El derribo de las murallas de Badajoz a través de la prensa del siglo XX

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Descripción

EL DERRIBO DE LAS MURALLAS DE BADAJOZ A TRAVÉS DE LA PRENSA DEL SIGLO XX* José Manuel González González

Badajoz, a pesar de los pesares, sigue siendo una de las grandes ciudades amuralladas de España, conservando todavía gran parte de sus defensas, lo que no pueden afirmar muchas capitales. Cronológica y morfológicamente Badajoz posee dos tipos de murallas: las más antiguas son las almohades, y constituyen el recinto de la alcazaba musulmana que corona el Cerro de la Muela, origen primigenio de la población; las más modernas forman parte del recinto abaluartado erigido a lo largo de los siglos XVII y XVIII, y que contuvo a la ciudad hasta finales del siglo XIX. La condición de plaza fuerte, fronteriza con Portugal, favoreció el desarrollo de estos lienzos que, perdidos en gran parte a lo largo del siglo XX, son uno de los monumentos histórico-artísticos más estudiados de la ciudad1. Para Badajoz fueron fundamentales, al condicionar no sólo la vida cotidiana de sus vecinos sino incluso de los extranjeros ya que junto a ellas se situaban las aduanas, que controlaban el paso de personas y mercancías, y que solían estar vigiladas por los militares. La presencia militar en Badajoz ha sido muy fuerte hasta hace medio siglo2, cuando el Ejército se asentó a las afueras, en nuevos y más adecuados acuartelamientos situados en las carreteras de entrada a la población. Hasta entonces, numerosos inmuebles del casco urbano pertenecían a este organismo3.

* Esta comunicación ha sido posible gracias a la financiación de la Junta de Extremadura y el Fondo Social Europeo: Beca de Investigación FIC01A080, adscrita a la Universidad de Extremadura y asociada al Proyecto de Investigación PRI+DT+I 2PR01A051 para la realización de la tesis doctoral titulada Arquitectura y desarrollo urbano de la ciudad de Badajoz a través de la prensa del siglo XX, y dirigida por la doctora Dª Pilar Mogollón Cano-Cortés. 1 Entre otros véase: LOZANO TEJEDA, M., Badajoz y sus murallas, Colegio Oficial de Arquitectos de Extremadura, Badajoz, 1983; CRUZ VILLALÓN, María, Badajoz, ciudad amurallada, Gabinete de Iniciativas Transfronterizas y Universitarias, Madrid, 1999; y TEIJEIRO FUENTES, Javier y MELÉNDEZ TEODORO, Álvaro, La fortificación abaluartada de Badajoz en los siglos XVII y XVIII. Apuntes históricos y urbanos, Autoedición, Badajoz, 2000. 2 Sobre este tema véase MAS HERNÁNDEZ, Rafael, La presencia militar en las ciudades: orígenes y desarrollo del espacio urbano militar en España, Universidad Autónoma de Madrid, Madrid, 2003. 3 Para más información véase el artículo de MELÉNDEZ TEODORO, Álvaro, “Cuarteles y dependencias militares en la plaza de Badajoz”, Curso Apuntes para la historia de la ciudad de Badajoz, tomo V, Sesión XV, Badajoz, Plaza Fuerte, Badajoz, 2004, pp. 21-59.

