El costo en la teoría del valor y el valor en la teoría del costo (2013 )

June 8, 2017 | Autor: Jorge Ignacio Barros | Categoría: Economics, Economia, Teoría del Valor, Contabilidad De Costos, Teoría del Costo
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Descripción

Facultad de Ciencias Económicas Universidad de Buenos Aires

“El costo en la teoría del valor y el valor en la teoría del costo”

Alumno: Jorge Ignacio Barros Registro: 859.164

Asignatura: Seminario de integración y aplicación Profesor: Miguel Ángel Di Ranni

Buenos Aires, Octubre de 2013

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Índice

Antecedentes y Justificación

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I) El problema del valor

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II) Corrientes de pensamiento sobre el valor

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Aristóteles

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Los escolásticos

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Los clásicos

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Los marginalistas

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Los neoclásicos

III) El costo en la teoría del valor

IV) Teoría General del Costo

V) Costo y Contabilidad

VI) El valor en la teoría del costo

Conclusión

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Antecedentes En su tesis de maestría, la Dra. Laura García ha realizado un profundo análisis de los documentos fundacionales de la Teoría General del Costo. Su investigación ha generado aportes importantes en la conceptualización del costo, pero a su vez ha planteado ciertos cuestionamientos. García afirma que en los mencionados documentos se ponía énfasis en la idea de que el componente físico era fundamental en la determinación del costo, dejando al componente monetario un rol secundario de “homogeneizador” de las relaciones técnicas de producción. Como parte de esos cuestionamientos, dice que la Teoría General del Costo no cumpliría su objetivo de definir al costo si centrase su conceptualización del costo desde una mera relación física expresada, por meras razones de homogeneización, en unidades monetarias.

Justificación El tema planteado para éste trabajo de investigación deriva del artículo “El costo en la teoría del valor y el valor en la teoría del costo” escrito por el Dr. Enrique Cartier para la Revista Costos y Gestión. El mencionado autor parte del cuestionamiento realizado por la Dra. García, para ahondar en las investigaciones del componente monetario del Costo, a partir de adaptaciones a una teoría del valor. A través de grandes pensadores, nos muestra la relación de complementariedad entre la Teoría del Costo y la Teoría del Valor. Como punto de partida para ésta tesina, y a modo de hipótesis, me he planteado determinar cuál es la participación e importancia del valor en la conceptualización del costo. ¿Explica la Teoría del Valor al componente monetario de la ecuación del Costo? ¿Cuál es la relación del costo en la definición del Valor? Y finalmente, analizar el efecto de estos conceptos que pueden parecer tan abstractos en la contabilidad, que es la disciplina que estudio.

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El problema del valor Las cosas pueden o no ser útiles. La “utilidad” es la capacidad que tiene un objeto para producir placer o evitar malestar, es decir que viene a satisfacer una necesidad. Ésta cualidad es lo que da a las cosas útiles la jerarquía de “bienes”. Por lo tanto, cualquier objeto que no se perciba como “útil” no es considerado un “bien”. En el mundo existen bienes que son provistos por la naturaleza y que están disponibles en cantidades suficientes para satisfacer todas las necesidades del hombre. Son bienes “libres” y, por lo tanto, no requieren de una actividad humana para ser producidos ni para ser objeto de intercambio. Estos bienes de la naturaleza son los “bienes no económicos”. Por otra parte, están los bienes que no son “libres”, y requieren en cambio una actividad humana para ser obtenidos. Entonces estos bienes son “productos” y tiene propietarios; son “bienes económicos”. Una persona que requiera disponer de bienes económicos para satisfacer una necesidad debe establecer una relación de intercambio con el propietario de ese bien para adquirir la cantidad requerida. Esto es lo que fundamenta el “valor de cambio”. En cambio, una persona que tenga una necesidad insatisfecha y reconozca en un “bien libre” la utilidad correspondiente, solo precisa de la “apropiación” para satisfacerla. Los bienes no económicos no requieren de una relación de intercambio previa para su disposición, por lo tanto no poseen “valor de cambio”. Solo los bienes económicos poseen valor de cambio y se relaciona con su precio. La actividad humana necesaria para la obtención de bienes económicos se denomina “producción”. Por lo tanto, los bienes económicos son “productos”. El desarrollo de la actividad productiva demanda el consumo de determinada cantidad de recursos o factores, los que son combinados para lograr como objetivo los productos. El costo de producción deriva del vínculo de los factores con los productos. Por lo tanto, el costo de producción se relaciona con los procesos de generación de utilidad de los bienes económicos.

