\"El cura Vivas y la Zafra de entresiglos (I Centenario de Glorias de Zafra)\" [Cuadernos de Çafra, 2003]

June 13, 2017 | Autor: José María Lama | Categoría: Extremadura, Historia De Extremadura, Zafra, historia contemporánea de Extremadura
Share Embed


Descripción

CUADERNOS DE ÇAFRA Estudios sobre la Historia de Zafra y el Estado de Feria ISSN: 1696-344X Número I, 2003 CENTRO DE ESTUDIOS DEL ESTADO DE FERIA

Cuadernos de Çafra es una revista de periodicidad anual que edita el CEEF, bajo el patronazgo del Excmo. Ayuntamiento de Zafra. En sus páginas se recogen estudios sobre el pasado histórico y el patrimonio artístico y cultural de la ciudad de Zafra y del antiguo Estado de Feria.

DIRECTOR DEL CENTRO: José María Moreno González COORDINADORES DE LA REVISTA: Juan Carlos Rubio Masa y Manuel Sánchez Gómez-Coronado CONSEJO ASESOR: Estrella Claver Romero, José María Lama Hernández, Pablo Ortiz Romero, Diego Peral Pacheco, María del Carmen Rodríguez del Río y Fernando Serrano Mangas SECRETARIO DEL CENTRO: Joaquín Castillo Durán SUBSCRIPCIONES Y PEDIDOS: Archivo Histórico Municipal de Zafra, Plaza del Pilar Redondo,1, 06300 Zafra (Badajoz) CORREO-E : [email protected] CUBIERTA : José Manuel Salazar MAQUETACIÓN E IMPRESIÓN: Imprenta Rayego S.L. - Zafra DEPÓSITO LEGAL: BA-384-03 P ATROCINA: Concejalía de Cultura y Turismo Excmo. Ayuntamiento de Zafra

CUADERNOS DE ÇAFRA Estudios sobre la Historia de Zafra y el Estado de Feria ISSN: 1696-344X Número I, 2003

Í NDICE Presentación ...................................................................................

1

JOSÉ VARGAS CALDERÓN y SOFÍA SAUCEDA R ODRÍGUEZ: La Plaza Grande: su pasado al descubierto. Estado actual de la excavación arqueológica ......................................................

1

MANUEL FORTEA LUNA: El patrimonio artístico de Zafra ¿un recurso en peligro? ............

1

PILAR MOGOLLÓN CANO-CORTÉS: El patrimonio mudéjar de Zafra ..................................................

1

JUAN M. VALENCIA RODRÍGUEZ: El poder señorial en la España Moderna: la Casa de Feria ..........

1

JOSÉ MARÍA LAMA HERNÁNDEZ: Primer Centenario de «Glorias de Zafra»: el cura Vivas y la Zafra de entresiglos ...............................................................................

1

SANTIAGO ARAGÓN MATEOS: Hacer justicia. El funcionamiento de la maquinaria judicial en el Estado de Feria durante la Edad Moderna ..................................

1

DIEGO PERAL PACHECO : Los criados del Duque de Feria en Zafra, sus enfermedades: 18211854 ............................................................................................

1

Mª. TERESA CALDERÓN MORALES: La salud pública en Zafra entre 1900 y 1925 ..............................

1

© CENTRO DE ESTUDIOS DEL ESTADO DE FERIA

ISSN: 1696-344X

65

El cura Vivas y la Zafra de entresiglos (I centenario de Glorias de Zafra) José María LAMA HERNÁNDEZ

INTRODUCCIÓN El año 2001 se cumplió el centenario de la edición de un libro singular para Zafra: Glorias de Zafra, del presbítero Manuel Vivas Tabero. Hasta la publicación en 1955 de El Castillo del Castellar de Antonio Salazar, la obra del cura Vivas fue —no sólo la primera— sino la única monografía editada sobre la historia de Zafra. Durante cincuenta y cuatro años, pues, Glorias de Zafra o recuerdos de mi patria —ese era el título completo— fue la referencia exclusiva sobre el pasado de la ciudad, contribuyendo así de manera notoria a nutrir el conocimiento popular sobre la historia y los monumentos de la, antaño, villa ducal. Y esto a pesar de que pocos leyeron el Vivas, que todavía hoy se conoce sobre todo de oídas. Esta condición inaugural de la obra de Vivas en la historiografía zafrense justifica —por encima de la calidad de una incursión histórica que resultó ser más hiperbólica que veraz— la distinción conmemorativa otorgada. Pero, además, el libro de Manuel Vivas Tabero es, como todo libro y más aún si es de historia, un hecho cultural unido a una época: el final de un siglo y el arranque de otro que acabaría caracterizado por una ruptura radical —aunque no súbita— con el sistema liberal. Esa vigésima centuria, en cuyo primer año se editó Glorias de Zafra, tardó aquí en derrotar a los viejos fantasmas de la reacción mucho más que en la mayoría de los países europeos. A pesar de ello, en 1901 había ya rasgos de la vida política y social española que incomodaban a los trabucaires y a los defensores de legalidades apostólicas. En este sentido, Glorias de Zafra refleja las preocupaciones que pueblan la mentalidad de un clérigo integrante de la clase adinerada y con una posición social muy significativa en la sociedad zafrense, como fue el cura Vivas. La peripecia vital de Manuel Vivas Tabero tiene como fechas de orto y de ocaso las de 1868 y 1942; se extiende por tanto desde la revolución democrática C UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

66

José María Lama Hernández

de “La Gloriosa” hasta uno de los temibles años de la posguerra de hambre y represión de “los cuarenta”. Entre ambas fechas España vivió casi setenta y cinco años de ensayo convivencial fracasado, en el que las intentonas democráticas o, al menos las más liberales, sucumbieron a la intransigencia de unas clases poderosas que de 1868 a 1942 apenas se limitaron a cambiar el nombre del militar que debiera gobernar el país de manera dictatorial: del general Narváez al general Franco. Zafra, a modo de muestra de laboratorio socio-histórico de lo que ocurría en la nación, vivió también entre esas dos fechas que marcan la vida del cura Vivas, una época que coincide en lo esencial con los afanes y fracasos, con los aconteceres, vividos por España durante el mismo tiempo. Haré por tanto aquí un ejercicio de historia local, sí, pero intentaré que no sea bajo la óptica de esas crónicas locales que sólo buscan singularizar la historia del terruño propio, distinguirla de la del resto, sino —muy al contrario— desde la perspectiva de quien sólo gusta de la historia local por lo que supone de confirmación en lo concreto de las grandes tendencias de progreso de la historia general. Pero entre 1868 y 1942, en el libro de Vivas —fruta de entresiglos— sólo puede apreciarse la huella, como es lógico, de la primera de las fechas y a ella nos remitiremos aquí. Escribir de la Zafra de 1942 en este texto sería anacrónico, por mucho que ese año acabara siendo el último de la vida de nuestro hombre; pero hacerlo sobre la Zafra de 1901 sólo nos aportaría el marco del óleo, que aquí es la publicación del libro, y este tipo de ejercicio, aunque viste mucho al cuadro, siempre es accesorio. En historia, el contexto significativo de un hecho suele ser anterior al hecho, y no coetáneo. Abordaré, pues, la cuestión dividiendo el texto en dos partes. La primera («La Zafra de Vivas Tabero hasta 1901») repasará los hechos históricos que confluyen en los tres decenios anteriores a la publicación de Glorias de Zafra, esos treinta y tres años —de edad tan simbólicamente cristiana— que contaba Vivas al salir a la calle su libro. Mi interés se centrará en lo ocurrido de 1868 a 1874, durante el Sexenio democrático, ya que considero que esa época de convulsión social y política marcó especialmente el ambiente inmediato del niño y joven Manuel Vivas. La segunda parte de mi aproximación («Glorias de Zafra (1901-1902), primer centenario de la historiografía zafrense») se centrará en el libro y en ella me fijaré en primer lugar en los principales rasgos de la obra, analizando someramente su contenido. Pero, cien años después de su publicación, el libro C UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

