El cuerpo como sistema: la serie de mártires de la Iglesia de Santo Domingo Tunja, Siglo XVIII (IX Encuentro internacional de barroco, Arequipa, Perú, Junio 9 al 12 de 2015)

July 6, 2017 | Autor: Carlos Rojas Cocoma | Categoría: Art History, Martyrdom, Dominican Studies, Martirio, Historia del arte latinoamericano, Dominicos
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Descripción

1 El cuerpo como sistema: la serie de mártires de la iglesia de Santo Domingo de Tunja, siglo XVIII. Carlos Rojas Cocoma

Paradójicamente el tema del martirio, un tema recurrente en la bibliografía hispanoamericana, es de la misma manera uno de los menos estudiados en la historia de las imágenes americanas. Crónicas e historias de todas las comunidades religiosas masculinas que incursionaron al territorio americano fueron impregnadas de comentarios de sangre, muerte y sacrificio, en los cuales el martirio sellaba un pacto de espiritualidad entre el misionero y su fe1. Los inventarios de frailes que fallecieron en el martirio han contribuido a establecer la historia de la religión católica en Hispanoamérica. Y sin embargo el estudio de la imagen ha sido más bien discreto.

Por una parte, la muerte ha sido interpretada como una alegoría de la espiritualidad, una típica representación barroca. El problema de estos estudios sobre las alegorías de la muerte es que caen en el riesgo de convertirse estos mismos en pura alegoría. Por otra parte, se encuentran las monografías que se dedican a reconstruir los amplios inventarios de misioneros muertos en el territorio americano. Si bien resulta interesante la estadística que produce los cientos de misioneros que fallecieron en las fronteras, la conexión de su estudio con la imagen de las iglesias fronterizas no está resuelto. En el caso de las imágenes de martirios “modernos” es posible comprender por qué: su representación es simple, básica, en cuanto a la temática que lo acompaña es escasa la información que contextualiza el acto del martirio, y en muchas ocasiones de la tortura sólo permanece el símbolo aislado, o la herida sangrante del momento de la muerte. A veces se acompañan de cartelas, o se dejan en la incógnita. Quizás por esta simpleza narrativa de la muerte se puede justificar en el marco del barroco, en la cual parecieran encajar adecuadamente. Sin embargo es un contexto limitado, pues si bien el impacto sensorial y la pedagogía son características notables de estas obras, para entender los martirios hace falta develar su composición como Ver Lavrin, 2014, pp. 131-160. “Dying for Christ: Martyrdom in Religious transformations in the Early Modern Americas”, 2014, en 1

2 una tecnología. Pero si analizamos los programas iconográficos como sistemas ¿Podemos en la genealogía de estas imágenes comprender las ideas que fluyen en el mundo colonial andino?

La serie de mártires de la iglesia de Santo Domingo en Tunja, la serie a la que haré referencia, es uno de los ejemplos más dicientes. Esta Iglesia, una de las joyas patrimoniales de Colombia, y uno de los templos que más ha recibido el interés de los historiadores2, ha omitido su estudio hasta la actualidad. La ciudad de Tunja, ubicada en el altiplano cundiboyacense a 120 kilómetros de Bogotá, estaba destinada a ser la ciudad desde la cual una élite criolla establecería su epicentro de poder. Aunque el templo dominico tuvo varias modificaciones, los dominicos decidieron en 1551 establecer su convento e iglesia con el objetivo de afirmar a la Orden de predicadores como instructora de las élites, garante de la Santa Inquisición, y punto de partida para las fronteras cercanas en las que se debía cuidar a los indígenas conversos de los pueblos de indios aledaños. Un escenario estratégico de poder que competiría hasta el siglo XIX en importancia con la ciudad de Santa Fe de Bogotá. El templo tiene la estructura clásica del templo dominico que se estableció desde los primeros doscientos años de la comunidad dominica3. Sin embargo la evolución propia de la ciudad hizo que con el tiempo la entrada a la iglesia cambiara de lugar y pasara al oriente, con lo que su diseño también tuvo algunas transformaciones. La mayoría de estas modificaciones se realizaron en el costado sur de la iglesia, pues algunas de las capillas cayeron en el terremoto del 23 de abril de 1643, y otras fueron demolidas en el siglo XX. Gracias a que se mantuvo en el costado norte de la iglesia la sede del convento hasta 1863, el espacio conocido como "tránsito" no tuvo modificaciones arquitectónicas4. La preservación de este costado es lo que garantizó que se mantuviera continuidad con los primeros ornamentos de este lado de la iglesia.

