El crecimiento agrario en el norte de España: el caso de La Rioja (1588-1775). en XV Congreso de Historia Agraria SEHA. Sesión S10: Living standards in the Americas and Europe, 16th-20th centuries. Lisboa 28-30 enero 2016

June 12, 2017 | Autor: Elena Catalan | Categoría: Economic History, Historia Moderna
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El crecimiento agrario en el norte de España: el caso de La Rioja (1588-1775). Elena Catalán Martínez (Universidad del País Vasco UPV/EHU) ([email protected])

_____________________________________________________________________________ Abstract: Este trabajo analiza la evolución del PAB per cápita de La Rioja a través de la producción agraria declarada en las averiguaciones de veros valores que se realizaron en 1588-1591 y 1771-1775 por las iglesias de Castilla para el reparto del subsidio y excusado. Este trabajo forma parte de un proyecto nacional cuyo objetivo es establecer nuevas estimaciones del crecimiento agrícola, tanto en términos agregados como per cápita, realizadas a través de la vía del producto. Se pretende constatar o refutar la imagen negativa que la historiografía europea ofrece, entre los siglos XVI y XVIII, para el sector primario de la europa occidental en general y los países mediterráneos en particular. This paper analyses the evolution of the gross agricultural product per capita of La Rioja over 1588-1775, For this purpose, we have used the tithes declared in the “veros valores” by the churches of Castile for the distribution of the ecclesiastical taxes – subsidio and excusado-. This work is part of a national project that aims to set new proxies of agricultural growth, both in aggregate and per capita terms, calculated through the output side. It is intented to verify or refute the negative image that European historiography provides, between the 16th and 18th centuries, for the primary sector of Western Europe in general and the Mediterranean countries in particular.

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1. Introducción Una de las cuestiones que mayor interés ha suscitado entre los historiadores en las últimas décadas es la intensidad del crecimiento europeo en el periodo anterior a la Revolución Industrial como parte esencial para comprender cuándo y cómo se produjo La Gran Divergencia1. Desde entonces, se han publicado varios trabajos en los que se ha intentado medir este crecimiento, tanto en términos agregados como per cápita, y establecer análisis comparativos en el contexto europeo2. Los resultados dibujan una imagen bastante pesimista para el conjunto del continente y muy especialmente para el sector agrario ya que en todos los países éste descendió de forma acusada entre los siglos XVI y XVIII3. En general, la economía europea atravesó fases de expansión y crisis en las que unos países destacaron sobre otros mostrando patrones de convergencia y divergencia (Fouquet y Broadberry, 2015). De la crisis del siglo XVII salieron fortalecidas las economías del norte de Europa –Holanda e Inglaterra—, mientras que los países mediterráneos –Italia y España— se retrasaron con respecto aquellos produciéndose lo que se ha denominado como Pequeña Divergencia (Broadberry, 2013). En este debate, resulta indispensable calcular la evolución del Producto Agrario por habitante habida cuenta de que la agricultura era la actividad predominante en la mayoría de los países. Dada la dificultad de encontrar series homogéneas de indicadores directos de producción agraria, los investigadores han recurrido a la vía del consumo para inferirla. El método seguido se basa en estimaciones del PAB p.c. mediante funciones de demanda utilizando como variables independientes los salarios reales (fundamentalmente procedentes del mundo urbano), los precios relativos, las elasticidades precio y renta de demanda, y la balanza comercial (siempre que sea posible conocer este dato). Enrique LLopis y González-Mariscal (2010) y más recientemente Broadberry et al. (2015) han sido muy críticos con este método ya que la utilización de salarios como proxy a la renta tiende a sesgar significativamente a la baja el PAB en aquellos momentos de retroceso en las rentas salariales. Es probable que este hecho sea el principal responsable de la visión pesimista que la historiografía europea ha dado del desarrollo económico de este continente entre los siglos XVI y XVIII. Sin embargo, esta visión está siendo matizada por algunos trabajos que han seguido la vía del producto en vez de la de la demanda para estimar la evolución del PAB p.c. y cuyos resultados arrojan unos resultados algo más optimistas sobre el crecimiento europeo en época preindustrial4. Este trabajo se enmarca dentro de un proyecto nacional dirigido por Enrique LLopis cuyo principal objetivo es establecer nuevas estimaciones de crecimiento, tanto en términos agregados como per cápita, realizadas a través de la vía del producto. La existencia para todas 1

El interés por cuantificar los agregados macroeconómicos en la Europa Moderna se ha puesto de manifiesto en todos los Congresos Internacionales de la IEHA desde que Maddison coordinara en Milán la sesión Economic Growth ans Structural Change (Maddison y Van der Wee, eds (1994). En España, este interés se puso de manifiesto en el IX Congreso Internacional de la AEHE (Murcia 2008) al dedicar una de sus sesiones plenarias al PIB y las macromagnitudes económicas en la España del Antiguo Régimen coordinada por Enrique LLopis y José Antonio Sebastián y en los trabajos de Yun, 1994; Álvarez-Nogal y Prados de la Escosura, 2007, 2013 y 2015; o Llopis y González Mariscal, 2010, por poner algunos ejemplos. 2 Allen, 2000; Van Zanden, 2005; Broadberry et al., 2011; Malanima, 2011; Van Zanden y Van Leeuwen, 2012; Reis et al., 2013; Álvarez-Nogal y Prados de la Escosura, 2007, 2013. 3 Se estima el descenso del PAB p.c. en Italia en un 33,8%; un 33,3% en Bélgica, un 32% en Inglaterra o un 25% en España (Allen, 2000,19) 4 Broadberry et al (2011, 33) estiman el crecimiento de Inglaterra en un 0,20% anual entre 1270 y 1700. Álvarez-Nogal y Prados de la Escosura (2015) han procedido a estimar el PAB p.c. de España por la vía del producto agregando las series de diezmos publicadas en la década de los años 80. Sus resultados, condicionados por la heterogeneidad de las fuentes utilizadas, no niegan un cierto crecimiento entre finales del siglo XVI y XVIII aunque, según ellos, solo sirvió para recuperar los niveles alcanzados en la década de 1560.

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las diócesis de averiguaciones de veros valores para el pago del subsisido y el excusado, permitirá elaborar un agregado nacional sólidamente fundamentado, homogéneo y que, además, dejará al descubierto la diversidad de las economías agrarias españolas.

