre orientadas hacia el sureste y en laderas para aprovechar el desagüe natural. CORRAL LAFUENTE, J. L., “El sistema urbano de la Marca Superior de Al-Andalus”, Turiaso, II, Tarazona, 1981, pp. 41 y 57. 3 FLORISTÁN SAMANES, A., La Ribera tudelana de Navarra, Pamplona, Institución Príncipe de Viana, 1951, p. 276; MARÍN ROYO, L. M., La Tudela desconocida. Aspectos recónditos en la historia de la ciudad. II. El castillo. Las murallas, Tudela, 2002, pp. 176-186.

1

Queiles4, que sirvió de linde a su recinto urbano hasta finales del siglo XVII5. La muralla, jalonada por torreones de planta rectangular con muy poco desarrollo al exterior, tan sólo quedó abierta por una serie de puertas, conocidas a través de la documentación, retocadas en periodo cristiano y no conservadas en nuestros días: las puertas del Puente, de Zaragoza, de Albazares, de Gazoz, de Calahorra, de Ribotas, y la de Velilla6. Efectivamente, en Tudela, como ciudad fronteriza de gran importancia estratégica, existió desde sus orígenes una preocupación por la defensa, importantísima para la ciudad y para el resto del territorio. Los restos que han llegado hasta nuestros días del castillo, de la atalaya extramuros, de las murallas y la propia ubicación estratégica del núcleo original en el Cerro de Santa Bárbara, protegido por los ríos Ebro y Mediavilla, son pruebas de este carácter militar que parece fundamental en los primeros momentos de la medina, pensada para controlar el paso del Ebro. El nuevo amurallamiento se realizó con un sillar bien escuadrado, presentando en la cara un suave almohadillado y engatillados que permiten una sólida trabazón. Esta fachada original de las murallas sólo se ha podido observar en dos tramos existentes en el barrio de la Virgen de la Cabeza, en la calle Padre Ubillos, y al final de la ladera del Cerro de Santa Bárbara, junto a la parte trasera de las casas en la calle Padre Ubillos. Las otras zonas de muralla que se conservan sólo muestran la cara que daba al interior de la ciudad, como el tramo de la calle Granados, calle del Muro y calle Herrerías7. En estos tramos de muralla que han llegado hasta nuestros días se aprecian las características de los aparejos del siglo IX, como es la disposición a soga y tizón de forma esporádica, y las zarpas ataludadas, por lo que estos restos de la muralla islámica de Tudela responden a las pautas constructivas propias de las defensas en sillerías emirales, muchas de ellas construidas en el siglo IX –alcazaba de Mérida (835), alcazaba de Sevilla (844-855), murallas de Madrid (852), entre otras8–. A pesar de que la mayor parte del terreno ocupado por sus habitantes era completamente llano, las calles de Tudela se trazaron con notoria irregularidad y sin obedecer a un plan preconcebido. Los musulmanes vivían en torno a la aljama mayor9, centro neurálgico de la urbe, y alrededor de ella se abrieron mercados y alcaicerías, aunque también existían otras mezquitas menores10, mientras que la alcazaba se situó en la zona alta del Ce-

4

PAVÓN MALDONADO, B., “La muralla primitiva árabe de Tudela”, Anuario de Estudios Medievales, nº 16, Barcelona, 1986, pp. 29-41; NAVAS CÁMARA, L. y MARTÍNEZ ARANAZ, B., “El Patrimonio Islámico de Tudela”, El patrimonio histórico y medioambiental de Tudela: una perspectiva interdisciplinar, Tudela, Ayuntamiento de Tudela, 2001, p. 35; MARÍN ROYO, L. M., op. cit., pp. 187-202. 5 MARÍN ROYO, L. M., Historia de la Villa de Tudela. Desde sus orígenes hasta 1390, Tudela, Institución Príncipe de Viana, 1978, pp. 41-50. 6 Sobre las puertas y su ubicación puede consultarse PAVÓN MALDONADO, B., “Tudela, ciudad medieval: Arte islámico y mudéjar”, Cuadernos del Seminario de Arte y Arqueología, nº 3, 1978, pp. 10 y 11, y plano. 7 NAVAS CÁMARA, L. y MARTÍNEZ ARANAZ, B., op. cit., pp. 35-38; BIENES, J. J.; MIQUELEIZ, J.; SEGURA, J.; MUNÁRRIZ, E. y BLASCO, C., Urbanismo-futuro. [Catálogo de la Exposición 1.200 aniversario de Tudela (802-2002)], Tudela, Ayuntamiento, 2003, pp. 29-31; PÉREZ OMEÑACA, M. C., “El conjunto amurallado de Tudela. Algunos datos aportados por la arqueología”, Merindad de Tudela, vol. 13, Tudela, 2005, pp. 147-157. 8 AZUAR RUIZ, R., “Las técnicas constructivas en al-Andalus, el origen de la sillería y del hormigón de tapial”, V Semana de Estudios Medievales. Nájera, 1994, IER, Logroño, 1995, pp. 127-131. 9 PAVÓN MALDONADO, B., “La Mezquita mayor de Tudela”, El Arte en Navarra, 1. Del arte prehistórico al Románico, Gótico y Renacimiento, Pamplona, Diario de Navarra, 1994, pp. 17-32. 10 En toda ciudad musulmana su centro es la mezquita mayor, lugar de reunión de la comunidad religiosa. En torno a la mezquita se sitúa el zoco, constituido por una serie de callejuelas en las que los artesanos y comerciantes se agrupan por oficios, sin que falte una alcaicería donde se venden los productos de lujo e importación, todo ello al lado de las alhóndigas, que sirven de almacenes. CHUECA GOITIA, F., “El urbanismo islámico”, Vivienda y urbanismo en España, Madrid, Banco Hipotecario, 1982, pp. 85-86.