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Corrientes de pensamiento sobre el valor A lo largo de la historia, numerosos autores han estudiado y opinado acerca del valor y las medidas de valor de las cosas. Para comprender la Teoría del Valor tal como la concebimos actualmente, es imprescindible hacer un repaso por todos esos teóricos que han estudiado la sociedad de su época y han dejado un aporte para ideas posteriores. El análisis parte de nuestros antepasados culturales, los antiguos griegos, quienes fundían sus razonamientos económicos con su filosofía general del Estado y de la sociedad, tratando pocas veces un tema puramente económico. Llegaremos hasta las ideas de los neoclásicos con sus revolucionarias ideas.

Aristóteles Aristóteles se ha interesado en los aspectos económicos de una sociedad basada en la agricultura y organizada en ciudades-Estado, por lo tanto debemos comprender que sus ideas se amoldaban a los tiempos en que le tocó vivir, pero sus conceptos más importantes son aplicables en nuestros días. Si bien su preocupación principal era lograr una sociedad justa basada en la ética, es considerado por algunos teóricos como el primer economista analítico por abordar temas como el valor, el dinero y el interés. Según Aristóteles, la economía puede dividirse en dos partes: la economía propiamente dicha, entendida como la ciencia de la administración doméstica, y la ciencia del abastecimiento, referida al arte de la adquisición. Luego de estudiar ésta ciencia del abastecimiento, Aristóteles se dedicó a analizar el arte del cambio, a través del cual se satisfacen cada vez mejor las necesidades del hogar. En éste punto, Aristóteles dice: “Toda propiedad tiene dos usos que le pertenecen esencialmente, aunque no de la misma manera: el uno es especial a la cosa, el otro no lo es. Un zapato puede a la vez servir para calzar el pie o para verificar un cambio. Por lo menos puede hacerse de él este doble uso. El que cambia un zapato por dinero o por alimentos con otro que tiene necesidad de él, emplea bien este zapato en tanto que tal, pero no según su propio uso, porque no había sido hecho para el cambio.”1 Con estas palabras, Aristóteles distinguió claramente entre el valor de uso y el valor de cambio de los bienes. Sin embargo, hay que destacar que él no estaba tratando de definir al valor, sino que estaba haciendo mención de las distintas maneras de adquirir bienes que poseen los hombres, una de las cuales es el intercambio. Como se ha mencionado anteriormente, Aristóteles buscaba una sociedad justa, por lo tanto su determinación del valor de cambio se convirtió también en un problema ético. El filósofo plantea: “…cuando dos hombres no se necesitan el uno del otro, no hacen cambios… se ven precisados a hacerlos cuando el uno necesita lo que el otro posee; y teniendo necesi-

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Aristóteles, “Política”, extracto del Libro I.

