El contacto de lenguas como factor de retención en procesos de variación y cambio lingüístico. Datos sobre el español en una comunidad bilingüe peninsular”, Spanish in Context 4, 2 (2007), 263-291

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El contacto de lenguas como factor de retención en procesos de variación y cambio lingüístico Datos sobre el español en una comunidad bilingüe peninsular* José Luis Blas Arroyo

Con independencia de cuál sea el grado de protagonismo que concedamos a la interferencia en la configuración de las lenguas, en la bibliografía sobre el tema es recurrente la idea de que el contacto interlingüístico —en particular si es estable y prolongado en el tiempo— actúa favorablemente para el desarrollo de soluciones lingüísticas novedosas, así como para la aceleración de cambios que se hallan latentes o en fases evolutivas poco avanzadas en otras regiones. Sin embargo, se ha escrito menos acerca de otro desenlace posible, y que supone el reverso de lo anterior; esto es, que el contacto de lenguas represente un importante factor de retención de variantes sometidas a intensa variabilidad y cambio en otros dominios. Ello puede ocurrir, por ejemplo, entre lenguas tipológicamente próximas, aunque con suficientes puntos de conflicto estructural como para favorecer procesos de convergencia en torno a aquellas variantes que resultan comunes. En el presente artículo se presentan los datos empíricos de algunas investigaciones variacionistas que hemos emprendido recientemente en torno a dos variables lingüísticas en una comunidad de habla bilingüe peninsular, donde el español convive con el catalán desde hace siglos. Los principales resultados del estudio muestran algunas diferencias destacadas en función de factores asociados al entorno etnolingüístico de los hablantes. Palabras clave: contacto de lenguas, variacionismo, variable fonológica, variable sintáctica, español, catalán

Spanish in Context 4:2 (2007), 263–29. issn 1571–0718 / e-issn 1571–0726 © John Benjamins Publishing Company

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.

Introducción

En la bibliografía sobre el contacto lingüístico es bien conocida la polémica acerca del alcance de la influencia interferencial entre unas lenguas y otras, particularmente en niveles profundos del análisis como la gramática. Ahora bien, independientemente del grado de influencia que se otorgue a las lenguas, lo cierto es que las comunidades bilingües, especialmente tras periodos largos e intensos de contacto, son un terreno abonado para el desarrollo de procesos de variación y cambio lingüístico. En las últimas décadas han proliferado los estudios en los que se ha llamado la atención acerca de la aceleración de ciertos cambios lingüísticos en las situaciones de bilingüismo social, particularmente cuando este se halla desequilibrado a favor de una lengua. En estas situaciones, el contacto actúa como un perfecto caldo de cultivo para el desarrollo de soluciones novedosas, acelerando cambios que se hallan latentes o en fases evolutivas poco avanzadas en otras regiones monolingües. Por mencionar un ejemplo —relacionado, además, con una variable que discutiremos más adelante en estas mismas páginas—, cabe recordar cómo el avance del futuro perifrástico (voy a cantar) en detrimento del futuro morfológico (cantaré) —uno de los cambios lingüísticos en marcha más característicos en el mundo hispánico—, se ha visto más acelerado entre las comunidades de origen mejicano de EE.UU. que en las del vecino país norteamericano (Gutiérrez 2002). Sin embargo, y frente al relativo consenso en torno a esta tesis, se ha escrito mucho menos acerca de otro escenario posible en las situaciones de contacto, como es el hecho de que la confluencia con otra lengua en una misma comunidad actúe, justamente, en un sentido inverso, es decir, como un factor importante de retención de variantes sometidas en otros dominios dialectales a procesos de intensa variabilidad, cuando no, incluso, a fases avanzadas de cambio lingüístico. Desde esta perspectiva, pues, y al contrario que en los ejemplos comentados más arriba, la influencia interlingüística puede actuar ‘en defensa’ de las variantes más antiguas, que en no pocos casos representan, al mismo tiempo, las más prestigiosas. El objeto del presente artículo es dar cuenta, a través de los principios teóricos y metodológicos variacionistas, de uno de esos escenarios: el contacto de lenguas entre el español y el catalán en las comarcas de habla castellonenses, situadas en el norte de la Comunidad Valenciana y en pleno dominio lingüístico catalán.1 Nuestra intención es mostrar el modo en que el contacto con el catalán favorece la retención y, ocasionalmente, incluso, la restitución de variantes lingüísticas españolas, cuya erosión fuera de estas comunidades es considerablemente mayor. © 2007. John Benjamins Publishing Company All rights reserved

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Para reforzar la validez de nuestras hipótesis procedemos al estudio de dos variables, fonológica y gramatical, respectivamente, cuyas muestras se han extraído de un corpus de habla amplio y representativo, como el que se detalla en § 2. En el apartado § 3 nos ocuparemos inicialmente de una variable fonológica, el tratamiento de la dental sonora -/d/- en las palabras terminadas en -ado (cantado/cantao; mercado/mercao; delgado/delgao), el contexto más propicio para la relajación y elisión de la consonante en todo el mundo hispánico. Por su parte, el epígrafe 4 aborda la variabilidad inherente a la expresión del futuro verbal, y en particular la alternancia entre el futuro morfológico (cantaré) y el llamado futuro perifrástico (voy a cantar), del que apenas se ocupan las gramáticas, pese a haberse convertido ya en la variante más extendida en numerosos ámbitos dialectales del español. Tras el análisis de los datos empíricos disponibles a través de métodos estadísticos multivariantes, dedicaremos un capítulo final (§ 5) a condensar los resultados más destacados y el papel que desempeña el contacto de lenguas en la evolución de estas variables lingüísticas y sus diferencias con otros dominios.

2. Corpus y metodología El material lingüístico que sirve como base a la presente investigación se ha extraído del Corpus sociolingüístico de Castellón y sus comarcas (Blas Arroyo 2002a), integrado en el momento de redactar estas páginas por 210 entrevistas semidirigidas, cuyos informantes se han clasificado de acuerdo con criterios sociales que aseguran la representatividad de los diferentes grupos que podemos encontrar en la sociedad castellonense. Dados los diferentes niveles de exigencia que implican los estudios de variación fonológica y gramatical, hemos seleccionado 94 entrevistas para el análisis de la variable fonológica y un número mucho mayor (191) para el examen de la variable gramatical, con el fin de contar con una cantidad suficientemente amplia y representativa de las formas que nos interesan. En todos los casos se ha aplicado un sistema de muestreo por cuotas de sexo, edad y nivel de escolaridad. Complementariamente, se han considerado otros factores sociológicos en una etapa postestratificacional, como la procedencia de los hablantes, su lengua dominante, el estatus social, la relación entre los interlocutores, etc. Para el análisis estadístico, cada forma lingüística se ha codificado de acuerdo con una serie de factores extralingüísticos, como los reseñados, así como otros de naturaleza lingüística y estilística. No obstante, dado el objeto de nuestro estudio, en la presente investigación nos detendremos © 2007. John Benjamins Publishing Company All rights reserved

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básicamente en el examen de los factores extralingüísticos más directamente relacionados con el contacto de lenguas. Finalmente, el conjunto de los datos se ha sometido a un cálculo de frecuencias y porcentajes en una primera etapa, para pasar en una segunda fase a un análisis multivariante de regresión logística, como el proporcionado por el paquete estadístico Goldvarb 2001 para Windows. Este programa aporta los pesos probabilísticos de aquellos factores que el sistema predice como significativos para explicar la variabilidad, así como su jerarquía explicativa.2