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En esta comunicación nos centramos en el siglo XX y en una fuente fundamental para el estudio de dicha centuria, la prensa. A través de ella vamos a descubrir la preocupación social que generan las murallas, y los deseos desde siempre por derribar alguno de sus lienzos o baluartes para poder expandir la ciudad en el extrarradio. Lógicamente hubo opiniones para todos los gustos, pero predominaron las concepciones desarrollistas frente a los criterios conservacionistas de unos pocos. Las murallas no comenzaron a desaparecer realmente hasta 1933, cuando se concedió la orden ministerial que lo hizo posible. A partir de entonces, el derribo se fue ampliando con la excusa de necesidades arquitectónicas o urbanísticas. LOS INICIOS (1900-1929). CONCIENCIACIÓN PÚBLICA Ya desde finales del siglo XIX la ciudad se hallaba concienciada de la necesidad de establecer un ensanche a las afueras de la muralla, como consecuencia de la colmatación del casco histórico y por existir otras ciudades que lo habían obtenido como Barcelona, Valencia o San Sebastián4. La concienciación llegó a tal punto a principios del siglo XIX que incluso algunos periodistas y publicistas de la época ironizaban sobre este asunto5. La llegada del ferrocarril en 1863 favoreció la creación de un pequeño barrio extramuros6 que va a motivar el primer derribo conocido en la muralla, para permitir la comunicación entre la barriada y la ciudad, mediante la adaptación del fuerte de la cabeza del puente. Pero el crecimiento de la Barriada de la Estación, posteriormente conocida por el nombre de su patrón San Fernando, se vio frenado por algunos inconvenientes. En primer lugar había que respetar las denominadas como ‘zonas polémicas’7, lo que situaba al barrio bastante alejado de la población; en segundo lugar allí se establecieron pequeñas industrias, lo que tampoco propiciaba la edificación de viviendas; y en tercer lugar la zona estuvo sin urbanizar hasta bien avanzado el siglo XX. A principios de dicho siglo surgió otra barriada extramuros, esta sin autorización, como consecuencia del establecimiento de jornaleros pobres en chozas y chabolas dentro de terrenos comunales y en las referidas zonas polémicas. Se trata del Barrio de San Roque, que no incidió en el derribo del recinto defensivo de la ciudad, y que se desarrolló con rapidez, en parte debido a la edificación clandestina. El Barrio de San Roque será utilizado como arma política para poder solicitar nuevos ensanches.

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Real Sociedad Económica de Amigos del País (en adelante RSEAP), La Coalición, 18-02-1902, p. 2, col. 4. Siendo Alcalde de esta ciudad, hace diecinueve años, D. Tomás Vacas, trabajó lo indecible por conseguir el derribo de ese cerco que para nada bueno sirve y para todo estorba, viendo defraudados sus deseos. 5 RSEAP, La Región Extremeña, 14-10-1902, p. 2, col. 4. Anuncio del Café ‘La Estrella’ criticando también las murallas: La única capital de España que por apatía conservará las murallas, será Badajoz. Quizás entienda el ministro de la guerra que queremos conservarla y de real orden mande tirarlas. Ya no cabe en este anillo de mampostería la fama del café de la marca de LA ESTRELLA. Y La Región Extremeña, 13-02-1917, p. 2, col. 2, “Las murallas”. Tarfe comenta que las murallas servían para que murieran algunos hombres y animales, y para que se desarrollase algún que otro idilio, siendo habituales los misterios y los ajusticiamientos. 6 Véase GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, Alberto, Historia de Badajoz, Ed. Universitas, Badajoz, 1999, p. 345; y CABEZAS, Justo, Callejero de Badajoz, Diputación Provincial de Badajoz, Badajoz, 2002, tomo II, pp. 187-190. 7 Las ‘zonas polémicas’ eran fajas de terreno en las inmediaciones de la ciudad controladas por el Ejército por razones de seguridad. En Badajoz había tres zonas o líneas: la primera abarcaba hasta 400 metros alrededor de la muralla, la segunda hasta 800 y la tercera hasta 1.250 metros. Véase CRUZ VILLALÓN, María, op. cit., pp. 100101.