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dad de vino, por ejemplo, da en cambio el trigo que tiene y de que puede disponer. Es imprescindible, pues, igualar las cosas de una y otra parte.”2 A partir de ésta cita podemos analizar dos aspectos. En primer lugar, el filósofo advierte que el cambio se basa en la equivalencia, es decir que para que existe justicia en el intercambio, lo que se entrega debe ser igual a lo que se recibe. Considera a las necesidades como la base fundamental del intercambio (“porque si la gente no tuviese necesidades, o éstas fueran desemejantes, o bien no habría cambio o éste no sería como ahora”) y considera que es esencial una “igualdad armónica” en el cambio. Los individuos intercambian porque cada uno necesita más lo que el otro tiene, entonces cuando el filósofo habla de igualdad se refiere al valor de cambio y no a su valor de uso. A este fenómeno Aristóteles definió como “crematística natural”, el cual representa el intercambio e mercancías de igual valor por medio del truque o comercio mediante dinero para satisfacer una necesidad natural; de ésta manera, queda asegurada la justicia conmutativa, es decir la justicia del intercambio. Sin embargo, los intercambios en los que sólo se persigue la ganancia monetaria son éticamente reprobables. En segundo lugar, se encuentra implícita una noción objetiva del valor cuando afirma: “[…] puede suceder que la obra de uno valga más que la del otro […]”. Schumpeter dice que como Aristóteles no aportó una teoría del valor de cambio, los historiadores concluyeron que había pensado en un valor objetivo o absoluto de las cosas, intrínseco a ellas e independiente de la estimación humana3. He aquí una crítica al pensamiento aristotélico, ya que adhiero a la postura subjetiva del valor. La teoría “objetiva” sostiene que el valor está en las cosas, en cambio la teoría “subjetiva” afirma que el valor es proporcionado por el individuo a la cosa. Por lo tanto, me animo a disentir con Aristóteles ya que un bien no tiene “un” valor, sino que posee tantos valores como personas. El Dr. Cachanosky afirma que siempre que se dice que una cosa vale más o menos que otra, se está emitiendo un juicio subjetivo; es decir, que el valor proporcionado a ese bien deriva de la apreciación de una persona en un momento y circunstancia particular4. También hay que destacar que el filósofo griego advirtió ya en tiempos remotos lo que sería la “paradoja del valor” y que retomaría Adam Smith en sus investigaciones. Ésta simple idea afirma que existen cosas muy útiles que pueden tener poco valor de cambio y cosas poco útiles con un alto valor de cambio. Aristóteles expresó: “[…] y también lo más raro es mayor bien que lo abundante, como el oro y el hierro, aunque es más útil; pero su posesión es mayor bien porque es más difícil. De otra manera, es lo abundante mejor que lo raro, porque su utilidad excede, pues muchas veces excede a pocas, de donde se dice: “lo mejor es el agua” […].”5 Vemos como Aristóteles, sin darse cuenta quizás (porque ese no era su objetivo), ya planteaba como la oferta excesiva de bienes hacía disminuir su valor de cambio, más allá de su valor de uso. Esto se ve reflejado en que no podemos comprar nada con agua, que es fundamental para el humano pero que 2

Aristóteles, “Ética a Nicómaco”, extracto del Libro V. Joseph Schumpeter, “Historia del análisis económico”, Cap. II, Ed. Ariel (1982). 4 Juan Cachanosky, “Historia de las teorías del valor y del precio”, Revista Libertas Inst. ESEADE (Mayo 1994). 5 Aristóteles, “Retórica”, extracto del Libro I. 3

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puede encontrarse libremente en la naturaleza, por lo tanto es casi imposible conseguir un bien por intercambiarlo de algo tan abundante. Finalmente, aunque el pensamiento económico debe a Aristóteles los comienzos de un verdadero análisis del problema del valor de cambio, fue el aspecto ético de su opinión el que sirvió de contenido a las teorías medievales del cambio. Recordemos que hasta el nacimiento de la economía política clásica en el siglo XVIII, no aparece la primera teoría positiva del valor. Pero éste fue su origen.

