El desacato ideológico y los caminos de la memoria en El Juramento, de René Marqués.

September 27, 2017 | Autor: F. Bolet Toro | Categoría: Literatura Latinoamericana
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Descripción

ESTUDIOS. Revista

de

Investigacicrcr Uterari¿s. Año 4, N¡ 8, Caracas.

juldic.

1996, pp. 133 -

EI DESACATO IDEOLÓGICO Y LOS CAMINOS DE LA

16

MEMORIA

EN"ELruRAMENTO'' DE RENÉ MARQUÉS R¡Ncrsco fosÉ Borer Egresado de la Maestrfa en

teratu¡a l¡tinoanericana. Universidad Simón Bof var

Li

En una ponencia titulada "La función del escritor puertorriqueno en el momento actual" (Marqués,1972),leída por René Marqués en un foro realizado en el Ateneo Puertorriqueño de San Juan, el 9 de octubre de 1962, se apunta que la función del escri¡or es "escribir sobre el momento actual" o "escribir obras que reflejen el momento actual"l de Puerto Rico. En este sentido, Marqués sef,ala que el escritor debe "no estar enajenado de la realidad que vive, sino todo lo conúario, enfrenta¡se a esa realidad que en el tiempo y el esgacio le ha ocado vivir y, como escritor, observa¡ las múltiples conmdicciones para de ellas sacar una verdad profunda" (Marqués,1972:220). Si consideramos que desde 1898 Puero Rico vive una situación de sometimiento colonial bajo la metrópoli norteamericana, que origina mecanismos de dependencia de todo orden, un constante choque cultr¡ral y una tenaz dislocación de los valores de la identidad nacional,2 el planteamiento de Marqués, que no puede ser desvinculado de esúe conf€xto, remite entonces a la formulac i6n de una praxis literaría que sea a la vez indagación estéüca e ideológica sobre la realidad de la isla; a Ia elaboración de una literatura íntimamente asociada a la búsqueda de libertad, autonomía e identidad nacionales; al establecimiento de un discu¡so litera¡io capaz de vincular, acaso ficcionalmente, al lector con la ideología de su situación colonial, de modo que surja el reconocimiento, en este último, de su propia realidad. De esta manera, el diálogo con lo extra-textual instaura en el relato un mecanismo narraúvo concientizador. En términos generales, esta toma de conciencia surjida a partir del contacto con el hecho literario, precisa para su ejecución del establecimiento de u¡r diálqgs fntimo

I

La preeminencia que ideológicamente tiene



enseñanz¿ del

idiqna inglés en la isla, por cncim¡ del

Español Qengua "matema") es un claro ejemplo de ello. El mismo René lvlarqués tiene al respecto vsriog

escrios recopilados en 2

su obra serialada

urás.

Nos rcferimos al curjunto de rel¡ciones y circunstancias de signo coloni¡l que costinryen

l¡ rc¡lid¡d

actual de Puerto Rico, según el esquema de Si¡¡aciór¡ Coloni¡l gue presenta Rena¡eZztu¡ en su trabajo

Colonialbtno y enajenacíón (Argentina: Siglo )O(I Editores.1972)

r33

entre la escrin¡ra, la ficción, y su especlfico referente extra-exn¡al al cual se alude de manera simMüca En este orden de ideas, la situación colonial puertorriqueña3 es el referente (ficcionalizado) que orienta ideológicamente el contenido y la lectura de un texto como El juramcnto. I¿ intencional inserción de este referente en el relalo, nos permite justificar el carácter caótico y enajenado que presenta el universo ficcionalde El juramento,además de explicar cómo ciertos elemenlos üngiiísticos y ciertas situaciones paródicas, más