2. Metodología y crítica de fuentes Tradicionalmente la historiografía ha venido utilizando los diezmos como el mejor indicador de la evolución del producto agrario en la época preindustrial en los países católicos a pesar de los múltiples problemas metodológicos que presentan5. En España, los trabajos con diezmos alcanzaron su apogeo en las décadas de 1970 y 1980 permitiendo dibujar la tendencia del producto agrario a nivel comarcal o local pero que, como apuntan Álvarez-Nogal y Prados de la Escosura, no se materializaron en un agregado estatal. Estos autores, en su último trabajo, han querido subsanar esta carencia rescatando las series decimales publicadas con el fin de construir una estimación nacional y establecer un análisis comparativo con otros países del continente europeo (Álvarez-Nogal y Prados de la Escosura 2015, 9-10). Para ello, han procedido a una homogeneización estadística de series que fueron elaboradas con criterios metodológicos dispares y en las que los cereales mayores tienen un peso excesivo subvalorando a las legumbres, plantas forrajeras, frutas, animales de corral y otros productos que componían las cillas. Afortunadamente, contamos con una fuente decimal que cuantifica la totalidad del producto agrario con un mismo criterio para todos los obispados, lo que permite elaborar un indicador nacional mucho más fiable que la simple agregación de series heterogéneas. Se trata de las “averiguaciones de veros valores” que realizó la Iglesia con ocasión de la concesión del subsidio y el escusado. La inclusión de la Iglesia como contribuyente regular de la hacienda real obligó a establecer una valoración de las rentas percibidas por el clero con el fin de prorratear la cantidad concordada con la Corona de forma proporcional a las rentas devengadas. Los veros valores ya fueron utilizados por Bilbao y Fernández de Pinedo (1984) para calcular la evolución del PAB en el País Vasco entre los siglos XVI y XVIII, poniendo de manifiesto el potencial de esta fuente y sus problemas. 1.1. Fuentes utilizadas para la estimación de la producción agraria y extensión de la muestra Para la diócesis de Calahorra y La Calzada, a la que pertenecía la actual comunidad de La Rioja a excepción de la sierra occidental, se conservan tres averiguaciones de veros valores de calidad y cobertura dispar. La primera se ordenó en 1545 para actualizar el valor de la base imponible a la coyuntura expansiva del siglo XVI y proceder al reparto del subsidio de las dos quartas. Las roturaciones de tierras baldías, favorecidas por la expansión demográfica, habían producido una fuerte distorsión entre las rentas reales y la carga impositiva que sufrían algunos obispados. En la nueva averiguación se unificaron los criterios que todas las iglesias debían seguir a la hora de declarar los frutos, oblaciones y cualquier tipo de renta que hubiera disfrutado el clero en el quinquenio de 1537-15416. En el obispado de Calahorra, el resultado de la pesquisa se recogió en el Libro de Facultades7, lo que permitió homogeneizar las rentas subsidiables de cada parroquia. Así, se explicitan sistemáticamente los cereales mayores — trigo, cebada, centeno y avena—, el vino y los corderos. Otras especies como legumbres, cereales menores o plantas forrajeras se suelen agrupar bajo el epígrafe de menudos sin que se ofrezca un desglose por 5

Los problemas metodológicos que presenta la contabilidad de las rentas decimales para el análisis de la producción agraria, han sido destacados por Canales, 1982; García Sanz, 1985; Yun, 1987; Marcos Martín, 1983 y 1989; Muñoz Dueñas, 1988; Rubio Pérez, 1986; Álvarez Vázquez, 1984; Diez Sanz, 1995; López Salazar y Martín Galán, 1981; Sebastián, 1991; Latorre Ciría, 1992 y 2007 y los trabajos contenidos en Goy &Ladurie (eds.), 1982. 6 AGS-CC (Archivo General de Simancas-Comisaria de Cruzada), leg 3. 7 ACC (Archivo Catedralicio de Calahorra), libro 271.

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producto. Los animales de corral, hortalizas, frutas, material textil — lino, cáñamo, seda o lana—, miel y cera tenían una casuística muy heterogénea por lo que normalmente aparecen expresados con su valor monetario y agrupados en un epígrafe titulado diezmos de san Pedro o dinero. Por otra parte, no se debe olvidar que se trata de una fuente de carácter fiscal, por lo que es probable que se produjeran ocultaciones habida cuenta que la contribución eclesiástica a la hacienda real aún no estaba consolidada. En general, según Bilbao y Fernández de Pinedo (1984, 92) se puede admitir como válido el producto del trigo —y quizá el vino— pero calculan que el PAB está subestimado en torno al 10%. La averiguación de veros valores para el quinquenio de 1588-92 se realizó en un momento crítico para el clero ya que la presión fiscal no había dejado de crecer durante el siglo XVI, especialmente tras la consolidación del subsidio y el excusado como impuestos permanentes (Catalán 1997 y 2013). El clero había intentado minimizar su impacto consiguiendo la administración conjunta y el pago de una cantidad previamente acordada. Esta era prorrateada entre los obispados y, dentro de estos entre las iglesias, teniendo en cuenta las rentas declaradas en la averiguación anterior. Pero para entonces la crisis agraria había hecho su aparición y las diócesis más pobres reclamaban una nueva averiguación para que se adecuase la base imponible a la realidad económica, y por consiguiente la parte alícuota que les correspondía, alegando que sus ingresos decimales habían mermado sensiblemente8. La averiguación fue ordenada en 1595 para los frutos y rentas del quinquenio 1588-1592. Lamentablemente solo se han conservado los informes originales de 344 localidades repartidas de forma desigual por todo el obispado9. El número podría ser más elevado pero se da la circunstancia de que algunos arciprestes presentaron un resumen de las rentas de su circunscripción cuyos datos coinciden exactamente con la averiguación de 154510. A pesar de estos problemas, la calidad de la información que ofrecen es excepcional puesto que se detallan todas las especies diezmadas, incluso las más insignificantes, y esto permite valorar componentes del PAB que normalmente son ignorados. Ahora bien, se deben extremar las precauciones a la hora de elaborar las series ya que solo un tercio de las parroquias declaran de forma desglosada los productos y cantidades percibidos por cada partícipe del diezmo. El resto se limita a consignar la parte de un beneficiado entero o la que corresponde al cabildo indicando que la catedral, o el obispo, llevan una tercera o cuarta parte según corresponda. Esto obliga a realizar un cálculo del total de diezmo no exento de riesgos puesto que normalmente las dignidades tienen derecho a participar de algunas especies pero no de otras. Para evitar errores se ha procedido, siempre que ha sido posible, a consultar los libros de tercias de las dos catedrales de la diócesis en los que se llevaba registro de la parte que

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En el tercer sexenio del Subsidio (1575-80) se había negociado un aplazamiento de tres meses para los obispados del norte, una reducción del 10% al clero catalán y del 50% para el reino de Granada alegando la gran esterilidad que sufrían los campos del reino. 9 La documentación de veros valores para el quinquenio 1588-1592 no está ordenada por arciprestazgos sino que cada carpeta contiene legajos de diversa adscripción geográfica. Para simplificar la referencia solo citaré la signatura de las carpetas en las que están contenidas los legajos consultados. ACC. Averiguaciones de Veros Valores para el pago del Subsidio 1595, Carpetas 2155, 2157, 2161, 2165-2168, 2171, 2177-2179, 2181, 2194, 2222, 2225, 2230, 2234-2238 y 2241-2245. En el texto simplemente se citan como Averiguaciones de Veros Valores 1588-1592. 10 La duplicidad queda constatada por la existencia de estadillos originales para algunas localidades que efectivamente reflejan la situación de finales del siglo XVI y cuyos datos no son en absoluto coincidentes con los de estos informes remitidos por los arciprestes. Los arciprestazgos afectados fueron los de Armentia y Cigoitia en Álava y el de Logroño en La Rioja. En el caso de la ciudad de Logroño solo se conservan las declaraciones originales de algunas de sus parroquias, pero no de la totalidad, por lo que no ha sido incluido en la muestra.

