EL DESARROLLO DEL CAMPO DESDE LAS REDES GLOBALES: EL CASO DE LA HORTICULTURA MEXICANA. 2011

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Descripción



EL DESARROLLO DEL CAMPO DESDE LAS REDES GLOBALES: EL CASO DE LA HORTICULTURA MEXICANA.
Seyka Sandoval Cabrera

Resumen
En el marco de las cadenas globales de valor, en su sentido más básico, una empresa o grupo de empresas se desarrollan o saltan cuando incrementan su participación en el flujo de valor total de la red. En América Latina los actores del medio rural integrados a las redes internacionales, se ubican por lo general, en la etapa de producción, en un esquema de triple dependencia: financiera, tecnológica y de canales de comercialización. En este contexto, el desarrollo de dichos actores implicaría encadenamientos hacia atrás o adelante que asumieran la independencia de algunos de los tres aspectos mencionados, a este proceso se le reconoce como upgrading. Las bases que parecen proveer de los elementos necesarios para dar el salto, se identifican en la literatura con una integración activa y procesos de aprendizaje que lleven a copiar, adoptar, adaptar e innovar. No obstante, dicha recomendación parece no haber funcionado para el sector agrícola mexicano. Contrario a las premisas que la bibliografía de redes plantea, los sectores integrados en los eslabones productores intensivos en trabajo, dibujan una dinámica de crecimiento empobrecedor. Si lo anterior se comprueba, suponiendo que los supuestos iniciales se cumplen –integración y aprendizaje- ¿Cuáles son los factores que inhiben el upgrading?
Introducción
El proceso de apertura comercial detonado en los ochentas por la crisis de deuda que vivía América Latina, posterior a la caducidad del Estado de Bienestar en dicha región, impulsó en los sectores agroalimentarios la exportación de cultivos "no tradicionales" como las frutas, hortalizas y flores. El objetivo fue incrementar los ingresos por exportación y dinamizar una vía de integración al comercio mundial en uno de los mercados de mayor crecimiento en los países desarrollados. En última instancia, el boom de la exportación de estos alimentos obedecía a la depresión de los precios de los cereales, que vio contrarrestada su tendencia por la diversificación de cultivos en la regiones en desarrollo, quienes vulneraron, abanderados en políticas de especialización e integración como estrategias de desarrollo, la autosuficiencia alimentaria.
La estrategia de integración dio lugar a esquemas trabajo-intensivos en estructuras de enclave, es decir, con eslabonamientos internos no significativos, que propician la extracción de valor por medio de la explotación del trabajo y los recursos naturales, sin estimular el crecimiento de las capacidades locales que lleven a estas actividades a incrementar la captación de valor. Estos esquemas, dada su configuración, descansan en ventajas de costos, lo cual los hace extremadamente vulnerables a los riesgos de relocalización ante la emergencia de competidores con costos relativos menores. En este sentido, se advierte que la integración latinoamericana del sector agrícola en general, no parece haber recogido las publicitadas bondades de la globalización, que permitan definir trayectorias de crecimiento en el largo plazo, con potencial de revalorización en el comercio internacional explicado por las cadenas de valor. (Kosacoffi, 2008)
En esta publicación la integración global del sector agroalimentario como parte de la estratega de desarrollo en América Latina, puede considerarse pasiva en la medida en que se ha construido sobre una estructura dependiente hacia afuera y estancada hacia adentro: los principales elementos externos e internos de esta trampa del atraso son, respectivamente: 1) dependencia tecnológica, financiera y de canales de comercialización que se expresan en relaciones cautivas con las corporaciones globales líderes en tecnología y comercialización de alimentos, y 2) Abandono de las políticas de fomento agrícola, disminución del crédito público y extranjerización de las instituciones bancarias, además de un bajo presupuesto en investigación y desarrollo.
El resultado de lo anterior es una relación en la que las fuerzas externas dictan la evolución de los segmentos agrícolas de exportación, al amparo de políticas agrícolas internas, que en su carácter de asimilación pasiva fortalecen trayectorias de dependencia. Analizaremos esto en el sector agrícola exportador mexicano contrastado por su competencia emergente en Honduras y otros países de Centroamérica, con el objetivo de responder ¿Cuál es la funcionalidad de la estrategia de crecimiento del sector agrícola y cuáles sus perspectivas?