2

rro de Santa Bárbara. Por tanto, Tudela, al igual que las localidades que estuvieron varios siglos bajo el poder musulmán, desarrolló un entramado urbano completamente irregular, con calles estrechas, formando recodos, muchas de ellas sin salida por uno de los lados, o que servían de entrada a pequeños barrios, y otras calles que eran verdaderos pasadizos cubiertos a trechos por viviendas, haciendo todo ello muy difícil seguir el proceso de su crecimiento11. Por otro lado, dentro de la nueva ciudad tudelana había dos barrios con personalidad propia, el judío, situado en el sector suroriental del recinto amurallado, en el espacio comprendido entre la mezquita mayor y el río Queiles, con salida por la Puerta de Zaragoza; y el cristiano (mozárabe), que ocupaba el sector nororiental de la ciudad, situado en las inmediaciones de la aljama mayor, y en torno al templo de Santa María Magdalena12 (Fig. 1).

Fig. 1. Reconstrucción histórica del plano de la Tudela en la Edad Media (Basilio Pavón Maldonado).

11

TORRES BALBÁS, L., “La Edad Media”, Resumen histórico del Urbanismo en España, Madrid, Instituto de Estudios de Administración Local, 1968, pp. 79-80. 12 LACARRA DE MIGUEL, J. M., El desarrollo urbano de las ciudades de Navarra y Aragón en la Edad Media, Zaragoza, Instituto de Estudios Pirenaicos, 1950, pp. 9 y 16; ALAIZA MARTÍNEZ, J., “Historia y urbanismo de la Tudela musulmana (797-1119)”, Merindad de Tudela, vol. 6, Tudela, 1994, pp. 109-113.

3

TUDELA TRAS LA RECONQUISTA A comienzos del siglo XII, con la reconquista de Tudela en febrero de 1119 por Alfonso el Batallador, los musulmanes fueron desplazados al barrio de la Morería, un espacio situado extramuros de la ciudad al oeste de la actual calle Herrerías hasta los ríos Queiles y Mediavilla, que fue rodeado por una muralla adosada13, separándolo del resto de la ciudad por una fosa14. En su interior se edificaron casas pequeñas con huertos familiares, mezquitas, mercados y alcaicería, además de los zocos. El barrio se dividió en cuatro carteles o distritos que fueron Zoco-luengo, Velilla, La Alcazara y Al-eta-Alcuaz, y contaron con dos mezquitas localizadas una en el solar de la actual plaza de San Juan y otra en los solares de lo que hoy es la plaza del Cofrete15. En lo que se refiere a la alcazaba islámica se mantuvo en funciones como castillo en poder de los reyes cristianos hasta mediados del siglo XII, cuando se planteó la necesidad de realizar una nueva fortaleza para dotar a la ciudad de una guarnición militar en la zona de frontera con otros reinos, a la vez que serviría de residencia real. Por su parte, el viejo recinto urbano de la medina fue ocupado por los cristianos, que erigieron sobre la mezquita mayor una iglesia dedicada a Santa María, que llegó a ser colegial, así como numerosas parroquias y conventos, prueba de la celeridad del proceso de repoblación. La trama parroquial conformó los nuevos barrios en los que se organizó la ciudad y les comunicó sus piadosos nombres: de la Magdalena, Santiago o San Jaime, Santa María, San Salvador, San Julián, San Jorge, San Nicolás, San Pedro, San Miguel y Santa María de las Dueñas o de la Santísima Trinidad16. Extramuros se instaló el convento de clarisas (1261), Teobaldo II fundó el de los premostratenses de San Marcial, y también se establecieron en el siglo XIII los franciscanos. No obstante, la mayor parte de las calles de Tudela conservaron durante siglos el mismo trazado que tuvieron bajo el dominio islámico, si bien hemos de hacer notar que sobre los terrenos que anteriormente estaban sin construir, al estar ocupados por los campos de cultivo, se desarrolló un urbanismo más permeable, con menos calles sin salida y algo más anchas, como San Julián, Tornamiras y La Higuera. En el caso de la población judía, en 1170 el monarca Sancho VI el Sabio decretó el traslado de la Judería Vieja a un nuevo emplazamiento, en la parte alta de la localidad, entre el núcleo fuerte del castillo y el cerco exterior de sus murallas17. Los judíos no excedieron este espacio comprendido entre las dos murallas del castillo hasta el siglo XIV, cuando con la expansión del espacio fortificado en la reforma de Carlos III el Noble se ocupó par-

