El Desarrollo: De la Euforia al Desencanto

June 15, 2017 | Autor: Gustavo Pérez | Categoría: Desarrollo, Buen vivir
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Descripción

El Desarrollo: De la Euforia al Desencanto Gustavo Lorenzo Pérez León

Resumen

El presente documento pretende describir como el desarrollo construyó desde el centro, grandes expectativas a la periferia. Describir las razones generales por las que su receta fue un fracaso en las economías de la periferia, quienes pretendieron llegar al desarrollo, camuflado en el crecimiento económico. Finalmente, puntualizar como la periferia logra desempolvar y reconstruir su propias ideologías basadas en los principios y costumbres de sus indígenas, en busca de construir una sociedad donde el ser humano viva (ser y actuar) en armonía con su entorno y consigo mismo (la naturaleza).

Palabras claves: Buen Vivir, Desarrollo

Contenido Introducción .................................................................................................... 3 El Encantamiento del Desarrollo desde el Centro ............................................ 4 El Desarrollo y el Progreso desde la periferia .................................................. 6 El Buen Vivir y sus raíces ............................................................................... 7 La Euforia del Buen Vivir ............................................................................... 8 Conclusiones ................................................................................................... 9 Referencias.................................................................................................... 11

Introducción Hace tiempo que el “crecimiento económico” ha dejado de ser el punto central de una economía, debido a su modo de expresarse o cuantificarse en términos de un indicador como lo es el Producto Interno Bruto (P.I.B.); indicador que no nos refleja la realidad de un hogar, o la de un individuo dentro de la economía, ni siquiera expresándolo de manera más específica, como lo es el PIB per cápita1; dado que su énfasis se encuentra en la producción de la economía en bienes y servicios. Esto sumado a otras críticas, como por ejemplo: el indicador no refleja la redistribución de los ingresos que esa producción ha generado en la economía, por lo que es difícil que refleje la diferencia que marca esta redistribución entre las clases sociales, inclusive internamente entre ellas; otro ejemplo nos lo clarifica el economista Manfred Max-Neef2 definiendo como una “aberración” a la macroeconomía convencional, debido a que “contabiliza la pérdida de patrimonio como aumento de ingreso”, ignorando que la extracción y la venta del petróleo es una pérdida tanto por el lado de ser un recurso natural y por el lado de los costos ambientales que su extracción conlleva. Bajo este argumento, poco general, me permito diferenciar el término crecimiento al término desarrollo, clarificando ciertamente que el uno no tiene implicación sobre el otro, que el crecimiento de una economía no significa que exista un desarrollo en esa economía, tal vez sí, inversamente, y se considere que un medio para llegar al desarrollo implique que exista tendencia en lograr el crecimiento económico; sin embargo, no podría y ni debiera dársele un total interés, debido a que el desarrollo involucra mucha más variables, cualidad que convierte que su definición sea más compleja. Entonces, como Sen (2000) recomienda “si el desarrollo genera libertad”, es ese un motivo relevante para concentrarnos en lograr ese propósito y dejar de ponerle interés a otros instrumentos. Mediante este documento pretendo describir cómo el término “desarrollo”, se convierte en un modelo que se establecía como rumbo a seguir desde los “países desarrollados” a los “países no desarrollados” -del centro a la periferia- ; y cómo luego países no desarrollados, distinguen que no es ese el camino más viable para lograr el desarrollo, y por ende, formalizan mediante ideologías y/o costumbres propias, su propia idea o camino a seguir de desarrollo, tal como sucede en Ecuador, donde su objetivo es alcanzar el “Buen Vivir”3; 1

El PIB expresa el valor monetario de la producción de bienes y servicios de demanda final de un país durante un período determinado de tiempo. El PIB per cápita (o PIB por habitante) mide la riqueza material disponible. Es igual al PIB total dividido entre el número de habitantes. 2 De la Carta Abierta de Manfred Max-Neef al ministro de Economía de Chile, 4 de diciembre del 2001. 3 Buen vivir - implica el disfrute individual, material, hedonista e incesante. Sumak kawsay – quichua ecuatoriano, expresa la idea de una vida no mejor, ni mejor que la de otros, ni en continuo desvivir por mejorarla, sino simplemente buena. Suma qamaña – aymara boliviano, introduce el elemento comunitario, “buen convivir”, la sociedad buena para todos en suficiente armonía interna. (Tortosa, 2011)