3. La variabilidad de las terminaciones en -ado en español 3. Introducción Pese a la antigüedad y la extensión del relajamiento que afecta a la dental sonora /d/ en español, particularmente en contextos intervocálicos, existe uno cuya difusión ha superado con creces a los demás, tanto desde el punto de vista geográfico como social. Es el caso de las palabras terminadas en -ado, de cuya consonante se han estudiado diversas realizaciones fonéticas, que en la práctica suelen reducirse a tres (dental sonora plena, dental sonora relajada y elidida) y, en muchos casos, a tan solo dos (dental sonora y elisión), dadas las dificultades para distinguir el grado de relajación de las correspondientes realizaciones consonánticas. En efecto, estudios contemporáneos han permitido corroborar empíricamente la diferente extensión de la relajación y eventual supresión de la dental en este contexto, respecto a otros intervocálicos. Así, en una síntesis reciente, limitada a las terminaciones de los participios pasivos, Moreno Fernández ha propuesto una escala como la siguiente, en la que las formas en -ado aparecen con claridad a la vanguardia de las elisiones en todo el mundo hispánico: ado > ada > ido > ida (2004: 999). En las comunidades de habla castellonenses, la elisión de la consonante dental tiene lugar también en otros contextos, como demuestran los ejemplos (1) y (2). En el primero, la observamos nada menos que en tres entornos intervocálicos (-ado, -oda y -ada). En el segundo, la elisión se amplía también a los participios de la segunda conjugación, en -ido (y también al contexto final de palabra). Sin embargo, y con la excepción de algunas palabras aisladas en las que la variante elidida se ha generalizado en todo el dominio hispánico (todo → to, nada → na…), sólo la variación de las formas en -ado adquiere proporciones significativas en esta región levantina:

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(1) “…mamá, que la he matao a la teta (‘hermana’)!” y mi madre bajaba corriendo toa asustá y luego ponía en la puerta grande … (253/95)3 (2) … los que nos ha tocao emigrar, no ha sío por capricho, ha sido por necesidá (247/995)

La extensión social de las elisiones de la consonante dental en las terminaciones en -ado aparece ya documentada desde siglos atrás (Lapesa 1968: 389). Y en la centuria pasada, las referencias al fenómeno han menudeado en los estudios dialectológicos. Estos han destacado también la expansión considerable de las supresiones, si bien han llamado la atención acerca de algunas diferencias geográficas notables. Así, Zamora Vicente (1970: 316) sostenía que la elisión es general en el español peninsular, pero no tanto en América, debido a las presiones del sistema educativo. Con todo, la bibliografía americana disponible muestra una apreciable variabilidad entre unas regiones y otras. La tendencia al mantenimiento de la /d/ intervocálica parece ser, efectivamente, la norma en países como México, así como en algunas naciones centroamericanas (El Salvador, Guatemala, Honduras). Como contrapartida, las referencias respecto a otras naciones hablan claramente de un notable debilitamiento de la consonante, con clara tendencia a la elisión, y aun en ocasiones, con cierre de la vocal posterior en /u/. Y ello tanto en países sudamericanos (Paraguay, Chile, Uruguay, Bolivia), como —en especial— caribeños (República Dominicana, Puerto Rico, Panamá, Venezuela, Cuba) (Cedergren 1973, López Morales 1983, D’ Introno y Sosa 1986, Lipski 1996, Alvar 1996). En España, la impresión dominante es que se trata de un fenómeno general en las hablas meridionales, en las que obedecería al mismo debilitamiento articulatorio que se observa en otros sonidos (sibilantes, líquidas, etc.), y en las que se ha concentrado el grueso de los estudios empíricos realizados hasta las fecha (Moya 1979, Carbonero 1982, García Marcos 1990, Molina 1992, Carbonero 1992, Gómez Serrano 1994, Uruburu 1994, Paredes 1996, Villena 2001, Blanco Canales 2004). Mucho menos sabemos, sin embargo, acerca de los patrones de variabilidad que muestra esta variable en las hablas septentrionales. A propósito de estas, Molina (1992: 201) ha observado que la situación posiblemente guarda mayor similitud con la descrita para algunas partes de Hispanoamérica, donde la debilitación de la -/d/- no se hallaría tan extendida como en España. No obstante, tanto los escasos datos empíricos disponibles como nuestra intuición como hablante nativo de una de esas variedades norteñas nos impulsan a examinar más detalladamente el debilitamiento de la consonante, al menos por lo que se refiere al contexto -ado. En esta línea argumental, tanto Williams (1987) © 2007. John Benjamins Publishing Company All rights reserved

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en Valladolid como Etxeberria (2000) más recientemente en Bilbao, han demostrado que los índices de elisión de -ado en ambas comunidades norteñas son muy elevados, y lo mismo nos atreveríamos a decir —aunque sin datos sistemáticos que lo respalden por el momento— de otras hablas norteñas (País Vasco, Navarra, etc.). Ahora bien, el desconocimiento es prácticamente completo acerca de lo que ocurre en las áreas peninsulares donde el español convive con el catalán. Con la excepción de un estudio exploratorio de Turell (1996) en el habla de Barcelona, poco o nada sabemos acerca del grado de difusión de las elisiones o retenciones en estas comunidades y de los factores estructurales y no estructurales que condicionan la variación. ¿Son los mismos que en otras regiones peninsulares? ¿Influye el contacto de lenguas en la configuración de esta variable fonológica de la misma forma que hemos advertido en otros fenómenos lingüísticos (Blas Arroyo 2004)? ¿Existen diferencias etnolingüísticas relevantes asociadas a los hábitos articulatorios de la población? En definitiva, ¿la variación de -/d/- sigue los mismos patrones evolutivos, favorables casi siempre a la elisión en otras comunidades peninsulares; o por el contrario, muestra normas de variabilidad y/o cambio lingüísticos diferentes? 3.2 Resultados globales La Tabla 1 presenta las frecuencias absolutas y los porcentajes correspondientes a las dos variantes consideradas. Como puede observarse, en las comunidades de habla castellonenses el grado de retención de la consonante dental en este contexto fónico es notable (54%), ya que no sólo supera las realizaciones de la variante elidida, sino que, además, ofrece un panorama muy diferente del obtenido en otras comunidades de habla españolas. Tabla 1. Distribución global de las variantes en el corpus castellonense -ado -ao Total

N 1833 1597 3432

% 54 46 100

En la Tabla 2 pueden comprobarse más fehacientemente tales diferencias, no sólo con respecto a comunidades andaluzas, donde supuestamente la variante elidida se hallaría más extendida socialmente, sino también en relación con los dialectos canarios (Las Palmas) e incluso con hablas más septentrionales, como Valladolid o Bilbao, ciudades en las que la elisión supera también significativamente a

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la consonante retenida en las terminaciones en -ado. La excepción a esta regla la representa otra ciudad del ámbito lingüístico catalán, Barcelona, en la que Turell (1996) ha advertido un número muy alto de retenciones, pese al empleo de una metodología algo diferente a la contemplada en el presente trabajo. Tabla 2. Análisis comparativo de la variable -ado a partir de los datos obtenidos en diversas comunidades españolas Comunidades españolas Costa granadina (García Marcos) Linares, Jaén (Gómez Serrano 1994) Jaén capital (Moya 1979) Córdoba (Uruburu 1994) Jerez (Carbonero 1992) Las Palmas (Samper 1990) Valladolid (Williams 1987) Bilbao (Etxeberria 2000) Castellón (Blas Arroyo, 2006) Barcelona (Turell 2000)

-ado (%)4 12 10 11 10 10 45 11 41 54 86

-ao (%) 88 90 89 90 90 55 89 59 46 14

(NB. Para facilitar la lectura de las tablas, resaltamos mediante negritas las cifras más altas en cada caso.)