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A pesar de ello, las clases medias y altas de Badajoz no tenían un barrio donde expandirse, y por ello comenzó una campaña activa desde los periódicos locales y regionales para poder establecer una zona nueva, agradable y próspera. No sólo era un negocio para el municipio y para algunos particulares sino, como se reseña en una de las primeras noticias del pasado siglo, un ejemplo de las mejoras urbanas que podía alcanzar la capital de provincia, al tiempo que se podía proporcionar trabajo a los obreros8. Otra razón que se alegaba era el hecho de que otras ciudades como Cádiz, Pamplona9, Cartagena o Palma de Mallorca habían obtenido ya este favor. Hay que tener en cuenta que las murallas eran vistas, en estos primeros años, como elementos inútiles ya que frenaban la expansión natural de Badajoz, dificultaban la circulación del aire y estaban permanentemente sucias y descuidadas, lo que resultaba perjudicial para la higiene. Más de una quincena de noticias se recogen en el primer tercio de siglo sobre la suciedad que había en las murallas. Y es que al desaparecer la función defensiva se fue descuidando su limpieza y su conservación, lo que contrastaba, como se reprendía desde los periódicos, con la cercana localidad portuguesa de Elvas. Algunos vecinos utilizaban las murallas como estercolero, arrojando basuras y ripios a los fosos, e incluso como escusados públicos, pero también abundaba la presencia de animales, lo que unido a la cercana presencia del desagüe del alcantarillado fomentaba el mal olor10. Como corolario de la ausencia de paseos amplios en la ciudad y ya que las murallas eran utilizadas entonces como lugar de paseo habitual, comienza a lanzarse ahora una idea novedosa, que se conseguirá en parte a mediados de siglo, que es el ajardinamiento completo de fosos y baluartes11, a pesar de las molestias que con frecuencia la chiquillería ocasionaba en dicho sector, al servirse de la fortificación para emular antiguas batallas a base

8 RSEAP, Nuevo Diario de Badajoz, 23-02-1900, p. 2, col. 4: Todas las poblaciones de alguna importancia tienen sus zonas de ensanche que las hermosea, a la vez que sirven para proporcionar trabajo a los obreros. En Badajoz, según todas las trazas, vamos a permanecer eternamente en el anillo que forman las murallas, cuya inutilidad, bajo el punto de vista militar, está ya en la conciencia de todo el mundo. ¿No sería conveniente que se tratara de romper ese anillo? Valía la pena que el Ayuntamiento estudiara este asunto para en su caso promover las gestiones necesarias á fin de conseguir del Gobierno la oportuna autorización para el derribo de la muralla por la parte que más conviniese el ensanche de la población. 9 RSEAP, Noticiero Extremeño, 13-02-1917, p. 1, col. 2 y 3. El diario extremeño alaba la actividad infatigable que habían desarrollado los ediles de Pamplona al conseguir autorización para derribar sus murallas, y piden al ayuntamiento badajocense igual empeño. 10 Entre otras véase RSEAP, La Coalición, 11-11-1900, p. 2, col. 1: […] hasta en las mismas murallas y fosos se ven hacinadas las basuras, algunos cobertizos, chozos ó barracones inmundos en los que se ejerce toda clase de granjería, hasta la de cerdos con zahurdones que nos perfuman el ambiente que respiramos. Biblioteca Pública de Badajoz (en adelante BPB), Correo de la Mañana, 07-03-1925, p. 1, col. 5 y 6: La higiene de la ciudad. El desagüe de materias fecales se halla al descubierto a dos pasos de las murallas. Las murallas son los vertederos y los escusados públicos. RSEAP, La Libertad, 12-10-1929, p. 2, col. 3-6: Hay que contemplar despacio el aspecto de nuestras murallas, descuidadas en su conservación, derrumbándose a trechos y en otros convertidas en depósitos de inmundicias. Esto no es hablar por hablar. Ahí están los trozos de las inmediaciones del embarcadero –puerta Nueva– y de Puerta Trinidad. 11 RSEAP, La Región Extremeña, 21-08-1901, p. 2, col. 2 y 3: […] la ventilación de la ciudad está dificultada por el recinto murado. Es preciso rebajar la muralla desde la Puerta de Trinidad á la de Palmas. En los frentes de las calles de Santo Domingo, Menacho, Paseo de S. Francisco, Ramón Albarrán, Arco-Agüero, Nueva, Zarza, Trinidad y Doblados, deben abrirse amplios portillos hasta el nivel del piso de dichas calles, para que penetre bien el aire en la ciudad. Los fosos, laderas del castillo, baluartes de las murallas deben ser plantados de árboles y arbustos de salutífero y rápido crecimiento. Y también BPB, Correo de la Mañana, 29-11-1914, p. 1, col. 2 y 3: Las murallas debían de formar una línea de boscaje, que rodease de un cinturón de verdura a la ciudad. De hecho en algunos baluartes ya se alzaban árboles, como en el baluarte llamado de los Pinos, el de San José o el baluarte de Santiago, ajardinado en parte alrededor del monumento a Menacho.