finalmente, se enfoca en cómo ésta nueva ideología, nace bajo principios muy puros, generando grandes y positivas expectativas, que luego, se pueden ajustar a intereses políticos, perdiendo su propia esencia; creando ese ambiente de euforia en un inicio, y al final un ambiente de desencanto. Tal como Acosta (2010) indica: “El Buen Vivir forma parte de una larga búsqueda de alternativas de vida fraguadas en el calor de las luchas populares, particularmente indígenas (…)”; es decir, de un consenso informal que abarca las necesidades que la comunidad demanda, y no de aquellos intereses particulares que pueda presentar un individuo, un régimen, una minoría, ni ninguno que se les parezca. Y esto implica que se erradiquen estados donde la libertad se ausenta, como sucede en la pobreza, en la tiranía, en una economía donde las oportunidades son escasas y privadas socialmente (Sen, 2000).

El Encantamiento del Desarrollo desde el Centro Los países del centro, quienes desean compartir su receta del desarrollo, con los países de la periferia, establecieron esta donación formalmente en el año 1949, encomendada directamente al Presidente de Estados Unidos Harry S. Truman en su discurso de investidura; llegando a considerarse este acto como el nacimiento del desarrollo (Tortosa, 2008). A manera de una mejor comprensión sobre el nacimiento del desarrollo, se puede revisar un pequeño extracto del discurso de Truman (1949): “Debemos embarcarnos en un nuevo programa que haga disponibles nuestros avances científicos y nuestro progreso industrial para la mejora y crecimiento de las áreas subdesarrolladas. Más de la mitad de la población del mundo vive en condiciones que se acercan a la miseria. Su alimentación es inadecuada. Son víctimas de la enfermedad. Su vida económica es primitiva y estancada. Su pobreza es un lastre y una amenaza tanto para ellos como para las áreas más prósperas. Por primera vez en la historia, la humanidad tiene los conocimientos y habilidades para aliviar el sufrimiento de esas personas (…) El viejo imperialismo –explotación para beneficio extranjero- no tiene espacio en nuestros planes. Lo que estamos vislumbrando es un programa de desarrollo basado en el juego limpio democrático”. [Énfasis añadido por Tortosa (2008)]

En este extracto se puede evidenciar la categorización que brinda Truman a su país frente a los demás países -el desarrollado frente a los no desarrollados o subdesarrollados-, formalizando más notablemente aquel papel hegemónico que los Estados Unidos mantenía en la economía mundial, atribuyéndose además el papel de tener que “ser el padre que guíe a sus hijos por el buen camino”, camino que “ellos han seguido”. Una vez más la hegemonía de los Estados Unidos, y su influencia en el “desarrollo” de los países de la periferia, se hizo evidente en el discurso de la secretaria de Estado, Hillary Rodham Clinton (2010):

“No podemos detener al terrorismo o derrotar a las ideologías del extremismo violento cuando centenares de millones de jóvenes ven un futuro sin empleos, sin esperanza y sin ninguna forma de alcanzar al mundo desarrollado. No podemos construir una economía global estable cuando centenares de millones de trabajadores y familias se encuentran en el lado malo de la globalización, al margen de los mercados y fuera del alcance de las tecnologías modernas”. [Énfasis añadido Tortosa (2008)]

Sin lugar a duda, a modo personal considero que, uno de los principales objetivos de Truman (1949) y Hilton (2010) en sus discursos era que los países periféricos asuman esa categorización (diferenciación) entre lo que ellos han logrado ser -desarrollados- y vender aquella receta que a ellos le resulto. Entre los ingredientes más comunes de la receta, se encontraba las “recomendaciones” sobre la política arancelaria -apertura de los mercados, tratados de libre comercio, etc-; sin embargo Ha Joon Chang (2007) en su obra “Pateando la escalera” (kicking away the ladder) cita a Friederich List (1885) y a su precisa metáfora para explicar cómo realmente se desarrolló Inglaterra, y otros países considerados del centro: “Una vez que se ha alcanzado la cima de la gloria, es una argucia muy común darle una patada a la escalera por la que se ha subido, privando así a otros de la posibilidad de subir detrás. Aquí está el secreto de la doctrina cosmopolítica de Adam Smith y de las tendencias cosmopolíticas de su gran contemporáneo William Pitt, así como de todos sus sucesores en las administraciones del gobierno británico. Para cualquier nación que, por medio de aranceles proteccionistas y restricciones a la navegación, haya elevado su poder industrial y su capacidad de transporte marítimo hasta tal grado de desarrollo que ninguna otra nación pueda sostener una libre competencia con ella, nada será más sabio que eliminar esa escalera por la que subió a las alturas y predicar a otras naciones los beneficios del libre comercio, declarando en tono penitente que siempre estuvo equivocada vagando en la senda de la perdición, mientras que ahora, por primera vez, ha descubierto la senda de la verdad.” (List 1885: 295-6)