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correspondía a los canónigos en cada pueblo11. De esta manera he podido constatar que en no pocas iglesias se había declarado la porción correspondiente al cabildo como tazmia completa, quizá en un intento de rebajar la parte alícuota que les correspondía en el reparto del excusado. Para subsanar esta deficiencia se ha procedido, con cada parroquia afectada, a calcular la parte que falta utilizando como referencia la declaración de 1771-75, que sí desglosa la parte del diezmo correspondiente a cada partícipe. El resultado ha sido cruzado con los libros de tercias y la coincidencia ha sido absoluta. Por último, ha habido que añadir los cotos fijos en trigo y cebada a los que tenían derecho arcipreste, arcediano, mayordomo y, en ocasiones, el sacristán. Las cantidades acordadas para el pago conjunto del Subsidio y del Excusado se mantuvieron estables desde el quinto quinquenio hasta 1761 en que la Real Hacienda decidió pasar a la administración directa. Las protestas del clero propiciaron la vuelta al sistema de concordias lo que implicaba necesidad de realizar una nueva averiguación que reflejase los cambios acaecidos desde 1595. Para ello, se estableció un formulario común a todas las diócesis en el que se detallaba la forma en que se debía declarar cada especie, valorada a precio de tasa, correspondiente a cada partícipe del diezmo incluidos los legos, conventos, préstamos o los anejos al beneficio12. La documentación derivada de este formulario resulta extremadamente precisa tanto en las especies declaradas como en la distribución de la producción entre los beneficiarios. Bilbao y Fernández de Pinedo (1984, 93) demostraron la total fiabilidad de esta fuente al contrastarla satisfactoriamente con las tazmías disponibles. La muestra utilizada para este estudio viene determinada por la extensión geográfica de la averiguación de 1588-1591 ya que la de principios del XVI, aunque abarca el conjunto provincial, no ofrece garantías más que para los cereales mayores y el vino13. Por otra parte, como La Rioja es una región que posee una gran diversidad agrícola condicionada por la altitud, se ha procedido a agrupar las localidades teniendo en cuenta el uso que se le da a la tierra y, sobre todo, la especialización vitivinícola o ganadera (Alonso e Ibáñez, 1996, 212-215). Así resultan cuatro grandes áreas agrícolas: la vitivinícola (Rioja Alta y Media), caracterizada por una ocupación del viñedo superior al 60% y que se corresponde al valle del Ebro hasta Logroño; la que combina el cultivo de la vid con el cereal y el olivo (Rioja Baja); las sierras meridionales ricas en pastos sobre la que se asentaba una importante cabaña lanar trashumante especializándose a lo largo del siglo XVII en la manufactura de lanas para el consumo local; y, por último, el área cerealista en la que se han incluido aquellas parroquias que no tenían condiciones demasiado buenas para el cultivo de la vid y, ante la imposibilidad de competir con los vinos del valle, lo fueron abandonando progresivamente hasta que prácticamente desapareció.

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Los libros de tercias contabilizan la parte del diezmo que corresponde a las dignidades catedralicias y pueden ser utilizados en la mayoría de las parroquias para la segunda mitad del siglo XVI y a partir de 1740. El cruce de los libros de tercias con la averiguación de veros valores de 1771, arrojan una total coincidencia entre ambos lo que permite su uso retroactivo para el quinquenio de 1588-92. ACSDC. (Archivo Catedral de Santo Domingo de la Calzada) Mesa Capitular. Caja E59; Libro de los contadores para los repartimientos de las décimas, aniversarios y casillas de la Catedral de la Calzada (1574-1609). Diezmos, tazmías y préstamo de Grañón. Repartimientos 1622-1825. Caja E 9 (1574-1621). ACC, Memoria de los Frutos, de los tercios y préstamos ansi del comunal como de los aniversarios y capilla para los pagos del año 1582-1606 (Libro 318), 1776-1782 (libro 243) y 1783-1795 (Libro 278). 12 ACC. Cuadernos del excusado 1771-1775: 3848, 3851, 3874, 3953, 3883, 3907, 3911, 3913, 3917. 13 De la muestra se han desechado los despoblados (citados en Gurría 2004, 330-333), las anejas que no están correctamente diferenciadas en los dos cortes y las que en el vecindario de 1591 no tenían una adscripción clara.

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Mapa 1. Poblaciones de la muestra y áreas agrícolas de La Rioja

Fuente: Elaboración propia. Muestra de las parroquias utilizadas de las averiguaciones de veros valores de 1588-1592 y 1771-1775

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Cuadro 1. Representatividad de la muestra utilizada Porcentaje sobre la Población censal Porcentaje sobre total parroquias riojanas del obispado de Calahorra 1591 1787 RIOJA ALTA Y MEDIA 38,89 56,52 44,72 RIOJA BAJA 52,54 64,14 68,16 CEREALISTA 34,00 46,65 44,07 SIERRA 72,50 88,39 86,69 TOTAL LA RIOJA 47,34 62,77 60,54 Fuente: elaboración propia. ACC. Averiguación de veros valores de 1588-1592. Vecindario de 1591 y Censo de Floridablanca de 1787. Comprende tanto las parroquias matrices como las anejas . Áreas Agrícolas

Como se puede observar en el cuadro y mapa 1 respectivamente, la muestra elegida, a pesar de todas las limitaciones, resulta ser ampliamente representativa ya que abarca el 47,34% de las parroquias riojanas pertenecientes al obispado de Calahorra14 y que englobaban en torno al 60% de la población. Sin duda la zona mejor representada es la sierra meridional con un 72% del total de las parroquias del área y casi el 90 por ciento de la población registrada en los recuentos censales de referencia. En el extremo opuesto se encuentra la zona cerealista con un 34% de las localidades posibles y en torno al 45% de la población. El valle del Ebro en su parte media y alta es la zona más densamente poblada con lo que la muestra se queda un poco escasa con el 39% de las parroquias y en torno a la mitad de la población a pesar de no incluir localidades importantes como Nájera, Haro o la capital, Logroño. 2.2.

Valoración del Producto agrario

La transformación en valor monetario de la producción agraria es una de las operaciones más complejas que se presentan a la hora de determinar el PAB. La contabilidad eclesiástica establece la valoración de los diezmos utilizando precios tasa, establecidos por el propio obispado en 177515. Sin embargo, también disponemos de los precios de comercialización de las tercias que percibían canónigos de ambas catedrales ya que, al igual que sucedía en oras regiones, el clero no dudó en transgredir el valor de la tasa para los cereales mayores y el vino si el precio de mercado superaba al legal. El acatamiento o desobediencia de la tasa dependía no sólo del coste de oportunidad que comportaba su observancia, sino de los juegos de poder que los grandes perceptores de grano tenían con las autoridades municipales y las presiones a las que se veían sometidos especialmente en años de escasez (Llopis y Jerez, 2001, 46-50). Para calcular el PAB, lo ideal hubiera sido contar con los precios medios del quinquenio 17711775 en las localidades de la muestra. Lo más parecido que tenemos son los precios de comercialización de las tercias pero su utilización presenta dos problemas fundamentales. En primer lugar, los precios consignados corresponden a la venta al por mayor, por lo que diferiran sustancialmente de las valoraciones alcanzadas en las ventas al por menor; la iglesia poseía un amplio margen de maniobra para atenuar las fluctuaciones de los precios consiguiendo producto en otras regiones (Reher, 2001, 561) o sacando a subasta pública el producto de varios pueblos, independientemente de quien fuera el beneficiario de la venta. En segundo lugar, sólo se pueden elaborar series coherentes para los cereales mayores y el vino ya que las demás especies — lana, corderos, aceite y olivas— o se arrendaban o eran privativas 14

El número total de parroquias riojanas pertenecientes al obispado de Calahorra asciende a 207. Hay que tener en cuenta que se han contabilizado parroquias y no municipios y que la parte occidental de la sierra de la Demanda no está incluida al pertenecer a la diócesis de Burgos. 15 En España la tasa de granos se abolió en 1765 pero se restableció tras el motín de Esquilache hasta 1778, fecha en que fue abolida definitivamente para los granos aunque se conservó para el resto de los productos. La tasa se siguió utilizando para establecer la valoración monetaria de los diezmos en el pago del excusado ya que, al ser menor que el valor del mercado, redundaba en una menor presión fiscal.