2

Marta Fajardo, 2006. Varios, 2014 Stabenow, 2006 y Schenkluhn, 2014 4 Salcedo, 1975, pp19-75 3

3 Desde 1587 este lado de la iglesia estuvo destinado a la devoción de Nuestra Señora de la Antigua. Es por ello que reposa en uno de sus costados la imagen de la devoción en un tamaño monumental atribuida al pintor Angelino Medoro. La obra se conserva actualmente al costado izquierdo, y a pesar de la importancia que tuvo en su época y de su dimensión de 2.50 mts. Por 2 mts, fue desplazada del lugar principal del altar. No fue fácil reconocer el programa iconográfico establecido desde el comienzo, pero una parte del famoso poema de Juan de Castellanos nos menciona ya en el siglo XVI5 un altar se dedicaba a San Pedro Mártir, el dominico que entregó su vida por ser fiel a la doctrina cristiana en el siglo XIII.

Ilustración 1, Iglesia de Santo Domingo, Tunja. Cronología del templo. Interpretación de los datos de fray Alberto Ariza por Jaime Salcedo Salcedo.

Al lado derecho del tránsito norte de la Iglesia, en el costado superior, se encuentran distribuidos los retratos de nueve de los mártires dominicos, mientras que los otros tres se encuentran rodeando el altar. Su dimensión es de aproximadamente 100 por 120 cm. Las pinturas están realizadas sobre lienzo y fueron concebidas como una serie, pues todos tienen la misma dimensión, la misma tonalidad y cualidades pictóricas afines: un fondo de

5

En Ariza, 1976, p.60

4 tono azulado y amarillo que evocan la representación del cielo, una tipografía en dorado con los nombres de los santos, y el gesto de recogimiento ante el sacrificio. Sus rostros pertenecen a una tipología particular; a diferencia de las obras religiosas neogranadinas, la singularidad de sus rostros y ciertos rasgos particulares como la barba o la calvicie revelan un sentido de naturalidad que carecen las otras obras del templo. En esto es también un caso atípico, por lo que lo más probable es que la serie no haya sido realizada en Tunja o incluso en la Nueva Granada.

Ilustración 2, Modelo CAD de la Iglesia de Santo Domingo, basado en el plano de Salcedo y en mediciones propias.

Reconocer la fuente bibliográfica de la cual se tomó la biografía de los frailes martirizados fue una tarea difícil, pues salvo Pablo de Hungría y San Pedro Mártir, que tuvieron una relativa popularidad y una iconografía reconocida, los otros nueve retratos pertenecen a hombres anónimos para la época. Aunque los martirologios por comunidades religiosas o por región se imprimieron con frecuencia entre Italia, España y Francia, no fue posible encontrar un único origen de la serie. Las pistas más cercanas se remontan al Sacro Diario Domenicano, un texto toscano cuya primera edición fue publicada anónima en 1686 y que en su traducción al español por el fraile Francisco Vidal de la Orden de Valencia, se sintetizó. Este texto tuvo una versión simplificada al español que vio la luz en dos ocasiones en 1747 y 17676. Acá fue posible recoger los datos de siete mártires. En el caso de Boninsegna Florentino, el único registro encontrado hasta el momento ha sido en el Vita 6

Anónimo, 1647; Anónimo, 1758; Vidal, 1767

5 dei Santi e beati fiorentini de Paolo Giovanelli compilada en 17657; De tres de los retratos no fue posible identificar su origen escrito.