Esta metáfora de List (1885) nos permite entender otro de los objetivos del centro sobre la periferia, el cual es expandir sus mercados, para poder colocar en ellos sus productos elaborados y tecnificados, y obtener de los del centro el consumo y los insumos para su producción, bajo esa mentalidad de globalizar los mercados, incentivar y dejar que el libre mercado lidere; cuando la real herramienta que el centro ha implementado es el proteccionismo y las barreras para el ingreso de producción extranjera en su territorio. Mediante esa estructura a los países de la periferia, le correspondería la responsabilidad de producir los alimentos y las materias primas para los países del centro -los desarrollados, los industrializados- (Prebisch y Cabañas, 1949). Por ende aquella idea de que la receta del desarrollo sería efectiva en todos aquellos que la reproduzcan en sus economías, iba a ser un fracaso para los países periféricos que aspiran a ese estado de desarrollo o como lo denomina Wolfgang Sachs (1997) en la cima de la

escala social evolutiva; mas no para los países del centro, que iban a lograr sus objetivos de seguir creciendo incentivando el libre mercado. El fracaso del desarrollo con el pasar de las experiencias se vuelve más evidente nos dice Tortosa (2011), al darle cualificaciones al término, tales como: desarrollo económico, desarrollo social, desarrollo humano, ecodesarrollo, co-desarrollo, generando desconfianza, porque en vez de simplificar su concepto, lo convierte en más complejo al término desarrollo. El desarrollo, en síntesis, se convirtió en una estrategia para que el capitalismo sea asumido a nivel mundial como una vía para lograr aquella posición económica deseada, y que el desarrollo sea asumido como un paso primordial para lograr el crecimiento permanente y constante de la producción, que permita obtener y acumular excedentes, y que permita la industrialización y el desarrollo tecnológico.

El Desarrollo y el Progreso desde la periferia El desarrollo en el transcurso de la historia, como hemos revisado, se lo ha adjudicado en gran parte al crecimiento económico; sin embargo, otro fundamento al que se le ha vinculado es el “progreso”4 (Gudynas y Acosta, 2011). Gudynas y Acosta (2011) clarifican más esta vinculación formulando las siguientes interrogantes: “¿Cuántos países han buscado conscientemente el desarrollo entendido como progreso? ¿Cuántos lo han logrado?”; respondiendo a ellas de una manera muy simple, pero indudablemente acertadas, a la primera pregunta responden: “casi todos”, y a la segunda pregunta la califican de más difícil pero responden: “muy pocos”. Las economías de la periferia en busca del desarrollo han intensificado sus esfuerzos por lograr la industrialización de su producción, la sustitución de sus importaciones tal y como lo establecían las etapas del desarrollo de Prebisch (1983). Asumiendo siempre como la meta del desarrollo aquel crecimiento económico, que involucraba el progreso en la industria, el progreso tecnológico, el crecimiento de la producción y a su vez, el incremento de las exportaciones (Gudynas y Acosta, 2011). Inclusive Gudynas y Acosta (2011) afirman que las “riquezas ecológicas” se convierten en ese nuevo impulso para el progreso de los países periféricos que buscan lograr el desarrollo que los países del centro les han inculcado. Considerando que los recursos naturales y no renovables, serían una apertura a sus mercados y un intercambio de recursos equitativo – nuestros recursos por su desarrollo – lo cual no sucede en lo más mínimo; lo que ya mencionábamos anteriormente, aceptamos como un ingreso lo que realmente significa pérdida de nuestro patrimonio (Max-Neff, 2004). Escobar (2012) lo cita a manera de concepto: 4

(Del lat. progressus). Acción de ir hacia adelante. Avance, adelanto, perfeccionamiento. (RAE, 2001)

“El desarrollo privilegia el crecimiento económico, la explotación de recursos naturales, la lógica del mercado y la búsqueda de satisfacción material e individual por sobre cualquier otra meta.”