allá de su propia carga semántica convencional, reflejan un sistema de relaciones característico de la interdependencia colonizador-colonizado. En este sentido, desde un punto de vista simMlico, EI juramcnto parodia cómo de aniba hacia abajo se denuo de ella, el sometimieno ideológico se condiciona una situación colonial consolida en la imposición de los valores culturales, sociales, morales del sector dominante. Dicho de otro modo, los dos polos característicos de una situación colonial, el colono y el colonizado (Zahall972:32), tienen sus respectivos referen0es denu,o del contexto ficcional de El jwanunto, en las relaciones enajenantes que se establecen entre un acusado, como representante simMlico de la sociedad puertorriqueña, que pugna por mantener sus propios valores de identidad nacional, y un triburwl, imagen de la sociedad colonizadora norteamericana que pretende, a partir de la imposición sistemática de sus propios valores, propiciar la ruptura de la identidad nacional del colonizado. Ia compleja red de contradicciones y asimilaciones ideológicas que se desarollan en el plano ficcional, una sinración de sometimiento colonial, comienza a manifestarse en el texúo, ya desde sus primeras llneas, a través de dos palabras que estarán constant€mente resonando de manera expllcitae impllcita "juramento" y "¡culpables!":

¡

Cuando el juez

de concha, ta¡a de gato -espejuelos famélico- leyó en silencio el püego del presidente del jurado, ya él sabia el veredicto. Por eso no pestañeó al oir luego la palabra:

-¡Culpables!a Tribunal, jurado, juramento; estas palabras se asimilan a una misma instancia de poder: la de las instituciones oñciales del Esrado. Sin embargo,la palabra'Juramento" (con la cual se tiula al relato), tiene aquí una doble cara. Es en sl misma ambivalente

3 R*é Marquér, En wu cit¿fud

Aana¿a kn Jut (Rlo Piedr¡c, Edi¡úi¡l O¡l$¡¡L l9S3). p109. Eo jwanunro rc rcgirfn por csts cdiciór¡ coloc¡rido cl nrlmcro dc pÁgina ernc tod¡s l¡s citss dc El ¡dcl¿nte

4

par&rtesis.

Fr"rrt" F-oo, Ips cottd¿ttdos d¿

b ri¿rra(México:

F.C.E.. 1965), p.31. Ciudo cn Z¡h¡r, Ob' Cir., p.32.

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y contfadictoria, según el plano en que se la vea. De un lado,jurar significa hacer un voto ante Dios, entregar la palabra como "prenda" para afirmar O negar algo. Quien jura, en cierta forma, no es libre; su libertad está condicionada por el compromiso admitido, de donde adquiere una posición forzosamente suborünada. Quien debe

"Cumplif", eS quien ha juradO. Hay en este CaSO una Suerte de "Contrato" entre laS pafes. De otro lado, quien tiene la "potestad" de hacer jurar "ante DioS", adquiere de suya propia una posición dominante sobre el otro: puede exigir el cumplimiento de ese contrato, ya que tiene el "privilegio" de hacerlo. De un extremo se domina; del otro, se es dominado.

Pero por otra parte, un juramento puede implicar una blasfemia ante DiOs, cuandO se jura de palabra ha sido negado por los actos o por el pensamienb en una voluntad consciente de desacato. En este senúdo, "¡culpables!", remite Concretamente a la violación del convenio que se ha adquirido (ante Dios) con el juramento. Es decil, en una ci¡cunstancia tal, quien viola "el acuerdo", es "culpable". En el Origen de eS[a expresión notamos nuevamente la imagen de una instancia de poder que identifica al

lo que

sector dominante. Una instancia que exige y reprime a través del "derecho" que le concede la facultad "logal" y "natural" de poder constituir un Eibunal eminentemente acusatorio e inquisidor. Si ordenamos la serie de asociaciones que hemos descrito, aparece el hecho de que