1.- La trampa del atraso
Existe evidencia suficiente para plantear la posibilidad de que el patrón de especialización agrícola en México, basado en la exportación de frutas y hortalizas, esté en crisis a un siglo de su origen. El aparente y publicitado auge de la horticultura de los años ochenta del siglo XX a la fecha, ha terminado. La transformación de los productores integrados a esta cadena agroalimentaria requiere abandonar el esquema de enclave y dependencia, si desean sobrevivir. El enclave es resultado del establecimiento del capital extranjero en las zonas productoras, que solidificó la especialización y facilitó la integración, permitió la creación de una clase de productores empresarios y finalmente se ha convertido en uno de los obstáculos que impide el crecimiento del subsector en particular, y el sector agrícola en general.
No obstante los fuertes argumentos por reforzar el patrón de especialización agrícola, en 2001 se ubicó a las hortalizas mexicanas en la categoría de "oportunidades perdidas", exportaciones que van perdiendo peso relativo en mercados de los Estados Unidos, pese a que estos se encontraban en proceso de expansión. (Trápaga y Rello, 2001). El incremento de las exportaciones de México a Estados Unidos sigue sosteniéndose, incluso se ha presentado un notable incremento en los últimos años, si se mide en términos de volumen (Huang, 2007). Sin embargo, la pérdida en la participación de las importaciones estadounidenses de tomate es de poco más del 20% en un lapso de treinta años (USDA, 2006; USDA, 2008), es decir, el mismo periodo en el que se inicia la apertura agrícola en México y se abandera la reconversión de cultivos y la exportación con las hortalizas, frutas y flores.
La explicación de la crisis del patrón de especialización agrícola está en su esquema de enclave y triple dependencia externa. Los nodos mexicanos, dependen históricamente del financiamiento exterior, la transferencia tecnológica, los canales de comercialización y evolucionan en función de las innovaciones que deben ser adoptadas siguiendo los requerimientos del líder de la cadena de valor, tales requerimientos pueden sintetizarse en cuatro líneas: características físicas del producto, condiciones en las que el producto es transportado, aspectos laborales y sociales en los que se desarrolla la producción y el cuidado del medio ambiente.
La dependencia y orientación al mercado externo de los cultivos hortícolas, se fortalece, entre otras cosas, por el carácter de los motores de crecimiento interno, que hemos definido en esta presentación como pasivos, en la medida en que actúan como respuesta a la fuerza externa dominante. Considero como los motores endógenos principales, al mercado interno, el crédito agrícola y la inversión en investigación y desarrollo.
el mercado interno carece de capacidad para absorber la producción nacional de manera significativa, funge como un desagüe de la oferta de exportación que permite controlar los precios en la frontera. El mercado nacional es un universo muy alejado de la realidad exportadora, el grueso de los consumidores de hortalizas están muy lejos de exigir distintivos de inocuidad, responsabilidad social y cuidado del medio ambiente. La paridad del poder adquisitivo interno, comparado con el del principal mercado de destino, que es 3.2 veces superior, caracteriza un mercado interno que toma su decisión de consumo basado en el precio. En este sentido, no existen incentivos internos para transformar la producción de hortalizas destinada al mercado nacional, como tampoco para aplicar de manera eficiente las regulaciones existentes en materia de inocuidad y sanidad vegetal. (Elizalde, 2010).

Frente al choque que provoca una isla de productores competitivos orientados hacia la exportación, financiados y capacitados desde afuera, la reacción interna no consistió en extender las bondades de dicha transformación al grueso de los productores, sino que por vía de la omisión en el marco de la liberalización comercial, se intensifica la estratificación de los productores reduciendo indiscriminadamente los apoyos y fortaleciendo el esquema de enclave y trabajo-intensivo. Los resultados son, un campo empobrecido, importaciones de granos, migración y estratificación.