El cura Vivas y la Zafra de entresiglos

67

de Manuel Vivas, perdido su carácter novedoso y nunca alcanzado el rigor que permitiera considerar vigente su valía, es, más que un libro de historia, una fuente para el estudio de nuestra historia y, sobre todo, la obra pionera de la historiografía zafrense. Por eso en el último tramo de mi intervención me referiré a ella como precedente de un siglo del oficio de historiar en Zafra, un siglo que en los últimos lustros vive un período de especial esplendor. Que nadie espere, por tanto, de este trabajo sobre Glorias de Zafra una dedicación exclusiva al libro ni mucho menos una biografía del sacerdote y cronista singular que lo escribió. Lo que busco, con la excusa de aludir al centenario de este libro, es recorrer la historia de la Zafra de su tiempo y ubicar la obra en su contexto histórico. Así lo expresaba el título original (Primer centenario de Glorias de Zafra: el cura Vivas y la Zafra de entresiglos), aunque debo reconocer que tampoco hubiera estado mal haberlo nombrado como lo nombró el Diario Hoy, que —en una errata modélica motivada por el ánimo ultracorrector de alguno de sus redactores— daba el día antes de impartirse la conferencia que originó este texto1 el equivocado pero también atinado título de Primer centenario de Glorias de Zafra: el cura Vivas y la Zafra de los entresijos. I. LA ZAFRA DE VIVAS TABERO HASTA 1901. El año 1868 se integra en un ciclo histórico quizás no cerrado hasta ciento diez años después, en 1978, cuando se proclama la Constitución Española que rige el sistema democrático actual. Esta circunstancia dota a esa fecha del siglo XIX de un carácter relativamente inaugural con respecto al aún escaso tiempo de libertad disfrutado por los españoles a lo largo de la historia. Aunque este carácter esté relativizado por el hecho de que 1868 es también un jalón más de un pasado de intentos revolucionarios con los que en España el dinamismo de las nuevas ideas de progreso y democracia fue agrietando —con excesiva lentitud— el antiguo y pétreo régimen de la monarquía absoluta y del moderantismo isabelino. Y una vez más la ciudad donde germinará en 1868 la idea de libertad, luego transmitida al resto de España a la velocidad con que avanzaban las tropas sublevadas, será Cádiz. Conscientes del papel emblemático de la ciudad

1

Este texto fue escrito como conferencia impartida el 20 de junio de 2001 dentro del ciclo de las “II Jornadas de Historia del Ducado de Feria” celebradas en las fiestas De la luna al fuego que organiza el Ayuntamiento de Zafra. C UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

68

José María Lama Hernández

de la Bahía, los revolucionarios buscan el apoyo del comandante del puerto de Cádiz, el brigadier Juan Bautista Topete, de la Unión Liberal, que en la cubierta de la fragata Zaragoza, anclada en el muelle, y junto al general Prim, jefe de los progresistas, se levanta en armas contra la monarquía. Es el 18 de septiembre de 1868. Diez días después las tropas insurrectas se enfrentan a las de Isabel II en el cordobés Puente de Alcolea. El 30 de septiembre, la reina abandona España y una Junta Provisional de políticos y militares progresistas toma el poder. La insurrección casi marina de los Topete y compañía llega a Zafra con celeridad, de la mano del comandante del ejército Francisco Boza, que se presenta en la localidad con fuerzas a su mando para promover el relevo en las instituciones locales. El día 29 de septiembre se constituye, bajo las «aclamaciones de más de cuatrocientas personas» y según las actas que aún se conservan, la Junta Liberal de Zafra, presidida por un viejo jefe del partido progresista local, Pedro Ramírez Marín, alcalde en la década de los treinta y que había sido uno de los primeros líderes locales frente al absolutismo de Fernando VII. Le auxilia en la vicepresidencia otro político liberal, más joven pero también de gran prestigio en la localidad, Santiago Izquierdo Gragera, alcalde durante el Bienio 2 Progresista. Así, la revolución democrática en Zafra arranca bajo el control del partido progresista, no del todo decidido a un cambio radical del régimen político, aunque sí a una apertura liberal del mismo y a la expulsión del trono de Isabel II. Al día siguiente, consolidada la revolución, el ayuntamiento isabelino presidido por el abogado Ricardo Sainz Gómez depone sus cargos y entrega el 3 poder a la Junta Liberal de Pedro Ramírez. A pesar de ser uno monárquico moderado y el otro progresista, no existe diferencia de clase ni de estirpe entre el líder depuesto y el que ocupa el cargo: tanto Sainz Gómez como Ramírez Marín son adinerados propietarios; tanto uno como otro —y con ellos, la mayoría de quienes les acompañan— son cameranos o descendientes de cameranos. A esas

2

Completan esta Junta Liberal Tomás Roncal y Chacón, Juan Manuel Díaz, Doroteo Sáenz, José Mendoza y, como secretario, Justo Marín Bono. 3

El último de los ayuntamientos isabelinos lo integraban también Víctor Moreno y Pedro Giménez, como tenientes de alcalde. El procurador síndico era Vicente Risco y los regidores o concejales Benigno Fernández, Francisco Hernández, José María Álvarez, Gregorio Muro, José García Minero, Domingo Ramírez, Nicasio Asensio, Simeón Marcos Torres y José Ramón Diosdado. C UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

69

El cura Vivas y la Zafra de entresiglos

alturas del siglo, o bien los cameranos dominan de tal manera la economía y sociedad zafrense que cualquier cambio político les coge en ambos bandos; o bien los cambios políticos son tan superficiales que no van más allá de sustituir a unos ricos por otros. ******* En ese mismo mes de septiembre de 1868, en uno de esos últimos cinco días del revolucionario mes de septiembre de 1868, otro acontecimiento aunque de carácter cotidiano y familiar va a ocurrir en Zafra. El 25 de septiembre una mujer, María del Carmen Tabero, esposa de Estanislao Vivas, va a parir un niño al que llamarán Manuel y que pasado el tiempo se convertirá en uno de los personajes más singulares de la Zafra de entresiglos: el cura Vivas. Nace nuestro hombre al tiempo, por tanto, que se inicia el ensayo revolucionario de “La Gloriosa”, con el que el liberalismo respondía a la incapacidad de la monarquía de Isabel II para —una vez abandonado el absolutismo— instaurar un sistema sinceramente liberal. Y esta circunstancia es una de esas que influyen de tal forma en quienes la viven que sólo pueden reaccionar ante ella o manifestándose rotundamente a favor o manifiestamente en contra; nunca desde la tibieza. Y lejos de convertir a Manuel Vivas en un revolucionario, los hechos del Sexenio arcillaron su personalidad y educación como las manos del alfarero modelan la vasija y contribuyeron a asentar los rasgos de una manera de pensar muy tradicional y retrógrada, propia de un integrista, de un fundamentalista confesional. Su mentalidad estará formada por un puñado de convicciones: supremacía del poder de la Iglesia sobre el poder civil; consideración teocrática de la monarquía; inmovilidad social, donde es inevitable para cada persona la pertenencia de por vida a un estamento y la preponderancia de unas clases sobre otras; penalización de la pobreza como evidencia de la “justa” desasistencia divina al pecador; neofobia y veneración de lo antiguo; etc., etc. Una frase del pretendiente Carlos VII («La España antigua fue buena para los pueblos, no lo ha sido la revolución») resume el pensamiento de quienes, sin ser declaradamente carlistas —quizás por falta de espíritu insurgente— sí compartían en esa época los ideales de éstos: «Dios, patria y rey». Los seis primeros años de la vida de Manuel Vivas, esos años de infancia que a todos marcan especialmente, van a transcurrir en el ambiente de ebullición política y social que en toda España caracterizó el denominado Sexenio C UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

70

José María Lama Hernández

democrático: el gobierno provisional del general Prim, la monarquía de Amadeo de Saboya custodiada por el radical Manuel Ruíz Zorrilla, la I República, el régimen personal del general Serrano tras el golpe de Pavía… irán dejando una impresión convulsa en un ambiente familiar que suponemos poco o nada proclive a las veleidades democráticas y revolucionarias. Estoy convencido de que la impresión que —si no directamente en el niño sí en los padres, y de éstos transmitida a aquél— dejaron esos años del Sexenio condicionaron la educación y el pensamiento del futuro sacerdote. Por eso me detendré en ellos. ******* Dicho queda cómo contando aún pocos días Manuel Vivas, Zafra vivió jornadas intensas. Los liberales de ese septiembre de 1868 destituyen a buena parte de la plantilla de empleados de la administración local, de los juzgados, de Correos, del Registro de la Propiedad y nombran a sustitutos «atendidos sus antecedentes políticos, identificados con la situación creada tanto en sus medios como en sus fines». Además forman una guardia de 46 hombres armados. A pesar de la difícil situación política, la Feria de San Miguel de ese año 1868, primero de la vida de Vivas Tabero, no se suspendió y la Junta Liberal tomó las disposiciones oportunas para su celebración. De hecho el nombramiento del nuevo ayuntamiento —de cariz progresista— no se verificó hasta el día 12 de octubre y aún hubo de convivir durante varios días con la Junta —en una anómala situación de bicefalia política— hasta la disolución de ésta el 20 de octubre de ese mismo año. Cuatro días antes de disolverse, la Junta Liberal de Zafra celebró en el convento de Santa Catalina unas honras por las víctimas de 4 la revolución cuyo pregón pronunció el presbítero Manuel Antúnez. Parece que aún no había comenzado a agrietarse la posición de la Iglesia entre los revolucionarios. Ocho ayuntamientos se suceden en Zafra durante el Sexenio. El primero será esa Corporación Municipal progresista nombrada por la propia Junta, que estará vigente de 20 de octubre al 31 de diciembre de 1868, y tendrá como alcalde al comerciante de origen camerano —nacido en Villagarcía de la Torre y con casa de comercio en la calle Sevilla, 25— Félix Saénz Jurado. Durante esos dos meses de su mandato y llevados de la euforia de los primeros momentos en

4

La Crónica de Badajoz, 28 de octubre de 1868.

C UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

71

El cura Vivas y la Zafra de entresiglos

cualquier revolución, la fraternidad entre las diversas tendencias del liberalismo local es muy notable. El 28 de noviembre de 1868, la prensa publica la siguiente información: La fusión íntima y leal de los partidos liberales de Zafra en vísperas de unas elecciones tan importantes como las que dentro de poco van á tener lugar, nos ha producido una grande satisfacción. (…) Estén, pues, seguros nuestros paisanos, nuestros correligionarios, nuestros amigos de Zafra, de que han obrado en esta ocasión como aconsejan el amor á la libertad y la más exquisita prudencia política, y reciban por su conducta nuestros más sinceros plácemes. Recíbanlos asimismo los artesanos de aquella localidad por la elocuente proclama que dirigen á sus hermanos de la provincia, convocándoles para una reunión que se verificará en Zafra el día ocho de diciembre. Esta alocución es un documento que nos demuestra otra vez más lo que ya sabíamos: que Zafra es una 5 de las poblaciones más inteligentes y cultas de Extremadura.

A esa reunión, un acto más de las elecciones municipales que se celebrarían unos días después, los liberales zafrenses invitan a varios candidatos, entre los que está el pedagogo Juan Uña. En la carta que le dirigen se refieren los dirigentes locales del partido liberal —los hermanos Fulgencio y Manuel Pérez Moreno— a los 500 artesanos que sustentan su opinión: «…hay en este pueblo 500 hijos del trabajo que saben amparar todos los derechos y respetar todas las 6 opiniones». Con este apoyo no es raro que el 18 de diciembre de 1868, al celebrarse las elecciones municipales, el escrutinio fuera mayoritario para los republicanos. Muy significativo es este resultado en las que fueron primeras elecciones municipales por sufragio universal directo y secreto, aunque sólo masculino, de la historia de Zafra. El Ayuntamiento resultante, en vigor desde el 1 de enero de 1869 al 27 de octubre de ese mismo año, estuvo presidido por Diego Galbán Rangel, un platero que ya había ejercido la alcaldía en 1859 y 1860 y que según todos los indicios

5 6

La Crónica de Badajoz, 28 de noviembre de 1868. La Crónica de Badajoz, 3 de enero de 1869 C UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

72

José María Lama Hernández

evolucionó desde el progresismo hasta el radicalismo y el republicanismo. De familia le venía esta tendencia, pues su padre —Antonio Galbán— fue represaliado y recluido en el correccional de Ceuta tras el Trienio Liberal por habérsele acusado de apuñalar en 1823 el retrato de Fernando VII que estaba colgado en una de las salas del Ayuntamiento, en la Plaza Chica. Bajo el nuevo ayuntamiento se celebran las elecciones legislativas del 16 y 17 de enero, también con sufragio universal, que vuelven a demostrar la tendencia republicana de la mayoría de la población. Más de dos tercios de los votos fueron para los republicanos. El 28 de enero de 1869 otro suceso importante protagonizarán los nuevos concejales: la aplicación de la orden de incautación de los bienes de la Iglesia, decretada por el Gobierno. En Zafra la orden se aplica con normalidad, aunque leyendo los documentos de incautación que se conservan en el Archivo Histórico Municipal extraña que no vieran los concejales obras de arte de importancia en la ex-Colegiata o en los conventos inspeccionados. Sospecho que hubo cierta connivencia entre los responsables municipales y la jerarquía eclesiástica local. Hubo lugares donde esta orden gubernamental provocó sangrientos sucesos. En Burgos, el gobernador civil fue asesinado en la catedral al intentar aplicarla. En cualquier caso parece que esos primeros meses de revolución están presididos por un ambiente eufórico pero tranquilo. Como expresión de este espíritu La Crónica de Badajoz del 8 de febrero de 1869 da cuenta de la publicación de un periódico zafrense llamado La Fraternidad que, aunque quizás no el primero publicado en Zafra, si es el primero del que tenemos noticia. El título de este periódico precursor de la prensa local es significativo del citado espíritu de concordia. ******* Pero el clima fraterno entre los partidarios de la revolución comienza a agrietarse a medida que pasan los meses y, como siempre ocurre a lo largo de la historia entre los correligionarios, una vez cumplidos los objetivos básicos y comunes comienzan a producirse diferencias acerca de la manera de alcanzar los objetivos secundarios. La promulgación de la Constitución el 6 de junio de 1869 provoca deserciones a izquierda y a derecha. Un ejemplo de desapego desde la derecha lo atestigua el caso de un maestro de instrucción primaria de Zafra, Tirso Luis Carlés, que ante la obligación de todos los funcionarios públiC UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

73

El cura Vivas y la Zafra de entresiglos

cos de jurar la nueva Constitución se negó a hacerlo «fundándose en que su conciencia no se lo permitía por no estar conforme la expresada Constitución con sus ideas religiosas». El maestro fue cesado por esta insubordinación. Comenzaba pues a distanciarse del nuevo régimen la opinión pública católica y ese estado de ánimo temeroso hacia las novedades políticas debió también de hacerse notar en el domicilio familiar del niño Manuel Vivas. De las mismas fechas es el caso, que ya relaté a finales de 1999 con ocasión de otro artículo, del fervoroso republicano zafrense que esconde una nota y un ejemplar de la Cartilla Democrático-Republicana de Vallejo en un hueco oculto en la pared de su casa, en la calle Jerez de Zafra. La nota expresa la emotividad del ambiente político del momento y la fuerza de los deseos republicanos com7 partidos por la mayoría del pueblo de Zafra de entonces: 1869 Oi 18 de junio se pone eneste sitio estas dotrinas Repuvlicanas, no portemor de que se jure por la monarquia, en esta villa el 20 del mismo si no por que vean los que la en cuentren, tal vez dentro de muchos años, que tenemos el orgullo de dezir, que la Repuvlica en españa tarda poco, que vienede Camino, que estallaenzima, que estoi viendo Ondear lla lavandera Viva, la soverania nazional viva la Repuvlica federal

El consenso de los primeros meses comienza, pues, a dar paso a la definición de posturas contrapuestas. La victoria de los partidarios de la monarquía aconsejará a los gobernantes nacionales cortar las alas de ayuntamientos que, como el de Zafra, estaban dirigidos por republicanos. El ayuntamiento de Diego Galbán es destituido antes de cumplir su mandato y lo sustituye (del 27 de octubre de 1869 al 16 de enero de 1870 y designado por el Gobernador Civil) otro dirigido por Santiago Izquierdo Gragera, en un intento de la tendencia progre-

7

Como ya hemos comentado, el hallazgo se produce en las obras de reforma de la casa de la calle Jerez, número 11, de Zafra. El pie de imprenta de la Cartilla Democrático Republicana de Eduardo B. y Vallejo es: Madrid. Imprenta de D. Francisco Hernández. Dos Hermanas, 15 bajo. 1868. Agradezco a Francisco y a Victoria, los propietarios de la casa y del manuscrito, su amistad y amabilidad al permitirme conocer este curioso documento. C UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

74

José María Lama Hernández

sista y moderada —camerana— del liberalismo local de volver a hacerse con las riendas de la revolución. Convocadas nuevas elecciones, las vuelve a ganar el platero Diego Galbán, que permanecerá en el cargo hasta el 1 de febrero de 1872. Durante el bienio 1870 y 1871 los progresistas de Prim buscan con denuedo un rey lo suficientemente liberal como para que resista el avance de la casi inevitable república. Finalmente se impone en las Cortes la candidatura del hijo del rey de Italia, del príncipe Amadeo de Saboya. Su principal valedor, el jefe de gobierno, el general Prim, será asesinado el 27 de diciembre de 1870, antes de conocerlo. La monarquía del rey demócrata durará poco más de dos años. A su lado, casi como único apoyo, permanecerá un líder radical que viene a sustituir en parte el hueco dejado por el malogrado general gerundense: Manuel Ruiz Zorrilla. Éste, junto a su oponente Práxedes M. Sagasta, constituirá la bicefalia ideológica de un partido progresista camino de la ruptura interna. En los aledaños del sistema, el sindicalismo, los partidos y las organizaciones socialistas y anarquistas comienzan su actividad, y los carlistas y apostólicos prenden la tercera guerra carlista. Son años muy políticos. Como ocurre siempre en los albores de los períodos democráticos —y España sólo ha tenido, en puridad, tres hasta ahora— se vivía un ambiente de actividad muy distinto al adocenado clima de las épocas autoritarias. Además al ser el primero, casi todo era nuevo, histórico, inédito. En enero de 1872, por primera vez se atestigua la presencia en Zafra de militantes de la izquierda proletaria y marxista. Entonces la prensa se refería a ellos como propagandistas internacionales. Así daba cuenta del asunto en las páginas de La Crónica de Badajoz —no en tonos precisamente favorables— un alconereño muy vinculado a Zafra como lo era el progresista y demócrata Dámaso Santa María de Llera: Los internacionalistas han estado en Zafra la semana pasada. Ellos que se llaman a sí mismos redentores del proletariado y que predican contra los ricos, en vez de venir a pie imitando a Jesucristo, traen un coche con magnífico tiro de caballos. Forman esta misión non sancta un caballero que por su acento parece francés; Madama Guillermina, que se dice de Zaragoza; varios criados, y un lacayo que tiene humos de orador y que dirige al pueblo su «indoméstica» palabra en las horas que se lo permiten sus «domésticas» ocupaciones.