Ciertamente el desarrollo se ha transformado “en una certeza de imaginario social” (Escobar, 1998), ya que se ha convertido en un estado completamente abstracto y poco real, pues es una idea que se ha vendido, desde quienes supuestamente ya lo habían logrado, con el fin de compartirlo, sin embargo aquella brecha entre los del “centro” y los de la “periferia”, no disminuye, sino que cada vez se ha expandido más. Manfred Max-Neef, Antonio Elizalde y Martín Hopenhayn consideran que la implementación de la receta del desarrollo en los países de la periferia, esencialmente en Latinoamérica, tendría un inevitable fracaso por ser una receta de tipo neo-liberal monetarista, por lo siguiente: “Primero, porque a pesar de poder impulsar el crecimiento económico, no es generador de desarrollo (…). Segundo, (…) a las condiciones de países pobres, donde la miseria no puede erradicarse como consecuencia de la liberalización de un mercado del que los pobres se encuentran, de hecho, marginados. Tercero, porque en mercados restringidos y oligopólicos, donde los grupos de poder económico no se enfrentan a fuerzas capaces de limitar su comportamiento, la actividad económica se orienta con sentido especulativo, lo que deriva en resultados concentradores que son socialmente inaguantables.” (Max-Neef, Elizalde y Hopenhayn, 2010)

El desarrollo y sus fundamentos como el crecimiento económico y el progreso, han logrado llegar en grandes ventajas a la población de los países del centro, mas no ha llegado esa productividad a los países de periferia; generando diferencias en sus niveles de vida, y acumulando pobreza en unos y en otros riqueza (Prebisch y Cabañas, 1949). En el desarrollo, los países del centro encontraron una manera para reacomodarse políticamente sobre los países de la periferia; el desarrollo permitió construir un nuevo orden mundial basado en apariencias, ya que aparentemente buscaron transformar la forma colonizadora que caracterizaba la ocupación de territorios, de manera que ahora buscaban “expandir mercados” (conquistar) bajo la célebre excusa de solidaridad mundial, que sin duda ha sido un simple camuflaje para mantener e incentivar actividades como la extracción, el dominio y el establecimiento de patrones de consumo y estilos de vida, entre otras, que continúen avivando y cada vez más el estatus de ser centro, y que mantenga y porque no aumente aquella brechas entre los del centro y periferia, entre desarrollados y no desarrollados.

El Buen Vivir y sus raíces Hasta ahora en el presente trabajo, se ha planteado al desarrollo como un total fracaso, y un mal producto que el centro ha vendido a la periferia; o como bien menciona Gunder Frank (1971) al desarrollo como el “desarrollo del subdesarrollo”; o para ir más acorde al presente