no existen canales de crédito en el país que compitan con el financiamiento de las comercializadoras, dado que éstas, además de crédito, otorgan a los productores de una red de proveedores y compradores. No obstante esta desventaja, el crédito agropecuario en México como porcentaje del crédito total –banca comercial y banca de desarrollo- tiene una tendencia decreciente desde mediados del siglo XX, acorde con la menor participación del sector agropecuario con respecto al PIB. (Mobarak, 2005). Los apoyos gubernamentales se enfocan a la diversificación de cultivos y los estímulos a la actividad exportadora, pese a la perdida de participación que muestran las hortalizas en las importaciones de Estados Unidos, y a la mecanización de las superficies agrícolas, así como a la incorporación de las Buenas Prácticas Agrícolas y de Manejo, esto es acorde con las tendencias internacionales, aunque en México parece ser sólo un elemento discursivo.

la dependencia tecnológica es estructural, el presupuesto para Investigación y Desarrollo (I&D) en México, está por debajo de lo recomendado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), inhibiendo con ello la adquisición de capacidades que permitan construir las estrategias de revalorización y el aprovechamiento de las ventanas de oportunidad que el campo requiere, desde esta base, los esfuerzos por copiar tecnología, realizar innovaciones incrementales o radicales, no pueden ser sino irrisorios. Al investigar en relación a los esfuerzos que se realizan en materia de investigación agrícola, descubrimos que los esfuerzos existen, son limitados y no llegan a los productores.
La falta de estímulos, presupuesto y el alcance limitado de las investigaciones, así como la incapacidad del Estado para difundir los resultados, impide por un lado, la posibilidad de que dichos adelantos sean incorporados a las producciones de hortalizas, por otro lado, la relación tutorial que ejercen los líderes de la red, a través de los requerimientos y el financiamiento hacia los productores, les permite, dictar el paquete tecnológico que habrá de utilizarse, inhibiendo con ello la incorporación de tecnología endógena.
Considerando lo anterior como telón de fondo, el análisis de la estrategia para el ascenso de los productores mexicanos deberá recoger la naturaleza de los vínculos cautivos que subordinan-condicionan la evolución de los productores, con el objetivo de señalar los retos y las potencialidades que tienen los productores de hortalizas en la estrategia de revalorización de la cadena de valor.
El éxito económico del patrón de especialización agrícola en el espacio nacional, se desdibuja en el contexto global, los nodos trabajo-intensivo ocupan el último escalón en la participación del valor total que genera la cadena. La preocupación inmediata estriba en el riesgo de relocalización, las cadenas agroalimentarias tienen una coordinación vertical, que caracteriza a las cadenas dirigidas por el comprador, en ellas la red de proveedores es amplia y éstos entran y salen en la medida en que puedan cumplir o no con los requerimientos del líder.
Aunque la tipificación de estas cadenas es complicada, pues existen distintas formas de acoplamiento vertical, y muchas veces coexisten (Humphrey, 2006; Gereffi, 2005), la cadena hortícola en la que México está integrado, entra en la categoría de agricultura de contrato con gobernabilidad cautiva, aunque también presenta rasgos de la gestión de supermercados en la coordinación de la oferta y la demanda, y en menor medida podemos encontrar vínculos relacionales. La comunicación de los productores con la cadena de supermercado puede ser directa o estar mediada por diversos intermediarios. El bróker, tiene información en tiempo real y una comunicación constante con los proveedores y compradores, pues trabaja para ambos. Este intermediario, muchas veces catalogado como "improductivo" o "innecesario", recibe el pedido del comprador, las especificaciones de volumen, calidad, color, tamaño, variedad, etc., se enlaza con el proveedor y éste envía el producto, el bróker lo coloca en el mercado a cambio de una comisión fija, condición que le otorga ventajas para negociar precios a la baja con los supermercados.
El riesgo de relocalización no es menor, dada las características del grupo de productores y su dependencia y la posibilidad de que otros países estén en condiciones de satisfacer los requerimientos del líder de la cadena a precios competitivos. El mercado spot de que media entre la etapa de producción y distribución no atiende cuestiones de confianza, sino de requerimientos y calidad, es decir, comprar el mejor producto al menor precio, desatando en ocasiones dinámicas especulativas que llevan a castigar el precio al productor, como un medio por el cual brokers y distribuidores compiten por la preferencia de los grandes compradores. Es en esta etapa en la que se evidencia la vulnerabilidad de los productores, en la medida en que la competitividad debe ser soportada por el cumplimiento de los requerimientos, logrando con ello sólo el acceso al mercado, mismo que no garantiza la rentabilidad de la producción o estabilidad de precios, en un marco de creciente competencia.