En otro orden de cosas, el análisis multivariante muestra la preeminencia de los factores sociológicos en la explicación de la variabilidad, por encima de los de naturaleza lingüística y estilística. Como hemos subrayado en otro lugar, rasgos como el sexo, la edad, el grado de instrucción, el tipo de actividad profesional, la procedencia y la lengua dominante de los hablantes tienen una incidencia significativa, aunque de diferente magnitud, en el grado de variación mostrado por nuestra variable (Blas Arroyo, en prensa a). Por el contrario, tan solo la frecuencia y el tipo de léxico entre los lingüísticos o el grado de espontaneidad y el nivel de intimidad/solidaridad entre los interlocutores, dentro de los estilísticos, poseen este mismo carácter cuando todos los factores se consideran al mismo tiempo (Blas Arroyo 2006).5 3.3 La adscripción lingüística de los hablantes y su influencia sobre la variación de -a(d)o Entre los factores sociológicos utilizados en el análisis destaca por su mayor robustez predictiva la lengua dominante de los hablantes, con el rango explicativo más amplio de todos los considerados en este apartado (42) (para la explicación de este parámetro estadístico, véase nota 2).

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Para nuestros intereses en el presente estudio hemos dividido la muestra en dos grupos de informantes, en función del criterio que hemos denominado lengua dominante y que se configura a partir de la combinación de dos criterios etnolingüísticas, a menudo relacionados, aunque no necesariamente coincidentes: la lengua materna y la lengua más habitual en las interacciones verbales cotidianas del individuo. Tras cruzar ambos criterios, establecimos la muestra en dos grupos de hablantes, según cuál sea la lengua que predomine en sus repertorios comunicativos: a. Hablantes que tienen el español como lengua dominante. b. Hablantes con el valenciano-catalán como lengua dominante. Realizado el análisis estadístico, los resultados no pueden ser más concluyentes: mientras que los hablantes que tienen el valenciano como lengua dominante (a partir de aquí, valencianohablantes, por razones de economía expositiva; Valenhabl, en tablas y gráficos) retienen la consonante dental en las palabras terminadas en -ado, con una frecuencia inusitada (75%), entre los castellanohablantes (Castelhabl) dicha variante se reduce drásticamente (37%). Por el contrario, en este segundo grupo las elisiones constituyen la norma (63%). Estas diferencias empíricas son recogidas por el análisis de regresión con unas probabilidades en consonancia, de tal modo que el grupo valencianohablante contribuye decisivamente a la selección de la variante retenida (.74), al tiempo que el grupo castellanohablante la desfavorece (.32) con nitidez, como puede advertirse más gráficamente en el Cuadro 1 (para la interpretación de las cifras, véase la nota 2). 80

74

68

70 60 50 40 30

26

32

P. (-ado) P. (-ao)

20 10 0

Valenhabl

Castelhabl

Cuadro 1. Probabilidades asociadas a las variantes -ado y -ao en función de la lengua dominante en las comarcas castellonenses

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Dada la relevancia inesperada de estos datos, decidimos profundizar en el análisis de tales diferencias a través del examen de un factor adicional, como es el representado por el tipo y grado de bilingüismo de los hablantes. En una comunidad como la castellonense, donde el bilingüismo social e individual se hallan desigualmente extendidos en la población, cabe plantearse si el uso más o menos habitual de cada una de las lenguas podría acentuar o atenuar los perfiles de variación advertidos más arriba. Para ello, hemos dividido esta vez la muestra en tres grupos, que representan otros tantos grados de uso y dominio de las lenguas de la comunidad: a. Hablantes bilingües, capaces de expresarse en las dos lenguas pero que muestran un desequilibrio muy claro a favor del valenciano (a partir de este momento y para la codificación de los datos: Bilingües-Val); b. Hablantes bilingües equilibrados, a menudo miembros de familias mixtas, entre los que el empleo de las dos lenguas es similar (Bilingües-Mix); y c. Hablantes bilingües, capaces de expresarse ocasionalmente en valenciano si la ocasión lo requiere, pero cuyos usos mayoritarios se decantan ahora a favor del castellano. En este grupo incluimos también a aquellos hablantes que se declaran a sí mismos como bilingües meramente pasivos, ya que siempre se expresan en castellano, aunque son perfectamente capaces de seguir una conversación en la que el resto de los participantes utiliza el valenciano (Bilingües-Cas). Nuestra hipótesis es que, de actuar estas diferencias de forma significativa, aquellos hablantes que presenten un predominio claro de una de las dos lenguas en sus respectivos usos lingüísticos, ofrecerán también perfiles de variación diferentes al resto de los grupos. Dicha hipótesis aparece ampliamente confirmada por los resultados empíricos. Como puede verse en la Tabla 3 (porcentajes), y posteriormente de forma más gráfica en el Cuadro 2 (probabilidades), el grupo de Bilingües-Val se coloca nítidamente en cabeza de las retenciones con un 74% (.69), seguido a cierta distancia por los bilingües equilibrados, 54% (. 53), y a mucha más, todavía, de los hablantes cuyos usos lingüísticos se hallan claramente decantados a favor del castellano, 35% (. 35). Más relevante aún es constatar que dicho perfil variacionista se mantiene prácticamente inalterado tras el cruce entre dicho factor y el resto de los considerados en el estudio. Así, y como puede apreciarse en la Tabla 4, nada menos que en 34 de los 37 subgrupos obtenidos tras dicha tabulación cruzada, los pertenecientes al grupo de Bilingües-Val se sitúan con rotundidad por encima del resto en la realización de las variantes plenas. Tan solo en 3 de estos cruces © 2007. John Benjamins Publishing Company All rights reserved

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Tabla 3. Distribución global de las variantes en el corpus castellonense en función del grado de bilingüismo de los hablantes Grado de bilinguismo

-ado (%) N 959 350 524 1833

Bilingües-Val Bilingües-Mix Bilingües-Cas Total

80 70

% 26 46 65

65 53

50 30

% 74 54 35

69

60 40

-ao (%) N 327 304 966 1597

47 35

31

P. (-ado) P. (-ao)

20 10 0

Biling-Val

Biling-Mix

Biling-Cas

Cuadro 2. Probabilidades asociadas a las variantes -ado y -ao por el grado de bilingüismo de los hablantes

los Bilingües-Mix superan a aquellos, pero las diferencias son ahora reducidas. Por último, resulta también significativo que el grupo de bilingües equilibrados supere sistemáticamente a los Bilingües-Cas, lo cual sucede en 33 combinaciones de forma clara. Tabla 4. Distribución de la variante retenida (ado) en función del grado de bilingüismo de los hablantes y el resto de factores sociológicos, lingüísticos y estilísticos (%) SEXO Mujeres Hombres EDAD 18–25 26–40 41–59 >60

Biling-Val (%)

Biling-Mix (%) Biling-Cas (%)

77 72

68 48

41 27

88 81 67 60

52 68 50 19

34 32 40 37

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El contacto de lenguas como factor de retención en una comunidad peninsular 273 PROCEDENCIA Urbano (CS) Provincia Inmigrantes NIVEL EDUCATIVO Primarios Secundarios Superiores TIPO DE PROFESIÓN Profesiones prestigiosas Estudiantes Prof. no prest. (cara al público) Prof. no prest. (no cara al públ.) GRADO DE ESPONTANEIDAD Neutra Espontánea RELACIÓN INTERLOC. Intimidad/Solidaridad Otros TIPO DE TEXTO Argumentativos Narrativos VOCES DISCURSIVAS Única (hablante) Otros (estilo directo) FASE INTERACCIÓN Comienzo Final FRECUENCIA Y TIPO LÉXICO Frecuentes No frecuentes Coloquiales CLASE DE PALABRA Participios Sustantivos Adjetivos Otros Nº SÍLABAS Dos Tres Cuatro Cinco (y más)