Escolásticos Durante el Medioevo, los escolásticos fueron profesores de las principales universidades europeas de la cristiandad. Las fuentes del pensamiento económico escolástico fueron la Biblia, el derecho romano y las obras de Aristóteles; con respecto a la obra del filósofo griego, los teóricos medievales partieron de su concepto de “justicia conmutativa” que mencioné anteriormente. El primer análisis importante del valor por parte de los escolásticos se debió al obispo alemán san Alberto Magno, quién planteó que el valor de un bien debía ajustarse al costo de producción, contenido en forma de trabajo. Este autor fue un gran defensor de la doctrina del justo precio esbozada por Aristóteles; sin embargo, logró dar un paso más introduciendo un criterio para saber de qué manera se determina el “justo término medio”. Es decir, que plantea que esa igualdad entre lo que se da y lo que se recibe está determinada por el costo de producción. San Alberto Magno afirma: “[…] el carpintero debe recibir el producto del curtidor y, a su vez, dar a éste lo que conforme a un intercambio justo le pertenece, y cuando no se conserva esta igualdad no se mantiene la Comunidad, ya que no se restituye trabajo y costo. Verdaderamente, todo podría venirse abajo si el que hace un contrato por tantas mercancías de tal tipo no recibe una cantidad y calidad similar, ya que no se hace propiamente un Estado con un solo tipo de trabajadores.” 6 El aporte que realizó san Alberto al pensamiento aristotélico es el criterio para determinar cómo se establece la “igualdad” de los intercambios, y ese criterio es el costo de producción. El seguidor natural de ésta corriente de pensamiento fue santo Tomás de Aquino, discípulo de san Alberto Magno. Tomás intentó explicar su teoría a través de la identificación del precio justo con el costo y el trabajo invertido en la producción del bien. Afirma que el precio justo es el que compensa el trabajo y el costo de las partes que intercambian. De su obra podemos extraer este fragmento: “Pues es preciso, para que haya una justa permutación, que sean dados tantos pares de zapatos por una casa o por el alimento de un hombre, cuanto el constructor o el agricultor exceden al zapatero en trabajo y gastos. Si esto no se observa, no habrá conmutación de las cosas ni los hombres intercambiarán sus bienes entre sí.”7 El costo de producción se determina por el principio de justi6 7

Citado por Bernard Dempseyen, “Just Price in a Functional Economy”, The American Economic Review (1934) Santo Tomás de Aquino, “Comentarios a la Ética a Nicómaco”.

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cia, es decir lo que era necesario para la subsistencia del productor. Como se puede ver, Tomás también concebía una teoría del valor objetiva, aunque no era éste su objetivo. Finalmente, santo Tomás concluye que vender una cosa más cara de lo que vale es injusto e ilícito. Más tarde, san Bernardino de Siena y san Antonino de Florencia refundieron el pensamiento anterior, avanzando en la primera concepción subjetiva del valor, siglos antes que los Marginalistas. Básicamente, plantearon que el valor de un bien no depende sólo de su utilidad o su capacidad para satisfacer necesidades, sino que influyen también su escasez y el deseo subjetivo de las personas. San Bernardino señala que los bienes pueden tener dos tipos de valor: uno natural y el otro de uso. El valor natural del bien es objetivo y se refiere a la cualidad intrínseca del bien. En cambio, el valor de uso es subjetivo y está determinado desde tres perspectivas: - Virtuositas: es un factor objetivo y representa algo que está en la cosas. En realidad el valor no está en las cosas, sino en los hombres cuando encuentran que las cualidades de ese bien pueden resultarle útiles. - Raritas: es la escasez del bien. - Complacibilitas: es un elemento subjetivo que representa la estimación común de un bien. Hay que aclarar que es el hombre quien valora, no un colectivo. En ese orden de ideas, san Antonino mantuvo la teoría de san Bernardino al sostener que el valor de un bien se puede determinar a partir de una triple consideración: sus cualidades intrínsecas, su escasez y el deseo que despierte en la persona. Ya durante el siglo XVI, surgió la Escuela de Salamanca fundada por Francisco de Vitoria. Este autor expresa que en la formación del precio justo no deben tenerse en cuenta los costos de producción y el trabajo, sino que surge de la estimación común. Plantea que los costos de producción son un buen criterio para determinar el precio justo de los bienes de lujo, pero para los bienes de primera necesidad es necesario considerar las necesidades de la gente o estimación común. Por otra parte, manifiesta que el precio de mercado de una mercancía no existe, sino que lo que existe realmente son tantos precios como transacciones se realicen. En éste punto quiero resaltar la contradicción de Vitoria, ya que al ser parte de la escolástica medieval mantiene una concepción objetiva del valor a través de la “estimación común” y sin embargo, al decir que existen tantas valoraciones como personas, plantea que el valor es subjetivo. Por último, el español Luis Saravia de la Calle rechazaba la idea de que los costos de producción tengan vínculo alguno con el valor y precio de las cosas. Saravia sostiene que los precios se determinan por la oferta y la demanda, y los costos de producción no influyen en su determinación. Citamos de su obra: “Aquellos que miden el justo precio por el trabajo, los costos y el riesgo incurrido por la persona que comercia la mercancía o la produce, o por los costos de transporte o los gastos de viaje hacia y desde la feria, o por lo que tiene que pagar a los factores por su trabajo, riesgo y esfuerzo, están en un grave error […]. Porque el precio justo surge 8

