El desarrollo de la historia en la sala de clases: una narración sin historia local

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Descripción

Capítulo 3 EL DESARROLLO DE LA HISTORIA EN LA SALA DE CLASES: UNA NARRACIÓN SIN HISTORIA LOCAL Dinora Vergara Ávila1 RESUMEN Entregamos algunas reflexiones en torno a la asignatura de Historia en la sala de clases y cómo se ha manifestado un discurso oficial de esta disciplina sin atender las ventajas que significaría incorporar la Historia local en este contexto educativo, como una dimensión más cercana de la visión de Nación que se desea entregar. Palabras claves: Historia oficial - Historia local – Nación ABSTRACT We deliver some reflections on the subject of History in the classroom and see how an official discourse has become said about this discipline without considering the benefits to incorporate the local history education in this academic context, as a dimension closer to the vision of the Nation to be released. Key words: Official History - Local history – Nation PRESENTACIÓN La educación tiene un papel fundamental en la construcción de una sociedad que conviva en diversidad, apreciando este mismo hecho como una riqueza. La Historia, dentro de este contexto, no está llevando el liderazgo en esta necesaria tarea, y por lo mismo ocupa un lugar destacado en nuestra reflexión, debido a que se apoya en la historiografía, fuente principal del material educativo. Creemos que esta disciplina, enfrenta dos procesos en la concreción de su labor: un estudio tanto riguroso como crítico de las fuentes, y una narración que debe dar testimonio de la inserción de los hechos investigados en la realidad nacional, siendo fiel a lo que este escenario temporal indica. Dentro de la sala de clases, convergen estas problemáticas, agregándose el hecho de que los profesores de Historia, como ilustra Bain2 “deben ser bifocales, y seguir líneas de pensamiento tanto histórico como pedagógico. Los maestros de Historia deben ir más allá de hacer Historia o pensar históricamente para sí: deben poder ayudar a otros a aprender Historia y a aprender a pensar históricamente” (Bain 2005: 5). Esta cita nos permite asumir que, en la sala de clases, el proceso de enseñanza- aprendizaje es mucho más complejo que memorizar. Bain, también nos permite dirigir la mirada hacia los textos de estudio, recurso permanente en que se apoya la labor docente y preguntarnos a qué parte del desarrollo de las capacidades está aportando ¿A aprender Historia o a pensar históricamente?

Profesora de Historia y Geografía, Egresada de Magíster en Etnohistoria, Diplomada en Gestión Cultural. [email protected] 2 Robert B. Bain, profesor asistente en la Escuela de Educación de la Universidad de Michigan. 1

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Capítulo 3 En este contexto, la Historia Local, ofrece oportunidades de enriquecer a esa Historia que unifica una visión de país, y que los niños y jóvenes encuentran en los textos de estudio que los acompañan desde sus primeros años escolares hasta que egresan de la enseñanza media. En la misma perspectiva creemos que la Historia local es un aporte para desarrollar una mejor relación entre lo que está contenido en los textos oficiales y lo que ha acontecido en la comuna o región en que los estudiantes viven. Nuestra reflexión se centra en estos aspectos, cuestionándonos sobre el tipo de estudiante que estamos formando y el interesante desafío que significa incluir la Historia local en todo este proceso. LA HISTORIA OFICIAL EN LA SALA DE CLASES Sabemos que la Historia trabaja con preguntas: ¿Qué ocurrió? ¿Cuándo ocurrió? ¿Por qué ocurrió? etc. pero, como docentes, también debemos preguntarnos: ¿Qué Historia queremos contar? ¿Qué Historia están aprendiendo los estudiantes? Estas interrogantes son claves para evaluar nuestro quehacer y el tipo de alumno(a) que estamos formando. Pensar en la sala de clases y la Historia que se aborda en ella, resulta un ejercicio necesario para comprender qué tipo de estudiante estamos formando. Como profesores recurrimos a variados recursos pedagógicos, pero, debemos hacer notar una constante en todo el proceso de enseñanza – aprendizaje y estos son los textos de estudio que se utilizan en los distintos niveles que abarca la educación formal. Considerar los textos de estudio dentro de la sala de clases no es antojadizo. Existe un número considerable de trabajos (Alanis 2010; Capriles 2004; Carretero 2008; Gazmuri 2008; Pohl 2008; Riedemann 2008; entre otros) planteando la importante, y por lo mismo, cuestionable labor que cumplen estos manuales en el aprendizaje de los estudiantes. En algunos de los trabajos mencionados se advierte una visión que plantea la subjetividad del libro, considerándolo estructurado para guiar el conocimiento hacia la idea de Nación que se quiere mostrar. Un trabajo de investigación que publicamos el 2008 en Buenos Aires3 , en que se discuten estas ideas y se enfocan los problemas que se advierten para las etapas llamadas Precolombina, Conquista y Colonia, de nuestra Historia de Chile, comprueba que existe una idea de Nación implícita en cómo se abordan los contenidos de estas materias. Pero ¿Cómo se llega a entregar a los niños y jóvenes esa idea de Nación? Sabemos que es una compleja pregunta y que su respuesta tiene variadas aristas, para responderla nos centraremos en los Historiadores4 , quienes nos entregan sus investigaciones a través de una narración que aborda los hechos interpretados por ellos. Entonces, tenemos claro