72 76 —

62 50 21

49 35 19

76 58 85

34 53 63

19 48 46

79 52 76 87

56 58 28 67

55 32 31 55

74 75

55 51

38 30

77 68

47 79

38 29

76 73

58 51

44 22

60 75

46 54

22 36

73 70

58 58

40 31

71 89 56

54 62 15

33 53 5

70 84 81 68

49 59 56 76

31 47 40 33

70 71 77 86

67 48 58 57

40 32 39 36

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En suma, los datos analizados en el presente epígrafe confirman la relevancia que los factores de adscripción lingüística poseen en la distribución de nuestra variable en las comunidades de habla castellonenses: cuanto mayor es el grado de empleo del valenciano, mayor es, al mismo tiempo, el nivel de retención de la consonante dental. Comprobada empíricamente la relevancia del factor etnolingüístico en la variabilidad de las terminaciones en -ado, cabría sospechar que los hábitos articulatorios de los diferentes grupos son también diferentes, y que estas diferencias pueden obedecer a divergencias estructurales de carácter morfofonológico entre las dos lenguas romances de la comunidad. No en vano, pese a la proximidad genética entre el español y el catalán, ambas muestran algunas diferencias de este tipo en ciertos paradigmas. Así ocurre, por ejemplo, con la formación de los participios pasivos, categoría léxica a la que corresponde la mayor cantidad de ocurrencias de la variable en el corpus (71%, frente a un 29% para el resto de las categorías). Mientras que la lengua española forma los participios de la 1ª conjugación (verbos en -ar) mediante la terminación en -ado (cantado), el catalán lo hace mediante -at (cantat). Además, esta correspondencia se mantiene también en no pocos casos en otras categorías léxicas, como ocurre con los sustantivos (cast. mercado; cat. mercat) o los adjetivos (cast. despoblado; cat. despoblat) (Badia i Margarit 1985). A diferencia, pues, del castellano, cuya consonante sonora se ve afectada por las reglas de debilitamiento consustanciales a estos segmentos en posición intervocálica, el catalán resuelve sus terminaciones correspondientes mediante una dental sorda, cuya particular tensión la convierte en mucho más estable. Así las cosas, no parece descabellado pensar que la especial robustez articulatoria con que los valencianohablantes realizan dichas terminaciones en su lengua dominante sea trasladada a las correspondientes del español, cuando se expresan en esta última lengua. El resultado de este proceso interferencial sería la conservación de la consonante en el mismo contexto en que los castellanohablantes tienden a elidirla, en la misma línea que otros muchos hispanohablantes fuera de estas regiones bilingües. En la práctica, nos hallaríamos ante un desenlace no muy diferente del que distingue a muchos catalanohablantes, que realizan como sorda ([t]) la -/d/ final del castellano (Madrid → Madrit), de otros hablantes peninsulares, que someten dicho segmento a una mayor variabilidad (Madrid → Madriz, Madri) (Blas Arroyo 2004: 1075). Por si fuera poco, el análisis multivariante realizado sobre cada grupo etnolingüístico muestra otro dato revelador: el factor número gramatical, considerado en el análisis de sustantivos (mercado/s) y adjetivos (casado/s) tan solo es significativo entre los valencianohablantes (Blas Arroyo 2006). En este grupo © 2007. John Benjamins Publishing Company All rights reserved

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de hablantes el plural de ambas categorías gramaticales (mercados, casados) favorece las retenciones (.69), pero no así entre los castellanohablantes, quienes eliden con igual frecuencia en singular que en plural. La explicación podría encontrarse de nuevo en las diferencias articulatorias que separan a valencianohablantes y castellanohablantes, y que se corresponden con otras tantas divergencias estructurales entre las dos lenguas: mientras que en catalán la retención en combinaciones consonánticas representa la norma (casats, soldats, mercats), en el español general lo es, por el contrario, la tendencia a la relajación y la reducción (carnets → carnés; chalets → chalés; clubs → clubes, clús). A la vista de estos datos, cabe concluir que: (a) los factores relacionados con la adscripción lingüística de los hablantes son aquellos que cuentan con un mayor poder explicativo de todos los considerados en el análisis, y (b) el sentido del cambio lingüístico que parece estar produciéndose en esta región bilingüe —favorable a la retención de la consonante— apunta hacia la restauración de una norma vernácula, en la que los hábitos fonéticos de la población autóctona adquieren una importancia decisiva. Paradójicamente, dicha norma podría verse favorecida por su coincidencia en lo esencial con la norma culta del español, que propicia el mantenimiento de la consonante, al menos en los contextos más formales (para más detalles, véase más adelante § 5).

4. Variabilidad y cambio en la expresión del futuro verbal 4. Introducción La actual variabilidad en la expresión del futuro verbal en español representa una etapa avanzada de un largo proceso de cambio lingüístico, cuyo inicio puede rastrearse ya en el siglo XVI y que algunos proponen como fruto de un largo ciclo, en el que las soluciones sintéticas y analíticas han alternado en el devenir de las lenguas (Lyons 1978). Como consecuencia de dicho cambio, compartido también por otros idiomas romances (Cartagena 1995–96, Poplack y Turpin 1999, Poplack y Malvar, en prensa), el futuro morfológico (amaré) ha perdido importantes ámbitos de uso a favor de otras variantes, como el futuro perifrástico y, en menor medida, el presente de indicativo. Como contrapartida, en dicha variante flexiva se estaría produciendo una verdadera especialización funcional, que la haría portadora de significados de carácter modal (Fleischman 1982: 23). Los enunciados (3) al (6), extraídos del corpus castellonense, ejemplifican sendas manifestaciones de los valores descritos en el párrafo anterior.

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Obsérvese cómo en los dos primeros, la expresión de hechos cercanos al acto de habla tiene lugar indistintamente con la variante morfológica (acordaré) o con la perifrástica (va a tener que contestar). Por su parte, (5) muestra cómo el anuncio de eventos alejados del momento de la enunciación no es tampoco privativa del futuro flexivo, ya que puede producirse también mediante el uso de la perífrasis (me voy a pirar). Por último, en (6) apreciamos uno de los valores modales (conjetura, probabilidad) con que suele aparecer la forma flexiva en español, una vez neutralizado su significado temporal: (3) … dentro de diez minutos me acordaré de algo, ahora no me acuerdo (18/538) (4) … porque le está preguntando una cosa y el profesor ee:: le va a tener que contestar, ¿no? (217/580) (5) …el verano que viene me voy a pirar [‘marchar’] fijo al pueblo, ¡pero fijo! ¡ya tengo unas ganas! (212/1345) (6) … y dices: “Uy, este [chico] tendrá mala leche” pero luego sales por ahí con él y totalmente diferente (15/205)