La caracterización de los protagonistas de esta primera visita de una delegación socialista en Zafra no puede ser más desfavorable para la mentalidad burguesa en la pluma de un hombre progresista, revolucionario, pero dentro de un orden, como era el cronista. Y sigue la crónica: C UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

75

El cura Vivas y la Zafra de entresiglos

Fingiéndose republicanos federales, consiguieron hablar la primera noche en el comité del partido… En la segunda, el propagandista francés desató su lengua contra la religión, la propiedad, la familia… Mi amigo don Miguel Portillo le retiró la palabra haciendo ver que tan absurdas doctrinas son contrarias a la civilización, a la verdadera libertad y a todo cuanto noble y santo hay en el mundo. Pero ¡cual no sería la triste sorpresa del señor Portillo al oír las voces de algunos de los discípulos y correligionarios que, halagados en sus instintos naturales por una falsa noción del bien, se habían sublevado exclamando: ¡Abajo el presidente! ¡Viva la libertad! […] Si tan tristes efectos causa en Zafra la simple peroración de cuatro charlantes que vulgarizan la doctrina de la Internacional con el más burdo criterio, ¿qué sería si Karl Marx y los muchos hombres científicos con que cuenta esta funesta asociación, establecieran misiones en algunos pueblos ignorantes, que por desgracia tiene Extremadura, en donde se predican como principios políticos el degüello de los ricos y la separación de bienes? […] Cerradas las puertas del Comité republicano de Zafra a los internacionalistas, se pusieron a predicar en la plaza pública, anunciando sus discursos al son de tambores y clarines y Madama Guillermina encarecía la necesidad de concluir con los ladrones que habían comprado bienes nacionales… Madama Guillermina nos ha dicho (y ella debe saberlo) que no hay infierno ni purgatorio, y que el amor civil y el canónigo deben abolirse, porque no existe amor más «santo» que el «natural» y las «dulces expansiones del cuerpo humano».

La cita es larga, pero el documento tiene poco desperdicio. Adviértanse en él varias cuestiones de interés. En primer lugar, la ya citada visión negativa y distorsionadora que el progresista Santa María de Llera hace de un fenómeno social que, aunque despreciado entonces, se convertirá en el principal motor del protagonismo de las masas durante el siglo XX; en segundo lugar, y acompañando a la anterior, el temor que inspira en los propietarios, aunque sean avanzados como es el caso del cronista, una ideología integrada por todo lo contrario a lo que ellos son y representan (son hombres, no mujeres; son españoles, no franceses o extranjeros; son propietarios, no pobres; son religiosos, no científicos); en tercer lugar, véase cómo la presencia de los internacionalistas va a provocar una división en la izquierda local, y el propio Miguel Portillo, presiC UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

76

José María Lama Hernández

dente del comité republicano y jefe de la izquierda del pueblo se verá desbordado —y no será la primera vez— por una militancia que momentáneamente se reconoce más en el discurso de los marxistas. Y recuerdo que estamos hablando de enero de 1872, hace más de ciento treinta años. Este texto sobre Zafra de La Crónica de Badajoz, considerado por Manuel Pecellín Lancharro un texto importante para la historia de Extremadura, ha sido citado por varios historiadores, siendo uno de ellos Fernando Sánchez Marroyo, que nos cuenta que los internacionalistas no pudieron terminar su intervención al ser expulsados por el juez, y que salieron de Zafra en dirección a Fuente de Cantos. Las disensiones en el seno del republicanismo local no evitan los enfrentamientos entre los partidarios de la República y los miembros del partido progresista. El mismo períodico badajocense que venimos citando, La Crónica de Badajoz, registra una interesante polémica entre unos y otros con motivo de unos sucesos ocurridos en Zafra en la celebración de las elecciones del mes de septiembre de 1872. En la polémica intervienen Ildefonso Colomina, farmacéutico que ya entonces presidía el comité republicano federal, el ya citado Dámaso Santa María de Llera, demócrata, y el ex-alcalde Santiago Izquierdo, progresista. La I República se proclama el 11 de febrero de 1873. Y este hecho provocará uno de los sucesos más pintorescos de la reciente historia de Zafra, la destitución del alcalde por una algarada callejera. El jueves 10 de marzo de 1873 era destituido por las masas el Alcalde de Zafra, Miguel Portillo Alvarez. La Crónica de Badajoz del día 13 de marzo relata así el suceso: El conocido y consecuente republicano D. Miguel Portillo, Alcalde de Zafra, que no ha querido prestarse al reparto de la dehesa Nueva, fue destituido hace tres días por las turbas, que nombraron en su lugar al ciudadano Diego Galván. ¡Que estas cosas sucedan en un pueblo como Zafra! Creemos que se habrán dado las órdenes convenientes para la reposición del Sr. Portillo. El periódico completa la noticia con esta otra: Ayer salieron de esta capital para Jerez de los Caballeros y Zafra dos columnas de 150 hombres cada una, formadas por fuerzas de la Guardia Civil, infantería de Asturias y Voluntarios. Con cada columna iba como delegado del Gobernador Civil, un oficial de la Secretaría. C UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

El cura Vivas y la Zafra de entresiglos

77

El 18 de marzo La Crónica nos sigue informando de que la Comisión Provincial no admite la dimisión presentada por el Ayuntamiento. A pesar de ello, Portillo vuelve a aparecer como alcalde con posterioridad a su destitución, por lo que habría que pensar que fue repuesto en el cargo. El 13 de agosto de 1873 aún permanecía en él, pero unos días después es sustituido por el también republicano Pedro Feliz Condado. El Sexenio finalizaría en Zafra, gobernando en Madrid el general Serrano, con la alcaldía de Carlos Ramírez Lobato, un reputado abogado seguidor de Sagasta y que como él siguió el mismo proceso de progresiva derechización desde los ánimos revolucionarios de los progresistas del Bienio 1854 a 1856, hasta la moderación de los constitucionalistas del Pacto del Pardo. En apenas siete años, los que cuenta Manuel Vivas en la época, desde 1868 hasta 1875, la sociedad española y, por ende, la zafrense, ha visto aparecer fenómenos nuevos o que hacía tiempo que no experimentaba: laicismo y anticlericalismo; república y federalismo; libre pensamiento y democracia; movimiento obrero e internacionalismo… Y estos fenómenos se han ido sucediendo en un clima de agitación social que ha hecho temblar los sustentos sociales de las clases más acomodadas y ha dejado marcado el ánimo de familias como las de Manuel Vivas Tabero. Aunque no tenemos demasiados datos acerca de los padres de Manuel, sabemos que su progenitor, Estanislao Vivas Díaz, era un propietario que moriría a los 49 años a finales de 1884, cuando figuraba como concejal de un Ayuntamiento de Zafra mayoritariamente conservador presidido por el abogado Miguel García Vera. A partir de 1875, Cánovas y Sagasta construyen la arquitectura política de la monarquía alfonsina y liberal. El malagueño había comprendido que la única manera de no poner en peligro a sus reyes era haciéndolos definitivamente liberales y el riojano creyó que la única forma de consolidar el liberalismo era convirtiéndolo en monárquico. A partir de 1875 volvió la tranquilidad para las clases más pudientes. Y la Zafra de entresiglos, esa historia de Zafra encajonada entre el siglo XIX y el XX verá sucederse durante cincuenta años a los alcaldes de la Restauración y con ellos las pequeñas noticias que irán poblando la memoria de los vecinos de la localidad. El conservador Manuel Álvarez Chamorro, zafrense nacido en la portuguesa Safara, eminente médico, fundador del primer periódiC UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