Por otro lado, la conjugación de los acoplamientos verticales de contrato y gestión arrojan cierta certidumbre tanto para proveedores como demandantes, además de los lazos de confianza establecidos a través de un largo periodo de comercio. En algunos casos, intermediarios y productores desarrollan relaciones duraderas y virtuosas basadas en la confianza, generando un vínculo relacional.
El productor garantiza al intermediario el producto tal y como ha sido demandado y en los tiempos acordados, el distribuidor como respuesta a esta conducta repetida mantiene la preferencia por dicho productor, le otorga crédito y en ocasiones –tales como malas temporadas, perdidas por contingencias, etc.- puede resolver los problemas del productor vía prestamos, que lo lleven a su recuperación y la reanudación de las relaciones comerciales, dicho prestamos son pagados con los rendimientos esperados a cierta tasa de interés y otorgando diversas consideraciones mutuas en el periodo de recuperación.
El contacto directo con los supermercados es una tendencia creciente que podría generar vínculos relacionales prescindiendo del intermediario, además de una posible ampliación de la temporada de exportación, siguiendo la tendencia de tener producto fresco todo el año y el crecimiento de los invernaderos en México. Los productores podrían explotar su experiencia y presencia en el mercado con productos a la altura de los requerimientos actuales, la competencia frente a frente con los productores de Florida por la preferencia del gran comprador podría alegarse fructífera. Esto otorgaría mayor estabilidad en el comercio, mayor certidumbre para las partes, así como la eliminación del costo de oportunidad que implica la capa de intermediarios.
No obstante, existe el riesgo de que, dada la estructura oligopólica de los supermercados que tienden a estrechar los canales de salida, los vínculos cautivos se recrudezcan, castigando aún más los precios al productor, después de todo, la expansión de los grandes compradores en los países en desarrollo ha vulnerado seriamente los canales internos de distribución, además, éstos, dadas las características del mercado interno, no estarían interesados en cubrir el costo de la producción con calidad de exportación, por lo tanto, monopolizadas las opciones de comercialización hacia Estados Unidos, y manteniendo constante la vulnerabilidad de los productores en materia de financiamiento, tecnología y distribución, el escenario para agudizar las relaciones cautivas es plausible, y vuelve a poner en la mesa la necesidad de romper la concentración en los mercados de destino.
La dependencia externa de los productores mexicanos agudiza los riesgos, como hemos comentado, la modernización del proceso productivo como respuesta a estímulos exógenos y la falta de diversificación en los mercados de destino, agudizó la competencia interna concentrando a la clase productora vía costos. La recesión mundial ocasionó quiebras y fusiones, en la búsqueda por diversificar los mercados, intentos por revalorizar a los productores y/o acceder a otras etapas de la cadena de valor, dicha concentración se verá fuertemente fortalecida por las pérdidas que ocasionaron las recientes heladas en febrero de este año.
Siguiendo en la etapa de comercialización, es necesario anotar que en los últimos años, países de Centroamérica se han incorporado como proveedores de frutas y hortalizas en el mercado de Estados Unidos, recibiendo apoyo financiero por parte de inversionistas de este país, particularmente del Estado de Florida. República Dominicana, Guatemala, Costa Rica, Bahamas y particularmente Honduras, compiten con México en productos como Aguacate, Brócoli, Zanahoria, Coliflor, Pepino, Berenjena, Toronja, Habas, Calabaza y Sandía, este grupo de países, incluyendo a México se encuentran entre los tres primeros exportadores de estos productos a los Estados Unidos.
Con estos datos, la potencial restructuración de la economía de los Estados Unidos posterior a la crisis, debe preocupar a los productores nacionales no sólo por la competencia emergente y potencial (la posibilidad de suspender el embargo Cuba), sino por las políticas de fomento agrícola que pueden emprenderse con orientación proteccionista como estrategia para superar la crisis y fortalecer a los productores por las recientes contingencias naturales, así como dar seguimiento a las políticas encaminadas a superar la dependencia del tomate mexicano en las importaciones de Estados Unidos, política silenciosa que en menos de treinta años logró reducir la participación de dicho producto en más del 20%.