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de pedradas. En este sentido, el primer intento serio se planteó en 1930 con la pretensión de crear un parque infantil, proyecto confeccionado por el arquitecto municipal Rodolfo Martínez, y que no fue instalado en uno de los fosos hasta dos décadas después12. Pero estaba decidido el destino final de las murallas. El Ayuntamiento y la Diputación propugnaron varias veces el derribo, solicitando al Estado dicha medida de gracia, e insistiendo especialmente cuando se desplazaban a Madrid para gestionar mejoras para la ciudad. Aunque se barajaron varios sectores, desde el principio se apostó por el derribo en la zona natural de desarrollo de la ciudad, a través de la prolongación de dos de sus principales calles: Menacho y San Juan. La expansión urbana planteada era inteligente ya que ambas atravesaban en línea recta el entramado urbano a través de las principales plazas de la localidad; además entre las mismas se disponía el paseo más notable de Badajoz, el Paseo de San Francisco, que permitiría si se derribaban las murallas un enlace amplio y apropiado. Otras de las soluciones planteadas para salvar la gran dificultad que suponía el derribo y explanación de la zona fueron propuestas por algunos particulares; medidas menos agresivas que fundamentalmente se apoyaban en el establecimiento de nuevas puertas o túneles, o en el ensanche de las existentes, urbanizando el lugar convenientemente13. A pesar de todo, también en estos primeros años comienzan a aparecer opiniones contrarias a la destrucción de estos elementos, alegando que Badajoz podría perder su importancia militar, económica e incluso la capitalidad de la provincia, por lo que se propone adecentamiento y exorno para la misma. Incluso se aborda una idea que se irá asentando con el tiempo como una posibilidad: el crecimiento interior a través de la elevación de nuevas plantas en los edificios ya existentes y especialmente en los de una sola planta14. La Cámara de la Propiedad Urbana también consideraba hacia 1910 perjudicial el derribo de las murallas15.

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Véase BPB, Correo Extremeño, 12-02-1930, p. 8, col. 1 y 2; y diario Hoy, 18-07-1950, p. 6, col. 3-7. RSEAP y BPB. Véase Nuevo Diario de Badajoz, 24-06-1911, p. 1, col. 4 y 5: “Mejora importante”, por Tomás Marín; La Región Extremeña, 13-02-1917, p. 1, col. 2 y 3: “El derribo de las murallas”, por Narciso Vázquez Lemus: Lo primero sería hacer portillos o túneles en las prolongaciones de algunas calles, Madre de Dios, Arco Agüero, Menacho y Plaza de Santo Domingo, que comuniquen la ciudad con el exterior. Pedir al Estado la propiedad de Pardaleras […]; Nuevo Diario de Badajoz, 16-01-1920, p. 1, col. 3-5. “La Puerta de Penacho”, por Cayetano Pesini: el lienzo de muralla del frente, debe ser cortado en tanto en cuanto sea necesario […] Por ella deben caber juntos, cuando menos tres carruajes con toda, con absoluta comodidad. Y a sus lados, a ambos, han de estar las calzadas para los viandantes, col. 4; y Correo Extremeño, 15-12-1928, p. 8, col. 1 y 2 y 16-12-1928, p. 8, col. 1-5: Declaraciones de Juan Berenguer y Ricardo Carapeto. 14 Véase RSEAP, Nuevo Diario de Badajoz, 05-04-1910, p. 1, col. 2-3: “Nuestras murallas”, por ‘un periodista’: Lo que debemos hacer, por gratitud, es adecentarlas, convertirlas en paseos, no consentir que las profanen los puercos. BPB, Correo de la Mañana, 27-02-1914: p. 1, col. 5: “Los derribos”: Creemos con algún fundamento que el problemas de las viviendas de Badajoz –si es que hay tal problema– no es de ensanche como algunos dicen […] El derribo de la muralla, además de los obstáculos tradicionales, lo impide su excesivo coste y nada resuelve […] No es pues ensanche, sino altura, lo que hace falta en Badajoz. RSEAP, La Libertad, 02-03-1929, p. 2, col. 1 y 2. Según M. Silgo Morán: Nunca será necesario destruir lo que por largos siglos dio carácter a esta histórica ciudad, mientras haya, como hay todavía, miles de casas ruinosas de un solo piso y miles de metros cuadrados en corrales, bodegones y lagares. 15 RSEAP, Noticiero Extremeño, 07-04-1910, p. 2, col. 4. En la sesión de la Cámara Urbana se acuerda ampliar las obras del Cuartel de la Bomba pero sin derribar parte alguna de muralla, por considerarlo perjudicial a los intereses de Badajoz. 13