78

José María Lama Hernández

co dedicado a la medicina legal en España y presidente de la Diputación provincial de Badajoz a mediados de la década de los ochenta. El ya citado Carlos Ramírez Marín, camerano y liberal cuya última misión política sería, como en una especie de vuelta a los orígenes, la de presidente de la Audiencia de Logroño. El conservador onubense radicado en Zafra y patriarca de una amplia y conocida familia zafrense Cayetano Navarro García. El abogado Miguel García Vera, fundador en Zafra de la Sociedad de Folclore Beturiense. El médico liberal Enrique Jiménez Sáenz; Julián Guerra Álvarez, pariente de Antonio Machado, y Rafael Gutiérrez Feliz; Rosendo de la Peña Rubio, Melitón Sáenz del Molino, Martín Hernández Moreno, Isidoro García de Vinuesa Sáinz; el liberal Blas Moreno Sáinz, padre del pintor Fernando Moreno Márquez. Manuel Mendoza Ramírez de Arellano, tío del conde de la Corte de la Berrona, etc., etc. Pero durante el último tercio del siglo XIX Zafra no es sólo el escenario donde se reproducen, como en tantos otros sitios, los acontecimientos políticos del país. Los últimos decenios del siglo son también los años en los que comienzan a advertirse alguno de los progresos tecnológicos que tendrán en el siglo XX su apogeo. En 1881 se inaugura la línea férrea Mérida-Sevilla. En 1882 se instala en Zafra un pequeño taller de cerrajería del empresario sevillano Manuel Díaz de Terán que acabaría convirtiéndose en la fábrica Díter. El 1 de enero de 1889 se inaugura la línea de ferrocarril Zafra-Huelva al culminarse el tramo Valdelamusa-Zafra. El 29 de junio de 1898 se inaugura el alumbrado eléctrico cuyos primeros ensayos en España se habían realizado en 1881 en Barcelona y Madrid. El 9 de enero de 1882 el rey Alfonso XII concedía a Zafra el título de ciudad. Y al año siguiente Manuel Vivas, nacido en la misma calle Badajoz de Zafra en la que viviría la mayor parte de su vida, y en la que acabaría muriendo, comenzaba sus estudios eclesiásticos, con catorce años en el Seminario Conciliar de San Atón de Badajoz. Vivas fue ordenado como sacerdote a los veinticinco años, el 27 de mayo de 1893 de manos del obispo de entonces, Fray Francisco Sáinz de Urturi y Crespo. Según nos informa él mismo, cantó su primera misa en Zafra el 8 de junio de ese año de 1893, formando parte del clero de la parroquia de La Candelaria, en donde ejercía cuando publica su libro.

C UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

79

El cura Vivas y la Zafra de entresiglos

II. GLORIAS DE ZAFRA (1901-1902), PRIMER CENTENARIO DE LA HISTORIOGRAFÍA ZAFRENSE. El ejemplar de Glorias de Zafra o recuerdos de mi patria que conservo lo conseguí el 28 de enero de 1978. Había yo cumplido 17 años unas semanas antes. Lo compré por 500 pesetas a la familia Manceñido, que debido a su parentesco con el cura Vivas conservaba algunos ejemplares, en fascículos y sin encuadernar. Lo encuaderné en la Imprenta Castro y hace pocos años hube de mandarlo de nuevo a que me lo compusieran pues las hojas empezaban a descuajaringarse. A pesar de los cien años desde que fue editado conserva la calidad de la edición propia de tipográfica tan reputada como la de los Sucesores de Rivadeneira. El diseño artístico de la obra fue de Guillermo de Federico, auxiliado por el dibujante García. Está editado en papel cuché, con fotografías en huecograbado (unas 60) de Ciarán y Rocafull Hubo de ser una edición costosa. Se editó una primera tirada de 500 ejemplares y pocos meses después se hizo una nueva tirada del mismo número. No tenemos constancia más que de estos 1000 ejemplares. Quizá atendiendo al elevado coste de la empresa y con el fin de reducir riesgos económicos, Manuel Vivas buscó suscriptores y colocó la lista de ellos al final de su obra. Del carácter no sólo financiero sino también promocional de esta lista da cuenta el hecho de que el propio Vivas diga que los suscriptores «han querido contribuir con su ilustre nombre todos, y con su dinero casi todos». Si hemos contado bien, la lista la integran 297 nombres (39, de fundadores; 21, de revistas y periódicos; 117, de personas avecindadas fuera de Zafra, y 120 de zafrenses de vecindad). Debido al interés como fuente histórica del libro —en el que luego abundaremos—, hasta esta relación aparentemente banal de nombres de la época es importante para localizar personajes, domiciliarlos, fecharlos… De la primera tirada de 500 ejemplares, sólo se pusieron libremente a la venta un 40%, ya que el resto estaba vendido de antemano a los suscriptores. El ayuntamiento de Zafra de 1900, presidido por el monárquico conservador Isidoro García de Vinuesa, contribuyó con 2.000 ptas, pagaderas en cuatro anualidades, de 1901 a 1904. Esta subvención provocó críticas, que recoge el propio Vivas al comienzo de su libro: …como es una cualidad innata de todos los españoles meternos donde no nos interesa —dice el criticado—, apenas se hizo público el acuerdo del Excmo. Ayuntamiento, hubo personas que no dormían, creyendo que… la obra no se publicaría, y así como el famoso corregidor de Almagro se murió de pena

C UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

80

José María Lama Hernández

porque al vecino le hicieron un chaleco corto, así ha habido quien no ha dormido tranquilo sin saber antes si la obra había de publicarse, ó viceversa.

En efecto, el libro comenzó a imprimirse el 25 de octubre del año 1901 y un mes exacto después comenzaron a venderse los primeros ejemplares. La forma en que la obra se editaba era la de cuadernillos o fascículos, de forma que el libro no se completó por los compradores hasta el 24 de junio de 1902, cuando — según el colofón inserto— culmina la impresión de todos los fascículos. «Hemos recibido los cuadernos 7, 8, 9 y 10 de la obra Glorias de Zafra…» dice el periódico El Liberal Extremeño de 13 de enero de 1902, haciendo alusión a esta modalidad de edición del libro. «Hemos recibido los cuadernos 11, 12, 13 y 14 de las Glorias de Zafra…» continúa diciendo el mismo periódico en su ejemplar de 11 de febrero de ese año. Y así hasta salir a la calle la treintena de fascículos que aproximadamente ocuparían las 554 páginas de la obra. El texto está dividido en trece capítulos: cuatro de ellos de prolegómenos y generalidades; el quinto dedicado propiamente a la historia de la ciudad; el sexto y el séptimo a sus edificios monumentales y a sus monasterios; el octavo a los pueblos de la comarca… Dos capítulos —el noveno y el décimo— dedicó Vivas a las iglesias de Zafra, especialmente a la parroquia de la Candelaria y a su pasado como Colegiata. El undécimo lo centró en las fiestas y el duodécimo en la relación de personajes más o menos famosos nacidos en Zafra. El libro se cierra con un décimo tercer capítulo dedicado a las conclusiones, al epílogo, a la reseña de críticas aparecidas en la prensa y a la relación de suscriptores. El “Prólogo” estaba firmado por Ramiro Fernández Valbuena que había sido rector del Seminario de San Atón en Badajoz y que acabaría siendo unos años después obispo auxiliar de Santiago de Compostela. Y el “Epílogo” se lo escribió Francisco Franco Lozano, un antiguo profesor del Instituto Libre de Zafra que ocupó varias veces la dirección del Instituto de Badajoz. ******* Sólo atendiendo a la manera en que dispone el contenido y a la ordenación de los capítulos y artículos, puede achacarse ya al autor tres críticas básicas de índole formal: • en primer lugar, el desorden, con saltos cronológicos continuos y sin un hilo argumental diacrónico (se comienza casi con el alumbrado eléctrico y se prosigue con los celtas; se habla de los presupuestos del ayuntamiento de 1901 y, después, de la fundación del convento del Rosario; de C UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