“La identidad como objetivo transversal en los procesos cognitivos: aporte de la Arqueología y los textos escolares” (Vergara, D. 2008) y publicado en Chile a través de Cuadernos del Pensamiento Latinoamericano (CEPLA) N° 17: 266-285, Valparaíso, Universidad de Playa Ancha, 2010. 4 Visto como la persona que investiga y escribe sobre Historia basándose en fuentes escritas, materiales, orales e iconográficas. 3

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Capítulo 3 que aunque los hechos sean los mismos, lo que variará son las explicaciones de éstos, estableciéndose lo que se llama corrientes historiográficas. Esta idea la podemos reafirmar con una cita que nos entrega el Historiador Sergio Grez: “No existe el historiador neutro, no comprometido en lo absoluto, trabajando aislado en un laboratorio” (Grez 2007: 4). Las editoriales poseen equipos de profesores (varios tienen posgrados académicos) que toman las investigaciones de ciertos Historiadores para explicar los hechos que se considerarán en el texto que llegará a la sala de clases. De este modo, se irá conformando un entramado que comenzará a reflejar la tendencia de cada editorial (más conservadora, más centrada en los procesos, etc.). El Ministerio de Educación (MINEDUC) plantea los planes y programas que deben estar presentes en las clases de todas las asignaturas y por supuesto en el caso de Historia, esto debe estar en armonía con los textos que apoyan las clases. También será el MINEDUC quien licitará los textos para fijar cuáles llegarán a los establecimientos Municipalizados o Subvencionados, pero a su vez los Privados escogerán de todas las editoriales que están en el mercado, la que incorporarán en ese año. Lo interesante de este proceso es que se llegará a incluir a las mismas editoriales que han incorporado los otros tipos de establecimiento, debido a que son las que están circulando con los contenidos que el MINEDUC ha validado5 . Con todos estos elementos podemos deducir que los libros de Historia se pueden apreciar como una voz unificadora que se quiere contar sobre Chile y es este aspecto el que nos otorga la base para contar con el hecho de asumir una versión oficial de los contenidos que se revisan en todos los establecimientos de nuestro país. George Orwell, nos estrega una idea que nos permite ver otro prisma de la reflexión que deseamos hacer: “El que controla el Pasado controla el futuro y el que controla el presente controla el pasado” (Orwell 1980: 120) indudablemente que la tendencia a controlar el pasado está presente en los Historiadores y también en el Estado. Lo que se desea que se conozca sobre la Historia de nuestro país y los paradigmas que se han establecido sobre nuestros acontecimientos determinan la idea de Historia oficial que deseamos dejar en esta reflexión. En consecuencia, los docentes transmitimos una historia que siendo parte de los hechos representa a la voz oficial, es en definitiva una Historia que se escuchará en todos los rincones de nuestro país y que generará una conciencia colectiva sobre lo que hemos vivido, aún cuando en cada uno de los territorios de Chile se puede enriquecer y complementar cada hecho con información de la propia comunidad.

5 Se ha comprobado que existe un número de editoriales destinadas a trabajar en los textos escolares, que ha variado muy poco a través del tiempo (Santillana, Zig-Zag, Mare Nostrum, entre otras.)