La serie de cuadros sugieren un recorrido que inicia en el extremo oriental de la pared norte, continúa en el interior del retablo, como una proyección del altar mismo, y culmina en la columna sur de lo que se conoce como tránsito. En el muro norte, de oriente a occidente se encuentra:

Ilustración 3, Iglesia de Santo Domingo, Tunja. Beato Boninsegna Florentino. Óleo sobre lienzo, siglo XVIII

Beato Buoninsegna. El florentino de nacimiento presenta una de las imágenes más dramáticas. Su muerte se presentó en la plaza pública en Antioquía, en donde de acuerdo a la “Vita dei Santi e beati Fiorentini” fue “segatto vivo pel mezzo del capo”8 en el año de 1270. Da cuenta de su

7 8

Giovanelli, 1765. Giovanelli, 1765, pp, 303-307

6 supervivencia los ojos abiertos y vivaces, así como las manos en el corazón, mientras conserva la sierra que llega a la mitad de su cráneo.

Ilustración 4, Iglesia de Santo Domingo, Tunja. San Pedro Mártir. Óleo sobre lienzo, siglo XVIII

San Pedro de Verona. La imagen de San Pedro Mártir se verá reproducida dos veces, en el retrato de la serie así como en la escultura del centro del altar. Sin embargo acá hay ciertas particularidades. La imagen de Pedro Mártir es una figura cuya presencia mutó con el tiempo. Conocida en la representación Toscana del quattrocento, particularmente en Santa María Novella, en Florencia, su popularidad decrece y pasa a un plano irrelevante para tiempos postridentinos. Por otra parte, aunque mártir, su importancia siempre fue dirigida a la que era su actividad en la comunidad: inquisidor. En este martirio, aunque tiene las tres coronas en su rama de Laurel antes de morir por la espada de los Cátaros, la sangre que brota de su cabeza, así

7 como la daga clavada en su pecho, adquieren una presencia mayor que el signo de la escritura que de acuerdo a Orlandi9 le caracterizaba. Celebración: 28 de abril

Ilustración 5, Iglesia de Santo Domingo, Tunja. Beato Petrus Cadireta Urgilensis. Óleo sobre lienzo, siglo XVIII

Beato Pedro de la Cadireta, Una de las virtudes mencionadas en el Sacro diario dominicano es su conocimiento de muchas lenguas, incluyendo la árabe. Catalán de nacimiento, es nombrado por el propio rey como Inquisidor general. Muere sepultado bajo piedras en la ciudad de Seu d’Urgell, donde reposan sus reliquias. Celebración: 19 de julio.

9

Prudlo “The Martyr and Inquisitor” en Orlandi, 1952 pp. 5 -58

8

Ilustración 6, Iglesia de Santo Domingo, Tunja. Beato Corrado, primer inquisidor. Óleo sobre lienzo, siglo XVIII

B. Conrado Inquisidor y mártir, Alemán. El beato Conrado es igualmente uno de los primeros inquisidores dominicos. Alemán de nacimiento, recibe de la mano de Santo Domingo el hábito de la Orden de Predicadores. Por orden de Gregorio IX se vuelve inquisidor de estas provincias, muriendo en la plaza de Praga. Es un martirio que imita en mucho al de Pedro Mártir, pues al igual que él se posa un hacha sobre su cabeza y una daga en el corazón10. Celebración: 12 de Septiembre

10

Sacro Diario, p.420, 1747

9

Ilustración 7, Iglesia de Santo Domingo, Tunja. Beato Frater Paganus. Óleo sobre lienzo, siglo XVIII

Beato Pagán, Martir, Italiano Es uno de los beatos desconocidos. Nace en Leuco y realiza su actividad de inquisidor en la región de Bérgamo. Aunque en la leyenda se menciona que fue asesinado a puñaladas en 1274, la imagen presenta un ataque distinto, por una bestia que al parecer es un león que ataca su hombre izquierdo. Año 127411. Celebración 26 de diciembre.