trabajo el desarrollo se vendió a un nivel alto de euforia, logrando al final ocasionar un gran descontento en la periferia que confió en sus expectativas; por ello, han existido países, que en busca de un camino al desarrollo propio, han encontrado en sus raíces principios, costumbres e ideologías aplicables y sustentables en su entorno y realidad, y por si es más, que si tuvo resultados en el pasado. En base a este evento, del fracaso del desarrollo, nace de la periferia (o se desempolvan) “nuevas ideologías” para corregir las recetas ya tomadas del desarrollo5, como lo es el denominado Buen Vivir ó Sumak kawsay6, para el caso ecuatoriano, y Vivir Bien o Suma qamaña7, para el caso boliviano. Para comprender mejor el origen y lo que involucra, Alberto Acosta (2012) a modo de definición comparte que estas ideologías son un “proceso de vida que proviene de la matriz comunitaria de pueblos que vienen en armonía con la Naturaleza”; y que superan al “desarrollo tradicional”, construyendo “una visión diferente, mucho más rica en contenidos y, por cierto, más compleja.” José María Tortosa (2011) describe atinadamente el contraste que surge en el desempolvamiento de éstas ideologías provenientes de los pueblos que a su momento fueron marginados y excluidos, y que ahora, justamente, al ser propietarias y practicantes de esas ideologías, son tomadas en cuenta en las constituciones políticas8, recuperando un espacio cívico y cultural en sus territorios. Es en este sector, con valores culturales ya “existentes”, desde donde se ha diseñado y se seguirá diseñando la ideología del Buen Vivir como un camino para lograr una sociedad con bases en la “convivencia del ser humano en diversidad” y sobre todo una sociedad con el ser humano en “armonía con la naturaleza”; dejando atrás aquella dependencia al crecimiento económico (Gudynas y Acosta, 2011). En síntesis, tal y como Gudynas y Acosta (2011) mencionan el Buen Vivir o el Vivir Bien “se trata de una idea plural que sigue en construcción y discusión, no sólo en estos países andinos9”; es una ideología que puede ir recibiendo aportes de todas las culturas y sectores de las economías del mundo, porque no es una receta con pasos a seguir, ni tampoco es una receta única, eso sí se debe ser claro que su principio básico es inquebrantable, es decir no puede perder su esencia: la armonía entre ser humano y su entorno.

La Euforia del Buen Vivir El Buen Vivir ha sido establecido como un principio constitucional, en donde no sólo se plantea la “cosmovisión indígena”, sino que se lo complementa con los derechos de los 5

“El Buen Vivir no es, entonces, un desarrollo alternativo más dentro de una larga lista de opciones, sino que se presenta como una alternativa a todas esas posturas” (Gudynas y Acosta, 2011) 6 Traducción en kichwa 7 Traducción en aymara 8 Constitución de la República del Ecuador (2008), Constitución Política de Estado – Bolivia (2007) 9 Se refiere a Ecuador y Bolivia

seres humanos, que abarca lo social, lo cultural y lo económico; y, sin marginar la importancia de mantener un ecosistema saludable; erradicando aquel viejo fin último, el crecimiento económico (Wray, 2009). Ecuador plantea el Buen Vivir como una herramienta para la transformación política de la sociedad, como una exclamación para decir cómo se quiere empezar a vivir, y que esto encierra el vivir en armonía con la naturaleza, Estado, mercado y sociedad. Norman Wray (2009) asambleísta constituyente 2008, resume que el Buen Vivir se traza para: “Cambiar la visión tradicional, para considerar, en adelante, a la naturaleza como sujeto de derechos legales reconociendo el derecho de ella y de los ecosistemas en general, a existir, prosperar y mantener sus funciones evolutivas.”

Tortosa (2011), también recalca, a manera de logro a la Constitución ecuatoriana de 2008 en donde: “se reconoce el derecho de la población a vivir en un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, que garantice la sostenibilidad y el buen vivir, sumak kawsay”. León (2009) considera que la Constitución ecuatoriana y el Buen Vivir, se encierra en rescatar y construir la soberanía, que en varios aspectos (nacional, alimentaria, energética, financiera) como las denomina tenían que ser “recuperadas”. El Buen Vivir sin duda se ha tomado el lugar del tan, anteriormente, deseado desarrollo; creando las mejores expectativas, y a su vez acompañado de algo más fuerte como lo es el sentido de propiedad, dado que es una ideología que surge desde quienes tuvieron que haber sido nuestros mentores desde un inicio -los indígenas-, así poder haber evitado tanta copia a un modelo que nos ha sublevado a ser los “no desarrollados”, los “periféricos”, que en síntesis, nos dice que estamos muy lejos de ser como ellos. Cuando se menciona el Buen Vivir se formula una “reconstrucción”, menciona Acosta (2012), donde seguramente se deberán aceptar debates y propuestas y críticas, en manera de poder componer un Buen Vivir para todos. Sin embargo, Acosta (2012) también advierte que no se puede confundir el Buen Vivir con el “vivir mejor”, pues esto es lo similar al desarrollo, que el Buen Vivir se convierte tan complejo, que si se llegase a transformar en “vivir mejor” podría reformularse aquella euforia al Buen Vivir, y convertirse en una repetición –por el desarrollo- de fracaso, creando un descontento.