El cura Vivas y la Zafra de entresiglos

81

la cuantía de los aranceles de Iglesia a comienzos de siglo XX se pasa a las gestiones en 1609 previas a la fundación de la Colegiata); • en segundo lugar, la descompensación temática, con numerosas páginas dedicadas a datos de importancia menor (como las funciones y aranceles de iglesia, las listas de obispos y de señores de Feria, o a prolegómenos, o a la relación de “genios inmortales”…) y en cambio levísimas alusiones a la Zafra de los siglos XVIII y XIX, a la vida municipal, a la cultura, etc. • en tercer lugar, la que podríamos llamar incontinencia erudita, esto es, la inapropiada inclusión en el cuerpo del texto de transcripciones de documentos, en algún caso en latín y sin traducción alguna. Los documentos antiguos que incluye son nueve: la «Descripción de la villa de Zafra y del Ducado de Feria» (11 páginas en latín, sin traducción), «Espantoso huracán de 1624» (4 páginas en castellano), la «Escritura de compra de la Dehesa Nueva a D. Lorenzo Suárez de Figueroa el año 1448» (3 páginas), las «Ordenanzas de Zafra dadas al rey d. Felipe III y aprobadas y confirmadas por el Concejo el año 1600» (19 páginas), «Bula de erección de la Colegiata de Zafra» (21 páginas de texto en latín no traducido), «Decreto de la Nunciatura» (6 páginas de ídem), «Bula de concordia» (15 páginas de ídem), «Declaraciones de la Bula, Perinde Valere» (9 páginas por fin de nuevo en castellano), «Grandes fiestas celebradas en Zafra con motivo de haber jurado la Constitución el rey D. Fernando VII» (12 páginas). En total, cien páginas exactas que —en buena parte— podría haberse ahorrado y que —en toda— debería de haberse colocado al final del libro, en un apéndice documental. Así pues, si tenemos en cuenta lo dicho, lo primero que salta a la vista en Glorias de Zafra es el exceso evidente de páginas, su inconsistencia volumétrica. De tal forma que de las 554 páginas habría que sacar del cuerpo del texto 100 para incluirlas en ese necesario apéndice documental y nos quedarían 454. A estas habría que restar otras 66 de anexos de datos (4 de estadística demográfica, 7 de callejero y división territorial, 15 de relación de señores de Feria, 3 de presupuestos municipales, 3 de aranceles eclesiales, 22 de lista de obispos de Badajoz, 12 de funciones de Iglesia) y nos quedarían 388. De éstas sería obligado no considerar dentro del meollo del libro 36 páginas de reseñas periodísticas y relación de suscriptores, más 6 de bibliografía, con lo que nos quedarían 346. C UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

82

José María Lama Hernández

Finalmente, habría que estimar fuera de la autoría de Manuel Vivas el espacio ocupado por el prologuista (14 páginas) y por el autor del epílogo (6 páginas), con lo que el texto quedaría reducido a 326 páginas, de las que 32 son de prolegómenos y 6 de conclusiones, restando 288 páginas, y de ellas 102 se las llevan sus “genios inmortales”. En conclusión, el cuerpo del texto de Glorias de Zafra no ocupa más 186 páginas, un tercio del volumen del libro donde se presenta. Y este rasgo, que indudablemente es —en puridad editorial— negativo, pues nos evidencia una manera de proceder poco seria por parte del autor, es indicativo —no obstante— de la principal virtud que le atribuimos al libro: el carácter de fuente histórica, con varios documentos y relaciones de datos muy importantes que hacen obligada la consulta de la obra para cualquier estudioso de la historia de Zafra. Hace algunos años ya lo señalé: «…obra de escaso interés desde el punto de vista historiográfico aunque —por su fecha de publicación y precisamente por la desesperante afición del autor a referirse a datos concretísimos— es libro apreciable históricamente. En definitiva, es más una fuente histórica que un 8 libro de historia.» Como ocurre en otros casos de historiadores locales, Vivas Tabero es importante tanto por lo que dice como por lo que no dice, tanto por sus aciertos y datos veraces —aunque sean escasos— como por sus errores e inexactitudes, que son multitud. ******* Estilísticamente, casi todo en Glorias de Zafra es hiperbólico, exagerado, ampuloso, gradilocuente. Veamos algunos ejemplos: En esta España tan artística y tan monumental, en la que hay tanto que admirar en todas partes, hay un pueblo invencible, bélico y guerrero, que es la admiración de todos; un pueblo con todas las ventajas de una posición topográfica inmejorable y con todos los legítimos progresos ideados por el hombre; un pueblo notable por la belleza de sus campos y por sus legendarias y artísticas tradiciones; un pueblo que conserva restos venerandos de pasadas grandezas en sobrado número y con valor propio para servir de jalones en la

8

Lama Hernández, José María: “El estado de la historia. Historiografía, líneas de investigación y circunstancias del oficio de historiar en Zafra”, en Intramuros. XXV años del Instituto Suárez de Figueroa, Zafra, 1995, p. 240. C UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

83

El cura Vivas y la Zafra de entresiglos

monumental historia de la patria; un pueblo que se presenta a nuestros ojos mágico y fascinador con la magnificencia de sus templos, con sus plazas hermosísimas y con sus pardas celosías; un pueblo que se distingue por la hidalguía que le caracteriza, por la hospitalidad que en él es legendaria, y por la corrección y cultura que le honran y enaltecen entre todos los pueblos de la rica Extremadura: este pueblo es Zafra; ciudad magnífica y hermosa extendida entre las sierras de Los Santos y Castellar, donde Dios derramó a torrentes los inestimables tesoros de todas las grandezas materiales de la naturaleza para hacer con ellas el soberbio marco donde debían encerrarse las inmortales glorias del orden científico y moral.

Aunque bastaría con esta muestra, a Zafra le llama y aún no sabemos el porqué «invicta e inmortal». Y además también «de cielo alegre, suelo fertilísimo y aires muy saludables», «benemérita de la Iglesia y de la patria por su profunda piedad y acendrado patriotismo», «que goza de una casi perpetua primavera», «una ciudad celebrada por los historiadores, cantada por los poetas, envidiada por los extranjeros y amada de cuantos la conocen». «Esta ciudad es Zafra — acaba diciendo— y Zafra es una verdadera joya en la provincia de Badajoz». Hay momentos en que el cura Vivas, llevado de su loa al terruño, de su “churretinismo”, se enfanga en expresiones sonrojantes, como cuando dice que «ocupa nuestro pueblo un puesto tan preeminente en la historia patria, que si su nombre se pronunciara entre laureles agostados, éstos reverdecerían al oírlo». La cita de todas las exageraciones del libro referidas a Zafra ocuparían mucho espacio, más del conveniente a estas alturas del artículo. A los restos de la cerca que rodeaba la villa les llama —y no se inmuta— «gigantescas murallas de estructura ciclópea». Habla del «número innumerable» de campanarios y de que nuestra ciudad dio al cielo «millares de Santos». Si a todo esto unimos sus noticias acerca de que Zafra «sonó con fuerza en las guerras de Viriato» o sus alusiones al Castellar («durante el invierno siempre hay nieves en su altura») ya tendremos casi completo el dibujo hiperbólico de la histórica Zafra que habitaba en su ánimo. Sólo falta una exageración que alguno quisiera que fuera verdad para la mitad de nuestros ayuntamientos, y es que dice Vivas que en las Casas Consistoriales de entonces se actuaba «llevando los asuntos al día, no debiendo una peseta a nadie y obrando en todo con tal justicia y rectitud que sus actos jamás han sido objeto de murmuraciones ni críticas». Pero además de la hipérbole, el estilo literario de Vivas —que usa de la reiteración y de la adjetivación— frecuenta también la cita, los versos, el refrán, C UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

84

José María Lama Hernández

el aserto como complemento del texto, como adorno culto, como guinda estilística. Por ejemplo, en castellano: “la alabanza en boca propia envilece”, “la caridad bien entendida comienza por uno mismo”, “la ignorancia es muy atrevida”, “por héroe le aclamaran si venciera, y vencido, traidor le apellidaran”, “no siempre el golpe que nos descargan nos abate; a veces a él debemos nuestra futura elevación”, “el mayor acto de valor realizable en nuestros tiempos por un español es publicar un libro”, “el que no se arriesga no pasa la mar”… O en latín, de los que para no cansar valga una muestra: “sapientibus et insapientibur debitor sum”. Abundan en Vivas las expresiones paradójicas, aunque desconocemos si se debe a una inclinación personal hacia lo mistérico o a simple enredo mental: «El aspecto de la población es indeterminado», dice en la página 31 y un poco más abajo: «De Zafra monumental se puede decir tanto que yo opto por no decir nada». En la página siguiente: «Nada diré de la caridad de los hijos de este pueblo, porque es inmensa como la gloria de Dios». También es estremecedora su expresión de que los zafrenses «no tiene pretensión ninguna» o la conocida expresión «Bajo el cielo intensísimo de Zafra, lo mismo que bajo el cielo yerto de la Laponia, lo primero es la vida». En Zafra, más que en ninguna parte, lo único bueno y útil que puede hacer el visitante artista y el extranjero curioso, es vivir; describir lo que se ve en Zafra es imposible; sería necesario convertir el diccionario en caja de colores para poder pintar con vida un cuadro tan grandioso; vale más callarse, no porque esté ya todo descrito y pintado, sino porque es una irreverencia traicionar las propias impresiones, reduciéndolas en el papel. Y como final una frase reservada a los amigos de jeroglíficos: “Ante todo debemos cepillarnos”. Buena parte de lo que dice Vivas lo ha tomado de otros textos, y lo reconoce. Sería así nuestro buen hombre un precursor de lo que hoy está tan en boga, aunque muchos lo oculten: la intertextualidad o, mejor dicho, el plagio. Vivas lo reconoce claramente: Para la confección de este libro he tenido a la vista las obras de los historiadores más autorizados y que me han parecido más a propósito para llenar mi buen deseo; por lo mismo no tengo la pretensión de hacer pasar por originales mis trabajos, pues, como dijo el poeta, Nihil dictum, quin fuerit dictum prius. Pero téngase muy presente que las abejas fabrican dulces panales, y no por ser de materiales ajenos pierde el panal su recomendación y aprecio. “Nihil C UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

85

El cura Vivas y la Zafra de entresiglos

novum sub sole”, dice el Espíritu Santo, y es una gran verdad; por eso el escribir una historia no supone, a veces, más inteligencia ni trabajo que los de cortar o extractar de otras; pero si el autor aspira a desenvolver un plan y un método propio, se eriza de tales asperezas el camino de su desarrollo, que necesita suprimir y rectificar constantemente sus borradores, sin que a pesar de ello consiga su propósito, porque las cuartillas son como las coquetas, cuando mayor empeño pone uno en estar cuidadoso y solícito con ellas, tanto se muestran más esquivas y rebeldes.