de la abundancia o escasez de las mercancías, mercaderes y dinero, como se ha dicho, y no de los costos, trabajo y riesgo. Los precios no se fijan comúnmente en base a los costos. […] El precio justo no se encuentra sumando costos sino por estimación común”.8 Se podría entender que Saravia plantea que el precio justo de los bienes es determinado por el mercado. Sin embargo, Cachanosky manifiesta que Saravia simplemente sugiere que el rey o los gobernantes deberían buscar un criterio distinto al de los costos para determinar los precios.9 En fin, podemos decir que Saravia afirma que los precios se determinan por la oferta y demanda, aunque si ambas pudiesen ser conocidas, los funcionarios públicos (el rey) estarían en condiciones de fijar los mismos precios que el mercado.

Los clásicos Con la aparición de la escuela clásica, podemos decir que la ciencia económica empezó a desarrollarse como una ciencia independiente de la moral y la política. Los autores que surgieron en ésta etapa dejaron de lado los juicios éticos de la determinación del valor de los bienes. Roll afirma que el máximo logro de Smith y Ricardo (los dos íconos del clasicismo) consistió en poner orden en el estado todavía caótico de la investigación económica; a ese orden se le ha dado el nombre de Sistema Clásico. Empezaré el desarrollo de ésta etapa por el “padre” de la economía política: Adam Smith. Éste académico escocés publicó The Wealth of Nations en 1776, donde comenzó su estudio distinguiendo el valor de uso y el valor de cambio que inicialmente había advertido Aristóteles siglos antes. Smith dice: “Se debe observar que la palabra valor tiene dos significados diferentes; algunas veces expresa la utilidad de un objeto en particular, y otras el poder de comprar otros bienes que la posesión de dicho bien nos permite. El primero puede llamarse “valor de uso”, el otro “valor de cambio.”10 A partir de esa definición, Smith se centra solo en el análisis del valor de cambio, es decir en el precio de los bienes. Sin embargo, no deja de reconocer que los bienes tienen valor de cambio porque poseen valor de uso. Como todos los clásicos, cree que ninguna persona estaría interesada en intercambiar objetos que no tuvieran alguna utilidad. Smith dice: “Una cosa sin utilidad, no tendrá ningún precio, puesto que nadie la demanda”. 11Luego menciona una paradoja que se hizo muy conocida: algunas de las mercancías más útiles para el hombre, como el agua, apenas tienen algún valor de cambio; mientras que otras como los diamantes, aunque de poca utilidad, pueden ser cambiadas por un gran número de otras cosas (ilustró este concepto con su ejemplo del agua y los diamantes). Para realizar sus reflexiones sobre el valor, Smith toma dos referentes: 8

Citado por M. Grice-Hutchinson, “The school of Salamanca”, American Economic Review (1953) Juan Cachanosky, op. cit., p. 35 10 Adam Smith, “The wealth of nations”. 11 Adam Smith, op. cit. 9