Conclusiones El desarrollo, sin duda es un paradigma social, que se ha planteado como un logro de la sociedad occidental europea y norteamericana, el centro, y que se podría lograr implantar mediante modelos sociales, apoyado en teorías económicas y con impacto premeditado en lo político, social y cultural en todos los ámbitos de la vida humana y de las sociedades en

general. Logro que se ha convertido en una utopía al ser asimilada y asumida por los países de la periferia. El problema es que el desarrollo por sus fines, ya planteados, se convirtió en una estructura que se traduce en un mundo centro – periferia, en el que el centro se caracteriza por su acumulación de riqueza, y ser permanentemente rico, mientras que la periferia se convierte en el dotador de poder y riqueza para el centro, quedándose sumiso al tan anhelado desarrollo, permitiéndose ser un mercado potencial para el centro, y ser un principal impulsador y consumidor del centro. El centro, ha sido quien ha recomendado y recomienda la libertad económica a la periferia, para así venderle su tecnología y su industria, y así la periferia se ha convertido en su fuente de materia prima, perpetuándose un intercambio con una brecha muy significativa de desigualdad. Ha sido el centro, el que plantea los “beneficiosos” acuerdos comerciales, la eliminación de aranceles a la importación de las materias primas, pintándole a la periferia que el centro está apoyando e incentivando a su producción y su desarrollo, mientras, el centro utiliza esa materia prima para sus industrias y colocar sus productos en los mercados de la periferia a un margen de utilidad multiplicado n veces al margen al que la periferia logro por producirlo, creando déficits en las balanzas comerciales de la periferia. Más irónico aún es que existe un centro que subvenciona su producción y critica a la periferia de proteccionismo y creador de barreras al mercado cuando prioriza objetivos e intereses internos para mejorar las condiciones de vida. En definitiva, existe un centro que impide procesos de desarrollo en la periferia, recomendando la libertad económica y aplicando justamente lo contrario. Es claro que cuando dos agentes parten de posiciones diferentes y con reglas del juego que son “iguales para todos”, aquellas diferencias perpetuarán. El Desarrollo, no ha sido más que un camuflaje para los del centro, y transformar la antigua colonización sobre la periferia en una falsa solidaridad mundial, y mantener aquellas brechas que han vuelto y vuelven “inalcanzables” a los países del centro, desde la periferia. El Desarrollo, en sí, se convirtió en una receta no aplicable en las economías de la periferia, creando y manteniendo la brecha entre el centro y la periferia. Creando expectativas sumamente positivas que al final ocasionaron un desencanto, debido a su fracaso; pero que, sin embargo, permite desempolvar y reconstruir ideologías, como ha sucedido con el Buen Vivir, donde se erradica al crecimiento económico como un fin primordial de las políticas de un país, tomando ahora sí en cuenta lo que realmente importa en la vida, lo que es vivir (ser y actuar) en completa armonía con lo que nos rodea y somos parte, la naturaleza. Finalmente, a modo de recomendaciones, sobre cómo deberían construirse los cimientos de un proceso positivo de desarrollo como lo es el Buen Vivir, me permito asumir los siguientes aportes de economistas:

Manfred Max-Neef (2004) nos comenta la esencia real de la economía, y la denomina una “hija de la filosofía moral”, porque tiene que preocuparse por el ser humano, y el ser humano no puede convivir sin armonía a su entorno. Erradicar una idea establecida por años, y reconstruir una sociedad y su entorno, construir los pilares del Buen Vivir, con profundos cimientos, es lo que se debe perseguir. Para ello Acosta (2012) precisa a esta tarea como compleja que proclama tener mentes abiertas para “aprender desaprendiendo”, “aprender y reaprender” lo implicará un mayor ambiente democrático. Es valioso el aporte de Amartya Sen (2000); quien describe como debe lucir un ambiente para poder reconstruir una sociedad -a mí parecer- del Buen Vivir: “Con oportunidades sociales adecuadas, los individuos pueden formar efectivamente su propio destino y ayudarse unos a otros; no necesitan ser considerados como los receptores pasivos de los beneficios de ingeniosos programas de desarrollo. Esa es, de hecho, una poderosa razón para reconocer el papel positivo del libre y sustentable albedrío, incluso de la impaciencia constructiva”.

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