Exhibe la obra de Vivas un ánimo regeneracionista. Comparte al menos con los autores de entresiglos, si no la ideología que la mayor parte de ellos profesaba, sí una consideración acerca de la supuesta postración en la que se encuentra en su época la ciudad. Si el presente no ofrece los argumentos donde asentar el optimismo, es el pasado donde han de buscarse éstos. «Casi todas las glorias de Zafra han desaparecido con el tiempo». De ahí la veneración que Vivas manifiesta por la historia, por los siglos… pero sólo hasta el XVI, pues es a partir de él cuando se inicia la decadencia: Al llegar al siglo XVI; Zafra descubre caminos en el mar, y los instintos de este pueblo descubren su válvula expansiva. Pero al recordar la prosperidad de que gozó la antigua corte de los Duques de Feria hasta el completo triunfo de la armas de Castilla, bien puede decirse que aquí la conquista fue una ruina, y nuestra civilización un retroceso; desde entonces, data la decadencia de Zafra…

A nosotros, aquí, en los albores del siglo XXI, para cerciorarnos del error manriqueño de los que añoran recordar tiempos pasados nos basta con leer uno de los datos que el propio Vivas Tabero aporta: ¡en 1843 se cometieron en el partido judicial de Zafra 77 delitos de homicidio!. Glorias de Zafra es también una obra política, con continuas alusiones sociales e ideológicas. No podía ser de otra manera, publicándose en el momento en que se publica, cuando está muriendo Práxedes Mateo Sagasta y la Restauración inicia un viraje que le llevará hacia los terrenos de la dictadura militar y, de ahí, hacia los de la II República. Pero no podía ser menos también por venir de ese Manuel Vivas Tabero que, como vimos, nació en época tan política como la de los comienzos del Sexenio revolucionario. El cura Vivas va desgranando opiniones, propuestas e ideas por su libro: valora la educación como motor de los pueblos, reclama una lonja o casa de contratación de productos extremeños, C UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

86

José María Lama Hernández

pondera la actividad comercial y fabril como evidencia de la vida moderna… Pero a pesar de lo que pudiera pensarse por estas propuestas, la mayor parte de sus ideas son muy conservadoras, propias de quien añora no solo lo que considera esplendor del pasado sino sociedad estamental de entonces. Así critica el “buen bolsillo del advenedizo” y valora el “buen linaje del aristócrata” y despotrica contra desamortizadores y liberales. Su deseo de preservar los monumentos, el arte y la historia se nos antoja más deseo de conservar lo añejo, que no protección vivificadora de la historia con ánimo educativo. La postura política de Vivas no deja resquicio de dudas. Para reforzarla, quien había sido colaborador de un bisemanario católico ya desaparecido en 1901, coloca al comienzo y al final de su libro dos textos que, como ha quedado dicho, se deben a Ramiro Fernández Valbuena y Francisco Franco Lozano, dos de los más destacados integristas que participaron en las diatribas contra los krausistas y modernistas que llenaron las páginas de la prensa provincial y regional a finales del siglo XIX. Para no extenderme basten dos datos que perfilan la personalidad de ambos autores y esclarecen tanto las razones por las que Vivas les solicita su colaboración como las que explican por qué éstos se la prestan. Fernández Valbuena, al que hay que reconocerle su erudición, era conocido por un libro en cuatro volúmenes titulado Egipto y Asiria resucitados, en los que pretendía reforzar la veracidad de las Sagradas Escrituras con los últimos descubrimientos arqueológicos realizados en la época en el Cercano Oriente. Franco Lozano era un profesor de latín con una amplia bibliografía integrada por traducciones de clásicos griegos y latinos. Cada vez que Cánovas ocupaba el poder, en ese vaivén que caracterizó la primera etapa de la Restauración, Franco Lozano era nombrado director del Instituto de Badajoz, cesando en el momento en que Sagasta sustituía a don Antonio. Como una evidencia más de la posición política de Manuel Vivas y de la corriente historiográfica seguida en Glorias de Zafra, la obra de Vivas Tabero fue objeto de una durísima crítica por parte del historiador y abogado Matías Ramón Martínez. Éste publicó, bajo el seudónimo Luis G. Arteche y Barrantes, y en el número de octubre de 1902 de la Revista de Extremadura, un artículo en el que señalaba de manera sistemática los errores que atribuía al libro. Se prodigaba bastante Martínez en este tipo de críticas a los libros de historia local aparecidos en las décadas de tránsito del XIX al XX. Autor él mismo de una monografía local —El Libro de Jerez de los Caballeros, de 1892— distaba mucho del tipo de C UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

El cura Vivas y la Zafra de entresiglos

87

cronista local que era Vivas y su solidez intelectual lo colocaban por encima del 9 resto de los historiadores locales de su época. No obstante, algo debió de pasar entre ambos para que la crítica fuera tan acerba, pues Manuel Vivas había recurrido al sabio de Burguillos al comenzar a redactar su obra. Así lo declara el propio Vivas, al enviar un cariñoso saludo en las primeras páginas de su libro al distinguido abogado de Jerez de los Caballeros, D. Matías Ramón Martínez, que más de una vez me abrió las puertas de su rica biblioteca y más de una vez me ilustró con sus acertados consejos para que este libro resulte con menos 10 imperfecciones. Comenzaba criticando Matías Ramón Martínez unas palabras que Vivas Tabero dedica a Zafra en el primer capítulo: Es Zafra —afirmaba nuestro sacerdote— un pueblo tanto más amado de sus hijos, cuanto menos favorecido de la suerte; es una ciudad que ha llenado la historia, y no la tiene. De los zafreños puede decirse lo que de todos los españoles decía el más ilustre historiador de nuestras guerras en Flandes: que no han tenido tanto cuidado de escribir sus hazañas como de hacerlas». Y el historiador burguillano tachaba estas frases de hiperbólicas, ridículas e inexactas. «Porque Zafra —decía el abogado e historiador— nunca fue poco favorecida por la suerte, sino que siempre ha ido mejorando de siglo en siglo; porque Zafra nunca llenó la historia, sino que ha hecho la suya lisa y llanamente, pasando de pequeña aldea a villa floreciente, y después a ciudad de modesta altura social, sin darse muchos malos ratos, y sin más motivo que el concurso de causas económicas; porque los zafreños no se han lanzado a fazañas de esas que daban lustre cuando se tenía la preocupación quijotesca de ganar honra y prez a cintarazos, sino que siempre han seguido a la letra la norma del adagio que dice "que cual el tiempo, tal el tiento"» A partir de ahí Matías Ramón Martínez destroza sin piedad Glorias de Zafra, desgranando los epítetos al mencionar cada capítulo: I («desahogo patriótico»); II («desplante subjetivo»); III («cuento tártaro que no puede pasar ni aunque se hubiera escrito en verso»); IV (que dice que debía de ser el último

9

«Glorias de Zafra» de L. G. Arteche y Barrantes, en Revista de Extremadura, año IV, nº XL, octubre, Imprenta de Jiménez, Cáceres, 1902. 10

Glorias de Zafra, p. 26. C UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

88

José María Lama Hernández

capítulo del libro); V (que dice que debía de haber sido el primero); VI, VII, VIII, etc. Sorprende la osadía y el desparpajo crítico con que Matías Ramón Martínez se despacha. Sobre las gradilocuentes descripciones de Zafra que Vivas realiza dice Martínez: El viajero touriste y el arqueólogo extranjero que visiten a Zafra atraídos por este reclamo, y encuentren dos o tres pedruscos romanos, algunos metros de muralla del siglo XV, colegiata mediana, conventos menos que medianos, palacio castillo que ni en tiempos de arma blanca era fuerte, comercios, gentes y calles de pueblo chiquito, no podrán menos de llamarse estafados en sus esperanzas, que tenían derecho a pedir cuenta de las palabras copiadas.