13

MARÍN ROYO, L. M., La cultura en Tudela a lo largo de su historia. [Catálogo de la Exposición 1.200 aniversario de Tudela (802-2002)], Tudela, Ayuntamiento, 2002, p. 49. 14 Actualmente, el barrio de la Morería ocuparía el lado izquierdo de las calles Herrería, Zurradores, Gayarre, San Juan, la Compañía de María, hasta el Cofrete. MARTÍNEZ ESCALADA, J., La Historia de Tudela contada por sus calles, Zaragoza, Navarro & Navarro, 1999, p. 23. 15 GARCÍA ULLATE, F. J., La Religión en Tudela a lo largo de su historia. [Catálogo de la Exposición 1.200 aniversario de Tudela (802-2002)], Tudela, Ayuntamiento, 2002, p. 23. 16 MARTÍN DUQUE, Á. J., “Tudela cristiana y sus Fueros medievales”, El patrimonio histórico y medioambiental de Tudela: una perspectiva interdisciplinar, Tudela, Ayuntamiento de Tudela, 2001, pp. 55-57. 17 CARRASCO PÉREZ, J., “Tudela medieval: Encrucijada de gentes y culturas. La judería tudelana”, El patrimonio histórico y medioambiental de Tudela: una perspectiva interdisciplinar, Tudela, Ayuntamiento de Tudela, 2001, pp. 96-97. La nueva judería se articulaba en torno a la actual calle del Paseo del Castillo y su paralela calle de San Miguel y su centro era el barrio de los Tejedores junto a la plaza de San Miguel.

4

te de la judería, incluida la sinagoga, por lo que se vieron obligados a acercarse a los barrios de las parroquias cristianas18. A lo largo de los siglos XIV y XV Tudela no experimentó importantes reformas urbanísticas, y la población siguió viviendo concentrada en el interior de sus murallas, con un trazado de calles irregular, sin que se produjeran expansiones extramuros, salvo algunos conventos. Las calzadas estaban organizadas de tal manera que formaban un espacio unitario, a modo de barrios. Las calles presentaban un trazado variado, ya que existía una gradación continua de arterias principales y secundarias, y las plazas no eran recintos independientes de las calles, sino ensanchamientos muy relacionados con ellas. EL SIGLO DEL RENACIMIENTO El gran cambio político que se produjo a principios del siglo XVI, la incorporación de Navarra a Castilla, afectó de forma decisiva a la trama urbana de la ciudad de Tudela. Esta localidad dejó de ser un enclave defensivo frente a los territorios castellanos y aragonés, siendo sustituida en esta función por Pamplona, frente al nuevo enemigo francés. Por todo esto, la fisonomía y las funciones de la ciudad se modificaron. En primer lugar, se produjo el desmantelamiento del castillo y las murallas por orden del cardenal Cisneros en 1516, tras la resistencia de los tudelanos a las tropas invasoras19. La destrucción de la fortaleza fue realizada derribando los muros por orden del virrey, empleando como herramientas para ello toda clase de travesaños, fustas y tablas que encontraron entre el vecindario20. A las protestas de los tudelanos respondió Carlos I desde Bruselas, el 30 de septiembre de 1516, comunicándoles que no les derribaba la fortaleza por desconfianza, y ordenaba al virrey que guardase la piedra de la muralla y que no se hiciese de momento uso de ella21. Ante el nuevo intento por parte de los navarros de lograr su independencia, el monarca se mostró tan ofendido y quejoso de la conducta de nuestra ciudad [Tudela], que desde Alemania donde se hallaba, envió terminantes órdenes para que se derruyese y devastara el castillo fortaleza de forma tan radical que no quedase piedra sobre piedra 22. Por ello dos años más tarde, en 1518, el concejo de Tudela pidió al emperador Carlos V que mandase reedificar las murallas destruidas por orden del cardenal Cisneros y del duque de Nájera23. Los materiales del castillo fueron dados a la ciudad por el virrey de Navarra en 1522, y los mármoles a Francisco Pérez de Veraiz, alcaide de la fortaleza desde abril de 152124. Blas Ortiz, en su Itinerarium Adriani Sixti aba Hispania (Toledo, 1546), recoge su visita a la ciudad en marzo de 1522, con motivo de acompañar al futuro papa Adriano VI en su viaje a Roma: Ve aqui la infeliz Tudela, en otro tiempo la más bella de todas las ciudades de Navarra y hoy maltrecha y deforme porque el Reverendisimo Señor Cardenal Francisco Jiménez, arzobispo de Toledo y gobernador de España or18

BIENES, J. J.; MIQUELEIZ, J.; SEGURA, J.; MUNÁRRIZ, E. y BLASCO, C., op. cit., pp. 42 y 52-54. MARÍN ROYO, L. M., La Tudela desconocida…, pp. 70-78. 20 El 29 de abril de 1516 el virrey permitió a los afectados reclamar el valor de sus perjuicios, tasaciones que se presentaron por una decena de vecinos y que fueron aprobadas en julio de dicho año, si bien todavía en septiembre de 1517 no había sido abonado el gasto de lo reclamado. ESARTE MUNIÁIN, P., “Tudela en la defensa de la independencia de Navarra”, Merindad de Tudela, vol. 7, Tudela, 1996, pp. 17-18. 21 DÍAZ BRAVO, J. V., Memorias históricas de Tudela, Pamplona, Institución Príncipe de Viana, 1956, p. 328. 22 SAINZ PÉREZ DE LABORDA, M., Apuntes tudelanos, I, Tudela, Gráficas Mar, 1969, p. 237. 23 FUENTES PASCUAL, F., Catálogo del Archivo Municipal de Tudela, Tudela, Institución Príncipe de Viana, 1947, p. 213 (docs. 903 y 904). 24 YANGUAS Y MIRANDA, J., Diccionario histórico-político de Tudela, Zaragoza, Imprenta de Andrés Sebastián, 1828, pp. 132-133. 19

