El creador Pemáukel

May 20, 2017 | Autor: David Williams | Categoría: Linguistics, Mitologia, Antropología
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Descripción

El creador Pemáukel

Por David Williams
Publicado por primera vez en Tela de Rayón, diario Jornada, Trelew, Chubut,
30 de enero de 2009

En artículos anteriores hemos dicho que todos los pueblos protochal- las
etnias tehuelches y onas- parecen haber tenido originalmente un dios común,
un ser luminoso identificable con el sol, y que una suerte de tabú los
llevó a utilizar circunloquios y apelativos para referirse a él. Su nombre
parece haber sido T'chuwrr/Shetewosh/Séecho y variantes para los
tehuelches, y Sholl/Shel y variantes para los onas. Se trata en realidad de
variaciones de un mismo nombre –recuérdese que la "rr" final de la primera
forma es africada, como la "r" riojana, lo que acerca su sonido al de "sh"
y "l" o "ll". Todos son cognados con la palabra chal= brillo, luz, y
también "agua" en protochal, como demostramos en nuestro artículo sobre el
topónimo Choele Choel (Tela de Rayón, 18 y 25 de abril de 2008).
Una suerte de tabú lingüístico, más evidente entre los onas, los llevó a
reemplazar el nombre original por varios apelativos, que terminaron por
adquirir vida propia, y reemplazar no sólo en nombre sino en personalidad
al dios original. Se trata de lo que se ha llamado "duplicaciones" o
"copias". El nombre del Dios fue parcialmente olvidado, y dejó de asociarse
al Creador, e incluso adquirió características sólo malignas –el Dios
original era tanto maligno como benigno- y aún ridículas, monstruosas o
bufonescas.
La memoria de Sholl se conservó entre los shelknam sólo en el gentilicio de
la etnia- hemos dicho y fundamentado que shelknam significa "hijos de la
luz", "hijos del sol", es decir, "hijos de Sholl" (Tela de Rayón, 28/11/08)-
y en la aparición del maligno Shóort en el hain o fiesta de iniciación
ona.
Entre los tehuelches se distinguía bien a Kóoch el Creador del Mundo,
devenido deus otiosus -un dios ocisos- del creador de los tehuelches, su
hijo Elal–sí, su hijo, lo hemos adelantado en otro artículo (Tela de Rayón,
21/11/08). Allí explicábamos incluso que Elal es un apelativo que significa
"Hijo", aplicado al mencionado T'chuwrr/Shetewosh/Séecho.
En cambio, en pocas históricas ya Sholl no era el Creador para los onas, A
decir verdad, no sólo no era el Creador del Mundo, sino que tampoco se lo
recordaba como creador de los propios onas. Su nombre en este último papel
había sido reemplazado por el de Kenós/Kinós- nombre cuya etimología
discutiremos en otra ocasión- enviado como delegado en la Tierra del
Creador del Mundo.
El nombre del Dios Creador del Mundo-mejor dicho, su apelativo más conocido-
era en cambio el de Pemáukel/Pimáukel/Temáukel/Timáukel y variantes. Se lo
recordaba, pero era un dios casi ocioso –no tanto como Kóoch para los
tehuelches- pues, a semejanza de otros dioses ociosos (Eliade, 1992: 194),
se lo invocaba cuando se lo necesitaba, pero sólo bajo este apelativo.
Sí, Pemáukel era eso: un apelativo. Tenemos razones para creer que su
nombre original era Krënajöteh o Sol Mayor - ya lo hemos identificado con
el Nosjthej tehuelche, padre de Elal y uno de los alter ego de Kóoch. Pero
resulta difícil distinguirlo de otros dioses, incluso del propio Sholl. Lo
discutiremos en el libro.