Ahora bien, pese a la relevancia de estos datos, que hablan de la existencia de un importante cambio en la expresión del futuro verbal, una parte significativa de las gramáticas del español tan solo incluye dentro de los paradigmas temporales de futuro las formas flexivas, tanto las del llamado futuro simple (amaré) como las del compuesto (habré amado) (Gili Gaya 1964, R.A.E. 1973, Fernández Ramírez 1986), una situación que se repite también en la descripción gramatical de otras lenguas romances, como el francés (Poplack y Turpin 1999) o el portugués (Poplack y Malvar, en prensa). Al contrario que la variable fonológica analizada anteriormente, el proceso parece ahora particularmente avanzado en tierras americanas, como lo demuestran las referencias que encontramos en trabajos de corte dialectológico y, en menor medida, sociolingüístico. Así se ha observado, por ejemplo, a propósito de países como Argentina (Sánchez y Ferrer 1990), Chile (Silva Corvalán y Terrell 1989), Puerto Rico (Zentella 1997), Colombia (Orozco 2005), México (Moreno de Alba 1978, Lope Blanch 1983, Gutiérrez 1992); Venezuela (Iuliano y De Stefano 1979, Silva Corvalán y Terrell 1989, Sedano 1994), República Dominicana (Silva Corvalán y Terrell 1989) o EE.UU. (Gutiérrez 1995, 2002). Ocasionalmente, algunos autores han llegado a pronosticar, incluso, la desaparición del futuro flexivo, sobre todo en ciertas comunidades hispanas de EE.UU. (Zentella 1990). Pese a ello, y aunque de forma más aislada, en

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otras regiones la productividad de las formas flexivas es todavía elevada, como consecuencia —entre otras razones— del contacto con diversas lenguas precolombinas (véanse Niño Murcia (1992) y Escobar (1997) para el español de las regiones andinas en contacto con el quechua). A este lado del Atlántico, la impresión dominante es que los empleos prospectivos del futuro flexivo poseen todavía una cierta vitalidad en tierras españolas. Ahora bien, desgraciadamente los datos empíricos que sirven para sustentar esta afirmación son ahora mucho más escasos que los disponibles para Hispanoamérica, y con la excepción de Canarias, donde en los últimos años se han llevado a cabo algunos estudios de cierto relieve (Díaz 1997, Troya 1998, Almeida y Díaz 1998, Díaz y Almeida 2000), en la mayoría de las ocasiones tienen su origen en recuentos basados preferentemente en textos escritos (Berschin 1987, Bauhr 1992, Cartagena 1995–96, Blas Arroyo 2000b), o se sustentan en simples cómputos globales de frecuencias (Lamíquiz 1986, Gómez Manzano 1988). De ahí que sea muy poco lo que sabemos con certeza acerca de la fortaleza real de esta forma futúrica en el español peninsular, y menos aún en regiones donde esta lengua convive con otras, y en las que, por consiguiente, cabe plantearse la posibilidad de una influencia interlingüística. 4.2 Resultados generales En el presente estudio hemos limitado nuestro interés a los valores puramente temporales, de naturaleza prospectiva, y a la alternancia entre las dos formas más recurrentes en el discurso (flexiva y perifrástica), ejemplificadas anteriormente. De este modo, han quedado excluidas numerosas ocurrencias de ambas formas, en las que: a) los significados modales —v. gr. la conjetura en (7)— o aspectuales —v. gr. el valor iterativo en (8)— superan total o parcialmente a los puramente temporales; o b) el grado de variación en determinados contornos sintácticos es nulo o casi nulo en el presente estadio de lengua, como ocurre, por ejemplo, con la prótasis de las oraciones condicionales donde la presencia del futuro morfológico parece vedada (comp. Si vas a venir, dímelo antes vs. *Si vendrás, dímelo antes): (7) … y yo creo que eso mismo le pasará a mucha gente igual (205/643) (8) … incluso sábados que no me toca trabajar, voy a trabajar [a la empresa] por no limpiar en casa (91/115)

Los resultados generales de este segundo análisis pueden verse en el Cuadro 3. En él se observa cómo, en consonancia con las tendencias advertidas en otras

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278 José Luis Blas Arroyo 60 50 40 FP

30 20

46

54

FM

10 0

Cuadro 3. Distribución global de las variantes FM y FP en las comarcas castellonenses (%)

regiones hispánicas, el futuro perifrástico (FP) supera ya en frecuencia general de uso al futuro morfológico (FM) en el conjunto de la muestra. Sin embargo, se trata de un resultado que no deja de sorprender, ya que los recuentos efectuados en otras comunidades de habla hispánicas arrojan un retroceso mucho más brusco de la variante flexiva. En un balance comparativo entre cuatro comunidades latinoamericanas diferentes (Puerto Rico, Venezuela, República Dominicana y Chile) Silva Corvalán y Terrell (1989) han comprobado que los índices del futuro morfológico apenas superan el 10% en términos globales y en algunos casos (República Dominicana y Chile) no alcanzan más allá del 1% de las realizaciones verbales con valor prospectivo. Por su parte, Mercedes Sedano (1994) ha observado también que en Venezuela la variante futuro perifrástico no sólo es categórica en los contextos de proximidad inmediata (100%) y cuasi categórica (86%) en los de ‘posterioridad relativamente próxima’, sino también claramente preferida cuando el tiempo marcado está muy alejado del acto de habla (64%). Y similares resultados aparecen en otros estudios variacionistas efectuados en diversas regiones latinoamericanas (Gutiérrez 2002, Orozco 2005). Incluso en España, donde la opinión tradicional de los gramáticos ha concedido a las formas en -ré una clara preeminencia sobre otras, es difícil encontrar muestras similares fuera de la lengua escrita (Blas Arroyo 2000b). En las comunidades de habla castellonenses, y a diferencia de lo que advertíamos con la variable fonológica, el análisis multivariante otorga esta vez una mayor significación a los factores lingüísticos, como el grado de proximidad temporal (rango 39), el tipo de especificación circunstancial (33), el tipo de verbo (32), la actitud del hablante ante el grado de ejecución de los hechos futuros © 2007. John Benjamins Publishing Company All rights reserved

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(30), o la modalidad oracional (29), por mencionar los más importantes (Blas Arroyo, en prensa b). Ahora bien, del estudio variacionista se desprende asimismo la importancia de otros criterios que no han recibido la misma consideración en el pasado y que, sin embargo, muestran también su incidencia en la regla de variación que nos ocupa. Entre ellos figuran algunos factores no estructurales relacionados de nuevo con el entorno etnolingüístico de los hablantes, cuyos caracteres contribuyen a explicar la notable robustez de la que todavía hace gala el futuro morfológico en las comunidades de habla castellonenses. De ello nos ocupamos con detalle en los epígrafes siguientes. 4.3 El contexto etnolingüístico Pese a la proximidad entre el español y el catalán reseñada en los párrafos anteriores, y las influencias mutuas que ejercen entre sí, ambas lenguas presentan algunas diferencias que afectan a la expresión del futuro, aunque también aquí el uso difiere a menudo de lo que rezan los tratados gramaticales. En todo caso, nos parecen relevantes para nuestro objeto de estudio algunos puntos de conflicto estructural entre las dos lenguas, como los que destacamos a continuación. En primer lugar, se encuentra el hecho de que en catalán la perífrasis de infinitivo con el verbo de movimiento (anar ‘ir’) tiene algunos usos significativamente distintos a los propios del castellano. Sin preposición, anar + inf. sirve para la construcción canónica del pretérito indefinido, en alternancia con otras variante simples (vaig cantar vs. cantí; esp. canté), si bien en el dialecto valenciano la primera es claramente predominante, al menos en la lengua hablada (Badia i Margarit 1994). Las diferencias a este respecto con el castellano son, pues, notables, ya que en dicho contexto temporal el español tan solo utiliza las formas simples. Véase, por ejemplo, el contraste entre las frases siguientes: (9) Ahir a la vesprada vaig arribar molt tard a la reunió. (10) Ayer por la tarde llegué muy tarde a la reunión.