Raymundo de Plano Mártir francés, la fecha de su martirio, 1570, contribuye a precisar la fecha de producción de la serie. Combate a los Calvinistas de Toulouse, quienes de acuerdo al Sacro Diario Domenicano: “le trazaron muchas asechanzas para prenderle; y aviendolo finalmente 11

Sacro Diario Domenicano, pp-600-601

10 conseguido, le sacaron primero los ojos, después con crueldad inaudita se los hizieron comer por fuerza. Y por último le quitaron a puñaladas la vida”12. Celebración: julio 21

Ilustración 8, Iglesia de Santo Domingo, Tunja. Beato Paulus Ungria. Óleo sobre lienzo, siglo XVIII

Paulus de Ungria Mártir húngaro, recibe de Santo Domingo el hábito de la Orden y retorna a la región de Kunság, donde recibe su martirio con 90 de sus compañeros a manos de los Tártaros. Visualmente es el más impactante, pues presenta en su torso desnudo el acto público del empalamiento con la estaca que atraviesa su pecho13. Celebración: 10 de febrero

12 13

Sacro Diario Domenicano, p.467 Sacro Diario Domenicano, 49, 1747

11

Ilustración 9, Iglesia de Santo Domingo, Tunja. Beato Franciscus Tolosans. Óleo sobre lienzo, siglo XVIII

En la zona del retablo, al occidente de la iglesia, el único beato que logramos reconocer fue el B. Francisco Tolosa. También inquisidor de la Orden, se dedicó a combatir la herejía de los Albigenses. De acuerdo al Sacro Diario Domenicano: “le traspasaron la cabeza con una corona de agudissimas espinas quitándole finalmente la vida a fuerza de saetas, en el año de 1270.”14 Celebración: 14 de Marzo.

Sobre los otros tres beatos, Leonardo Talasit, Petrus Cadireta e Ivan Estorta, desafortunadamente no hemos reconocido su biografía escrita.

Para comprender la relación entre las ideas que operan en la puesta en escena de estos martirios, es importante entender la serie de retratos como parte de un sistema integrado, una articulación de diferentes sacrificios que entendidos en conjunto, permiten responder a lo que significó el sacrificio, el cuerpo y la iglesia dominica en el espacio 14

Sacro Diario, 125-126

12 hispanoamericano. Detrás de pequeños indicios podemos aproximarnos a la época de su producción. Por la forma como están escritos los nombres de los beatos, a pesar de estar en su versión latina, se detectan rasgos propios del español; tal es el caso de “Boninsegna Florentino”15, quien refiere a Buoninsegna Cicciaporci, pero cuyo gentilicio se presenta en castellano. Sobre la época de producción también tenemos algunos indicios pues aunque la mayoría de mártires pertenecen al siglo XIII, el terrible martirio de Raymundo Deplano se dio en el año de 1570, lo que permite suponer que estas obras tuvieron que llegar al templo entrado el siglo XVIII, pues de acuerdo a los inventarios, para el siglo XVIII ya existía el tránsito. Los tránsitos laterales dedicados a los santos mártires hacían parte de la composición postridentina. Ya Carlos Borromeo, gestor de la disposición de Trento en el templo de culto, propuso la forma arquitectónica ideal en el texto: Instructiones fabricae et supellectilis ecclesiasticae, de 157716. Los grabados de Galloni de martirios clásicos, o los de Cavalieri basados en los mártires de las pinturas de la capilla jesuita de Santo Stefano Rotondo en Roma, sirvieron de inspiración a la Orden de Predicadores, quienes buscaron instalar el sistema de martirios en la Iglesia de Santo Domingo en Bologna17. Pero en todo caso debemos analizar la serie de mártires de Tunja más allá de Borromeo, pues aunque tengan afinidades con el cuerpo barroco sugerido, obedece a otros patrones propios del pensamiento dominico, mucho más complejos que el esquema visual que se puede sugerir desde Trento, como veremos. Dos tipos de martirios fueron representados en esta región del Nuevo Reino de Granada. Por una parte se encuentran las series de mujeres y hombres mártires de los primeros años del cristianismo, de los cuales las representaciones más impactantes y refinadas pueden ser las que se encuentran en la colección de la Iglesia de San Ignacio en Bogotá. En éstas, los martirios se articulan con los principios barrocos la conmoción y la exaltación de los sentidos, como es en el caso de la muerte de Santiago el mayor, con piedras y garrotes y que exhibe una parte abierta de su cráneo en la escena18.