Antecedentes y variantes del nombre
El nombre del Dios Creador del Mundo era Pimaukel para Beauvoir (1915: 166)
y para Gallardo (1910: 323 y 338); Timáulk/Timaùlk para Borgatello (1924:
105 en Gusinde y c:66 y 75 ); Timaúkel /Teimaulk para Zenone (en
Tonelli,s.f.: 101, 102 y 104, a su vez en Gusinde, s.f.: 465);
Temáukel/Temaukl/Timáukel para el propio Gusinde (op. cit:: 471).
El primero dice: "Pimaukel: creen que éste ha sido el primer hombre, que
dio principio a todo lo que existe. Dicen que era un gran Jon, sin embargo
los indios nunca lo nombran (Eso por desprecio)" - la palabra jon
significaba "brujo" en épocas históricas, aunque creemos que su etimología
es otra.
Gallardo, por su parte, expresa: "Los indios no quieren hablar de Pimaukel
y cuando están obligados a ello lo hacen con evidente disgusto". Gusinde
(p.471) agrega: "Los adultos lo pronuncian muy raras veces, porque el
respeto hacia su portador los obliga a ello. '¡No puede ser, no es propio
hablar de Temáukel!- No tienes que hablar de 'Aquél-allá-arriba'.- Nuestra
gente no gusta charlar de Aquél'. A menudo me hicieron observaciones de
este tipo". Páginas antes, transcribía otra expresión de sus informantes:
"No hablamos de Temáukel".
Es decir que se equivocaba Beauvoir: no era desprecio la causa de que no
nombraran a Pimaukel, sino, por el contrario, un profundo respeto. Zenone
(en Gusinde, s.f. (a): 465) confirma que "ante cualquier europeo, los
selk'nam son muy reservados en la mención del nombre propio de su deidad;
que, además, prefieren utilizar para ella un circunloquio, y que, por
último, incluso entre ellos mismos guardan silencio acerca de sus creencias
religiosas". Agrega Gusinde en referencia a esta cita: "Mis propias
observaciones, totalmente independientes, coinciden perfectamente con
aquéllas". Se explica así que los viajeros y misioneros que estuvieron en
contacto con este pueblo de religión tan rica, hayan podido decir, como
muestra Gusinde en numerosas citas, que los shelknam no tenían un nombre,
ni siquiera la concepción de un Dios Creador, y, en casos extremos, se
llegó a decir que no tenían religión alguna, concepto contra el cual
reacciona enfáticamente Beauvoir (1915: 217-220).
Con respecto a su Temáukel, dice también Gusinde (s.f.: 471): "Este vocablo
tiene la característica de un verdadero nombre propio; nadie sabe de donde
procede. Los hombres decían: "'Aquél-allá-arriba'. Siempre se llamó así".
Nadie supo darme un significado especial de este nombre, porque éste es-
precisamente- un nombre propio específico". No estamos de acuerdo, y
coincidimos con Lévy-Strauss (1988: 249) en que los nombres propios no son
palabras sin significado, como en cambio sostuvieron Cassirer (1959: 8) y
otros tantos. Nuestro estudio de los mitónimos tehuelches y onas nos han
terminado por convencer de ello.