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del clero parroquial por lo que no aparecen en la contabilidad de tercias. Como alternativa, se podría haber utilizado los índices de precios existentes para otras regiones castellanas en este periodo16, pero extrapolar estas series a La Rioja equivaldría suponer que los mercados estaban más integrados de lo que realmente se puede esperar en el Antiguo Régimen17. En mi opinión y a pesar de los problemas que plantean, los precios de las tercias son un indicador más fiable que la tasa para calcular el PAB, al menos para los cereales mayores y el vino (cuadro 2). Sin embargo, y dado que no se han podido construir series de precios para todos los productos, he intentado establecer una aproximación al PAB real calculando el diferencial existente entre los precios tasa y los de mercado. Para ello, he hallado el coeficiente de variación del valor del producto de los cereales y el vino calculado a partir de la comercialización de las tercias y a partir de la tasa en cada una de las áreas agrícolas (cuadro 3). El resultante de los cereales mayores se ha aplicado al precio tasa de los cereales menores, plantas forrajeras y legumbres, mientras que para el resto de los productos se ha utilizado el diferencial medio de cada zona. Por otra parte, los productos declarados en dinero en 15881592 se han deflactado para corregir la inflacción18. Cuadro 2. Precios medios declarados por los canónigos de las catedrales de Calahorra y santo Domingo en la comercialización del tercio episcopal (1768-1777). Reales de vellón PRODUCTO TRIGO CEBADA CENTENO AVENA VINO

RIOJA ALTA y MEDIA 25,86 14,27 22,19 13,01 5,77

RIOJA BAJA 30,08 17,35 19,63 12,05 4,79

CEREALISTA 29,93 16,57 27,09 15,00 4,37

SIERRAS 29,16 19,00 20,82 13,65 -

TASA 22,00 10,00 12,00 8,00 4,00

Fuente: Elaboración propia. ACC. Libros 243 y 278. Y ACSDC- Mesa capitular, cajas E9 y E59; Precios Tasa: averiguaciones de veros valores para el pago del subsidio y excusado (1771-1775) Cuadro 3. Coeficiente entre la valoración del producto a precios de mercado y a precios tasa (1771-1775) RIOJA ALTA y MEDIA

RIOJA BAJA

CEREALISTA

SIERRA

TOTAL

CEREALES

1,194

1,538

1,566

1,455

1,457

VINO

1,454

1,198

1,092

-

1,372

PROMEDIO

1,319

1,417

1,514

1,455

1,425

Fuente: Veros valores 1771-1775. Precios: tasa del obispado aplicada en la averiguación de 1771-1775. Precios de mercado: promedios obtenidos de los libros de tercias (cuadro 2). Cereales incluye: trigo, cebada, centeno y avena.

Puesto que ninguno de los dos sistemas está exento de problemas, he optado por establecer una doble valoración del PAB: la primera toma como referencia la tasa establecida por el obispado para 1771-1775; la segunda, los precios de venta de las tercias para cereales y vino y 16

Hamilton, 1975; Reher y Ballesteros, 1993; Llopis et al., 2000; Moreno, 2001; López Losa, 2013. La Rioja limitaba al norte con el reino de Navarra y las provincias exentas; al este con el reino de Aragón mientras que al sur y oeste la sierra formaba una barrera natural de difícil acceso lo que dificultaba su integración en los mercados castellanos. Las localidades fronterizas utilizaban indistintamente libras navarras, aragonesas o reales castellanos y lo mismo cabe decir de las medidas de capacidad. Para homogenizar la series se han reducido tanto las monedas como las medidas de capacidad al estándar castellano (Ibáñez, 1995). 18 Aquellos productos que tienen valoración monetaria se han traducido a producto, siempre que se supiera la valoración del mismo en su zona agrícola. Cuando no ha sido posible, o simplemente se indican que perciben una cantidad de dinero en varios conceptos, se ha deflactado con el índice de precios que dan para Castilla Reher y Ballesteros y que arroja un multiplicador entre, finales del XVI y Finales del XVIII, de 2,63734407. Agradezco a Enrique LLopis que me haya facilitado este dato. 17

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la tasa corregida con el coeficiente de variación para los demás productos. En cualquier caso, siempre se ha seguido el criterio de utilizar la estimación que arroje un resultado más desfavorable aunque, como veremos, las variaciones del PAB per cápita utilizando este sistema o los precios tasa del obispado son insignificantes. 2.3. El cálculo de la población Otro de los aspectos problemáticos de este estudio es el que deriva de la estimación de la población, indispensable para calcular el PAB per cápita. Para la actual comunidad de La Rioja contamos con el vecindario de 1591. La literatura en torno a este censo es amplia y ha puesto de manifiesto las numerosas deficiencias que presenta aunque se sigue considerando el recuento más completo del siglo XVI. Para el siglo XVIII, por cronología y fiabilidad, se ha utilizado el vecindario de la Ensenada en 1751 y el censo de Floridablanca de 1787. Excepto en este último, en el que se contabiliza la población en habitantes, nos encontramos con el problema de qué conversor vecino/habitante utilizar. El concepto de vecino varió de una región a otra, y a través del tiempo, ya en él se incluían no solo el número de hijos de la pareja sino también la posible convivencia con otros miembros de la familia y la existencia de criados; también puede alterar el coeficiente el tratamiento fiscal que se les daba a las viudas, a las personas que vivían solas y a los transeúntes. Además, en el vecindario de Ensenada al anteponer la relación laboral a la residencia se pueden generar duplicidades solo subsanables con un recuento nominal (Carasa, 1993, 18-21). En el caso de La Rioja, aunque existen variaciones entre los siglos XVI y XIX y entre los coeficientes arrojados por el mundo rural (4,01) y el urbano (3,91), se puede utilizar el multiplicador 4 como punto intermedio para ambas centurias (Gurría 2004, 42-43). Puesto que no se sabe cuál era la población de las localidades de la muestra para el quinquenio de 1771-1775, se debe proceder a estimarla. A tal efecto se han combinado las series de bautismos que publica Gurría (2004, 334-345) en su trabajo con la población riojana con los datos censales de Ensenada y Floridablanca19. Para validar la fiabilidad de estos censos, se ha procedido a determinar las TBN en cada área agrícola (cuadro 4) ya que partimos del supuesto de que el número de bautismos tiene una coincidencia muy alta con el de nacimientos y que las tasas de natalidad durante el antiguo régimen demográfico gozaron de gran estabilidad —en torno al 40‰— lo que permite equiparar su evolución a los ritmos generales de la economía preindustrial y por ende a los del sector agrario. Cuadro 4. Tasas Brutas de Natalidad en algunas localidades de la muestra AREAS AGRÍCOLAS RIOJA ALTA y MEDIA RIOJA BAJA CEREALISTA SIERRA TOTAL MUESTRA TOTAL RIOJA

19

Tasa Bruta de Natalidad En ‰ 1752 1787 44,17 47,20 36,87 36,78 51,95 39,87 35,88 39,18 39,66 40,60 39,75 41,62

Tasa media acumulativa (en %) 1752-1787 Población Bautismos 0,42 0,27 0,39 0,05 0,23 0,40 -0,12 -0,12 0,27 0,11 0,28 0,26

Se han elegido de entre las series de bautismos publicadas por Gurría (2004) aquellas que son coincidentes con las localidades de la muestra de veros valores de 1588-92: para las sierras, Ajamil, Laguna, Torrecilla, Lumbreras y Muro; para la Rioja Baja, Munilla, Zarzosa, Bergasa, Grábalos y El Villar; para la Rioja Alta y Media, Murillo, Sotes y Albelda. Cuando no ha sido posible la coincidencia exacta con las series decimales, se ha optado por utilizar localidades de la misma estructura agraria y similar tamaño de población: Arenzana, Briones y Casalareina en la Rioja Alta y Cellorigo, Santurdejo y Villalva para la zona cerealista.

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Fuente: Elaboración propia según datos de Gurría (2004:334-345) para poblaciones coincidentes con la muestra de diezmos (1588-1592)

Las TBN en las poblaciones de muestra se sitúan en torno al 40 por mil en ambos recuentos censales, ligeramente inferior a lo obtenido por Gurría (2004, 44-45) para el conjunto provincial, a excepción de las que hemos englobado en el área cerealista que claramente presentan un subregistro de la población censal para 1752. De este ejercicio se puede inferir que la solidez del censo de Floridablanca es mayor que la del Catastro de la Ensenada en las poblaciones de la muestra. Por lo tanto, y dada la similitud que presenta los ritmos de bautismos y población, se puede estimar la población de 1771-1775 aplicando la variación de los bautismos a la población censal de 1787 (cuadro 5).