Con el auxilio de la preposición (anar a + inf.), la perífrasis aparece también, al igual que en castellano, entre las de infinitivo con valor aspectual incoativo, y más en particular, entre aquellas que señalan una fase preparatoria de la acción verbal (què anava a dir? ‘¿qué iba a decir?’) (Gavarro y Laca 2002: 2692). Ahora bien, como señala Badia i Margarit (1994: 615), el hecho de que estas perífrasis ‘miren al futuro’ no justifica su empleo para la expresión del futuro inmediato o cercano, a diferencia del español, donde como hemos visto, ello no sólo es

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posible, sino también muy frecuente. En todo caso, usos como los ejemplificados en (11) y (12) se han extendido también en el catalán contemporáneo por influencia ‘castellanizante’, pero se consideran menos genuinos que los correspondientes catalanes con el futuro sintético (entre paréntesis). (11) Ara anem a veure el segon acte (comp. Ara veurem el segon acte) ‘Ahora vamos a ver/veremos el segundo acto’ (12) Pareix que va a ploure (comp. Pareix que plourà) ‘Parece que va a llover/lloverá’

Sea como fuere, nada se dice acerca del empleo de esta variante perifrástica en otros contextos prospectivos más alejados del acto de la enunciación, lo que sugiere que en estos casos nos encontramos todavía más lejos de las posibilidades estructurales de la lengua catalana, que prescribe el futuro flexivo como forma básica de su sistema verbal. Y es que como señalan Gavarró y Laca, pese a la interferencia posible del español — o el francés en el Rosellón –: “els usos que es poden constatar per a anar a + infinitiu no comprenen més que un subconjunt molt reduït dels usos de les perífrasis castellana i francesa corresponents” (“los usos que se pueden constatar para anar a + infinitiu no comprenden más que un subconjunto muy reducido de los usos de la perífrasis castellana y francesa correspondientes”) (2002: 2694). Por lo que se refiere al futuro flexivo, hay que destacar también algunas diferencias significativas con el español, que afectan en especial a sus capacidades combinatorias. Así, mientras que el castellano obliga al empleo del subjuntivo en determinados entornos sintácticos, como subordinadas temporales, modales y sustantivas de relativo —ejemplos en (13) al (15)—, el catalán utiliza el futuro morfológico en esos mismos contextos: (13) Quan sentiràs que el tren arriba, surt a l’andana (esp. Cuando oigas que el tren llega, sal al andén) (14) El que retrocedirà serà castigat (esp. El que retroceda será castigado) (15) Ho faran como voldran (esp. Lo harán como quieran)

Con todo, también en estos casos, el catalán actual presenta alternancia entre estos empleos canónicos con el futuro y otros con el subjuntivo (el que retrocedeixi…; ho farem com vulguin), en una tendencia evolutiva en la que la influencia del castellano parece de nuevo determinante (Badia 1985 I: 430). Ahora bien, de la misma forma que el contacto de lenguas influye sobre los patrones expresivos de la lengua catalana, podemos plantearnos si esa influencia no podría actuar también en la dirección contraria, a partir de las © 2007. John Benjamins Publishing Company All rights reserved

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diferencias estructurales advertidas entre las dos lenguas. Y más aún, si dicha influencia puede dejar vestigios cuantitativos y cualitativos que permitan su detección a través de un análisis detallado como el que proporciona el paradigma variacionista. De ser así, el contacto de lenguas secular entre español y catalán podría justificar la fortaleza del futuro flexivo en esta comunidad de habla bilingüe, con índices de uso claramente superiores, como hemos visto, a los de otras regiones hispánicas. En suma, factores como: a) el hecho de compartir una misma forma futúrica, con valores semánticos y modales similares; b) las mayores posibilidades sintagmáticas de dicha variante en catalán; y c) la especialización funcional en catalán de la perífrasis para significados diferentes a los que tiene reservados en castellano (la expresión del pretérito), podrían alentar usos expresivos convergentes, favorecedores del futuro morfológico. Pese a ello, y aunque sugerente, una explicación de este tipo resultaría insuficiente en el presente estadio de la investigación sobre el futuro, ya que nos faltan argumentos empíricos para confirmar nuestra hipótesis por la falta de estudios similares en otras áreas peninsulares. De nuestros datos podemos concluir que el el futuro morfológico presenta todavía una notable vitalidad en nuestras comunidades de habla, pero no tenemos pruebas suficientes que nos lleven a pensar que esta es mayor o menor que en otras regiones peninsulares, porque los escasos datos disponibles suelen reducirse las más de las veces a recuentos globales, obtenidos por medio de metodologías no siempre homologables, y a menudo procedentes de la lengua escrita. Por lo tanto, creemos que es posible valorar la hipotética influencia ejercida por el entorno etnolingüístico a través del análisis comparativo entre diversos grupos sociales relacionados con factores contextuales relevantes, como los que se detallan a continuación. 4.3. La procedencia de los hablantes Pese a que la provincia de Castellón de la Plana se sitúa en cabeza de la Comunidad Valenciana en el empleo ordinario de la lengua autóctona, es posible advertir en su seno algunas diferencias demolingüísticas reseñables (Academia Valenciana de la Llengua 2005). Así, los mayores índices de empleo de esta lengua se producen en los pueblos de la provincia, en muchos de los cuales su presencia se halla muy extendida en amplios dominios sociales de uso. En la actualidad, y a diferencia de épocas pasadas caracterizadas por una situación diglósica más estable, muchos valencianohablantes pueden hacer realidad su aspiración de ‘vivir en valenciano’, al menos dentro de sus respectivos municipios, si bien el desplazamiento temporal a las ciudades, como Castellón o © 2007. John Benjamins Publishing Company All rights reserved

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—sobre todo— Valencia, suele llevar aparejada la necesidad de hacer uso también del español, especialmente en determinadas esferas institucionales, comerciales y administrativas. Así las cosas, y con el objeto de evaluar la posible incidencia del habitat o procedencia de los hablantes, estos quedan clasificados en tres grupos: a. informantes que han nacido y vivido toda o gran parte de su vida en la ciudad de Castellón de la Plana (71 informantes); b. informantes que han nacido y vivido en las comarcas rurales de la provincia de Castellón (97 informantes); c. por último, incluimos en un tercer grupo a aquellos hablantes que son inmigrantes (andaluces, extremeños, aragoneses, etc.) y que llegaron a sus correspondientes localidades de destino una vez superado el umbral de formación de los respectivos repertorios lingüísticos (23 informantes). Pese a los desequilibrios muestrales —el tercer grupo es menos numeroso que los otros dos—, el análisis multivariante arroja algunos datos interesantes. En primer lugar, el origen de los hablantes resulta estadísticamente significativo, situándose jerárquicamente a la cabeza de los factores extralingüísticos (rango 16), por encima de otros como la edad, el sexo o el estatus social. Por otro lado, se observan pesos probabilísticos divergentes entre los grupos, principalmente entre los originarios de las poblaciones de la provincia de Castellón, que favorecen el empleo del FM (.53), y en el extremo opuesto, los inmigrantes llegados de otras regiones españolas de habla no catalana, quienes desfavorecen la elección de dicha forma (. 37). Por su parte, los informantes de la capital se sitúan en niveles neutros (.49). Parece, en suma, que la densidad de población lingüísticamente autóctona ejerce una cierta influencia sobre nuestra variable. Como era de esperar, la mayor presencia social del valenciano en las comarcas rurales —frente a la ciudad de Castellón de la Plana, donde se advierte una mayor diversidad lingüística— tiene un reflejo en los datos probabilísticos. Con todo, estas diferencias, aunque significativas, no son muy elevadas, como corresponde a una provincia mucho más homogénea lingüísticamente que otras de la Comunidad Valenciana, como Valencia o Alicante, donde las diferencias de uso de la lengua autóctona entre las capitales respectivas y las comarcas rurales limítrofes son mucho más altas (Academia Valenciana de la Llengua 2005). De todos modos, con quienes sí se aprecian estas diferencias de forma mucho más nítida es con aquellos individuos que, pese a llevar un tiempo residiendo en estas comunidades de habla, proceden de otras regiones peninsulares, y responden a nuestra variable lingüística de una forma presumiblemente © 2007. John Benjamins Publishing Company All rights reserved