5

denó que fuesen demolidos los muros y derruida la ciudadela, de tal manera que puede dezirse de ella “quanto qualisque fuerit ipsa ruina docet”. Y los habitantes que primeramente la habían conocido bella, muy ilustre y célebre se lamentaban al verla ahora deforme y desfigurada 25. No obstante, las murallas no fueron derribadas en su totalidad, reedificándose con posterioridad y manteniéndose en pie durante mucho tiempo, al igual que las puertas que se abrían en el recinto y las tres recias torres que defendían el puente sobre el río Ebro26. Así, en 1519, el virrey de Navarra, Antonio Manrique de Lara, dio permiso a los tudelanos para cerrar la tapia de la ciudad en dos tapias en alto y quatro pies en acho, a causa de que mucha gente muere por la pestilencia, con tal que no hagan torreones y torres27. Y en 1549 la Cámara de Comptos asignó a varios vecinos de la ciudad diferentes lienzos de la muralla y parte del foso, autorizándoles a utilizar este recinto mediante el pago de un alquiler28. También tenemos constancia documental de que los tudelanos tomaron piedras de la muralla para edificar sus casas, como se denunció en los tribunales reales navarros en 1554 y 158929. Asimismo, el primer dibujo que se conserva con una vista general de Tudela es de 1542 y aunque no es muy preciso se distingue perfectamente que Tudela seguía estando circundada por murallas30 (Fig. 2). Pero los cambios que se produjeron con la llegada del Quinientos no fueron sólo políticos, sino también sociales. Dos de las tres comunidades religiosas que convivían en Tudela desde los años de la conquista cristiana a principios del siglo XII, musulmanes, judíos y cristianos, desaparecieron, situación que también provocó modificaciones en el trazado urbano. Primeramente, la expulsión de la floreciente y numerosa comunidad judía en 1498 supuso el despoblamiento de la Judería Nueva, situada en el noreste de la ciudad. Más tarde le llegó el turno a la comunidad musulmana, que desde la reconquista permanecía recluida en el citado barrio de la Morería. El 1 de mayo de 1516 el decreto de expulsión de los moriscos del reino de Navarra implicó la pérdida de esta población, siendo Tudela y toda la Ribera navarra las zonas más afectadas. Este espacio de la Morería fue ocupado paulatinamente por cristianos, que reemplazaron la mezquita por la nueva iglesia parroquial de San Juan Bautista, fundada en 1517, barrio en el que también se edificaron conventos, como el de los dominicos cercano a la desaparecida mezquita en la plaza llamada la Hera de adentro31. Al expandirse los cristianos por el barrio de la Morería, derribaron la muralla que pasaba entre las actuales calles de Herrerías y Mercadal, y que hasta el momento separaba musulmanes y cristianos, quedando un foso por donde hoy discurre la calle Herrerías.

25

ORTIZ, B., Itinerarium Adriani Sexti, (trad. I.M. Sagarna), Vitoria, Editorial Católica, 1950, pp. 67-68. La referencia a esta cita ya fue recogida por CASTRO ÁLAVA, J. R., Miscelánea Tudelana, Tudela, Caja de Ahorros de Navarra, 1972, p. 158. 26 MARÍN ROYO, L. M., La Tudela desconocida…, pp. 175, 187-221. 27 Archivo de Protocolos de Tudela (APT), Tudela, Pedro Copin, menor, 1519, doc. 129. 28 El 16 de abril de 1549 los oidores de la Cámara de Comptos entregaron a censo a Alonso de Lasala y Ana de Salazar, vecinos de Tudela, una muralla y torre de 9 varas de hueco y 6 de ancho, perteneciente al patrimonio real. Archivo General de Navarra (AGN), Comptos, Documentos, Caja 181, nº 47. Unos días más tarde, el 28 de abril del mismo año, la Cámara de Comptos otorgó una escritura censal a favor de Pedro de Andosilla, vecino de Tudela, por una cava ubicada debajo de la muralla del castillo de Tudela, perteneciente al patrimonio real. Ibídem, Papeles Sueltos, 1ª serie, Leg. 8, nº 21. Esta misma situación se siguió repitiendo en el siglo XVII, con la arrendación a particulares de solares vacíos situados cerca de la muralla en la puerta de Calahorra. Ibídem, Papeles sueltos, 1ª serie, Leg. 9, nº 21. 29 AGN, Tribunales Reales, Procesos, Sig. 144553. Ibídem, Sig. 39398. 30 MARTINENA RUIZ, J. J., Catálogo de la Sección de Cartografía e Iconografía del Archivo General de Navarra, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2000, p. 25 (doc. 9). 31 CASTRO ÁLAVA, J. R., op. cit., p. 23.

6

Fig. 2. Dibujo de la ciudad de Tudela. Año 1542. Archivo General de Navarra.