15

Vita dei Santi. 303 Mozzarelli, 1997, Voelker, 1977 y Kilde, 2008 17 Bianchi, 2008 18 Borja, 2011. 16

13

Ilustración 10, Orden de San Agustín, Bogotá. Fraile Miguel de la Magdalena. Óleo sobre lienzo, siglo XVII

Otro tipo de escenas recurrentes, y que se aproxima más a las imágenes de los dominicos, fueron las series de las comunidades que se establecieron en la región de Boyacá, como lo fue la de agustinos recoletos. Las representaciones de estos martirios, como es el caso de Miguel de la Magdalena, recuerdan más el caso de sacrificios americanos que se encuentran en todo el continente, y que se acompañan tanto de una cartela como de la presencia del actuar “salvaje”, evidente por la representación caricaturesca del indio americano, o a través de símbolos de la alteridad como lo es la flecha, que se asociaba recurrentemente tanto al indígena como al paganismo19. Sin embargo, ninguno de los dos tipos de imagen coincide con nuestra serie. Los martirios dominicos no pertenecen a frailes locales, y tampoco son emblemas de los primeros mártires de la iglesia. Una vez más, las características de la serie como sistema producen los indicios que nos ofrecen respuestas adecuadas. Como se puede ver, la imagen del otro está totalmente opacada de la escena, y salvo el extraño león en el martirio de Frater Paganus, apenas nos queda del hereje el símbolo de la violencia, y por lo tanto no hay

19

Agustinos, xxxx.

14 extrañeza ni exotismo en el instrumento que ataca. El mango de las forma de las dagas no buscaba producir un signo de alteridad, y en el caso de la daga que corta el cráneo de San Pedro Mártir, la herramienta de diseño curva fue usada desde las primeras representaciones del santo, a la par del laurel con las coronas de tres colores. Por lo tanto la serie de mártires no pretendía confrontar una idea de frontera o de actividad misionera propiamente, como sí ocurría en la orden agustina o jesuita. De hecho, el altar se centraba en la herejía urbana20.

Como se puede analizar, de los casos reconocidos, seis martirios ocurren en la ciudad, muchos de ellos en acto público en el centro de las plazas, de ciudades tan importantes para la época como Praga, Toulouse, Bérgamo o Milán.

Fecha de celebración Beato Boninsegna Florentino San Pedro Mártir

Lugar del martirio

Inquisidores

Antioquía (cerca) Milán

X

Beato Corrado, primo 12 Septiembre inquisitor

Praga

X

Beato Frater Paganus

Bérgamo

X

Beato Deplano Beato Ungria

28 abril

26 diciembre

Raymundo 21 julio Paulus

Toulouse

de 10 febrero

Kungsag

Beato Tolosans

Francisco 14 Marzo

Toulouse

Beato Talasit

Leonardo

Beato Pedro Cadireta Beato Casvicel

19 de julio

Seu d’Urgell

X

X

Ludovico

Beato Iván Estorta

20

Esto va en coherencia con la relación que tenían los dominicos y la ciudad desde el siglo XIII. Ver Lesnick, 1989, p.72