El lugar que adquiere la competencia emergente merece especial atención en la medida en que muestra la efectividad de un vínculo cautivo. El intermediario financia, capacita y enlaza al productor con los distintos proveedores de tecnología e insumos, expresando un vínculo cooperativo entre firmas líderes, todo en un marco de satisfacción de requerimientos específicos. Al mismo tiempo, se exploran nuevas fuentes de oferta que garanticen el cumplimiento de los requerimientos a bajo costo, bajo un vínculo cautivo, cuando se descubre un espacio así, Honduras en la producción de pepino y berenjena, por ejemplo, intermediarios y supermercados, así como algunos productores, migran capital a dichos espacios, otorgando, financiamiento, capacitación, transferencia tecnológica y canal de comercialización. El menor desarrollo de esos espacios, comparados con los espacios proveedores actuales, otorga mayores ventajas en términos de costos por dos vías, por un lado, los costos de producción de los productores, recientemente cautivados es menor con relación al proveedor antiguo, por otro, el proveedor antiguo con el objetivo de mantener la preferencia del distribuidor y/o supermercado presiona hacia abajo sus costos al mismo tiempo que impulsa hacia arriba el cumplimiento de los requerimientos, esta dinámica se agudiza cada vez que un nuevo proveedor se incorpora.
Este proceso de expansión de la base proveedora, se logra, paradójicamente, gracias al proceso de concentración de los grupos de productores en particular, cada vez que la competencia se intensifica vía el riesgo de relocalización, se produce una criba.
¿Cuál es la naturaleza del vínculo cautivo, es decir, qué lo hace cautivo?
La liberalización comercial, los avances en la informática y las telecomunicaciones y el fin de la era industrial de los países desarrollados, provocó, la diáspora de las corporaciones, ahora capaces de operar a lo largo y ancho del territorio mundial, experimentando, a través de la subcontratación y la coordinación que las nuevas tecnologías permitían, una reducción de costos sin precedentes, En los noventas, las cadenas de supermercados se extendieron a los países en desarrollo, monopolizando los canales de distribución y transformando las producciones agrícolas, al mismo tiempo que los avances en la biotecnología crecían en un mercado de patentes que ha llegado a controlar el 80% de las semillas en el mundo. El resultado es una tendencia a homologar las técnicas de producción dirigidas por estructuras oligopólicas en la tecnología e insumos agrícolas y los canales de comercialización, en un contexto en el que los motores endógenos en el campo mexicano están debilitados.
La debilidad interna, en materia de crédito, mercado interno e inversión en tecnología, tiene como reflejo histórico el financiamiento externo, el mercado externo y la transferencia tecnológica, llenando así los vacíos de los productores como palanca que les permite satisfacer necesidades explicitas en el exterior. Así, la naturaleza del vínculo cautivo obedece en última instancia, a la ausencia de motores endógenos capaces de anclar las actividades de exportación a la dinámica general de la economía, como sucede en otros países exportadores como Canadá y España, que no comparten una estructura de dependencia como la mexicana, siendo importantes exportadores de hortalizas a nivel mundial.
En su sentido concreto, el vínculo cautivo se expresa, por un lado, en la competitividad de los productores definida a partir del cumplimiento de requerimientos, en un contexto de creciente competencia, que los estanca en una dinámica de competencia por costos que al mismo tiempo los concentra, y en muchos casos los lleva a observar como el incremento de los volúmenes de exportación y el valor de éstos, se contraponen con la reducción de los ingresos, así como la participación en el mercado, definiendo trayectorias de crecimiento empobrecedor. Por otro, y partir de los vínculos cooperativos de las firmas líderes, los propios productores son al mismo tiempo, proveedores y mercados cautivos, proveedores cautivos por evolucionar vía requerimientos, y mercados cautivos porque esos requerimientos imponen la necesidad de incorporar paquetes tecnológicos y de negocios, de compañías y marcas específicas, que inhiben la incorporación de los limitados avances internos. La competencia final en los segmentos de venta, extraen desde el inicio de la cadena, el uso de marcas, tecnología, procesos, técnicas, etc., específicas como plataforma para diferenciar el producto, convirtiendo a la competencia de la cada vez más amplia base proveedora en el soporte de las rentas extraordinarias de las compañías líderes de la red.