Por otro lado, la incorporación de Navarra a la corona castellana finalizó con las guerras civiles entre agramonteses y beaumonteses que durante cien años habían asolado el reino, iniciándose un periodo de paz que hizo florecer de nuevo la economía. Esta situación se reflejó en la construcción de importantes edificios en Tudela, no solo religiosos, sino también civiles. Con la llegada del siglo XVI el urbanismo experimentó una serie de cam7

bios, tendentes a la regularización de los trazados y fachadas urbanas32. Así, la orientación correcta de un edificio, tema en el que insistieron Vitruvio y todos los tratadistas, en función de la luz, clima del lugar, etc., fue tenido muy en cuenta, además de las vistas del mismo, todo lo cual condicionó sin duda esa relación edificio-espacio urbano. El asentamiento de las nuevas construcciones renacentistas se produjo sobre agregación de parcelas, edificándose todo el espacio de las mismas –frente a los espacios vacíos internos de las casas árabes–, disponiendo de patios por necesidades de iluminación o ventilación, a la vez que se elevó sustancialmente la altura de los edificios. En trazados más o menos tortuosos se insertaron los monumentos arquitectónicos, que precisamente por su relación con el entorno transformaron la imagen de Tudela, pues los edificios importantes se situaron de manera que sus fachadas dieran a plazas, plazuelas o calles anchas, y si éstas no existían, se intentaban emular en la medida de lo posible. Entre ellos destacan los palacios levantados en la calle de la Rúa, la principal del casco antiguo, como la casa del Almirante, la casa de los Ibáñez-Luna o la casa de los Mur, así como el palacio del Marqués de San Adrián, en la calle Magallón, la ampliación del palacio Decanal contiguo a la catedral por el deán Pedro Villalón, y la erección del nuevo ayuntamiento, presidiendo la Plaza Vieja33. Las iglesias y conventos también modificaron el trazado de la Tudela medieval. Además de erigirse importantes iglesias y conventos de nueva planta, como la referida parroquial de San Juan Bautista y convento de Nuestra Señora del Rosario, y la iglesia del hospital de Nuestra Señora de Gracia34, la mayor parte de las parroquiales y conventos de fundación medieval sufrieron importantes obras de adecuación y ampliación que transformaron la trama urbana de la ciudad35. A su vez, los acuerdos de Trento produjeron un importante desplazamiento de religiosos hacia las crecientes villas, lo que también modificó de algún modo el entramado urbano dada la extensión de sus complejos arquitectónicos. En el caso de la ciudad de Tudela, en 1591 fundaron los carmelitas calzados, en 1597 los carmelitas descalzos, y en 1600 los jesuitas36.

32 Véase al respecto BONET CORREA, A., Morfología y ciudad: urbanismo y arquitectura durante el Antiguo Régimen en España, Barcelona, Gili, 1978; IBÍDEM, El Urbanismo en España e Hispanoamérica, Madrid, Cátedra, 1991. 33 SEGURA MIRANDA, J., Tudela, historia, leyenda y arte, Tudela, Imprenta Delgado, 1964, pp. 39-55; GARCÍA GAINZA, M. C.; HEREDIA MORENO, M. C.; RIVAS CARMONA, J. y ORBE SIVATTE, M., Catálogo Monumental de Navarra, I. Merindad de Tudela, Pamplona, Institución Príncipe de Viana, 1980, pp. 364-383; SEGURA MONEO, J., “Casa Consistorial de Tudela”, en Casas Consistoriales de Navarra, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1988, pp. 256-267; ECHEVERRÍA GOÑI, P. L. y FERNÁNDEZ GRACIA, R., “Arquitectura civil en Navarra durante el Renacimiento y el Barroco”, Ibaiak eta Haranak, Guía del patrimonio histórico-artístico-paisajístico, t. 8, San Sebastián, Etor, 1991, pp. 222-223; ECHEVERRÍA GOÑI, P. L., “Casas señoriales y palacios del siglo XVI”, El Arte en Navarra, 1. Del arte prehistórico al Románico, Gótico y Renacimiento, Pamplona, Diario de Navarra, 1994, pp. 275, 277-278 y 285; AZNAR YANGUAS, M. R.; IRISARRI URDANGARÍN, A.; ORTA RUBIO, E. y ALCÁZAR VINYALS GÓMEZ, M., Guía histórico artística de Tudela: itinerarios por el Renacimiento y el Barroco, Tudela, Centro Cultural Castel-Ruiz, 1997; SEGURA MONEO, J., “Palacio Decanal. Su historia”, en SEGURA MONEO, J.; GARCÍA GAINZA, M. C. y BLASCO BLANCO, M., El Palacio Decanal de Tudela, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2000, pp. 31-35; GARCÍA GAINZA, M. C., “Promotores de empresas artísticas en Tudela durante el Renacimiento”, El patrimonio histórico y medioambiental de Tudela: una perspectiva interdisciplinar, Tudela, Ayuntamiento de Tudela, 2001, pp. 108-118. 34 TARIFA CASTILLA, M. J., La arquitectura religiosa del siglo XVI en la Merindad de Tudela, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2005, pp. 313-328. IBÍDEM, Miguel de Eza: humanista y mecenas de las artes en la Tudela del siglo XVI, Tudela, Centro Cultural Castel Ruiz, 2004, pp. 115-143. 35 TARIFA CASTILLA, M. J., La arquitectura religiosa…, pp. 463-471; IBÍDEM, “Iglesias parroquiales de Tudela desaparecidas”, Príncipe de Viana, nº 234, Pamplona, 2004, pp. 15-50. 36 FERNÁNDEZ, J. A., Notas del anticuario Juan Antonio Fernández, pp. 133-134 y 136; DÍAZ BRAVO, J. V., op. cit., pp. 352-353 y 358-359.