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la medida del valor de cambio: opinaba que el dinero no era una buena medida del valor por tratarse de mercaderías que varían en su valor. Como todos los clásicos, consideraba que la mejor medida del valor de cambio es la cantidad de horas de trabajo que insume producir un bien. Dice: “El valor de cualquier mercancía […] es igual a la cantidad de trabajo que le permite comprar o disponer. El trabajo es, por lo tanto, la medida real del valor de cambio de todas las mercancías.” Smith escoge al trabajo como “medida” del valor de cambio de todos los bienes porque lo considera la “moneda original”. - los determinantes del valor de cambio: en este punto distingue entre: - Precio natural o precio de largo plazo: es el precio que permite la reproducción del sistema económico. Es determinado por los costos de producción. - Precio de mercado o precio de corto plazo: es un precio momentáneo, resultado de la confrontación entre la oferta y la demanda efectivas. Es el precio al que efectivamente es vendida cualquier mercancía; puede estar por encima, por debajo o coincidir con su precio natural. A partir de éste análisis, Smith señala: “Tan pronto como se acumula capital en las manos de personas particulares, algunos de ellos naturalmente lo emplearán en dar trabajo a personas laboriosas, a quienes proveerán con materiales y subsistencia, con el objeto de obtener una ganancia con la venta de su trabajo, o por lo que si trabajo agrega al valor de los materiales. Al cambiar la manufactura terminada sea por dinero, por trabajo o por otro bienes, por encima de lo que puede ser suficiente para pagar el precio de los materiales y el salario de los trabajadores, algo debe quedar de ganancia para quién se tomó el trabajo de arriesgar su capital en esta aventura. Por lo tanto, el valor que los trabajadores agregan a los materiales se resuelve, en este caso, en dos partes, de las cuales una paga sus salarios y la otra la ganancia de su empleador sobre el total de capital y salarios que adelantó.”12 A partir de ésta idea, podemos deducir que parte de los determinantes de valor está dada por los materiales, la paga de los salarios y por la ganancia que espera el empleador sobre el capital y salarios que adelantó. Luego se agregó un tercero, que es la renta de la tierra cuando dice “Tan pronto como la tierra de cualquier país se ha convertido en propiedad privada, los terratenientes, como todos los hombres, aman cosechar donde nunca sembraron y demandan una renta inclusive por su producto natural. […] y le debe entregar al terrateniente una parte de lo que su trabajo juntó y produjo.”13 Así quedó conformada la famosa terna de Smith: trabajo, capital y tierra. Según lo que expresa, cada uno de estos tres determinantes puede medirse en horas de trabajo para poder comprar, en términos reales, los precios relativos o valor de cambio de los bienes. Finalmente, Smith plantea que por efecto del aumento o disminución de oferta derivadas de “precios de mercado” superiores o inferiores al “precio natural” de los bienes, 12 13

Adam Smith, op. cit. Adam Smith, op. cit.

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ambos tienden a coincidir en el tiempo. El filósofo escocés dice: “La cantidad de toda mercancía que es llevada al mercado se ajusta naturalmente a la demanda efectiva. […] Si en algún momento excede a la demanda efectiva, alguna de las partes que componen su precio recibirá un pago inferior a su precio natural. La cantidad llevada al mercado ya no será suficiente para atender a la demanda efectiva. Todas las distintas partes de su precio subirán a su tasa natural, y el precio total, a su precio natural.” 14 El precio de mercado, determinado por la oferta y la demanda, tiende a gravitar hacia el precio natural, determinado por los costos de producción. Para concluir la teoría de Smith, coincido con la opinión de Cachanosky que plantea que no es una teoría del valor sino una teoría de los precios, y que ésta no es una teoría del valor-trabajo sino una teoría del costo de producción. David Ricardo es considerado el continuador del trabajo iniciado por Smith. Si bien los historiadores económicos le atribuyen una teoría del valor basada en el trabajo, apoyo la opinión de Cachanosky que dice que era una teoría del valor apoyada en el costo de producción. En primer lugar, Ricardo empieza refiriéndose al planteamiento de Smith sobre los significados posibles de la palabra valor. Es decir, distingue entre valor de uso y valor de cambio enunciando: “[…] a veces expresa la utilidad de algún bien en particular y, a veces el poder de compra de otros bienes que la posesión de ese objeto transmite, el primero puede ser llamado valor de uso y el segundo valor de compra.”15Asimismo, hace referencia a la paradoja del valor: “El agua y el aire son sumamente útiles; son además indispensables para la vida; sin embargo, en circunstancias ordinarias no se puede obtener nada a cambio de ellos. El oro, por el contrario, a pesar de tener poco uso, en comparación con el aire y el agua, podrá cambiarse por una gran cantidad de cosas.”16 Como todos los clásicos, Ricardo admite que es esencial la utilidad para que una mercancía tenga valor de cambio. El autor concluye que dicha utilidad no es la medida del valor de cambio, pero es una condición necesaria para que exista. Además, añade que si una cosa tiene valor de uso, su valor de cambio podrá explicarse de dos maneras: de su escasez y de la cantidad de trabajo requerida para su obtención. Algunos bienes derivan su valor exclusivamente de su escasez; éstos son los bienes que no están sujetos a reproducción, por ejemplo ciertas estatuas, libros, cuadros raros, etc. Sin embargo, la mayoría de los bienes disponibles son aquellos que pueden reproducirse en mayor cantidad mediante el trabajo humano. Si bien criticó varias posturas de Smith, Ricardo coincidió con él en los aspectos centrales de la teoría del valor. La principal diferencia era que para Ricardo los determinantes del “precio natural” son solo el trabajo y el capital, es decir que no incluía a la tierra como elemento del costo. Además, explica que el precio natural es determinado por el costo de producción y el precio de mercado es fijado por la oferta y demanda. Asimismo, 14