En este escenario ¿Cuáles son las perspectivas de los productores para ascender en la cadena de valor?
2.- Estrategia de ascenso
La asignación territorial de los proveedores en la cadena de valor se modifica eventualmente, ya sea por la incorporación de nuevos competidores, la revalorización de otros nodos a través de proceso innovación que permiten eslabonamientos al interior de la cadena o los cambios y diferencias en escala, conocimiento, factores políticos y culturales que reorganizan la estructura de la red. La rotación del cambio depende de la etapa del ciclo, en la estructura piramidal o vertical, los segmentos líderes (diseño, servicios financieros, comercialización, ventas) son menos vulnerables que la base (nodos productores).
En la media en que la base de proveedores aumenta, se induce a los países en desarrollo a flexibilizar las condiciones que le otorgan su localización (regulaciones internas, por ejemplo) con el objetivo de mantener la ubicación de su carácter de proveedor y la captación de divisas, influyendo en la evolución del conjunto de la economía. Si en este escenario, los sectores vulnerables afectados por la flexibilización de los criterios para mantener la localización son significativos en el grueso de la economía, el resultado de la integración de los productores a la cadena es adverso al desarrollo. Es decir, si los productores tienden a empeorar su situación, agudizando la subordinación con respecto a los líderes de la red, los resultados generales de la integración son negativos. El contexto sociopolítico incide en las decisiones de localización al influir en el flujo de valor. Políticas de carácter fiscal, por ejemplo, o bien aspectos de propiedad, condiciones laborales, etc. reestructuran el funcionamiento de la cadena y su distribución.
Las reformas al campo en México han ido encaminadas a la reducción de apoyos y la liberalización comercial bajo el supuesto de que ello incrementaría la competitividad del sector primario, favoreciendo con ello los intereses de las inversiones de capital foráneo y afectando al sector agrícola en general. El resultado al respecto es una mayor estratificación de los subsectores. Los sectores dinámicos están liderados por los cultivos de frutas y hortalizas que se caracterizan por una agricultura empresarial posicionada en los mercados internacionales con acceso a créditos en el extranjero. La producción de granos y cultivos industriales, se han visto afectados severamente, sobre todo en cuanto al valor de la producción, se consideran cultivos altamente vulnerables frente a la liberalización total que se dio en 2008. Por último, el subsector en contracción son las oleaginosas, debido a la eliminación de subsidios y precios de garantía. (Seyka, 2007)
Es importante destacar, que pese a que la política agrícola ha favorecido los cultivos de exportación, tanto las regulaciones como los apoyos al subsector de hortalizas son menores al interior del país que fuera de él. La verdadera regulación se encuentra en los requerimientos del líder de la cadena. Los productores deben contar con procesos productivos limpios y eficientes, utilizar insumos que no pongan en riesgo la salud del consumidor y certificar su producción exportable. En última instancia, la exclusividad en la regulación por parte del líder de la cadena es el objetivo ideal para éste, porque ello garantiza la mayor extracción de valor y concentración de éste en las etapas finales de comercialización y venta. Las potencialidades de la integración a la red, se nulifican en la medida en que los motores endógenos como la política agrícola se debilita frente a los requerimientos externos, concentrándose en los ingresos por exportación a costa del desmantelamiento interno del sector.
Aunque la cadena se define como un conjunto de segmentos independientes, ello varía en función de la etapa del ciclo del producto, mientras que el diseño puede ser independiente de la distribución, por ejemplo, el segmento trabajo-intensivo está subordinado en casi todas las etapas de la cadena. En primer lugar por el crédito, en segundo por las especificaciones del producto, en tercero de las etapas de diseño tecnológico como base para la competitividad y el cumplimiento de los requerimientos, y finalmente por la red de intermediarios que les impiden acceder directamente a las compañías de supermercados.