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similar a la de sus comunidades de habla de origen. Por otro lado, el hecho de que nos encontremos ante una variable sintáctica, de la que el hablante no tiene conciencia, permitiría explicar por qué esta población inmigrante no se ha asimilado a los hábitos expresivos más comunes de su comunidad de destino, mientras que sí lo ha hecho, por el contrario, a otros paradigmas más periféricos (uso de marcadores discursivos vernáculos; empleo de ciertas estrategias del discurso bilingüe, como el cambio de código emblemático, el préstamo espontáneo, etc.). 4.3.2 La adscripción lingüística de los hablantes Junto a la procedencia de los miembros del corpus, completamos el análisis del contexto etnolingüístico examinando de nuevo la eventual influencia que pueda ejercer la filiación lingüística de los informantes. Para ello, hemos recurrido de nuevo al factor lengua dominante, que caracterizábamos anteriormente (véase § 3.3). Al igual que planteábamos con la variable fonológica, nuestra hipótesis es que una mayor presencia del valenciano en la competencia lingüística de los hablantes, y por lo tanto, una mayor frecuencia de los esquemas verbales que en esta lengua se utilizan para la expresión del futuro, podría tener un reflejo en la distribución de nuestra variable en español. Los resultados no son concluyentes esta vez, aunque algunos datos apuntan hacia la dirección señalada. En primer lugar, el análisis de frecuencias globales arroja una ventaja favorable a los valencianohablantes en el empleo del FM (53% frente a 45% para los castellanohablantes). Con todo, el análisis de regresión logística tan solo selecciona este factor como significativo (rango 08) cuando se considera aisladamente, pero no cuando opera en combinación con otros. Pese a ello, un análisis detallado de los resultados sugiere que el presente factor permite explicar, al menos parcialmente, la variabilidad observada. Para ello hemos procedido al cruce entre este factor con aquel de naturaleza estructural que alcanzó una mayor significación explicativa: la proximidad al acto de habla. En la investigación correspondiente a este criterio lingüístico comprobamos que el FM es desfavorecido no sólo en los contextos cercanos, sino también —aunque en diferente grado— en varios contextos distantes. Únicamente los más alejados objetivamente en el tiempo favorecen con claridad la presencia de esta variante (Blas Arroyo, en prensa b). Con el fin de comprobar de qué manera se comportan los dos grupos etnolingüísticos en relación con este factor, hemos efectuado una tabulación cruzada entre ambos criterios, cuyos resultados se muestran en el Cuadro 4. © 2007. John Benjamins Publishing Company All rights reserved

284 José Luis Blas Arroyo 80 70 60 50

Castellano

40

Valenciano

30 20 10 0 Cerca

D. Interm.

D. Aten.

D. Indef.

D. Máx.

Cuadro 4. Distribución de la variante FM tras la tabulación cruzada entre la lengua dominante de los hablantes y el grado de proximidad al acto de habla

(NB. Cerca: futuro cercano o inmediato; D. Interm: distancia intermedia; D. Aten: Distancia atenuada; D. Indef: Distancia indefinida; D. Máx: Distancia máxima. Véanse ejemplos ilustrativos más abajo)

Como puede observarse, salvo en la expresión de la distancia máxima (“cuando acabe la carrera, haré un master”), donde los porcentajes de ambos grupos son prácticamente idénticos (74% / 73% para Valenhabl y Castelhabl, respectivamente), en todos los demás contextos los hablantes que tienen el valenciano como lengua dominante superan a los castellanohablantes correspondientes en la elección del FM. Ya sean los contenidos más cercanos o inmediatos (“a las cinco iremos al cine”) (41% vs. 30%), ya sean otros más alejados, entre los que distinguimos: a. la distancia intermedia (“esta semana lo haremos”) ( 58% vs. 42%); b. la distancia indefinida (“no sé cuándo lo haremos”) ( 45% vs. 39%); y c. significativamente, también, la que hemos calificado como lejanía atenuada, por la presencia en el contexto lingüístico circundante de marcadores de proximidad (“este verano me iré de vacaciones”) (56% vs. 42%). En suma, parece revelador que las diferencias sean mayores en aquellos contornos sintáctico-semánticos en los que existe un mayor conflicto estructural entre el español y el catalán. Mientras que las dos lenguas utilizan mayoritariamente las formas flexivas en los contextos más alejados del momento de habla (distancia máxima), las probabilidades de elección de estas disminuyen en español conforme nos acercamos a dicho acto de enunciación. Y recuérdese que en catalán dichos entornos temporales son también favorables al empleo del futuro morfológico, de ahí que pueda ser significativo el hecho de que el incremento de frecuencias vaya asociado en mayor medida a los valencianohablantes que a los castellanohablantes. © 2007. John Benjamins Publishing Company All rights reserved

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5. Reflexiones finales De lo examinado en las páginas anteriores se colige que determinados factores relacionados al contacto de lenguas, como la densidad etnolingüística en las comunidades de habla (el habitat o procedencia) u otros asociados a la adscripción lingüística de los hablantes (lengua dominante, grado de bilingüismo), pueden configurar el perfil evolutivo de algunas variables lingüísticas en un sentido diferente al que presentan en otras áreas dialectales. Los datos referidos a la primera variable (-/d/- en las terminaciones en -ado) muestran la existencia de una potente norma vernácula, vinculada, sobre todo, a los elementos etnolingüísticos más autóctonos y, en particular, a los hablantes que tienen el valenciano como lengua dominante y cuyos usos lingüísticos se hallan claramente desequilibrados a favor de esta. Entre dichos hablantes, las realizaciones plenas de la variable constituyen la norma, probablemente porque se ajustan más a sus hábitos fonéticos, poco favorables a la elisión en similares contextos fonológicos. Por el contrario, la población castellanohablante responde ante esta variable de una manera más parecida a la que puede observarse en el español de otras áreas peninsulares, ajenas al ámbito lingüístico catalán. Por lo que se refiere a la segunda de las variables lingüísticas analizadas en el estudio, hay que comenzar destacando que las formas del futuro morfológico se ven superadas ya globalmente por el futuro perifrástico (Cuadro 3), al igual que sucede en otras muchas regiones hispánicas y romances. Ahora bien, pese a que tanto esta tendencia como los factores que intervienen en la misma son similares a los advertidos en otras regiones (Blas Arroyo, en prensa b), no es posible soslayar el hecho sobresaliente de que el futuro flexivo posee todavía en esta región peninsular una vitalidad desconocida en otras latitudes. Tanto las cifras globales como las obtenidas en algunos factores concretos difieren cuantitativamente de las que encontramos en otros lugares. Y creemos que una parte importante de esa fortaleza puede explicarse por el contexto bilingüe en el que se halla inmersa la comunidad. Junto a lo elevado de las frecuencias generales alcanzadas por la variante morfológica, algunos datos adicionales de nuestra investigación apuntan en la misma dirección interpretativa, esto es, hacia la influencia determinante del entorno bilingüe. Así, hemos tenido ocasión de comprobar cómo la variante flexiva se ve favorecida en las comarcas rurales de la provincia de Castellón, precisamente aquellas donde se concentra la mayor densidad de población valencianohablante, por encima, incluso, de la capital, Castellón de la Plana. Por el contrario, los inmigrantes llegados desde otras regiones españolas, ajenas al ámbito lingüístico catalán (Andalucía, © 2007. John Benjamins Publishing Company All rights reserved