Adam Smith, op. cit. David Ricardo, “On the principles of political economy and taxation” 16 David Ricardo, op. cit. 15

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defendió la idea de que cuando el precio de mercado coincide con el precio natural, las tasas de ganancias son iguales en todas las actividades productivas y que cuando éste se desvía del primero, las diferentes tasas de ganancias provocan la reasignación de los recursos. “Aunque todo es libre de emplear su capital donde más le plazca, buscará naturalmente emplearlo donde le sea más ventajoso. Este deseo permanente de todos los capitalistas, que consiste en abandonar una actividad menos provechosa por otra que reparta más ventaja, tiene una fuerte tendencia a iguala las tasas de ganancia de todos o fijarlas en proporciones tales que, según estiman las partes, compensen cualquier ventaja que uno puede tener, o parece tener, sobre los demás.”17 Es decir, que cuando una actividad tiene mayor margen de ganancias, habrá más gente para invertir en dicha actividad y hará que aumente la oferta de bienes; por lo tanto, los precios bajarán y también su margen de ganancia, por lo tanto siempre se llegará a un equilibrio donde

“El valor de un artículo, o la cantidad de otra mercancía por la que se puede intercambiar, depende de la cantidad relativa de trabajo que es necesaria para su producción, y no de la mayor o menor compensación que se paga por ese trabajo” David Ricardo (1772-1823): su teoría, así como la de Smith, fue una teoría sobre el valor de cambio y basada en el costo de producción. Ricardo plantea que: una vez que poseen utilidad, los bienes derivan su valor de cambio de dos fuentes: de su escasez y de la cantidad de trabajo requerida para su obtención. Ricardo, si bien criticó ciertas posiciones de Smith, coincidió con él en los aspectos centrales de la teoría del valor. Su principal diferencia fue que para él solo el trabajo y el capital eran los determinantes del “precio natural” y no incluía a la tierra como un elemento del costo. Para él, el “precio natural” es determinado por el costo de producción y el “precio de mercado” lo fija la oferta y la demanda. También sostuvo que cuando el “precio de mercado” coincide con el “precio natural” de los bienes, las tasas de ganancias son iguales en todas las actividades productivas y que cuando éste se desvía del primero, las diferentes tasas provocan la reasignación de los recursos. John Stuart Mill (1806-1873): plantea que el valor de uso le pone un límite máximo al valor de cambio. El valor de uso es el límite extremo del valor de cambio. El valor de cambio de una cosa puede ser inferior a su valor de uso, no importa en qué proporción; pero que alguna vez pueda exceder del valor de uso implica una contradicción; supone que habrá personas que darán, por poseer una cosa, más del valor máximo que ellos mismas le atribuyen como un medio para satisfacer sus necesidades. Además, Mill concluye que el valor mínimo lo determina el costo de producción. Carlos Marx (1818-1883): éste autor coincide con los clásicos en que para que las cosas tengan valor de cambio tiene que tener previamente utilidad pero que se materializa en el objeto y coincide con los escolásticos en el sentido de que los intercambios tienen que guardar igualdad entre lo que se entrega y lo que se recibe, siendo el trabajo el único factor común que puede igualarlas. Un bien solo encierra un valor por ser encarnación o materialización del trabajo humano abstracto. Como se mide la magnitud de este valor? Por la cantidad de “sustancia creadora de valor” que encierra, es decir de trabajo. Y, a su vez, la cantidad de trabajo que encierra se mide por el tiempo de su duración, y el tiempo de trabajo tiene su unidad de medida en las distintas fracciones de tiempo: horas, días, etc.