8

Las nuevas concepciones urbanísticas también afectaron a la erección de hospitales, ya que frente a la costumbre medieval de edificar los centros asistenciales dentro del recinto urbano, a partir del siglo XVI se impuso la norma de construir estos edificios fuera de los muros de la ciudad, en un intento de evitar entre la población el contagio de enfermedades infecciosas como la peste. Así, en la segunda mitad del Quinientos tuvo lugar en Tudela la edificación del hospital de Nuestra Señora de Gracia extramuros, en la margen derecha del Queiles37. Consecuentemente, al amparo de la construcción de nuevos templos, palacios y ayuntamiento se explanaron espacios abiertos en forma de plazas, los cuales sirvieron como lugares de reunión, celebración de ferias y mercados y para distintas representaciones y fiestas. No obstante, a pesar del fuerte crecimiento demográfico experimentado a lo largo del siglo XVI como consecuencia de la bonanza económica y el fin de las guerras, los tudelanos no tuvieron la necesidad de ampliar la zona urbana más allá de las murallas hasta casi finales del siglo XVII. TUDELA SALE DE LA MURALLA La ciudad sufrió a lo largo de los siglos XVII y XVIII importantes modificaciones urbanísticas, partiendo de las características de las ciudades hispanas del Barroco, con la construcción de grandes palacios, torres, capillas, pero sobre todo conventos que levantaron nuevas construcciones, junto a la gran empresa municipal de la segunda mitad del Seiscientos, la Plaza Nueva. Centremos nuestra atención en algunas de estas grandes actuaciones urbanísticas acometidas en el siglo XVII. Por un lado, se rellenó el foso de Herrerías, proyecto que se acometió tras la expulsión de los moriscos en 1610, sin que por el momento pueda concebirse como calle, sino más bien como una zona de esparcimiento donde se corrieron los toros desde 1617 y se celebraron torneos simulados. Este origen explica la anchura que tendrá la calle en el siglo siguiente respecto a las demás del interior de la ciudad38. En esta centuria continuó la edificación de palacios, como la casa de los Eza, levantada en 1681 en la plaza de San Jaime, con la consiguiente alteración de las alineaciones y el entramado urbano de la localidad, en la línea del esquema de reparcelaciones descrita para el Quinientos. Otro hecho importante desde el punto de vista urbanístico fue la construcción de un verdadero cinturón conventual más allá de la muralla, ocasionando un crecimiento de la ciudad en el eje norte-sur, debido al vacío que trajo consigo la instalación de conventos en el eje este-oeste, donde se instalaron en los grandes vacíos existentes las órdenes religiosas de jesuitas (Plaza del Mercadal) en 1600, capuchinos (1613), dominicas (1622), la Compañía de María (1687) (Plaza de San Juan), y las capuchinas (1736), entre otros39. Por su parte, las fundaciones medievales –clarisas y franciscanos–, parroquias y cofradías completaron o remodelaron totalmente sus viejos edificios con nuevas torres, atrios, sacristías y capillas, incluso la colegial de Santa María adquirió otra fisonomía con las nuevas capillas barrocas, destacando entre todas ellas la de Santa Ana40.

37

TARIFA CASTILLA, M. J., Miguel de Eza…, pp. 109-115. BIENES, J. J.; MIQUELEIZ, J.; SEGURA, J.; MUNÁRRIZ, E. y BLASCO, C., op. cit., p. 64. 39 FERNÁNDEZ, J. A., op. cit., pp. 137 y 141; DÍAZ BRAVO, J. V., op, cit., pp. 362 y 365; AZANZA LÓPEZ, J. J., Arquitectura religiosa del Barroco en Navarra, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1998, pp. 303-305, 339-342, 348-353 y 354-355. 40 AZANZA LÓPEZ, J. J., op. cit., pp. 463-472. 38

9

Pero a pesar del desarrollo religioso y cultural de la época, Tudela vivía encerrada dentro de un marco limitado por las murallas y el ángulo formado por los ríos Ebro y Queiles. Esta situación cambió a finales del siglo XVII, cuando se produjo una de las acciones que más trascendencia urbanística tuvo a lo largo de la historia de la ciudad, ya que en 1687 se proyectó delante del espacio ocupado por el hospital de Nuestra Señora de Gracia la construcción de la llamada Plaza Nueva, hoy de los Fueros, previo cubrimiento del río Queiles, que respondió a la necesidad de crear un espacio regular, capaz de congregar a multitudes durante la celebración de corridas de toros y otros festejos de carácter civil y religioso, siendo este el primer paso que rompió el cerco amurallado que oprimía la ciudad en su desarrollo urbano hacia latitudes orientales41. Este tipo de plazas con trazado regular es una creación propia de la España de los Austrias y con rico porvenir en las centurias siguientes. Todo en ellas es similar, las casas, los vanos, el ornato, las dimensiones, con la única excepción de una casa situada en el centro de uno de los lados, en donde se localiza el ayuntamiento, o en nuestro caso la casa de la ciudad llamada también del Reloj. Según refiere Yanguas y Miranda en 1823, la plaza de toros se ideó en el año 1687 a causa de que con la nueva torre que se edificaba en la iglesia de Santa María había de quedar ocupada una parte de la plaza de las verduras, donde hasta entonces se habían corrido los toros. Eligiose para ello el sitio frente al hospital de gracia, a la salida de la puerta llamada de Albazares, debiendo formar el mismo hospital uno de los cuatro lienzos de la plaza, la cual había de ser cuadrada. El río Queiles que corría entre el hospital y las murallas de la ciudad debía cubrirse con arco de piedra.[…] Los dueños de las casas que existían en el lienzo de muralla frente al hospital se comprometieron a dar sus fachadas la forma exterior que se determinó en el plan, y lo mismo hizo el Hospital 42. La nueva plaza, concluida para el año 1691 y realizada mediante un plan preconcebido bajo la supervisión del maestro local Domingo de Ucazcal, se ideó de acuerdo con las directrices estéticas y urbanas de la época, consistentes en la realización de una plaza como espacio nuevo, geométrico y de arquitectura unificada, para lo que fue necesario romper la muralla de la ciudad por la puerta de Albazares. Si bien el aspecto lúdico fue el motivo que aunó los impulsos para su construcción, hay otra causa que también tuvo mucho que ver en la creación de este nuevo espacio, como se documenta en la petición realizada por el regimiento de Tudela al Consejo Real, y que fue procurar nuevas habitaciones a los habitantes tudelanos de aquella época, que los califica en condiciones de hacinamiento e insalubridad. El espacio cerrado de la plaza se convirtió en un nuevo centro de relación de la ciudad que entró en clara competencia con el viejo centro cívico formado por la Plaza Vieja43 (Fig. 3).