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COMIENZAN LOS DERRIBOS (1929-1936). PRESIÓN OBRERA Y DESCONTROL MUNICIPAL Pero la ciudad tenía que evolucionar, y en aras de ese progreso comenzaron a concederse los permisos necesarios para el demandado ensanche. La actuación del Gobierno fue prudente, no comprometiéndose a nada hasta bien avanzado el siglo, cuando permitió progresivamente ciertos beneficios. En 1929 se va a realizar la primera concesión, eliminando las zonas polémicas del contorno de la capital bajoextremeña, y permitiendo su ensanche de manera definitiva16. El pueblo entero declararía su satisfacción al día siguiente a través del alcalde, quien afirmó que sería necesario además confeccionar un plano de ensanche17. El Ayuntamiento, con un criterio democrático, estableció un periodo de información pública para que cualquier vecino pudiera expresar su opinión sobre la conveniencia de derribar la muralla y el sitio por donde había de comenzar el ensanche. Las opiniones, para todos los gustos, fueron favorables a la demolición de parte de la fortificación; incluso el alcalde expresó idea similar en una proposición particular. La decisión definitiva se tomó en el pleno de 18 de abril de 1929, en el que oídos todos los dictámenes se expresó el deseo ya conocido, siendo el lienzo entre los baluartes de Santiago y San Juan el elegido para su desaparición. A partir de aquí se inicia un largo trámite administrativo, al elevar a la superioridad el proyecto correspondiente, que tardará en ser atendido casi cuatro años. La llegada de la República pareció retrasar aún más la concesión, entre otras cosas por la declaración del recinto como monumento histórico-artístico por Real Decreto de 03-06-1931. Su descuidado aspecto motivó además que la Academia de San Fernando, a través del pintor Adelardo Covarsí, realizara una protesta formal a finales de dicho año18. Incluso la prensa nacional llegó a hacerse eco de la problemática que embargaba a Badajoz, cuyas autoridades locales amenazaron con dimitir si no se concedía el derribo solicitado, y que obligó al presidente de la República a realizar la promesa correspondiente19. La actitud de la ciudad era firme, como corrobora la presentación, en estas fechas, de un concurso entre arquitectos nacionales para fijar el proyecto de urbanización y ensanche de la ciudad. Pero el permiso volvió a retrasarse, esta vez hasta septiembre de 1933, aunque para la ciudad la concesión definitiva fue más generosa de lo imaginado, al ceder el Ejército to-