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David Ricardo, op. cit.

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En fin, Marx sostiene que lo único que genera valor es el trabajo y que el capitalista se apropia de parte del valor de cambio que pertenece al trabajador, a la que denomina “plusvalía”. Jean Baptiste Say (1767-1832): refutó la teoría del valor de cambio basada en los costos de producción. Anticipó lo que más adelante fue desarrollado por los marginalistas en el sentido de que no son los costos los que determinan el valor de las cosas sino que, por el contrario, es el valor el que determina los costos. El valor de los productos no se fundamenta en el valor de los factores productivos, como algunos autores han afirmado erróneamente, puesto que el valor de un objeto se origina en su utilidad, es decir en la capacidad de crear utilidad en la que se origina el deseo y ella es la que da valor a los factores productivos. El valor de los factores productivos es proporcional a la importancia de su cooperación en el proceso productivo.

Los marginalistas Jevons, Menger, Walras: la escuela marginalista introdujo un cambio muy importante en la teoría económica generando una profunda crítica a la teoría del valor de los clásicos. En contraposición a éstos, señalaron que el valor de uso de los bienes es puramente subjetivo y que no hay ningún tipo de factor objetivo en su determinación. Menger explica el concepto subjetivo del valor: El valor es un juicio que el hombre economizador realiza acerca de la importancia de los bienes a su disposición para el mantenimiento de su vida y bienestar. En consecuencia, el valor no existe fuera de la conciencia de los hombres. Además, desarrollaron la ley de utilidad marginal decreciente la cual indica que a medida que un individuo posee más unidades de un mismo bien, la utilidad que éste le brinda es cada vez menor. Sostienen que el valor de un bien está dado por la utilidad marginal de la última necesidad que se satisface. Menger resume la idea diciendo: si una cantidad de bienes pueden satisfacer necesidades de distinta importancia para los hombres, ellos primero satisfacerán aquellas necesidades cuya satisfacción tiene mayor importancia. Si sobran algunos bienes los destinarán a satisfacer las necesidades que continúan en importancia… Por lo tanto, el valor de una porción dada de la cantidad toral disponible del bien es igual a la importancia que tiene la necesidad menos importante del total que puede satisfacer con la cantidad disponible del bien con unidades de igual proporción.

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Bibliografía

Schumpeter, Joseph A. (1982) Historia del análisis económico. Editorial Ariel. Barcelona, España. Roll, Eric (1975). Historia de las doctrinas económicas. Fondo de Cultura Económica. Montevideo, Uruguay. Cachanosky, Juan C. (1994) Historia de las teorías del valor y del precio. Revista Libertas – Instituto ESEADE. Buenos Aires, Argentina. Cartier, Enrique N. (2013) El costo en la teoría del valor y el valor en la teoría del costo. Revista Costos y Gestión – IAPUCO N° 87. Buenos Aires, Argentina. García, Laura G. (2002) El significado del costo. Tesis de maestría de la Universidad Nacional del Litoral, inédito. Astarita, Rolando (XXXX) Costo de producción, teorías subjetiva y objetiva del valor. Artículo online, inédito. Hurtado Prieto, Jimena (2003) La teoría del valor de Adam Smith: la cuestión de los precios naturales y sus interpretaciones. Revista Cuadernos de Economía N° 38. Bogotá, Colombia.

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