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Capítulo 3 LA HISTORIA LOCAL: UNA OPORTUNIDAD PARA COMPRENDER Y ANALIZAR LOS HECHOS QUE HAN PASADO Preguntarnos ¿Qué Historia queremos contar? debe incluir a los propios estudiantes, que son el centro de nuestro quehacer pedagógico. Creemos que tener como objetivo la participación de los niños y jóvenes como “sujetos históricos” (Freire) entendiendo por esto personas que son capaces de transformar su realidad, y a través de esta transformación generar Historia; es un desafío que debemos asumir, porque involucra un trabajo conjunto entre profesores y estudiantes, planteando una enriquecedora construcción del conocimiento. Considerar a los estudiantes como sujetos históricos es hacerlos partícipes de los análisis que se generan en la clase, es desarrollar un espíritu crítico e indagador que admita las preguntas como parte de lo que se debe investigar. Es, como sostiene Bain “ayudarles a pensar históricamente” (Bain 2005: 5). El mismo Paulo Freire nos entrega otro fundamento para lo antes mencionado: “El ser no sólo está en la realidad sino que está con ella”, y Mario Carretero nos ofrece un complemento para esta afirmación, estableciendo una verdad que todos sabemos que es efectiva: “el pasado nos rodea” (Carretero 2007: 33), lo apreciamos en el patrimonio material e inmaterial de un pueblo o comunidad, lo descubrimos en las expresiones que son propias de un grupo humano, así como en las creencias que comparten y, por esto mismo, no podemos mantenernos ajenos a ella. La Historia local es un recurso que muestra a la Historia como algo vivo, que merece formar parte de las personas, porque nace de ellas. La Historia local, por consiguiente, nos permite involucrar a los jóvenes en este proceso, no relegándolos a simples observadores. Permite mostrarles, que como él (o ella), existen más sujetos históricos; que no son sólo aquellos que aparecen en los libros, y descubrir que la Historia es un aporte a la memoria que posee toda comunidad, pueblo o país. Conocer hechos de su localidad será un excelente referente temporal que también les permitirá hacer un paralelo con la Historia oficial6 y comprender mejor los procesos que acontecieron en un momento determinado. Si bien la Historia local tuvo su auge en nuestro país en la década de los 60 y fue decayendo paulatinamente hasta reaparecer hacia la década de los ’80 (Garcés 1996: 1), volviendo a dejarse de lado en nuestro tiempo, siempre se le ha cuestionado por no contemplar la crítica histórica, es decir no discutir las versiones que le son contadas por quienes las vivieron (ancianos por ejemplo) e incorporarlas sin discutir qué de real e imaginario podría estar presente en esa narración y aunque aceptamos la crítica como una contribución a la historiografía no podemos olvidar el caso de la Historia de los campos de concentración, en la segunda guerra mundial. Gracias al relato de los propios judíos que sobrevivieron al holocausto, pudo reconstruirse, transformándose en documentos que han sido utilizados por los mismos Historiadores.

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También la podemos denominar Historia Nacional.

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Capítulo 3 A su vez podemos encontrar una crítica frente a esta idea de objetividad que la Historia actual nos quiere entregar: “La arremetida de las disciplinas que se denominan “ciencias sociales” arrastraron a la historia consigo estableciéndose una fuerte tendencia a una aproximación analítica y abstracta a las vidas de los hombres y mujeres del pasado, contribuyendo así a la ilusoria idea de una historia objetiva y científica” (Rolle 2001: 1-2). Para Claudio Rolle, la ilusión de lo objetivo y científico prevaleció pero “Se fueron perdiendo reglas y secretos del oficio que en importante medida estaban radicadas en el arte del relato y se impusieron las leyes de la lógica de las ciencias con su veneración por un preciso tipo de documentación y métodos que privilegian lo que en jerga se suele llamar ‘dato duro’” (Rolle 2001: 2). Rolle nos recuerda que esta disciplina también se fundó en la narración, que no es entendida como un cuento, sino desde la forma en que se ordenaban los hechos, y la relevancia que se le asignaba a cada uno de los acontecimientos que se estudiaban, explicándolos desde el arte de contar para mantener la memoria viva en las personas. La Historia local se basa en la oralidad, y la oralidad ha estado presente mucho antes que el documento escrito, “se puede retroceder hasta los griegos y el mismo Herodoto7 ” (Garcés 1996: 1), así es que el rescate de lo que nos cuentan despierta en nosotros no solo el sentido de la audición sino una práctica ancestral que ha sido parte de nuestra condición gregaria. En consecuencia, vemos que el aporte de la Historia local es mucho mayor que los aspectos que se le pueden criticar, porque la metodología de indagación para recoger los datos le permite al estudiante acercarse al proceso que han realizado los propios Historiadores para elaborar sus investigaciones y explicarlas por escrito. Entonces, debemos asumir que la Historia Nacional debe dialogar con la Historia local, y enfatizamos la idea de diálogo porque apreciamos en esa actitud una alianza que terminará por favorecer a las clases de Historia y en especial a los estudiantes que están en esas clases. EL DIÁLOGO NECESARIO ENTRE HISTORIA NACIONAL (U OFICIAL) E HISTORIA LOCAL La Historia local, merece ser considerada en el currículum escolar, más aún si queremos aproximarnos al necesario cuestionamiento que siempre debe haber de nuestro quehacer pedagógico y de lo que estamos aportando dentro de la sala de clases para que los niños y jóvenes desarrollen una relación profunda con la Historia, como disciplina y como herramienta de análisis. Plantearse como desafío un necesario diálogo entre la Historia oficial y la Historia local resuelve los vacíos que dejan los textos de estudio con que cuenta la enseñanza de la Historia. Si bien los libros utilizados en al proceso de enseñanza- aprendizaje resultan un apoyo y sabemos que son enriquecidos por los mismos docentes en la sala de clases, no podemos obviar que representan una visión que puede, y debe nutrirse con el aporte de la Historia local.