Cuadro 5. Estimación de la población de 1771-1775 a partir de los promedios bautismales y la población de 1787 Áreas Agrícolas Rioja Alta y Media Rioja Baja Cerealista Sierra Total

Promedio anual de bautismos 1782-91 1773 Variación 34,29 33,14 0,97 25,40 23,60 0,93 10,50 12,33 1,17 31,40 28,80 0,92 27,78 26,55 0,96

Población 1787 25.163 21.739 5.544 15.137 67.583

Estimación 1771-1775 24.324 20.198 6.512 13.884 64.918

Población 1591 18.862 17.944 6.216 13.010 56.002

Fuente: Elaboración propia. Ídem cuadro 3.

Con respecto a la población del quinquenio 1588-1592, contamos con el vecindario de 1591 que, según los trabajos de Brumont (1986, 15) y Gurría (2004, 46-47), tiende a subestimar la población provincial en torno a un 10%. Lamentablemente las series de bautismos publicadas comienzan en 1600 por lo que no se puede proceder a un cálculo de la población similar al realizado para el periodo de 1771-1775. Por ello, y a pesar de que podamos estar aplicando un sesgo a la baja de la población para 1588-92, he preferido utilizar los datos del vecindario que 1591 aplicando el coeficiente de cuatro habitantes por vecino.

3. Cambio estructural y crecimiento del PAB en La Rioja El análisis de la producción decimal declarada en las averiguaciones de 1588-92 y 1771-75 apunta a un crecimiento del PAB per cápita en torno al 10% (con unas décimas de diferencia si se realiza la estimación a precios tasa o a precios de mercado). De este crecimiento fue responsable fundamentalmente el producto no cerealista —vino, ganado, hilazas, productos de huerta, animales de corral y otros— que aumentó en mayor proporción que los cereales, tanto en términos absolutos como per cápita (cuadros 6 y 9). Cuadro 6. Variación del PAB y PAB p.c. en La Rioja, 1588-1592 y 1771-1775. (En reales de vellón de 1771-1775) PAB

Producto cerealista Producto no cerealista PAB valorado a precios mercado PAB valorado a precios tasa

PAB p.c.

Variación Porcentual

1588-1592

1771-1775

1588-1592

1771-1775

PAB

PAB p.c.

11.749.074 7.449.594

14.250.091 10.568.238

209,80 133,02

219,51 162,79

17,55% 29,51%

4,42% 18,29%

19.198.667

24.818.329

342,82

382,30

22,64%

10,33%

14.005.148

18.157.873

250,08

279,70

22,87%

10,59%

Fuente: Elaboración propia. ACC. Averiguación de veros valores 1588-1592 y 1771-1775; Población y precios: véase texto puntos 2.2 y 2.3 respectivamente.

El punto de partida elegido, quinquenio de 1588-1592, quizá no sea el más adecuado para medir el crecimiento del PAB entre el siglo XVI y XVIII ya que, en ese momento el sector

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agrícola se hallaba en plena decadencia como consecuencia de un agotamiento del modelo de crecimiento extensivo y a la ruptura de los ejes comerciales atlánticos que afectó a la producción y comercialización de la lana. La comparación del PAB entre las tres averiguaciones de veros valores realizadas en la región permite constatar un crecimiento mucho más intenso durante el siglo XVI (1,21%) que entre finales del XVI y finales del XVIII (0,12%), aunque no se puede estimar en términos relativos por falta de fuentes demográficas fiables para las décadas de 1530-1540 (cuadro 8). Esta cuestión es esencial para dirimir el atraso de la agricultura española con respecto a la europea ya que aunque no se duda del crecimiento agrario producido durante el Setecientos sí que se cuestiona que consiguiese superar los niveles máximos alcanzados en la década de 1560 (Álvarez-Nogal y Prados de la Escosura, 2015). Los libros de tercias conservados para la segunda mitad del siglo XVI permiten establecer una tendencia general de la evolución del producto cerealista y vinícola pudiendo esclarecer la intensidad del crecimiento durante la Edad Moderna (cuadro 7).

Cuadro 7. Evolución del producto cerealista y vinícola comparado con los bautismos en La Rioja. (Base 100=1580-89) TRIGO

RESTO CEREALES

1550-59 1560-69 1570-79 1580-89 1590-99

100 104 99 100 97

100 101 96 100 95

TOTAL CEREALES A 105 108 102 100 98

1730-39 1740-49 1750-59 1760-69 1770-79 1780-89 1790-99

94 93 102 84 99 121 118

98 97 113 102 120 139 147

98 97 105 96 110 128 125

VINO B

BAUTISMOS C

A/C

B/C

106 100 141

100 96

100 102

100 146

421 334 304 314 310 445 535

95 96 102 102 98 104 112

103 101 103 94 112 123 112

442 347 298 308 316 429 480

Fuente: Elaboración propia. ACC y ACSDC. Libros de Préstamos y Tercias. Valoración a precios corrientes. Bautismos: Gurria, (2004, apéndice I). Entre 1600 y 1730 las tercias fueron arrendadas por lo que no disponemos de datos de producción agraria.

Los índices muestran claramente las dificultades por las que atravesó el cultivo del trigo frente al resto de los cereales, aunque en conjunto consiguieron superar en la década de 1770-79 el nivel máximo alcanzado en 1560-1569 tanto en términos absolutos como en relación con los bautismos. Sin embargo, se debe tener en cuenta que en una parte importante del territorio los cereales compartieron protagonismo con la vid, y en algunas zonas quedaron relegados a un lugar totalmente secundario. La producción de vino obtuvo unos resultados mucho mejores que el de los cereales a pesar del estancamiento que sufrió el sector durante el Setecientos. Por tanto, y teniendo en cuenta la dinámica seguida por cereales, vino y bautismos, no es descabellado pensar que el incremento del 10% estimado para el PAB p.c. superaría los máximos del siglo XVI gracias al aporte de la viticultura y a la integración de la agricultura riojana en un sistema de especialización intrarregional liderada por las provincias marítimas del País Vasco (Bilbao y Fernández de Pinedo, 1984).

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Detrás de los grandes agregados se esconden profundas diferencias regionales tanto en la estructura de los cultivos como en la evolución del PAB (cuadro 8 y apéndice 1). 3.1. Cambios en la composición del PAB riojano En 1537-41, el binomio trigo-cebada dominaba la geografía riojana aunque con distintos grados de intensidad: al oeste, se producían por igual ambas especies en un régimen de alternancia de cultivos realmente equilibrado que se completaba con leguminosas y plantas forrajeras; al este, el dominio del trigo sobre las demás especies era total, llegando a presentar, en algunos casos, niveles de monocultivo; en las localidades serranas, la alternancia de trigo y cebada quedó reservada para las tierras más productivas, mientras que en las de peor calidad se combinó centeno con avena o arvejas. Los municipios de la ribera del Ebro, entre Haro y Logroño, ya mostraban por entonces una clara tendencia a la especialización vitícola — en esta zona la producción de vino suponía aproximadamente el 32% PAB en 153741— estimulada por la demanda de los mercados urbanos castellanos y el abastecimiento de los peregrinos en el camino de Santiago y de los arrieros que transportaban lanas desde las sierras hasta los puertos atlánticos. El avance del viñedo, y su acotamiento geográfico, provocó una profunda reestructuración en la agricultura regional tal y como se refleja en la composición del producto agrario.

Cuadro 8. Composición porcentual del producto agrario en La Rioja (1537-41 a 1771-1775) ESPECIES

1537-41

1588-1592

1771-1775

TRIGO

50,37

41,51

28,23

RESTO CEREALES PANIFICABLES

4,75

6,55

11,24

CEBADA

9,82

10,43

12,79

RESTO DE CEREALES MENORES Y PLANTAS FORRAJERA

2,47

1,74

1,68

TOTAL CEREALES

67,41

60,23

53,94

VINO

21,10

22,83

27,70

GANADO LANAR

9,56

10,65

7,02

RESTO PRODUCTO AGRARIO

1,93

6,29

11,35

6.034.157

14.004.473

18.152.195

1,21%

0,12%

TOTAL PAB VALORADO A PRECIOS TASA (reales de vellón ) Tasa de variación media anual

Fuente: Elaboración propia. Averiguaciones de veros valores de 1537-41, 1588-92 y 1771-75 valoradas a precios tasa de 1771-75.