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BPB, Correo Extremeño, 29-01-1929, p. 5: “El Gobierno acuerda la desaparición de las zonas polémicas en Badajoz”; y RSEAP, La Libertad, 29-01-1929, p. 1, col. 3-5: “El Gobierno acuerda la supresión de las zonas polémicas en Badajoz” : La zona polémica de Badajoz queda reducida a dos puntos estratégicos, habiéndose dictado esta disposición con el fin de atender al ensanche de la ciudad a través de las murallas, col. 4. 17 BPB, Correo Extremeño, 30-01-1929, p. 8, col. 2 y 3; y RSEAP, La Libertad, 30-01-1929, p. 2, col. 5 y 6. El alcalde afirma: El asunto será llevado al Pleno tan pronto como el señor arquitecto confeccione el plano de ensanche que se le ha encargado y en el cual figurará, desde luego, la demolición de la parte de muralla comprendida entre puerta del Pilar y puerta de Trinidad, obra que comenzaría, de ser aprobado el proyecto por el Ayuntamiento, por la desaparición de un lienzo de esta muralla, de unos cuarenta metros de ancho, frente a la calle de Zurbarán, col. 5. 18 Véase RSEAP, La Libertad, 04-11-1931, p. 2, col. 5; y 07-11-1931, p. 2, col. 5 y 6. 19 Véase RSEAP, La Libertad, 13-11-1931, p. 5, col. 2 y 3 (dicen que el día anterior el diario ABC había hablado del tema y copian el artículo íntegro); 18-11-1931, p. 2, col. 1 y 2; y 27-11-1931, p. 1, col. 2 y 3: “Azaña promete al Ayuntamiento de Badajoz la cesión de las murallas para que proceda a su derribo”.

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das las murallas a la ciudad, de un modo amplio20. En 1934 se amplían los límites de la donación del año anterior con la concesión de algunos fuertes exteriores: La Picuriña, Pardaleras, Revellín, San Roque y Cabeza del Puente21. Como vemos, todavía el Ejército controlaría ciertas dependencias de la fortificación, aunque mínimas. Curiosamente, una vez obtenida la propiedad no se supo muy bien cómo actuar, produciéndose titubeos entre la conservación y el derribo. En diciembre de 1933 se sucedieron los primeros desmontes en uno de sus baluartes, el de Santiago, más conocido por ‘Memoria de Menacho’ por ser éste el lugar donde había fallecido el famoso general en la Guerra de Independencia, pero sorprendentemente fueron reconstruidos un mes después. Entre 1934 y 1936 se van a efectuar derribos en cuatro zonas: junto a Puerta Trinidad, junto a Puerta Pilar, junto al Matadero y Plaza de Santo Domingo y, sobre todo, junto al Paseo de San Francisco. De este último punto surgirá, ya en los años cuarenta, la principal y más prestigiosa vía de ensanche de Badajoz, la Avenida de Huelva. Estos derribos servirían, sobre todo, para dar empleo a los parados de la localidad en aquellas épocas en que era difícil obtener trabajo en el campo o en la construcción debido al mal tiempo. La prensa criticó que no se estableciera un plan determinado de derribos, considerando excesivo el número de puntos establecidos, pues todavía no había plan de ensanche, y por lo tanto no se hallaban precisadas las vías por donde establecer las nuevas manzanas de casas; la censura fue dura ya que ni se acometía la urbanización de estas zonas ni de otras con más necesidad, por lo que la inversión no era la más conveniente22. Este desorden motivó incluso la intervención del Ministerio de Instrucción Pública, para proteger las características patrimoniales del monumento. LAS MURALLAS TRAS LA GUERRA (1936-1975). DESTRUCCIÓN DEL PATRIMONIO EN ARAS DEL DESARROLLO URBANO Durante las pocas horas que duró el asedio a la ciudad de Badajoz entre los días 13 y 14 de agosto de 1936, las murallas demostraron ser insuficientes para contener a las tropas nacionales, que ocuparon sin demasiada resistencia la antigua plaza fuerte. Sin duda, en ello tuvieron una influencia clave los rompimientos efectuados con anterioridad, que sobre todo en el sector de Puerta Trinidad permitieron el referido asalto. Ello no fue óbice para que la labor destructora continuase, como pone de manifiesto la medida populista solicitada por el Ayuntamiento y autorizada por el general Queipo de Llano en marzo de 1937. Los trabajos de derribo y explanación prosiguieron durante la guerra, a pesar de que fueron nuevamente detenidos, esta vez por la Delegación Nacional de Bellas Artes23.