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Considerado el padre de la Historia

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Capítulo 3 Un proceso en el que estudiantes y maestros cooperen en la construcción del conocimiento, se puede lograr a través de la Historia local, generando que este trabajo colectivo despierte la búsqueda del conocimiento y de este modo, el deseo de aprender se transforme en el centro de la clase. Si sumamos a esto la creatividad para mostrar la propia historia de su comunidad, que podemos despertar en nuestros estudiantes, haremos que miren a la Historia desde una perspectiva activa. Dejando de ser pasivo(a) para transformarse en un “sujeto de la Historia” (Bain 2005: 5). La historia nacional (u oficial), no tiene toda la verdad sino parte de ella, permite comprender una visión de país que se tuvo en un momento pero, a su vez permite asumir que la historia siempre se está escribiendo y por lo mismo puede enriquecerse con más preguntas e investigaciones nacidas de la propia comunidad. A la luz de esta reflexión consideramos que el trabajo de Pedro G. Enríquez8 sintetiza claramente lo que deseamos evidenciar: “vemos que la inclusión de la historia local en el currículum escolar promovería el empleo de la metodología de investigación histórica, y como consecuencia de ello, estimularía el análisis, la creatividad y la crítica como procesos de pensamiento necesarios para construir y reconstruir el conocimiento histórico” (Enríquez 2009: 3). La enseñanza de la Historia involucra una responsabilidad con el futuro que deseamos construir, con seres humanos que efectivamente aprendan de su pasado. Para lograrlo necesitamos a esos seres humanos involucrados con lo que la Historia les puede aportar, no sintiéndose ajenos a ella. REFERENCIAS CITADAS ARAVENA, P. 2007. Historiografía, Ciudadanía y Política. Conversación con Sergio Grez Toso. Centro de Estudios Humanísticos Integrados. Escuela de Educación UCVM. www.uvm.cl/educacion/publicaciones/analecta/2/grez-aravena.pdf BAIN, R. 2005. Traducción de T.N. Oviedo. Como aprenden los estudiantes Historia en el aula de clase. Eduteka www.nap.edu/catalog/10126.html CAPRILES, S. 2004. Identidad y educación www.sepiensa.net CARRETERO, M. 2007. Documentos de Identidad. La construcción de la memoria histórica en un mundo global. Paidós. Buenos Aires. ENRIQUEZ, P. 2009. La historia local: una estrategia de investigación y de enseñanza. www.uclm.es FREIRE, P. 1970. Pedagogía del oprimido. Tierra Nueva, Montevideo. FREIRE, P. 2006. Paulo Freire, interrogantes y propuestas. www.psicologiasocial.esc.edu.ar GARCÉS, M. 1996. Historia oral, enfoques e innovaciones metodológicas. Última década N° 4: 1-5. ROLLE, C. 2001. La ficción, la Conjetura y los Andamiajes de la Historia. Documento de trabajo N° 2. Instituto de Historia Pontificia de la Universidad Católica de Chile. www.hist.puc.cl ORWELL, G. 1980. 1984. SALVAT. Edición Electrónica de Utopía.R6 08/01 VERGARA, D. 2008. La identidad como objetivo transversal en los procesos cognitivos: aporte de la Arqueología y los textos escolares. En: Arqueología y Educación. Perspectivas contemporáneas. Tercero en Discordia. Buenos Aires. 8

Docente de la Universidad Nacional San Luis, Argentina.

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