Durante el siglo XVI, el conjunto de la región registró un incremento de cereales panificables del 51,74%, siendo más intenso para el centeno y sus mezclas. Las zonas especializadas en la producción de caldos se convirtieron en deficitarias de grano, viéndose abocadas a su importación desde las áreas circundantes o incluso recurriendo a mercados tan lejanos como los de Medina de Río Seco (Ibáñez, 2002, 43). El tráfico de cereales vino a engrosar el ya existente de lanas y tejidos, lo que originó una enorme demanda de alimento para las recuas y vino para los arrieros. Así, mientras se consolidaba la especialización vinícola en torno al valle del Ebro, en las zonas de presierra fronterizas con la provincia de Burgos se decantaron por el cultivo de cebada y avena para alimentación de las caballerizas. Esta tendencia se consolidó a partir de 1640 gracias a la reactivación de los intercambios en las provincias marítimas del País Vasco que favoreció fundamentalmente a los vinos de la Rioja Alavesa -mejor comunicada con los puertos cantábricos y con precios más competitivos por la menor presión fiscal-, abocando al resto de las zonas vitícolas a una dura competencia por ocupar el mercado castellano (Bilbao y Fernández de Pinedo, 1984, 131 e Ibáñez, 2004, 52).

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Las peculiaridades productivas de las diferentes comarcas riojanas acabaron de definirse en el siglo XVIII. En el valle del Ebro el cultivo de la vid continuó siendo predominante aunque se vió seriamente afectado por la precariedad de los medios de transporte, la estrechez del mercado y la competencia de los caldos alaveses. En las sierras, la trashumancia inició un declive irreversible, debido a la presión de los agricultores y la oposición de los privilegios de la Mesta, siendo sustituída por la crianza de ganado estabulado con el que abastecer la demanda de lana de la industria local. Las zonas cerealistas cercanas a los circuitos comerciales serranos y cantábricos, incapaces de hacer frente a la competencia de granos alaveses o castellanos, optaron por la especialización en alimento para el ganado. En el otro extremo de la provincia, con flujos comerciales menos dinámicos y suelos más pobres, se optó por aquellas especies que mejor se adptaban a sus características edafolóficas: centeno y sus mezclas con trigo cáñamo, legumbres y olivos20. 3.2. Evolución del PAB y PAB per cápita riojano Este cambio estructural quedó reflejado en la evolución del PAB y PAB per cápita entre 158892 y 1771-75 (cuadro 9). El incremento del producto de cereales panificables arrojó un saldo positivo de tan solo el 3,27%, muy alejado del 51,74% alcanzado durante el siglo XVI. El trigo retrocedió tanto en términos absolutos (-15,41%) como per cápita (-33,79%) desplazado por el centeno y sus mezclas, morcazo y comuña. Esta tendencia se inició a partir del quinquenio de 1566-1570, y al parecer se consolidó durante el XVIII, en aquellas zonas que tenían unos suelos más pobres y por lo tanto menor posibilidad de incrementar los rendimientos por unidad de superficie. En conjunto, la producción de pan por habitante en La Rioja descendió un -12,13% entre finales del siglo XVI y XVIII mientras que la población había crecido levemente. Esto nos lleva a concluir que era necesario el aporte de otras especies para garantizar el autoabastecimiento21 y que seguramente tuvieron que recurrir a la importación de grano de las provincias vecinas que en ese momento eran excedentarias. Por el contrario, la producción de cebada y plantas forrajeras se incrementó un 37,78% en términos absolutos y un 27,88% por habitante. No parece probable que la elaboración de cerveza tuviera la relevancia alcanzada en Europa (Broadberry, 2010), por lo que su incremento respondería más bien a una mayor demanda de alimento para el ganado de tiro en una economía con un elevado grado especialización de productos orientados a otros mercados. En conjunto, el producto cerealista per cápita, entre finales del XVI y finales del XVIII, se mantuvo estable con un crecimiento de tan solo el 0,20% aunque fue acompañado de un sensible descenso de su peso porcentual en la estructura del PAB, tanto más significativa cuanto que se produjo en un momento de fuerte incremento de su precio22.

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Las tierras de regadío con dos cosechas anuales alternaban cebada con alubia, habas, cáñamo o lino; las de secano con una cosecha anual rotaban el trigo con centeno; las de primera y segunda calidad de año y vez, trigo con cebada y las de tercera calidad, centeno, avena, yeros y arbejas. (AGS. CE, RG. Autol, Quel, Arnedo, Jubera, Bobadilla, Matute, Castroviejo, Pedroso y Santo Domingo). 21 Bilbao y Fernández de Pinedo (1984) realizaron un cálculo de producción mínima de cereal para la subsistencia de una familia en 25,41 fanegas brutas, equivalentes a algo más de 20 fanegas netas cápita. Aplicando este mismo cálculo a La Rioja se confirma que este mínimo vital solo se alcanzaba con el aporte de las legumbres. En realidad, para verificar este punto habría que establecer el producto agrario neto y calcular las calorías producidas por habitante; labor que se tiene previsto realizar en futuros trabajos. 22 Esta tendencia contrasta con lo sucedido en el resto de Castilla que mantuvo un peso abrumador de los cereales en el conjunto del PAB (Marcos Martín, 2000,617) y también en Inglaterra donde la producción de trigo creció entre los siglos XVI y XVIII en detrimento de centeno y sus mezclas (Broadberry, 2015)

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CUADRO 9 PAB y PAB p.c. EN LA RIOJA (1588-1775) (Reales de vellón de 1768-1777)

CEREALES PANIFICABLES CEREALES Y PLANTAS FORRAJERAS LEGUMBRES VINO GANADO HILAZAS RESTO PRODUCTO AGRARIO TOTAL RIOJA

PRODUCTO AGRARIO BRUTO Variación 1588-1592 1771-1775 % 9.000.151 9.304.827 3,27

PRODUCTO AGRARIO PER CAPITA Variación 1588-1592 1771-1775 % 160,71 143,33 - 12,13

2.577.819

4.143.336

37,78

46,03

63,82

27,88

171.104 4.339.549 2.116.460 375.322 618.262 19.198.667

801.928 6.899.680 1.757.317 708.818 1.202.423 24.818.329

70,35 37,11 -20,44 47,05 48,58 22,64

3,06 77,49 37,79 6,70 11,04 342,82

12,35 106,28 27,07 10,92 18,52 382,30

75,27 27,09 -39,61 38,62 40,40 10,33%

Fuente: ACC. Veros valores. Población estimada sobre censo 1787. Precios: medias ponderadas de comercialización de tercias para cereales y vino; resto de los productos se le ha aplicado un coeficiente corrector de 1,38. Para las cantidades monetarias de 1588 se ha aplicado el deflactor del índice de precios de Reher y Ballesteros (2,63734407).