20 Véase RSEAP, La Libertad, 01-04-1933, p. 9, col. 1 y 2; y 09-09-1933, p. 2: “La pesadilla ¡¡Ya son nuestras las murallas!!”. 21 Hemeroteca Municipal de Madrid, La Libertad, 24-04-1934, p. 4, col. 1 y 2. 22 El titular más elocuente lo encontramos en RSEAP, diario Hoy, 24-01-1936, p. 8: “Para solucionar el paro en Badajoz no es preciso derribar las murallas”. Véase también: Hoy, 01-11-1935, p. 3, col. 1; y 12-12-1935, p. 3, col. 1. 23 Véase respectivamente RSEAP, Hoy de 30-03-1937, p. 2, col. 2 y 3; 20-09-1938, p. 2, col. 2; y de 20-101938, p. 2, col. 3-5.

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La poca preocupación por el patrimonio era evidente, comenzando tras la guerra la ocupación de los baluartes que aún no se hallaban edificados; es este el caso de los baluartes de San José, Santiago y Revellín de San Roque24. Los derribos posteriores en los años cincuenta no serían de importancia, pero terminarían por menguar alguno de los lienzos y de los bastiones aún en pie, hasta que en los sesenta se produzca el principal choque con el Tesoro Artístico Nacional: el derribo del Baluarte de San Juan. El baluarte, que contenía el histórico Cuartel de la Bomba, taponaba el acceso de una de las vías principales de enlace entre el ensanche y el casco antiguo, la actual Avenida de Europa, entonces conocida como del Teniente General Rodrigo25. Este asunto motivó la discrepancia, poco común en estas fechas, entre el municipio y el Estado26, y no pocos quebraderos de cabeza, que se solventaron con la política habitual en estos casos, la política de hechos consumados mediante la detonación de cargas de dinamita. A la desaparición del Baluarte de San Juan hay que añadir la de todo un amplio lienzo junto al Guadiana, debido a la construcción de una nueva carretera, y los intentos por empequeñecer y trasladar una de las puertas más históricas, la Puerta del Pilar. A esta situación se llegó debido al plan de ensanche aprobado en 1943. Elaborado por César Cort, el proyecto establecía una red viaria continuista, que obligaba a amplios derribos para favorecer el acceso directo al centro de la población. Cort influiría también en la degradación de la fortificación abaluartada al situar los edificios muy cerca de la misma, a pesar de insistir en la necesidad de ajardinar los fosos. La revisión de este plan por García de Pablos a mediados de los cincuenta y el nuevo PGOU, de Gabriel Riesco, de 1965 no hicieron sino acrecentar la herida. No obstante, el ajardinamiento de los fosos fue una de las mejores medidas llevadas a cabo y que, afortunadamente, todavía perdura en la actualidad; lástima que no se extendiera a todos los fosos. Estas hondonadas dieron lugar a gran variedad de parques, inaugurados en torno a 1950: el Parque de la Legión, el Parque de Trinidad y el Parque Infantil; posteriormente otros, como el Salto del Caballo o el Paseo de las Viudas, darían continuidad a este procedimiento. En la ornamentación de los primeros destacó el papel del artista Antonio Juez. En los fosos de otros baluartes hay constancia de la instalación de un cine de verano, de un supermercado portátil y de espacios deportivos. De todos modos, tras 1965 el periódico local comienza a inclinarse hacia una actitud crítica por los derribos efectuados, y lamenta la pérdida de las señas de identidad que ello conllevaba27. Esta sensación de desorientación urbana se acentúa en los años setenta,