41 GARCÍA GAINZA, M. C.; HEREDIA MORENO, M. C.; RIVAS CARMONA, J. y ORBE SIVATTE, M., op. cit., pp. 374-375. 42 YANGUAS Y MIRANDA, J., op. cit., pp. 214-215. 43 ECHEVERRÍA GOÑI, P. L. y FERNÁNDEZ GRACIA, R., “Arquitectura y urbanismo en la Navarra del Barroco”, Ibaiak eta Haranak, Guía del patrimonio histórico-artístico-paisajístico, t. 8, San Sebastián, Etor, 1991, pp. 229 y 234; MARTÍNEZ ESCALADA, J., op. cit., pp. 329-335.

10

Fig. 3. Plano de Tudela con motivo de la construcción del Canal Imperial de Aragón. Siglo XVIII.

Con la llegada del siglo XVIII la población se mantenía aún dentro de los límites de las murallas medievales, a excepción de la referida ruptura del recinto amurallado por la puerta de Albazares con la construcción de la Plaza Nueva. De hecho, en 1709 y debido a la guerra civil se fortificó la muralla que todavía se conservaba en su mayor parte. No obstante, el aspecto de las calles tudelanas cambió sustancialmente en estos siglos del Barroco, no tanto en el trazado urbano, que siguió manteniendo la estructura medieval de herencia árabe, cuanto en los alzados que representaban las viviendas. Así, la calle Herrerías adquirió gran interés en esta época, debido a su buena orientación y sus dimensiones, por lo que fue una de las preferidas por la nobleza tudelana para levantar sus palacios barrocos, entre los que destaca el del Marqués de Huarte construido entre 1742-174544. Otros palacios barrocos a destacar son el del Conde de Heredia Espínola, la casa del Mayorgazgo de Las Cortes, las mansiones de los Labastida, Aperregui, y Castejón45. El eje urbano que se produjo paralelamente a la primitiva muralla, y que está formado por la calle Carrera de las Monjas, Plaza Nueva, Herrerías, Plaza de San Juan y Portal de Velilla, es la intervención urbanística que el Barroco aportó a la ciudad.

44

GARCÍA GAINZA, M. C.; HEREDIA MORENO, M. C.; RIVAS CARMONA, J. y ORBE SIVATTE, M., op. cit., pp. 380-381; ESPARZA, B., El palacio del Marqués de Huarte, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1987. 45 GARCÍA GAINZA, M. C.; HEREDIA MORENO, M. C.; RIVAS CARMONA, J. y ORBE SIVATTE, M., op. cit., pp. 381 y 370-371; ECHEVERRÍA GOÑI, P. L. y FERNÁNDEZ GRACIA, R., “Arquitectura y urbanismo…”, pp. 233234.

11

LA EXPANSIÓN DE LA CIUDAD FUERA DE LA MURALLA A comienzos del siglo XIX el trazado urbano de la ciudad seguía siendo el característico de las ciudades islámicas, como refiere el tudelano Juan Antonio Fernández en su reseña para el Diccionario de la Real Academia, donde describe que las calles, angostas y poco rectas, tienen casas hechas de ladrillo y de mucha elevación, y que en casi todas hay pozo o fuente, y en algunas se conservan vestigios de los baños que tenían los árabes46. Por otro lado, todavía quedaban importantes restos de las murallas que desde época medieval describían el perímetro de la ciudad, los cuales representó el ingeniero Alejandro de Retz en su conocido plano del año 1800, del que se conserva una copia en el Archivo General de Navarra47. Poco después, en 1802, el Plan Beneficial del obispo Francisco de Larumbe, consistente en la reorganización de las parroquias, trajo como consecuencia la apertura de plazuelas o espacios vacíos en el entramado urbano, al derribar los edificios de aquellas iglesias que se encontraban en un estado físico deteriorado, como la de San Juan (1805), San Salvador (1807), la SantísimaTrinidad (1807), San Jaime (1807), San Miguel (1806) y San Pedro (1813)48 (Fig. 4). En 1844 se comenzaron a colocar aceras en las calles principales, lo cual, junto con el nuevo alumbrado público instalado en 1839 en las calles y plazas más relevantes, contribuyó a que las vías adquirieran una considerable mejoría en cuanto a transitabilidad y embellecimiento se refiere49.