El peso perdido por los cereales fue ganado por las legumbres, cuya ratio por habitante creció un 75,27% para el conjunto de la región, siendo más intensa en las localidades serranas y en la Rioja Baja. Este fuerte incremento fue acompañado por una diversificación de las especies cultivadas: en el XVI, las habas constituían el 95% de las legumbres mientras que en el XVIII pasan a representar un 37% al compartir protagonismo con la alubia (29%) y la arveja (24%). En el conjunto del PAB riojano, las legumbres pasaron de no representar ni el uno por ciento a suponer el 3,20 a finales del siglo XVIII. Aunque este peso porcentual no fue demasiado alto, su cultivo tuvo una gran importancia cualitativa: por un lado, su precio era muy superior al de los cereales o el vino por lo que la mayor rentabilidad debió alentar su expansión; gracias a la producción de leguminosas, los riojanos pudieron suplir el déficit de cereales panificables y, por lo tanto, garantizar unos mínimos vitales; y, por último, estas especies permitían la regeneración de los suelos por lo que no es descabellado pensar que se produciría una pequeña mejora en los rendimientos de los demás cultivos23. Una de las señas de entidad de la agricultura riojana con respecto a otras zonas del interior castellano fue su temprana especialización vitícola que alcanzó su punto culminante durante el siglo XVII y que afectó fundamentalmente al valle del Ebro desde Logroño a Haro dónde el producto del vino superó al del cereal. Por los datos obtenidos de los libros de tercias, los veinticinco años que median entre 1630 y 1655 fueron determinantes en la definitiva consolidación del viñedo; proceso que conllevó, además, la reordenación de las otras zonas productoras. La revolución del maíz en las provincias cantábricas incrementó la demanda de vino clarete riojano abriendo nuevas expectativas de negocio para los viticultores, acentuando la tendencia al monocultivo y su dependencia del mercado para el abastecimiento de granos. La producción de vino alcanzó su cota más alta a finales de la década de 1670 en la que la competencia de los caldos alaveses les privó de la posibilidad de seguir ganando nuevos mercados. A partir de aquí, el viñedo entró en un ciclo de estancamiento del que ya no lograría salir. En el conjunto de la región, el peso porcentual del vino se situó durante la década de 1740 en torno al 46%, dos puntos por debajo del cereal, ratio que seguramente sería inferior a la alcanzada en los años de máxima expansión de la vid. A medida que transcurría la centuria, el viñedo fue perdiendo entidad frente a los granos hasta situarse en un 27,40% del PAB 23

Alonso e Ibáñez (1996, 225-226) señalan que el crecimiento del siglo XVIII se hizo aumentando la superficie cultivada sin que se hayan apreciado incrementos significativos de productividad por hectárea o trabajador.

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debido a la presión de la población sobre las subsistencias24, a los problemas de superproducción de las zonas vitícolas y al mayor incremento de los precios del grano frente a los de los caldos. La excesiva especialización productiva realizada en un entorno tradicional, sin mejoras sustanciales en la productividad por hectárea o en las técnicas de cultivo, evidenció las contradicciones del sistema, incapaz de seguir reproduciéndose en los estrechos márgenes de las economías preindustriales. En La Rioja, el cultivo de la vid se complementaba con la de olivos y otros árboles frutales. Las lindes de los campos se plantaban de árboles frutales — almendros, melocotoneros, perales, limoneros, membrillos, manzanos e higueras — y olivos para impedir el paso del ganado. Además en casi todos los pueblos se producían hortalizas —ajos, cebollas, zanahorias, puerros, judías verdes y nabos—; animales de corral —pollos, lechones, patos—; queso, cera y miel. Su percepción en dinero o en especie dependía mucho de la parroquia y de la cantidad de beneficiarios que tuvieran. Su carácter perecedero y la dificultad de repartirlos abocaron a muchos dezmatorios a contabilizarlos en dinero, aunque no siempre lo hicieron de forma individualizada. Precisamente, la heterogeneidad de la que hacen gala y su percepción en dinero han propiciado la escasa atención que se les ha prestado en el análisis de la producción agraria. Como se puede ver en los cuadros 8 y 9, su participación en el PAB se consolidó en el siglo XVIII representando en torno al 5% del total con un incremento porcentual con respecto al siglo XVI del 48,58% en términos absolutos y del 40,40% en relación con la población. No debemos olvidar que se trata de productos que completaban la dieta campesina y suponían un importante aporte monetario ya que alcanzaban altos precios en el mercado. El retroceso del cereal y el avance del viñedo estuvieron acompañados de un llamativo incremento per cápita de las plantas textiles —lino y cáñamo— en un 38%, aportando el 3% del valor total de la producción agraria. Este incremento fue debido a su uso como especie complementaria del trigo, el centeno y la cebada en la rotación de cultivos estimulada por la creciente de la demanda de cuerdas, sacos y prendas de vestir. Por último, la crianza de corderos y cabras para la producción de lana, leche, queso y carne ocuparon un lugar importante en la economía de la región. El ganado lanar debió tener más peso del que muestran las averiguaciones de veros valores o los libros de tercias debido a la complejidad que revestía la decimación de animales vivos, especialmente en el caso del ganado trashumante o transterminante. El diezmo de los corderos podía ser reclamado en las parroquias donde habían nacido; por las que los habían acogido en los pastos tanto de verano como de invierno; y por las de aquellos lugares donde se sacrificaba el animal. Las fuentes tampoco especifican si se trata de corderos churros o merinos lo que obviamente producirá una subvaloración de su producto. Los datos que ofrecen las averiguaciones muestran un gran descenso porcentual en la producción de ganado lanar en todas las comarcas, y especialmente en la sierra (-112%), lo que confirma la crisis que estaba atravesando la cabaña trashumante desde el siglo XVI25 y que obligó a desplazar a las cabañas ganaderas de la sierra al valle para pasar los inviernos ya que la abundancia de plantas forrajeras facilitaba su alimentación. Algo similar ocurría con la lana ya que los esquileos se realizan en verano en las sierras, frecuentemente fuera de la jurisdición del obispado. Además lo normal era que las iglesias con cierto volumen de producción arrendaran el diezmo de la lana junto con el del queso elaborado con la leche de ovejas y cabras. Ignoramos si este importe se ha incluido en el apartado de especies percibidas en dinero porque no se desglosan los conceptos.

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Durante el siglo XVIII, las series de bautismos arrojan una tasa media anual de 0,31% recuperando lentamente los niveles alcanzados durante el siglo XVI (Gurria, 2004, 72-73) 25 Moreno Fernández (1996, pp. 292) cifra la reducción de cabezas de ganado en el partido de Villoslada de Cameros, una de las más importantes de la región, en torno al 50%.

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En definitiva, entre finales del siglo XVI y XVIII, La Rioja experimentó un modesto crecimiento del PAB p.c. acompañado de un profundo cambio en su composición. Las actividades hegemónicas en el Quinientos —cultivo de cereales y ganado lanar— sufrieron una intensa crisis a partir de la década de 1570 debido a la ruptura de los ejes comerciales del Atlántico Norte. El viñedo resistió la pérdida de mercados mejor que el cereal, y consiguió situarse como cultivo hegemónico en el valle del Ebro durante el XVII. Con la especialización vitivinicola y la necesidad de cuerdas, sacos o alimento para las caballerías que lo transportaban se inició una transformación en la alternancia de los cultivos. Los cereales panificables retrocedieron de forma significativa en favor la cebada, y en menor medida de cañamares y linares originando dificultades de abastecimiento en las áreas de economía más comercializada. Las crisis agrarias se intensificaron a lo largo del siglo XVII provocando un descenso de la población aunque no tan acusado como en otras regiones castellanas (Gurría, 2004, 105-106). Por ello es probable, y aunque pueda parecer paradógico, que el punto máximo de PAB por habitante se alcanzara entre las décadas de 1640 a 1660, años de máxima extensión del viñedo y retroceso demográfico. A partir de 1740 se observa una progresiva recuperación de la superficie dedicada a cereales panificables y legumbres con una composición del PAB más equilibrada lo que sin duda permitió el crecimiento de la población y del PAB por habitante. Este resultado contrasta con el obtenido por otras regiones del interior peninsular donde el PAB per cápita no consiguió recuperar los niveles del siglo XVI o lo hizo de forma muy sucinta. En las regiones en las que dominó el cultivo del cereal, y especialmente trigo, o no se registraron incrementos del PAB por habitante como en Castilla-La Mancha (Sebastián Amarilla et al., 2008) o si lo hicieron fue mínimamente como en Castilla-León (Hernández García y Pérez Romero, 2008). Otras regiones mostraron una cierta especialización en la producción de vino, aceite o azafrán, cultivos todos ellos que presentaban mayor valor añadido que el trigo, pero sus resultados no fueron especialmente favorables: en Andalucía Occidental no se consiguió recuperar el nivel del PAB per cápita alcanzado a finales del XVI por el retroceso de la producción del vino y aceite y a la práctica inexistencia de un ajuste demográfico (LLopis y González Mariscal, 2010); en Aragón, a pesar del incremento de la producción de cereales y una cierta especialización en la producción de aceite y azafrán, apenas se consiguió elevar el PAB por habitante (Latorre, 2008). En general, los resultados obtenidos en la periferia, especialmente en el norte peninsular, dibujan un escenario algo más optimista y más próximo a lo sucedido en La Rioja: en Baleares el incremento del PAB por habitante se inició a finales del siglo XVII debido a la importancia del cultivo del aceite, vino y la irrupción de las legumbres en la dieta y se prolongó hasta 1750 estimándose el incremento en torno al 10 % entre ambas fechas (Jover y Manera, 2008); en el País Vasco, como probablemente en toda la cornisa cantábrica, la introducción del maíz a partir de la década de 1640 incrementó los rendimientos por unidad de simiente y permitió incrementos sostenidos en el PAB p.c. que Bilbao y Fernández de Pinedo (1984, 191) cifran en torno al 30% entre 1537-41 y 1771-177526