24 Una década antes se habían ocupado los de San Vicente y Santa María con la construcción de sendos centros escolares y de un centro sanitario. En estos años cuarenta se edifican en los baluartes referidos el Cuartel de la Policía y el Frente de Juventudes; en el Revellín de San Roque se ubicaron los servicios municipales de incendios y limpieza. Véase RSEAP, Hoy, 28-04-1942, p. 2, col. 5; 30-05-1943, p. 3, col. 2-4; y 14-04-1944, p. 2, col. 1. 25 El proceso ha sido minuciosamente analizado por FRAILE CASARES, Carlos Cándido, Badajoz: la ciudad intramuros (1936-1979), Colegio Oficial de Arquitectos de Extremadura y Junta de Extremadura, Mérida, 1995. 26 RSEAP, Hoy, 30-07-1964, pp. 1 y 3: “Repulsa del Pleno del ayuntamiento a la resolución sobre el Baluarte de S. Juan”: Apurará todos los procedimientos administrativos para la solución del problema y cursará telegrama de protesta contra la Dirección General de Bellas Artes a los ministros de la Gobernación y Educación Nacional. Todos los concejales expresaron sus deseos de renunciar al cargo, si en dos o tres meses no se logra una solución satisfactoria para la ciudad. 27 RSEAP, Hoy, 17-03-1967, p. 3, col. 1. Sección Puntos de Hoy, “Cinturón verde”: Cuando se contempla y se admira la gracia y la belleza del parque de La Legión, del Héroe Caído o el Infantil, se advierte las posibilidades excepcionales que la ciudad perdió cuando quebró las murallas y edificó sobre los solares resultantes de su derribo.

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donde el lamento por la escasa singularidad de Badajoz hace brotar la añoranza en muchos artículos, abogando por la recuperación del casco histórico. CONCLUSIONES El derribo de las murallas de las ciudades españolas favoreció el crecimiento urbano de las mismas, pero a cambio significó una pérdida patrimonial importante, así como el cambio en los modos de vida tradicionales. De la ciudad cerrada y concentrada se pasó a la urbe abierta y dispersa, lo que generó nuevas posibilidades, pero consecuentemente nuevos problemas: de control, de urbanización y de transporte, principalmente. En el caso de Badajoz la concesión del derribo llegó tarde, y a pesar de que se intentó actuar de un modo comedido, no se consiguió. En primer lugar porque la presión obrera fue grande, y el único modo de darles trabajo fue empleándolos en esta empresa; en segundo lugar, porque la ciudad quería crecer y desarrollarse sin trabas, y las murallas constituían un estorbo importante que ‘asfixiaba’ a la población. Quiero incidir en que esta decisión destructora no era fruto de una menor cultura, ni de un desconocimiento del valor histórico-artístico del inmueble, sino que primaron factores económicos a la hora de emprender las demoliciones. Como hemos comprobado, ya desde principios del siglo XX hubo opiniones contrarias a estas acciones. A pesar del paso de los años, la conservación de monumentos en España sigue estando en peligro, pues choca con dificultades de previsión y moderación. Se ha dicho que no hay nada mejor que dejar pasar el tiempo para verlos desaparecer. En Badajoz uno de los fuertes exteriores, el de San Cristóbal, lleva muchos años abandonado, a pesar de los intentos por darle uso y ponerlo en valor. De todos modos, buena parte de las murallas barrocas de Badajoz han sido rehabilitadas en las últimas décadas, lo cual nos anima a ser optimistas sobre el futuro. Las murallas de Badajoz vienen necesitando, aparte de las activas campañas de sensibilización que algunas asociaciones programan a través de visitas didácticas, una cartelería explicativa que oriente al vecino y al turista sobre su importancia y significación. En los últimos años se han oído voces sobre la necesidad de musealizar su contenido, instalando un pequeño centro de interpretación28. En él debería incluirse esta pequeña historia, que también forma parte integrante de nuestras murallas, la de su destrucción.

28 Con el título de “¡Abajo las Murallas!” se ha desarrollado en el Museo de Historia de la Ciudad de Barcelona hasta el 16-10-2005 una exposición que ilustra claramente sobre la actualidad e interés que genera el pasado en nuestro país.

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Plano de la ciudad correspondiente a la obra Atlas de España y sus posesiones de Ultramar, realizada por Francisco Coello y Quesada en el siglo XIX.

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Vista aérea de la ciudad, fotografía de 1914. Los baluartes que se aprecian son los de Santiago, San José y San Vicente.

Aspecto del Baluarte de Santiago en la actualdidad.

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Diario Hoy, 10-11-1963.

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