Aquí desde luego se pasa, salvo que las obras de restauración efectuadas en la mayoría de los edificios de Zafra durante este siglo hayan logrado embellecer más de la cuenta. En varias ocasiones Matías Ramón Martínez se despacha diciendo “no es cierto”, “tache el lector todo el párrafo tal que es un infundio”, “tache tal otro que no dice nada o dice mal lo que intenta”, “las páginas tales hay que borrarlas por absurdas”, “muera de muerte airada todo lo que dicen las páginas tales”, etc. En fin, la respuesta de Vivas Tabero no se hizo esperar y en el número siguiente de la misma revista, en noviembre de 1902, publicaba su réplica bajo el 11 título “Protestamos” . El texto no pudo ser más desafortunado. No se defendía certeramente de ninguna de las críticas de Matías Ramón Martínez. Sólo decía que su Glorias de Zafra le había costado “grandes trabajos”, “largas vigilias”, “consultas sin número”, como si alguien hubiera dudado de eso, y que su intención había sido buena. Los versos que colocaba al comienzo de su artículo ya lo decían todo: «No te burles jamás de los paletos, que aunque PAESEN tontos, son discretos». En un gesto poco elegante y que no honraba a la redacción de la Revista de Extremadura por permitirlo, la polémica se cerraba en el mismo pie del artículo

11

«Protestamos» de Manuel Vivas Tabero, en Revista de Extremadura, año IV, nº XLI, noviembre, Imprenta de Jiménez, Cáceres, 1902, C UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

El cura Vivas y la Zafra de entresiglos

89

de Vivas Tabero. El iracundo Matías Ramón, camuflado bajo el nombre de Luis G. Arteche, le decía a nuestro pobre cura: «Perfectamente, pero ninguno de mis cargos se ha desvirtuado: todos siguen en pie». Y tenía razón. Pero a pesar de todas estas críticas y a pesar incluso de que en su mayoría fueran certeras, Glorias de Zafra fue un libro muy significativo, pues contribuyó, mejor o peor, a crear una imagen de Zafra en la mente de las élites zafrenses. Y de ahí en la de la mayoría de los habitantes de la pequeña ciudad. No es pues éste el centenario de un libro cualquiera, sino de una obra de historia relevante para Zafra; pero tampoco es exclusivamente el centenario de un libro importante; como dije al comienzo, es el centenario de la historiografía local de Zafra, pues con el libro de Vivas Tabero se inicia la serie de publicaciones que, en los últimos cien años y con especial intensidad desde hace tres decenios, se han editado sobre la historia de nuestra ciudad. Y digo que el libro de Vivas inaugura “las publicaciones” sobre historia local, porque no puedo decir —y ya hoy lo sabemos— que fuera la primera monografía histórica “escrita” sobre Zafra. Desde hace unos años conocemos una copia de la que —con casi completa seguridad— sí puede considerarse la primera obra histórica escrita sobre este pueblo: el manuscrito que con el título “Historia de Zafra” escribió en 1828 el religioso dominico zafrense fray Antonio de Matamoros. Esta curiosísima obra es citada precisamente por Vivas Tabero entre las “Obras Consultadas” para escribir las Glorias de Zafra y se ha podido localizar —gracias a las referencias del antropólogo Javier Marcos Arévalo— entre los documentos de la antigua biblioteca del polígrafo burguillano Matías Ramón Martínez. Vivas, que decía poseer una copia de este manuscrito, no llegó a considerarlo como el primer libro de historia de la ciudad. En la página 16 de Glorias de Zafra afirma: «La falta de una historia de Zafra se ha hecho siempre notar por los hijos de este pueblo, y el libro que hoy publico viene a llenar este vacío». Pero con independencia en este caso de la opinión de Vivas Tabero es indudable que esta pequeña obrita de fray Antonio de Matamoros debe ser considerada el primer ensayo de historia local. Aunque su carácter aún inédito convierta a Glorias de Zafra en el primer libro publicado. Y durante cincuenta y cuatro años mantuvo este carácter, hasta que — como hemos dicho— en 1955 el abogado Antonio Salazar Fernández publicó El C UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

90

José María Lama Hernández

Castillo del Castellar, diminuto estudio —sólo por sus características de edición— sobre la existencia del castillo árabe en la cima de El Castellar y sobre la Zafra medieval. No fue para Salazar ejemplo alguno su predecesor en las tareas historiográficas locales, pues don Antonio no pierde oportunidad para criticar mediante la ironía la obra de Vivas. Así en la página 30 de su obrita dice: Olvide el lector, cuanto dice el señor Vivas referente a este castillo, el que con una fantasía sólo superada por su falta de escrúpulo a la verdad, hace remontar su origen nada menos que a los celtas, a los que se lo arrebata Julio César, quien le debió de dedicar algún grabado de aquellos tiempos, a juzgar por la puntual descripción que del mismo nos da. Y entusiasmado por su facundia (…) se lanza a colocarlo en la región de las nieves perpetuas, llamándole «puerta del cielo, arca de los moros, refugio de sus príncipes y emires, donde entregados al ocio y placeres sensuales gozaban de un país sembrado de delicias». ¡Y nosotros ignorantes de haber existido tan asombroso paraíso a las puertas de casa!

Antonio Salazar llega incluso a negar la condición de primer historiador de Zafra al cura Vivas, atribuyendo este carácter a Enrique Cock. Diecisiete años después de la publicación de El Castillo del Castellar, Francisco Croche de Acuña nos ofrecía la primera de sus obras —y van casi treinta— sobre historia de Zafra; su título: Zafra, una lección de historia y de arte. En el mismo Prólogo de esta obra primera de Croche se acogían las palabras de Antonio Zoido criticando sin reparos a Vivas Tabero: Obras de investigación pormenorizada, vendrán un día a relevar —mejorándola— a aquellas casi inefables, decimonónicas Glorias de Zafra de Don Manuel Vivas Tabero, de riquísima paginación en couché con orladas grecas de galano pendolismo aprisionando un texto documentado e interesante a veces y a veces peregrino y fantástico. No obstante, la escasa producción historiográfica de Antonio Salazar — autor sólo de algunos artículos más— y el carácter especializado de sus intereses historiográficos convierten a Croche —de obra extensa y generalista— en el principal continuador de Vivas. Además su opinión sobre el cronista decimonónico es más favorable. En las páginas de presentación de su primer libro Croche expresa su reconocimiento tanto por la figura de Salazar como por la de Vivas, denominando a este último “pionero insigne”. La generosa opinión de Croche tenía mucho de prudente y cortés diplomacia pero también de reconocimiento sincero hacia un autor al que Francisco Croche conoció y por el que C UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

91

El cura Vivas y la Zafra de entresiglos

nuestro actual cronista oficial no ha ocultado nunca su afecto. Además de las obras de Croche la historiografía sobre Zafra ha experimentado un auge creciente en los últimos lustros. Por citar sólo los títulos más significativos, en 1976 Juan García Gutiérrez publicaba Zafra y los demás pueblos del Ducado de Feria celebrados por Enrique Cock; en 1980 salían a la calle las obras de Fernando Mazo Romero [El condado de Feria (Contribución al Estudio del proceso señorializador en Extremadura durante la Edad Media)] y de Fernando Cortés Cortés [La población de Zafra en los siglos XVI y XVII]; en 1987 se editaba el trabajo de Alonso Rodríguez Díaz sobre La ermita de Belén de Zafra. Campaña de 1987; en 1993 veía la luz la obra de Manuel Sánchez Gómez-Coronado El ducado de Feria al final del Antiguo Régimen. En 1994 se celebraba el «Congreso Conmemorativo del VI Centenario del Señorío de Feria (1394-1994)», que suponía un nuevo revulsivo para los historiadores que tenían como objeto de investigación Zafra. En el año 2000 Juan Manuel Valencia Rodríguez, conferenciante también en estas jornadas, editaba Señores de la tierra. Patrimonio y rentas de la Casa de Feria. Y el año en el que nos encontramos, este año 2001, a modo de conmemoración en progresión geométrica en cuanto a calidad, de la historiografía local, nos ha deparado la publicación de dos de las obras más importantes publicadas sobre la historia de Zafra. Me refiero al magnífico trabajo de Santiago Aragón Mateos El señor ausente. El señorío nobiliario en la España del Setecientos. La administración del Ducado de Feria en el siglo XVIII, y a la recientísima y monumental obra sobre El Mecenazgo en la Casa Ducal de Feria de Juan Carlos Rubio Masa. Manuel Vivas Tabero, el cura Vivas, murió en Zafra el 15 de septiembre de 1942 de una asistolia en su domicilio del número 28 de la calle Badajoz de Zafra. Su nombre siempre se recordará, y más que por las bondades científicas de su Glorias de Zafra porque inició una senda —la de la historiografía sobre Zafra— por la que, cien años después, avanzan más historiadores que nunca y con más y mejores libros en sus manos que nunca. Con el centenario de Glorias de Zafra celebramos también el centenario de todos ellos, de todos nosotros.

C UADERNOS DE ÇAFRA, I, 2003

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.