4. Conclusión El análisis de la producción agraria en La Rioja entre los siglos XVI y XVIII rebela un escenario menos pesimista que el que dibuja la historiografía para el conjunto de España ya que el El PAB p.c. riojano creció en torno al 10% entre 1588-92 y 1771-1775. De este crecimiento fue

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Los cálculos de Bilbao y Fernández de Pinedo (1984) deben ser revisados en profundidad ya que su análisis incide fundamentalmente en el cambio estructural tomando como referencia las averiguaciones de 1537-1541 y 1771-1775. El análisis del PAB p.c. en el País Vasco siguiendo los criterios expuestos en este trabajo será realizado en un futuro inmediato lo que a buen seguro permitirá matizar este fortísimo crecimiento.

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responsable fundamentalmente el producto no cerealista que aumentó en mayor proporción que los cereales, tanto en términos absolutos como per cápita. Si bien los incrementos del PAB p.c. no son espectaculares, en la mayoría de las regiones se consiguió superar, aunque fuera levemente, los máximos alcanzados durante el siglo XVI. Los mejores resultados los obtuvieron las agriculturas que incrementaron la producción de especies con mayor valor añadido que los cereales, como el vino o el aceite, y en todas en las que las legumbres irrumpieron con fuerza para garantizar un aporte proteínico de calidad. La Rioja pertenece a este último grupo con una especialización temprana en la producción de vino y su inclusión en un sistema de especialización intraregional muy dinámico liderado por el País Vasco. A falta de transformar el PAB en producto neto per cápita y elaborar un agregado nacional con fuentes homogéneas, todo parece apuntar a un moderado crecimiento del PAB por habitante entre los siglos XVI y XVIII. Por ello la visión negativa de la agricultura española, que ha ofrecido hasta el momento la vía de la demanda, debe ser revisada y matizada.

Note: Este trabajo ha sido realizado dentro del proyecto HAR2012-33810, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad. Su autora pertenece al grupo de Investigación del Sistema Universitario Vasco IT 807-13, financiado por el Departamento de Educación, Universidades e Investigación del Gobierno Vasco. Quisiera hacer público mi agradecimiento a Enrique Llopis por sus siempre acertados consejos y sugerencias que han permitido mejorar sensiblemente este trabajo.

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2 22227-30 January 2016 Old and New Worlds: the Global Challenges of Rural History | International Conference, Lisbon, ISCTE-IUL, Apéndice 1 PAB y PAB per cápita por comarcas agrícolas de La Rioja (1588-1775). Precios constantes en reales de vellón según promedio de precios de 1768-1777 Producto Agrario Bruto (1588-1775)

CEREALES PANIFICABLES CEREALES MENORES PLANTAS FORRAJERAS LEGUMBRES VINO GANADO HILAZAS RESTO PAB TOTAL LA RIOJA Valoración a precios tasa

RIOJA ALTA 1588-1592 1771-1775 2.829.577 3.410.110 992.565 1.417.083 3.052 150.150 450.532 3.018.701 5.042.455 315.430 582.416 116.107 274.062 163.863 178.229 7.586.393 11.357.939 5.786.005 8.383.035

RIOJA BAJA 1588-1592 1771-1775 3.727.516 3.047.447 891.993 1.732.464 4.060 2.277 1.451 85.427 1.091.881 1.746.403 751.698 662.984 174.355 331.570 399.341 970.613 7.086.430 8.560.496 5.079.999 6.385.848

CEREALISTA 1588-1592 1771-1775 869.713 812.446 280.713 516.606 4.378 18.783 101.792 228.887 110.822 99.072 62.672 73.730 56.484 26.745 21.979 1.597.643 1.687.179 1.099.805 1.122.657

SIERRA 1588-1592 1771-1775 1.573.346 2.034.824 407.203 459.157 1.284 8.319 720 164.177 80 950.259 449.245 11.130 46.703 28.313 31.602 2.972.336 3.194.026 2.039.339 2.266.333

TOTAL RIOJA 1588-1592 1771-1775 9.000.151 9.304.827 2.572.474 4.125.310 5.345 18.026 171.104 801.928 4.339.549 6.899.680 2.116.460 1.757.317 375.322 708.818 618.262 1.202.423 19.198.667 24.818.329 14.005.148 18.157.873

Producto Agrario Bruto per cápita (1588-1775) RIOJA ALTA RIOJA BAJA CEREALISTA SIERRA TOTAL RIOJA 1588-1592 1771-1775 1588-1592 1771-1775 1588-1592 1771-1775 1588-1592 1771-1775 1588-1592 1771-1775 CEREALES PANIFICABLES 150,01 140,20 207,73 150,88 139,92 124,76 120,93 146,56 160,71 143,33 CEREALES MENORES 52,62 58,26 49,710 85,77 45,16 79,33 31,30 33,07 45,94 63,55 PLANTAS FORRAJERAS 0,13 0,23 0,11 0,67 0,10 0,60 0,10 0,28 LEGUMBRES 7,96 18,52 0,08 4,23 3,02 15,63 0,06 11,82 3,06 12,35 VINO 160,04 207,30 60,85 86,46 36,82 17,02 0,01 77,49 106,28 GANADO 16,72 23,94 41,89 32,82 15,94 9,62 73,04 32,36 37,79 27,07 HILAZAS 6,16 11,27 9,72 16,42 11,86 8,67 0,86 3,36 6,70 10,92 RESTO PAB 8,69 7,33 22,25 48,05 4,30 3,88 2,18 2,28 11,04 18,52 TOTAL LA RIOJA A 402,21 466,94 392,46 424,75 257,02 259,09 228,47 230,05 342,82 382,30 TOTAL La Rioja a precios tasa B 306,75 344,64 283,10 316,16 176,93 172,40 156,75 163,23 250,08 279,70 Variación porcentual A 12,47 6,82 - 2,46 2,17 9,49 Variación porcentual B 10,99 10,46 -2,63 3,97 10,59 FUENTE: Elaboración propia. ACC. Averiguación de veros valores para el pago del subsidio y excusado 1588-1592 y 1771-1775. Precios 1768-1777: ACC. Lbs 243 y 256. Población 1588-1592: vecindario de 1591; 1771-75: estimación propia a partir de las variaciones de bautismos sobre datos de Gurría (2004, 334-345) y censos de población de 1752 y 1787.

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