Hipótesis del autor
Creemos que en las respuestas recogidas por Gusinde estaba la traducción de
este nombre del Alto Dios. Sólo que él tenía una idea preconcebida: que
Temáukel/Pimáukel y variantes era un nombre propio sin significado.
Opinamos que el nombre en cuestión no es tal, sino, como dijimos, un
apelativo, que significa precisamente "Aquél –allá- arriba".
En efecto, creemos que se compone de la aglutinación de las palabras peu-
má/peu'má/pe-mohte/peh-mohte/pèmèr y otras variantes = aquel, aquello,
aquella, aquellos, aquellas, ese (Beauvoir, 1957: 57, 85, 93, 94 y 113) +
eüke/eûke = arriba, palabra que estudiaremos en los párrafos siguientes. De
esta manera reconstruiríamos el apelativo como Peu'maeüke = Aquél arriba.
Pero, como veremos, creemos que el apelativo original era Peu'maikuaeûk=
Aquél Arriba de Nosotros, Aquél Sobre Nosotros.
La palabra eüke/eûke la deducimos de la siguiente manera: Beauvoir (1915:
32 y 113) nos deja ikueûk = arriba el cielo, kikuenrr = arriba. Hemos de
recordar que para el mencionado autor (1915: 2) la "û" tenía el sonido de
la "u" francesa en la palabra une = uno. Ikueûk es evidentemente un término
compuesto, en el que entra la palabra iguá/ikuá = nosotros/as,
nuestro/a/os/as (Beauvoir, 1915: 32 y 144), siendo evidentemente eûk =
arriba, término que, con el usual cambio de "u" por "n", resulta el mismo
que enke/onje, incluido en las palabras enkeka'= alto (adj.), arriba
(adv.), enkeken/enkejen/onjen = subir, y enkévenen = elevar (Beauvoir,
1915: 27, 111, 127 y 155). En el término enkeká reconocemos el sufijo
sustantivador ká –que creemos ser los primeros en señalar- y en el verbo
enkévenen el verbo vuenen = venir.
El término así rescatado, eûk/enke/onje es cognado con la palabra del
aóniken áish recogida por Musters (1873: 337), eok = sobre, encima, y por
Beauvoir (1915: 185), heókr = arriba, palabra que Molina cita también,
atribuyéndola al mécharnwen, junto con otras dos formas cuyas fuentes no
nos deja: auj, que atribuye también al mécharnwen y una en aóniken áish,
e:urk. Schimd (1910 b: 33) recoge para "más lejos, más alto, en la cima" la
palabra eurncer- es decir, eurnker.
Desde luego, se trata del mismo término que en günühna a iájitch era auh =
arriba, encima, superior; aohe= arriba; aohena= cielo (Claraz, 1988: 155,
voc. 451, 663 y 664), 'aŭhë= arriba, cielo (Casamiquela, 1983: 124),
término que Hunziker (1864 en Outes, 1928: 275 y sigs.) había recogido como
ahuēkna= cielo, en donde reconocemos el adverbio ahuē/'aŭhë = arriba y el
sufijo sustantivador kna/hna, dando todo "el arriba= cielo". También son
cognados los términos de igual idioma, agëhë = cabeza, agëka/agëhëk =
cabello, y, muy importante, apiuhük = sol/luna, palabra que originalmente
era sin dudas un apelativo, ahuëhük= el de arriba, el alto, el arribeño,
luego seguramente abuëhük y finalmente apiuhük. Todas estas formas se
relacionan estrechamente con con el término günuhna para "alto, largo", a
saber, abahai, en donde la u/ŭ se ha transformado en "b" y el sonido "ē",
"ë" se ha desplegado en "ai". Y hay muchas más relaciones que podrán leerse
en nuestro libro en preparación.
O sea que el término shelknam en cuestión, ikueûk, significa "arriba de
nosotros, sobre nosotros". Se relaciona con la palabra yenrk = altura o
alto, que recogiera Moreno (1997: 398) en aóniken áish, en donde tal vez
podamos reconocer los términos ya= mi, mío + eurk= arriba, sobre... es
decir, "sobre mí, arriba mío, encima de mí". La misma palabra aglutinada
ocurre en otros idiomas, como el galés, lengua en la cual la palabra
uwchben = sobre (la cabeza de), en la cima de, sobre, más allá, se compone
de las palabras uch/uwch = sobre, por encima de, más alto, en lo alto de,
etc + pen = cabeza (Geiriadur Prifysgol Cymru, 2003-2007, edición on line).
Es decir, Pemáukel/Pimáukel puede haber sido en su origen Peu'maeuke =
Aquél Arriba, pero también Peu'maikuaeûk= Aquél Sobre Nosotros. En la
primera parte de ambas opciones, la "u" de Peu'ma se hizo "l", algo
frecuente en lingüística –por ejemplo, la "l" española corresponde en
muchas palabras portuguesas a la "u", o a una "o" cerrada, casi "u". En la
segunda parte de la primera posibilidad, falta explicar la "l" final. Es
por ello que hemos dicho que creemos que la forma original era último caso,
Peu'maikuaeûk= Aquél Arriba de Nosotros, Aquél Sobre Nosotros. La segunda
parte tiene la "û", que con su pronunciación particular es aún más fácil de
cambiar por una "l". La forma intermedia, entonces, ha de haber sido
Pel'maikuaelk, para luego hacerse Peumáukel.
¿Por qué no pudo Gusinde asociar el nombre de su Temáukel con la traducción
que los propios informantes le daban? En primer lugar, por la variante
misma, que, como la oyera el autor y como fuera oída por otros dos
viajeros, comenzaba con "t" –hasta donde sabemos sólo Beauvoir y Gallardo
la oyeron con "p". En segundo lugar, probablemente, debido a la mencionada
idea preconcebida de que se trataba de un nombre propio sin significado. En
tercer lugar, tal vez, porque la palabra "aquél" fue recogida sólo bajo la
forma pémer por Gusinde (s.f. (a): 472), equivalente al pèmèr de Beauvoir,
que, aunque semejante al término peu'ma de éste- variante que Gusinde
parece no haber recogido- no lo es tanto como para darse cuenta de que se
trataba de la primera parte del nombre de Pemáukel.
¿Y por qué tres de los cinco autores que recogen este apelativo devenido
nombre propio lo anotan con una "T" inicial en lugar de una "P"? La
respuesta correcta se nos escapa por el momento, pero se nos ocurren dos
posibilidades: una es que el nombre sonara originalmente Ptemaukel. La otra
es que el nombre fuera –como se ha afirmado- de origen háush, idioma poco
documentado -aunque lógicamente muy cercano al shelknam- en el cual la
variante correspondiente al shelknam peu'ma, fuera teu'ma o alguna
semejante. Y no hemos de olvidar que dos de los cinco recolectores- entre
ellos el tan confiable Beauvoir, que recopiló uno de los mejores
diccionarios shelknam con que contamos- recogieron el nombre con "P"
inicial, y que, insistimos, el propio Gusinde anota que los aborígenes le
decían que su Temáukel era "Aquél-allá-arriba".
Evidentemente, con el transcurso de los años y de los siglos, el apelativo
fue reemplazando al nombre propio, que ha de haber sido, como lo hemos
dicho, un nombre relacionado con la luz, el cielo o el sol. Ya lo
analizaremos. En un próximo artículo trabajaremos sobre otros apelativos o
circunloquios del Alto dios de los onas. Hasta pronto, esperamos.
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