Este comportamiento subordinado dificulta el ascenso por actividad económica, integración hacia adelante (empaque, transportes, comercialización) o hacia atrás (tecnología) de los segmentos productores. Estos factores, son obstáculos que inhiben la adquisición de capacidades y que obligan a que la revalorización se replantee como una estrategia endógena. El enfoque de cadenas globales, parece homologar los conceptos de integración y desarrollo, planteando que una vez que los nodos se han integrado, la tarea es adquirir capacidades que lleven al ascenso, sin embargo, se obvian las barreras a la entrada que parten de las condiciones de inserción a dichas redes y que son sostenidas como resultado de la relación entre los vínculos cooperativos y de subordinación.
Conclusiones
El espacio y territorio local son categorías rebasadas por el concepto de globalización e interdependencia, la producción de los bienes es global y los espacios nacionales se desdibujan. Este escenario ha llevado a la creciente desintegración de los aparatos productivos internos bajo el espíritu de la libre competencia y la integración. La política económica emprendida en los ochentas introdujo al campo en la vorágine empresarial de choque, no existió un proceso gradual estratégico que llevará a transformar las ganancias de los sectores integrados al mercado mundial en externalidades positivas, en integraciones locales que maximizaran el producto social. La era de la biotecnología abre una ventana de oportunidad, los vastos recursos naturales y la baja densidad de población constituyen a México en un escenario ideal. Las reformas del Estado en Investigación y Desarrollo y Fomento son indispensables para ir abandonando la dependencia de insumos agrícolas que permitan sortear las barreras que impone el oligopolio de las empresas transnacionales en este rubro. Incentivar los polos dinámicos al mismo tiempo que reinicia la política de seguridad alimentaria debe ser parte del camino a seguir. El reto sigue siendo la integración y el desarrollo, pero ésta debe iniciarse en el espacio nacional para arribar con fortaleza en el escenario mundial.
La estrategia de desarrollo debe ser endógena, considerando las influencias, los retos y las oportunidades externas. Diagnosticar en primer lugar las características del espacio nacional, definir sus ventajas y sus debilidades, en función de ello, potencializar en un primer momento la ventaja como herramienta de una inserción exitosa, al mismo tiempo que se fortalecen los sectores más vulnerables. Todo esto no es objeto, exclusivo del área económica, de acuerdo a la caracterización del espacio nacional de Dabat (1993), los aspectos institucionales, sociales, culturales, territoriales, etc. deberán evolucionar al unísono de la estrategia que se ha elegido. Finalmente, la estrategia elegida deberá ser flexible considerando la dinámica del espacio mundial, y las posibles transformaciones que de él emanen. Si bien la globalización pareciera desdibujar los espacios nacionales, la clara definición de los mismos en cuanto a sus especificaciones puede constituirse como un medio, para ofertarse oportunamente a las necesidades que la concurrencia del mercado requiere, absorbiendo la mayor cantidad de externalidades positivas.
Bibliografía
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-Huang Sophia, Huang Kuo (2007) Increased U.S. imports of fresh fruit and vegetable. Ed. Economic Research Service, USDA.
-Humphrey John (2006) "Global Value Chains in the agrifood sector". UNIDC, Working Paper.
-Kosacoffi Bernardo, López Andrés (2008) "América Latina y las Cadenas Globales de Valor: Debilidades y Potencialidades" en Globalización, Competitividad y Gobernabilidad, Núm. 1, Vól. 2, Ed. Universidad de Georgetown.
-Mobarak Del Ángel Gustavo (2005) Transformaciones del crédito agropecuario. El caso de FIRA en perspectiva histórica. Ed. CIDE, División de Economía, Documento de Trabajo #320. 2005
-Sandoval Cabrera, Seyka (2007) Horticultura de exportación y desarrollo sostenible. El caso del Estado de Sinaloa, Tesis de maestría, Posgrado en Economía, UNAM, México.
-Trápaga Yolanda, Rello Fernando (2001) "Libre comercio y agricultura: Efectos de la Ronda Uruguay en Costa Rica y México", Serie de Estudios y Perspectivas no. 7. Ed. CEPAL.
-United States Department of Agriculture (2006) Vegetables and Melons yearbook.
-United States Department of Agriculture (2008) Vegetables and Melons yearbook.





Estudiante de Doctorado en Economía, División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Economía, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), [email protected]

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