Fig. 4. Plano de Tudela, 1822 (Yanguas y Miranda, Diccionario Histórico Político de Tudela).

46

Esta referencia ya fue apuntada por CASTRO, J. R., Tudela monumental, Temas de Cultura Popular, nº

223, p. 10; LARUMBE MARTÍN, M., El Academicismo y la arquitectura del siglo XIX en Navarra, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1990, pp. 83-84. 47 MARTINENA RUIZ, J. J., op. cit., p. 86 (doc. 228). 48 TARIFA CASTILLA, M. J., “Iglesias parroquiales…”, pp. 27, 31, 33, 37, 42 y 43. 49 BIENES, J. J.; MIQUELEIZ, J.; SEGURA, J.; MUNÁRRIZ, E. y BLASCO, C., op. cit., pp. 71-72.

12

Asimismo, a lo largo de este siglo se acometieron importantes obras de urbanización consistentes principalmente en dotar de nuevos ensanches a la ciudad, como el del Camino Real que da salida hacia Pamplona, o la calle de Calahorra, y abrir nuevas vías, como la calle de San Francisco. Por su parte, la implantación del ferrocarril en Tudela, si bien éste fue un suceso notable en cuanto a comunicación se refiere, provocó una barrera en la expansión de la ciudad al elevarse un terraplén entre los ríos Ebro y Queiles. Para Marín Royo, es en 1860, con la construcción de la referida línea del ferrocaril, cuando desaparecen los últimos restos importantes de la muralla principal que quedaban en Tudela50. Es también en este momento, a partir de la segunda mitad del XIX, cuando se aprecia una imperiosa necesidad de crear nuevas viviendas, bien aumentando el volumen de las construcciones existentes o edificando en los sitios destinados a corrales y en terrenos de propiedad municipal, como el caso del Paseo del Castillo51. En este contexto surge el primer plan urbanístico de la ciudad, el Plano de Tudela encargado a Luis Zapata en 1877 y presentado en diciembre de 1880 –que se preocupaba fundamentalmente de establecer una trama viaria que posibilitase el ensanche hacia el sur y de este a oeste, y una futura ordenación en grandes manzanas–, plan que apenas fue puesto en práctica52. La necesidad de nuevas viviendas y la complejidad de gestión del Plano de Zapata hicieron que en 1920 la ciudad aprobase un nuevo plan ordenador redactado por Teodoro Ríos, continuista con el anterior, con actuaciones básicas de descongestionar e higienizar la abigarrada trama de herencia árabe, consistiendo las actuaciones principales en ensanchar calles, proyecto que se acompañó de las Ordenanzas de Edificación de 1943 que rigieron la vida urbanística de Tudela hasta 197853. Aunque surgieron nuevas urbanizaciones fuera del recinto amurallado de Tudela, no se consolidó la expansión de la ciudad hasta la segunda mitad del siglo XX, con hechos tan significativos como el cubrimiento de los ríos Queiles (1967-1970) y Mediavilla (1976)54, periodo en el que Tudela sufrió un crecimiento urbano y socioeconómico que la transformó radicalmente, de ciudad agrícola en industrial, con la implantación de la Azucarera, la construcción del barrio de Lourdes, fuera de cualquier planificación y sin casi conexión con la ciudad histórica, aprobándose más tarde los planos generales de ordenación urbana de José A. Ridruejo (1978) y el redactado por Carmelo Loperena (1991)55. En definitiva, la ciudad de Tudela vivió encerrada en el perímetro marcado por sus murallas medievales desde los siglos IX hasta casi el siglo XIX. El crecimiento se hizo inicialmente a costa de los espacios no edificados y de las viviendas abandonadas por los judíos en 1492 y por los moros y moriscos, expulsados en 1516 y 1610 respectivamente. Sólo algunos conventos se alzaron extramuros, y a fines del siglo XVII se proyectó y construyó la Plaza Nueva que supuso el primer paso que rompió el cerco que oprimía la ciudad

50

MARÍN ROYO, L. M., La Tudela desconocida…, p. 175. BIENES, J. J.; MIQUELEIZ, J.; SEGURA, J.; MUNÁRRIZ, E. y BLASCO, C., op. cit., pp. 70-75. Los rasgos antiguos y los modernos se distinguen en el plano de Tudela que va en la hoja correspondiente al mapa de Navarra de Francisco Coello (1861). MARTINENA RUIZ, J. J., op. cit., p. 119 (doc. 335). 52 RAMÍREZ SÁNCHEZ, J. M., “Aproximación a la historia del urbanismo de Tudela”, Merindad de Tudela, vol. 13, Tudela, 2005, pp. 12-15. 53 IBÍDEM, op. cit., pp. 15-17. 54 BIENES, J. J.; MIQUELEIZ, J.; SEGURA, J.; MUNÁRRIZ, E. y BLASCO, C., op. cit., pp. 75-80. 55 RAMÍREZ SÁNCHEZ, J. M., op. cit., pp. 17-33. 51

13

en su desarrollo urbano hacia latitudes orientales. Sin embargo, Tudela no salió de su recinto amurallado hasta el siglo XIX, expandiéndose al otro lado del Queiles, si bien la gran ampliación de la ciudad tuvo lugar a mediados del siglo XX, desarrollándose fundamentalmente hacia el sur.

14

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.