286 José Luis Blas Arroyo

Aragón, Castilla la Mancha, etc.), se sitúan en el extremo opuesto, favoreciendo la elección del futuro perifrástico. Complementariamente, la impresión anterior se ve reforzada al investigar las relaciones entre la variabilidad verbal y la lengua dominante de los hablantes. Pese a que el factor no es seleccionado esta vez como significativo por el análisis multivariante —sí, por el contrario, cuando el factor se considera aisladamente—, un análisis detallado de sus datos permite observar ciertas regularidades que abundan en la misma dirección. Así, la comparación entre valencianohablantes y castellanohablantes habituales muestra que en casi todos los contextos temporales los primeros superan a los segundos en la elección de variantes flexivas. Y no parece casual que el catalán posea tan solo la variante morfológica para la expresión del futuro verbal. Ahora bien, pese a la influencia del entorno etnolingüístico en la configuración de ambas variables, estas presentan un perfil sociolingüístico diferente. En el caso de la variable fonológica nos encontramos ante un fenómeno que se sitúa por encima del nivel de la conciencia y por ello, ante un probable proceso de restitución de una norma autóctona que favorece la retención de la consonante y que frena de este modo una norma precedente, llegada desde fuera y más favorable a la elisión (Blas Arroyo, en prensa a). A ello contribuyen dos hechos, en apariencia divergentes, pero que, paradójicamente, coadyuvan en la obtención de un mismo resultado. Por un lado, el tiempo en que se desenvuelven estas comunidades históricas, favorable a la revalorización de lo autóctono, ya sea la lengua propia de la región (valenciano), ya sean los hábitos expresivos que caracterizan el repertorio lingüístico comunitario. Pero por otro lado también, el hecho decisivo de que la norma favorable a la retención de la consonante coincide en esencia con la norma culta del español. En este contexto pues, quienes retienen la consonante no sólo representan más fielmente esos hábitos expresivos vernáculos a los que hemos hecho referencia, sino que, al mismo tiempo, emplean variantes más prestigiadas en el mundo hispánico. Por ello, no es de extrañar que, junto a los elementos lingüísticamente más autóctonos, el proceso de restitución de la consonante se vea favorecido en general por los grupos habitualmente más sensibles a las nuevas normas de prestigio (mujeres, representantes de profesiones prestigiosas, estudiantes universitarios, etc.) (Blas Arroyo, en prensa a). Como contrapartida, y al igual que ocurre con otras muchas variables gramaticales, la regla de alternancia en la expresión del futuro verbal no alcanza probablemente el nivel de la conciencia y presenta de este modo un panorama de variabilidad más estable, con diferencias más matizadas entre los grupos sociales: el futuro morfológico es preferido por los hablantes más adultos y de © 2007. John Benjamins Publishing Company All rights reserved

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medios rurales. Por el contrario, la variante perifrástica se abre camino, aunque de una manera mucho lenta que en otras regiones hispánicas, entre los hablantes jóvenes, de medios urbanos, así como entre las clases sociales más acomodadas (Blas Arroyo, en prensa b). En suma, tanto el tipo de variación lingüística como el contexto histórico-social modulan de diferente manera un proceso similar de convergencia lingüística entre dos lenguas tipológicamente semejantes, y favorecedor, por ello, de las variantes vernáculas comunes.

Notas * Quisiéramos agradecer las críticas y sugerencias realizadas por dos evaluadores anónimos de la primera versión del presente trabajo. Ni que decir tiene que ninguno de ellos es responsable de los errores que puedan detectarse, responsabilidad que nos compete en exclusiva. . En las comarcas castellonenses de la franja costera, la lengua autóctona —traída a los territorios reconquistados por la Corona de Aragón desde el siglo XIII por repobladores de origen catalán— es el valenciano, variedad dialectal del catalán hablada en buena parte de la actual Comunidad Valenciana. Pese a ello, dicha lengua convive con el castellano desde el siglo XVI, en un proceso de sustitución lingüística que ha tenido diferentes fases e intensidades, aunque durante buena parte de la centuria pasada se estabilizó en una característica distribución diglósica, con el castellano como lengua de prestigio, y el valenciano como lengua relegada a cumplir las funciones sociales más domésticas y menos prestigiosas. Sin embargo, esta situación ha experimentado algunos cambios importantes en las últimas décadas, que han conducido a la revitalización oficial y social del valenciano, y a un cambio importante en las actitudes lingüísticas hacia dicha lengua (Blas Arroyo 2005: 404 y ss). 2. El programa Goldvarb selecciona los factores que resultan significativos cuando todos —tanto los de naturaleza lingüística, como los de tipo estilístico o social— son considerados al mismo tiempo. El resultado de dicho análisis de regresión logística se ofrece en términos de probabilidad, a través de una escala que oscila entre los extremos representados por el 0 y el 1, respectivamente. Los pesos numéricos próximos a 1 dan cuenta de que determinado factor favorece la elección de una variante lingüística, mientras que, en el extremo opuesto, los más cercanos a 0 la desfavorecen. Por su parte, los situados en cifras intermedias, cercanas a 0.5, muestran una incidencia neutra. Con todo, el programa de la regla variable no sólo nos indica qué factores son significativos, sino, también, su jerarquía; esta se obtiene a través de la comparación entre los rangos respectivos, parámetro que se calcula al restar las probabilidades mayor y menor de cada grupo de factores. Un ejemplo hipotético: si en un grupo de factores como el sexo, los hombres arrojan una probabilidad de .76 (lo cual es una muestra de que nos encontramos ante un parámetro sociológico que favorece extraordinariamente la elección de la variante lingüística objeto de estudio), y las mujeres de tan solo .36, diremos que el rango explicativo del sexo es muy elevado (40). Finalmente, habrá que comparar dicho rango con el que ofrecen otros factores que han sido seleccionados también

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288 José Luis Blas Arroyo como significativos por el programa estadístico, y ver, consiguientemente, cuáles contribuyen a explicar en mayor medida —y en qué orden— la variación observada. 3. La primera cifra tras el paréntesis identifica el número de la entrevista en el Corpus Sociolingüístico de Castellón y sus comarcas, mientras que la segunda se refiere a la línea donde aparece el ejemplo en la página de ejemplos codificados que han servido como base al programa estadístico. 4. Dado que en algunos estudios se trabaja con dos variantes y en otros con tres (dental sonora plena, relajada y elisión), incluimos bajo esta columna todas las realizaciones de la consonante, con independencia de cuál sea su perfil fonético. 5. Otros factores tan solo resultan significativos para algunos grupos etnolingüísticos, pero no para otros (véase por ejemplo, lo relativo al número gramatical en § 3.3).

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Dirección del autor: José Luis Blas Arroyo Catedrático de Universidad (Área de Lengua Española) Universitat Jaume I Facultad de Ciencias Humanas y Sociales Departamento de Filología y Culturas Europeas Campus de Riu Sec s/n 12071 Castellón Tf. +34-964729625 blas@fil.uji.es

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