en la mentalidad del Uibunal y de sus ejecutores; esto es, en la men[alidad del colonizador, subyacc la idea de que su labor eslá socorrida de algun4 manera "por la mano de DioS", y que el colonizado es "por naturaleza culpable" de su propio destino y víctima de su misma inferioridad (ZahN,l972:33). En este sentido, el colonizador se halla asistido "por un juramento" implícito en el sometimicnto que a sus ojos beneficia al colonizado, y desde este punto de vista, éste no sólo es culpable de su condición sino también de la violación al "confato" de interdependencia que hay entre ambos. Quien exige un juramento de fidelidad es el opresor, y quien lo viola (incluso favoreciendo sus propios intereses nacionales y culturales) es "culpable". Mienras el presidente deljurado, eljuez, el fiscal y el abogado de oficio, encuentran en el t¡ibunal la "legalización" de los derechos y privilegios adquiridos a través de su posición como sector dominante, los acusados descubren que en ese mismo tribunal reside "legalmente" la ausencia de sus derechos y privilegios. Pero la legalidad de estas oposiciones no puede ser homologada a lo justo. De hecho no lo es, porque la

misma situación de sometimiento colonial instaura "su" propia verdad: "el colono saca su verdad, es deci¡, sus bienes, del sistema colonial". En este sentido, la desigualdad reproduce las tensiones entre el tribunnal y el acusado. Una desigualdad que se halla "sobre-entendida" en la misma base que soporta las relaciones enajenadas. Esto explica el hecho de que, cuando en el prírrafo inicial el iuezlea el veredicto, y éste sea: "¡culpables!", ya el acusado lo sepa de antemano. Y de aquí también que, cuando el 135

abogado se presente ante el acusado, sus primeras palabras sean: " -Usted, naturalmente, es culpable"(p.113). El referente colonial se hace evidente cuando, al pronunciarse la expresión "¡culpables!", una de las acusadas, en tono histérico, exclama: "patria, martirio, transfiguración"(p.109); palabras en las que resuenan los conceptos de idenúdad nacional, choque cultural, muerte. Según Renate Zahu, el racismo y el prejuicio social fundan la base del sistema colonial, de donde "el bienestar y los privilegios del uno, descansan directamente sobre la explotación y la miseria del otro" (Zahar,l972:32). Ello condiciona la "humanidad" del señor colonial y la "no-humanidad" dcl colonizado, que es rebajado a la categoría de nativo y, dentro de ella, a la de objeto (Zahar,l972:33). El equilibrio del sistema reside en la acepución y asimilación, por ambos lados, de estas categorías, lo cual le da cohesión y reproducibilidad. Si vamos al relato, en ello consiste también el "contrato" implícito en el 'Juramento" de fidelidad. El rechazo, el desacato o la ridiculización, por parte del colonizado, de los estereotipos que se le imponen, significan su rebelión ante el secfor dominante. ParaZahar, una forma psicológica de rebelión consiste en transferir a su "lugar de origen" el esterotipo, de donde el colono adquiere a los ojos del colonizado aquellas cualidades y atributos de negación de la humanidad. Este proceso lleva al opresor a ser objeto de su propio prejuicio: "en la medida en que el señor colonial se acostumbra a ver al colonizado como una cosa, a tratarlo como si fuera una bestia, adopta él mismo rasgos inhumanos" (Zabar,l972:38). La reroalimentación del prejuicio racial, como un acto de rebelión del oprimido, explica el hecho de que dentro del espacio ficcional de El juramento, el sector acusador (el que pertenece, como hemos dicho, a las instituciones del Estado, y forma pafe, por ende, de la minoría dominante), aparczca señalado con rasgos inhumanos, con características de animales o cosas, o bien sea ridiculizado mediante atributos de histeria infanúI. Por ejemplo: "Cuando el juez espejuelos de concha, ca¡a de gato famélico-"(p.109); "No había duda que se trataba de una ca¡a de peno inglés, cuya esencial característica era la fealdad" (refiriéndose el acusado al iiscal) (p.110); "A la infantil rabiela de juez" (p.l1l); "La verdad es que todos los jurados tenían cara de monos encerrados en un corralito de madera, excepto el presidente, que tenía cara de mangosla" (p.115). La ridiculización y animalización, de los personajes que representan las instituciones del Estado, responde a una voluntad psicológica de desacato y deslegiümación de la "legalidad" que se supone debe asisúr a un Eibunal oficial. En este sentido, tales imágenes simbolizan también el ca¡ácter enajenante de las relaciones de sometimiento colonial. Lo importante aquí, dcsde el punto de vista eséúco, es que el universo hccional mismo se está erigiendo como imagen referencial de esa situación. Este diálogo, esta mímesis, traspone un efecto reflejo donde ficción y realidad representan un mismo complsjs de significaciones intra y extra textualmente. Con ello, tal como lo expone