15

Aunque el martirio está asociado usualmente a la actividad misionera y evangelizadora, los dominicos tuvieron una cuota importante en el cuidado de la fe a través del control moral tanto de indios conversos como de criollos en la ciudad. No se puede hablar de la actividad misionera o de actividad de conversión pues a diferencia de los jesuitas, la Orden de Predicadores no tuvo una escuela de misioneros en Tunja, e incluso a su expulsión en 1767 los franciscanos se hicieron cargo de las reducciones abandonadas21. Conventos dominicos vecinos a Tunja como el Ecce Homo estaban encaminados a una actividad espiritual y a resaltar la doctrina dominica, en lugar de incitar la actividad misionera. Pero la actividad de la comunidad en la ciudad siempre fue activa; se trataba por lo tanto de combatir la herejía, pero no desde la perspectiva de la misión. Tomemos de nuevo la ambigüedad del martirio dominico. La figura de Pedro Mártir, como se dijo anteriormente, tuvo siempre esa doble función de actuar como presencia del combate a la herejía así como la fortaleza de la Inquisición, el instrumento de control y castigo legal por excelencia de la Iglesia Católica. La lucha contra la herejía se imponía sobre la idea más que sobre el cuerpo, y esto fue evidente en la forma en que se estructuró el pensamiento dominico22.

La visión del cuerpo del justiciero es más compleja en lo que responde a la ideología dominica. En el siglo XIII, Santo Tomás elaboró su Summa contra Gentiles. Aunque el documento tenía un claro principio de lucha contra la herejía, en realidad se trataba de un sustento filosófico que justificaba las características legales de la comunidad, la fuerza de la palabra y el pensamiento sobre la acción, y la separación del Alma con el cuerpo. En esta visión del alma, el cuerpo pasaba a ser la consecuencia accidental del movimiento de las almas. Respecto a la muerte, no era como suele creerse el lugar de redención pues menciona Santo Tomás: “Si, pues, el alma se une al cuerpo solamente como motor, se seguirá

21

Esta información la pudimos corroborar en los siguientes documentos: Archivo General de la Nación, Fondo Curas y Obispos T. 21 fl. 121, Fondo Conventos, T. 76, fls 847-860 y Fondo Miscelánea T. 73, fls. 785-788. 22 La lucha contra la herejía y la presencia de Pedro Mártir contribuyó a definir parte del espíritu de la orden de Predicadores. Ver Cannon, 2013

16 que ni en la unión del alma y del cuerpo habrá generación alguna ni en su separación corrupción. Y de este modo la muerte, que consiste en la separación del alma y del cuerpo, no será la corrupción del animal. Lo cual es falso manifiestamente.”23 (CAP. LVI) Si la muerte tiene un lugar casi irrelevante en la preservación de las almas, la representación de la muerte debe obedecer a otras intenciones. El Santo realizó una división de dos partes del cuerpo: la sensitiva, que es donde podemos encontrar todo lo relacionado a los sentidos y el cuerpo, y la intelectual. (CAP. XXXIII, LIBRO 2) De la primera, el autor era enfático al afirmar que el hombre “tampoco está en los bienes de la parte sensitiva, ya que dichos bienes son comunes a hombres y animales”. Mientras que, por el contrario, “Dios gobierna mediante las criaturas intelectuales a las demás” (Cap.LXXVII). Y esto sólo se lograba a través de la ley (CAP. CIV). Estas ideas tuvieron como antecedente los principios de su maestro Alberto Magno, y es para los especialistas de su filosofía una base filosófica que tendría una consecuencia en la estética de la arquitectura y el arte de la Orden Predicadora24. La serie que exalta en el sacrificio a los mártires de la fe no pretendía denunciar el pecado de la herejía, ni pretendía exponer la nobleza de un cuerpo entregado a nombre de Dios. Buscaba sobre todo legitimar al hombre de la ley, y concebía la defensa de ésta como el más noble acto del hombre religioso. Antes que denunciar al salvaje, esta serie de retratos buscaba ennoblecer las formas de la inquisición como el principio legítimo de la ciudad católica. Que de los ocho

retratos reconocidos, cinco pertenecieran a frailes inquisidores era un sustento a la necesidad de justificar la actividad inquisitoria para garantizar la ley de Dios.