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Marqués, la escritura asume su carácter idcológico, en tanto que el referente es concebido como una posibilidad estótica capaz de inducir a la toma de conciencia. En EI juramenro,laimagen del sometimiento ideológico es un proceso progresivo que origina de perdidá de h identidad y humanidad del acusado. En el rribunal, el motor juez hombrecomo del las imágenes .ré pt*"to es la risa que provocan en el acusado mono. Así, jurado personas cafas de con como gato, et fiscal, como perro inglés, y del "por desacato". condena proporciona una le él acusado primero pierde la risa, 1o cual La risa se displaza entonces a los ojos. Luego pierde la risa de los ojos' Al serle éstos cerrados, la riia se desplazará posteriormente hacia su mente, la cual habrá de iniciar en la memoria un proceso metonímico de asociaciones y encadenamientos al final de los cuales halla¡á el acusado su identidad. Este proceso se había iniciado meses antes, cuando "é1" fue hechO prisionero y "la vaina" (óomo llama al proceso "el hombre flaco del esrado") comenzaba. La pérdida de idenúdad del acusado había ya anteriormente llegado a su clim¿x con la desaparición total de sus atributos humanos en la cá¡ccl, lo cual trajo como consecuencia la también pérdida de su nombre de los rcgistros y archivos:

aquiiií! ¿Me oycn? ¡Estoy aquiií!

-¡Estoy Y creyó que habían bonado

nombrc de las fichas de todos los a¡chivos. Y su grito se alargaba en cl alba; antes del sol, largo. Largo. yoooo! ¡No pierdan mi nombreeee! -¡Soy Y llegó a creer que su nombre nunca(sic) había estado en los archivos. Y su voz se alargaba más en el crepúsculo; con el sol, su

larga,larga.

-¡Siempre

fuiiii!

¿Me oyen? ¡Busquen mi nombreeee!

-(...) no soy! ¡Exijo -¡Ya

un nombre! ¡Un nombreeee! ¡Yooo! (p.113)

una no-existencia del acusado como y sea sólo y simplements "é1". Lo posea nombre, ciudadano. De aquí que éste no la las cosas, falta de causalidad para la acusación, absurdo, la huída del sentido lógico de lojocoso deljuicio, son algunos de los elementos encargados de ficcionalizarla situación

Al sometimiento ideológico se corresponde

de sometimiento colonial. Un sometimiento simboüzado en... Unos mu¡os que le robaban todo horizonte, unas preguntas sin respues[a, una acusación que no conocía, una incomunicación que era un desamparo sin límites, un suelo movedizo donde iban hundiéndose uno a uno sus atributos de ser libre, una bóveda de

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anonimato que, día a día, bajaba más amenazadora sobre su cabeza. (p.l

l2)

La falta de causalidad puala acusación confirma el establecimiento de un sistema arbitrario e impositivo. En consecuencia, lo que al principio aparece como una equivocación se convierte, por efecto mismo del absurdo, en una realidad. Lo que genera la acusación se pierde en el modo de ser de las relaciones de poder, y ello se pone de manifiesto en las sanciones reales que pesan sobre el acusado, que es donde a fin de cuentas descansa la (i)-legalidad del sistema. La presencia del abogado en la cárcel, defendiendo a un "ya no soy", a un no-existente legalmente, consolida el absurdo como imagen del t¡astocamiento de valores y de la huída de sentido. Cuando la bóveda casi tocaba el suelo y al él no le importaba ya ser aplastado o hundirse, entró el hombre y dijo: su abogado. -Soy Entonces comenzó el üsparate. Emergió del estupor purgado de todo sentido de lo trágico. Y afloró a su conciencia el puro sentido del absurdo. Y con é1, la risa. (p.113) Pero caer en cuen[a de que precisamente sobre una falta total de causaüdad y de racionaüdad se apoya el juicio, purga al acusado "de todo sentido de lo Eágico". Con esto "desaparece" la incertidumbre, pues los resortes que sustentan al sistema se hacen transparentes. Simplemente, desde este punto de vista, no hay salida posible:"éI", irremediablemente, esLi condenado a ser un "culpable", de donde, "entonces comenzó el disparate", no hace sino confirma¡ en el acusado la sensación de vivir una relación enajenante. El absurdo es la extrañeza ante el mundo, "este malestar, como dice Camus, ante la

inhumanidad del hombre mismo, esta caída incalculable ante

lo que somos"

(Camus,1983:29).Lafngmentación del Ser, diríamos nosotros. Pero asu vez, confirma¡ el absurdo supone adquirir conciencia. Conciencia de que el hombre colonizado padece la infelicidad de vivir un mundo dividido entre su amor propio como "individuo" y su propio odio como "nativo", como no-individuo. En una situación colonial se puede llegar a ser enteramente extraño ante la propia idenúdad. Ahora bien, es el reconocimiento de que se pertenece a un mundo fracturado y desintegrador lo que soporta la tensión ideológica y ficcional de El juramento casi hasta su culminación, que estí signada por el reencuenFo, en el acusado, con la propia unidad individualidad y social, como una vuelta a los valores tradicionales frente a los impuestos por el colono. La expresión "entonces com enzó el üsparate", reafirma la existencia de un universo desintegrado(r) y absracto signado por una huída de larazón, una especie de escena 138

del teatro del absurdo donde se han dislocado las nociones de espacio y tiempo. El abandono de la realidad instaura un espacio y un tiempo anormales. Ello simboliza el t¡astocamiento de los valores convencionales de moral y justicia, además de que confirma, para el acusado, el imperio de ilegalidad que sosúene al colonialismo. Un ejemplo de la dislocación de los valores, y que refleja la banalización y ridicuüzación de la base moral del proceso al acusado, es el siguiente:

En la celda, el hombre le había dicho:

imagino que si no pudo conseguir la ftanza, tampoco

-Me dispondrá de medios para comprar al jurado. se compra?

-Ah, se¿pero le pasa austed? Se compra un compra, se compra. -Sí, con dinero, con regalos,¿Qué jurado con presión política, con amenazas de muerte. ¿Dispone usted de alguno de esos medios?

costa¡ía " El objeto del juramento se pierde, y solamente cobra importancia el hecho en sí mismo de 143

jurar o no. A la serie de prcguntas formuladas de forma casi inva¡iable: "-¿Juró usted?"; "-¿Hizo usted el juramento?"; "-¿Recuerda haber hecho el juramento?" (p.120)' la respuesta consecutiva es "No". Esta respuesla lacónica ha precisado del ejercicio de la memoria. Efectivamente, en el recuerdo del acusado nada hay que evidencie esto; es decir, "un juramento", haber jurado. Sin embargo, de un instante a otro la Secuencia monóf.,ona y enajenante de preguntas y respuestas idénücas, se rompe súbitamente: De pronto ocunió lo inaudito. El fiscal rompió la sincronización. ustcd no haber hecho el juramento nunca (sic) en su vida?