Conclusiones Interpretar un programa iconográfico como parte de una dinámica espiritual y filosófica implica reconocer no sólo imágenes o contextos de producción artesanal, sino también ideas que trascienden a los contextos estilísticos, políticos o regionales. En este caso la imagen de mártires dominicos sólo puede ser interpretada con relación a su disposición espacial y al pensamiento tomístico del cuerpo. La disposición de las imágenes de mártires inquisidores de diversas fronteras de Europa, cuyos días de celebración se distribuyen a lo largo del calendario, están dispuestos a establecer una temporalidad y espacial en torno al 23 24

Santo Tomás, 2010 Trembisnki, 2008

17 templo de Pedro Mártir desde la unidad global. Una idea barroca de globalización que lejos de definirse en las mitologías propias de la imagen, se justificaba en los encuentros con su tiempo presente, su modernidad.

Aunque el barroco sea muchas veces definido desde fórmulas de la imagen específicas, simplificadas en términos de apropiación, reproducción o mestizaje, la obra de arte contiene un entramado más complejo en el cual un universo de ideas contribuyen a pensar sistemas de comprensión del afuera que replican en las formas visibles de la pintura y la arquitectura. El sistema planteado por la serie de mártires dominica no depende de la normativa postridentina, e incluso no se puede comprender dentro de una definición de barroco. Y sin embargo puede dar luces de la forma cómo se implementaban las ideas de una doctrina en la imagen del siglo XVIII.

Ideas e imágenes deberían ser analizadas con mayor frecuencia de forma simultánea, pues son más afines de lo que parece. El tiempo y el lugar al que aluden no dependen de su materialización tanto como de su desplazamiento y vigencia, y si pretendemos comprender la verdadera dimensión de lo visual, sus cauces, transferencias y desplazamientos, se deberían reconocer los encuentros entre el pensamiento y las fórmulas de la imagen que lo localizan. En este caso desde la idea global del martirio, la localización específica del cuerpo, y la limitación de la frontera ante la herejía, se puede comprender el sistema de un pensamiento visual que revela una cosmogonía: la cosmogonía del mundo barroco en su más amplia dimensión.

Bibliografía

18 citada en notas al pie1: Citar abreviadamente por Apellido del autor, año, y páginas (si fuera necesario: no lo será cuando la referencia sea al trabajo completo y no a páginas específicas de él).

BIBLIOGRAFÍA

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19 Salcedo, J. «Memoria de la restauración [del templo de Santo Domingo en Tunja]. » en Apuntes. Instituto de Investigaciones Estéticas. Pontificia Universidad Javeriana, No. 12, 1976. Pp.29-75 Santo Tomás. Suma contra gentiles, libros 1° y 2°, Madrid, Biblioteca de autores cristianos, 2007 (1260-64) Stabenow, Jörg. Lo spazio e il culto: relazioni tra edificio ecclesiale e uso liturgico dal XV al XVI, Venezia, Marsilio- Kunsthistorisches Institut, 2006. Todenhöfer, A. Kirchen der Bettelorden, die Baukunst der Dominikaner und Franziskaner in Sachsen-Anhalt, Berlin, Dietrich Reimer Verlag, 2010. Vallín, R. Huellas de la recolección. Agustinos recoletos IV centenario. Bogotá, Corporación La Candelaria, 2008. Vidal, F. Sacro Diario Dominicano, Valencia, Joseph Thomàs Lucas, 1747 Vidal, F. Sacro Diario Dominicano, Valencia, Joseph Thomàs Lucas, 1767 Voelker, C. Carlos Borromae Instructions. Syracuse, Syracuse University Press, 1977.

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