-¿Jura (p.l2l)

El cambio en la construcción sinuíctica, fractura el ritmo. La ruptura despierta la mente. Ante la misma pregun[a formulada de distinta ntanera, se inicia de nuevo el recorrido hacia el pasado. El retorno llega a un momento prenatal y de ahí avanza hacia la infancia. Y precisamente aquí, a los ocho años de edad, enfrentado a la obligación de reconocer como propio un símbolo ajeno, es cuando surge el reencuenüo cOn la

identidad. En la época escolar, el primer día de clases, recién llegado de Lares, cuando todos sus compañeros formaban fila para saludar a la bandera norteamericana y su himno él no entiendió el significado ni de la bandera ni del himno como símbolos patrios: bandera, ¿la conoce usted?

-Esa El afi¡mó con la cabeza. Pero la voz de ella (la directora)

sonó

espantosamente irrit¿da. ticne usted lcngua? -¿No Oyó su propia voz, débil, hablar como si repitiese una lección. bandera es la bandera norteamericana. -Esa qué más? -¿Y El se qucdó mirando y sintió otra vez la vista a punto de ma¡eo. nada miís.

-Pues... (...)

-¿Es (...)

o no es ustcd americano? soy de Lares.

-Yo Toda la masa de catne

levantó de la silla, y el busto, tenible, brutal, tembló de indignación. ¿Y es que los jíbaros brutos de la mont¿ña no son se

-¡Animaaal! también americanos?

r44

soy de Lares -rcpitió él con voz monótonamente terca. Y

-Yo esta vez no retrocedió un paso. (p.128)

El choque cultural, nacido dcl distanciamiento, pero tambiéri del reencuentro proporcionado por las sucesivas asociaciones de la memoria, seresuelve definitivamente

hacia la negación de los valores socio-culturales e ideológicos impuestos por el colonialismo. Y esta ncgación parte del auto-reconocimiento a un espacio diferente del norteamericano, el propio, el puertoriqucño. Recordemos que Lares, pueblo de donde proviene el acusado, es símbolo de libertad y, como tal, portador de la identidad nacional. Como señala Renate Zahar

Aislado de todas las instituciones sociales, separado de su propia historia, de su propia lengua y despojado de cualquier posibilidad de dcsarrollarse libremente, sólo queda una alternativa al

colonizado: la rebelión abierta o el regreso a sus propias instituciones y valores tradicionales, como por ejemplo la famiüa y la religión, las cuales a su vez ya fueron despojadas por el colonialismo de sus antiguas funciones vit"des. (zahu,1912:37)

Una vez consumado el reencuentro, y sólo así, la identidad se convierte en un cuerpo vital diferenciado de la impucsta por el sistema colonial. Es por ello y a consecuencia dc cllo que entonces cl acusado puede dccir con propiedad:

por mi madre que no soy norteamericano! Y juro por

-¡Juro Dios santo que nadie nunca (sic) me obligará

a serlo. (p.129)

Estas palabras significan la toma de conciencia sobre la realidad colonial, y el rechazo irrevocable a un sistema de oprcsión, muy a pesar de que el acusado, impotente ante la irracionalidad colonial, vea ccrrar trás de sí, silenciosa, la enorme puerta de hieno del presidio y oiga grabar su nombre en la ficha del a¡chivo, tecleado con una máquina Remington.

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Bibliograf-ra

Albel El mito de Slsifo.

Buenos Ai¡es: Editorial L¡sada, 1983 Marqués, René, "I-a función del escrior puertorriqueño en el momento acnral". En: Ensayos (1953-1971). Barcelona: Editorial Antiilana" 1972. Eljurameno. Enz En una citúad llat¡tada San Juan. Río Pied¡as, Puerúo Rico: Editorial Cultural (5a. ed.), Camus,

pp.109-131, 1983. Zahar, Renate ,Colonialismo y enajenación.Contribución a la teorla política de Frantz Fanon. Argentina: Siglo XXI Editores, 1972. René lvlarqués aclara en su ponencia que estas palabras están dichas en referencia a lo que dirfa "cualquier ciudadano

puertorriqueño en la calle, sin importar su condición social y económica ni su preparación académica", a la interrogante: "¿cuál cree usted que debe ser la función del escritor puerorriqueño en el momento actual?".

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